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I. LAS ETAPAS DE,L CAPITALISMO Y LA TEORÍA ECONÓMICA *Er ops¿n¡rollo de la teoría económica se caracteriza por no háber seguido una ruta clara. La teorÍa económica tieie ahora más de doscientos años cle antigüedad, si tomamos en cuenta la aparición de I-a riquezc de lcs naciones de Adam Ha viajado lejos, pero no ha seguido una sola línea. -Smith. Flemos tenido "épocas" de la teoría económica, cada una con, un terreno distinto y no enteramente asimilada a las demás. Esto no debe sorprendernos. C

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I. LAS ETAPAS DE,L CAPITALISMO YLA TEORÍA ECONÓMICA *

Er ops¿n¡rollo de la teoría económica se caracteriza por noháber seguido una ruta clara. La teorÍa económica tieie aho-ra más de doscientos años cle antigüedad, si tomamos encuenta la aparición de I-a riquezc de lcs naciones de Adam

-Smith. Ha viajado lejos, pero no ha seguido una sola línea.Flemos tenido "épocas" de la teoría económica, cada unacon, un terreno distinto y no enteramente asimilada a lasdemás.

Esto no debe sorprendernos. Cuando los supuestos refe_rentes a la presentación de un conjunto de fenómenos seanválidos universahnente, no sólr¡ en lo tocante al espaciosino también al tiempo. las proposiciones científicas podrántener, sin duda, una aplicación universal: las munro.rá, ....tal suelo en todos los lugares de la tierra, y podemos ima_ginar que así ha ocurrido en todas las épocas. pero cuandolos datos so' caprichosos y no son váliáos universalme'te,y cuando surgen además algunos fenómenos que no sóioeran desconocidos antes, sino que ni siquiera áxistían, lasproposiciones rie la ciencia tendrán incvitablemente una r¡a-l idez i imitacla, no sóio en lo tocante al cspacio sir ic tanrbiénal tiempc. La ci,:ncia económica -y rie liecho cualqurerciencia social- pertenece a esta úl t i i r ra catcgoría. Es pr ' -pio de ia ciencia econónrica olle se ccllpe de eventos y fe_nómenos que no sólo cambian de composición con ei t ians-curso del tiempo, sino que tampoco ocurren en todos loslugares. ciertas cuestiorres que surgen como cruciales enun momento dado pueden ser por completo irrelevantesen otro dentro de la misma economía, y algunos asuntos re-levantes en el contexto de una economía lueden ser irrele-vantes en otra parte.

consideremos la teoría de los salarios. A causa de la revo-lución agraria ocurrida en Inglaterra, un gran número de

^ * Texto de la primera conferencia en memoria de C. N. Vakil, ,.How

One May View the Developrnsrt of Economic Theory,', le¡da enPoona,-bajo los auspici.s de la Asociación Económica rn¿ía, en tgso.Reproducida en The Indian Economic Journal, vol. 2g, ntm. ¡.

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14 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORÍA ECONÓ]\{ICA

jornaleros agrícolas tuvo que abandonar ia tierra; el Enclo-sure Mwement privó de su tierra a los antiguos inquilinos,y la mecanización de la agricultura hizo que los recientesjornaleros sin tierra resultaran inútiles en gran medida. Porotra parte, la industrialización se encontraba todavía en suetapa inicial, y era cornpletamente inadecuada para que elsector urbano absorbiera la mano de obra excedente. En talsituación, en la medida en que el mercado de mano de obraera libre, una teoría de salarios de subsistencia era segu-ramente muy cercana a la realidad; podía suponerse que lacurva de oferta de mano de obra era horizontal a una rasasalarial fi jada por cierio mínimo fisiológico. Con el pr<;gre-so de la industrialización en el país y el advenimiento delos sindicatos, cambiaron fundamentalmente las condicio-nes y tuvo que modificarse la teoría de modo sustancial.Mientras que anteriorrnente el nivel de los salarios ,podíaconsiderarse independiente de la demanda, más tarde, alescasear la mano de obra, se afianzó la dcmanda y debiót<.¡marse en cuenta como un determinante de lcs salarios.Una teoría que tenía un grado razonable de validez en elconterto de la economía británica en los primerc¡s deceniosdel siglo xr;{, se volvió totalmente irrelevante para la misrnaeconomía en la segunda n-riiad del siglo. Por otra parte, enun país corno la India, cn el cual el ritno de inclustríaliza-ción y la expansión agrícola no se compara todavía con eicrecimienlo clc la población, y en ci cual una pequcña frac-ción de la fuerza de trabajo está sindicalizada, la teoríaantigua parece arrroximarse más a la realidad. No se tratade saber si una teoría de la subsistencia en cualquier formarígida podría usarsc para expl icar el nivel de los salar ios,tal como ap¿rrecía en Inglaterra en la época en que predo-minó, o como se aplica ahora en la India -sería de esperarseque, cn las circunstancias descritas, los salarios tendierana caer por d.ebajo de lo qu,: cualquier patróri razonableconsideraría el mínimo fisiológico.' Lc que debe señalarsees que, cuando la mano de c,bra es abundante y su mercadolibre, la demanda determina sólo el empleo, no los salarios, yque aun ahora existen algunas economías en las que preva-lecen cstas condiciones.

I Véase Das Gupta, A Theory of Wage Policlt, cap. rrr, Delhi, 192ó.

LAS ETAPAS DFL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA 15

Sucede más o menos lo mismo con el supuesto de la com-petencia perfecta en la teoría de los precios. Este supuestoes seguramente inadecuado ahora si trata de explicar elprecio tal y como se presenta en la práctica del mercado.Ciertas empresas gigantescas dominan ahora ei mercado enlas economías más desarrolladas. En otras partes tambiénestas asociaciones se han convertido en una característicanormal, no sólo entre los vendedores sino también entre loscompradores. Además, las técnicas de publicidad y ventahan producido grandes imperfecciones en el mercado mo-derno. Pero en los primeros días de la ciencia económicapodía tomarse la competencia perfecta cclmo una aproxima-ción a la real idad. La "mano invisiblc" dc Adam Smith, quese supone es la precursora del modelo competitivo modcr-no, no era exactamente un constructo imaginario; era unconstructo al cual se ajustaría la economía, según se creía,si se dejaba libre. Las condiciones existentes en Inglaterraen la época de Smith justificaban el supuesto; en efecto,prevalecía un alto grado de competencia en un área exten-S?, y los privilegios monopólicos, en la medida en queexistían, eran el resultado de la inten¡elción estatal. Cour-not, el autor de la formulación moderna del modclo com-petitivo,'? lo usó en el contexto del equilibrio parcial, argu-mentando, aparentcmcrrte por su exper icrrc ia, que sus l ' ( 'g lasse aplicaban de manera m.uy general., Y si tenemos el obje-tivo específico -como 1o tenía Cournct- de analizar elefecto de un impuesto sobre un bicn part icular, podremosencontrar todavía ahora que ei modelo no es del todo irre-levante; hay algunas economías en las cuales los mercadospart iculares obedecerán todavía di : man..ra mu-y precisa lasreglas de la competencia perfecta.

Así pues, una teoría económica no debc juzgarse en tér-minos absolutos, s ino en relación con el ambiente pecul iaral que pertenezca y con cl propósito al cual deba servir.

En las ciencias naturales se descubren de ticmpo en tien-po fenómenos nuevos que las teorías prevalecientes no pue-den explicar. Los descubrimientos, l)arte integrante de la

2Véase Cc¡urnot, Researchas, trad. inglesa, Nueva York, 1929, p.90.3 "Esta hipótesis [dc la compctencia i l imitacla] es la que se apl ica,

en la econr.¡mía social, a una mult i tud de productos y, entre el los, aalgunos cle lr .¡s más importantes". Op. cit . ,-p. 91.

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L6 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORÍA ECONÓMICA

empresa científica, producen datos frescos e imponen unarevisión de las teorías existentes. surgen nuevas teorias quemodifican a las que se tienen; por decirlo así, una teoría seconstruye sobre otra, a fin de incluir más fenómenos quelos observados hasta ese momento. por esta razón, el cien-tífico natural describe el conocimiento científico como ,,laintegral de una curva de aprendizaje".o Esta descripción nocorresponde a la ciencia económica (ni a ciencia iocial al-guna). En economía las teorías antiguas no mueren; y estono ocurre porque una teoría se construya sobre la otra, sinoporque una es independiente de la otra; no es necesariamen-te por medio de la refutación de la teoría antigua que seestablece una nueva.

En la medida en que los cambios de las condicioires socia-les evocan nuevos interrogantes y suscitan nuevos modosde interpretación, podrá decirse sin duda que una teoríanueva sustituye a la antigua; la evolución de la teoría mo-neta¡ia es un ejemplo conspicuo de la forma en que elcambio de las instituciones influye sobre la estructutu d" luteoría. Pero aun aquí, es posible que la teoría ant igua per_sista como una teoría indepencliente, suficientemente veiidaen relación con la condición en la que se proyectó inicial-mente. Pero si la teoría a,ntigua resuita irrelevante en lasnuevas circunstancias, qucda descartada. sería i legít imo af i r-mar que tal teoría está cquivocada, ya que los elementosque caracterizan la nueva situación no estaban presentes.

Por otra parte, en la medida en que aparezcan teorías nue_vas en función de las dit'erencias surgidas en las cond.icionessociales, dos o más teorías podrán coexistir efectivamente,cada una vigente en su propicl campo. Veamos, por ejem_plo, las diversas teorÍas del desempleo. La exisiencia detrabajadores ociosos, si esto es lo que significa desempleo,es un fenómeno genérico. El interrogante fundamental evo-cado por el fenómeno es el mismo. pero las üpriables quelo rodean pueden ser diferentes en contextos distintos deuna manera esencial. ¿Existe o no la mano de obra ociosajunto con la capacidad ociosa? ¿Está cambiando la tecno-logía en la economía que experimenta el fenómeno del de-sempleo? ¿cuál es el estado de la relación tierra-hombre, o

aVéase P. B. Mcdarvar, Tltc H<tpe of progress, Londres, 1974, p. 105.

I¿S ETAPAS DEL CAPITALISMO Y I-A TEORfA ECONÓMICA I7

de la relación capital-hombre, en la economía de que setrata? Estas son algunas de las cuestiones que debemos to-mar en cuenta en nuestra especificación del fenómeno, yéstas difieren de un caso a otro. Una teoría del desempleoadecuado para una economía madura, industrializada, puedeno serlo para una economía esencialmente agrícola, con unnivel de acumulación de capital relativamente bajo.

Por lo tanto, en economía pueden existir al mismo tiempodos o más teorlas gue contesten los interrogantes emanadosde la misma clase de fenómeno. En efecto, podemos tenervarias teorías del "desempleo", cada una de las cuales sub-siste por derecho propio. La llegada de una nueva teonadel desernpleo, basada en una posible "insuficiencia de lademanda efectiva", no sugiere la caída de la teoría antiguaque se relaciona con el "mejoramiento de la rnaquinaria",'ni la de la teoría derivada de la deficiencia de la "capacidacldel equipo".t En virtud de que las condiciones varían detiempo en tiempo y de un lugar a otro, toda teoría econó-mica que trate de interpretar ia realidad debe ser tal quepueda usarse sólo en un contexto "especial"; en economía,Ia designación de una teoría como "general" es algo derna-siado ambicioso.

La teoría económica debe formular interrogantes referen-tes a los fenómenos económicos, e irrdicar el modo de res-ponder a ellos. Los interrogantes reievantes para la teoríaeconórnica derivan de los fenómenos que ccurren en una.economía; así debe ser, si se quiere que susciten respuestasque puedan usarse en la interpretación de la realidad. Porlo tanto, el desarrollo de la tecría económica debe verseen térr¡inos del carácter de los interrogantes que los eco-nomistas han tratado de contestar de tiempo en tiernpo. Porlo menos así es como lo vería yo. El curso de la teoría eco-nómica está marcado por lo que he llamado "épocas".' El

6 Ricardo, Principles, 3? ed., cap. xxxr.e M. Kalecki, "Three Ways of Full Employment", en The Economícs

of Full Employmenl, Oxford, 19451, véase también Das Gupta, Planningand Economic Growth, Londres, 1965, pp. 29-37.

z El término "época" ha sido tomado de Gide y Rist, A History ofEconomic Doctrines, Londres, 1915, prefacio pp. xlv-xv. Sin embargo,la periodización utilizada por Gide y Rist parece basarse en la actitudhacia los interrogantes, más que en los interrogantes mismos, En con-secuencia, agrupan a los críticos del principio liberal clásico, tales

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18 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORÍA ECONÓMICA

término "época" denota un "periodo de la historia", sin nin-guna presunción de que represente un cambio revoluciona-rio en la estructura de la teoría. Los historiadores del pen-samiento económico caracterizan a menudo el advenimientodel marginalismo como "la revolución jevoniana", o el dela teoría del equilibrio con subempleo como "la revoluciónkeynesiana". Tales epítetos me parecen un poco pedantesen el contexto de la ciencia económica. El progreso de laciencia eco¡rómica no ha sido unidireccional. Han existido,sin duda, algunos rompirnientos en ciertas ocasiones. peroéstos no han generado en ninguna etapa nada parecido auna revolución, si por revolución se entiende el "derrumbecompleto" de un orden establecido. Son puntos culminantesen los cuales se han formulado nuevos interrogantes y sehan buscado nuevos modos de responCer.

Tres de estos puntos se identifican con facilidad. La pe-riodización sigue la división habitual de la ciencia económicaen "escuelas": clásica, marginalista y la que podría llamarseke¡mesiana a falta de una designación mejor. Estas escuelasrepresentan sistemas de teoría económica que difieren nosólo en térrninos de las técnicas de anáiisis, sino tambiénpor la naturaleza de los problemas que tratan de explicar.

La economía poiítica clásica surgió en Inglaterra en elmarco de la Revolución industrial. Adam Smith escribióen vÍsperas de Ia Revolución industrial; Ricardo y Malthuslo hicieron en medio de ésta, mientras que la Inglaterra deJohn St':art Mill presenciaba, al final de la Revolución, las

como Marx, en una época separada, mientras que John Stuart Millpuede representar una época que marca "el triunfo de la escuelaliberal" frente a los primeros socialistas. En cambio, nuestras épo-cas se dividen por el carácter de los interrogantes formulados, node las opiniones expresadas; en consecuencia, el procedimiento adoptado aquí agrupa a Ricardo, Malthus, Mill y Marx bajo la mismabandera, aunque sus opiniones sobre los interrogpntés difirieransiempre de mar,¡ra tan marcada. Por la misma razóh nuestra ,,éoo.ca" no corresponde a la definición de Schumpeter de ,,éscuela,,, coi¡orepresentativa de "un maestro, una doctrina, una coherencia perso-+g!'1. V¿q:f Schumpeter, Hístory of Economic Analysis, LoiJres,1954, p. 470; también "Keynes, the Economist", en Seyrno.rr Fiarrii(comp.), The New Economics, Londres, 1947, p.92. Schúml,eter hablaasí de una escuela de Ricardo, una escuela áe Marx o rina escuelade Keynes, con referencia a las implicaciones políticas de sus res-pectivas teorías. Aquí hacemos referencia al siCtema de teorÍa eco-nómica como tal.

LAS ETAPAS DEL CAPÍTALISMO Y LA TEORÍA ECONÓMICA 19

fuerzas gue se reunían para la formación de los sindicatos.

Así pues, el crecimiento constituye el tema de la economíapolítica clásica. Pero su análisis de la dinámica del sistema

de producción capitalista trajo al primer plano cierto con-

flicto de intereses entre las grandes "clases" en las que se

dividía la sociedad: una antítesis entre los beneficios y Ia

renta por una parte, y entre los salarios y los beneficios por

la otra. Es precisamente un reconocimiento de las relaciones

clasistas incorporadas en el modo de producción capitalista

lo que destaca Carlos Marx como criterio para la definición

de ia economÍa política clásica, un término acuñado por el

propio Marx.Los interrogantes formulados por los economistas clá-

sicos se refieren a las propiedades de una economía en cre-

cimiento. Qué factores determinan el crecimiento, cómo

afecta éste la distribución de la riqueza Y, Por ende, las

relaciones clasistas en la sociedad, y cómo reaccionan a su

vez estas relaciones ante el crecimieuto, cuál es el papel del

comercio exterior en el proceso de crecimiento, y si final'

mente hay aigún límite para tal crecimiento:8 éstos son los

interrogantes básicos de los que se ocupa la economía polí-

tica clásica. En el sistema clásico, la acumulación se destaca

como el motor de la actividad económica, y el excedente

soble el costo laboral se define como la fuente de la acu-

m.ulación, y tarnbidn como el origen del conflicto, como lo

habia de subrayar Marx en particular. El valor surge como

una parte del sistema, sobre todo en el contexto de la me-

dición de la riqueza y sus partes constitutivas: la renta, los

salarios y los beneficios.Recordemos que nuestras épocas se dividen según el carác-

ter de ios interrogantes formulados, no por las respuestasdadas. Smith, Ricardo, Malthus y Marx plantean la misma

clase de interrogantes, pero sus resFuestas son diferentes.

Véase, por ejemplo, la cuestión vital de la existencia de un

límite al crecimiento en una economía capitalista. En el

sistema de Smith vemos la posibilidad de una tasa de creci-

miento sostenida; se supone que la división del trabajo que

s "¿Hacia qué punto final tiende la sociedad por su progreso in-dustiial? Cuándo el progreso cese, ¿en qué condiciones esPeraremosque haya dejado a lá humanidad?" J. S. Mill, Princíples, edición deAshley, 1920, p. 746.

