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LA PALABRA DE “EL UNGIDO” LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON LA LECTIO DIVINA SON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO , PARA QUE COLOMBIA, TENGA VIDA EN ÉL. EL DISCÍPULO ES ILUMINADO EN SU BAUTISMO Domingo II de Cuaresma (C) 24 de Febrero de 2013 “Dios construyó para ellos una tienda más divina y, al mismo tiempo, más luminosa, como figura del reposo futuro” (Orígenes) La Transfiguración de Jesús: Con la mirada puesta en la meta del camino y a la escucha del Maestro Lectio de Lucas 9,28b-36

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Page 1: Cuaresma ii   c

LA PALABRA DE “EL

UNGIDO”

LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON

LA LECTIO DIVINASON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE

JESUCRISTO, PARA QUE COLOMBIA,

TENGA VIDA EN ÉL.

EL DISCÍPULO ES ILUMINADO EN SU BAUTISMO

Domingo II de Cuaresma (C)

24 de Febrero de 2013

“Dios construyó para ellos una tienda más divina y,

al mismo tiempo, más luminosa, como figura del reposo futuro”

(Orígenes)

La Transfiguración de Jesús:

Con la mirada puesta en la meta del camino y a la escucha del

Maestro

Lectio de Lucas 9,28b-36

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“Mientras estaba orando, su rostro cambió de aspecto...

y vieron su gloria”

En la página del Vaticano, vatican.va, lee el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos del Concilio

Vaticano II.

Oremos…

Te damos gracias, Padre, porque Jesús…

“Anunció a sus discípulos su propia muerte

y les manifestó su gloria en el monte santo,

para que constara,

según el testimonio de la ley y los profetas,

que era necesario pasar por la pasión

para l legar a la gloria de la resurrección”.

(Del Prefacio de este Domingo)

Introducción

La mirada no puede estar puesta sino en la persona de Jesús.

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Cuando el Padre dice desde la nube luminosa en la Transfiguración “Este

es mi Hijo, mi Elegido, ¡Escúchenlo! ”, nos está diciendo que Jesús

es la Buena Nueva completa.

Jesús es el Hijo amado que nos es dado, a él lo contemplamos

maravillados, a él lo escucharemos hasta el fin del camino.

La escucha del Maestro acompaña todas las etapas del discipulado, pero

particularmente cuando la “Palabra” es la de la “Cruz”.

Una vez que Pedro y sus compañeros han quedado impactados en el

primer anuncio de la Pascua de Jesús, deben ampliar sus horizontes para

comprender que el camino doloroso de Jesús culmina en la Gloria.

“¿No era necesario que el Mesías padeciera eso y entrara así en su gloria? ” (Lucas

24,26),

Les pregunta el resucitado a los peregrinos de Emaús.

La perspectiva de este término del camino es anticipada y profundizada en

el relato de la Transfiguración de Jesús que ahora vamos a leer.

La perspectiva de Jerusalén, donde terminaron las tentaciones (ver Lucas

4,9), donde Jesús y el diablo se han dado cita para la confrontación final

(ver 22,53), precisamente allí donde los profetas han sido abatidos (ver

13,33), aparece en el centro del diálogo entre los tres profetas glorificados:

Jesús, Moisés y Elías.

Dice Lucas:

“hablaban de su partida (=éxodo), que iba a cumplir en Jerusalén ” (v.31).

El Evangelio nos invita, pues, a entrar en este diálogo en el que se escruta

atentamente el sentido del sufrimiento, de la debilidad y de la pobreza que

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salvan por el misterioso camino del “Hijo” a quien el Padre nos pide

“escuchar”, que es lo mismo que “seguir”.

1. El contexto, el texto, sus características propias y su estructura

1.1. El contexto

Desde el momento en que Pedro reconoció que su Maestro es el Mesías

(ver Lucas 8,18-22), Jesús comenzó a introducir a sus discípulos en la

comprensión del misterio de su persona, anunciándoles su pasión, muerte y

resurrección:

“El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos,

los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día ” (9,22).

Lo que le va a suceder a Jesús implica también a sus discípulos, se trata de

un camino compartido:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,

tome su cruz cada día, y sígame” (9,23).

Lucas no nos dice, como lo hacen Mateo y Marcos, que Pedro oponga

resistencia ante este primer anuncio de la Pasión, si bien será enfático en

mostrar la incomprensión de los discípulos en los dos anuncios siguientes,

por ejemplo después del segundo anuncio comenta:

“Pero ellos no entendía lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo

comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto ” (9,45; ver también 18,34).

Para Lucas la oscuridad de los discípulos ante el misterio de la Cruz no

será cuestión de resistencia interior sino de un desvelamiento progresivo

del misterio.

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El relato de la Transfiguración conecta directamente con la confesión de fe

de Pedro y con el primer anuncio de la Pasión:

“Ocho días después de estas palabras…” (9,28).

Será por lo tanto una nueva forma de anunciar la pasión y la resurrección

de Jesús, dando a entender la significación del misterio pascual para Jesús

y su implicación para los discípulos que lo siguen:

Se trata de una revelación más profunda del Señor, esto es, cómo y por

qué el camino del sufrimiento conduce a su gloria pascual.

1.2. El texto

Escuchemos a Lucas 9,28b-36:

“28Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro,

Juan y Santiago, y subió al monte a orar.29Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos

eran de una blancura fulgurante, 30y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en

Jerusalén.32Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos,

y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33Y sucedió que, al separarse ellos de él, di jo Pedro a Jesús: ‘Maestro, bueno es

estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti , otra para Moisés y otra para

Elías’, sin saber lo que decía.34Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra;

y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35Y vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido;

¡Escúchenlo!’.36Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por

aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto”.

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1.3. Características propias

El relato de la transfiguración tiene en cada evangelista que la relata

(Mateo, Marcos y Lucas) detalles particulares.

A pesar de todos los puntos comunes con los otros, Lucas es el único

evangelista que:

(1) Hace notar que Jesús subió a la montaña “para orar”.

(2) Habla de la “gloria” de Moisés y Elías.

(3) Nos dice que el tema de conversación era “el éxodo que iba a

cumplir [Jesús] en Jerusalén”.

(4) Nota que Pedro y los otros dos discípulos “estaban cargados de

sueño”, sin embargo “permanecían despiertos y vieron la gloria

[de Jesús]”.

(5) Señala que Pedro sólo toma la palabra cuando Moisés y Elías se han

ido.

(6) Dice que Pedro llamó a Jesús con sumo respeto: “Maestro” (con un

término que es propio de Lucas: “epistates” y no el tradicional “didáskalos”;

Marcos dice “Rabbí” y Mateo “Señor”).

(7) Cuenta que en la nube Jesús recibe el calificativo de “Hijo elegido”, un

título semejante al que se le dará en la Cruz (ver 23,35)

(8) Destaca al final del relato que los discípulos “guardaron silencio”.

1.4. Estructura

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Estas particularidades lucanas que acabamos de enumerar nos ayudarán a

releer el relato con nuevos ojos.

Pero ahora veamos el conjunto.

Éste tiene la estructura de un relato de manifestación divina (técnicamente:

una cristofanía), donde el “ver” y el “oír” ocupan el lugar central:

(1) La circunstancia del acontecimiento: Jesús sube al monte a orar con

tres discípulos (9,28)

(2) La visión de la gloria de Jesús y de los profetas sufrientes (9,29-32)

(3) La audición del querer del Padre en la nube (9,33-35)

(4) Conclusión: Jesús queda solo y los discípulos callan (9,36)

Profundicemos…

2. Análisis de los puntos más relevantes del texto

2.1. Una asombrosa experiencia de oración (9,28)

“28Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro,

Juan y Santiago, y subió al monte a orar.

“Subió al monte a orar”.

El evangelista Lucas, quien siempre presenta a Jesús orando en los

momentos cumbres de su ministerio (ver en el Bautismo, 3,21; en la

elección de los Doce, 6,12; en la confesión de fe de Pedro, 9,18; en la

víspera de la Pasión, 22,39-46), ambienta la escena de la transfiguración

en una experiencia de oración.

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Al interior de relación de Jesús con su Padre hay una comunicación intensa

de la cual no conocemos las palabras sino el efecto transformador que

tiene en él.

Curiosamente en un relato evangélico de tan intensa comunicación entre

Jesús y el Padre, Jesús y sus discípulos, Jesús y Moisés y Elías, Pedro y

Jesús, el Padre y todos juntos, en ningún momento se reportan las palabras

de Jesús.

Pero la mirada no se aparta en ningún instante de la persona de Jesús

transfigurado.

En los discípulos, en quienes nos reflejamos los lectores, predomina una

actitud de atención a cada detalle y, excepto las pocas palabras

desatinadas de Pedro, se nota un silencio reverente y contemplativo que se

prolonga más allá de la escena (v.36: “Ellos callaron”).

“Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago... No dijeron a nadie nada de lo que habían

visto” (v.28 y 36).

La mención estricta de la presencia de los discípulos, al comienzo y al final,

enmarca la escena; todo apunta a la formación de testigos que dan cuenta

de “lo que han visto” (v.36).

La parte central del relato se concentra en lo que los discípulos vieron y

oyeron en la montaña.

Ellos son tomados intencionalmente por Jesús para ser asociados en el

acontecimiento.

El verbo griego que se traduce por “tomar consigo” no se refiere a una

invitación simplemente para acompañarlo sino para participar.

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Estos:

• Son los mismos discípulos que han sido testigos del poder de la Palabra

de Jesús el primer día de su vocación en el lago que no les daba peces

(ver 5,10-11).

• Son los mismos que han sido testigos de su poder de la Palabra de

Jesús que le retorna el espíritu a la niña muerta (ver 8,51).

• Son los mismos que, junto con toda la comunidad de discípulos, habían

escuchado ocho días antes una nueva Palabra de Jesús, pero esta vez

sobre su propio rechazo y sobre el seguimiento con la cruz a cuestas

(ver 9,22-25); una palabra dura y difícil de aceptar, que no se sabe si

tomarla en serio (ver 9,26).

Dentro de poco, apenas comience la subida a Jerusalén, Santiago y

Juan demostrarán que no están dispuestos a aceptar rechazos (ver 9,53-

54).

Subir “a la montaña” es entrar a un espacio de revelación (Moisés y Elías

recibieron la revelación en la “montaña”).

Estos son los discípulos a quienes se les va a revelar lo más profundo del

misterio de Jesús que en la segunda etapa de su formación no consiguen

comprender.

Ahora son invitados a captarlo participando de esta oración transfiguradora

de Jesús.

2.2. Los discípulos y la visión de la gloria de Jesús y de los

profetas sufrientes (9,29-32)

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29Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos

eran de una blancura fulgurante, 30y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en

Jerusalén.32Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos,

y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Todo lo que sucede en la montaña es observado desde el ángulo de los

discípulos:

“vieron su gloria y a los hombres que estaban con él ” (v.32).

Los discípulos ven lo que sucede al interior de la oración de Jesús

(“mientras oraba... ”, v.29ª):

(1) Un cambio (a) en el rostro y (b) en los vestidos de Jesús (v.29b).

(2) Dos personas que hablan con Jesús (vv.30-31).

En primer lugar se hace la presentación de ellos:

(a) “Dos varones”,

(b) “que eran Moisés y Elías” y

(c) “aparecían en gloria” (v.30-31ª).

En segundo lugar se presenta el tema de la conversación con Jesús:

“su partida que iba a cumplir en Jerusalén” (v.31b).

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En el siglo I d.C, se decía que, después del juicio final al fin de los tiempos,

el rostro de los justos irradiaría una luz celestial y que ellos brillarían como

estrellas en el firmamento.

Pero aquí la luz que Jesús irradia anticipa la mañana de la Pascua (ver

Lucas 24,4).

(1) Una oración transformante

Lucas no utiliza la palabra “transfiguración” (en griego “metamorfosis”,

término usado por Marcos y Mateo), ya que ésta tiene para sus lectores

grecorromanos una resonancia pagana (recordemos las “metamorfosis” de

Ovidio).

Más bien habla de un “cambio de aspecto en el rostro ” de Jesús, y

más adelante de “su gloria”.

Estos términos evocan el relato del Sinaí, en el que Moisés fue

“glorif icado”.

El evangelista deja entender que este “cambio” en el aspecto de Jesús es

obra de Dios (literalmente: “él fue transformado”; un verbo en pasivo

que indica que el agente es Dios).

Después de decir explícitamente que el “aspecto” externo del rostro de

Jesús cambió (v.29b), Lucas completa la descripción anotando que se trata

de una manifestación de la “gloria” de Jesús (v.32b).

La “gloria” en este evangelio es la marca distintiva del mundo de la

divinidad (ver Lc 2,8) y referencia a la majestad del Hijo del hombre en la

plenitud del Reino de Dios (ver 9,26 y 22,27), punto culminante de su

camino.

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Como acabamos de decir, el hecho nos remite a lo que sucedió en la

experiencia de oración de Moisés en el Monte Sinaí:

“Su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él (Señor) ”

(Éxodo 34,29; a lo mismo se refiere Pablo en 2 Corintios 3,7.13);

“Los israelitas veían entonces que el rostro de Moisés irradiaba ” (Éxodo 34,35).

La irradiación es de la “gloria” de Dios que Moisés ha contemplado en la

montaña (ver Éxodo 33,18-23).

(2) La presencia de Moisés y Elías

Al decir que también Moisés y Elías “aparecían en gloria” (o sea,

procedentes del cielo), así como Jesús, el cuadro queda completo.

En las Escrituras, Moisés y Elías no son como el común de los mortales:

Elías ha sido arrebatado sobre un carro de fuego (ver 2 Reyes 2,11) y

Moisés fue enterrado en lugar desconocido, probablemente hasta por Dios

mismo (Deuteronomio 34,6; una antigua tradición judía habla de la

“asunción de Moisés”).

Todo lo que ha sucedido en el camino y en la Pascua de Jesús ha sido el

cumplimiento de lo que “está escrito en la Ley y en los Profetas” (Lucas

24,44), es decir en la Escritura, la Integralidad de los libros de la Antigua

Alianza.

Moisés y Elías representan la “Ley y los Profetas”.

En este relato ellos, como los “dos varones” de vestidos resplandecientes

que intervienen dando explicaciones de parte de Dios al comienzo y al final

de los eventos pascuales (ver Lucas 24,4 y Hechos 1,10), son testigos que

dan cuenta cómo Dios obra -con una lógica particular- en medio del

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aparente absurdo de los acontecimientos, al mismo tiempo –puesto que

alcanzaron la gloria- remiten a su sentido pleno.

Vistos como personajes decisivos dentro de la historia del pueblo de Dios,

Moisés y Elías tuvieron algo en común: el servicio al pueblo –obedeciendo

el envío del Señor- les costó mucho sufrimiento:

- En el diálogo con Jesús en este relato, ellos son testigos de lo que

vivieron en carne propia, esto es, tanto Moisés como Elías fueron

profetas rechazados, su misión casi les costó la vida.

- Fueron servidores de los caminos de Dios aún en medio de la

testarudez de un pueblo que en más de una ocasión se vino en contra

ellos; pero su sufrimiento valió la pena:

Su camino entero ahora es modelo de la gloria que emerge de dentro

del dolor cuando éste es vivido en función de los demás, rompiéndose

interiormente al servicio de la obra salvífica de Dios en el mundo.

Moisés y Elías al lado de Jesús que está a punto de comenzar el camino

decisivo, ellos mismos ahora “en gloria”, pueden dar testimonio de que

efectivamente por ese camino se llega a la plenitud de la vida.

(3) Una comprensión del camino de la pasión y muerte de Jesús

El tema de conversación Moisés y Elías con Jesús es

“la partida que iba a cumplir en Jerusalén” (v.31b).

La frase apunta en primer lugar a su “salida” hacia el Padre, es decir su

ascensión (ver Lc 9,51; 24,51 y Hch 1,9), la cual se realiza a partir de su

pasión y muerte.

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Pero llama la atención que en el texto griego se diga literalmente “el

éxodo”.

Si esta palabra se relee junto con el verbo “cumplir” (que en realidad es

“l levar a plenitud”) notamos que la muerte de Jesús está siendo

interpretada como la realización plena del camino salvífico de Dios con su

pueblo, cuyo primer paradigma fue la “salida” liberadora del pueblo de

Israel de su opresión en Egipto.

Detrás de todo están las antiguas promesas bíblicas: Jesús es el

cumplimiento de estas esperanzas, la encarnación de las fieles promesas

de Dios a su pueblo.

El movimiento de “salida” de Jesús a través de la Pasión es fuerte.

Contemplándola bajo este prisma, no se puede dejar de notar que su

pasión es una “salida” total de sí mismo en un amor que perdona.

En la cruz Jesús se rompe completamente por los demás (interior y

exteriormente), yendo más lejos que Moisés y Elías.

Por tanto, la suya no es una muerte como tantas otras.

Su “salida” hacia el Padre, por medio de la Pasión, será en adelante el

punto de referencia definitivo de toda experiencia pascual y de todo camino

humano.

Esto lleva a entender que el sufrimiento y la muerte de Jesús no son un

absurdo sino un “paso” necesario (“El Hijo del hombre debe sufrir

mucho... ”; 9,22).

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No es solo la oposición mortal de los adversarios sino ante todo la fidelidad

a la voluntad de Dios lo que conducirá a la “necesidad” de la Cruz.

