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CONSTELACIONES FAMILIARES INICIAL MÓDULO I

¿PARA QUÉ SE UTILIZAN LAS CONSTELACIONES FAMILIARES EN TERAPIA?

CORPORACIÓN INTERAMERICANA DE MEDICINA INTEGRATIVA Y TERAPIAS HOLÍSTICAS | CIMITH 1

Módulo I

CONSTELACIONES

FAMILIARES




1. ¿QUÉ SON CONSTELACIONES FAMILIARES?

Concepto, antecedentes y principios básicos.

La Constelación Familiar es un método terapéutico que se apoya en conceptos

pseudocientíficos como la resonancia mórfica y el misticismo cuántico. También toma

elementos no reconocidos de la antropología social, la teoría sistémica, psiquiatría y el

psicoanálisis. Se realiza en grupos, de forma individual y con pisadas o figuras sistémicas.

Fue creado, a mediados de los años 90’, por el alemán, Bert Hellinger; quien desarrolló su

trabajo como terapeuta familiar, sobre la parte más profunda de la conciencia.

La Constelación Familiar -Familienaufstellung en alemán, cuya traducción es «posición en

la familia»- es una “pseudoterapia”, que postula que las personas son capaces de percibir de

forma inconsciente patrones y estructuras en las relaciones familiares y que estos quedan

memorizados, sirviendo como esquemas afectivos y cognitivos que afectan su conducta.

La alusión a “las constelaciones”, proviene de una traducción no literal del alemán, la frase

correcta sería “configuraciones familiares”; lo cual consiste en configurar “in vivo” a

personas que representan a miembros de la familia del sujeto, quien se constela en un

trabajo grupal de sanación, por ende es considerado (paciente) y el terapeuta (constelador

sistémico).

El objetivo de este método es liberar a las personas de sus conflictos, provenientes de las

generaciones pasadas; y que tienen sus raíces en los acontecimientos de la historia familiar.

Bert Hellinger, filósofo y

psicoanalista alemán, creó

su propio método de

psicoterapia

fenomenológica y

sistémica; dentro del

enfoque de las terapias

humanísticas breves y del

existencialismo: Las

Constelaciones Familiares.

Hellinger nace el 16 de

diciembre de 1925 en Leimen, Baden, Alemania. Hasta los 17 años vivió en Alemania nazi

durante su infancia y juventud. Desde los cinco años quiere ser sacerdote y a los 10 años

ingresa en un seminario. Pertenece a una familia católica, intelectual y opuesta al orden

establecido por Hitler, desde muy joven vibra con el respeto a la libertad humana, viviendo

a contra corriente para seguir su propio criterio. Forma parte de una organización católica

no afín al nacionalsocialismo por lo que fue declarado “sospechoso de ser enemigo del

pueblo”, en 1942.




A los 17 años, todos los de su comunidad son llamados al frente, lo envían a Francia donde

sufre la vida de soldado. En 1945 es hecho prisionero por los americanos y padece los

rigores, (el hambre, las celdas de castigo) de un campo de presos alemanes, supuestos

nazis, en Bélgica. Logra escapar del campo. Descubre que su hermano ha muerto en el

frente. La guerra ha terminado y se hace sacerdote. Estudia entonces filosofía, teología y

pedagogía en la Universidad de Würzburg.

Unos años más tarde es enviado como misionero a Sudáfrica, donde va a dirigir un gran

internado de jóvenes zulúes. Sigue estudiando. Descubre la cultura zulú, de la que toma la

importancia vital del respeto a los mayores.

Observa también el proceso de adaptación de estos jóvenes, por su necesidad de integrarse

a la cultura occidental, viviendo la relatividad de los valores y rituales establecidos por

cada cultura.

Sigue formándose, a menudo confrontado por las autoridades eclesiásticas. Su “crisis” hay

que situarla a finales de los años 60’, y fue decisiva su asistencia a un cursillo ecuménico,

organizado por unos anglicanos. Éstos traían una especie de fenomenología aplicada para

reconciliar contrarios, y dejaron una profunda huella en Hellinger.

En un grupo de trabajo, entre religiosos, Bert Hellinger relata que un ponente hizo una

pregunta sin respuesta al grupo: “¿Qué es más importante para ti, tus ideales o la gente?,

Si pudieras elegir, ¿cuál sacrificarías?”. Bert se pasó una noche sin dormir para poder

responder con todas las consecuencias. Vale destacar el necesario recelo hacia “toda

obediencia incondicional” y adhesión sin fisuras a unas ideas que había sido la actitud de

Hellinger desde su niñez.

Hellinger agradeció a ese ministro, por haberle formulado dicha pregunta, pues le cambió

su vida y esa orientación fundamental hacia la gente, ha formado todo su trabajo desde

entonces.

Al volver, en un verano, a su país natal, participa en los primeros talleres de Gestalt y es

incluso el primero en practicar “la Silla caliente”. Es cuando descubre que su tiempo como

sacerdote ha terminado. Esperará un año más para dejar el sacerdocio con paz, después de

25 años.

A los 45 años vuelve Alemania. Trae consigo una profunda actitud fenomenológica, una

gran impresión del contraste entre la fuerte cohesión familiar africana y la situación

europea, el deseo de seguir resolviendo problemas humanos. Se orienta hacia la psiquiatría.

Se traslada a Viena; allí estudia psicoanálisis y se casa con Herta, su primera esposa.

En 1973 abandona Alemania, por segunda vez, y viaja a Estados Unidos para seguir la

formación de Arthur Janov (creador de la terapia del grito primal) en California. En su

formación existen muchas influencias importantes, uno de los más significativos fue Eric

Berne y el Análisis Transaccional, con el descubrimiento que “el guion de vida refleja los

traumas familiares de varias generaciones anteriores”. También desarrolló interés por la

Terapia de Gestalt, Terapia de la fenomenología del aquí ahora, a través de Ruth Cohen e

Hilaron Perzold.




Con todo lo aprendido, Hellinger comenzó a realizar una integración con la dinámica de

grupos y el psicoanálisis con la terapia de Gestalt, Terapia Principal y Análisis

Transaccional. Durante este periodo fue dándose cuenta de las dinámicas de identificación

dentro del sistema familiar. Contribuyó a ello el libro de Iván Boszormenyi- Nagy, “Las

lealtades invisibles”.

El equilibrio entre el dar y el tomar en las relaciones familiares también fue un hallazgo

importante en su trabajo. Se formó en Terapia Familiar, con Ruth McClendo y Leslie

Kadis y fue allí donde, por primera vez, contacto con las Constelaciones Familiares.

