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1 Cosmopolíticas. Perspectivas antropológicas Madrid: Trotta, 2013 ISBN: 978-84-9879-382-6 INTRODUCCIÓN Montserrat Cañedo Rodríguez La antropología política como ámbito específico de estudio dentro de la antropología social y cultural nace, de acuerdo a lo que viene siendo un consenso disciplinar, con los trabajos de los estructural-funcionalistas en el África de los años 40, alrededor de un problema fundamental: entender cómo ciertos pueblos, geográficamente alejados de la Europa de procedencia tanto del poder colonial como de las instituciones académicas de la antropología, se organizaban políticamente en ausencia de la forma estatal. En este problema ya están de alguna manera urdidos los hilos principales de la reflexión en este subcampo disciplinar, que se extienden desde entonces hasta el día de hoy. En primer lugar, encontramos la tensión implícita en la vocación de entender la heterogeneidad de las formas de la política sin poder partir de otro punto de referencia y de contraste que no sea la definición (propia) occidental de lo político, que remite al Estado, a la ley y sus instituciones, al liderazgo, a las conductas racionalmente orientadas a la maximización del poder, o a las formas de la ciudadanía como sus locus classicus. En segundo lugar, está el reconocimiento de que la práctica de saber que es en sí misma la antropología produce, de hecho, efectos políticos, cuya crítica (por ejemplo la crítica de la congruencia de los objetos de estudio del estructural-funcionalismo con los intereses del colonialismo británico, o la dependencia de la antropología del desarrollo de los supuestos del modelo de democracia capitalista) va a ser asimismo un objetivo para una ciencia obligadamente auto-reflexiva. Las posibilidades de conocimiento que abre la antropología política derivan de tensar al máximo el espacio conceptual de lo político occidental a base de la práctica de un relativismo metodológico que produce figuras de contraste: sociedades en las que lo

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    Cosmopolticas. Perspectivas antropolgicas

    Madrid: Trotta, 2013

    ISBN: 978-84-9879-382-6

    INTRODUCCIN

    Montserrat Caedo Rodrguez

    La antropologa poltica como mbito especfico de estudio dentro de la

    antropologa social y cultural nace, de acuerdo a lo que viene siendo un consenso

    disciplinar, con los trabajos de los estructural-funcionalistas en el frica de los aos 40,

    alrededor de un problema fundamental: entender cmo ciertos pueblos, geogrficamente

    alejados de la Europa de procedencia tanto del poder colonial como de las instituciones

    acadmicas de la antropologa, se organizaban polticamente en ausencia de la forma

    estatal. En este problema ya estn de alguna manera urdidos los hilos principales de la

    reflexin en este subcampo disciplinar, que se extienden desde entonces hasta el da de

    hoy. En primer lugar, encontramos la tensin implcita en la vocacin de entender la

    heterogeneidad de las formas de la poltica sin poder partir de otro punto de referencia y

    de contraste que no sea la definicin (propia) occidental de lo poltico, que remite al

    Estado, a la ley y sus instituciones, al liderazgo, a las conductas racionalmente

    orientadas a la maximizacin del poder, o a las formas de la ciudadana como sus locus

    classicus. En segundo lugar, est el reconocimiento de que la prctica de saber que es en

    s misma la antropologa produce, de hecho, efectos polticos, cuya crtica (por ejemplo

    la crtica de la congruencia de los objetos de estudio del estructural-funcionalismo con

    los intereses del colonialismo britnico, o la dependencia de la antropologa del

    desarrollo de los supuestos del modelo de democracia capitalista) va a ser asimismo un

    objetivo para una ciencia obligadamente auto-reflexiva.

    Las posibilidades de conocimiento que abre la antropologa poltica derivan de

    tensar al mximo el espacio conceptual de lo poltico occidental a base de la prctica de

    un relativismo metodolgico que produce figuras de contraste: sociedades en las que lo

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    poltico est institucionalmente indiferenciado, o imbricaciones inseparables

    aprehendidas desde una mirada holista- de lo poltico con otros dominios de la prctica

    sociocultural, como el parentesco, el ritual, la religin o la economa. Obviamente, tanto

    la indiferenciacin institucional como las intersecciones de lo poltico con aquello que

    queda fuera de su delimitacin solo son visibles, como tales, desde el punto de partida

    de la definicin de lo poltico como mbito especifico, separado, claro y distinto de la

    vida social; desde un concepto de lo poltico geogrfica e histricamente situado que, a

    travs de la prctica antropolgica, se ilumina para ser objeto de crtica es decir, de

    confrontacin con las exclusiones que efecta-, se desplaza o se reconfigura, pero nunca

    se trasciende de manera definitiva. De este modo, el ejercicio de la antropologa

    poltica, de su perspectiva holista y de su relativismo metodolgico, no puede consistir

    en otra cosa que un ejercicio continuo de puesta en relacin. Su talante crtico se asienta

    en la sostenida y doble prctica del extraamiento de lo familiar y del compromiso con

    lo extrao, que quiere conducir de una manera deliberada a la interrupcin de los

    universos del propio sentido comn. Desde ah, y frente a la labor de otras ciencias que

    tambin se ocupan de lo poltico, la antropologa se atiene a una particular combinacin

    de teora y empiria que resiste o atempera los procesos de abstraccin que deslocalizan

    los conceptos y los desligan de sus condiciones de posibilidad y de las prcticas

    cotidianas en las que se construyen; prcticas cuya condicin situada y cuyos sentidos

    incoados abren paso a una complejidad de la trama sociocultural, en ltimo trmino

    irreductible a ninguna teora de alcance general.

