de las escuelas de arte y oficios a la universidad obrera

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Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija, 10 (2007), 269-299 Universidad Complutense de Madrid Sumario: 1. Escuelas industriales y escuelas de artes y oficios: la enseñanza técnica en las pri- meras décadas del siglo XX.– 2. La recepción de las teorías “racionalidadoras”.– 3. La nueva ideología educativa, la afirmación del estado y los orígenes de la Universidad Obrera Nacional (1930-1952).– 4. Conclusión José Antonio Sánchez Román DE LAS “ESCUELAS DE ARTES Y OFICIOS” A LA UNIVERSIDAD OBRERA NACIONAL: ESTADO, ELITES Y EDUCACIÓN TÉCNICA EN ARGENTINA, 1914-1955 1 Una de las primeras formulaciones de esta interpretación se encuentra en David Wiñar, Poder político y educación: el Peronismo y la CNAOP, Buenos Aires, 1970. Sobre la política educativa del gobierno peronista, en particular con respecto a las cuestiones de for- mación profesional, ver: Mónica Esti Rain, Politics and Education in Argen- tina 1946-1962, Armank, NY & Lon- don, 1998, pp. 39-40. Sobre la ideología y proceso de adoctrina- miento social llevado a cabo por el pe- ronismo ver Mariano Plotkin, Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políti- cos y educación en el régimen peronista (1946-1955), Buenos Aires, 1993. Una visión que enfatiza el aspecto “demo- cratizador”, es decir, de impulso del ascenso social de los trabajadores sobre el adoctrinamiento u otros se encuentra en Pablo Pineau, Sindicatos, estado y educación técnica (1936-1968), Buenos Aires, 1991, p. 98. Revisiones de la historiografía y las principales discusiones sobre el tema se encuen- tran en Pablo Pineau, “De zoológicos y carnavales: las interpretaciones sobre la Universidad Obrera Nacio- nal”, en Héctor Rubén Cucuzza (dir.), Estudios de Historia de la Educación du- rante el primer Peronismo, (1943-1955), Universidad Nacional de Luján, 1997 y Marcela Pranko, Universidades del trabajo en Argentina y Brasil. Una histo- ria de las propuestas de su creación. Entre El gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) en Argentina se caracterizó por el intento de elevar el nivel de vida de los trabajadores urbanos asalariados, por el deseo de convertir al país en una nación industrializada y por un discurso fuerte- mente nacionalista. Estas tres ideas, íntimamente relaciona- das, afectaron a todos los campos de acción política, incluida la educación. El gobierno peronista lanzó desde sus orígenes una ambiciosa reforma educativa que tenía en mente esos tres objetivos. El programa de desarrollo de las manufacturas y el deseo de mejorar la suerte de los trabajadores se vieron acom- pañados de una política que estimuló el aprendizaje técnico para los obreros industriales. El nacionalismo impulsado por el estado, acompañado de una retórica que identificaba a Perón y a su movimiento con la nación misma, impulsó a las autoridades a utilizar el sistema educativo como un instru- mento de adoctrinamiento social. La creación de la Universi- dad Obrera Nacional (UON) en 1952 fue un buen reflejo de estas tendencias. En primer lugar, significaba elevar la edu- cación técnica a categoría universitaria, como parte del pro- grama modernizador —es decir, industrializador— que estaba llevando a cabo el gobierno. En segundo lugar, permi- tió a algunos trabajadores que habían recibido instrucción en las escuelas técnicas el acceso a la Universidad y presumible- mente al ascenso social. Por último, era un paso más en el control de todo el sistema universitario que el régimen había iniciado desde su llegada al poder 1 . Esta interpretación de los orígenes y función de la Uni- versidad Obrera Nacional es esencialmente correcta, pero en este artículo desarrollo una lectura alternativa, que sin descar- tar las anteriores añade otro significado a la institución creada

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Educación

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  • Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija, 10 (2007), 269-299

    Universidad Complutense de Madrid

    Sumario: 1. Escuelas industriales y escuelas de artes y ocios: la enseanza tcnica en las pri-meras dcadas del siglo XX. 2. La recepcin de las teoras racionalidadoras. 3. La nuevaideologa educativa, la armacin del estado y los orgenes de la Universidad Obrera Nacional(1930-1952). 4. Conclusin

    Jos Antonio Snchez Romn

    DE LAS ESCUELAS DE ARTES Y OFICIOS A LA UNIVERSIDAD OBRERA NACIONAL: ESTADO, ELITES Y

    EDUCACIN TCNICA EN ARGENTINA, 1914-1955

    1 Una de las primeras formulacionesde esta interpretacin se encuentra enDavid Wiar, Poder poltico y educacin:el Peronismo y la CNAOP, BuenosAires, 1970. Sobre la poltica educativadel gobierno peronista, en particularcon respecto a las cuestiones de for-macin profesional, ver: Mnica EstiRain, Politics and Education in Argen-tina 1946-1962, Armank, NY & Lon-don, 1998, pp. 39-40. Sobre laideologa y proceso de adoctrina-miento social llevado a cabo por el pe-ronismo ver Mariano Plotkin, Maanaes San Pern. Propaganda, rituales polti-cos y educacin en el rgimen peronista(1946-1955), Buenos Aires, 1993. Unavisin que enfatiza el aspecto demo-cratizador, es decir, de impulso delascenso social de los trabajadoressobre el adoctrinamiento u otros seencuentra en Pablo Pineau, Sindicatos,estado y educacin tcnica (1936-1968),Buenos Aires, 1991, p. 98. Revisionesde la historiografa y las principalesdiscusiones sobre el tema se encuen-tran en Pablo Pineau, De zoolgicosy carnavales: las interpretacionessobre la Universidad Obrera Nacio-nal, en Hctor Rubn Cucuzza (dir.),Estudios de Historia de la Educacin du-rante el primer Peronismo, (1943-1955),Universidad Nacional de Lujn, 1997y Marcela Pranko, Universidades deltrabajo en Argentina y Brasil. Una histo-ria de las propuestas de su creacin. Entre

    El gobierno de Juan Domingo Pern (1946-1955) en Argentinase caracteriz por el intento de elevar el nivel de vida de lostrabajadores urbanos asalariados, por el deseo de convertir alpas en una nacin industrializada y por un discurso fuerte-mente nacionalista. Estas tres ideas, ntimamente relaciona-das, afectaron a todos los campos de accin poltica, incluidala educacin. El gobierno peronista lanz desde sus orgenesuna ambiciosa reforma educativa que tena en mente esos tresobjetivos. El programa de desarrollo de las manufacturas y eldeseo de mejorar la suerte de los trabajadores se vieron acom-paados de una poltica que estimul el aprendizaje tcnicopara los obreros industriales. El nacionalismo impulsado porel estado, acompaado de una retrica que identificaba aPern y a su movimiento con la nacin misma, impuls a lasautoridades a utilizar el sistema educativo como un instru-mento de adoctrinamiento social. La creacin de la Universi-dad Obrera Nacional (UON) en 1952 fue un buen reflejo deestas tendencias. En primer lugar, significaba elevar la edu-cacin tcnica a categora universitaria, como parte del pro-grama modernizador es decir, industrializador queestaba llevando a cabo el gobierno. En segundo lugar, permi-ti a algunos trabajadores que haban recibido instruccin enlas escuelas tcnicas el acceso a la Universidad y presumible-mente al ascenso social. Por ltimo, era un paso ms en elcontrol de todo el sistema universitario que el rgimen habainiciado desde su llegada al poder1.

    Esta interpretacin de los orgenes y funcin de la Uni-versidad Obrera Nacional es esencialmente correcta, pero eneste artculo desarrollo una lectura alternativa, que sin descar-tar las anteriores aade otro significado a la institucin creada

  • por el gobierno peronista en 1952. El objetivo de este trabajo esofrecer una interpretacin en el largo plazo sobre la formacinde la UON rastreando las discusiones que tuvieron lugar enArgentina sobre la cuestin del aprendizaje tcnico en la in-dustria desde la Primera Guerra Mundial hasta el primer go-bierno peronista. Como se ver, la Universidad Obrera puedeser entendida como la culminacin de una serie de disputassobre el campo del aprendizaje tcnico, que reflejaban tambindisputas de poder. La UON coronaba un proceso de afirma-cin estatal sobre el campo de la formacin profesional de lostrabajadores industriales. De hecho, la creacin de la Univer-sidad Obrera fue percibida como una afrenta por un sector im-portante del empresariado industrial argentino y porcorporaciones profesionales y universitarias, como los inge-nieros. Esa imposicin estatal fue en parte el resultado de unelemento estructural: la forma que adquirieron en Argentinalas relaciones entre el estado y las elites econmicas y socialesdel pas. La Universidad Obrera simboliza tambin las debili-dades estructurales de los industriales argentinos como eliteeconmica, en este caso, su incapacidad para mostrarse comola vanguardia del conocimiento tcnico.

    En la primera parte del trabajo se analizarn las discusio-nes y la prctica del aprendizaje tcnico en la Argentina en lasprimeras dcadas del siglo XX. En la segunda parte, se prestaratencin al impacto del movimiento taylorista en la dcada de1920 entre distintos grupos sociales y las posibles consecuen-cias educativas de la recepcin argentina de esas ideas. Se ob-servar que el movimiento taylorista nunca goz de granpredicamento en Argentina, ni siquiera entre los que presumi-blemente ms se beneficiaran de su desarrollo, los manufactu-reros. La ausencia de un movimiento de racionalizacin deltiempo del trabajo unido a la incapacidad de los industrialespara disear la poltica de aprendizaje tcnico situ a los ma-nufactureros en una posicin de relativa debilidad en este te-rreno. En la tercera parte del trabajo se explorar la decadenciadel impulso taylorista y el triunfo de una ideologa educativa,alejada del discurso racionalista que sentara las bases de la cre-acin de la Universidad Obrera Nacional.

    1. Escuelas industriales y escuelas de artes y oficios: la enseanza tc-nica en las primeras dcadas del siglo XX

    La necesidad de desarrollar un sistema de formacin profe-sional y la ausencia de trabajadores con la suficiente prepara-cin tcnica fue una preocupacin creciente para los

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    el mito y el olvido, Montevideo, 2003,especialmente Anexo. Un balance dela historiografa argentina sobre laUniversidad Obrera Nacional.

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  • industriales argentinos a lo largo de la primera mitad del sigloXX. Esto obedeca por una parte al propio crecimiento indus-trial, particularmente acelerado desde la dcada de 1920 y quetena que responder a transformaciones tecnolgicas cada vezms sofisticadas2. Por otra parte, tras el final de la PrimeraGuerra Mundial, como en buena parte del mundo occidental,los trabajadores argentinos desafiaron el orden social existentey la educacin profesional poda ser empleada como un ins-trumento de reimposicin de la disciplina social. Sin embargo,los logros de los manufactureros argentinos en este terrenofueron escasos. En el largo plazo, la incapacidad de los indus-triales para controlar el campo de la educacin tcnica fue unode los elementos que hicieron de los manufactureros, inclusoen el momento de apogeo de la Argentina industrial, en lasdcadas de 1940 y 1950, una elite con un consenso social y unreconocimiento inferior al que haba gozado la clase terrate-niente en su perodo de esplendor3.

    Es difcil encontrar a principios del siglo XX intentos delos industriales de organizar la formacin tcnica de sus tra-bajadores. La industria no haba alcanzado ni la importanciaeconmica ni la sofisticacin tcnica suficiente para exigir unamano de obra cualificada. Adems, los empresarios manufac-tureros an estaban construyendo su identidad como grupo ylos esfuerzos colectivos eran prcticamente inexistentes4. Lamayora de las iniciativas orientadas a la creacin de escuelasde formacin profesional procedan de esfuerzos individualesde miembros de las clases altas, no necesariamente industria-les, preocupados por las consecuencias sociales de la pobrezay la urbanizacin para la estabilidad poltica y moral del pas.Un ejemplo de ello fue la Sociedad de Educacin Industrial,fundada por Norberto Piero en Flores, un barrio popular deBuenos Aires, en 1900, con el objetivo de dar conocimientostcnicos bsicos a jvenes varones de clase trabajadora5.

