crucero al verano cap 03 "amaria un retweet de jodorowsky"
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VICTORIANO RODRIGUEZ
CRUCERO AL VERANO 2012
Publicación Digital Gratuita. This work is licensed under a Creative Commons Attribution-
NonCommercial-NoDerivs 2.5 Generic License. Esta obra está bajo una licencia.
Inspirado en el fuego Leonino, en la luz. En el aquí y
ahora, en la autenticidad, en la poesía y en los sueños
que llaman a media noche.
CAPITULO III
AMARIA UN
RETWEET DE
JODOROWSKY
Luego de varias hermosas experiencias jugando con los rayos de sol cuando viaja en taxi de regreso a su casa, Carmela se sintió tan poética e inspirada que sabía de manera intuitiva que toda esa energía tan movilizadora tenía que ser canalizada. Primero empezó escribiendo pequeñas frases en
una antigua agenda -"Enero en la piel", pucha me
parece muy del Festival de Doma y Folclore de
Jesús María, ¿la gente se daría cuenta que no
tengo nada que ver con la filosofía gauchesca
Argentina? - Seguido de su pensamiento imagino
infinidad de objetos decorativos, más precisamente
motivos regionales con su frase y su nombre. Para
ella esa comparación era algo realmente
perturbador. Pero había algo en ese "enero en la
piel" que seguía atrayéndola poderosamente.
Pensó incluso que debía escuchar por primera vez
un álbum de Atahualpa Yupanqui pero no sabía ni
siquiera como escribirlo en Google y fue ahí que le
sobrevino un chiste al respecto -"atawualpa YOU-
punk-e". Inmediatamente proyectó que ese sería el
comienzo de una larga y nueva vida delictiva
haciendo grafitis chistosos en las paredes de sus
vecinos mientras dormían, pero se conformó con el
cliché de anotarlo con labial en el espejo del baño,
solo esperaba no ser víctima de un accidente
domestico o morir sin antes borrarlo.
Una mañana, mientras se preparaba un té en la
cocina, creyó ser víctima de una epifanía. No había
otra opción más que ser víctima porque Carmela
no era una persona religiosa.
En resumidas cuentas al sacar de la taza la
cuchara con la que había apretado el saquito de té,
el objeto mezclador reflejo a su piel un rayo de sol
repentino que venía directamente dirigido a través
de la casa. En un paréntesis mental, también se dio
cuenta que la cuchara quizás nunca había tocado
un gramo de azúcar, en su casa no se consumía
azúcar y ella no la había probado desde los
dieciséis años.
Más importante aún, ese rayo de sol venia desde
algún lugar muy extraño, pues las ventanas
frontales de la propiedad solo se iluminaban al
atardecer. Pero el rayo solar atravesaba el
comedor, se reflejaba en el cuadro del retrato de su
bisabuela, leonina igual que ella. A su vez venia
desde la planta alta de la casa, bajaba por las
escaleras impulsado potentemente por el espejo
que decoraba el descanso. Dicha luz llegaba allí de
manera casi sagrada desde la ventana de su
dormitorio.
Hasta el momento todo indicaba que incluso podría
manifestarse la mismísima Virgen María o que
Atahualpa Yupanqui había descendido al mundo
consumido en rabia por el grafiti del baño.
Puso coraje en el trayecto, camino hasta su
ventana y vio que las conexiones aún seguían, el
vecino se había comprado un auto nuevo, el cual
estaba estacionado como haciéndole burla justo
bajo el sol y en el perímetro despejado entre árbol
y árbol que permitía ver la vereda de enfrente. Y lo
potentemente cegador del asunto era el intenso
mal gusto del señor que al adquirir el vehículo lo
prefirió plateado. Era evidente que pretendía llamar
la atención de toda la cuadra.
Más irritada que desanimada por la aventura, volvió
hasta la cocina y el té estaba a la temperatura
exacta para disfrutarlo. Prendió su computadora,
abrió su casilla de correo, borro los quince spams
sobre Viagra y banalidades. Probó el té y por
primera vez en mucho tiempo le pareció amargo -
¡Algo amargo se le debe haber mezclado!-
exclamó, se levanto y volvió al lugar donde lo había
preparado, el cual aún estaba siendo alumbrado
por aquel rayo de luz. Observó a su alrededor y
perturbadoramente ese cuadro de su bisabuela
parecía estar sonriendo - ¡¿A vos te gustaba
Atahualpa?!- le pregunto a Dora que se encontraba
en el otro mundo y quizás por eso no pudo
contestarle de manera inmediata.
Era un momento de mucha incertidumbre para
Carmela, entre tantas revelaciones recordó tener
en su cartera un sobrecito de azúcar que le había
dado Teodora un día caluroso por si se le bajaba la
tensión. Lo agregó al té con vergüenza y dio el
primer sorbo observando al cuadro un tanto
indignada. El retrato fue instantáneo, recordó a su
bisabuela Dora regalando paquetes de azúcar que
representaban para ella la prosperidad. Recordó
esos abundantes almuerzos de domingo en los que
toda la familia se reunía a comer desaforadamente.
El paisaje de una mesa abarrotada de carnes
asadas de casi todas las especies que se podían
conseguir en el mercado, esa sensación de exceso
y colesterol inundándolo todo hasta producirle una
inflamación psicosomática en la garganta. Una
evidente señal de rechazo por todo aquel que
dijera ser sangre de su sangre, pariente.
Había sido terminante con su conducta alimenticia
desde entonces por miedo a ser grosera,
inconsciente y obesa. Ahora, ¿cómo haría para
explicarse a sí misma que el azúcar quería volver a
su lista de gustos?
