congregaciÓn de la fraternidad sacerdotal · discreto, generoso y disponible para el servicio,...
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CONGREGACIÓN DE LA FRATERNIDAD
SACERDOTAL
Etapa formativa del escolasticado
“…para ser verdaderos adoradores, debemos alimentarnos de todas las enseñanzas del
Evangelio; como, para tener una ciencia clara y práctica del Evangelio, hay que
animarla y vivificarla con luces y gracias que provienen de la Eucaristía.” (D.E.
Cpt.°XIV).
CONTENIDO
1. El Derecho Común: las orientaciones
que a nivel eclesial han sido dadas para
la formación de futuros sacerdotes y de
religiosos sacerdotes.
2. El Derecho Propio: las orientaciones
que tiene la Congregación de la
Fraternidad Sacerdotal para la etapa
del escolasticado.
EL ESCOLASTICADO DE LA C.F.S.
Los religiosos que después de haber formulado sus primeros votos y previamente han
vivido las etapas formativas del postulantado, de la filosofía y del noviciado; podrán
emprender esta nueva etapa del escolasticado, en la que tendrán la oportunidad de asumir
los estudios teológicos, de vivir ya como religiosos de la Congregación y realizar un
apostolado con una constante preocupación por la ayuda y santificación de los sacerdotes.
1. El Derecho Común: las orientaciones que a nivel eclesial han sido dadas para la
formación de futuros sacerdotes y de religiosos sacerdotes.
En realidad son relativamente pocos los documentos que el Magisterio de la Iglesia ha
ofrecido para orientar la formación de los religiosos que aspiran a las órdenes sagradas del
diaconado y del presbiterado. En cambio son más numerosos los documentos presentados a
los seminarios, sobre todos diocesanos, para el buen desarrollo de la formación de los
seminaristas. Nuestro propósito es acudir a estos dos tipos de fuentes para presentar las
líneas fundamentales que se deben tener en cuenta en una casa formativa, como ésta del
Escolasticado.
1.1.El Concilio Vaticano II en su decreto “Optatam Totius”1 sobre la formación
sacerdotal ofrece algunas líneas generales y algunas acentuaciones que vale la pena
tener en cuenta:
Los Seminarios Mayores son necesarios para la formación sacerdotal. Toda la educación de
los alumnos en ellos debe tender a que se formen verdaderos pastores de almas a ejemplo
de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdotes y Pastor, prepárense, por consiguiente,
para el ministerio de la palabra: que entiendan cada vez mejor la palabra revelada de Dios,
que la posean con la meditación y la expresen en su lenguaje y sus costumbres; para el
ministerio del culto y de la santificación: que, orando y celebrando las funciones litúrgicas,
ejerzan la obra de salvación por medio del Sacrificio Eucarístico y los sacramentos; para el
ministerio pastoral: que sepan representar delante de los hombres a Cristo, que, "no vino a
ser servido, sino a servir y dar su vida para redención de muchos" N° 4.
Las disciplinas teológicas han de enseñarse a la luz de la fe y bajo la guía del magisterio de
la Iglesia, de modo que los alumnos deduzcan cuidadosamente la doctrina católica de la
Divina Revelación… Fórmense con diligencia especial los alumnos en el estudio de la
Sagrada Escritura, que debe ser como el alma de toda la teología… Ordénese la teología
dogmática de forma que, ante todo, se propongan los temas bíblicos; expóngase luego a los
alumnos la contribución que los Padres de la Iglesia del Oriente y del Occidente han
1 Concilio Vaticano II. Decreto Optatam Totius. San Pablo. Bogota, 2000. Pgs. 325-339.
aportado en la fiel transmisión y comprensión de cada una de las verdades de la Revelación,
y la historia posterior del dogma, considerada incluso en relación con la historia general de
la Iglesia; aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más
puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio
de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás; aprendan también a
reconocerlos presentes y operantes en las acciones litúrgicas y en toda la vida de la Iglesia;
a buscar la solución de los problemas humanos bajo la luz de la Revelación. N° 16.
El afán pastoral, que debe informar enteramente la educación de los alumnos, exige
también que sean instruidos diligentemente en todo lo que se refiere de manera especial al
sagrado ministerio, sobre todo en la catequesis y en la predicación, en el culto litúrgico y en
la administración de los sacramentos, en las obras de caridad, en la obligación de atender a
los que yerran o no creen, y en los demás deberes pastorales N°19.
Por medio de una educación sabiamente ordenada hay que cultivar también en los alumnos
la necesaria madurez humana, la cual se comprueba, sobre todo, en cierta estabilidad de
ánimo, en la facultad de tomar decisiones ponderadas y en el recto modo de juzgar sobre
los acontecimientos y los hombres… Hay que apreciar la disciplina del Seminario no sólo
como defensa eficaz de la vida común y de la caridad, sino como elemento necesario de
toda la formación para adquirir el dominio de sí mismo, para procurar la sólida madurez de
la persona. N°11.
La formación espiritual ha de ir íntimamente unida con la doctrinal y la pastoral, y con la
cooperación, sobre todo, del director espiritual; ha de darse de forma que los alumnos
aprendan a vivir en continua comunicación con el Padre por su Hijo en el Espíritu Santo.
Puesto que han de configurarse por la sagrada ordenación a Cristo Sacerdote,
acostúmbrense a unirse a El, como amigos, en íntimo consorcio de vida. Vivan su misterio
pascual de forma que sepan unificar en el mismo al pueblo que se les ha de confiar.
Enséñeseles a buscar a Cristo en la meditación fiel de la palabra de Dios, en la íntima
comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre todo en la Eucaristía y en el
Oficio. N°8.