    En 1908, la Sociedad tena 610 estudiantes matriculadosen sus tres escuelas: la escuela para el aprendizaje de electro-mecnica, escuela de chferes y escuela nocturna de dibujopara trabajadores. Los jvenes que acudan a la escuela busca-ban trabajo en el dinmico sector servicios de la ciudad msque en el an incipiente sector industrial. Las escuelas habanobtenido un importante xito, como demuestra la multiplica-cin de estudiantes y el aumento del capital invertido a lo largode su primera dcada de existencia6.

    Sin embargo, tambin en 1908, la Sociedad empez apasar por apuros financieros e intent conseguir fondos p-blicos para levantar un nuevo edificio para sus escuelas. Lassolicitudes de apoyo no fueron odos por las autoridades. Pro-

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    2 Aunque en la dcada de 1920 el sec-tor agropecuario segua siendo el cen-tro de la economa argentina, lasmanufacturas ya crecan de manerams rpida. En 1939 la industria tenala misma importancia en el productonacional que el sector primario al quesuperara durante la dcada de 1940.Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Elciclo de la ilusin y el desencanto. Unsiglo de polticas econmicas argentinas,Buenos Aires, Ariel, 1998, pp. 90 y 142.3 Ver sobre los terratenientes: RoyHora, Los terratenientes de la pampa ar-gentina: una historia social y poltica,1860-1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.4 Ver Fernando Rocchi, Un largo ca-mino a casa: empresarios, trabajado-res e identidad industrial en Argentina,1880-1930, en Juan Suriano (comp.),La Cuestin Social en Argentina, BuenosAires, La Colmena, 2000.5 Norberto Piero abogado, fue profe-sor de derecho penal, embajador, in-terventor en la provincia de San Luisen 1896, Ministro de Hacienda en1906. Es decir, su trayectoria fue msla de un poltico y acadmico protot-pico del rgimen conservador que lade un empresario. Ver su biografa enDiego A. de Santilln (comp.), GranEnciclopedia Argentina, Tomo VI, Bue-nos Aires, 1960, pp. 411-412.6 En 1900 la Sociedad haba invertido7.206 pesos en la fundacin de las es-cuelas. En 1908, el capital ya alcanzabalos 200.000 pesos. Ver Diario de Sesio-nes (DS), 31 de julio de 1908, p. 775.

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  • bablemente, el tradicional compromiso del gobierno con laeducacin pblica tuvo algo que ver con este rechazo. As, eldiputado que representaba los intereses de los fundadores delas escuelas tcnicas enfatiz en su discurso la superioridad dela empresa privada y se quejaba de los gastos que ocasiona laescuela industrial de la nacin7.

    A pesar de esta queja, el fundador de la Sociedad de Edu-cacin Industrial no pretenda disputar el campo educativo alestado. Piero desarroll la idea de la necesidad de industria-lizar el pas tras un perodo de estudio en Europa y a su re-greso cre la mencionada Sociedad. Se convirti en undefensor a ultranza de la educacin tcnica, indistintamente desu carcter de pblica o privada. De hecho, el gobierno reco-noci sus mritos nombrndolo decano de la Escuela Indus-trial de la Nacin. Piero, como buena parte de la eliteconservadora argentina de principios de siglo, no vea dema-siados conflictos entre la iniciativa privada y el papel del es-tado en la educacin y el desarrollo tcnico.

    Como proyecto industrializador, el experimento de Pi-ero tena corto alcance. Pieiro contaba con el apoyo de laUnin Industrial Argentina (UIA) -la principal asociacin demanufactureros del pas-, y los industriales participaron en lafinanciacin y direccin de la Sociedad8, pero la institucin di-fcilmente puede ser considerada una herramienta de ense-anza tcnica a la medida de los propietarios manufactureros.Como se ha mencionado, el xito de la Sociedad en atraer es-tudiantes se basaba en ofrecer conocimientos prcticos pero nonecesariamente tecnolgicos ni orientados hacia el sector ma-nufacturero. En esto, el proyecto de Piero coincida con la ma-yora de las escuelas tcnicas creadas en la poca. La mayorparte de las organizaciones preocupadas por este sector de laeducacin no intentaban animar ningn plan de desarrollo in-dustrial del pas. Un buen ejemplo de ello fue el Consejo Na-cional de Mujeres fundado tambin en 1900 y dedicado amltiples actividades, entre ellas una escuela tcnica para mu-jeres en Buenos Aires. Uno de los objetivos de la escuela, ade-ms de impartir ciertos conocimientos tcnicos, era ensear a lasmujeres de clase trabajadoras sus deberes como amas de casa. Estaaproximacin moral a la educacin profesional ocupaba todoslos espacios. Incluso grupos feministas, vinculados al partidosocialista, impartieron cursos profesionales para mujeres declase trabajadora con el objetivo de mejorarlas como madres9.

    El final de la Primera Guerra Mundial sorprendi a laselites argentinas con una oleada de descontento social. En 1919,una huelga iniciada en un importante taller metalrgico pro-voc un conflicto reprimido de manera sangrienta, conocido

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    7 DS, 31 de julio 1908, p. 774.8 Marcela A. Pronko, Universidades delTrabajo, p. 159.9 Sandra McGee Deutsch, Counterrev-olution in Argentina, 1900-1932. The Ar-gentine Patriotic League, University ofNebraska Press, 1986, pp. 22-23.

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  • como la Semana Trgica10. Miembros de las clases altas y ofi-ciales del ejrcito, preocupados por lo que perciban como faltade autoridad del gobierno para parar la agitacin izquierdista,fundaron la Liga Patritica Argentina con el objetivo de derro-tar el movimiento obrero, utilizando la violencia si era pre-ciso11. En la dcada de 1920 la protesta social se apacigu y laLiga se dedic a la pacificacin de los trabajadores a travsde mecanismos ms sutiles. Inspirados por ideas catlicas dearmona social, intentaron cooptar a los trabajadores a travsdel desarrollo de diversas actividades sociales y prcticas debienestar. Uno de los instrumentos utilizados en esta estrategiafueron las escuelas profesionales gratuitas creadas por la LigaPatritica de Seoritas una seccin femenina de la Liga ydestinadas a la educacin de las mujeres. Estas escuelas se es-tablecan en fbricas y talleres, siendo la primera la abierta enla planta de la fbrica Bagley de Buenos Aires en 192012. Aun-que muchas mujeres obtuvieron beneficios reales y prcticosde las enseanzas que reciban de las escuelas en las fbricas,el fin de estas clases no era tcnico sino moral. La Liga se habaestablecido el objetivo de argentinizar la clase trabajadora ycrea que haba que educar a las mujeres para que ellas tras-mitieran el mensaje al resto de la familia.

    De hecho, la seccin masculina de la Liga prest menosatencin a las actividades educativas. Estimul la creacin deEscuelas de Artes y Oficios por todo el pas con el objetivo dedoblegar cualquier posible resistencia de los trabajadores.Como afirma la historia oficial de una de esas escuelas en el in-terior del pas: El objetivo inicial era brindar asilo a nios dehogares muy humildes, y a la vez, hacerles valorar el trabajo yel esfuerzo13.

    Junto con las enseanzas tcnicas, los estudiantes reci-ban cursos generales sobre tica y religin. La moralizacinde las clases populares coincida con los deseos de los empre-sarios, pero su organizacin descentralizada y las rudimenta-rias tcnicas que las escuelas proporcionaban no se ajustabana las necesidades de los manufactureros. La Escuela de Gua-leyguach, en la provincia de Entre Ros, es un ejemplo signi-ficativo de esto. Sin aportes pblicos, la escuela se financiabacon los donativos de instituciones locales, como las Damas deBeneficiencia o el Patronato de la Infancia, ambas casas de ca-ridad creadas por las clases altas. Entre las diferentes activida-des que acompaaban los cursos estaban los deportes, unabanda de msica y un grupo de Boy Scouts. La escuela fue unxito y muchos de sus estudiantes encontraron trabajos en laindustria local, particularmente en el frigorfico de Gualey-guach. Sin embargo, el xito de la iniciativa se relacionaba con

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    10 Sobre la Semana Trgica, DavidRock, Lucha civil en la Argentina. LaSemana Trgica de enero de 1919,Desarrollo Econmico, 11, (1972).11 S. McGee Deutsch, Counterrevolutionin Argentina..., pp. 72 y ss.12 S. McGee Deutsch, Counterrevolutionin Argentina..., p. 157.13 Escuela de Educacin Tcnica n. 2,Pbro. Jos Mara Colombo, Gualey-guach. Evolucin histrica. http://www.escuelatecnica2.com.ar [con-sulta: 9 de septiembre de 2007].

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  • factores ajenos al tipo de conocimientos tcnicos que la escuelaofreca. La escuela ofreca recursos para jvenes de las familiasms humildes de la regin:

    Cada alumno tena una cuenta personal producto de su trabajo, cuyoimporte se depositaba en la Caja de ahorro de un Banco para serle en-tregado al mismo cuando se retirara de la institucin (...) Los alum-nos reciban la ropa de cama y de trabajo El prestigio de la Escuelay la posibilidad del internado atrajo alumnos de la zona rural no slode Gualeyguach, sino tambin del resto de la provincia y an deChaco, Corriente y Misiones14.

    El gobierno federal tambin increment su inters por laeducacin tcnica despus de la Primera Guerra Mundial. En1897 las autoridades nacionales haban creado el DepartamentoIndustrial de la Escuela Nacional de Comercio que se converti-ra en la Escuela Industrial de la Nacin15. El primer encargadode dirigir ese Departamento Industrial fue el ingeniero OttoKrause, quien se haba interesado por las cuestiones de la en-seanza tcnica en sus viajes por Europa. Krause demostr uncompromiso tan importante con la formacin profesional queen poco tiempo pas a dirigir la Escuela Industrial que surgide la separacin del Departamento Industrial de la Escuela deComercio y con posterioridad se le encarg la direccin detodas las escuelas industriales de la Repblica16.

    A pesar del compromiso de Krause con la institucin, losproblemas surgieron muy pronto y estaban relacionados con elpropio desarrollo industrial argentino. Las expectativas deKrause de formar un grupo de obreros o tcnicos cualificadoschocaron con los deseos de los propios egresados de la escuela.Entre 1904 y 1906 se sucedieron los conflictos dentro de la Es-cuela, ya que sus estudiantes intentaron acceder a la Universi-dad desde la escuela, obteniendo en la carrera de ingeniera(que se encontraba dentro de la Facultad de Ciencias Exactas yNaturales) la convalidacin de algunas materias. El problemano tena que ver tan slo con el prestigio social que proporcio-nara la Universidad sino con las dificultades para encontraruna posicin razonable en la industria argentina. Los esfuerzosde Krause para disuadir a sus estudiantes de seguir el caminouniversitario revelan esa debilidad. As, recordaba un antiguoalumno de la escuela:

    Krause intent oponerse a este movimiento por todos los medios a sualcance; invitaba a los estudiantes de los ltimos aos y a algunosdiplomados para convencerlos de que la actuacin en la industria noexiga conocimientos cientficos superiores y que con voluntad y de-cisin en un tiempo, quiz inferior al necesario para obtener el ttulode Ingeniero en la Universidad, podran formarse una posicin17.