Es así como el fatídico viaje de Jesús hacia Jerusalén permanece como un

símbolo memorable de su consagración total al querer del Dios en quien se

abandona absolutamente, con una confianza total, en cuanto “Hijo” suyo.

En consecuencia, al contemplar la Cruz de Cristo no hay que quedarse

únicamente con el aspecto oscuro del sufrimiento, sea visto como gran

tragedia o sea como algo que simplemente se soporta:

Misteriosamente, ella realizó la vocación del Mesías revelada poco a poco

en las Escrituras y en el destino de los profetas y por eso es, en última

instancia, un “cumplimiento”.

Si todo esto lo vemos –una vez más- a la luz de la presencia de Moisés y

de Elías también “glorif icados”, comprendemos que en la Transfiguración

Jesús se revela como el guía definitivo del Pueblo de Dios que camina

hacia la salvación.

Pero este camino se realiza en la línea del Siervo del Señor sufriente (como

Moisés y Elías que fueron servidores sufrientes del Pueblo y como aquel

profetizado por Isaías) que con el sacrificio de su vida hace posible el logro

de la salvación.

(4) El sueño: ¿Están los discípulos en condiciones para acompañarlo?

El evangelista hace una anotación:

“Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos ”

(v.32).

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La sensación de sueño que tienen Pedro y sus compañeros, que nos

reenvía al sueño de los discípulos durante la oración y agonía de Jesús del

Getsemaní (ver 22,45-46), describe la dificultad para acompañar a Jesús en

su camino hasta las últimas consecuencias.

Aunque “ven” la gloria de Jesús hay una pesadez interna que no les

permite ponerse a la altura de los acontecimientos.

La situación descrita no es negativa sino ante todo el señalamiento del

punto de partida del bellísimo itinerario pedagógico que conducirá Jesús

con ellos hasta cuando les abra los ojos a la revelación total en el día

pascual (como le sucede a los discípulos de Emaús: 24,16.31).

De esta forma, entre este momento de la transfiguración y el de la apertura

de los ojos ante el Jesús glorioso pascual, el evangelio traza un arco que

tensiona el proceso de maduración espiritual de los discípulos, despejando

poco a poco el escándalo de la cruz y revelando el sentido que los llenará

de alegría total.

2.3. La audición de la voz del Padre en la nube (9,33-35)

33Y sucedió que, al separarse ellos de él, di jo Pedro a Jesús: ‘Maestro, bueno es

estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti , otra para Moisés y otra para

Elías’, sin saber lo que decía.34Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra;

y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35Y vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido;

¡Escúchenlo!’.

Que los discípulos no consiguen colocarse a la altura de la situación y que,

por lo tanto, necesitarán ser conducidos en un nuevo itinerario, lo

demuestran la torpeza de Pedro quien hablaba “sin saber lo que decía”

(v.33c).

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Pero sobre las desatinadas palabras de Pedro se impone la palabra

reveladora y exhortadora del Padre.

(1) La propuesta de Pedro

Pedro hace una propuesta justo en el momento en que Moisés y Elías se

están yendo.

Su intención es prolongar la deliciosa experiencia.

Probablemente Pedro está suponiendo que ya llegaron a la meta y que, en

consecuencia, habría que erigir en la tierra unas tiendas (habitaciones)

similares a las del cielo, de manera que los tres, ya en el ámbito de la

divinidad, puedan prolongar su estadía gloriosa en la tierra.

Pero resulta que él no se ha dado cuenta de que la gloria todavía no ha

llegado definitivamente, que hay que acompañar hasta el final el

“cumplimiento” del “éxodo” de Jesús en Jerusalén.

Una prueba más de la incapacidad de los discípulos para entender por sí

mismos el camino de sufrimiento del Maestro que culminará en la gloria.

(2) La propuesta de Dios Padre

La formación de la nube que “los cubrió con su sombra” (v.34b;

expresión que nos remite a la escena de la anunciación de María: Lc 1,35),

evoca la divina presencia que llenó con su gloria la tienda del encuentro (la

“shekiná”, ver Éxodo 40,29), la misma gloria de Yahveh que cubrió la santa

montaña y en la cual entró Moisés, como dice Ex 24,15-18:

“La nube cubrió el monte; la gloria de Yahveh descansó sobre el monte Sinaí...

Moisés entró dentro de la nube y subió al monte ”.

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Con esto se están señalando dos cosas:

(1) No hay necesidad de la tienda que Pedro quiere hacer, porque Dios

mismo es quien la hace al cubrir con la nube la montaña.

(2) Es el Padre, en última instancia, quien conduce a la gloria y quien invita

ahora a los discípulos a entrar también en ella.

Recordemos que la transfiguración de Jesús es obra de Él.

“Al entrar en la nube, se llenaron de temor ” (v.34c).

Hay un momento de silencio reverencial, de apertura al misterio.

Entonces aparece un nuevo elemento de la manifestación de Dios:

“Vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo ”

(v.35).

Los términos nos recuerdan la escena del bautismo de Jesús (ver Lc 3,21-

22).

Pero notemos que ahora estas palabras no están dirigidas a Jesús sino a

los discípulos indicándoles:

(1) Que Jesús es el “Hijo”, el “Elegido” (título característico del Mesías;

ver Isaías 42,1).

(2) Que a Jesús hay que “escucharlo”.

En Deuteronomio 18,15-18 se habla de un profeta como Moisés, enviado

como profeta definitivo, a quien hay que “escuchar” (ver también Hechos

3,22 y 7,37).

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Pero Jesús es más que este profeta, es el “Hijo” por medio del cual se da a

conocer a sí mismo y realiza el camino de la salvación.

El imperativo “¡escúchenlo!” queda resonando en los oídos como la

lección más importante del evento de la transfiguración para los discípulos

espectadores.

2.4. Silencio contemplativo que se extiende hasta la Cruz

(9,36)

36Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por

aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto”.

En el final de la transfiguración no hay transiciones.

De repente Jesús queda solo (v.36a).

La última mirada de la escena se detiene en el Jesús cotidiano del

evangelio quien sigue impávido de amor y de rechazo hacia el cruel

destino.

Ahora vuelve a aparecer, enorme, la sombra de la cruz.

Se anota finalmente que los discípulos guardan silencio sobre el

acontecimiento (v.36b) y que dicho silencio se extiende “por aquellos

días”, esto es, hasta el fin del ministerio terreno de Jesús.

Desde la transfiguración se abre un nuevo espacio formativo para los

discípulos.

La proclamación no podrá hacerse hasta que no hayan llegado al

“cumplimiento del éxodo” que está a punto de realizarse Jerusalén,

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entonces el sí podrán anunciar “lo que habían visto”, en calidad de

testigos enviados con la fuerza del Espíritu (ver Lc 24,48-49).

Por lo pronto su primera tarea es dejarse instruir, tratando de captar mental

y vitalmente el misterio, permaneciendo siempre a la escucha del Maestro.

3. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia

Domingo 2º de Cuaresma (C)

Lucas 9, 28-36: Homilía de san Agustín

Sermón 78, 3-4

«Lo ve Pedro, y, llevado por la sabiduría humana, dijo: Señor, ¡qué bien

estamos aquí! (Mateo 17, 4; Lucas 9, 33).

Sentía el tedio de la muchedumbre, y había encontrado la soledad del

monte; allí disfrutaba de Cristo, el pan del alma.

¿Para qué retirarse de allí volviendo a los trabajos y dolores, habiendo

encontrado en Dios los santos amores, y con ello las buenas costumbres?

Sólo deseaba estar bien; por lo cual añadió: Si quieres, hacemos aquí tres

tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías (Mateo 17, 4; Lucas

9, 33).

Nada respondió el Señor a esto, pero Pedro recibió una respuesta.

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No había terminado de hablar, cuando vino una nube resplandeciente y los

envolvió.

Él pensaba en tres tiendas, pero la respuesta del cielo le dio a entender que

para nosotros es uno lo que los sentidos humanos quieren dividir.

Cristo es el Verbo de Dios, el Verbo de Dios en la Ley, el Verbo de Dios en

los profetas.

Pedro, ¿por qué pretendes dividir?

Te conviene más unir. Buscas tres personas. Comprende que sólo hay uno.

Al quedar envueltos por la nube, formando sobre ellos como una tienda,

algo resonó, y desde la nube, decía una voz: Éste es mi Hijo amado (Mateo

17, 5; Lucas 9, 35).

Allí estaba Moisés, y allí estaba Elías.

Pero no se dijo: «Estos son mis hijos amados», porque una cosa es el Hijo

Único, y otra los adoptados.

Sólo se ensalzaba a aquel de quien la Ley y los profetas recibían su gloria,

al decir: Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido. Escúchenlo.

Porque en los profetas lo oyen a Él, y en la Ley, lo oyen a Él.

Así, ya se nos manifiesta a nosotros que en la Iglesia está el reino de Dios.

En ella está el Señor, y en ella la Ley y los profetas».

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Orígenes

“Dios disuade a Pedro de hacer tres tiendas bajo las cuales, según su

proyecto, deberían encontrar cobijo, y le indica una tienda mejor, digamos

así, y superior en mucho: la nube.

En verdad, si la función de la tienda es hacer sombra y cubrir a quien la

habita, la nube luminosa los cubrió con su sombra: es como decir que Dios

haya construido para ellos una tienda más divina y, al mismo tiempo, más

luminosa, como figura del reposo futuro.

Una nube luminosa, en efecto, envuelve con su sombra a los justos que en

ella encuentran abrigo y, al mismo tiempo, los ilumina y los hace

resplandecer.

¿Y cuál podrá ser la nube luminosa que con su palabra envuelve a los

justos, si no es la potencia paterna?

De allí proviene la voz del Padre, que da testimonio del Hijo […].

También puede decirse que esta nube es el Espíritu Santo: es Él quien

cubre a los justos con su sombra y habla en profecías…”.

4. Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del

corazón:

4.1. ¿Qué relación tiene la transfiguración con la experiencia de

oración de Jesús?

4.2. ¿Cómo se comprende la vida y la misión de Jesús a partir

del diálogo que sostiene con Moisés y Elías?

Page 23: Cuaresma ii   c

4.3. Observe todos los verbos relacionados con los discípulos:

¿Qué hacen los discípulos a lo largo de este relato? ¿Qué me

enseñan?

4.4. Vivimos y somos testigos de muchas experiencias de

sufrimiento a las que no les vemos sentido. ¿Qué me dice la

frase: la gloria emerge desde dentro del sufrimiento cuando

éste es vivido en sintonía con la cruz, esto es, en función de los

demás?

4.5. ¿Cómo voy a poner en práctica durante esta cuaresma el

mandato de Dios Padre: “Escuchen” a mi Hijo?

“Señor, Padre santo,

que nos has mandado escuchar a tu amado Hijo,

aliméntanos con el gozo interior de tu Palabra…”

(De la Oración Colecta del Domingo)

Anexo 1

Pistas sobre las otras lecturas del Domingo

Sumario:

Dios hizo alianza con Abraham comprometiéndose unilateralmente con él.

Esta Alianza se renueva en Jesús:

“Este es mi Hijo, mi Elegido, ¡Escúchenlo! ”,

Page 24: Cuaresma ii   c

Proclama una voz divina en la montaña de la Transfiguración.

Esta Alianza hace de nosotros ciudadanos del cielo, le escribe Pablo a los

Filipenses.

Primera lectura: Génesis 15, 5-12.17-18

5 Una noche el Señor l levó afuera a Abrahán y le di jo: «Mira al cielo y cuenta las

estrellas, si puedes. Así será tu descendencia.»

6 Y creyó Abrahán al Señor, el que lo tuvo en adelante por un hombre justo.

7 El Señor le di jo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para

entregarte esta tierra en propiedad.»

8 Abrahán le preguntó: «Señor, ¿en qué conoceré yo que será mía?»

9 Le contestó: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres

años, y también una paloma y un pichón.»

10 Abrahán trajo todos estos animales, los partió por mitad, y puso una mitad frente

a la otra; las aves no las partió.

11 Las aves rapaces se lanzaban sobre la carne, pero Abrahán las ahuyentaba.

12 Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Abrahán cayó en un profundo sueño y

se apoderó de él un terror y una gran oscuridad.

17 Cuando el sol ya se había puesto y estaba todo oscuro, un horno humeante y una

antorcha ardiendo pasaron por medio de aquellos animales partidos.

18 Aquel día El Señor pactó una alianza con Abrahán diciendo: «A tu descendencia

daré esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río Éufrates.

Con Abraham comenzó gran revelación que Dios hizo de su voluntad y de

su plan de salvación.

Al comienzo del libro del Génesis vemos que Dios formó un pueblo a partir

de Abraham.

Dios lo llama y se compromete unilateralmente con él prometiéndole una

tierra y una descendencia.

Page 25: Cuaresma ii   c

Abraham le responde al llamado de Dios y “partió como le ordenó el

Señor” (Génesis 12,4).

Esta promesa, sin embargo, tarda en cumplirse: Abraham envejece sin

descendencia.

El pasaje de hoy retoma el tema de la promesa situándola en su contexto

propio: un pacto solemne sellado con Dios.

El punto es que Abraham ya se encuentra en Canaán y las cosas

anunciadas no se han llevado a cabo.

Entonces Dios sella la promesa con un sacrificio de Alianza.

Veamos (1) el contenido y (2) la forma de esta Alianza.

(1) El contenido.

La promesa se apoya en dos puntos:

Una descendencia innumerable

“Mira al cielo, y cuenta las estrel las, si puedes contarlas… Así será tu descendencia ”,

15,5

y una tierra

“A tu descendencia he dado esta tierra…”, 15,18.

Esta promesa presenta grandes dificultades para su realización, si la

miramos desde el punto de vista humano.

Pero lo fundamental está en la fe de Abraham:

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“Creyó él en el Señor, el cual se lo reputó como justicia ”

“con ese acto de fe agradó a Dios”,

Traduce el P. Pedro Ortiz en el Leccionario colombiano; 15,6.

(2) La forma.

Esta promesa está sellada con un Alianza que sigue los parámetros de los

tratados del antiguo oriente.

Observemos el texto, literalmente en hebreo se dice que él ha “cortado” una

alianza con él.

Ocurría en el medio oriente antiguo que, cuando un soberano sellaba una

alianza con su vasallo y le garantizaba ayuda y protección mediante su

sumisión y el pago de tributos, el vasallo pasaba entre las dos mitades de

un animal cortado en dos diciendo:

“Que me suceda la misma cosa que a este animal

si yo no respeto las cláusulas del tratado”.

La visión que relata el texto reproduce este gesto ritual.

Pero lo sorprendente es que es solamente el soberano y no el vasallo quien

pasa entre las mitades del animal: este gesto fue realizado solamente por

Dios, afirmando así que su promesa fue absolutamente incondicional, como

él fuera el único en comprometerse, no habiendo contrapartida en lo que se

refiere a Abraham.

El brasero humeante y la antorcha simbolizan al Señor.

Se comprende el sueño y la turbación que se apodera de Abraham.

Dios interviene en su vida de manera sorprendente.

Page 27: Cuaresma ii   c

¡Una fuerte experiencia de la trascendencia divina!

Salmo 27 (26), 1.7-9abc. 13-14

El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar?

El Señor es mi luz y mi salvación.

Escúchame, Señor, que te llamo;

ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón:

"Busquen mi rostro".

Tu rostro buscaré, Señor,

El Señor es mi luz y mi salvación.

No me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,

que tú eres mi auxil io;

El Señor es mi luz y mi salvación.

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor.

El Señor es mi luz y mi salvación.

El corazón de un creyente oscila entre la confianza y el temor.

Siente confianza cuando vuelve su mirada hacia el Señor:

“Él es mi luz y mi salvación”.

Se libra tanto de las tinieblas como del enemigo, es como si dijera:

Page 28: Cuaresma ii   c

“Con él yo veo claro, apoyado en él me siento protegido”.

Pero también siente temor cuando se mira a sí mismo:

“¿Mi comportamiento no va a suscitar la cólera de Dios? ¿Dios no va a

apartar la mirada de mí? ¿Seré excluido de su presencia?”.

Se instaura entonces un diálogo:

“Escucha, ten piedad, respóndeme”,

Dice el orante.

“Espera en el Señor”,

Le responde otra voz, probablemente la de un sacerdote del Templo de

Jerusalén.

La confianza en Dios debe vencer el temor.

Dios le concede su salvación a quienes la imploran.

Segunda lectura: Fil ipenses 3,17-4,1

Hermanos:

17 Sean imitadores míos, hermanos, y fí jense en los que siguen nuestro ejemplo.

18 Porque muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo; se lo he dicho a

menudo y ahora se lo repito l lorando.

19 La perdición los espera; su Dios es el vientre, y se glorían de lo que deberían

sentir vergüenza. No piensan más que en las cosas de la tierra.

20 Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de all í esperamos al Salvador que

tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor.

Page 29: Cuaresma ii   c

21 Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que puede

someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, del que irradia su

gloria.

1 Por eso, hermanos míos, a quienes tanto quiero y echo de menos, que son mi

alegría y mi corona, sigan así f irmes en el Señor, amadísimos.