Los alumnos que, según las leyes santas y firmes de su propio rito, siguen la venerable
tradición del celibato sacerdotal, han de ser educados cuidadosamente para este estado, en
que, renunciando a la sociedad conyugal por el reino de los cielos, se unen al Señor con
amor indiviso y, muy de acuerdo con el Nuevo Testamento… Hay que avisarles de los
peligros que acechan su castidad, sobre todo en la sociedad de estos tiempos; ayudados con
oportunos auxilios divinos y humanos, aprendan a integrar la renuncia del matrimonio de
tal forma que su vida y su trabajo no sólo no reciba menoscabo del celibato, sino más bien
ellos consigan un dominio más profundo del alma y del cuerpo y una madurez más
completa. N°10.
1.2.Veamos a continuación, algunos apartados de uno de los documentos centrales
sobre la formación hacia el sacerdocio, como es la exhortación apostólica
postsinodal del papa Juan Pablo II. “Pastores Dabo Vobis”2:
«Subió al monte y llamó a los que él quiso: y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que
estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios» (Mc 3,
13-15). «Que estuvieran con él». No es difícil entender el significado de estas palabras,
esto es, «el acompañamiento vocacional» de los apóstoles por parte de Jesús. Después de
haberlos llamado y antes de enviarlos, es más, para poder mandarlos a predicar, Jesús les
pide un «tiempo» de formación, destinado a desarrollar una relación de comunión y de
amistad profundas con Él. Dedica a ellos una catequesis más intensa que al resto de la gente
(cf. Mt 13, 11) y quiere que sean testigos de su oración silenciosa al Padre (cf. Jn 17, 1-26;
Lc 22, 39-45)… Pero el espíritu que debe animarlas y sostenerlas es idéntico: el de
promover al sacerdocio solamente los que han sido llamados y llevarlos debidamente
preparados, esto es, mediante una respuesta consciente y libre que implica a toda la persona
en su adhesión a Jesucristo, que llama a su intimidad de vida y a participar en su misión
salvífica. En este sentido el Seminario en sus diversas formas y, de modo análogo, la casa
de formación de los sacerdotes religiosos, antes que ser un lugar o un espacio material,
debe ser un ambiente espiritual, un itinerario de vida, una atmósfera que favorezca y
asegure un proceso formativo, de manera que el que ha sido llamado por Dios al sacerdocio
pueda llegar a ser, con el sacramento del Orden, una imagen viva de Jesucristo, Cabeza y
Pastor de la Iglesia… La Exhortación trata sobre las diversas dimensiones de la formación,
humana, espiritual, intelectual y pastoral, como también sobre los ambientes y sobre los
responsables de la formación de los candidatos al sacerdocio. N° 42.
La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal:… los futuros
presbíteros deben cultivar una serie de cualidades humanas necesarias para la formación de
personalidades equilibradas, sólidas y libres, capaces de llevar el peso de las
responsabilidades pastorales. Se hace así necesaria la educación a amar la verdad, la lealtad,
el respeto por la persona, el sentido de la justicia, la fidelidad a la palabra dada, la
verdadera compasión, la coherencia y, en particular, el equilibrio de juicio y de
comportamiento… De particular importancia es la capacidad de relacionarse con los demás,
elemento verdaderamente esencial para quien ha sido llamado a ser responsable de una
comunidad y «hombre de comunión». Esto exige que el sacerdote no sea arrogante ni
polémico, sino afable, hospitalario, sincero en sus palabras y en su corazón, prudente y
discreto, generoso y disponible para el servicio, capaz de ofrecer personalmente y de
suscitar en todos relaciones leales y fraternas, dispuesto a comprender, perdonar y consolar
(cf. 1 Tim 3, 1-5; Tit 1, 7-9) N°43.
La madurez afectiva supone ser conscientes del puesto central del amor en la existencia
humana. En realidad… Se trata de un amor que compromete a toda la persona, a nivel
físico, psíquico y espiritual, y que se expresa mediante el significado «esponsal» del cuerpo 2 Pastores Dabo Vobis. Exhortación apostólica postsinodal de su santidad Juan Pablo II. Paulinas. Bogotá,
1996 Pgs. 112-156.
humano, gracias al cual una persona se entrega a otra y la acoge. La educación sexual bien
entendida tiende a la comprensión y realización de esta verdad del amor humano… los
candidatos al sacerdocio necesitan una madurez afectiva que capacite a la prudencia, a la
renuncia a todo lo que pueda ponerla en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el espíritu,
a la estima y respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres…
Íntimamente relacionada con la formación para la libertad responsable está también la
educación de la conciencia moral; la cual, al requerir desde la intimidad del propio «yo» la
obediencia a las obligaciones morales, descubre el sentido profundo de esa obediencia, a
saber, ser una respuesta consciente y libre —y, por tanto, por amor— a las exigencias de
Dios y de su amor. «La madurez humana del sacerdote —afirman los Padres sinodales—
debe incluir especialmente la formación de su conciencia. N°44.
La formación espiritual: en comunión con Dios y a la búsqueda de Cristo: Según la
revelación y la experiencia cristiana, la formación espiritual posee la originalidad
inconfundible que proviene de la «novedad» evangélica. En efecto, «es obra del Espíritu y
empeña a la persona en su totalidad; introduce en la comunión profunda con Jesucristo,
buen Pastor; conduce a una sumisión de toda la vida al Espíritu, en una actitud filial
respecto al Padre y en una adhesión confiada a la Iglesia. Ella se arraiga en la experiencia
de la cruz para poder llevar, en comunión profunda, a la plenitud del misterio pascual»…
para todo presbítero la formación espiritual constituye el centro vital que unifica y vivifica
su ser sacerdote y su ejercer el sacerdocio… n°45
Se requiere, ante todo, el valor y la exigencia de «vivir íntimamente unidos» a Jesucristo.