    El concepto de cosmopolticas, que da ttulo a este volumen, alude directamente

    a ese ejercicio, retomando la proposicin cosmopoltica enunciada por la filsofa

    Isabelle Stengers (Stengers 1997). Lejos de un cosmopolitismo que se identifica

    demasiado fcilmente con el logro de un universalismo no conflictivo, la perspectiva

    cosmopoltica parte de la diferencia cualitativa en los modos de existencia y de las

    prcticas de conocimiento vinculadas a ellas y asociadas a actores distintos en lugares

    diferentes. En otras palabras, parte de la constatacin de ontologas plurales sobre las

    que se plantea una pregunta poltica, la de sus modos de coexistencia, asumiendo que

    las diferencias nunca pueden ser del todo pacificadas. Es esa pregunta la que se

    conforma metodolgicamente como el ejercicio de una puesta relacin, esto es, un

    relativismo metodolgico comprometido no tanto con la relatividad de la verdad como

    con la centralidad de la relacin.

    WalisonRealce

    WalisonRealce

    WalisonRealce

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    Un ejemplo pude ilustrar mejor el argumento. En el contexto de las demandas

    aborgenes del derecho a la propiedad de la tierra amparadas por la legislacin y por el

    Estado multicultural, en un tribunal australiano los funcionarios pblicos escuchan las

    alegaciones de un grupo de mujeres nativas de la comunidad de Belyuen, tratando de

    aquilatar el alcance y la legitimidad de su demanda sobre el territorio en el que viven

    (Povinelli, en este volumen). La antroploga nos refiere cules son los criterios de la

    evaluacin pblica de este tipo de peticiones que apelan a la Ley de Derechos de los

    Nativos: el primero tiene que ver con la existencia, la consistencia y la persistencia

    histrica de tradiciones aborgenes que sostengan la identidad de la comunidad que

    eleva la demanda judicial. El segundo es una evaluacin, en trminos econmicos y

    medioambientales, del impacto que la cesin de la tierra a los indgenas tendr para el

    resto de comunidades (aborgenes y no aborgenes) que residen en el mismo territorio y,

    a la viceversa, el dao que la desestimacin de la demanda har a las formas de

    subsistencia (valoradas entre otras cosas en relacin a las formas del trabajo) de la

    comunidad aborigen demandante. En la sala del tribunal las mujeres refieren una y otra

    vez ejemplos de cmo atribuyen intencionalidad a los cuerpos humanos, los objetos, los

    animales y los entornos, todos ellos materias que vienen a constituir el trabajo

    congelado de seres soantes ancestrales (ver pg.). As, por ejemplo, determinados

    lugares (rocas, pozos de agua) reaccionan al olor y al sonido de los humanos (que

    pueden ser prximos o lejanos al lugar) y esas reacciones influyen en la

    productividad del campo. Estas declaraciones son ineludiblemente tomadas en la sala

    del tribunal como creencias aborgenes, y el debate jurdico se orienta inmediatamente a

    dilucidar si son lo suficientemente compartidas, o tradicionales, como para dar cuerpo a

    una comunidad legtima de nativos demandantes de tierra. Esta traslacin de los

    presupuestos aborgenes al universo de las creencias los desaloja de entrada del espacio

    de la poltica. En relacin a la evaluacin del posible impacto econmico y

    medioambiental de la demanda, las reacciones de los lugares y el efecto de las

    relaciones sueos-lugares-humanos no cuentan como factores con incidencia en la

    productividad de la tierra, quedan al margen del concepto de trabajo que, definido desde

    los presupuestos occidentales, implica necesariamente, entre otras cosas, la naturaleza

    exclusivamente humana de la agencia.

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    Es a travs de la etnografa, y de su anclaje en el trabajo de campo, como se

    despliega el ejercicio relacional que no conduce sin ms, como a veces ingenuamente se

    pretende, a la adopcin del punto de vista del otro, sino a un acercamiento a la

    comprensin de una forma de vida diferente, que seala, por contraste, la limitacin y el

    carcter situado de las categoras propias -tanto como su condicin hegemnica- y que

    sostiene el reto en el que consiste la proposicin cosmopoltica: el de cmo articular una

    (mejor) traduccin como una prctica, precaria y continuamente renovada, de la

    coexistencia, sin que ello implique hacer converger las diferencias en una

    homogeneidad que es la otra cara de una hegemona. A la cosmopoltica, las

    perspectivas antropolgicas, en plural, aaden una referencia al carcter construido de

    las figuras etnogrficas que se proponen, a las pticas o a las tcnicas cuyas

    mediaciones hacen posible, a un tiempo, ver algo, y no perder la conciencia del carcter

    situado y por lo tanto parcial, de la mirada y de lo que esta observa.

    En este libro se renen diecisiete textos que constituyen aproximaciones

    etnogrficas al mbito de lo poltico en relacin a temas, problemas, planteamientos

    tericos y localizaciones geogrficas muy diferentes, y en un lapso temporal que va

    desde los aos 50 hasta la actualidad por lo tanto, que coincide aproximadamente con

    el periodo de existencia de la antropologa poltica. La seleccin se organiza en cinco

    bloques temticos y, aunque necesariamente limitada y parcial, trata de responder a una

    serie de criterios de orden diferente. En primer lugar, a un criterio histrico, desde el

    que se anan textos considerados clsicos de varias de las principales escuelas de la

    antropologa poltica la mayor parte nunca traducidos al espaol a pesar de estar

    continuamente citados en todos los manuales, como es el caso de los textos de Turner,

    Gluckman, Cohen o Mintz-, junto a otros ms contemporneos que han producido

    tambin, en general, un cierto impacto en la disciplina (como los trabajos de Taussig,

    Descola o Viveiros de Castro). Otro criterio, esta vez temtico, seala algunos debates

    importantes y ejes de articulacin de las etnografas, que van desde una preocupacin

    por la definicin de estructuras y modelos hasta el nfasis en la interpretacin poltica

    de instituciones no polticas que privilegia el anlisis simblico y ritual; desde el

    problema del dominio y la resistencia al dominio hasta al mismo tratamiento de la

    cuestin cosmopoltica. Por ltimo, la seleccin de textos se atiene a un criterio de

    amplitud geogrfica, incluyendo etnografas localizadas en frica y Latinoamrica tal

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    vez los territorios ms recurrentemente transitados por los antroplogos polticos-, pero

    tambin en Asia, en Europa y en Oceana.