En el tercer capítulo de la carta a los Filipenses, Pablo previene a los

cristianos de Filipos contra los agitadores judaizantes, o sea, contra

aquellos que los quieren hacer regresar a las prácticas exteriores judaicas

(“Cuyo Dios es el vientre”, 3,19).

Pablo invita a sus amigos a llevar adelante, con valentía, el combate de la

fe:

“Sean imitadores míos” (3,17).

¿En qué se imita a Pablo?

Pues su fidelidad a Jesús, en su manera de vivir en él, llevando el anuncio

del Evangelio.

Como Pablo, un cristiano no se puede dejar arrastrar por el mundo, el

cristiano le pertenece al Señor y su patria es el Reino de Dios

“Pero somos ciudadanos del cielo ”, 3,20.

El punto de llegada del caminar cristiano es el mismo Señor, quien

transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo semejante al de Cristo

resucitado, en el cual resplandece la gloria de Dios.

De ahí la invitación de Pablo para que los cristianos filipenses se

mantengas firmes en el Señor:

“Manténganse así f irmes en el Señor”.

Page 30: Cuaresma ii   c

Veamos la correlación de ésta con las otras lecturas:

Si Dios ha hecho alianza con nosotros (1ª lectura), si hemos visto su gloria

en su Hijo (Evangelio), si somos ciudadanos del cielo y cuerpo de Cristo por

la fecundidad de la Eucaristía que ahora celebra, no podemos vivir de

cualquier manera, tenemos que ser modelo para los otros, como lo fue

Pablo.

Page 31: Cuaresma ii   c

Anexo 2

Para los animadores de la celebración dominical

I

El contexto cuaresmal

El alimento de la Palabra de Dios (Oración colecta) es el sustento del

cristiano cada vez que se sacia de la “Mesa de la Palabra”.

En la Cuaresma, este alimento se sirve con mayor abundancia, variedad,

riqueza y convergencia.

Por eso hay que valorar la Liturgia de la Palabra:

“Es Cristo quien habla cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras ”

(Vaticano II, SC 7).

Sugerimos que el Evangeliario sea llevado en la procesión de entrada y que

se haga la procesión del Evangelio antes de su proclamación.

También en las familias: hacer de la Biblia objeto de honra especial y

alimento principal de la oración familiar.

II

Una sugerencia de ambientación

Este domingo llama la atención sobre la importancia de “escuchar”, de la m

“luz” y del “ver”.

Durante la Cuaresma se podría colocar en el Templo, en un lugar

destacado, un Crucifijo u otra imagen del Señor con el rostro ojalá

iluminado por un foco de luz.

III

Page 32: Cuaresma ii   c

Entrenamiento de los lectores

Primera lectura:

Aparece el nombre “Abrahám”, hay que pronunciarlo bien.

Sugerimos hacer sentir las diferentes voces (el narrador, Dios y Abraham),

sin exageración.

Hay palabras difíciles en el texto, por eso hay que preparar bien y en voz

alta.

Segunda lectura:

Tiene frases largas de difícil lectura.

El lector debe prepararse bien en su casa.

Proponemos también aquí hacer varias lecturas preparatorias, en voz alta

ante alguien, probando si se ha comprendido.

IV

Un momento de espiri tualidad para los ministros de la

Celebración Eucarística

Subrayando particularmente las insistencias propias de Lucas en el relato,

se podría proponer una reflexión sobre la experiencia de la oración,

revelación del misterio de Dios y del misterio del hombre, especialmente

durante la celebración Eucarística.

En cada Eucaristía, es Jesús quien nos conduce a la montaña para orar.

Todo el espacio en torno al altar es la montaña del Señor.

Page 33: Cuaresma ii   c

Jesús nos invita hoy a orar.

Toda oración es encuentro, al mismo tiempo personal y comunitario, con un

Dios que es más grande que nosotros.

Pero sucede que algunos encuentros son vividos como iluminaciones.

Todos nosotros sabemos de estos momentos más intensos que nos han

iluminado la vida.

Cada Eucaristía renueva experiencias como ésta.

Percibimos que Dios está ahí y que los personajes y los acontecimientos de

nuestra vida ordinaria toman un significado particular.

La gloria de Jesús, de Moisés y de Elías puede ser “la gloria” esta

Eucaristía o de tal persona encontrada.

El acontecimiento toma otra dimensión, la de una manifestación de Dios.

Pero la luz que nos es dada aclara también el futuro próximo.

Moisés y Elías “conversaban con Jesús sobre lo que iba sucede en

Jerusalén”.

Las pruebas por venir no son suprimidas sino iluminadas por nuevo día.

Y puede ocurrir que como los discípulos, seamos llevados a guardar para

nosotros esta revelación, al menos durante algún tiempo.

Recomendaciones prácticas:

Page 34: Cuaresma ii   c

1. Subrayar los términos: transfiguración, cambio, gloria; lo mismo que la

presencia de Moisés y Elías en el acontecimiento de la

Transfiguración.

2. Este domingo tiene prefacio propio. Puede emplearse también el

prefacio de la Fiesta de la Transfiguración del 6 de agosto.

3. Sería oportuno profundizar en el sentido de la vestidura blanca

bautismal, dando en el rito del bautismo la importancia debida a este

momento y signo.

4. Seguir insistiendo en el compromiso cuaresmal de la Comunicación

Cristiana de Bienes.

Anexo 3

Una invitación a proseguir en la oración y la contemplación

La Oración (Lucas 9,28-36)

Foto del cuadro “Jesús orando en el Getsemaní”.

Casa de retiros Padre Yermo en Puebla-México

“Por la oración

nosotros accedemos

a los Cielos.

Ella abre

la puerta del corazón

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a Dios.

Su luz transfigura

todo nuestro ser,

nos eleva en el amor

que hace nacer”.

(Franck Widro)

Page 36: Cuaresma ii   c

Anexo 4

Contemplativos en el Monte de la Transfiguración

Las bienaventuranzas de los “i luminados”

Congreso Bíblico en Ibagué, Octubre 2006

Dejemos que nos hable un sacerdote, Simeón llamado “el Nuevo Teólogo”

(949-1022), quien en la “contemplación” de la luz divina ha propuesto

interpretar la vida cristiana como vida luminosa (ver “Tratados teológicos y

éticos”, No.10).

Él nos da, a los ejercitantes de la LECTIO DIVINA, un excelente ejemplo de

lo que es la “contemplación”.

“Que el Señor, luz del mundo, nos conceda no sólo proclamar sino también vivir estas

bienaventuranza: las bienaventuranzas de los iluminados.

Sí, ‘en la espera de que se cumpla la beata esperanza y venga nuestro Salvador Jesucristo’.

Bienaventurados aquellos que han acogido a Cristo venido como luz en las tinieblas

(Juan 1,5), porque se han hecho hijos de la luz y del día.

Bienaventurados aquellos que cada día se nutren de Cristo , en la contemplación y en el

conocimiento, como el profeta Isaías del carbón ardiente (Isaías 6,6), porque serán

purificados de toda mancha del alma y del cuerpo.

Bienaventurados aquellos que en cada momento degustan esta luz inefable con la

boca de la inteligencia, porque caminarán con compostura como en pleno día (Romanos

13,13) y pasarán el tiempo con alegría.

Bienaventurados aquellos que viven establemente en la luz de Cristo , porque ahora y

en los siglos son sus hermanos y coherederos, y lo serán por siempre.

Page 37: Cuaresma ii   c

Bienaventurados aquellos que han encendido la luz en su corazón y no la han dejado

apagar, porque después de esta vida andarán con esplendor ante el esposo (1

Tesalonicenses 4,17), y portando las antorchas, entrarán con él en la recámara nupcial

(Mateo 9,15).

Bienaventurados aquellos que se han acercado a la luz divina, se han

compenetrado y se han hecho enteramente luz fundiéndose con ella, porque se han

despojado completamente de su hábito de impureza y no llorarán más lágrimas amargas.

Bienaventurados aquellos a quienes se les ven sus vestiduras bril lar como si fuera

Cristo, porque enseguida serán colmados de un gozo inefable; y, en su consternación,

llorarán de felicidad ante la prueba de que ya se han hecho hijos y herederos de la

resurrección”.

Page 38: Cuaresma ii   c

Lunes 25 de Febrero

Segunda semana de Cuaresma

DANIEL 9, 4B-10Hemos pecado y cometido crímenes

“¡Ah, Señor, Dios, el Grande, el Temible, el que mantiene la alianza y la fidelidad con

aquellos que lo aman y observan sus mandamientos!

5 Nosotros hemos pecado, hemos faltado, hemos hecho el mal, nos hemos rebelado

y nos hemos apartado de tus mandamientos y tus preceptos.

6 No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a

nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país.

7 ¡A ti , Señor, la justicia! A nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro,

como les sucede en este día a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y

a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países

adonde tú los expulsaste, a causa de la infidelidad que cometieron contra ti .

8 ¡A nosotros, Señor, la vergüenza reflejada en el rostro, y también a nuestros reyes,

a nuestros jefes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti !

9 ¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado

contra él!

10 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus

leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas.

La oración completa de Daniel abarca los versos 4-19, y toda la súplica

prepara la tercera visión de este profeta (vv. 20-27), en la cual se describe el

argumento de las setenta semanas, tiempo completo para la manifestación

divina especial en esta historia.

La profecía de Daniel aquí trata de explicar una afirmación de Jeremías (Jr.

29, 10; 25, 11-14), según la cual Israel (sobre todo aquel del destierro) sería

restaurado después de setenta años.

La visión surge a partir de la investigación hecha por Daniel en toda la

Escritura sobre la suerte de su pueblo.

Page 39: Cuaresma ii   c

El capítulo pone a Daniel en oración y, por lo tanto, se desarrollan allí algunos

argumentos propios de la historia de Israel.

La oración es completa en sí misma, por eso algunos estudiosos la ven como

una inserción posterior, además está escrita en un hebreo de calidad superior

al usado en el resto del libro.

Se piensa que hubo aquí el trabajo cuidadoso de un escriba.

Llama también la atención cómo esta oración es comunitaria y no de un

individuo; en ella no se pide una mayor inteligencia para comprender el sentido

de la profecía del Jeremías, tal como lo pide el contexto, sino el reconocimiento

de la culpa pública del yerro y una súplica para implorar la pronta restauración

de Sión (Jerusalén).

En este caso, según la profecía de Daniel, las adversidades vividas por Israel

se presentan aquí como un castigo por el pecado del pueblo y no como el

resultado de la acción rebelde de poderosas potencias gentiles, la cual cabe

dentro del querer divino.

El fragmento de hoy se detiene en la confesión de estos yerros.

La oración en cuanto tal es una súplica en donde se subraya el pecado y la

infidelidad de Israel y la fuerza y la misericordia de Dios, pero también se

acentúa la esperanza de salvación para un pueblo marcado por sus faltas.

En pocas palabras, la oración alterna la confesión del pecado del pueblo con

el reconocimiento de la inocencia de Dios.

El pecado queda tipificado en la desobediencia a la ley, a los profetas y en

las rebeldías contra Dios.

Page 40: Cuaresma ii   c

Tal situación produce sentimientos de vergüenza y llama con prontitud al

arrepentimiento.

La oración debe mirarse como otras oraciones no sólo desde la profecía de

Daniel, sino mirando también el Antiguo Testamento.

Esta oración con su sentido penitencial es similar a la oración de Azarías

(Daniel 3, 26-45), y a otras plegarias del Antiguo Testamento (Esdras 9;

Nehemías 9).

Dichas súplicas responden en términos globales a fuertes momentos de

crisis; es una contestación seria y profunda ante eventos históricos

impactantes, capaces de revolcar la fe y la vida de personas creyentes.

Daniel no sólo lee y ora la Escritura, él se dedica con tesón a investigar, a

estudiar la historia de su pueblo a lo largo de su devenir.

Y la manera como se prepara muestra su total apertura al designio de Dios.

La oración busca poner en movimiento la compasión divina hacia los suyos.

De este modo se abre un horizonte de salvación para los judíos.

La oración parte de una honda convicción: la humildad y la conversión

producen cambios.

La adversidad se vuelve así un catalizador de la inmadurez personal y

religiosa, y es capaz de educarnos y transformarnos (cfr. Isaías 59,1-2).

En su oración, Daniel asume uno de los rasgos más específicos del profeta:

la solidaridad con los sufrimientos del pueblo, también en el pecado, y su

propuesta como mediador e intercesor delante de Dios.

Page 41: Cuaresma ii   c

Muchos elementos de esta oración iluminan nuestra oración y en especial

este camino cuaresmal para conducirnos con esperanza hacia la pascua

festiva de nuestro Maestro en Jerusalén.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Cuáles son mis sentimientos en la oración de hoy?

¿Mi oración se acoge a la bondad compasiva de Dios?

¿Puedo asumir algunos rasgos de Daniel como profe ta?

Salmo 79 (78), 8-9. 11. 13

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

No recuerdes contra nosotros

las culpas de nuestros padres;

que tu compasión nos alcance pronto,

pues estamos agotados.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,

por el honor de tu nombre;

l íbranos y perdona nuestros pecados

a causa de tu nombre.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:

con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,

ovejas de tu rebaño,

te daremos gracias siempre,

Page 42: Cuaresma ii   c

cantaremos tus alabanzas

de generación en generación.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

Este salmo de lamentación lo cantaba el pueblo quizá durante el destierro.

Cuando Israel caló en la autentica motivación del castigo, se dirigió con

actitud humilde al Dios del perdón.

El reconocimiento sincero de nuestro pecado nos abre a la misericordia del

Señor.

Lucas 6, 36-38“Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso”

Enseñando Jesús a sus discípulos, les decía:

36 Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y

serán perdonados.

38 Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada,

sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará

para ustedes».

Contemplando a Jesús

asimilamos la misericordia del padre

A la luz de la transfiguración del Señor, continuamos nuestro camino

cuaresmal obedeciendo a la voz del Padre que nos invita a seguir

escuchando a su Hijo predilecto.

El Evangelio de este día nos vuelve a colocar en el espíritu del “Señor de

la montaña” en el cual Jesús nos invita a la perfección del Padre, que en

la perspectiva de Lucas es esencialmente la misericordia

Page 43: Cuaresma ii   c

“Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso ” (6, 36).

1. La perfección de Dios es su misericordia

Lucas nos muestra cómo la santidad de Dios se manifiesta en su

misericordia.

La frase de Jesús, “sean misericordiosos como el Padre es

misericordioso”, es el culmen de la revelación de todo lo que Dios es

para nosotros.

La misericordia expresa la esencia misma de Dios y por la cual Él es Santo,

totalmente diferente a nosotros.

“Por que como es su grandeza así es su misericordia ” (Eclesiástico 21, 18).

En el salmo 136 la misericordia nos es presentada como la clave de lectura

de toda la creación y de toda la historia pasada y presente.

Nuestra experiencia de Dios, es siempre experiencia de la misericordia,

porque cuando nos sentimos perdonados, salvados, es ahí cuando

conocemos realmente quién y cómo es el Señor.

En la acogida de la misericordia del Padre y en la contemplación de las

actitudes y palabras de Jesús vamos aprendiendo a vibrar con el corazón

del Padre y a dejar pasar hacia los otros la misericordia que nos es donada.

2. Cómo se pone en práctica la misericordia que proviene del

Padre

Las sentencias que siguen, en Lucas, no se refieren a los enemigos, sino

a los hermanos, son reglas claras, como pilares que rigen la vida de la

comunidad de los discípulos:

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“No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, den y se les

dará” (6,37-38).

En la comunidad se viven relaciones nuevas de amor reciproco, pero estas

siempre están bajo la insidia del mal, por eso mismo al interno de la

comunidad el amor tiene siempre el rostro de la misericordia.

Detengámonos brevemente en cada uno de los puntos que Jesús propone

para nuestro ejercicio de la misericordia, dilatando nuestro corazón a la

manera del Padre en esta Cuaresma.

(1) “No juzguen y no serán juzgados”

Juzgar es colocarse en el lugar de Dios considerarse a sí mismo como la

medida de todo; mi juicio contra el hermano es más grave que su mismo

pecado, porque es negar al Padre en su misericordia.

(2) “No condenen y no serán condenados”

Mientras el juicio es un acto interno, condenar es expresar externamente el

juicio.

El Padre en lugar de condenarnos se compadece, nos perdona y confía tan

profundamente en nosotros que nos entrega la administración de su

misericordia el siempre actúa a través de mediaciones, su compasión y su

misericordia pasan a través de mi o no pasan.

Cada uno de nosotros es como una llave de agua, tenemos el poder de

abrir o de cerrar la fuente inagotable del amor misericordioso que a todos

ha sido donado en Cristo Jesús.

(1) “Den y les será dado”

Page 45: Cuaresma ii   c

Jesús no indica que es lo que tenemos que dar, simplemente dice den,

como para enfatizar esa actitud de donación que debe caracterizar nuestro

discipulado; vivir para los otros, sin retener nada de sí, nada para sí, como

Jesús que se auto donó siempre más hasta la muerte.

En la medida en la cual nos donamos a los otros también recibimos de

parte de Dios, quien nos dará su amor, y el inmenso don de ser como El

configurándonos con su Hijo.

(2) “Porque con la medida con que midan serán medidos”

Dios renuncia a medirnos y juzgarnos, dejando que seamos nosotros

mismos quienes nos damos la medida y nos juzgamos, según el amor y la

misericordia que ofrecemos a los otros.

