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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANIEL FAUCHER, EN BARCELONA TRANSCR1PC!OI'-l DE JOAQUINA COMAS DE CAN DEL El profesor Daniel FAUCHER, decano y director del Instituto de Geografía de .¡a Facultad de Letms de Toulouse, ha visitado Barce- lona en los pr1meros dias de diciembre de 1951, donde ha dado dos conferencias, una de ellas el dia 6, en la Universidad, sobre Las nuevas tendencias de la Geografía agraria, y otra, el dia ,7, ,en el Instituto Francés, sobre Nacimiento y desarrollo de una capital re- gíonal: Toulouse, en el Sudoeste de Francia. No es aquí el lugar opor- tuno para hacer la presentación oel elogio de la tarea realizada durante más de veinticinco años al frente de su cátedra por el pro- fesor FAUCHER, ;fundador del Instituto de Geografía de Toulouse y de la «Revue géographiq¡¡e des Pyrénéeset du Sud-Ouest». Nos taremos a dar un resumen de ambas conferencias, que interesan desde muchos puntos de vista a la vasta región pirenaica, de cuya vertiente septentrionales Toulouse la capital indiscutible. Las nlte-vas tendencias de la Geografía agrada La Geografía agraria, dentro del marco de la Geografía humana, se destaca francamente de la Geografía económdca. Esta se preocu- pa de la produccíón agrícola de un modo cuantitativo, mientras que la Geografía agraria es cualitativa y apela a la Historia; pero, asi como el historiador raramente considera la evolución de los cultivos 147

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I

CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANIEL FAUCHER,

EN BARCELONA

TRANSCR1PC!OI'-l

DE

JOAQUINA COMAS DE CAN DEL

El profesor Daniel FAUCHER, decano y director del Instituto de Geografía de .¡a Facultad de Letms de Toulouse, ha visitado Barce­lona en los pr1meros dias de diciembre de 1951, donde ha dado dos conferencias, una de ellas el dia 6, en la Universidad, sobre Las nuevas tendencias de la Geografía agraria, y otra, el dia ,7, ,en el Instituto Francés, sobre Nacimiento y desarrollo de una capital re­gíonal: Toulouse, en el Sudoeste de Francia. No es aquí el lugar opor­tuno para hacer la presentación oel elogio de la tarea realizada durante más de veinticinco años al frente de su cátedra por el pro­fesor FAUCHER, ;fundador del Instituto de Geografía de Toulouse y de la «Revue géographiq¡¡e des Pyrénéeset du Sud-Ouest». Nos limi~

taremos a dar un resumen de ambas conferencias, que interesan desde muchos puntos de vista a la vasta región pirenaica, de cuya vertiente septentrionales Toulouse la capital indiscutible.

Las nlte-vas tendencias de la Geografía agrada

La Geografía agraria, dentro del marco de la Geografía humana, se destaca francamente de la Geografía económdca. Esta se preocu­pa de la produccíón agrícola de un modo cuantitativo, mientras que la Geografía agraria es cualitativa y apela a la Historia; pero, asi como el historiador raramente considera la evolución de los cultivos

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INFORMACIÓN

o el tipo de éstos, el geógrafo los sitúa en el primer plano de S1l curiosidad. Los heohos de la historia agricola no siguen nBcesaria­mente el ritmo de la historia politica y social, como ya hizo notar VrnAL DE LA BLACHE en su Tableau de la Géographie de la Fran­ce (1903), ,el gran maestro de la Geografia humana, ciencia fran" cesa por su nacimiento y constitución. Al analizar la agricultura del pasado se advierte que los tipos de cultivos apenas evolucionan desde laprehistoría: el sistema de barbecho impera. Como hizo notar el conde d~ GASPARrN -en su admirable Cours d' Agriculture, la obra maestra de Agronomía del siglo XIX-, el sistema agricola flamenco se formó sordamente y sin brilIantez, en medio de la barbarie gene­ral. Después de tantos siglos de estabilidad de los, sistemas cereaIífc­ros, acompañados del reposo temporal de la tierra, se impuso una transformación radical realizada en menos de dos siglos. N os refe·· rimos a la «revolución agricola», comenzada en los siglos XVII y XVIII

Y realizada durante ,el siglo XIX, con la introducción del maíz en Europa, importado, así como la patata, por españoles y portugueses, de sus posesiones americanas, y su participación en ,la alternativa rle cosechas. Más tarde, la remolacha, sobre todo en el Norte de Europa, donde las condiciones le son más favorables, desempeñará un papel de primera importancia, en virtud de su utilización industrial para la fabricación de azúcar, descubierta por el químico alemán Mar­graff (1747) y su discipulo Achard (1799), y favorecida después por el bloqueo continental. Del barbecho se paJsa a una gama varia­da de plantas, entre las cuales están las legun¡.inosas forrajeras, que enriquecen el suelo en nitrógeno asimilable, regenerándolo para ha­cerlo susceptible de producción ,continua, que viene a duplicar y hasta triplicar la superficie activa de los territorios agricolas. He aquí cómo se establece una solución de continuidad, un ,corte, entre la agricultura antigua y la moderna, por la introducción de estas «plantas revolucionarias». Un complejo biológica, del cual forman parte ,el clima, "a planta y el suelo, sirve de base para esta revolu­ción de 'métodos de cultivo.

El hombre, elemento activo y paSivo a la vez, al aceptar el nuevo estado de cosas, obedece a un imperativo de necesida,d; en lo po­sible, tiende a conservar ,el sistema de cultivo, teme las innovaciones. Un elemento pSicológico se añade a los anteriores: la prudencia cam-

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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANrEJ~ FAUCfIER

pesina, fundamento de la rutina, elevada a la categoria de factor geográfico; En el paisaje se inscribe como elemento decisivo el mo" saico que dibujan los campos cultivados, ante el cual debemos aso .. marnos con los ojos abiertos de par en par. Gracias a esta rut'n"

t d" 1 ". o ra lClón, el campesino francés, durante dieciocho siglos, desde la época galo-romana hasta la revolución agraria que hemos comen­tado, conservó el mismo sistema de cultivo. De su éxito, la mejor prueba es que Francia, en 1793, pOdia sostener veinticinco millones de habitantes, pobla,ción tan importante como la que poseían juntos los paises Iimitrofes, incluyendo entre ellos a Inglaterra. " El suelo es el primero de los factores físicos de la Geografía agra­na, como ya lo expresaba Olivier de SERRES, hac,ia el final del si­glo xvr, en su obra Le Théd.tm d'AgricuUul'e et Mesnage des Champs, cuando decia que «el fundamento de la 'a,gricultura es el conoci­miento del terruño que queremos cultivar». Refiriéndose a la rotu­ración de los bosques por medio del fuegO, alaba este procedimiento que como sabemos hoy, deja a la tierra libre del bosque o de los vegetales de la landa y al mismo tiempo la enriquece en principios fertilizantes. Y el propio VmAL DE LA BLACHE dice que «la siembra de granos ,en los terrenos quemados, para sacar sucesivamente dos o tres cosechas, es una de las formas más universalmente repartidas de cultivo primitivo». Es el sistema que vemos aun actualmente en los brezos de algunas partes del Macizo 'Central francés y no es raro ver humear toda,via los hormigueros de malas hierbas y de arbustos en los terrenos comunales de los Pirineos atlánticos, donde se prac­tican aún cultivos temporales. Según LEFEBVRE, se trata de rotura­ciones de esta naturaleza las que han llevado en una parte del Sud .. oeste francés, y sob,re todo en la cadena pirenaica, el nombre de artiga. Sin embargo, hemos de invocar de nuevo la prudenCia cam­pesina, ya que este sistema, aplicado al Africa Negra, ha conducido a la ruina, y lo mismo ocurrió en los Estados Unidos, donde el Pre­sidente Teodoro Roosevelt, después de algunos 'años de ausencia de su pais natal, el Ohio, comprobó que dos tercios del suelo estaban destruído~, a causa de una explotación funesta del mismo. En opa .. sieión a esto, aparece la perennidad del sostenimiento de la pobla •. ción en Francia, que permitió la aplicación de la revolución del sis­tema de cultivo, a que se ha aludido aquí.

