conciencia de la exigencia personal y de las relaciones ... · conciencia de la exigencia personal...

30
Conciencia de la exigencia personal y de las relaciones sociales. Reflexiones sobre La rebelión de las masas Luis JTMÉN~z MORENO De una lectura lejana de la La rebelión de las masas, como algo significativo, sin ser su nervio principal, queda flotando esa multitud opresiva que todo lo llena con su presencia en todas partes, des- considerando la distinción de grupos, de clases, que podían enten- dei-se entre si sin incomodidad alguna, y por otra parte llama la atención la descripción que hace el filósofo del «señorito satisfecho». Por esto han surgido tantas críticas adversas al carácter elitista aris- tocratizante del filósofo madrileño y su exclusión respectiva de las masas, del hombre-masa. Se hace imprescindible evitar la imprecisión, si no podemos llegar a una definición de nociones acerca de las masas, del hombre-masa y de ¿lite, el hombre de selección Para precisar, pues, estas nociones entiendo que debemos evitar en la lectura del libro lo que de inmediato pueda presionamos como prejuicio, Esto ocurriría si quisiéramos establecer la interrelación de dominación y sometimiento, considerando a un grupo o clase social determinados como selección y relegando a otros por adscripción como al campo de las masas, para representarnos su juego en los acontecimientos personificados teatralmente con nombres. Lo mismo ocurriría si nos dejáramos llevar de las palabras rebelde y rebeldía, pues analizando estos rebeldes habremos de seguir investigando quié- nes y cuándo merecen la caracterización de inconformismo excelente y de superación exigente, en cuanto se acomode a su juego o decaiga en las depresiones. Practicar nuestra mejor inteligencia sobre el libro será el mejor homenaje al filósofo, como escribe M. Granelí: «De querer honrarle como se debe sólo tiene sentido el incansable trabajo sobre su yunque, Anales del Seminario de Historia de la Filosofia, V-1985. Ed. Univ. Complutense. Madrid

Upload: phamduong

Post on 21-Sep-2018

219 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Conciencia de la exigencia personaly de las relaciones sociales.

ReflexionessobreLa rebeliónde las masas

Luis JTMÉN~z MORENO

De una lectura lejana de la La rebelión de las masas,como algosignificativo, sin sersu nervio principal, quedaflotando esa multitudopresiva que todo lo llena con su presenciaen todas partes, des-considerandola distinción de grupos, de clases, que podíanenten-dei-se entre si sin incomodidad alguna, y por otra parte llama laatenciónla descripciónquehace el filósofo del «señoritosatisfecho».Por estohan surgido tantascríticasadversasal carácterelitista aris-tocratizantedel filósofo madrileño y su exclusión respectivade lasmasas,del hombre-masa.Se haceimprescindibleevitar la imprecisión,si no podemos llegar a una definición de nociones acerca de lasmasas,del hombre-masay de ¿lite, el hombrede selección

Paraprecisar,pues, estasnocionesentiendoque debemosevitaren la lecturadel libro lo que de inmediato puedapresionamoscomoprejuicio, Esto ocurriría si quisiéramosestablecerla interrelaciónde dominacióny sometimiento,considerandoaun grupo o clasesocialdeterminadoscomo selección y relegandoa otros por adscripcióncomo al campo de las masas,para representarnossu juego en losacontecimientospersonificadosteatralmentecon nombres.Lo mismoocurriría si nos dejáramosllevar de las palabrasrebelde y rebeldía,pues analizandoestos rebeldeshabremosde seguirinvestigandoquié-nes y cuándomerecenla caracterizaciónde inconformismoexcelentey de superaciónexigente,en cuanto se acomodea su juego o decaigaen las depresiones.