    Gramticas y lgicas de lo poltico

    El primer bloque temtico agrupa tres textos muy diferentes, pero que comparten

    un intento similar de proporcionar, apoyados en la etnografa, un modelo, una lgica o

    una estructura articulada de la conformacin de lo poltico que difiere o se propone

    como una contrafigura del modelo estatal y de los presupuestos sobre los que este se

    apoya (la diferencia entre individuo y grupo, por ejemplo). El texto de Evans-Pritchard

    es, quizs, el clsico por excelencia de la antropologa poltica estructural-funcionalista

    por no decir de la antropologa poltica en general. En l se da forma a una lgica de la

    organizacin poltica referida a las entonces llamadas sociedades acfalas, a partir de

    una etnografa desarrollada entre los nuer, un pueblo de pastores del sur del Sudn sin

    instituciones polticas estables, pero capaz de articularse, -en funcin de la situacin y

    de acuerdo al principio de segmentacin enunciado grosso modo en el yo contra mi

    hermano, mi hermano y yo contra mi primo y as sucesivamente-, en distintos tipos

    de unidades polticas subtribales y tribales, e incluso hasta transtribales cuando la

    envergadura del enemigo toma la forma del poder colonial britnico. Parece obvio que

    el problema de la unidad de la tribu (o del segmento tribal), esto es, de lo que cuenta

    en cada contexto situacional como identidad y alteridad, como nosotros y ellos, debi de

    imprimir una buena dosis de zozobra al Evans-Pritchard etngrafo, por ms que su

    modelizacin final del sistema de linajes segmentarios y su principio estructural de la

    oposicin complementaria haya dado posteriormente pie a pulidas taxonomas de

    sistemas polticos primitivos que reducen la complejidad congelndola en figuras

    estables listas para ser aplicadas en otros contextos (de lo que se derivan, por cierto,

    tanto las virtudes como las limitaciones de estas taxonomas: de esa tensin entre lo

    particular y lo universal que caracteriza al conocimiento antropolgico).

    El texto de Louis Dumont, que se corresponde con el captulo octavo de su libro

    Homo Hierarchicus, es otro clsico de la antropologa poltica, que bebe esta vez de las

    fuentes de la sociologa francesa de mile Durkheim y Marcel Mauss, y que se sita en

    relacin con otro de los grandes paradigmas tericos disciplinares, el estructuralista. En

    lugar de realizar, como Evans-Pritchard, una descripcin sincrnica e intensiva de una

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    sociedad de tamao limitado, Dumont ofrece una visin panormica del sistema de

    castas de la India apoyado en un disperso conjunto de materiales etnogrficos propios y

    ajenos, histricos y tambin contemporneos a la escritura del texto en 1966. Habra que

    ubicar este trabajo en el propsito ms general del autor de establecer una

    contraposicin entre lo que llama la ideologa individualista de los modernos y la

    ideologa holista de los no modernos, en una suerte de perspectiva comparativa en la

    que la civilizacin europea y la civilizacin india sirven de figuras etnogrficas

    opuestas. El lugar central del individuo en la ideologa moderna, que Dumont, de

    acuerdo con autores como Karl Polanyi o el mismo Mauss considera una

    excepcionalidad histrica-, y el consiguiente y derivado valor supremo de la igualdad,

    dificultan la consideracin desprejuiciada del principio de la jerarqua, que constituye

    por su parte el principio rector de la civilizacin india. Esta se estructura de acuerdo a

    un principio holista por el que el individuo aparece siempre subordinado a la totalidad

    social, siendo la casta es el vnculo social fundamental. La jerarqua, para Dumont, no

    se refiere primariamente a una desigualdad de poder, sino a una jerarqua de valores,

    ideas, cosas y personas que est necesariamente implcita en la prctica social. Viene a

    suponer un principio de gradacin de los elementos de un conjunto por referencia a la

    totalidad del mismo (Dumont 1970: 85). Por ello, frente a la tendencia moderna

    occidental- a ver y considerar las castas como entidades discretas separadas y

    desiguales, lo que habra que observar de la jerarqua como principio rector del sistema

    de castas es el modo en el que opera, ubicando la posicin de un casta (que, por cierto,

    no es fija sino contextualmente relativa), e incluso la posicin de los individuos dentro

    de una casta, por su relacin con un plano exterior a la misma. En el texto recogido en

    este volumen Dumont analiza, principalmente en el contexto etnogrfico de la

    imparticin de justicia entre castas y al interior de estas, el funcionamiento del principio

    estructural de la jerarqua en referencia a la cuestin del poder y la autoridad polticos.

    Prcticamente los mismos veinticinco aos que separan al texto de Evans-

    Pritchard del de Dumont, distancian a este ltimo del trabajo que cierra este primer

    bloque temtico, el que Roy Wagner titula, en 1991, La persona fractal. Partiendo de

    frica hemos llegado a Oceana pasando por Asia, de mismo modo que hemos

    recorrido, en orden sucesivo, una aproximacin terica estructural-funcionalista y

    estructuralista, hasta llegar al post-estructuralismo que orienta la etnografa de Wagner.

    Se trata de un autor que, junto a otros que trabajan en un rea geogrfica prxima, como

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    Marilyn Strathern, han hecho importantes contribuciones a la antropologa, y a la teora

    antropolgica, recientemente.