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    14 Escuela de Educacin Tcnica n.2, Evolucin Histrica.15 Juan Jos Gmez Araujo, Confe-rencia en el Instituto Popular de Con-ferencias, 27 de julio de 1937, en J. J.Gmez Araujo, Aprendizaje y Educa-cin. Problemas de la formacin de la ju-ventud moderna, Buenos Aires, ElAteneo, 1945, p. 73.16 La Ingeniera, (Buenos Aires, diciem-bre 1926), pp. 650-651.

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  • Las salidas profesionales que los estudiantes buscaban enla Universidad no estaban en la industria sino en el estado, enlos ferrocarriles o las obras pblicas. Esta desconexin entremanufacturas y Escuela Industrial se trat de cerrar con mejo-ras en la enseanza tcnica. En 1914 el gobierno reform el cu-rrculo de la disciplina de qumica y adopt una lnea msprctica para todo el sistema: ms en armona con las necesi-dades actuales de la industria18. Sin embargo, la reforma seenfrentaba a importantes obstculos, entre ellos la escasez derecursos para adquirir el sofisticado material necesario para eltipo de aprendizaje avanzado que se ofreca.

    Los administradores y profesores de la institucin se que-jaban de la falta de apoyo del Ministerio y de la imposibilidadde comprar en el mercado nacional los productos que necesi-taban debido a sus elevados precios o su inexistencia: Comoser difcil que durante el corriente ao se mejore la situacinde la plaza...tiene esta Direccin el propsito de adquirir di-rectamente en Europa los productos qumicos, tiles e instru-mentos [...] que se necesiten para el prximo curso, con lo cualse lograr una apreciable economa19.

    Los problemas para hacer funcionar la institucin afec-taban a su relacin con la industria. El tipo de educacin ofre-cido en la Escuela Industrial no estaba adaptada a lasnecesidades de la industria argentina de aquellos aos. El ob-jetivo de la Escuela era formar tcnicos capacitados entre loshijos de las clases medias ms que mejorar la preparacin delos trabajadores. El conocimiento que provea la instituciniba ms all de lo que necesitaba la industria de Buenos Aires.En 1919 los alumnos ms adelantados de los cursos de qu-mica de la Escuela realizaron un viaje de campo que tuvocomo destino no las plantas manufactureras de la capital sinoel interior. Slo all era posible encontrar una industria querequera amplios conocimientos de qumica: la produccinazucarera de la provincia de Tucumn y la Refinera Argen-tina de Rosario.20

    Entrada la dcada de 1920, ya bajo los gobiernos del par-tido radical, los problemas persistan. En 1926, en un acto ho-menaje a Otto Krause, el director de la Escuela Industrial, eltambin ingeniero Eduardo Latzina y otras autoridades alaba-ron los logros alcanzados hasta ese momento. Entre ellos se se-alaba que la Escuela acoga a 1.200 alumnos matriculados o elxito de los cursos nocturnos para obreros. A pesar de que elhomenaje llevaba implcito la idea de la celebracin, el tono ge-neral de las intervenciones era pesimista y las quejas dejaron ensordina a los xitos. Latzina hizo hincapi en lo que an fal-taba por realizar. Si Argentina quera ser una nacin desarro-

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    17 La Ingeniera, (dic. 1926), p. 656.18Escuela Industrial de la Nacin (Ca-pital Federal), Extracto de la memoriacorrespondiente al ao escolar de 1919.Elevada al Ministerio de Justicia e Ins-truccin Pblica, Buenos Aires, TalleresGrficos Argentinos, L. J. Rosso y Ca.,1922, p. 3.19 Escuela Industrial de la Nacin (Capi-tal Federal), Extracto de la memoria..., p. 6.20 Escuela Industrial de la Nacin (Capi-tal Federal), Extracto de la memoria..., p. 16.

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  • llada industrialmente la Escuela deba iniciar la enseanza decursos sobre fabricacin de acero y fundicin de metal, parasentar las bases de la produccin mecnica y de la construc-cin de maquinaria. Eso implicaba mayores inversiones pbli-cas, entre ellas nuevas instalaciones.

    El mensaje iba dirigido a un estado que desatenda, segnestos ingenieros, las necesidades de educacin tcnica delpas21. Por ejemplo, de toda la red de inspectores del sistemaeducativo secundario, slo dos se dedicaban a la enseanza in-dustrial y a las Escuelas de Artes y Oficios, y estaban encarga-dos de viajar por todo el pas atendiendo las necesidades deestas escuelas. Los participantes en el homenaje a Krause pe-dan que el sistema de educacin tcnica fuera independizadopor completo de la llamada enseanza secundaria, creandoun organismo central director formado de hombres compe-tentes, de actuacin profesional e industrial, en el que conven-dra dar participacin a dirigentes de la industria nacional22.Adems, la enseanza tcnica deba ganar relevancia y auto-noma. Los ingenieros se quejaban de una tendencia crecienteentre las escuelas industriales a incorporarse a las Universidadamparndose en la figura de escuelas anexas. Esto demos-traba el deseo de los estudiantes de proseguir estudios de in-geniera antes que formarse como tcnicos para trabajar en laindustria nacional. Los propios estudiantes de la Escuela In-dustrial de Buenos Aires seguan prefiriendo la vinculacincon la Universidad, y contrariando los deseos de sus profeso-res, en 1927 solicitaban al Congreso su anexin a la Universi-dad de Buenos Aires23.

    Los ingenieros se hicieron eco, en estos aos, de las nue-vas ideas econmicas que hacan de la industria la base del fu-turo de la nacin. No en vano, el principal impulsor de esa ideaindustrialista era un ingeniero de formacin, AlejandroBunge24. Las palabras con las que Latzina culminaba su dis-curso enfatizaban ese papel central que les tocaba a los tcni-cos y a sus formadores en la futura Argentina industrial yrecordaban muchos de los discursos de Bunge, incluyendo laidea clave de la independencia econmica:

    En esta poca en que ms necesita el pas de una independencia eco-nmica y en que se reconoce la conveniencia de desviar hacia las ca-rreras industriales buena parte de la juventud que afluye a launiversidad, no deben faltar puestos en las escuelas como sta Esel trabajo el que fortifica las costumbres, crea las virtudes y da bien-estar al pueblo. Es el trabajo colectivo el que da vigor al Estado y hacerespetable el nombre de una nacin. Es de la industria y del trabajoque surgen las fortunas honorables, las fortunas que lenta y penosa-mente adquiridas deben cuidarse con fervor en las familias25.

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    21 La Ingeniera, (dic. 1926), p. 653.22 La Ingeniera, (dic. 1926), p. 656.23 La Ingeniera (feb. 1927), p. 109.24 Sobre Bunge ver: Jorge F. Pantalen,El surgimiento de la nueva econo-ma argentina: el caso Bunge, en Fe-derico Neiburg y Mariano Plotkin(comps.), Intelectuales y expertos: laconstruccin del conocimiento social enArgentina, Buenos Aires, 2004.

    JOS ANTONIO SNCHEZ ROMN

  • En buena medida, los responsables de la Escuela Indus-trial estaban en lo cierto. La poltica del gobierno Radical si-gui lneas similares a las concebidas por la Liga Patritica.Durante las presidencias de Hiplito Yrigoyen (1916-1922) yMarcelo Alvear (1922-1928), el Ministerio de Educacin au-ment el nmero de Escuelas de Artes y Oficios en el interiory abri algunas escuelas para la capacitacin de mujeres26. Elobjetivo del sistema era completar la red de escuelas nacio-nales y ofrecer servicios estatales en muchas partes de la re-pblica en las que la mano del estado an no se perciba demanera clara. Sin embargo, como un sistema de estmulo aldesarrollo de la industria nacional, las Escuelas de Artes yOficios presentaban muchas desventajas, entre ellas, su si-tuacin alejada del principal ncleo industrial del pas, enBuenos Aires.

    Los ingenieros no slo se quejaban de la desatencin es-tatal. A partir de las dcadas de 1920 comenzaron tambin acriticar la actitud de los industriales hacia la cuestin de la edu-cacin tcnica y en ltima instancia hacia el propio desarrolloeconmico del pas: Las asociaciones industriales estn mi-nadas, frecuentemente, por egosmos y recelos de sus compo-nentes y gran parte del esfuerzo colectivo que realizan tiendems bien a obtener el favor fiscal, mediante una poltica de pro-teccionismo exagerado, en lugar de dirigirse hacia el perfec-cionamiento de los medios de produccin y hacia laorganizacin econmica27. Los empresarios haban demos-trado hasta ese momento prejuicios hacia la Escuela Indus-trial, probablemente, aunque esto era algo que los ingenierosno reconocan, porque no vean demasiada utilidad en las en-seanzas que all se impartan. Para superar esos prejuicios, losingenieros pedan a los industriales argentinos su participa-cin en la organizacin de las escuelas industriales y hasta elapoyo material de la misma28.

    2. La recepcin de las teoras racionalidadoras

    Qu papel desempearon los industriales argentinos en eldesarrollo de la educacin profesional durante la dcada de1920? Esos fueron aos de cambios significativos en el sectorindustrial. Los manufactureros reforzaron su posicin dentrode las elites econmicas argentinas y la produccin industrialaument su contribucin a la riqueza nacional29. En todo elmundo, el xito del capitalismo estadounidense llev a imitarsus mtodos. Los procesos de racionalizacin tcnica conoci-dos como taylorismo y fordismo influyeron en los discur-

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    25 La Ingeniera (dic. 1926), p. 653.26 J. J. Gmez Araujo, Conferencia enel Instituto Popular, p. 74.27 La Ingeniera (dic. 1926), p. 655.28 La Ingeniera, (dic. 1926), p. 656.

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  • sos y las prcticas de industriales, polticos y sindicatos en todaEuropa y en pases de Amrica Latina como en Brasil30.

    En Argentina, sin embargo, la difusin de las ideas tay-loristas y de racionalizacin del trabajo entre los empresariosindustriales fue particularmente lenta e incompleta. La Aso-ciacin del Trabajo, una organizacin patronal creada al mismotiempo que la Liga Patritica y con objetivos similares, publi-caba en su Boletn trabajos estadounidenses y europeos sobrelas ideas de Taylor. Sin embargo, el xito de su prdica fue li-mitado31. Los mtodos tayloristas slo fueron empleados conasiduidad por las grandes industrias exportadoras, mientrasque la mayora de empresarios pareca confiar ms en el em-pleo del paternalismo con sus obreros que en la racionaliza-cin cientfica32. Como ha sealado Fernando Rocchi,despus de una dcada de propaganda de las virtudes del Tay-lorismo, en 1932, la firma textil GRAFA introduca el mtodocomo una completa novedad en el pas33.

    La falta de inters en los nuevos mtodos del capita-lismo cientfico contrastaba con la admiracin que tradicio-nalmente los empresarios argentinos haban sentido por elmodelo estadounidense. Sin embargo esto no quiere decir quelos empleadores no estuvieran interesados en las habilidadestcnicas de sus empleados. Es verdad que hasta haca poco laindustria argentina no haba necesitado de conocimientos muysofisticados y que era relativamente fcil y frecuente recurrir ala contratacin de tcnicos extranjeros34. Pero esto empez acambiar a partir de la dcada de 1920 con la masiva importa-cin de bienes de capital35. Adems, como se ha sealado, al-gunas grandes empresas impartan cursos en sus instalaciones,en muchos casos con el apoyo de la Liga Patritica o de otrasorganizaciones polticas de derechas.

