cuadernos de neuropedagogía y neurociencias
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Por el Profesor Joaquín Castelán Ramírez, Presidente de la Fundación para el Desarrollo del Cerebro.TRANSCRIPT
FUNDACIÓN PARA EL DESARROLLO DEL
CEREBRO I.A.P.
PRESENTA:
CUADERNOS DE
NEUROPEDAGOGÍA Y
NEUROCIENCIAS
Neuropedagogíapara padres y maestros.
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APRENDIENDO A MANDAR,
APRENDIENDO A OBEDECER
Por Joaquín Castelán RamírezPresidente, Patrono, Fundador.
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INDICE:
INTRODUCCIÓN……………………………………… 4
PODER VS AUTORIDAD…………………………….... 7
A QUIEN OBEDECER………………………………… 15
ESTRUCTURACION DE LAS NORMAS……………… 22
APRENDIENDO A OBEDECER……………………… 30
LAS OBLIGACIONES DEL NIÑO……………………… 35
LA DISCIPLINA INTERNA………………………………. 42
LOS MIEDOS DE LOS PADRES………………………… 45
LA EDUCACION EN LIBERTAD………………………… 49
LAS DISFUNCIONES CEREBRALES………………………53
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“Para que se le quite”Frase común en México
INTRODUCCION
C
uando padres o maestros se quejan porque los niños o adolescentes no obedecen, hacen berrinches,
son inquietos, agresivos, pelean o golpean a sus compañeros (bullyng), consumen drogas, platican
mucho, se salen del salón de clases, no cumplen con las tareas, no respetan los límites; parece ser, y
así lo piensan muchos de ellos, que padecen alguna anomalía, están fuera de lo normal, hay una
lesión o disfunción cerebral que corregir con un tratamiento psicológico o farmacológico, en algunas
ocasiones tienen razón. Sin embargo, observamos niños completamente sanos con los mismos
problemas, sin alteraciones anatómicas o funcionales del cerebro, en caso de que existiesen, son tan
poco significativas que no justifican realmente esa variación en la conducta. Lo curioso es que pocas
veces padres y maestros se ocupan cuando, por el contrario, los niños son sumisos, obedientes o
sujetos de violencia por sus compañeros. Les preocupan los violentos, los inquietos, que toman lo
ajeno, los mentirosos, los que no siguen sus indicaciones y a veces les retan, pero no les preocupan los
violentados ni los tranquilos, dóciles o apacibles, elogiados siempre porque no les causan problemas
y, suelen decir: se portan muy bien o que tienen buena conducta.
En la escuela, en particular, la desobediencia se manifiesta también en la negativa de los alumnos a
seguir las indicaciones de los maestros, cumplir con las tareas, copiar todo lo que está en el pizarrón o
atender lo que el maestro dice y haciéndoles la competencia cuando platican con sus compañeros de
un tema interesante para ellos. Los maestros se quejan con los padres diciéndoles que sus hijos no
quieren trabajar, no hacen las tareas, no siguen las indicaciones. Sabrán o se imaginaran el origen de
la palabra trabajar del latín tripàliari, tripalium, torturar. Esa palabra la usaban los esclavos de la
antigua Roma para referirse a las actividades que les imponían sus amos. Si en latín para acciones
similares se usa la palabra laborare, laborar, labrar, de donde vienen labor, elaborar, colaborar y otras
usadas por los hombres libres. ¿Por qué los maestros como los esclavos de la antigua Roma eligieron
precisamente el verbo trabajar para referirse a la actividad escolar del niño? ¿Por qué necesitan
torturarlo con tareas absurdas y exigencias que no puede cumplir obligándolo a desobedecer?
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¿Podrían los adultos decir que el niño no quiere colaborar sin sentir la importancia de su participación
como educadores y su coparticipación en la guía hacia el conocimiento?
El problema de conducta es, en muchas ocasiones, la manifestación de las dificultades, del conflicto,
de un adulto que quiere controlar al niño a base de castigos o complaciéndolo dándole todo lo que le
pide, premios ofreciéndolos a cambio de alguna actividad sin preguntarse lo que pasaría si no quiere
el premio; para en algún momento poder negárselos convirtiéndolos en castigos, con el propósito de
mantener el control, frente a la capacidad intelectual y emocional del niño de cuestionar la efectividad
de un modelo educativo empleado, supuestamente, como favorecedor de su formación integral y
desarrollar su capacidad de actuar y pensar como individuo. Pero en realidad es un sistema utilizado
con la mayoría de los niños con mejores resultados para las fantasías de los adultos, una relación de
poder donde el adulto quiere mandar, porque le es más fácil y deseable conseguir un hijo o alumno
obediente, dócil y temeroso del castigo a quien la sociedad pueda manipular con facilidad.
Estas son actitudes que las nuevas generaciones han venido copiando, provocando la aparición,
dentro y fuera de las escuelas de manera mucho más constante, un fenómeno al que han dado llamar
“Bullying”, antes se decía agarrar a un compañero de puerquito para molestarlo tanto física como
verbalmente de forma muy violenta. Quizá la pregunta que deberíamos hacer es que paso con la
autoridad de los padres, de los maestros y del director de la escuela porque se ha llegado a tal grado
que ellos mismos son víctimas de ese fenómeno. Los amenazan los padres de los alumnos con
demandarlos por daño psicológico y hasta los alumnos mismos, los llamados porros en las escuelas
superiores quienes aterrorizan a la población escolar, los despojan de sus pertenecías, los golpean, los
insultan, los extorsionan.
La escuela, la sociedad, en particular los padres y los maestros se asustan porque no saben que
hacer y entonces recurren al castigo muchas veces disfrazado cuyos resultados son
contraproducentes, solo obtienen resentimientos y más violencia. No se contemplan los problemas
como el efecto derivado de una mala educación sino que lo atribuyen a las características del niño al
cual quieren modificarle la conducta señalándolo como flojo, el clásico si puede pero no quiere, es flojo
o rebelde o castigando al castigador, en vez de reeducarlo, aplicando la máxima de peguen adelante
que atrás vienen pegando.
Apoyándonos en los conocimientos que ahora ofrecen los avances en las ciencias neurológicas a la
pedagogía, para poder conformar un enfoque neuropedagico, queremos fundamentar una forma
objetiva de relacionarnos con el niño, con la pretensión de ayudar a formar una sociedad menos
inhumana donde no se le obligue a someterse a los adultos ni estos se conviertan en sirvientes o
esclavos de los caprichos de los niños; donde el miedo a la represión y al castigo haya desaparecido
como base de la convivencia entre generaciones; se permita y posibilite el manejo de la igualdad de
unos con otros en una relación conflictiva dialéctica entre educandos y educadores, donde el adulto
pueda conocer el punto de vista del niño y el niño reconozca el punto de vista del adulto, sin que
ninguno de los dos se vea obligado a supeditarse al otro, sino que prevalezca la negociación de
intereses entre las partes y el desarrollo emocional e intelectual de ambos, en una relación
verdaderamente democrática, bajo el entendido que la democracia sólo puede darse entre iguales
porque valen lo mismo, tomando en cuenta que el niño va a convertirse en adulto, está en un proceso
de desarrollo, donde deje de decirse “para que se le quite” una relación donde prevalezca el respeto.
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La vida será menos inhumana cuanto mayor sea la capacidad individual de pensar y actuar.
Simone Weil
PODER VS AUTORIDAD
E
n la actualidad se pretende preparar a niños y jóvenes en la llamada educación para la realidad,
pero se actúa como si la realidad fuera únicamente aquella que perciben los adultos. Esto da al
procedimiento un carácter marcadamente represivo, en la medida en que quiere obligar al educando
a renunciar a sus impulsos y tendencias naturales sometiéndose o rebelándose, lo cual es lo mismo
porque no se manifiesta la capacidad de actuar independientemente, sin otras opciones, para
obtener la adaptación paulatina a las exigencias de la sociedad y contra la naturaleza del ser
humano, dotado de una capacidad innata de decidir si deja salir sus pulsiones o las reprime acorde
con las circunstancias, cualidad basada en el principio de incertidumbre con el que actúa el cerebro
humano ante la estructura de la realidad, las cambiantes
circunstancias, reflejado en la posibilidad de facilitar o inhibir la
información que llega a sus receptores y a quien en un nivel más
complejo sólo basta plantear adecuadamente las alternativas
para aprender a elegir una o más de ellas y desechar otras
desarrollando su sentido de responsabilidad,
El hombre cuenta, derivada del proceso evolutivo de su cerebro,
con esa facultad para analizar, elegir, y, en última instancia,
decidir entre dos o más posibilidades después de evaluar el
resultado de sus acciones, por eso podemos estar de acuerdo en
que, en principio, el hombre nació para ser libre porque puede pensar. Esta capacidad le permite
contemplar, en primer lugar, que esa libertad no le viene de manera gratuita por que por su misma
naturaleza está sometido a un determinismo biológico del cual es esclavo, sus reacciones reflejas e
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instintivas proceden de una fuente distinta a su pensamiento.
Sin embargo, al desarrollar esos niveles superiores de actividad cerebral y enfrentarse a mayores
exigencias sociales, paralelamente, genera los recursos intelectuales para poder contemplar la
similitud entre las condiciones impuestas por esa naturaleza de la cual forma parte y sus reacciones
resultado de su propio sometimiento o esclavitud a la estructura social en la que se halla inmerso,
como el trabajo impuesto en una cadena de montaje, el consumismo al que le llevan las técnicas de
la mercadotecnia, las normas irracionales establecidas por la familia y la escuela, entre otras muchas,
y así plantearse como alternativa liberarse de esa esclavitud social y convertirse en un ser
independiente gracias a su capacidad de pensar y actuar.
Si bien la naturaleza crea necesidades vitales que hacen al hombre su esclavo, la sociedad a su vez
crea, entre otras, necesidades principalmente las de consumo para mantener esa esclavitud y si el
hombre no piensa y no actúa frente estas situaciones sociales, la postura de la sociedad también se
vuelve determinista. Ejercitar su capacidad de pensar le permite al hombre captar las dos opciones:
tomar como modelo la estructura biológica para mantenerse en la esclavitud dentro de ese
determinismo biológico aceptando el determinismo social o examinar ambas propuestas para
encaminarse hacia la libertad. Eso se obtiene cuando la misma sociedad enseña al niño a obedecer
al adulto cuando este tenga razón y en la medida que va formándose como adulto, usando el mismo
modelo, aprende a obedecer a la naturaleza y a la sociedad conociendo las leyes que las rigen y
contemplar la posibilidad de modificarlas.
Cuando leemos sobre la vida de los prisioneros de guerra, sobre todo los capturados durante la
segunda guerra mundial, o en otros momentos de la historia donde nos encontramos con alguna
referencia acerca de la vida de los esclavos, nos horroriza pensar en lo difícil o, tal vez, lo cómodo que
debió ser estar sometido a la voluntad o a los caprichos de los patrones, los amos, los vencedores, los
conquistadores, sin contar con opciones para desarrollarse como
persona. En la actualidad al hombre no se le prepara para cuestionar
hasta que punto es esclavo del consumismo, de la moda, de las drogas,
y, en el caso de muchas mujeres, de sus parejas por que estas les
proporcionan ciertas comodidades a cambio de una obediencia casi
total de los caprichos de estos y de sus hijos de quienes se convierten en
sirvientas para no tomarse la molestia de educarlos y enseñarlos a usar
sus propios recursos para ser independientes e independizarse ellas
mismas. No es extraño escuchar a una mujer de cierta edad decir que
su marido o sus hijos no le dan permiso o le tienen prohibido realizar
ciertas actividades o que su pareja le permite trabajar siempre y
cuando cumpla con sus obligaciones hogareñas, aunque esto no sea
del todo verdad si nos da una muestra del universo lingüístico esclavizante en el que esta persona se
mueve.
En la escuela se prepara al alumno para la esclavitud social al proponer un modelo de enseñanza
basado en la noción competencia, la cual privilegia el desempeño en contextos laborales por encima
de la realización plena del ser humano en todos los campos de su actuación. Los técnicos suponen
que con este muy cuestionable modelo, supuestamente educativo, la economía del país va a mejorar y
en consecuencia seremos más competitivos como nación. Su propósito no es formar seres libres para
pensar y actuar; ciudadanos como los define González Pedrero: “un ciudadano sabe pensar y actuar, y
conoce sus derechos y obligaciones en relación con la sociedad de la que forma parte y está en
comunicación permanente con sus conciudadanos” “lo contrario de un hombre adocenado qué solo
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ejecuta ordenes sin reflexionar si está de acuerdo o no con ellas” (2012). Por eso vemos que se pretende
formar futuros empleados para las empresas o el campo. Buenos jardineros para que sean
competentes del otro lado de la frontera y envíen las divisas que el país es incapaz de generar en
alguna otra forma. No se le prepara en la competencia para usar recursos como la lectura, la escritura
y las matemáticas en la resolución de problemas de la vida diaria intelectual o emocional. Se requiere
que lea para resolver el cuestionario que viene anexo en el libro o en la prueba, nunca para informarse
como trabaja una maquina y hacerla su esclava, o como funciona la naturaleza para poder dominarla
o parea aumentar su cultura. La prueba esta en que en nuestro país el tiraje de libros y revistas
culturales es mínima
Sólo cuando el hombre es capaz de utilizar su pensamiento para analizar el medio en que se
desenvuelve puede alcanzar verdaderamente la libertad de pensar y actuar, afirma Simonne Weil
(1978) como sucede, de acuerdo con esta autora, en la resolución de un problema de aritmética o
geometría donde todos los elementos de la solución están ya dados y el juicio del hombre es la ciencia
capaz de establecer entre esos elementos la relación que constituye la solución buscada.
En un triángulo rectángulo la relación de la igualdad de la suma del cuadrado de los catetos con el
cuadrado de la hipotenusa es una solución ya dada por la misma naturaleza, pero solo a través del
análisis hecho por el hombre de los elementos que conforman ese triangulo es como puede llegar a
revelarse esa relación. El niño descubre que la relación que existe entre las piezas constituyentes de un
juguete es la base de su estructura y funcionamiento. El descubrimiento de la invariancia de las
cantidades le llevara en el futuro a descubrir la primera ley de la termodinámica, “la materia no se
crea ni se destruye solo se transforma. El poseedor de licencia en cualquier profesión a través de la
exploración de signos y síntomas establece un diagnostico, un tratamiento y un pronóstico y el análisis
del modo en como actúan la fuerzas productivas en la sociedad provee los elementos para que el
hombre pueda liberarse y salir de la enajenación de la esclavitud social a la que se encuentra
sometido. Quizá la más clara definición de la esclavitud cultural queda contenida en esta frase: quien
no conoce la historia está condenado a repetirla.
Por su tradición histórica la institución escolar, cuyo papel seria proveer elementos para desarrollar el
cerebro humano y propiciar la capacidad de pensar y derivada de ella la libertad para poder decidir,
está conformada para ahogar el desarrollo emocional e intelectual del niño. La escuela no puede
aceptar que su propósito sea satisfacer con mayor amplitud y con métodos adecuados el afán de
saber del alumno, no nace para educarlo, para dejarlo pensar y favorecer su independencia y su
libertad, sino como respuesta a las necesidades de los adultos, de la sociedad industrial, para
mantener una relación de poder sobre las nuevas generaciones dándole mayor importancia a los
medios en lugar de los fines, si dudamos de esta aseveración preguntémosle a cualquier adulto
¿Cuándo en la escuela satisficieron su afán de saber?, ¿cuando le enseñaron lo que quería saber?
