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[Caso #1]

Historia y ficcin .................................................... 39 De lo social a lo cultural.................................... 48

[Caso #1]

Burke. Varieties of Cultural History, Cambridge, Policy Press, 1997 [Trad, cast.: Formas de historia cultural\ Madrid. Alianza Editorial, 2000); Philippe Poirricr, Les enjeux de l'histoire culturelle, Paris, ditions du Seuil, 2004; Pascal Ory, L'histoi-re culturelle, Paris, Presses Universitaires de France. 2004: y Justo Serna y Anaclct Pons, La historia cultural. Autores, obras, lugares, Madrid, Aka I, 2005-

[Caso #1]

El primer orden de significados conduce a construir la historia de los textos, de las obras y de las prcticas culturales como una historia de dimensin doble. Es lo que propone Cari Schorske: El historiador intenta ubicar e interpretar* el artefacto temporalmente en un campo donde se intersectan dos Eneas. Una lnea es vertical, o diacrnica, y a travs de ella establece la relacin de un texto o sistema de pensamiento con expresiones previas en la misma rama de actividad cultural (pintura, poltica, etctera). La otra es horizontal, o sincrnica, y a travs de

[Caso #1]

ella evala la relacin del contenido del objeto inte-lectual con lo que aparece en otras ramas o aspectos de una cultura al mismo tiempo.3' De modo que se trata de pensar cada produccin cultural a la vez en la historia del gnero, de la disciplina o del campo donde se inscribe y en sus relaciones con las otras creaciones estticas o intelectuales y las otras prcticas que le son contemporneas.

[Caso #1]

dad de los lenguajes y las acciones simblicas propios de una comunidad constituye su cultura. De all la atencin que prestan los historiadores ms ins- a pirados por la antropologa a las manifestaciones colectivas donde se enuncia de manera paroxstica un sistema cultural: rituales de violencia, ritos de pasaje o fiestas carnavalescas.

[Caso #1]

'-Segn sus dierentes herencias y tradiciones,\a historia cultural lia privilegiado objetos, mbitos y mtodos diversos. Enumerarlos es una tarea imposi- ble?'Ms pertinente es, sin duda, la identificacin de algunas cuestiones comunes a esos enfi^uestandis- tintos. La^primera se relacionaron la necesaria arti-culacin entre las obras singulares y las representa-ciones comunes o, dicho de otro modo, el proceso por el cual losiectores, los espectadores^) los oyentes dan sentido a los textos.(o a las imgenes) de los que se apropian. La pregunta se ha hecho eco, en reaccin contra el estricto formalismo de la Nueva crtica o New Criticismo de todos los enfoques que se han propuesto pensar la produccin del significado como construida en la relacin entre los lectores y los textos. El proyecto adopt diversas formas dentro de la crtica literaria, centrando la atencin en la rela-

[Caso #1]

cin dialgica entre las propuestas de las obras y las expectativas estticas o las categoras interpretativas de sus pblicos,*4 o en la interaccin dinmica entre el texto y su lector, comprendida en una perspectiva fenomenolgica,15 o en las transacciones entre las obras mismas y los discursos o las prcticas ordinarias que son, a la vez, las matrices de la creacin esttica y las condiciones de su inteligibilidad.*6 Enfoques similares han hecho que se alejen las lecturas estructuralistas o semiticas que relacionaban el sentido de las obras con el mero funcionamiento au-tomtico e impersonal del lenguaje pero, a su vez, se han vuelto el blanco de las crticas de la historia cultural. Por otro lado, la mayora de las veces consideran los textos como si existieran en s mismos, fuera de los objetos o las voces que los transmiten, mientras que una lectura cultural de las obras recuerda 29 30 31

[Caso #1]

cin dialgica entre las propuestas de las obras y las expectativas estticas o las categoras interpretativas de sus pblicos,*4 o en la interaccin dinmica entre el texto y su lector, comprendida en una perspectiva fenomenolgica,15 o en las transacciones entre las obras mismas y los discursos o las prcticas ordinarias que son, a la vez, las matrices de la creacin esttica y las condiciones de su inteligibilidad.*6 Enfoques similares han hecho que se alejen las lecturas estructuralistas o semiticas que relacionaban el sentido de las obras con el mero funcionamiento au-tomtico e impersonal del lenguaje pero, a su vez, se han vuelto el blanco de las crticas de la historia cultural. Por otro lado, la mayora de las veces consideran los textos como si existieran en s mismos, fuera de los objetos o las voces que los transmiten, mientras que una lectura cultural de las obras recuerda 29 30 31