    No obstante, aunque este sistema no satisfaca por com-pleto las necesidades del sector manufacturero, los industria-les fueron incapaces de establecer una alternativa mejor. Dehecho, la mayora de industriales estaba convencida de que saera una obligacin del estado y en muchos casos pedan al go-bierno la intervencin al respecto. Diferentes asociaciones deindustriales solicitaron al estado la creacin de escuelas de for-macin profesional, pero en lugar de ello obtenan lo que en-tenda como polticas sociales hostiles. Por ejemplo, laasociacin de fabricantes de zapatos criticaba la poltica labo-ral del gobierno radical en 1924 afirmando:

    En 1924 se dict la ley 11.317, reglamentaria del trabajo de las muje-res y de los menores, reducindose a seis horas diarias sus faenas enla industria y el comercio. Efectos lamentables produjo la referida li-

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    29 Mientras que el sector rural redujosu participacin en el PIB del 29,9% en1920 al 21,4 en 1930, las manufacturaselevaron su participacin a la riquezanacional del 15,5 al 18,6% en esas mis-mas fechas. Pablo Gerchunoff andLucas Llach, El ciclo de la ilusin y eldesencanto. Un siglo de polticas econ-micas argentinas, Buenos Aires, Ariel,1998, p. 90.30 Para el caso europeo, ver Charles S.Maier, Between Taylorism and Tech-nocracy: European Ideologies and theVision of Industrial Productivity inthe 1920s, Journal of ContemporaryHistory, vol. 5, (1970). Para el casobrasileo ver: Barbara Weinstein, ForSocial Peace in Brazil: Industrialists andthe Remaking of the Working Class in SoPaulo, 1920-1964, The University ofNorth Carolina Press, 1996, captulo 1.31 Mara Ester Rapalo, De la Asocia-cin del Trabajo a la Revista Criterio:encuentros entre propietarios e ide-logos, 1919-1929, en La Derecha Ar-gentina. Nacionalistas, Neoliberales,Militares y Clericales, Buenos Aires, Ja-vier Vergara Editor, 2001.32 Mirta Zaida Lobato, El Taylorismoen la gran industria exportadora argen-tina: 1907-1945, Buenos Aires, CEAL,1988. El ejemplo clsico de aplicacindel taylorismo y de racionalizacindel tiempo de trabajo fueron los fri-gorficos estadounidenses, Armour ySwift, en Berisso, Buenos Aires. Ver:M. Z. Lobato, La vida en las fbricas.Trabajo, protesta y poltica en una comu-nidad obrera, Berisso (1904-1970), Bue-nos Aires, 2001, pp. 97 y ss.33 F. Rocchi, Un largo camino acasa..., p. 188.34 Juan Carlos Tedesco, Educacin y socie-dad en la Argentina (1880-1945), BuenosAires, 1986, y P. Pineau, Sindicatos, p. 83.35 Roberto Corts Conde, La economaargentina en el largo plazo (Siglos XIX yXX), Buenos Aires, 1994, pp. 215-218.

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  • mitacin... Para proteger autnticamente a la adolescencia era me-nester precaver los escollos y organizar el aprendizaje profesional.[...] La delincuencia infantil, con respecto a los menores de 18 aos,creci de manera alarmante... La modificacin condujo a la juventuden los aos propicios para el aprendizaje, hacia la ociosidad, estadofavorable para adquirir vicios, malas costumbres y enfermedades decorregir y curar ms tarde36.

    Como demuestra esta cita, los industriales argentinosvaloraban el aprendizaje industrial no slo por su capacidadpara mejorar la capacidad tcnica de los trabajadores, sinotambin como un instrumento de control de los mismos. Sinembargo, fueron incapaces o no quisieron lanzar un pro-grama completo y coherente de formacin tcnica. No obs-tante, la falta de voluntad no debe considerarse la nicacausa. Los conflictos intermitentes con el estado debieron des-alentar a los empresarios. El mencionado conflicto entre loszapateros y el gobierno radical es un ejemplo de esta ten-sin. En ocasiones, empero, los industriales obtenan algunosxitos. Bajo los auspicios de la UIA el gobierno nacional funden 1927 Comisin Asesora de Enseanza Industrial y nombrun Inspector de Escuelas de Artes y Oficios con el objetivo deajustar los diferentes currculos a las necesidades de la in-dustria37. Pero el xito tena lmites claros. Al parecer los lo-gros de la Comisin Asesora fueron escasos38 y, en todo caso,demostraba que las iniciativas industriales dependan de laaccin estatal para llevarse a cabo.

    Los que recibieron con ms entusiasmo las nuevas ideasde racionalizacin del tiempo de trabajo fueron los ingenieros.Esto no es casualidad. La prdica fordista prometa una socie-dad dirigida por los ingenieros. Desde finales de la dcada de1920 y durante toda la dcada de 1930, la revista de los inge-nieros argentinos, La Ingeniera, le dedic abundantes artcu-los, propios y traducidos, a las cuestiones de control de losritmos de trabajo, estandarizacin, pago de salarios de acuerdoa productividad y todos los tropos familiares al lenguaje for-dista y taylorista, destacando entre ellos el papel de los inge-nieros como rbitros neutrales del conflicto social y lderesnaturales de una sociedad tecnolgica39.

    Lo interesante del caso argentino es que la apuesta de losingenieros por la racionalizacin no era el resultado de la ne-cesidad de legitimar una posicin social preeminente sino msbien la expresin de una frustracin. Como se lamentaba uningeniero: la ingeniera argentina es hoy la cenicienta de lasprofesiones liberales; econmicamente mal retribuida y comofactor social casi no tenida en cuenta40. Esta frustracin cor-porativa, como se sealar ms adelante, pudo influir en la re-

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    36 Felipe Fortunato Delro, Despusde la Ojota. El Calzado. Ojeada hist-rica universal. Origen, evolucin y co-mercializacin en la RepblicaArgentina. Diccionario zapateril, Bue-nos Aires, lvarez Hermanos, 1949,pp. 226-27.37 J. J. Gmez Araujo, Conferenciaen el Instituto Popular, pp. 74-5.38 J. J. Gmez Araujo, Conferenciaen el Instituto Popular, p. 75.39 Sin nimo de ser exhaustivos, sepueden mencionar entre otrosAdolfo Mgica, Misin de la Inge-niera Argentina. Conferencia pro-nunciada en la Facultad de CienciasExactas, Fsicas y Naturales el 19 deAgosto de 1926, La Ingeniera, (abril1928); Emilio Dickmann, La fija-cin de los salarios en la Organiza-cin Cientfica del Trabajo, LaIngeniera. (noviembre 1929); EmilioDickmann, Las consecuencias eco-nmicas de la racionalizacin, LaIngeniera, (agosto 1931); Conrado R.Kiernan, Las altas funciones pbli-cas o directivas y la tcnica nacio-nal, La Ingeniera, (diciembre 1931)o Ral Carballo, Tecnocracia, LaIngeniera, (septiembre 1933). Eltema centr la atencin de la publi-cacin hasta por lo menos mediadala dcada de 1940. Ver por ejemplo:Como hemos taylorizado nuestrotaller mecnico, La Ingeniera, (oc-tubre 1944).

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  • accin negativa de los representantes de los ingenieros a la cre-acin de la Universidad Obrera Nacional. En parte, la incapa-cidad de los ingenieros para ocupar el lugar que crean merecerera el fruto de la estructura econmica del pas, de la ausenciade una industria ms avanzada:

    Deseo manifestar que no es posible ni justo, que el ingeniero argen-tino, cuya profesin no puede desarrollarse independientemente,slo tenga que recurrir a ser empleado a sueldo de la Nacin, no; am-plio campo hay para la aplicacin de sus conocimientos, y es hora yade activar y dirigir al pas por la senda que este tiene trazada y quees el desarrollo41

    Esa estructura econmica no era el resultado de pro-fundas e inmutables fuerzas sino de la negligencia de ciertosactores. En primer lugar de los propios ingenieros que no ha-ban sabido defender sus intereses: Nuestra Facultad de In-geniera, ha vivido y vive dentro de su torre de marfil. No seha preocupado poco ni mucho de la suerte de sus egresa-dos42. En segundo lugar y en lo que se haca ms nfasis, lospropios manufactureros argentinos eran los principales res-ponsables del atraso del desarrollo industrial de la nacin.Resulta significativo que en las pginas de La Ingeniera apa-recieran algunas de las crticas ms duras que en las dcadasde 1920 y 1930 pudieron leerse hacia los propietarios indus-triales en Argentina. Se acusaba a los manufactureros de suincapacidad para actuar como un grupo unido o su obsesincon el arancel descuidando los aspectos tcnicos43. Pero elprincipal defecto de los industriales era su empirismo, la au-sencia de organizacin cientfica de la produccin y su des-confianza de los ingenieros, los conocedores de ese mtodocientfico que deba elevar la industria argentina al lugar quele corresponda:

    lo que acontece entre nosotros no sucede en los pases europeos msindustriosos tales como Blgica, Alemania, Francia en donde lospropietarios de pequeas fbricas recurren a la consulta, consejo yexperiencia de los profesionales, para un cambio o modificacin desus explotaciones, y no al asesoramiento de personas sin ningn co-nocimiento ni nocin en lo que se refiere a economa de energa,buena disposicin de trasmisiones, orientacin e instalacin de m-quinas, etc. Es doloroso ver cuanta confianza depositan muchos in-dustriales en sus pomposamente llamados jefes de taller, jefes deinstalaciones elctricas []Estos industriales, que sin titubeos recurren a las luces del mdicoy no a las del curandero, que alcanzan la diferencia que va de unoa otro, es curioso no lleguen a comprender lo ilgico de su procedercuando para los males de su fbrica solicitan al curandero mecnicoolvidndose del ingeniero44

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    40 Adolfo Mgica, Misin de la in-geniera argentina, p. 171.41 Jos Luis Arrigoni Ciceri, El inge-niero argentino ante las empresas ex-tranjeras, La Ingeniera, (febrero1927), p. 84.42 A. Mgica, Misin de la ingenie-ra, p. 172.43 La Ingeniera, (diciembre 1926), p. 655.

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  • Esta desconexin entre los industriales y los ingenierostena consecuencias importantes para la educacin tcnica delos obreros. Si los ingenieros deseaban llevar a cabo sus pro-yectos tenan que hacerlo dentro del marco que le ofreca el sis-tema educativo estatal, ajenos a fbricas y talleres. Adems, lafalta de liderazgo de los ingenieros del sector industrial ar-gentino sin duda contribuy a la dbil penetracin de las ideastayloristas en la Argentina y al mismo tiempo a la incapaci-dad de los empresarios industriales para mostrarse como losposeedores del conocimiento ms avanzado. La comparacinobvia para los ingenieros era el vecino Brasil, donde el inge-niero est admirablemente considerado45.

    Irnicamente, el taylorismo, la racionalizacin del trabajoy las enseanzas tcnicas atrajeron tambin a los grupos de iz-quierda e incluso a los propios trabajadores. El peridico so-cialista La Vanguardia public varios artculos comentando lasventajas del nuevo sistema de racionalizacin importado deEstados Unidos. El socialista Germinal Rodrguez afirmaba:La organizacin cientfica de la industria es un problema b-sico para el socialismo, ya que en el fondo econmico, el so-cialismo ms que un problema de reparticin es un problemade produccin. El rendimiento actual de supervala, distri-buido entre los obreros no bastara para darles a ellos un sala-rio doble del que actualmente perciben: para obtener msbienestar habr, pues, que producir ms46. El nfasis de Ro-drguez en la produccin ms que en la distribucin leunan a los distintos experimentos y utopas de entreguerrasque intentaban superar la lucha de clases y contribuir a lacreacin de una sociedad armnica.