La escuela al estar más interesada en cubrir un programa de enseñanza, en desarrollar esas
competencias laborales, que en educar es ejemplo claro de esa sustitución de los fines por los medios.
La mayoría de los maestros conocen los programas, saben como llenar la documentación pedida por
sus autoridades, pero no conocen las características de sus alumnos a quienes pretenden educar, por
lo tanto no pueden proyectar su educación, si el niño no adquiere los conocimientos de ese grado lo
reprueban o lo arrastran con grandes lagunas de grado en grado hasta que se queda estancado en
algún nivel y así llega a los niveles superiores sin saber leer, escribir o conceptos matemáticos porque
en la escuela la más importante es cubrir el programa escolar no el desarrollo intelectual del niño. “A
través de la escuela cualquiera que sea su signo habla una generación de cabezas muertas” dice
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Aida Vázquez (citada por Palacios).
Estamos de acuerdo en que “La relación de poder se establece cuando se sustituyen los fines por los
medios” según concluye Simonne Weil (1978) quien nos comenta enseguida “El verdadero tema de la
Ilíada es el poder de la guerra sobre los guerreros y a través de ellos sobre todos los seres humanos”
“en ese maravilloso poema aparece lo que se considera el mal esencial de la humanidad, la
sustitución de los fines por los medios” , “La búsqueda del poder, por el hecho mismo de que es
impotente para lograr su objeto excluye toda consideración de fin y llega por una
inversión inevitable a ocupar el lugar de todos los fines”. Analicemos las actitudes de
padres y maestros o las posturas de los políticos cualquiera que sea su sello y
confirmaremos lo anteriormente dicho cuando en lugar de crear suficientes fuentes de
trabajo crean una ley que garantiza el derecho al trabajo o a la educación entre otros
muchos ejemplos. Cuando se tiene un problema social se resuelve haciendo una ley,
como la de aumentar las penas por los delitos sin tener los delincuentes en la mano o
darles trabajo a los discapacitados si haber creado fuentes de empleo. Cuando vemos
una discusión violenta entre un adulto y un niño o adolescente, seguramente la empezó
el adulto al poner los medios por encima de los fines, no importa que no traiga la tarea,
lo que importa es que la copie, no importa que sepa, sino que pase el examen.
Examinemos situaciones análogas y encontraremos la constante.
Esta concepcion de un modelo considerado educativo en la que observamos la inversión de medios y
fines explicaría por qué durante mucho tiempo los educadores han estado planteando la duda de si
deben reprimir las pulsiones del niño o dejarlo en libertad de tomar sus propias decisiones
preguntándose, también, cuál es el camino a elegir por la sociedad para transmitirle los valores
sociales y culturales heredados de la generación anterior con el deseo de que el niño los absorba y
pueda transmitirlos a la generación siguiente. De ahí la lucha para que se respete la libertad del niño,
que no tiene otra definición más que enseñarlo a elegir una de las opciones que la vida y la enseñanza
de la escuela le presentan. En términos anatomo-funcionales significa favorecer la actividad del lóbulo
frontal la última estructura que se desarrolla en el ser humano en proceso de maduración cerebral.
Para poder tomar decisiones el maestro y los padres deben mostrarle al niño alternativas en forma de
cuestiones, conflictos o dilemas para que posteriormente pueda descubrirlas o crearlas por sí mismo
haciendo uso de su capacidad de pensar. El objetivo de la educación es el desarrollo integral del ser
humano y la escuela debe hacerlo por medio de la enseñanza. Sin embargo, la preocupación
fundamental de los padres y los maestros está centrada en que el hijo pase los exámenes, obtenga
buenas calificaciones en la escuela, cumpla con su tarea, por eso desde el primer grado tienen que
estudiar para pasar los exámenes no para saber. El desarrollo integral como fin de la educación se
pierde completamente de vista y su lugar lo ocupa la enseñanza.
El maestro sustituye los fines por los medios cuando hace sentir al alumno que el conocimiento lo tiene
él, por lo tanto el poder para aprobar o desaprobar lo que este hace o sabe por eso siempre examina y
califica al niño, nunca su procedimiento de enseñanza. Él sabe e impone las reglas, elabora, aplica y
califica el examen. Un médico periódicamente hace un examen del paciente, incluso
solicita estudios para ver la evolución de la enfermedad y continuar o modificar su
tratamiento, dado el grado de efectividad de este. Un ama de casa prueba la comida
para saber si falta o sobra alguno de los ingredientes. Un ingeniero, un plomero,
mecánico u otro técnico prueba si su procedimiento está dando el resultado esperado.
Pero un maestro jamás aplica un examen, pregunta la clase o revisa una tarea con el
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propósito de analizar le efectividad de su metodología de enseñanza, cuando los resultados son
adversos culpa a los alumnos por no estudiar, porque no son lo suficientemente inteligentes para
entenderlo y no aprenden a la velocidad que él enseña el clásico ya enseñe el que aprendió, aprendió
y el que no es su culpa. El mismo propósito tiene el estado cuando aplica exámenes a los maestros.
Nunca se le ocurre revisar la validez de sus métodos de enseñanza cuando los alumnos no aprenden
simplemente les reprueba o los pasa de grado porque así se lo ordena el reglamento. Repiten el
modelo de la escuela que les formo donde nunca les permitieron cuestionar el procedimiento de
enseñanza. La teoría se las enseñaron aplicando métodos de enseñanza inadecuados. El maestro vive
en un sistema contradictorio.
Cuando ingresa por primera vez a la escuela, le dicen al niño tanto
la madre como la maestra “pórtate bien” “no pegues” o “no hagas”
igual que en la casa, en vez de llevarlo a reflexionar, como en toda
acción, sobre las circunstancias en las cuales debe
o no hacerlo, y sobre todo que hacer para evitar el
uso de la violencia, pegarle o no pegarle al
compañero es un medio que puede usar o no para
proteger su integridad física o emocional, la
respuesta depende de las circunstancias, de hecho
el niño vive en un constante “no hagas” en lugar de
un “que harías” para negociar en vez de pegar. No se dan cuenta que con esa actitud
pretenden reprimir el instinto de lucha, uno de los recursos de la agresividad, vital para
la supervivencia material y espiritual del ser humano, pero sobre todo pretenden anular
esa capacidad, característica de todas las especies animales a quienes ante un
peligro se les plantea la opción de correr o combatir, en la cual actúa una estructura inferior a la
corteza cerebral humana que cuenta con una dotación de nuevos elementos para crear otras
alternativas como lo es la de aprender a negociar o decidir entre muchas formas de correr o combatir.
En la casa sucede lo mismo cuando el padre quiere que el niño se acabe la comida que le sirvieron
aunque no le guste, hace sentir a su hijo que el fin es alimentarse, como cuando le dice que debe
comer verduras porque contienen vitaminas, en vez de enseñarle a comer, palabra cuyo contenido es
mucho más amplio y complejo ligado a los conceptos de comunidad y de compartir.
Si la escuela preocupada por los problemas actuales de sus alumnos estuviera de acuerdo con
Simonne Weil que: “la vida será tanto menos inhumana cuanto mayor sea la capacidad individual de
pensar y actuar” examinaría sus relaciones con los alumnos y modificaría su modelo de atención
para desarrollar esa capacidad de pensar y actuar, pero eso no es fácil porque los maestros han sido
formados por un escuela donde la teoría y la práctica no concuerdan. Cuando los formadores de
maestros no emplean en su práctica diaria el método que proponen para enseñar a sus alumnos el
resultado tendrá que ser un rotundo fracaso. Solo en la medida en que la escuela abandone esa
relación de poder y tome su papel de educadora podrá favorecer el desarrollo integral del ser humano
pero para ello debe empezar por analizar la relación que establecen en las escuelas para maestros
donde los modelos de enseñanza son aprendidos en la práctica diaria no aplicando la teoría que les
están enseñando. Utilizando la enseñanza como medio para educar estará cumpliendo con sus
objetivos abandonando su acción represora de conductas que considera inadecuadas y el
fortalecimiento de las que considera adecuadas por medio de premios y castigos, calificaciones
sobresalientes y reprobados.
Mucho se ha criticado la frase de Maquiavelo “el fin justifica los medios” analizando la palabra
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justificar desde el punto de vista moral, pero esta frase también contiene una interpretación lógica “En
un edificio el solo hecho de que se mantenga en pie es prueba de que sus componentes
estructurales son capaces de sostenerlo”. Hofstader (1985). Si el alumno ha aprendido a leer y a
escribir solo puede haberlo hecho si el método, el camino, que se empleó para lograr que apareciera
la función fue el adecuado. Por el contrario si el alumno silabea, no comprende lo que lee, no disfruta la
lectura, se aburre cuando lee y no sabe escribir aunque tenga buena letra, quiere decir que el
procedimiento de enseñanza estuvo mal estructurado. ¿Favorecerá el afán de saber del niño el hecho
de que lo pongan a hacer planas, carretillas, repasar las tablas contestar todos los cuestionarios que
vienen en el libro, que su madre lo ponga a leer en voz alta 15 minutos diarios, leer el libro entre varios
compañeros y exponer ante el grupo la parte asignada a él? ¿Estará en pie el edificio educativo si sus
componentes estructurales, maestros, metodología, conocimiento del niño no son capaces de
sostenerlo? ¿Si las personas que forman a los maestros no son verdaderos maestros y no saben
enseñar a sus alumnos? ¿La adquisición de ciertos conocimientos seguirá sustituyendo al fin y por lo
tanto haciendo evidente el fracaso de la escuela actual demostrado en el bajo nivel cultural de la
población y en su incapacidad para hacer el análisis de su pensamiento de los jóvenes en su práctica
diaria?
Desde que el niño llega a la escuela queda sujeto al poder de la misma y ya no lo suelta hasta que
egresa de la institución superior y aun como egresado para poder ejercer su profesión debe cubrir un
currículo elaborado por la misma institución, es esta la que dictamina lo que tiene que saber el alumno
para obtener el título, por eso tenemos demasiados títulos sin licenciado y muy pocos licenciados con o
sin título. Según Said, (2010) estos últimos muchas veces “van a contracorriente porque poseen una
inteligencia dedicada a resolver problemas interesantes, con más ganas de entender la realidad y
resolverlos que de sacar un título profesional y mas espíritu de servicio que de lucro y celebridad y
puede ser feliz aunque lo desprecien los trepadores que no se interesan en las cosas mismas sino
en ganar puntos”, (graduaciones, dinero, ascensos, celebridad), concluye “las ideas nuevas no
nacen en las universidades, llegan a ella de parte de quienes se salen del protocolo”. Se logrará
cuando la escuela sea capaz de crear entornos escolares, familiares y sociales don el niño haga uso
de las matemáticas y la lectura crear la necesidad de aplicar sus conocimientos.
La alternativa que nos ofrecen las Ciencias Neurológicas en su apoyo a la pedagogía para conciliar
la libertad con la obediencia que se espera del niño la encontramos en que frente al uso del poder
existe, para el adulto, la posibilidad de ejercer la autoridad, surgida esta de la imitación del hombre
de la forma en que actúa la naturaleza sobre el sistema nervioso, un poder emanado del conocimiento
de la naturaleza, suficiente para imponer un punto de vista en base a los argumentos derivados del
mismo, de la capacidad del cerebro humano para planear y advertir las consecuencias de los actos
colocando los medios y los fines en el lugar que les corresponde, creando un ambiente educativo
donde podamos sentir que todos valemos lo mismo, tenemos los mismos derechos y obligaciones,
pero estas últimas los niños las van adquiriendo en su proceso de maduración intelectual y emocional,
en la medida en la que van incrementándose sus necesidades. Admitiendo en las personas a nuestro
alrededor, los otros, la posesión de pensamientos, opiniones, sentimientos, emociones y deseos, en
ocasiones distintos a los nuestros pero merecedores del mismo respeto.
Así, la negativa del adulto para probar o consumir determinado alimento o realizar alguna actividad
es tan válida como la del niño de cualquier edad, porque los dos están sujetos a las leyes naturales, al
matiz afectivo que proporciona la estructura del cerebro llamada tálamo óptico para que determinado
sabor guste o no guste. Tratándose de la comida muchos padres no toman en cuenta que durante el
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embarazo la madre alimenta a su hijo a través del torrente sanguíneo dándole a conocer por este
medio los sabores, a definir preferencias en base a los que ella consume. Si no se respetan sus
negativas a actuar, y se le enseña a hacerlas respetar por los demás, no esperemos que aprenda a
resistir las presiones, opiniones contrarias a sus valores, amenazas, chantajes emocionales, cuando
llegue a la adolescencia y asuma conductas que los padres consideran inadecuadas provocando un
retraso es su desarrollo moral buscando siempre a quien hacer responsable, echándole la culpa al
otro.
Si el adulto olvidándose de nuestro ambiente lingüístico dice “no hay” y luego cambia de parecer
porque el niño hizo berrinche o el otro se va a enojar, no ha respetado ni respetado la capacidad de
pensar y decidir del niño porque quiere decir que la satisfacción del deseo, depende de su voluntad no
de su autoridad, la naturaleza no funciona así, no la está tomando de modelo. Confunde al niño
creyendo que puede someterlo a su voluntad, a su deseo de dominar y no enseñarlo a respetar las
leyes naturales o sociales, a caer en el libertinaje, en hacerle creer que puede hacer lo que quiera,
cuando las leyes naturales o sociales solo permiten elegir de las alternativas posibles la que se
considere más conveniente
Cuando el adulto se niega a satisfacer los deseos del niño porque no puede o no considera
conveniente hacerlo -ambos argumentos válidos- debe darle una explicación por dos razones
fundamentales: la primera porque está delante de un ser pensante en proceso de desarrollo y que si en
ese momento no entiende, lo hará cuando crezca, es decir, buscará una alternativa y la segunda,
porque al tener enfrente los argumentos, el mismo adulto pudiera darse cuenta de que no son válidos,
está equivocado, y rectificar su postura inicial.
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Nacieron para obedecer
El rey de España a sus súbditos.
A QUIÉN OBEDECER
P
artiendo de la premisa de que el hombre nació para ser libre porque piensa, la pregunta siguiente es
a quién o a qué tiene entonces que obedecer, si para convivir en sociedad debe poner límites a su
libertad. Como se pueden coordinar la libertad de pensar y actuar con la obediencia a los otros, sean
estos padres, maestros, jefes, adultos en general sin caer en la esclavitud del determinismo. Para
ayudar a aclarar a esta cuestión y no tener confusiones podemos empezar a responder presentando
en seguida algunos ejemplos:
Cuando a un niño sus padres le mandan comerse las verduras o toda la sopa, después de darle
argumentos por los cuales debe hacerlo, si el niño no tiene hambre o no le gusta, no obedece,
sencillamente porque no se trata de razonamientos sino de despertar necesidades, gustos, deseos.
Cuando tratan de obligarlo, no es extraño escuchar gritos, amenazas, llantos, berrinches, en fin, la
violencia que, aparentemente, concluye cuando una de las dos partes cede, la que tiene menor
poder. ¡Pues no te lo comas! ¡Haz lo que quieras! Dicen los padres, eso es lo que dije, diría el niño.
Cuando el maestro deja como tarea copiar una lección o hacer planas de silabas, aprenderse las
tablas de multiplicar investigar algo que el niño no quiere saber u otra parecida el alumno se resiste a
hacerla, no obedece.