Mi juicio final y mi salvación corresponderán a la misericordia que ofrezco

hoy al otro.

Al acoger y gustar la misericordia que el Padre en Jesús tiene para con

cada uno de nosotros nos vamos transformando poco a poco en la

expresión viva de esta inagotable compasión de Dios.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Qué significa la expresión: “Sean misericordiosos como el

Padre es misericordioso”?

¿Cuáles son las formas concretas con las cuales manifiesto a

los demás la misericordia de Dios?

Dediquemos algún momento de esta jornada para examinarnos

como famil ia o comunidad, acerca de nuestra forma concreta de

Page 46: Cuaresma ii   c

dar nuestro amor a los que nos rodean especialmente a los más

necesitados.

Moisés y Cristo

San Juan Crisóstomo

Catequesis 3,24-27

Los judíos pudieron contemplar milagros.

Tú los verás también, y más grandes todavía, más fulgurantes que cuando los judíos

salieron de Egipto.

No viste al Faraón ahogado con sus ejércitos, pero has visto al demonio sumergido

con los suyos.

Los judíos traspasaron el mar, tú has traspasado la muerte.

Ellos se liberaron de los egipcios, tú te has visto libre del maligno.

Ellos abandonaron la esclavitud de un bárbaro, tú la del pecado, mucho más penosa

todavía.

¿Quieres conocer de otra manera cómo has sido tú precisamente el honrado con

mayores favores?

Los judíos no pudieron entonces mirar de frente el rostro glorificado de Moisés, siendo

así que no era más que un hombre al servicio del mismo Señor que ellos.

Tú en cambio has visto el rostro de Cristo en su gloria.

Y Pablo exclama: «Nosotros contemplamos a cara descubierta la gloria del Señor».

Ellos tenían entonces a Cristo que los seguía; con mucha más razón, nos sigue él

ahora.

Page 47: Cuaresma ii   c

Porque, entonces, el Señor les acompañaba en atención a Moisés; a nosotros, en

cambio, no nos acompaña solamente en atención a Moisés, sino también por nuestra

propia docilidad.

Para los judíos, después de Egipto, estaba el desierto; para ti, después del éxodo,

está el cielo.

Ellos tenían, en la persona de Moisés, un guía y un jefe excelente; nosotros tenemos

otro Moisés, Dios mismo, que nos guía y nos gobierna.

¿Cuál era en efecto la característica de Moisés?

Moisés, dice la Escritura, era el hombre más sufrido del mundo.

Pues bien, esta cualidad puede muy bien atribuírsele a nuestro Moisés, ya que se

encuentra asistido por el dulcísimo Espíritu que le es íntimamente consubstancial.

Moisés levantó en aquel tiempo sus manos hacia el cielo e hizo descender el pan de

los ángeles, el maná: nuestro Moisés levanta hacia el cielo las suyas y nos consigue

un alimento eterno.

Aquel golpeó la roca e hizo correr un manantial: éste toca la mesa, golpea la mesa

espiritual y hace que broten las aguas del Espíritu.

Esta es la razón por la que, como una fuente, la mesa se halla situada en medio, con

el fin de que los rebaños puedan desde cualquier parte afluir a la fuente y abrevarse

con sus corrientes salvadoras.

Puesto que tenemos a nuestra disposición una fuente semejante, un manantial de vida

como éste, y puesto que la mesa rebosa de bienes innumerables y nos inunda de

espirituales favores, acerquémonos con un corazón sincero y una conciencia pura, a

fin de recibir gracia y piedad que nos socorran en el momento oportuno.

Por la gracia y la misericordia del Hijo único de Dios, nuestro Señor y Salvador

Jesucristo, por quien sean dados al Padre, con el Espíritu Santo, gloria, honor y poder,

ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

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Martes 26 de Febrero

Segunda semana de Cuaresma

Isaías 1,10.16-20Misericordia quiero y no sacrif icios

10 ¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma! ¡Presten atención a la

instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!

16 ¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de

hacer el mal,

17 aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan

justicia al huérfano, defiendan a la viuda!

18 Vengan, y discutamos –dice el Señor–: Aunque sus pecados sean como la

escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura,

serán como la lana.

19 Si están dispuestos a escuchar, comerán los bienes del país;

20 pero si rehúsan hacerlo y se rebelan, serán devorados por la espada, porque ha

hablado la boca del Señor.

Este pasaje de la profecía desarrolla un argumento importante:

Dios no se complace en los sacrificios ni en las prácticas religiosas carentes

de justicia y de misericordia en la vida de cada día.

Los actos de culto si no se fundamentan en el amor y en la justicia generan el

más decidido rechazo por parte de Dios, por eso aparecen expresiones

fuertes en el texto tales como: estoy harto... Detesto con toda mi fuerza...

Cierro los ojos.

La referencia a Sodoma y Gomorra refleja la gravedad del pecado.

Según Génesis 19, Dios destruyó por completo estos pueblos por causa de

su corrupción y su pecado.

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Judá correrá la misma suerte y los jefes de Israel se parecen a los príncipes

de Sodoma.

Estos pueblos representan, entonces, la perversidad y la injusticia.

La profecía se detiene también en el significado de la verdadera adoración.

La experiencia religiosa saludable relaciona el culto con la praxis diaria.

La frase "Las manos llenas de sangre" , recuerda no sólo los sacrificios

de animales, sino las injusticias capaces de generar dolor y muerte a

personas inocentes e indefensas.

El profeta no se opone al culto; reprueba los sacrificios y los actos religiosos

sin repercusión en la vida social y sobre todo cuando no favorecen el cambio

de vida.

Por eso este texto insiste en la práctica de la justicia con los huérfanos, las

viudas, los pobres y los marginados de la sociedad.

Aquí el profeta Isaías coincide también con el anuncio del profeta Amos.

En la sociedad se debe instaurar un orden justo y fraternal.

No tiene sentido dar culto a Dios y oprimir al prójimo.

Este culto exterior es incluso peligroso porque pretende obtener el favor

divino, cuando su celebración es sólo apariencia y engaño.

Sin embargo, Dios está abierto al perdón (vv. 18-20), y concede su favor

cuando hay conversión y arrepentimiento. La conversión a Dios es la

exigencia fundamental.

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La prosperidad se funda en el cambio radical de vida y en el compromiso

con los hermanos desde la Palabra de Dios.

Para mostrar la gravedad del pecado, el autor acude al lenguaje judicial y

presenta estos asuntos en medio de un juicio severo.

Dios no se puede quedar insensible frente a la corrupción política y social del

pueblo y de sus líderes.

El huérfano y la viuda representan a los grupos marginados y oprimidos.

A los malos gobernantes se les acusa de abandonar sus responsabilidades y

actuar en beneficio propio, en lugar de proteger a los más necesitados y a los

débiles.

¡Por eso ellos recibirán un castigo divino en el crisol del sufrimiento!

De todas maneras, el juicio divino tiene un propósito redentor, como cuando

los metales se purifican con el fuego.

Sión será purificada.

El pueblo de Judá, infiel en su culto y en su praxis religiosa, se verá

transformado por una intervención especial de Dios.

La justicia será un valor fundamental en la transformación y en la redención

de la ciudad.

El pueblo ha sido infiel a Dios no sólo por rendir culto a los dioses paganos,

sino sobre todo, por incumplir la voluntad de Dios en las situaciones

concretas de la vida, en los asuntos públicos y privados, en las dificultades

personales y nacionales.

Page 51: Cuaresma ii   c

En síntesis, para la profecía de Isaías la justicia social debe ser un valor

preponderante en la sociedad, por eso el profeta llama a Dios el Santo de

Israel (unas 26 veces en el libro).

Dios es Santo, pero no lejano de su pueblo.

Siempre se manifiesta con su misericordia y quiere lo mejor para sus hijos.

Nos encontramos delante de un texto con el cual podemos orar nuestro

camino cuaresmal, una andadura capaz de llevarnos de la mano con Jesús

hasta la Pascua.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Qué significa la frase "misericordia quiero y no sacri ficios"?

¿Cómo afecta el texto de hoy mi vivencia de la Cuaresma?

¿Cómo es mi relación con Dios en los hermanos?

Salmo 50 (49) ,8-9.16-17.21.23

Ofrece a Dios el sacrif icio de confesar tu pecado.

No te reprocho tus sacrif icios,

pues siempre están tus holocaustos ante mí.

Pero no aceptaré un becerro de tu casa,

ni un cabrito de tus rebaños.

Ofrece a Dios el sacrif icio de confesar tu pecado.

"¿Por qué recitas mis preceptos

y tienes siempre en la boca mi al ianza,

tú que detestas mi enseñanza

y te echas a la espalda mis mandatos?

Ofrece a Dios el sacrif icio de confesar tu pecado.

Esto haces, ¿y me voy callar?

¿Crees que soy como tú?

Page 52: Cuaresma ii   c

Te acusaré, te lo echaré en cara.

Ofrece a Dios el sacrif icio de confesar tu pecado.

El que me ofrece acción de gracias,

ese me honra;

al que sigue buen camino

le haré ver la salvación de Dios".

Ofrece a Dios el sacrif icio de confesar tu pecado.

La interiorización de las relaciones con Dios fue un proceso en la vida

religiosa de Israel.

Y el peligro de una simple exteriorización hipócrita constituyó siempre una

amenaza.

No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos.

El corazón es el que ha de cambiar, porque de él proceden nuestros actos.

Sólo el que sigue buen camino verá la salvación.

San Mateo 23, 1-12“El que se ensalce, será humil lado; y el que se humille, será ensalzado”.

1 En Jerusalén Jesús dijo a la multi tud y a sus discípulos:

2 «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;

3 ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus

obras, porque no hacen lo que dicen.

4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que

ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

5 Todo lo hacen para que los vean: agrandan las fi lacterias y alargan los flecos de

sus mantos;

6 les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en

las sinagogas,

7 ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente.

Page 53: Cuaresma ii   c

8 En cuanto a ustedes, no se hagan l lamar “maestro”, porque no tienen más que un

Maestro y todos ustedes son hermanos.

9 A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial.

10 No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el

Mesías.

11 El más grande entre ustedes será el que los sirva,

12 porque el que se ensalza será humil lado, y el que se humil la será ensalzado».

De la humildad a la divinidad

El contexto y los destinatarios

Una vez que termina la serie de discusiones con los líderes judíos –la

última había sido con los fariseos acerca del “Hijo de David” (23,41-45) –,

la mano de Mateo anota:

“Y desde ese día ninguno se atrevió ya a hacerle más preguntas ” (23,46).

Es ahí donde irrumpe un nuevo discurso extenso de Jesús sobre la

hipocresía de ellos (Mateo 23,1-39; que en Marcos tiene apenas tres

versículos: Marcos 12,38-40).

El discurso está dirigido

“a la gente y a sus discípulos” (23,1).

Ellos habían permanecido como mudos espectadores de las discusiones de

Jesús con los líderes en el Templo.

En medio de todo se había anotado una reacción frente a postura crítica de

Jesús:

“Al oír esto, la gente se maravillaba de su doctrina ”

(23,33; igualmente los discípulos se habían maravillado en 21,20).

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Es curioso que el discurso de Mateo 23 no esté dirigido directamente a los

escribas y fariseos.

Quizás se deba al hecho que éstos han demostrado una tal terquedad que

ya las exhortaciones de Jesús no parecen afectar su incorregible actitud.

Ahora son los discípulos de Jesús los que tienen que evitar esos vicios, de

los cuales no están exentos.

Por esta razón, estas enseñanzas de Jesús, en vez de quedarse en

señalamientos externos a los fariseos, deben ser acogidos como la

invitación a una seria reflexión sobre el comportamiento al interior de la

Iglesia.

La estructura

Tiene tres partes:

(1) Una breve introducción que presenta a Jesús y a sus destinatarios

(23,1).

(2) Una descripción crítica de la “hipocresía”

(a) de las enseñanzas y actividades de los escribas y fariseos, y

(b) de su deseo de recibir homenajes públicos (23,2-7).

Se podría titular: “un polémico retrato de la vanidad”.

(3) Una enseñanza sobre el comportamiento distintivo de los discípulos de

Jesús, que comienza con la frase “ustedes en cambio…” (23,8-12).

Algunas anotaciones sobre la estructura

Page 55: Cuaresma ii   c

Vale observar la manera como se arma esta enseñanza mediante

contraposiciones:

• La enseñanza de Jesús confronta dos tipos de comportamiento: uno no

deseado (de los líderes judíos) y otro deseado (que se esperaría de los

discípulos de Jesús).

• El primero se refiere en tercera persona plural (“ellos”, los líderes judíos)

y el segundo en segunda personal plural (“ustedes”, la comunidad

oyente).

• En la descripción del primero se polemiza el hacer “hipócrita” de dos

maneras: (a) las buenas cosas que “no hacen” y (b) las malas cosas

que “hacen”.

• En el mandato de Jesús a sus discípulos (el segundo tipo de

comportamiento) se distinguen tres prohibiciones y un principio de vida

que debe regirlos.

• Un dicho final, sencillo y práctico, sintetiza y concluye la enseñanza

(23,12).

1. Profundización

Veamos las dos partes centrales del pasaje:

(1) El polémico retrato de la vanidad farisaica (23,2-7)

(2) El comportamiento distintivo de la comunidad de discípulos de Jesús

(23,8-12).

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1.1. Un polémico retrato de la vanidad: la “hipocresía” de los

escribas y fariseos (23,2-7)

En cuanto “maestros”, por su actividad escolar y por ser hombres públicos

(deben hacer actos de representación social), los “escribas y fariseos”

son líderes del pueblo.

Veamos lo que Jesús observa de ellos.

1.2.1. La hipocresía de sus enseñanzas y actividades: las

buenas cosas que “no hacen” (23, 2-4).

2 «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;

3 ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus

obras, porque no hacen lo que dicen.

4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que

ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Jesús señala que los líderes (“escribas y fariseos”):

“Se han sentado en la cátedra de Moisés” (23,2)

a) Dicen pero no hacen (23,3)

b) Atan cargas pesadas y las ponen a la gente pero ellos ni se esfuerzan

por llevarlas (23,4)

“Los escribas y fariseos”.

La observación de Jesús se concentra sobre los “maestros de la Ley”,

algunos de los cuales –quizás los más piadosos y dedicados- seguían la

corriente de pensamiento y la piedad de los fariseos.

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Ni todos los escribas eran fariseos y ni todos los fariseos eran escribas.

“Se han sentado…”.

La función de estos “maestros” era primariamente instruir al pueblo en la

Ley de Dios (=la Toráh).

La mención de la “cátedra” (o silla del maestro) quizás sea una referencia

a la autoridad de su enseñanza, lo cual se podría entender como un

“enseñar con la autoridad de Moisés”, el primer y gran transmisor de

la Ley que venía de parte de Dios.

Frente a la actividad magisterial de los escribas y fariseos, Jesús toma

posición (23,3):

(a) Jesús da un mandato positivo a sus discípulos:

“Hagan… todo lo que les digan” (23,3ª).

Esto tiene sentido, porque Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle

cumplimiento (ver 5,17) e insistió en que se tuviera en cuenta “todo” (ver

5,18-19).

Un discípulo será obediente a la Palabra.

(b) Luego da un mandato negativo (prohibición):

“No imiten su conducta”

(Literalmente: “las obras de ellos no hagan”; 23,3b).

Jesús pide no imitar su hipocresía.

Este mandato ya se había escuchado en el Antiguo Testamento para

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indicar la conducta pagana que no hay que seguir:

“No te postrarás ante sus dioses… no imitarás su conducta ” (Éxodo 23,24).

Y una denuncia similar se escuchará en boca de Pablo sobre los falsos

apóstoles:

“No es mucho que sus ministros se disfracen de ministros de justicia.

Pero su fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11,15).

La imitación de la conducta hipócrita pone en juego la vida:

“Y los muertos fueron juzgados… conforme a sus obras ” (Apocalipsis 20,12).

(c) Finalmente les da el argumento:

“Porque dicen y no hacen” (23,3c).

El problema está en la inconsistencia: la contradicción entre el decir y el

hacer (tema que ya habíamos visto en la parábola de los dos hijos: Mateo

21,28-30); al respecto los discípulos habían sido advertidos:

“El que escuche estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como… ” (7,26).

El punto no está, entonces, en la validez o no de la doctrina de los rabinos y

fariseos –lo cual Jesús aquí no entra a discutir– sino en el hecho que no

viven según la fe que confiesan; y esto los convierte en charlatanes.

Enseguida, en 23,4, Jesús ilustra la distancia entre las palabras y los

hechos:

Los escribas y fariseos ponen tareas y exigencias de vida que se derivan

de la Ley (las “cargas pesadas” sobre “las espaldas de la gente”),

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por las cuales ellos no hacen ni el más mínimo esfuerzo (“ni con un

dedo”) para cumplirlas ni ayudarlas a cumplir.

Estas “cargas pesadas” que los maestros y fariseos “atan”, bien podrían

ser las normas de pureza legal que se enuncian en este mismo discurso

más adelante (ver 23,25-28), así como el requerimiento de un rigorismo

legal pero descuidando lo esencial:

“la justicia, la misericordia y la fe ” (23,23).

Notemos la contraposición entre el “hacer” de los maestros y fariseos, y el

“hacer” de Jesús:

• Si los mandatos de los fariseos son “cargas pesadas”, los de Jesús

son “carga l igera” (11,30).