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20 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORIA ECONÓMICA

acompaña a la acumulación contrarresta toda posible ten-dencia hacia los rendimientos decrecientes en la agricul-tura. Ricardo, Malthus y Marx describen también las implicaciones de la acumulación de capital. pero, al revés deSmith, otorgan mayor importancia a los obstáculos exis-tentes en el proceso de crecimiento. Ricardo ve el obstáculoen la avaricia de la naturaleza; Marx en el comportamientodel capital mismo,e mientras que Malthus lo advierte en lainsuficiencia de la demanda efectiva. El sistema de Ricardomarca una tendencia hacia un estado estacionario a largoplazo; el de Marx se encarnina hacia las crisis, mientras queMalthus vislumbra posibilidades inmediatas de desempieoy pobreza. Los modelos son diferentes, pero la naturalezade los interrogantes que tratan de contestar estos econo-mistas es la misma.

El advenimiento del marginalismo marca un carnbio cla-ro en la naturaieza de la investigación económica. La teoriaeconómica deja de ser una investigación de las causas y lasimplicaciones del crecimiento de la riqueza; se convierteen una investigación del problema de la aplicación de re_cursos dados entre líneas de producción competidoras. Je-vons, uno de los fundadores del nuevo sistema, enuncia lacuestión en términos claros. "El problema de la economía,,,dice Jevons, "puede enunciarse de este modo: dad.a ctertapoblación, con diversas necesidades y poderes de produc-cióiz, en posesión de ciertas tierras y otras fuentes"de ma-teriales: se requiere, el modo de emplear su ftidno de obraque maximice le utilidad del producto.,,ro La formulaciónjevoniana iija el tono de la ciencia económica durante todala época; más de sesenta años después de la publicación c1e laobra de Jevons, la teona económica seguía considerándosecorrro una investigación de las condiciones de n¡aximizaciónbajo restricciones dadas.

Debe advertirse desde luego que Ia forma á9 plantearel problema va a propiciar un cambio significativo en eimétodo de análisis. El sistema clásico se orienta hacia el aná-iisis de una ."secuencia en el tiempo,,; el método es ,,ü_

g"La barrera real para.la_producción capitalista es el capital mis.mo-." Carlos Marx, Ef capitat) vot. rrr, Mosóú, 1959; p: iis.-'---'ro_Jevons, A Theory of potiticat Economy, +, ód'., Londres, 1911,p. 267.

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA 2I

námico" debido a que la secuencia analizada es irreversi-ble. En Marx es explícita la conexión de un periodo con otroen la secuencia, no sólo en términos del comportamientodel excedente sino también de los servicios del capital fijo.Smith y Ricardo trabajaban sin duda primordialmente conel capital circulante, de modo que en sus sistemas parecenautónomos los periodos analizados. Pero el procedimientotiene un carácter dinámico por cuanto hay una conexión deun periodo con otro por medio dei comportamiento de losbeneficios y de la población.l' En cambio, los marginalistasemplean lo que se llama método "estático". La economía sesuporie que es estacionaria por hipótesis. En particularpiensa que el nÍrmero y carácter de la población perrnanececonstante a lo largo del tiempo, que no cambia ni la tec-nología ni el grado de escasez de los recursos, y que losgustos de los consumidores también permanecen constan-tes. El nrétodo permite t¡eriaciones de las proporcianes; laeconoinía marginalista tiene su base en el principio de sus-titución -un principio que no tiene ningún equivalente enla economia política clásica. Ya se trate de la produccióno del intercambio, las relaciones exarninadas por el sistemamarginalista se perciben como ei resultado de un procesode sustitución. En el campo del consumo reconoce la posi-bilidad de sustitución entre un conjunto de bienes y otro, yen el de la producción entr:e u.ra combinación de factoresy otra. El análisis se desenvuelve en términos de posibili-daOes alternativas para la elección de los sujetos económi-cos. El rnétodo establcce que las alternativas son "abiertas"y que las decisiones tomadas entre ellas son reversibles, EL"grito de los precios" de Walras y el "recontrato" de Ed-geworth son ejemplos destacados del procedirniento mar-ginalista." En virtud de que las alternativas permanecen

rrSin embargo, véase John Hicks, Capital and Growth, Londres,19ó5, cap. rÍr, en el que aparece una opinión diferente.

12 Conviene repetir la exposición del mecanismo hecha por Walras.En cuanto al equilibrio del intercambio, Walras recurre simplementea la subasta. "Cuando se grita un precio y no son iguales la demanday la oferta efectivas correspondientes a este precio, se gritará otroprecio para el que habrá otra demanda y oferta efectivas corres-pondientes". Y así sucesivamente hasta que se alcance el equiübrio.En la producción reconoce Walras la complicación derivada del he-cho de que los servicios productivos deberán transformarse enproductos. "Después de que se hayan gritado ciertos precios de ser-

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22 IAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA

abiertas, las decisiones de Ios sujetos económicos, comoconsumidores o productores, son exierimentales iV p", ""¿"reversibles). esi pues, el proceso

-de sustitucióri iontinúa

hasta que, dados l,or ,"",r.rts de la economía, y dad.a la dis-tribución de los activos, las operaciones del meicado n"rr".u'el.máximo producto para loi productore. t i;-;;i,'u ,rtilidad para los "o.rrnñidor"r.

iu posición así estabrecida secon_sidera una posición de equilibiio.¿La teona del valor rro prou"e acaso lrna conexión entre

diferentes sistemas de la teoría económica? algunos histo-riadores creen que asÍ ocurre en efecto. una autoridad comoJoseph schurnpeter sostiene que, a pesar de ros contrastesaparentemente existentes, hay una continuidad esencial enel desarrollo de la ciencia áconómica. ,,Á;i p";r,'r.r"r,ruciencia no carece de un desarrolo orgánico. surgida delconocimiemto instintivo de los hechos

-bári"o, de"ia vidaeconómica, se consolidó en conexión con ras ideas formadaspor las experiencias prácticas del siglo x'rrr."'i E.to es roque dice-schumpeter, cuando resume su argumento sobreel lugar de la utilidad marginal en el desarrolío á" luli"rr"iu

económica. Si se interpreta el enfoque *"rgi.rulirtá s¿locomo una herramienta del anárisis económi"ó "r,

generar,vicios y se hayan manufactu¡ado ciertas caatidades de protructos, siestos precics y productos no son precios y .u"tiááa", á'"-üüriurio,habrá necesidad no sólo. de. g.itui pi"cfus nuevos sino también demanufacturar otras cantidadei a" p.oá""tos". paial"p".*'íu .o*-pLcación Walras eiabora un método ingeniosá. I*;é;;, p;r unaparte, que los empresarios usan boretas para representar las canti_dades sucesivas di productás

-qü J"*á"t".minan primero ar azary luego aumentan o disminuyen.iegún haya *n exceso der precio deventa sobre el costo de producción-o vicever.r, ¡,.ri" q"J-.!^igr^t".,el precio de venta v el costo_d" fróO"JJ,on; y, por otra parte, quelos terratenientes, lós.trabajaa;rd;br ;apitalistas ut'izan también

??!:rTt para representar lai

"u"tt¿á¿"r'."óesivas d.-;;;i;;.;a pre-cros que primero se gritan- ar azar y ruego se aumentan o reducensegún hava un exceso de Ia demaniJ ró..q.: u "i"riá,ji

"v,.Iu"..u,has+a que ambas can_tidades ,¿ ic";i;."w;il; liiri";ir,"iia. n_glesa de Wiliam Jaffe, Lond.*,-rsia;';. zcz. i¿áiá"\á*í¿á"e¿le_Yr"# ry f; :

e mat i c at P hv s i c s,'"i'-pr"lií" ¿e h ñ cueiu'' ál-r.orrarér,No se trata de saber.si el mecanismo contemplado es realista ono. Lo que debe advertirse 9r q""-"i-"ieto¿o eiieticJ ,]iili"'iáo po,

iT #3Jfisfiistas excruve toaá' lu' üu"'á""io"" l'ifiá ¡íii"á'ii"óio,tsvéase schl'mpeter" Economic Doctrines and Method, trad. in-glesa de R. Aris, Londres, l,il4:,-';. 1ii." "'

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORÍA ECONÓMICA 23

como lo harían los economistas moderrros,l* es posible queSchumpeter tenga razón. Pero si lo hacemos así perderemosde vista el contenido real del marginalismo, tal como ésteemanó de sus fundadores.

Veamos entonces las características principales de la es-cuela marginalista que la distinguen de la economía políticaclásica.

Primero, la teoría de los precios relativos forma el núcleode la economía marginalista, ya que es el regulador de laasignación de recursos; en cambio, en la economía políticaclásica ocupa un lugar secundario. Es cierto que hay unaspecto de asignación implícita en el concepto del "precionatural" y de una tasa de beneficio uniforrr,e, adoptado porlos economiscas clásicos -desde Smith hasta Marx. La teo-ría del precio natural de Smith se cita a merrudo comop'recursora de la teoría marginalista de la asignación de re-cursos. Pero si sabemos leer entre líneas, veremos clara-mente que el "precio naturai" surge como algo incidentaldel concepto de Smith de una medida del control de lamano de obra. En efecto, la teoría del valor de intercanibiofigura en la economía política clásica esenciahnente comoun vehículo para pasar a una teoría del valor absoluto. Loseconornistas clá.sicos necesitaban una medida de valor, un"patrón invariable" en cuyos términos pudieran ponerseen relación recíproca lcs bienes heterogéneos que constitu-yen la riqueza para los fines de la agregación. En cambio, loseconomistas marginalistas descartan por completo la agre-gación como un problema inexistente. "La suma de los valoresde intercambio", dice Allyn Young, "se asemeja en principioa un intento de determinación de lpeso del sistema solar"."Los marginalistas analizan los precios relativos en un marcoestático, y se preocupan por las microentidades -.por bienesindividuales que se suponen homogéneos. El concepto clá-sico de un patrón invariable se convierte así, para la eco-nomía marginalista, en el concepto del numeraire.

En segundo lugar, el consumo y no la acumulación apa-rece en la economía marginalista como el impulso principal

t+Véose P. S. Samuelson, Foundations of Economic Analysis, Cam-bridge, i947, caps. 1-3.

r¡ Allyn Young, Economic Problems - New and Old, Londres, 1927,cap. x, p.204

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24 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEOR.A ECONÓMICA

de la actividad económica. por así decirlo, el nuevo sistemacambia la "sobe¡anía, de ros capitalistas'; por-iu-,lJot"r*i.de los consumidores,,. Este

""uáUi" de enfoque tiene impli-caciones

-importantes. En cuanto se toma la acumulacióncomo la fuerza motivadora de la actividad económica, comolo hacen los economistas clásicor, ," reconoce ra existenciade una c,l.aqe canifalista que, "r,lirr,r¿

¿" ,,, p*pi"au¿ a"capital, disfruta el privilegio de emplear *"rro á"'oUru. s"entiende entonces que el -propósito

de la actividad econó-mica es la obtención de b"rr"fi"io, mediante el manteni_miento de la tasa de salarios en el "i*i

á¿r-i":, o"ri-ble. En cambio, si se aceptu q". el consumo es la fuerzamotivadora, el propósito de la -actividaa

econo-ica será lasatisfacción de necesidades humanas. para una ioncepciónet fin de la producción ",

t" "*"ión

de ü";;fi"i;;'f,uru luotra la creación de utilidad. para ia economÍa política clá-sica el beneficio se deriva de las concliciones técnicas deIa producción dadas; mientras "rie

¿uAu la relación de ca_pital-mano de obra usada en la prod.r""ion, ari;; la rasasalarial, sabremos cuál es ra tasa Je beneficio. para la eco-nomía marginalista er beneficio y los salarior- r"-¿".¡uu'de la venta de bienes -del p.o"Lro d,e círculacíón, comodiría Marx, en oposición a tu p.oá.r."ión. Si la fue'te detodos I.s valores es ra utilidad asignada por los consumi-dores a los bienes, ros precior á"'to, fá.to."t liu.""".,como una derivación de los precios de los bienes,lrevésde lc que ocurre en la economía politica "ú;;;,

lu "r.lyp:": que los pr:cios de los factores se determinan antesde la formación de los precios ¿" úi"rr"r.

En tercer lugar, la teoría de Ia distribución asume unanaturaleza completamente diferente en la economía mar_ginalista. El sistema marginarista considera la distribucióncomo una especie de valor, un problema de to, f.""io, a"Ios factores más que de l"r .au"iones crasistas. Ar revésd: lo, que ocurre nar3 ! ""o"o*i"-páirrr"" uar"",i"'" o"-riva Ia distribución de ra estructurá de la producción, rosmarginalistas derivan la distribución, tar co¡no u á"iirr"r,,de los precios de los bienes. c";i M;;ger crasifica los bienessegún su disiancia der consumo finai; ros bienes de órdenessuperiores -es decir, los .,factores de producción,i-,-riíIo_o

Ios define- derivan su varor der varor de los bienes de

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA 25

consumo.'. La distribución se concibe entonces como una es-tructura de valores atribuidos. De igual modo, los costos deproducción ya no se tratarán en términos absolutos, comoen la economía política clásica; se definirán en térrninos re-lativos como alternativas sacrificadas. persiste el término del"valor";- pero los marginalistas re dan un significado dife-rente, algo que debe muy poco ai sistema clá-sico."

"El análisis económico, que durante dos sigros sirvió paraentender la naturaleza y las causas de la riqir eza de las na-ciones, ha sido engañado con otra novia -una teoría delvalor." Así se inicia el prefacio de The Accumulation ofcapítal, la obra de Joan Robinson. se queja Robinson deque los teóricos del valor marginalista llevaron la cienciaeconómica a un sistema de "árido formalismo" y la alejaronde los problemas "que son realmente interesantes". Nicho-las Kaldor va más allá. Al investigar "where EconomicTheory \,\'ent \Mrong" ["Dónde se equivocó la teoría eco-nómica"], Kaldor

-descubre la respuesta en La riqueza d.elas naciones de Adam Smirh (capí1ulo rv), en donáe ir,rro_duce la teoría del valor. "smith se fascina de pronto con ladistinción existente entre los precios monetarios, los preciosreales y el valor de intercambio, y a partir de ese .rró*"rr,ose centra su interés en Ia determinación de los valores ylos precios de productos y factores.', " Kaldor lamenta queen esta desviación smithiana "se descarriló la teoría econó-mica". Estos comentarios son sin duda exagerados; unateoría del valor de carrrbio no es completamenie irrelevante

. 1€ Menger

-representa como bienes no sólo eI capital, sino tambiénla tie-rra y la mano de obra. ,,La tierra no ocupa un lugar excep-cional entre los bienes.-Si se usa para fines oel'consumo--iJ"i¿irr",ornamentales, campos de caza, etc.), es u' bien de primer oi¿en, S;se usa para la producción de otros bienes es, como muchos otros,un bien de orden superior." Así se reconocen ros servicios de la manoce oora como un bien de primer orden cuando producen una satis-facción ürecta, o como un bien cle orden superior cuando dan rugara trrra satisfacción indirecta. véase carl Me^nger, eriniiptei-i¡ aco-fpyri?t, trad. inglesa de James Dingwall y Berl F. Hoseiitz, Gíencoe,Illinois, 1950, pp. 16$t23.

.. tt si .se acepta todo esto parecería bastante engañoso el término"neoclásico" que se usa comúnmente para representar la economÍa

de la escuela marginalista.r8 Kaldor, "The Irreleva'ce of Equilibrium Economics,, , EconomicJournal, diciembre de 1972, pp. lZ+O-tZ+t.

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26 I.ITS ETAPAS DEI CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA

para la economía política clásica, ni considera indigno deinvestigación el problema de la asignación. pero talJs pro-blemas pueden entenderse como una reacción contra el pre-dominio de un sistema de economÍa que habría de suprimirIos grandes interrogantes sobre el ciecimiento y la distri-b-ución que interesaban primordialmente a los economistasclásicos.

¿Dónde encaja la_economía keynesiana? Espeto no come_tgr_un sacrilegio si digo que la economía keynesiana, a pesarde las invectivas del autor en contra de s's pre¿"""uor.r,

".un retorrro a los clásicos, mientras que el análisis que 'tili2ase basa e' la técnica marginalista. si edu* smith investiga

las causas de Ia riqueza áe las naciones, ra reoiii--g"rerolde Keynes es una investigación de las causas de la i.odr.-ción de la industria en conjunto. Así pues, tanto Smithc-oro Keynes necesitan una medida del valor para ros finesde l-a agregación, y ambos, como se recorda rá, lu b.r."..,en el trabajo. Porque iqtré es la ,,unidad salariali de Keynessino oiro nombre para la medida dei control de la manode obra de Smith?-El,papel asignado a la acumulaciOr, 1ta"inversión", como la llamaría Éeyr,"r, usando la termino_logra moderna) en el sistema de É"yrr", está también en latradición de la economÍa política

"Íári"u. Como lor-".orro_

mistas clásicos, Keynes considera la acumuración como rafuerza impulsora de la actividad económica, e incluso aceptala hipótesis de que el deseo de acumular es autónomo.'" porotra parte, Keynes podría considerarse un marginalista enlo tocante a su técnica de análisis. Dos de las v-ariabres in-dependientes del sistema de Keynes son la propensión mar-ginal al consumo y Ia eficiencii marginat C,el üpital, mien_tras que la tercera, la tasa de interés, se define ei el sistemangr fa tasa margi,nal de la preferencia por la liquidez enrelación con la oferta de dinero. El anáiisis aqr él;iiiuriode Keynes se desenvuelve tamhién según

""u,t""1i0' a"

,ln"Ea.probable quc la mayoría de nuestras decisiones de hacerrlgo positivo, cuvas consecuenlias plenal ápareceriin muchos ¡rías des-pués, sólo puedan tomarse a resultis a"l"i espíritus anirnares: un im-pulso espontáneo hacia la acción, mai ui"" ,iue hacia ii i"át"ioo, vno a resultas de un pr9T.egi9 ponderado ¿et uenériciá-".rui-tliutinomultiplicado por proLabilidadei ""u"uiuti"ui',.

