cría a mano de aves psitácidas - indalocan.comindalocan.com/revistas/criamanositacidas.pdf · su...

8
Cría a mano de aves psitácidas Introducción: Desde tiempos antiguos, las psitácidas (grupo de aves que integran lo loros, periquitos, cotorras y similares) han fascinado a los seres humanos. Su belleza e inteligencia los han convertido en unos de los animales más utilizados como mascotas y cada vez son más frecuentes en nuestros hogares. Sin embargo, como ya se ha comentado, esta afición a mantener en nuestras casas a estos animales vienen de hace ya muchos lustros, incluso milenios, habiéndose demostrado su utilización como mascotas en antiguas civilizaciones como la V Dinastía china (2465 – 2323 A.C.) o el periodo Greco-romano. Incluso ha quedado evidenciado que en estos tiempos antiguos ya se procedía a su cría en cautividad, e incluso a la cría a mano de polluelos jóvenes para convertirlos en mascotas fuera de lo común. Sin embargo, la cría en cautividad y la alimentación y crianza artificial de los polluelos de estas aves a gran escala y de forma realmente eficiente es un fenómeno relativamente moderno, pues hasta hace relativamente poco los alimentos y la tecnología utilizados en estas labores dejaban bastante que desear, siendo abundantes las bajas durante el proceso, aspecto que hoy en día se ha conseguido erradicar, aunque en ciertos países, donde la gente cuenta con pocos medios, y que constituyen grandes exportadores de estos animales, aún la situación dista mucho de ser la ideal. De todos modos, el mayor crecimiento de esta afición se vió propiciada, más que por un interés real en criar estos animales, por la necesidad debida a las restricciones legales en el comercio de estas especies. Así, por ejemplo, en USA estuvo funcionando una severa prohibición sobre la importación de loros y similares entre las décadas de los años 30 y los 70 del siglo pasado, lo que forzó a los criadores a esforzarse a fondo para sacar adelante todos y cada uno de los polluelos que nacían en sus instalaciones, recurriendo si era necesario a la crianza artificial. Esta práctica era bastante frecuente en zoos y centros similares, y empezaron a formularse las primeras recetas “estándar” para sacar adelante a los polluelos criándolos a mano, llegando a su apogeo en la década de los 80, donde la cría mano se tornó una práctica general entre los criadores estadounidenses. Poco a poco, estas técnicas se fueron trasladando al resto del Mundo, a regiones como Europa, Australia, Asia o Sudamérica, aunque algunos criadores, como muchos australianos, fueron inicialmente contrarios a dicha práctica, argumentado que aquellos polluelos que no fueran capaces de salir adelante y abandonar el nido por sí solos, no merecían ser criados, argumento que fue cayendo en desuso paulatinamente. Así, llegamos al momento actual, en que cada vez es más frecuente encontrar en el comercio especializado, o contactando con criadores particulares, todo tipo de pichones jóvenes de psitácidas criados a mano, totalmente mansos, sanos y con un aspecto realmente impecable, como perfectos animales de compañía que, además, gozan de una esperanza de vida realmente notable, siendo unas de las mascotas más longevas que podemos encontrar. Ventajas respecto a loros salvajes: Las ventajas de los loros nacidos en cautividad y, concretamente, de los loros papilleros (nombre con el que también se conoce a los ejemplares criados a mano) son muchas. Aquí expongo algunas de las más remarcables: Mansedumbre: Los loros capturados suelen ser agresivos, chillones y suelen acabar sufriendo estereotipias y otros desequilibrios psíquicos y físicos. En cambio, los loros criados a mano suelen ser animales sumamente dóciles y sociables aunque, claro está, cada uno tiene su propio carácter que lo hace único. Suelen ser mascotas encantadoras y llegan a ser, con el tiempo, uno más de la familia. Salud: Los animales nacidos en cautividad en condiciones controladas, como suele ser el caso de estos loros, suelen gozar de buena salud, siempre y cuando proceda de un criadero serio. Además, no hay que olvidar que los loros nacidos en cautividad no sufren las condiciones

Upload: leque

Post on 08-Jun-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Cría a mano de aves psitácidas

Introducción:

Desde tiempos antiguos, las psitácidas (grupo de aves que integran lo loros, periquitos, cotorras y similares) han fascinado a los seres humanos. Su belleza e inteligencia los han convertido en unos de los animales más utilizados como mascotas y cada vez son más frecuentes en nuestros hogares. Sin embargo, como ya se ha comentado, esta afición a mantener en nuestras casas a estos animales vienen de hace ya muchos lustros, incluso milenios, habiéndose demostrado su utilización como mascotas en antiguas civilizaciones como la V Dinastía china (2465 – 2323 A.C.) o el periodo Greco-romano. Incluso ha quedado evidenciado que en estos tiempos antiguos ya se procedía a su cría en cautividad, e incluso a la cría a mano de polluelos jóvenes para convertirlos en mascotas fuera de lo común.