Practicarnuestramejor inteligencia sobreel libro seráel mejorhomenajeal filósofo, como escribeM. Granelí: «De querer honrarlecomo sedebesólo tienesentidoel incansabletrabajosobresuyunque,

Anales del Seminario de Historia de la Filosofia, V-1985. Ed. Univ. Complutense. Madrid

24 Luis JiménezMoreno

No hubiera deseadoél mismo otra cosa en su memoria»’ y cita alpoeta Antonio Machado,en la frase recordadapor el maestro donFranciscoGiner: «Hacedmeun duelo de laboresy esperanzas.»

Nelson Orringer ensayala lecturade estaobra tan rica como «unejercicio de antropología metafísica,el más ambicioso de los mu-chos intentadospor su autor despuésde hacerreferenciaa múltiplesmodos de lecturacitando a McClintock, Abellán, 1. Díaz, García As-traday C. Morón Arroyo ~.

Al pretender Ortega y Gassetproponer «una doctrina orgánicasobreel hecho más importantede nuestrotiempo» lo haría en con-sonancia con las preocupacionesfilosóficas dominantes,como lasdel caracterólogoVerweyen, y el filósofo antropólogo Max Scheler,quien afirma: «No hay problema filosófico cuya solución reclamanuestro tiempo con mayor urgenciaque el problema de una antropo-logía filosófica», y también Martín Heideggerinsistía en estesentido.A este respectocomentael joven filósofo norteamericano:«Ortegaaplica la reducción fenomenológicade Husserl a su propia circuns-tancia concreta»~, de modo que una «caracterologíahistórica, hechacon un análisis fenomenológicode la vida pública europea,defineLa rebelión de las masas.

Con esta mira sobrela obra de Ortegay Gasset,el mismo autoralude también a El hombre y la gente como obra que superaa Larebelión de las masas en profundidad y riqueza doctrinal, y cuyotítulo da a entenderquese trata de antropologíasocial, a diferenciade La rebelión de las masas,como antropologíade la vida públicaactual~.

La granresonanciadel maestrofilósofo Ortegay Gassetno debierahacemoscaeren la moda de orteguizar, como escribeJuan AntonioPortuondo:«Se trató de imitar aquello queen Ortegaaparececomosimple faenade ingenio sin advertir el trasfondocultural, la severaformación e informaciónfilosófica que ello supone,y el escritororte-guizantese quedóla mayor parte de las veces,en el puro juego ver-bal, en la acuñaciónde frasesingeniosascon pretensionesde profun-didad y validez filosóficas.- - La moda de orteguizar propagó, sinentenderlos,sus más peculiares conceptosy a cada paso «las cir-cunstancias»,«las generaciones»o «la razón vital», sirvieron para

GRANELL, Manuel, <Ortega y su filosofía», p. 59, Madrid, Revista de Occi-dente, 1960.

2 ORRINGER, Nelson R., <La rebelión de las masas como antropología»,Aporía, núm. 12, Madrid, 1981, Pp. 5-22.

3 Oam.áy GASSET, José, La rebelión de las masas,en Obras completas,IV,143, núm. 1.

4 ORRINCER, N. R., Ibit, p. 9.‘ORRINGER, N. R., Ibid., p. 19.

Conciencia de la exigenciapersonaly de las relaciones... 25

adobar,con pretendido sabor filosófico, los más banales discreteosperiodísticos»

El hechoque se pone de manifiesto

«Hay un hecho que para bien o para mal es el más importanteen la vida pública europeade la hora presente.Este hecho es eladvenimientode las masasal pleno poderío social» ~.

Solamentela propuestade este hecho como toma de datos des-pierta ya la posición de asentimientopor una parte o el rechazorá-pido e indignado sobre su valoración, porque hay que considerarfalso que las masashayan advenido«al pleno poderío social».Jimé-nes-Grullon,en su Crítica, refiriendo su primer capítulo a «el hechode las aglomeraciones»,escribe: «Inicio esta crítica señalandoquede una sola realidad, harto concreta, como lo son las aglomeracio-nes urbanas>Ortegacolige, sin que haya —a mi juicio— una posi-tiva relación de causay efecto> queentramosfrente a un trascenden-tal fenómenohistórico: el de la rebelión de las masas.Estefenómenoexplica, segúnél, que Europasufra hoy «la grave crisis que a pue-blos, naciones,culturas, cabe padecer»~. Y continúa su capítulo ysu libro enterocon análisis minuciososy dura crítica a las posicionesdel autor de La rebelión de las masas.

