corre con los caballos

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LITERATURA

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  • Corre con caballos

    Brian Burks

    ilustraciones de Ricardo Pelez

    traduccin de Mara Vins

    ~ FONDO DE CULTURA ECONMICA

  • Hasta que cumpl diez aos supe que habia otra forma ~de ITJ.{)rir que no fuera por la violencia.

    Esto es porque soy un apache.

    James Kaywaykla 1877-1963

    TERRITORIO DE NUEVO MXICO

    SONORA

  • e / 1 1 ap1tHTe~

    + CORRE CON CABALLOS estaba sentado en el suelo frente a su padre,_ esperando pacientemente a que el hombre, bajo y com-pacto, hablara. Por fin, cuando la luz gris del amanecer empe-z a borrar las estrellas del cielo, Cuchillo Rojo levant la ca-beza y apart el largo pelo negro de su rostro ancho, plano y endurecido por el sol.

    -Hijo mo -comenz a decir-, todava no eres un gue-nero de los apaches chiricahuas. Has completado dos pruebas, pero antes de tomar tu lugar entre los hombres alrededor del fuego debes pasar dos pruebas ms. Todava te queda mucho por aprender.

    "Sabes que en este mundo nadie te ayudar, ni siquiera yo. Tus piernas son tus amigas; debes ensearlas a correr como el

    antlope. As tus enemigos no podrn alcanzarte. "Tus ojos son tus amigos. Debes ensearles a ver corno el

    guila para que seas un gran cazador y tus enemigos no pue-dan acercarse a ti sin que lo sepas.

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    "Tus odos son tus amigos. Te dirn lo que los ojos no pue-den

  • prueba? Podra correr los cinco kilmetros a la cima del cerro y regresar sin tragar o escupir el agua?

    Cuando la canasta recubierta de brea le toc los labios llen su boca de agua, luego se recogi el largo pelo negro y se ajus-t la banda a la cabeza. Un instante despus Camina Solo grit:

    -Vete~ Corre con Caballos era alto entre los apaches, y sali veloz. Haba empezado a entrenar para esta prueba a Jos siete aos.

    Todas las maanas durante nueve aos se haba levantado an-tes de la madrugada a correr, con la boca bien cerrada, respi-rando slo por la nariz. Estaba listo para la prueba, pero aun as el miedo a fracasar lo persegua. Si tropezaba y caa, sera di-fcil no tragarse el buche de agua.

    El terreno traicionero de la Sierra Madre haca difcil la ca-rrera. El guerrero novato esquivaba o libraba de un salto las ro-cas, los arroyos profundos, los cactus y los espinosos arbustos de mezquites, que con un paso en falso amenazaban desgarrar-le la carne.

    Camina Solo coITa a su lado para asegurarse de que alcanza-ra la cima antes de regresar. El guerrero se mantena a buena dis-tancia para permitir que cada uno escogiera su propio camino.

    Corre con Caballos le ech una mirada a Camina Solo y se maravill de la facilidad con la que el hombre pareca flotar por encima del suelo. Se pregunt si l se vea igual, o si su pa-. so era torpe y rudo.

    Saba que la parte ms' mpinada del cerro, la parte que tra-tara de sacarle la fuerza ~e las piernas y el aire de los pulmo-nes, no estaba lejos.

    9 -~------~:l::_,_

  • CoITe con Caballos record. Era de noche, y una fina capa de hielo cubra la poz,a profunda en la que su padre le haba di-cho que se metiera. El hielo le cort y rasgu la piel, y el agua helada le entumeci el cuerpo. Tras lograr llegar a la otra ori-lla y arrastrarse para salir, no le permitieron acercarse al fuego. Se vio forzado a quedarse a las afueras del campamento hasta la madrugada, con el cuerpo desnudo cubierto de tena, hojas y agujas de pino para no congelarse. Un gueITero apache debe poder sobrevivir toda inclemencia, le haba dicho su padre.

    Al da siguiente le ordenaron que luchara contra un rbol, y cuando sus manos estaban hinchadas y ensangrentadas tuvo que hacer una bola de nieve y empujarla hasta que fuera de-masiado grande para moverla. I\1s tarde esa noche le pusieron salvia seca en los brazos y le prendieron fuego hasta que se convirti en cenizas. No se inmut ni cerr los ojos. Un gue-rrero debe poder soportar el dolor. Todava tena las cicatrices en los brazos.

    De pronto, al darse cuenta de que sta era slo una ms de las muchas pruebas que lo aguardaban en su camino a la vida adulta, se relaj y movi el agua que guardaba en la boca. Ha-bra ms pruebas, y algunas sera peligrosas .

    . ...,

    <

    Corre con Caballos escuch la suave vibra'ln de la serpiente de cascabel y vio de reojo el movimiento de sta atacando. A meda zancada torci el cuerpo y lanz su pcs9 hacia :.,i:delante, alzando al mismo tiempo las rodillas hast'lc~ el pecho. La ser-piente fall, Corre con Cabalios se desdobl y cay de pie bas-tante r1l

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    Ms arriba los pioRef8-f ~)'._los cedros se multiplicaban y aadfan obstculos al camino de Con-e con Caballos. No tena permitido aminorar la marcha. Si Camina Solo lo vea trotar o caminar, la prueba terminara y pasaran semanas antes de que pudiera probar de nuevo.

    La parte ms empinada de la carrera haba comenzado. El sudor empapaba la banda que cea la frente de Corre con Ca-ballos y goteaba en su cara, escocindole los ojos. Los mscu-los de sus piernas se tensaron y el aire que respiraba le quema-ba la garganta seca. Camina Solo an estaba con l, no muy le-jos, observndolo;

    Su ruta, ahora casi vertical, pasaba entre dos grandes rocas. La copa de un viejo enebro retorcido formaba un techo y las agujas de sus hojas secas cubran el suelo. Corre con Caballos no vic' la raz que sobresala del suelo y atravesaba su camino. La raz golpe los dedos de su pie izquierdo y Corre con Ca-ballos tropez. Trat de recuperar el equilibrio y evitar que su propia inercia lo lanzara de cabeza contra el suelo.

    Cay. El agua baj por su garganta, pero muy poca. La carrera no

    haba terminado. Las plegarias del chamn.le haban cerrado la gargar\ta y lo haban ayudado. Se puso de pie y reanud su ago-tadora marcha.

    Cuando la cima ele la montaa se dej ver, le pareci que sus pulmones estaban a punto de reventar y su cuerpo se estreme-ci de fatiga. Las palabras de su padre resonaron en su cabeza. "Debes saber que puedes vencer a tu enemigo. No debes tener la menor duda".

  • Lo alhJ d-e-l2 _ _rnontaa se convi11i en su enemigo. Corre con Caballos oblig a sus piernas a ir ms y ms rpido. Tena los ojos pegados al suelo, ele modo que no se dio cuenta cuando de-j atrs a Carnina Solo. Todo en l estaba entregado a su tarea.

    Lleg a la cima y sin darse tiempo a saborear su victoria so-bre la montaa se volvi para emprender el regreso. La verda-dera victoria estaba a cinco kilmetros de distancia, en el cam-pamento.

    El descenso era ms fcil, aunque las posibilidades ele tro-pezar y caer fueran mayores. Una :fila de mezquites formaba una barrera y C01Te con Caballos alarg el paso y salt, ele-vndose en el aire casi a la altura de !os hombros.

    Su pierna derecha roz Ja punta de un arbusto y una espina le abri la piel. Cay del otro lado en una barranca poco pro-funda. La arena suelta y desigual del suelo lo hicieron falsear el paso, pero enderez el cuerpo y se lanz hacia Ja orilla opuesta.

    Ms adelante la pendiente disminua y una frescura inespe-rada se apoder de Corre con Caballos. Le gustaba sentir el viento en la cara y el suelo apenas tocando sus pies. Ya no era humano: era un antlope, y se impuls parair ms rpido.

    Cuando el campamento estuvo por fin a la vista, Corre con Caballos senta que volaba. Se detuvo frente de su padre, quien Jo esperaba. Cuchillo Rojo mir complacido el sudor que cu-bra el cuerpo ligero de su hijo. Gernimo, un hombre corpu-lento. de rostro oscuro, nariz anchJ y grande, frente baja y ojos negros corno obsidiana se dirigi hacia l.

    -Escupe -exigi.

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  • 14

    Corre con Caballos volvi la cabeza y dej que el chisguete de agua saliera entre sus labios. Sonri y abri la boca para re-cuperar el aliento.

    -Dnde est el guerrero que fue contigo? -pregunt Cu-chillo Rojo.

    Corre con Caballos sacudi la cabeza. -No lo s. Cuando Camina Solo lleg trotando un momento despus,

    los delgados labios de Gernimo estaban tensados en una lnea. No estaba satisfecho. El lder de la guerra y hombre de medici-na se tomaba muy en se1io el entrenamiento de todos los chicos.

    -Por qu no estabas con l? --espet apuntando a Corre con Caballos.

    El guerrero baj la mirada. -El chico cone corno un venado. Sus pies tienen la certi-

    dumbre de la cabra monts. No lo pude alcanzar. -Lleg a la cima? Camina Solo cruz su mirada con la de Gernimo. -S. Lo vi. Cuchillo Rojo y .Gernirno se dieron la vuelta y se alejaron.

    Corre con Caballos sonri. La victoria era dulce. +

  • 1 1 l '

    Captulo 2

    + CORRE CON CABALLOS estaba sentado en el suelo frente a su padre. El sol de la maana an no haba aparecido sobre las montaas del Este.

    -Hijo mo --comenz Cuchillo Rojo-, cuando eras pe-queo y no sabas cmo hacer arcos y flechas, yo los hice por ti. Te ense a cazar. Te mostr que ]as aves, las ardillas y los conejos no son mansos; cuando te ven, las aves vuelan y las ar-dillas y conejos se esconden. Tienes que avistarlos antes de que ellos te vean a ti. Debes acechar y acercarte a tu presa pa-ra que tu flecha pueda alcanzarla.

    "Al cazar animales pequeos, has aprendido que debes avan-zar lenta y suavemente, sin golpear las piedras con los pies im-pidiendo que rueden caada abajo. Para cazar venado, es lo mismo. Debes avanzar con astucia y cuidado. Los venados pueden verte antes de que t los veas. Los venados se quedan donde pueden verte bien. Tendrs que buscar tu venado y acer-carte a l como el z01To. Es igual con el antlope y otros ani-

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    males. Pero no caces al guajolote. Los~gu.ajol_Q_tes no sirven pa-ra comer porque se alimentan de insectos."

    Cuchillo Rojo hizo una pausa antes de continuar. -Hijo mio, hoy te irs de aqu con tus palos de fuego, tu cu-

    chillo, tu arco v tus flechas. No regreses sin un venado o un an-. ~ .

    tlope. Un guerrero debe poder cazar y traerle carne a su gente. "No comas antes de irte, ni lleves contigo alimento alguno. Si

    cazas con el estmago vaco, puede que el Dador de Vida tenga piedad de ti y ponga un venado en tus manos. Cuando mates, marca la punta de tus mocasines con sangre y cmete el corazn crudo lo antes posible, para asegurar buena caza en el futuro.

    "Ahora vete."

    Corre con Caballos se detuvo a la orilla del campamento para examinar su am1a. Haba tallado un arco sencillo de una rama de morera. Tena el largo de dos flechas y estaba tensado con los tendones de un venado que su padre haba cazado. Tena una cuerda extra en su aljaba.

    Sin encontrar ninguna imperfeccin en el arco, lo coloc en el suelo. Luego se quit la aljaba de la espalda y revis cada una de sus doce flechas. La varilla estaba hecha de caoba del mon-te, pelada, tallada y puesta a secar. Bajo instrucciones de su pa-dre, haba enderezado cada flecha contra una piedra caliente, y luego haba pintado bandas con tonos extr.ados de races coci- das y de corteza. Las puntas de pedernaLque,haba,encontrado haban sido talladas por los indios Pueblo haca siglos, y las plumas en el otro extremo de la varilla eran de cola de guila.

