crítica al imperativo tecnológico de filosofía... · 2018-12-05 · sión de futuro más allá...

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Edgar Roy Ramírez B. Crítica al imperativo tecnológico Summary: This paper shows some o/ the risks involved in the technological imperative and criticizes it in the light o/ both the thought o/ L.Winner and G.Hottois. As an alternative to the technological imperative, an ethics o/ responsa- bility is proposed. Resumen: Se aborda el tema del imperativo tecnológico, se muestran cuáles son los riesgos y se critica a la luz de los planteamientos de L.Winner y G.Hottois. Se propone como alterna- tiva una ética de la responsabilidad. Las limitaciones de la ética tradicional frente a los retos planteados por las nuevas tecnologías en su combinación con el mercado y la política, son insuficiencias históricas de las escuelas éti- cas. Estas no podían más que ser insuficientes dado que los problemas son novedosos, no ha- bían aparecido y no pudieron ser anticipados. La estrechez del horizonte espacio-temporal ético tiene su asidero en que las tradiciones éticas pre- dominantes solo se ocupaban de las interacciones humanas. La dimensión de futuro no había apa- recido porque no se sentía su necesidad. La ética previa a la irrupción de la tecnología moderna con su modificación radical de la acción humana en lo que respecta a las posibilidades, al- cance e impactos, podría caracterizarse, siguiendo ...un mundo más habitable y más humano, en el que quepamos todos sin violencia" (J.Ribas). ..... mitología en los escaparates / a cuyos pies las almas sin amante / rezan por un momento cuando pasan / y cosechan sus sueños de la noche... " ( P.Salinas). a Hans lonas, de la manera siguiente: la ética es- taba restringida a los intercambios humanos in- mediatos, es decir, la naturaleza no entraba den- tro de las preocupaciones propiamente éticas. La ética se restringía a las preocupaciones antropo- céntricas. La naturaleza era un otro, ajeno o leja- no, no un interlocutor. Tampoco se tiene una vi- sión de futuro más allá de la vida de cada cual. La ética se ocupaba de la acción de quienes compar- tían un presente. La condición humana tampoco se concebía como objeto de modificación por medio de la techné. El conocimiento necesario para las decisiones éticas no sobrepasa el conoci- miento común, no exigía un conocimiento cientí- fico. La responsabilidad por el futuro del planeta o por el futuro de la humanidad a causa de las consecuencias imprevistas, no buscadas, de la ac- ción, no se hacía presente. El futuro propiamente dicho no entraba en las consideraciones éticas'. Tal caracterización muestra que el quehacer ético no puede más que ir consitituyéndose histó- ricamente, en respuesta a los desafíos que expe- rimenta la acción. Este es el caso cuando el que- hacer ético está a la altura y acepta el reto de la heteronomía, de la facticidad, porque no se con- cibe como una tarea acabada y completa, a la es- pera de aplicaciones. La ética tiene que habérselas con las acción humana, acción que se considera producto de una responsabilidad o atribuible a ella, a la luz del Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVI (88/89), 429-432, 1998

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Page 1: Crítica al imperativo tecnológico de Filosofía... · 2018-12-05 · sión de futuro más allá de la vida de cada cual. La ética se ocupaba de la acción de quienes compar-tían

Edgar Roy Ramírez B.

Crítica al imperativo tecnológico

Summary: This paper shows some o/ therisks involved in the technological imperativeand criticizes it in the light o/ both the thought o/L.Winner and G.Hottois. As an alternative to thetechnological imperative, an ethics o/ responsa-bility is proposed.

Resumen: Se aborda el tema del imperativotecnológico, se muestran cuáles son los riesgos yse critica a la luz de los planteamientos deL.Winner y G.Hottois. Se propone como alterna-tiva una ética de la responsabilidad.

Las limitaciones de la ética tradicional frentea los retos planteados por las nuevas tecnologíasen su combinación con el mercado y la política,son insuficiencias históricas de las escuelas éti-cas. Estas no podían más que ser insuficientesdado que los problemas son novedosos, no ha-bían aparecido y no pudieron ser anticipados. Laestrechez del horizonte espacio-temporal éticotiene su asidero en que las tradiciones éticas pre-dominantes solo se ocupaban de las interaccioneshumanas. La dimensión de futuro no había apa-recido porque no se sentía su necesidad.