    Esto podra ser interpretado como una prueba de la mo-deracin del partido socialista argentino. Sin embargo, lasconsecuencias y los orgenes de estas ideas son muy comple-jas. En el mismo artculo, el autor introduca algunos maticesa su argumentacin. En primer lugar, criticaba el intento delos trabajadores en algunas partes de Europa de tomar las f-bricas: Hacer la tentativa de Miln, de apoderarse de las usi-nas, sera tarea fcil; pero hay una diferencia fundamentalentre el burgus terrateniente que detenta la tierra que pro-duce an en su ausencia, de la del burgus industrial que ob-tiene el adelanto de su industria, no tanto por la obra deexplotacin, como por la obra de una mejor organizacin47.Rodrguez estaba leyendo la situacin europea a travs de lalente argentina. Para los socialistas del pas sudamericano,Argentina se caracterizaba por una estructura social coronadapor un rico grupo terrateniente cuyos principales ingresoseran rentas y no modernos beneficios capitalistas. En este

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    44 Nuestras explotaciones industria-les, La Ingeniera, (marzo 1927), p. 143.45 A. Mgica, Misin de la ingenie-ra, p. 173. Sobre el papel de los in-genieros como lderes de un proyectoindustrial y al mismo tiempo de ree-ducacin de los obreros y control so-cial vase los trabajos mencionados deMaier y Weinstein. El caso de Brasil,tan cercano a la Argentina, irremedia-blemente representaba un espejo en elque mirarse. Roberto Simonsen, unimportante ingeniero e industrial, fueuno de los introductores de las ideo-logas de racionalizacin del trabajoen el pas. En 1931 fund el Institutopara la Organizacin Racional delTrabajo que pas a dirigir ArmandoSales de Oliveira, industrial y tambiningeniero como Simonsen. En 1944 Si-monsen accedi a la presidencia de laConfederacin Nacional de la Indus-tria, la ms importante de las asocia-ciones patronales brasileas. (Ver:Joseph Love, Crafting the Third World.Theorizing Underdevelopment in Ruma-nia and Brazil, Stanford, 1996, pp. 145y 149). Simonsen y los industrialesque le rodeaban fueron los impulso-res del programa de aprendizaje in-dustrial para obreros, con apoyoestatal, pero controlado por los em-presarios que se desarroll en Brasil.(Ver: B. Weinstein, For Social Peace inBrazil, pp. 17 y ss.). Los ingenierosargentinos, a pesar de sus contactoscon la industria, no alcanzaron talgrado de influencia.46 La Vanguardia, 1-5-1923, p. 20.

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  • sentido, la apelacin a la racionalizacin del trabajo no dejabade tener sus aspectos subversivos.

    El artculo aada un importante comentario: Aspirandoel socialismo a dirigir por tutela colectiva los grandes mediosde produccin y de cambio, est obligado a estudiar las con-diciones cientficas que debe tener una buena organizacin in-dustrial. Para ello nada mejor que el ejemplo de la altaindustria norteamericana de los ltimos treinta aos48. Sin em-bargo, la preocupacin socialista por las ideas de Taylor notena un origen estadounidense sino alemn. Durante la d-cada de 1920, la Socialdemocracia alemana (SPD) discuti am-pliamente las nociones de taylorismo y planificacin industrial.Para ellos, la racionalizacin industrial llevara a un aumentode la productividad y en consecuencia a un pago ms rpidode las pesadas deudas de guerra. Adems, los mtodos taylo-ristas abran nuevas posibilidades a la clase obrera para acce-der a profesiones y oficios gracias a la introduccin del criteriode capacidad tcnica y la eliminacin de los sistemas tradicio-nales, clasistas, de seleccin del personal y de organizacin je-rrquica del mundo del trabajo. No obstante, el SPD nodesconoca los lmites del taylorismo para su proyecto: la ra-cionalizacin industrial slo era til si los socialistas controla-ban los resortes de poder49.

    Los socialistas argentinos trasladaron a su propia reali-dad buena parte del debate alemn. De hecho, La Vanguardiareprodujo varios artculos sobre racionalizacin del tiempo detrabajo en la industria, publicados previamente en el Vorwrts,el peridico del SPD50. El Partido Socialista argentino redefiniel concepto de racionalizacin en la industria para subrayar las irra-cionalidades del capitalismo como sistema de produccin. Ade-ms, los socialistas argentinos eran tan conscientes como losalemanes de las consecuencias del taylorismo para las relacio-nes de poder. El mencionado Germinal Rodrguez afirmaba:Este sistema (Taylorism) tiene ventajas evidentes, y estudiarlo esdescubrir el secreto del engrandecimiento industrial de los Esta-dos Unidos: l abarata los artculos y coloca en la mano de cadahombre mayor salario al disponer de ms mercanca. Pero nohabiendo una organizacin colectiva o social que determineuna pauta en el uso del trabajo, ese sistema puede convertirse enel suveylon-system (sic), es decir, el sistema de hacer sudar51.

    Los socialistas argentinos usaron las teoras de la racio-nalizacin para criticar a los empresarios nacionales. El nfa-sis en la productividad y en las mejoras tcnicas para reducirlos precios de los artculos de consumo para las clases popula-res subrayaba los problemas de eficiencia de la industria na-cional e implcitamente era un ataque a las altas tasas aduaneras

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    47 La Vanguardia, 1-5-1923, p. 20.48 La Vanguardia, 1-5-1923, p. 20.49 Una fascinante discusin de estostemas se encuentra en C. S. Maier,Between Taylorism and Techno-cracy pp. 48 et ss.50 Por ejemplo: La produccin irra-cional reproducido en La Vanguar-dia, 17-6-1923, p. 2.51 La Vanguardia, 1-5-1923, p. 20.

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  • que protegan la industria argentina, un tema habitual de la re-trica socialista. Pero adems, los socialistas denunciaban lafalta de inters de los gobiernos nacionales y de los empresa-rios industriales en ofrecer a los trabajadores la adecuada for-macin. La Vanguardia comparaba el compromiso de algunosempresarios extranjeros con la falta de voluntad de los patronesargentinos para ofrecer la necesaria instruccin o para permitira los trabajadores que la adquirieran en otro lugar52.

    Compartan los trabajadores el entusiasmo del PartidoSocialista por las ideologas de racionalizacin y avance tecno-lgico? Cul era su posicin frente a las cuestiones de apren-dizaje tcnico? Es difcil establecer una respuesta definitiva,pero algunas pistas indican la actitud de los obreros. Como seha mencionado, el nmero de estudiantes y escuelas dedica-das a la enseanza tcnica se multiplic durante las primerasdcadas del siglo XX. Desde principios de siglo, los sindicatos,socialistas y anarquistas, ofrecan cursos de formacin profe-sional, aparentemente con buena aceptacin. En 1920, los lde-res reformistas del movimiento estudiantil de la Universidadde Buenos Aires, como parte de una poltica de aproximacina la clase obrera, iniciaron el desarrollo de cursos de extensinuniversitaria para los trabajadores de la ciudad. La mayora deestos cursos estaban dedicados a cuestiones polticas y muypronto los trabajadores perdieron el inters por ellos. La au-sencia de cuestiones prcticas o tcnicas pudo haber sido larazn para el fracaso53.

    El inters de los trabajadores por el aprendizaje tcnicoha quedado demostrado tambin por el compromiso de algu-nos sindicatos de la elite obrera, como La Fraternidad y laUnin Ferroviaria en desarrollar una red de educacin tcnica.Desde finales del siglo XIX La Fraternidad abri escuelas parafogoneros con el objetivo de que superaran sus pruebas paramaquinistas. En 1929, la Unin Ferroviaria tena al menos 64escuelas y en 1943 La Fraternidad alcanzaba las 22054. El obje-tivo de las escuelas no era slo ofrecer a los trabajadores unosconocimientos tcnicos que les permitieran mejorar su posi-cin dentro de la empresa sino tambin una formacin polticaque les permitiera defender mejor sus intereses. Los sindica-tos, como los manufactureros, entendan claramente que laeducacin tcnica poda ser un canal de movilizacin o apa-ciguamiento, as que las escuelas gremiales incluan habi-tualmente cursos sobre sindicalismo55.

    El inters de los sindicatos por la enseanza tcnica no selimit a los ferroviarios, aunque es difcil establecer su alcance.En todo caso, a partir de mediados de la dcada de 1930, comoha sealado Pablo Pineau, la CGT (Confederacin General del

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    52 La Vanguardia, 6-6-1923, p. 5, 27-7-1923, p. 4 o 21-8-1923, p. 5.53 Richard J. Walter, Student Politics in Ar-gentina. The University Reform and Its Ef-fects, 1918-1964, New York, 1968, p. 75.54 Pineau, Sindicatos, pp. 60 y 79. Noobstante, no se puede extrapolar la in-tensa actividad educativa llevada acabo por los ferroviarios a otros gre-mios. Sobre la caracterizacin de estossindicatos como elites ver: Joel Horo-witz, Los trabajadores ferroviariosen la Argentina (1920-1943). La for-macin de una elite obrera, Desarro-llo Econmico, vol, 25, n 99, (octubre-diciembre 1985).

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  • Trabajo, federacin que agrupaba a los principales sindicatosdel pas) renov su impulso a la educacin tcnica e incluyentre sus proyectos el de la creacin de una UniversidadObrera destinada a la capacitacin tcnica y cultural de laclase trabajadora56. El inters por la educacin tcnica y la vo-luntad de crear una Universidad Obrera responda por unaparte a los conflictos tradicionales con los patronos. As, en elBoletn de la CGT de 1 de mayo de 1943 se criticaba los sistemastradicionales empleados por los empresarios: Esta educacintcnica no podr realizarse mediante el superado mtodo deaprendizaje en el taller, o en las llamadas escuelas de fbrica,cuyo objeto est limitado por la finalidad de preparar a losobreros de acuerdo con los intereses particulares de cadacaso57. Pero por otra parte, las ideas sobre aprendizaje tcnicode los sindicatos empezaban a preocuparse por un determi-nado modelo de desarrollo econmico para la Argentina. Laeducacin tcnica era una necesidad nacional: Las nuevas di-mensiones del proceso de industrializacin determinan la for-macin de una conciencia clara sobre la necesidad depropender a la educacin de obreros calificados y el desenvol-vimiento de la enseanza tcnica en todos sus aspectos58.

    El testimonio de Doa Mara Roldn, (trabajadora deuno de los frigorficos de Berisso, en la provincia de BuenosAires) recogido en el excelente libro de Daniel James, aportatambin algunas pistas en este terreno. Hay que recordar quelos frigorficos fueron uno de los pocos sectores que introdu-jeron avanzadas tcnicas tayloristas en la industria argentina.Los resultados de esa introduccin no fueron interpretados demanera totalmente negativa por los trabajadores, aunquefuera porque aliviaba la dureza de las tareas en la planta.Como afirmaba Doa Mara:

    Despus ya vinieron las norias, y la res, que antes la colgabandos o tres hombres, la mitad del animal as en el gancho, ya lo hacala mquina. Se da cuenta?, cuando el despostador ya cortaba ese pe-dazo que pesaba veinte o treinta kilos, lo alzaba la mquina, cuandohaba que llevar un pedazo as a la otra punta, pasaba una cosa as,una mquina y lo llevaba a la otra punta, ya no era trabajo del hom-bre sino de la mquina.

    [...]Con la noria elctrica el trabajo fue un poco ms liviano, un

    poco ms humano59.

    Esto no significaba idealizar el trabajo en el frigorfico nila racionalizacin productivista. Las jornadas seguan siendoextenuantes y el trabajo peligroso: Nosotros trabajbamos conel sistema estndar, en los frigorficos. Existi como quien dice

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    55 Pineau, Sindicatos, p. 42.56 Resolucin del Primer CongresoOrdinario Confederal de la CGT, ci-tado por Pineau, Sindicatos, p. 71.57 Boletn CGT, 1 de mayo de 1943, p. 7.58 Boletn CGT, 1 de mayo de 1943, p. 7.59 Daniel James, Doa Mara. Historiade vida, memoria e identidad poltica,Buenos Aires, 2004, p. 50 y p. 90.

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  • la limosna que le da el rico al pobre o el poderoso al meneste-roso. Haba premios al que haca ms kilos o ms trabajo []Porque el hombre tena que ir tambin al ritmo de la noria, quesigue trayendo carne. Y entonces se le amontona y llega el mo-mento en que uno de los superiores tiene que parar la noriaporque est ahogado de carne, hay empacho60.