    Satisfecho, Corre con Caballos ech aandar con un trote li-

  • gcro. Saba a donde iba:..J.1u1ch~2~ kilmetros al Oeste y un poco al norte habfa una estrecha caada de la que manaba un ojo de agua. Cuchillo Rojo lo haba llevado all una vez, haca meses, y esperaba poder recordar el camino. Era un buen lugar p;:u-a ca-zar porque los animales venan de kilmc:tros a la redonda a be-ber cuando no llova, y hada ya mucho tiempo que no 11ova.

    Un cuervo grazn en lo alto y Corre con Caballos se cletmo a mirar la negra ave. Le habl: "Cuervo. si cazo, las entraas ser

  • 18

    CoITe con Caballos mantuvo su ruta dentro de las caadas o en-_........_ ___ ~ tre los arbustos y, en la medida de lo posible, fuera de las pla-nicies donde poda ser avistado desde muy lejos. Si los mexica-nos lo vean y capturaban, lo mataran.

    Mientras viajaba, a veces vea una liebre o un conejo saltar de su escondite a la sombra de un arbusto o una roca. En una caada profunda vio la cola blanca de un venado bailando fren-te a l. No le prest atencin. CoITe con Caballos saba que era intil perseguir a un venado asustado: nunca lograra acercar-se lo suficiente como para dispararle.

    Antes del medio da lleg a la estrecha caada sorprendido de la facilidad con la que haba recordado el camino. Se dej caer bocabajo y se arrastr hasta la orilla rocosa para asomar-se. Donde hay agua, le haba dicho su padre, hay peligro. El enemigo poda estar all.

    El potente sol de verano estaba ya en lo alto y se reflejaba en el agua al fondo de la caada. Corre con Caballos la exa-min cuidadosamente en busca de cosas que se movieran.

    Seguro de que no haba nadie, Corre con Caballos sigui el tenue sendero que zigzagueaba por la empinada pared de la ca-ada. Las huellas frescas de venado en el suelo polvoso con-firmaban que era un buen sitio para acechar. Busc un buen lu-gar en las cercanas donde pudiera esconderse sin que Ia brisa llevara su olor hacia su presa.

    Cerca del fondo de la caada la. encontr-.-una zanja pro-funda que cmzaba el sendero y a cuyo pie creca un cedro es-peso y corto. En silencio, se arrastr por el banco y se mTodi-ll detrs del tronco.

  • En un instante se puso de pie y tens la cuerda del-~rrcz;. ~JJ la que descansaba lista la flecha. La visibilidad era buena y la distancia al sendero suficientemente corta. Sonri mientras descansaba el arco y devolva la flecha al carcaj. El lugar era perfecto. No haba modo de fallar.:

    Siguiendo el lecho lleno de grava de la zanja hasta UIL\ poza alimentada por el ojo de agua, Con-e ccn Caballos re\is el suelo en busca de huellas recientes en el lodo. Al no encontrar nada. bebi del a2ua salobre hasta satisfacer su sed v rczres a

    ,

  • 20

    Pero Corre con Caballos quera al macho, quera la corna-rnen ta para mostrrsela a su padre y a Gernrno. Apunt su flecha de nuevo. Era mucho ms difcil atinarle al macho.

    Fue un error. Justo al soltar la cuerda, ambos venados respingaron y, en-

    loquecidos, corrieron por la empinada ladera de la caada en una nube de polvo. La flecha intil golpe inofensiva contra las rocas.

    Corre con Caballos se qued observando el sendero vaco, avergonzado y deprimido. El Dador de la Vida y el cuervo le haban ayudado, haban facilitado su tarea, y l haba fallado.

    Ningn guerrero habra sido tan estpido. La carne de la cierva no era distinta a la del macho, y era carne lo que busca-ba, no cornamentas. Ahora tena por delante una larga noche con el estmago vaco, y maana no podra esperar que el cuer- . vo o el Dador de la Vida le ayudaran o tuvieran piedad de l. Ahora estaba solo.

    Tras encontrar su flecha con la punta rota, baj hasta el agua, se lav la cara y bebi. Luego subi por la zanja para pasar la noche donde la luz de su fogata no fuera fcilmente visible.

    No haba razn alguna para encender una fogata: no haca . fro ni tena nada que cocinar, pero quera tener fuego. Podan pasar horas antes de que consiguiera conciliar el sueo, y las llamas le haran compaa.

    Escogi un lugar con arena suave y recogi ramas secas, tro-zos de mezquite y unos puados de zacate. Sac sus heITa-mientas para hacer fuego del cinturn. Eran dos piezas de ma-dera que le permitan hacer friccin: una vara de enebro de

  • veinticinco centmetros de largo del grosor de su dedo meic;ue y una tabla delgada. plana, de yuca.

    Corre con Cabalios coloc la punta plana ele la rama de ene-bro en la ranura de la tabla de yuca. amonton un poco de za-catc seco a su alrededor e hizo girar la vara con rapidez entre sus palmas.

    f\'o salan chispas ni humo. Aadi una pizca de arena y lo intent de nut\'O. Esta \'el brot un hilo de humo. Quit la va-ra y. deteniendo el zacatc contra la yuca, sopl. El zacatc se en-cendi ele inmediato y Corre con Caballos ech varias ramitas.

    La oscuridad era completa. Un bho ulul en las cercanas. Corre con Caballos sinti que un estrr:mecimiento le recorra la espalda y se alegr de tener la luz. del fuego. La presencia del bho significaba que alguien malvado haba muerto no muy le-jos y su espritu haba entrado en el bho. Nada bueno viene de la presencia de un bho, le haba dicho Cuchillo Rojo. Slo en-fermedad v muerte.

    El bho ulul una y otra vez, y al poco tiempo el sonido se volvi intolerable para Corre con Caballos. Torn una rama en-cendida y corri en direccin del ruido.

    Cuando oy el aleteo se detuvo, agradecido de que el ave se hubiera alejado. Ojal no regresara. Corre con Caballos no quera morir.

    Horas despus, tras reconstruir docenas de veces sus errores anteriores con los venados e implorarle al Dador de la Vida y al cuervo su perdn, Corre con Cabailos se durmi.

    La noche todava era oscura cuando despert, y de inmedia-to busc en el cielo del Este la estrella de la maana, pues nin-

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  • 22

    gn guenero permite que la estrella se levante antes que l._ An no estaba en el cielo, pero no tardara en llegar, lo saba por instinto.

    Se quedo quieto. Quera bajar a la poza y beber, pero saba que en la oscuridad hara demasiado ruido. No sera buena idea espantar a los venados o antlopes que pudieran estar rondan-do. La idea de pisar o rozar una cascabel tambin lo mantuvo inmvil, esperando la luz de la maana.

    Cuando lleg el alba, Co!Te con Caballos tuvo que tomar una decisin. Deba bajar silenciosamente hasta el agua, con la es-peranza de encontrar a un venado all a buena distancia, o re-gresar al lugar de ayer, al pie de la zanja, y esperar?

    Sabia .por las huellas que haba visto que los venados usaban el sendero para bajar la caada y regresar. Si haba algn ve-nado en el agua era muy probable que regresara por el sende-ro. Decidi intentar una vez ms su puesto de acecho.

    CoITe con Caballos estaba listo cuando escuch a los vena-dos subir. Esta vez, se repi, no cometera en-ores. Durante aos haba cazado ardillas, aves, conejos y ratas, que eran blan-cos mucho ms difciles que un venado. Tena confianza en su buena puntera.

    El venado se acerc ms y Cone con Caballos tens en el ar-co su flecha marcada. Un momento despus, mirando a travs de las ramas del cedro, vio la cabeza del venado. Era un ma-cho, un macho mucho ms grande que el que haba visto el da anterior. Cone con Caballos sinti que la fuerza lo abandona-ba y empez a temblar. ''No, pens, a menos que sea un blan-co perfecto, no disparar".

    "--..

  • El ve-i:i-ackHli2 unos pasos ms. Corre con Caballos supo que no habra otro momento. ni siquiera para dispararle a una hem-bra o a un cervatillo. Sus pensamientos se detuvieron.

    Ivluy lentamente se alz por encima del follaje del cedro y apunt detrs de la cruz del venado. El macho se detuvo y vol-vi la cabeza. Corre con Caballos soll la flecha y el tafiiJo de la cuerda reson en d silencio.

    Corre con Caballos vio la flecha dar en el blanco y hundirse en la carne del venado. El macho se lanz hacia adelante v . ech a correr. Corre con Caballos no pudo contener su emo-cin y grit antes de salir tras su presa.

    Estaba mal. Corre con Caballos lo saba. "Espera en silencio tras disparar para que el animal se sienta dbil y se eche", le ha-ba dicho Cuchillo Rojo muchas veces. ''El animal puede sacar fuerzas del miedo, e ir mucho ms lejos que si lo dejas en paz".

    Pero el venado no se alej mucho. era imposible. La flecha le haba perforado los pulmones. Corre con Caballos vio al ani-mal trastabillar y luego caer. Cuando lleg hasta l, sac su cu-chillo y le abri la garganta para permitir que la sangre se dre-nara del cuerpo.

    Nunca haba sido tan feliz. En silencio agradeci al Dador de la Vida por poner e] venado all para que el apache lo comiera.

    Corre con Caballos tom al pesado animal de los cuernos y lo arrastr hasta que la cabeza qued apuntando hacia el Este. Esto era importante porque uno de los creadores, Nio de Agua, lo haba hecho cuando cazaba en Ja TieITa.

    Con cuidado de no pasar por encima del venado o pararse frente a su cabeza, Corre con Caballos sac la flecha de varios

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  • tirones fuertes. Luego abri el cuerpo con el cuchillo y sac las entraas al como haba ayudado a su padre muchas vecc,s.

    Record las palabras de Cuchillo Rojo acerca del corazn. To-mndolo en ambas manos. Corre con Caballos se lo comi. lirn-pindosc la sangre de la barbilla para manchar con ella las puntas de sus mocasines. Era esencial que continuara teniendo xito en la cacera. Algn da. dc:-;pus ele conve11irse en guerrero, esperaba tener esposa e hijos. Entonces tend1ia que proveer a su familia.

    Un cuervo grazn en el cielo y Corre con Caballos se ende- rez. Apunt hacia el venado. "Cuervo. t me ayudaste. T y yo no pasaremos hambre. Las entraas son tuyas''.

    Mir al venado. ''Venado, no tengas miedo cuando nos en-contremos de nuevo. Necesito tu carne y tu piel. Sea que siem-pre ten za buena fortuna contigo.,. L L

    Corre con Caballos dej al venado y fue a beber a la caada. Pronto regres. hizo una fogata y as parte de Ja carne. Cuan-do hubo comido hasta saciarse, termin de destazar al animal.

    No poda cargar toda la carne, as que envolvi la mitad en la piel, en un paquete compacto. y la colg de un cedro cerca-no con una cuerda que haba trenzado de Ja hoja de una yuca. El bulto estaba lo suficientemente alto como para que los co-yotes o gatos monteses no lo alcanzaran.

    Le habl a todos los animales. "Esta carne le pertenece al Dador de la Vida. Nadie debe tocarla. Yo regresar por ella".

    Corre con Caballos acomod el arco sobre su hombro y le-vant la cabeza del venado y sus cuartos traseros. Era una carga pesada. Cuchillo Rojo y Gernirno estaran orgullosos de l. +

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  • 26

    Captulo 3

    + GERNIMO avanz hasta quedar frente a Cuchillo Rojo y Co-ITe con Caballos, quienes estaban sentados junto al fuego afue-ra de su cabaa. CoITe con Caballos se levant e hizo a un lado.

    Gernimo apunt hacia l mientras miraba a Cuchillo Rojo. -Tienes un buen muchacho. Hay otro en el campamento

    que es mejor, ms rpido y ms fuerte. La expresin sobria de Cuchillo Rojo no se inmut. Su mi-

    rada fue directa y su voz careca de emocin. - Pronto habr luz. Trae aqu a ese muchacho. Dile a todo

    el campamento que venga. Quiero que lo vean. Cuando Gernimo se perdi de vista, Corre con Caballos

    volvi a su lugar junto al fuego. Haba escuchado la conversa-cin y saba lo que fa a suceder. Haba sucedido dos veces an-tes y ambas lo haba detestado, aunque haba ganado.