La ética previa a la irrupción de la tecnologíamoderna con su modificación radical de la acciónhumana en lo que respecta a las posibilidades, al-cance e impactos, podría caracterizarse, siguiendo

...un mundo más habitable y más humano, en el quequepamos todos sin violencia"

(J.Ribas).

.....mitología en los escaparates / a cuyos pies las almas sinamante / rezan por un momento cuando pasan / y cosechansus sueños de la noche... "

( P.Salinas).

a Hans lonas, de la manera siguiente: la ética es-taba restringida a los intercambios humanos in-mediatos, es decir, la naturaleza no entraba den-tro de las preocupaciones propiamente éticas. Laética se restringía a las preocupaciones antropo-céntricas. La naturaleza era un otro, ajeno o leja-no, no un interlocutor. Tampoco se tiene una vi-sión de futuro más allá de la vida de cada cual. Laética se ocupaba de la acción de quienes compar-tían un presente. La condición humana tampocose concebía como objeto de modificación pormedio de la techné. El conocimiento necesariopara las decisiones éticas no sobrepasa el conoci-miento común, no exigía un conocimiento cientí-fico. La responsabilidad por el futuro del planetao por el futuro de la humanidad a causa de lasconsecuencias imprevistas, no buscadas, de la ac-ción, no se hacía presente. El futuro propiamentedicho no entraba en las consideraciones éticas'.

Tal caracterización muestra que el quehacerético no puede más que ir consitituyéndose histó-ricamente, en respuesta a los desafíos que expe-rimenta la acción. Este es el caso cuando el que-hacer ético está a la altura y acepta el reto de laheteronomía, de la facticidad, porque no se con-cibe como una tarea acabada y completa, a la es-pera de aplicaciones.

La ética tiene que habérselas con las acciónhumana, acción que se considera producto de unaresponsabilidad o atribuible a ella, a la luz del

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVI (88/89), 429-432, 1998

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mejor conocimiento disponible, tanto teórico co-mo práctico. Se está frente a posibles cursos deacción, es decir, frente a una conducta decidiblevinculada, según grados, a una responsabilidad.En el contexto de la tecnología no cabe más queuna ética de la responsabilidad.

Ahora bien, vivimos en una trama tecnológi-ca: cotidianamente nos despertamos al sonido dela alarma de algún reloj despertador, encendemosluces, nos bañamos con el agua que ha sido trata-da y traída hasta nuestra casa, escuchamos la ra-dio, vemos televisión, nos comunicamos por te-léfono, fax o correo electrónico, cocinamos ali-mentos, algunos de los cuales son artefactos o, almenos, producidos tecnológicamente, al igualque la ropa con que nos vestimos. Cuando quere-mos escapamos, al menos momentáneamente, detal trama nos vamos a la montaña o a la playa,que posiblemente sean parques nacionales o re-servas biológicas, por los cuales se hacen esfuer-zos de diverso tipo para garantizar su conserva-ción. Nos vamos con nuestra mochila, el equipode acampar, herramientas, alimentos enlatados -todos producidos tecnológicamente- y cuandocreíamos habemos alejado 10 suficiente de la tra-ma tecnológica, por el cielo pasa un avión de pro-pulsión a chorro y deja su estela, o el vecino en-ciende su equipo de sonido portátil y nos obligaa escuchar algún predicador, algún partido de ba-lompié o alguna canción. No hay huida de tal tra-ma: en este momento, la vida de ciudad como lavida de campo son imposibles sin tecnología. Espreciso evitar la esquizofrenia de denostar la tec-nología y no poder más que vivir con ella: la ca-sa es un enjambre de manifestaciones tecnológi-cas. Hay un cierto aire de paradoja al intentar unahuida de la tecnología utilizándola para ir al cam-po o a la playa en busca de aire fresco, sol y leja-nía de la tecnología. De ahí que la generación deciudades sanas y hospitalarias sea una dimensióndecisiva y hasta imprescindible de una tecnolo-gía éticamente orientada. Es preciso reverdecerlas ciudades y convertirlas en un hábitat amisto-so y acogedor. Recordemos que la ciudad es delos primeros artefactos humanos que es suma-mente importante recuperar.