Bert Hellinger expresó, en ese entonces, “yo estaba muy impresionado por su trabajo, pero

no podía entenderlo. No voy a renunciar a eso antes de que realmente haya entendido la

Terapia Sistémica Familiar. Un año después pensé de nuevo en eso, y me sorprendí al

descubrir que estaba trabajando ya de una manera sistémica”.

Al leer el artículo de Jay Haley “El Triángulo Perverso”, le permitió descubrir la

importancia de la jerarquía y el orden en las familias. Continúa el trabajo de la terapia

familiar con Thea Schönfelder, además de la Hipnoterapia y Programación

Neurolingüística (PNL) con Milton Erickson, del que tomó el uso de las historias en sus

terapias. Ambos fueron de gran influencia para él, junto con Frank Farelly y su Terapia

Provocativa. Así como también, la Terapia de la Contención, desarrollada por Irena

Precop.

Hellinger, junto con su mujer, tiene su propia consulta en la que va experimentando y

comenzando su “saber hacer”. Su elección es decididamente a favor de una “terapia breve

nuclear”; buscando la terapia que devuelva de un modo radical, a la persona su fuerza y

dignidad. Mediante la experimentación y la integración de todas las terapias, a las que se

había acercado en 1980, empezó a desarrollar su propia Terapia Familiar Sistémica: Las

Constelaciones Familiares.

Esta terapia es la consecuencia práctica de su reflexión filosófica - él es ante todo un

filósofo - y sobre todo el resultado de su observación y disciplina fenomenológica. Sus

comprensiones y su libertad de pensamiento le permitieron descubrir la riqueza de la

fórmula de representar al sistema familiar por otras personas, técnica que estaba ya en uso

cuando la empezó a practicar. Gracias a su percepción fenomenológica, va tomando

conciencia de lo que hay detrás de la realidad aparente, detrás de los conflictos y del

sufrimiento, detrás de la paz y de la felicidad.

Hellinger trabajó en y con los campos morfogenéticos, descubriendo las leyes sistémicas

del amor a las que llama “Los órdenes del amor”, el papel de la conciencia moral y la

dinámica profunda del movimiento sanador.

Bert Hellinger se ha posesionado con fuerza en el campo del conocimiento lo que le

permitió elaborar una nueva filosofía, una nueva visión coherente de todos los aspectos de

la vida. Entre ellos, una nueva visión de la felicidad, el éxito y el amor.

Su método está en continua evolución. El año 1999, gracias a su observación

fenomenológica, Hellinger, toma conciencia del significado de los movimientos de los




representantes. Al principio los llama, junto con su segunda mujer Sophie, movimientos

del alma o movimientos de la conciencia colectiva inconsciente familiar.

A partir de 2004, distingue entre movimientos del alma o movimientos del espíritu. Los

movimientos del alma son los movimientos inherentes al campo en busca de su

homeostasis (de su cohesión) movimiento que se manifiesta a través del inconsciente, del

lenguaje corporal y de los efectos que tienen los desórdenes sistémicos en nuestras vidas:

La dinámica inconsciente de comprensión arcaica. Hellinger aporta entonces una nueva

comprensión: La del amor del espíritu, que lo piensa y que lo mueve todo con el mismo

amor. Conectar con este amor es “asentir a todo como es”.

Su última evolución lo lleva a elaborar un nuevo Corpus científico (Hellinger Sciencia),

siempre movida por el amor como resultado de las fuerzas sistémicas del campo. Al campo

pertenecemos todos por igual, vivos y muertos, conocidos y desconocidos. Tal como lo

explica la física cuántica, todos estamos interconectados. La Hellinger Sciencia descubre y

describe los principios sistémicos, que tienen prioridad sobre el amor, para que fluya el

éxito en todos los campos de la vida.

“La Hellinger Sciencia lleva consigo una dimensión suplementaria, con la dimensión

espiritual, que nos empuja más allá de los conocimientos directamente comprensibles,

respecto a los órdenes y desórdenes en nuestras relaciones. Únicamente a través de aquella

dimensión se puede percibir su sentido universal y los efectos que de ella emanan en todos

los ámbitos de la existencia”. (Revista Hellinger, marzo 2007).

Hellinger amplió esta teoría trabajando con familias durante 50 años, al investigar y

observar patrones de salud mental, bien sea, enfermedades relacionadas con problemas

emocionales; y concluyó que las personas se enfermaban por perturbaciones alojadas en el

inconsciente, que lo conducían hacia la ansiedad, la depresión, la ira, la culpa, alcoholismo,

entre otros.

Bert Hellinger

Realizó estudios en Psicoanálisis, Dinámica de Grupo, Terapia Primaria e Hipnoterapia,

Terapia Gestalt y Programación Neurolingüística (PNL). De su trabajo con Análisis

Transaccional extrae una visión multigeneracional llevándolo a la Terapia Sistémica.

Muere el 19 de septiembre de 2019, a sus 93 años. Al referirnos al término constelación, es

común que las personas se ubiquen en el firmamento con las respectivas distribuciones de

estrellas, en unos puntos energéticos de luz de una misma naturaleza, ahora si lo

asemejamos con la representación de familia, nos percatamos que guardan cierta relación.

Es por ello, que un sistema familiar está formado por una energía, por un ADN que

conecta a todos sus miembros. Por lo general, cuando en una familia acontecen situaciones

o hechos trágicamente dolorosos y se ocultan como, violaciones, separaciones,

fallecimientos, suicidios, abortos, violencia doméstica, entre otras; producen un

desequilibrio o desorden a nivel energético que, si no es restaurado, puede llegar a

manifestarse generacionalmente en forma de experiencias repetidas, idénticas o similares,

y es muy probable que alguno de sus miembros presenten problemas de todo tipo como:




enfermedades, ataques de pánico,

inseguridades, trastornos de

personalidad, alteraciones de

comportamiento, problemas económicos

y laborales, en fin.

Según esta metodología sistémica de

sanación, los sentimientos,

comportamientos y síntomas no están

vinculados a nuestra historia personal,

por lo que tiene su origen en una “lealtad

familiar” con nuestros antepasados, es

decir, la persona en su presente, puede

estar reviviendo una situación no

resuelta proveniente de otra generación

y es manifestada como un conflicto, del

que desconoce sus causas; y por ende no

sabe cómo manejarlo.

Con esta terapia, de forma rápida y

profunda, se logra descubrir las

dinámicas ocultas de una familia y sus

relaciones de una manera experimental,

permitiendo revelar las energías que se

están moviendo, de generación en

generación, por medio de los

representantes, para que sea liberado el conflicto y pueda conseguir una solución.

Dentro del campo fenomenológico se configura el sistema, se accede a cada miembro de la

familia, y de este modo pueda encontrar su lugar dentro de la estructura; a través de una

conexión sana y respetuosa entre sí.