    Obviamente todas estas distancias se traducen en una manifiesta heterogeneidad

    entre los tres textos, si bien pueden observarse ritornelos, como por ejemplo el hecho de

    que la lectura etnogrfica de la concepcin de la persona melanesia de Wagner est en

    gran parte construida, como lo est la etnografa de las castas indias de Dumont, como

    un ejercicio que trata observar de una manera descentrada un problema caracterstico de

    las sociedades modernas occidentales, que es el de la relacin entre individuo y

    sociedad. El punto de partida del texto son las figuras del big man y del great man como

    lderes polticos melanesios, un tema clsico de la antropologa poltica. Cuestionando

    la interpretacin socio-antropolgica clsica de la figura del big man, que lo considera

    un operador de la construccin de vnculos sociales en una dinmica explicativa que se

    mueve a partir de los cambios de escala entre el individuo y los distintos niveles de los

    agrupamientos sociales, Wagner desarrolla, apoyndose en muy concretos ejemplos que

    toma de distintos grupos melanesios (la concepcin daribi del nombre, la numeracin de

    los iqwaye o la concepcin de la reproduccin y la genealoga de los gimi), un modelo

    indgena de interpretacin de la persona. Un modelo que le sirve, al modo de

    contrafigura, para poner de relieve cmo la interpretacin socio-antropolgica ms al

    uso depende de una diferenciacin entre el individuo y la sociedad que, a su vez,

    descansa sobre una ms bsica asuncin sobre las relaciones entre lo particular y lo

    general, lo singular y lo plural, la parte y el todo. Todas estas dicotomas no vendran a

    ser ms que presupuestos del modo de conocimiento occidental, cuya parcialidad sera

    visible a travs de la diferencia melanesia. La persona melanesia, como el linaje o el

    clan, tiene una condicin fractal: ni singular ni plural, ni todo ni parte, es ms bien una

    (entre otras posibles) concreciones o recortes fragmentarios una proyeccin

    hologrfica, dice Wagner- de un encadenamiento relacional. Este modelo o lgica

    interpretativa indgena cortocircuita la misma interpretacin antropolgica clsica del

    lder melanesio, la que lo considera, en el contexto de una forma de integracin de la

    economa de tipo redistribuidor, como un operador que aumenta la escala de los

    individuos para agregar a grupos de diferentes tamaos. De este modo, la figura de la

    persona fractal, construida desde el contraste con las figuras del individuo/grupo, nos

    habla al mismo tiempo de la sociedad melanesia y de la nuestra.

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    Simbolismo, performance ritual y liderazgo

    Esta seccin del volumen recoge cuatro textos que presentan, en general, una

    mayor homogeneidad en cuanto al periodo histrico de su escritura y su etnografa, y

    tambin con respecto a su enfoque terico y su filiacin con la escuela de la

    antropologa social britnica y el mbito etnogrfico africanista en el que esta ltima se

    desarroll -con la sola excepcin del trabajo de Edmund Leach en Asia. Tanto Victor

    Turner como Abner Cohen, y sobre todo Max Gluckman, fueron figuras destacadas en

    dos de las instituciones que gozan de un papel estelar en la historia de la antropologa en

    general y de la antropologa poltica y urbana ms en particular: el Rhodes-Livingston

    Institute for Social Research en la antigua Rodesia del Norte (la actual Zambia) y la

    escuela de Manchester. Salvo el de Cohen, que es posterior, y el de Glukman (algo

    anterior), el resto de los trabajos incluidos en este bloque temtico fueron escritos a

    finales de los aos 50, en un momento en el que la hegemona, que ya duraba dos

    dcadas, del paradigma estructural-funcionalista, comenzaba a ser puesta en entredicho.

    Tanto Max Gluckman como Edmund Leach o Victor Turner son considerados figuras

    de transicin en lo que vino a ser, dicho muy sintticamente, un cambio en el enfoque

    de lo poltico desde los conceptos de estructura, funcin y equilibrio, propios del

    enfoque estructural-funcionalista, a los propios de proceso y conflicto, que

    progresivamente fueron abriendo el campo de la antropologa poltica a estudios que

    tenan menos que ver con la descripcin de estructuras y la construccin de tipologas y

    clasificaciones de sistemas polticos, como con el estudio de las prcticas y estrategias

    de los individuos en la manipulacin del poder (las conductas polticas) desde el

    presupuesto de la centralidad del conflicto, la cuestin de los liderazgos y la toma de

    decisiones, o el papel de los smbolos y las ceremonias religiosas y rituales en las

    dinmicas del poder (asunto este ltimo en el que sern fundamentales las aportaciones

    de Turner y de Cohen). Metodolgicamente, tanto el anlisis situacional que populariz

    Gluckman, como el anlisis de dramas sociales de Turner, representan igualmente dos

    contribuciones sobresalientes a la tradicin antropolgica.

    La etnografa de Leach entre los kachin de Birmania es una aportacin a la teora

    de los sistemas polticos que sustituye el estatismo de las clasificaciones tipolgicas por

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    un anlisis dinmico de las relaciones entre los diferentes tipos de organizaciones

    polticas que prevalecen entre las comunidades kachin, fundamentalmente las que

    define como gumsa y gumlao. Estas, lejos de ser estables, son estructuras polticas que

    permanecen en una suerte de estado de flujo en una dinmica histricamente oscilatoria.

    El trabajo de Gluckman describe una serie de eventos que trascurren en un solo

    da alrededor de los festejos de inauguracin de un puente en la Zululandia sudafricana,

    a los que acuden miembros de las dos comunidades locales, la indgena zul y la

    europea de origen. En lo que se considera el primer ejemplo consistente del llamado

    anlisis situacional o mtodo de caso extendido, Gluckman plantea que es posible

    abstraer los principios sociolgicos de organizacin social en Zululandia a partir del

    registro etnogrfico citado, que es tomado como punto de partida del anlisis y no como

    una mera ilustracin de una teora previa. El suceso desvela los conflictos y el proceso

    de construccin cotidiana de las relaciones de poder analizando cmo se producen las

    adscripciones grupales de los sujetos. La tesis fundamental que se expone es que las dos

    comunidades raciales constituyen una sola sociedad la de los zululandeses- con modos

    especficos de comportamiento recprocamente orientados. Se trata de una sociedad

    cuya estructura fundamental es, de manera manifiesta, la oposicin entre dos grupos

    raciales (de fuerza desigual), que cooperan y se oponen de manera situacional, pero una

    sociedad que se ve atravesada tambin por otros criterios de adscripcin grupal (la

    divisoria cristianos/paganos, por ejemplo), que modifican en la prctica, en funcin del

    contexto y la situacin, las dinmicas de relacin entre los grupos raciales. El anlisis de

    Gluckman supuso, en la Sudfrica de los aos 40, una crtica radical a las teoras de la

    diferencia cultural basada en la raza, que otorgaban un fundamento a las polticas

    segregacionistas del Estado.

