crisis energetica py y el testamento de richelieu

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Crisis energética, lo que mata es la imprevisión Los gobiernos están cercados hoy por los problemas que ellos y sobre todo sus antecesores no previeron ayer, ya se llamen crisis eléctrica, criminalidad, sequia o inundaciones, el aumento del desempleo o el descalabro de la educación. Decía Maquiavelo que hay tres clases de personas: las que saben, las que no saben pero saben que no saben y las que no saben pero creen que saben. Estas, naturalmente, son las más peligrosas. El débil Luis XIII, que reinó en Francia entre 1610 y 1643, sabía que no sabía y por eso le encargó el gobierno a un primer ministro que sabía: el cardenal Richelieu. Richelieu escribió un manual de buen gobierno que es conocido como el Testamento político de Richelieu. En uno de los pasajes del Testamento , Richelieu le advierte al rey que "nada es más necesario al gobierno de un Estado que la anticipación (planificar) porque, gracias a ella, se pueden prevenir fácilmente aquellos males que no se podrían curar sino con grandes dificultades en el caso de que se presentaran de improviso". Richelieu no hace distinción entre grandes y pequeños problemas, sino que simplemente pontifica que los problemas que han sido previstos son siempre pequeños. Los que no han sido previstos son siempre grandes. . El resultado de esta imprevisión afecta seriamente, además, las relaciones con Chile, cuyo gobierno creyó que la Argentina cumpliría los contratos de exportación de gas que había firmado. Pero la Argentina desoyó este otro consejo del Testamento de Richelieu: "Los reyes deben examinar cuidadosamente los tratados que van a firmar porque, una vez que los hayan firmado, deberán cumplirlos religiosamente ". . En su dolor o intento por salir del laberinto, los medios y la gente reclaman amargamente del problema pero olvidan que ellos votaron a los populistas y clientelistas administradores que no tomaron las debidas predicciones. Quienes promovíamos y predicábamos las imprescindibles reformas estructurales no generábamos interés político en la gente. La solución o la culpa . Lo peor de esta discusión es que, en vez de mirar hacia adelante para ver cómo se sale de la emergencia, la principal preocupación parece ser sacarse de encima la culpa de haber caído en ella. El Gobierno dice que las culpables son las empresas por no haber invertido. ¿El remedio podría ser, entonces, como se insinúa, estatizar de nuevo la energía para ponerla en manos de un Estado incumplidor? Lo que importa, en suma, ¿no es entonces resolver con visión de futuro la crisis energética sino convencer al pueblo de que los culpables han sido los demás? . Si ha habido culpas en los gobiernos anteriores y en las propias empresas, ¿qué se gana con subrayarlo reiteradamente? También se les atribuirá su parte de culpa, de ahora en adelante, a los ciudadanos que no racionen el consumo. Pero el cuidado fundamental de un Gobierno no debe ser desviar, sino asumir las responsabilidades. .

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Crisis de gestion e incompentencia antes que crisis energetica

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Page 1: Crisis Energetica Py y El Testamento de Richelieu

Crisis energética, lo que mata es la imprevisión

Los gobiernos están cercados hoy por los problemas que ellos y sobre todo sus antecesores no previeron ayer, ya se llamen crisis eléctrica, criminalidad, sequia o inundaciones, el aumento del desempleo o el descalabro de la educación.

Decía Maquiavelo que hay tres clases de personas: las que saben, las que no saben pero saben que no saben y las que no saben pero creen que saben. Estas, naturalmente, son las más peligrosas. El débil Luis XIII, que reinó en Francia entre 1610 y 1643, sabía que no sabía y por eso le encargó el gobierno a un primer ministro que sabía: el cardenal Richelieu.

Richelieu escribió un manual de buen gobierno que es conocido como el Testamento político de Richelieu. En uno de los pasajes del Testamento , Richelieu le advierte al rey que "nada es más necesario al gobierno de un Estado que la anticipación (planificar) porque, gracias a ella, se pueden prevenir fácilmente aquellos males que no se podrían curar sino con grandes dificultades en el caso de que se presentaran de improviso". Richelieu no hace distinción entre grandes y pequeños problemas, sino que simplemente pontifica que los problemas que han sido previstos son siempre pequeños. Los que no han sido previstos son siempre grandes. .

El resultado de esta imprevisión afecta seriamente, además, las relaciones con Chile, cuyo gobierno creyó que la Argentina cumpliría los contratos de exportación de gas que había firmado. Pero la Argentina desoyó este otro consejo del Testamento de Richelieu: "Los reyes deben examinar cuidadosamente los tratados que van a firmar porque, una vez que los hayan firmado, deberán cumplirlos religiosamente ". .En su dolor o intento por salir del laberinto, los medios y la gente reclaman amargamente del problema pero olvidan que ellos votaron a los populistas y clientelistas administradores que no tomaron las debidas predicciones. Quienes promovíamos y predicábamos las imprescindibles reformas estructurales no generábamos interés político en la gente.

La solución o la culpa .Lo peor de esta discusión es que, en vez de mirar hacia adelante para ver cómo se sale de la emergencia, la principal preocupación parece ser sacarse de encima la culpa de haber caído en ella. El Gobierno dice que las culpables son las empresas por no haber invertido. ¿El remedio podría ser, entonces, como se insinúa, estatizar de nuevo la energía para ponerla en manos de un Estado incumplidor? Lo que importa, en suma, ¿no es entonces resolver con visión de futuro la crisis energética sino convencer al pueblo de que los culpables han sido los demás? .Si ha habido culpas en los gobiernos anteriores y en las propias empresas, ¿qué se gana con subrayarlo reiteradamente? También se les atribuirá su parte de culpa, de ahora en adelante, a los ciudadanos que no racionen el consumo. Pero el cuidado fundamental de un Gobierno no debe ser desviar, sino asumir las responsabilidades. .Sean quienes hayan sido los culpables por la situación a la que hemos llegado, por detrás de las discusiones de todos los días planea un dato inquietante: desde el "corralito" en adelante, la Argentina se ha convertido en el paraíso de los incumplimientos públicos y privados. No cumplió el Estado con los depositantes, ni con los acreedores ni con los Estados extranjeros. No cumplieron tampoco grandes y pequeños deudores privados que prefirieron, muchas veces, la vía fácil de la convocatoria de acreedores. Después de todo, en un país donde alguna vez imperó el respeto religioso de nuestros abuelos por la palabra empeñada, quizá nuestras dificultades económicas sólo sean el reflejo de una profunda crisis moral.

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