Este proceso terapéutico expone que cuando un miembro de la familia es olvidado o

excluido, reaparece de algún modo en forma de identificaciones o implicaciones con otros

integrantes del sistema, el cual no admite vacíos. A la luz de la constelación, la situación

actual de una persona y sus problemas están directamente relacionados con los conflictos,

experiencias y alegrías de sus antepasados, incluso los que ya no existen. De allí que para

sanar el sistema, sea necesario un orden nuevo, para esas estructuras familiares difíciles,

desencadenándose así una resolución de los problemas actuales. De esta forma, queda en

evidencia, que lo que una generación no resuelva será la próxima la que, inclusive

inconscientemente, intentará solucionar. Los asuntos no resueltos de los sistemas

familiares anteriores (ya sean sucesos dentro o fuera del núcleo familiar) se manifiestan en

forma lamentable como: enfermedades tanto físicas como mentales y comportamientos

penosos o confusos; en alguno de sus integrantes.

Hellinger, explica también que futuros sucesores o personas concretas, padecerán los

destinos de sus antecesores. Los hijos de los causantes del conflicto o situación, se




identificarán con sus víctimas, y el sufrimiento o daño ocasionado se transmitirá

generacionalmente.

Principios básicos

Bert Hellinger desarrolla su método de Constelaciones Familiares mediante lo que

describe como “Los órdenes del amor”. Fruto de su intuición y de la base que le

proporciona la comprensión de los fenómenos que se presentan en el transcurso de las

constelaciones que lleva a cabo en psicoterapia.

La repetición de unos mismos fenómenos lo lleva a establecer una teoría realizada a partir

de las observaciones y de la práctica de que “todo orden nace del amor”. Un orden

predefinido que describe como “la observancia de un orden superior de Amor”. Este amor

nos obliga a someternos a con humildad a nuestro propio destino. Sin embargo, para

Hellinger el amor no es suficiente para el éxito y la felicidad en la vida, en sus experiencias

observaba como parejas que se aman fracasan en su relación, ya que, solo el amor no basta.

Igualmente sucede con los padres, que tienen una relación basada en el amor y los hijos

terminan en comportamientos donde se autodestruyen.

Hay tres leyes que le dan ese orden, esa contención al amor, para que fluya “riegue la

tierra y la fructifique en vez de perderse”.

Estos órdenes aparecen estrechamente ligados a la noción de humildad; quizás se pueda

explicar el termino humildad, con la famosa frase de Hellinger: “Admitir lo que es”. De

todas formas nos dice no tenemos elección, “estamos sometidos a nuestro propio destino o

al lugar que ocupamos en un sistema”.

Los órdenes del amor

Se entiende por órdenes del amor aquellas leyes o principios de la conciencia sistémica,

arcaica o inconsciente; por el que se rige todo sistema humano.

Existen tres reglas o principios que forman “los órdenes del amor” demostradas

incansablemente:

Pertenencia

Bert Hellinger define la pertenencia como la necesidad básica de las personas de convivir

con un sentimiento profundo de que pertenecen a una familia, a un colectivo a un territorio

o a una cultura. Desde que nacemos pertenecemos a una familia, todos los miembros del

sistema tienen derecho a pertenecer y el sistema necesita que pertenezcan. Si alguien es

excluido, otro de sus integrantes ocupará su lugar (de manera inconsciente) repitiendo su

destino.

Un excluido es esa persona que no es considerada parte de la familia. Básicamente cuando

se niega, se cierran a reconocerla, a mencionarla, a mirarla siquiera, dejan su lugar para

alguien más. A veces se excluye a ese familiar, porque cometió algún delito u otra

conducta que genera vergüenza y por tal motivo es rechazada. También por miedo o no se

habla de él/ella en la familia, tuvieron un destino muy difícil y es doloroso su recuerdo, ya




sea hermanos muertos, parejas anteriores, niños, jóvenes fallecidos o abortos. En

situaciones donde algún progenitor no permite el derecho de estar con sus hijos, después

de la ruptura en la pareja, es una manera de impedir el derecho a la pertenencia,

ocasionándole un daño. Al respecto Hellinger señala: “le parte el alma al hijo, cuando un

padre habla mal del otro padre”. Se puede establecer interesantes vinculaciones entre

pertenencia, construcción de la identidad, autoestima, reconocimiento y proyección. La

pertenencia tiene amplias consecuencias en todos los ámbitos de la vida, no sólo en el de

las personas individuales. Puede extenderse al ámbito o dinámica de una clase, en una

escuela o en un colectivo social, con su particular forma de relación o en la problemática de

la inmigración, se puede introducir en la reflexión sobre los grandes conflictos

internacionales, cuando algunos países, amparados en ciertos valores que se desconocen, se

otorga el derecho de interferir en los asuntos de otros países, a menudo más desvalorizado;

pero que pueden aportar algún beneficio importante a los primeros.

Es imposible que un sistema esté en equilibrio, si no garantiza las condiciones para que

todos sus miembros puedan desarrollar este sentimiento de pertenencia. La exclusión de

nuestro amor provoca que un miembro de nuestra familia ocupe un lugar que no le

corresponde y esto marca su vida sin que se dé cuenta, por ejemplo: debido a cualquier tipo

de enfermedad o de discapacidad, pero también con respecto a cómo lleva su vida en los

demás aspectos y como la termina. Su inclusión consciente en la familia y en su alma,

resuelve la vinculación con su destino; lo cual los ha llevado a provocar enfermedades y

también puede mitigar sus consecuencias. ¿Quién pertenece? Al sistema familiar

pertenecen: 1.- Nosotros mismos con todos nuestros hermanos y hermanas. Incluyendo a

los que no nacieron o que fallecieron, por ejemplo: un gemelo que fue separado de nosotros

del seno materno, ellos forman el nivel más bajo del sistema. 2. Nuestros padres,

incluyendo a sus parejas anteriores junto con todos sus hermanos y hermanas. 3. Nuestros

abuelos, también con sus parejas anteriores.

4. A veces esta línea genealógica se remonta aún más atrás en el tiempo - espacio e incluye

algunos de nuestros bisabuelos. El anterior sería el círculo de los parientes consanguíneos

cuyo impacto sobre nuestras enfermedades o incapacidades se puede observar y verificar.

Nuestra alma común comprende a muchas otras personas, con quiénes, aún sin este

parentesco consanguíneo, compartimos un destino común. A este grupo pertenecen: 1.