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En cambio cuando el niño tiene una necesidad vital, el hambre, por ejemplo, y se le ofrece un guiso
apetitoso se presentan dos condiciones básicas: ha disminuido el nivel de glucosa en la sangre y la
comida se ve, huele y sabe sabrosa y sin necesidad de explicaciones el niño seguramente obedece y
come. La naturaleza ha seguido un orden, en el primer caso disminuye el nivel de glucosa en la sangre
por el trabajo realizado para mantenerse vivo, jugar u otro tipo de actividad creando la necesidad de
comer o hambre y el olor, la presentación y sabor del alimento despiertan el deseo de consumirlo y,
más tarde, de compartirlo.
Cuando en la escuela el maestro entusiasma al alumno e incrementa su deseo de saber innato como
el hambre, su curiosidad, su capacidad de asombro crea
entornos escolares donde los niños se vean obligados a pensar
en términos matemáticos, o hacer uso de la lectura y le anima
a realizar actividades dentro y fuera del aula, a hacer la tarea
para buscar la respuesta a sus dudas en los libros, leer, hacer
experimentos preguntar a los adultos y muchas otras
actividades, el niño obedece porque los medios no están
sustituyendo a los fines. El ser humano se mueve en un universo
material y a la vez objetivo y simbólico, fundamentalmente
lingüístico, por eso decimos hambre de comida y hambre de
conocimientos y sed de saber.
En estos ejemplos muy comunes se puede observar la
diferencia de condiciones presentes para obtener obediencia o
desobediencia de los hijos en la casa y de los alumnos en la
escuela. Vemos surgir muchos de los problemas porque a los
adultos, en general, les resulta muy difícil respetar a la naturaleza, aceptar que los padres y los
maestros no mandan, no les queda claro, quizá, el significado del verbo mandar cuya raíz latina
“manus” quiere decir “hágase mi voluntad”, como si el universo, la naturaleza, en especial la del niño y
el adolescente, estuviera sujeta a la voluntad o caprichos del adulto padre o maestro y no tuviera sus
propias leyes. Así sucede cuando el maestro, olvidando que hay que esperar un tiempo, llamado
fisiológico en el sistema nervioso, para que aparezca la respuesta, exige al niño que para tal día
domine la lectura, la escritura o la multiplicación. Su creencia en esa capacidad de mandar les lleva a
colocar los medios en lugar de los fines, las mulas detrás de la carreta, donde pueden hacer sentir su
poder y no se permiten examinar esta regla si la tarea es absurda el alumno hace trampa porque no
puede obedecerla y los alumnos retan a sus maestros pero no a pelear sino a pensar coherentemente
para que ellos puedan obedecerlos. No se puede ir en contra de las leyes naturales o lógicas. ¿Como
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pueden esperar la obediencia del que no sabe leer si le dejan de tarea hacer un resumen de lo leído, a
quien cuenta hasta el 4 hacer números hasta el 50 o aprenderse las tablas de multiplicar para
mañana? Vivir con la fantasía de que el universo está sujeto a su voluntad les hace olvidar los adultos
la existencia de un tiempo fisiológico, para el sistema nervioso llamado periodo de latencia, el tiempo
que debo esperar para que aparezca la respuesta de fracciones de segundo para un reflejo o días
meses o años para que se dé cuenta y actúe como esperamos o de un periodo refractario, tiempo en el
que no puede introducir información porque el sistema está ocupado realizando su función.
Ambos procesos, tanto los provocadores de necesidades vitales como los que provocan los deseos de
saber, compañía, realización personal, los valores, están formados en el cerebro por impulsos
bioeléctricos o bioquímicos con diferencias en intensidad y frecuencia, constituyendo mensajes. Estos
mensajes se detectan y se transforman, nuevamente, en impulsos cuando pasan por una estructura
cerebral ubicada en el centro del cerebro llamada tálamo óptico cuya función es matizar
afectivamente el conjunto de sensaciones, percepciones y acciones, convirtiéndolas en necesidades,
sentimientos, emociones y deseos, como en este caso en hambre o en deseo de aprender, para
producir cualquier acción que le llevara a alimentarse o establecer una situación que lo lleve a
adquirir el conocimiento.
Ese matiz de afectividad consiste en la habilidad del cerebro para traducir el alud de ondas
luminosas, sonoras, químicas, mecánicas u otras que recibe por los sentidos, en impulsos bioeléctricos
y bioquímicos, con variaciones de intensidad y frecuencia organizados en un sistema binario,
transportados por las ramificaciones de las células nerviosas convertidas en mensaje o descifrar ese
matiz afectivo que ya trae el mensaje y que le están enviando desde fuera del sistema, codificado en
un sistema analógico digital. Equivaldría a decirle al niño, hijo o alumno, hazlo como yo lo hago porque
coincide con lo que digo por medio del ejemplo. Apoyándonos en la capacidad de r del cerebro para
decodificar y codificar frecuencias e intensidades de los impulsos, de convertir la falta de sentido en
una imagen coherente, construyendo entidades abstractas consolidadas en un código llamado
lenguaje para también convertirlas en emociones y sentimientos. Los valores de honestidad, respeto,
responsabilidad, se enseñan con el ejemplo: no se pueden explicar, por eso no entendemos porque los
adultos se quejan de que las nuevas generaciones están maleducadas cuando fueron ellos mismos
quienes las maleducaron, no se educaron solas. En esta forma transmitimos tanto la información
verbal como los sentimientos, las emociones y los valores.
La labor se realiza de forma similar a como se hace en el caso de la música, donde los compositores
trasladan las melodías producidas en su cerebro a un papel pautado para que otra persona, por
ejemplo el pianista, las interprete. Esta interpretación consiste en invertir el proceso, oprimir la tecla
indicada en el papel con la duración ahí marcada, para transformarla en un sonido Esperando que
sea siempre igual al modelo establecido en el papel. Sin embargo el intérprete agrega una variable
mas al transmitirnos sus sentimientos a través del mismo mecanismo, leyendo el papel pautado y
oprimiendo las teclas del piano. ¿Cómo entonces transmitimos el sentimiento cuando tocamos un
piano cualquier otro instrumento de tal manera que los oyentes entren en la misma sintonía emocional
en la que estamos nosotros? Solo tenemos dos variables a manejar la intensidad o la fuerza con la
presionamos la tecla y el tiempo en que la tenemos presionada disminuyéndolo o aumentándolo, quizá
estemos hablando de fracciones de segundo. La comunicación ahora tiene dos componentes el lógico
y el sentimental funcionando en paralelo tanto de parte del emisor como del receptor porque tanto las
vías de entrada como las de salida pasan por el tálamo óptico para cargarse de afectividad.
El adulto para ser obedecido tiene que imitar siempre el modelo dado por la naturaleza. Respetando
la estructura biológica puede construir sobre ella otro modelo más complejo. Si el ambiente afecta o
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daña la estructura anatómica del individuo el nivel inferior del sistema nervioso, mediante un arco
llamado reflejo, responde con una contracción del musculo y en consecuencia con una flexión. En nivel
más alto la naturaleza provoca una necesidad vital, hambre, sed y el ser humano responde con una
conducta más compleja para satisfacer esa necesidad vital. En la familia, la escuela, la sociedad, el
adulto obtiene la obediencia siguiendo el mismo modelo mostrado por la naturaleza, debe despertar o
incrementar el deseo o el interés del niño por aprender a leer, escribir, compartir, realizarse como
persona o bien esperar a que se presente ese deseo para después enseñarle a planear la acción para
satisfacerlo porque si bien el primer circuito lo forman los reflejos y las necesidades vitales, en la
medida en que el cerebro se desarrolla socialmente y el niño se desenvuelve en un ambiente lingüístico
y aparecen necesidades más complejas como son aprender, pertenecer a un grupo, trascender como
ser humano y otras.
El niño de nueve o diez meses que quiere saber, para lograrlo necesita moverse, desplazarse, si tiene
que subir las escaleras, le preguntamos como lo va a hacer y le ofrecemos nuestra ayuda
enseñándolo, nunca subiéndolo o diciéndole no te subas porque te vas a caer, claro que se va a caer si
no le enseñamos, La palabra comer nos ilustra perfectamente la doble traducción que realiza el
cerebro de los mensajes que recibe a través de tálamo óptico para manejarlos en paralelo si
examinamos esta hermosa frase de Hemingway: “Si la miseria llama a tu puerta y no te quedan más
que dos hogazas de pan, vende una y compra Jacintos para alimentar tu alma”. Si reflexionamos
sobre su esencia, parece ser que comer no es solo sinónimo de nutrir como se cree comúnmente, es
cierto, la palabra lleva en su contenido alimentar el cuerpo pero también alimentar el alma o el
espíritu, participando del placer de compartir con los otros una comida sabrosa, el espacio donde se
come y la comunicación entre las personas que se reúnen para disfrutar la comida. Tenemos aquí la
interpretación de una necesidad vital y una necesidad social. Por eso también se dice o decía que la
mujer conquista al hombre por el estomago, pero no para satisfacer su necesidad vital sino para
manifestar su afecto, preparar una comida es un arte quizá el más difícil de todos por que se maneja
la memoria de los sabores y la habilidad para combinarlos, ser un artista y el deseo de compartir con
el otro. Para ser artista se requiere pasión, no basta el conocimiento, significa pensar en “el otro” como
persona no como algo que nos pertenece. En que medida la escuela facilita que los maestros piensen
en sus alumnos como personas podrá propiciar la educación.
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MODELO NEUROPEDAGOGICO
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Un vez despertadas las ganas, el deseo, el entusiasmo, el tálamo óptico a través de un sistema
inespecífico pone en acción el lóbulo frontal donde existe control en el que se preparan los programas
motores, de acuerdo con Luria, R, (1980), “Una estructura que crea intenciones, forma planes y
programas de sus acciones, inspecciona su ejecución regula su conducta para que esté de acuerdo
con esos planes y verifica su actividad consciente, comparando los efectos de sus acciones con las
intenciones originales, corrigiendo cualquier error que haya cometido realizando la función de
autocrítica”. Con la activación de esta estructura se cierra el circuito similar al del arco reflejo, al de las
respuestas instintivas solamente que con mayor complejidad por que se emplean mensajes verbales
tanto como los ejemplos subjetivos para transmitir los valores, esto nunca se hace verbalmente por que
el individuo puede memorizar las normas pero no obedecerlas si no se le ha enseñado mediante el
ejemplo.
Si el niño aprende desde pequeño estas cuestiones elementales más tarde como adulto esperará que
se le obedezca de acuerdo con las leyes naturales o con lo que es lógicamente o naturalmente
correcto de lo contrario repetirá la misma historia con sus hijos, o se sentirá incómodo si no la repite
aunque haga el ridículo. Algunos padres se califican de duros cuando actúan con firmeza y educan
adecuadamente a sus hijos ya que el niño se verá en la necesidad de plantear en otro momento, en
otro lugar o bajo otras circunstancias, su demanda para que se vea satisfecha, utilizará su inteligencia
para modificar el planteamiento inicial en lugar de hacer un berrinche y patalear, preguntará al padre
si tiene dinero antes de pedirle que le compre un juguete o una golosina o empleará otra actitud similar
para conseguir su objetivo.
El papel de los educadores padres o maestros, dentro de su contexto es en todo momento facilitar que
el niño utilice su capacidad de decidir para lo cual hay que contar con dos o más opciones. Al salir de
paseo, por ejemplo, le podemos plantear al niño la alternativa o condición de sentarse en el asiento de
atrás del automóvil y ponerse el cinturón de seguridad o la de no acompañarnos, pero al regresar del
paseo la alternativa es la de ponérselo por si mismo o ponérselo el adulto. Las circunstancias han
cambiado, no se le puede dejar en el lugar donde se realizó el paseo por que se niega a ponerse el
cinturón de seguridad, porque la obligación de proteger al niño, de velar por su seguridad es del
adulto no del niño.
Car le roi tenait essentiellement à ce que son autorite
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Fût respectée. Il ne tolérait pas la désobéissanC’était un monarque absolu. Mais, comme el était
Très bon, il donnait d’ordres raisonnables
Antoine de Saint-Exupéry
ESTRUCTURACIÓN DE LAS NORMAS
L
a naturaleza tiene leyes universales cuyo propósito es proteger la continuidad de la especie, en
cambio la sociedad, la familia y la escuela elaboran normas particulares establecidas por los
ciudadanos, los padres y los maestros para la protección la supervivencia del individuo, para proteger
la calidad de vida de la especie humana. La naturaleza actúa sobre la estructura orgánica; la familia,
la escuela, la sociedad toman este modelo de organización para introyectar los valores, estableciendo
normas cuyo propósito es organizar esa estructura orgánica para que funcione en un universo
lingüístico.
El papel de padres y maestros consiste en enseñar a los niños a descubrir que obedecer, es hacer la
voluntad de la naturaleza expresada en sus leyes, siempre y cuando no puedan, mediante su
capacidad de actuar y pensar modificarlas o negociar con ellas como señalamos anteriormente. El
camino para hacerlo es enseñarles a obedecer a sus padres, a sus
maestros, a los adultos, siempre y cuando estos tengan razón, sean
congruentes al reconocer sus necesidades y los valores que se
establecen en la familia, desarrollando su capacidad para
distinguir entre lo uno y lo otro y en base a eso tomar una decisión,
enseñarle a discernir si el adulto tiene razón o no; así aprenderá a
reconocer la autoridad.
Napoleón decía que las leyes son como las telas de araña, atrapan
a las moscas pequeñas pero las más grandes siempre se les
escapan, este argumento vale para el gandaya que se jacta
porque viola una regla cuando no lo ven o porque es influyente, “trae charola” y obtiene un mezquino
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provecho, sintiéndose más listo que los demás, vale también para los que establecen como delito
solamente lo que está en el Código Penal para así poder mentir, matar, robar haciendo uso de las
excepciones, los privilegios cuyo significado es estar por encima de reglamentos y leyes. Pero vale
también para el científico que conociendo la fuerza con que la tierra atrae un objeto diseña un cohete
capaz de llegar a la luna o descubre una vacuna que permite eliminar una enfermedad y vale sobre
todo para los hombres que han hecho grandes descubrimientos sobre las leyes que gobiernan la
naturaleza, en fin vale para todos los hombres que piensan porque así pueden alcanzar la libertad.
Depende del mundo de valores en que queramos que se muevan las nuevas generaciones, gandayas,
pillos, honestos, patriotas, científicos, guías espirituales o lo que se nos ocurra nos dejaremos atrapar
por la tela de araña de las costumbres, leyes naturales o sociales o haremos uso de nuestra
capacidad de decidir para escapar del determinismo.
Para educar al niño se requiere crear entornos escolares y familiares donde se planteen dilemas
conflictos, para facilitar que vaya descubriendo cuando tiene que dejarse atrapar por el determinismo
biológico o social obedeciendo y cuando no, cuando el adulto tiene razón y cuando no, usando las
analogías de respeto. Si un niño nos dice que quiere ir al baño le decimos que no, y le enfrentamos al
dilema de a quien tiene que obedecer, al adulto o a su naturaleza. Que vas a hacer cuanto te inviten a
comer y no te guste la comida, porque si no sabes que hacer te la vas a tener que comer. La respuesta
va a depender siempre del análisis que haga el cerebro de las circunstancias para decidir como decir
que no. Tienes que consumir la última novedad porque todos lo hacen dice la determinista sociedad
de consumo, pero para que quieres comprarte muchas camisas, muchos pares de zapatos, muchas
bolsas, si nada mas te vas a poner una.