• Si los fariseos las ponen “sobre las espaldas”, Jesús “da descanso”

(11,28).

• Si los fariseos no las mueven “ni con el dedo” (=no compromiso), Jesús

es modelo de vivencia: “aprended de mí” (11,29); e incluso su

“humildad” será radicalmente opuesta a las actitudes vanidosas que

enseguida se señalarán en los fariseos.

1.2.2. La hipocresía de su deseo de recibir homenajes

públicos: las malas cosas que “hacen” (23,5-7)

5 Todo lo hacen para que los vean: agrandan las fi lacterias y alargan los flecos de

sus mantos;

6 les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en

las sinagogas,

7 ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente.

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Parece no ser suficiente señalar la falta de compromiso de los escribas y

fariseos.

Jesús desciende ahora hacia sus motivaciones: no están buscando la gloria

de Dios ni el servicio a los hermanos, sino que se están buscando a sí

mismos.

Jesús señala de los líderes judíos:

“Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres ” (23,5ª)

a) Sus paramentos: amplían las filacterias y las orlas del manto (23,5b)

b) Sus etiquetas: las honras que les gustan (23,6-7):

- Puestos de honor en los banquetes (23,6ª)

- Puestos de honor en las sinagogas (23,6b)

- Ser saludados en las plazas de mercado (23,7ª)

- Ser llamados “Rabbí” (23,7b).

“Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres ”

(23,5ª).

La incapacidad levantar si quiera un dedo para ayudar a otros y para vivir la

Palabra que enseñan, se debe a una motivación de fondo:

Lo que buscan no es ni la gloria de Dios ni el servicio a los otros sino la

ovación pública, lo cual hace de su piedad un show (ver la enseñanza del

Sermón de la Montaña: 6,1-18).

Jesús dice que es así como hacen “todas sus obras”, ni siquiera unas

cuantas.

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Para lograr esta “visibilidad” pública, este “alto perfil”, se valen tanto de la

ostentación de sus indumentarias así como de las etiquetas sociales:

a) Los paramentos:

“Se hacen bien anchas las fi lacterias y bien largas las orlas del manto ” (23,5b).

Obviamente para su propia gloria y reconocimiento social.

• Las “fi lacterias” son lo que en hebreo se llama “tepillîn”; se trata de dos

cajitas negras que llevan dentro pasajes de la Sagrada Escritura y que

se amarran tanto en la parte alta del brazo izquierdo (cerca del corazón)

y sobre la frente.

El alargamiento de las filacterias no parece referirse tanto a la cajita

cuanto a las cintas con las cuales se adherían a la cabeza y del brazo

hasta la mano.

Así se aplicaba literalmente lo que decía Deuteronomio 6,6-8:

“Queden en tu corazón estás palabras que yo te dicto hoy…

Las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos ”.

[Es el equivalente en nuestro mundo cristiano al colgarse cruces y

medallas; y hay que gente que cree que entre más visibles, mejor].

La apariencia del judío piadoso debía ser más o menos así:

• El alargamiento de las “borlas” azules o blancas (conocidas como

“tsîtsit”) que colgaban de las esquinas del manto ceremonial (un manto

rectangular que se colocaba sobre la cabeza como mantilla para la

oración y el estudio de la Toráh), signo de adhesión a la Ley.

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Así se obedecía a la norma de Números 15,38-39:

“Di a los israelitas que ellos y sus descendientes se hagan flecos

en los bordes de sus vestidos… Llevarán, pues, f lecos para que, cuando los vean,

se acuerden de todos los preceptos de El Señor ”.

El mismo Jesús parece haber usado este manto con sus borlas (ver

Mateo 9,20 y 14,36).

El punto es que de esta manera su piedad era más vistosa ante el pueblo.

Jesús no critica su adhesión a la Ley sino su motivación: la auto-

glorificación.

Ya la misma norma del libro de los Números, que acabamos de citar, había

dicho claramente que lo importante no era saber las normas sino

practicarlas:

“Se acordarán de todos mis mandamientos y los cumplirán,

y serán hombres consagrados a su Dios” (15,40).

Pero los escribas y fariseos: “dicen y no hacen” (23,3), fallando así en el

objetivo fundamental del servicio a la Toráh.

b) Las etiquetas sociales: los puestos de honor y los títulos (23,6-7).

• “Primer puesto en los banquetes… primeros asientos en las

sinagogas” (23,6).

Ya en los tiempos antiguos existían sillas reservadas –puestos de honor–

para las autoridades y V.I.P. en las salas de audiencias, los teatros y

otros espectáculos, los desfiles, las comidas.

Lo mismo en el mundo social y religioso judío: el puesto de honor en un

banquete es el que está más cerca del anfitrión y en las sinagogas el que

está más cerca del presidente (además, bastante visible).

Page 63: Cuaresma ii   c

Jesús llama la atención sobre hecho de que ellos lo reclaman:

“Quieren…”.

• También reclaman que se les llame por su título:

“Que se les salude en las plazas y que la gente les l lame ‘Rabbí’ ” (23,7).

Esto implica que aquellos de “menor rango” (por eso en las plazas de

mercado y espacios populares: el “ágora”) le reconozcan su

superioridad.

De hecho el título “Rabbí”, literalmente etimológicamente significa “Mi

grande”.

Pero el problema no parece ser exclusivo de los escribas y fariseos.

De la crítica al título rimbombante “Rabbí” (con pompa y homenajes a

aquel que no pasa desapercibido por su puesto y sus ornamentos), Jesús

pasa ahora las instrucciones para su comunidad, donde se corren los

mismos peligros con éste y otros títulos (y actitudes).

2.1. El comportamiento distintivo de los discípulos de Jesús: la

humildad (23,8-12)

Jesús ahora enfoca a la comunidad de los discípulos.

Por eso en su discurso cambia a la segunda persona plural:

“Ustedes, en cambio…”.

Comienza retomando el título “Rabbí”, que también parece repetirse al

interior de la comunidad.

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Así Jesús establece cuál debe ser el estilo característico de sus seguidores.

Lo hace mediante:

(1) Una serie de tres imperativos prohibitivos que dan pie para delinear el

estilo de vida comunitaria:

“No se dejen l lamar… porque…” (23,8-10).

(2) Una enseñanza positiva que establece el criterio fundamental de las

relaciones en la comunidad:

“El mayor entre ustedes será su servidor ” (23,11).

(3) Un dicho final:

“El que se ensalce, será humil lado; / y el que se humil le, será ensalzado ” (23,12).

2.1.1. El esti lo de vida en la comunidad de Jesús: “Rabbí”,

“Padre” y “Director” (23, 8-10)

8 En cuanto a ustedes, no se hagan l lamar “maestro”, porque no tienen más que un

Maestro y todos ustedes son hermanos.

9 A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial.

10 No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el

Mesías.

En contraposición a los escribas y fariseos, los discípulos de Jesús

obedecen la orden:“Ustedes, en cambio, no se dejen llamar…”

El verbo “llamar” se repite en las tres prohibiciones:

a) Prohibición del título “Rabbí” (23,8)

Page 65: Cuaresma ii   c

b) Prohibición del título “Padre” (23,9)

c) Prohibición del título “Director” (23,10)

Es claro que quienes orientan a la comunidad, las “autoridades”, deben ser

llamados de alguna manera.

Jesús llama la atención sobre esto: los títulos pueden manifestar un espíritu

contrario al de la humildad y la fraternidad, olvidando –además- que el

verdadero superior es Dios y su Hijo enviado al mundo.

El horizonte de esta parte de la enseñanza de Jesús es su visión de la

comunidad.

La comunidad de los discípulos de Jesús es ante todo una comunidad de

“hermanos”:

“Ustedes son todos hermanos” (23,8c).

El discípulo que hace la voluntad del Padre también llamado “hermano” de

Jesús (ver 12,50) y también dentro de la comunidad “todos” se reconocen

como tales (ver la insistencia en 18,15.15.21.35).

En consecuencia, ninguno necesita ser exaltado por medio de adulaciones

innecesarias.

“No se dejen l lamar ‘Rabbí’, porque un solo es su Maestro ”

(23,8a-b).

El término “Rabbí”, ya lo dijimos, técnicamente significa “Mi grande”, por

tanto –en principio- es un título de respeto, que no connota necesariamente

un “maestro” (en sentido escolar) sino una persona con autoridad.

Page 66: Cuaresma ii   c

Ahora bien, en este caso, el texto parece estar pensando en los

“maestros”, quienes muestran su superioridad frente a un grupo de

aprendices.

“Hermano” es el apelativo que más le debe gustar a un “discípulo” de

Jesús.

Jesús es “el único Maestro”.

Esto se entiende mejor a la luz de Isaías 54,13:

“Todos tus hijos serán discípulos de El Señor ”;

El cual se entiende junto con Jeremías 31,33, donde es Dios quien hace

posible la Alianza insertando en el corazón de su pueblo sus leyes:

“Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré,

y yo seré su Dios y el los serán mi pueblo ”.

En este sentido, puesto que es Jesús quien realiza la Nueva Alianza,

poniendo los corazones de los hombres en sintonía con el de Dios, de

quién Él es el máximo revelador de su voluntad (ver Mt 5,17), Él es la

máxima autoridad en la comunidad.

Toda autoridad, por tanto, es derivada de la de Jesús, enraizada en Él.

“Ni l lamen a nadie ‘Padre’ suyo en la tierra, porque uno solo es

su Padre: el del cielo” (23,9).

Desde el Antiguo Testamento Abraham había sido llamado “nuestro Padre”.

El profeta Eliseo llamó a su maestro Elías “Padre mío” (2 Reyes 2,12).

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En el mundo judío parecía ser un título de respeto, por eso una ocasión

Pablo se dirigió a la asamblea de los judíos en Jerusalén llamándolos

“Hermanos y Padres” (Hechos 22,1).

Hoy sabemos que algunos rabinos de los tiempos de la comunidad de

Mateo se hacían llamar “Padres” (si bien, esto no era común).

¿Cuál es entonces el problema?

El problema no está en el título en sí, sino cuando una paternidad “en la

tierra” sustituye la paternidad de Dios, esto es, como el verdadero

generador de la vida y quien –en última instancia– se le debe todo, como lo

proclamaba la confesión de fe Israelita en el Shemá (confesión de fe en un

único Dios):

“¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios? ” (Malaquías

2,10).

En este sentido el verdadero Padre es “uno solo”, “el del cielo” (23,9b).

“Ni tampoco se dejen llamar ‘Directores’ ” (23,10a).

El término griego usado (“kathēgētes”), significa “el que conduce”.

A veces se usa en ambiente escolar (el profesor), pero se refiere ante todo

al líder y guía de una comunidad: el que más conoce y por eso instruye y

orienta a los suyos.

La diferencia con “Maestro” (ver el v.8) es leve.

Generalmente indica la dignidad y el honor de un maestro exigente frente al

resto de los hermanos.

Page 68: Cuaresma ii   c

La respuesta de Jesús es precisa:

“Uno sólo es su Director: el Cristo ” (23,10b),

La adhesión del discípulo –en última instancia– es a Él.

Como se dirá en el evangelio de Juan, Él es “el camino, la verdad y la

vida” (14,6), quien “guía” al Padre.

¿Entonces no hay que l lamar “padres” a los sacerdotes o

“directores” a los que coordinan obras o comunidades?

Las palabras de Jesús en 23,8-10 apuntan a esta enseñanza: lo importante

no es aquello que nos diferencia sino aquello que nos une.

El Señorío de Dios es la base de todas las relaciones comunitarias.

Por eso Jesús nos recuerda que el verdadero Maestro y Director (23,8.10)

es Él y que el único verdadero Padre es Dios (23,9).

Cualquier autoridad en la comunidad está remitida a esta autoridad mayor.

Por lo tanto, en el Señorío de Cristo y en la Paternidad de Dios, todos

somos iguales: ¡todos somos hermanos!; de ahí que, no importa la función

que se ejerza en la comunidad, todos tenemos la misma dignidad.

Pero tampoco Jesús quiere decir que no haya autoridad en la comunidad,

como si estuviera proponiendo algún tipo de anarquía.

Lo que dice es que lo primero es la fraternidad y que en función de ella, los

encargados de dirigir la comunidad, están llamados a reflejar el rostro de

Jesús Maestro y Director, y el rostro de Dios Padre.

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No se trata, entonces, de una prohibición, como por ejemplo, de que a los

sacerdotes los llamen “padres”.

Eso sería fundamentalismo.

Lo que Jesús está estableciendo en este pasaje es que:

(1) Ninguna autoridad se puede ejercer en nombre propio sino en comunión

con el único Maestro, Director y Padre de la comunidad que son Jesús y su

Padre.

(2) Ninguna autoridad se puede ejercer para satisfacción personal y honor

propio, sino únicamente para el servicio de los hermanos:

“El mayor entre ustedes será su servidor ” (23,11).

¿No es curioso que en una ocasión Pablo se haya presentado como

“padre” de los convertidos en Corinto?:

“Aunque hayan tenido diez mil pedagogos en Cristo, no tienen muchos padres.

He sido yo quien, por el evangelio, los engendré en Cristo Jesús ” (1 Corintios 4,15)

Con todo, no deja de ser sorprendente que, por ejemplo, un Francisco de

Asís, teniendo presente este pasaje de Mateo, haya esquivado el uso de

cualquier título honorífico.

2.1.2. El criterio fundamental de las relaciones en la

comunidad: el “servicio” (23,11)

Lo que debe inspirar a todos discípulo de Jesús en todas sus acciones es:

“El mayor entre ustedes será su servidor ”.

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Jesús mismo es el referente que hay que contemplar para imitar:

“De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,

sino a servir y dar su vida como rescate por muchos ” (20,28).

En este darle prioridad al otro, sobre los propios intereses, consiste la

humildad.

El nombre de la humildad, por tanto, es “Jesús” servidor que se despoja de

su propia vida para rescatarnos para Dios.

Jesús es el modelo del que sabe “descender” para salvar.

Decía Casiano que humilde “es alguien cuya vida es capaz de ser

aprendida y puesta en práctica por todos”.

Por tanto el camino está señalado.

La dominación no tiene cabida entre los discípulos de Jesús, en cambio el

servicio es la mayor exigencia: el “mayor” será el “servidor” (en griego:

“diákono”).

Esto es realmente distintivo.

En el mundo griego la palabra “diákono” era peyorativa, indicaba gente de

bajo rango.

Por eso la idea cristiana del servicio implica una nueva jerarquía de valores

que se inspira en el comportamiento mismo de Jesús.

Para un cristiano éste es el “mayor” valor.

2.1.3. Un dicho final sobre el futuro (23,12)

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Conectada a la enseñanza sobre el “servicio humilde”, Jesús hace una

declaración sobre la inversión de destinos que se dará al final de la historia:

“Pues el que se ensalce, será humil lado; y el que se humil le, será ensalzado ”

(23,12)

Esta última frase de Jesús debe quedar en la mente de todo discípulo y ser

recordada con la misma facilidad que se recuerda un proverbio (como aquel

de Proverbios 29,23: “El propio orgullo domina al hombre, / el espíritu humilde obtiene honores ”).

Es notable la contraposición entre el “ahora” (“el que se ensalce” ahora)

y el “después” (“será humillado” después), entre la iniciativa del hombre

(ensalzarse a sí mismo) y la acción final de Dios (lo humillará).

Jesús enseña que:

• La razón por la cual un cristiano no acepta títulos “ahora” es por un

imperativo interno que proviene de la lógica del seguimiento: el llamado a

la humildad.

• La cosa es en serio. De nuevo, así como se señaló al comienzo, hay que

tener presente que la vida está en juego: ¿Qué hará Dios con nosotros

“después”?

Dios tiene la última palabra: en el juicio se manifestará la verdad del

corazón y Dios obrará con nosotros, esto es, nos humillará o nos ensalzará.

Decía Job:

“Él humil la la empresa del arrogante, pero salva al que baja los ojos ” (22,29).

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No somos nosotros quienes determinamos nuestro futuro, sino Dios; pero sí

sabemos que según la ruta que tomemos ahora, sabremos lo que nos

espera.

Lo importante, en el hoy del discipulado, es la fidelidad al estilo de vida del

Maestro Jesús, quien se supo despojar para poder servir.

Bien decía San Juan Crisóstomo:

“(Jesús) no sólo prohíbe poner el corazón en el primer lugar,

sino que pide ponerse después del últ imo”

(Comentario a Mateo, 72.3).

Es así como Jesús nos llama, con sus palabras fuertes e insistentes, para

que construyamos juntos las comunidades que saben decir “Padre

nuestro” y que avanzan conducidas por Jesús sobre el doble criterio –

aprendido en el modelo de vida del Maestro- de la alegre fraternidad y del

servicio humilde y sencillo.

La pasión de todo el cuerpo de Cristo

San Agustín

Salmo 140,4-6

Señor, te he llamado, ven deprisa.

Esto lo podemos decir todos.

No lo digo yo sólo, lo dice el Cristo total.

Pero se refiere sobre todo a su cuerpo personal; ya que, cuando se encontraba aquí, oró con

su ser de carne, oró al Padre con su cuerpo, y mientras oraba, las gotas de sangre

destilaban de todo su cuerpo.