La unión con el Señor Jesús, fundada en el Bautismo y alimentada con la Eucaristía, exige
que sea expresada en la vida de cada día, renovándola radicalmente… un segundo gran
valor espiritual: la búsqueda de Jesús. «Enséñeseles a buscar a Cristo»… También en el
ministerio y en la vida sacerdotal deberá continuar esta «búsqueda», pues es inagotable el
misterio de la imitación y participación en la vida de Cristo. Así como también deberá
continuar este «encontrar» al Maestro, para poder mostrarlo a los demás y, mejor aún, para
suscitar en los demás el deseo de buscar al Maestro. Pero esto es realmente posible si se
propone a los demás una «experiencia» de vida, una experiencia que vale la pena
compartir… Pero, ¿qué significa, en la vida espiritual, buscar a Cristo? y ¿dónde
encontrarlo? «Maestro, ¿dónde vives?» El decreto conciliar Optatam totius parece indicar
un triple camino: la meditación fiel de la palabra de Dios, la participación activa en los
sagrados misterios de la Iglesia, el servicio de la caridad a los «más pequeños». Se trata de
tres grandes valores y exigencias que nos delimitan ulteriormente el contenido de la
formación espiritual del candidato al sacerdocio. N° 46.
La formación espiritual comporta también buscar a Cristo en los hombres… En efecto, la
vida espiritual, es vida interior, vida de intimidad con Dios, vida de oración y
contemplación. Pero del encuentro con Dios y con su amor de Padre de todos, nace
precisamente la exigencia indeclinable del encuentro con el prójimo, de la propia entrega a
los demás, en el servicio humilde y desinteresado que Jesús ha propuesto a todos como
programa de vida en el lavatorio de los pies a los apóstoles: «Os he dado ejemplo, para que
también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros» (Jn 13, 15)… Por tanto, el
sacerdote es el hombre de la caridad y está llamado a educar a los demás en la imitación de
Cristo y en el mandamiento nuevo del amor fraterno (cf. Jn 15, 12). Pero esto exige que él
mismo se deje educar continuamente por el Espíritu en la caridad del Señor. En este
sentido, la preparación al sacerdocio tiene que incluir una seria formación en la caridad, en
particular en el amor preferencial por los «pobres», en los cuales, mediante la fe, descubre
la presencia de Jesús (cf. Mt 25, 40) y en el amor misericordioso por los pecadores. En la
perspectiva de la caridad, que consiste en el don de sí mismo por amor, encuentra su lugar
en la formación espiritual del futuro sacerdote la educación en la obediencia, en el celibato
y en la pobreza. N°49.
Formación intelectual: inteligencia de la fe:… La dedicación al estudio, que ocupa una
buena parte de la vida de quien se prepara al sacerdocio, no es precisamente un elemento
extrínseco y secundario de su crecimiento humano, cristiano, espiritual y vocacional; en
realidad, a través del estudio, sobre todo de la teología, el futuro sacerdote se adhiere a la
palabra de Dios, crece en su vida espiritual y se dispone a realizar su ministerio pastoral.
N°52.
La formación intelectual del futuro sacerdote se basa y se construye sobre todo en el
estudio de la sagrada doctrina y de la teología. El valor y la autenticidad de la formación
teológica dependen del respeto escrupuloso de la naturaleza propia de la teología, que los
Padres sinodales han resumido así: «La verdadera teología proviene de la fe y trata de
conducir a la fe». Ésta es la concepción que constantemente ha enseñado la Iglesia católica
mediante su Magisterio. Ésta es también la línea seguida por los grandes teólogos, que
enriquecieron el pensamiento de la Iglesia católica a través de los siglos… N°53.
La formación teológica es una tarea sumamente compleja y comprometida. Ella debe llevar
al candidato al sacerdocio a poseer una visión completa y unitaria de las verdades reveladas
por Dios en Jesucristo y de la experiencia de fe de la Iglesia; de ahí la doble exigencia de
conocer «todas» las verdades cristianas y conocerlas de manera orgánica, sin hacer
selecciones arbitrarias. Esto exige ayudar al alumno a elaborar una síntesis que sea fruto de
las aportaciones de las diversas disciplinas teológicas, cuyo carácter específico alcanza
auténtico valor sólo en la profunda coordinación de todas ellas.
En su reflexión madura sobre la fe, la teología se mueve en dos direcciones. La primera es
la del estudio de la Palabra de Dios: la palabra escrita en el Libro sagrado, celebrada y
transmitida en la Tradición viva de la Iglesia e interpretada auténticamente por su
Magisterio. De aquí el estudio de la Sagrada Escritura, «la cual debe ser como el alma de
toda la teología»: de los Padres de la Iglesia y de la liturgia, de la historia eclesiástica, de
las declaraciones del Magisterio. La segunda dirección es la del hombre, interlocutor de
Dios: el hombre llamado a «creer», a «vivir» y a «comunicar» a los demás la fides y el
ethos cristiano. De aquí el estudio de la dogmática, de la teología moral, de la teología
espiritual, del derecho canónico y de la teología pastoral… N°54
Un problema ulterior nace de la exigencia —hoy intensamente sentida— de la
evangelización de las culturas y de la inculturación del mensaje de la fe. Es éste un
problema eminentemente pastoral, que debe ser incluido con mayor amplitud y particular
sensibilidad en la formación de los candidatos al sacerdocio N°55
Siguiendo las enseñanzas y orientaciones del Concilio Vaticano II y las normas de
aplicación de la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, ha tenido lugar en la Iglesia
una amplia actualización de la enseñanza de las disciplinas filosóficas y, sobre todo,
teológicas en los seminarios. N°56
La formación pastoral: comunicar la caridad de Jesucristo, buen Pastor: Toda la
formación de los candidatos al sacerdocio está orientada a prepararlos de una manera
específica para comunicar la caridad de Cristo, buen Pastor. Por tanto, esta formación, en
