cuando los toreros se visten de nazareno...sus hermanos grandes –pero también a los no tan...

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Taurologia.com Página 1 Semana Santa en Sevilla Apuntes sobre una relación histórica de siglos Cuando los toreros se visten de nazareno La Semana Santa sevillana mantiene desde hace siglos una estrechísima relación con la torería de la capital del Guadalquivir. Desde El Tato a Pepe Hillo, desde Joselito El Gallo a Belmonte, desde Pepe Luis Vázquez a Antonio Ordoñez, desde la casa Miura hasta el francés afincado en esta tierra Sebastián Castella… Los ejemplos darían para escribir un libro. En esta nota de documentación tan sólo referimos algunas de esas páginas. Tomás Villegas Ahora se acercan a Sevilla ocho de los días más esperados del año, cuando la ciudad se transforma por completo, para que sus calles sean templos vivientes, por el que se puede contemplar y vivir la escenificación completa de la crónica evangélica. Así como no se entendería que el final de la Semana sagrada se solemniza desde hace muchas décadas con la corrida extraordinaria del Domingo de Resurrección, lo mismo ocurre con la relación íntima que se produce históricamente entre el mundo taurino y el universo cofrade. . Desde el Tato a Pepe Hillo, desde Joselito El Gallo a Belmonte, desde Pepe Luis Vázquez a Antonio Ordoñez, desde la casa Miura hasta Sebastián Castella, una mayoría de hermandades sevillanas han tenido y tienen entre sus hermanos grandes –pero también a los no tan grandes-- glorias del toreo, no sólo sevillano: hasta de México viene Juan Silveti. Ya la primera cofradía de la Semana, la de La Borriquita, que sale a la calle el Domingo de Ramos, cuenta con la especial querencia de muchos y variados toreros y en sus anales quedan ya los años 1992, 1993 y 1994 cuando un joven Eduardo Dávila Miura sacaba el paso como un costalero más. Por su parte, cuenta Sebastián Castella, torero francés hecho en

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Semana Santa en Sevilla

Apuntes sobre una relación histórica de siglos

Cuando los toreros se visten de nazareno

La Semana Santa sevillana mantiene desde hace siglos una estrechísima relación con la torería de la capital del Guadalquivir. Desde El Tato a Pepe Hillo, desde Joselito El Gallo a Belmonte, desde Pepe Luis Vázquez a Antonio Ordoñez, desde la casa Miura hasta el francés afincado en esta tierra Sebastián Castella… Los ejemplos darían para escribir un libro. En esta nota de documentación tan sólo referimos algunas de esas páginas. Tomás Villegas

Ahora se acercan a Sevilla ocho de los días más esperados del año, cuando la ciudad se transforma por completo, para que sus calles sean templos vivientes, por el que se puede contemplar y vivir la escenificación completa de la crónica evangélica. Así como no se entendería que el final de la Semana sagrada se solemniza desde hace muchas décadas con la corrida extraordinaria del Domingo de Resurrección, lo mismo ocurre con la relación íntima que se produce históricamente entre el mundo taurino y el universo cofrade. . Desde el Tato a Pepe Hillo, desde Joselito El Gallo a Belmonte, desde Pepe Luis Vázquez a Antonio Ordoñez, desde la casa Miura hasta Sebastián Castella, una mayoría de hermandades sevillanas han tenido y tienen entre sus hermanos grandes –pero también a los no tan grandes-- glorias del toreo, no sólo sevillano: hasta de México viene Juan Silveti. Ya la primera cofradía de la Semana, la de La Borriquita, que sale a la calle el Domingo de Ramos, cuenta con la especial querencia de muchos y variados toreros y en sus anales quedan ya los años 1992, 1993 y 1994 cuando un joven Eduardo Dávila Miura sacaba el paso como un costalero más. Por su parte, cuenta Sebastián Castella, torero francés hecho en

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Sevilla, que cada año sigue teniendo una emoción incluso mayor que cuando se ajusta el traje de luces, en esos momentos en los que cada Domingo de Ramos se viste la túnica y la capa de su Hermandad de la Virgen Estrella, a quien acompaña desde un anónimo lugar del cortejo. Si se elige para ese año, en la tarde del Martes Santo podemos contemplar a Nuestra Señora de Gracia, más conocida por Los Javieres, con una saya de color azul pavo. Cuando uno la ve, revive la tarde de triunfo de Curro Romero, con cuyo traje de luces se confeccionó en el año 2.000 la vestidura.