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Así está escrito en el Evangelio: Jesús oraba con más insistencia, y sudaba como gotas de

sangre.

¿Qué quiere decir el flujo de sangre de todo su cuerpo, sino la pasión de los mártires de toda

la Iglesia?

Señor, te he llamado, ven deprisa; escucha mi voz cuando te llamo.

Pensabas que ya estaba resuelta la cuestión de la plegaria con decir: Te he llamado.

Has llamado, pero no te quedes ya tranquilo.

Si se acaba la tribulación, se acaba la llamada; pero si en cambio la tribulación de la Iglesia y

del cuerpo de Cristo continúan hasta el fin de los tiempos, no sólo has de decir: Te he

llamado, ven deprisa, sino también: escucha mi voz cuando te llamo.

Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la

tarde.

Cualquier cristiano sabe que esto suele referirse a la misma cabeza.

Pues, cuando ya el día declinaba hacia su atardecer, el Señor entregó sobre la cruz el alma

que había de recobrar, porque no la perdió en contra de su voluntad.

Pero también nosotros estábamos representados allí.

Pues lo que de él colgó en la cruz era lo que había recibido de nosotros. Si no, ¿cómo es

posible que, en un momento dado, Dios Padre aleje de sí y abandone a su único Hijo, que

efectivamente no es sino un solo Dios con él?

Y no obstante, al clavar nuestra debilidad en la cruz, donde, como dice el Apóstol, nuestro

hombre viejo ha sido crucificado con él, exclamó con la voz de aquel mismo hombre nuestro:

Dios mío, Dios mío; ¿por qué me has abandonado?

Por tanto, la ofrenda de la tarde fue la pasión del Señor, la cruz del Señor, la oblación de la

víctima saludable, el holocausto acepto a Dios.

Aquel sacrificio de la tarde realizó la ofrenda matutina de la resurrección.

La oración brota pues pura y directa del corazón creyente, como se eleva desde el ara santa

el incienso.

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No hay nada más agradable que el aroma del Señor: que todos los creyentes huelan así.

Así, pues, nuestro hombre viejo, son palabras del Apóstol, ha sido crucificado con Cristo,

quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud

del pecado.

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Miércoles 27 de Febrero

Segunda semana de Cuaresma

Jeremías 18,18-20El profeta sufre por causa de su ministerio

Decía la gente de Jerusalén:

18 “¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al

sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún

cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras”.

19 ¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan!

20 ¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda

que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos

tu furor.

El texto del profeta narra la conspiración contra él, tiene en contra un

enemigo en acción.

Su testimonio sobre el Dios de Israel y sobre su vocación genera esta

situación (cfr. Jr. 11, 18-23).

¿Quiénes le acusan?

Las instituciones de Israel: sacerdocio, sabios y profetas, de acuerdo con la

descripción de la Tora, y el motivo de esta persecución es su "palabra".

Jeremías, como Jesucristo más tarde, se presenta como el ejemplo de un

profeta y justo doliente (cfr. Mt 12,13).

La palabra de Jeremías era una blasfemia contra la enseñanza tradicional

confirmada por Isaías y la historia: la inviolabilidad de Sión y el Templo.

Jeremías amenazaba con la destrucción y el destierro, y por esto se forma la

conjura; la opinión pública condena al profeta.

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Jeremías se ve solo, indefenso, su refugio está en Dios.

Para él las instituciones deberían ser expresión de la voluntad de Dios, por

eso él como profeta, no las ataca, pero sí rechaza su desempeño, su manera

de proceder, lejana de las necesidades de los más pobres, abandonados y en

peligro.

Los líderes sólo buscan su propio beneficio.

Sólo Dios sabe cómo ha orado el profeta por ellos, ha suplicado alejar de

ellos la inminente ira divina, y así y todo, es acusado de traidor y sacrílego.

Esta es la tragedia íntima de Jeremías quien anuncia una palabra, ante la

cual sólo hay oídos sordos, nadie quiere escuchar porque hay intereses

creados de personas e instituciones.

La lucha interna de Jeremías es muy grande, por ello saca desde lo más

profundo de su ser estas "confesiones".

Estamos, entonces, delante de otro lamento personal del profeta, quien le

grita a Dios, el cual a ratos parece ausente en la vida del anunciador de Israel.

Pese a la melancolía y al pesimismo ante este lamento, la oración de

Jeremías no carece de esperanza, pues él sabe cómo puede actuar Dios en

momentos difíciles.

Sin embargo, también se pregunta por qué sufren los buenos.

El profeta ataca la aparente bendición de Dios a sus enemigos.

El profeta está asediado por todas partes y sus intentos de seguir la Palabra

de Dios sólo le han traído dolor y amenazas de muerte.

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Por eso el profeta pronuncia palabras tan enérgicas, incluso desea el mal

para sus enemigos y con ello añora la paz personal.

Esta oración busca la recompensa del justo y el castigo del malvado.

También podemos leer este fragmento como una parte de las "confesiones

de Jeremías", donde las quejas del profeta se hacen con términos valientes.

En ellas Jeremías describe sus crisis interiores surgidas no de caprichos

personales o depresiones infantiles, sino de su actuar cotidiano como

profeta.

En medio de esta situación, al final Jeremías renueva su vocación y supera su

crisis.

De allí sale fortalecido.

Este tipo de oración no es exclusivo de Jeremías, también encontramos

pasajes similares en el libro de Job.

En este tiempo de Cuaresma sentimos la invitación de la Palabra de Dios a

revisar las intenciones de nuestro corazón y las decisiones de cada día.

También podemos colocar delante de Dios nuestras crisis internas para salir

de ellas fortalecidos, gracias a la presencia del Señor en nuestra existencia.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

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¿Tengo momentos de mis propias "confesiones" al es ti lo del

profeta?

¿Cómo afronto a quienes me persiguen y difaman?

¿Salgo fortalecido con Dios de las crisis personales?

Salmo 30 (31), 5-6.14-16

Sálvame, Señor por tu misericordia.

Sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:

Tú, el Dios leal, me librarás.

Sálvame, Señor por tu misericordia.

Oigo las burlas de la gente,

y todo me da miedo;

se conjuran contra mí

y traman quitarme la vida.

Sálvame, Señor por tu misericordia.

Pero yo confió en ti , Señor,

te digo: “tú eres mi Dios”.

En tu mano está mi destino:

líbrame de los enemigos

que me persiguen.

Sálvame, Señor por tu misericordia.

En el pecado tienen mucha parte elementos ajenos a nuestra persona.

Es el misterio de la iniquidad.

Fuerzas del mal personificadas en Satanás.

Con el salmo pidamos al Señor una liberación de todas estas “redes” que

se nos tienden.

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Mateo 20, 17-28“El Hijo del hombre no ha venido a ser servido,

sino a servir y a dar la vida en rescate por muchos”

17 Mientras iban subiendo a Jerusalén, Jesús tomó aparte a los Doce y les di jo por el

camino:

18 «Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va a ser entregado a los

jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte.

19 Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, lo azotarán y lo

crucificarán. Pero resucitará al tercer día.»

20 Entonces la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se

arrodil ló para pedirle un favor.

21 Jesús le dijo: « ¿Qué quieres?» Y ella respondió: «Aquí tienes a mis dos hijos.

Asegúrame que, cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu

izquierda.»

22 Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la

copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.»

23 Jesús replicó: «Ustedes sí beberán mi copa, pero no me corresponde a mí el

concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda. Eso será para quienes el

Padre lo haya dispuesto.»

24 Los otros diez se enojaron con los dos hermanos al oír esto.

25 Jesús los l lamó y les di jo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones

actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.

26 Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande,

que se haga el servidor de ustedes,

27 y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el

esclavo de todos.

28 Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su

vida como rescate por muchos.»

La aceptación del misterio de la cruz es un don de Dios

La Palabra de Dios sigue urgiendo nuestro corazón a la aceptación del

Misterio de Jesús en el cual somos progresivamente introducidos hasta

llegar a ser partícipes y reflejar en nuestra vida la gloria de Dios

manifestada en su Hijo (ver 2Cor 3,18).

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El evangelio de hoy ilumina nuestros corazones para que podamos aceptar

la gracia de la conversión.

En el texto descubrimos tres elementos contrastantes:

1. La gloria del Hijo del Hombre por el camino del vaciamiento

Por tercera vez Jesús anuncia su Pasión a los discípulos en el evangelio de

Mateo.

Jesús habla abiertamente, no oculta nada, les describe a sus discípulos

casi con detalle cuánto deberá padecer antes de ser glorificado.

Notemos el “crescendo”:

“Entregado, condenado, burlado, azotado, crucificado y al tercer día resucitará ”

(20,18-19).

2. La gloria del mundo por el camino del poder

Frente al anuncio de Jesús, los discípulos no parecen estar a la altura de

las circunstancias.

Ellos van en contravía a la propuesta.

Así se desvela la ceguera e insensatez de los discípulos que no les permite

siquiera vislumbrar el Misterio de la gloria que el Señor les revela, y bien

lejos de entender las palabras de Jesús (ver Marcos 8,32; 9,32; Lucas 9,45)

reaccionan adversamente buscando la gloria humana y confundiendo con

ésta, la gloria del Señor.

Así como los hijos de Zebedeo, quienes se apoyan en su Madre para pedir

a Jesús los primeros puestos en su reino

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“Manda que estos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda... ”;

20,20-24

También los otros discípulos -quienes se sienten indignados porque

aquellos se anticiparon y frustraron sus expectativas-, los unos y los otros

están movidos por el afán de reconocimiento y vanagloria.

3. La contraposición de las dos glorias

Ante esta realidad Jesús, como Maestro incomparable, llama a sus

discípulos y con la ternura y la firmeza que le es propia, pone en

contraposición las dos glorias: la del mundo, basada en el poder y en el

prestigio, y la suya, que consiste en hacerse esclavo para servir a los

hermanos.

Para concluir, Jesús los invita decididamente a colocarse de su parte:

“Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande,

sea el servidor de todos, y el que quiera ser el primero hágase esclavo de todos ” (26-

27).

En el diálogo de Jesús con sus discípulos, lleno de equívocos y

desentendidos, vemos claramente el dinamismo de dos lógicas opuestas:

• Lo que hace el egoísmo que busca la vanagloria y el poder;

• Lo que hace el Amor, Jesús

“que siendo de condición divina, no se aferra a su igualdad con Dios,

sino que se despoja de su rango, se vacía de sí mismo, asume la condición de

esclavo... y se humil la, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz ”

(Filipenses 2,5-8).

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De esta manera nos indica el camino de nuestra verdadera realización

humana: el vaciamiento, el camino de la cruz, la pequeñez, el servicio.

Quiera el Señor que en este tiempo Cuaresmal, podamos dejarnos tocar el

corazón por la Palabra del Maestro, y permitirle que encarne en nosotros

sus criterios, su lógica, sus opciones de vida.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Por qué podemos afirmar que la aceptación del misterio de la

cruz es un don de Dios?

En el mundo de hoy son cada vez más frecuentes los casos de

personas que buscan las riquezas y los honores por caminos

cortos y fáciles. ¿En mi vida espiri tual pretendo conseguir los

dones y gracias de Jesús de forma inmediata y sin mucho

esfuerzo?

¿Qué acti tudes me pide el Señor que cambie en esta cuaresma,

acti tudes sin las cuales no sería posible vivir la pascua?

Por medio de figuras aprende Israel a venerar al Señor

San Ireneo

Contra los herejes 4, 14,2-3; 15,1

Dios, a causa de su magnanimidad, creó al hombre al comienzo del tiempo;

eligió a los patriarcas también con vista a su salvación; formó de antemano

al pueblo para enseñar a los que le ignoraban cómo seguir a Dios;

preparaba a los profetas para habituar al hombre sobre la tierra a llevar su

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Espíritu y a poseer la comunión con Dios; él, que no tenía necesidad de

nada, concedía su comunión a quienes necesitaban de él.

Construía, como un arquitecto, un edifico de salvación para aquellos a

quienes amaba; a los que no le veían, les servía él mismo de guía en

Egipto; a los turbulentos, en el desierto, les daba una ley plenamente

adaptada; a los que entraban en una tierra magnífica, les procuraba la

herencia apropiada; por último, para quienes tornaban hacia el Padre, él

inmolaba el novillo mejor cebado y les obsequiaba con la mejor vestidura.

Así, de múltiples maneras, iba predisponiendo al género humano a la

concordancia de la salvación.

Por esto, dice Juan en el Apocalipsis: Era su voz como el estruendo de

muchas aguas.

Pues son, en verdad, múltiples las aguas del Espíritu de Dios, porque rico y

grande es el Padre.

Y, pasando a través de todas ellas, la Palabra concedía liberalmente su

asistencia a los que le eran sumisos, prescribiendo a toda criatura una ley

idónea y apropiada.

Así, pues, daba al pueblo leyes relativas a la construcción del tabernáculo,

a la edificación del templo, a la designación de los levitas, a los sacrificios y

ofrendas, a las purificaciones y a todo lo demás del servicio del culto.

Dios no tenía necesidad alguna de todo eso: desde siempre está lleno de

toda clase de bienes, conteniendo en sí mismo todo olor de suavidad y

todos los aromas de los perfumes antes incluso de que Moisés naciera.

Pero así educaba a un pueblo siempre propenso a tornar a los ídolos,

disponiéndole a través de numerosas prestaciones a perseverar en el

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servicio de Dios, llamándole por medio de las cosas secundarias a las

principales, es decir, por las figuras; a la verdad; por lo temporal, a lo

eterno; por lo carnal, a lo espiritual; por lo terreno, a lo celeste.

Es así que fue dicho a Moisés: Te ajustarás al modelo que te fue mostrado

en la montaña.

Durante cuarenta días, en efecto, aprendió a retener las palabras de Dios,

los caracteres celestes, las imágenes espirituales y las figuras de las

realidades por venir.

Pablo dice igualmente: Bebían de la roca espiritual que les seguía; y la

roca era Cristo».

Y de nuevo, después de haber recorrido los acontecimientos relatados en la

ley, añade: Todo esto les sucedía como un ejemplo: y fue escrito para

escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las

edades.

Mediante figuras, pues, aprendían a temer a Dios y a perseverar en su

servicio, de manera que la ley era para ellos a la vez una disciplina y una

profecía de las cosas por venir.

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Jueves 28 de Febrero

Segunda semana de Cuaresma

Jeremías 17, 5-10Confiemos sólo en Dios

5 Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en

la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!

6 Él es como un matorral en la estepa que no ve llegar la fel icidad; habita en la

aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita.

7 ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él t iene puesta su confianza!

8 Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia

la corriente; no teme cuando llega el calor y su fol laje se mantiene frondoso; no se

inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.

9 Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede

penetrarlo?

10 Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno

según su conducta, según el fruto de sus acciones.

Nos situamos en torno al año 600 a.C.

El rey de Israel y sus consejeros tiemblan ante la inminente invasión

extranjera de los babilonios, ellos no cuentan con suficiente ejército para

oponer resistencia; la masacre se ve venir.

Es en este momento cuando el pequeño reino de Judá cree ponerse a salvo

por medio de una alianza con sus poderosos vecinos: el Imperio Egipcio al

sureste.

El profeta Jeremías ataca "lanza en ristre" esta falsa ilusión.

La seguridad no puede ponerse en ningún poder militar o político

"maldito sea quien se fía en el hombre y hace de la carne su apoyo", v. 5

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La verdadera seguridad viene del Señor; con quien se debe hacer "alianza"

es con Él

"bendito sea quien se fía en el Señor, pues no defraudará Él su confianza", v. 7

Para el profeta, poner la confianza en una alianza humana y olvidar la

alianza con Dios es la causa de las desgracias profundas de su pueblo.

En el texto de hoy, esta convicción de Jeremías aparece bien argumentada.

Para ello aborda la tesis bíblica de "los dos caminos" (tan conocido en la

literatura sapiencial y en los salmos).

Ya Deuteronomio 30,15ss, invita a Israel a elegir entre el bien y el mal, entre

la vida y la muerte, entre los seres humanos y Dios.

En ese entorno, el profeta Jeremías comienza su apuesta con una maldición

y luego sigue con la bendición.

La maldición y la bendición se explican con la imagen de la tierra.

Para un habitante de Palestina no es extraño ver los grandes contrastes entre

la tierra seca y desolada del desierto y la tierra fértil y bien irrigada de Galilea.

La tierra es imagen de bendición si es fértil y de maldición si es estéril.

Por eso la profecía acude al doble simbolismo de la tierra árida

"los sitios quemados del desierto... el saladar inhabitable", v. 6b

Y de la tierra irrigada

"a orillas de la corriente".

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Ambas son imagen del corazón del hombre cuando se aparta de Dios (para

el primer caso) y del hombre cuando pone su confianza en el Señor de Israel

(para el caso de la tierra irrigada en tiempos de sequía).

La maldición no es una condena ni un rechazo definitivo.

Pero Dios confronta a quien construye mal el camino de la vida y se provoca

a sí mismo sus propias desgracias, su porvenir es incierto y sombrío

"como el tamarisco del Araba, y no verá el bien cuando viniere", v. 6a.

En cambio, quien escoge el camino del bien a pesar de afrontar -como todos

los demás- las duras pruebas de la vida, su porvenir es diferente: con la

ayuda de Dios sabrá superar las pruebas

"No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso;

en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto", v. 8b,

Porque su vida está irrigada con la misma vida de Dios

"a la oril la de la corriente echa sus raíces", v. 8a.

