conciencias libres n 26
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Quin NO DICE QUE EN LA PIEL DE MUCHOS REVOLUCIONARIOS NOHAYA UN OPRESOR DEL MAANA? Carlos Malato
N 26 abril 2013
por qu somos anarquistas?
(Continuacin)
EL GOBIERNO
Pasemos a otra institucin: el gobierno.
Los gobiernos tienen la pretensin de
que hacen el bien del pueblo; mejor
an, pretenden que ocupan el puesto
que ocupan por la voluntad manifiesta
del pueblo. Pero cuando llega el da enque los pueblos demuestran el deseo
de libertarse de este obstculo,
entonces los gobiernos se obstinan en
permanecer en sus puestos, y
hasta emplean la fuerza, las
bayonetas y los caones contra
el pueblo soberano.
Respecto al bienestar que nos
hacen, he aqu de que se trata:Un gobierno no tiene nada suyo, todo
lo que posee le procede de los
ciudadanos. Con esta diferencia: que un
gobierno, para recaudar uno, de los
ciudadanos, les toma diez; los nueve
restantes van a parar a los
recaudadores, a los ujieres, a la polica
y guardia civil; a los usureros, a los
abogados, a los jueces, a los
periodistas, en suma, a toda la gente
que emplea para hacer pasar a la caja
del gobierno el dinero de los
contribuyentes.Un gobierno tiene inters en recaudar
mucho, recaudar tanto como pueda.
Cuanto ms recauda y mayor nmero
de gente puede vivir en su
comedero, mayor es el nmero
de los que le sostienen. De este
modo el gobierno aumenta
todos los aos sus gastos e
inventa cada ao nuevospretextos para dejar limpios los
bolsillos de los contribuyentes. En los
gastos, el gobierno sigue el mismo
sistema que adopta para ingresar los
fondos. Para un trabajo que a un
particular le costara diez, el gobierno
gasta cinco. Principiando por los
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ministros y diputados que reciben la
prebenda para proponer y votar una
ley ferroviaria u otra semejante, todos
aquellos que tienen las manos en la
masa se llevan alguna cosa, y Juan delPueblo paga siempre. Y no es esto
todo; cuando el gobierno, por hacer
frente a sus gastos y derroches, impone
impuestos sobre la tierra, las casas,
mercancas o industrias, los alquileres,
los arriendos de todas las cosas
aumentan; y con el aumento de los
impuestos disminuye el consumo, se
restringe la produccin, y los rentistas,arrendadores, abogados y jueces
engordan de lo lindo, mientas los
campesinos que viven
cultivando una pequea porcin
de terreno, se ven expropiados
y reducidos, ellos y sus familias,
a la mendicidad.
Ahora bien, si no fuera alguno
que por otro trabajo pblico, algn
ferrocarril, una escuela o servicio
postal, el Gobierno no tendra razn de
existir. Todas estas cosas se pueden
hacer lo mismo por los particulares o
por grandes asociaciones, o por
acuerdos entre todos los interesados.
No faltan ejemplos en los Estados
Unidos, en Inglaterra, en suiza y otros
pases.
Slo que el gobierno pretende tener
una alta misin que cumplir, una mayor
razn de existir. Se ha hecho el
guardin del Orden, el defensor de la
Justicia en la sociedad. Pretende
impedir los delitos y reprimir las
diferencias que surgen entre los
ciudadanos, y se llama as mismo el
garantizador de la paz social.
An bajo este aspecto el Gobierno no
es nada. La fuerza de que dispone se
compone de ciudadanos en su mayoraobreros. Son estos los que mantienen
el Orden, defienden las propiedades,
hacen cumplir las sentencias de los
jueces y las rdenes de los ministros.
Para impedir los delitos y para resolver
las disputas entre los ciudadanos, los
obreros no tienen necesidad de
Gobierno alguno ni de Cdigos llenos
de artculos, ni de abogados expertosen las argucias propias de la profesin.
Los ejemplos de sociedades en que los
hombres hayan vivido en paz y
buena armona, sin legisladores
ni polica, no faltan; los
gobiernos nicamente son
buenos para vengar los delitos
cuando se han cometido y para
vender muy cara la justicia a los
litigantes.