Sin embargo, la cría en cautividad y la alimentación y crianza artificial de los polluelos de estas aves a gran escala y de forma realmente eficiente es un fenómeno relativamente moderno, pues hasta hace relativamente poco los alimentos y la tecnología utilizados en estas labores dejaban bastante que desear, siendo abundantes las bajas durante el proceso, aspecto que hoy en día se ha conseguido erradicar, aunque en ciertos países, donde la gente cuenta con pocos medios, y que constituyen grandes exportadores de estos animales, aún la situación dista mucho de ser la ideal.

De todos modos, el mayor crecimiento de esta afición se vió propiciada, más que por un interés real en criar estos animales, por la necesidad debida a las restricciones legales en el comercio de estas especies. Así, por ejemplo, en USA estuvo funcionando una severa prohibición sobre la importación de loros y similares entre las décadas de los años 30 y los 70 del siglo pasado, lo que forzó a los criadores a esforzarse a fondo para sacar adelante todos y cada uno de los polluelos que nacían en sus instalaciones, recurriendo si era necesario a la crianza artificial. Esta práctica era bastante frecuente en zoos y centros similares, y empezaron a formularse las primeras recetas “estándar” para sacar adelante a los polluelos criándolos a mano, llegando a su apogeo en la década de los 80, donde la cría mano se tornó una práctica general entre los criadores estadounidenses. Poco a poco, estas técnicas se fueron trasladando al resto del Mundo, a regiones como Europa, Australia, Asia o Sudamérica, aunque algunos criadores, como muchos australianos, fueron inicialmente contrarios a dicha práctica, argumentado que aquellos polluelos que no fueran capaces de salir adelante y abandonar el nido por sí solos, no merecían ser criados, argumento que fue cayendo en desuso paulatinamente.

Así, llegamos al momento actual, en que cada vez es más frecuente encontrar en el comercio especializado, o contactando con criadores particulares, todo tipo de pichones jóvenes de psitácidas criados a mano, totalmente mansos, sanos y con un aspecto realmente impecable, como perfectos animales de compañía que, además, gozan de una esperanza de vida realmente notable, siendo unas de las mascotas más longevas que podemos encontrar.

Ventajas respecto a loros salvajes:

Las ventajas de los loros nacidos en cautividad y, concretamente, de los loros papilleros (nombre con el que también se conoce a los ejemplares criados a mano) son muchas. Aquí expongo algunas de las más remarcables:

Mansedumbre: Los loros capturados suelen ser agresivos, chillones y suelen acabar sufriendo estereotipias y otros desequilibrios psíquicos y físicos. En cambio, los loros criados a mano suelen ser animales sumamente dóciles y sociables aunque, claro está, cada uno tiene su propio carácter que lo hace único. Suelen ser mascotas encantadoras y llegan a ser, con el tiempo, uno más de la familia. Salud: Los animales nacidos en cautividad en

condiciones controladas, como suele ser el caso de estos loros, suelen gozar de buena salud, siempre y cuando proceda de un

criadero serio. Además, no hay que olvidar que los loros nacidos en cautividad no sufren las condiciones

extremas de captura, almacenaje y transporte que los loros capturados, que se ven afectados gravemente por todo tipo de enfermedades, potenciadas por el estrés producido en el proceso del cambio de vida silvestre al cautiverio, con el cambio en cuanto a su entorno, dieta... Todo esto es prácticamente inexistente en los loros nacidos en cautividad y, muy especialmente, en los ejemplares papilleros, completamente acostumbrados a convivir con personas. · Alimentación Los loros capturados suelen ofrecer múltiples problemas a la hora de adaptarse a la

alimentación ofrecida en cautividad. Muchos de ellos nunca llegan a acostumbrarse, y acaban siendo condenados a una triste vida a base de pipas de girasol y, con mucha suerte, alguna mixtura de semillas. En cambio, los loros nacidos en cautividad suelen estar acostumbrados desde que son polluelos a una dieta variada con piensos, semillas, frutas, verduras… Además, como suelen comprarse a una edad muy temprana, es posible enseñarles a aceptar un amplio espectro de alimentos variados, cosa complicadísima en loros salvajes.