Pero también en este día, al ver pasar por las calles de Sevilla la Hermandad de Nuestro Padre Jesús ante Anás y María Santísima del Dulce Nombre, el recuerdo se vuelve a este gran hombre de toros que es Julio Pérez “Vito”. Pero esta relación entre los toreros y la Semana Santa de Sevilla llega a uno de sus puntos culminantes en la tarde del Miércoles Santo con las hermandades de San Bernardo y El Baratillo. La dinastía de los Vázquez, una de las principales castas del toreo sevillano, siempre ha sido muy devota de la Hermandad del Cristo de la Salud y María Santísima del Refugio, San Bernardo. Manolo Vázquez fue Hermano Mayor de la Hermandad durante los años 1958 al 1964 y le regaló a la Virgen su traje de alternativa, con el que se le confeccionó una saya de color blanco que luce

la Virgen en su paso, que además presenta los broches de los faldones del paso de palio que se confeccionaron con los "machos" de este traje de luces. Pero los Vázquez no hacía más que seguir la tradición de este popular barrio, Y es que hermanos de San Bernardo fueron Joaquín Rodríguez Costillares y Francisco Arjona Herrera, “Cúchares” que murió siendo Hermano Mayor y está enterrado bajo el altar del Santísimo Cristo de la Salud. También en el siglo XIX el legendario “Tato” fue Hermano Mayor de la hermandad, a la que también perteneció José Claro “Pepete” y de la que los hermanos Manolo y Pepe Bienvenida llegaron a ser distinguidos como Hermanos mayores honorarios. Más modernamente, en su nómina de hermanos figura el torero retirado Diego Puerta.

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En este Miércoles también la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad y María Santísima de la Caridad en su Soledad, conocida popularmente como El Baratillo, se puede contemplar una de las cofradías más “torera”. Dada la proximidad de la Capilla con el coso de la Real Maestranza de Caballería, a cuyos muros está adosada, antiguamente antes de la lidia los toreros solían

encomendarse a la Virgen de la Caridad, que además es, desde 1939, Patrona de la Vejez del Torero. Ejemplo también de esta unión histórica, esta hermandad tiene Carta de Hermandad con la corporación de los Maestrantes desde 1992 oficialmente, aunque ambas instituciones han estado hermanadas desde hace siglos. Por eso, no es casualidad que uno de los guiones que salen en el cortejo cofrade corresponda a los Maestrantes del coso. Pero es que, además, el siempre cuidado albero de la Maestranza es estrenado cada año en esta tarde del Miércoles por los nazarenos de la cofradía, pues en ese espacio se forma el numeroso cortejo de nazarenos para salir en procesión. Asimismo, se mantiene la costumbre de que la misa previa al desfile procesional se oficie en la propia capilla de de la Plaza, en una de cuyas paredes se puede contemplar un azulejo con la imagen de María Santísima de la Caridad. Como una muestra de esta unión con todo lo taurino, el Baratillo estrenó en 2002 un llamador esencialmente taurino. Se trata de un llamador del paso sobre el que reposan dos ángeles que sujetan un capote de paseo que tiene grabado en su centro la insignia de la Hermandad. Además, el ángel de la derecha lleva en la cabeza una montera. La pieza, preciosa obra del orfebre Marmolejo y donado por un hermano, contiene unos siete kilos de plata. Entre los diestros sevillanos que fueron hermanos, destaca la devoción de “Pepe Hillo”, quien donó el 17 de abril de 1774 la imagen del Patriarca Bendito Señor San José, para su colocación en el mismo altar en que hoy se venera, y que después se incorporó como titular de esta Hermandad. En la actualidad, toreros hermanos del Baratillo recordamos a Manuel Jesús El Cid o a Morante de la Puebla, entre otros. Por otro lado, se cuenta que Manuel Álvarez El Andaluz, hermano del Baratillo, regaló una saya a la Virgen de la Caridad. Y desde México el maestro Juan Silveti suele venir todos los años a Sevilla para salir con su hermandad.