-jl ü."r-iil Á. rn"G e ner at r h eo ry of Empt oym*r;, l;;;;;;;';"; i,r ;;";:' rálidii1",, r g¡0,p. ló1.

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA 27

demanda y una de oferta, muy similares a las del análisisde periodos cortos de Marshall.

Pero si la economía keynesiana se destaca como un sis-tema que ha hecho época, se debe a que Keynes planteó uninterrogante que no lo habían formulado antes los econo-mistas ortodoxos, y porque en la respuesta a tal interro-gante Keynes reveló una posibilidad dotada de profundasignificación social. Keynes se preguntó si existía algún me-canismo, en el funcionamiento del sistema capitalista, quegarantizara una tendencia hacia el empleo pleno de los re-cursos. Los marginalistas se olvidaron de esta cuestión y seconcentraron exclusivamente en la asignación de recursosdados, mientras que los economistas clásicos daban porsentada dicha tenCencia al aplicar lo que se conoce comoley de Say. El descubrimiento de Keynes, de que esta leyes un mito, debe reconocerse como un gran paso en el de-sarrollo de la teoría económica.

Las prcposiciones de la Teoría general son ahora tan co-nocidas para los estudiantes de teoría económica que nonecesitamos repetirlas. Sin embargo, me gustaría destacaruno o dos puntos. llfe referiré en primer término a la rigidezde la tasa de salarios. Un eslabón crucial de la cadena deargumentación de la Teorío general es que el nivel de lossalarios reales no responde a la situación del empleo enuna economía capitalista. Dado que la negociación salarialse arregla en dinero, se afirma que una reducción generalde los salarios reales es imposible. Porque los precios bajantambién cuando se reducen los salarios monetarios, de modoque los salarios reales no se ven afectados. Por lo tanto, nopuede corregirse el desempleo con la variación de los sa-larios. El argumento implica que, si todos los salarios fuesenajustables ante una presión del rnercado de mano ce obra,desaparecería el ireno de la economía. De esto se derivala prescripción de que se genere una elevación de los pre-cios, mientras se mantengan controlados los salarios mone-tarios. Es claro que Ia teoría, como la prescripción, es rele-vante para una economía en la cual la tasa de salario realprevaleciente es suficientemente elevada desde el punto devista social para permitir una revisión descendente. El pro-blema es indudablemente menos tratable en una situaciónen la que los salarios tienden a fijarse en el nivel mínimo

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28 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA

de subsistencia, de modo que el obstáculo para trna reduc-ción de los salarios reales sea fisiológico y no institucional.Recuérdese gue ésta es precisamente la clase de situacióncontemplada por los economistas clásicos, y la que expe-rimentan todavía las economías desarrolladas con excedentede mano de obra.

Mi segundo punto se refiere a la hipótesis de ia eficienciamarginal del capital. La teoría del equilibrio con subempleopostuia una situación de expectativa empresarial que co-rresponde a una economía abundante. El acervo de capi.talexistente, acumuiado mediante las inversiones pasadas, esgrande, de modo que permanece baja la expectativa del be-neficio de una inversión adicional, al mismo tiempo que elnivel de vida general es alto, de modo que también tiendea ser baja la propensión al consumo del ingreso adicional.En estas condiciones, dado que hay un límite para el des-censo de la tasa de interés, en virtud del deseo de los in-dividuos de conservar el dinero como un activo líquido, laeconomía no puede mantener urr nivel de inversión suficientepara llenar la brecha surgida entre el ingreso de empleopleno y el nivel de consumo asociado. Por lo tanto, hay undesempleo crónico. Acerca de esta economía Keynes pudodecir que incluso el pico de un auge se asocia a un empleono pleno.'o ¿Podrían haber tenido los economistas clásicosuna revisión tan depi-imente como ésta. viviendo en mediode la Revolución industriai, cuando no sólo la tasa del cre-cimiento dernográfico sino también el ritmo de las innova-ciones debieron bastar para mantener el espíritu de empresaen un nivel suficientemente elevado corno para absorbertodos los recursos disponibles? No, la economia británicano estaba madura en el siglo xrx para una teoría de la insu-ficiencia de la demanda efectiva. Si Malthus -a quien elogiaKeynes, comparado con Ricardo- no fue escuchado en suépoca, no se debió sólo a que la formulacióri, de su teoríafuese débil, sino también -y sobre todo- a que el mensajeque trataba de trasmitir no era apropiado para la economíaa la que se dirigía.

Las situaciones cambian, surgen problemas nuevos y la

-zo"Excepto durante la guerra, dudo que tengamos alguna expe-riencia reciente de un auge tan fuerte que haya óonducido al empieopleno." Keynes, op, cit., p. 322.

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA 29

teoría económica los persigue. Las vicisitudes de la teoría

de los salarios son un ejemplo conspicuo de este fenóme-no. Los economistas clásicos podían conformarse con una

teoría de salarios de subsistencia porque escribían en unaépoca en que la mano de obra era abundante. Cuando lle-garon los marginalistas la población había dejado de obe-decer a la ley de Malthus y, comc mencioné antes, la manode obra se había vuelto escasa; por lo tanto, se gestaba

claramente una revisión de la teoría salarial. En cambio, en

el mundo de Keynes los sindicatos se habían atrincheradofirmemente, de modo que los salarios se convirtieron enuna materia Ce negociación; una tasa salarial monetaria, fijay dada desde afuera, se convertía así en una hipótesis plau-

sible.Y esto no es todo. No sólo cambian las situaciones sino

también nuestra actitud hacia ellas y -lo que no es menosimportante- el auditorio al que se dirige nuestro mensaje.Cuando estos cambios se rruelven marcados, nos encontra-mos ante una época que plantea nuevos inter:"ogantes y

nuevas respuestas.Es claro que los eventos deben influir sobre la teoría

económica ai sugerir interrogantes. Quizá sea menos obviaia manera en que la actitud dei economista ante los eventosmoldea la forma de los interrogantes. Fero la historia rle

la teoría económica demuestra ampiiamente que asi ocurre.Tal como se presentan en la sociedad, los eventos son una

combinación de muchos elementos, y el economista debe

separarlos para su investigación. Algunos economistas pue-

den adoptar una cobertura más amplia, otros una más es-trecha, según su percepción de la importancia de estos ele-meirtos. Consideremos, por ejemplo, la teoría del conflictocie clases; la antítesis existente entre los salarios y los bene-ficios constituye el núcleo para la economía política clá-sica, mientras que para la economía marginaiista se sitúaen la periferia, si acaso. No es que hubiese cambiado la for-ma de la organización económica que se supone responsablede la antítesis; si en efecto hay algo en común entre uno y

citro sistema, es que ambos cperan en el marco del capita-lismo competitivo. Lo que viene a establecer la diferenciaes un cambio en la elección de los interrogantes. Hay cier-to elemento político, ya sea explícito o implícito, en todos

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30 LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORfA ECONÓMICA

los sistemas de teoría económica: reside en la elección mis-ma de los interrogantes que habrá de formular el econo-mista.

Si se acepta esto nos aproximaremos a la respuesta de uninterrogante que puede desconcertar a los estudiantes deteoría económica. ¿Cómo se explica el predominio de unsistema nuevo sobre su predecesor? Si la economía margi-nalista sustituyó a la economía política clásica, como lo hizohacia el tercer cuarto del siglo xrx, ¿lo hizo porque era más"verdadera"? Seguramente sería ociosa la comparación delos dos sistemas con el crite¡io del realismo cuando no soniguaies los interrogantes que supuestamente formulan. Cual-quiera que haya sido el impulso originador del ¡narginalis-mo, no hay duda de que la aceptación del sistema como uncuerpo de doctrinas se debió a sus implicaciones políticas:¿no proveía acaso, el principio maximizador del sistema, unfreno a la teoría clásica del conflicto de clases? " Nos incli-namos a creer gue se aplica la misma consideración a laeconomía ke5mesiana. Un sistema de teoría económica puedeoriginarse en la necesidad de llenar las lagunas del conoci-miento existente o de explicar datos nuevos, pero su éxitodepende en gran medida de su efecto sobre los interesesde la sección dominante de una sociedad. En un pasajefrecuenternente citado de la parte final oe su Teoría gene-ral, K.eynes afirma con audacia que "el poder de los inte-reses creados se ha exageraCo demasiado en conparacióncon el avance gradrral de las ideas".- Pero él mismo habíadescrito, algunos años antes, sus escritos sobre política eco-nómica como "los graznidos de una Casandra".'" Por supues-to, Keynes tuvo suerte a pesar del fracaso cle sus esfuerzosde persuasión anteriores; su Teoría general fue un éxitoinmediato. ¿Cómo se explica esto? No hay duda de que laTeoría general lienaba una laguna impor'iante en nuestroconocimiento del funcionamiento del sisteirra capitalista.Pero sobre todo tenía un atractivo político tranquilizante;su mensaje llevaba, por decirlo así, un aire benigno queprometía alivio para todos, excepto para el rentista, por

2tVéase Das Gupta, Planníng and Economic Growth, Londres, 1965,pp. 22-23.

22 Keynes, op. cit., p. 383,zsVéase su prefacio a Essays ín Persuasion, Londres, 1931, p. v.

LAS ETAPAS DEL CAPITALISMO Y LA TEORIA ECONÓMICA 31

supuesto, ya que por el rentista no se derraman lágrimasen la sociedad moderna.

Los sistemas de teoría económica asociados con nuestrastres épocas operan supuestamente en el marco del capitalis-mo. Sin embargo, pertenecen a diferentes fases de éste. Laeconomía política clásica surgió cuando el capitalismo es-taba en su fase inicial, vigorosa, cuando los trabajadoresdesempeñaban un papel enteramente pasivo en la produc-ción y la distribución. El marginalismo llegó crrando el ca-pitalismo se encontraba en su fase plácida; a pesar de laafirmación creciente del sindicalismo, el sistema capitalistaseguía ejerciendo el control. El marco de la economía key-nesiana es un capitalismo decadente, que necesita un impul-so para sostenerse.

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II. EL PROPÓSITO DE LA TEORÍAECONÓMICA *

¿CUAL es el propósito de la teoría económica? Este pare-cería un interrogante simple y, si se considera la distanciaque hemos recorrido desde el inicio de la ciencia económi-ca, sería de esperarse que la respuestá fuese simple tam-bién. El propósito de la teoría económica, como el de cual-quier teoría científica, es la formulación de interrogantesrelevantes y la indicación del modo de contestarlos. Hastaaquí esto se aceptaría generalmente. La disputa Furge enlo referente a la cobertura. ¿Cuáles son los pclsibles interro-gantes relevantes para la teoría económica? Si observamosla historia de la teorÍa económica en los últimos doscientosaños, encontraremos un gran conjunto de interrogantes in-vestigados por los economistas. Los interrogantes van desdelas causas del aumento o la baja cie los precios de bienesindividuales en un mercado, hasta las causas de la prospe-ridad y la adversidad de las naciones.

Algunos interrogantes relevantes para la teoría económicasurgen de la disposición de los recursos escasos. Cuando losrecursos son escascs las decisiones referentes a su uso im-plicarr una elección; si queremos tener más de una cosa,tendremos que tener menos de otra. Si los recursos fuesenabundantes, difícilmente habría algún problema acerca desu administración, distribución o uso por el hombre. Elproblema de la economía surge porque el uso de los recur-sos conlleva una elección, y los recursos implican una elec-ción porque son escasos. En efecto, todos los problemasde la teoría económica pueden reducirse en última instanciaa una elección entre alternativas surgidas de la escasez delos recursos, mientras que la escasez se defind, en relacióncon las necesidades de la sociedad. Si la formación del pre-cio en un mercado es un tema de la investigación econó-mica, ello ocurre porque los bienes y servicios que tienenun precio son escasos en la sociedad, en relación con su

" Reproducido de Rellections on Economic De,velopment and So-cial Change -.Essays in Honour of Professor V. K. R. V. R¿o, AlliedPublishers, Delhi, 1979.

32

EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA 33

necesidad. El ahorro y la inversión son también aspectosdel fenómeno de los precios, ya que relacionan los bienesy servicios presentes con los bienes y servicios futuros. Denuevo, es la escasez lo que provoca el conflicto entre laspartes del intercamSio, las "clases", como se les llama amenudo; dado el tamaño del pastel, si una de las partestiene i"nás, la otra tiene menos. La teoría económica impli-ca también algunos interrogantes sobre las relaciones hu-manas y abarca algunos aspectos que van más allá de lasrelaciones entre los bienes.

La escasez domina la teoría económica. Pero si hay dife-rencias, a menudo disputas, sobre la delimitación del al-cance de le teoría econórnica, se deben en gran medida aIa actitud del economista. Los interrogantes que escogemospara darles respuesta están influidos sin duda por los he-chos objetivos que experimentamos, pero también tiendeninevitablemente a ser influidos por nuestla concepción delhombre en relación con la sociedad: nuestra ideología, comose dice. La disputa sobre la cobertura se asocia principal-mente corr este último aspecto.

Se advertirá que al hacer hincapié en la escasez y la elec-ción, adopto la conocida definición de la ciencia económicadada por Lionel (ahora Lord) Robbins.' Trataré de defen-cler esta defini-ción frente a las críticas que desde su nacimien-to se ie han hecho. Estoy convencido de que las críticasderivan en gran meclida del uso que da Robbins a su definición, no <!e alguna deficiencia de la definición misma. La"rígida delirr¡itación" de la ciencia económica que haceRobl¡ins, que nü incluye el término "ri.q\teza", es eri efectoinnecesaria, incluscr en el nearco de su propia definición. Porotra parte, si se descartaran la escasez y la elección, nossería difícil cntender qué otros apoyos le quedarían a laciencia econémica.

Robbins afirrna que la economía es neutral en sus fines.Sostiene que la economía se ocupa de los medios necesariospara la realización de fines dados. El fin puede ser destruc-tivo de la riqueza, como ocurre con la guerra; pero el eco-

1"La economía es la ciencia que estudia el comportamiento hu-mano como una relación entre fines y medios escasos que tienenusos alternativos," Lionel Robbins, An Essay on the Nature andSignificance of Eccnomic Science, Londres, 1932, cap. 1, p. 15.

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34 EL PROPOSITO DE LA TEORIA ECONÓMICA

nomista, de acuerdo con Robbins, tomará como dada la de-

cisión de iibrar la guerra y sólo investigará los costos que

implique. Con una ieacción brusca ante esta concepción de

la "conomía,

Edwin cannan -¡¡¿g5f¡6 del propio Robbins-

preguntó si, en el caso de que un hombre optara por qu-emar

io !"tu para defraudar a .rttu "o*pañía

de seguros, el eco-

nomista tomaría como dada l-a decisión del hcmbre y sólo

se lirnitaría a contar lc¡s cerillos usados para prencerle fue-

go a la casa.' El sentimiento persiste, y hay algunos. críticos

f,*" .t" excluirían los "fines" del campo del economista' Por

"3emplo, V. K. R. V. Rao observa que "la actividad econó-

mica-tiene la naturaleza d.e una actividad de fines y medios"."

Con este sentimiento se relaciona la objeción planteada

por Joan Robinson, entre ot::os autores, cuandcl afirrna que

el enfoque de la escasez es demasiado mecanicista y no

presta alención a la calidad de los bienes y servicios que se

suponen escasos. "El éxito económico nacional [se queja

Joan Robinsonl se identifica con ei pNs estadístico. No se

formulan interrogantes acerca del conienido de la produc-

ción." n Robinson se refiere en particular a la producción

de armamentos. También se afinna que el principio de la

eSCaSeZ, COn SU conCentración en IOS bienes "eConómiCOS", Se

olvida de la contaminación y otros males de la sociedad

desatados por la tecnología moderna-Además de estas dudas filosóficas, Joan Robinsc-,n cuestio-

rra incluso Ia base reai del principio de la escasez. N{enciotia

ei descubrimiento del "dcscmpleo involuntario", hech-. por

Keynes, y afirma oue una econc¡mía puede tener abundancia

en ocasiones, y sin embargo parlecer pobreza' En efecto' se

pregunta córno pudo ofrecer Robb'ins una definición de la

ciencia económica en términos de la escasez en un momento

en que su propic país padecía una depresión profunda, acom-

paRáda poi "i

desempleo de ia mano de obra I, por la capa-

cidad ociosa.u Una actitud similar aparece ta.inbién en al-

gunas versiones de la teoría moderna del crecimiento, en

2véase la reseña del Essay de Robbins en Economic Journa!, sep'tiembre de 1932.

s "The Nature and Purpose of Economic Activity", Essays in Eco'nomic Developmenf, Bombay, 1964, p' 24'

a Joan Robiñson, Economic Heresies, Londres, l97l' p' 143'

"Viái" Joan Rotinson, Selected Economic Writings, Bombay, 1974'p. 237. También Rao, op. cit., pp. l+"l5.

EL PROPÓSITO DE LA TEORÍA ECONÓMICA 35

las cuales se define el crecimiento en una forma que parece

fuera de elección'uEstas críticas a la teoría económica están muy de moda

por estos días en ciertos círculos' Me temo que están equi-

vocadas.