Recinto de cría y alojamiento de los pichones:

Lo ideal a la hora de la cría a mano de las psitácidas sería tener una habitación especialmente dedicada para ello, pero la verdad es que, excepto los criadores profesionales, la verdad es que la mayoría de nosotros esto lo tenemos bastante complicado. Así, siempre y cuando sigamos unas reglas básicas, podremos habilitar cualquier rincón de nuestro hogar para dedicarlo a esta labor.

Algo que es importantísimo es la limpieza. Deberemos tener una mesa completamente lisa, sin grietas ni resquicios, cuya superficie deberá estar siempre perfectamente limpia, por higiene y por la salud de los polluelos. Lo ideal es que, cuando tratemos con los polluelos, colocar sobre la mesa algún papel (preferentemente de cocina, por su gran poder absorbente) para evitar que los animales se enfríen demasiado, que se resbalen y que, entren en contacto con la mesa, por si acaso. Por supuesto no hay que olvidar controlar todo tipo de parásitos y demás plagas en el ambiente donde criaremos a los pichones, aunque tendremos cuidado siempre de no utilizar productos que puedan ser agresivos para estos, al menos en su presencia.

En instalaciones complejas, y costosas, como son las de los grandes criadores, suele haber instalados incluso filtros de aire que reducen la presencia de polvo y suciedad en el ambiente, aunque esto es más complicado de ver en las instalaciones de los criadores “normales”. Lo que sí deberá hacerse de forma regular es ventilar correctamente el recinto, para cambiar el aire cada poco y que haya un ambiente sano en la estancia.

Lo más aconsejable, por otro lado, sería colocar la zona de crianza, al menos en las primeras etapas de la vida de los pichones, en un lugar poco transitado, por supuesto fuera del alcance de los niños y de otros animales domésticos, para que los animales no sean molestados y tengan paz, así como, lógicamente, para evitar problemas higiénicos y sanitarios.

Lo ideal sería poder mantener los nuevos polluelos en cuarentena para evitar transmisión de enfermedades, pero si las aves son nacidas en nuestro propio criadero, donde las condiciones son las adecuadas y donde los progenitores, teóricamente, estarán en óptimo estado de salud y perfectamente atendidos, considero esto secundario. Otro tema muy distinto sería que tratáramos con pichones de otros criaderos, en los cuales, por simple precaución, esta práctica no estaría de más, pues más vale no correr riesgos. Para ello, los polluelos de nueva entrada al recinto de cría deberían alojarse en una habitación aparte. Por otro lado, sería conveniente lavarse correctamente e incluso utilizar guantes si se considera necesario cuando vayamos a tocar a los distintos polluelos. Una vez pasado el periodo de riesgo, estas medidas pueden suavizarse.

Los polluelos deberían alojarse siempre en recipientes adecuados. Quizás algunos consideren adecuados elementos como cajas de cartón, cestas, bolsas de papel o similares, pero quizás desde el punto de vista de la higiene y de lo mejor para los animales, deberíamos decantarnos por recipientes de plástico, que deberán ser de diferentes tamaños según las especies y las edades de los pichones. También pueden utilizarse contenedores de cristal, pero quizás los de plástico sean mejores, pues son más baratos, ligeros y resistentes. En dichos contenedores deberemos poner un sustrato adecuado. Este puede ser papel de cocina o virutas de madera. Lo importante es que se trate de un sustrato suave, que no sea abrasivo y que pueda substituirse siempre que haga falta (lo ideal es hacerlo, como mínimo, en cada toma de papilla). Yo he utilizado siempre papel de cocina, pero también conozco muchos criadores que utilizan virutas de madera con éxito. Lo que no hay que utilizar es serrín, pues produce mucho polvo y no es adecuado para los pichones, que lo respiran y puede hacerles daño. Además, es sucio y, para nosotros, incómodo. En caso de utilizar viruta de madera, la mejor es la de pino. Hay que cuidarse mucho de que esté libre de astillas, que pueden darnos más de un disgusto.

A la hora de criar los polluelos, hay varias opiniones. Hay quien prefiere realizar la crianza de forma individual, con los pichones alojados cada uno en un recipiente, mientras que otros prefieren mantenerlos en

grupos, incluso a veces combinando diversas especies. Si nos decidimos por la segunda opción hay que tener cuidado con ello y no mezclar individuos de edades demasiado dispares ni especies con tamaños muy diferentes, para evitar aplastamientos, heridas… Los polluelos que se crían juntos suelen apretarse unos contra otros para darse calor, lo que imita lo que ocurriría en la naturaleza o si fueran criados por sus verdaderos padres. En cambio, cuando tienen frío tienden a esparcirse por el recipiente de cría. Si los mantenemos alojados individualmente esto no podrán hacerlo, pero esto tampoco creo, personalmente, que sea decisivo en el proceso de cría. Hay quien lo considera antinatural, pero realmente no sabría decir hasta qué punto es importante. Yo he criado muchos polluelos de ninfa

individualmente y en grupo y no he notado diferencias sustanciales, aunque quizás los ejemplares criados en solitario eran aún más mansos si cabe que los criados colectivamente.