    Slo haba unos cuantos muchachos de su edad en el cam-pamento, y casi todos eran amigos suyos. sta era una parte del entrenamiento para gueITero que le hubiera gustado evitar.

  • Cuchillo Rojo percibi la tristeza de su hijo. -Hijo mo, cmo podr el guila volar si nunca extiende

    sus alas? Cmo sabr el len que puede cazar y matar a un ve-nado si nunca lo ha hecho? Es igual para ti.

    "Pronto llegar el da en que tu entrenamiento finalice. Los juegos habrn terminado y empezar la lucha por la vida o la muerte, no tu vida. sino la de tu gente. Debes conocer tus fuer-zas y flaquezas, del mismo modo que tu oponente debe conocer las suyas. Un cobarde no es bueno para s ni para los dems.

    La ltima afirmacin encendi la furia de Corre con Caba-Jlos e hizo algo que nunca antes haba hecho. Le contest a su padre.

    -No tengo miedo. No deberas hablarme de esa forma. Los otros son mis amigos, crec J. wrnndo con ellos, nadando v ca-

    .__ '- _,

    zando con ellos. No son mis enemigos. Cuchillo Rojo sonri y sus ojos cafs mostraron calidez.

    Aunque trataba de no mostrarlo nunca. amaba a Corre con Ca-ballos ms que a nada en el mundo.

    -Tu corazn es bueno, es puro --dijo con calma-. Pero si este muchacho es tu amigo, le ensears lo lento que es. Le en-sears su debilidad. No tendrs piedad de .l y l se esforzar ms, con la esperanza de vencerte algn da.

    "La destreza que le ayudes a afinar algn da salvar su vida y la vida de otros. Entiendes lo que te estoy diciendo?"

    Corre con Caballos asinti con los ojos clavados en las lla-mas. Las palabras de su padre tenan sentido, pero no cambia-ban su opinin. La idea de lastimar a sus amigos no le gusta-ba. No le gustaba nada.

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  • 28

    Toda la gente_d~~ampamento estaba all, formando un gran crculo en un terreno plano y abierto. La gente vitoreaba mien-tras Corre con Caballos senta que se le encoga e1 corazn. Gernimo entr en el crculo con Cara Pequea a su lado. Ca-ra Pequea era ms que un amigo, era como un hermano. Ge-rnimo lo saba, y tambin Cuchillo Rojo.

    Los muchachos se encontraron en el centro del crculo. Co-rre con Caballos poda ver el miedo, Ja splica silenciosa en los ojos de Cara Pequea. Los dos haban luchado antes, jugando, y Cara Pequea siempre perda; era ms ligero, quiz ms r-pido, pero Corre con Caballos era mucho ms fuerte.

    Gernimo le entreg a cada uno un palo y luego se retir. -Pelearn hasta que uno de los dos se rinda. No se den por

    vencidos a la primera, o su entrenamiento cesar y no los lle-var al siguiente ataque. Comiencen!

    Los muchachos ?e agazaparon en el suelo y empezaron a describir crculos uno alrededor del otro. Entendan las impli-caciones de lo que Gernirno haba dicho. Poda pasar inclu-so hasta un ao antes de que reanudaran su entrenamiento. No los tendran en cuenta para el prximo ataque, y sin los ata-ques, nunca se convertiran en guetTeros, nunca seran consi-derados hombres adultos ni se les permitira fumar o casarse.

    A~ems, ninguna muchacha apache digna de casarse se inte-resara en ellos.

    Los pensamientos de Corre con Caballos se sucedan con ra-pidez. Saba que los palos podan causar gran dao y dolor. Despus de su ltima lucha haba quedado tan adolorido que apenas se haba podido mover durante una semana. Su opo-

  • nente haba ieni'flD'--fX'.DJ~suertc. sali con una mueca. un dedo y la nariz fracturados.

    De pronto Corre con Caballos dej caer el palo y se lanz a los pies de Cara Pequea. Si poda convertir la pelea en una lu-cha cuerpo a cuerpo haba menos probabilidades de que algu-no de los dos saliera seriamente herido.

    Cara Pequea abati el palo sanguinariamcnte y golpe a Cone con Caballos en la espalda. con tal fuerza que ste se es-tremeci y apenas alcanz a agarrarlo de un pie. Una y otra vez Cara Pequea lo golpe. una de ellas detrs de la cabeza.

    Los golpes lastimaron a Corre con Caballos y lo llenaron de una furia incontrolable. Haba tirado su palo para no lastimar a su amigo, estaba apaleando sin piedad.

    El crculo de gente gritaba y gema, y algunos cantaban su nombre, pero CoITe con Caballos dej de escuchar. La adrena-lina cona por sus venas y l reuni sus fuerzas mientras Cara Pequea lo segua golpeando.

    Con la agilidad de un gato, Co1Te con Caballos se puso de pie, levantando con l el pie de Cara Pequea. Cara Pequea perdi el equilibrio y cay pesada y violentamente al suelo.

    Corre con Caballos se mont rpidamente encima de su ami-go, quien de pronto se haba convertido en su enemigo. Cara Pequea levant el palo pero Cone con Caballos lo agarr, tor-ci y lo desprendi fcilmente de sus dedos.

    La furia segua controlando los movimientos de Corre con Caballos. Detuvo los brazos de Cara Pequea con sus rodillas y le puso el palo sobre la garganta, empujando hacia abajo con toda su fuerza. Los ojos de Cara Pequea saltaron de sus rbi-

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  • 30

    tas mientras trataba de respirar. Se resisti y trat de zafarse, pero no pudo mover a Corre con Caballos.

    Cara Pequea tosi y se atragant. La gente se qued en silencio. Gernimo y Cuchillo Rojo

    llegaron junto a Corre con Caballos y lo levantaron por la fuer-za. Cara Pequea se acurruc de costado, jadeando.

    Cuchillo Rojo palme la espalda de su hijo y sonri. Fue en-tonces que el trance de ira se rompi y Cone con Caballos se dio cuenta de lo que haba hecho. Haba estado a punto de ma-tar a Cara Pequea.

    La voz de Cuchillo Rojo resonaba: -ste es mi hijo. Estoy orgulloso de l. Ya han visto lo que

    puede hacer. Ser un guerrero poderoso. La gente vitore. Corre con Caballos se limpi la frente con

    el antebrazo y cuando Io baj se dio cuenta de que estaba en-sangrentado. Dej caer el palo y se arrodil1 junto a Cara Pe-quea. No se senta como un hroe, sino corno un tonto, un tonto que se haba dejado llevar por la furia.

    Y si Gernirno y su padre no lo hubieran detenido? Cara Pequea estara muerto. +

  • Captulo 4

    + EL SOL de medio da brillaba. Corre con Caballos estaba ha-ciendo lo que le haba dado su nombre: estaba con los caballos. Siempre que alguien quera encontrar1o, saba donde buscar. pues raramente estaba lejos estos grandes animales musculosos.

    Los caballos lo intrigaban y nunca se cansaba de mirarlos o hablarles. Estaba seguro de que entendan lo que les deca. Pe-ro hoy no les prestaba mucha atencin. Estaba pensando en su madre, quien haba mue1io junto con su hermanito en el parto. Su nombre, Carnina en el Agua, no se haba pronunciado des-de su muerte haca nueve aos.

    sa era la costumbre apache. Pensar o hablar sobre los muertos no serva sino para entristecer a los vivos, o peor an. para invocar a Jos fantasmas. Corre con Caballos estaba cons-ciente del peligro, y no quera que lo persiguiera un fantasma, pero no poda evitar pensar en ella. La extraaba, extraaba sus grandes ojos cafs, su sonrisa torcida y su voz suave y tranquilizadora.

    31

  • 32

    S1LeJJtL~!_To ocurri el mismo da que muri, y Corre con Ca-ballos recordaba cada detalle de la ceremonia: los gritos de la gente y las lgrimas en el rostro de su padre.

    Al final de aquel teITible da, todo lo que haba sido de su madre, inclusive sus ollas y canastas, haba sido enterrado con ella o quemado.

    Antes del anochecer, Corre con Caballos vio a su padre ma-tar al caballo pinto de su madre y prenderle fuego al domo de zacate de su cabaa. Al da siguiente cambiaron el campa-mento ele lugar. No quedaba nada que les recordara a Camina en el Agua.

    Pero la tumba y la hoguera no haban borrado los recuerdos. CoITe con Caballos saba que Cuchillo Rojo nunca se haba re-puesto de su muerte. Nunca haba pensado en casarse de nue-vo, y beba demasiado tesgino. No era feliz, no como antes.

    Corre con Caballos escuch un ruido a su espalda y al vol-tear vio a Cara Pequea caminando hacia l. Se puso de pie. No haba visto a Cara Pequea desde la lucha tres das antes.

    Cara Pequea se detuvo a unos pasos de distancia. -Saba que te encontrara aqu. Corre con Caballos se qued mirando la marca morada y

    amarilla en la garganta de Cara Pequea, y luego volvi la vis-. ta al suelo.

    -. Perdname por lo del otro da. Estaba furioso, y no saba lo que haca.

    -No te preocupes. Cuando tiraste el palo, yo tambin deb tirar el mo, pe.ro pens que por una vez tena la oportunidad de vencerte.

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    -G0rr~son Caballos se sent de nuevo y le indic a Cara Pe-quea que se sentara a su lado.

    -Por que viniste? -Para prevenirte. Dos gueneros llegaron al campamento

    con unas botellas de mezcal que le robaron a los mexicanos. El jefe Naiche, Gernimo, tu padre y los dems estn bebiendo. Ya estn bonachos.

    Cone con Caballos se encogi de hombros. Siempre que ha-ba algo de beber, los hombres beban.

    Cara Pequea continu. -Cuchillo Rojo est haciendo apuestas. Dice que puedes

    montar cualquier caballo bronco a pelo y sin cuerda. Apost su rifle contra unas botellas de mezcal.

    -Su rifle? Corre con Caballos saba lo que vala un rifle, y lo difcil que

    era conseguirlos. Slo los gueneros tenan rifles, y no todos. El Winchester de su padre, un rifle de repeticin, provena de un saqueo que haban hecho a un grupo de colonizadores blancos en el Norte. La mayora de los gueneros en el campamento te-nan carabinas Springfield de un solo tiro. El Winchester vala lo mismo que dos o tres buenos caballos, .y un buen caballo tambin e.fa difcil de conseguir.

    Corre con Caballos sinti un escalofro que le recorri la es-palda. Haba demasiado en juego. Estaba seguro de su destre-za como jinete, despus de haber pasado aos entrenado bajo la supervisin de su padre y haber visitado a un chamn que realiz una ceremonia para darle la habilidad de aferrarse al ca-ballo como un murcilago a la roca. En el campamento se de-

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  • 34

    ca que tena "poder" sobre los caballos. Pero montar un caba-llo bronco a pelo sin una cuerda era algo que jams haba in-tentado. Era una locura, quizs era imposible. Corre con Caba-llos se levant.

    -La apuesta no ser vlida si no pueden encontrarme. Ma-ana o el da despus se les acabar la bebida y olvidarn la apuesta. Me voy a esconder.

    Cara Pequea asinti. Pero cuando Corre con Caballos em-pez a alejarse, vio que su padre y un grupo de hombres se di- rigan hacia l. . l

    La idea de echarse a correr sin parar cruz su mente. Segu-ramente an no lo haban visto. Pero Corre con Caballos no poda irse. Si lo vean correr sera una vergenza para su padre y no poda arriesgarse a semejante cosa. ,

    1 Cara Pequea se puso de pie a su lado. Pareca comprender . i lo que pensaba.

    -No te preocupes. Hemos montado juntos muchas veces y s que nadie monta mejor que t. Tengo una pluma de guila que ir a buscar. Si la amarras a la crin del caballo que escojan , 'j te ayudar a calmarlo.