Así como la naturaleza tiene previsto de manera congruente qué va a suceder cuando no se obedecen
sus leyes, los padres, los maestros, el estado debe saber qué hacer, también de manera congruente,
cuando no se acatan las normas establecidas. La protección de la calidad de vida del ser humano se
deriva del desarrollo de su capacidad para crear alternativas para resolver un problema. Alternativas
que permitan y favorezcan la convivencia social fundamentada en relaciones de respeto entre iguales.
Cómo la sociedad protege a los individuos por medio de leyes y reglamentos, tenemos un ejemplo en el
Reglamento de Tránsito de la ciudad de México. Cuenta por lo menos con dos ordenamientos que
pueden servir de modelo para ilustrar el tema y lo que sucederá si las normas no se acatan: no se
permite manejar en estado de ebriedad o bajo el efecto de estupefacientes y ciertos vehículos no
pueden circular determinado día. Quien maneja ebrio o bajo el efecto de estupefacientes, no es
castigado, es detenido durante 36 horas inconmutables, tiempo suficiente para que salga de ese
estado, y en el segundo caso se remite el vehículo al corralón hasta que ese día ha pasado y puede
volver a circular. El reglamento establece una regla y la autoridad competente tiene los recursos
suficientes para hacerla respetar, pues de lo contrario la norma sería inútil, como sucede con la
prohibición de usar teléfono celular mientras se conduce un automóvil. Si no se cuenta con el recurso
para inutilizar el aparato y hacer que se cumpla la regla de nada sirve la amenaza de multa, el
castigo. No es extraño encontrar junto a montones de basura un letrero que dice: “La persona que se
sorprendida tirando basura o pintando las paredes en este lugar será consignada a autoridades”. Si
examinamos los hechos, el tiradero de basura o las pintas en esos lugares, resulta obvio que ninguna
persona ha sido sorprendida.
Si el propósito es que las personas se den cuenta que al hablar por teléfono celular y conducir un
automóvil al mismo tiempo pueden provocar un accidente, la norma está de más, bastaría con dejar
que sufran accidentes hasta que aprendan. Pero eso cuesta caro a la sociedad, porque se expone la
vida del conductor y las de las demás personas que viajan con él, otros conductores o peatones. Hay
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muchos adultos que no cuentan con la suficiente madurez intelectual y emocional para descubrir este
hecho y la sociedad tiene que protegerse y protegerlos mediante las normas. Decía un artículo en una
revista que los universitarios que al manejar se comunican con aparatos inteligentes tienen más
accidentes automovilísticos que los que no lo hacen. Eso es evidente porque los inteligentes son los
aparatos no los universitarios que los usan. La sociedad tiene que proteger a los hijos de sus padres
imprudentes que al volante llevan al bebe sentado en las piernas, en el asiento del acompañante o sin
el cinturón de seguridad, exponiéndolo a producirle la muerte o un traumatismo cráneo encefálico
porque les es más cómodo pasarle al niño la responsabilidad de su conducta y después decirle “te lo
dije” como si con eso se modificaran las consecuencias, argumentando que lo tienen muy consentido,
como si anularle la posibilidad de desarrollo del lóbulo frontal significara quererlo mucho, aman su
comodidad no al niño.
En la escuela es el estado mexicano el que dicta las normas para hacer valer su autoridad porque así
lo establece la Constitución en su Artículo Tercero. No se puede favorecer el desarrollo integral con
tareas absurdas donde el alumno o hace trampa o no cumple con ellas, se le lleva a mentir. No se
pueden desarrollar los valores éticos si puede comprar mercancía llamada pirata, porque no se pagan
derechos de autor, y se le incita a comprar la última moda, si se autoriza la venta de alimentos
chatarra que les van a provocar daños a la salud, si vive en un mundo de doble moral, si les importa
más enseñar que educar, no se puede esperar que el niño obedezca si el estado mismo viola sus
propias reglas y pretende establecer la voluntad de funcionarios menores. La normas van contra la
naturaleza del niño, por eso no se obedecen. Los lineamientos dados por la Constitución de la
República se convierten en el medio y ocupando el lugar de los fines.
Cualquiera que haya leído la historia se habrá dado cuenta que en las relaciones internacionales
tenemos muchos ejemplos de firma de tratados donde se establecen acuerdos porque no queda claro
que se va a hacer si uno de los firmantes no cumple la parte que le corresponde, veamos por que los
nazis invaden Polonia o Mussolini Etiopia a pesar del tratado de Versalles y los compromisos de La
Liga de las Naciones, nunca quedo claro cuál iba a ser la respuesta de los otros firmantes de los
tratados ante el incumplimiento de la norma. En cambio Epaminondas les dijo claramente a los
griegos si ustedes me hacen su general yo haré de ustedes mis soldados y así lo hizo.
El afán de los padres de darles a sus hijos todo lo que piden rompe la norma y retrasa la maduración
cerebral en particular la del lóbulo frontal, estructura encargada de planear la acción a seguir, de
advertir las consecuencias de los actos y realizar la autocritica, deja al niño indefenso, desprotegido
ante cualquier situación adversa porque no sabe que hacer cuando le dicen que no hay, más que su
escándalo, su pataleta, y si ya es adulto el ridículo si es que se da cuenta, porque tiene que ofrecer, no
pedir, disculpas por su conducta inapropiada. Hay padres que dicen que en la casa se hace lo que el
hijo dice, no se puede delegar la responsabilidad de definir ese límite al criterio del niño hasta que nos
aseguremos que las normas han sido aprendidas, hasta que lo descubra, tenemos que seguir
enseñándoles. El darle al hijo lo que los padres no tuvieron de niños es un embuste, ya no son los
mismos momentos ni las mismas personas, porque no ofrecerles lo que si tuvieron, disfrutaron y por lo
tanto ya conocen
Las normas en la familia, elaboradas por los padres, deben estar hechas con autoridad, basadas en
el respeto a la naturaleza y tienen la misma finalidad: proteger al niño, si se equivocan, corrigen la
norma, no al niño. Por eso establecen un orden para comer, los alimentos que el niño puede ingerir
porque no lo dañan, los horarios de sueño para que recupere las energías perdidas y organizar la
información que recibió su cerebro durante el día así como el tiempo para usar videojuegos o ver la
televisión. Es interesante analizar el porqué padres y maestros establecen reglas que sus hijos o
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alumnos no van a poder cumplir porque van contra la naturaleza y provocan luchas de poder con los
hijos y alumnos perdiendo autoridad, de lo cual se quejan. Muchos padres le compran un televisor a su
hijo y lo colocan en su habitación y después se quejan de que lo apaga ya muy tarde, se desvelan y
por la mañana no se quieren levantar para ir a la escuela,
empiezan las discusiones, los regaños y los pleitos,
amenazas que no se cumplen. Pero ¿se han preguntado
porque compraron un televisor y lo colocaron donde lo
hicieron? ¿Están haciendo uso de su libertad o son esclavos
del consumismo?
Cada necesidad genera un mecanismo para satisfacerla,
cada derecho engendra una obligación, aunque en el caso
del niño ésta no está totalmente en él, las va adquiriendo en
la medida en que se amplían sus necesidades. En un
extremo el recién nacido necesita equilibrar su nivel de
glucosa cuando este baja, necesita alimentarse, genera un
mecanismo llamado llanto para avisar a los adultos de su necesidad. En el otro extremo el adulto para
poder satisfacer esa necesidad, ese derecho a comer y compartir la comida engendra la obligación
de conseguir los recursos para satisfacerlo realizando una actividad productiva.
A veces se confunden los derechos con las obligaciones, los padres tienen
la obligación de educar a sus hijos, no el derecho, si los padres no son
responsables el estado tiene que hacerse cargo y cumplir o hacer cumplir
con la obligación. Si tenemos niños trabajando o en la calle se debe a que
la familia, la sociedad, el estado no cumple con su obligación de
proporcionarles alimentación, salud, casa, vestido y educación. No basta
con hablar de los derechos de los niños y si no queda claro quién tiene la
obligación de satisfacer esos derechos.
Si el individuo no obtiene la comida se muere de hambre, no le cae un rayo o algo por el estilo, es decir,
no recibe ningún castigo por su conducta, simplemente se da la consecuencia congruente con el
hecho, no se cumple la amenaza del adulto que consideró que el castigo era la consecuencia lógica si
se desobedecía la normas, nunca “Sí no haces la tarea, no ves la televisión”, como dicen los padres o
“si sacas buenas calificaciones te llevo a pasear o te compro lo que pidas”; ¿qué tiene que ver una
cosa con la otra? Que diferencia con te toca poner la mesa, comes cuando la pongas y si no la pones
no comes hasta que lo hagas. El niño tiene derecho, como parte del entretenimiento o diversión, a ver
su programa de televisión o jugar un videojuego y una vez terminado de usar el aparato se apaga y se
presentan al niño dos opciones: apagarla él mismo o que la apaguen los padres para que su cerebro
se vea en la necesidad de planear la siguiente acción. El niño goza de la propiedad funcional del
aparato, es su propiedad mientras lo está usando dentro de las normas que los padres pusieron,
media hora de videojuego, su programa de televisión, entre otros, Si los padres quieren y pueden
comprarle un juguete o llevar al niño de paseo que lo hagan, ¿por qué van a privarse y a privarle de
ese placer al hijo sólo porque no hizo la tarea o le pusieron en la escuela una calificación baja? Las
calificaciones altas se obtienen estudiando cuando no se anula el deseo de aprender y los juguetes y
los paseos se reciben de los padres porque ellos deben, quieren y pueden hacerlo.
En la medida que el niño va creciendo e independizándose de los padres, haciéndose responsable de
su supervivencia, de la calidad de su vida y tomando decisiones, adquiere obligaciones, por eso
preguntamos a esa edad que le toca hacer, de que ya es capaz de hacerse responsable. Las normas
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deben ser claras, congruentes para el niño, de acuerdo con esa edad, que le toca hacer para manejar
su independencia y responsabilidad que va adquiriendo en su proceso de desarrollo y crecimiento.
Explicadas y aplicadas en la práctica, de manera que no necesite preguntar si existe algún
inconveniente para comprometerse a realizar alguna actividad, a jugar con sus amigos fuera de la
casa o ir de paseo o excursión; prender la televisión, comer determinado alimento a cierta hora. Nunca
si los padres quieren o no, no tiene por que estar rogando, es denigrante para el niño, tampoco estar
llamando por teléfono celular para que le amplíen el permiso. Decir “¿me das permiso?” es sólo una
forma de preguntar si existe ese inconveniente para llevar a cabo una acción, no sujetarse a la
voluntad del otro, como el adulto con las direccionales del auto avisa que va a dar vuelta a la
izquierda o a la derecha para que le cedan el paso, no para que le permitan dar la vuelta. Si no hay
inconveniente, ¿para qué pregunta?, si existe ese inconveniente, ¿para que pregunta? Ya se conoce la
norma que tiene que ser siempre objetiva.
Un adolescente educado bajo estos conceptos, tiene claras las reglas, “pide permiso”
para asistir a la presentación de un grupo musical en un estadio o a un baile o reunión
con sus amigos. Si lo hace es porque sabe que le van a dar autorización,
porque ya se le enseñó a manejar cierto tipo de riesgos, por lo tanto ya tuvo la
precaución de reunir el dinero para pagar la entrada, que sería un obstáculo
para que pudiera ir. Sin embargo, en la primera ocasión los padres le
contestan “déjame pensarlo”, lo que quiere decir que van a examinar con
calma las condiciones de seguridad con que cuentan las instalaciones para
que disfrute del evento sin riesgos y si hay alguno buscar la manera de
superarlo o decirle de una vez que no puede ir porque los inconvenientes son
insuperables, si él no lo comprende en ese momento ya lo comprenderá,
descubrirá que los padres tienen razón siempre y cuando mantengan la
firmeza. No significa meditar si tienen ganas de permitirle o no asistir como
muchos adultos creen, o si está castigado o se lo merece como premio, o si
les dan miedo los riesgos, la falta de objetividad los lleva a ceder ante los berrinches o la insistencia
del hijo porque no tienen argumentos válidos, es una lucha de poder que el niño o adolescente,
muchas veces, por no decir siempre, gana, porque maneja mejor que el adulto las situaciones
emocionales y los sentimientos de culpa de los padres.
Unos padres acuerdan con su hijo o hija adolescente que acuda a una fiesta con sus amigos con la
condición de que a determinada hora debe estar en la casa, o estar en la puerta del lugar de la
reunión esperándolos. Deben dejar claro qué va a suceder si el hijo o hija no cumple su parte del
convenio, si no está en la puerta o si el papá o la mamá del amigo en ese momento pide que espere un
rato más, lo único que puede pasar de manera congruente es negarse a la petición de los familiares o
que el padre entre a la reunión para recordar el acuerdo, no pedirle al muchacho que acompañe a su
padre porque se le deja la posibilidad de decir que no quiere y el progenitor no sabrá qué hacer ante
esa negativa.
No es prudente estar en la puerta esperando hasta que salga o en la casa hasta que llegue, una hora
después, y se le diga que nunca vuelva a pedir permiso, como una madre enojada que le dice a su hijo
que imprudentemente le dio un rozón al coche, “no vuelves a manejar en tu vida”, en vez de enseñarle a
manejar adecuadamente para que no vuelva a suceder, pues olvida que los niños y los adolescentes
crecen, se convierten en adultos y toman sus propias decisiones.
Los lineamientos se establecen y se le enseñan al niño, tantas veces como sea necesario, hasta que
descubra la conveniencia de respetarlos, en eso consiste la autoridad. No esperemos que el niño las
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entienda de inmediato porque ya se las dijimos, como argumentan muchos adultos. No va de acuerdo
con la naturaleza, que una persona enseñe algo no significa que la otra lo haya aprendido, sobre todo
cuando está en proceso de desarrollo, son dos caras de un mismo fenómeno existe una relación
dialéctica.
No se le puede decir a un niño: “si te sales ya no te dejo entrar”, o a un adolescente, “no vuelves a tener
permiso” cuando se le hizo tarde en una fiesta o se pasó el rato platicando con sus amigos o hablando
por teléfono. Eso no es congruente con la realidad, tampoco se le puede aplicar un castigo o aceptar
una disculpa, por la misma razón. Los castigos sirven para llenar al niño de temores, de culpas, nunca
se ha demostrado que remedien algo, salvo aprender a eludirlos por medio de las mentiras y se
ofrecen disculpas cuando se reconoce el error, se tiene la intención de mantener el vínculo afectivo
para lo cual es necesario no volver a cometer esa error.
Es terrible que un niño en vez de respeto tenga miedo a sus padres o a sus maestros de quienes espera
apoyo y comprensión, dispuestos a enseñar otra vez cuando se equivoca. Tratemos de imaginar a un
niño que rompió un cristal cuyo dueño lo persigue para golpearlo y la alternativa que tiene es correr a
su casa donde le esperan sus padres para castigarlo igual o peor que el del dueño del cristal. Muchos
adultos han vivido esta experiencia con sus padres y la repiten con sus hijos, amenazándolos con
castigarlos si cometen un error en lugar de volver a enseñarles la conducta que esperan que observen.