Adems, qu clase de justicia, orden y
paz es sta? Los gobiernos cometen
muchos ms delitos de los que
previenen. Protegen a los grandes
delincuentes e impiden a sus vctimas la
defensa. Los capitalistas pueden
aplastar impunemente a los obreros o
reducirlos al hambre; los comerciantes
pueden envenenar a medio mundo; los
rentistas engaar y robar a mansalva;
los burgueses libertinos pueden seducir
y engaar a las muchachas pobres; los
politicastros pueden sobornar a los
lectores de modos diversos. El
Gobierno les deja hacer, y a la menor
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seal de descontento de los obreros, a
la menor intencin que stos tengan de
hacer justicia popular, el gobierno
interviene con sus soldados, con sus
jueces pagados, con sus espas, yoprime a los ya oprimidos, y remacha
las cadenas a los obreros.
El Gobierno es el servidor de los
burgueses, el enemigo de los
trabajadores, el que reduce al hambre
al pueblo: es la peste de la sociedad.
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LA FAMILIA
En la actual sociedad la mujer es la
vctima predestinada a ser inmolada alos caprichos, a las pasiones y algunas
veces a la tirana del hombre, lo que no
es obstculo para que, a su vez,
prevalindose de estos mismos
caprichos y pasiones del hombre, por
natural reaccin, se convierta
en tirana. La justicia se paga
cara. Aquellos que creen poder
beneficiarse impunementecuando oprimen y explotan a
los dems, se engaan
frecuentemente.
Nada ms injusto que la desigualdad
establecida y mantenida artificialmente
entre el hombre y la mujer. Principia
con la limitada educacin que se da a la
mujer; contina en la vida domstica,
en la que la mujer est destinada alservicio del hombre; luego en las
relaciones sociales, la mujer es
considerada como inferior al hombre,
indigna de ciertos oficios y de
determinadas ocupaciones. Todo
tiende a mantener a la mujer en un
estado de dependencia econmica y
moral del hombre; la educacin
imperfecta que se le da es malsima; la
clase de trabajo ms o menos serviles a
que se la destina, los salarios ms
bajos, la prostitucin que la esperacuando no halla quien provea a su
existencia.
No hay situacin tan trgica como la de
una muchacha pobre. Las ocupaciones
que se le ofrecen son pocas y mal
retribuidas y muy a menudo son
asechanzas a su honor. En un
perodo de existencia en que
hasta el hijo de un burgus seespanta por su porvenir, la
pobre muchacha, que a
menudo, adems de tener que
pensar y preocuparse para s, tiene una
madre a quien mantener, sufre
angustias indecibles. A los cuidados que
requiere su existencia fsica se aade la
necesidad de amar y ser amada,
encontrar algn ser a quien poderconfiarse, experimentar el placer de
vivir. Simple confiada, desinteresada,
quisiera poder arrojarse en brazos del
primer venido, consagrarse a hacer su
entera felicidad. Pero la pobre slo
encuentra astucias, engaos, egosmo y
clculo en torno suyo. Pronto, para
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abusar de la menor debilidad que
tuviere, el hombre solamente tendra
luego para ella irona y desprecio. Y la
mujer, trabajada por la necesidad de
amar y la conservacin de su dignidad,vulvase desconfiada, astuta e
hipcrita; comercia, especula, disimula
y engaa. El encanto est, desde este
instante, roto por completo; en lugar
de una bella y afectuosa criatura se
obtiene un monstruo. Quin la
transform de este modo?. El hombre,
enemigo de su felicidad.
Cuntas muchachas hay que seperdieron por pocos cntimos; cuntas
fueron vctimas de su simplicidad o de
la astucia de un malvado! cuntas
lucharon aos enteros y concluyeron
sucumbiendo, y cuntas y
cuntas han muerto de dolor
por no haberse podido hacer
amar! No hay espectculo que
subleve tanto como el de la
muchacha engaada y
abandonada, con un chiquillo en
brazos, por un miserable que se re de
su propia canallada y del sufrimiento
que caus
Cuando se habla de la prostitucin, se
atribuye generalmente al vicio y a la
corrupcin de un cierto nmero de
individuos de ambos sexos y se piensa
que, si estos individuos no hubieran
nacido o pudieran anularse, la
prostitucin no existira en el mundo.