    Corre con Caballos se volvi hacia Cara Pequea. -Es bueno que todava seamos amigos. Cara Pequea se levant y fue a buscar la pluma.

    Cuchillo Rojo puso su mano en el hombro de Corre con Caba- ! 1 llos. Su aliento ola a mezcal, las palabras se arrastraban en su ';1i boca y tena los ojos rojos y turbids. "]

    -Hijo no, stos -e hizo un gesto apuntando a los dems ! ~! ti,

  • a- que lo acompaaban-, estos hombres dicen que no puecks--- ~--n- montar un caballo sin cuerda. -Cuchillo Rojo se tambale---. a- Yo s que puedes. Les vas a mostrar que puedes.

    Corre con Caballos se qued en silencio. No haba nada que a- decir. No iba a discutir con su padre, y menos frente a los otros la hombres.

    Cuchillo Rojo se volvi hacia el ms alto de los hombres. 1- -Naiche, escoge el caballo. i- El grupo se acerc hacia los caballos que estaban maneados

    de las patas. Corre con Caballos se qued donde estaba y es-1- cuch a los hombres discutir sobre cul caballo sera el ms di-o fcil. l saba la respuesta. e Haba tres potros de dos aos en la manada que nunca los

    haban montado ni estaban acostumbrados a la mano del hom-r bre. Eran caballos que haban robado en el ltimo saqueo a

    Frontera, una pequea colonia mexicana en el Norte. y De los tres potros, el roano azul de ancas cortas y cruz re-3. dondeada, al que se le vea lo blanco del ojo, sera el ms dif-1 cil. Al caballo no le gustaba la gente y ni siquiera Corre con

    Caballos haba logrado acercrsele mucho. Cara Pequea regres con la pluma. Naiche haba hecho

    su eleccin. Sera el roano azul. Camina Solo, el guerrero que haba acompaado a Corre con Caballos en su carrera a la cima del cerro, tom un lazo de cuero que traa en el hom-bro y despus de varios intentos consigui lazar al caballo maneado.

    Los dems, tanto como lo permita su estado intoxicado, ayudaron a detener al animal. Cuchillo Rojo se quit la cami-

    35

  • 36

    sa y ~y~nd los ojos mientras Gernimo le quitaba las ma-neas de laspatas.

    CoITe con Caballos se par junto al caballo. Tena las entra-as tan apretadas que le dolan. Aparte de Cara Pequea, nadie haba mencionado la apuesta, y CoITe con Caballos se encon-tr deseando no haber sabido sobre el asunto. As, por lo me-nos, la presin no sera tan fuerte.

    Cara Pequea le amarr la pluma al caballo sujetndola con la crin, y luego se apart. Cone con Caballos saba que prolon-gar el momento slo lo pondra ms ansioso. Tena que montar; no haba modo de evadir la situacin.

    Se sujet a las crines del caballo y mont. Cuchillo Rojo ja-l la camisa y el caballo sali disparado hacia adelante, tum-bando al hombre a su paso.

    Los dems estallaron en carcajadas cuando vieron a Cuchi-llo Rojo en el suelo. El potro repar, balancendose hacia ade-lante y hacia atrs sobre sus partas traseras. Corre con Caballos se aferr a las crines con la esperanza de que el caballo no ca-yera hacia atrs y lo aplastara. Si se soltaba su padre perdera la apuesta y se quedara sin el rifle.

    Por fin las patas del animal tocaron. el suelo, slo para lan-zarse en un alto arco y caer con un golpe que hizo que CoITe con Caballos perdiera el equilibrio. Tal vez la pluma de guila funcionaba con algunos caballos, pero no pareca tener efecto alguno sobre ste. Corre con Caballos hizo un esfuerzo para colocarse de nuevo en el centro del lomo del animal. El caba-llo sali disparado a todo galope y Corre con Caballos se ale-gr. La canera era ms fcil y el animal se cansara.

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  • 38 ,

    Frente a ellos estaban la meseta abierta de la cima de la mon-taa. El potro redobl el galope. Corre con Caballos saba que ms adelante la meseta terminaba en una cada abrupta. Si el caballo no se detena o cambiaba de direccin, ninguno de los dos sobrevivira la cada.

    Corre con Caballos se inclin lo ms que pudo sobre el cue-llo del animal, tratando desesperadamente de sujetarle el hoci-co. Si lograba agarrarlo y enganchar un dedo en el agujero de la nariz, podra forzar al caballo a dar media vuelta.

    Pero el roano no lo permita. Estir el cuello y mantuvo el hocico fuera del alcance de su mano. Corre con Caballos mir hacia adelante. No le quedaba ms tiempo.

    Estaba preparndose para saltar cuando el potro fren abru p-tamente. La fuerza del movimiento fue tan grande e inespera-da que _arranc sus manos de las crines. Corre con Caballos sa-li volando por encima del caballo y cay pesadamente en la tierra, para luego rodar a unos palmos del precipicio.

    Jadeando para recuperar el aire que el golpe haba expulsa-do de sus pulmones, i:nir con los ojos borrosos al roano que trotaba y se alejaba en direccin de los otros caballos. Haba perdido. Su padre perdera el rifle.

    Corre con Caballos ech a andar. Pronto vio a Cara Pequea que vena a su encuentro montando un alazn de cara blanca. El muchacho detuvo al caballo a su lado.

    -No ests triste --dijo Cara Pequea-. No es tu culpa. Cuchillo Rojo est borracho. La culpa es suya. l. ..

    -No -interrumpi Corre con Caballos casi gritando-. No hablars mal de mi padre..

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    Cara Pequea encogi los hombros y le tendi la mano. Co::>--~ .___ ne con Caballos lo tom del brazo y mont en las ancas del alazn. Pronto estuvieron junto a los dems caballos; el roano azul pastaba entre los otros como si nada hubiera pasado.

    Cone con Caballos mir hacia el campamento. A la distan-cia vio a los hombres caminando; su padre iba a la zaga. Cu-chillo Rojo se detuvo, volvi la cabeza un instante, y luego continu caminando. Cone con Caballos poda ver que estaba decepcionado, y eso le dola. +

    39

  • - __ Captulo 5

    40

    + HABA pasado una semana, y aunque Cuchillo Rojo no ha-ba mencionado el incidente, la prdida del rifle preocupaba a Corre con Caballos.

    No era tanto que considerara la prdida su culpa. Pocos hom-bres, si es que alguno, podran haber montado aquel roano sin cuerda. Pero lo justo o injusto de la situacin no importaba: Cu-chillo Rojo haba perdido su rifle y el rifle le haca falta.

    Cara Pequea apunt un poco ms arriba del horizonte y solt su flecha.

    Corre con Caballos dio unos pasos hacia atTiba y mir la fle-cha hasta que cay. Sacudi la cabeza.

    -No lleg suficientemente lejos. Mi flecha est ms lejos. -No -dijo Cara Pequea-. La ma est ms lejos. Los dos trotaron por la meseta abierta, el mismo lugar en el

    que el roano azul haba galopado con Corre con Caballos. Ca-ra Pequea encontr su flecha primero; un poco ms adelante,

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    CoITe con Caballos encontr la suya. Sin nimo, Cara Peque-a le entreg su flecha a Corre con Caballos.

    -Me has ganado tres flechas. Vamos a tirar a la barranca. Corre con Caballos sonri. l y Cara Pequea haban juga-

    do as desde que eran nios. Al final ninguno de los dos gana-ba muchas ms flechas que el otro.

    Llegaron a un arroyo ancho al norte de campamento. De un lado haba un montculo alto de tierra rojiza y suave. Cara Pe-quea mir a Corre con Caballos.

    -T tienes ms flechas que yo. Tira primero. Corre con Caballos mir en su carcaj y sac su peor flecha,

    una que tena la varilla pandeada y le faltaban plumas. Si la perda, no importara demasiado.

    Estir su arco y lanz la flecha al montculo. Cara Pequea sonri. Poda ver por cmo volaba la flecha que el tiro no ha-ba sido bueno.

    -Tienes miedo de que te gane? -Ya veremos --dijo Corre con Caballos y se encogi de

    hombros. Cara Pequea puso su mejor flecha en el arco. Apunt con

    cuidado y la dej volar. El tiro fue bueno y la flecha qued me-dio enterrada en la tierra suave junto a la de Corre con Caba-llos. Cara Pequea corri a ver para ver si las varillas de las fle-chas se tocaban. Las flechas estaban juntas.

    -Gan! -grit Cara Pequea-ven a ver. -No, te creo. Tmala. Corre con Caballos busc de nuevo en su carcaj la peor fle-

    cha que le quedaba y dispar hacia la tierra. Cara Pequea

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  • 42

    apunt con cuidado y tir de nuevo, pero esta vez las flechas no se tocaron. Era su tumo de disparar, y escogi la misma fle-cha doblada que le haba ganado a Corre con Caballos.

    Cuchillo Rojo lleg hasta ellos y ambos muchachos se vol-vieron hacia l. Cara Pequea le ofreci su arco.

    -Quiere jugar con nosotros? El hombre sonri y tom el arco. l y el padre de Cara Pe-

    quea, Pie Roto, haban pasado mucho tiempo juntos ensean-do a los muchachos a cazar y a tirar. Pero desde que Pie Roto haba muerto mientras saqueaban ganado en el Territorio de Nuevo .Mxico dos aos atrs, Cuchillo Rojo pasaba menos tiempo con ellos.

    Sac tres flechas de la aljaba de Cara Pequea, puso una en la cuerda y coloc cuidadosamente las otras dos entre los de-dos de su mano izquierda.

    Alz el arco y rpidamente dispar la flecha lista, antes de que tocara el suelo, dispar las otras dos hacia el montculo de tierra. Las tres cayeron tan juntas que parecan una sola flecha.

    Corre con Caballos estaba sorprendido. Nunca haba visto a su padre hacer eso. Saba que tena buena puntera, pero no ha-ba imaginado que fuera tan bueno.

    Cuchillo Rojo le regres su arco a Cara Pequea. -Este ser su nuevo juego. Un guerrero debe poder dispa-

    rar as. Si no disparas dos veces antes de que la primera flecha caiga, pierdes una flecha. Si las dos flechas no caen tocndose, pierdes otra flecha.

    Se dio la vuelta para marcharse. -Vengan, los dos.

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    Cara Pequea recog() su:: flechas y los dos m~K~h24'lW,:; si-guieron a Cuchillo Roin. No muy lejos del carnpaincnto, en una rea cubierta de rocas. encontraron a Camina Solo espe-ri1dolos. El Joven ~uerrero le entre~ a cada uno una honda v

    '- '- _,

    se qued con una para s. Cuchillo Rojo habl apuntando a un lado de la estrecha y po-

    co profunda barranca. -Ustedes idn de ese lado. Vamos a lanzarnos piedras. Si

    una piedra los golpea. puede romperles un hueso. Si les pega en la cabeza. olvdenlo. Esto Ios har rpidos. les ensear a esquivar y moverse corno e1 pez que nada en el ro.

    Corre con Caballos y Cara Pequea dejaron sus arcos y fle-n chas y caminaron lentamente al lugar indicado por Cuchillo Ro-

    jo. Ambos se daban cuenta de la gravedad del entrenamiento. Ms de una vez haban visto a muchachos que haban pasado por

    e esto regresar al campamento con brazos y costillas rotos. Una e vez una ocasin Je haba sacado el ojo a uno. y se deca que aos

    atrs un muchacho haba muerto. 1 Cuchillo Rojo y Camina Solo recogieron cada uno una pie-

    dra y la colocaron en 1a tira de cuero de la honda. Los mucha-chos hicieron lo mismo. Cuchillo Rojo hizo girar la honda por encima de su cabeza, primero lentamente y despus ms rpi-do, los ojos fijos en su hijo.

    Corre con Caballos le regres la mirada a su padre. Saba que el hombre iba en serio y que esto no era un juego. Titubeando, empez a girar su propia honda. Sus dedos conocan bien las cuerdas de cuero. l y Cara Pequea haban jugado y cazado con hondas toda su vida. Los dos tenan una puntera mortal.