    El texto de Turner se corresponde con el captulo dcimo del libro

    titulado Schism and Continuity in an African Society, basado en un trabajo de campo

    entre los ndembu, un pueblo del noroeste de la actual Zambia, en frica del sur. En el

    texto se abordan distintos tipos de ceremonias rituales relacionadas con lo que Turner

    llama cultos de afliccin, esto es, aquellos originados por la posesin de un espritu que

    causa algn tipo de dao al candidato al culto, quien accede a travs de la celebracin

    del mismo a una curacin, al tiempo que adquiere el rol de iniciado y oficiante en

    posteriores celebraciones del mismo ritual a instancias de otros candidatos. Segn

  • 10

    Turner, es a travs los complejos modos de la participacin en los diversos tipos de

    rituales como se crea una suerte de comunidad de sufrimiento entre los ndembu, a

    partir de lo que puede concluirse que el ritual tiene una funcin integradora de la unidad

    del grupo, alrededor de sus valores y smbolos fundamentales. Una funcin integradora

    que contrarresta las tendencias a la fisin derivadas de la naturaleza de la vida secular,

    y ms en concreto del choque de los dos principios estructurales que rigen la

    organizacin sociopoltica de los ndembu y que estn en conflicto -la descendencia

    matrilineal y la virilocalidad-, generando un alto nivel de movilidad residencial y una

    dinmica continua de desestructuracin de los poblados. Aunque la orientacin al

    equilibrio estructural del anlisis da fe de la herencia terica de Turner, la identificacin

    del conflicto (desplegado en performances de tensin dramtica en el marco ritual),

    no solo como un factor ineludible sino como el motor del ordenamiento social a partir

    de procesos de fusin-fisin, vincula al autor con los desarrollos tericos posteriores al

    estructural-funcionalismo en el campo de la antropologa poltica.

    Finalmente, el texto de Cohen explora lo que llama cultos de elitismo, esto es,

    aquellas ceremonias rituales a travs de las que un grupo social determinado adquiere

    una posicin y una conciencia de elite poltica fundamentada en una transformacin

    aceptada por toda la sociedad- de sus valores e intereses particulares en valores e

    intereses universales, que ataen a la sociedad general y que legitiman el liderazgo de la

    elite. El desarrollo argumental parte de un anlisis de muy diversos cultos de elitismo

    entre los creole de Sierra Leona, haciendo especial hincapi en las ceremonias rituales

    relacionadas con el proceso de escolarizacin, en una sociedad en la que los puestos de

    liderazgo poltico, ocupados fundamentalmente por la minora creole, est ligados a los

    valores del profesionalismo y a la racionalidad burocrtica del Estado.

    Hegemona y resistencia

    El siguiente bloque temtico se centra en uno de los grandes temas de la

    antropologa poltica pasada y reciente: los procesos de dominacin y hegemona

    poltica y su relacin con las dinmicas de resistencia. Los textos son, nuevamente, muy

    dispares. Algunos, como el de Mintz, permiten asomarse a uno de los desarrollos

    tericos que se ha ocupado ms directamente de este problema: la economa poltica y

    las derivas antropolgicas de las teoras del sistema-mundo, de clara inspiracin

  • 11

    marxista. Los trabajos, ms recientes, de Taussig, Verdery y Tsing, introducen

    directamente la cuestin de la implicacin personal del antroplogo en la situacin

    metodolgica del trabajo de campo, respectivamente en la Colombia de la violencia

    paramilitar, la Rumana bajo el rgimen totalitario de Ceaucescu o la selva Indonesia de

    las luchas por el desarrollo -todos ellos contextos de intenso conflicto, dominacin

    y/o violencia poltica explcita. Reflexionan estos autores no solo sobre los dilemas

    ticos que surgen de la implicacin del sujeto de estudio en la etnografa, sino tambin

    sobre los efectos prcticos que la presencia del antroplogo en el campo, pero tambin

    las etnografas que escribe y los planteamientos tericos que las informan, no son

    neutros con respecto a su objeto, sino que producen distintos tipos de efectos polticos

    que es necesario incluir en el anlisis. Estos textos sirven tambin de botn de muestra

    de nuevos desarrollos etnogrficos en un sentido al que no habamos aludido hasta

    ahora: adems de al proceso metodolgico, el concepto de etnografa alude en

    antropologa al producto final de la investigacin, al texto escrito que el antroplogo

    presenta a su audiencia. Desde posiciones muy diferentes, Taussig, Verdery y Tsing

    ensayan, alejados de los moldes clsicos, nuevos planteamientos de escritura

    antropolgica que no son puros experimentos narrativos, sino que estn alentados por

    explcitas intenciones terico-metodolgicas y tambin tico-polticas.

    El texto de Sidney Mintz, temprano en la carrera de otro autor clsico de la

    antropologa, es un anlisis histrico de las transformaciones del modelo de plantacin

    azucarera en Puerto Rico puesto en relacin con los cambios en las relaciones sociales y

    polticas en el pas, fundamentalmente desde el punto de vista de la clase y de la raza. El

    trabajo combina el anlisis histrico de larga data con el trabajo de campo en una

    comunidad determinada y, ms concretamente, con las historias de vida de un puado

    de lo que en antropologa suele llamarse informantes privilegiados. La eleccin

    metodolgica est al servicio de un propsito declarado de insertar las dinmicas locales

    en procesos globales de mayor escala (o, a la viceversa, de aprehender los procesos

    globales desde el prisma de las localizaciones etnogrficas), lo que viene a constituir

    otro abordaje distintivo, en lnea con la escuela marxista de la economa poltica, de esa

    tensin entre lo particular y lo general que caracteriza al conocimiento antropolgico.