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INFORMACIÓN

o el tipo de éstos, el geógrafo los sitúa en el primer plano de S1l curiosidad. Los heohos de la historia agricola no siguen nBcesaria­mente el ritmo de la historia politica y social, como ya hizo notar VrnAL DE LA BLACHE en su Tableau de la Géographie de la Fran­ce (1903), ,el gran maestro de la Geografia humana, ciencia fran" cesa por su nacimiento y constitución. Al analizar la agricultura del pasado se advierte que los tipos de cultivos apenas evolucionan desde laprehistoría: el sistema de barbecho impera. Como hizo notar el conde d~ GASPARrN -en su admirable Cours d' Agriculture, la obra maestra de Agronomía del siglo XIX-, el sistema agricola flamenco se formó sordamente y sin brilIantez, en medio de la barbarie gene­ral. Después de tantos siglos de estabilidad de los, sistemas cereaIífc­ros, acompañados del reposo temporal de la tierra, se impuso una transformación radical realizada en menos de dos siglos. N os refe·· rimos a la «revolución agricola», comenzada en los siglos XVII y XVIII

Y realizada durante ,el siglo XIX, con la introducción del maíz en Europa, importado, así como la patata, por españoles y portugueses, de sus posesiones americanas, y su participación en ,la alternativa rle cosechas. Más tarde, la remolacha, sobre todo en el Norte de Europa, donde las condiciones le son más favorables, desempeñará un papel de primera importancia, en virtud de su utilización industrial para la fabricación de azúcar, descubierta por el químico alemán Mar­graff (1747) y su discipulo Achard (1799), y favorecida después por el bloqueo continental. Del barbecho se paJsa a una gama varia­da de plantas, entre las cuales están las legun¡.inosas forrajeras, que enriquecen el suelo en nitrógeno asimilable, regenerándolo para ha­cerlo susceptible de producción ,continua, que viene a duplicar y hasta triplicar la superficie activa de los territorios agricolas. He aquí cómo se establece una solución de continuidad, un ,corte, entre la agricultura antigua y la moderna, por la introducción de estas «plantas revolucionarias». Un complejo biológica, del cual forman parte ,el clima, "a planta y el suelo, sirve de base para esta revolu­ción de 'métodos de cultivo.

El hombre, elemento activo y paSivo a la vez, al aceptar el nuevo estado de cosas, obedece a un imperativo de necesida,d; en lo po­sible, tiende a conservar ,el sistema de cultivo, teme las innovaciones. Un elemento pSicológico se añade a los anteriores: la prudencia cam-

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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANrEJ~ FAUCfIER

pesina, fundamento de la rutina, elevada a la categoria de factor geográfico; En el paisaje se inscribe como elemento decisivo el mo" saico que dibujan los campos cultivados, ante el cual debemos aso .. marnos con los ojos abiertos de par en par. Gracias a esta rut'n"

t d" 1 ". o ra lClón, el campesino francés, durante dieciocho siglos, desde la época galo-romana hasta la revolución agraria que hemos comen­tado, conservó el mismo sistema de cultivo. De su éxito, la mejor prueba es que Francia, en 1793, pOdia sostener veinticinco millones de habitantes, pobla,ción tan importante como la que poseían juntos los paises Iimitrofes, incluyendo entre ellos a Inglaterra. " El suelo es el primero de los factores físicos de la Geografía agra­na, como ya lo expresaba Olivier de SERRES, hac,ia el final del si­glo xvr, en su obra Le Théd.tm d'AgricuUul'e et Mesnage des Champs, cuando decia que «el fundamento de la 'a,gricultura es el conoci­miento del terruño que queremos cultivar». Refiriéndose a la rotu­ración de los bosques por medio del fuegO, alaba este procedimiento que como sabemos hoy, deja a la tierra libre del bosque o de los vegetales de la landa y al mismo tiempo la enriquece en principios fertilizantes. Y el propio VmAL DE LA BLACHE dice que «la siembra de granos ,en los terrenos quemados, para sacar sucesivamente dos o tres cosechas, es una de las formas más universalmente repartidas de cultivo primitivo». Es el sistema que vemos aun actualmente en los brezos de algunas partes del Macizo 'Central francés y no es raro ver humear toda,via los hormigueros de malas hierbas y de arbustos en los terrenos comunales de los Pirineos atlánticos, donde se prac­tican aún cultivos temporales. Según LEFEBVRE, se trata de rotura­ciones de esta naturaleza las que han llevado en una parte del Sud .. oeste francés, y sob,re todo en la cadena pirenaica, el nombre de artiga. Sin embargo, hemos de invocar de nuevo la prudenCia cam­pesina, ya que este sistema, aplicado al Africa Negra, ha conducido a la ruina, y lo mismo ocurrió en los Estados Unidos, donde el Pre­sidente Teodoro Roosevelt, después de algunos 'años de ausencia de su pais natal, el Ohio, comprobó que dos tercios del suelo estaban destruído~, a causa de una explotación funesta del mismo. En opa .. sieión a esto, aparece la perennidad del sostenimiento de la pobla •. ción en Francia, que permitió la aplicación de la revolución del sis­tema de cultivo, a que se ha aludido aquí.

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INFORMACIÓN

Lo mismo que el inglés Ar·thur YOUNG, en sus Voyages en Fran­ce en 1787, 1788 et 1789 (ed. francesa de Henri SÉE, 1932), hubo de admirarse ante el paisaje agrícola y el trabajo realizado por los campesinos flamencos de las cercanías de Dunkerqjle, el gran histo­riador francés Marc BLOCH, en su ltbro Les caractéres originaux de l'histoire rurale trangaise (1931), al comentar la distribución de ins parcelas que constituyen el mosaico de los campos, hace notar que todos los campesinos del territorio comunal, por necesidad, tratan de poseer uno o varios bancales en la faja de verdura que bordea !.os cursos de rugua. El parcelamiento llega a pulverizarse, durante largo tiempo, en el Norte y Noroeste de Francia, a causa de las servidum­bres: una parcela dedicada al trigo de invierno, otra al centeno, otra en barbecho, parcelas de cultivos horticolas. He aquí un reflejo del pasado de la colectividad.

Otro escritor francés, Gastón ROUPNEL, en su Histoire de la Campagne jrangaise (1932), considera que el verdadero campo, donde existe una actividad ordenada, es el del Norte y Este de Francia, mientras que el Mediodia manifiesta cierta tendencia anárquica. Me permiti disentir de esta opinión del gran historiador, del cual recibi en respuesta una ,carta llena de emoción, que conservaré siempre como una reliquia. Ciertamente, el meridional ama la vida al aire libre, al calor del sol tibio, en torno de una mesa de café; al pare­cer, .todo es alegre, ,la vida es amable y fácil. Pero la verdad es todo lo contrari.o: el campesino del Mediodía, pais de cultivos de secano, recoge una cose,cha por cada dos, mientras que el del Norte, gracias a los ,cultivos intensivos, recoge tres. Los provenzales, y lo mismo los catalanes, han de recurrir a la viña, al olivar, a condición de tra­bajar de sol a sol. Centenares de kilómetros de calzadas para rete­ner la tierra, lo mismo en Francia que en Gerona. El campesino del Mediodía, como ha dicho DEFFONTAINES, siente la neces,idad de con­quistar .o de construir con Su esfuerzo un fragmento de llanura. Tales son ,los factores del problema del par'celamiento, en el cual la última palabra la debe decir el geógrafo.