Ahora bien: ¿cómo describeOrtega este hecho, «el más impor-tante de la vida pública europea»?Para bien conocerlo sería pre-ciso leer los cinco primeroscapítulosde la primera parte.

Primero nos presentauna descripciónimpresionantede aconteci-mientos de la vida ordinaria que todos encontramosa cada paso.«Tal vez la mejor manera de acercarsea este fenómenohistóricoconsistaen referimos a unaexperienciavisual, subrayandouna fac-ción de nuestraépoca que es visible con los ojos de la cara.

Sencillisímo de enunciar, aunqueno de analizar, yo lo denominoel hecho de la aglomeración,del «lleno». Las ciudadesestánllenasde. gente.Las casas,llenas de inquilinos. Los hoteles,llenos de hués-pedes.Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumi-dores.Los paseos,llenos de transeúntes.Las salas de los médicosfamosos,llenasde enfermos.Los espectáculos,como no seanmuy ex-teniporáneos,llenos de espectadores.Las playas, llenas de bañistas.

6 PORruONDO, luan A., en «Prólogo»a limenes-Gullón: «Al margende Ortega~ Gasset»,III. Crítica a La hebeliónde las masas,p. 15. Publicacionesde la

acu a de Humanidadesde la Universidad de los Andes, Mérida, Venezue-la, 1959.

7 Ob. ci., IV, p. 143. La rebelión, La, 1.~ JIMENES-GULLON, 3. 1., Ob. cit., p. 25.

26 Luis JiménezMoreno

Lo que antesno solíaserproblemaempiezaa serlo casi de continuo:encontrar sitio» ~.

Esta narración tan simple para el intelectualdon JoséOrtegayGasset,le haceafirmar, con suactitud filosófica, «los ojos en pasmo»,su capacidad de maravillarse y afirmar: «Ya no hay protagonistas:sólo hay coro.» Por lo cual estableceel proceso dialéctico en la so-ciedad, en función también de oposicionesentre masasy minorías:«La sociedades siempreunaunidaddinámicade dos factores: mino-rías y masas»

Julián Marías se queja de que estaspalabras,dejadasa la reso-nancia.precrítica hayan dado la fama, a su vez multitudinaria, aLa rebelión de las masas,sin una lectura íntegray en serio del libroy de la fundamentaciónfilosófica orteguiana.Por eso escribe en la«Introducción»a unaedición reciente:«Hay quepreguntarseen seriosi su destino ha sido enteramenteenvidiable; porque un libré depensamiento,de teoría; se escribepara ser entendido,y no es seguroque La rebelión de las masas se haya entendidobien. Los malenten-didos surgieron pronto, se han acumulado con el tiempo, se hansolidificado como un muro no enteramentetransparente,acaso sólotraslúcido> que ha estorbadola lectura- a las generacionessiguien-tes»“.

Claro que en las mismas descripcionesel autor da ocasiónparaprevenirse, pues arrima sus valoraciones, no rehusando adjetivos:«Vivimos bajo el brutal imperio de las masas. Perfectamente;yahemos llamado dos veces«brutal» a este imperio, ya hemos pagadonuestrotributo al dios de los tópicos;ahora, conel billete en la mano,podemosalegrementeingresaren el tema, ver por dentro el espec-táculo. ¿O se creía que iba a contentarmecon esa descripción, talvez exacta,pero externa, que es sólo el haz, la vertiente bajo lascuales se presentael hecho tremendo cuando se le mira desde elpasado?»