    El texto de Michel Taussig es harina de otro costal. Se trata de un autor muy

    relacionado con la renovacin de las formas de la escritura etnogrfica, un tpico de la

  • 12

    reflexin disciplinar ms o menos asumido desde que lo puso sobre la mesa el debate

    sobre la crisis de la representacin que alent la as llamada antropologa

    posmoderna, en las ltimas dcadas del siglo XX (Lewellen 2009: 261 y ss). Lo que

    para los ms afectos al giro que encabezan autores como Taussig viene a ser una

    valiente y necesaria ruptura de la ingenuidad del antroplogo clsico en su pretensin de

    representacin objetiva de otra cultura, es para los ms crticos una deriva de la

    antropologa en literatura, entendido esto de la peor manera posible: una deriva hacia un

    ejercicio en exceso auto-referencial en el que el antroplogo y su circunstancia

    adquieren el papel protagonista que debera estar reservado al objeto de estudio. A pesar

    de que, en algunos de los trabajos de Taussig, puede resultar descorazonador y hasta

    irritante la bsqueda del sentido de una escritura en ocasiones muy crptica (y, en las

    pocas traducciones de este autor al espaol, a menudo directamente ininteligible), otros

    logran imbricar una intencin terica penetrante con un desarrollo etnogrfico slido,

    un suerte de voz personal definida y una escritura hipntica, en textos etnogrficos

    ciertamente muy originales. El que se incluye en este volumen toma la forma de un

    diario que narra la estancia del antroplogo, durante dos semanas, en un pueblo

    colombiano, en el que ha venido realizando un intermitente trabajo de campo a lo largo

    de algo ms de tres dcadas, y que acaba de ser tomado por los paramilitares. Bajo la

    influencia, decisiva en toda su obra, de Walter Benjamin, Taussig plantea el formato del

    diario como una estructura narrativa que no solo informa sobre los significados de la

    violencia en Colombia, sino que quiere hacer sentir al lector una suerte de vivencia de

    la violencia tal y como es experimentada en la vida cotidiana de los locales, gracias a

    los poderes mimticos de la forma narrativa. El ejercicio tensa la etnografa en la

    direccin literaria, algo que por otra parte no es ni mucho menos una novedad en la

    tradicin antropolgica. Al margen de la valoracin que pueda hacerse de la propuesta,

    esta tiene la virtud de colocar en el centro del debate disciplinar el problema de la

    escritura, en general abordado con menos inters que el de la teora, la metodologa, la

    tica o la poltica de la antropologa.

    La aportacin de Katherine Verdery echa mano tambin de una reflexin muy

    centrada en la experiencia personal de la antroploga durante el trabajo de campo, si

    bien con propsitos muy distintos: mostrar cmo los prejuicios, tanto tericos (digamos

    cientficos) como los derivados de la propia trayectoria vital (digamos culturales),

    condicionan la comprensin y la interpretacin de los fenmenos durante el proceso de

  • 13

    la etnografa. La autora hace un recorrido por sus distintas estancias de investigacin en

    la Rumana comunista, mostrando cmo la idea de un Estado totalitario como entidad

    perfectamente estructurada e intencional, con un poder omnmodo lo que llama su

    mago de Oz-, condicion la forma de interpretar los sucesos polticos de los que fue

    testigo. Describe Verdery cmo este prejuicio la hizo incapaz de percibir, en algunos

    momentos de su etnografa, tanto los indicios que mostraban el resquebrajamiento de

    Estado socialista rumano como el modo en el que los ciudadanos, en sus estrategias

    cotidianas, lejos de ser menos sujetos pasivos de un poder totalitario, contribuan

    activamente a construir tanto la estabilidad del sistema poltico comunista como las

    contradicciones y subversiones que terminaron finalmente por hacerlo caer. Que el

    poder sea el poder represor de un Estado totalitario o el poder derivado de la

    violencia paramilitar- opera y funciona, no al margen, desde fuera o por encima de, sino

    precisamente a travs de las imaginaciones y las prcticas de aquellos que lo sufren, es

    una conclusin compartida por Taussig y Verdery. La naturaleza productiva, generativa,

    del poder, y la ntima imbricacin y mutua implicacin del poder y la resistencia son

    ideas que desarroll brillantemente Michel Foucault, en las que la antropologa ha

    profundizado desde el asiento etnogrfico.

    El texto de Anna Tsing puede leerse en, al menos, dos sentidos. Por una parte se

    trata de una etnografa sobre la gnesis de un proyecto de gestin comunal de un bosque

    en las montaas Meratus de Kalimantn del Sur, en Indonesia, a partir de la

    colaboracin entre los lderes de una aldea local, un grupo de amantes de la naturaleza

    de la capital provincial y otro de activistas medioambientalistas radicado en Yakarta, la

    capital del pas. La efectiva colaboracin entre los tres grupos no borr las diferencias

    en sus planteamientos, ni homogeniz los (muy distintos) sentidos que cada grupo le

    otorgaba a la labor que estaban realizando en comn. Esta diferencia dentro de una

    causa comn le permite a la autora introducir la metfora de la friccin para pensar la

    articulaciones de alianzas globales, en las que la necesaria universalizacin de los

    discursos no implica el vaciamiento de los sentidos locales. Son los universales

    comprometidos (esto es, sometidos a la friccin de la colaboracin entre diferentes) los

    que permiten la emergencia de nuevas formas de poltica. A un segundo nivel, Tsing

    discute el posicionamiento de la antropologa en relacin a estas emergencias polticas y

    a la prctica del activismo. Frente a las teoras acadmicas que presentan una visin de

    la alianzas globales como fuerzas de hegemona que se imponen sobre las aspiraciones

  • 14

    locales, y que mantienen con respecto al activismo poltico una actitud muy crtica,

    cuando no una perspectiva cnica, Tsing propone una prctica de la etnografa que

    apunte a lo global como el producto de la friccin de la colaboracin y que, sin dejar de

    sealar los efectos de dominacin que tambin se derivan de esas colaboraciones, abra

    espacios a nuevas polticas como formas de friccin y de resistencia a los procesos de

    hegemona.