[Caso #1]

colectivas o de goces estticos- y''ckpendencias)-\as que inscriben la invencin literaria o intelectual en los discursos y las prcticas del mundo social, hacindola posible e inteligible. El cruce indito de enfoques du-rante largo tiempo ajenos unos de otros (la crtica textual, la historia del libro, la sociologa cultural ), pero unidos por el proyecto de una nueva historia cultural, conlleva un reto fundamental: comprender cmo las apropiaciones concretas y las inventivas de los lectores (o los espectadores) dependen, en su conjunto, de los efectos de sentido a los que apuntan las obras mismas, los usos y los significados impuestos por las formas de su publicacin y circulacin, y las competencias y las expectativas que rigen la relacin que cada comunidad mantiene con la cultura escrita^

[Caso #1]

colectivas o de goces estticos- y''ckpendencias)-\as que inscriben la invencin literaria o intelectual en los discursos y las prcticas del mundo social, hacindola posible e inteligible. El cruce indito de enfoques du-rante largo tiempo ajenos unos de otros (la crtica textual, la historia del libro, la sociologa cultural), pero unidos por el proyecto de una nueva historia cultural, conlleva un reto fundamental: comprender cmo las apropiaciones concretas y las inventivas de los lectores (o los espectadores) dependen, en su conjunto, de los efectos de sentido a los que apuntan las obras mismas, los usos y los significados impuestos por las formas de su publicacin y circulacin, y las competencias y las expectativas que rigen la relacin que cada comunidad mantiene con la cultura escrita^

[Caso #1]

Las relaciones entre la culnirajjopular y la cultura le-trada han movilizado apasionadamente a la historia cultural. Las maneras de concebirlas se pueden agru-par en dos grandes modelos de descripcin y de in-terpretacin .JEI primero, deseoso de abolir toda for-ma de etnocentrismo cultural, trata la cultura popular

[Caso #1]

una serie de reflexiones metodolgicas y diversos es-tudios de caso, dicho libro propona un conjunto de conceptos que proporcionaba nuevos modelos de anlisis capaces de superar los lmites de las dos for-mas que dominaban la historia cultural: por un lado, la historia de las mentalidades tal como la definan las obras de Luden Febvre o Robert Mandrou; por otro lado, una historia cuantitativa que segua ios mtodos estadsticos de la historia econmica y so- dal. Las nociones de representacin, prcticas y apropiacin que se encuentran en mi libro de 1992 proponan una aproximacin que haca hincapi en los usos particulares ms que en las distribuciones estadsticas. En este sentido, llamaba la atencin sobre los gestos y comportamientos y no slo sobre las ideas y ios discursos, y consideraba las representaciones (individuales o colectivas, puramente mentales, textuales o iconogrficas) no como simples reflejos ver-daderos o mentirosos de la realidad, sino como enti-dades que van construyendo las divisiones mismas del mundo social. Tal propuesta asegur una presencia ms fuerte en el mundo intelectual espaol y la-tinoamericano de autores como Norbert Elias, Pierre Bourdieu, Louis Marin o Michcl de Certeau. Pese a

[Caso #1]

Las relaciones entre la culnirajjopular y la cultura le-trada han movilizado apasionadamente a la historia cultural. Las maneras de concebirlas se pueden agru-par en dos grandes modelos de descripcin y de in-terpretacin .JEI primero, deseoso de abolir toda for-ma de etnocentrismo cultural, trata la cultura popular

[Caso #1]

como un sjstema simblicojxihgTEnie, que se ordena segn una lgica extranjera e irreductible a la de la cultura letrada. El segund, preocupado por recordar la fuerza de las relaciones de dominacin y de las de-^ sigualdades del mundo social, aborda la cultura popular a partir de sus dependencias y de sus faltas con respecto a la cultura de los dominante^ De modo que,(^orTrnlado; la cultura popular se piensa como autnoma, independiente, cerrada sobre s misma; y [porotro lado se la define por su distancia con respecto a la legitimidad cultural. Los historiadores han os-cilado durante largo tiempo entre esas dos perspecti-vas, como muestran, a la vez, los trabajos realizados sobre la religin o la literatura consideradas como es-pecficamente populares y la construccin de una oposicin, reiterada con el transcurso del tiempo, entre la edad de oro de una cultura popular libre y vigorosa y los tiempos de las censuras y las presiones que la condenan y las desmantelan.41

[Caso #1]

> En estos ltimos aos, los trabajos de historia cultural han hecho gran uso de esa triple acepcin de la representacin, en esos trminos o en otros, por dos razones fundamentales. En primer lugar, el retroceso de la violencia entre los individuos que caracteriza a las sociedades occidentales entre la Edad Media y el siglo XVIE y que deriva de la confiscacin (al menos tendencia!) del Estado sobre el empleo legtimo de la fuerza, ha reemplazado (al menos parcialmente) los enfrentamientos directos, brutales y sangrientos, por luchas cuyo instrumento y reto son las re-presentaciones.44 Por otro lado, la autoridad de un poder o la dominacin de un grupo dependen del crdito otorgado o denegado a las representaciones que ste proponga de s mismo.