Vemos,pues,cómo el propio filósofo está dispuestoa comprome-ter sus opinionessegún,su mejor saber,podemosdecir, y reconocerlo quelhay, los diferentes aspectosy iiroblemas que plantea,paraabrir suposturasobrela «convivencia»,lo quedaría la mejor culturaparalos ciudadanos.

«La soberaníadel individuo no cualificado —escribea propósitode «La subida del nivel histórico»—,del individuo genérico. y comotal, ha pasadode idea o ideal jurídico queera a serun estadopsico-

ORTEGA Y GAssET, Ob. cit., IV, Pp. 143-144 (1!, 1).W ORTEGA Y GASSET, Ibid., p. 145.“ lvLu~t~s, Julián, Introducción a La rebelión de las masas,p. 9, Selecciones

Austral, Espasa-Calpe,Madrid, 1981.12 Ob. cit., IV, p. 149.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones..- 27

lógico constitutivo del hombre medio... Ahora bien: el sentido deaquellos derechosno era otro que sacar las almas humanasde suinterna servidumbre y proclamar dentro de ellas una cierta concien-cia de señorío y dignidad. ¿No era esto lo que se quería? ¿Que elhombrese sintiese amo, dueño, señor de si mismo y de su vida?Ya estálogrado. ¿Porqué se quejan los liberales, los demócratas,losprogresistasde hace treinta años? ¿O es que, como los niños, quie-ren una cosa, pero no sus consecuencias?Si, pues, el nivel mediose halla hoy dondeantes sólo tocabanlas aristocracias,quiere decir-se lisa y llanamentequeel nivel de la historia ha subido de pronto» ‘~.

No cabe duda que se han conquistadoaspectosvaliosos para loshombres,por lo que la descripción>el análisis y la valoración habránde apreciar también cómo es la situación presentey posibilidadeso impedimentosde mejores realizacionesque le acompañen.

Tenemos,pues, descripcióny valoración juntas: «Y es indudableque la división más radical que cabehaceren la humanidades ésta,en dos clasesde criaturas:las que se exigenmuchoy acumulansobresí mismasdificultades y deberesy las que no se exigen nada espe-cial, sino quepara ellas vivir es seren cada instante,lo que ya son,sin esfuerzo de perfecciónsobre sí mismas,boyasque van a la de-

- 14riva» -

Pero advierte de inmediato, para que nadie se apresurea hacersus encasillamientos:«en rigor, dentro de cada clasesocial hay masay minoría auténtita»~

Insistiendo en el hecho y la descripcióndel fenómenosociológicoque tanto le preocupa,subraya Ortega: «Lo característico del mo-mento es que el alma vulgar, sabiéndosevulgar, tiene el denuedodeafirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera. Comose dice en Norteamérica: ser diferente es indecente.La masaarrollatodo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien noseacomo todo el mundo,quien no piensecomo todo el mundo, correel riesgo de ser eliminado»¶6

Esto es lo que hace pensara Ortega sobre las deficienciasdelhechopositivo de que «el nivel de la historia ha subido»,señalando

14 Ibid., p. 146.‘5 «Peroen rigor dentro de cadaclasesocial hay masay minoría auténtica.

Como veremos,es característicodel tiempo el predominio,aun en los gruposcuya tradición era selectiva,de la masay el vulgo. Así, en la vida intelectual,que por su misma esencia requiere y supone la cualificación, se advierte elprogresivo triunfo de los seudointelectualesincualificados, incalificables ydescalificadospor su propia contextura.Lo mismo en los grupos supervivientesde la «nobleza»masculina y femenina. En cambio, no es raro encontrar hoyentre los obreros,que antes podían valer como el ejemplo más puro de estoque llamamos «masa»,almas egregiamentedisciplinadas»(Ob. cit, IV, p. 147).

“ íd., ibid., p. 148.

28 Luis JiménezMoreno

los inconvenientes:«Al amparodel principio liberal y de la normajurídica podíanactuary vivir las minorías. Democraciay ley, convi-vencia legal, eran minorías. Hoy asistimosal triunfo de una hiper-democraciaen la que la masaactúadirectamentesin•ley, por mediode materialespresiones,imponiendosus aspiracionesy sus gustos»‘~.