Para terminar hemos de tratar otro problema. El campesino ha creado, al mismo tiempo que el sistema de cultivo, el instrumental necesario para llevarlo a cabo. Este tema ha sido poco estudiado en Francia, algo ms.s en Alemania y en Inglaterra. Este instrumental

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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANIEL FAUCHER

tiene .también su perennidad. Cambia cuando lo hace el sistema. Marc BLOCH defendió la tesis relativa a la existencia de períodos en los cuales no se experimenta variación. En efecto, hasta el siglo XIX no se inventa ningún instrumento nuevo. Todos los utensilios de ma­dera, de origen sin duda neolítico, se transformaron en herramien­tas de metal en la edad del hierro, pero su forma no ha cambiado, como puede comprobarse siguiendo su evolución y su estado actual en los pueblos primitivos (negros, ·chinos). Los pacientes estudios del etnólogo alemán THURNWALD vienen a corroborar esta teoría. Podría­mos poner numerosos ejemplos. La guadaña, la hoz, eran primitiva .. mente de madera, con pedernales en los bordes cortantes, según puede verse en un ejemplar que se conserva en el Museo del Hombre de París, y habia otro análogo en el Museo de Varsovia; destruido durante la última guerra. Cuando aparece el hierro, se copia este modelo. Se conocen hoces de bronce que incluso tienen denticula­ciones. Hasta el siglo XVIII, este tipo no ha variado. Podemos leer en HOMERO, en HESÍODO, en TEOFRASTO, cómo eran los instrumentos ara­torios y de recolección. Pero al llegar al gran siglo de la agronomia francesa, lo que pudiéramos llamar la edad de oro, se inicia la trans­formación, se trata de resolver las dificultades. Cada país, cada cul­tivo reclama un instrumento adecuado. Y aquí, también, es el geó­grafO quien tiene la palabra. Los descubrimientos vienen del Oeste americano. Mac Cormick, en 1833, inv,enta la segadora mecánica. verdadera máoquina que va a ser puesta a disposición de los agri­cultores. Esta será la primera máquina agr1cola. El Oeste, en aquel tiempo, estaba despoblado. Gentes diversas, procedentes del Este, iban congregáondose en Chicago: aventureros, militantes de seetas religiosas particulares, tramperos, etc., que contemplaban delante de aquella ciudad una llanura inmensa ocupada tan sólo por indlgenas y bisontes. El rifle, el hilo espinoso y la segadora mecánica, con tiros de diez y hasta de doce caballos, permiten la conquista de la llanura que se extiende desde Tejas hasta el lago del Oso. Al Ilegal' aqu! hemos de evocar Le paquebot Tenacité de Charles VILDRACH, los pioneros que ·en la postguerra de 1918 deciden 'expatriarse y mar­chan a la conquista del Manitoba, para hacer fortuna, provis­tos de segadoras mecánicas, arado de discos, a todo 10 cual añadl·· riamos el tractor en nuestros dias.

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INFORMACIÓN

Lo mismo que el inglés Ar·thur YOUNG, en sus Voyages en Fran­ce en 1787, 1788 et 1789 (ed. francesa de Henri SÉE, 1932), hubo de admirarse ante el paisaje agrícola y el trabajo realizado por los campesinos flamencos de las cercanías de Dunkerqjle, el gran histo­riador francés Marc BLOCH, en su ltbro Les caractéres originaux de l'histoire rurale trangaise (1931), al comentar la distribución de ins parcelas que constituyen el mosaico de los campos, hace notar que todos los campesinos del territorio comunal, por necesidad, tratan de poseer uno o varios bancales en la faja de verdura que bordea !.os cursos de rugua. El parcelamiento llega a pulverizarse, durante largo tiempo, en el Norte y Noroeste de Francia, a causa de las servidum­bres: una parcela dedicada al trigo de invierno, otra al centeno, otra en barbecho, parcelas de cultivos horticolas. He aquí un reflejo del pasado de la colectividad.

Otro escritor francés, Gastón ROUPNEL, en su Histoire de la Campagne jrangaise (1932), considera que el verdadero campo, donde existe una actividad ordenada, es el del Norte y Este de Francia, mientras que el Mediodia manifiesta cierta tendencia anárquica. Me permiti disentir de esta opinión del gran historiador, del cual recibi en respuesta una ,carta llena de emoción, que conservaré siempre como una reliquia. Ciertamente, el meridional ama la vida al aire libre, al calor del sol tibio, en torno de una mesa de café; al pare­cer, .todo es alegre, ,la vida es amable y fácil. Pero la verdad es todo lo contrari.o: el campesino del Mediodía, pais de cultivos de secano, recoge una cose,cha por cada dos, mientras que el del Norte, gracias a los ,cultivos intensivos, recoge tres. Los provenzales, y lo mismo los catalanes, han de recurrir a la viña, al olivar, a condición de tra­bajar de sol a sol. Centenares de kilómetros de calzadas para rete­ner la tierra, lo mismo en Francia que en Gerona. El campesino del Mediodía, como ha dicho DEFFONTAINES, siente la neces,idad de con­quistar .o de construir con Su esfuerzo un fragmento de llanura. Tales son ,los factores del problema del par'celamiento, en el cual la última palabra la debe decir el geógrafo.

Para terminar hemos de tratar otro problema. El campesino ha creado, al mismo tiempo que el sistema de cultivo, el instrumental necesario para llevarlo a cabo. Este tema ha sido poco estudiado en Francia, algo ms.s en Alemania y en Inglaterra. Este instrumental

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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANIEL FAUCHER

tiene .también su perennidad. Cambia cuando lo hace el sistema. Marc BLOCH defendió la tesis relativa a la existencia de períodos en los cuales no se experimenta variación. En efecto, hasta el siglo XIX no se inventa ningún instrumento nuevo. Todos los utensilios de ma­dera, de origen sin duda neolítico, se transformaron en herramien­tas de metal en la edad del hierro, pero su forma no ha cambiado, como puede comprobarse siguiendo su evolución y su estado actual en los pueblos primitivos (negros, ·chinos). Los pacientes estudios del etnólogo alemán THURNWALD vienen a corroborar esta teoría. Podría­mos poner numerosos ejemplos. La guadaña, la hoz, eran primitiva .. mente de madera, con pedernales en los bordes cortantes, según puede verse en un ejemplar que se conserva en el Museo del Hombre de París, y habia otro análogo en el Museo de Varsovia; destruido durante la última guerra. Cuando aparece el hierro, se copia este modelo. Se conocen hoces de bronce que incluso tienen denticula­ciones. Hasta el siglo XVIII, este tipo no ha variado. Podemos leer en HOMERO, en HESÍODO, en TEOFRASTO, cómo eran los instrumentos ara­torios y de recolección. Pero al llegar al gran siglo de la agronomia francesa, lo que pudiéramos llamar la edad de oro, se inicia la trans­formación, se trata de resolver las dificultades. Cada país, cada cul­tivo reclama un instrumento adecuado. Y aquí, también, es el geó­grafO quien tiene la palabra. Los descubrimientos vienen del Oeste americano. Mac Cormick, en 1833, inv,enta la segadora mecánica. verdadera máoquina que va a ser puesta a disposición de los agri­cultores. Esta será la primera máquina agr1cola. El Oeste, en aquel tiempo, estaba despoblado. Gentes diversas, procedentes del Este, iban congregáondose en Chicago: aventureros, militantes de seetas religiosas particulares, tramperos, etc., que contemplaban delante de aquella ciudad una llanura inmensa ocupada tan sólo por indlgenas y bisontes. El rifle, el hilo espinoso y la segadora mecánica, con tiros de diez y hasta de doce caballos, permiten la conquista de la llanura que se extiende desde Tejas hasta el lago del Oso. Al Ilegal' aqu! hemos de evocar Le paquebot Tenacité de Charles VILDRACH, los pioneros que ·en la postguerra de 1918 deciden 'expatriarse y mar­chan a la conquista del Manitoba, para hacer fortuna, provis­tos de segadoras mecánicas, arado de discos, a todo 10 cual añadl·· riamos el tractor en nuestros dias.

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INFORMACIÓN

Resumiendo, vemos una solución de continuidad hacia el final del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que romperá la perennidad en armonía con la naturaleza. Con pequeños retoques se produce la revolución interna en la sociedad rural, ante la cual la rutina de los campesinos va cediendo. Nuevos horizontes se abren a la Geografia agraria y a la Geografía humana.

Nacimiento y desar'rollo de una capital regio~ nal: Toulouse, en el sudoeste de Franc~a

He elegido como tema de esta conferencia algo que he estudiado con el amor que siento hacia el pasado, más bien que con la frialdad propia de un análisis científico: una ciudad no es una cosa muerta. Tampoco es una obra del tiempo, sino una obra del hombre. Con este espiritu voy ·a decir algunas palabras sobre Toulouse. Siguiendo el ejemplo de los grandes maestros de la Geografia urbana, voy a escoger un punto de vista cercano a esta ciudad, para considerarla en conjunto. Es lo mismo que cuando se estudia Lyón, a nadie se le ocurre tomar como punto de vista la plaza de la República o de Bellecour, sino la terraza de Notre Dame de la Fourviére -'-donde ya existió una estación galo-romana-, desde la cual se divisa la con­fluencia de los dos rios.