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  • ""-----

    Pero Corre con Caballo::; no tena ningn deseo de pelear contra su padre. ele tratar de pegarle una pedrada.

    Cuchillo Rojo conoca los pensamientos de su hijo, y saba lo que tena que hacer para c~1111biarlos. Con la velocidad de un ra-yo dispar la piedra. La pequea roca son como un tambor con-tra la piel desnuda ele la rodilla de Corre con Cahallos y lo hizo trastabillar; el dolor lo hizo cerrar los ojos y perder el aliento.

    Cuchillo Rojo rpidamente puso otra piedra en la honda y empez a hacerla girar cuando, de pronto. una piedra lo golpe en el estmago con un ruido sordo. Hizo una mueca y volte a ver a Cara Pequea. sorprendido.

    Una sonrisa pas por los labios del muchacho antes de que tuviera que agacharse para esquivar una piedra lanzada por Ca-mina Solo.

    La distraccin funcion y le dio tiempo a Corre con Caba-llos para levantarse. Estaba furioso, loco de furia, y ya no tena escrpulos para atacar a su padre. Cuchillo Rojo lanz una pie-dra y CoITe con Caballos gir para esquivarla. Rpidamente re-cogi otra y con un movimiento gil la lanz hacia su padre. E1 tiro sali recto y veloz, pero Cuchillo Rojo era demasiado r-,Ndo. Salt fcilmente sobre la piedra y sonri. Ahora el entre-'.J!anento empezara de verdad.

    ;,,Un buen rato despus, cuando Cuchillo Rojo dio Ia orden de ,~arar, los cuatro se dejaron caer, exhaustos. Haban corrido,

    esquivado y lanzado piedras hasta que sus brazos y to-. . . su cuerpo pulsaba de dolor. Pero curiosamente, a pesar del >.peligro, o quizs por l, haba sido divertido. Y nadie haba sa-'; r.lf~O seriamente lastimado.

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  • 46

    La furia de Cone con Caballos haba desaparecido. Volvi a mirar a su padre y sonri.

    -Te pegu dos veces. -Pero yo te pegu primero --dijo Cuchillo Rojo sonriendo. +

    '.

    .--

  • a Captulo 6

    + CORRE CON CABALLOS y cuchillo Rojo estaban sentados en la cima de una colina mirando las planicies desde lo alto. A la distancia, al Este, se vea la silueta azulada de los picos de la Sierra en Medio, y ms lejos, apenas visible por la bruma ma-tutina, las montaas de la Candelaria.

    Cuchi11o Rojo seal en direccin a las montaas de la Sie-ITa en Medio.

    -Cuando oscurezca, irs hacia esas montaas. Debes cruzar las planicies y para que no seas visto, llegar a las montaas an-tes de que amanezca. All hay un guerrero vigilando a nuestros enemigos. Habla con l.

    -Cuando oscurezca de nuevo -Cuchillo Rojo alz la ma-no-, contina hasta las Candelarias. Las ves?

    Corre con Caballos asinti. Cuchillo Rojo baj la mano y se volvi hacia su hijo. -All estar otro guerrero. Cuando oscurezca de nuevo, re-

    gresars y nos dirs lo que dijeron los gueITeros. Esto es parte 47

  • 48

    de tu entrenamiento. No llevars agua ni alimen.tc;i_Un guerre-.._ "----. '--'

    ro debe poder viajar rpidamente grandes distancias. "Cuando ests en las montaas qudate en la maleza. No sal-

    gas hasta que haya oscurecido. Nunca cruces las planicies en el da. Si no encuentras agua sube a un punto alto y busca man-chas verdes. Donde el pasto est verde y los rboles crecen, all hay agua.

    "'Pero no te acerques en e! da. Tus enemigos pueden estar ah. No importa que tan sediento ests, no debes acercarte has-ta que sea de noche. Entonces puedes ir y beber:

    Cuchillo Rojo hizo una pausa y se espant una mosca. -Duerme en el da. Aun cuando haga mucho calor, no bus-

    ques la sombra. Qudate bajo un pequeo arbusto o debajo de la hierba. Tus enemigos te buscarn en la sombra. No dejes que te encuentren all.

    "Si ests dormido en la hierba crecida y escuchas un ruido, toma un puado de pasto frente a ti y mira a travs de l. A me-nos que estn muy cerca de ti, nadje podr verte.

    "Si ves a alguien a lo lejos y no sabes quin es, encuentra un lugar abierto pero cerca de la maleza. Haz una fogata con za-cate y pon una rama que haga humo. Luego apaga el fuego y escndete en la maleza. Quien sea que fuere vendr, y podrs ver si es un enemigo o un amigo. Desde la maleza puedes pe-lear o huir si es necesario."

    Cuchillo Rojo continu y CoJTe con Caballos lo escuch con atencin:

    -Si ests perdido o no puedes encontrar al guerrero en Ja montaa, haz una fogata que eche humo y luego apgala y mi-

  • Te- \' sabrs donde est::L

    ;a1- '"Si quieres que alguien te sig;t. haz hunw y coloca ui1~t 111na 1 el 'i1arcada en la direccin en la que fuiste ... an- Cuchiilo Rojo volvi a esp

  • 50

    Viajar por !a noche no era nada nuevo. Hasta haca unas" cuantas semanas, desde cue su ~ente haba llee-.ado a instalarse

    ~ L

    en la Sierra Madre para esconderse, descansar y llevar a cabo los tan necesarios saqueos a los mexicanos. haban estado en constante movimiento, haciendo todo lo posible pa.ra evitar tanto al cjtrcito mexicano como al ele Jos Ojos Blancos que los . perseguan.

    La mayor parte de ios trayectos haba sido dirigida por Ge-rnimo. Era un hombre poderoso. Saba cosas sobre el enemi- go que nadie ms poda saber.

    Mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad, Corre con . 1 Caballos pensaba en su vida y en su gente. Siempre haban es-tado en guerra y saqueado. Era normal. Acaso el uni\'erso no se haba formado a partir de un conflicto, cuando Mujer Pinta-da de Blanco y su hijo Nio de Agua haban matado a todos los monstruos y gigantes'? Rayo y Viento haban peleado para saber , ~ quin era el mejor, al igual que el Sol y la Luna. La paz nunca ! haba existido.

    ,:

    Durante un tiempo, antes de crecer y aceptarlo como parte 1 } de la vida, Corre con Caballos haba sentido preocupacin an- ~., te tanta sangre derramada. Muchas vec;:es haba visto a los gue- .. ,:;) rreros regresar de un saqueo con prisioneros, mexicanos o _ blancos. Con las manos atadas tras la espalda, los prisioneros i{ eran entregados a las mujeres apaches para que los descuarti- ;.'} zaran con hachas y cuchillos si trataban de escapar.

    A veces traan a un nio, y una vez haban llegado con una 1:' nia. Primero fueron esclavos, pero despus se c;nvirtieron en ;] miembros de la tribu. Entre los nios del campamento haba :;l

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    um> que era bLmco. y dos de los guerrero:; apaches eran en rea-lidad mexicanos capturados dcsc.:c nio.-.;.

    Pero en el ltimo ao. enfurecidos por la constante persecucin y temiendo cue la vida tal como la cono1_an cst

  • 52

    Pero estaba cerca de su destim.LllS que un momento despus ,.,_____

    retorn el trote lemo pero constante que haba mantenido a lo largo de la noche. La luz del da lo encontr en lo alto de las frondosas faldas de las montaas.

    Corre con Caballos saba que era faci l perder el da buscan-do entre el follaje de los arbustos al guerrero que deba encon-trar, y necesitaba ese tiempo para descansar y prepararse para la siguiente parte de su viaje.

    Con esto en mente sigui las instrucciones de su padre e hi-zo una fogata que envi una espesa columna ele humo negro al cielo. Rpidamente apag la fogata y mir a su alrededor en busca ele alguna respuesta. Media hora despus segua buscan-do, y estaba a punto de encender el fuego otra vez cuando una voz tras l lo sobresalt.

    -Qu haces aqu? Corre con Caballos se dio la vuelta, aturdido y avergonzado

    de haber permitido que alguien se le acercara tanto sin que l se diera cuenta. Si e.1 hombre fuera un enemigo, Corre con Ca-ballos estara muerto.

    El guerrero, un hombre delgado de mediana edad, sali de atrs de un rbol cargando un rifle en el brazo.

    -Cuchillo Rojo me envi a buscarte --dijo Corre con Ca-ballos-. Debo llevarle tus palabras.

    El guerrero lo mir con frialdad. '-

    -Eres un muchacho .estpido. Te podra haber matado f-cilmente. Cuando mandes una seal de humo, escndete, ob-serva y escucha. No sabes quin puede venir. Tenemos muchos enemigos.

  • 1s ---- ~C9rre con Caballos sintic'i que su furia se disparaba. El hom-lo bre, por supuesto, tena azn. Pero saba que cuando el gue-

    las nero regresara al camnmento, le contara la histori

  • 54

    No haba mucha agua, una poca en cada agujero, pero fue suficiente. Calmada la sed, Corre con Caballos sali de la ba-rranca hacia un claro de hierba espesa. Decidi que era un buen lugar para pasar el da y repentinamente exhausto. se dej ca-er y pronto qued dormido.

    Se despert varias veces durante el da para examinar breve-mente sus alrededores. Al oscurecer se levant e inici su ca-minata hacia las Candelarias. Las montaas no estaban lejos en comparacin con la distancia que ya haba recorrido. y no pen-s que le tomara ms de media noche llegar a fllas.

    Tiempo despus una luz dbil apareci en la oscuridad fren-te a l. Corre con Caballos dio unos pasos hacia adelante y la luz desapareci. Se echo hacia atrs y la vio de nuevo. La luz tena que venir de una fogata o una linterna, lo cul quera de-cir que haba gente cerca. El campamento seguramente estaba en una barranca o depresin poco profunda, donde no era fcil ver la luz desde afuera.

    Corre con CabaUos se qued quieto, pensando. Calculaba que Ja luz estaba a slo unos cuantos kilmetros, pero era dif-cil juzgar distancias en la oscuridad. Si decida investigar, se desviara demasiado de su ruta hacia el. Norte y aadira mu-chos kilmetros a su viaje.

    Volvi la cara hacia las estrellas. La gran cpula apenas haba girado. La noche era joven y contaba con el tiempo suficiente. Cuchillo Rojo, Gernimo y el Jefe Naiche querran saber quin anclaba por all y por qu. Pero tendra que tener mucho, mucho cuidado. +

  • e a. p l/h ., ~!j o r-1/ , ) uJ .'--

    + CORRE CON CABALLOS saba que deba estar cerca. y sin embargo slo haba visto la luz dos veces ms desde que avan-z en direccin hacia ella. Rode el rea cautelosamente, pre-guntndose si quizs haban apagado Ja lmpara o extinguido el fuego. Si no era as, quin quiera que fuese se haba toma-do bastante trabajo para asegurarse de que su campa memo es-tuviera bien escondido.

    Luego escuch voces y vio un dbil brillo rojo sobre la tieITa a unos cincuenta metros a su derecha. Se acerc silenciosa-mente, arrastrndose un poco ms sobre su estmago. Abajo, en el fondo de un amplio y profundo arroyo, tres hombres acucli-llados alrededor de.una pequea fogata hablaban espaol. Uno de ellos bebi un largo trago de una botella y luego riendo se la pas a otro.

    Ms abajo en e1 arroyo estaban tres mulas apenas visibles junto con lo que pareca ser un buno. amarrados en el extremo opuesto del arroyo. Corre con Caballos dirigi la mirada de

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  • 56

    nuevo hacia los hombres, y sus ojos se detuvieron en los rifles que tenan sobre las piernas.

    Dos de ellos eran viejas carabinas de] ejrcito mexicano, pe-ro el tercero era un rifle Winchester de repeticin.

    Al ver el Winchester, los pensamientos de Corre con Caba-llos se dirigieron hacia su padre. Se imagin entregndole or-gulloso el rifle a Cuchillo Rojo para reemplazar el que haba perdido.