Se impone la reflexión y la crítica sobre un análisis del hechoy sus característicaspara descubrirlo que puede enriquecery alen-tar a los hombres,a la sociedad,en vez de achatarobtusamenteunaproyección, verdaderamenteprogresista,en las difíciles situacionesde nuestro tiempo, aunquepuedanresultar incómodas.Así lo diceOrtega:

«El hecho quenecesitamossometera anatomíapuedeformularsebajo estasdos rúbricas: primera, las masasejercitanhoy un reper-torio vital quecoincide en gran parte con el que antesparecíareser-vado exclusivamentea las minorías; segunda>al propio tiempo, lasmasasse hanhechoindóciles frente a las minorías; no las obedecen,no las siguen,no las respetan,sino que, por el contrario, las dan delado y las suplantan»‘8

Leyendo estas sentenciasquien se crea situado en uno u otrogrupo, adscritoa uno u otro factor del dinamismosocial se incapa-citaría para comprenderlo que este modo de interrelacionesexigede cada uno y proyectaen la sociedadque se está haciendode con-tinuo, paraver haciaadóndeirá su evolución,que se acentuaráen elcampo según el tipo de ciudadanoque se imponga en las modas,podría decirse,más queen el gobierno.

Contraposición: minorías y masas

Estacontraposiciónes algo ambientalen su épocay FernandoSal-merón así lo hace notar: «Las ideas expuestas(«la masay el héroe.La minoría) son muy comunesen los autoresdel siglo xix queOrtegamanejaen estos años: la distinción de masa y minoría es aceptadapor los krausistas, por Joaquín Costa, por Renán, Carlyle, Nietzschey tantos otros quees innecesariorecordar.Ortegaaceptaesta distin-ción como un hecho, que se convierte desde el primer momento enuna pieza indispensablede su pensamientosocial» ‘~.

Más que preocupaciónpor una fuente inspiradora,podemosreco-nocerqueson ideasambientales,quelas mentesalertasabenencamary nos interesaanalizarqué podemosdescubrir de proyectivo en La

1~ íd., ibid.,

~ SALMERÓN, Femando,Las mocedadesde Ortega y Gasset, p. 200, Méxi-co, D. F., El Colegio de México, ~ 1959.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones... 29

rebelión de las masas, ya sea como estimulanteo como contrasteparacomprendernuestraépocay nuestraliberación> así como la denuestroscontemporáneos.Por estoquisierallevar mi lecturahacia «laconciencia de la exigencia personal y de las relaciones interperso-nales»,que puedanponersede manifiesto en esta c’ontraposiciónor-teguiana«minorías y masas».

Desde el primer momento hemos de advertir que no podemosquedarnosprecisamentecon el aspectocuantitativo de las aglomera-ciones, del obsesivoencontrartodos los sitios llenos multitudinaria-mentepor muchos entre los cualestambién nos encontramosnosotros,y esa insistencia de los medios de comunicación que traen continua-mente la presenciade multitudes por todas partes ocupandotodoslos espacios.

Se trata preferentemente,así quiero leerlo aquí,del modo de com-portamiento y de las consecuenciaspara el modo de vida en cadauno, y de las repercusionesen los demás,sobretodo entre los próxi-mos, que se sienten cerca, constituyendouna unidad de proyectos,de actuacionesy repercusionesinmediatas recíprocas,para poderdescubrir cómo la elevación del nivel histórico en un aspectoreper-cute o no en el nivel histórico colectivo y, en último término, en laelevación del nivel complejo de la vida en los aspectosmás cua-lificados.