Todos aquellos cuyo fallecimiento o pérdida resultó ventajosa para nosotros y nuestra

familia. Por ejemplo, sí a raíz de estos recibimos una herencia. 2. Todos aquellos que

murieron a causa de un miembro de nuestra familia. 3. Todos aquellos que causaron la

muerte de alguien de nuestra familia o que le causaron otro tipo de daño en grado más

severo. Con todas las personas mencionadas en esta sección compartimos un destino

común. Compartimos con ellas un alma común, un campo espiritual común. Jerarquía Bert

Hellinger establece, como otro orden del amor, que “el ser se califica por el tiempo”. Esto

significa que existe un orden jerárquico en la familia que se define por el tiempo: Primero

van los padres, después la fila de los hijos, el primogénito ocupa un lugar anterior a los

demás hermanos, y un segundogénito, siempre será un segundogénito, aunque su hermano

mayor haya muerto. ¿Cuáles son las consecuencias de la transgresión de la jerarquía? La

primera consecuencia es el fracaso. La persona que se coloca por encima de sus padres, sea




con amor o sin amor, fracasa. Eso es válido no solamente dentro de la familia, sino también

en otros grupos; como, por ejemplo: en organizaciones. Muchas organizaciones fracasan a

causa de conflictos internos en los que una persona, que se ha incorporado últimamente, a

un departamento creado posteriormente se colocan por encima, dentro de la jerarquía de

otra persona o de otro departamento, que tiene precedencia. En verdad el fracaso como

consecuencia de una violación de la jerarquía es la muerte. El “héroe trágico” quiere

asumir algo por aquellos que le precedieron. Pero él no sólo fracasa: él muere. Se observa

algo semejante en los niños que cargan con algo, queriendo asumir aquello que

corresponde a los padres. Estos niños se dicen internamente: “Mejor yo que tú”. ¿Qué es lo

que está realmente contenido en esta frase? Esta frase significa: “yo me muero en tu

lugar”. En el caso de una mujer que en su infancia presenta ausencia afectiva de la madre,

ya sea por muerte prematura o abandono, inconscientemente busca a la madre en su hija.

Si un hijo hace la función del padre u ocupa el lugar del esposo ausente, es una distorsión

del sistema familiar, esto ocasiona un desorden dentro de la familia. Es muy común que los

hijos reprochen a sus padres, porque se sintieron abandonados o maltratados en la niñez.

Para este orden existen varios criterios:

Los que llegaron antes tienen prioridad sobre los que llegan después: como, por ejemplo:

1. El primer hijo tiene más derechos y más obligaciones que el segundo.

2. La pareja tiene prioridad sobre los hijos.

3. La relación presente tiene prioridad sobre las anteriores

4. La pareja actual tiene prioridad sobre la anterior.

5. La esposa(o) e hijos tiene prioridad sobre la familia de origen (padres del esposo o

esposa).

6. En una empresa, la persona con más antigüedad tiene preferencia.

7. El jefe actual sobre el jefe anterior.

Bert Hellinger considera que “lo que ayuda a alcanzar la felicidad, es que cada cual esté en

el lugar que le corresponde”. Por lo tanto, “los padres deben ocupar el lugar como padres y

los hijos ocupen el lugar de los hijos”.

Los padres son grandes frente a los hijos, quienes son los pequeños. Mientras que, en la

pareja, son igualmente adultos, “hombro con hombro”. Para Bert Hellinger la jerarquía es

el orden de la paz, está al servicio de la paz en la familia y en el grupo. Está al final del

servicio del amor y de la vida. Equilibrio entre dar y tomar.

Para establecer el equilibrio entre el dar y el tomar, hay que considerar que en todos los

sistemas vivos existe una continua compensación de tendencias antagónicas. Es similar a

una ley natural. Es decir, la compensación entre tomar y dar no es más que una aplicación

a sistemas sociales. El tercer orden del amor es el equilibrio entre el dar y el tomar; es un

intercambio entre lo que damos y lo que tomamos de los demás. Esta interrelación no

siempre es positiva, también se pueden producir intercambios negativos. El proceso es el




siguiente: El hombre, por ejemplo, le da a la mujer, y; en consecuencia, ella se siente

presionada por haber tomado. Es decir, habiendo recibido algo del otro, por muy bello que

sea, perdemos algo de nuestra independencia. Es así como enseguida surge la necesidad de

compensación, y para deshacerse de la presión, la mujer le devuelve algo al hombre. Por

precaución aún le da un poco más, con lo cual se crea de nuevo un desequilibrio y así el

proceso sigue. Ni el que da ni el que toma están tranquilos hasta que no lleguen a un

equilibrio, hasta que el primero no tome también y el segundo también dé. La felicidad en

una relación depende de la medida en que se toma y se da. Un movimiento reducido sólo

trae ganancias reducidas. Cuánto más extenso el intercambio, tanto más profunda será la

felicidad. Sin embargo, existe una gran desventaja: la vinculación resulta aún más fuerte, el

que quiera libertad, tan sólo puede dar y tomar muy poco; y tan sólo puede permitir un

intercambio muy reducido entre ambas partes. Es como al andar. Nos paramos si

aguantamos el equilibrio, y seguimos avanzando, una y otra vez, lo perdemos para después

volver a recuperarlo. En el caso de los padres no existe el equilibrio, ya que los padres

“dan” la vida y los hijos la “toman” de ellos. Nunca se puede compensar la vida, los

cuidados y los años de dedicación de los padres, tratando de devolverles lo mismo, aunque

una buena manera de compensarlo es honrarlos, agradecerles y ayudarles. Dicho equilibrio

no se cumple con los padres e hijos, debido a que los padres nos regalan lo más grande que

se tiene la vida y esto no puede ser devuelto…sino que se tiene que tomar con todo

nuestro corazón y pasarlo hacia delante, hacia nuestros propios hijos o proyectos. Al

tomar a la madre, es decir, al amarla incondicionalmente, nos vinculamos con todo nuestro

pasado, con esa historia emocional, con la abundancia de vida, con el éxito en todas sus

formas: salud, dinero y amor. Además, somos transmisores de los valores pasados. El

rechazo de la madre, o la imposibilidad de tomarla provoca la enfermedad, y si este

alejamiento de la madre existe entre generaciones seguidas, se producirá una enfermedad

grave. Del padre nos viene la fuerza de la supervivencia y de la adaptación a la realidad, la

fuerza del compromiso, de la responsabilidad y de la realización profesional.

Ese hijo se convertirá en padre y dará a su vez la vida a sus hijos, que ellos recibirán. Así el

intercambio, entre padres e hijos, se equilibra, pues la deuda de los hijos hacia los padres,

por la vida recibida, es tan grande que es imposible de saldar. De esta forma el equilibrio

se establece.

Todo hijo al recibir la vida deberá agradecer y honrar a sus padres tal y como son,

indistintamente del comportamiento de los progenitores; sin pretender cambiarles. Eso es

lo sano. Además, existe el componente de la responsabilidad, si se suscitasen hechos

punibles dentro del ámbito familiar, es de los padres y con ellos queda, los hijos no juzgan

ni critican a sus padres.