Las psitácidas recién nacidas, como cualquier ave típicamente nidícola, son incapaces de termorregularse por sí mismos, por lo que necesitarán disponer de una temperatura controlada y constante permanentemente. Si se trata de polluelos muy pequeños, lo ideal es una temperatura constante de unos 36ºC, aunque para ciertas especies concretas quizás haga falta incluso uno o dos grados más. De todos modos, en este aspecto quizás hay que guiarse más por el propio comportamiento de los animales que por cuestiones teóricas. Así, si vemos que nuestros pichones jadean y se mueven continuamente, por mucho que estemos entre los parámetros teóricamente correctos, deberemos bajar ligeramente la temperatura. En cambio, si vemos que los polluelos se amontonan y están siempre quietos, con una digestión inusitadamente lente o con la piel un tanto pálida, puede que estén pasando frío y deberemos darles más calor. Notaremos que los polluelos están correctamente si permanecen callados (excepción es la hora de comer, donde montan auténticos alborotos), duermen prácticamente todo el día y hacen sus necesidades correctamente. A medida que los pichones vayan desarrollándose irán adquiriendo una capacidad de termorregulación cada vez más perfeccionada y podremos ir bajando la calefacción hasta que llegará el momento en que podremos incluso desconectarla completamente, aunque no está de más que esté permanentemente controlada por un termostato, no vaya a ser que una bajada repentina de las temperaturas nos juegue una mala pasada.

Momento de inicio de la cría a mano:

Este es un punto bastante controvertido y cada criador tiene su idea, que considera buena porque le da resultado, aunque no creo que esto haga excluyente a las otras. Así, hay criadores que opinan que lo mejor es que el polluelo nazca ya en un ambiente controlado, por lo cual suelen incubar los huevos artificialmente y los pichones suelen nacer en hacedoras especialmente diseñadas al efecto. Esto es comprensible sobretodo cuando tratamos con especies cuyo montante económico sea muy elevado, para evitar cualquier baja. Otros criadores prefieren que el pichón nazca en el nido, incubado por sus padres, y retirarlo inmediatamente después de la eclosión. Y por último está la opción quizás menos extrema, que es la que yo, personalmente, prefiero, y es la de retirar los pichones cuando empiecen a salirles los cañones de las plumas, después de haber sido alimentados por sus padres biológicos durante unos días. Esto permite a los polluelos la adquisición de una buena flora bacteriana natural, favorecida por las segregaciones regurgitadas por sus padres, así como un correcto desarrollo inicial de su capacidad de termorregulación. Al final, el método a seguir será decisión de cada avicultor pero, sin embargo, siempre hay que estar preparados para criar a mano un polluelo recién nacido, pues en cualquier momento a una pareja le puede dar por abandonar el nido y a los polluelos que se mantienen en su interior, y hay que estar a punto para subsanar el problema, haciéndose cargo de los pichones si es necesario.

Lo que no hay que olvidar nunca es el anillamiento de los polluelos, que nos permitirá garantizar a todo el mundo que se trata de animales nacidos en cautividad y, por otro lado, facilitará su identificación, algo sumamente útil si criamos varios pichones a la vez.

Alimentación: instrumental

Para alimentar a los pollitos necesitaremos un aparato dispensador de alimento. De esos hay gran variedad, y hay quién utiliza cuentagotas, pipetas, dispensadores de plástico para salsas… Sin embargo, quizás el elemento más clásico y también el más cómodo, sea una simple jeringuilla (por supuesto, sin aguja). Otra opción muy utilizada es al cuchara, y a continuación se hablará de ambas.