Pocos emplazamientos urbanos son capaces de enseñar como el de Toulouse los deiicados acordes entre la naturaleza y el hombre. PlHa apreciar su valor exacto y su precisa significación, hemos de situarnos en I8JS colinas de la orilla derecha del Garona, por ejem­plo la de Pech D8Jvid, desde la cual se domina casi todo el paisaj e tolosano, que no carece de interés y que se presenta con· cierta ar­manía: vemos al N. cómo se desarrolla en elegante curva la cipta plateada .del Garona que, al desviarse hacia el E., va lamiendo en la base y haciendo cada vez más abrupto el ribazo de la meseta de Terrefort. Esta limita el valle, ",mpliamente extendido por el con­trario en su orilla izquierda, o sea al W., donde, como vestigios de su historia durante la era cuaternaria, en un espacio de más de 15 ki­lómetros, se divisan una serie de terrazas guijarrosas escalonadas

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Fotogmjia aérea de 1I0'lllo'llS6 (comunicada ;po'r lVI. COlfLA'l'Y, {le la 'Régie autonome deiS Pétroles).

-El -pan'Orama sobre el 'Ga.rona está tomado hacia el Norte, .o sea a!guas ar'riba. Da suave curYla del río bordea 'el arrabal de S.aint Cyrprien, a 1'a derec'ha de ~a fotografía. De a:rriba abajo, cruz'alJl el río el 'Puente ,de S,aint ü\H,c'hel, le Vieux Pont, el ;puent.e colgante ,o de 'Stai'llt Pierl'e, ·la rpreS'a del Bazacle (con la Ifálbrica d'e elec­tri'cidad en la parte izquierda e inferior de la foto, o se,a en l'R or111a dereCiha del río), y el puente de Amidonrni-e'l's o de ¡'os catalanes. En el extremo surpel'io,r de­reciho, vemos ,la isla del ¡Panque de 'Touloruse, donde existe .3Jctualmente la ¡Piscina municipal ,y se ¡pr,o;y:ecta construir la Ciudad Urniy;ersitari.a; el puente de Sa,int Michel s'e prolonga en UUI:1 €s,paciosa, wvenida, donde se han construido las Fa-cul­tades de Medicina y Ciencias, y que Ue-ga hasta la ma:sa de arboleda qu'e se ve en el borde lS>UJperiO'r i.Z1quierdo, constituida pOr el Jardín des Plantes, el Jardín Royal y el 'Grand Rond.

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Resumiendo, vemos una solución de continuidad hacia el final del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que romperá la perennidad en armonía con la naturaleza. Con pequeños retoques se produce la revolución interna en la sociedad rural, ante la cual la rutina de los campesinos va cediendo. Nuevos horizontes se abren a la Geografia agraria y a la Geografía humana.

Nacimiento y desar'rollo de una capital regio~ nal: Toulouse, en el sudoeste de Franc~a

He elegido como tema de esta conferencia algo que he estudiado con el amor que siento hacia el pasado, más bien que con la frialdad propia de un análisis científico: una ciudad no es una cosa muerta. Tampoco es una obra del tiempo, sino una obra del hombre. Con este espiritu voy ·a decir algunas palabras sobre Toulouse. Siguiendo el ejemplo de los grandes maestros de la Geografia urbana, voy a escoger un punto de vista cercano a esta ciudad, para considerarla en conjunto. Es lo mismo que cuando se estudia Lyón, a nadie se le ocurre tomar como punto de vista la plaza de la República o de Bellecour, sino la terraza de Notre Dame de la Fourviére -'-donde ya existió una estación galo-romana-, desde la cual se divisa la con­fluencia de los dos rios.

Pocos emplazamientos urbanos son capaces de enseñar como el de Toulouse los deiicados acordes entre la naturaleza y el hombre. PlHa apreciar su valor exacto y su precisa significación, hemos de situarnos en I8JS colinas de la orilla derecha del Garona, por ejem­plo la de Pech D8Jvid, desde la cual se domina casi todo el paisaj e tolosano, que no carece de interés y que se presenta con· cierta ar­manía: vemos al N. cómo se desarrolla en elegante curva la cipta plateada .del Garona que, al desviarse hacia el E., va lamiendo en la base y haciendo cada vez más abrupto el ribazo de la meseta de Terrefort. Esta limita el valle, ",mpliamente extendido por el con­trario en su orilla izquierda, o sea al W., donde, como vestigios de su historia durante la era cuaternaria, en un espacio de más de 15 ki­lómetros, se divisan una serie de terrazas guijarrosas escalonadas

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Fotogmjia aérea de 1I0'lllo'llS6 (comunicada ;po'r lVI. COlfLA'l'Y, {le la 'Régie autonome deiS Pétroles).

-El -pan'Orama sobre el 'Ga.rona está tomado hacia el Norte, .o sea a!guas ar'riba. Da suave curYla del río bordea 'el arrabal de S.aint Cyrprien, a 1'a derec'ha de ~a fotografía. De a:rriba abajo, cruz'alJl el río el 'Puente ,de S,aint ü\H,c'hel, le Vieux Pont, el ;puent.e colgante ,o de 'Stai'llt Pierl'e, ·la rpreS'a del Bazacle (con la Ifálbrica d'e elec­tri'cidad en la parte izquierda e inferior de la foto, o se,a en l'R or111a dereCiha del río), y el puente de Amidonrni-e'l's o de ¡'os catalanes. En el extremo surpel'io,r de­reciho, vemos ,la isla del ¡Panque de 'Touloruse, donde existe .3Jctualmente la ¡Piscina municipal ,y se ¡pr,o;y:ecta construir la Ciudad Urniy;ersitari.a; el puente de Sa,int Michel s'e prolonga en UUI:1 €s,paciosa, wvenida, donde se han construido las Fa-cul­tades de Medicina y Ciencias, y que Ue-ga hasta la ma:sa de arboleda qu'e se ve en el borde lS>UJperiO'r i.Z1quierdo, constituida pOr el Jardín des Plantes, el Jardín Royal y el 'Grand Rond.

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CQNFERENClAS DEI. PROFESOR DANIEL FAUCHER

hasta cerca de 100 metros del nivel actual del rio. Paisaje singular el de estas colinas suaves que alternan con amplios valles: topogra­fia muerta que hubo de formarse en los tiempos glaciares. El viento del W. cuando sopla (el famoso vent d'autan) aumentando la trans­parencia del aire, permite ver a los Pirineos destacarse sobre este paisaje de colinas.

Hacia el NE., el Macizo Central, el Rouergue, hasta Auvernia. Toulo~se se encuentra en un carre/our, en un cruce de caminos.

La ruta del Macizo Central, la del Delfinado, hacia Lyón. Aguas aba­jo del Garona, se puede ir a Gascuña; yendo hacia el W., la ruta de los emigrantes y de lOS invasores, conduce a los Pirineos. Por Ca­hors y el Limousin, pasa el camino de Paris. Por el lado del Rouergue, la ruta nada fácil, conduce a Albl. De todos estos caminos, solamente uno se pue'de decir que nace en el mismo Toulouse: el que remonta el valle muerto del Hel's, brecha abierta en la meseta de mo1asa, que, al cortar la masa de colinas a que antes hemos aludido, nos permite subir suavemente el collado de Narouze, entrando de este modo a pie ]Jane> en aquel vestíbulo soleado que conduce a las regiones medite­rráneas, pasando por Carcasona y el valle del Aure. La clrcula,ción aquí es sumamente fácil. Paso jalonado por establecimientos huma·· nos desde la época prehistórica, está recorrido en la actualidad por la carretera, el ferrocarril y el canal de Mid!. Tou10use es la guar·· diana de la puerta del SW.