“El amor es una parte del orden. El orden precede al amor y el amor únicamente puede

desarrollarse en el marco del orden”.

Bert Hellinger.




2. ¿PARA QUE SE UTILIZAN LAS CONSTELACIONES FAMILIARES?

Esta terapia se define como sistémica, es decir, cada familia es un sistema en el cual todos

sus miembros se encuentran conectados y las constelaciones familiares tienen la utilidad

de revelar la información oculta a nuestros sentidos, observando, reconociendo y liberando

patrones de conducta que provienen de la familia de origen. Esta terapia ayuda a resolver

problemas familiares, y a encontrar significado y propósito en la vida.

Pertenecer a un sistema implica tener un vínculo sistémico y un vínculo relacional.

Los vínculos sistémicos son reconocidos por el alma y nunca desaparecerán pues están

relacionados con las leyes que rigen los sistemas; que son inconscientes y gobiernan la

supervivencia del sistema.

Mediante el método de las Constelaciones Familiares se ve que cada uno está vinculado

con otras muchas personas y elementos del sistema.

Rupert Sheldrake llama a esto estar en la resonancia (Hellinger, “Reconocer lo que es”,

2006).

En un plano filosófico, Hellinger trata de explicarlo en un resumen de su libro:

La Verdad en Movimiento, en el siguiente texto que se llama “TODO”:

“Todo sólo puede ser todo, porque está unido a todo (está es esa resonancia). Por eso todo

está unido a todo. Por eso nada puede existir aisladamente, porque está unido a todo,

porque en él también está presente todo lo demás. Por consiguiente, nadie está aislado,

tampoco un niño. Cuando nosotros miramos a un niño separado de los demás, estamos

subestimando a lo que él está unido, a algo más grande. Por eso al mismo tiempo yo

también soy todo. Todo no puede existir sin mí y yo no puedo existir sin todo. (Estos son

pensamientos y conocimientos fundamentales que tienen consecuencias de muy largo

alcance).

¿Cómo podría entonces rechazar algo en ellos sin que en ellos me rechacen a mí mismo?

¿Cómo alegrarme de su existencia sin que en ellos también se alegren de la mía? ¿Cómo

podría desearle algo bueno a otra persona sin que al mismo tiempo me lo desee a mí y a

todas las otras personas? ¿Cómo puedo amarme sin amar también a todas las otras

personas? (Pues con todos estamos en resonancia).

Quien en todo ve a todos, también se ve a sí mismo en ellos, en ellos se encuentra a sí

mismo, en todos también se encuentra a sí mismo. Por lo tanto, quien daña a otros,

también se daña a sí. Quien a otras lastima, también se lastima a sí, quien incentiva a otro

se incentiva a sí mismo.

Quien oculta algo a los demás, también se lo oculta a sí mismo y quién empequeñece a los

otros también se empequeñece a sí mismo.

Quién realmente ama a otros, ama a todos. Por lo tanto, amor al prójimo es al mismo

tiempo amor a todo y amor a todos, inclusive amor a uno mismo. El amor al prójimo es

amor puro y amor pleno, porque en todos tiene todo, sobre todo se tiene a sí mismo”.




¿Cuál es la solución?: Tomo en mí todo lo que rechazo. De ese modo encuentro el camino

al amor a todo y a todos. A través de él me vuelvo grande.

El proceso de Constelaciones Familiares funciona en muchos niveles conjuntamente,

trabaja a un nivel profundo, como la hipnoterapia. Según Hellinger, la energía que estamos

tratando aquí es principalmente la energía del alma.

Precisamente a través de los Movimientos de Alma que llevan hacia la reconciliación, se

devela que todos somos responsables por las otras personas; allí es donde las

Constelaciones Familiares se encuentran con los derechos humanos, dentro del ámbito

terapéutico.

Es fundamental trabajar para las generaciones siguientes, esto con el fin de prevenir en los

niños, que puedan llegar a “padecer el rencor de los destinos dolorosos”. Es importante

hacer un esfuerzo a favor de la construcción de una cultura para la paz y formar con

valores ciudadanos que resalten el amor, el respeto, la tolerancia, equidad, igualdad y

humildad. Por lo que podemos afirmar que los principios que aportan las Constelaciones

Familiares son una semilla más para la paz.

Dentro de la física se establece por Ley de los Sistemas que “cuando actuamos en un

determinado punto del sistema, tiene efectos en todos los demás elementos del mismo”. En

los sistemas familiares sucede que el supuesto “malo o excluido”, influirá en el resto del

árbol genealógico de muchas maneras.

La existencia de una transmisión transgeneracional de conflictos familiares, que puede

desencadenar un destino trágico en alguno de sus miembros, se puede observar y evitar a

través de las Constelaciones Familiares. Las supuestas injusticias cometidas dentro del

sistema familiar podrían afectar inconscientemente la vida de los “buenos”. En general,

esta terapia es ampliamente utilizada para:

Solventar sentimientos de culpabilidad.

Aclarar asuntos que están atascado o no resueltos.

Aliviar fobias

Entender por qué las personas no se sienten parte de su familia

Conflictos de relaciones personales y laborales

Comprender los accidentes fatales que se repiten dentro de la familia

Dificultades en las relaciones familiares. (Problemas con los hijos, parejas actuales o

anteriores)

Traumas de la infancia

Orientación en momentos vitales de cambio

Depresión, tristeza y melancolía (con o sin causa aparente)




Pérdidas y duelos

Superar sucesos trágicos

Recursos para afrontar enfermedades

Desarrollo personal

Herencias, juicios y otros temas

Problemas de fertilidad y/o adopciones

Exclusión y problemas de relaciones sociales

Destinos difíciles (muertes prematuras, abortos, violaciones, otros.)

Conductas y emociones de auto-sabotaje que impidan lograr éxito en la vida (situación

económica y profesional).

Orientación a nivel profesional y proyectos.

Este método se ha

extendido por el mundo,

cada vez más utilizado

para diversos temas; en

particular es muy

empleado para ayudar a las

personas a superar

desdicha en la relación de

pareja, a descubrir las

causas que explicarían

ciertos comportamientos

de los hijos, a tomar

conciencia de la

importancia de los duelos y

como superarlos, entender

síntomas y enfermedades,

y reorganizar estructuras familiares que estén separadas.