Con todo esto hemos de preguntara quién o quiénesconsideraOrtega«hombre-masa»,porque leyendosu estudio no serían propia-mente«las masas»como fenómeno,a lo que refiere su análisis, sinoese «hombre-masa»que es abundante,frecuentísimoy es su actitud,su situación y su proyecto lo que le importa poner de manifiesto.Y frente a esto, por el contrario> el hombre de selección, los egre-gios, que sin duda serán minorías,pero no serán«egregios-selectos»por serpocos, sino sólo si su comportamiento,su actitud y su pro-yectohacenque efectivamentesu tarea, su vivir puedacalificarse asícomo noble.

En primer lugar, tengamospresentela situación de conjunto, enlo que operaestadinámica social de masasy minorías. «Se crea unnuevo escenariopara la existenciadel hombre, nuevo en lo físicoy en lo social. Tres principios han hecho posible ese nuevo mundo:la democracialiberal, la experimentacióncientífica y el industrialis-mo. Los últimos puedenresumirseen uno: la técnica»~.

La relación de estos principios, quisiera verla en relación connuestroanálisis,sin valoración previa, sino siguiendola descripciónorteguianaparasu explicaciónhistóricadel fenómeno,dejandolas va-loracionespara los aspectoscentralesde nuestraconsideración.Por-

Ob. cit., pp. 176-177.

30 Luis JiménezMoreno

que el autor de La rebelión de las masasopina que está descubrien-do, al anunciar esta dinámica histórica, con su contraposición, «unaley de la física social, mucho más inconmovible que las leyes dela física de Newton»~‘.

Para ello invoca una observaciónde la conciencia generalizada:«En una buenaordenaciónde las cosaspúblicas, la masa es lo queno actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo paraser dirigida, influida, representada,organizadahasta para dejar deser masao, por lo menos,aspirara ello. Pero no ha venidoal mundopara hacer eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia supe-rior, constituida por las minorías excelentes.Discútase cuanto sequiera quiénes son los hombresexcelentes;pero que sin ellos —seanunos o sean otros— la humanidadno existiría en lo que tiene demás esencial>es cosa sobre la cual convieneque no haya duda al-guna, aunquelleve Europa todo un siglo metiendola cabezadebajodel alón, al modo de los estrucios, para ver si consigueno ver tanradiantela evidencia»~.

Por lo mismo Ortegaprevienede queno caractericemoscon tantafacilidad, según la primera impresión,a quiénesllamamos«masa»oquiénes son> tal vez en contra de la apariencia «minoría selecta».Primeramenteno puedenconsiderarse«selectos»aquellos pocos,porel hecho de ostentarel rango de aristocraciasocial, y Ortegarefierela anécdotade «ciertadamitaen flor..., estrellade primera magnituden el zodíacode la eleganciamadrileña»,porquele dijo: «Yo no puedosufrir un baile al que han sido invitadas menos de ochocientas.per-sonas.»«A través de esta frase —es su comentario—vi que el estilode las masastriunfa hoy sobre toda el áreade la vida y se imponeaún en aquellos últimos rincones que parecían reservados a loshappy fewu.

Como tampocoacepta la primera impresión de llamar «masa»alos que sociológicamentecomponenmultitudes, siendo mayoría entoda la sociedad,como son o somoslos obreros,por el hechode serlo.Así «por masano se entiendeespecialmenteal obrero;no designaaquíuna clase social, sino una clase o modo de ser hombre que se dahoy en todas las clasessociales,que por lo mismo representaa nues-tro tiempo> sobreel cual predomina e impera»~.

Sobreesta cuestiónel Prof. Orringeracentuaráque «No la masa,sino la noblezaconstituyeel conceptomás básico de La rebelión delas masas.En su obra más conocida, Ortega define la masarelacio-nándolacon su contrario> porque si el hombre-masa,en su forma

21 Id., ibid., p. 221.~ Ibid.~ Ibid., pp. 150-151.~4 Ibid. La barbarie del especialismo,p. 216.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones... 31

pura> es la negación del hombre selecto, hoy apareceeste tipo mul-titudinario en una forma mixta, en cuanto reúne en sí el potencialdel noble y la inercia del no-noble, del hombre-masaen toda supureza»~.