La cuenca de Aquitania tiene dos capitales: esto constituye su esencial originalidad. Carece de verdadero centro, de capital única, como la cuenca de Paris. Tou10use y Burdeos son, respectivamente, la puerta del Mediterráneo y la del Atlántico. Fué por el Medite­rráneo por donde entró la civilización, la latinidad: Nimes, Narbcna y Toulouse fueron las grandes ciudades donde se instalaron los ro­manos en su marcha hacia el W. Los invasores que han de sucederles en el domínio de estas tierras establecerán su capital en Toulouse, puerta de la Narbonense. Todos los acontecimientos posteriores esta­rán regUlados por la circunstancia citada; así irá desarrOllándose la

provincia del Languedoc, como una entidad llena de vida. Los condes de Toulouse aprovecharán esta circunstancia para extenderse ha~ia el Mediterráneo: su destino histórico está determinado al entrar en contacto con este mundo, mientras que, por el contrario, la prov'¡ncla

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CQNFERENClAS DEI. PROFESOR DANIEL FAUCHER

hasta cerca de 100 metros del nivel actual del rio. Paisaje singular el de estas colinas suaves que alternan con amplios valles: topogra­fia muerta que hubo de formarse en los tiempos glaciares. El viento del W. cuando sopla (el famoso vent d'autan) aumentando la trans­parencia del aire, permite ver a los Pirineos destacarse sobre este paisaje de colinas.

Hacia el NE., el Macizo Central, el Rouergue, hasta Auvernia. Toulo~se se encuentra en un carre/our, en un cruce de caminos.

La ruta del Macizo Central, la del Delfinado, hacia Lyón. Aguas aba­jo del Garona, se puede ir a Gascuña; yendo hacia el W., la ruta de los emigrantes y de lOS invasores, conduce a los Pirineos. Por Ca­hors y el Limousin, pasa el camino de Paris. Por el lado del Rouergue, la ruta nada fácil, conduce a Albl. De todos estos caminos, solamente uno se pue'de decir que nace en el mismo Toulouse: el que remonta el valle muerto del Hel's, brecha abierta en la meseta de mo1asa, que, al cortar la masa de colinas a que antes hemos aludido, nos permite subir suavemente el collado de Narouze, entrando de este modo a pie ]Jane> en aquel vestíbulo soleado que conduce a las regiones medite­rráneas, pasando por Carcasona y el valle del Aure. La clrcula,ción aquí es sumamente fácil. Paso jalonado por establecimientos huma·· nos desde la época prehistórica, está recorrido en la actualidad por la carretera, el ferrocarril y el canal de Mid!. Tou10use es la guar·· diana de la puerta del SW.

La cuenca de Aquitania tiene dos capitales: esto constituye su esencial originalidad. Carece de verdadero centro, de capital única, como la cuenca de Paris. Tou10use y Burdeos son, respectivamente, la puerta del Mediterráneo y la del Atlántico. Fué por el Medite­rráneo por donde entró la civilización, la latinidad: Nimes, Narbcna y Toulouse fueron las grandes ciudades donde se instalaron los ro­manos en su marcha hacia el W. Los invasores que han de sucederles en el domínio de estas tierras establecerán su capital en Toulouse, puerta de la Narbonense. Todos los acontecimientos posteriores esta­rán regUlados por la circunstancia citada; así irá desarrOllándose la

provincia del Languedoc, como una entidad llena de vida. Los condes de Toulouse aprovecharán esta circunstancia para extenderse ha~ia el Mediterráneo: su destino histórico está determinado al entrar en contacto con este mundo, mientras que, por el contrario, la prov'¡ncla

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INFORMACIÓN

del Languedoc terminaba bruscamente al Oeste en el Save, riachuelo a unos 25 kilómetros de Toulouse.

La propia historia de la ciudad nos proporciona los elementos para juzgar sobre su destino mediterráneo. En un primer momento, la ciudad titubea en 'escoger su emplazamiento. Se ha evocado, por ejemplo, la presencia de restos de la edad del hierro, en Saint Roch. cerca de.] río, ,en el actual barrio de Saint Michel, donde desde muy antiguo se fijó un grupo de bateleros y de traficantes, iníciando desde entonces el centro comercial que, poco a poco, había de preponderar sobre la posición militar. Esta, el centro defensivo, estu~o emplazado en una de las colinas que dominan el paso del 'río, en el lugar que ocupa actualmente ,el poblado llamado Vieux Toulouse, nombre mo .. derno del sitio que ocupaba, en la misma cresta, un oppidum que ahora no ofrece ningún interés. Un tercer emplazamíento, que lleva hoy el nombre de Bazacle, del latín Vadaculum, el vado, donde un banco de calizas aseguraba el paso de una orilla a otra del río y en la actualidad sírve de fundamento' a la presa de una fábrica de electricidad, en el mismo lugar donde terminaba la ruta medite­rránea, donde nació la ciudad de Toulouse, a poca distancia de la cité de Saint Roch. Cerca de alli, como mues,tra la fotografía adjun­ta, frente a la Basílica de la Daurada, se ven los restos del más antiguo puente que atravesó el Garona, de edad probablemente ro­mana. Así, pues, en esta serie de tanteos, Toulouse, la civitas Tolo­satium, en la vieja reglón de los Volques Tectosages, incorporada a la provincia narbonense el año 27, bajo 'el ímperio de Augusto, tuvo su nacimiento en el lugar de la llegada de una ruta ~subrayando Sll

condición de cruce de ,caminos-, que se bifurcaba aqui, hacia Auch y hacia Callors, después de atravesar el río, en el actual arrabal de Saint Cyprien. En éste vemos, en la plaza de la Patte d'Oie, irradiar los caminos a modo, del varillaje de un abanico. La ciudad romana, de próspero crecimiento como capital económica de un ~asto domi­nio, y su vida intelectual, unida a su beUeza, merecieron de MARCI~L cl calificativo de paladiana.

La irradiación administrativa y política fué consideradablemenie ejercida desde ,este lugar de paso a lo largo de toda la Edad Media. Monsieur WOLF ha puesto de relie~e las relaciones asiduas con Es­paña y con el país vasco y Gascuña, y asimi&mo el comercio cadur-

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CONFERENCIAS DEI, PROFESOR DANIEL FAUCHER

siano con el Norte. También hubo una circulación importante de peregrinos; su posición 'era privilegiada para llegar a los santuarios catalanes y has.ta Compostela, siendo la propia ciudad un lugar de peregrinación, aureolado por el martirio de San Saturnino, en el lugar donde después fué erigida la basilica de Saint Sernin.

Cuando ~olvemos a considerar Toulouse en el sigla XI, la ciuda.;! ha fijado su fisonomía: es laque tendrá durante largos siglos. Hacia entonces quedan soldados 10s dos grupos urbanos que le han dado origen: la Cité y el Bourg. La primera era la vieja ciudad, rodeada de murallas; se apoyaba por un extremo en el castillo narbonense, que a partir del siglo XII, y gracias a los pri~ilegios condales, a1ber­gaba un pequeño grupo de poblamiento, y por el otro, en el castillo del Bazacle, construido para guardar el vado. El Bourg constituía un pequeño arrabal campestre engrandecido alrededor de la abadía je

San Saturnino, en cierto modo barrio residencial, donde la nobleza tolosana hizo erigir palacios que daban un sello especial a su recinto, rodeado de murallas y de fosos, aun después de haber fusionado sus instituciones con las de la ciudadela.

Además de ciudad de etapas, de peregrinaciones y centro comer­cial, fué Toulouse una ciudad universitaria, que tuvo el honor de albergar una de 1as más viejas Universidades desde 1229. Como re­sultado de las guerras de los albigenses fué impuesta su creación al conde Raimundo VII por el tratado de ,París, para enseñar en ella la que se reputaba como buena doctrina y combatir la herejía ca­tara, siendo de jurisdícción real como testimonio de poder de la monarquía. Toulouse hubo de sacar beneficio de esta institución, ins­talada cerca de la abadia de Saint Sernin, en pleno Bourg, en lugar donde todavia en la actualidad se levantan diversos edificios uni­versitarios. Fué famosa en el siglo XVI, entre todas sus Facultades la de Derecho, con maestros tan ilustres como Cuyás, y la de Filosofía, con un sabio de la talla de Sánchez, racionalista precursor de Descar­tes, nacido prObablemente en Braga, pero cuya cuna se dísputan todavia España y Portugal. Estudiantes, tan ruidosos como los actua .. les, daban animación a este barrio, émulo del quartier latin de París, donde los escolares vivían y se regOCijaban. Organizados en «nacio­nes»: Provenza, Gascuña, Perigord, Rouergue, Limousin, Poitou, Navarra, etc., hSJbitaban en los colegios mayores fundados por per-

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INFORMACIÓN

del Languedoc terminaba bruscamente al Oeste en el Save, riachuelo a unos 25 kilómetros de Toulouse.