De igual forma abordan los casos de familias que presentan situaciones penales o

desaparición forzosa (detenidos, secuestros, delincuencia, otros). También se resuelven los

mitos sobre personas que fallecieron o desaparecieron en circunstancias lamentables

(muertes en accidentes o suicidios). Esa transmisión transgeneracional de los conflictos

genera que en ciertas ocasiones los sistemas se quiebren o distorsionen dejando espacios

vacíos, los cuales podrían ser ocupados por otro familiar; ya que el sistema no acepta

vacíos.




Ante la controversia de que sí las Constelaciones Familiares funcionan o no efectivamente,

hay que dejar claro que para muchos sí han dado excelentes resultados, mientras que otros

se han vinculado por mera curiosidad aventurera que al no darle la seriedad y el respeto

que merece puede que no hayan visto los frutos deseados. Lo que no quiere decir, que no

funcionen.

Esta dinámica de Constelación Familiar implica un movimiento interesante en la vida de

cada constelado o paciente, aunque no necesariamente se puedan subsanar “todos” los

conflictos que subyacen y se transfieren de padres a hijos, pues implica además una serie

de acciones “conscientes” de los involucrados.

Efectividad de la terapia

En muchos casos su efectividad es comprobada y son muchos los problemas resueltos en el

campo terapéutico, cuando por ejemplo se presentan los nietos o bisnietos viviendo la vida

de los ancestros; y al aplicar la terapia pueden comprender, realizar la debida honra y

cerrar el círculo de manera inmediata.

Lo que si podemos asegurar es que Las constelaciones familiares, están considerada en

muchas partes del mundo, como un método eficaz y confiable, para abordar los problemas

entre las personas.

La clave de su éxito es el procedimiento que utiliza para resolver problemas internos sin la

necesidad de que las otras personas involucradas estén presentes. La mayoría de los

participantes buscan su importancia y el sentido de pertenencia. De allí que puedan llegar

a tener fuertes respuestas emocionales, respecto a las vivencias que presentan con sus

familiares. Aunque carece de validez científica, la práctica terapéutica, ha dado resultados

efectivos en muchas personas, expresándolas a través de sus testimonios.

3. Innovar el Guión de Vida

Durante todos estos años de consulta psicoterapéutica hemos observado que todas las

personas a las que hemos acompañado en su proceso de crecimiento personal y sanación

integral, parecen actuar siguiendo lo que denominó Eric Berne (2007) un “guion de vida”.

El guión de vida lo instaura una persona cuando está en su período de infancia, bajo la

influencia generalmente de sus padres y otras figuras parentales o de sus cuidadores.

Este guión se va reforzando por las diferentes experiencias y hechos que el niño va

viviendo a medida que crece. Por ejemplo, cuando el estilo de vida, que es el guión, es

saludable como vivir en equilibrio con la naturaleza, hacer ejercicios físicos, mentales y

cognitivos, gestionar las emociones agradables y desagradables, demostrar autenticidad y

asertividad en las relaciones humanas, sin esconder emociones sino vivirlas en el presente,

documentarse sobre el significado de una vida saludable y enferma para poder tomar

consciencia, darse cuenta de los patrones familiares adversos (por nombrar algunos

aspectos); podríamos reforzar este guión, ya que los guiones no están cerrados, sino que

pueden ser modificados. Lo más significativo es que ese cambio de guión se realiza cuando

el nuevo guionista decide ser uno mismo, reescribiendo el guión a su modo a partir de un

progresivo proceso de concientización sobre cuáles son los elementos que condicionan y a




la vez, de cuáles son los deseos legítimos según los que la persona quiere vivir su vida.

“Las personas nacen príncipes y princesas hasta que sus padres les convierten en ranas” es

una frase que denota los guiones de vida con el que nacemos y cómo son cambiados, según

lo plantea el enfoque de las constelaciones familiares. Los mandatos del guión de vida

enferma varían según la intensidad, la zona de restricción y el daño que pueden causar.

Pueden ir desde un “no llores”, “no vivas”, hasta un “no seas tú mismo”, pasando por un

“no pertenezcas”, “no lo logres”, “no sientas” o “no pienses”.

Es por ello que una persona que toma el rol que mejor sabe hacer y escribe su propio

guión de vida puede tener éxito en la vida, en su vida, igual que un actor puede destacarse

mejor en un buen papel, que se adecúa mejor a sus competencias, talentos y habilidades,

sobre todo si tiene la oportunidad de ser además el protagonista.

Reconocer que estos mandatos están inmersos en un guion de vida adquirido de otros, de

nuestros padres, ya es un adelanto para innovarlo y mejorarlo para nuestro bienestar. Es

como el argumento preestablecido de una obra dramática que la persona representa, sin

cuestionarlo, independientemente de cómo la persona vive dicho guion y personaje.

Los guiones de vida heredados nos condicionan de la siguiente manera:

• Cuando uno está representando un guion lo que está haciendo es actuar según la

definición del personaje que ha sido escrita por otros o el exterior.

• En la infancia de nuestra vida no elegimos ni el drama, ni el título de la obra, ni el

personaje que nos piden representar. La película ya está empezada cuando nacimos, tanto a

nivel familiar como cultural Necesitamos crear nuestra obra de vida más allá de la que nos

encontramos en nuestra vida inicial por medio de la innovación que es hacer cosas nuevas

o mejorar las existentes para dar más o mejores resultados.

Generalmente, se nos facilita comprender los conceptos por medio de ejemplos, veamos

una experiencia pasada para compartir reflexiones sobre la innovación:

Tenemos a una organización que presenta su plan de reinvención, donde muestra como

llegará a otro nivel sin renunciar sus principios fundamentales.

Su estrategia es utilizar varias formas, que le permiten estrechar las relaciones con su

grupo y al mismo tiempo facilitar la integración de más personas. Es sorprendente la

cantidad de ideas propuestas y totalmente novedosas, que se anticipan a las necesidades de

su grupo de interés. Cuentan también con una clara estrategia y un plan de acción para

alcanzar su objetivo. Está más que claro que saben quiénes son y adonde quieren ir y no

tengo duda alguna que se desbordaran sus expectativas. Con la referencia del caso

anterior, veamos algunos elementos que tienen una aplicación práctica en la innovación de

nuestro guión de vida:

• La innovación siempre redunda en una mejora. Esto es una ganancia, tanto de forma

horizontal como vertical. Es decir, podemos mejorar una habilidad que ya tenemos o bien

descubrir otra, en cualquiera de los dos casos siempre obtendremos ganancias. Totalmente

aplicable a cualquier ámbito de nuestra vida.




• Necesitamos saber quiénes somos para poder innovar. Saber quiénes somos debe ser

nuestro punto de inicio que nos permita

• saber quiénes queremos ser, abandonando la idea limitada que tenemos sobre nosotros

mismos.