La escuela sigue el mismo modelo para estructurar las normas si toma en cuenta que así como hay
una necesidad vital de alimentarse, también por naturaleza hay un valor vital, una necesidad de
saber, deseo o afán de saber, igual que como se produce el hambre por la baja de glucosa en la
sangre, descubrir la ignorancia lleva a generar mecanismos para aprender. Si queremos que el niño
coma incrementamos el hambre si queremos que aprenda le llevamos a que descubra cuantas cosas
ignora, incrementamos su afán de saber, el maestro genera preguntas, no da respuestas. Para
satisfacer el afán de saber el hombre adquiere la obligación de buscar el conocimiento. El niño
pequeño fija la mirada, manipula, se mueve, se lleva el objeto a la boca, pregunta, por eso es tan fácil
enseñar cuando se respeta la naturaleza del niño, su desarrollo cognitivo.
Si se le dan al niño los datos de un tronco de conocimientos, en este caso descubrirá las leyes bajo las
cuales éste opera dice Doman en su libro cuando demuestra la posibilidad de enseñar matemáticas a
los bebés o enseñarles a leer. Así como existen necesidades vitales, deseo de aprender, también existe
el deseo de pertenecer a un grupo y más ampliamente de trascender en la vida. Por eso los grupos
sociales tienen normas estructuradas a partir de los datos de un tranco común que el niño descubre en
su proceso de desarrollo y crecimiento. Si quiere pertenecer a un grupo tiene que acatar las normas de
cortesía, de respeto al derecho de los demás, estas las aprende a través del ejemplo o de hacer como
lo hacen los demás.
Si le hablamos niño aprenderá a hablar, si le decimos aprenderá a decir, si le leemos, le mostramos
palabras y frases aprenderá a leer y si le dejamos que se exprese por medio de signos gráficos
aprenderá a escribir, si le dejamos que descubra la conveniencia de respetar las normas aprenderá a
hacerlo. Si al niño se le permite colaborar en las labores de la casa y se le va enseñando que le toca
hacer, acaba asumiendo su responsabilidad y participando en esas labores cuando que descubre
que es un miembro de esa familia..
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Por que se quejan los adultos de unajuventud mal educada si ellos la
están educando
APRENDIENDO A OBEDECER
L
os niños tienen que aprender a obedecer y de hecho los recién nacidos saben hacerlo porque
obedecen las leyes de la naturaleza, se mantienen esclavos del determinismo biológico porque su
estructura cerebral en ese momento no puede cuestionarla o dominarla, aunque tratan de hacerlo por
medio del berrinche que significa “hágase mi voluntad”. Sin embargo, para poder dominar a la
naturaleza, cuestionarla y encaminarse a la libertad, su sistema nervioso está diseñado para madurar;
para crear una estructura superior que descubre lo que hace la inferior y así poder controlarla, sabe en
el inconsciente o biológicamente en sus estructuras menos complejas que hay que conocer a la
naturaleza para poder dominarla, como decía Bacon, conocer sus leyes y respetarlas, de otro modo
estaremos en constante lucha con ella, perdiendo siempre la batalla porque nosotros formamos parte
de la misma y queramos o no estamos sujetos a las leyes naturales.
El niño pequeño llora cuando siente hambre y pide comida, cuando su vejiga está llena excreta la
orina y así con todas las demás funciones fisiológicas sobre las que más adelante toma el control una
estructura cerebral superior, para poder introducir modificaciones. Cuando pueda cuestionar y decidir
por lo menos si obedece en ese momento o más tarde o si puede hacer cambios mayores gracias a la
aparición de una estructura superior, podrá modificar los elementos básicos de la naturaleza para
construir la inteligencia, que ya significa un nivel superior de maduración cerebral.
En el universo lingüístico que conforman las relaciones familiares y sociales, una de las primeras reglas
que tiene que aprender o reafirmar el niño, pues ya sabe que sucede con sus funciones biológicas, es
que cuando la naturaleza dice que sí, es sí y cuando la naturaleza dice que no, es no, significa hay
pero se va a acabar o no hay pero va a haber. Para que lo descubra es necesario que cuando los
padres dicen si es si y cuando dicen no es no y de ahí hacer extensivo este principio mediante las
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analogías, es decir aplicándolo a otras situaciones. Cuando necesita aire respira y cuando sus
pulmones están llenos ya no puede meter más aire y por lo tanto espira, cuando tiene hambre, pide y
cuando no la tiene deja de comer o no acepta la comida. Principios lógicos que el niño descubre con
el tiempo si no entorpecemos su desarrollo diciéndole que “cuando quiero hay” y cuando no quiero no
hay. Así es como los padres, en primer lugar, y los adultos en general tendrán que enseñar a sus hijos, y
nunca decir que no y cambiar de parecer cuando el niño está enojado, haciendo berrinche, porque
entonces la lección será mal enseñada y en consecuencia mal aprendida y el niño y más tarde el
adulto querrá que la naturaleza se sujete a sus caprichos y eso no sucede nunca porque ni siquiera a
nosotros la naturaleza nos dotó para que seamos los dueños de nuestras emociones y sentimientos.
El niño pequeño demuestra que es un ser inteligente en todo momento, especialmente cuando
aprende a hablar, ya no digamos la estructuración del lenguaje, fenómeno mucho más complejo que
realiza desde los primeros meses de vida, no sólo lo que corresponde a lo que llamamos habla si no a
la comprensión del lenguaje donde va más adelantado. Para
poder hablar, el niño oye las palabras que pronuncia el adulto,
después las repite eligiendo de todos los sonidos que emite los que
debe suprimir, no los que debe emitir como muchas personas
creen, para pronunciar la palabra que oyó y al oírse decirla a sí
mismo, compara lo qué está escuchando de sus labios con lo que
escuchó de labios del adulto y a base de repetir una y otra vez y
escucharse, va ajustando su pronunciación hasta que la hace
igual, hasta que la repite correctamente, como la oyó pronunciar,
existe una relación dialéctica entre el educador y el educando, no
hay necesidad de corregirlo, señalar continuamente su error,
obligarlo a repetir hasta que lo haga bien, ni hacerle sentir que
sabemos más que él.
En forma parecida adquiere la gramática de la lengua, nunca se
le enseñamos, él descubre la clave por eso construye las frases y las oraciones utilizando sustantivos,
verbos y adverbios correctamente, aprende a decir, a hacer saber a los otros lo que desea, va
abstrayendo en la acción las reglas gramaticales para poder expresar su pensamiento y de la misma
manera que abstrae las reglas de comportamiento de la familia así como los valores predominantes
en ella y aprende a respetar por medio de las analogía que su cerebro descubre..
Para Hofstadter (2009) “Nuestra rica actividad mental está hecha de millones de analogías no muy
trascendentes” pero “lo que ocurre es que esas pequeñas analogías nos resultan tan evidentes que
cuando usamos la palabra analogía parece sugerir algo más sofisticado”. Por eso no es fácil saber
como descubre el niño el significado del respeto, pero si exigimos que haga uso de él cuando se
relacione con sus mayores. Ignoramos la existencia de su capacidad de descubrirlas cuando vive la
aplicación de las normas elaboradas por los adultos padres o maestros porque estos los confunden.
Mediante esas analogías el niño va descubriendo, que la reacción ante una situación A puede ser
aplicable a una situación B. El respeto que el adulto manifiesta hacia su naturaleza puede ser
aplicable al respeto que el niño debe manifestar en su relación con los demás de ahí surge de pronto
un significado donde menos se esperaba, según Hofstadter “una idea tan profunda como simple”. El padre
dice “no me invitaron, pero tampoco me dijeron que no fuera” el adolescente dice cuando los padres no
actúan con firmeza “no me dijiste que si pero tampoco me dijiste que no”.
En un primer nivel el niño habla, en un segundo nivel el niño dice, hablar es el medio, decir es el fin, en
un primer nivel el niño hace las letras conforme al modelo que le enseño la maestra, en un segundo
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nivel el niño escribe. Los segundos niveles son los objetivos y los primeros niveles corresponden a los
medios. Si se establece como objetivo el primer nivel el segundo se entorpece, hará muy bonita letra
pero no sabe escribir. Dejándolo decir aprenderá a hablar, favoreciendo la escritura aprenderá a
escribir, empleando como medio para llegar a ese fin una letra clara y legible o usará una maquina
que le facilite el trabajo.
Cuando asiste a la escuela y le enseñan a escribir entiende perfectamente si se le pide que copie una
palabra hasta que le salga igual a la del modelo que se le puso, pero no entiende, como tampoco lo
haríamos nosotros, porque no es congruente, si se le ordena repetirla 20 ó 100 veces para que mejore
su letra o corrija su ortografía. Él se da cuenta que ese procedimiento no mejora su escritura ni corrige
su ortografía, se lo hace saber al adulto, pero en lugar de escuchar sus argumentos pensando que
puede tener razón y modificar el procedimiento de enseñanza, se considera que el niño es rebelde
porque cuestiona la autoridad, no se valoran sus argumentos y no se le respeta como un niño
inteligente.
Es importante resaltar que el cerebro para construir los mensajes funciona haciendo uso de dos
funciones básicas que encontramos desde los receptores y efectores externos o internos, por el control
que sobre ellos ejerce su corteza en un circuito de retroalimentación y que son: permitir el paso del
impulso o impedir su entrada 0 y 1 en el sistema binario.
La primera función llamada facilitación es más primitiva que la segunda denominada inhibición, que
aparece después y por lo tanto es más compleja, en el proceso de desarrollo la flexión es antes de la
extensión, requiere de la maduración propia de la estructura y de estar colocado en un ambiente que
favorezca su desarrollo. Por razones biológicas y lógicas, no se puede impedir o inhibir el paso de un
impulso si éste no está en la entrada del receptor o pasando por la vía nerviosa y ésta es una de las
razones fundamentales que hacen tan importante respetar las negativas del niño preguntándole que
piensa hacer.
Cuando el niño dice “no”, inhibe la entrada o la salida de información, pero el sistema no se apaga,
procede a planear la siguiente acción para que ese no se vuelva si. En el caso de la entrada o
recepción lleva a cabo un proceso más complejo que el simple hecho de dejar la puerta abierta, no
puede decir “no me gusta” si en su memoria no está el recuerdo de haber facilitado antes la entrada
de información que no forzosamente tuvo que ser la gustativa, puede ser esta misma asociada con la
visual o la olfativa. En cuanto a la salida de información, a la acción, hablamos de la capacidad de
decir “no” cuando se le propone que realice tal o cual acción, a hacerse responsable de sus actos, la
última etapa del desarrollo moral. Se dice de algunas personas que son impulsivas cuando quieren
decir que no son capaces de controlar sus impulsos, el lóbulo frontal no está ejerciendo su acción
inhibidora. Aplicar un castigo es contraproducente porque una vez aplicado el problema queda
resuelto si lo tiró lo va a dejar tirado no desarrolla la función de autocritica. Por eso como dijimos arriba,
provocamos la elaboración del plan preguntando ¿Qué vas a hacer? Porque también implícitamente
estamos preguntando ¿Qué no vas a hacer? ¿Cómo lo vas a hacer?, ¿Cómo no lo vas a hacer?, ¿en
que te ayudo?, ¿en que no te ayudo? Nunca decimos no me hizo la tarea, me reprobó o expresiones
parecidas.
¿Por qué en lugar de decir al niño? “¿cómo sabes que no te gusta si no lo has probado?”, no lo
cuestionan “¿cómo vas a saber cuál es su sabor si no lo pruebas?” Este planteamiento implica la
posibilidad de que en el futuro próximo, enfrente, exista un factor desconocido que podría dejar pasar
y se respeta su capacidad de decisión, de quitar el inhibidor o mantenerlo y por lo tanto de favorecer la
maduración cerebral al dejar actuar al sistema, misma que empleará cuando alguna persona le invite
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a cierta actividad que no concuerde con los valores que le enseñaron sus padres y que lo dejaron
practicar en su relación con otros niños. Por eso mientras más amigos y más variados tenga, mejor
será su aprendizaje, lo que no se logra impidiéndole relacionarse con toda clase de niños por
prejuicios de los padres.
En síntesis, el niño actuará de forma consciente, razonada, no por temor a perder la amistad o alguna
represalia de otro tipo sino porque aprendió a actuar con libertad. Ese es el nivel más alto, según
Piaget, del desarrollo moral cuando el individuo es capaz de asumir sus responsabilidades, superando
el cuestionamiento de moral de grupo donde no se sabe quién es el responsable, o donde el
responsable siempre es el otro. Escuche a la doctora Compayn decir que el mexicano manifiesta en el
lenguaje como elude su responsabilidad, niega su participación cuando usa el pronombre posesivo se,
dice la taza se rompió, como si esta se rompiera a si misma, no dice rompí la taza
¿Cuántos adultos por no haber sido educados en un ambiente de libertad y respeto confunden la
palabra debe con la palabra quiero? siguen creyendo que sólo con desearlo, sus fantasías se vuelven
realidad y tratan de que la sociedad se comporte como ellos creen que debe hacerlo, no perciben la
sustitución de los fines por los medios. Si ellos pensaran que la sociedad no quiere o no puede
comportarse como desean, dejarían de enojarse y buscarían formas más inteligentes para realizar ese
cambio social, material o fenomenológico ellos en la realidad. Sin embargo, situaciones como esta
abundan. Constantemente escuchamos a los adultos emplear las palabras “es que deberían” en lugar
de decir nos gustaría, sobre todo en su relación con el niño cuando dicen “es que debe entender”; o
con su pareja, cuando dicen que deberían ayudarles con la educación del niño. De hecho el creer que
la naturaleza esta para hacer la voluntad del que manda es una fantasía, una falta de maduración
del lóbulo frontal cuya función es fundamentalmente planear, revisar la planeación y si no se logra el
objetivo corregir el plan una y otra vez. Cuando se manda y no se realiza la fantasía se culpa al otro y
se le castiga, no se admite que falló el plan elaborado.
29
“Si la miseria llama a tu puertay no te quedan más que dos hogazas de pan,
vende una y compra jacintos para alimentar tu alma”
E. Hemingway
DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL NIÑO
¿A QUIEN CORRESPONDEN LAS OBLIGACIONES?
30
M
ucho se habla de los derechos de los niños y basándose en la premisa que cada derecho implica una
obligación se les quieren adjudicar obligaciones absurdas así al derecho a ir a la escuela se le impone
la obligación de estudiar, al de pertenecer a una familia la obligación de cooperar dentro de ella y
otras mas como si el niño quisiera ir a la escuela o pertenecer a esa familia.
Los adultos son los responsables de la alimentación, la seguridad, la salud, la educación y la diversión
de los niños, mismos que se corresponden con los derechos de los niños, no puede hacerse valer un
derecho si no existe quien tenga la obligación de satisfacerlo. Sólo pueden hacer frente a esta
responsabilidad si los establecen las reglas de respeto a los demás es decir, enseñar a descubrir los
limites, esto no se ponen, ya están, se les enseñan a los que no los saben, son muy simples: hay y
cuando se acaba, ya no hay, y si se acaba vuelve a haber, los puso la naturaleza, conocerlos le
permite plantear la alternativa de planear, que va a hacer, para que haya cuando se acaba. La
obligación básica de los padres se llama firmeza, cuando dicen si, es si y cuando dicen no es no,
hasta que el hijo aprenda a descubrir el límite y planear cual alternativa seguir ante cualquier
situación. La firmeza de los padres forma parte importante para que el niño aprenda a descubrir los
limites, porque es fácil darse cuenta cuando no hay en el tiempo y en el espacio pero no cuando las
circunstancias deciden que no haya.