sus diversos aspectos, debe tener un carácter esencialmente pastoral… Como cualquier otra
formación, también la formación pastoral se desarrolla mediante la reflexión madura y la
aplicación práctica, y tiene sus raíces profundas en un espíritu que es el soporte y la fuerza
impulsora y de desarrollo de todo… Por tanto, es necesario el estudio de una verdadera y
propia disciplina teológica: la teología pastoral o práctica, que es una reflexión científica
sobre la Iglesia en su vida diaria, con la fuerza del Espíritu, a través de la historia; una
reflexión, sobre la Iglesia como «sacramento universal de salvación»,(180) como signo e
instrumento vivo de la salvación de Jesucristo en la Palabra, en los Sacramentos y en el
servicio de la caridad… El estudio de la teología pastoral debe iluminar la aplicación
práctica mediante la entrega y algunos servicios pastorales, que los candidatos al
sacerdocio deben realizar, de manera progresiva y siempre en armonía con las demás tareas
formativas; se trata de «experiencias» pastorales, que han de confluir en un verdadero
«aprendizaje pastoral», que puede durar incluso algún tiempo y que requiere una
verificación de manera metódica… Mas el estudio y la actividad pastoral se apoyan en una
fuente interior, que la formación deberá custodiar y valorizar: se trata de la comunión cada
vez más profunda con la caridad pastoral de Jesús, la cual, así como ha sido el principio y
fuerza de su acción salvífica, también, gracias a la efusión del Espíritu Santo en el
sacramento del Orden, debe ser principio y fuerza del ministerio del presbítero. N°57
Entendida así, la formación pastoral no puede reducirse a un simple aprendizaje, dirigido a
familiarizarse con una técnica pastoral. El proyecto educativo del seminario se encarga de
una verdadera y propia iniciación en la sensibilidad del pastor, a asumir de manera
consciente y madura sus responsabilidades, en el hábito interior de valorar los problemas y
establecer las prioridades y los medios de solución, fundados siempre en claras
motivaciones de fe y según las exigencias teológicas de la pastoral misma… El conjunto de
estas y de otras actividades pastorales educa al futuro sacerdote a vivir como «servicio» la
propia misión de «autoridad» en la comunidad, alejándose de toda actitud de superioridad o
ejercicio de un poder que no esté siempre y exclusivamente justificado por la caridad
pastoral. N°58
1.3.Analizaremos a continuación algunos apartados de las orientaciones sobre la
formación en los institutos religiosos, promulgado por la Congregación para los
Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica3.
3 Orientaciones sobre la Formación en los Institutos religiosos. Congregación para los Institutos de vida
Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Roma, 1990.
El fin primordial de la formación es permitir que los candidatos a la vida religiosa y los
jóvenes profesos descubran en primer lugar, asimilen y profundicen después, en qué
consiste la identidad del religioso. Solamente en estas condiciones, la persona consagrada a
Dios se insertará en el mundo como un testimonio significativo, eficaz y fiel… N°6.
La variedad de los institutos religiosos es como « un árbol que se ramifica espléndido y
múltiple en el campo del Señor partiendo de una semilla puesta por Dios ». Por ellos « la
Iglesia muestra de hecho mejor cada día ante fieles infieles a Cristo ya sea entregado a la
contemplación en el monte, ya anunciando el Reino de Dios a las multitudes, o curando a
los enfermos y pacientes y convirtiendo a los pecadores al buen camino, o bendiciendo a
los niños y haciendo bien a todos, siempre, sin embargo, obediente a la voluntad del Padre
que lo envió… No hay pues un modo uniforme de observar los consejos evangélicos, sino
que cada instituto debe definir su propia manera « teniendo en cuenta sus fines y carácter
propios » y esto no solamente en lo que se refiere a la observancia de los consejos
evangélicos sino también en todo lo relacionado con el estilo de vida de sus miembros con
el fin de tender a la perfección de su estado. N°16
La colaboración intercongregacional a nivel de la formación: La primera
responsabilidad de la formación de los religiosos corresponde por derecho a cada instituto y
son los superiores mayores de los institutos, con la ayuda de sus responsables cualificados,
quienes tienen la importante misión de velar por ella. Cada instituto, debe además, según el
derecho, establecer propio programa de formación (ratio). Sin embargo, la necesidad ha
llevado a ciertos institutos, en todos los continentes, a poner en común sus medios de
formación (personal e instituciones) con el fin de colaborar en esta obra tan importante, que
no podían continuar realizando solos. N°98
La formación de los profesos temporales
Lo que prescribe la iglesia: Tratándose de la formación de los profesos temporales, la
Iglesia prescribe que « después de la primera profesión, la formación de todos los
miembros debe continuar en cada instituto, para que vivan con mayor plenitud la vida
propia de éste y cumplan mejor su misión. Por tanto, el derecho propio debe determinar el
plan de esta formación y su duración, atendiendo a las necesidades de la Iglesia y a las
circunstancias de los hombres y de los tiempos, tal como exigen el fin y carácter del
instituto ». « La formación ha de ser sistemática, acomodada a la capacidad de los
miembros, espiritual y apostólica, doctrinal y a la vez práctica, incluyendo también, si es
oportuno, la obtención de los títulos pertinentes, tanto eclesiásticos como civiles. Durante el
tiempo dedicado a esta formación no se confíen a los miembros funciones y trabajos que la
impidan » N°58
Significado y exigencias de esta etapa: La primera profesión inaugura una nueva fase de la
formación que se beneficia del dinamismo y de la estabilidad que nacen de la profesión. Se
trata para el religioso, de recoger los frutos de las etapas precedentes y de continuar su