Por ejemplo: aprender a eliminar el mandato “NO Llores que te pones fea” por “Lloro

porque estoy triste y necesito sentirlo”

• Durante el proceso de innovación tendremos ciertas incomodidades por la resistencia al

cambio. Es algo así como cuando realizamos una mudanza, sabemos sobre todos los

inconvenientes generados; sin embargo, hay que ser flexible para entender que solo se

trata de otro paso más que nos acerca a la meta.

• Construir un plan que posea objetivos, estrategias, cronograma, acciones y evaluación

para poder alcanzar las metas propuestas de innovación. Por ejemplo: Eliminar las quejas

de mi vida y cambiarlas por agradecimientos, es bien difícil pero no imposible; ya que las

quejas restan energía y los agradecimientos aumentan energías positivas.

En fin, estos programas de vida conducen a la persona a actuar con una forma de ser, estar

y de hacer determinada salvo que ésta decida en algún momento de su vida, aspirar a una

vida más plena y emprenda un trabajo de consciencia que le facilite innovar su guión.




4. Anclajes negativos inconscientes

Tal como lo hemos mencionado

anteriormente, una Constelación Familiar es

un proceso terapéutico que se realiza en grupo

y que trabaja sobre la toma de conciencia de

los elementos cognitivos, emocionales y

conductuales heredados de nuestra familia.

Este enfoque plantea que las personas

poseemos ciertos anclajes negativos

inconscientes, que nos transmiten

sentimientos dolorosos y de los cuales a veces

no sabemos desprendernos. Esto se va

transmitiendo de generación en generación y

en nosotros está la decisión de detener dicha transmisión negativa. Estos anclajes nos

conducen a menudo a reproducir determinados comportamientos o vivir ciertas

situaciones negativas de forma repetida, sin que sepamos muy bien cómo solucionarlo. Por

medio de las Constelaciones Familiares podemos romper estos patrones para que podamos

vivir de una forma más consciente, saludable, optimista y feliz. Los resultados pueden ser

un verdadero cambio de vida. Un anclaje es cualquier elemento que sirva para fijar algo,

sean esas cosas, materiales o inmateriales. En el primer caso, se debe contar con elementos

o piezas fuertes, frecuentemente construidas con acero, que en general son utilizadas en

formas de barras con abrazaderas para fijar al suelo estanterías o maquinarias. En

psicología, un anclaje es un proceso mediante el cual un estímulo externo produce un

estado interno y se mantiene allí, bien fuerte como un ancla de acero. Pueden estar

relacionados con cualquier sentido: oído, tacto, gusto, vista, olfato. Por ejemplo: Cuando

recordamos un momento especial en nuestras vidas a partir de un sonido, un olor, una

imagen o un sabor (estímulos). La mente almacena los recuerdos, y estos se despiertan de

pronto cuando son activados por un estímulo. Por ejemplo, cada vez que sientes el olor a

carne asada en la parrilla, recuerdas un encuentro familiar de celebración de un

cumpleaños en casa. Estas reacciones se llaman anclas, y la mente está diseñada para

realizar estas anclas a lo largo de nuestra vida. El anclaje en constelaciones familiares es

utilizado para recrear un estímulo positivo.

Los anclajes están pensados para trasladarnos a un estado estable de nuestras emociones, y

así canalizar mejor una situación o un problema al que se quiera dar solución. Sin

embargo, hay anclajes inconscientes negativos que nos causan una mala sensación o nos

obligan a realizar algo que no queremos, actos repetitivos como malos hábitos. Y los

anclajes positivos nos traen una buena sensación o nos ayudan a realizar alguna tarea, son

buenos hábitos. Por ejemplo: estas escuchando la radio y suena una canción triste que te

trae a la mente el momento cuando sufriste la pérdida de un familiar, esto es un anclaje de

tipo negativo. Cuando un anclaje nos limita, generando tristeza, duda, angustia,

frustración y nos paraliza, es negativo. Nuestra emoción es capaz de cegarnos y de actuar

de manera imprudente, reaccionamos a un estímulo de manera emocional. Por ejemplo:

cuando escuchas unos truenos en el cielo, recuerdas el día que siendo niño hubo un




hundimiento de casas donde vivías. Esto te genera angustia, paralización y miedos

profundos de que vuelva a ocurrir.

Cuando algún miembro de la familia se enferma, los demás integrantes reaccionan con

llantos, nerviosismo, depresión, caminan de un lado a otro, etc. son anclajes negativos ante

una enfermedad lo cual hace que se agrave aún más la situación. Esto era lo que

experimentaban en la infancia cuando enfermaba algún familiar: todos angustiados y

ansiosos. Estas reacciones se van repitiendo de generación en generación de manera

inconsciente como anclajes negativos, lo cual afecta a la hora de tomar decisiones dirigidas

a la búsqueda de la salud, que implica la salud familiar ante las adversidades que permitan

generar una atmosfera de esperanza y optimismo, en lugar de fatalidad y negativismo.

Este tipo de anclajes nos van encerrando en nosotros mismos, se crea un círculo de miedos

que nos limitan a avanzar y se forjan creencias que van llenando nuestro propio libro de

mandatos con “verdades” inamovibles y rígidas. Estos anclajes nos atan, no nos dejan

seguir avanzando y vienen acompañados de emociones negativas para caer en revivir una

y otra vez situaciones pasadas, nuestra mente las vuelve a vivir en todas sus dimensiones y

con la misma carga emocional.

Por ejemplo, cuando cometemos un error.

¿Cuántas veces pagamos por un mismo error? La respuesta es: miles de veces.

El ser humano es el único animal sobre la tierra que paga miles de veces por el mismo

error. Los demás animales pagan sólo una vez por cada error. Pero nosotros no. Tenemos

una gran memoria. Cometemos una equivocación, nos juzgamos a nosotros mismos, nos

declaramos culpables y nos castigamos. Si fuese una cuestión de justicia, con eso bastaría;

no necesitamos repetirlo. Pero cada vez que lo recordamos, nos juzgamos de nuevo,

volvemos a considerarnos culpables y nos volvemos a castigar, una y otra vez, y otra, y

otra más. Si estamos casados, también nuestra mujer o nuestro marido nos recuerda el

error, y así volvemos a juzgarnos de nuevo, nos castigamos otra vez y nos volvemos a

sentir culpables. ¿Podríamos darnos cuenta que el único error en que estamos anclados

por el mismo estímulo negativo? Podemos neutralizar anclajes negativos por medio de la

creación de anclajes positivos. Existen ejercicios que sirven para eliminar la carga

emocional de un anclaje, y por ende la reacción o conducta ante él, la cual yo decido y

controlo, evito la reacción. Por ejemplo, en el caso de la canción que nos recuerda a algún

familiar fallecido, para salir de ese estado utilizando anclaje positivo, basta que te

dispongas, por ejemplo, a preparar una comida deliciosa que le gustaba a dicho familiar, y

que te trae a la mente los más hermosos recuerdos a su lado.