Sin embargo, el vicio y la corrupcin no
son las causas de la prostitucin. Y esto
es tanta verdad que, hombres
morigerados hay que sacrifican ante el
altar de Venus a muchachas
susceptibles de convertirse en ptimas
madres y que vence empujadas al
abismo de la prostitucin.
La prostitucin se impone a lamuchacha pobre como se impone al
campesino el trabajo penoso de arar la
tierra. Por otra parte, hay los
capitalistas y mercaderes de la
prostitucin; existe una industria de la
prostitucin del mismo modo que
existe una industria del hierro, de los
tejidos y otras por el estilo. Dicha
industria consiste, no en prostituirse,sino en hacer prostituir; en reclutar
vctimas, por un lado, por otro los
consumidores; en los gastos del local,
reclame, etc.
De todas las industrias sta es la
ms floreciente y lucrativa.
Cuntas casas, cuntos cafs,
cuntos negocios, cuntos
establecimientos no existen
consagrados a la prostitucin,
desde el ms vulgar y modesto lupanar
a la casa privada en los que la
muchacha y la mujer vergonzante dejan
sus fotografas y direcciones, prontas
siempre a acudir al llamamiento del
cliente a la agencia de colocacin! Todo
un ejrcito de agentes, de criados, de
medianeros de ambos sexos y de todas
condiciones est empleado en este
comercio. Propietarios de casas,
periodistas, el mismo Gobierno, sacan
su parte del producto de este trfico.
En las grandes ciudades, la prostitucin
est ligada a otras industrias, y se
ejercita en el caf, en los restaurants,
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en la revendedura de tabacos y otros
gneros. La competencia de estos
negocios de doble fondo de
prostitucin hacen a los dems, es
causa de quiebras, de ruinas de familiasy prostitucin de otras muchachas.
Hubo una poca en que todos o casi
todos podan crearse una familia. Hoy,
la familia, legtima o ilegtima, supone
ya un cierto desahogo econmico. Los
pobres no pueden constituir su hogar
fijo. El tener donde poder dormir todas
las noches es ya en nuestra sociedad
civilizada una especie de privilegio.Tiempo hubo en que la familia era una
pequea sociedad. Los hijos habitaban
con sus esposas en la casa paterna;
bajo el mismo techo se albergaban
varias generaciones. Los siervos
y sus familiares estaban
incorporados a la familia del
dueo. La casa era espaciosa, a
menudo situada en plena y
abierta campia. Todos los
trabajos se hacan en casa. El hombre
trabajaba la tierra, hilaba la mujer,
teja, haca los vestidos para todos. Las
ocupaciones eran diversas. La
educacin de los hijos se daba en casa,
y en la familia reinaba el amor y la
buena armona.
Cunta diferencia entre aquella vida y
la de hoy! Entre la casa espaciosa de
un tiempo y el tugurio mezquino de
nuestros das! El hombre vive fuera de
casa, trabaja fuera, slo entra para
engullir, aprisa y corriendo, un trozo de
pan o tumbarse en al cama. Hasta la
mujer ha tenido que dejar la casa para
ir a la fbrica, o al taller, y los hijos
tienen que escoger entre la escuela, la
fbrica o el arroyo. Nada se hace en
casa; todo se compra en el mercado; a
menudo se come en la taberna.La familia del obrero est destruida; y
la del burgus est tambin expuesta a
peripecias a causa de lo incierto de la
posesin. Actualmente, las fortunas
surgen y desaparecen como por
ensalmo. Una quiebra que se produzca
y la familia queda destruida. La mujer
pasa a habitar con otros, los hijos los
recogen manos extraas, o se dispersanpor el mundo. An cuando no se divida,
la familia burguesa es un simulacro. Sin
hijos, apenas se puede llamar familia; y
all donde nacen se piensa enseguida
en crearles una posicin, se
sobrecargan de trabajo los
padres y cuando aquellos son
grandes se les enva a otras
partes.