propio crecimiento humano y espiritual por la práctica animosa de aquello a lo que se ha
comprometido. Mantener el impulso espiritual dado por la etapa precedente es tanto más
necesario cuanto que, en los institutos dedicados al apostolado, el paso a un estilo de vida
más abierto y a actividades muy absorbentes comporta a menudo riesgos de desorientación
y de aridez. En los institutos dedicados a la contemplación serían más bien de rutina, de
decaimiento y de pereza espiritual. Jesús educó a sus discípulos a través de las crisis que
sufrieron. Por anuncios sucesivos de la Pasión, los preparó a convertirse en discípulos más
auténticos. La pedagogía de esta etapa apunta pues a permitir al joven religioso caminar
verdaderamente a través de toda su experiencia, según una unidad de perspectiva y de vida,
la de su propia vocación en este momento de su existencia, en la perspectiva de la profesión
perpetua. N°59
El contenido y los medios de la formación: El instituto tiene la grave responsabilidad de
prever la organización y la duración de esta fase de la formación y de proveer al joven
religioso de las condiciones favorables para un crecimiento real en la donación al Señor. Le
ofrecerá ante todo una vigorosa comunidad formadora y la presencia de educadores
competentes. Efectivamente en este nivel de la formación y contrariamente a lo que se dijo
a propósito del noviciado (cf. n. 47,f) es preferible una comunidad más numerosa, bien
provista de medios de formación y bien acompañada, que una comunidad pequeña que
corre el riesgo de verse desprovista de verdaderos formadores. Como a lo largo de toda la
vida religiosa, el religioso debe esforzarse en comprender mejor prácticamente la
importancia de la vida comunitaria según la vocación propia del instituto, en aceptar el
realismo de esta vida y en asumir sus condiciones de progreso, en respetar a los otros en su
diferencia y en sentirse responsable en el seno de dicha comunidad. Los superiores
designarán especialmente un responsable de la formación de los profesos temporales, que
prolongue en este nivel y de modo específico la misión del maestro de novicios. Esta
formación durará por lo menos 3 años. N°60
Las proposiciones de programas que van a continuación tienen valor indicativo y
decididamente apuntan alto, dada la necesidad de formar religiosas y religiosos a la altura
de las expectativas y de las necesidades del mundo contemporáneo. Corresponde a los
institutos y a los formadores y formadoras proceder a las adaptaciones que imponen las
personas, los tiempos y los lugares. En el programa de estudios, debe figurar en puesto
importante la teología bíblica, dogmática, espiritual y pastoral y, en particular, la
profundización doctrinal de la vida consagrada y del carisma del instituto. El
establecimiento de este programa y su ejecución deberá respetar la unidad interna de la
enseñanza y la armonización de las diversas disciplinas. Los religiosos deben tener
conciencia de que aprenden un! sola ciencia: la ciencia de la fe y del Evangelio. A este
respecto, se evitará la diversidad y acumulación de disciplinas y cursos. Además, por
respeto a las personas, no se introducirá prematuramente a los religiosos en una
problemática exageradamente crítica, si ellos no han recorrido todavía el camino necesario
para abordarla serenamente. Se tendrá cuidado de dar, de manera adaptada, una
formación filosófica de base que permita adquirir un conocimiento de Dios y una visión
cristiana del mundo en estrecha conexión con las cuestiones debatidas en nuestro tiempo,
que haga resaltar la armonía que existe entre el saber de la razón y el de la fe para la
búsqueda de la única verdad. En estas condiciones, los religiosos se defenderán de las
tentaciones siempre al acecho de un racionalismo crítico por un lado, del pietismo y del
fundamentalismo por otro. N°61
El programa de los estudios teológicos debe estar planificado con equilibrio y las diferentes
partes estarán bien articuladas para que resalte la « jerarquía » de las verdades de la
doctrina católica en razón de su diferente relación con los fundamentos de la fe cristiana. El
planteamiento de este programa podrá inspirarse, adaptándolas, en las indicaciones dadas
por la Congregación para la Educación Católica para la formación de los candidatos al
ministerio presbiteral, aunque teniendo cuidado de no omitir nada que pueda ayudar a una
buena comprensión eclesial de la fe y de la vida cristiana, historia, liturgia, derecho
canónico, etc. N°61
En fin, la madurez del religioso requiere, en esta etapa, un compromiso apostólico y una
participación progresiva en experiencias eclesiales y sociales, en la línea del carisma de su
instituto y teniendo en cuenta sus aptitudes y aspiraciones personales. Tratándose de estas
experiencias, las religiosas y los religiosos recordarán que ellos no son prioritariamente
agentes pastorales ni en el período de formación inicial ni después, y que su compromiso en
un servicio eclesial y sobre todo social, se tiene que someter necesariamente a criterios de
discernimiento (cf. n. 18). N°62
Aunque los superiores sean designados justamente como « maestros espirituales, según el
proyecto evangélico de su instituto », los religiosos deben tener a su disposición para el
fuero interno, incluso no sacramental, lo que se ha convenido en llamar un director o
consejero espiritual. « Siguiendo la tradición de los primeros padres del desierto y de todos
los grandes fundadores, los institutos religiosos tienen miembros particularmente
cualificados y designados para ayudar a sus hermanos en este campo. Su papel varía según
la etapa alcanzada por el religioso, pero su responsabilidad esencial consiste en el
discernimiento de la acción de Dios, la conducción del religioso en las vías divinas y la
alimentación de la vida con una doctrina sólida y con la práctica de la oración.