La omnipresencia de la trama tecnológica di-ficulta una evaluación de ésta; o no se toma laperspectiva apropiada o se exagera en demasía laimportancia.

Las posibilidades abiertas por las tecnologías,que por primera vez en la historia de la humanidad

permiten no solo una manipulación de la natura-leza en general y de la vida humana en particularsino que permiten una profunda alteración deambas, han ampliado el ámbito de 10 que se pue-de hacer, de 10 que es posible hacer. Por ello, seplantea con gran agudeza la pregunta "¿qué he-mos, tenemos, debemos hacer?" El 'puede' haampliado el alcance del 'debe'.

Sobre el qué hacer se plantean varias respues-tas, una de ellas es el imperativo tecnológico. Es-te afirma que 10 que es posible se debe intentar,puede que no sea realizable pero solo se sabrácuando se intente. No hay limitación previa queponga a la empresa tecnológica, ni debe haberlo.El único límite es el impuesto por la naturaleza, loimposible físicamente. Poner límites éticos no co-rresponde, la libertad ha de ser total para llevar acabo investigaciones sobre el genoma y las mani-pulaciones correspondientes, las modificacionesde la procreación humana, los transplantes inte-respecíficos, las modificaciones del cerebro o so-bre lo que se quisiere. Inténtese todo, aplíquesetodo, sin límite alguno. Lo realizable ha de serrealizado independientemente de cómo se juzgaredesde un punto de vista ético o político. Con elimperativo tecnológico se da una curiosa inver-sión del proceso moral: en lugar del 'debe' supo-ner el 'puede', aquí el 'puede' exige el 'debe'. Esdecir, si puede hacerse debe hacerse, no hay otrocriterio. "Así, la factibilidad, que es un conceptoestratégico, llega a ser elevado a un conceptonormativo, con el resultado de que cualquier rea-lidad tecnológica indica que el podemos hacerlose toma en el sentido de debemos hacerlo'','

La ética se torna innecesaria frente a la fasci-nación de 10 posible; hay una renuncia clara enfavor de cierta inevitabilidad de la tecnologíaabandonada a sí misma. Hay una renuncia de laresponsabilidad en favor de la aventura, sin im-portar las consecuencias. La tecnología adquierevida propia, se vuelve autónoma, se torna librefrente a los seres humanos que ven reducida su li-bertad, se convierte en un fin en sí misma.

El imperativo tecnológico es el desconoci-miento de los límites que no sean naturales, es elrechazo de cualquier consciencia de los límites:inténtese todo. El intentar todo, por más encantoque tuviere la exploración de los posible, no pue-de pasar por alto el mal que se puede generar:violencia, sufrimiento, negación de la dignidad,diversidad de atropellos. Aquí no se trata de pre-juicios sino de dimensiones objetivos o fácticas.

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Enfrentamos una renuncia a ejercer la capaci-dad ética al descuidar las repercusiones de lasconsecuencias, puesto que intentarlo todo noquiere decir saber qué va a ocurrir.

La libertad de investigación es un bien impor-tante; pero, en las tecnologías es imprescindibleagregarle una gran dosis de prudencia por cuantola capacidad de actuar desborda la capacidad deprever. Tal prudencia nos advierte que no es ocio-so ni superfluo el que un curso o un desplieguetecnológico pudiere ser peligroso o destructivo y,por ello aunque posible, mejor no intentarlo. Laresponsabilidad aquí implícita contrapesa los en-tusiasmos tecnocientíficos de exploración de loposible cuando se hace sin consideración seria delas consecuencias. Los propugnadores del impe-rativo tecnológico deberían tener presente que al-gunas de las posibilidades podrían dar por resul-tado una tecnología perniciosa.

Varios son los autores que reaccionan frente alimperativo. Por ejemplo, Eric Fromm planteaque si algo ha de hacerse debe ser porque es ne-cesario para el ser humano, "para su crecimiento,su alegría y su razón, o porque es bello, bueno overdadero".' Es preciso buscar razones que vayanmás allá de la mera posibilidad tecnológica y quetengan en cuenta la importancia de las conse-cuencias, buscadas o imprevistas, a corto y largoplazo, de las intervenciones humanas.