La propia historia de la ciudad nos proporciona los elementos para juzgar sobre su destino mediterráneo. En un primer momento, la ciudad titubea en 'escoger su emplazamiento. Se ha evocado, por ejemplo, la presencia de restos de la edad del hierro, en Saint Roch. cerca de.] río, ,en el actual barrio de Saint Michel, donde desde muy antiguo se fijó un grupo de bateleros y de traficantes, iníciando desde entonces el centro comercial que, poco a poco, había de preponderar sobre la posición militar. Esta, el centro defensivo, estu~o emplazado en una de las colinas que dominan el paso del 'río, en el lugar que ocupa actualmente ,el poblado llamado Vieux Toulouse, nombre mo .. derno del sitio que ocupaba, en la misma cresta, un oppidum que ahora no ofrece ningún interés. Un tercer emplazamíento, que lleva hoy el nombre de Bazacle, del latín Vadaculum, el vado, donde un banco de calizas aseguraba el paso de una orilla a otra del río y en la actualidad sírve de fundamento' a la presa de una fábrica de electricidad, en el mismo lugar donde terminaba la ruta medite­rránea, donde nació la ciudad de Toulouse, a poca distancia de la cité de Saint Roch. Cerca de alli, como mues,tra la fotografía adjun­ta, frente a la Basílica de la Daurada, se ven los restos del más antiguo puente que atravesó el Garona, de edad probablemente ro­mana. Así, pues, en esta serie de tanteos, Toulouse, la civitas Tolo­satium, en la vieja reglón de los Volques Tectosages, incorporada a la provincia narbonense el año 27, bajo 'el ímperio de Augusto, tuvo su nacimiento en el lugar de la llegada de una ruta ~subrayando Sll

condición de cruce de ,caminos-, que se bifurcaba aqui, hacia Auch y hacia Callors, después de atravesar el río, en el actual arrabal de Saint Cyprien. En éste vemos, en la plaza de la Patte d'Oie, irradiar los caminos a modo, del varillaje de un abanico. La ciudad romana, de próspero crecimiento como capital económica de un ~asto domi­nio, y su vida intelectual, unida a su beUeza, merecieron de MARCI~L cl calificativo de paladiana.

La irradiación administrativa y política fué consideradablemenie ejercida desde ,este lugar de paso a lo largo de toda la Edad Media. Monsieur WOLF ha puesto de relie~e las relaciones asiduas con Es­paña y con el país vasco y Gascuña, y asimi&mo el comercio cadur-

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siano con el Norte. También hubo una circulación importante de peregrinos; su posición 'era privilegiada para llegar a los santuarios catalanes y has.ta Compostela, siendo la propia ciudad un lugar de peregrinación, aureolado por el martirio de San Saturnino, en el lugar donde después fué erigida la basilica de Saint Sernin.

Cuando ~olvemos a considerar Toulouse en el sigla XI, la ciuda.;! ha fijado su fisonomía: es laque tendrá durante largos siglos. Hacia entonces quedan soldados 10s dos grupos urbanos que le han dado origen: la Cité y el Bourg. La primera era la vieja ciudad, rodeada de murallas; se apoyaba por un extremo en el castillo narbonense, que a partir del siglo XII, y gracias a los pri~ilegios condales, a1ber­gaba un pequeño grupo de poblamiento, y por el otro, en el castillo del Bazacle, construido para guardar el vado. El Bourg constituía un pequeño arrabal campestre engrandecido alrededor de la abadía je

San Saturnino, en cierto modo barrio residencial, donde la nobleza tolosana hizo erigir palacios que daban un sello especial a su recinto, rodeado de murallas y de fosos, aun después de haber fusionado sus instituciones con las de la ciudadela.

Además de ciudad de etapas, de peregrinaciones y centro comer­cial, fué Toulouse una ciudad universitaria, que tuvo el honor de albergar una de 1as más viejas Universidades desde 1229. Como re­sultado de las guerras de los albigenses fué impuesta su creación al conde Raimundo VII por el tratado de ,París, para enseñar en ella la que se reputaba como buena doctrina y combatir la herejía ca­tara, siendo de jurisdícción real como testimonio de poder de la monarquía. Toulouse hubo de sacar beneficio de esta institución, ins­talada cerca de la abadia de Saint Sernin, en pleno Bourg, en lugar donde todavia en la actualidad se levantan diversos edificios uni­versitarios. Fué famosa en el siglo XVI, entre todas sus Facultades la de Derecho, con maestros tan ilustres como Cuyás, y la de Filosofía, con un sabio de la talla de Sánchez, racionalista precursor de Descar­tes, nacido prObablemente en Braga, pero cuya cuna se dísputan todavia España y Portugal. Estudiantes, tan ruidosos como los actua .. les, daban animación a este barrio, émulo del quartier latin de París, donde los escolares vivían y se regOCijaban. Organizados en «nacio­nes»: Provenza, Gascuña, Perigord, Rouergue, Limousin, Poitou, Navarra, etc., hSJbitaban en los colegios mayores fundados por per-

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INFORMACIÓN

sonas caritativas o por altos dignatarios, conservándose todavía en nuestro tiempo los edificios de los de Salnt Raymond, de Mirépoix, de Fo;x, etc. Toulouse siguió su engrandecimiento durante el "loo glo xVII,que al pronunciarse el centralismo, verá declinar el pOder del Parlamento ,creado por Carlos VII en 1443, habiendo dado naci­miento, mientras duraron sus funciones, a aquella nobleza de toga, salida de las filas de los burgueses tolosanos, pléyade de abogados y juristas ilustres formados en su famosa Facultad de Derecho.

En su vida económica ha desempeñado un papel preponderante el Canal du Midi, construído por Rlquet entre 1666 y 1681, actual. .. mente con escaso tráfico, que pone en comunicación el Atlántico con el Mediterráneo. Se abre cerca del puerto de Saint Etienne y hubo tiempo que a través de esta vía de agua fueron expedidos los cereaies hacía el Bajo Languedoc, las maderas y las drogas tintóreas (entre ellas' ,la hierba pastel, cultivada en las comarcas vecinas, siendo Tou­louse el centro de su comercio), pesca salada, café y azúcar de América, tabaco de Holanda y :toda clase de mercancías llegadas a Toulouse por el Garona; Sete y Agde le enviaban aceite y jabón de Provenza, drogas y especias de Levante y vinos de España. Todo el tráfico se concentraba en 'el Port Saint Sauveur, junto al mercado de granos, en la ensenada de los Ponts Jumeaux, o en el Port Saint Etiennc, antes citado. Las grandes barcazas, arrastradas por caballos que se­guíanel camino de sirga, fueron más tarde sus,tituidas por ¡anehles de vapor y aÍln más modernamente por las de motor con aceites pesados.

Toulouse ha crecido considerablemente en el transcurso del si­glo XIX y comienzo del siglo xx. La ciudad no contaba más que 50.000 almas en vísperas de la Revolución. El censo de 1821 le atribuye 52.000. Pero desde este momento, de salto en salto, pasa a 83.000 habitan­tes en 1846, a 127.000 en 1866, a 131.000 en 1886. Alcanza casi la cifra de 150.000 en 1906, es decir, casi se duplicó en unos .70 años. Bn 1931 registraba 195.000 personas y 215.000 en 1936. Toulouse, villa comér· cial, no se desenvolverá como ciudad industrial hasta bien avanza­do el siglo XIX. En el curso de este siglo fué una de las primeras ciudades 'europeas que derribaron sus murallas y fosos, cuyo em­plazamiento ocupan desde el Grand Rond una serie de boulevares. Se concibe que tal crecimiento la impulse a tomar el aire de ciudad