Todo parecía decir que no eran solo hechos
aislados y la conexión con el más allá estaba tan
presente que no era difícil suponer que vendrían
por ella en muy poco tiempo.
Se acerco nuevamente frente a su computadora
como un pecador a la hora de confesarse y entre
sus noticias personalizadas en el portal de Google
vio un emisario, un pájaro celestial. Al darle clic le
pregunto "¿Qué está pasando?". Registración de
por medio la modernidad voló hacia ella y se llamo
Twitter.
En pocos minutos había olvidado sus Expedientes
Secretos X. Sabía que ese era su lugar, desde
siempre había pensado todo en la longitud máxima
de ciento cuarenta caracteres, ¡eso tenía que ser
otra señal!
Una semana de tormentas fue la excusa perfecta
para no salir de la casa, decirle a su empleada
domestica que se tome vacaciones y hacer migas
en las redes sociales.
Rápidamente sumo una interesante lista de
seguidores y sus tweets eran recibidos con gran
aceptación y popularidad.
Una noche desvelada en Twitter descubrió a
Metronomy y su sonido tan veraniego, lo cual la
hizo dar cuenta de lo mucho que extrañaba al sol.
Su Tweet fue:
"Carmela @eneroenlapiel: Habrá de donde descargar un backup de todos mis eneros?"
"What Kate Did @oeste @eneroenlapiel cuantos serian? En respuesta a Carmela" "Carmela @eneroenlapiel @oeste Eso no se pregunta! En respuesta a What Kate Did"
Las menciones continuaron, fueron entretenidas
hasta que los usuarios empezaron a esfumarse.
Llego un momento de llanura en el que los tweets
cedieron y comenzó la monotonía de Twitter. Todo
tiene su ocaso y decadencia, pero ella permanecía
Online.
Sintió una adicción al vacio, era como viajar
infinitamente por La Pampa Argentina, todo se
repetía en un trance que avanzaba con ritmo
hipnótico. Ella al volante de la situación, cabeceó y
se durmió frente al parabrisas de su computadora.
La luz del Time Line se proyectaba directo a su
inconsciente, era un camino de letras. Las letras
conjugaban un eco, producía voces que nadaban
en su cabeza.
Muy despacio fue apretando el acelerador del
vehículo y progresivamente la velocidad onírica se
puso en carrera. Sintió peligro, no podía controlar
la vivacidad de la información, nadie manejaba su
sueño.
El ruido y la luz se acentuaban, era inminente un
poderoso choque, las manos le picaban y aun así
no podía despertarse de la pesadilla.
Todo se aceleró brutalmente hasta explotar en una
imagen aterradora. Se vio desnuda, atada sobre
una cama en medio de la carretera rodeada de
todos sus seguidores que sonreían morbosamente
y le decían "Estamos twitteando sobre tu cuerpo".
Un flash como electroshock la trajo al mundo
nuevamente con los ojos irritados. Observo que
tenía sangre en una mano, un mosquito suicida se
había inmolado de tanto succionar su sangre.
La computadora seguía prendida y la ventana
abierta con el ruido del camión recolector de
basura haciendo sus tareas nocturnas.
Se levanto a cerrar las persianas y fue encandilada
por la luna que se reflejaba en el auto plateado del
vecino. Había luna llena y hacía calor, el verano no
se había ido.
Sintió esa caricia de nuevo en su piel, era un
romance, el sol llegaba vestido de luna llamándola
por la ventana. Quería ir a buscarlo, quería
abrazarlo y vivir con él todo el año. ¿Cómo haría?
Se sentó al borde de la cama mientras se tocaba el
pelo, estaba fatigada por la pesadilla. Suspiró con
las manos sobre sus ojos aliviando su pesar.
Relajó los hombros y respiró buscando paz.
Se metió a la cama nuevamente, tomo su
computadora y ahí estaba "1 Nuevo Tweet". Era
tan incierto ese destino, era abrirle de nuevo la
puerta al inconsciente colectivo. Sintió que ese
portal era como el ropero de Narnia. Pero a ella le
encantaba la aventura, por eso accedió.
Fue el encuentro con el maestro que había tomado
palabras de un alumno y las difundía a los demás
discípulos seguidores:
"Victoriano @victoriano3r Debería prenderle fuego a la casa si es que tengo realmente ganas de irme #jodorowskyjodoroswky @alejodorowsky Retwitteado por Alejandro Jodorowsky"
La mente de Carmela se fundió en negro. Cerró los
ojos y fue absorbida por la perspectiva de su casa,
viajaba suspendida recorriendo el lugar como un
gran pasillo.
Imagino que lentamente volvía a tocar el suelo y en
ese momento todo comenzaba a arder.
Ella en medio de su casa prendida fuego
observando todo aquello que había tenido algún
valor y ahora solo suplicaba auxilio. Lo material
ardió hasta que esas cuatro gigantescas y
abarrotadas paredes se desplomaron. Abrió los
ojos y se sintió libre.
Quería irse, ese lugar era igual que un sarcófago,
ella nunca había querido ser un faraón y sentía
estar viviendo en su propia tumba.
Esos sillones eran los de su abuela, esos cuadros
de su padre. Y a pesar de haber adquirido por
cuenta propia el resto del mobiliario del lugar, veía
que esos objetos eran una vida pasada, no la
representaba, ya no hablaban de ella.
Lo más parecido a un amigo que encontró entre
sus cosas fueron las maletas.
Había cambiado y podía aceptarlo a pesar de tener
sesenta eneros en la piel.
Continuará…