¡4:l i i

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i .i¡ ¡a' i

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El descubrimiento del desempleo involuntario' hecho por

Keynes, parece contradecir el principio de la escasez y la

elelción. ia clase de economía que toma Keynes como punto

,Je referencia es una en la que la mano de obra permanece

á"r"*pl"uda y el equipo ocioso. En efecto, el mundo de Key-

,r", pá."." sár de ábundancia, un mundo en el que no se

1i""" que sacrificar una cosa para tener otra' Sin embargo'

no es iorrecto afirmar, como lo hacen Joan Robinson y sus

,"g,rido."r, que la existencia de una capacidad, excedente y

de" mano de obra ociosa anula el postuiado básico de la

ciencia económica. La abundancia denotada por la economía

keynesiana es una abunclancia aparente, no real' El hecho

es qlue, aun en la profundidad de la depresión' se paga a

los t.atu;adcres un salario, y el capital gana intereses' EI

desernpleá involuntario keynesiano, lejos de ser una señal

del frácaso del principio de la escasez, debe explicarse como

una característica aet sistema capitalista que en alguna

etapa tiende a crear en el mercado un grado de escasez de

capital mayor que el que justificaría la propensión al-ahorro

¿e los"individuos. Keynes señala un impasse que se d-esarro-

lla inevitablemente "n

,r.u economía capitalista cuando liega

a una etapa avanzada. Pero el impasse es una reflexión del

hecho de que los capitalistas tratan de mantener lo que

consideran un benefió;o ,tottttul, mientras que los trabaja-

dores demandan salarios mayores' Es un equilibrio a corto

plazo con subempleo, aunque, puede persistir en ausencia

i" .r' estímulo "*óg"tro.

El desempleo involuntario keyne-

siano es, en efecto, rin ejemplo conspicuo de lo que describe

Pigou como una discrep"tt"iu entre el producto marginal

prlado neto y el producto marginal social neto' Se supone

q""" lequi l ibr ioc.onsubempleoesunasi tuaciónenlaque

6Véase, por ejemplo, P. Wiles, ,,Growth versus Choice',, EconomicJournal, t962, PP. 249'255.

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a

EL PROPÓSITO DE LA TEORÍA ECONÓMICA

no es rentable, por sí misma, una inversión adicional, con-

siderando el rendimiento "privado" neto esperado, aunque

si se toman en cuenta sus repercusiones secundarias sobre

diversas industrias de bienes de consumo -el llamado efecto

multiplicador-, la inversión será "socialmente" rentable.'

El desempleo involuntario keynesiano no sugiere en modo

alguno una falla del postulado de la escasez; se debe, por

otra parte, a uno de esos accidentes del sistema capitalistaque separa el acto de la inversión del acto del ahorro. Si

las industrias de bienes de consumo pudiesen integrarse

con las de bienes de inversión bajo una supervisión general

-en otras palabras, si la economÍa estuviese organizadapara permitir la inclusión, rlentro de la tasa de rendimiento

de una dosis de inversión, los efectos multiplicádores co'

rrespondientes-, el hecho de la escasez aparecerfa expllci

tamente.Tampoco es cierto que la teoría del crccimiento se olvide

de la élección. Esta es parte fundamental de tal teoría. El

interrogante mismo de que debiéra"mos tener o no un cre-

cimiento es en sí mismo un tema de elección. Los economis-tas suponen que cierto crecimiento es inevitable y también

necesario, por lo menos mientras se mantenga el aumentode la poblaclón. Pero cuánto deberá crecer una economía y

cuál puede ser el límite del crecimiento son interrogantescuya respuesta exige que utilicemos un enfoque como el

t¡frerido por la teoría tradicional de los precios. ¿No es

acaso el crecimiento un problema de asignación de recursosescasos entre la capacidad total en diferentes momentos? ¿Yno es tal asignación una función de la relación existenteentre la producción corriente y la futura? Correctamenteentendido, el crecimiento es esencialmerrte una extensióndel probiema de la asignación que incluye el tiempo.

A partir de la Teoría general de Keynes los economistashan distinguido de ordinario entre microecorlomía y macro-economía. La primera suele considerarse en términos está-ticos y trata de establecer el efecto de las preferencias in-

dividuales sobre los precios en relación con los bienes. Encambio, la macroeconomía introduce el elemento dinámicoen una economía y trata de establecer el efecto del ahorro

? Véase Das Gupta, "Keynesian Economics and UnderdevelopedCountries", Planning and Economic Growth, Londres, 19ó5, p' 31n.

EL PROPÓSITO DE LA TEORÍA ECONÓMICA

, y la inversión agregados sobre el crecimiento global de unaeconomía. Esta distinción es artificial; las unidades micro-económicas forman la macroeconomía, incluso como losmiembros individuales forman un cuerpo viviente. Si porejemplo Harrod, en su contribución precursora de la diná-mica económica, pasó por alto el aspecto microeconómicodel crecimiento, lo hizo porque asumió que las relaciones deprecios entre diferentes renglones de la producción corrien-te permanecían constantes durante el crecimiento.s En efec-to, Hanod adopta un modelo de un sclo bien, como lo hacentambi.én sus seguidores. Ahcra bien, incJuso en esto subsisteel problema de la asignación vertical de los recursos conreferencia a diferentes momentos, o sea el problema de es-coger entre un poco menos de bienes de consumo y un pocomás de bienes de inversión por una parte, y un poco másde bienes de consumo y un poco menos de bienes de inver-sién por la otra.

Al igual que bajo las condiciones keynesianas, en el pro-ceso del crecimiento hay un límite dentro del cual un aumen-to de la inversión no significa necesariamente el sacrificiodel consumo. Keynes considera condiciones especiales. E,s-tas se aplican al sistema capitalista en su etapa avanzada, enla cual el acei-vo del capital y los rendimientos esperadosde la inversión son tales que el gasto corriente en inversiónno basta para absorber el ahorro corriente que se asociar'íaal ingreso del empleo pleno. Así pues, la elección opera sinrestricción hasta que se alcance el empleo pleno. En el con-te>lto del crecimiento, considerado corno una secuencia enel tiempo, 1o complementario de la inversión y el consumoes, dentro de ciertos límites, una regla general. Durante unperiodo de construcción, la inversión corriente a la que serefiere la construcción debe estar acompañada de una re-ducción correspondiente del consunro; pero con una pers-pectiva a más largo plazo, a medida que se completa laconstrucción y se crea equipo de capital adicional, aumentanel consumo potencial y la inversión potencial. El crecimien-to tiene su propio impulso. Al referirse a la planeación del

a El procedimiento puede entenderse. En la estática olvidamos amenudo el efecto del ingreso y prestamos atención sólo al efectode sustitución; en la dinámica olvidamos el efecto de sustitución ynos concentramos en el efecto de inereso.

5I

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38 EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA

desarrollo en las economías subdesarrolladas, Joan Rcbin'son dice:

En efecto, en un plano de generalidad elevado no hay muchoque la teoría económica pueda decirle al planeador exceptoesto: no escuches a quienes dicen que quieres esto en lugarde lo otro: agricultura, no industria; exportación, no produc-ción para el mercado interno; industria ligera, no pesada.Siempre quieres las dos cosas.e

Es cierto, queremos las dos cosas. Pero la cuestión es ésta:

¿cuánto de cada cosa y a qué costo en térrninos de la alter-nativa? El principio de la escasez y la elccción se afirmatambién aquí cuando consideramos el límite hasta el cualpuede permitirse la inversión sin reducción del consumo.

La cuestión es enorrnemente importante en el contextodel desarrollo planeado de una economía subdesarrollada.En el periodo inicial de la inversión para el desarrollo, cuan-do el equipo de capital permanece constante y plenamenteernpleado, es evidente que la necesidad de la inversión de-berá satisfacerse con una reducción del consumo; hay nece-sidad- de cierta austeridad por parte de quienes tienen unexcedente por encima del mínimo de subsistencia. Sin em-bargo, en virtud de que aparecen nuevos bienes de capitaly técnicas mejoradas, sin duda surge la posibilidad de incre-mentar tanto eI corsumo como la inversión. Y este procesopuede continuar cuando cada paso del proceso va acompa-ñado de una creación de posibilidades de más empleo, másconsumo y más inversión. Siir embargo. como ha demostra-do la experiencia de la India durante los dos últimos de-cenios de desarrollo económico planeado, es peligroso quetales economías excedan el límite fijado por la escasez; lainversión desordenada puede resultar ncciva para el creci-miento. La planeación de la India es un ejemplo conspicuode la manera en que los intentos ,.le superaclón del princi-pio de la escasez pueden provocar problemas para una eco-nomía. La inversión "planeada" en la economía durante losúltimos 20 o 25 años ha provocado una capacidad exceden-te, la inflación y el desempleo, mientras que la tasa de cre-cimiento económico no ha alcanzado las metas fijadas. Ni

sVéase su Ecanomic Philosophy, Londres, 1962, p. 123.

EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA 39

el propio país de Keynes se ha comportado mejor. Los even-

tos de la posguerra demuestr',n que los administradoreseconómicos de Inglaterra aprendieron demasiado bien la

lección keynesiana; la dificultad en que se encuentra ahora

el país debe explicarse en gran medida en términos de unapreocupación excesiva por la inversión como tal, con olvido

del aspecto de la asignación.'o

III

Cuando afronta alternativas accesibles en un mundo de es-

casez, el hombre hace una elección; el problema de la asig-

nación surge de ésta. El fisióIogo debe analizar lo que im-

pulsa al hombre a preferir una situación frente a otra. Quela elección sea o no la correcta es una cuestión ética. Por

otra parte, determinar quién debe decidir si la elección que

tomamos es correcta o no, como son las cosas, es un asuntopolítico. ¿Pero podrá el economista permanecer indiferente

ante los diversos aspectos de la elección? ¿Podrá permanecer

contento dentro de los límites de un sistema de relaciones

de bienes tal como surgen en el mercado, sin preocuparsepor conocer las condiciones bajo las cuales evoluciona cierta

situación del mercado? ¿Escapa a su dominio la investiga-

ción de la calidad de las preferencias y las fuerzas socialesque influyen sobre ellas? La controversia sobre el campo

toVécse John Hicks, The Ctisis in Keynesian Economics, Deihi,1974, cap. rrt, especialrnente pp.84-85. Ya F. A. Hayek había prevenidoo-ue la p.eocupalión excesiva por una política keynesiana de- empleopleno acorto plazo podría crear problemas a largo plazo- Véase The-Pure

Theory óf Capital, Londres, 1941, cap. xxvrr, pp' 371376. "Yohabría pensado;', dice Haycll, "que el abandono de la distinción claraentre los 'bienes libremerrte reproductivos' ¡z los bienes de escasezabsoluta, y su sustitución por el concepto de los grados variablesde la escásez (de acuerdo con los costos de reproducción crecien-tes) era uno de los grandes avances de la economía rnoderna. PeroMr. Keynes desea evidentemente que regresemos al antiguo modode pensamiento" (ibid., p. 374n). Este concepto de los "grados varia'blei de la escasez" es el que parece tener en mente Hicks cuandoconsidera la experiencia b;itánica de la inflación salarial y el desem-pleo en los años setenta. De todos modos, convendrá contlnuar estainvestigación. La Pure Theory de Hayek no ha recibido de los eco-nomistas la atención que merece. Si se considera la fecha de supublicación, no es difícil saber la razón.

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- ratiry

.IO EL PROPÓSITO DE LA TEORÍA ECONÓMICA

de la teoría económica se centra en las respuestas a interro-gantes como éstos. La controversia parece un poco irreal. Enefecto, las respuestas dependen de la "pureza" que deseemospara nuestra teoría económica. Las discusiones que van másallá de las meras relaciones entre ios bienes llevan al eco-nomista a interrogantes que lo sitúan en el límite de suespecialidad y cuya solución lo obliga a utilizar los hallazgosde otras disciplinas."

Si Robbins defiende la separación y pide que la teoríaeconómica perrnanezca dentro de los iímites estrechos delas relacioncs entre los bienes, lo hace sln duda porque estáansioso de recordar a sus colegas que, siempre que se salgande los límites de su competencia técnica especial, deberánhacerlo conscientemente. Este es un consejo de peifección,y los criticos tienen razón cuando sostienen que, si se sigueeste consejo estrictarnente, la teoría económica se conver-tirá en un campo de investigación muy pequeño, privadode significación en cualquier opinión importante. Está bienque el conductista sostenga que los precios son resultadodel comportamiento de los consumidores, tal como se reve-ia en el mercado, y qlte la asignación sigue a los precios asíformados. En efecto, podemos construir una estructura deteoría económica para mostrar por qué suben o bajan losprecios de bienes individuales, cómo se relacionan los pre-cios de los factores con los de los bienes, cuál es el efectode los cambios en ia condición de la demanda y la ofertasobre los precios y sobre la asignación de los recursos, etc.En este sentido, se sunone que la teoría es una hipótesisexplicativa. Sin embargo, incluso dentro de este campo res-tringido de la investigación, el econornista debe confesarque sus respuestas no son definitivas y firmes. Una de lasparadojas de la teoria económica es el hecho de que, mien-tras que los resultados más interesantes desde el punto devista de la teoría pura -la determinación delii,equilibrio, laestabilidad, etc.- derivan del modelo competitivo, las con-diciones postuladas por el modelo no son sólo poco realis-tas, sino que conllevan cierta contradicción en sí mismas: la

\rVéase un ejemplo de la forma en que el economista puede ab-sorber los hallazgos de otras disciplinas en su técnica de análisis, enTibor Scitovsky, The Joyles Economy, Nueva York, 197ó, especial-mente el cap. 7. [Versión en castellano del rcn, 198ó.]

EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA 4I

propia competencia libre conduce inevitablemente al mo-nopolio.l '

En lo tocante a la asignación en el transcurso del tiempo,el problema se vuelve mucho más complicaclo. La asignaciónestática se refiere a los miembros de la generación actual,cuyas preferencias pueden observarse en el mercado. La asig-nación en el transcurso del tiempo involucra también a lasgeneraciones futuras; los intercambios se establecen entrela generación presente y las futuras, y estas últimas noestán allí para indicar sus preferencias. Además, no sabemosgué cambios tecnológicos puedan ocurrir en los diferentesmornentos en el campo de la producción. El futuro es in-cierto, no sólo en cuanto a "gustos", sino también en lotocante a los "obstáculos". No es extraño que las inversionesen una economía capitalista estén sujetas a diversas vicisi-tudes.

¿Pero no podremos trascender las instituciones y consi-derar las relaciorres entre los bienes, tal como debieran ser,si se quiere que la economía obtenga la máxima eficienciade satisfacción de los recursos escasos? "¿Cuál es el mejoruso de los recursos escasos?" es un interrogante que se havuelto importante desde que ciertas economías han cambia-do de un sistema de libre empresa a uno de planeacióneccnómica centralmente coordinada. Es posible, como su-gieren ciei:tos trabajos recientes, que se establezcan condi-ciones en las que alcance su máximo nivel la eficiencia dela asignación. Utilizamos los precios de "sombra" de losrecursos para indicar estas condiciones" También aquí sehace importante el principio de la escasez; los precios desombra se elaboran de acuerdo con el grado de escasezde los recursos. Se supone que la condición de máxima efi-ciencia de asignación asegura que los rendimientos margi-nales de una unidad de recursos (debidamente descontadosporque son rendimientos esperados) sean los mismos en to-das las líneas de producción y, además, que todos losrecursos disponibles estén plenamente empleados. Se supo-ne que estas condiciones existen en un mundo de competen-cia perfecta. Si el modelo competitivo, usado en los librosde texto de economía, no ayuda a explicar la realidad, sí

t2Véase,.por_ejemplo, Frank Knight, Risk, Uncertainty and profit,reproducción de la escuela de Londres, 1933, pp. 190-193.

r l

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42 EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA

ofrece directrices para la planeación de la producción en

una economía controlada' El modelo está libre de las ins-

tituciones, en el sentido de que es una construcción hipo-

tética cuyas implicaciones se elaboran independientemente

de lo que esté ocurriendo en la realidad. Desde el punto

de vista de su calidad lógica, está en el mismo nivel que

el método de programación recientemente descubierto'

IV

La afirmación de Joan Robinson en el sentido de que debe-

mos juzgar el progreso económico por el "contenido de la

producción" y ,ro por el pNu estadístico, nos parece justi-

ficada. Para que el economista realice su trabajo correcta-

mente, tendrá que analizar las fuerzas -nacionales ,e inter-

nacionales- responsables de la loca cari'era en la producción

cie armamentos de todo el mundo, y la sustitución de bienes

de consumo masivo cuya oferta es escasa todavía desde el

punto de vista de las necesidades generales de la población'

Para esto no tiene que desechar su sistema de pensamiento, o

sea la teoría derivada de Ia escasez y las preferencias. En

efecto, el hecho de que debamos sacrificar los bienes de

consumo masivo para que haya aumentos en la economía

sólo confirma que la elección y las preferencias deben fun-

cionar en el marco de la escasez.Tampoco deberá culparse a la teoria económica por habcr

olvidado los elernentos negativcs del producto nacional, ta-

les como la contaminación. El "bienestar nacional neto", de

Paul Samuelson, no es un concepto nuevo; es ian viejo como

la Economics of We|fare de Pigou. Si al ilustrar estos ele-

mentos se limitó Pigou a consideraciones simples como el

humo de ias chimeneas, ello ocurrió porque fas posibilida-

des de la contaminación aérea causada pol lüs aviones su-persónicos eran desconocidas en su tiernpo. El ec'-rncmistaestá cons,;iente de la existerrcia de elerrentos negzrtivos en

el pNs estadístico, indepenclientemente de la depreciación-Pero está consciente también de que existe un problemapara la evaluación de estos elementos negativos, aigo que

es difícil, si no es que imposible, en algunos casos. Talcomo están constituidos los mercados en la actualidad, las

EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA 43

preferencias positivas de los consumidores se registran entérminos de los precios ofrecidos; las preferencias negati-vas no se registran. Así pues, el problema consiste en Iaelaboración de procedimientos para la manifestación de laspreferencias negativas.