Distinguimos las obligaciones cuando aplicamos la palabra debe a la elaboración del plan para
lograr un propósito, para obtener lo que deseamos por lo tanto está construido intelectualmente. Si el
niño recién nacido quiere comer, tiene hambre, debe chillar, buscar el pezón de la madre y aferrarse a
él hasta que esté satisfecho, el niño mayor debe recoger sus juguetes si quiere encontrarlos a la mano
cuando tenga el deseo de volver a jugar con ellos, el adulto debe trabajar para conseguir los recursos
con los cuales obtener los satisfactores para él y su familia, movido por las necesidades vitales y los
valores. Si el niño o el adulto desean que una fantasía se haga realidad, o que no se haga realidad, en
seguida deben planear y ejecutar una serie de acciones para conseguirlo. Por lo tanto si queremos
educar a las futuras generaciones la familia, la escuela, y la sociedad tienen la obligación de crear
entornos escolares y familiares donde se favorezca el desarrollo integral del ser humano.
Empleando este modelo, carece de validez la afirmación de los adultos de que la única obligación
que los niños tienen es asistir a la escuela, estudiar, hacer la tarea, ayudar en los quehaceres de la
casa. El niño nunca se comprometió a ello, nunca pidió que lo llevaran a la escuela para estudiar, no
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tiene la capacidad para plantearse que si quiere tener una mejor situación económica, ejercer una
profesión u algún oficio tiene que estudiar, quizá lo pidió para jugar con sus amigos, no para a hacer
planas y repasar las tablas de multiplicar y porque nunca le enseñaron lo que quería saber. Esos son
los deseos de padres y maestros quienes carecen de autoridad y pretenden mandar como si la
naturaleza estuviera a su servicio y por eso para tratar de evitar el fracaso hacen uso de la violencia
empleando el castigo a las conductas inaceptables, castrando la actividad del lóbulo frontal.
Obligación
Quiero
El niño nace ya con la organización anatomo-funcional en el cerebro preparada para adquirir
obligaciones, con el modelo del principio del placer obtenido a través del principio del deber,
conseguir lo que se quiere haciendo lo que se debe hacer para obtenerlo. La organización funcional
del cerebro está sustentada sobre una estructura anatómica y funcional sobre el cual se van a
construir todas las demás, primero necesidad y después la obligación de satisfacerla. La necesidad
de alimentarse en el recién nacido le crea la obligación de procurarse el alimento, la naturaleza le dotó
del recurso para conseguirlo, que consiste en percibir la necesidad en la subcorteza, donde se le da el
matiz afectivo a todos los impulsos que suben a la corteza cerebral o bajan de ella y en este caso a
través de un sistema inespecífico llamado sustancia reticular ascendente se comunica con la región
frontal para elaborar el plan que le permita lograr su objetivo, el recién nacido llora cuando tiene
hambre y busca el pezón o sostiene fuertemente la mamila para que no se le caiga y se pierda su
alimento; posteriormente con ese mismo modelo pide verbalmente la comida, pone la mesa, prepara
sus alimentos y trabaja para obtenerlos para él y su familia, promoviendo cada vez un mayor
compromiso con la sociedad y del crecimiento de las neuronas y redes neuronales del lóbulo frontal
favoreciendo su maduración. En la medida en que aparecen o se crean otras necesidades, deseos,
anhelos, como resultado de su proceso de desarrollo y crecimiento se aumentan las obligaciones, por
eso éstos se vinculan a su proceso de convertirse en una persona independiente. La persona que
quiere ser independiente adquiere la obligación de tomar decisiones y asumir las consecuencias
derivadas de ellas.
Este modelo sustentado en la organización funcional del cerebro el trabajo se realiza por medio de
circuitos de retroalimentación positivo por son cada vez más complejos. Las necesidades vitales
aparecen en el centro encéfalo, estructura capaz de detectar la disminución de glucosa en la sangre
y enviar la información a la corteza cerebral, en particular al lóbulo frontal, para activarla y elaborar el
plan para conseguir la comida. En forma parecida percibe desde la necesidad de pertenecer a un
grupo hasta el de realizarse como persona traduciendo los mensajes que le envía al grupo familiar o
social al que pertenece. En otro sentido siguiendo la misma organización jerárquica diríamos que el
hombre quiere poder, gloria e historia, pero para obtenerlos tiene que actuar en forma parecida
haciendo uso de las analogías.
El ser humano se mueve primero por las necesidades vitales: hambre, sed, sueño y después se mueve
por los valores vitales, éticos estéticos empleando las mismas estructuras cerebrales de las que ya
hemos hablado. Los educadores respetando ese mecanismo le enseñan a elaborar ese plan desde lo
más primitivo que es el hambre hasta el de lograr trascender como ser humano. Los otros individuos al
contrario no le permiten al elaboración de los planes de actuación por el lóbulo frontal, y a la
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castración o atrofia de esta parte del cerebro le llaman tenerlo consentido prolongando la
dependencia sobre todo de la madre hacia el hijo y en consecuencia la del hijo hacia la madre
cuando no le permiten actuar y enfrentar las consecuencias de sus actos o le dan todo lo que pide sin
prepararlo para las frustraciones que la misma vida ofrece al saber que somos mortales.
El lóbulo frontal construye los planes es el inhibidor por excelencia así, para poder leer un texto tiene
que separar la forma del fondo, generalmente esa forma la constituyen las letras pero si al observar al
texto permite el paso de las espacios en blanco resaltara en la pagina una figura deferente.
La maduración cerebral reflejada en las áreas intelectuales y emocionales se obtiene haciendo actuar
un circuito de retroalimentación cada vez más complejo, el cerebro nace ya con la capacidad de
decidir, en la medida en que se activa este mecanismo se organizan estructura superiores.
En el niño existe una necesidad de saber y se siente feliz cuando aprende algo nuevo, esta situación no
le quedará clara hasta que llegue a la secundaria o a la preparatoria sin embargo, mientras sienta
que está aprendiendo irá descubriendo lo que debe hacer para aprender, sus obligaciones. Los
profesores deben asegurarse diariamente que el niño aprenda algo con sustento en trabajos útiles,
permitir que descubra el conocimiento, que se dé cuenta de formas de organización diferentes y así
obtendrán la obediencia en el aprendizaje. Nunca dejar tareas absurdas, contrariando el deseo de
saber del niño se exponen a que el niño haga trampa porque no puede cumplirlas y en consecuencia
se pierda autoridad del maestro.
El niño debe aprender porque es un hecho natural, posee una
mente absorbente como le llama la Dra. Montessori, no por
hacer la voluntad de los adultos, todos los niños sin excepción
aprenden, pero no siempre lo que el adulto cree que deben
aprender de ahí los problemas de aprendizaje y el fracaso
con los deficientes mentales. Antes de descalificarlos como
discapacitados se han preguntado los educadores que son
capaces de aprender. Éstos sólo deben esperar y favorecer la
maduración del cerebro del niño y utilizar una metodología
que haga agradable el proceso de adquisición del
conocimiento que consideran que debe aprender y si no
aprenden enseñarle algo diferente. Hay padres y maestros
que eluden su responsabilidad y culpan al niño porque no aprende, dicen que es flojo. algunos se
jactan de reprobar a muchos, sobre todo en materias como matemáticas que, ya lo dijo alguien, son
tan fáciles que hasta una máquina las hace y lo mismo podríamos decir de los idiomas cuando nos
enteramos que ya hay máquinas traductoras que deben basar su funcionamiento en principios más
simples que los que utiliza el cerebro humano.
Para poder independizarse y disfrutar del placer de sentirse independiente, el niño tiene o debe
concretar una serie de actividades que le permitirán alcanzar su objetivo, tomar decisiones y actuar
con libertad, y no hacer lo que le dicen aunque no quiera. Esta toma de decisiones implica una
maduración tanto intelectual como emocional y moral, por lo tanto la organización funcional del
cerebro se dirige a ella colocando, como ya hemos enunciado, el principio del deber como medio para
alcanzar el principio del placer, el trabajo como medio de obtener la satisfacción, El niño quiere
madurar, ser independiente, por lo tanto tiene que hacer lo que le toca para obtenerlo. Estas son
precisamente las obligaciones que tiene todo ser humano y que el niño adquiere en la medida en que
aumentan sus intereses, sus deseos, su búsqueda de placeres y satisfacciones el adulto enseña lo que
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debe hacer para obtenerlo.
Cuando a determinada edad corresponde al niño alguna actividad en la casa como poner la mesa,
arreglar su cama y su ropa, aprende a aceptar las consecuencias de sus actos: quedarse sin comer o
comer en una mesa desordenada, ponerse la ropa limpia o sucia, tener su habitación toda revuelta,
según lo haya decidido, de la misma forma que se suspendía la comida cuando dejaba el pezón o
soltaba la mamila. Sin embargo nos movemos sobre la escala de valores, buscamos el pezón porque
tenemos hambre, pero arreglamos la mesa para comer por razones estéticas y la necesidad de crear
un ambiente agradable para los comensales. Si no se le ha enseñado a
disfrutar de ese ambiente de orden, de belleza, es difícil que quiera
arreglar su habitación.
La consecuencia tiene una relación directa con la acción: hago un
pastel, me lo como, lo disfruto; no lo hago y no lo como. Esa es la razón
por la cual el niño no entiende cuando se le dice que tiene la obligación
de ayudar. Los niños no son ayudantes ni mandaderos, además de que
son contradicciones: la ayuda se pide, lo que le toca hacer para avanzar
en su proceso de independencia tiene que hacerlo o estancarse en un
nivel de dependencia que muchas veces los padres favorecen por
comodidad y después se quejan de que los hijos no participan en
actividades inherentes al individuo.
Es común que las madres se apropien de las labores correspondientes a
los hijos, incluso a las de sus maridos. Esto queda muy claro cuando utilizan el pronombre posesivo
“me”: “no me hizo la tarea”, “me reprobó”; y refiriéndose al esposo, “no me ayuda con los hijos”. No se
dan cuenta cómo el lenguaje arrastra el verdadero significado: está diciendo que la actividad le toca
a ella y que los otros son los ayudantes, los que le ayudan a alcanzar su objetivo. Tener un hijo
cumplido o brillante en la escuela aunque tenga que maltratarlo y pelear con él para que haga la
tarea o tener una casa limpia y ordenada. Muchas veces en lugar de enseñar al niño a recoger sus
juguetes, tender su cama, recoger su ropa, la madre se convierte en su sirvienta porque termina
haciéndolo, confirmando que a ella le toca esa actividad.
Un ejemplo cotidiano de esta situación lo vemos cuando el adolescente o el adulto casado necesita
una camisa o pantalón para ponerse en ese momento porque quiere ir bien presentado y están limpios
pero sin planchar y la madre o la esposa se afanan por tenerla lista argumentándose que si no lo
hacen el varón se molesta, se enoja, les reclama y les apresura. Si le hubieran enseñado que esa es su
responsabilidad, a través de enseñarle a lavar y planchar su ropa se hubieran alcanzado esos dos
objetivos al mismo tiempo y se evitarían los disgustos. Ni la madre en el primer caso, ni la esposa en el
segundo son sirvientas.
Utilizar una palabra con el significado que conviene al adulto es convertir al lenguaje en algo perverso,
como el discurso con una doble moral, “haz lo que te digo no lo que yo hago”, esa perversión del
lenguaje da como resultado niños llamados sobreprotegidos definición usada para ocultar la
castración del cerebro en su lóbulo frontal, al convertirlos en niños dependientes, limitados para la
acción y la toma de decisiones; decir que es hiperquinético o que tiene atención dispersa es ocultar
que la atención existe y que es responsabilidad de la persona que quiere atraerla, siguiendo con el
concepto, hacer atractivo el objeto de conocimiento, no aburrido y tedioso. Sería mejor manifestar el
deseo de formar a niños tranquilos incapaces de moverse física, e intelectualmente, si no quieren
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reconocer que un niño desobediente o que no aprende cuestiona el sistema educativo.
De la misma manera, los adultos, principalmente los padres, pervierten la palabra cuidado.
Enseñamos al niño a cuidarse, a protegerse a sí mismo, nunca impedimos que realice la acción
usando la palabra no. Jamás le decimos “no hagas”, le enseñamos la actividad que desea hacer y a
protegerse de los riesgos para que no se lastime, para que aprenda a evitar los daños. Al niño
pequeño le enseñamos a subir las escaleras o la silla, transportar un vaso; cruzar una calle. Al
adolescente, a manejar sus relaciones sociales, saber decir no, si no desea hacer algo que vaya contra
sus deseos o los principios que se le enseñaron. Hay padres que dicen que sus hijos entienden todo lo
que les dicen y cuando les pedimos que sean más explícitos nos contestan que cuando dicen no el
niño deja de actuar. Esa respuesta es refleja, sobre todo si los padres gritan, y nos deja con la duda
sobre si los niños han entendido o no, pero sí nos queda la seguridad de que el lenguaje fue usado en
forma incorrecta. Al niño al que no se le permite ganar una discusión a sus padres porque teme el
castigo, difícilmente dejará de tener miedo a los adultos, a las opiniones de los otros, sobre todo si son
sus pares, sus compañeros.
Para padres, psicólogos y maestros de ese tipo el concepto de socializar significa someter al niño a
sus normas, olvidando que tratan con seres pensantes y que si se les plantea la cuestión
correctamente, son seres capaces de tomar una decisión. Socializar quiere decir aprender a convivir
con los demás, negociando nuestras independencias donde todos tenemos que ceder una parte de
ellas, no nada más el niño o el adolescente. Le enseñamos que entre dos opciones siempre escogemos
una tercera, la que se obtiene como el resultado de la negociación del descubrimiento y conciliación
de intereses comunes de respetar y reconocer el punto de vista del otro.
35
DISCIPLINA INTERNA.
L
a disciplina consiste en hacer lo conveniente para obtener lo que se quiere, una serie de reglas que
surgen del interior del individuo para lograr su propósito. Este propósito se origina en las necesidades
vitales y en los Valores que se han introyectado en la personalidad del sujeto. La escuela habla de
disciplina interna pero jamás la desarrolla porque en nuestra sociedad lo que predomina es la idea de
castigo, La palabra castigar viene de castrar, cortar, el castigo corta, castra la región frontal de la
corteza cerebral, la encargada de inhibir la ejecución de ciertas acciones, de realizar la función de
planear. Los padres, los maestros, los adultos en general tienen que renunciar al castigo y a la
amenaza, y a pervertir el lenguaje diciendo al niño que es por su bien o que aplicar un castigo les
duele más que a ellos, para poder educar a un niño obediente de las leyes de la naturaleza y capaz de
cuestionarlas y modificarlas si es necesario.
No se debe reprender a un niño quitándole lo que más le gusta, acción muy común de parte de
quienes piensan que al niño hay que someterlo, eso es infame; es como pensar cuál tortura causa más
dolor para obtener la confesión de un prisionero, no se debe mandar el trabajo que no
hizo en la escuela a la casa, es atentar contra la armonía familiar; tampoco se puede
esperar que el niño tenga un comportamiento en la mesa a la hora de la comida si no
se le ha enseñado cuál se espera de él, y es menos recomendable crear sentimientos
de culpa, diciéndole que hace sufrir a su madre porque se porta mal en la escuela, o
porque el adulto joven llega tarde a la casa, no hay congruencia.
Los maestros tampoco deben quejarse del comportamiento de los niños con sus
padres, obligar a la madre a asistir a la escuela para vigilarlo, es querer sacar la
castaña con la mano del gato, forzar a la madre a castigarlo y quedarse con la
conciencia tranquila diciendo que él o ella no fueron los que aplicaron el castigo,
sobre todo cuando no cumplió con una tarea que el profesor mando, la naturaleza no
va a hacer la voluntad del maestro, si el adulto respeta al niño, el niño aprenderá a respetarlo.
