daniela barria compol blumler y kavanagh

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Daniela Barría R. Comunicación y Política. MCESTR, PUC. Santiago de Chile, 13 de agosto de 2015 Comentario “The third age of PolitIcal Communication: Influences and Features”. Jay G. Blumler and Dennis Kavanagh Este texto- centrado en la experiencia inglesa y estadounidense- comienza con la definición de siete fenómenos sociales y cambios culturales que han afectado medularmente la relación histórica que se ha dado entre Comunicación y Política. Estas son: modernización de los individuos (fragmentación de la sociedad, pedestal al individualismo y surgimiento de intereses e identidades diferentes unas de otras); individualización de las personas (más consumidores, menos ciudadanos y creyentes); secularización (escepticismo ante la credibilidad de la autoridad); economización (más peso de factores económicos en la política); exacerbación de la estética (“todo es imagen”); racionalización (pragmatismo, se busca instrumentalizar todo); y mediatización (los medios se han convertido- o al menos en parte- en el centro del cambio social). Así, se definen tres “eras” en la historia de la relación entre Comunicación y Política. Éstas son: - La Era I: entre 1950 y 1960, la “edad de oro” de los partidos políticos. En el periodo post-guerra, vino una fase en que el sistema político era visto como la primera fuente de iniciativas y debate para lograr las reformas sociales. Los individuos creían plenamente en la frase “confiar en las instituciones” (que tanto tratan de instalar los políticos chilenos de hoy), porque éstas eran estables, existían ideologías marcadas y claridad en los objetivos que cada modelo buscaba lograr. Los mensajes eran sustantivos y concretos, y la corrupción no era un tema de conversación en la mesa de las familias. En síntesis, poco cuestionamiento al sistema político y absoluta creencia en que éste debía ser respetado y avalado. - La Era II: a partir de 1960, marcada por la invención de la TV. Los partidos políticos y sus integrantes se enfrentaron a la

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Page 1: Daniela Barria Compol Blumler y Kavanagh

Daniela Barría R. Comunicación y Política. MCESTR, PUC. Santiago de Chile, 13 de agosto de 2015

Comentario “The third age of PolitIcal Communication: Influences and Features”.

Jay G. Blumler and Dennis Kavanagh

Este texto- centrado en la experiencia inglesa y estadounidense- comienza con la definición de siete fenómenos sociales y cambios culturales que han afectado medularmente la relación histórica que se ha dado entre Comunicación y Política. Estas son: modernización de los individuos (fragmentación de la sociedad, pedestal al individualismo y surgimiento de intereses e identidades diferentes unas de otras); individualización de las personas (más consumidores, menos ciudadanos y creyentes); secularización (escepticismo ante la credibilidad de la autoridad); economización (más peso de factores económicos en la política); exacerbación de la estética (“todo es imagen”); racionalización (pragmatismo, se busca instrumentalizar todo); y mediatización (los medios se han convertido- o al menos en parte- en el centro del cambio social).

Así, se definen tres “eras” en la historia de la relación entre Comunicación y Política. Éstas son:

- La Era I: entre 1950 y 1960, la “edad de oro” de los partidos políticos. En el periodo post-guerra, vino una fase en que el sistema político era visto como la primera fuente de iniciativas y debate para lograr las reformas sociales.

Los individuos creían plenamente en la frase “confiar en las instituciones” (que tanto tratan de instalar los políticos chilenos de hoy), porque éstas eran estables, existían ideologías marcadas y claridad en los objetivos que cada modelo buscaba lograr. Los mensajes eran sustantivos y concretos, y la corrupción no era un tema de conversación en la mesa de las familias. En síntesis, poco cuestionamiento al sistema político y absoluta creencia en que éste debía ser respetado y avalado.

- La Era II: a partir de 1960, marcada por la invención de la TV. Los partidos políticos y sus integrantes se enfrentaron a la dominación de este formato como medio de comunicación masivo para la población, por lo que sus mensajes- de repente- tuvieron que acompañarse de imágenes estéticamente “aprobables” por las audiencias; la exposición selectiva de los públicos (si al televidente le apetecía consumir noticias y programas políticos lo hacía, sino, se exponía a lo que sus gustos le dictaran, y esto significó la diversificación de las temáticas de interés de los públicos); las noticias de TV comenzaron a marcar la agenda política; y, en definitiva, la comunicación política pasó de ser liderada por una audiencia de “élite” que consumía cobertura noticiosa política (y por cierto era partícipe activamente de las decisiones políticas), a una audiencia mucho más masiva, pero que no necesariamente estaba interesada en esta esfera. Por ello, el desafío de “encantar” a la sociedad con el tema, se hizo muy complejo.