En tiempos de crisis, como los de esta descripción de la profecía, bajo la

imagen de una sequía severa, el pueblo tiene una oportunidad única de

volverse a quien puede darle el agua junto con los dones necesarios para su

desarrollo integral, como pueblo de Dios para el beneficio de las naciones

del orbe.

Sin embargo, Israel perdió esta oportunidad porque se fue detrás de los

ídolos y de una praxis lejana de la justicia divina.

Hoy también en nuestro país, en nuestras ciudades y pueblos asoman con

fiereza momentos incontables de crisis profundas; para quienes oramos con

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este texto, estas situaciones se transforman en ocasiones de un volver a Dios

y vivir en la solidaridad.

No debemos condenarnos a nosotros mismos con las conductas injustas,

violentas, egoístas, carentes de imaginación.

Así como Judá no se sintió sólo en este desafío, también nosotros contamos

con la cercanía de Dios.

He aquí uno de los sentidos del tiempo litúrgico de la Cuaresma.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Confío más en situaciones humanas en lugar de con fiar en

Dios?

¿Tiene actualidad la maldición y la bendición de Jere mías?

¿También creo en la invitación de Dios a la conversión y al

perdón?

Salmo 1, 1-4. 6

Dichoso el que pone su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche.

Dichoso el que pone su confianza en el Señor.

Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto en su sazón

y no se marchitan sus hojas;

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y cuanto emprende tiene buen fin.

Dichoso el que pone su confianza en el Señor.

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

En el juicio los impíos no se levantarán,

ni los pecadores en la asamblea de los justos;

porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal.

Dichoso el que pone su confianza en el Señor.

El salmo es una breve meditación sobre el destino de los buenos y los

malos.

El tema de los dos caminos, en su sencillez, es muy indicativo de las

diferentes actitudes humanas.

Por el bautismo, nosotros empezamos a andar por el camino que es Cristo;

injertos en él, somos árboles fecundos.

Lucas 16, 19-31“Si no hacen caso a los profetas tampoco se convencerán aunque resucite un

muerto”

Dirigiéndose a los fariseos, les dijo Jesús esta parábola:

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y l ino finísimo y cada día hacía

espléndidos banquetes.

20 A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre l lamado Lázaro,

21 que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del r ico; y hasta los perros iban

a lamer sus llagas.

22 El pobre murió y fue l levado por los ángeles al seno de Abraham. El r ico también

murió y fue sepultado.

23 En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de

lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

24 Entonces exclamó: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que

moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me

atormentan”.

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25 “Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y

Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el

tormento.

26 Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los

que quieren pasar de aquí hasta al l í no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar

de all í hasta aquí” .

27 El r ico contestó: “Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi

padre,

28 porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también

caigan en este lugar de tormento”.

29 Abraham respondió: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”.

30 “No, padre Abraham, insistió el r ico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se

arrepentirán”.

31 Abraham respondió: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite

alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”»

Una conversión social

Hemos escuchado en el día de ayer la franca confrontación que hace Jesús

entre la gloria del Hijo del Hombre y la gloria que ofrece este mundo.

Fuimos invitados en cuanto discípulos suyos a entrar por el camino del

servicio humilde para poder caminar con Él hacia la Resurrección.

El Evangelio de hoy sigue ofreciéndonos a través de imágenes vivas cómo

Jesús en su Persona y en su mensaje contrasta abiertamente con los

valores y jerarquías de este mundo, precisamente porque es el hombre

nuevo y ha venido a inaugurar el mundo nuevo de la igualdad, de la

fraternidad y la solidaridad.

1. La mesa excluyente

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El relato parabólico nos presenta a un rico que banquetea y se divierte,

símbolo de quien se ha colocado a sí mismo como el centro de todo.

También vemos a un pobre llamado Lázaro, quien echado junto al portal del

rico, ignorado, excluido, desamparado; igualmente lo vemos cubierto de

llagas deseando hartarse de las migajas que caen de su mesa.

El hecho de que el pobre tenga nombre propio y el rico sea un desconocido

nos confirma en la verdad de que Dios conoce al humilde e ignora a los

soberbios, que se alejan de el por su propia voluntad.

Mueren los dos y la muerte desvela la verdad de cada uno.

El pobre es llevado por los ángeles al seno de Abraham para participar con

él en el Banquete mesiánico; y el rico es sepultado en el hades, mansión de

los muertos.

Con la muerte termina el tiempo concedido para convertirse, su suerte ya

es irremediable.

Para tomar decisiones correctas debemos colocarnos en la perspectiva de

la muerte y hacer ahora lo que en ese momento nos gustaría haber hecho.

2. El abismo que es verdaderamente insalvable

El diálogo entre el rico atormentado y el Padre Abraham, puntualiza el

mensaje central de Jesús.

El rico recibió bienes en la tierra pero no supo aprovecharlos para recibir la

gloria del Señor.

Los retuvo para sí, colocó en ellos su seguridad y se hizo insensible a las

necesidades de los otros.

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Se cerró en sí mismo y no se compadeció del pobre Lázaro, que estuvo tan

cerca de su casa, pero tan lejos de su corazón.

La misericordia con los más pequeños y necesitados es lo que decide

nuestra salvación (ver Mateo 25,31-40) su destino ya es irrevocable,

“entre nosotros y ustedes se interpone un gran abismo” (16,26),

Es decir, se acabaron las posibilidades para los unos y los otros.

La vida humana es como un puente tendido entre la felicidad y la infelicidad

eterna.

Se atraviesa el puente ejercitando la misericordia.

Cuando la vida se termina, ya no hay más posibilidad de ejercitarla.

Y para que a nosotros no nos suceda igual tenemos que abrir el corazón y

escuchar atentamente la Palabra de Dios, creer en ella y dejarnos cambiar

el corazón por la Palabra; que es Jesús mismo.

En la escucha continua del Maestro y en la contemplación de sus actitudes

aprendemos a tener entrañas de misericordia ante fragilidades de nuestros

hermanos.

Esta página del evangelio, que con imágenes vivas nos ha mostrado el

actuar de Dios cantado por María en el Magníficat y proclamando en las

bienaventuranzas, nos ayuda a confrontar nuestras acciones y nuestro

corazón con los sentimientos y actitudes de Jesús, el últimos de los pobres,

quien ha derramado sobre nosotros la misericordia del Padre para darnos

la posibilidad de ser como Él.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

Page 93: Cuaresma ii   c

1. ¿Por qué se afirma que Jesús en su persona y en su

mensaje contrasta con los valores de este mundo?

2. La parábola que nos presenta el evangelio de hoy nos

invita a revisar si nuestra vida está puesta al servicio de los

demás. ¿En qué forma concreta he salido al encuentro de las

necesidades de los demás?

3. ¿Cómo hemos asumido los momentos de estrechez y

dificultad que se han presentado en nuestra famil ia? ¿Nos

hemos desesperado? ¿La unión famil iar se ha visto

amenazada?

Del verdadero temor de Dios

San Hilario

Salmo 127,1-3

¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!

Siempre que en las Escrituras se habla del temor del Señor, hay que tener en cuenta

que nunca se habla sólo de él, como si el temor fuera suficiente para conducir la fe

hasta su consumación, sino que se le añaden o se le anteponen muchas otras cosas

por las que pueda comprenderse la razón de ser y la perfección del temor del Señor;

como podemos deducir de lo dicho por Salomón en los Proverbios: Si invocas a la

inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un

tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor.

Vemos, en efecto, a través de cuántos grados se llega al temor del Señor.

Ante todo hay que invocar la sabiduría y dedicarse a toda suerte de menesteres

intelectuales, así como buscarla y tratar de dar con ella: y entonces podrá

comprenderse el temor del Señor.

Pues por lo que se refiere a la manera común del pensar humano, no es así como se

acostumbra entender el temor.

Page 94: Cuaresma ii   c

El temor, en efecto, se define como el estremecimiento de la debilidad humana que

rechaza la idea de tener que soportar lo que no quiere que acontezca.

Existe y se conmueve dentro de nosotros a causa de la conciencia de la culpa, del

derecho del más fuerte, del ataque del más valiente, ante la enfermedad, ante la

acometida de una fiera o el padecimiento de cualquier mal.

Nadie nos enseña este temor, sino que nuestra frágil naturaleza nos lo pone delante.

Tampoco aprendemos lo que hemos de temer, sino que son los mismos objetos del

temor los que suscitan en nosotros el consentimiento del temor.

En cambio, del temor del Señor así está escrito: Venid, hijos, escuchadme: os instruiré

en el temor del Señor.

De manera que el temor de Dios tiene que ser aprendido, puesto que se enseña.

No se le encuentra en el terror, sino en el razonamiento doctrinal; ni brota de un

estremecimiento natural, sino que es el resultado de la observancia de los

mandamientos, de las obras de una vida inocente y del conocimiento de la verdad.

Pues, para nosotros, el temor de Dios reside todo él en el amor, y su contenido es el

ejercicio de la perfecta caridad: obedecer a sus consejos, atenerse a sus mandatos y

confiar en sus promesas.

Oigamos, pues, a la Escritura que dice: Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el

Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que

guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien.

Muchos son, en efecto, los caminos del Señor, siendo así que él mismo es el camino.

Pero cuando habla de sí mismo, se denomina a sí mismo camino, y muestra la razón

de llamarse camino cuando dice: nadie va al Padre, sino por mí.

Page 95: Cuaresma ii   c

Hay que interesarse, por tanto, e insistir en muchos caminos, para poder encontrar el

único que es bueno, ya que, a través de la doctrina de muchos, hemos de hallar un

sólo camino de vida eterna.

Pues hay caminos en la ley, en los profetas, en los evangelios, en los apóstoles; los

hay, en fin, en las diversas obras de los mandamientos, y son bienaventurados los que

andan por ellos, en el temor de Dios.

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Viernes 1 de Marzo

Segunda semana de Cuaresma

Génesis 37, 3-4.12-13a.17b-28Ahí viene el soñador: vamos a matarlo

3 Israel quería a José más que a sus otros hijos, pues le había nacido en su

ancianidad; incluso le había hecho una túnica con mangas.

4 Sus hermanos, viendo que su padre le prefería a sus otros hijos, le tomaron rencor

y hasta le negaban el saludo.

12 Sus hermanos habían ido a apacentar el rebaño de su padre a Siquem,

13 e Israel dijo a José: «Tus hermanos están cuidando las ovejas en los pastos de

Siquem; ven, que quiero mandarte donde ellos.»

Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán.

18 Al verlo desde lejos, y antes de que l legara, se pusieron de acuerdo para matarlo.

19 Se dijeron: «Allí viene el soñador.

20 Este es el momento: matémoslo y echémoslo en un pozo cualquiera, y diremos

que algún animal feroz lo devoró. ¡Ahí vamos a ver en qué quedan sus sueños!»

21 Al oír esto, Rubén quiso salvarlo de sus manos y les di jo: «No lo maten.»

22 «No derramen sangre, les dijo Rubén, échenlo más bien en aquella cisterna allá

en el desierto, pero no pongan las manos sobre él.» Esto di jo para sacarlo de sus

manos y devolverlo después a su padre.

23 Fue así que cuando José l legó junto a ellos, le sacaron la túnica con mangas que

l levaba puesta,

24 lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua.

25 Se sentaron para comer, cuando alzando los ojos, vieron una caravana de

ismaelitas que venía de Galaad, con sus camellos cargados de goma, de bálsamo y

de resina que llevaban a Egipto.

26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: « ¿Qué ganamos con matar a nuestro

hermano y tapar su sangre?

27 Mejor vendámoslo a esos ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él,

pues es nuestro hermano y carne nuestra.» Sus hermanos le hicieron caso,

28 y al pasar unos madianitas, que eran mercaderes, sacaron a José del pozo. Lo

vendieron a los madianitas por veinte monedas de plata, y éstos l levaron a José a

Egipto.

La Biblia no es un libro de cuento de hadas, no maquilla la realidad humana

presentándonos personaje puros e inocentes que no cometen faltas, que no

se equivocan.

Page 97: Cuaresma ii   c

La Biblia es un libro, que como toda buena novela, está llena de personajes

con pasiones humanas como las nuestras.

Por eso hay nudo en los relatos bíblicos, porque se cruza la testarudez

humana con la invencible voluntad de Dios de salvarnos.

De ahí surge la intriga bíblica: de ese encuentro entre el amor de Dios y el

hombre pecador que se resiste a dejarse transformar por Dios.

En lugar de disquisiciones teóricas sobre el origen del mal, la Biblia lo

narra.

Hoy vemos a los hermanos de José, poseídos por la envidia y el odio,

vender a su hermano.

En medio del mal, Dios termina triunfando.

Esa es la firme convicción cristiana que alienta a todos los que tratan de

vencer el mal con el bien.

Salmo 104 (105), 16-21

Recuerden las maravil las que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:

cortando el sustento de pan;

por delante había enviado a un hombre,

a José, vendido como esclavo.

Recuerden las maravil las que hizo el Señor.

Le trabaron los pies con gri l los,

le metieron el cuello en la argolla,

hasta que se cumplió su predicción,

y la palabra del Señor lo acreditó.

Recuerden las maravil las que hizo el Señor.

Page 98: Cuaresma ii   c

El rey lo mandó desatar,

el Señor de pueblos le abrió la prisión,

lo nombró administrador de su casa,

señor de todas sus posesiones,

Recuerden las maravil las que hizo el Señor.

El salmo es un recuerdo de la liberación de José, que en los planes

salvíficos de Dios supuso la salvación de su pueblo.

El Señor actuó a favor de Israel, conduciendo su historia.

El Señor actúa hoy también a nuestro favor conduciendo nuestra historia,

según sus designios de salvación.

Mateo, 21, 33-43.45-46“La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular”

33 Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña.

La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigi larla.

Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano.

34 Cuando llegó el t iempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que

fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha.

35 Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a

otro lo apedrearon.

36 El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera

vez, pero los trataron de la misma manera.

37 Por últ imo envió a su hijo, pensando: “A mi hi jo lo respetarán”.

38 Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos

y así nos quedamos con su herencia”.

39 Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.

40 Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?»

41 Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la

viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»

42 Jesús agregó: « ¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los

constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; ésa fue la obra del Señor y

nos dejó maravil lados.

43 Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será

entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.» (44)

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45 Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron

que Jesús se refería a ellos.

46 Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo, que lo consideraba

como un profeta.

Una nueva construcción a partir de Jesús

Durante estas dos semanas de Cuaresma, la Palabra de Dios, con matices

diferentes y detalles cada vez más profundos, nos ha colocado en sintonía

con las vibraciones del corazón del Padre, para que redescubriendo

nuestra filiación, podamos volver con todo el corazón hacia Él y hacia

nuestros hermanos, viviendo la misericordia.

El evangelio de hoy, nos muestra hasta dónde podemos llegar en nuestra

codicia y nuestra obstinación, y hasta donde llega la gratuidad y la

creatividad del amor misericordioso del Padre, y nos insiste una vez más

que no podemos dejar nuestra conversión para mañana.

Esta parábola, o mejor esta alegoría, en la cual cada palabra tiene un

significado histórico preciso es de fácil comprensión para nosotros.

(1) La alegoría comienza haciéndonos observar los cuidados que el

propietario tiene para con la viña (ver Isaías 5,1-7).

Luego la arrienda y se marcha.

(2) El propietario que cuida de la viña con tanto amor, dedicación y ternura

es Dios:

“que más podría haber hecho por su viña, que no se lo haya hecho ” (Isaías 5,4).

La viña es el pueblo escogido, Israel (ver Isaías 5,1), la Iglesia, nosotros

hoy.

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Los siervos, que el dueño de la viña envía a recoger sus frutos son los

profetas, que Dios ha enviado y sigue enviando a su pueblo en un

creciendo de calidad y número.

Y finalmente el hijo violentamente asesinado para robarle la herencia es

Jesús El hijo amado, que muere fuera de la ciudad, como un malhechor

cargando sobre si los pecados de su pueblo para dejarnos la herencia

bendita en su filiación divina.

(3) En esta parábola, Jesús resume la historia de Israel, la historia del amor

de Dios en nuestra propia historia; en ella se nos revela siempre en

perspectiva de contrates, la infinita fidelidad de Dios y nuestra infidelidad a

su amor; allí podemos ver nítidamente de qué es capaz el corazón humano

codicioso y violento y de qué es capaz la infinita compasión de Dios.

Observémoslo más detenidamente.

El comportamiento del Padre

• El padre, Dios de la vida cuida, protege, ofrece gratuitamente

posibilidades de vida y plenitud; confía sin reservas dejando en nuestras

manos la administración de sus dones y luego se marcha para dejarnos

la libertad de actuar como Él nos ha enseñado (33.).

• Cuando llega el tiempo de la cosecha, deseando los frutos de su viña, el

padre envía a sus siervos, los profetas, que precisamente por

pertenecerle a Él son maltratados y rechazados como Él.

• Vuelve a mandar otros siervos más numerosos que antes porque Dios

no se cansa, sigue multiplicando sus llamados dándonos la oportunidad

de volver a Él.

Page 101: Cuaresma ii   c

Y finalmente envía al Hijo la imagen viva de su presencia como la

expresión máxima de su confianza y de su amor; pero éste precisamente

por ser el Hijo es violentamente asesinado para quedarse con su

herencia.