    Uno ele los hombres, un tipo grande, de bigote y con un som-brero de paja blanda, se levant. Mir hacia arriba, directa-mente donde se encontraba Corre con Caballos. El corazn del joven apache palpit frenticamente. Hundi la cabeza en la tierra temeroso de moverse, de respirar siquiera.

    Finalmente, sin poder aguantar ms la respiracin, Con-e con Caballos retrocedi lentamente alejndose de la orilla. Escu-ch carcajadas abajo y su ansiedad cedi un poco. Si lo hubie-ran visto, no estaran rindose.

    Los pensamientos de Corre con Caballos se aceleraron. Te-na dos opciones: retirarse y partir relativamente seguro hacia las Candelarias, o quedarse y an-iesgar su vida para intentar ro-bar el rifle.

    La decisin no le tom mucho tiempo. La tentacin era de-masiado fuerte, y la recompensa demasiado grande. Se imagi-n a s mismo en una de las mulas, rifle en mano, entrando al campamento.

    No, la escena cambiaba: tena dos rifles, uno para s y el Winchester para su padre. Y ... tras la mula que montaba, vena otra, atada con una cuerda. No, dos mulas y un burro.

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    nuevo hacia los hombres. y sus ojos se detuvieron en los rifles que tenan sobre las piernas.

    Dos de ellos eran viejas carabinas del ejrcito mexicano. pe-ro el tercero era un rifle Winchester de repeticin.

    Al ver el Winchester, los pensamientos de Corre con Caba-llos se dirigieron hacia su padre. Se imagin entregndole or-gulloso el rifle a Cuchillo Rojo para reemplazar el que haba perdido.

    U no de los hombres, un tipo grande, de bigote y con un som-bn:ro de paja blanda, se levant. Mir hacia arriba. directa-mente donde se encontraba Corre con Caballos. El corazn del joven apache palpit frenticamente. Hundi 1a cabeza en Ja tierra temeroso de moverse. de respirar siquiera.

    Finalmente. sin poder aguantar ms la respiracin, Corre con Caballos retrocedi lentamente alejndose de la orilla. Escu-ch carcajadas abajo y su ansiedad cedi un poco. Si lo hubie-ran visto. no estaran rindose.

    Los pensamientos de Corre con Caballos se aceleraron. Te-na dos opciones: retirarse y partir relativamente seguro hacia las Candelarias, o quedarse y arriesgar su vida para intentar ro-bar el rifle.

    La decisin no le tom mucho tiempo. La tentacin era de-masiado fuerte, y la recompensa demasiado grande. Se imagi-n a s mismo en una de las mulas, rifle en mano, entrando al campamento.

    No, la escena cambiaba: tena dos rifles, uno para s y el Winchester para su padre. Y ... tras la mula que montaba, vena otra, atada con una cuerda. No, dos mulas y un burro.

  • Corre con Cabail(;s sc1rni. Cuchillo Rojo csL:tra orgu1loso cie l. Todo el cmnparnc:ito .-,e c11tg.r: . .ara ck la valenta. la des-treza y la inteligenc.-::1 .Je su hijo.

    Orru pensamiento cruz por su mente, y ste !CJ decidi m:s que ninguna otra CO'>a. Si escapaba con el botn, esta hazaa se-guramente contara como su tercer saqueo, y slo le quec: tra uno ms por completar. Cuchillo Rojo haba dicho que in"tt al siguiente saqueo con Gernirno. Despus de eso. su entrena-miento habra terminado. Sera un guerrero y podra sentarse a beber y fumar entre Jos hombres. Podra buscar esposa.

    Corre con Caballos se acerc ele nuevo a la orilla del arroyo. Cuando los hombres se quedaran dormidos y el fuego se ex-tinguiera, deba tener la ubicacin de cada objeto perfectamen-te grabada en la mente.

    En el lmite del crculo de luz habfo tres sillas de montar, un morral y un bulto. Amarrados al bulto haba dos palas y un pi-co. Cone con Caballos supuso que los hombres eran mineros.

    Del otro lado ele la fogata habfa un montn ele ramas de mez-quite partidas. Cerca de l, junto a una piedra grande, vio un sartn, una olla y un saco de tela que seguramente contena co-mida. Adems del montn de cobijas apiladas al descuido en un banco de arena, y de los hombres, no haba nada ms.

    C01Te con Caballos estudi cuidadosamente a cada uno, par-ticularmente al que traa el Winchester. Era el ms pequeo de los tres, un tipo ele barba rala con un sombrero negro cubierto de polvo. El hombre se llev la botella a los labios y Corre con-Caballos se alegr. Mientras ms mezcal bebieran, ms pro-fundo sera su sueo.

    ,. __ ,

    '

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  • 58

    Se arrastr hac.i.:o::--:H~::i~"-~rn par de metros. No hah~1 n~1_L\ que h:icer 1.,ino esperar y tratar de pensar en un plan.

    Por fin In,..; hoinbres dejaron ele habiar y !a noche qued en ~-ikncio. T~tn pronto corno Corre con Caballos los oy(: rnnca: ;,e accrc'\1 de nuevo a l

  • ban libre-; y s:tlieran hu,endD. De regreso nu trndra tiempD de des~1tarlu:,,

    J '.,i. ,111.c:_::_,edl,c.l era eth_i inscn1_onablc. ~ hor:1 \"" 1 t .\ r:"trl" 't1'~'-- .... i . - -..., 1' ~ ( ( i~ ,_ . ~ \.... 1 (l . ) di i'i~il del plan. un pl::.tn ouc en rcakhd no c:\iqf:L

    ['1;:- algn niudu tcn1a que ruinrsc el \\'!ncrl\:>ler. Wit de b-.:. :"11 h'11'.\ :1n:t-"1.- ,- ,-1 1 " Llc" ('n1111'cl; :'-"l""c;:.1r 1"-:tt 'l, niilc: "-\., i..l. 1 ._._, ...... ~~~ (. .{ -..._ ,)(.~\,,.\. M~j -. 11., ~ '-t': \, .. ~, 1>Ll,_.- . f;ylo sin dcspcr:_l!' , Jc1s l10111bre:,.

    (:stos roncaban a Fierna suelta. snnurn ) rc:gubrrncntt~- Co-nc con Caba!loo,, se co!g() el an.:o a L1 i."-,ptlda. juntu a su cdja-ba. y sac/J su cuchillo largo. Si alguno despi2rt

  • 60

    Esper. Los ronquidos continuaron y no hubo rns movi-miento. Con muchsimo cuidado avanz y rode a Jos hornhres por los pies con la esperanza de encontrar alguna de las cara-binas c:q)Uesta como haba estado el \Vinchester.

    Corre con Caballos vio un can brillar tenuemente a la luz de las estrellas: lo torn y jal suavemente hacia l.

    La noche explot. El hombre que estaba tendido junto al ri-fle se levant de un salt y grit como si le hubieran aJTojado un cube1azo ele agua fra. De un tirn arranc el can del se-gundo rifle de entre los dedos de Cone con Caballos.

    Corre con Caballos se puso de pie de un salto y ech a co-rrer \'Clozmente hacia las mulas apretando el V,1incbester con la 1nano derecha y el cuchillo con la izquierda. Se tropez con algo y cay.

    Un disparo rugi a su espalda desgarrando an ms la quie-tud de la noche. Con gran destreza. y con la fuerza y velocidad que e.la el miedo, se levant de nuevo y corri.

    Las mulas haban desparecido espantadas por el disparo. Co-ITe con Caballos sigui su carrera; saba que la distancia y la oscuridad eran su nica esperanza.

    Corra ms veloz de lo que su visin limitada le permita por 1o que tropez y cay varias veces. Son otro disparo y, cuando sala del aiToyo hacia las planicies, oy a los hombres gritar.

    Pronto tuvo que aminorar el paso. Era demasiado rpido, de-masiado riesgoso, y representaba un mayor peligro para su vi-da que los hombres que haba dejado atrs.

    Corre con Caballos trot kilmetro tras kilmetro de regre-so hacia Sierra en Medio. Las Candelarias estaban demasiado

  • !

    !ejos. y ahet'tt-:i+.: 1ia irnpo:~ih!i: lleg.m ah" antes cki ~nnane~Ti. Si Jos n1:.:xicanos recupcrab:.tll sus mulas y lo erice ntnban al clfa siguiente en la planicie. Ju cazaran. La estrcll

  • 62

    \ i-ttcL7--':.;f;1Jcs ele humo al guerrero. Que lo llamaran muchacho cstpid() tudava le dola. y pcm, en un plan para desquitarse. v ~t la vez conse~uir ag:ua v comicia. ~ L-- ..__ ..,

    Corre con Caballos hizo una fogata de humo y luego la ap~1-g6. R~-tpichmente se trep a un alto enebro y se escondi all. al acecho. f\io tard en distinguir al guerrero desliznclose entre la maleza. Esper hasta que el hombre e\lmo cerca. y luego co-loc una bala en el rifle.

    El guerrero se H)lvi al or el ruido y Corre con Caballos le apunt.

    ---Ercc; un hombre estpido ---dijo Corre con Caballos con una voz sonora \" fra.

    El guerrero volte hacia arriba y por fin lo vio. -Podra haberte matado fcilmente ----continu Corre con

    Caballos---. Cuando veas humo debes tener cuidado al acer-carte. No sabes (uin hizo e1 humo \ nuestros enemigos son

    ' L

    muchos. En el rostro del guerrero se dibuj una sonnsa. Corre con

    Caballos mantuvo su rifle apuntando. --Creo oue tienes comida ... v ae:ua.

    ' .1 '--

    El guerrero se encogi de hombros. -Baja. Te dar algo de comer. ,De dnde ... ? Qu haces t

    con un rifle?

    A la madrugada siguiente Corre con Cabal los lleg al campa-mento y se dirigi directamente hacia el tipi que comparta con su padre. Cuchillo Rojo estaba sentado junto a una pequea fogata. Abri grandes Jos ojos al ver el rifle en las manos de su hijo.

  • ~: .

    e ,.. (' (' h Jl ' ' ] -----c,s p:tra i1 ----uqo nrrc con _ a1a .o:o, 1.:ntrcs:.~rnC!o e (II"C:'.U-

    - L -

    lioso el rifle. Pur el bril]o en los ojos de su padre y por la fo;ma en que ~1c:irici

  • 64

    Captulo 8

    + CORRE cu:--; C\BALLOS tena razn cu;.indo pens que el ri-fle le valdra el no haber do a Las Candelarias, pero estaba equivocado al pensar que lograra evitar el tema. Pero Cuchillo Rojo estaba tan contento con el rifle y con las hazaas de su hi-jo que no importaba.

    Despus de or la historia y cmo Corre con Caballos se ha-ba desquitado del guerrero en la Sierra en Medio, Cuchillo Rojo reuni a cuantos quisieron venir y le pidi a Corre con Caballos que la volviera a contar.

    Cuatro das despus, al rayar el soL Gernimo le anunci al campamento que era momento de hacer otro saqueo. Haba cantado y rezado y el Dador de Vida le haba comunicado que tendran xito. Saldran al oscurecer.

    Esa tarde Cuchillo Rojo puso pintura en la frente y las rneji-1las de su h(io.

    --Hijo mo, este es tu tercer saqueo. No ir contigo. l\ile que-dar a vigilar el campamento.

  • .__

    'Mientras ests fuera, no debes comer alimentos calicctes o perders e] dominio sobre los caballos y no te s1.::rvir{in de na-da. Tampoco comas las entraas de los animales, o suceder lo mismo. No debes hablar mucho ni rer, no importa Jo gracioso que algo te parezca. Si te res, tendds n .da suerte."

    Cuchillo Rojo hizo una pausa y traz una 1Jtima lnea en la barbilla de Corre con Caballos. Coloc el recipiente de pintu-ra de corteza en el suelo y se limpi las manos en el polvo. Co-rre con Caballos pens en interrumpir

  • 66

    Revis su arco para asegurarse de q ue no tuviera grietas. v

  • --Vamos a alistar los caballos -dijo.