Las jeringuillas son ideales porque podemos conseguirlas en varios tamaños, lo que permite el poder tener una ideal para prácticamente cualquier especie, desde los grandes guacamayos a los diminutos periquitos. Hay que tener cuidado a la hora de elegir el tamaño de la jeringuilla, sobretodo en lo que respecta a la boquilla, pues una demasiado grande puede producir daños al pichón. Menos importante es que la jeringuilla resulte un tanto pequeña, pero esto también tiene un límite, puesto que si tenemos que llenar muchas veces la jeringuilla para poder saciar al polluelo, esto puede frustrarlo, aparte de que la tarea se convierte en más lenta y pesada de lo que es realmente. También es interesante que la jeringuilla pueda desmontarse completamente, para que podamos limpiarla

concienzudamente, labor que deberemos realizar después de cada uso. A la punta de la jeringuilla podemos acoplar un tubo de plástico, tipo catéter, verter la comida en la garganta en lugar de hacerlo en la boca, aunque hay que tener mucho cuidado porque este método puede producir lesiones. Hay que tener la precaución de que el final del catéter, que entrará en la garganta del polluelo, sea romo, para evitar lesiones. Este sistema es muy rápido, pero tiene el inconveniente de que el polluelo prácticamente no saborea la comida que ingiere, lo que puede desembocar en ocasiones en problemas en el destete. Por eso yo, personalmente, suelo preferir utilizar una jeringuilla sin ninguna modificación. Lo que sí que hay que hacer siempre es administrar el alimento no por un solo lado del pico, sino por ambos, alternándolos, para evitar malformaciones.

El otro instrumento mayoritario para empapillar a los pichones es una simple cuchara modificada de manera que se doblan los bordes laterales asemejándola al pico de un loro adulto, lo que convierte este método en quizás el más natural a la hora de criar a mano a estas aves. También en este caso el tamaño de la cuchara deberá ser acorde con el del polluelo alimentado. Sin embargo, también este método tiene algunos inconvenientes: no permite saber con seguridad la cantidad exacta de alimento ofrecida, suele ser un método más bien sucio, pues el alimento se derrama con frecuencia por las comisuras de la boca, etc. Es un sistema, por lo general, poco higiénico y lento, aunque más parecido a lo que se da en la naturaleza que la jeringuilla.

En cualquiera de ambos casos, lo ideal sería tener una jeringuilla o cuchara para cada pichón o, al menos, para cada nidada, para evitar contagios en el caso de que apareciera alguna enfermedad. De todos modos, siempre y cuando los utensilios se limpien bien después de cada uso, no tiene por qué aparecer ningún problema.

Alimentación: papillas

Antaño, la alimentación de los polluelos papilleros contaba con el gran inconveniente de que no se contaba con una alimentación realmente adecuada para sacarlos adelante. Sin embargo, la creciente demanda de este tipo de animales de compañía se tradujo en un aumento de las investigaciones referentes a este sector, lo que produjo la aparición en el mercado de una gran cantidad de papillas especialmente diseñadas para su alimentación artificial. Las fórmulas de estos productos se han ido perfeccionando con los años, aunque hay que admitir que, entre la gran variedad de marcas existentes actualmente, algunas son de mucha mejor calidad que otras y los resultados que dan, por tanto, son muy variables. En el caso de papillas de calidad deficiente, que por suerte cada vez son menos, podemos encontrarnos con consecuencias negativas dependientes de su uso, como la malnutrición, al no satisfacerse todas las necesidades nutricionales de los pichones. Desgraciadamente, en la actualidad estos productos aún no están sometidos a leyes que los controlen, al contrario que sucede en los alimentos destinados al consumo humano. Sin embargo, como ya se ha dicho antes, la situación está mejorando a pasos agigantados, y cada vez contamos con productos de mayor calidad. Un ejemplo claro es que hasta hace relativamente poco se alimentaba a prácticamente todos los polluelos con fórmulas similares, situación que actualmente ya no se da, dado que tenemos a nuestra disposición papillas con diferente formulación según el ave a alimentar. No es lo mismo una dieta para un Ara

que para una cacatúa, siendo necesario que la primera sea rica en grasas y la segunda en hidratos de carbono, dado que tienen necesidades nutricionales distintas que satisfacer. Esto se ha conseguido mediante estudios de campo de estas especies, que han permitido determinar sus necesidades nutricionales concretas para un completo y correcto desarrollo.