    Tecnopolticas

    La seccin siguiente hila una serie de diversos pero interrelacionados nfasis de

    la antropologa poltica ms contempornea, de naturaleza terica, a travs de tres

    etnografas diferentes. Por un lado, la referencia fundamental al orden de las prcticas y

    a la articulacin, siempre precaria y contingente, de las mismas y, por otra parte, la

    centralidad que toman los discursos y acciones de la ciencia y de la tcnica en la

    constitucin de los escenarios de lo poltico moderno, motivan que este bloque temtico

    lleve el ttulo de tecnopolticas. Los nfasis temticos que abarca, y que estn recogidos

    en las tres etnografas, tienen que ver con la cuestin de cmo hacer etnografa esto es,

    seguir las cadenas de prcticas localizadas- de algunas figuras cuya escala pareca estar

    ms all del alcance de la mirada etnogrfica, como el Estado contemporneo o los

    espacios y relaciones que nombra la palabra globalizacin. En otro orden de cosas, las

    tres etnografas de este bloque problematizan la atribucin en exclusiva de la agencia

    poltica a los seres humanos, ofreciendo distintas respuestas, desde el trabajo de campo,

    al problema terico de la agencia compartida.

    El texto de Thimothy Mitchell es un anlisis histrico-poltico de la

    conformacin del Estado egipcio moderno en la segunda mitad del siglo XX que, no

    siendo puramente ni una etnografa ni siquiera el trabajo de un antroplogo (Mitchell es

    profesor de ciencia poltica en la Universidad de Columbia) s puede, sin embargo, de

    algn modo, situarse en la estela de antroplogos como Sidney Mintz o Eric Wolf,

    autores han transitado tambin la frontera entre el anlisis histrico y el antropolgico.

    El texto manifiesta la sensibilidad holista del autor y su perspectiva ampliada de lo que

    de entenderse por poltica, a lo que se suma una descripcin de sucesos micro-histricos

    que sirven de anclaje a argumentos ms generales. Su aportacin ms interesante tiene

    que ver con el modo en el que, a partir del entrecruzamiento de cadenas de eventos en

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    mbitos diferentes de la vida social egipcia (la guerra, la lucha contra la malaria, o las

    polticas agrcolas), puede darse cuenta y el objetivo es muy ambicioso- de un proceso

    de formacin estatal (un Estado moderno desplegado en programas de intervencin para

    el desarrollo) partiendo de una mirada de prcticas localizadas, algunas fuera del

    espacio de lo que formalmente se considera el espacio de lo poltico. Del mismo modo,

    la discusin sobre la cuestin de la agencia compartida -en qu sentido un mosquito

    puede ser un actor social?- y el tema de la ntima imbricacin de la ciencia con la

    poltica en la modernidad, son aspectos de gran inters en la antropologa

    contempornea que reciben en este texto una atencin destacada.

    El texto de Hugh Raffles, un captulo de su libro sobre la Amazona, es la

    etnografa de una localidad, Igarap Guariba, situada en uno de los canales del estuario

    del Amazonas en Brasil. Su objeto de estudio es, especficamente, la emergencia y la

    persistencia del lugar, en el flujo de un movimiento perpetuo, como un imbroglio de

    naturaleza-cultura en el marco del cual los viajes a travs del ro, la produccin y el

    comercio del aai, las relaciones sociales articuladas por el patronazgo o la deuda

    implicada en el aviamento, le sirven al autor para desarrollar etnogrficamente el

    concepto de lugar como una intimidad afectiva que teje a humanos y no humanos en

    particulares nodos de interseccin en los que no estn ausentes las asimetras de poder.

    El modo en el que en este texto se toma en serio el papel de la afectividad y la intimidad

    relacional, y de la dimensin espacial, en las formas de articulacin de la poltica y, de

    nuevo, la cuestin de la agencia compartida y el replanteamiento de la oposicin

    naturaleza-cultura desde el trabajo de campo son, entre otras, las aportaciones de una

    etnografa que destaca asimismo porque est excepcionalmente bien escrita.

    La aportacin de Bruno Latour a este volumen es una etnografa comparada de

    dos instituciones parisinas que pertenecen, respectivamente, al espacio social de la

    poltica (la ley) y al de la ciencia: el Consejo de Estado y un laboratorio cientfico de

    investigacin en fsica y qumica. El propsito es comparar cmo se produce el

    conocimiento en ambas instituciones, desde el punto de vista de las acciones prcticas

    cuyo encadenamiento va dando lugar a predicados de verdad y falsedad con respecto a

    los enunciados (jurdicos o cientficos) con los que se trabaja. Es una comparacin,

    dicho de otro modo, sobre qu significa y sobre todo cmo se construye, en la prctica,

    tanto el objeto como la objetividad en las ciencias y en el derecho. Dos modos o

  • 16

    regmenes de produccin de verdad sustancialmente diferentes que, sin embargo, el

    sentido comn suele dar, en cierto sentido, por equivalentes. Es as como la etnografa

    comparada de Latour debe leerse en el contexto del propsito general que late en toda la

    obra de este autor, que tiene que ver con poner de manifiesto, y someter a una mirada

    crtica, el modo en el que la racionalidad moderna que funda el espacio de la poltica se

    asienta sobre una determinada concepcin ideolgica de la ciencia que convierte a esta

    en una autoridad cuyo acceso directo a una transcendencia inmutable (la Naturaleza)

    interrumpe la discusin pblica alrededor de un sinnmero de asuntos que quedan, de

    este modo, en las solas manos de instituciones y figuras expertas (Latour 2005).

    Cosmopolticas

    La ltima seccin del volumen retoma y aborda directamente la cuestin de las

    cosmopolticas. Las tres etnografas que se proponen aqu presentan, desde lo emprico,

    distintos panoramas de ontologas polticas mltiples que profundizan en la pregunta y

    en el problema de los modos de coexistencia. Apuntan tambin a una crtica al concepto

    moderno occidental de lo poltico que no implica exactamente un rechazo del mismo,

    sino una constatacin de su parcialidad y de los efectos de exclusin que produce

    cuando se aplica en la prctica (poltica) y en el discurso (acadmico) a otros grupos

    cuya realidad se configura de otra manera. A travs del rodeo etnogrfico, se hace

    patente cmo las oposiciones encadenadas naturaleza/cultura, objeto/sujeto o

    irracional/racional, son los puntos de apoyo del discurso en el cual el espacio de la

    poltica adquiere sentido para nosotros.