Enseguida notas el cambio, ya no te quedas con un anclaje de sentimiento de pérdida, sino

decides asumir la situación y recordar a la persona desde el amor y la felicidad que te

causó. Los anclajes funcionan como canalizador de situaciones emocionales concretas, que

responde a necesidades particulares para cada persona. Por ello, es importante recordar

que existen por lo menos dos tipos de anclajes, unos positivos y otros negativos, como se

mencionó anteriormente. Dentro de estos dos grandes grupos de anclas, nos

encontraremos con algunos más duraderos en el tiempo (símbolos, como el de la paz o el

de reciclaje), otros que se instalan de forma inconsciente (mensajes subliminales), y otros




que manifiestan la utilidad de las cosas (el sonido del tren, imágenes publicitarias, el olor

del café en la mañana). Todos ellos están situados en la memoria y forman parte de las

estructuras mentales. Sin embargo, el buen funcionamiento de cualquier anclaje dependerá

de nosotros mismos.

5. Patrones familiares destructivos.

Desde que nacemos vamos

aprendiendo en base a modelos, las

formas en que nuestros padres

conversaban, dialogaban, llegaban

a acuerdos o tenían desacuerdos,

discutían, peleaban, se maltrataban,

se violentaban, se amaban o se

odiaban, se cuidaban, todo nos fue

dando un modelo que se ha

quedado grabado en nosotros, en

nuestra memoria.

Todas esas vivencias por ejemplo que salían a cenar solos y se divertían juntos, que

compartían gustos y actividades que los divertían o de plano que nunca se daban un beso y

que todo era deber y pelea entre ellos.

Todo lo observamos desde que somos muy niños y se queda en una memoria como un

patrón de comportamiento. Patrones de comportamiento familiar a veces destructivos y a

veces saludables, todos están almacenados, conscientes e inconscientemente.

En la infancia donde vamos formando nuestra personalidad quedan grabadas esas peleas,

esa indiferencia, esa infidelidad y también las enseñanzas positivas como ese trabajo en

equipo y esa protección que se daban uno al otro. Todo, tanto positivo como negativo lo

fuimos aprendiendo y hoy casi de manera automática de pronto nos mostramos a nosotros

mismos hablándole a nuestra pareja como le hablaba mi mamá a mi papá o sintiéndome

con las mismas insatisfacciones y reclamos que tenía mi mamá.

También podemos reproducir los miedos de nuestra madre con respecto a los hombres o la

infidelidad que vivió con tu padre o la desconfianza de tu padre con las mujeres, etc.

Nos aliamos con el padre que más amamos y sus dolores son de alguna forma los nuestros.

Los miedos que también heredamos están vinculados al rol de madre, como por ejemplo:

Temor ante una enfermedad de un hijo. Cuando nació mi hijo, me daba pavor pensar en

que enfermase. Después descubrí que no era la única en tener esos sentimientos. La fiebre,

los vómitos y la diarrea son las afecciones que más les angustian.

Preocupación por la muerte súbita del lactante durante los primeros meses.

Miedo a los atragantamientos durante la alimentación.




Miedo a dejarlo al cuidado de alguien. Por ejemplo, cuando llega el momento de meter

al niño en la sala cuna, las mamás nos inmolamos pensando que no vamos a estar ahí si

nuestro pequeño se pone enfermo o le ocurre algún accidente.

Temor en el colegio a los accidentes, malos compañeros, bulling, maltrato de un

docente, entre otros.

Y aún, estando adultos, miedo a relaciones de pareja dañinas o trabajos con injusticias.

Miedo a ser una mala madre nos genera inseguridad. Nos agobia no saber distinguir si

el llanto del niño es por hambre, sueño o dolor, cuando tenemos el primer hijo. Las

inseguridades irán variando con el paso de los años, pero siempre van a estar ahí. A veces

los niños lloran por nada, solo quieren mimos.

Miedo a la lactancia materna. Algo tan natural como dar de mamar a los bebés puede

suponer un problema para algunas madres. Todas conocemos el caso de algún bebé al que

le ha costado tomar el pecho.

Miedo al crecimiento, nutrición y desarrollo. Nos preguntamos si estará ganando

suficiente peso. Los bebés pasan por controles periódicos para controlar su crecimiento.

Aun así, nos preocupamos por el peso del bebé.

Miedo a los cólicos. Ninguna madre queremos que nuestros hijos sufran. Por eso nos

preocupa que el recién nacido pueda sufrir cólicos del lactante.

Miedo a bañarlo. El momento del baño también causa estrés a muchas mamás, que no

saben cómo coger a su pequeño de forma segura o no tienen muy claro cómo limpiar el

ombligo durante los primeros días.

Temor a accidentes domésticos. Ocurren, aunque estemos pendientes en todo momento

de nuestros hijos. Una décima de segundo es suficiente para que sucedan.




Nuestras madres y las madres de nuestra familia nos inspiraron estos temores y así se han

comportado por generaciones enteras. Ellas nos enseñaron lo que sabemos en relación a

las cosas más fundamentales en la vida como el cuidado a nuestros hijos, sin embargo, no

nos enseñaron que estos asuntos tienen su solución, en lugar de generar temores que

influyen negativamente en los niños. Mucho de lo que hoy somos es en base a lo que

observamos y aprendimos de nuestros padres. Ya sea porque no nos gustó y elegimos algo

diferente o porque lo aprendimos y lo repetimos sin mayor cuestionamiento. Todos son

patrones familiares aprendidos, donde algunos son destructivos como los miedos extremos

que nos bloquean, las angustias infundadas, los comportamientos violentos con frecuencia,

los maltratos continuos, las irresponsabilidades de alguno de nuestros padres, entre otros.

Hacer consciente estos patrones lo practica la constelación familiar, de manera de elegir

los sanos de los destructivos.

Por ejemplo, tu relación de pareja es similar a la de tus padres:

De manera consciente si tuviste padres violentos, destructivos y poco afectuosos nadie

desearía repetir esa misma historia con nuestra pareja, pero qué pasa que al final terminas

gritándole a tu pareja como tanto detestabas que lo hiciera tu madre o abandonándola por

tu trabajo como lo viste con ellos.

Nadie está determinado por sus ejemplos y todos podemos elegir de manera consciente si

repetimos el patrón o hacemos algo para cambiar nuestra historia, pero eso es un trabajo

de la consciencia que se hacen en las constelaciones familiares.

Lo que es más común es repetir lo conocido sin darnos cuenta.

constelaciones familiares · bert hellinger, filósofo y psicoanalista alemán, creó su propio...

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