Por otra parte, no es el amor, es
el inters, la base de la familia. La
mujer se casa para asegurar su
subsistencia; se vende al hombre, sobre
l descarga su existencia y a l queda
pegada como el grillete al tobillo del
forzado. El hombre es la bestia de
carga, debe trabajar sin tregua ni
descanso para aportar el pan a su casa.
Si el trabajo falta, la familia es para l
un verdadero suplicio.
El hombre, desde otro punto de vista,
una vez adquirida la mercanca,
pagndole el alimento, se cree con
derecho a exigir de la mujer una
obediencia pasiva, hasta en sus
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menores caprichos. La ley y la
costumbre sancionan estas tiranas.
Quien tiene corazn sufre. El hombre
de corazn, no abandonar la mujer a
la miseria, a la prostitucin, aunquesufra. La mujer de corazn es la presa
del primer libertino que se presente.
No hay vejacin o martirio que no
soporte una madre a trueque de no
separarse de sus hijos.
A los ricos no les faltan distracciones.
En caso de discordia el marido se larga
al club, la mujer lee o se va de visitas.
En todo caso tienen sus particulareshabitaciones para aislarse o les queda
el recurso de los baos o veraneos.
Pero cuando se es pobre, y se tiene que
vivir juntos en una misma
reducidsima estancia y dormir
en un mismo techo, el menor
desacuerdo, la menor palabra
hiriente escapada en un
momento de malhumor, puede
conducir a malas consecuencias. Los
dos se hallan enfrente uno de otro
continuamente. Verse encadenados
por la miseria les agra el carcter. Una
idea siniestra cruza la mente obscura
de uno u otra. Un delito, varios delitos,
pueden cometerse a veces, y el drama
concluye con el suicidio!...
LA RELIGION
La religin, qu es? Es un conjunto de
creencias y doctrinas enseadas al
pueblo por los sacerdotes.
Acaso alguien diga que no son los
sacerdotes los que las ensean, sino el
mismo Dios que nos las ha revelado.
A esto responderemos que, al decir de
los curas, Dios se las revel hacemuchos siglos y que aqullos nos las
han transmitido.
As, pues, se trata siempre de saber si
los sacerdotes dicen o no la verdad, si
son gentes dignas de crdito, o si son
capaces de mentir, y an si tienen un
inters en engaarnos.
El de cura es un oficio como otro
cualquiera. Los curas viven predicando,ejecutando determinados ritos y
ceremonias, del mismo modo que el
rey vive gobernando a sus sbditos, el
patrono explotando a sus
obreros y as por el estilo
muchos otros individuos.
Y lo que es peor, es que los
curas no son libres de decir lo
que piensan. Un sacerdote que
piense diferentemente del obispo est
expuesto que le quiten la misa; y si osa
apuntar la menor duda enseguida se le
excomulga. Muchos sacerdotes no
creen en lo que predican, pero se callan
prudentemente. En el mismo seno de la
Iglesia hay los peces gordos y los chicos,
los ricos y los pobres; los amos y los
siervos; la igualdad y la fraternidad son
vanas palabras.
As, pues, por qu hemos de creer en
los curas? Deja de ser posible que nos
engaen? Es muy posible, mejor dicho,
es cierto, nos engaan. Hay cien
religiones, por ejemplo; luego noventa
y nueve deben ser por fuerza falsas.
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Buscad, si os es posible, cul es la
verdadera.
Pero dejemos a un lado los curas, y
discutamos lo que ensea la religin.
La religin todas las religiones-ensean dos cosas.
Primeramente, la religin nos explica
de qu modo se hizo el mundo, quin
lo cre, el tiempo que se emple, lo
que antes haba en su lugar (el caos), y
como del caos surgi la luz, mucho
antes de que Dios crease el sol y la luna
y muchas otras cosas.