[Caso #1]

del Estado-nacin que delimita, retrospectivamente, una entidad social y cultural ya presente incluso antes de su advenimiento poltico; rechazle los recortes tradicionales, de la monografa histrica que explora las especificidades de una provincia, una regin o una ciudad; y, por ltimo, rechazo del enfoque microhistrico, sospechoso por haber descuidado lo lejana 48

[Caso #1]

| cin puede referirse a una misma escala de anlisis y evitar una definicin unvoca del enfoque microhis- > trico. En efecto, hay una gran distancia entre la perspectiva que considera los recortes microhistri- cos como laboratorios que permiten analizar intensamente los mecanismos de poder que caracterizan una estructura sociopoltica propia de un tiempo y un lugar determinados,51 y la que considera esos mismos recortes como una condicin de acceso a creencias y a ritos que, usualmente, las fuentes callan o soslayan y que remiten, en su anomala incluso (el trmino es de^Ginzburg), a un zcalo cultural compartido por la humanidad toda. En este ltimo sentido, no hay ninguna contradiccin entre una tcnica de observacin microhistrica y una descripcin macroantropolgica.52

[Caso #1]

De lo social a lo cultural

[Caso #1]

En estos ltimos aos, tal como demuestran las numerosas obras que se esfuerzan por delimitar los objetos y los mtodos,26 la historia cultural se ha vuelco

[Caso #1]

26 Lynn Hum The New Cultural History (cd.), Berkeley, Los ngeles, Londres, Universitty of California Press, 1989; Peter

[Caso #1]

uno de los mbitos ms vigorosos y debatidos del mbito histrico. Trazar sus lmites no es empresa fcil. Se debe hacer a partir de los objetos y las prc-ticas cuyo estudio sera lo propio de esta historia? Existe un gran riesgo de no poder trazar una frontera segura y clara entre la historia cultural y otras histo-rias: la historia de las ideas, la historia de la literatura, la historia del arte, la historia de la educacin, la historia de los medios de comunicacin, la historia de las ciencias, etctera^)ebemos por ello cambiar de perspectiva y considerar que toda historia, la que sea, econmica o social, demogrfica o poltica, es cultural, en la medida en que todos los gestos, todas las conductas, todos los fenmenos objetivamente mensurables siempre son el resultado de las significaciones que los individuos atribuyen a las co-sas, a las palabras y a las accionesj^Desde esa pers-pectiva, fundamentalmente antropolgica, el riesgo

[Caso #1]

uno de los mbitos ms vigorosos y debatidos del mbito histrico. Trazar sus lmites no es empresa fcil. Se debe hacer a partir de los objetos y las prc-ticas cuyo estudio sera lo propio de esta historia? Existe un gran riesgo de no poder trazar una frontera segura y clara entre la historia cultural y otras histo-rias: la historia de las ideas, la historia de la literatura, la historia del arte, la historia de la educacin, la historia de los medios de comunicacin, la historia de las ciencias, etctera^)ebemos por ello cambiar de perspectiva y considerar que toda historia, la que sea, econmica o social, demogrfica o poltica, es cultural, en la medida en que todos los gestos, todas las conductas, todos los fenmenos objetivamente mensurables siempre son el resultado de las significaciones que los individuos atribuyen a las co-sas, a las palabras y a las accionesj^Desde esa pers-pectiva, fundamentalmente antropolgica, el riesgo

[Caso #1]

Burke. Varieties of Cultural History, Cambridge, Policy Press, 1997 [Trad, cast.: Formas de historia cultural\ Madrid. Alianza Editorial, 2000); Philippe Poirricr, Les enjeux de l'histoire culturelle, Paris, ditions du Seuil, 2004; Pascal Ory, L'histoi-re culturelle, Paris, Presses Universitaires de France. 2004: y Justo Serna y Anaclct Pons, La historia cultural. Autores, obras, lugares, Madrid, Aka I, 2005-

[Caso #1]

Burke. Varieties of Cultural History, Cambridge, Policy Press, 1997 [Trad, cast.: Formas de historia cultural \ Madrid. Alianza Editorial, 2000); Philippe Poirricr, Les enjeux de l'histoire culturelle, Paris, ditions du Seuil, 2004; Pascal Ory, L'histoi-re culturelle, Paris, Presses Universitaires de France. 2004: y Justo Serna y Anaclct Pons, La historia cultural. Autores, obras, lugares, Madrid, Aka I, 2005-