Por otro lado, también es posible preparar papillas caseras a base de papillas para bebés, purés de frutas y verduras, mantequilla de cacahuete… Sin embargo, estos productos no suelen ser tan adecuados como los alimentos preparados disponibles en el mercado. He de decir que, en pruebas que yo mismo he realizado, alimentando pichones de ninfa de una misma nidada y aproximadamente la misma edad con diferentes alimentos, los resultados eran muy variados y bastante concluyentes: alimenté durante el periodo de cría a mano a varios polluelos con papilla especial para la cría artificial 100% pura y a otros polluelos con esa misma papilla pero mezclada con papilla para bebés humanos, aumentando el porcentaje de alimento para niños a medida que las aves crecían. Pues bien, los individuos

alimentados con papilla para psitácidas crecieron más rápido y presentaban un plumaje en mejor estado y más limpio que las alimentadas con papilla para bebés, ejemplares estos que crecieron más lentamente y cuyo plumaje estaba bastante peor, sobretodo por el hecho de que la papilla para niños era extremadamente pringosa y era complicado mantener las plumas en un correcto estado con este tipo de alimentación. He de decir que los polluelos, al cabo del tiempo, acabaron siendo igual de hermosos en ambos casos, pero con un período de tiempo mucho más corto en el caso de los ejemplares alimentados completamente con papilla para cría a mano de psitácidas, por lo que me inclino por el uso de alimentación especial. Hay quién podrá decir que esta alimentación es cara, pero la verdad es que los precios son cada vez más razonable y no encuentro la razón de escatimar gastos en este aspecto, si es que realmente queremos tener unos animales sanos y felices.

Para preparar la papilla especial, generalmente lo único que debemos hace es ponerla en un recipiente perfectamente limpio, un vaso por ejemplo, en la cantidad que queramos, y mezclarla con agua tibia, ni demasiado fría ni demasiado caliente. Una papilla demasiado caliente puede ser especialmente peligrosa, pues cabe la posibilidad de aparición de quemaduras internas en el buche, de difícil solución. Ante la duda, siempre es preferible que esté algo fría antes que demasiado caliente, aunque lo ideal es que esté tibia. Por lo general, una temperatura correcta estará entre los 37 y los 42ºC, poco más o menos. Para comprobar la temperatura puede sernos útil un termómetro, ya que probarla nosotros o tocarla con el dedo no son métodos muy fiables. La papilla debe quedar con una textura fina, homogénea, sin partículas gruesas ni grumos. Tampoco deberá ser excesivamente líquida, pues si es así ofreceremos mucha agua al pichón, pero poco alimento. La papilla, por tanto, debe tener una textura precisa, ni demasiado líquida ni demasiado espesa, homogénea y a temperatura cálida pero sin quemar.

La papilla deberá prepararse justo antes de cada toma y el sobrante deberá ser desechado, ya que se trata de un producto muy perecedero. Hay quien prefiere guardarla de toma a toma, o incluso prepararla en ciertas cantidades, pero lo mejor siempre es prepararla en el momento mismo de la ingesta.

Alimentación: frecuencia de las tomas

Es este, también, un tema muy controvertido, ya que cada criador suele tener su opinión y su propio método al respecto. Hay quien prefiere darles cantidades concretas de alimento en un número de tomas concretas, mientras que otros prefieren darles cantidades variables tantas veces como se piense que es necesario. Otros pueden combinar ambos métodos. Algunos criadores, además, opinan que es necesario alimentar a los polluelos por la noche, mientras que otros opinan que no es necesario. Como es evidente por la existencia de tan dispares opiniones y métodos, la polémica está asegurada.

Yo, personalmente, soy de la opinión de que la alimentación nocturna no es necesaria en la mayoría de los casos, ay que las psitácidas son, excepto poquísimas excepciones, aves diurnas que, durante la noche, no alimentan a sus polluelos. No existe entonces razón alguna para alimentarlos en horas nocturnas artificialmente. Sin embargo, sí es aconsejable intentar acortar el período de tiempo entre la última toma de la tarde y la primera de la mañana siguiente, al menos si se trata de polluelos muy pequeños. Es aconsejable darles de comer por la tarde ya casi de noche, y ofrecerles la primera toma del día siguiente con el alba, ya que los pichones se despiertan al amanecer. De este modo, imitamos bastante bien lo que ocurre en la naturaleza, pues los padres no salen del nido a

buscar alimento para sus pichones de noche, ni tienen alimento en sus buches en esos momentos, pues la comida es digerida durante la noche, mientras descansan. De todos modos, en el caso de polluelos muy pequeños o de especies especialmente delicadas, una toma a medianoche no les va mal.

A la hora de alimentarlos durante el día, lo mejor es ir guiándose del buche para saber cuando el polluelo necesita alimento. Durante el día, el buche nunca deberá estar vacío durante largos períodos de tiempo, por lo que cada vez que lo veamos vacía deberemos proceder a llenarlo de inmediato. Este método nos permitirá ir espaciando las tomas de manera totalmente natural a medida que los pichones crezcan. De todos modos, para el que quiera tener el asunto más controlado, podremos decir que un polluelo recién nacido necesitará una toma de alimento cada dos horas aproximadamente, y estas se irán espaciando en el tiempo hasta que necesitará 3 o 4 tomas diarias. Es en ese momento cuando el pichón suele empezar a comer alimento sólido, aunque seguirá combinando dicho alimento y la papilla durante un tiempo más o menos largo.