Si se quiere que el niño sea congruente, se tiene que ser congruente siempre con él. Una tarea escolar,
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como veremos en otro momento, sirve para provocar que el cerebro se quede pensando sobre el tema
y después lo exprese verbalmente o por escrito, no es aconsejable mandar tareas aburridas con el
pretexto de que necesita repasar la adquisición de conocimientos escolares básicos como la lectura,
escritura y cálculo que son el resultado de la maduración cerebral que se hace patente gracias a la
metodología empleada por el maestro y, por lo tanto, irreversibles. Ninguna persona que sabe leer
puede dejar de hacerlo cuando tiene enfrente un texto, la lectura es una función cerebral.
La educación favorece que el niño aprenda a obedecer a la naturaleza y a descubrir cuándo puede
modificarla. Cuando los padres saben enseñar y darse cuenta que si el niño no está actuando de
manera congruente, es porque no ha aprendido todavía y es necesario volver a enseñarle, porque el
objetivo final es que actúe con independencia y libertad, y mientras no lo logremos no hemos
terminado de educarlo. Qué se hace cuando se le enseña a un niño a bañarse, primero es la madre la
encargada de lavarlo todo, cuando está pequeño, después poco a poco va dejando la labor en manos
del niño, toda la labor empieza con el lavado del cuerpo y termina cuando gana dinero para comprar
el gas y calentar el agua o algún procedimiento parecido, revisa y si no se ha aprendido, vuelve a
enseñarlo, no se le ocurre castigarlo o ponerle un tache en la parte de su cuerpo que no está bien
lavada.
Cuando el maestro deja una tarea sería benéfico que usara el mismo procedimiento, un “ahora hazlo
tú solo, a ver cómo te sale”, después revisar y si no ha aprendido todavía volverlo a enseñar, no exigir la
ayuda de los padres para que el resultado sea correcto porque la ayuda se pide y si se quiere y puede
se da, y por otro lado, no se entera si el niño ha aprendido o no, si es capaz de hacerlo solo, si está
aprendiendo a pensar cumpliéndose el objetivo de su programa, independientemente de que los
padres conozcan o no el procedimiento de enseñanza.
Actualmente en la escuela los maestros se quejan de que los problemas de conducta se han
incrementado. Hay una relación inversamente proporcional entre la autoridad y la violencia a mayor
autoridad menor violencia y a mayor violencia menor autoridad. La autoridad de la escuela está
apoyada en el artículo tercero de la Constitución política de los Estado Unidos Mexicanos, donde con
toda claridad se expresa el derecho a la educación y a la obligación del Estado de impartirla, no
puede haber derecho sin obligación, pero que sucede cuando en lugar de educar a los educadores se
les amenaza con un castigo si aplican castigos a sus alumnos, el poder se pasa a los alumnos que
ahora amenazan con acusar a los educadores si los castigan.
Siguiendo el mismo modelo la disciplina en el grupo escolar se logra proponiendo una actividad
común para todos como sucede con el canto coral, el baile, el deporte, donde se cumplen todos los
requisitos mencionados anteriormente, hay una propuesta para realizar un actividad que atrae el
interés del grupo o el deseo de realizarla y los participantes tiene que sujetarse a las normas
impuestas por la misma actividad, no por los caprichos del director a riesgo de desentonar.
Si bien la familia es el núcleo básico donde se aprenden las normas de convivencia social, la escuela
es el lugar donde bajo el cuidado del maestro se aplican estas normas, la escuela actúa como
intermediario entre la familia y la sociedad. Donde el uso de la autoridad definida, como ya fue hecho,
puede ser analizado objetivamente, revisar si una norma se va a imponer por su legitimidad y
congruencia, si sigue el patrón biológico, de primero crear o incrementar la necesidad el deseo de
aprender y después enseñar la forma de satisfacerla.
El maestro puede analizar cuando está mandando, exigiendo que se haga su voluntad en contra de la
naturaleza del niño. Cuando se deja una tarea el maestro debe saber si el niño cuenta ya con los
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elementos para llevarla a cabo, el más importante es el de tener suficiente entusiasmo como para
comprometerse y desarrollar periodos de atención más largos. Si se despierta entusiasmo por una
lectura el niño va a leer en su casa sin necesidad de decirle al padre que ponga a leer al niño todas las
tardes para que mejore su lectura o a copiar textos para que mejore su escritura. Si posee la
coordinación adecuada de sus movimientos finos para realizar trazos en dibujos o letras.
En el salón de clases el maestro dirige al niño hacia el conocimiento y le enseña a buscar los
elementos que le ayuden a satisfacerlo. Entre estos recursos se cuenta con el trabajo en equipo. Se
cree que basta reunir a un grupo de niños, nombrar un jefe o coordinador para que reparta el trabajo y
después informar quien trabajo y quién no. Para poder trabajar en equipo hay que seguir el modelo
propuesto, primero despertar o incrementar el deseo de aprender, despertar el entusiasmo por
alcanzar un objetivo determinado de ganar una competencia, o un juego, presentar un buen
espectáculo de danza, teatro o canto, recabar mayor cantidad de conocimientos sobre un tema,
limpiar el área de trabajo y mantenerla limpia. La disciplina viene de adentro hacia afuera, de
sujetarse a un objetivo común. Muchos de los problemas de disciplina escolar dejarían de presentarse,
o se resolverían
LOS MIEDOS DE LOS PADRES
L
os padres tienen el derecho de enseñar a sus hijos a protegerse de lo que ellos tienen miedo pero
nunca a limitarles sus campos de acción impidiéndoles actuar. Cada miedo de los padres es un tema
a desarrollar para que los niños aprendan a manejar la situación, nunca les diremos no tengas miedo
ya que este es un recurso para proteger nuestra integridad, ser valiente es aprender a controlarlo. No
es la represión, el impedir que se realice la acción lo que lleva al aprendizaje. Es la práctica constante
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con el padre al lado enseñando lo que lleva al dominio del tema. Si nos da miedo que el niño se caiga
de las escaleras, enseñémosle a subirlas y a bajarlas, nunca le digamos que no lo haga y menos
gritándole, si nos da miedo que cruce una avenida enseñémoslo a cruzarla y si nos da miedo que
tenga cierta clase de relaciones sociales enseñémoslo a manejarlas, todos los seres humanos somos
iguales.
En la actualidad hay lecciones que muchos padres no saben cómo enseñar porque nunca las vivieron
en su infancia o adolescencia. ¿A quién de los padres asaltaron en un autobús, le ofrecieron una droga
o le propusieron relaciones sexuales siendo niño o adolescente? Por lo tanto es lógico que no sepan
cómo enseñarles a sus hijos a protegerse. Sólo manteniendo la comunicación constante con ellos
podrán orientarlos. La inhibición significa aprender a decir no
quiero, de la manera apropiada, es un juego de argumentos y
contraargumentos, si no se respeta ese no siempre queda el
recurso de la violencia, como último recurso, no como el
primero
Los valores morales estaban bien definidos para la mayoría de
las personas: la mentira o el robo eran conceptos muy claros:
“lo que es parejo no es chipotudo” decían los mayores frente al
actual el que no tranza no avanza. Ahora se pierden esos
contrastes en la sutileza de muchas acciones, la corrupción se
desplaza en sus niveles más tenues que son los más peligrosos porque se diluyen entre lo que es bueno
y lo que es malo, correcto o incorrecto: es preferible ser “vivo” a ser honesto: el que saca el mejor
provecho es el que está actuando bien, y los padres se confunden y no saben cómo actuar. No ven que
comprar un disco pirata, no cumplir con el trabajo asignado cobrando la remuneración pactada sin
haber cumplido son actos de mayor riesgo que asaltar un banco, porque en el segundo queda claro
que es un robo y lo primero se ve cómo una situación normal y cotidiana que poco a poco se va
haciendo más grave. La enseñanza de los valores se hace a través del ejemplo, no leyendo textos, a
través de la enseñanza de las labores cotidianas se aprende a ser independiente, a disfrutar el orden y
la belleza.
Es muy común que se confundan los deseos y los miedos de los adultos con las necesidades y los
deseos del niño. El adulto desea que el niño se instruya y los argumentos que él presente son válidos.
Tiene que hacer atractiva la enseñanza y la escuela para que el niño se interese por asistir y de ahí
nazcan las obligaciones. Si la escuela es aburrida, tediosa, irrespetuosa, no esperemos que el niño
quiera ir y que vaya adquiriendo obligaciones. En la actualidad muchas de las escuelas son
instituciones represivas que confunden enseñanza o instrucción con el proceso educativo, el medio con
el fin, al realizar tareas incongruentes y luego quejarse de que el niño no quiere cumplir con este
ordenamiento. Los contenidos de la enseñanza son el medio para desarrollar la inteligencia del niño,
para enseñarlo a pensar, para educarlo, para enseñarlo a ejercer su libertad.
Los maestros se preocupan porque el niño no aprende, pero no buscan métodos que hagan placentero
el aprendizaje. Le atrofian el cerebro y éste se resiste a ello por su propia naturaleza congruente. La
explicación de que no aprenda en la mayoría de los casos está en la metodología, no en su
capacidad; se ha demostrado que un niño muy pequeño puede aprender a leer, escribir, matemáticas
o idiomas si se le enseña adecuadamente, pocos niños escapan a esta regla. Pero también sucede lo
contrario, si no se le enseña en forma adecuada se dificultará su proceso de aprendizaje, se atrofiará
la capacidad intelectual y la persona terminará creyendo que el niño es incapaz de aprender. Cuántas
personas están convencidas de que no pueden aprender otro idioma por la metodología que se
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empleó para enseñarles y cuántos niños mal alimentados hablan zapoteca, otomí y castellano en
nuestras comunidades indígenas, lo cual demuestra que tienen una capacidad intelectual bastante
respetable.
Igual que en el juego de dominó, al niño hay que plantearle las alternativas que vemos para que él elija
la que más le conviene o bien darle la oportunidad a que proponga otra. Esto puede colocar al niño en
el conflicto de tomar una decisión, por lo que a nivel neuronal aparecen nuevos brotes que favorecen el
crecimiento del cerebro y la formación de niños pensantes, no dóciles como desean la mayoría de los
adultos.
Nunca decimos al niño “no pegues”, cuando otro compañero le está pegando, tampoco le decimos
“defiéndete o dile a la maestra”. Esas palabras carecen de significado si no le explicamos cómo se
hace lo que quieren decir, de otra manera esperamos que el niño obedezca cuando ninguna de las
opciones que planteamos resuelve su problema. Lo primero que hacemos es dejar claro que el
problema es de él, preguntándole qué piensa hacer para resolverlo y después le hacemos las
sugerencias que creemos que pueden servirle para que elija la que crea conveniente o sugiera otras. Si
falla revisamos el procedimiento hasta descubrir que fallo.
Los padres tienen derecho a transmitir a sus hijos valores, gustos o preferencias, para lograrlo deben
expresarlas de acuerdo con la naturaleza y la coherencia lógica. Es el adulto, al tener el deseo de que
el niño concrete determinada actividad, quien debe preguntarse qué hacer para que el niño lleve a
cabo lo que él quiere, cómo convencerlo, no vencerlo porque es más fuerte y tiene más poder.
Ejemplifiquemos: la mamá considera que el niño debe consumir algún alimento porque es nutritivo y
seguramente tiene razón, pero el niño no se mueve en esa esfera, es difícil convencer a alguien que
consuma algún alimento con el argumento de que es nutritivo. La madre tiene que hacerlo sabroso,
atractivo para que el niño lo pruebe y lo coma. El niño, igual que los adultos, ingiere la comida porque
le gusta, no porque está convencido de sus bondades.
En el mercado, el adulto tiene la intención de comprar una mercancía, pero no a un determinado
vendedor. Es el vendedor el que tiene que hacer atractiva la mercancía para que el cliente se la
compre, es un error querer obligarlo a comprar y nunca se le ocurre. Se valen todos los recursos que su
imaginación le dicte.
Si quiere que el niño lea, lo apropiado es que lo induzca a la lectura, leyéndole, llevando material
atractivo para que lo lea, no obligándolo a leer todas las tardes porque resulta contraproducente. Lo
mismo si desea que escriba, le pedimos que nos cuente un cuento, nunca ponerlo a copiar textos con
el pretexto de que mejore la letra.
Si el adulto desea que el niño aprenda a compartir, lo peor que puede hacer es quitar el juguete al niño
para dárselo al hermanito, diciéndole que no sea egoísta. A nadie le gusta que le quiten lo que le
pertenece, se enoja, y es válido. Cuando se respetan las propiedades del niño, se le va formando el
sentido de propiedad y el respeto a la propiedad del otro, y sobre todo la satisfacción que causa el
compartir, una de las formas más fáciles de producir endorfinas, las sustancias re compensadoras del
cerebro, consideradas dadoras de placer, que a la larga alejan a los jóvenes de la fármaco
dependencia. El niño es egoísta por naturaleza, aprende a compartir por conveniencia, por la
descarga de placer con que le recompensa su cerebro al ver la satisfacción del otro.
La responsabilidad significa responder, ser el responsable significa ser el que responde y la respuesta
viene en un principio de la madre o del hijo, según a quien dirijamos la pregunta. Pensemos en la
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comida, quien tiene que respondernos si tiene hambre obviamente es el niño. Desde recién nacido la
naturaleza le ha dotado del mecanismo cerebral para detectar cuándo el nivel de glucosa ha bajado
hasta cierto límite y desencadenar la respuesta que consiste en el llanto. A la madre le toca acercarlo
al pezón y más tarde a la mamila; al niño le toca tomarlo o dejarlo. Tiempo después al niño le toca
pedir la comida verbalmente o con alguna otra señal, a la madre le toca prepararla y servirla.
Después, al niño le toca preparar la mesa, lavar su plato o los platos, preparar la comida, comprarla y
ganar dinero para poder adquirirla.
En la medida que el hijo se hace independiente, la responsabilidad de los padres disminuye. Lo mismo
sucede con otras responsabilidades como la salud, la seguridad, la educación y las diversiones.
Cuando los padres no van facilitando la independencia del hijo dejándole poco a poco su
responsabilidad, es porque tienen la intención, muchas veces no consciente, de mantener el control
toda la vida.
Así, para lograr que los niños sean obedientes con la naturaleza tenemos que mostrarles cuáles son
las alternativas que vemos para que ellos elijan la más conveniente, sin dejar de tener en cuenta que
hay alternativas que, aun cuando en otro contexto existen, en ese momento no están presentes y, por lo
tanto, no son tomadas en cuenta como opciones, dependen de las circunstancias
En el caso de la alimentación nosotros somos los responsables y las alternativas las planteamos en el
tiempo y en espacio, No nos confundamos. Los planteamientos deben ser claros para que el niño
pueda tomar una opción, nunca crear confusiones y después quejarnos diciendo que el niño no
obedece. Si queremos que obedezca tenemos que aprender a mandar, aprendiendo a obedecer a la
naturaleza.
LOS NIÑOS NO DEBEN PEDIR PERMISO A SUS PADRES Y ÉSTOS NO DEBEN ANULAR SUS COMPROMISOS, PARA PODER ENSEÑAR A
LOS NIÑOS A SER RESPONSABLES. ES IMPOSIBLE EVITAR JOVENCITAS EMBARAZADAS Y JÓVENES FARMACODEPENDIENTES SI NO SE
LES RESPETÓ CUANDO DIJERON NO Y DESPUÉS NO SE LES ENSEÑÓ A DECIR NO.