Los viñadores

• Los viñadores, el pueblo de Israel, nosotros por sí mismos somos

capaces solamente de maltratar, destruir y dar muerte buscando

codiciosamente quedarnos con la herencia.

La muerte del hijo ha llevado al máximo nuestra crueldad humana, pero

también ha llevado al máximo la infinita compasión de Dios.

• Pero la historia que Jesús nos narra no termina con la muerte violenta

del hijo, el rechazado y aparentemente vencido, se convierte en la

Piedra Angular sobre la cual el Padre construye el nuevo pueblo con

quien sellará definitivamente su alianza de amor:

“la piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular;

ha sido un milagro patente” (21,42; ver Hechos 2,47).

• En la resurrección de Jesús todos los que nos habíamos enfurecido

contra Él, hemos sido salvados por Él; cargando sobre sí nuestro pecado

Él nos ha revelado plenamente quién es Dios y que quiere Él de

nosotros.

• Como en un espejo, la parábola nos ha reflejado la verdadera imagen de

Dios y la nuestra: mientras nosotros destruimos y damos muerte, Dios

reconstruye sacando de nuestro mal el máximo bien.

Page 102: Cuaresma ii   c

Dios ha vencido el mal cargándolo sobre sí y haciendo de nuestro

pecado la obra maravillosa de salvación para todos.

• Jesús, el hijo asesinado fuera de la ciudad es la piedra angular que nos

ofrece gratuitamente su herencia revistiéndonos de su misma vida; en la

cruz ha vencido nuestro odio y ha hecho brotar el amor; de nuestra

miseria ha hecho brotar raudales de misericordia.

Estamos ya muy cerca de la semana santa, la lectura del evangelio de hoy

nos prepara para entrar con corazón en conversión en el misterio pascual

fuente perenne de nuestra transformación personal y comunitaria.

¿Qué tan dóciles estamos?

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Qué me dice la expresión: “La piedra que desecharon los

arquitectos es ahora la piedra angular?

¿En qué momento de mi vida he sentido que Dios ha insistido

en mi conversión y yo no he hecho caso? ¿Qué puedo hacer

ahora?

Dios siempre saca de nuestro mal el máximo bien. ¿Cómo

descubro e interpreto la acción de Dios en los momentos más

difíci les de mi vida?

El testamento de Dios

San Ireneo

Contra los herejes 4, 16,2-5

Page 103: Cuaresma ii   c

Moisés dice al pueblo en el Deuteronomio: El Señor, nuestro Dios, hizo alianza

con nosotros en el Horeb; no hizo esa alianza con nuestros padres, sino con

nosotros.

¿Por qué razón no la hizo con nuestros padres?

Porque la ley no ha sido instituida para el justo; y los padres eran justos, tenían

la eficacia del decálogo inscrita en sus corazones y en sus almas, amaban a

Dios, que los había creado, y se abstenían de la injusticia con respecto al

prójimo: razón por la cual no había sido necesario amonestarlos con un texto de

corrección, ya que la justicia de la ley la llevaban dentro de ellos.

Pero cuando esta justicia y amor hacia Dios cayeron en olvido y se extinguieron

en Egipto, Dios, a causa de su mucha misericordia hacia los hombres, tuvo que

manifestarse a sí mismo mediante la palabra.

Con su poder, sacó de Egipto al pueblo para que el hombre volviese a seguir a

Dios; y afligía con prohibiciones a sus oyentes, para que nadie despreciara a su

Creador.

Y lo alimentó con el maná, para que recibiera un alimento espiritual, como dice

también Moisés en el Deuteronomio: Te alimentó con el maná, que tus padres

no conocieron, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo

cuanto sale de la boca de Dios.

Exigía también el amor hacia Dios e insinuaba la justicia que se debe al prójimo,

para que el hombre no fuera injusto ni indigno para con Dios, preparando de

antemano al hombre mediante el decálogo, para su amistad y la concordia que

debe mantener con su prójimo; cosas todas provechosas para el hombre, sin

que Dios necesitara para nada de él.

Efectivamente, todo esto glorificaba al hombre, completando lo que le faltaba,

esto es la amistad de Dios, pero a Dios no le era de ninguna utilidad, pues Dios

no necesitaba del amor del hombre.

Page 104: Cuaresma ii   c

En cambio, al hombre le faltaba la gloria de Dios, y era absolutamente imposible

que la alcanzara, a no ser por su empeño en agradarle.

Por eso, dijo también Moisés al pueblo: Elige la vida, y viviréis tú y tu

descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él,

pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra.

A fin de preparar al hombre para semejante vida, el Señor dio, por sí mismo y

para todos los hombres, las palabras del Decálogo: por ello estas palabras

continúan válidas también para nosotros, y la venida de la carne de nuestro

Señor no las abrogó, antes al contrario les dio plenitud y universalidad.

En cambio, aquellas otras palabras que contenían sólo un significado de

servidumbre, aptas para la erudición y el castigo del pueblo de Israel, las dio

separadamente, por medio de Moisés, y solo para aquel pueblo, tal como dice el

mismo Moisés: Yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor.

Aquellos preceptos, pues, que fueron dados como signo de servidumbre a Israel

han sido abrogados por la nueva alianza de libertad; en cambio, aquellos otros

que forman parte del mismo derecho natural y son origen de libertad para todos

los hombres, quiso Dios que encontraran mayor plenitud y universalidad,

concediendo con largueza y sin límites que todos los hombres pudieran

conocerlo como padre adoptivo, pudieran amarlo y pudieran seguir, sin

dificultad, a aquél que es su Palabra.

Page 105: Cuaresma ii   c

Sábado 2 de Marzo

Segunda semana de Cuaresma

Miqueas 7, 14-15.18-20Nuestro Dios nos perdona y nos restablece

Señor Dios nuestro:

14 Apacienta con tu vara a tu pueblo, al pequeño rebaño que te pertenece y que

todavía permanece extraviado en los matorrales, en una zona de excelentes

pastizales. Concédele que pueda ir a pastar en Basán y en Galaad, como lo hacía

antiguamente.

15 Haz que presenciemos tus prodigios como en los días de la salida de Egipto.

18 ¿Qué Dios hay como tú, que borra la falta y que perdona el crimen; que no se

encierra para siempre en su enojo, sino que le gusta perdonar?

19 Una vez más te compadecerás de nosotros, pisotearás nuestras faltas. Tira, pues,

al fondo del mar todos nuestros pecados.

20 Concede a Jacob tu fidelidad, a Abraham tu misericordia, como lo juraste a

nuestros padres desde los días antiguos.

El presente fragmento de la profecía de Miqueas forma parte de los oráculos

con los cuales se anuncia la restauración de los baluartes de Jerusalén y se

piensa en ensanchar las fronteras (cfr. Mi 7, 8-20).

El pueblo, vuelto del destierro, se siente apurado, y la nostalgia de los fértiles

pastos de la Transjordania arranca al profeta una lamentación cadenciosa

como una elegía fúnebre:

¡que el Señor vuelva a renovar los prodigios del Éxodo! (v. 15).

Pero de repente aparece en la escena el protagonista de los grandes

acontecimientos salvíficos.

Él reunirá a una multitud de pueblos y reserva un lugar desierto donde

apacentará sólo a su rebaño, un rebaño disperso, sin seguridad alguna, pero

el cual puede confiar en él.

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Allí no hay motivo para la desesperación ni para la zozobra, el Señor siempre

estará al lado de los suyos.

El corazón entona entonces un apasionado himno al Dios capaz del perdón

(vv. 18-20; cfr. Ex 34, 6ss).

Dios es Padre, se conmueve por los sufrimientos de los hijos cuando yerran

(v. 19); su compasión, como en tiempos del Éxodo, le lleva, con instinto casi

maternal (Hesed, en hebreo), a perdonar las culpas de quienes les oprimen,

a arrojarlas al fondo del océano como hizo antaño con el faraón y sus

ministros en el mar de las cañas, enemigos de su pueblo (cfr. Ex 15,1.5.16).

El profeta había denunciado en los primeros capítulos el pecado del pueblo,

donde la infidelidad y la injusticia brillaban con luz propia.

Esta oración representa una conclusión idónea a dicha descripción para no

quedarnos con una sola faceta de Dios: la reprimenda y el castigo.

Al confesar su pecado e iniciar un proceso de conversión, el pueblo da un

cambio radical a la situación.

La bendición evoca la bondad amorosa de un Dios Padre compasivo.

Esta bondad como un don se le regala al pueblo, junto con la estabilidad en

la verdad ("emet", en hebreo).

La fidelidad de Dios es gratuidad suma en el perdón (cfr. Sal 24, 6; 102, 4), así

el "resto" de su pueblo puede al final permanecer fiel a la alianza (v. 20).

Esta oración con el estilo de los salmos le recuerda al pueblo, mientras

regresa del destierro, la presencia y la cercanía de un Dios lleno de

misericordia.

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Y aunque ante su vista sólo vea despojos y contemple ante sus ojos una dura

faena para reconstruir la nación (en Judá y en Jerusalén); el Dios quien los

escogió como pueblo de su propiedad los rehará, pues al final él es el pastor

de Israel y siempre se ha preocupado de ellos.

Los creyentes del Nuevo Testamento desenvolvemos, incluso más allá del

Antiguo Testamento, una confianza en la misericordia de Dios cuando

recordamos aquellas palabras de san Juan:

"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único

para que todo el que crea en él tenga vida eterna".

Por eso cuando levantamos nuestros ojos hacia la cruz (sobre todo en el

tiempo de la Cuaresma y de la Pascua), contemplamos la expresión más clara

de la misericordia de Dios por nosotros.

Jesús en la cruz se hizo misericordia por todos y cada uno, para reconstruir

así nuestras vidas en el amor.

Podremos dudar de muchas situaciones y personas en el mundo, pero del

amor de Dios por nosotros, jamás debemos dudar, pues tenemos siempre

ante nuestros ojos las acciones favorables de nuestro Señor.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿Cuáles ideas de la lectura me impresionan más?

¿Cómo se comporta Dios con el pueblo?

¿Cómo continuar en la cuaresma por un sendero de

"conversión"?

Salmo 102 (103), 1-4. 9-12

Page 108: Cuaresma ii   c

El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso.

El perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

el rescata tu vida de la fosa,

y te colma de gracia y de ternura;

El Señor es compasivo y misericordioso.

No está siempre acusando

ni guarda rencor perpetuo;

no nos trata como merecen

nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas.

El Señor es compasivo y misericordioso.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles;

como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos.

El Señor es compasivo y misericordioso.

Siempre que hay conversión hay perdón.

Porque el Señor es compasivo y misericordioso.

El no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

Y cuando el hombre vuelve, encuentra siempre brazos abiertos del “padre

que siente ternura por sus hijos”.

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Lucas 15, 1-3.11-32“Había que hacer fiesta y alegrarse

porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida”.

En aquel t iempo

1 Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.

2 Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los

pecadores y come con ellos».

3 Jesús les dijo entonces esta parábola:

11 Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos.

12 El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me

corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes.

13 Pocos días después, el hi jo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país

lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.

14 Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y

comenzó a sufrir privaciones.

15 Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió

a su campo para cuidar cerdos.

16 Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos,

pero nadie se las daba.

17 Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en

abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!

18 Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y

contra ti ;

19 ya no merezco ser l lamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”.

20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su

padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo

besó.

21 El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti ; no merezco ser l lamado

hijo tuyo”.

22 Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo,

pónganle un anil lo en el dedo y sandalias en los pies.

23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,

24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue

encontrado”. Y comenzó la fiesta.

25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y

los coros que acompañaban la danza.

26 Y l lamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.

Page 110: Cuaresma ii   c

27 Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero

engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.

28 Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,

29 pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido

jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta

con mis amigos.

30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con

mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”.

31 Pero el padre le di jo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.

32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a

la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».

De camino hacia el Padre misericordioso

Al terminar la segunda semana de Cuaresma somos invitados nuevamente

a contemplar el corazón del Padre para dejar reavivar en el nuestro la

alegría de sentirnos hijos, podernos encontrar más profundamente con Él y

recuperar nuestra actitud de hermanos.

Hoy podemos leer el evangelio como la parábola del Padre que nos revela

el amor único e incondicional por el hijo pecador y hace fiesta porque es

reconocido por Él como padre, e invita al hijo que se consideraba justo para

que reconozca a éste como hermano.

La parábola vuelve a invitarnos con fuerza a ser misericordiosos como el

padre (ver Lucas 6,36; 11,4) para no quedarnos fuera protestando por que

Jesús hace fiesta con los pecadores (15,28.30).

Parece ser que una de las intenciones principales de Lucas sea llevar el

hermano mayor que se siente justo, y por lo tanto no necesitado de

conversión, a que reconozca al padre como Él es y acepte su misericordia;

solo así podrá liberarse de una relación formal y legalista con Él y pasar a

la alegría de sentirse hijo.

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Sucede como San Pablo, quien de una observancia a la ley que se había

vuelto para él un absoluto, pasó “al sublime conocimiento de Cristo

Jesús mi Señor” (Filipenses 3,6.8) y se convirtió de su propia justicia a la

misericordia del Padre que le fue ofrecida gratuitamente en Jesucristo.

En este proceso de conversión profunda Pablo tuvo que cambiar la imagen

de Dios que él tenía y descubrir su rostro humilde y misericordioso que

Jesús nos revela.

Nuestra conversión sigue también este proceso descubrimos la

misericordia del Padre que trata a todos justos y pecadores como hijos; y

desde esta experiencia salimos de nuestro yo y centramos en Él nuestro

corazón, pasando de la amargura de nuestro pecado o de la presunción de

nuestra justicia, a la alegría del ser hijos del Padre.

Quedémonos en este día contemplando el corazón del Padre como Jesús

lo revela en esta parábola (15,12.20.22.23.24.31-32).

Así impregnados por su misericordia y sintiendo el gozo de ser hijos

recuperaremos el sentido de la fraternidad.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿En qué se parece y en qué se diferencia la acti tud de los dos

hijos de la parábola? ¿Con cuál de ellos me identif ico más?

¿Cómo manifiesto la alegría cuando un hermano mío cambia de

camino y vuelve a la vida? ¿Me esfuerzo por ayudar a este

cambio?

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¿Me considero una persona ‘ justa’ que siempre hace bien las

cosas y por esto merece ser tenida en cuenta? ¿Qué debo

cambiar al respecto?

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Unirse a Dios, único bien verdadero

San Ambrosio

Huida del mundo 6,36; 7,44; 8,45; 9,52

Donde está el corazón del hombre allí está también su tesoro; pues el Señor no suele

negar la dádiva buena a los que se la han pedido.

Y ya que el Señor es bueno, y mucho más bueno todavía para con los que le son

fieles, abracémonos a él, estemos de su parte con toda nuestra alma, con todo el

corazón, con todo el empuje de que seamos capaces, para que permanezcamos en su

luz, contemplemos su gloria y disfrutemos de la gracia del deleite sobrenatural.

Elevemos, por tanto, nuestros espíritus hasta el Sumo bien, estemos en él y vivamos

en él, unámonos a él, ya que su ser supera toda inteligencia y todo conocimiento, y

goza de paz y tranquilidad perpetuas, una paz que supera también toda inteligencia y

toda percepción.

Éste es el bien que lo penetra todo, que hace que todos vivamos en él y dependamos

de él, mientras que él no tiene nada sobre sí, sino que es divino; pues no hay nadie

bueno, sino sólo Dios, y por lo tanto todo lo bueno, divino, y todo lo divino, bueno; por

ello se dice: Abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente; pues por la bondad

de Dios se nos otorgan efectivamente todos los bienes sin mezcla alguna de mal.

Bienes que la Escritura promete a los fieles al decir: Lo sabroso de la tierra comeréis.

Hemos muerto con Cristo y llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Cristo para que

la vida de Cristo se manifieste en nosotros.

No vivimos ya aquella vida nuestra, sino la de Cristo, una vida de inocencia, de

castidad, de simplicidad y de toda clase de virtudes; y ya que hemos resucitado con

Cristo, vivamos en él, ascendamos en él, para que la serpiente no pueda dar en la

tierra con nuestro talón para herirlo.

Huyamos de aquí. Puedes huir en espíritu, aunque sigas retenido en tu cuerpo;

puedes seguir estando aquí y estar ya junto al Señor, si tu alma se adhiere a él, si

andas tras sus huellas con tus pensamientos, si sigues sus caminos con la fe y no a

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base de apariencias, si te refugias en él, ya que es el refugio y fortaleza, como dice

David: A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre.

Conque si Dios es nuestro refugio, y se halla en el cielo y sobre los cielos, es hacia allí

hacia donde hay que huir, donde está la paz, donde nos aguarda el descanso de

nuestros afanes, y la saciedad de un gran sábado, como dijo Moisés: El descanso de

la tierra os servirá de alimento. Pues la saciedad, el placer y el sosiego están en

descansar en Dios y contemplar su felicidad.

Huyamos, pues, como los ciervos hacia las fuentes de las aguas; que sienta sed

nuestra alma como la sentía David.

¿Cuál es aquella fuente? Óyele decir: en ti está la fuente viva.

Y que mi alma diga a esta fuente: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Pues Dios

es esa fuente.