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Y como no podía ser de otra manera, en la Madrugada del Jueves al Viernes Santo, cuando las dos Esperanzas de Sevilla salen a la calle, un amplio rosario de toreros están debajo del antifaz de distintas hermandades. La dinastía de los Ordóñez, con Antonio Ordóñez --Hermano Mayor de Hermandad de la Esperanza de Triana desde 1978 hasta 1982--, con Paquirri --quien se “metió” debajo del paso para salir de costalero, como uno de sus hijos--, y con Francisco Rivera Ordóñez --que ha sido miembro de su Junta de Gobierno--, ha estado muy ligada a la Hermandad del Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza., a la que también pertenece el torero trianero Emilio Muñoz, que en alguna ocasión ha salido como costalero. Antonio Ordóñez, además, fue Hermano Mayor de otra hermandad fundamental en la Semana Santa sevillana: la de la Soledad de San Lorenzo. A ella también pertenece su hermano Alfonso, hoy asesor taurino en la Real Maestranza. En la historia soleana consta como Ordoñez trajo, en época de restricciones en el comercio entre países, hasta Sevilla camuflado en el esportón de sus avíos de torear los metros necesarios de terciopelo de Lyon necesarios para confeccionar un manto para la Virgen, que casi todos los años podemos contemplar en la tarde del Sábado Santo en su salida procesional. Pero antes, a esta Hermandad estuvo muy ligada la familia de José Gómez, Joselito. Se cuenta que un año, a comienzos del siglo XX, esta Hermandad modificó el itinerario de regreso a su templo para poder pasar por la puerta de la Casa de Joselito, para que la Señora Gabriela pudiera rezar ante su Virgen.

La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena, La Macarena, tiene entre sus hermanos a diversos y populares matadores de toros: los Martín Vázquez o Andrés Luque Gago, por ejemplo. Conocida era la devoción que a La Macarena tenía Joselito El Gallo, que cuando se produjo la tarde fatídica de Talavera era miembro de la Junta de Gobierno. Conocidas las

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famosas esmeraldas o malaquitas, un regalo del toro y que cada madrugada van prendidas en el pecho de la Virgen, que aparecen además junto a la pluma de oro que Sevilla regaló al canónigo Muñoz y Pabón. Este canónigo, excelente escritor, muy conocido popularmente por la defensa que hizo para que de los funerales por Joselito El Gallo se oficiaran en la catedral de Sevilla, que si hasta entonces era honor sólo para príncipes y casas reinantes, a partir de aquel año fue honor compartido con quien definió como “príncipe del toreo” por decisión del pueblo. Célebre es, por lo demás, la bellísima fotografía de la Macarena vestida de luto riguroso a la muerte de Joselito, por una decisión llena de sensibilidad de su Junta de Gobierno de la Hermandad. Otro torero, pariente además de Gallito, Ignacio Sánchez Mejías llevó la Cruz de Guía de la cofradía macarena durante muchos años. Los ganaderos José Luis de Pablo-Romero y Eduardo Miura ostentaron el título de Hermano Mayor de La Macarena. Hoy entre otros miembros de la Casa Miura, Dávila Miura es uno de sus más de tres mil hermanos: lo fue desde el día en que nació. Y un detalle: el compositor Abel Moreno le dedicó un pasodoble a este torero y en la composición lleva sones de la marcha “Macarena”. Otra hermandad de Sevilla a la que pertenecieron muchos toreros es la del Gran Poder: El Gordito, Chicuelo, Luis Fuentes Bejarano, Cayetano El Niño

de la Palma (hijo), Rafael Ortega Gallito, amortajado con la túnica de la Hermandad,... En las dependencias de la Basílica del Señor del Gran Poder todavía hoy puede contemplarse la Oreja de Oro que el torero sevillano Joaquín Rodríguez “Cagancho” consiguió en una de sus temporadas en México. Pero si Joselito se identificó siempre con la Macarena, Juan Belmonte sintió especial pasión por la hermandad de El Cachorro, a la que también están ligados Tomás y José Antonio Campuzano.

No es más que una relación, que aún siendo larga en la práctica es corta, si es que se quisiera ir apuntando toda la numerosísima presencia del mundo del toreo en esta singular semana sevillana, en la que sus calles se convierten en templos y en el que vida discurre entre el olor a incienso y laos armoniosos sones de las marchas procesionales.