Esto me lleva a mi interrogante final: ¿qué tan sagradasson las preferencias individuales, tal como se revelan en elmercado? La respuesta depende esencialmente del lugarque ocupe el individuo en relación con la sociedad -es de-cir', de la medida en que el individuo sea libre para realizarsu elección. La teoría económica que se ha desarrollado al-rededor del concepto de la escasez parece olvidar esta cru-cial cuestión humana; al subrayar las propiedades técnicasde las relaciones existentes entre los bienes, esta teoría tiendea olvidar Ia relación existente entre un hombre y otro, que

se encuentra inscrita en la estructura de la producción. Enlos viejos días de la economía clásica, esta última relaciónocupaba el lugar central de la teoría económica; en el sis-tema de Ricardo, la distribución del ingreso entre las clasesera el principal foco de atención, y Carlos Marx hizo de ladomi.nación clasista en la sociedad la base de su análisis dela dinámica económica. Desde el advenimiento del margi-nalismo, la teoría económica se ha alejado de esta cuestiónpor completo. Al tomar como cladas la elección y las pr:efe-

rencias, esta teoría les asigna también un carácter sagrado.É,ste es un procedimiento errado porque olvida el hechofundamental de que las relaciones clasj.stas discriminatorias,tal como existen en nuestra sociedad, distorsionan las pre-

ferencias. Si el "contenido de la p;oducción" es como es, sila producción de armamentos, cuyo propósito final es des-tructivo, tiene prioridad (no sólo en los países capitalistas,a los que se refiere específicamente Joan Robinson, sinotambién en los países llamados socialistas) respecto de laproducción de bienes de colrsumo para aliviar la pobreza, sedebe a que la elección errtre alrernativas no la realiza lagente en general sino un puñado de tomadores de decisio-nes, ya sean capitalistas o dirigentes del partido.

Las fallas de la teoría económica no derivan de su acep-tación del principio de la escasez y las preferencias, ni delhecho de que tome al mercado como un instrumento parala expresión de las preferencias de los sujetos económicos,

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44 EL PROPÓSITO DE LA TEORfA ECONÓMICA

sino de que no presta suficiente atención a las vicisitudesinstitucionales que distorsionan las preferencias y pervier-ten las decisiones. El error de Robbins no es su definiciónde la ciencia económica, sino el hecho de que obtiene de-ducciones de premisas falsas. Robbins alaba la economíade mercado, pero no averigua cuáles son las fuerzas queforjan éste en el tipo de economía que contempla. Su defensade la empresa capitalista surge de una concepción falsa delas impiicaciones de la teoría económica. Sus críticos seña-lan con razón estas deficiencias. Pero se equivocan tambiénsi creen que ellos saben cuáles son las prefercncias buenasy cuáles las malas. No sólo son injustificadas tales preten-siones, sino que ade¡nás pueden ser peligrosas; estas pre-tensiones son las que contienen las semillas de la "dicta-dura". Sería demasiado pretencioso para cualquiera -asísea un científico económico- asignarse a sí mismo el dere-cho a escoger el "contenido de la producción" para la gente.Tales decisiones deben corresponder en última instancia ala gente. La tarea dcl economista no consiste en decir a losindividuos cuáles son las elecciones correctas, sino en ex-plorar las posibilidades de crear un ambiente en el cualpuedarr resultar correctas las elecciones realizadas por lospropios individuos.

III. LA COMPETENCIA PERFECTA YLA TEORÍA ECONÓMICA *

Er, supursTo de la competencia perfecta en la teoría econó-mica ha sido objeto de grandes críticas. por el hecho de queno podía incluir el fenómeno bien observado de los rendi-mientos crecientes ni el surgimiento de las empresas gi-gantescas en los países capitalistas de Occidente, se ha ob-servado en ciertos círculos la tendencia a repudiar la teoríaeconómica como tal, en la medicla en que utiliza el supuestode la competencia perfecta. En una críticu de la teoría eco-nómica, Joan Robinson lamenta que:

En la microteorfa ortodoxa, habiendo puesto a dorrnir a Key-nes, la competencia perfecta y las empresas óptimas regre-san, y todos los problemas del nuevo Estado inCustrial salendel tema. En este momento preciso, cuando las grandes con-centraciones del poder en las corporaciones multinacionalesestán terminando ccn la época de la política nacional delempleo, los libros de texto se ilustran iodavía con curvas enforma de U que muestran la limitación del tamaño de lasempresas en un mercado perfectamente competitivo.l

En forma similar, Nicholas Kaldor descarta la teoría eco-nómica prevaleciente, basada en el equil ibrio competit ivo,por ser algo completamente "irrelevante como sistema depensamiento". Kaldor afirma que la l iamada economía delequilibrio es inadecuada para tratar el irnpulso principaldel cambio económico --el fenómeno de los rendimientoscrecientes.' Así pues, la insatisfacción con la teoría econó-

-_ * Este ensayo fue preparado para u¡r volur¡ren que se pensaba rea-

lizar en honor de B. N. Gansuli._

r Joan Robinson, "The Secoñd Crisis in Economic Theory", SelectedEconomíc Writings, Bombay, 1974, p. 241.

2Nicholas Kaldor, "Irrelevance of Equilibriurn Economics", Eco-nom.ic Journal, diciembre de 1972, pp. lZlZ-tZS5. Es interesante ad-vertir que Kaldor conserva su fe en el concepto del equilibrio (sinduda competitivo) mientras ocurra en la economía keynesiana o enla tecría de la balanza de pagos. Su ataque se dirige especialmentecontra el "equilibrio económico general" valrasiano, como si el con-cepto del equilibrio como tal cambiara su naturaleza conforme pasade una forma micro a una macro.

45

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46 LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMICA

mica ya no se confina al "mundo subterráneo" de la herejía

reconócida, sino que ha penetrado en la profesión misma'

No examinaré todas las implicaciones de estas críticas' En

este ensayo trataré de aclarar el lugar que-h1 ocupado el

supuesto de la competencia perfecia en el desarrollo de

la leoría económica de tiempo en tiempo' Espero demostrar

que el modelo competitivo es importante en Ia teoría eco'

,ró*i"u como herramienta de análisis, más que como un

recurso explicativo.

I I

El supuestc de la competencia perfecta no es nuevo en la

teoría económica. No figrr.a s¿ü en el sistema v'alrasiano

--o más generalmente, en el sistema marginalista- sino

también, á términos arnplios, en la economía política clá-

sica. El concepto de "precio natural" de Adam Smith se

basa claramente "r,

et'supuesto de la libre competencia'

Smith establece una distinción entre el "precio del merca-

do" y el "precio natural". Los precios del mercado son

cuprilhosos y están influidos por circunstancias accidenta-

les. Son altoi o bajos conforme el número de bienes deman-

dados a su precic de costo -"1¿ demanda real"- sea mayor

o menor que la cantidad ofrecida en el mercado' Sin e¡n-

bargo, siempre que el precio del mercado de un bien se

des¡ía de su precio natural, surgen ciertas fuerzas que lo

hacen regresar a su nivel natural; el precio del mercado

del bien reacciona sobre los elementos de su costo de pro-

ducción -la renta, los salarios y los beneficios- y según

que aumenten o disrninuyan, se iransferirán recursos a fa-

voroencontradelaindustr iaproductoradelbien.Lasfuerzas que realizan este ajuste, dice Smith, son las de la

competencia que operan por medio del tnercqdo' En efecto'

a" ,rrpo,t" qrr" lu "mano invisible" de Adarn Sinith es la pre-

cursora del concepto moderno de la competencia perfecta'

No hay duda de que Ricarcl o rechazó la teoría del valor de

Smith, basada en el costo de producción, así como su me-

dida del control de la mano de obra. Pero su misma teoría

del valor-trabajo se basa en el supuesto de la libre compe-

tencia; se supone que los precios relativos de los bienes

corresponden a los costos relativos de la mano de obra' es

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMTCA 47

decir, que son precios "naturales". La igualdad de la tasade beneficio en diferentes industrias es un postulado básicopara la economía ricardiana; si esta igualdad contradice lateoría del valor-trabajo debido a la falta de uniformidadde las relaciones capital-mano de obra en diferentes lí-neas de producción, como puede ocurrir, en opinión de Ricardo esta última es la que deberá rechazarse.

Los economistas clásicos escribieron en una época en queprevalecía, en efecto, un alto graCo de competencia en laeconomía en que vivían f, e¡ las áreas en las cuales noocurría tal cosa, tales como el comercio exterior, los pri-

vilegios moiropólicos eran producto de la intervención es-

tatal. En el ca-mpo de la distribución se veía frustrada tam-bién la competencia porque, a pesar de las leyes contralas uniones, los empresarios solían violar tales medidas me-diante entendimientos celebrados tácitamente entre ellospara mantener bajos los salarios. "No tenemos", dice AdamSmith, "leyes del parlamento contra la colusión para reducirel precio del trabajo; en cambiq, hay muchas leyes que im-piden la colusión para elevar tal precio". Y sostiene que

si se retirara el apoyo estatai a los monopolios y se resta-bleciera !a competencia, se minimizaria el conflicto entre

empresarios y trabajadores: ia competencia entre los "ac-

cionistas" tendería a. reducir los ben:ficios. Ad-emás, l.la.r'

cierto elemento dinámicr: en el concepto clásico de la corn-petencia; la "meno invisible" de Adam Smith no conducesólo a la mejor asignación de los recursos, s ino que tambiénest imula la acur¡ulación y la innovación. Así pues, los eco-

nomistas clásicos defienden la libre empresa y el librc co-mercio no sólo por razones de la eficienci¿r en Ia asigna-

ción, sino también -y sobre todo- por razones que podrían

llamarse de "eficiencia tecnológica"''

¿Dónde se encuentra Marx? No hay duda de que el sis-

tema de Marx se construye sobre cimientos clásicos. La

igualdad de la tasa de beneficio entre las industrias es uua

3 La distinción es importaitte en la teoría económica. La eficienciade la asignación supone dada y constante la calidad intrinseca delos factorés. La eficiencia tecnológica permite el mejoramiento de laeficiencia intrÍnseca en la unidad física de un factor. La primera esun concepto estático, mieniras que la última es un concepto dinámico asociado a las innovaciones.

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48 LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMICA

hipótesis crucial en el sistema de Marx, como también en

el ricardiano; es bien sabido que esta hipótesis crea un

problema para ambos sistemas en el contexto de su teoría

áel valor. Sin embargo, Marx usa el modelo competitivo

capitalista como punto de referencia, a fin de demostrar

cómo surge un excedente de explotación incluso dentro

de este marco, y cómo la propia institución de la propiedad

privada es un obstáculo para la libre competencia. En virtud

á" qu" una de las partes de la negociación es propietario

y la otra no lo es, la competencia puede prevalecer entre

los propietarios, como lo hace entre los trabajadores, pero

subsiste una barrera entre los propietarios por una parte

y los trabajadores por la otra; la competencia está ausente

entre una clase y la ott'a.En este punto, sin embargo, la diferencia entre Marx y

los economistas clásicos es de forma más que de sustancia.

Ambos reconocen la ausencia de fungibilidad entre trabaja-

dores y propietarios. Ambos admiten también el surgimiento

de un eicedente incluso bajo condiciones competitivas, dis-

frutado por los propietarios y sin acceso para los trabaja-

dores. Pero mientras que Marx considera el excedente como

una categoría homcgénea, los economistas clásicos lo divi-

den en rentas y beneficics.Pero ,lv{arx difiere sustanciaknente de los economistas clá-

sicos en su descr¡brimiento de que las conCiciones compeli-

tivas no son estables, que hay en el sistema de libre empresa

una tendencia inevitable hacia la colusión de los capitalistaspara formar monopolios. Así pues, Marx toma el modelo

competitivo sólo corno un punto de referencia para la con-

templación de la dinámica de la relación mano de obra-ca-pital. En cambio, los economistas clásicos piensan que ei

rnodeio competitivo puede sostenersc en la práctica. Ei he-

cho de que la institución de la propiedad privada sea en sí

misma un obstáculo para la competencia e4tre las clases

no perturba a los economistas clásicos. En bl sistema de

Marx este obstáculo es crucial. Pero ésa es otra cuestión; lo

importante aquí es que el modelo competitivo, tal cornoaparece en Marx o en la economía política clásica, es esen-cialmente una abstracción.

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORÍA ECONÓMICA 49

III

El sistema marginalista, que siguió a la economía políticaclásica, se asocia también con la institución del capitalis-mo. Pero mientras que el supuesto de la competencia per-fecta es sólo implícito en el sistema clásico, asume unaforma explÍcita y rigurosa en el marginalista. Walras, porejemplo, define un sistema perfectamente competitivo comoaquél en el cual el "beneficio" es cero; esto implica que elmodelo incluye no sólo la divisibilidad y movilidad perfec-tas, sino también el conocimiento perfecto.a Y J. B. Clark,uno de los más prominentes entre los marginalistas de lasegunda generación, demuestra que en un estado de compe-tencia perfecta no importa si el agente productivo es unfactor contratado o uno contratante. Como se recordará,Clark adopta un hábil instrumento diagramático para larepresentación de las ganancias del capital y el trabajo alter-nativamente en términos de un área triangular y un árearectangular -Lrna de las cuales representa los salarios (oel interés) como exceciente, mientras que la otra hace lomismo como un producto obtenido mediante la multiplica-ción del prefacio por la cantidad. Luego demuestra que estasrepresentaciones alternativas coinciden en las condicionesde la "competencia perfectamente libre", en las cuales elfactor contrat¿iCc podrÍa, por decirlo así, convertirse en unocontratante si así lo desear:a.' De igual rnanera, Wicksteed"prueba", con la ayuda del teorema de Euler, qur: bajo lascondiciones de la cornpetencia perfecta se paga a los factoresde la producción de acuei'do con su respectiva productividadmarginal y que la suma de los precios de los factores agotael uroducto total, de modo que no queda ningún excedente.

Es obvia la afrenta de esta demostración "neoclásica" parala teoría clásica del conflicto de clases ---€n particularpara la teoría marxiana de la explotación que la siguió. Los

a "Así pues, en un estado de equilibrio en la producción, los ern-presarios no obtienen ningún beneficio ni pierden. No se ganan lavida como empresarios, sino como terratenientes, trabajadoies o ca-pitalistas, en su propio negocio o en un negocio ajéno." Walras,Elements of Pure Economics, trad. inglesa de William Jaffe, Lon-dres, 1954, p. 225.

sVéase J. B. Clark, The Distribution of Income, Nueva york, 1927,cap. XII I .

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50 I.A COMPETENCIA PE,RFECTA Y LA TEORfA ECONÓMICA

economistas clásicos reconocen el sistema capitalista como

en realidad es -un sistema en el cual los capitalistas

como clase scn los empleadores y los trabajadores como

clase son los empleados, y en el que la movilidad entre am-

bas clases está restringida; después de todo, la cornpeten-cia "perfecta" en la economía clásica o en Marx no es tanperfecta. En cambio, los neoclásicos olvidan esta esenciadel capitalismo y colocan en el misrno nivel al capital y ala mano cle obra; así descartan el elemento de fricción que

es crucial en la economía: la propiedad. Clark es muy ex-plícito sobre este punto; toda su concepción de la teoríade la Cistribución tra.ta de legitimar el derecho de 1:ropie-dad que descansa "en el dereciro cle uri ¡:rcciuctcrr sobre iclque cl'ea". Dice Clark:

Si se paga a cada función productiva de acuerdo con la can-tidad de su producto, ca,da hombre obtendrá lo quc produce.Si trabaja, obtiene lo que cl:ea con su trabajo; si tanibiénaporta capital, obl-iene io que produce su capiral; si a.demáspresta el servicio de cocrdinar la mano de obra y el capiral,obtiene el producto que puede irnputarse separadameilte aesa función... Si recibe todo lo que crea mediante cualquierade esas tres frrnciones, recibirá lo gue le corresponde.s

Se olvida pr ' r completo ei lecho rJe que la propieclad, y en

consecuencia el poder dr einpiear rnano de cbra, es un inci-

dente histór ico -un iegado dei pasadc.Desde luego esto es un truco -un truco al que hat-.l su-

cumbido algunos neoclásiccs poster iores' Robbins y Hayek,por ejer,rplo, en si; cruzada eti contra de una econcmiaplaneada de mediacios de los treintas, ut i l izarcn el equi i i -brio competitivo nr¡ sólo como instrumento metodológiccl,sino también como argurnento en apcyo de un sistema dc

libre empresa. Si hay libre compelencia entre consurnidoresy productcres, si liay movilidad de recursob de una líneade producción a otra, y si la inversión es libre también,apoyada por un ;nerc¡clo de valores bien organizado, dadoque los sujetos económicos tienden a maximizar el bene-ficio con costos dados la economía se ve favorecida bajoun sistema de l ibre empresa. Los recursos escasos, con los

6 lbid., p. 7.

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORfA ECONÓMICA 5I

que debe tratar la economía, se asignan eficientemente bajoel sistema y los consumidores obtiüen Ia satisfacción máxi_ma de sus medios limitados cuando tienen libertaá paraexpresar sus preferencias y para escoger entre arternativasdisponibles. Así se desenvuelven sus argumentos: su concru-sión está oculta en sus premisas. El hecho de que er Á¿lirisdel equilibrio competitivo ocupe el lugar de ionor-'"n ro,libros de texto, en los cuales rro ," muestran suficientementesus limitaciones como instrumento expricatiuo, po, fálta a"precaución o por inclinación políticá, ha sidó un factorde perpetuación del mito de que la teorÍa

".orrJ*i"u ",una apología del sistema capitalista. persiste la confusiónentre una estructura rógica y un medio de interpretación, yel estudiante incauto cae fácilmente en ra trampa. iu. ..r.-vas de indiferencia c-onvexas en la producción y

"l .orrr..*o,

las líneas rectas de los precios, los rendimientcs constantesa escala, y todos los ejercicios que terminan en teoremasde Ia consistencia y la estabiridad de un sistema eco'ómico,aparecen como si explicaran los hechos tal como son, y porende son útiles para las prescripciones de ra política'".o.ro-mica.