Especialmente en las primeras etapas, será necesario evaluar el camino ya recorrido ». Esta
dirección espiritual, que « no podrá ser reemplazada por medios psicopedagógicos », y para
la cual el Concilio reclama una « justa libertad », deberá pues ser « favorecida por la
disponibilidad de personas competentes y cualificadas ». Estas disposiciones, indicadas
especialmente para esta etapa de la formación de los religiosos, sirven para todo el resto de
su vida. En las comunidades religiosas, sobre todo aquellas que reúnen un gran número de
miembros y especialmente allí donde hay profesos temporales, es necesario que al menos
un religioso sea designado oficialmente para el acompañamiento o consejo espiritual de sus
hermanos.N°63
Varios institutos prevén, antes de la profesión perpetua, un período de preparación más
intensa retirándose de las ocupaciones habituales. Esta costumbre merece ser fomentada y
extendida.N°64
Si, como está previsto en el derecho, jóvenes profesos son enviados a estudios por su
superior, « estos estudios serán emprendidos no para una realización mal entendida que
lleve al logro de fines individuales, sino para la satisfacción de las exigencias apostólicas de
la familia religiosa, en armonía con las necesidades de la Iglesia ». El desarrollo de estos
estudios y la preparación de los diplomas han de estar, a juicio de los superiores mayores y
de los responsables de formación, convenientemente armonizados con el resto del programa
previsto para esta etapa formativa. N°65
Los religiosos candidatos a los ministerios presbiteral y diaconal: Las cuestiones
planteadas por este tipo de religiosos merecen ser expuestas aparte dado su carácter
particular. Son de tres órdenes. Unas miran a la formación a los ministerios como tales;
otras a la especificidad religiosa de los religiosos sacerdotes y diáconos; otras en fin a la
inserción del religioso sacerdote en el presbiterio diocesano. N°101.
La formación: En ciertos institutos, definidos por su derecho propio como clericales, se ha
propuesto a veces dar la misma formación a los hermanos laicos y a los candidatos a la
ordenación. A nivel del noviciado parece incluso exigida una formación común a unos y
otros por el carisma específico del Instituto. Se siguen consecuencias benéficas en cuanto a
la cualidad y a la integridad de la formación doctrinal de los hermanos laicos y en cuanto a
su integración en la comunidad. Pero, en todos los casos, las normas sobre la duración y el
contenido de los estudios preparatorios al ministerio presbiteral deberán ser rigurosamente
observadas y seguidas. N°102
« La formación de los miembros que se preparan a recibir las Ordenes sagradas se rige por
el derecho universal y el plan de estudios propio del instituto ». Además los religiosos
candidatos al ministerio presbiteral se conformarán a las normas de la Ratio fundamentalis
institutionis sacerdotalis y los candidatos al diaconado permanente a las disposiciones
previstas a este efecto por el derecho propio de los institutos. No se recapitulará aquí la
integridad de esta « ratio » cuyas líneas maestras figuran en el derecho canónico. Será
suficiente recordar, para que sean observadas por los superiores mayores, algunas etapas
del « cursus » de formación. N°103
Los estudios de filosofía y de teología llevados a cabo sucesiva o conjuntamente,
comprenderán por lo menos 6 años completos, de modo que 2 años enteros estén
consagrados a las disciplinas filosóficas y 4 años completos a los estudios teológicos. Los
superiores mayores velarán por la observancia de estas disposiciones especialmente cuando
confíen sus religiosos jóvenes a centros inter-congregacionales o a universidades. N°104
Si bien toda la formación de los candidatos al ministerio presbiteral tiende a un fin pastoral,
habrá una formación pastoral propiamente dicha adaptada al fin del instituto. El programa
de esta formación se inspirará en el decreto Optatam totius y, para los religiosos llamados a
trabajar en culturas distintas de la cultura de origen, en el decreto Ad Gentes. N°105
Los religiosos sacerdotes dedicados a la contemplación, monjes u otros, llamados por sus
superiores a ponerse a disposición de los huéspedes para ministerio de la reconciliación o
del consejo espiritual, estarán provistos de una formación pastoral apropiada a este
ministerio. Se conformarán igualmente las orientaciones pastorales de la Iglesia particular
en la cual se encuentran. N°106
Serán observadas todas las condiciones canónicas requeridas para los ordenandos y que se
refieran a ellos, teniendo en cuenta la naturaleza y las obligaciones propias del estado
religioso. N°107
La especificidad religiosa de los religiosos sacerdotes y diáconos
« Un sacerdote religioso inserto en la pastoral al lado de sacerdotes diocesanos, debería
mostrar claramente en sus actitudes que es religioso». Para que aparezca siempre en el
religioso, sacerdote o diácono, « lo que caracteriza la vida religiosa y a los religiosos, y les
dé una visibilidad », deben cumplirse varias condiciones sobre las que es útil que los
religiosos, candidatos a los ministerios presbiteral y diaconal, se interroguen durante el
tiempo de su formación inicial y de su formación permanente:
- que tengan una percepción clara y convicciones firmes sobre la naturaleza respectiva del
ministerio presbiteral y diaconal que pertenece a la estructura de la Iglesia, y de la vida
religiosa que pertenece a su santidad y a su vida, manteniendo siempre el principio de que
su ministerio pastoral forma parte de la naturaleza de su vida religiosa;
- que beban, para su vida espiritual, en las fuentes del instituto del cual son miembros y
acojan en sí mismos el don que representa este instituto para la Iglesia;
- que den testimonio de una experiencia espiritual personal inspirada en el testimonio y la
enseñanza del fundador;
- que vivan conforme a la regla de vida que se comprometieron a observar;
- que vivan en comunidad según el derecho;
- que estén disponibles y movibles para el servicio de la Iglesia universal, si los superiores
del instituto les llaman a ello.
Si se respetan estas condiciones el religioso sacerdote o diácono logrará armonizar
felizmente estas dos dimensiones de su única vocación.
El lugar del religioso sacerdote dentro del presbiterio diocesano.
La formación del religioso sacerdote debe tener en cuenta su futura inserción en el
presbiterio de una Iglesia particular, sobre todo si debe ejercitar en ella un ministerio, «
teniendo presente sin embargo el carácter propio de cada instituto ». En efecto, « la Iglesia
particular constituye el espacio histórico en el cual una vocación se expresa en la realidad y
realiza su compromiso apostólico ». Los religiosos sacerdotes pueden con todo derecho
considerarla como « la patria de (su propia) vocación ». Los principios fundamentales que
rigen esta inserción fueron dados por el decreto conciliar Creasteis Dominus (nn. 34-35).