Langdon Winner,' por su lado, en un análisispolítico-ético de la tecnología, considera quelos valores y las orientaciones fundamentales nohay que buscarlas fuera de la tecnología, ya quelos despliegues tecnológicos entrañan implícita-mente una forma de organizar la sociedad res-pecto de la distribución del poder, del mejor ta-maño de las unidades de actividad social, de laforma justificada del ejercicio de la autoridad yde los mecanismos óptimos para la toma de de-cisiones. En otras palabras, la tecnología no serestringe a suministrar bienes y servicios, sinoque los productos tecnológicos moldean nuestraconducta; la trama tecnológica no es un contex-to neutral sino que tiene un profundo impactosobre nuestras opciones. En este sentido, Win-ner apunta cómo se han venido dando respues-tas de parte de la tecnología a aspectos centralesde la vida en sociedad como los señalados, so-bre todo a partir de la revolución industrial. Es,en la atinada expresión de Winner, la technéconvertida en politeia. Ahora bien, el percatar-nos que esto ha ocurrido lleva implícito el que

no tenga porqué seguir ocurriendo sin que se leplantee y, a menudo, sin que se le quiera.

Contrario al imperativo tecnológico, Winnerparece sugerir la necesidad de no rendirse frentea una tecnología autónoma y, de esta manera, po-der influir sobre ella. Se trata entonces de organi-zar la tecnología (planteamiento, producción, uti-lización, eliminación) para que cumpla con finesconscientemente decididos sin que se autonomi-ce de las decisiones sociales referentes al bienes-tar, la libertad y la justicia social.

La propuesta de Winner podría denominarse"control democrático de la tecnología", cuya me-ta radica en que los "regímenes tecnológicos"que se acepten sean compatibles con la libertad,la justicia social y otros fines centrales ética y po-líticamente. Es el intento de evitar que el cambiotecnológico ocurra a espaldas de la gente, que ad-quiera independencia. Se trata, en palabras deWinner, de disciplinar el cambio tecnológico conla sabiduría democrática. Esto quiere decir quelas decisiones tecnológicas importantes tendránque ser examinadas a la luz del tipo de sociedadal que se aspira y en concordancia con los finesconscientemente procurados. Ante un cambiotecnológico no se trata ya de adaptarse, sino deplantearse preguntas como las siguientes: "¿Có-mo calza el cambio propuesto con la mejor con-cepción de lo que somos y de lo que queremosque sea la sociedad? ¿Quién gana y quién pierdepoder con el cambio propuesto? ¿Son las condi-ciones producidas compatibles con la igualdad,la justicia social y el bien común". La idea sub-yacente es que socialmente se configure la tecno-logía y no ya que resulte espontáneamente unaconfiguración no planeada. Asimismo, se trata derecuperar la iniciativa y que se tengan criteriospara aceptar o rechazar un determinado cambiotecnológico. Se renuncia al imperativo tecnológi-co con la pasividad que le acompaña.

Por supuesto que en este momento no hay ins-tituciones que estimulen el control democráticode la tecnología, en las que converjan los exper-tos y los ciudadanos a debatir y evaluar las posi-bilidades o repercusiones de una tecnología y lacompatibilidad de éstas con la sociedad que sedesea construir. Tal es una tarea por emprender.

En este contexto de generar un control demo-crático de la tecnología, hay una pregunta queviene presentándose cada vez con mayor urgen-cia: ¿quién se gana el tiempo ahorrado por lastecnologías ahorradoras de tiempo? O, quizás

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mejor, ¿quién debe ganarse tal tiempo? La bús-queda de una respuesta éticamente apropiada esdecisiva. No ha habido un diálogo social en tor-no a este tema. Se ha dado por supuesto, al me-nos en nuestro país, que el tiempo ahorrado se logana, se lo debe ganar, la empresa, el empresario,el empleador, bajo el lema de "ahorrar tiempo esahorrar costos".