    Lo que ms interesaba a Doa Mara de la educacin tc-nica, y probablemente a buena parte de los trabajadores in-dustriales, era una concepcin ms amplia de la educacin queles daba acceso a otras formas de vida: Nosotros por lo menos,y todas las familias que yo trat y conoc, que conoc muchas,el sueo era ensearles un oficio para llevarlos a la universi-dad, claro que si el chico quera ser aviador era otra cosa, perono, al contrario, mi esposo deca: Ojal a mis hijos no les toqueentrar a un frigorfico, que no entraran61.

    Doa Mara es un caso no generalizable de trabajador po-litizado, pero sus ideas bien pudieron ser compartidas por mu-chos obreros industriales argentinos. El Partido Socialista y lossindicatos otorgaban a la educacin tcnica un papel centralen el proceso de emancipacin del trabajador. Ese proceso paralos sindicatos culminaba en la creacin de universidades obre-ras. En el caso de Doa Mara, el aprendizaje tcnico no slodeba servir para realizar bien el trabajo, sino tambin para ac-ceder a la universidad sin el adjetivo obrera es decir, alascenso social.

    La educacin tcnica tena as un especial significado paralos trabajadores y para sus representantes. Incluso algunos sin-dicatos intentaron desarrollar una red de escuelas tcnicas ycrear una universidad obrera. Sus logros son difciles de medir,ya que en muchos casos se hicieron con pocos medios, entregremios de elite, y sin apoyo del estado (por necesidad o vo-luntad). Para los manufactureros tambin resultaba importantela mejora de los conocimientos tcnicos de su mano de obra.Sin embargo, los industriales no avanzaron mucho en este te-rreno ms all de iniciativas individuales. Hasta la dcada de1920, las necesidades de tcnicos preparados en la industria ar-gentina eran escasas y en muchas ocasiones se cubran con ex-pertos extranjeros. Sin embargo a partir de esos aos lanecesidad de personal cualificado increment. En ocasiones,los manufactureros reclamaron la intervencin estatal en estecampo. Esto tena que ver con la posicin que el estado argen-tino haba adquirido en la educacin nacional desde el sigloXIX. El estado no se mostr demasiado activo en este terreno.Sin embargo, la presencia de un actor tan poderoso en un te-rreno tan sensible como la formacin de trabajadores podasuscitar temores ms que solucionar problemas.

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    60 D. James, Doa Mara, p. 57.61 D. James, Doa Mara, p. 52.

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  • 3. La nueva ideologa educativa, la afirmacin del estado y los orge-nes de la Universidad Obrera Nacional (1930-1952)

    La dcada de 1930 cambi el escenario para los empresariosindustriales. El golpe de 1930 instaur a una coalicin conser-vadora en el poder que mostr ms simpatas hacia las peti-ciones de las elites econmicas que los anteriores gobiernosradicales. Adems, las polticas de emergencia puestas en mar-cha para hacer frente a la depresin econmica incrementaronel proteccionismo e impulsaron el crecimiento del sector ma-nufacturero, que se convirti en la actividad econmica msimportante en el pas. Con una economa cerrada y protegida,las mejoras tcnicas no fueron la principal preocupacin deempresarios y polticos y, por tanto, la enseanza profesional,al menos hasta finales de la dcada, ocup un lugar secunda-rio en las relaciones entre empresarios y el estado.

    Con el crecimiento industrial y con los avances del inter-vencionismo estatal, sin embargo, la preocupacin por la en-seanza tcnica revivi, as como la actividad pblica en esteterreno. En particular, la actividad de Juan Jos Gmez deAraujo, inspector de Escuelas de Artes y Oficios y desde 1937Director General de Aprendizaje y Orientacin Profesional,quien estuvo al frente del sistema de enseanza tcnica de lanacin durante ms de catorce aos, fue clave para la expan-sin del sistema de formacin profesional en Argentina.

    En 1937, Juan Jos Gmez Araujo, celebraba la creacinde cuatro escuelas tcnicas en la Capital Federal y subrayaba elatraso del pas en este terreno: Parecer increble que en laciudad de Buenos Aires, principal centro industrial del pas, yla de mayor poblacin de la Repblica, no haya existido conanterioridad una sola escuela para la formacin de obreros,costeada por el estado62. Esta queja, adems de un instru-mento de propaganda del nuevo gobierno, mostraba cmo laeducacin tcnica haba sido considerada un aspecto secunda-rio por un estado que desde sus orgenes se haba preocupadopor el control y desarrollo de un eficaz sistema de instruccin.A partir de esta fecha, sin embargo, la educacin profesionalatrajo una mayor atencin de las autoridades.

    A principios de la dcada de 1940, la enseanza tcnicase haba convertido en una cuestin casi exclusivamente gu-bernamental. Las inversiones en formacin profesional lleva-das a cabo por distintas instituciones as lo demuestran (tabla1). Aunque es probable que el esfuerzo realizado por algunasgrandes fbricas no aparezca en la tabla 1, la presencia ma-yoritaria del estado es notable. De nuevo, se demostraba eldeseo del estado de no compartir las tareas educativas de nin-

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    62 J. J. Gmez Araujo, Conferencia enel Instituto Popular de Conferencias,27 de julio de 1937, p. 75.

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  • guna clase con actores privados y la falta de voluntad o ca-pacidad de los manufactureros para desarrollar su programade enseanza tcnica.

    Tabla 1: Inversiones en enseanza tcnica para varones en 1943 (pesos)Fuente: J. J. Gmez Araujo, Aprendizaje y orientacin profesional..., p. 135.

    Esta expansin del sistema fue acompaada de un dis-curso que enfatizaba la obligacin de la escuela pblica y node las fbricas de educar a los hijos de las clases populares63.Esta posicin reforzaba el poder de Gmez Araujo, pero nocontradeca necesariamente la visin de los empresarios. Mar-cela Pranko, sin embargo, argumenta que los empresarios e in-genieros desarrollaron su propio programa de educacintcnica, al margen de los deseos estatales64. Esta autora sostieneque los industriales haban avanzado no slo en el desarrollode un programa de educacin tcnica sino en su puesta en mar-cha, como eran los ejemplos Escuela Tcnica de AprendicesMecnicos de la Compaa Argentina de Talleres Industriales,Transporte y Anexos (CATITA), la de la Unin Telefnica, lade la Compaa de Electricidad del Sur Argentino, la de los ta-lleres del MOP (Ministerio de Obra Pblica) de la Nacin y lade la Fbrica Argentina S.I.A.M. Di Tella.

    Sin embargo, los argumentos de Pranko no son del todoconcluyentes. En primer lugar, los propios ingenieros man-tenan diferencias sobre quin deba ocuparse de la forma-cin tcnica de los trabajadores. Para el ingeniero civil Jos A.Gilli la educacin tcnica deba llevarse a cabo principal-mente en la industria. Para Gilli, la escuela profesional es-taba incapacitada para entender las necesidades especficasde la industria en un momento de crecimiento acelerado delsector manufacturero65.

    Sin embargo, para Pascual A. Pezzano, profesor de la Es-cuela Industrial Otto Krause, esa argumentacin no era con-vincente y la enseanza de los tcnicos de la industria deba

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    63 En 1943, Gmez Araujo afirmaba:Ratifico en esta oportunidad mi ubi-cacin en las filas de los que creen queel obrero debe formarse en las escue-las. Tambin en la misma conferen-cia defenda el control gubernamentaldel sistema de educacin tcnico: ElEstado debe mantener la direccin ycontralor de toda la formacin profe-sional, ya sea que ella se realice en es-cuelas de su jurisdiccin, ya en cursosespeciales a cargo de los propios in-dustriales. Esta condicin es de unaimportancia fundamental, pues es elEstado no debe desprenderse del de-recho que le corresponde en la educa-cin, formacin y orientacin de sujuventud. (121) (131) Aprendizaje yorientacin profesional, Conferenciaen la Universidad de Cuyo en julio de1943, en J. J. Gmez Araujo, Aprendi-zaje y Educacin..., pp. 121 y 131.64 M. Pranko, Universidades del tra-bajo, pp. 108-122. En especial su afir-macin: la industrializacin de laenseanza industrial se torn unapropuesta concreta, efectiva, contra-ponindose a la tentativa, en vigencia,de establecer el monopolio estatal dela enseanza, p. 122.

    DE LAS ESCUELAS DE ARTES Y OFICIOS A LA UNIVERSIDAD OBRERA NACIONAL

    Escuelas Industriales del Ministerio de Justicia e Instruccin 3,500,000Escuelas Industriales de las Universidades 850,000Escuelas Tcnicas de Artes y Oficios del Ministeriode Justicia e Instruccin 3,500,000

    Escuelas de oficios mantenidas por los gobiernosprovinciales 1,150,000

    Escuelas de oficios mantenidas por los gobiernos locales 350,000Patronato Nacional de Menores 1,500,000Privadas 250,000TOTAL PBLICA 11,100,000

    TOTAL PRIVADA 250,000

  • permanecer dentro de las aulas pblicas. La respuesta de Pez-zano a Gilli insista en los recelos tradicionales de los ingenie-ros hacia los industriales argentinos. En el fondo, si losestudiantes de las Escuelas Industriales de la Nacin no ocu-paban puestos ms prominentes en la industria se deba a lareserva que ciertos industriales muestran hacia los egresadosde las escuelas oficiales. No obstante, si los industriales que-ran hacer avanzar su produccin en un contexto de crecientemovilizacin obrera deberan abandonar su escepticismo hacialos tcnicos: El empirismo es incapaz de hacer producir msa los obreros sindicados cuyo credo es producir lo menos po-sible. Solamente los tcnicos preparados con bases cientficasmodernas, capaces de imaginar y crear nuevos procedimien-tos, podrn conseguir lo que los viejos capataces y directoresde fabricacin consideran imposible66. La frustracin de unabuena parte de los ingenieros por la falta de comunicacin conel mundo industrial persista67.

    Pezzano utilizaba un segundo argumento para desesti-mar la enseanza dentro de las fbricas que era ms novedoso,pues supona una de las primeras denuncias del credo racio-nalista procedentes del mundo de la ingeniera. El ingenieroargumentaba que las industrias que haban introducido las tc-nicas tayloristas en sus instalaciones no precisaban de sistemasde enseanza para sus trabajadores: En ellas no se requiereoperarios especializados formados en escuelas o institucionessimilares, sino solamente peones o personas sin preparacinalguna, las cuales se destinan a ejecutar en las mquinas, ope-raciones elementales de forma continuada. Adems, acusabaal taylorismo de haber sido uno de los orgenes del incrementoespectacular del desempleo68. Pero sin la prdica taylorista losingenieros perdan una poderosa herramienta discursiva en sulucha por orientar el sistema de educacin tcnica.

    En segundo lugar, los avances reales de los empresariosen el campo de la enseanza tcnica haban sido muy limita-dos. Los experimentos de escuelas privadas exitosas eran muyescasos, como atestigua que sus defensores recurrieran insis-tentemente a los mismos pocos nombres. Uno de ellos era laEscuela Tcnica de Aprendices Mecnicos de CATITA. Gilli,que era un entusiasta de esta institucin reconoca que era unmodelo que deba ser imitado, lo que subrayaba su carcter ex-cepcional. Adems, introduca una pequea crtica al sealarque su organizacin en cursos, con parte prctica y tericatena un poco sabor a escuela69.