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CONFERENCIAS DEL PROFESOR DANIEL FAUCHER

moderna y que experimente la necesidad de sanearse, de instalar una iluminación espléndida, de poner sus calles en tales condiciones que nadie pueda sentir ganas de marchar de ella lo más pronto posible, como TAINE experimentaba en 1855, sin duda por haber vivido en Toulouse poco tiempo, y esta ciudad sólo se entrega a: los que la aman. Ciertamente, los guijarros que empedran sus calles no cons­tituian aliciente alguno para el caminante, pero hace ya un cuarto de siglo que un pavimento moderno ha venido a sustituir al antiguo en las principales vias. En el fondo, las reformas llevadas a cabo en el siglo XIX no introdujeron más que dos modificaciones caracterís­ticas: en 1869, apertura de una gran vía Norte-Sur que, en 1870, había de llamarse rue Alsace-Lorraine; en 1890, perpendicular a ,ésta, la tue de Metz; su trazado dibuja los grandes ejes de la circulación tolosana en correspondenCia con las vias regionales que confluyen hacia la ciudad. La primera de estas vias nace en la antigua puerta de Remusat y va a unirse con la carretera del Languedoc en la plaza del Salin, siendo la calle donde se ven las tiendas más lujosas de Toulouse, que viene a doblar la vieja rue des Changes, la cual for,· maba con la rue du Taut el eje N.-S. de la ciudad medioeval o Grande rue de la Cit~, y servía para poner en comunicación Saint Sernin con la ruta de Narbona. La plaza del Capital, antes plaza real, ocu­pada durante las mañanas por un animado mercado, constituye la primera brecha abierta en esta antigua via comercial, y como fondo de su conjunto arquitectónico, muy Siglo XVIII, aparece el palacio municipal, en o,tro tiempo sede del cuerpo deliberante de la ciude,d, cuyos miembros, los capitulates o capitouls, dieron nombre a la ¡ns .. titución y por ende a la plaza. La plaza de Lafayette, hoy de Wilson, las avenidas que la prolongan y que cortan a los bulevares para pro­seguir con el nombre de Jean Jaurés hasta el canal, arrancando del corazón de la ciudad, de callejas estrechas y evocadoras de viejos oficios manuales cuyos nombres llevan, establecen la comunicación con los barrios modernos entorno a la estación ferroviaria de Ma­tabiau, construída en 1860.

A .la estrella de caminos que parten de Toulouse se superpuso más tarde una estrena de vias férreas. Su construcción comienz8 en 1856 con la inauguración del sector Toulouse-Valence d'Agen¡ prOlongado poco despUés hasta Burdeos. La linea Toulouse-Séte fué

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sonas caritativas o por altos dignatarios, conservándose todavía en nuestro tiempo los edificios de los de Salnt Raymond, de Mirépoix, de Fo;x, etc. Toulouse siguió su engrandecimiento durante el "loo glo xVII,que al pronunciarse el centralismo, verá declinar el pOder del Parlamento ,creado por Carlos VII en 1443, habiendo dado naci­miento, mientras duraron sus funciones, a aquella nobleza de toga, salida de las filas de los burgueses tolosanos, pléyade de abogados y juristas ilustres formados en su famosa Facultad de Derecho.

En su vida económica ha desempeñado un papel preponderante el Canal du Midi, construído por Rlquet entre 1666 y 1681, actual. .. mente con escaso tráfico, que pone en comunicación el Atlántico con el Mediterráneo. Se abre cerca del puerto de Saint Etienne y hubo tiempo que a través de esta vía de agua fueron expedidos los cereaies hacía el Bajo Languedoc, las maderas y las drogas tintóreas (entre ellas' ,la hierba pastel, cultivada en las comarcas vecinas, siendo Tou­louse el centro de su comercio), pesca salada, café y azúcar de América, tabaco de Holanda y :toda clase de mercancías llegadas a Toulouse por el Garona; Sete y Agde le enviaban aceite y jabón de Provenza, drogas y especias de Levante y vinos de España. Todo el tráfico se concentraba en 'el Port Saint Sauveur, junto al mercado de granos, en la ensenada de los Ponts Jumeaux, o en el Port Saint Etiennc, antes citado. Las grandes barcazas, arrastradas por caballos que se­guíanel camino de sirga, fueron más tarde sus,tituidas por ¡anehles de vapor y aÍln más modernamente por las de motor con aceites pesados.

Toulouse ha crecido considerablemente en el transcurso del si­glo XIX y comienzo del siglo xx. La ciudad no contaba más que 50.000 almas en vísperas de la Revolución. El censo de 1821 le atribuye 52.000. Pero desde este momento, de salto en salto, pasa a 83.000 habitan­tes en 1846, a 127.000 en 1866, a 131.000 en 1886. Alcanza casi la cifra de 150.000 en 1906, es decir, casi se duplicó en unos .70 años. Bn 1931 registraba 195.000 personas y 215.000 en 1936. Toulouse, villa comér· cial, no se desenvolverá como ciudad industrial hasta bien avanza­do el siglo XIX. En el curso de este siglo fué una de las primeras ciudades 'europeas que derribaron sus murallas y fosos, cuyo em­plazamiento ocupan desde el Grand Rond una serie de boulevares. Se concibe que tal crecimiento la impulse a tomar el aire de ciudad

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moderna y que experimente la necesidad de sanearse, de instalar una iluminación espléndida, de poner sus calles en tales condiciones que nadie pueda sentir ganas de marchar de ella lo más pronto posible, como TAINE experimentaba en 1855, sin duda por haber vivido en Toulouse poco tiempo, y esta ciudad sólo se entrega a: los que la aman. Ciertamente, los guijarros que empedran sus calles no cons­tituian aliciente alguno para el caminante, pero hace ya un cuarto de siglo que un pavimento moderno ha venido a sustituir al antiguo en las principales vias. En el fondo, las reformas llevadas a cabo en el siglo XIX no introdujeron más que dos modificaciones caracterís­ticas: en 1869, apertura de una gran vía Norte-Sur que, en 1870, había de llamarse rue Alsace-Lorraine; en 1890, perpendicular a ,ésta, la tue de Metz; su trazado dibuja los grandes ejes de la circulación tolosana en correspondenCia con las vias regionales que confluyen hacia la ciudad. La primera de estas vias nace en la antigua puerta de Remusat y va a unirse con la carretera del Languedoc en la plaza del Salin, siendo la calle donde se ven las tiendas más lujosas de Toulouse, que viene a doblar la vieja rue des Changes, la cual for,· maba con la rue du Taut el eje N.-S. de la ciudad medioeval o Grande rue de la Cit~, y servía para poner en comunicación Saint Sernin con la ruta de Narbona. La plaza del Capital, antes plaza real, ocu­pada durante las mañanas por un animado mercado, constituye la primera brecha abierta en esta antigua via comercial, y como fondo de su conjunto arquitectónico, muy Siglo XVIII, aparece el palacio municipal, en o,tro tiempo sede del cuerpo deliberante de la ciude,d, cuyos miembros, los capitulates o capitouls, dieron nombre a la ¡ns .. titución y por ende a la plaza. La plaza de Lafayette, hoy de Wilson, las avenidas que la prolongan y que cortan a los bulevares para pro­seguir con el nombre de Jean Jaurés hasta el canal, arrancando del corazón de la ciudad, de callejas estrechas y evocadoras de viejos oficios manuales cuyos nombres llevan, establecen la comunicación con los barrios modernos entorno a la estación ferroviaria de Ma­tabiau, construída en 1860.

A .la estrella de caminos que parten de Toulouse se superpuso más tarde una estrena de vias férreas. Su construcción comienz8 en 1856 con la inauguración del sector Toulouse-Valence d'Agen¡ prOlongado poco despUés hasta Burdeos. La linea Toulouse-Séte fué

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abierta al tráfico en 1857 y, en el mismo año, comenzó la construc­ción del Toulouse-Bayona, al cual siguió la del Brive-Callors-Mon .. tauban, finalizándose .tan vasta obra con la via del Arlége convertida en transpirenaica en 1928, para constituir la más corta y rápida via de comunicación con Espafia. Su papel ha pasado a ser internacIO­nal, sin abandonar su función esencial de capital regional del Mediodia.

Los grandes edificios en ladríllo dan carácter a la Ciudad Rosa tanto los religiosos, como la basiiica de Saint Sernin o la catedra; de Saint Etienne, Notre Dame du Taur, con su catmpanario que surge de la muralla fortificada, o la iglesia de los Dominicanos o Jacobi­nos, como los palacios civiles, comenzando por el Capital y la serie de hoteles particulares edificados por los consejeros o por la nobleza de la toga o los mercaderes enriquecidos, sobre todo por el comercio de la hierba pastel (la nobleza llamada «pasteliana»), cuya silueta estilizada aparece como motivo ornamental en los flisos del palacio de Assezat, hoy sede de las academias y sociedades cientificas, y en el hotel de Bernuy, ",ctualmente Liceo de segunda ensefianza, y en otros muchos que pudiéramos citar. Su conjunto constituye la más mag­nifica colección de este género de arquitectura que pueda existir en Francia. Su construcción se extiende desde el siglo XIII al siglo XVIH

y está en relación, como hemos dicho, con la prosperidad de su co­mercio y por otra parte con el «deseo de aparentar» de aquella bur. guesla del Parlamento y del Capitol, que buscaba un marco adecua­do para su reciente ennoblecimiento.