Actualmente, la explicacin de estascosas pertenece a la ciencia y no ya a la
religin. La ciencia nos dice que el
mundo existe, no seis mil aos hace,
como pretende la Biblia, sino
millones de aos hace. La
Ciencia nos ha demostrado
como la Tierra gira en torno del
Sol y no ste en torno de la
Tierra, como crea Josu. La
ciencia nos explica en qu consiste y de
dnde deriva la vida, tanto la de las
plantas como la de los animales y la del
hombre, como asimismo en virtud de
qu el hombre y los dems animales
pueden moverse, hablar, sentir, y las
plantas sentir y crecer, sin que
explicrnoslo tengan que recurrir a la
suposicin de un alma, que, segn la
Iglesia, sera diversa para el hombre y
para los animales, y segn ense en
una poca, solamente tenan los
blancos y no los negros esclavos, y cuya
alma entra en el cuerpo del hombre
siete das despus de su nacimiento.
Todas estas tonteras las ha enseado
la Iglesia y la ciencia se re de ellas. Esta
ltima dice a la religin y a los
sacerdotes. Todas estas cosas que
slo yo puedo explicarlas; vosotrossois incompetentes para juzgarlas.
Vuestro Dios es una palabra que no
dice nada y que no se explica, porque,
vosotros no sabis cmo est hecho, ni
quin lo hizo, ni si es una persona o
una cosa, y cuando decs Dios, no
sabis vosotros mismos lo que decs.
La segunda parte de las doctrinas de la
Iglesia refirense a las relaciones entrelos hombres.
La Iglesia dice que los hombres deben
ser buenos, humanos y caritativos; pero
si tales no son, basta con que
vayan a confesarse y obtengan
la absolucin o, simplemente,
que se arrepientan en la hora
de la muerte. Todo lo ms que
puede sucederles es que vayan
al infierno despus de muertos.
Nosotros no queremos que nadie vaya
al infierno, y a fin de que los ricos no
vayan, queremos quitarles la tentacin
procedente de las riquezas que poseen
y ste escoge los das. Cuando la
sociedad est bien constituida y todos
los hombres puedan trabajar y vivir
bien y no existan ni patronos ni
millonarios, entonces los hombres
sern buenos e irn al paraso si lo
hubiere, cosa que dudamos muchsimo.
En fin de cuentas, la Iglesia hace como
los gobernantes; muchas y muy buenas
promesas para el porvenir, para cuando
seamos muertos; para el presente
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absolutamente nada. La Iglesia finge
deplorar las injusticias del mundo y los
abusos que los ricos cometen en
perjuicio de los pobres: pero inculca al
propio tiempo a estos ltimos laresignacin, la sumisin, permanecer
esclavos. La misma Iglesia es
rica: el papa, los cardenales, los
cannigos y muchsimos
sacerdotes son ricos y viven
llevando una vida que no se
puede parangonar de ningn
modo con la del obrero.
En muchos pases el Estadosubvenciona la Iglesia. Los cardenales y
otros prelados estn nombrados con la
aprobacin del gobierno y ste escoge
a aquellos que le placen.
Los curas pueden ser, y muchos lo son,
propietarios y capitalistas, algunos
cobran pinges rentas, otros tienen
casas y buena parte tienen acciones de
compaas y bancos.
Para ser cura se necesita una cierta
instruccin y dinero.
Los hijos de los obreros no pueden ser
nunca curas por esta carencia de dinero
y cuando por casualidad llegan a serlo,
permanecen toda su vida en lo ms
bajo de la escala sacerdotal.
Los hermanos, los padres de los curas,
estn en el seno de la burguesa, tienen
los empleos y mangonean en el
gobierno. Otros se sirven de su
ministerio para entrar en las familias,
ganarse la confianza de las mujeres y a
veces rapiear una herencia.
No hay nada peor que ir a confiar lossecretos de una familia, las cosas ms
ntimas, ms delicadas, a un
extranjero como el cura. La
confesin es una invencin
infernal.
Y para qu sirve ir a or una
misa, dicha siempre en la misma
lengua, que nadie entiende y siempre la
misma todos los domingos, todos losaos y toda la vida? Es una costumbre
tonta que embrutece, como embrutece
el canturreo de los rezos, siempre los
mismos, aprendidos de memoria y que
se adaptan a todas las personas y a
todos los casos.