LA EDUCACION EN LIBERTAD
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U
n niño muy pequeño es capaz de reconocer los sabores y decidir si un alimento le gusta o no, si le
causa placer o repulsión. Cuando el adulto obliga al niño a comer lo que no le gusta lo está
preparando para manifestar una conducta regida por el miedo al castigo, además de que no se
detiene a pensar que la misma sensación de rechazo o de repugnancia que él tiene o tuvo, es la
misma que tiene el niño. Entonces, ¿por qué tienen que quejarse los adultos, sobre todo los profesores,
diciendo que el niño puede pero no quiere y que hay que quebrantar su voluntad y obligarlo a hacer lo
que no quiere? Nunca ha sido el objetivo de la educación formar individuos sumisos y obedientes, sino
desarrollar su capacidad de pensar y decidir lo que es lo mismo que favorecer la maduración de la
zona frontal del cerebro.
Cuando un niño presenta en la escuela un problema de conducta, nos estamos refiriendo a una falta
de respeto hacia los demás, le toma sus pertenencias, o asume una conducta violenta hacia los otros,
ambas se refieren a una falta de respeto a los otros porque bien no ha aprendido las normas, existe un
problema de índole emocional, las personas mienten por miedo al castigo, roban afecto o atención.
La mayoría de los adultos, padres y maestros, se asustan cuando escuchan la palabra libertad la
entiende como que haga lo que quiera y eso no se puede hacer, es vivir en la fantasía de la
omnipotencia por miedo a perder el control. Para explicar en que consiste la libertad y podamos
correlacionarla con la actividad de la zona frontal del cerebro mencionada arriba, imaginemos que
estamos jugando dominó. Nos encontramos con que las reglas del juego están ya determinadas, el
número de fichas, cómo se juega, quién tira primero, etc. El siguiente paso es la distribución de las
fichas, lo cual se hace al azar, después de revolverlas, y de aquí en adelante es donde se ejerce la
libertad eligiendo de las fichas que puede usar haciendo, activando el tercer nivel de la zona frontal,
de las que concuerdan con la ficha pedida por el desarrollo del juego la que considere más
conveniente; no puede tirar la que él quiera. Ante cualquier dilema en la vida diaria los padres y los
maestros aprovechan el momento para desarrollar la innata capacidad de decidir.
Tenemos las fichas que nos tocaron, las que el azar o la suerte nos dieron igual que en la vida si
aceptamos la tesis de Simonne Weil, conocemos las reglas; ahora ya podemos hacer uso de nuestra
libertad, decidir qué ficha tiramos o más bien cuál no tiramos después de haber examinado las
alternativas que tenemos para ganar. Nunca tiramos la ficha que se nos antoja, hacerlo equivale a lo
que muchas personas llaman libertinaje. La vida de los seres humanos está regida por el
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determinismo, la casualidad y la libertad, en ese orden.
Necesitamos ver cuáles fichas tenemos, cuántas de cada una,
cuáles están sobre la mesa, cuántas han tirado, cómo están
jugando los otros. Después elaborar todo un plan para ganar,
planear cada jugada para ganar y hacer perder al otro. Ese es
el juego de la vida que los padres enseñan a sus hijos, con la
diferencia de que ahora no empleamos fichas, empleamos
argumentos. Gana quien tiene el argumento de mayor peso y
éste, aunque disguste a muchos adultos, cuando se dice “no
quiero”, no tenemos argumento para enfrentarlo. Es cuando hay
que emplear otra clase de argumentos, imitando a la naturaleza, para convencer para llevarlo al
punto de vista del otro, y no tratar de doblegar la voluntad del niño con el pretexto de que se es adulto
y por eso se tiene razón, aunque esto muchas veces no sea verdad. A eso se refiere Simonne Weil
cuando dice que el hombre nació para ser libre porque piensa
Se considera que un niño se porta bien cuando hace lo que el adulto le manda, pero en el juego del
dominó se porta bien si, una vez examinadas las circunstancias, el niño tira la ficha que considere que
es la adecuada, por lo tanto en la vida diaria el niño debe obedecer al adulto siempre y cuando
considere que éste tiene razón, exponer sus argumentos frente a los del adulto. Esto quiere decir que
en el transcurso de su desarrollo y crecimiento, el niño tendrá que aprender a discernir si el adulto tiene
razón o no si coincide con la realidad, en lo que está mandando, si sus argumentos son más acordes
con la naturaleza que los del niño. Más tarde, siguiendo este procedimiento, tendrá que obedecer a la
naturaleza siempre y cuando no pueda modificarla y dominar. He ahí la importancia de este
conocimiento en la educación del niño.
El autoritarismo, el castigo o la amenaza, por el contrario, engendran mentes no pensantes, atrofian el
cerebro. Si hubiéramos obedecido siempre a la naturaleza, si no tuviéramos la capacidad para
cuestionarla, si el hombre no la hubiera cuestionado, jamás se hubiera inventado la rueda, la aviación;
las computadoras ni se hubiera modificado el modelo de observacion de la estructura de la realidad.
Esa es la historia del desarrollo tecnológico y científico; la ciencia descubre las leyes de la naturaleza,
no las inventa y la tecnología las modifica cuando puede. Así desafiamos la ley de la gravedad
sabiendo cómo funciona, incrementamos nuestra velocidad de traslado, algunas leyes genéticas y
otras más.
Un niño nunca se porta mal, se porta como niño y un adolescente se porta como tal, he ahí otra
incongruencia cuando el adulto quiere que el niño y el adolescente se porten como un adulto o mejor
que un adulto. En las travesuras de los niños no existe maldad, sólo un deseo de conocer cómo
funciona la naturaleza a través de la experimentación activa, por lo tanto en esa interacción muchas
veces se equivocan y causan algún desaguisado, rompen un plato, tiran una silla, escupen desde la
ventana, corren riesgos absurdos que son como dice Homero Simpson “los que dan sentido a la vida”,
algo muy difícil de comprender por muchas de las personas mayores.
Expliquemos al niño que esa actividad no se hace ahí, o a esa hora. El padre dice al hijo “no fumes
delante de mí, a mi no me grites o no me pegues”, nunca dice “no fumes o no pegues”, o que hay algún
riesgo que le enseñamos cómo evitar, tomando con fuerza y firmeza el plato para que no se le caiga,
enseñándole a quitar o rodear los obstáculos con que pueda tropezar y lastimarse, jamás diciéndole
“no lo hagas” o, peor aún “te lo dije” y enseguida castigarlo para evitar que vuelva a hacerlo.
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El niño va a aprender a vivir con miedo al castigo y a plantear alternativas para evitarlo, de hecho
mucha gente viola las normas si no hay quien lo castigue, tira basura en la
calle aunque se tapen las coladeras y se inunde su calle o la ciudad.
Proponer crearle conciencia es muy difícil por no decir imposible, hay que
educar al niño. A un niño que no teme al castigo le ordena la madre que se
siente, el niño dice que no quiere hacerlo, la madre insiste hasta que se
sienta, el niño obedece y descubre la alternativa cuando contesta: “me
siento por fuera pero por dentro sigo parado”.
Hay niños que por alguna razón tienen periodos de atención más cortos que
la generalidad y el adulto exige que el niño atienda el tiempo que él espera
o desea y, por la misma naturaleza del niño es imposible, sobre todo si esta
situación se debe a un problema neurológico o a otras a situaciones de índole emocional. Llama la
atención que uno de los problemas más graves de los que se quejan los maestros, se presenta cuando
el niño, a pesar de esos períodos cortos de atención, conoce la respuesta a lo que se le pregunta,
demuestra capacidad por encima del promedio, sin embargo el maestro no sabe qué hacer con él,
cómo castigarlo para lograr que atienda cuando el propósito es que el niño aprenda y se está
cumpliendo, y este hecho le impide ver la capacidad superior del niño que con menos recursos de
atención que sus compañeros tiene el mismo aprovechamiento, porque el maestro exige que atienda,
no que aprenda.
Los niños son inteligentes, eso quiere decir que son congruentes, no entienden cuándo el
planteamiento que se les hace pierde esa congruencia. Así, no es extraño que el niño se niegue a
hacer la tarea cuando se le ordena que copie el libro, conteste un cuestionario u otros trabajos por el
estilo, argumenta que ya lo hizo una vez, y tiene razón. Sin embargo no se niega a poner la mesa o a
lavar un plato porque va a comer en él. No es difícil que el niño acepte recoger sus juguetes o tender la
cama, si se le presenta un buen argumento para que lo haga. No basta que lo ordenen los adultos.
El adulto exige que el niño entienda cuando él explica, es cierto que para que el otro entienda se
necesita explicar, pero en el caso de los niños también esperar a que tengan la capacidad para
entender, lo cual aparecerá seguramente con la maduración del cerebro.
El lenguaje con que el adulto se dirige al niño debe conservar esa coherencia, esa congruencia con el
pensamiento del niño. No se puede esperar que el niño entienda que una petición de ayuda conlleva
una obligación para él. Y no es extraño escuchar el planteamiento del adulto cuando dice que el niño
tiene obligación de ayudar o que lo tiene que hacer porque él o ella se lo piden. Esto en buen español
es una incoherencia: o me lo pides o me lo mandas.
Muchas veces el adulto dice al niño lo que espera de él, cómo espera que se comporte, esto es
correcto, lógico, pierde la congruencia cuando se presenta la conducta otra vez y el adulto reclama
diciendo: acuérdate en lo que quedamos, pero nunca quedamos en algo, nunca llegamos a algún
acuerdo, nunca negociamos. “Tú dijiste y yo escuché”, podría responder el niño.
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LAS DISFUNCIONES CEREBRALES.
N
o perdamos de vista que el cerebro en buena medida funciona como una estructura biocibernética
que se alimenta con información transformándola en ideas, pensamientos y sentimientos los cuales
como toda estructura viva nacen crecen, se reproducen y mueren y así como la información organiza y
madura el cerebro también la información puede desorganizar su actividad y entorpecer el proceso de
maduración. Por eso en el caso de los niños con problemas de conducta tenemos que examinar como
está funcionando el cerebro y cuáles son las causas por las que se ha desorganizado que pueden de
índole biológica, emocional o social agravando un problema de conducta.
El problema empieza a generarse cuando aparecen niños distraídos o inquietos en cuyo caso nos
preguntaríamos si ante un requerimiento específico el proceso de atención, que consiste en dejar
pasar cierto tipo de información e impedir el paso de otra, se puede mantener durante el mismo
tiempo que lo hacen los niños de su edad o si antes de lo esperado esta atención se dirige a otro tema
cómo sucede en un niño más pequeño, lo cual no quiere decir que nos encontremos ante una
inmadurez o un retraso en el desarrollo a no ser que especifiquemos que no estamos refiriendo
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exclusivamente al proceso de atención. Si nos encontramos con esta situación donde los patrones no
coinciden buscamos la respuesta enfocando el problema desde otro ángulo. No nos limitamos a
considerar al niño un problema y achacarle toda la responsabilidad diciendo que si puede, que es
muy inteligente, pero no quiere. Hablar de atención dispersa es referirnos a un fenómeno que no existe
en la naturaleza, la atención se dirige hacia algún objeto del conocimiento, siempre al más atractivo,
está en alguna parte y se mantiene durante determinado tiempo sobre ese objeto. Utilizar un concepto
inadecuado es confundir al alumno y a sus padres.
Por esa razón si queremos saber si el cerebro funciona adecuadamente recurrimos en primer lugar a
construir la historia clínica pedagógica del niño, si es distraído, inquieto, ante cuales circunstancias.
Exploramos si la tarea que se le encomienda realizar es o no atractiva para él, no nos limitamos a
aceptar lo dicho por el adulto que no cumple con las tareas, no termina su trabajo escolar o no las
sigue indicaciones del maestro.
En cuanto tiempo aprendió a leer, cómo le enseñaron, tomamos en cuenta el método con el que le
enseñaron y si no ha aprendido ¿Por qué? En fin todos los datos que podamos recabar acerca del
proceso de enseñanza aprendizaje de la lectura escritura y el cálculo y preguntamos, también; si en su
proceso de desarrollo y crecimiento no sufrió daño alguno, durante el embarazo o en el momento del
parto, si este fue natural o mediante cesárea, vamos comparando la conducta del niño con patrones
conductuales y de aprendizaje que consideramos normales.
El siguiente paso es preguntarnos cómo se le enseñó al niño, también en la aplicación de los métodos
pedagógicos existe la iatrogenia, aparición de síntomas derivados de la mala aplicación de un
procedimiento pedagógico, la enseñanza de la letra script puede provocar problemas de inversión de
letras lo que no puede suceder con la manuscrita. No podemos perder de vista que la metodología
puede estar entorpeciendo el proceso de aprendizaje, pero esa situación agravaría el problema, en
ningún momento lo provocaría.
Como ya hemos hablado de la relación de poder como un elemento desorganizador de la actividad
del cerebro, desde otro punto de vista, hemos tomado como modelo para examinar su organización
funcional del cerebro, con una metodología dialéctica, tanto el análisis visual de
Electroencefalograma como su análisis cuantitativo representado en el mapeo cerebral y
comparándolo con un patrón de organización que consideramos normal que junto con el examen del
niño y su historial clínico pedagógica nos permite establecer un diagnostico y un pronóstico más
acertado.
En el análisis visual del EEG se nos reportan alteraciones predominantemente en la región frontal del
cerebro, encargada de la elaboración de los planes, la ultima que madura y por lo tanto la primera
que se afecta dificultando los procesos de inhibición. Estas alteraciones se manifiestan como ondas
lentas, semilentas de bajo o alto voltaje, espigas de alto bajo y mediano voltaje que cambian de
frecuencia y voltaje durante el mismo estudio. Paralelamente, o independientemente, la presencia de
estas alteraciones puede darse en el lóbulo occipital, parietal y temporal. Interpretar estos datos como
inmadurez bioeléctrica aunque es correcto al educador no le sirve de mucho si no lo correlaciona con
otros datos de la clínica pedagógica.
En algunos casos se nos reportan descargas breves generalizadas o actividad paroxística. Lo cual
significa que la actividad cerebral en algún momento y brevemente se desorganiza, el tiempo
suficiente para que la atención al reorganizarse se dirija a otro tema y el niño se distraiga, impida
frenar un impulso y la acción continúe su curso por lo que dicen que no atiende a las indicaciones o no
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mida el peligro,
UNA DESCARGA BREVE GENERALIZADA
En el análisis cuantitativo o mapeo cerebral encontramos disminución en el voltaje de las ondas alfa
que ocupan un lugar importante en el proceso de atención así como en el poder relativo relacionado
directamente con la organización de la actividad cerebral vemos una pobre organización de los ritmos
fundamentales, es decir una disminución más o menos significativa del ritmo alfa con significación
importante en la manifestación del proceso de atención y como consecuencia un incremento de los
otros ritmos sobre todo de los que se presentan en los periodos de sueño.
Poder relativo, Disminución del porcentaje del rimo alfa.
Si interpretamos estos datos como una disfunción cerebral, una falta de organización de la actividad
cerebro la pregunta que surge es sobre cuál es el papel del educador para organizar dicha actividad.
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BIBLIOGRAFIA
Doman, G
Luria, A.
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Piaget, J.
Weill, S.
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