De un modo general, se puede decir que a causa de la crisis de crecimiento a que antes hemos aludido, sacrificando todo a los ca­prichos y las novedades cotidianas, las construcciones modernas, al desbordar el perimetro de la ciudad antigua, han dado nacimiento a un arte arquitectónico cuyas lineas en más de una ocasión no coinciden con las de las nobles edificaciones que hemos citado en el párrafo anterior. Existe la tendencia a las construcciones bajas y todo un barrio, entorno a la rue des CMi/ets, apenas si cuenta con eclificios que pasen de un piso, y asi se explica que se extienda la red urbana de un modo inverosímil, haciendo imposible todo plan de vialidad. Se ha dicho que ia longitud total de las calles de Toulous~ es de 800 kilómetros, distancia que es aproximadamente la que existe

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entre esta ciudad y Paris. Todos los problemas de urbanización y de higiene resultan enormemente difíciles. Se hace casi Imposible alo­jar de un modo satisfactorio a la población tolosana, incrementada por la llegada continua de refugiados durante la última guerra, hasta el punto que ha llegado en algún momento a la cifra de 350.000 almas. Un plan de ensanche de la ciudad está en estudio, con la creación de una vas.ta Ciudad Universitaria en los terrenos del parque mu­nicipal, donde en la actualidad existe un campo de deportes y la piscina.

En resumen, Toulouse es una ciudad de múltiples facetas que re­flejan su historia pasada y su maraovilloso futuro. La multiplicidad de sus torres y campanarios nos evoca la vida religiosa de la Edad Media. Fué y sigue siendo una ciudad intelectual, con una Universi­sidad que se remonta a,l siglo XIII. Ciudad esencialmente mercantil, ha perdido sus antiguas funciones administrativas, que ha recupe­rado en parte, hace poco, al ser erigida en capital de la séptima región económica de Francia. La región natural que la reconoce como capital indiscutible es quizá más vasta que la delimitación de esta última sobre el mapa. Su influencia llega en el Aude hasta Car­casona e incluso hasta los Pirineos orientales, que prefieren enviar a Toulouse la inmensa mayoría de sus estudiantes, aun cuaondo no dependen de su distrito universitario, a causa del prestigio de los maestros tolosanos, y esta influencia llega hasta Espafia, donde su Universidad sostiene instituciones culturales en que la ciencia y el pensamiento franceses están dignamente representados. Hacia el Norte la región llega hasta Rodez y Callors. En el W. su limite está relativamente cerca, ya que a la otra orilla del Save, gran parte d~l departamento del Gers se puede decir que pertenece geográficamente a la región gascona.

Toulouse, finalmente, es la capital de una importante región in­dustrial instalada gracias a la abundancia de energia eléctrica que le proporcionan lOS Pirineos y al gas de Saint Marcet, una de "us maoyores riquezas, descubierto recientemente, y que tanto ha de con­tribuir a la prosperidad del Languedoc, transportándose ya en tu­beria de acero hasta Burdeos. Segura de su porvenir, Toulouse, aun cuando tuviera que renunciar a su capitalidad del Mediodia de Fran·· cia, todavía reinaría como gmn ciudad por su potente industria y por su generoso corazón.

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abierta al tráfico en 1857 y, en el mismo año, comenzó la construc­ción del Toulouse-Bayona, al cual siguió la del Brive-Callors-Mon .. tauban, finalizándose .tan vasta obra con la via del Arlége convertida en transpirenaica en 1928, para constituir la más corta y rápida via de comunicación con Espafia. Su papel ha pasado a ser internacIO­nal, sin abandonar su función esencial de capital regional del Mediodia.

Los grandes edificios en ladríllo dan carácter a la Ciudad Rosa tanto los religiosos, como la basiiica de Saint Sernin o la catedra; de Saint Etienne, Notre Dame du Taur, con su catmpanario que surge de la muralla fortificada, o la iglesia de los Dominicanos o Jacobi­nos, como los palacios civiles, comenzando por el Capital y la serie de hoteles particulares edificados por los consejeros o por la nobleza de la toga o los mercaderes enriquecidos, sobre todo por el comercio de la hierba pastel (la nobleza llamada «pasteliana»), cuya silueta estilizada aparece como motivo ornamental en los flisos del palacio de Assezat, hoy sede de las academias y sociedades cientificas, y en el hotel de Bernuy, ",ctualmente Liceo de segunda ensefianza, y en otros muchos que pudiéramos citar. Su conjunto constituye la más mag­nifica colección de este género de arquitectura que pueda existir en Francia. Su construcción se extiende desde el siglo XIII al siglo XVIH

y está en relación, como hemos dicho, con la prosperidad de su co­mercio y por otra parte con el «deseo de aparentar» de aquella bur. guesla del Parlamento y del Capitol, que buscaba un marco adecua­do para su reciente ennoblecimiento.

De un modo general, se puede decir que a causa de la crisis de crecimiento a que antes hemos aludido, sacrificando todo a los ca­prichos y las novedades cotidianas, las construcciones modernas, al desbordar el perimetro de la ciudad antigua, han dado nacimiento a un arte arquitectónico cuyas lineas en más de una ocasión no coinciden con las de las nobles edificaciones que hemos citado en el párrafo anterior. Existe la tendencia a las construcciones bajas y todo un barrio, entorno a la rue des CMi/ets, apenas si cuenta con eclificios que pasen de un piso, y asi se explica que se extienda la red urbana de un modo inverosímil, haciendo imposible todo plan de vialidad. Se ha dicho que ia longitud total de las calles de Toulous~ es de 800 kilómetros, distancia que es aproximadamente la que existe

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entre esta ciudad y Paris. Todos los problemas de urbanización y de higiene resultan enormemente difíciles. Se hace casi Imposible alo­jar de un modo satisfactorio a la población tolosana, incrementada por la llegada continua de refugiados durante la última guerra, hasta el punto que ha llegado en algún momento a la cifra de 350.000 almas. Un plan de ensanche de la ciudad está en estudio, con la creación de una vas.ta Ciudad Universitaria en los terrenos del parque mu­nicipal, donde en la actualidad existe un campo de deportes y la piscina.

En resumen, Toulouse es una ciudad de múltiples facetas que re­flejan su historia pasada y su maraovilloso futuro. La multiplicidad de sus torres y campanarios nos evoca la vida religiosa de la Edad Media. Fué y sigue siendo una ciudad intelectual, con una Universi­sidad que se remonta a,l siglo XIII. Ciudad esencialmente mercantil, ha perdido sus antiguas funciones administrativas, que ha recupe­rado en parte, hace poco, al ser erigida en capital de la séptima región económica de Francia. La región natural que la reconoce como capital indiscutible es quizá más vasta que la delimitación de esta última sobre el mapa. Su influencia llega en el Aude hasta Car­casona e incluso hasta los Pirineos orientales, que prefieren enviar a Toulouse la inmensa mayoría de sus estudiantes, aun cuaondo no dependen de su distrito universitario, a causa del prestigio de los maestros tolosanos, y esta influencia llega hasta Espafia, donde su Universidad sostiene instituciones culturales en que la ciencia y el pensamiento franceses están dignamente representados. Hacia el Norte la región llega hasta Rodez y Callors. En el W. su limite está relativamente cerca, ya que a la otra orilla del Save, gran parte d~l departamento del Gers se puede decir que pertenece geográficamente a la región gascona.

Toulouse, finalmente, es la capital de una importante región in­dustrial instalada gracias a la abundancia de energia eléctrica que le proporcionan lOS Pirineos y al gas de Saint Marcet, una de "us maoyores riquezas, descubierto recientemente, y que tanto ha de con­tribuir a la prosperidad del Languedoc, transportándose ya en tu­beria de acero hasta Burdeos. Segura de su porvenir, Toulouse, aun cuando tuviera que renunciar a su capitalidad del Mediodia de Fran·· cia, todavía reinaría como gmn ciudad por su potente industria y por su generoso corazón.

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