cuentos

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El circo del Sol es un lugar mágico, en el que todos los niños y también los mayores, viajan a un mundo de fantasía e ilusión. Cuando empieza la función y apagan las luces, no se sabe que pasará… pero en un instante se ilumina el escenario y la carpa del circo se llena de luces de colores. En el circo, hay un payaso llamado Fuchó, él es el encargado de hacer reír a todo el público con sus actuaciones. Sin embargo, un día, justo antes de empezar la función, Fuchó estaba triste y no tenía ganas de salir a actuar… Su amigo, el trapecista, que pasaba por su camerino se paró a hablar con él: “¡Hola Fuchó! ¿estás preparado para salir al escenario?”. En ese momento, su amigo el trapecista, se dió cuenta de que a Fuchó, el payaso, le pasaba algo, pues aún teniendo la cara pintada con una sonrisa infinita y la nariz de goma, sus ojos estaban tristes…”¿qué te pasa amigo?” dijo el trapecista. Entonces, el payaso Fuchó contestó: “Buenoo… es que estoy triste porque he perdido mi flor de la suerte y sin ella no puedo salir a actuar...”. Pero Fuchó, amigo, solo es una flor, aquí el único protagonista eres tú, es más, “¿quién consigue que todos los niños no puedan parar de sonreír?” ¿La flor? Nooo.., los niños te esperan a tí, quieren verte hacer tonterías, que tropieces una y otra vez!!” El trapecista, sin mediar palabra alguna se fue del camerino de Fuchó, dejando a éste sorprendido por la forma tan misteriosa con la que se marchó. Quedaban unos pocos minutos para que empezara la actuación de Fuchó, ya sonaban los gritos de los niños reclamando a los payasos. Justo en ese momento, la puerta del camerino de Fuchó se abrió rápidamente y apareció su amigo el trapecista, con una flor en la mano y le dijo: “Fuchó, esta flor te dará suerte, la he cogido del campo que hay a unos pocos minutos del circo, la he cogido para tí, no es tu flor, ya lo sé, pero sé que te dará toda la fuerza que necesitas para salir, es mágica… “Muchas gracias”, le dijo Fuchó al trapecista, me alegro mucho de tenerte como amigo. Fue entonces, cuando el payaso Fuchó se dió cuenta que no puede depender de las cosas materiales, sino que él es válido para todo lo que se proponga, solamente tiene que tener confianza en sí mismo. También le sirvió para darse cuenta que las personas que están a su lado, como su amigo el trapecista, son un apoyo importante en su vida, pues hacen que las cosas sean más fáciles cuando nosotros las vemos difíciles. “Y ahora, !!vamos a empezar la función!!!” ¡¡Qué salgan los payasos!!

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Page 1: Cuentos

El circo del Sol es un lugar mágico, en el que todos los niños y también los mayores, viajan a un mundo de fantasía e ilusión. Cuando empieza la función y apagan las luces, no se sabe que pasará… pero en un instante se ilumina el escenario y la carpa del circo se llena de luces de colores.

En el circo, hay un payaso llamado Fuchó, él es el encargado de hacer reír a todo el público con sus actuaciones. Sin embargo, un día, justo antes de empezar la función, Fuchó estaba triste y no tenía ganas de salir a actuar…

Su amigo, el trapecista, que pasaba por su camerino se paró a hablar con él: “¡Hola Fuchó! ¿estás preparado para salir al escenario?”. En ese momento, su amigo el trapecista, se dió cuenta de que a Fuchó, el payaso, le pasaba algo, pues aún teniendo la cara pintada con una sonrisa infinita y la nariz de goma, sus ojos estaban tristes…”¿qué te pasa amigo?” dijo el trapecista.

Entonces, el payaso Fuchó contestó: “Buenoo… es que estoy triste porque he perdido mi flor de la suerte y sin ella no puedo salir a actuar...”.

“Pero Fuchó, amigo, solo es una flor, aquí el único protagonista eres tú, es más, “¿quién consigue que todos los niños no puedan parar de sonreír?” ¿La flor? Nooo.., los niños te esperan a tí, quieren verte hacer tonterías, que tropieces una y otra vez!!” El trapecista, sin mediar palabra alguna se fue del camerino de Fuchó, dejando a éste sorprendido por la forma tan misteriosa con la que se marchó.

Quedaban unos pocos minutos para que empezara la actuación de Fuchó, ya sonaban los gritos de los niños reclamando a los payasos. Justo en ese momento, la puerta del camerino de Fuchó se abrió rápidamente y apareció su amigo el trapecista, con una flor en la mano y le dijo: “Fuchó, esta flor te dará suerte, la he cogido del campo que hay a unos pocos minutos del circo, la he cogido para tí, no es tu flor, ya lo sé, pero sé que te dará toda la fuerza que necesitas para salir, es mágica…

“Muchas gracias”, le dijo Fuchó al trapecista, me alegro mucho de tenerte como amigo.

Fue entonces, cuando el payaso Fuchó se dió cuenta que no puede depender de las cosas materiales, sino que él es válido para todo lo que se proponga, solamente tiene que tener confianza en sí mismo. También le sirvió para darse cuenta que las personas que están a su lado, como su amigo el trapecista, son un apoyo importante en su vida, pues hacen que las cosas sean más fáciles cuando nosotros las vemos difíciles.

“Y ahora, !!vamos a empezar la función!!!” ¡¡Qué salgan los payasos!!

Page 2: Cuentos

Hace mucho mucho tiempo, existió una familia dedicada a la magia. Los padres y los abuelos de Popi, eran todos magos, y Popi también quería ser un gran mago.

Popi sabía ya convertir una rana en serpiente, con su varita mágica de madera. También podía detener el tiempo diciendo las palabras mágicas: “Rusqui trusqui, Rasca trasca“.

Un día Popi, estaba de camino al colegio y vio como unos gamberros intentaban pegar a un perrito que andaba por la calle. Entonces Popi, pronunció las palabras mágicas y detuvo el tiempo salvando al perro, llevándoselo de donde estaban los gamberros. Pero cuando puso de nuevo el tiempo en marcha con sus poderes, uno de los gamberros le vio llevarse al perrito en sus brazos dando la vuelta a la esquina, y consiguió alcanzarle, pero de repente desapareció de su vista, se había hecho invisible.

Popi se había concentrado tanto, que consiguió el mayor de los poderes de un mago, para él era toda una alegría, pues se había convertido en un gran mago.