- La Era III: no se temporaliza, pero se señala que parte cuando proliferan notoriamente los medios de comunicación, su alcance y la celeridad que demanda la competencia entre ellos

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(gana el que “golpea”, el que toca una fibra diferente a la que todos tocan, el que logra la “exclusiva”).

Se nombran cinco tendencias de esta era:

-Intensificación de la profesionalización del fomento a la política: se incrementa la asistencia profesional para enfrentar la atomización de la sociedad. La comunicación se convierte en parte fundamental de integración- y referente- entre la opinión pública y la acción política. Aumenta la negatividad en la cobertura noticiosa y la sensación (y necesidad) de los políticos de estar en constante campaña. El periodismo comienza a profesar valores como la “objetividad” e “imparcialidad”, muy distantes a lo que justamente buscaban los actores políticos en los medios.

- Incremento de la presión por la competencia: aparece la incompatibilidad entre los objetivos “de bien social” de los medios y lo que genera mayor audiencia; drástica reducción de interés por lo político; nacen los productos “híbridos” en las noticias (talk shows donde se tocan los temas de contingencia, “docurrealitys”, matinales con invitados del mundo político, etc.); y ven la luz los medios diversificados (internet, cable).

- Popularización antielitista y populismo: al aumentar el volumen de audiencia, la esfera pública ya no sólo contiene a las élites sociales, sino que abarca a todos los individuos y sus intereses.

- Diversificación centrífuga: al aparecer más medios, y aumentar los públicos, se debe generar una nueva relación (centrífuga y no centrípeta) entre ellos y la comunidad. Así, se fomenta la misión de satisfacer las distintas identidades proliferantes.

- Recepción de la audiencia respecto a la política: la exposición de la audiencia se afecta de la “inadvertencia” por tanta información que está dando vueltas; la “dilución”, al permearse los políticos con otros elementos (estéticos, mediáticos, culturales, en respuesta a las tendencias de moda, etc.); “fragmentación” de los medios; “redundancia” al replicarse los mismos mensajes por muchos canales de comunicación distintos; y la “flexibilidad” en el tratamiento de contenidos propios de la comunicación política.

Con todo, se concluye que esta tercera etapa de la comunicación política debe ser más observada e investigada; profundizar en el estudio de la Agenda Setting como modelo que cruza la agenda política, social y de los medios; analizar cómo los límites claves- que antes modelaban el campo- hoy se están disolviendo; poner atención en el sentir y actuar de los ciudadanos, y teorizar sobre esto, más que abundar las escuelas de comunicación de papers con perspectivas desde los medios y políticos; y desarrollar los peligros que la comunicación populista (amarillista) genera en la sociedad.

Como comentario personal, pienso que esta demarcación de etapas ya no es vigente. Sí comparto los cambios sociales que han afectado el género por supuesto, y la existencia de la Era I como se describe. Sin embargo, me conflictúa la poca claridad en indicar un hecho puntual (o un conjunto) con la que se vislumbra la Era III, que se muestra en el texto como una mera continuación de la Era II en que se exacerban los efectos de la aparición de la TV.

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Me parece que una tercera fase debería ser la que corresponde a la Era Digital, ya que la explosión de avances tecnológicos- dese 2007, con la masividad irrefutable de internet y redes sociales a nivel mundial- se genera una nueva forma de comunicación interpersonal, en que un sujeto puede dirigirse directamente a un par, a un político, una estrella de TV, una institución o un medio de comunicación, y encontrar respuestas igualmente directas que cambian drásticamente el modelo tradicional “medio de comunicación arriba políticos al centroaudiencias” con una tímida retroalimentación.

Hoy, los públicos- y especialmente en temas políticos- se saben y se sienten empoderados, con toda la autorización social y mediática para plantear sus puntos de vista, quejas, dudas y (en menor caso) alabanzas, a las decisiones políticas de la autoridad de turno. Estamos en plena “nueva era” en comunicación política, y por lo mismo, en pañales respecto a la teorización del momento en que vivimos. Hay que profundizar, con urgencia.

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