Es importantísimo recordar que el buche nunca deberá permanecer vacío mucho tiempo, porque esta situación podría favorecer múltiples problemas de salud, como pérdidas de peso o ingestión de sustrato, así como un aumento de la agresividad en los polluelos, picoteos, peleas… Sin embargo, también es peligrosa la sobrealimentación, que puede provocar el ensanchamiento excesivo del buche, con lo que la cantidad excesiva de alimento administrada no puede quedarse en él y acaba depositándose en los pulmones. Un polluelo con el buche extremadamente hinchado o con problemas extraños de movilidad es un candidato a padecer sobrealimentación.

Lo que también hay que tener en cuenta es que no hay que darles de comer siempre que lo pidan: los pichones de psitácidas pedirán comida siempre que nos vean o nos oigan, pero si correspondemos a sus súplicas aún cuando tengan el buche lleno, lo único que conseguiremos es sobrealimentarlos, por lo que hay que darles de comer sólo cuando lo necesiten realmente, por su propio bien.

Destete y socialización

El destete es un período de tiempo algo delicado, ya que supone el paso de una vida totalmente dependiente a la independencia de las aves adultas, que pueden valerse por sí mismas (aunque dicha situación realmente no es del todo cierta en las aves cautivas).

El primer paso a la hora de empezar el destete es el traslado del animal del recipiente de cría a una jaula propiamente dicha, donde podamos empezar a proporcionarle alimento sólido. Importante es que la malla del fondo de la jaula que separa a las aves de los excrementos sea lo suficientemente tupida como para que los animales se sientan cómodos y no puedan quedar enganchados, ya que no hay que olvidar que es muy posible que a esta edad los pichones aún permanezcan mucho tiempo en el suelo e incluso dormirían en él, por lo que deberemos proporcionarles un buen apoyo para sus patas. La jaula, como cualquier otra dedicada a psitácidas, deberá ser lo suficientemente grande como para que el ave pueda batir cómodamente sus alas en su interior, estirarse completamente y que, cuando esté en el posadero, no toque el techo con su cabeza ni el suelo con las plumas de la cola. Este posadero 8º posaderos) deberá colocarse en un principio cerca del suelo y, a medida que el ave crezca y vaya adquiriendo destreza en su movimientos y fuerza de sujeción con sus patas, podremos ir elevándolo.

En general, las aves preparadas para el destete no suelen necesitar aportes extras de calor ni una humedad tan controlada como los ejemplares más jóvenes, pero sobretodo en el tema de las temperaturas deberemos tener cuidado, y estar preparados para calentar la jaula si bajan las temperaturas en exceso.

Importante es también estimular a las aves durante este periodo con objetos que puedan actuar como juguetes para que se entretengan y adquieran destreza con su pico y sus extremidades, lo que les será de mucha utilidad en el futuro. Especialmente interesante es este aspecto a la hora de ofrecerles el alimento sólido, ya que no hay que olvidar que al principio las psitácidas jóvenes ven en la comida, más que alimento, un objeto interesante con el cual divertirse, Por eso, hay que fomentar los alimentos con formas y colores atractivos, que llamen la atención de las aves. Es este el momento de ofrecerles toda la variedad de alimento que podamos, para que después no se nieguen a comer nada. Alimentos como frutas, verduras, semillas (secas, remojadas, hervidas o germinadas), pan, frutos secos, piensos… Todo lo que se nos ocurra pero que tengamos la certeza de que es beneficioso para el animal. Por tanto, hay que evitar la tentación de ofrecerles alimentos elaborados como chocolates, dulces, guisos…

No hay que olvidar que el polluelo, aunque esté empezando a experimentar con el alimento sólido, deberá seguir tomando papilla durante un tiempo, en principio unas tres tomas, siendo la más vital la de la noche. Hay que impedir que el animal pase hambre en ningún momento, pero tampoco hay que forzarle a comer: a medida que vaya comiendo cada vez más alimento sólido, rechazará la papilla, hasta abandonarla completamente. Este momento suele ser bastante desesperante, ya que el pichón tiene hambre pero se niega a comer papilla, y el cuidador suele acabar embadurnado de papilla para hacerle ingerir una ínfima cantidad. Por lo tanto, sólo queda la paciencia.