    Todo el campamento aplaudi y vitore al grupo de ocho hom-bres que parti al anochecer. con Gernirno c

  • 68

    ellas ms de una vez: tena un balazo an-iba d-::?-k:-.rodilla dere-;:.._ -

    cha, donde la bala todava estaba alojada; otra bala le haba atravesado el antebrazo izquierdo; en la pierna derecha. por de-bajo de la rodilla. haba sido herido con un sable; en la cabeza haba recibido el golpe de la culata de un rifle, y tena heridas de bala bajo la comisura del ojo izquierdo. en el costado iz-quierdo y en la espalda.

    Corre con Caballos estaba seguro de una cosa: no le conve-na estar en contra de Gernimo. +

  • Captulo 9

    + AL AVANZAR la noche. Corre con Caballos pens en que ca-balgar era mucho mejor que caminar. Le gustaba el caballo tor-do que montaba. El animal era de su padre y Corre con Caba-l los pensaba que era su mejor caballo. Tena el pecho amplio y los cuartos traseros fuertes. pareca comprimido en un cuerpo pequeo y robusto, lo que le daba una velocidad tremenda en carreras co1ias y la resistencia necesaria en las largas. Era un caballo castrado, con paso fcil, bocado sensible, y tan dcil como para confiar plenamente en l.

    A Ja luz de la media luna que suba por el cielo, Corre con Caballos observ las orejas de su montura. En la noche los ca-ballos podan escuchar y ver mejor que la gente, y con Jos aos Corre con Caballos haba aprendido que poda sacar ventaja in-terpretando los movimientos de oreja de su caballo.

    Lo habitual era que anduviera con una oreja apuntando ha-cia arriba y la otra hacia abajo. Si el caballo paraba ambas ore-jas, haba que tener precaucin. El animal haba visto o perci-

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  • 70

    biclo algo. Si el caballo se detena. ern seguro que haba algo. o alguien. adelante.

    Los kilmetros pasaron silenciosos y sin novedad. excepto por el ocasional aullido de un coyote solitario y la respuesta ele otros a la distancia. Nadie hablaba. y el ritmo pesado de los cas-cos de los caballos empez a adormecer a Corre con Caballos.

    Abri un extremo ele su cantimplora y se salpic la cara de agua. Deba mantenerse alerta. Los enemigos podan llegar en cualquier momento y de cualquier direccin. y no deba hacer que los dems tuvieran sueo.

    La madrugada lleg y el grupo continu avanzando sin des-canso. Cara Pequea se acerc y emparej su caballo al ele Co-rre con Caballos.

    -Hemos estado avanzando hacia el Norte y hacia el Este desde que salimos. Sabes a dnde vamos'!

    Corre con Caballos neg con la cabeza. Se fij que su ami-go tena los ojos enrojecidos. y concluy que probablemente l tambin se esforzaba para mantenerse despierto.

    -No. Creo que slo Gernirno lo sabe. Cara Pequea no dijo ms, consciente de que no deban ha-

    blar mucho. Al medioda. aparecieron cuatro puntos a la dis-tancia. Puntos en movimiento no podan ser otra cosa que mu-las o caballos.

    Corre con Caballos volte a ver a Gernimo y se dio cuenta de que l tambin los haba visto. El guerrero espole a su ca-ballo y dirigi al grupo a paso rpido. De pronto gir y bajaron hacia una caada ancha y poco profunda por la que continua-ron avanzando.

  • Largo rato despus Gernimo se detuvo. El grupo desmont y tos ocho vigilaron desde la orilla de la barranca. No muy le-jos se divisaba claramente a tres hombres en mula que llevaban a un burro de carl?:a. Corre con Caballos los reconoci de in-

    -..

    mediato. Eran los mismos mineros a quienes haba robado el \Vinchester.

    Gernimo estudi a los hornhres y sus animales. Corre con Cab;.d!os tambin los observ sabiendo perfectamente lo que el lder ele los guerreros pensaba hacer. Un momento despus Gc-rnimo se dirigi hacia su caballo. Corre con Caballos lo si-gui y le habl en voz baja.

    ---Aquellos hombres son Jos mismos a quienes les quit el rifle. An tienen dos carabinas.

    Ciernimo se detuvo y mir al muchacho. Corre con Caba-llos sostuvo su mirada penetrante slo un momento. incapaz de resistir los ojos fros y msticos por ms tiempo. Gernimo le dio una palmada en la espalda.

    -Entonces todo ser ms fciL El grupo mont sus caballos. En unos segundos estaban fue-

    ra de Ja caada y corriendo por la planicie hacia sus presas. Los mineros se dieron cuenta del peligro y echaron sus mulas al ga-lope. Pero sus esfuerzos eran intiles. No podan escapar, no en las planicies donde 1os caballos fcilmente podan alcanzar a las mulas.

    Los mineros soltaron al burro de carga y los apaches grita-ron y vitorearon azuzando a sus caballos. Cara Pequea y Co-rre con Caballos se contagiaron de Ja emocin pulsante y la al-garaba, y tambin empezaron a gritar.

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  • ----

    1

    Largo rato despus Gernimo se detuvo. El grupo desmont v los ocho vis'.ilaron desde la orilla de la barranca. No rnuv le-. ~ ,

    jos se divisaba claramente a tres hombres en mula que llevaban a un burro de carga. Corre con Caballos los reconoci de in-mediato. Eran los mismos mineros a quienes haba robado el V./inchcster.

    Gernimo estudi a los hombres y sus aninrnles. Corre con Caballos tambin los observ sabiendo perfectamente lo que el lder de los guerrero:.; pensaba hacer. Un momento desous Ge-

    .... . "

    rnimo se dirigi hacia su caballo. Corre con Caballos lo si-gui y le habl en \oz b

  • 72

    La distancia se acort y los mineros volteaban hacia ellos ~con desesperacin. Cien metros despus desmontaron. aban-

    donaron sus mulas y buscaron refugio tras un montn de are-na y un mezquital.

    Gernimo detuvo al grupo justo fuera del alcance de los ri-fles. Volte a ver a los muchachos.

    -Ustedes se quedan aqu. Luego, separndose del grupo, cabalg hacia los tres mine-

    ros haciendo reparar a su semental negro. Los dems gueITeros se quedaron atrs, al parecer sabiendo lo que s jefe planeaba y la parte que les tocaba jugar. .

    Del mezquital se elev una nube de humo negro y simult-neamente se escuch el disparo de un rifle. La bala golpe el suelo a dos caballos de distancia de Gernimo.

    Son otro disparo y Gernirno dej escapar un grito agudo galopando hacia los mineros. Saba que las dos carabinas, de un tiro cada una, estaban descargadas y estara sobre los mine-ros antes de que tuvieran tiempo de cargarlas de nuevo. Los gueITeros dejaron a Corre con Caballos y a Cara Pequea y se unieron veloces a su lder.

    Los muchachos apenas alcanzaban a ver entre la nube de polvo que levantaban los cascos de los caballos. Sonaron tres disparos en rpida sucesin, la nube de polvo se alz ms so-bre el mezquital y el aire se llen con los gritos triunfales de los gueITeros.

    En veinte, quizs treinta latidos de corazn todo haba aca-bado. Los tres mineros estaban muertos. El polvo se asent y los dos futuros guerreros vieron a Gernimo alzando victmio-

  • \

    so una cabeller

  • 74

    los dems, pero saban bien cules eran las reglas par.S;l-_Los._ 112: vatos. Lo que comieran y en qu cantidades poda afectar el xito 9e el saqueo. La decisin era de Gernimo.

    El viejo guen-ero les arroj un par de latas. -Vayan con los caballos. Tomen turnos para la guardia. Se dirigieron hacia el ojo de agua y pusieron manos a la obra

    para manear las patas de los caballos y desensillarlos antes de que oscureciera demasiado. Despus de terminar estas labores se sentaron a comer.

    Una lata result ser de duraznos, la otra ele tomates, y al igual que los guerreros, los muchachos comieron con los dedos compartiendo 1a comida. Las latas pronto quedaron vacas, pe-ro por lo menos la punzada del hambre haba desaparecido.

    Corre con Caballos se limpi los dedos en el pasto. -Viste los edificios al Nmte? -S -respondi Cara Pequea. -Creo que es all a donde vamos. -Lo sabremos al amanecer. Duerme t primero. Te desper-

    tar al rato. Corre con Caballos se recost en el pasto. Era agradable des-

    cansar el cuerpo agotado tras una noche y un da de cabalgata constante. Cara Pequea se levant y avanz ms alto en la co-lina. +

    ,.

    ' w1ew "'t -- z(~-rtz xre#

  • Captulo 1 O

    + GERNIMO despert al grupo cuando an estaba oscuro. Los guerreros y Jos dos muchachos rpidamente ensillaron a Jos ca-ballos. Sin desperdiciar un solo movimiento, en poco tiempo el grupo parti hacia el norte.

    Corre con Caballos guiaba una de las mulas. Las otras dos y el buITo lo seguan voluntariamente. Pronto una tenue luz en el Este anunci la llegada del amanecer.

    Gernimo detuvo al grupo y desmont. l y los guerreros se amontonaron para hablar en voz baja. Una luz parpade no muy lejos y los muchachos adivinaron que provena del ran-cho. Quien quiera que estuviera all se estaba levantando.

    Una vez terminada su discusin con Jos gueITeros, Gerni-mo se coloc frente a Cara Pequea y Corre con Caballos.

    -Ustedes esperarn aqu. Los gueITeros montaron y se adentraron en el desierto en di-

    reccin del rancho. Corre con Caballos y Cara Pequea per-manecieron en sus caballos observando a la espera. Mientras la

    75

  • 76

    luz del da aumentaba se empezaron a vislumbrar dos cons-trucciones bajas ele adobe y techos de paja.

    Una luz como de estrella fugaz toc el techo de uno de los edificios. La sigui otra, y luego ms. Los muchachos se die-ron cuenta de lo que estaba pasando: los guerreros disparaban flechas envueltas en fuego. Muy pronto ambos techos ardan en llamas.

    Sonaron disparos y alguien grit. Luego ms disparos, de-mas.iados y continuos como para contarlos. Cara Pequea y Corre con Caballos podan or los gritos y los alaridos de los guen-eros.

    De pronto todo termin, casi tan rpido como haba comen-zado. Las columnas de humo negro se elevaron hacia el cielo en silencio.

    Ninguno de los jvenes pronunci una palabra. Saban que el saqueo haba tenido xito, de otro modo la lucha no habra terminado tan rpido. Poco ms tarde vieron a Gernimo y a los guerreros salir del rancho al galope, gritando triunfantes y con una manada de caballos frente a ellos.

    Cuando estuvieron ms cerca ambos distinguieron que las mulas cargaban un gran botn colocado en sacos de lona atados a sus sillas.

    Corre con Caballos y Cara Pequea se unieron al grupo cuando pasaba frente a ellos y se apuraron a prestar ayuda pa-ra juntar la manada de caballos. Algunos se resistan a abando-nar el rancho y trataban de volver, pero los muchachos se en-cargaron de atajarlos cabalgando de un lado a otro en la reta-guardia.

    l..

    1 ',

  • ----

    IVls adelante, en un amplio valle antes escondido por bs co-linas se avistaba ganado. Gernirno y los gu'2rreros se ::

  • do sera ridculo tratar de escapar delos __ "n_e~es. Slo eran cua-tro, no los suficientes para que Gernimo y sus guerreros aban-donaran el botn.

    Habra una lucha. El viejo guerrero hizo un gesto con el rifle a Corre con Ca-

    ballos y Cara Pequea. -Qudense con Jos caballos y el ganado. Despus lanz un grito agudo y espole su caballo en una

    carrera abrupta. Los guerreros lo siguieron bajo una estela de polvo.

    Cara Pequea emparej su alazn con el de Corre con Ca-ballos. Ambos muchachos saban que tenan que empezar a arrear el ganado, pero no podan despegar los ojos de los dos grupos de hombres que se precipitaban unos hacia otros.

    De pronto, Gernimo y los guerreros se deslizaron de sus ca-ballos al galope y buscaron refugio tras arbustos, cactus, rocas o cualquier cosa que ofreciera proteccin para la pelea.