No hay duda de que nuestra filosofía social correspondea menudo a nuestro "enfoque" de ros estudios sociares. Tam-poco la hay de que algunos economistas clásicos, al aceptarel mercado como una representación de las preferenlias deconsumidores y empresas individuales, han optado por con_vertir el modelo competitivo en un escudo déf"rr.o. del sis-tema capitalista. por supuesto, este procedimiento no estájustificado. Pero tampoco se justifi ia que desecrremos elmodelo- sélo porque hay un riesgo de ablso, y con ti-gru,parte de la teoría econó'rica, ¿Acaso repudiáría un físicola primera ley del movi"rrriento áe Newton, sólo porque unestudiante incauto se basara en ella para sostener que unapelota, a la que se diera un impulso inicial, rodaría indefi-nidamente a Ia misma velocidad?

No podr'ía afirmarse qu,e los economistas acostumbradosa trabajar con la competencia perfecta como modelo sean,como clase, inconscientes de la irrearidad de s' modero.¿No fue acaso Frank Knight, uno de los marginalirta, _o-dernos más consisrentes, quien percibió ,r.ru 'i"o.rt.uái".io'hegeliana en la idea de la compétencia teóricament" f"rr".-

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52LACOMPETENCIAPERFECTAYLATEORIAEcoNÓMIcA

ta,,, o sea que la libre competencia conduce inevitablemen-

i" i *o"opolio pot sí sola?' Y sin embargo, es un mercado

perfectamente competitivo en su formf extrema el que ana-

iiza Knight como introclucción a su teoría de la incertidum'

b." y el"beneficio. La formulación básica de Frank Knight

es lá de un mercado perfectamente competitivo, aunque

sepa, tan bien como cualquiera, que se trata de un construc-

to imaginario que no debe usarse, sin modificaciones drás'

ticas, en las prescripciones de la política económica'

Atrás han quedado los días de la economía política clá-

sica, cuando podía consicierarse Ia competencia perfecta

como ,rru ap.ó*imación a 1a realidad, dada la libertaci de

empresa. Ahora, cuando incluso el mercad-o- {*l -Ppscado o

el del trigo (el ejemplo que ofrece lvlarshall de la negocia-

ción comletitiva ell un mercado diario) están controlados

por grupos monopólicos, resulta imposible- que un econo-

mista que no tenga los ojos cerrados deje de reconocer que

el modelo de la competencia perfecta no lo ayuda a inter-

pretar la realidad. Pero si continúa usando esta herramienta

debe haber una razón para ello, y ésta no puede ser siempre

política. Es seguramente incc¡rrecta la creencia de que los

economistas en conjunto son ignorantes o políticamente par-

ciales, que su construcción cie una economía competrtiva

tiene una conexión necesaria con la defensa de cierta ideo-

logía política. N{ás bien debiéramos investigar por qué, a

p"iu. de su ester i l idad ap:rente, el modelo competi t ivo si-

gue manteniéndose en la teoría económica'

IV

Esto me lieva a mi pregunta principal: ¿Por qué, si la com-

petencia perfecta es sólo un supuesto imaginario, como sin

duda lo ás, la ha utilizado tanto, durante tanto tiempo, la

teoría económica tradicional?

? "No es poco razonable suponer", -observa Knight, "incluso que'en ausencia de una interferencia social organizada, las. condicionesi" up."*i*urían al resultado pronosticado por los socialistas- marxis-iur,'"f monopolio universal, b por lo menos prevaleciente hasta elounto dc involucrar el derrumbe completo del sistema de organiza-

iiOn .o-p"tit iva." Knight, Risk, [Jncerta,inty and Profit, reproduc-

ción de Iá Escuela de Londres, 1933, p. 190.

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORfA ECONÓMICA 53

Parece claro que muchos teóricos económicos, en particu-lar los de la escuela matemática, colocan el rigor por encimadel realismo cuando se trata de escoger entre ambos. Perodebemos recordar que esto no ocurría con Cournot, el fun-dador de la economía matemática, quien estableció por pri-mera vez las implicaciones precisas de un mercado perfec-tamente competitivo.8 Cournot vivió casi durante la épocade los clásicos, cuyo propósito principal era la construc-ción de teorías no sólo para explicar la realidad sino tambiénpara moldear la política económica. El ejercicio de Cournoten este campo tenía un propósito limitado; el análisis delefecto de un impuesto específico sobre el precio del biengravado. Y para este propósito encontró útil la hipótesis dela cornpetencia perfecta, porque podía decir que esia con-dición limitante se aplicaba muy bien en términos generales,como también podían hacerlo los economistas clásicos, sise considera su época y su ambiente.e Sin embargo, Cournotseñaló de inmediato que habla algunos casos en los que laproducción podía estar scmetida a costos decrecientes y enlos cuales había una tendencia inevitable hacia la monopo-lización.'o

Fue Walras, no Cournot, quien alejó la teoría económicadel realismo para que sus proposiciones pudieran probarserigurosamente. Y el sistema valrasiano del equilibrio generales el que han tomado como adorno los economistas rnate-máticos modernos, quienes ahora poseen herramientas ana-líticas más afiladas. Una economía perfectamente conpeti-tiva en la que operan libremente las fuerzas de la demanday la oferta de m bienes y n factores, unos actuando sobrelos otros para conducir a un posible equilibrio, crea paraestos economistas la imagen de una interacción similar a

s Cournot ciefine así la competencia perfecta (o la "competenciailimitada", según su pri;pia expresión): "Los efectos de la compe-tencia han alcanzado su lÍmite cuando cada una de las produccionesparciales Dk es inapreciable, no con referencia a la producción totalD : F(p), sino también con referencia sólo a la derivada F'(p), demodo que la producción parcial Dk podría sustraerse de D sin unavariación apreciable del precio del bien". Cournot, Researches, trad,inglesa, Nueva York, 1929, p. 90.

e "Esta hipótesis (de la competencia ilimitada) se aplica, en laeconomía social, en una multitud de productos y, entre ellos, en losproductos más importantes." Ibid., p. 90.

ro lbid,, p. 91.

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54 LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORÍA ECONÓMICA

la de las fuerzas del universo físico, el tema de las cienciasmás antiguas. Estos economistas se preguntan si no podrándesarrollar un aparato científico para controiar las fuerzaseconómicas de acuerdo con los lineamientos seguidos porlos físicos para norrnar los fenómenos físicos. Seguramenteéste era el objetivo del análisis del equilibrio general deWalras, como debe ser también el desafío ante el que pare-cen reaccionar muchos de nuestros teóricos modernos. Heaquí un universo integrado por sujetos económicos que usanrecursos de varias clases, algunos naturales y otros artifi-ciales, para la producción de diversos bienes de consumo.Lcs recursos son escasos, de modo que los bienes estánlimitados también en número y fabricación. La tecnclogíase supone dada en una primera aproxir:ración. Así pues, liaypor lo menos tres elecciones a considerar: la combinaciónde bienes de consumo corriente de diversas clases,'la com-binación de bienes de capital corrientes de diversas dura-ciones, y la combinación de factores que se usarán en laproducción de cada uno de estos bienes. Dada la libertadde elección y dado cierto mecanismo, tal como un mercadoen el que puedan expresarse las diversas elecciones, ¿habráalguna posibilidad de que las fuerzas liberadas generen unsistema de relaciones rnut:amente consistentes y estables?¿F.s el equilibrio de estas relaciones una proposición viable?Estos son los interrogantes p.anteados por Walras, y alre-dedor de los cuales han elaborado los valrasianos la teoríaeconómica. I-a competencia perfecta es un supuesto conve-niente para esta clase de análisis.

Es un enfoque científico perfectamente legítimo. I-a for-mulación de una hipótesis y la investigación de sus posi-bilidades hasta su conclusiór: lógica debiera ser ya una for-ma reconocida de la actirrdad intelectu::1. Tal como laconocemos, la ciencia parte de rrna base que fgpresenta sinduda fenómenos "reales". Pero a medida que d,vanza, tiendea alejarse de estos fenómenos y a descansar má.s y más enla hipótesis. La abst''acción está en la esencia del análisiscientífico. No hay ninguna razón para que los economistasno utilicen este proceso. La competencia perfecta es unaabstracción pero ofrece un campo muy atractivo para elmatemático ansioso por resolver problemas de deterrnina-ción, estabilidad, etc. Es por ello que los economistas que

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORÍA ECONÓMICA 55

derivan su inspiración de Walras han prestado una atenciónespecial a los problemas de una economía plenamente des-centralizada, en la cual se supone que los sujetos económi-cos actúan en forma autónoma, libres de toda consideracióndel efecto de su comportamiento sobre los demás.'l

Pero esto no es todo; si lo fuera, la teoría económica seríaun mero juguete en las manos de un matemático hábil, pri-vada de todo prcpósito útil.

v

Figou clasifica las ciencias en las que "producen luz" y lasque "producen frutos". Es posible que esta clasificacion seaválida en términos muy generales. Pero resulia difícii saberen qué momento deja de producir frutos una investigación,si es que arroja alguna luz. Una investigación que a primeravista puede parecer un mero ejercicir: lógico, algo que elcientífico realiza "porque le divierte", puede afectar cues-tiones útiles de maneras inesperadas. Las proposiciones de-rivadas del supuesto de la competencia perfecta pareceránseguramente irrelevantes bajo las condiciones actuales; laseconornías capitalistas han perdido sus características ori-ginales y ya no pueden sostener el modelo compelitivo coüroun instrumento explicativo. Percl si los economistas moder-nos herederos de Walras sigr-ren usando el modelo compe-titivc, lcl hacen sobre rcdo con el objeto de tener una bascpara el estuciio de una eccnomía planeada. Desde que laplaneación fue aceptada como posible método para la or-gan\z'ación de una economía, ei interrogante dei econor¡istaya no es "lo que tiende a ser" el patrón de la asignaciónde recursos escasos, sino "lo que debe ser" tal patrón, dadosciertos objetivos específicos. Así se invierten las antiguasproposlciones valrasianas. La relación que deberá analizarsesigue siendo la misma: entre el petrón de la asignación poruna parte y el beneficio ascciado a tal patrón por la otra.

11 Hicks, en particular, es muy franco a este respecto. Reconoceque una adhesión estricta al supuesto de la competencia perfectagenera ciertas anomalías, pero defiende su consen'ación al alegarque "un abandono general del supuesto de ia competencia perfecta,una adopción universal del supuesto del monopolio, debe tener con-secuencias muy destructivas para la teoría económica". Véase suValue and Capital, Oxford, 1939, p. 83.

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tf *:i r-: - '

III

5ó LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORfA ECONÓMICA

Pero en lugar de preguntarse,'como lo hizo Walras, cuáles el beneficio de la competencia perfecta, los economistasmodernos se preguntan cuáles relaciones deben subsistir enuna economía para obtener el máximo beneficio. Las pro-posiciones valrasianas se ocupaban del primer interrogan-te, pero en forma incidental proveen una clave convenientepara dar respuesta al segundo. Las teorias modernas delóptimo, derivadas de Walras, son ejercicios que no preten-den interpretar la realidacl en absoluto; en efecto, no formanparte de la economÍa positiva. Su importancia se encuentraen eI contexto de una economía planead-a en ia cuai estándados los objetivos y el problema consiste en la elabora-ción de instrurnentos eficientes para su realización.

Hay una laguna en el modelo competitivo valiasiano: notoma en cuenta los rendirnientos crecientes. Pero es un errorafirmar, corno lo hace Kaldor, que los valrasianos inodernosno están conscientes de esta falla. Si la base sobre la queconstnryen supone rendimientos constantes a escala, su su-perestructtrra contiene elementos que reconocen la posibi-lidad de los rendimientos crecientes. Las teorías dei óptimono se refieren sólo a la asignación respecto de los bienescorrientes; tarnbién se refieren a la asignación en funciónlos bienes futuros y -lo que es más importante aquí- a lainvestigación. En una economía planeada, las condicionespropicias para los rendimientos crecientes -la acumulacióny las innovaciones- provienen de asignaciones apro¡.iiadaspara la formación de capitai y la investigación. Porque, des-pr.lés de todo, ¿qué es el rendimiento creciente sino un pro-ceso mediante el cual aumenta la eficiencia intrínseca de iaunidad física de un factor a medida que se usa rnás?

IIay todavía otros contextos en los que el supuesto dela competencia perfecta ha figurado como una herramientaimportante del análisis econórnico, aunque r¡o como un ins-trumento explicativo. Mencionaré aquí tres\, de estos con-textos.

Trataré en primer término a Alfred l\{arshall. Es bien sa-bido que Marshall aplicó el método de Cournot en su teoríadel valor. Como Cournot, Marshall adoptó el enfoque del"equilibrio parcial", es decir, el análisis de la condición dedemanda y oferta de una industria particular, con el su-puesto de que todo lo demás permanece constante. AI igual

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORÍA ECONÓMICA 57

que cournot, Marshall trató de aplicar el sistema de la de-manda y la oferta a demostrar la forma en que un impues_to (o un subsidio) a un bien particular afecta su preciocuando, como un caso especial, el mercado es perfecüme'_te competitivo: la elasticidad de la demanda y las leyesdel rendimiento son las herramientas típicas de Marshallpara este propósito. Pero Marshall fue aún más allá de esteejercicio introductorio. Al superponer el concepto de Dupuitdel excedente del consumidor a las proposiciones elaboradaspor é1, descubrió -y es de pensarse que ésta es la partecentral del sistema de Marshail- que un equilibrio compe-titivo supuestamente resultante del libre juego de las fuer-zas de la demanda y la oferta no es necesariamente una p'-sición de "máxima satisfacción". La demostración era undesafío para los llamados economistas ,,de la armonía,,, yab¡:ió una línea de avance que se conoce ahora como eco-nomía del bienestar. El análisis del costo-beneficio de pigou, que revela posibles discrepancias entre la rentabilidadprivada y la ganancia social, es sólo una extensión del con-cepto de Marshall. Ambos toman el equilibrio competitivocomo un punto d.e referencia para el análisis del bienesrareconómico, más bien que como un instrumento para la in-terpretación de la realidad. pigou encuentra al capitalismoclaramente deficiente desde ei punto de vista de ü asig'a-ción de recursos, y aconseja la propiedacl pública de las in-dustrias cuando la imperfección séa conspicua.'. por otraparte, si l\{arshali sigue defendiendo la libre ernpresa no lohace por su eficiencia de asignación, sino por su eficie¡rciatecnológica: el empresario de Marshail es un hombre dotadode "vigor y espíritu de innovación", y éstas son las cuali_dades que medran bajo la libertad, en opinión de Marshall.',Que el principio sea correcto o e'rado es otra cuestión quedepende dei ambiente en el que se proyecte. Lo que debemos

12Véase su Socialism versus- Capitalism, Londres, 1932, cap. rrr.- -'"

sf -advertirá que esto ilustia cierta afini¿a¿ ¿eÍ riit"*u ¿"Marshall con la economía clásica. En efecto, annque en lo tocantea la técnica de análisis Marshall pertenece a'la esóuela marginalista-la "sustitución" desempeña un papel fundamental en su tet*a delvalor y la distribución-, el tipo de interrogantes que se plantea enel curso de su análisis es muy similar al dJ Adam bmith v m"".¿".Por esta razón quizá sólo Marshall, entre los antiguos *uigi,,uiirtur,podria ser llamado un verdadero "neoclásico',.

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58 LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORfA ECONÓMICA

advertir es que el modelo competitivo puede usarse parafines distintos del elogio al capitalismo.

Por otra parte -y esta es mi segunda observació¡-, elanáiisis del equilibrio determinado qlre inició F. Y. Ed-geworth (de quien dijo Keynes que "trataba de establecerteoremas de interés intelectual y estético") y qt" todavíase usa en términos más refinados, no carece de implica-ciones para la política económica. Como se recordará, Ed-ger,r'orth introduce ei concepto de la determinación en elcontexto del mercado de inano de obra y descubre quela ccndición de clcterrrninación en un contrato entre partesnegociantes es una conclición cle competencia perfecta; en-tre menos perfecto sca Lrn rnercadcl, mayor serf' el gradode la indetr:rrninacióri. 1'o¡: lo tanto, es sólo bajo las condi-ciones de la competencia perfecta que la interferencia conuna tasa salal'ial deterrninada por el mercado podrá tenerun efecto nc,civo sobre el empleo; en la medicla en que elmercado sea imperfecto, J.a tasa salarial puede elevarse sitipeligro para el empieo, mientras permanezca en la llarnada"curva de contrato". "Si esta concepción es correcta", ob-serva Edgeworth, "pareciera que en la cuestión del sindica-lismo, como en. la dei fondo salarial predeterminado, lamente 'indisciplinada' del trabajador hubiese ido más direc-tarnente al ptr.nto que la :nteligencia económica tlesvictda port¿n. ntél.odo nialo, elrc- rrzola sin rnaternáticas sobre tem¿ismatem¿it icos". 'n ¿{,órno podría haber una just i f icación nle-jor para un anál is is nralcmát ico c le Ia condic ión del arrcglcde mercado bajo ia cotlpetencia perfecta?

Por último, recordaremos que la misma Joan Robinson,en su juventud, se esforzó en su Econotnics of Im.perfectCompetition por trazar en un diagrama una curva de costoen forma de U 5r una curva de demanda horizontal parademostrar que el puiito de tangencia entre qilas representael equilibrio de una empresa bajo Ia compeiencia perfecta.Desde entonces, los libros de texto de economía han con-servado esta demostración que Robinson rechaza ahora. Peroes claro sin duda, independientemente del mensaje quetrasmitan los libros de texto, que la autora de Econornics

taVéase Edgeworth, Mathematical Psychics, reproducción de la Es-cuela de Londres, 1939, p.45. Cursivas en el original.