Sin embargo, esta aparente rebeldía a la hora de comer la papilla que tan sólo unos días antes les volvía locos, suele contrastar con un carácter mucho más agradable y juguetón el resto del tiempo. Suelen ser extremadamente curioso y les gusta explorar profundamente su entorno, ya que cualquier cosa les llama sobremanera la atención. Este aumento de la actividad, junto con la menor ingesta de alimentos, suele corresponderse con una pequeña pérdida de peso, aunque es totalmente normal y no debe preocuparnos. No hay que olvidar tampoco que el animal está creciendo a un menor ritmo de lo que había hecho anteriormente, que es un factor que también influye en el peso del animal.

El destete es el momento en el cual es más sencillo establecer lazos con el pichón, y es cuando realmente podremos empezar a formar parte de su “bandada”. Los polluelos ya han desarrollado durante el período de la cría mano el comportamiento del “imprinting” (improntación), que consiste en que consideran al que les alimenta como su propia madre o padre, proceso descubierto por el científico austriaco Konrad Lorenz. Sin embargo, es durante el destete y el periodo de tiempo inmediatamente posterior cuando podemos potenciar más este comportamiento. Hay que adoptar siempre la posición de miembro dominante del grupo, enseñándole al polluelo qué es lo que debe o no debe hacer. Un truco para ello es obligarle a que permanezca siempre por debajo del nivel de nuestros ojos, ay que el ejemplar dominante siempre suele situarse a mayor altitud que los subordinados, comportamiento que ocurre naturalmente en los grupos de estas aves. Es importante, sin embargo, tratar al animal con cuidado y dulzura, evitando los gritos

o los movimientos bruscos que puedan asustarlo, de modo que confíe en nosotros y nos identifique como amigos. Sin embargo, hay que tener en cuenta en todo momento que las psitácidas no son todas iguales, y que cada especie o, incluso, cada individuo, suele desarrollar su propio carácter, lo que les hace únicos. Por eso, hay que tener mucha paciencia con ellos, y las caricias, los juegos y las palabras son sumamente importantes para una correcta socialización. También es interesante que sean varias personas en este momento, ya sean familiares o amigos, los que establezcan contacto con el pichón a socializar, ya que si es una única persona la que hace todo el trabajo, muy probablemente el animal tendrá miedo de las demás personas y sufrirá una socialización incorrecta.

Control rutinario

Es interesante, para comprobar que el desarrollo de los polluelos criados artificialmente es correcto, el controlar su peso de forma regular. Para ello podemos utilizar cualquier báscula que nos permita controlar el peso de estos animales con exactitud, teniendo en cuanta que cuando tienen una corta edad pueden llegar a ser realmente minúsculos. Gracias al pesaje podemos detectar problemas de salud que puedan surgir, manifestados en aumentos o pérdidas de peso que en condiciones normales no debieran aparecer.

El pesaje deberá realizarse, lógicamente, con el buche vacío, para que el alimento ingerido no afecte a los resultados del pesaje. El proceso deberá llevarse a cabo colocando en la balanza un papel para evitar que el pichón contacte con el plástico o el metal del aparato, que puede estar frío y provocar molestias al pichón. Por supuesto, todo el instrumental deberá estar, como siempre, perfectamente limpio.

El pesaje deberíamos realizarlos diariamente, preferiblemente siempre a la misma hora, y los datos deberán ser apuntados. Un método especialmente útil para ver si hay algún problema es elaborar una gráfica con los datos obtenidos, para saber cuando hay un aumento o una disminución del peso, si estos son constantes, si es repentino…

Aparte del pesaje, no está de más observar diariamente a los polluelos unos minutos para comprobar que todo evoluciona como es debido. El comportamiento de los pichones, como ya se ha expuesto a lo largo de

todo el artículo, puede darnos valiosa información acerca del desarrollo de estos. Su aspecto, su plumaje, sus movimientos… todo puede sernos útil a la hora de valorar su salud y que todo se está haciendo correctamente.

En caso de que se evidencie algún problema, lo mejor será acudir inmediatamente a un veterinario especializado en aves exóticas, ya que quizás nosotros no tengamos la suficiente experiencia como para llevar la situación a buen puerto, y no vale la pena correr riesgos innecesarios.

Texto por: Juan José Part , Aramacao

Bibliografía · Revista Exótics, números 2, 15, 16 y 17-18. · Las cacatúas, de Emmanuelle Figueras. Editorial De Vecchi. · Papagayos del Mundo, de Renato Massa y Vincezo Venuto. Grijalbo. · Cacatúas, de John Coborn. Hispano Europea. · El gran libro de las carolinas, de Matthew M. Vriends. Tikal.