Los religiosos sacerdotes son « colaboradores del orden episcopal »; « a decir verdad, en
cierto modo, ellos pertenecen al clero de la diócesis en cuanto participan en el cuidado de
las almas y en las obras de apostolado bajo la autoridad de los Obispos ». A propósito de
esta inserción, Mutuae relationes (nn. 15 a 23) hace resaltar la influencia recíproca entre los
valores universales y particulares. Si se pide a los religiosos « aún perteneciendo a un
instituto de derecho pontificio, sentirse verdaderamente participantes de la familia
diocesana », el derecho canónico les reconoce la autonomía conveniente para que se
mantenga su carácter universal y misionero. De manera habitual, la situación de un
religioso sacerdote o de un instituto al que el obispo ha confiado una misión o una obra
pastoral en su Iglesia particular, debe regirse por un convenio escrito entre el obispo
diocesano y el superior competente del instituto o del religioso interesado. Lo mismo habría
que decir de un religioso diácono puesto en idéntica situación. N°109.
1.4.De manera sucinta se mencionaran algunos apartados del documento que la
Conferencia Episcopal de Colombia promulgó como normas básicas para la
formación inicial presbiteral en los seminarios4. Podemos encontrar en este
documento el ambiente de la formación de acuerdo al contexto colombiano, así
como los protagonistas de la formación y las dimensiones clásicas de dicha
formación, pero solo mencionaremos algunos párrafos que presentan la importancia
de los seminarios y algunos rasgos esenciales de la formación.
El seminario mayor, como institución de la Iglesia, es una necesidad, propuesta claramente
por el Vaticano II… El Papa ratifica esta necesidad del Seminario, incluso para los
religiosos como “análoga casa de formación”, como un “lugar óptimo de formación…
ambiente normal, incluso material… para la formación de los candidatos al
sacerdocio…”.N°65
Desde el punto de vista formativo, el Seminario y otras modalidades de formación
presbiteral constituyen, ante todo, un proceso de acompañamiento al candidato, un camino
que hacen juntos, formadores y formandos, en orden a un auténtico discernimiento
vocacional. N°66
Una institución con características eclesiales tan definidas inspira su método pedagógico
para poder formar auténticos pastores al estilo de Jesús en los siguientes rasgos específicos:
a) Apostólico, es decir, inspirado en la íntima comunicación de vida de Jesús con los doce
para revivir, en la medida de lo humanamente posible, esta experiencia formativa. b)
Evangélico, es decir, abierto a la escucha de la Palabra de Jesús y dirigido a quienes
integran la comunidad del Seminario, a fin de inspiren toda su vida en los valores
evangélicos: ninguno que no esté evangelizado podrá aspirar a ser evangelizador. c)
Comunitario – Eclesial, ya que el seminario debe constituir una verdadera comunidad
eclesial educativa que permita a sus integrantes una formación en las dimensiones humana,
espiritual, intelectual y pastoral, con miras a que los formandos vayan aprendiendo su
futura pertenencia al Presbiterio, que sepan responder a sus vocación y prepararse para
recibir el Sacramento del Orden y ejercer la misión a él anexa, con sus gracias y
responsabilidades propias. d) Participativo, de modo que involucre todas las
potencialidades de los formadores y formandos en un proyecto educativo, claro y elástico a
la vez, y con unidad de dirección en el que los alumnos son protagonistas de su formación
con responsabilidad. e) Personalizado, con una atención diversificada que evite la
4 Normas Básicas para la formación inicial presbiteral en los seminarios mayores de Colombia. Conferencia
Episcopal de Colombia, Comisión Episcopal para la Pastoral de los ministerios Jerárquicos. Santa fe Bogotá, Julio 9 de 1998. 2° Ed.
masificación y promueva el cultivo de los propios dones y carismas dentro de un
dinamismo de equilibrio humano. N°67.
2. El Derecho Propio: las orientaciones que a nivel general y partículas la
Congregación a emitido en relación a la formación que de bebe ofrecer a los
profesos en la etapa del escolasticado.
2.1.Constituciones
El fin de este Instituto, dedicado y consagrado al Clero, es honrar y glorificar a Jesús en sus
Sacerdotes, formando adoradores en espíritu y verdad que interceden sin cesar al pie del
Santísimo Sacramento por la santificación de todos los Sacerdotes del mundo, y procurando
para los Sacerdotes del Señor apóstoles celosos e infatigables que se entregan a todas sus
necesidades de cualquier tipo que éstas sean. N°5
Tan alta vocación no puede realizar perfectamente sino con un gran espíritu de amor,
humildad e inmolación; ese mismo espíritu que ha inspirado a Nuestro Señor Jesucristo en
la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio y que le anima todavía sin cesar en el
Santísimo Sacramento, particularmente por sus Sacerdotes. N°8
Nuestra Obra, enteramente consagrada al Sacerdocio de Jesús en el Santísimo Sacramento
y en sus Sacerdotes, exige de nosotros una formación adecuada a nuestra vocación y a
nuestra misión propia de apóstoles de los Sacerdotes. N°172
Siendo la ciencia, después de la piedad, un medio de llegar a Dios, y estando llamados los
miembros de la Congregación por su propia vocación a un ministerio tan elevado como el
que tienen que ejercer cerca del Clero, todos se aplicarán al estudio para la gloria de Dios y
el honor de la Iglesia. Los Padres y futuros Sacerdotes estudiarán las ciencias sagradas, y
los Hermanos adquirirán los conocimientos necesarios a su estado. N° 173
“…Para los futuros Clérigos, el período de compromiso temporal debe extenderse por lo
menos durante tres años; para los Herma- nos, cinco años. Sin embargo, el período de
compromiso temporal puede durar hasta seis años. Pero, si se juzga oportuno, el tiempo de
la Profesión Temporal puede ser prolongado por el Superior General, pero de tal manera
que todo el tiempo durante el cual el religioso está astringido a los votos temporales no
supere los nueve años. No obstante, el religioso, buscando únicamente a Dios desde el
fondo de su corazón, lo deja todo por Jesús, desde el primer paso de su camino, dispuesto a
seguirle como lo único necesario...” N° 154
El Superior General, con el consentimiento de su Consejo, procurará, según las
posibilidades, organizar una o varias casas de estudio donde los escolásticos recibirán la
formación espiritual, doctrinal y pastoral requerida por el religioso Sacerdote de la
Fraternidad Sacerdotal. Allí se prepararán para llegar a ser, a ejemplo de Jesús Maestro,
Sacerdote y Pastor, verdaderos apóstoles cerca de los Sacerdotes. N°174
Las condiciones requeridas para la fundación y mantenimiento de casas de estudios
preparatorios para el Sacerdocio, son las siguientes: un número suficiente de estudiantes,
profesores debidamente preparados y locales adecuados, y finalmente una “Ratio
Studiorum” aprobada por el Superior General con el consentimiento de su Consejo y
conforme a las normas de la Santa Sede y a la “Sacerdotalis Institutionis Ratio” del país de
la casa de estudios. N°175
Los profesores serán escogidos con cuidado por el Superior General con el parecer de su
Consejo, y formados de antemano para esta importante función. Importa que tengan no sólo
ciencia y talento, sino que sean piadosos, ponderados en su doctrina y prudentes en sus
opiniones. N° 176
Los futuros Sacerdotes profundizarán, según el carácter peculiar de la Congregación, su
vida espiritual, que estará estrechamente vinculada a la formación doctrinal y apostólica.