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMICA 59

of Imperfect Competition no realizó el ejercicio por su im-portancia en sí mismo, sino para demostrar la forma enque el mercado rea! se desvía de las condiciones ,,supues_tas". Ahora bie', mientras que la competencia perfecta .o-otal puede descartarse como supuesto irreal, ei ejercicio quemuestra la natu¡'aleza de la desviación de éste no habrá dedescartarse del mismo modo. En efecto, no debe descar-tarse; porque esta desviación, indicada en las curvas rc¡bin-sonianas del ingreso medio y del ingreso marginal, es la queprovee una clave para la rnedición del poder monopólico. ysi rec'rdamos que el propio M. Kaleck-i usa el giado cleipoder monopólico como

'na de las variables principarcs

en su teoría de la distribución," debemos admitir, despuésde todo, que hay algo importante en el supuesto de la com-petencia perfecta. ¿Negará Joan Robinson, la crítica, ei cré_dito que merece Joan, la autora de la fórmula que condujoa la medición del poder monopólico?

si el modelo competitivo se ha convertido en el blanco clelos críticos de la teoría económica, ello no se debe sóio asu aplicación descuidada por parte de algunos de sus de-fensores, sino también a la re'uencia de rc¡s disiclentes naraapreciar los contextos en los quc podrÍa Llsa-r.se el modelocon eficacia. La situación se complica por la intrusión decreencias políticas en el debate. Aigunos consicleran sagra-das las operaciones del inercado, cuarquiera que sca er gradude su distorsión; otros creer qlre er análisii clel equiiibriogeneral cs un anatemíl , cualqrr ieia quc sca sir propósiro. e","es una situación poco saludabie que daña al progreso dc laciencia económica.

tsVéase M. Kalecki, Theory of Economic Dynamics, Londres, 19ó5,cap. 2.

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APENDICE: EL CONCEPTO DE EXCEDENTE

En ei concepto de excedente hay cierta ambigüedad que debeelucidarse porque influye sóbre la definición de competen-cia perfecta.

En la economía política clásica el excedente interviene enel proceso de la producción. Siendo Ia tecnología como es,un proceso de producción genera un producto que superaal costo de reposición de la mano de obra y al capital em-pleados. Para la economía en conjunto, el costo laboral esla parte de la producción total que se necesita para el man-tenimiento de ia fuerza de trabajc en un nivel constante. Deigual modo, ei costo del capital está integrado por los ma-teriales usados en el proceso productivo. Si es capitai "circu-lante", que se agota en un uso singular, el costc está repre-sentado por ia parte de la producción necesaria para sureposición total. En el casa del capital "fíjo", que sobrevivea un uso singular o más, la medida del costo es la extensiónde la depreciación que Gcurre en un proceso de produccióndado. Es difícil medir la depreciación. Pero esta dificultadno debe detenernos aquí: conceptualmente, podemos hacerel reconocimiento en términos concretos al suponer un "es-tado estable". Lo imnortante es que, cuando se toman encuenta todos estos costos, persiste un excedente. El proble-ma de Ja distribución en la economía política clásica tienegue ver esencialmente con la repartición de este excedenteentre las diferentes clases de una sociedad. No se niegaque, en la creación de este excedente, la tierra y los bienesde capltal desempeíren cierto papel; se reconoce que latierra y el capital son productivos, junto con la mano deobra. Marx es muy explícito a este respecto. "La manode obra", afirma, "no es la fuente de toda ld, riqueza".' Peroni Marx ni los primeros economistas clásicos se preocuparonpor separar en la producción agregada la contribución es-pecífica de la mano de obra o del capital; el problemaquedaba, por decirlo así, fuera de su marco de referencia.

lCritique of Gotha Program, Moscú, 1937, p. 11. Cursivas en el ori-ginal.

60

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORÍA ECONÓMICA 61

Dado que su teorÍa del salario era firme, basada en el mí_nimo de subsistencia, podían estimar el costo laboral porel comportamiento del mercado; por lo tanto, definían elexcedente como un exceso de la producción neta sobreel costo salarial. Para la teoría de la explotación desarrollaclapor Marx esto era suficiente. para Ricardo había el proble-ma adicional de diferenciar entre la renta y el beneficio, unproblema que resolvió refiriéndose al

-u.g".r en el cual se

supone que la renta es igual a cero; la principal preocupaciónde Ricardo era el papel del beneficio óomo f,r"rri" de acumu-lación y progreso.

Ya sea como fuente de la explotación o como motor delprogreso, el excedente sobre el costo salarial desempeña unpapel crucial en la econornía política clásica. ¿se Lvaporapor completo tal excedente en el caso de la economía mar-ginalista? ¿Qué quieren decir los marginalistas cuando sos-tienen que al empresario no le queda ningún excedente traspagar los factores contratados de acuerdo con el principiode la productividad marginal? porque esto es pr".irurrr"rrt"lo que dicen los modelos de clark y de wicksteec, y antes elde Walras. Claramente no quieren decir que de la economíano se derive ningÍrn "excedente" en el sentido clásico. Larenta de la tierra y el interés del capital' figuran tambiénen el sistema marginalista. Los marginalistas no designanestos ingresos como un excedente porque, según afirman,scn una parte de la producción tan . ,determinada, '

como lossalarios. De acuerdo con los marginalistas, la ganancia clelempresario está integrada por los pagos a su propio trabajoy a los recursos de su propiedad que empleu á., * empresa.El término "beneficio" se usa en un ,".rtido especial, comoun exceso de la producción sobre lo que pugu

"i empresario

a los factores que emplea, incluic.los los d! su propiedad. Deesta manera debemos entender a Clark cuando uli.-u qrr",bajo "condiciones estáticas", el empresario no obtiene ma_yor beneficio, o a Walras cuando áfi.-u que, en condicio_nes de equilibrio, el empresario ,,no tiene ninguna gananciao pérdida".

¿Esto significa pues qlre la diferencia entre los dos enfo_

2 En el modelo de Cla¡k el capital incluye la t ierra, y todo el in_grcsc-r distir"rto cle los salarii_rs aparece como interés.

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62 LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMICA

ques de la teoría de la distribución es sólo formal? ¿La teo'

ía marginalista de la distribución es tan sólo un método de

análisis para abarcar las situaciones en que la mano cle obra

es escasa, y en las cuales no se aplica la teoría de los sa-

larios de subsistencia? Sin duda, ésta es una parte de la

historia. En efecto, se puede ser marginalista sin dejar de

creer en una teoría de la explotación' Una cosa es la afirma-

ción de que se puede imputar, variando las proporciones,

una parte de la producción a un factor individual; y otra

muy diferente es la aseveración de que la propiedad como

tal confiere un derechc¡ al producto social. Podria aceptarse

la prirnera afirmación y creer al mismo tiempo que la apro-

piacion de cualquier excedente por encima del costo sala-^riul,

po,. c.ralq,iier clase distinia de los trabajddotes, es

,,r.r u.to de explotación. La disputa ideológica acerca de la

distribución del ingreso podría separarse adecuadamente

de la proposición analítica referente a la producción y a ia

asignación de recursos.Pero esto no es todo. La teoría de la productividad mar-

ginal tiene sus propias limitaciones. Sttpone que el enrpleo

á" *u.to de obra es conocido, dado desde el exterior'" É'ste

es precisamente el supuesto cuestionado por Keynes en su

Teoría general. En cuanio se abandona el supuesto del ent-

pleo pleno, ia teoría de los s¡"larios basada en la productivi-

dad marginal se queda cn el aire. Más grave desde el punto

de vista de este discurso es el supuesto de la "competencia

perfecta", en el que se stlponc basada la teoría. Los margi-

nalistas extienden la iiea de la competencia perfecta hasra

el punto en qlre se pr iva por completo de su contenido ins-

titr-rcional al problema dc la distribución del ingreso. Al

colocar a la mano de obra a la par del capital, los margi-

nal istas olvidan la real idaC de ia inst i tución capital ista: el"poder coercitivo ciel capital", como lo llamaría Marx. Está

"n l^ *r".rcia del capitalismo, en el cual ei cápitalista toma

decisiones acerca del nivel que alcanzará la producción y

3 Recordaremos qlre esto ccntrasta con el supuesto clásico, a sa-

ber: quc se conoce la tasa sala¡ial. En las economías marginal istas,

al revés de lo que ocurre en la economía política clásica, la pobla-

ción es una variable exógena. Lo mismo ocurre con la fuerza de

trabajo. Bajo condiciones de pleno empleo, el empleo coincide conla fuerza de trabajo y por lo tanto está dado.

LA COMPETENCIA PERFECTA Y LA TEORIA ECONÓMICA ó3

el ernpleo que se proporcionará en la economia. La rnanode obra, por cuanto es escasa, y puede, por medio de supresión en el mercado, elevar la tasa salarial por encima -aveces sustancialmente por encima- de la subsistencia mí-nima, en cuyo caso podemos suponer que alcanza una partedel excedente, tal como lo definirían los clásicos. Pero ladecisión acerca de la cantidad de mano de obra que se ern-pleará es tomada por el capitalista; los trabajadores notienen ningún controi sobre ella. En el sistema de Marxestá implícito un supuesio de competencia monopsónica enel mercado de la mano de obra.

Si se acepta esto, ¿córno esperaríamos que se conlportarael empresario capitalista? ¿Aceptaría un nivel de beneficioexactamente igual al precio cle mercado de sus propios re-cursos? Ei empresario posee dos armas; puede mantenerbajos los salarios y también reducir el empleo. En amboscasos, trataría de lograr urr nivel elevado de beneficio quetendría escasa relación con el precio de mercado de su pro-pia rnano de obra c su propio capital. Es posible que sucomportamiento viole el supuesto neoclásico de la compe-tencia perfecta y las condiciones estáticas, sin embargo, co-rresponde a la realidad de la institución capitalista postu-lacla por Marx o por los economistas clásicos anteriores. "EsLlna lección suficientemente difícil", lamenta E,dgeworth,"para el hombre ordinario aprender que el ingresc máximoque el empresario traia de alcanzar es igual a cero".4 Debe-mos preguntarnos si la proposición atraeria también a unhomt,re instruido. La libre competencia, tal como la definela economía polí t ica ciásica, iguala la tasa de bencf ic io endiferenies industr ias; no impidc que el capital ista se apr,o-pie de un excedente mayor qr-re el justificado por la "plr,r-drrct iv i iad rnarginal" de los recursos que posee y emplcaen su erilpresa.

a Papers on Poli t ical Economy, Royalvol. r , rr . 2ó.

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Economic Socicty, 1925,

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IV. UN TEÓRICO DE LA ECONOMÍA OBSERVALA ECONOMETRÍA *

Ett uN comentario sobre la famosa crítica de Philip Wick-steed contra la teoría marxiana del valor, George BernardShaw, un socialista, se burló de los marginalistas por eluso "de las matemáticas en el análisis económico. Sharvnarra su experiencia, cuando estaba en la escuela, acercade "un muchacho digno de confianza" qr)e solía probar me-diante el álgebra que uno es igual a dos. El muchacho em-pezaba por decir: "Sea r igual a A", y la prueba seguía conrigurosa exactitud. "EI efecto", nos dice Shaw con su sar-casmo habitual, "no fue el de hacerme proceder habitual-mente bajo el supuesto Ce que uno es iguai a dos,'sino que

se me quedó grabado que hay un tornillo suelto en algunaparte del arte algebraico". Y luego confiesa que cuandotomó en sus manos la Theory of Political Economy de Je-

vons, y vio las palabras "sea que .r signifique la cantidaddel bien", recordó al muchacho plausible y se preparó para

una teoría del valor basada en la demostración algebraicade que dos y dos son cinco.

f)ebo confesar que tuve la misma reacción a mediadosde los años treinta, cuando me encorltraba en la Escuela deLondres y un amigo me mostró su tesis sobre la elasticicladde la demanda del carbón que utilizaba una función dedemanda que, según me pareció, podría tomarse fácilmentecomo una función de oferta. Como le ocurrió a Shaw res-pecto al arte algebraico, pensé que había quizá un tornillosuelto en el arte estadístico. Y mis sospechas se reforzaronmás tarde cuando tomé mi primer libro de terto de econo-metría y examiné el primér teorema refereilte a la deriva-ción de una curva de demanda estadística. Me preguntési sería en verdad una curva de demanda. Vi un diagramade dispersión del que surgía una curva "mixta" que teníalos atributos de una curva de demanda y una de oferta. ¿Se-

* Conferencia inaugural ante la Novena Conferencia EconométricaIndia. reunida en Patna en 1969. Reoroducido del Indian EconomicJourná\, vol. xvrr, núm. ó.

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UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOMETRIA

ría una.-ilusión óptica? Al contrario que Shaw, sin embar_go, medité por un momento y tuve li alegría do áescubrirl.rgnto-que el ejercicio tenía un lado opuesto, y éste era la"identificación". Ahora, el proceso de identifi"uáiór, consisteen vaciar las variabres pertinentes en Ia ecuación mi*ta vseparar una curva de demanda válida del materiar originiarrojado por los datos estadísticos.

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Aquí entra la teoría económica, aunque quizá por la puertatrasera. El reconocimiento del probre-u d" h üentificacióny su

-solución por parte del econometrista es básicamente

una herencia del teórico de ra economía. Lc¡s datos dermercado muestran cierta relación entre los precios y lascantidades compradas y vendidas. La comp.a y l* í"rrruson aquí sólo dos caras del mismo proceso. t_o qr" se com_pra es necesariamente igual a lo que se vende. pór lo tanto,la oferta_ es siempre igual a la demanda. pero estos fenó_menos observados ocultan ciertas tendencias. y el i"á.i.ode la economía debe descubrir estas tendencias po. ,"f"-rencia a las variables pertinentes que gobiernan la iemanday la oferta. El econometrista debe recurr,ir a ra teoría eco-nórnica en busca de una g.ría para estas variables discre_tas. Si ha de tener algún sentido, la econometría debe apo_yarse en las proposiciones de la teoiía económica.

En efecto, el estudio de ia eccnometría se inició comouna extensión de la teoria económica. Tras cerca de un sigiode contacto entre la economía y las matemáticas, por me_dio de Cournot, Jevons, Walras, Fisher, para nombrar sólounos cuantos de los teóric<ls de la economía, se advirtióque debía reconocerse explícitamente el hecho d" l,-r" lu.relaciones eco'ómica. -pó. lo menos ra mayoría ¿" Ériu.-no podían expresarse sólo en té¡:minos de ,,áayor

o *".ro.,,,sino también con valores numéricos. La económetría, comodiscipiina científica, es er resultado de

"r,u f.""p"i0". s"concibe entonces como una combinación (y ,ro ,ólo .rrrumezcla mecánica) de la teoría económica, lás matemáticasy Ia estadística. La teoría plantea un interrogante impor_tante; la relación funcional relevante para tar-interrogantese expl€sa luego en una forma matemática que predá se,sometida a prueba y verificada, y dotada de un contenidoempírico, para constituir la base de la política e"o.rómi.u.Ragnar Frisch expresó todo esto suciniamente en el editoriai

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66 UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOMETRIA

del primer número de Econometrica, la revista de la Socie-dad Econométrica:

La econometría no es en modo alguno lo mismo que la esta-dística económica. Tampoco es idéntica a lo que llamamosla teoría económica general . . . Tampoco deberá tomarse laeconometría como sinónimo de la aplicación de las matemá-ticas a la economía. La experiencia ha demostrado que cadauno de estos tres puntos de vista, el de la estadística, el dela teoría económica y el de las matemáticas, es una condiciénnecesafia, pero no suficiente por sí sola, para un entendimien-to real de las relaciones crrantitativas de la viCa económicamoderna. Lo fuerte es la unificación de los tres puntos devista. Y esta unificación es lo que constituye la econometría.

El teórico de la economía recibe con beneplácito el avancehacia tal unificación; en efecto, la teoría económica no po-drá pasar dc la etapa de generalidades si no entra en con-tacto con las maternáticas y la estadística. Es cierto que lacienc.r'a económica surgió de la filosofía moral, si conside-ram3s nuestro antepasado a Adam Smith -creo que per-dería su finalidad si se separara por completo de esta dis-ciplina paterna. Perc mientras que la disciplina paternapresta su significado y propósito, las matemáticas le danpiecisión, rigor 1 contenido estadístico.