    El trabajo de Descola nos confronta con los achuar, un grupo localizado en la

    selva tropical amaznica al que le resulta indiferente el reclamo estatal (que es una

    obligacin legal de los ciudadanos ecuatorianos) de ejercer el voto en unas elecciones.

    Los motivos de su indiferencia tienen que ver con una incomprensin del concepto de

    delegacin del poder o de res pblica -en tanto bien comn que trasciende los intereses

    individuales-. Si no existe una idea, ya no solo de autoridad sino de cuerpo poltico que

    vaya ms all de los lmites de la tribu, se pregunta el autor qu sentido puede tener la

    propuesta de quienes, afrontando el reto de la atribucin de agencia a animales, plantas

    y espritus que hacen pueblos como los achuar, proponen soluciones como la de hacer

    de los animales sujetos de derechos polticos Cmo puede representarse el colectivo

  • 17

    achuar, y cul puede ser la figura de nuevo, el colectivo- de una mejor coexistencia

    con aquel? A diferencia, por ejemplo, de las castas indias de Dumont o la persona

    fractal polinesia de Wagner, la (contra)figura de los achuar de Descola se presenta como

    profundamente individualista, lo cual sirve para hacer ms compleja esa imagen que

    aparece de manera intermitente (la de un occidente individualista frente a los pueblos no

    occidentales holistas), y que es en exceso dicotmica.

    El texto de Viveiros Castro, que bien podra estar incluido en la seccin primera

    sobre las gramticas y las lgicas de lo poltico, abstrae del corpus de la etnografa

    amerindia una suerte de caracterizacin de lo que llama perspectivismo y

    multinaturalismo, y describe como rasgos del pensamiento o la cosmologa amerindia.

    Si las cosmologas multiculturalistas modernas se basan en la implicacin mutua entre

    la unidad de la naturaleza y la multiplicidad de las culturas la primera garantizada por

    la universalidad objetiva de los cuerpos y la sustancia, la segunda por la particularidad

    subjetiva de los espritus y los significados- la concepcin amerindia supondra, por el

    contrario, una unidad del espritu y una diversidad de lo cuerpos (Viveiros de Castro,

    en este volumen, ver pg. ). As, para estos indgenas americanos, los humanos y algunos

    animales, plantas o espritus, se veran a s mismos como personas con una

    intencionalidad y una subjetividad similares a la conciencia humana. Por su parte, la

    forma material de cada especie su cuerpo-, sera algo as como un envoltorio que

    escondera la forma humana, solo perceptible a la propia especie o a los chamanes. Si,

    de acuerdo a la ancdota de Lvi-Strauss, los indgenas antillanos ahogaban a los

    espaoles para saber si eran humanos (mientras estos debatan por su parte la misma

    cuestin, a la inversa, discurriendo si los indios tenan o no alma), ello se debe a que

    daban por supuesto que los espaoles tenan conciencia e intencionalidad, pues todos

    los animales la tienen; sin embargo, dudaban de si sus cuerpos eran humanos y se

    ahogaban y se pudran como los suyos- o eran, ms bien, cuerpos de espritus. Dos

    etnocentrismos diferentes. Las cosmologas de Viveiros de Castro, en dilogo con las

    que tambin ha perfilado, apoyado igualmente en la etnografa americanista, el mismo

    Descola, muestran a las claras tanto la herencia estructuralista de su antropologa, como

    el propsito de ir ms all de aquella desde los presupuestos de la teora post-

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    estructuralista,1 que definira a la antropologa no como una prctica de la comparacin

    intercultural, sino como una suerte de ontologa comparativa.2

    Con el texto final de Elizabeth Povinelli cerramos un crculo volviendo al

    comienzo: las mujeres aborgenes australianas que en la sala de un tribunal jurdico

    relatan a unos funcionarios del Estado australiano, incrdulos y sin embargo interesados

    en comprender, cmo los pozos de agua huelen y las rocas escuchan. Es en el espacio

    de esta diferencia, que es tambin interpelacin, y por lo tanto relacin, donde se

    desarrolla la antropologa, y la antropologa poltica, como un arte de las distancias.

    Bibliografa citada

    Dumont, Louis, Homo Hierarchicus. Ensayo sobre el sistema de castas, Aguilar,

    Madrid, 1970.

    Latour, Bruno, Politics of Nature. How to Bring the Sciences into Democracy, Harvard

    University Press, Cambridge, Massachusetts, 2004.

    Lewellen, Ted, Introduccin a la antropologa poltica, Bellaterra, Barcelona, 2009.

    Pazos, lvaro, Resea del libro Tierra adentro. Territorio indgena y percepcin del

    entorno, de A. Surralls y P. Garca, AIBR-Revista de Antropologa Iberoamericana,

    mayo-agosto, v. 2, n 002, 2007.

    Stengers, Isabelle, Cosmopolitiques I y II, La Dcouverte, Pars, 1997.

    Viveiros de Castro, Eduardo, Metafsicas canbales. Lneas de antropologa

    postestructural, Katz, Buenos Aires/Madrid, 2010.

    1 Vase el libro Metafsicas canbales. Lnea de antropologa postestructural (Viveiros de Castro 2010), que recoge el debate de este autor tanto con la herencia levistraussiana como con el corpus de la antropologa amerindia y las teoras de la filosofa post-estructuralista. Se trata de un libro que dialoga con varios de los autores incluidos o mencionados en este volumen, como Roy Wagner, Philippe Descola, Bruno Latour o Marilyn Strathern. 2 Una interesante resea crtica, que apunta a las continuidades del pensamiento de este autor con la perspectiva estructuralista, puede leerse en Pazos 2007.