    Por ltimo, la presencia del estado argentino en el campoeducativo, incluido el de la educacin tcnica, estaba dema-siado asentada. El propio Gilli era director de la Escuela In-

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    65 Jos A. Gilli, La industria argentinay el problema del aprendizaje, La In-geniera, (agosto 1941), pp. 609-610.66 Pascual A. Pezzano, La enseanzatcnica y el problema del aprendi-zaje, La Ingeniera, (enero 1942), p. 51.67 En 1944, el ingeniero civil FranciscoJavier Pastrana insista en la necesidadde ampliar el sistema pblico de edu-cacin tcnica, concentrndolo engrandes instalaciones que dieran ca-bida a laboratorios, talleres, etc., parapoder hacer frente a las crecientes ne-cesidades tecnolgicas de la industriaargentina. Sin embargo, llamaba tam-bin a los empresarios industriales acooperar, incluso econmicamente, yaque la industria nacional ha de ser lanica beneficiada con la mayor capa-cidad de los tcnicos indstriales. Ver:Francisco J. Pastrana, La enseanzaindustrial vinculada con la construc-cin, La Ingeniera, (enero, 1944), p. 24.68 P. Pezzano, La enseanza tc-nica, p. 49.

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  • dustrial de la Nacin Oeste70. Los ejemplos de industrias quehaban desarrollado su propio programa de enseanza remi-tan de nuevo a unas pocas grandes fbricas y entre ellas lostalleres del Ministerio de Obra Pblica.

    Los empresarios, y principalmente los ingenieros, podanteorizar sobre quin deba ocuparse de la formacin tcnica yen qu nivel, pero era el estado el que estaba monopolizandotodos los niveles con excepcin del aprendizaje bsico que sellevaba a cabo en las fbricas. Pero tambin en este nivel la in-tervencin estatal estaba propiciando importantes modifica-ciones. Antes incluso de que Pern regulara el aprendizajeindustrial, los gobiernos conservadores de los aos treinta mo-deraron el control de los empresarios sobre sus trabajadoresms jvenes a travs de ciertas polticas sociales: la legislacinrelativa al trabajo de menores de edad ha impuesto sucesiva-mente condiciones cada vez ms atentatorias al aprendizajeAs, horarios reducidos, vacaciones, asistencia mdica, jornalmnimo obligatorio, etc.71.

    Los burcratas estatales justificaron su control de la edu-cacin tcnica con un discurso que adelantaba el nacional-ca-tolicismo que pronto se extendera en las institucionesargentinas. Las ideas tayloristas y de racionalizacin del tra-bajo haban sido socavadas por la gran depresin y GmezAraujo, entre otros, defendan un modelo educativo alterna-tivo: La diferencia del sistema de trabajo y el apresuramientoa veces febril con que se procede, hacen casi imposible la accineducadora de un solo maestro, y los aprendices, puestos al ser-vicio indiferente de mquinas o de hombres, se forman casimecnicamente ellos mismos, en algunos casos verdaderos au-tmatas humanos, eficientes y hbiles para una limitadsimafuncin... Para ese tipo de organizacin industrial, la culturadel obrero pudo llegar a considerarse innecesaria, y su perso-nalidad espiritual, casi un estorbo. En un determinado mo-mento del mundo, millones de hombres estuvieron muy cercade esta conformacin espiritual72.

    La vigorosa entrada de un pensamiento catlico en unmundo educativo tradicionalmente laico como el argentino esuna de las claves para comprender las transformaciones quese estaban llevando a cabo durante la dcada de 193073. Estapenetracin catlica pudo tener un caldo de cultivo especial enel campo de la educacin tcnica, un tanto olvidado por el sis-tema educativo pblico que se puso en marcha a finales del siglo XIX.De hecho, el primer proyecto de creacin de una universidadobrera en el pas fue impulsado por el episcopado argentinoen 191974. Pero la nueva visin educativa iba ms all de la en-seanza profesional y no slo parti de las instancias ms altas

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    69 J. A. Gilli, La industria argen-tina, p. 611.70 M. Pranko, Universidades del tra-bajo, p. 114.71 Humberto Gamberale, Necesidadde afianzar el aprendizaje tcnico delos oficios entre los adolescentes nati-vos, La Ingeniera, (Marzo 1939), pp.168-169.72 J. J. Gmez Araujo, Conferencia enel Instituto Popular de Conferencias,27 de julio de 1937, p. 66.73 Sobre el resurgir catlico durante delos aos treinta ver: Loris Zanatta, Delestado liberal a la nacin catlica: Iglesia yejrcito en los orgenes del peronismo,1930-1943, Bernal, Argentina, 1996.

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  • sino que encontr apoyos importantes entre educadores y bu-rcratas en las provincias. El mejor ejemplo de ello es el de laprovincia de Buenos Aires, la ms rica de las provincias argentinasy que distaba de ser la ms tradicional. All la irrupcin dela educacin catlica con el golpe de estado de 1943, reafirmada trasla llegada al poder de Pern en 1946, encontr un caldo de cultivoadecuado entre los responsables de la educacin de la provincia,docentes e inspectores incluidos75. La renovacin de la educa-cin a partir de 1946 adquiri en la provincia un marcado con-tenido anti-taylorista, lo que puede sorprender dada la escasaimplantacin en la industria argentina de las estrategias de ra-cionalizacin del tiempo del trabajo. Eran habituales afirma-ciones como sta: Recordemos con Spranger, en su obraPsicologa de la edad juvenil: Las lamentaciones sobre el materia-lismo del trabajo industrial, causadas por la especializacin ymecanizacin, son el trgico cantar, que acompaa el ritmo denuestro movimiento cultural, como un presagio de muerte76.

    Qu lugar ocupaba la formacin profesional en una ide-ologa que despreciaba la tecnificacin de la sociedad como unavance del materialismo ateo? El Director General de Escuelasde la Provincia de Buenos Aires, Estanislao A. Maldones, esta-bleci los fundamentos de la nueva visin sobre educacin tc-nica a lo largo de repetidos discursos:

    Luego debo destacar la atencin preferente que ha merecido de la Di-reccin General la enseanza profesional y de oficios. La sociedadhasta el presente, no se ha ocupado del educando ms que como seraislado, preparndolo slo para el momento en que debe penetrar enel mbito econmico y social. El impulso acelerado, casi vertiginoso,con que hoy evolucionan y se perfeccionan las ciencias y las artes, ascomo las industrias y la organizacin social, exigen mtodos moder-nos de preparacin, y tambin, expeditivos, que slo pueden encon-trarse en escuelas especiales, dotadas de los recursos y elementos msrecientes, que impartan una instruccin a la vez tcnica, artesana. Yase ha dicho que la mano es la segunda inteligencia, y por lo tanto,piensa. () Tenemos que nivelarnos en el impulso constructivo y tc-nico de los grandes pases de la tierra si queremos redimirnos del co-loniaje depresivo de la inteligencia y la economa, y liberarnos delvasallaje incondicional que nos impone la industria extranjera77.

    Por una parte, se haca nfasis en el discurso de inde-pendencia econmica. La enseanza tcnica era necesariapara hacer progresar el pas y contribuir a su liberacin delvasallaje incondicional que nos impone la industria extran-jera. Por otra parte, la enseanza tcnica no se entenda comoalgo especfico, sino que deba contribuir a dotar al educandode valores, se deba instruir al ser humano y no slo al traba-jador o al tcnico: estamos en la tarea de hacer de la escuela,

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    74 M. Pranko, Universidades del tra-bajo, p. 30.75 Sobre el ascenso de las ideas catli-cas en materia educativa tras el golpede 1943 ver J. C. Tedesco, Educacin ysociedad, p. 232. Ver tambin: L. Za-natta, Pern y el mito de la nacin cat-lica. Iglesia y Ejrcito en los orgenes delperonismo, 1943-1946, Buenos Aires,1999, especialmente el captulo 1. 76 Revista de Educacin (Direccin Ge-neral de Escuelas de la Provincia deBuenos Aires, La Plata), (septiembre-octubre, 1946), p. 86. Ya el gobiernoque surgi del golpe de Estado de1930 haba intentado poner en mar-cha una educacin que se opona a laintroduccin de las cuestiones tcni-cas y pragmticas. Su principal im-pulsor hablaba de espiritualizarnuestra escuela. Ver: J. C. Tedesco,Educacin y sociedad, p. 235.77 Revista de Educacin (enero 1949), p. 115.

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  • desde su elemental iniciacin, el laboratorio constructivo delfuturo, convirtindolo en el hogar colectivo donde se forje elcarcter, se desarrolle la inteligencia, se modele la aptitud y seencauce la capacidad del alumno, labrando su personalidadfutura como a hijo moral de la Nacin78. Esto es, la educacintcnica no se deba basar en una mera racionalidad producti-vista sino que era parte de la formacin de un sujeto integral,catlico y argentino. El objetivo final de estos educadores ca-tlicos no era tanto el desarrollo industrial de la nacin comola construccin de una nacin catlica. Ms all de la frag-mentacin del sistema educativo, de las diferencias entre edu-cacin tcnica y educacin terica o de las diferencias entreniveles, la visin educativa era absoluta y nica, buscaba unfin global. Como afirmaba el mencionado Maldones en un p-rrafo lleno de referencias tomistas:

    Tales reinos son el natural o de la economa; el hominal, o la tcnicay el del espritu, o la universalidad. El econmico-eslavo pretendeabarcar el mundo; pero lo detiene el reino de la tcnica que perte-nece a la raza sajona. Y si nosotros, latinos, no los superamos aambos, implantando el reino del espritu, llegaran a destrozarse, aca-rreando la ruina de la civilizacin humana. [] La construccin deese tercer reino, o sea el reino del espritu, no es una labor sencilla[] Desde luego, es, ante todo, una tarea educativa79.

    Algunos autores han sealado la cercana entre las pos-turas catlicas y las de los defensores de la racionalizacin deltrabajo. De hecho, los industriales haban colaborado en las ta-reas de educacin tcnica llevadas a cabo por los crculos obre-ros y otras instituciones laicas bajo el auspicio de la Iglesia80.Sin embargo, haba una diferencia profunda entre esas postu-ras que se manifest con fuerza en la dcada de 1930. Como seha visto, la preocupacin de Gmez Araujo con el desarrollo dela personalidad espiritual cobr la forma de una crtica alu-siva del taylorismo como un pensamiento materialista. As, elautor una las ideologas de racionalizacin del trabajo con lasideas socialistas e izquierdistas. Su visin educativa tena unmatiz ms paternalista que racionalista.

    No debe pensarse que esa forma de pensar alejaba aGmez Araujo de los industriales. De hecho, antes de la lle-gada al poder de Pern, el inspector educativo e ingeniero ylos representantes de los manufactureros mantuvieron rela-ciones cordiales y un consenso bien establecido sobre algunospuntos. Durante buena parte de la dcada de 1930, gobierno yelites econmicas mantuvieron relaciones relativamente ar-moniosas, sin duda, ms cordiales que las que se haban dadodurante los gobiernos radicales de la dcada anterior y que las

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    78 Revista de Educacin (febrero 1949),pp. 68-69.79 Revista de educacin, (abril 1949), pp.11-13.80 M. Pranko, Universidades del tra-bajo, p. 50.

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  • que se daran con las posteriores administraciones peronistas.Pero el fracaso del taylorismo, el triunfo de una visin de laeducacin tcnica cuyo objetivo era la formacin global del es-tudiante/trabajador en funcin de necesidades ajenas a la in-dustria y la imposibilidad de ofrecer una alternativa almonopolio educativo del estado significaba la renuncia de losindustriales a presentarse ante la sociedad argentina como losportadores de un conocimiento de vanguardia que los hacamerecedores de una posicin social de preeminencia.