Ahora bien, nada dice que como algo se haga,o se haya venido haciendo, tiene que ser la formacómo sea deseable que se continúe haciendo.Perfectamente, en el contexto del control demo-crático de la tecnología, podría plantearse quepor qué los trabajadores, los empleados, no pue-den ganarse parte del tiempo ahorrado. En uncontexto de solidaridad y de eficiencia social,una decisión al respecto podría determinar quelos empleados también pueden ser partícipes deltiempo ganado. Igualmente, se podría tomar ladecisión de dedicar parte de tal tiempo a la crea-tividad (búsqueda de respuestas novedosas quemejoren las condiciones de la empresa) y a la su-peración personal de los empleados. Al menosqueda claro que el automatismo actual no tienepor qué ser la única opción, automatismo respec-to de la ganancia del tiempo por parte del em-pleador -cualquiera fuere su modalidad-o

Humanizar progresivamente el mundo del traba-jo para que se convierta en un proceso productivoen varias dimensiones, es sumamente deseable siconsideramos que la economía es un medio cuyaeficiencia en sentido amplio ha de juzgarse por lacondición de la gente, para que no ocurra que laeconomía le vaya bien mientras a la gente le va mal.

La eficiencia necesita ser repensada, de tal ma-nera que, por ejemplo, algo podría ser más caro y,sin embargo, hacerse porque es más compatiblecon la libertad o porque estimula la justicia social.En este sentido, es claramente pertinente empren-der la indagación respecto de qué tecnología esnecesaria si se quiere estimular la libertad, no re-ductible a la libertad de empresa, la justicia social,la protección a los grupos vulnerables y la conser-vación y enriquecimiento del entorno.

En esta perspectiva de rechazo del imperati-vo tecnológico, una tecnología no se adoptaríasin una evaluación crítica de los cambios queintroduce y los fines que modifica, en vista delos cuales pueda optarse, si fuere prudente, porsu rechazo o por una tecnología alternativa. Laidea subyacente es que el cambio tecnológicono ocurra a pesar nuestro, que la tecnología no

adquiera autonomía respecto de lo que queremosser como individuos ni respecto de la aspiraciónde sociedad planteada como proyecto deseable.

Por todo ello, la creatividad ética se toma ur-gente en la búsqueda de mínimos morales acep-tables por seres racionales que están dispuestos aser razonables. Uno de tales mínimos es precisa-mente conservar la capacidad ética, la posibili-dad de elección y libertad, la capacidad de serresponsable. Tal mínimo se incluiría entre los mí-nimos no negociables. De ahí que un criterio úl-timo para juzgar una posibilidad tecnocientíficase expresa en la pregunta siguiente: ¿se mantienela capacidad ética individual o genérica".' Losretos de la tecnología en su vínculo con la econo-mía y la política, exigen propiamente una éticade la responsabilidad, consciente de su tarea, desus posibilidades y limitaciones. Una ética de laresponsabilidad se presenta como la respuesta alimperativo tecnológico:

"La ética de la responsabilidad debe ser abierta y evo-lutiva. No puede "negar" el futuro, es decir, pretenderplanificarlo para su mayor bien y evitando, a toda cos-ta, errores o tentaciones que son las nuestras. Tenemosante todo, la responsabilidad de legar a las generacio-nes futuras una situación en la que ellas puedan tam-bién ser responsables, es decir, elegir libremente su ca-mino, su identidad y su futuro... La preocupación porel futuro debe ser la de no legar a las generaciones fu-turas un mundo menos rico que el nuestro en posibili-dades y, por tanto, en libertad".'

Notas

l. Jonas, Hans. The Imperative o/ Responsability.Chicago-London: The University of Chicago Prcss,1984: 4-6.

2. Hasan Ozbekham citado en Fromm, E. La revo-lución de la esperanza. México: F.C.E., 1986, p.42.

3. Ibid., p. 41.4. Winner, L. The Whale and the Reactor. Chica-

go-London: The University of Chicago Press, 1986,pp. 47-58.

5. Hottois, Gilbert. El paradigma bioético. Barce-lona: Anthropos, 1991, p.132.

6. Ibid., p.162.

EdgarRoyRamírezB.Institutode InvestigacionesFilosóficas

UniversidaddeCostaRica