Sobre todo, para los nios, la
costumbre es muy nociva y de psimos
efectos sobre su inteligencia y su
carcter.
Obreros! Libertaos de todas las
supersticiones; pensad con vuestro
propio cerebro; no reconozcis Dios ni
amos y slo entonces podris ser
iguales.
(continuar)
Saverio Merlino
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Qu es la Anarqua?
En el vasto movimiento polticosocialactual, las palabras Anarqua y
anarquismo no son ya, como hace
cincuenta aos, una novedad; no
significan ya, para unos, los
indulgentes, algo que tiene parte de
extravagancia y de monomana; o, para
otros, desorden y criminalidad. Si hay
personas que hablan an de la
Anarqua con esas ideas preconcebidas,se trata de seres que viven aislados de
la vida moderna de pensamiento y de
accin, o de enemigos que no
retroceden ante la mentira y la
calumnia para combatir las ideas
adversas. La opinin de stos no
podra, pues, ser tomada en
consideracin.
Nos dirigimos a los hombres de
buena fe que viven la vida de pasin y
de lucha, de trabajo y de estudio, entre
nosotros y alrededor de nosotros, en el
mundo actual. Estos hombres no
ignoran que el anarquismo es una
doctrina social y, para los que la
aceptan, y quieren realizar suspostulados, una fe de combate;
doctrina y fe que se pueden juzgar
errneas y an perjudiciales, pero, en
todo caso, dignas de respeto con el
mismo ttulo que no importa qu otra
doctrina o fe sinceramente profesada.
A estos hombres es a los que hablamos.
Y ms particularmente a vosotros,
trabajadores manuales e intelectuales,a vosotros los jvenes de edad y de
corazn que, con el gran poeta
libertario Pedro Gori, pensis que: No
fuimos hechos para vivir como
brutos, sino para buscar
virtudes y conocimientos, y
que os habis prometido a
vosotros mismos una vida de
batalla por el triunfo de lo justo
y lo verdadero, jurando no abandonar
este campo del deber.
Sin duda, habis odo hablar muchas
veces a enemigos y a amigos de la
Anarqua. Tal vez incluso se encuentren
anarquistas entre vuestros propios
amigos, entre vuestros camaradas de
fbrica o de despacho, entre vuestros
colegas o vuestros vecinos. En este
caso, si la calumnia enemiga no os ha
indispuesto contra ellos, acaso sintis
tambin alguna simpata por esos
hombres que, an si tienen ideas falsas
(segn vosotros), muestran
indubitablemente un desinters
superior a los dems en defender un
ideal por el cual saben batirse y si es
preciso an morir.
A veces tambin habis cogido algunos
de sus peridicos o de sus libros; pero,
por casualidad, no fuisteis afortunados
en la eleccin, porque stos estaban
destinados a los lectores posesores ya
de los conocimientos elementales de su
programa y aqullos, obligados por las
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necesidades del momento, trataban
cuestiones de crtica y de polmica que
apenas podais comprender; otros an,
estaban consagrados a explicar
determinadas partes de ladoctrina sin ningn inters para
vosotros que ignoris sus
puntos esenciales.
No sabis, pues, exactamente
lo que quieren los anarquistas.
Sea cual fuere el semblante que tomen
a vuestros ojos, estis bien o mal
prevenidos contra ellos, ignoris todo
lo que se refiere a la Anarqua.Precisamente a los que no saben, o a
los que saben mucho imperfectamente,
es a los que queremos indicar
sucintamente y en sus lneas principales
cul es, en realidad, el programa de
accin y de realizacin anarquistas.
Nuestras fuerzas son muy modestas y
el espacio muy limitado para
lisonjearnos de acertar de una manera
completa. No tenemos esta pretensin.
Pero si lo poco que diremos es dicho
con bastante precisin para que la idea
anarquista se presente clara y bien
definida, y para que vuestro espritu y
vuestro corazn tomen intersen conocerla mejor, en
profundizar sus teoras y sus
mtodos, consideraremos, en
gran parte, haber realizado
nuestra tarea.