Debiendo participar un día del único Sacerdocio y del único ministerio de Jesús Sacerdote,
buscarán ante todo llenarse de su espíritu, impregnar su vida del Evangelio y vivir
intensamente de su misterio pascual. N°177
La formación pastoral buscará desarrollar un verdadero espíritu apostólico para el
ministerio en favor de los Sacerdotes. Será dada por la enseñanza de lo que concierne el
santo ministerio: la predicación, el culto litúrgico, la administración de los sacramentos, la
actividad caritativa y, en particular, el arte de dirigir las almas, sobre todo los Sacerdotes y
religiosos. Será completada con una iniciación a la práctica pastoral, en la cual se debe
siempre recordar el predominio de los medios sobrenaturales. N°178
El Superior del escolasticado debe estar dotado de las cualidades requeridas para el Maestro
de Novicios (cf Constituciones, capítulo 44), y ser, además, un hombre de ciencia y estudio.
Él será cuidadosamente preparado para cumplir su función. N°179
Si las condiciones requeridas para la erección o mantenimiento de una casa de estudios no
se pueden cumplir, la comunidad de los futuros Sacerdotes, viviendo en su propia casa para
recibir la formación espiritual y pastoral según el espíritu de la Congregación, recibirá su
formación doctrinal en una casa apta para los estudios eclesiásticos elegida por el Superior
General con el consentimiento de su Consejo. La organización de tal comunidad se
inspirará en lo que se requiere para constituir un escolasticado. N°180
2.2.Reglas Capitulares.
Teniendo siempre en cuenta las investigaciones recientes, se seguirá la doctrina de Santo
Tomás para la filosofía escolástica y el dogma; en la enseñanza de la teología moral, se
inspirará además de las orientaciones del Concilio Vaticano II y de la doctrina de San
Alfonso de Ligorio. N°63
Que en sus predicaciones nuestros religiosos sean sencillos y modestos. Procuren alimentar
su predicación con doctrina, convicción y piedad. No se contenten solamente con hablar al
espíritu, sino esfuércense en tocar los corazones sobre todo. N°64
Durante su escolasticado, los futuros Sacerdotes harán períodos de prácticas en una u otra
de nuestras casas para iniciarse en nuestras propias obras y prepararse para la vida
apostólica. N°65
Durante esos períodos de prácticas, los futuros Sacerdotes, aún estando bajo la jurisdicción
del Superior Local, permanecerán bajo la dependencia del Superior del Escolasticado quien
se informará de sus disposiciones y progresos. N°66
Al final del año escolar, el Superior hará una relación detallada al Superior General sobre
cada uno de los futuros Sacerdotes, utilizando, para cada uno de ellos, una hoja por
separado y firmada por él. Reunirá previamente a sus colaboradores para prepararla con
ellos. N°67
Todos los religiosos Sacerdotes de la Congregación dedicarán al estudio, de una manera
habitual, al menos una hora por día. N°68
El Superior General, según las posibilidades, podrá permitir a un religioso, después de un
cierto número de años de Profesión religiosa, seguir cursos de perfeccionamiento en
orientación espiritual. N°69
Si un religioso Hermano solicita emprender estudios para ser Sacerdote, hay que hacerle
saber inmediatamente que la cosa es imposible en la Congregación, invitándolo a estudiar
bien su vocación antes de tomar una decisión. No obstante, el Superior General facilitará a
los Hermanos estudios especia- les para un mejor servicio apostólico. N°70
En cada casa local, el Superior nombrará un bibliotecario que se ocupará de recoger y
clasificar las obras y periódicos. Este se ocupará también de procurar aquellos escritos
útiles para la vida espiritual, para el conocimiento de los acontecimientos de la Iglesia y del
mundo, para la dedicación apostólica y el acrecimiento de la cultura. Se ocupará muy en
particular de conseguir las obras que tratan de Jesús Sacerdote y del Sacerdocio ministerial.
N°71
En cada casa, habrá un archivista que cuide de los documentos útiles para la historia de esa
casa y del Instituto. Recogerá las noticias, narraciones e informaciones escritas u orales
relacionadas con las obras y los religiosos de la casa local, y redactará el diario de la
comunidad. N°72
Por : Pbro. Wilson Adrián Fonseca Ríos, Cfs.