    Las ideas de los gobernantes de la nacin y de los en-cargados de disear el sistema educativo estuvieron durantela dcada de 1930 ms cerca que nunca de las posiciones delos industriales. Sin embargo, la influencia de los empresa-rios no les garantizaba en todas las ocasiones el resultado bus-cado. Como se mencion, en 1927 se haba creado unaComisin Asesora de Enseanza Industrial y se solicit a laUnin Industrial su cooperacin en el funcionamiento de lainstitucin. Sin embargo, durante la dcada de 1930 el go-bierno estaba manejando los asuntos educativos de maneracompletamente autnoma. En 1943, Gmez Araujo reclamde nuevo una mayor participacin de los representantes delos industriales en el sistema pblico de educacin tcnica yal hacerlo puso de manifiesto la inutilidad de la Comisin:Esta recomendacin es muy fcil de llevar a la prctica, peroella sera una consecuencia lgica de una medida ms gene-ral como es la creacin en nuestro pas de una comisin na-cional asesora de la enseanza industrial, formada porrepresentantes del gobierno y de las entidades industriales81.

    As, a pesar de las buenas relaciones con el gobierno, losindustriales no lograron un papel demasiado significativo en ladefinicin de las polticas de educacin tcnica. Esto no es unasorpresa. Tambin en otros terrenos de la vida pblica, a pesarde los discursos y los llamados a una cooperacin ms estrechaentre los actores privados y el gobierno e incluso a una corpo-rativizacin de la representacin de intereses, el estado man-tuvo la voz cantante en la mayora de ocasiones82. Esto era elresultado de la desconfianza del estado hacia unos actores pri-vados a los que no consideraba preparados para llevar a cabola tarea encomendada pero tambin de unos actores privadosacostumbrados a desconfiar de un estado demasiado pode-roso. Esta desconfianza, en el caso de la formacin tcnica, setraduca en la polmica que generaba cualquier anuncio porparte del gobierno de poner en marcha un sistema de orienta-cin vocacional o profesional. En 1940 la Direccin de Educa-cin de la Provincia de Buenos Aires tuvo que salir al paso deuna polmica creada por un supuesto intento del gobierno de

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    81 J. J. Gmez Araujo, Aprendizaje yorientacin profesional, Conferenciaen la Universidad de Cuyo en julio de1943, p. 129.82 Ver: Jos Antonio Snchez Romn,Shaping Taxation: Economic Elitesand Fiscal Decision-Making in Ar-gentina, 1920-1945, Journal of LatinAmerican Studies (en prensa).

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  • orientar la vocacin de los estudiantes ms jvenes: No hay enel plan de la Reforma, ni en los fundamentos doctrinales ex-puestos por la comisin una sola frase que autorice a pensarque se ha incurrido en el desatino pedaggico de intentar re-solver este problema en la escuela primaria83.

    Lo que en 1940 era considerado un desatino pedag-gico, durante el gobierno peronista reciba una valoracincompletamente distinta:

    La reforma constitucional integra su plan educativo bsico con la so-lucin del problema de la orientacin profesional, cuya extraordina-ria trascendencia se mide recin en nuestros das [] Hoy estcientficamente probado, con estadsticas elocuentes, que un gran n-mero de accidentes de trabajo, de faltas habituales de empleo, debajos coeficientes de produccin y de fracasos profesionales, se debenal despego del trabajador manual o intelectual por la tarea que rea-liza, como consecuencia de la errada eleccin profesional. Adems, laorientacin profesional se dirige a enfrentar otras dos grandes cues-tiones sociales, a saber: la eliminacin de la desocupacin tecnol-gica, con lo que contribuir a la poltica de ocupacin plena yadems colaborar en la distribucin racional de la poblacin, quese cumple mediante el establecimiento de industrias en todo el m-bito trreo del pas, porque la orientacin especfica se har dentro delas ocupaciones regionales propias, con el fin de no desarraigar aljoven de su ambiente natural84.

    La orientacin profesional desde una edad temprana pa-reca as coadyuvar a la consecucin de algunos objetivos delgobierno peronista, como el de la plena ocupacin o el de la reactiva-cin de las economas regionales. Como en el caso de la ideo-loga catlica que inspiraba la renovacin de la educacintcnica, esta visin tena aspiraciones de totalidad. Afectaba alos nios en la escuela primaria, pero tena tambin un corola-rio universitario. Junto a la orientacin vocacional se debanorientar las universidades nacionales en cada provincia haciael estudio tcnico por razones similares. El mismo autor de lacita anterior continuaba tras su reflexin sobre la eleccin pro-fesional: El ahondamiento de cada universidad en los estu-dios de la historia y en la tradicin que da fisonoma a la regin, quedesarrolla el amor por lo pasado, en ella, y suscita el sentido dela vida comn, y la profundizacin de los conocimientos tcni-cos y cientficos aplicados a las riquezas e industrias locales85.

    Los intentos por controlar el aprendizaje y la orientacinprofesional de los jvenes estudiantes por parte del gobiernoperonista junto al papel perifrico de los empresarios en el sis-tema de educacin tcnica abrieron un duro conflicto entre es-tado e industriales. En 1944, el gobierno militar haba creado laComisin Nacional del Aprendizaje y Orientacin Profesional

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    83 Revista de Educacin, (Abril-Mayo,1940), pp. 19-20.84 Revista de Educacin, (Abril, 1949),pp. 42-44.85 Revista de Educacin, (Abril, 1949), p. 44.

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  • (CNAOP) y junto a ella un impuesto ad hoc para su manteni-miento. Esta ley haba sido impulsada por Pern desde supuesto en la Secretara de Trabajo y fue parte del conflicto queel entonces coronel estaba librando con algunos sectores delempresariado argentino. El control del nuevo sistema deaprendizaje por la Secretara de Trabajo que ocupaba Pernmuestra los lazos que el gobierno estaba estableciendo entrepoltica social y tecnolgica. De hecho, el prembulo de la leyhaca ms hincapi en mejorar las condiciones morales y ma-teriales de las clases trabajadoras que en elevar la preparacintcnica de la mano de obra de la industria nacional. La nuevaley impona a las escuelas tcnicas existentes en el pas, inclui-das las que funcionaban dentro de las fbricas, la necesidad deobtener reconocimiento oficial para continuar con sus activi-dades y tan slo exima parcialmente del llamado impuesto deaprendizaje a aquellas fbricas que mantuvieran un sistema deformacin profesional. La nueva ley estableca que era el es-tado el responsable de la vigilancia y direccin del trabajo delos menores de 14 a 18 aos86. Esto es, la ley intervena direc-tamente en el control que los empresarios ejercan sobre sustrabajadores dentro de las fbricas.

    Este no fue el nico problema para los empresarios.Segn sus quejas, muchas de las escuelas creadas por las pro-pias industrias no consiguieron obtener la renovacin de supermiso. Un caso fue el de la escuela industrial creada por laasociacin de fabricantes de zapatos en 1943 en Buenos Aires,con la aprobacin oficial aunque sin ningn tipo de ayuda eco-nmica estatal. El primer ao, 43 estudiantes se graduaron enalguno de los tres cursos ofrecidos por la escuela. La escuelacreci y en 1946 ya tena ms de 100 estudiantes matriculados.Ese ao tambin signific el fin de la experiencia. A pesar devarios intentos, la escuela no consigui el reconocimiento ofi-cial y fue cerrada ese mismo ao87.

    El gobierno estaba tratando de centralizar todo el sis-tema educativo, incluida la formacin profesional. Pero estacentralizacin no habra significado un obstculo para los em-presarios si stos hubieran participado en el diseo de la po-ltica desde alguna plataforma corporativa. En realidad, lasiniciativas empresariales en materia de educacin tcnica fue-ron borradas por el gobierno en buena medida porque esasiniciativas siempre haban sido dbiles. Irnicamente, lasleyes que regulaban el trabajo infantil eran hasta cierto puntoel resultado de la larga gestin de Gmez Araujo al frente delsistema de educacin tcnico. Gmez Araujo ya haba pro-puesto aos atrs la necesidad de modificar las leyes sobre eltrabajo de los menores para adecuarlas a las necesidades de

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    86 Repblica Argentina, Poder Ejecu-tivo de la Nacin, Decreto 14.538, 27Noviembre de 1943. M. Pranko, Uni-versidades del trabajo, p. 171.87 F. F. Delro, Despus de la Ojota..., p.230 y Antonio Vaquer, Historia de la in-geniera en la Argentina, Buenos Aires,1968, p. 414.

    JOS ANTONIO SNCHEZ ROMN

  • formacin profesional del pas. Adems, inspirado por la taxedapprentissage que se cobraba en Francia, tambin fue el pri-mero en introducir esa posibilidad para financiar el sistemade aprendizaje tcnico pblico con dinero procedente de lospropios industriales 88. Pern, hbilmente, reinterpret en unaclave obrerista esos viejos proyectos de un burcrata edu-cativo. Finalmente, la ideologa educativa taylorista o racio-nalista, que en otros lugares serva para construir la imagende un futuro de armona entre las clases sociales, en Argen-tina haba sido derrotada por otras ideas que considerabansu tecnicismo materialista y fuente de segmentacin de la so-ciedad.

    La CNAOP y el impuesto del aprendizaje fue un primerpaso en un programa de centralizacin ms amplio. En 1948, lamayora de las viejas escuelas de artes y oficios quedaron in-cluidas en la Secretara de Educacin y por tanto bajo el controldel gobierno. El cambio no slo implicaba un proceso de cen-tralizacin sino que tambin formaba parte de la batalla sim-blica que el peronismo estaba librando contra las viejas elites.As, algunas escuelas de artes y oficios pasaron a llamarse es-cuelas obreras, mientras que las escuelas industriales de nivelmedio quedaron incorporadas al sistema con el nombre de Es-cuelas Industriales de la Nacin 89.

    El intento de las elites econmicas de controlar la forma-cin de su mano de obra fue atacado por otros flancos. En 1948una ley nacional continuaba explcitamente la poltica iniciadacon la creacin de la CNAOP e implementaba el segundo y ter-cer ciclo de enseanza tcnica. La culminacin de todo un ciclocoherente de educacin era la llamada Universidad Obrera Na-cional, constituida en esta ley de 1948, pero que no empez afuncionar hasta 1952. Por primera vez, al menos en teora, laeducacin tcnica quedaba incorporada a un sistema homog-neo, controlado por el estado y que abarcaba desde el nivel pri-mario hasta el universitario.

    James Brennan ha sealado que la creacin de la Uni-versidad Obrera en 1952 pudiera ser un intento de acerca-miento del gobierno a los industriales. En ese ao, en unintento de enfrentar la crisis econmica, el gobierno haba ini-ciado la transformacin de su poltica de distribucin en unapoltica que haca nfasis en la productividad. Como partede este programa, el gobierno intent reducir el poder de losrepresentantes de los trabajadores en las fbricas para restau-rar la disciplina en el trabajo y, segn Brennan, cre la UONcon el objetivo de demostrar su compromiso con la mejora tc-nica y el aumento de la productividad. Adems, la Universi-dad Obrera tena previsto en sus estatutos permitir el acceso

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    CIAN, 10 (2007), 269-299

    88 J. J. Gmez Araujo, Aprendizaje yorientacin profesional, Conferenciaen la Universidad de Cuyo en julio de1943, pp. 132 y 136.89 Roberta Paula Spregelburd, La en-seanza tcnica en el nivel primario.Las Misiones Monotcnicas. Anlisisde un caso en Lujn, en HctorRubn Cucuzza (dir.), Estudios de His-toria de la Educacin durante el primerPeronismo, (1943-1955), UniversidadNacional de Lujn, 1997, pp. 362-63 yInternational Labour Office, VocationalTraining in Latin America, Geneva,1951, pp. 110-35, M. Pranko, Universi-dades del trabajo, p. 168 y Delia Tere-sita lvarez de Tomassone, Univer-sidad Obrera Nacional-Universidad Tec-nolgica Nacional. La gnesis de una uni-versidad, 1948-1962, Buenos Aires,2000, p. 10.

    DE LAS ESCUELAS DE ARTES Y OFICIOS A LA UNIVERSIDAD OBRERA NACI