Aquellos a quienes hayamos logrado
arrastrar hacia este soberbio ideal de
amor y de justicia, tendrn siempre la
posibilidad de informarse msampliamente, a fin de completar su
propia cultura sobre una cuestin tan
interesante, recurriendo para ello a las
innumerables obras maestras de los
numerosos pensadores libertarios. Y,
por la experiencia de los hechos, al
contacto de sus camaradas de lucha y
de trabajo, podrn fortalecer su
conviccin y su conciencia.
**********
No diremos nada nuevo.
Que los escpticos y los aficionados a
las frases, siempre a la bsqueda de
paradojas literarias, tiren estas pginas:
no son para ellos.
Si, entre los lectores honrados y
sinceros, se encuentran algunos a
quienes la repeticin de las cosas ya
conocidas parezca superflua, que
piensen que todo apostolado de verdad
no puede sino repetir, bajo formas
diversas, la misma verdad, y eso hasta
que sta haya dominado a la mentira.
Y a los que persisten en mentir para
defender con ayuda de sofismas todo
un mundo de crmenes y de infamias, y
se asombren de ver que se les oponen
siempre los mismos
razones, no podemos responder sino
con las palabras del filsofo griego: Os
obstinis siempre en los mismos
errores, os repetimos siempre las
mismas verdades.
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Anarqua, sabido es de todos, es una
palabra, es una palabra que, segn su
etimologa griega, significa sin
gobierno. En la antigedad se
denominaba anrquicos losintervalos de tiempo comprendidos
entre la cesacin de un poder y la
creacin de un poder nuevo.
Y como, desde los tiempos ms
remotos, hasta 1870 0 1880, nadie, o
casi nadie, crea posible o deseable la
vida sin gobierno, y como la casi
generalidad tema que sin gobierno la
sociedad cayera en el caos msespantoso, de ah se ha derivado el uso,
en sentido figurado, de la
palabra anarqua para designar
por este trmino el desorden, la
confusin, etc.
De vez en cuando, a travs de
los siglos, algunos pensadores
aislados tuvieron la intuicin de que
acaso los hombres se encontraran
mejor sin gobierno. Filsofos griegos,
chinos, rabes, han llegado a esta
conclusin. La leyenda cantada por los
antiguos poetas latinos del tiempo
saturnal, que presenta a los hombres
viviendo libres, sin ley ni amo, es un
indicio de que el alma humana ha
inspirado siempre a la libertad, y de
que entrevea el ideal, sin creer en su
realizacin posible, en una sociedad de
gentes libres e iguales.
Pero no se trataba entonces sino de
fbulas imaginativas de los poetas, de
fondo religioso, o de concepciones
abstractas igualmente muy alejadas de
la vida real.
Tendencias anarquistas se han
manifestado ms tarde, en el curso de
los siglos, en los periodos ms
revolucionarios de la historia: por
ejemplo, entre los herticos delcristianismo, entre los utopistas del
Renacimiento, entre las vanguardias
extremas de la Reforma, entre las
minoras ms avanzadas de la
Revolucin francesa y de las diversas
revoluciones nacionales.
Adems, cada vez que los pensadores
los poetas han querido imaginar una
sociedad perfecta o encaminada haciala perfeccin, no han podido
preservarse de verla sin amo ni
gobierno.
Estas ideas y tendencias, muy
vagas e imprecisas, a menudo
mezcladas a extravagancias
inhumanas (como la comunidad
de las mujeres), eran has mediados del
siglo pasado consideradas como
fantasas de visionarios, paradojas
fuera de la realidad, sueos
Sin embargo, poco tiempo antes, en el
seno de la Revolucin francesa,
comenzaba a determinarse la idea de
que el progreso consiste en la continua
eliminacin de la autoridad en las
relaciones humanas y que el fin por
alcanzar debe ser una sociedad de
hombres libres viviendo sin gobierno.
Fue el pensador ingls Godwin quien,
en 1793, expuso antes que nadie esta
idea de una manera clara y sistemtica.
(continuar)
Luis Fabbri
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