Cllrré un ejernplo tomado de mi cempo de conocimiento.i\le refiero a la tecría cle la productividad marginal. A prin-cipios Cel decenic de 1880 J. B. Clark presentó una tecríade la distribución con lir-reamientos marginalistas en unaserie de artículos, cuya stistancia incluyó más tarde en sufamosa Di.stribution ol Wealth. La teoría tenía un matizpolítico que no ncs interesa aquí. El problema ciel que seocupaba la tei-,ría era la determinación de la división deun producto c<;njunio entre ei capital y la mano de obra, siés',os son los únicos fz-cir¡res empleados eh el proceso pro-ductivo. Se preguntaba si el hecho de qüe uno de estosfactores fuera un factor contratante y el otro uno contra-tado mociificaba de algún modo la proporción en que sedividía entre ellos el producto conjunto. Clark analiza elproblema en términos de la teoría ricardjana de la renta, dela cual la teoría de la productividad marginal es sólo unaextensión. En un diasrama ricardiano dividido entre un área

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UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOMETRfA 67triarrgular ..*:J^^lna rectangular

.abajo, Clark mostrabacómo podían representarse er -i.rt.ré,

-y_ los sararios en elárea triangulur,::*o ,n."r."d"ite, o dLI .r;;;;, segúnse suponga a los capitalisra, á-ro, ,;;;;;joill '.o.rro

"ltactor contratante. En

""u ,i,uuiipetencia perfectamente plena,,, ai:-;-tY]ica

y bajo la "ssm-portaba ó¿-o .;.--;;;^:i:'.'l-l

tlut* sostenía Que no im-

it*:n# :i -r'l!JiiiT:'?l i:i i¿:51 jm;r]:;ría r a ." r, *l^ J 5 ii:.l,xl i l*1:' H1T" i: :lXL lu, :: "::;un excedente en

-"1 á."u_ ,.;""g"L.. o en térrninos del pro-ducto marginal_ representado -en

el área rectangulár. Las:;;j:.t"""s

esráticas i_pi¿.i iáio ."riaro poru_"i empre-Ahora esto es

blema d" Iu ,,udi^t"^lgialmente Io. que se conoce como el pro-ro,p.".io.;"",:':j4.il:!,J,J."fi:fi :,".J"jm;l*principio de la productivi¿;-;;.einal? La respuesra de

:jilÍ r;,,:i;tX,íuu _i*t,ul*lo',l,r.,u.ión sea esiática. romosrrar,*.aiun't1{li3;;*"Jii,.i,?11r,?1,,","Y':*:",ni{precisas para la validez iJ'r;;a de ta ,uatiiári;'

prurr_teado por J' e cl11k l{; il; reorema ,"u u¿riao, ru

i::'i:, h! :"i*:?3 j* :J,"# ii zu 1. r o " r i-ü r' i J * o g eque Ia p-a"..ion debe ..r*' r":"fTT::X1,#,;r::r:f;":tantes a escara' ¿pero q"J-ri-ii]'rr tu.nuRo de las empre-,' '".l F: .ñT:|i, f, Jj ;'J' ::ln,q " c o n d i c i o n e,- " ü p ", i -partes? E,ste eravino de wairas, oll ln'"'fosante "ti:l i il'?::rilJ,"';1::a" lu ;;oai;;;;i

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para validar Ia teoría ¿" lu p-üi,ro

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ó8 UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOMETRÍA

lJna vez que poseemos un marco de distribución interna-

mente consistente, como ocurre con la teoría de la produc-

tividad marginal, nos vernos tentados a tratar de contestar

el interrogante sublime que planteó alguna vez Ricardo:

¿Qué determina las proporciones dei ingreso nacional asig-

naclas a las diferentes clases en una economía en crecimien-

to? La investigación de este interrogante por parte de los

marginalistas conclujo al descubrimiento dei concepto de la

elasticidad de sustitución que desempeñó, y todavía lo hace,un papel irnportante como herramienta en manos dei eco-nometrista. La función de producción Cobb-Douglas es unejemplo par excellence de lo que podríamos llamar el pro-

cedimiento econométrico. Tenemos el concepto teórico de laelasticidad de sustitución unitaria, lc ccmbinanios con el ha.-llazgo estadístico, santificado por su asociación con Pareto,de que la participación de los salarios en el ingreso nacio-nal permanece constante a 1o largo del tiempc, y ajustamosuna función que satisface estas condiciones. La ecuaciónP = bC'-k L k, en donde P es el producto, b una constante, y

C y L el capital y la mano de obra empleados, es el resultadode esta operación.

Hasta aquí todo marcha bien. El procedimiento que uni'fica la teoría económica, las matemáticas y la estadística, esgenuinamente científico. En efecto, el advenimiento de laeconometría corno disciplina ha rnarcado una etapa impor-tante en ei progreso de la ciencia económica. ¿Pero es segurcque el teórico de la economía se despojará totalrnente de sugenealogía original? Yo vaciiaría en dejar mis hábitos. Yestoy seguro de que quienes obtenemos todavía alguna ins-piración de Smith y Marshall haremos lo mismo. Está bienque nuestras proposiciones experimenten un proceso de ve-rificación rigurosa. Este es sin ciuda urr proceso esencialpara que nuestra ciencia crezcai es mediante la cuantifica-ción y el uso de herramientas matemáticaS que la economíapodrá elevarse al nivel de las ciencias naturales. Pero estambién esencial que las relaciones fundamentales surgidasde nuestras ecuaciones se conecten como "la lógica y la in-tuición", una amalgama que es, como señala Keynes, el re-querimiento esencial de la teoría económica. Ilustraré loque quiero decir con el ejemplo de la función de producciónantes mencionado. ¿Qué importancia debiéramos asignar a

UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOMETRIA 69

la función cobb-Douglas que es el pan de cada día de mu-chos econometristasl pri*"ro,"",-"r, q,re reside lo sagradodel teorema estadÍsti.o q"" áu'ulr" u-tu funci¿n a" p.oa,r"-ción Cobb_Douglas?.Seg;do, ;q.re uufiae, d;b*ié";;os asig_nar al supuesto i:.stj1u:io-nut'q.il

"orrecta la ttamaJa ley dePareto con Ia ela^sticidad a* .,r.'titr.ión unitariai pol*¿rrir.,o,

¿cuál es Ia justificación ¿" ,rru^rrr"dida de mar.o á" oUru ycapital cu'l'o nroducto marginai iig"tu en la función de pro-ducción? ño, u,rrrq.r" p.r"Jo ,"g;i, siendo un marginalistaen mi a'árisis der protrernu "ri¿rl"o de ra erección- cre téc-nicas, para entend":."1 grur. p.oblrna del ..""i*i"r,to y ladistribución recurr-iría iie¡or

^i-ri".¡o Marx, o quizá másatrás, a John Stuart l¡litt.

"Si se ha descubierto qr" la par_ticipación de los salarios

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',""i do "o.,, tu.,i".üT;: lü ;'"%H, :?:f Xt"tf, .i::T-buscar la expricación der f"";*;;; en consideraciones ins-titucionales, en lugar ¿" ..rr"*iruL" "*"Irrivamente en lastecnológicas.

La aceptación acrítica de la función de producción cobb-Douglas y del teorema_estadístico que-la sostiene puede sermuy perigrosa' puedo- darles ,', "¡Ápto de ra formu-"., q,r"incluso los mejores a"

"""rtro, lá.ro_"tristas pueden en_gañarse con formulaciones estadísiicas de esta cl;;. i; p.,ticipación rerativa ce los r"r;;i;; 'en el ingreso nacionaipermanece constante a lo largo del tiempo: tal es nuestrohallazgo estadístico. Avanc"m"o, ,-r., puro en nuestra gene_ralización y sueo:gamos que la participación relativa decualquier grtrpo de ingresos p"._urr^"." constante con el pasc

,*1;t;";;n;;rcncrusión, ". ;;;;;o". utt",u. i;-o;r;;;" .._c_o1no.".;;o;'u;','::ili,"lqo:,'.xT:iT";"r"T3,:.:;*telaborado por la División d" pluñ;;;ón a Largo plazo de laComisión de planeación en

"l ""uf-r" prescribía una tasade crecimiento anual d" r%^ o"'ü U econom.ía india, demodo que se asezurara para 1975 un nivel mínimo de sub_sistencia tolerablJ pu.u él ,"g.rrrao decil mes bajo de la po-blación del país' En.este ensayo se basó el Marco del cuarto

ll:: g:lqlenat, "l"bo.uáo';"i;6s. con razón, nuesrraplaneación no ha madurado todaui .'No obstante Io anterigr, Ia pfu""u"iO., es la que ha dado aIa econometría Ia posición ;.;;;i;"e ahora ocupa. Tene-

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ry70 UN TEÓRICO OBSERVA LA ECONOME,TRIA

mos a Henry Moore, W. C. Mitchell o Henry Schultz quienes

hicieron un trabajo precursor en el campo de la econometría

antes de la fundación de la Sociedad Econométrica. Pero

economistas como Pigou, Keynes, Schumpeter y Frank Knighteran quienes destacaban más en esa época; y eran esencial-

mente teóricos de la economía interesados en los grandesproblemas de la sociedad, aunque a menudo aportaran ma-teriales para el trabajo de los técnicos. Ahora la situaciónha cambiado -el vástago está en camino de devorar al padre.No es un accidente que el primer Premio Nobel de Econo-rnía se les haya otorgado a dos personas cuyo título principaipara la fama es su contribución a la econometría Y, Porese conducto, a los problemas de la planificaci{n y el cre-cimiento económico.

El éxito provoca entusiasmo y, yo diría, también una obli-gación. La econorrtía es todavía una ciencia joven" Sus lo-gros son sin duda elevados si se considera su edad, pero

son todavia mucho menos espectaculares que los avancesde las ciencias naturales. El cientifico natural ha mostradoal mrtndo córno puede enviar, a través del espacio, cohetesa la luna. por una ruta predeterminada. ¿No es concebibleacaso que en nuestro campo económico lleguen también acontrolarse las var-iables y se pei{eccionen los diseños de lapolítica econiimica <le tal manera que una economía puedaser llevada; a lo largo dei tiempo, por una ruta de creci-miento óptimo predeterminada hasta 1o que Ramsey llamóei punto de bienaventuranza? La búsqueda de este caminoes la obligación del econometrista.

El teórico general de la economía desempeña un papelvital en esta tarea. La teoria ilumira el camino que deberáseguirse y -lo qlre no es menos importante- actúa comoun freno de los noslbles errcres del operador.

V. LA RE,LEVANCIA DE LA CIENCIAECONÓMICA *

Ürrrua'rNrE ha surgido cierta insatisfacción entre algunoseconomistas ante el ritmo de avance Ce la ciencia económi-ca' En su discurso-presidenciar ante la sociedad EconómicaReal del año pasació, rh"tpr+ro*r, ." tu,,,"r,tuüJJ^q,r" lueconomía fuese todavía una ciencia subdesarro'ada. Afirmó:fflii#XJ,ll":.j::9i9" ;;; i;' patrones de ra rísica, ve conomía, " "";;ffit:' : :::fi ::", f .l;i:. ll,?, "Il,"i,il ;,lide que la economía se ocup; ¿ l;, implicaciones dei com_portamiento humano, nuestro economista debiera tener, enopinión de Phelps-Brown, ,,-rr.to,

más años,, de observa_ción del comDortamiento, antes de que pudiera aspir-arsiquiera a llegar a generalizaciones económicas. por la mis-ma época, desde.un.a. tribuna iguallente importante, la Sec_ció'F de la Asociación nrit¿niJa, Worswick preguntaba: ¿Esposible el progreso de la .i;.iu",

*H " t" ".' a Gu ¡ u a i e n t e s, ;" l,J;;"f i 1,, "o J.'j o

iJ,1 l:una de las características más interesantes del cresarrotode la ciencia económica, p"-

-ru*bién inquietante, es elhecho de que aunque rrur,

"*irtiio^ oreadas de teoría econó-mica en distintos momentos, también las ha habido de an_titeoría. Durante el ,periodo'"1á;l:; de la reoría económicaencaró Ia posición de idearistu

"*o carryre y Ruskin. Losneoclásicos se enfr-entaron u to, inrtitucionaristas como ve-blen y Commons. y ahora,

""unáo'fu ciencia se encuenrraen medio de una-síntesis de Ia teoría macroeconómica crá-sica y la ¿eoria ,nicroeconómica ".o"fari.u,;;;;;;;; o."-testas de los ',intuicionistas,,,

qrri"n"s tratan de entenderIa naturaleza de los proble*", É""í¿micos mediante la ob_servación_y el juicio práctico, sin el empleo de modelosteóricos' pigou r" q.t"jó ulg,*a -u",

a" que los científicos

Jr?ls;1."'##?Hr ante. la Duodécima-Conferencia Anuar de ra

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India' reunida en Kanp". ""

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72 LA RELEVANCIA DE LA CIENCIA ECONÓMICA

de la economía se encuentran en la posición de los alpinistasen una colina empinada que, además de encarar las difi-cultades naturales del ascenso, tienen que defenderse delas pedradas que les lanzan algunos animales descarriados.Ahora bien: si quienes arrojan piedras fuesen sólo los políticos inocentes, como en la ilustración de Pigou, es posibieque la situación fuese tolerable. Pero si son los propioscolegas, como ocurre en este caso, la situación se vuelve ver-daderamente perturbadora.

El escepticismo de nuestros críticos actuales se derivadel hecho de que, a pesar de todcs los refinamientos reali-zados en la construcción de modelos, sobre los lineamientosde la teoría pura o de la econometría, la brecha qqe separalas técnicas del análisis econórnico del desempeño de la cien-cia económica se está ensanchando.

En efecto, la ciencia económica ha experimentado avancesimportantes en diversas direcciones. En el carnpo del valory la asignación de recursos, que tradicionalmente ha cons-tituido la parte central de la ciencia económica, estamosmuy lejos de ia etapa del conteo de ecuaciones en donde nosdejó Walras hace cien años. Los econolnistas conocen ahorano sólo las propiedades sino también las condiciones de esta-bilidad del sistema de equilibrio general y, asegurado estocon firmeza, han avanzado mucho hacia lo que podríamosllamar la teoría de la dinámica comparada. Por otra parte,lc que se inició en 1939 como un mod,elo de crecimientode un solo sectoi: ha experimentado desde entonces un pro-ceso de desagregación, para abrir así el carnino hacia el en-tendimlento de la unión entre la teoría macroeconómica yla microeconómica. Antes se utiiizaba la incertidumbre, trasun análisis estático exhaustivo, como una aberración queexplicaba por qué una economía competit.iva no era unaeconc¡mía sin beneficio; ahora se reconoce la incertidumbrecomo una variable explícita en el modelo anali.tico del eco-nomista. De esta forma el pronóstico de los eventos econó-micos se convierte en una posibilidad. El dinero ya no setrata como una variable exógena, algo que se superpone aun sistema de precios relativos determinado en forma in-dependiente; el reconocimiento de su papel como proteccióncontra la incertidumbre ha conducido a su integración alsistema del equilibrio general como una variable Lndógena.

LA RELEVANCIA DE LA CIENCIA ECONÓMICA 73Nos encontramos ahora- en un terreno mucho más firme enIo relacionado con carnbios i"r".i"-p.rares de ros precios,H;H:"0:"T",;:,

y h ;;;;;.;;: sobre todo, en.ra p.o_trumento.

";;ii;;;:,""H 'ffT:|,]X:; "0"*ás de'*., "i i,,,_

camino de ctnvertirse en ,.ru h".ru_Tuy_ amplias, está e'

ptaneación se cons.ide.. "h;;"';;;T.#:.,:ffi"rrllft,lj llj:ff|u'"1"n medida

"l J;;H"iii ¿" ra técnica a" iá-p.o-

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Lo anteiior son.,u. ".o,r*ü f í:l!i:iü:Tlxi:: :H::#T i:J;,:Tmal ser'¿icio a la ciencia ".oiJ-i"u. La autocrítica de loscientíficos puede ser saiudaUt" tturtu cierto punto; pero sise rebasa puede convertirse en un,ob.stáculó pu.á

"t pro-greso' Tememos que la .i"n"iu

-".onómica ha padecido tarescuestionamientos durante ;¿

*; d.esarrollo, y esto no leha ocurrido a ningu'a otra ciencia. La ciencia'i" üiioiogruy ia medicina, Dor

"j"mplo, hu llgruao avances extraordi_;fii:'.::,f#i::::l'i u:* l-uu"'"' son reconocidos, vb,., ";;;;# ü::l$:TT? ü,:';:.':"'?ff;1""; HT::ra"O;l.r.

la enfermeda d a á"""¿"-lrcorrecramente diagnos -No debe

^.r"1:l?:.:: q": algunos de nuestros probtemaseconómicos agudos siguen siendi intratables, ni que algunoseventos económicos todavía ,o"-rul diagnosticados. Loseconomistas no se. p^onen de a".re.do sobre Ia causa de Iapersistencia de la inflaoon e";;;. dei desempleo, lo quedeba hacerse para impulsar ;i ";":;;r"nro eco¡rómico en lospaÍses más pobres, i; fo;;;;;;;,;rdría corregirse Ia ba_ranza de pagos i";"-;;;;,1'li,u,, debiera ,"í

"l-*rnpoff Ti#i"'",:3':rl? intervenciá"

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74 LA RELEVANCIA DE LA CIENCIA ECONÓMICA

apremiantes problemas actuales? El conocimiento, expresóMarshall en cierta ocasión, es sólo una expansión del área dela ignorancia consciente.

Tomaré un ejemplo de la lista de Phelps-Brown para ilus-trar lo que quiero decir: la persistencia de la inflación allado del desempleo. Hace cincuenta años, cuando estudiá-bamos aún en la universidad, la respuesta a esta paradojahabría sido simple: explicaríamos la inflación en térrninosde la oferta monetaria, e imputariamos el desempleo al jue-go de los factores "reales". Es posible que esta clase de ex-plicación sea relevante todavía para algunas economías. Peroya no puede satisfacernos ahora que poseemos herramien-tas más refinadas; ahora reconoceríamos el fenómeno comouna paradoja genuina, y para explicarlo exarninaríamos lainterrelación existente entre el dinero, las tasas de interésy los salarios, y quizá también la naturaleza de la imperfec'ción padecida por la economía. En efecto, esta última puedeser lln factor impoi:tante de nuestra explicación; y no de-beríamos sorprendernos si, dada la naturaleza de la imper-fección,- un incremento de ia demanda efectiva reduiera lainflación y el desempleo: ¡una respuesta paradójica parauna situación paradójica! Todo esto sería sin duda descon-certante para quienes plantean las políticas económicas.

Esto me lleva a mi proposición principal. La amplia bre-cha observada en la econoinía actual entre la teoría y lapráctica corresponde de manera interesante a una brechaigualmente amplia entre el adiestrarniento técnico del for-jador de herramientas y quien las usa. La ciencia económicapasa ahora por una etapa de transición. Mientras que losteóricos, excitados por el descubrimiento de nuevas verda-des, emplean las matemáticas -esa herramienta indispen-sable para todo análisis científico-, quienes ejercen la eco-nomía, y que no poseen un equipo similar, están aisladosde la corriente teórica y obligados a valerse de una "econo-mía más simple", y a utilizar su intuición y su juicio prácticopara explicar los eventos particulares. Creo que gran partede la brecha que existe entre la teoría y la práctica en elcampo de la economía puede explicarse por este Cesajustepecuiiar. Y si así ocurre, el remedio no se encuentra en undescenso de la teoría, sino en la elevación del nivel seneraldel adiestramiento económico.

LA RELEVANCIA DE LA CIENCIA ECONÓMICA 75

Mi respuesta al interrogante de Worswick _¿es posibleel progreso de la .i"rr"iu J*r;;;";pero es evidentemente incierto r,* ;i;rff."effid*:.':l;Iento o rápido, ya que "X.

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