    La primera descarga reson y uno de los jinetes se desplo-m. Los dems se detuvieron rpidamente y desmontaron. Si-gui otra descarga, pero sonaba diferente, ms lejana, y ... pro-veniente de otra direccin.

    Cara Pequea y Corre con Caballos se volvieron hacia el so-nido. Desd~ el Oeste, en una enorme nube de polvo, docenas de hombres a caballo se dirigan hacia ellos.

    -Soldados! .-grit Cara Pequea tanto para s como para su compaero-. Es el ejrcito mexicano.

    Corre con Caballos mir hacia donde Gernimo y los gue-rreros peleando. Obviamente ellos tambin haban vis-

  • to el nuevo peligro pues corran trat,an_d_o Q~ atrapar sus caba-llos. Sonaron disparos y uno de los guerreros cay al suelo.

    -Qu hacemos? --pregunt Cara Pequea. Corre con Caballos vio que el ejrcito se acercaba rpida-

    mente. Se dio cuenta de que no haba nada que pudieran hacer para ayudar a Gernimo y los guerreros. Si se tomaban el tiem-po para intentar ayudarlos, eJ ejrcito no tardara en estar sobre ellos. Saba que el gan?do y el botn estaban perdidos. Con

    ~uerte podran escapar con vida. -Corramos! Hacia el Este una caada profunda bloqueaba el paso. Si-

    guieron por la orilla hacia el Sur, pero encontraron que la ca-ada se volva hacia el Oeste, hacia el ejrcito mexicano.

    No haba otra opcin. Tendran que saltar. Corre con Caballos impuls al tordo a galope agradeciendo

    la potencia del pequeo animal. Cara Pequea lo segua un po-co ms atrs en el alazn.

    El tordo ganaba velocidad constantemente y Corre con Ca-ballos se inclin hacia adelante lo ms posible, descansando su cabeza contra el cuello del animal. Haba saltado barrancas an-tes, pero ninguna tan ancha como sta.

    Con un poderoso impulso final el tordo se lanz en el aire y cay del otro lado a slo unos centmetros de la orilla. CoJTe con Caballos detuvo a su montura y mir atrs para ver al ala-zn de Cara Pequea tropezar a la orilla de la barranca y caer cabeza abajo en la profunda baJTanca.

    Los mexicanos estaban muy cerca y CoJTe con Caballos en-frent la decisin ms difcil de su vida: deba seguir y salvar

    79

  • su vida. volver por su amigo probablemente muerto, aplasta-do bajo el peso del alazn en el fondo de la barranca?

    Un rifle deton y la bala levant la tiena a unos pasos de Co-rre con Caba11os. Dej de pensar. Salt del tordo sujetando las riendas de cuero alrededor de una rama y coni a la orilla de la barranca. Tena que intentarlo, tena que hacer algo.

    Cara Pequea estaba de pie al fondo ele la barranca buscan-do en la empinada pendiente del banco una raz o cualquier co-sa que lo pudiera ayudar a salir. Una de sus piernas estaba tor-cida hacia un lado, evidentemente rota. El alazn estaba para-do un poco ms abajo, tembloroso.

    Corre con Caballos se quit el arco del hombro y, dejndose caer boca abajo. estir el brazo sujetando el arco lo ms abajo que pudo.

    -Cara Pequea~ El muchacho volte con la cara lastimada por la cada. Se es-

    forz por alcanzar el arco con ambas manos. Corre con Caballos sinti el impacto de una bala en el suelo

    cerca de su pie. Se aiTastr ms cerca de la orilla de la banan-ca, bajando el arco an ms. Cara Pequea salt sobre su pier-na buena y alcanz el extremo del arco. El repentino jaln fue casi ms de lo que Corre con Caballos poda resistir.

    -Trepa~ -grit Corre con Caballos sabiendo que si cam-biaba de posicin para jalar a Cara Pequea se ira de cabeza a

    1a barranca. Poco a poco Cara Pequea trep por el arco y luego por el

    brazo de Corre con Caballos corno si fueran una cuerda. Cuan-do lleg hasta arriba, Cone con Caballos dej caer su arco y

    81

  • 82

    tom a su amigo bajo los brazosj~ntndolo sobre el banco ---de la barranca.

    Los soldados estaban gritando y disparando una tormenta de balas que caan a su alrededor. Con un esfuerzo enorme Cone con Caballos carg a Cara Pequea al hombro y lleg corrien-do hasta el tordo para colocar a su amigo sobre el animal.

    Las balas continuaban silbando en el aire y CoITe con Caba-11os se maravill de no haber sido tocado an. Tena que ser gracias a los chalecos protectores que Gernimo les haba da-do. De eso estaba seguro.

    Desat las riendas de la rama, mont detrs de Cara Peque-a e inmediatamente espole al caballo a galope. El tordo pa-reca tan ansioso de alejarse del rugido de las balas como ellos, y corri con todas sus fuerzas.

    Corre con Caballos mir hacia atrs. Varios de los soldados estaban alineados a la orilla de la barranca disparndoles, pero no se atrevan a saltar. En unos segundos el tordo 1os llev fue-ra del alcance de las balas. Lo haban logrado. Haban salido vivos para ir a su cuarto y ltimo saqueo de entrenamiento.

    Los disparos continuaban a sus espaldas y Corre con Caba-llos se pregunt por Gernimo y los gu~rreros. +

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    l ! !

    Captulo 11-~---- --

    + CORRE CON CABALLOS y Cara PeqDea cabalgaron en el pe-queo tordo toda la tarde, la noche y la mayor parte del da si-guiente antes de llegar, exhaustos y medio muertos de hambre al campamento. La pierna de Cara Pequea estaba hinchada al doble de su tamao normal y le produca un dolor terrible. No haban visto seal alguna de Gernimo y los guerreros.

    Todos rodearon a los muchachos en el campamento ansiosos por saber lo que haba ocurrido. La madre de Cara Pequea le dio una bebida de hierbas y entre trozos de carne de venado y pan de mezquite, los muchachos contaron la historia.

    Despus, Cuchillo Rojo y el Jefe Naiche tomaron cuatro bra-sas calientes de la fogata y las colocaron en la pierna rota de Cara Pequea. El muchacho cerr los ojos y apret los dientes. Junto con las hierbas, las brasas servan para quitar el dolor y reducir la inflamacin.

    El hueso estaba roto abajo de la rodi1Ja. Cuchillo Rojo coloc una mano en cada lado de la fractura. Naiche jal del pie de ca-

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    ra Pequea mientras Cuchillo Rojo acomodaba los huesos. Cara Pequea grit y luego se qued quieto. Se haba desmayado.

    Coffe con Caballos estaba sentado con su padre frente a su ti-pi. Acababa de levantarse y el sol ya estaba alto en el cielo. Se senta bien. La comida y las muchas horas de sueo lo haban revivido.

    Mir a su padre. -Cmo est Cara Pequea? -Bien, pero sus huesos tardarn tiempo en sanar. Corre con Caballos mir las cabaas cercanas. El campa-

    mento estaba extraamente silencioso. Ninguno de los nios jugaba y no se vea una sola mujer cocinando.

    -Y Gernimo? -l y dos guefferos regresaron -contest Cuchillo Rojo. -Dos guerreros? -Los dems no regresarn. Corre con Caballos se volvi hacia su padre. -Entonces habr una danza de guerra. Los guerreros sal-

    drn a castigar a nuestros enemigos. Cuchillo Rojo neg con la cabeza. -No habr danza de guerra ni castigo. Nariz Larga est en

    las planicies con sus soldados. Maana, Naiche, Gernimo y otros se reunirn con l en los bancos del ro Bavispe.

    Corre con Caballos tard un minuto en recordar que Nariz Larga era el nombre que Jos Apaches haban dado al teniente Gatewood. El teniente, un hombre plido, delgado y de larga nariz haba estado a cargo de la reservacin Fuerte Apache en

  • el territorio de Arizona. Era uno de los pocos blancos en quien los apaches confiaban y consideraban amigo.

    -A qu vino? -pregunt Corre con Caballos--. Estamos en Mxico. l no tiene poder aqu.

    --Los mexicanos y los blancos del No11e se han unido en nues-tra contra. Nariz Larga trae un mensaje del general del ejrcito blanco, un hurnbre llamado i'v1iles: rndanse. De lo contrario, nos buscar hasta que el ltimo hombre, mujer y nio estn mue1tos.

    -Gernirno jam:is se rendir -exclam Corre con Caba-llos excitado-. No regresaremos a la reservacin para morir de hambre y ser tratados como peffos. Somos libres. Permane-ceremos libres.

    Cuchillo Rojo mene la cabeza. -Se acab. Todos son nuestros enemigos. No tenemos ami-

    gos. Incluso la montafia en la que nos escondemos est en nues-tra contra. Es escudo y a la vez prisin. No tenemos adonde ir.

    "Los guas apaches que estn con Nariz Larga nos dijeron que los Ojos Blancos sacaron de la Reservacin de Arizona a la familia de Naiche y a las de otros gueITeros y las mandaron a un lugar lejano llamado Florida. Naiche extraa a su mujer y a sus hijos. Se rendir e ir a reunirse con.ellos."

    La mente de Corre con Caballos giraba. Desde que saba ca-minar haba sido entrenado de alguna manera en la disciplina de la guerra, para convertirse en guerrero. Le quedaba un sa-queo ms y alcanzara el objetivo de su vida. Sin ese ltimo sa-queo, nunca sera considerado un verdadero hombre. No po-dra tomar su lugar entre los gueITeros ni participar en la dan-za de guena. No podra casarse ni tener familia.

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    Mir a su .padreJEtensamente. -Gernimo no es un cobarde. No se rendir. Luchar hasta

    el final. Antes de hablar Cuchillo Rojo mir a su hijo por un mo-

    mento. -Gernimo dejar de luchar. Ya se ha rendido antes. La

    gente est contra l. Dicen que ha perdido su poder. El saqueo nos cost seis caballos y tres gueITeros. No se gan nada.

    -Y t? -pregunt CoITe con caballos casi gritando-. Qu vas a hacer t?

    Cuchillo Rojo se levant. -No me levantes la voz. Te lo he dicho antes: los blancos

    son ms numerosos que las estrellas. Ahora se han unido a los mexicanos. No podemos ganar. No podemos escondernos don-de no nos encuentren.

    "Esto --e hizo un gesto que inclua a todo el campamento--, esto es lo que queda. Los blancos nos han guitado nuestras tieITas. Si no nos rendirnos, nuestras mujeres y nuestros hijos morirn por nada.

    Corre con Caballos se levant y mir el cielo. Cuando habl su voz era ms suave.

    -T has dicho muchas veces que tu hijo sera un gran gue-ITero. Dime, contra quin luchar en la reservacin? De qu sirven las cosas que tu padre te ense y que t me enseaste a m? Dime.

    Cuchillo Rojo mir hacia al suelo en silencio. No tena la respuesta. +

  • e / 1 ~-J~ ap1tu o 1 ~~

    + CORRE CON CABALLOS estaba de pie a unos pasos del tipi de ramas de Cara Pequea. De acuerdo con la tradicin apache, tosi y se aclar la garganta para avisar a quien estuviera den-tro de su presencia.

    -Aqu estoy -dijo Cara Pequea-, pasa. Corre con Caballos COIT la puerta de piel de venado y en-

    tr. Corno en su propia casa, a travs de las paredes de ramas solo entraba un poco ele luz, y los ojos tardaban un momento en ajustarse a la penumbra. Cara Pequea estaba tendido en un extremo del cuarto sobre una manta.

    -No est tu madre? -pregunt Corre con Caballos. -Sali a buscar races, semillas y hierbas. Cree que me ayu-

    darn. -Cara pequea ri entre dientes. Cuando el rostro de Corre con Caballos no se inmut, Cara

    Pequea supo que algo estaba mal. Extendi6 un brazo para al-canzar su arco y su aljaba llena de flechas.

    -Ten -le dijo-. Quiero que te quedes con esto. 87

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    Corre con Caballos se qued inmvil. Saba que el arco y las flechas eran los objetos