La aparición de este fenómenosocio-histórico de las masas> pro-pio de la contemporaneidad,puede descubrirse desde el siglo xix,junto con la elevación del nivel histórico> porque«El hombre medio>desde la segundamitad del siglo XIX, no halla ante sí barrerasso-ciales ningunas...tampocoen las formas de vida pública se encuen-tra al nacercon trabas y limitaciones, no existen los «estados»nilas «castas».No hay nadie civilmente privilegiado. El hombre medio

zaprendeque todos los hombresson legalmenteiguales’> -

¿Cuánto hay aquí de imaginación y cuánto de posibilidades rea-les en la sociedaddel sigloxx que encontróOrtegay, con cierta apro-ximación, en la nuestra?Por esto hemos de seguir preguntándonoscon el filósofo madrileño por excelencia: «¿Qué aspectosofrece lavida de esehombremultitudinario que con progresivaabundanciavaengendrandoel siglo xix?», porque> no cabe duda, que «se crea unnuevo escenariopara la existencia del hombre> nuevo en lo físicoy en lo social»”.

La actitud de Ortega sobre este fenómeno puede que padezcacierta obsesióno espejismo al insistir en la facilidad> la ausenciadebarreras y de limitaciones para el hombre medio en este tiempo,a pesar del ascensoque haya experimentadoel nivel histórico. Por-que Ortega atribuyó al hombre medio un aspectode omnímodaf a-cilidad material y que el hombre medio de cualquier clase socialencontrabacada día más franco su horizonte económico.Hasta afir-mar que «la vida se presentóal hombre nuevo exenta de impedi-mentos» ~. Siendo así, tal vez, este tipo corresponderíaa muy pocosy no a una inmensa multitud y menos a la mayoría de los hombresque convivimos en la actualidad.

Brevemente enunciaremoslos rasgos descriptivos más salientesdel hombre-masay de los selectosque el autor de La rebelión de lasmasas acentúa con tanta persistencia.

El hombre-masa

A pesar de querer huir de lo cuantitativo, llama la atencióncómo resalta los aspectosque señalanabundanciade masafísica, no

25 ORRINGER, Nelson R., Ortega y sus fuentes germdnicas, p. 265, Madrid,Gredos,1979.

~ Ob. cii., IV, p. 176.“ íd., ibid., pp. 176-177.~ íd., ibid.

32 Luis JiménezMoreno

humana, entre los rasgos del hombre-masa,porque «La época delas masases la épocade lo colosal»~. Piensenqué épocasy quéac-tuacionessocialessehanadscritoaestaspretensiones.

Tal vez pueda señalarsecomo rasgo básico el del primitivismo,el hombre-masacomo un Naturmensch,hombrenatural, más fuer-temente que un hombre cultivado, con todas las motivaciones yambivalenciasde un rasgo asi~.

En esta dirección, podríamosdecir, es propio del hombre-masa>primitivo en el sentido más tosco> «un tipo de hombres que noquieren dar razones ni quiere tener razón, sino que, sencillamente,se muestraresuelto a imponer sus opiniones. He aquí lo nuevo:el derechoa no tener razón, la razón de la sinrazón»~ Por ello «elhombre medio... sus «ideas» no serán efectivamentesino apetitoscon palabras>como las romanzasmusicales»~.

El hombre-masano aceptala discusión>ni las normas, pretendeante todo imponer su deseomediante la acción directa ~. MientrasOrtegapretendeaclararque «no hay cultura dondeno hay normas,y cuandofalta esto «hay, en el sentido más estricto de la palabra,barbarie».

Su papel se reducea exigir. «Comono ven en las ventajas de lacivilización un invento y construcción prodigiosos, que sólo congrandesesfuerzosy cautelasse puedensostener,creen que su papelse reducea exigirlo permanentemente,cual si fuesenderechosnati-vos. En los motinesque la escasezprovoca suelen las masaspopu-laresbuscarpan,y el medio queempleansueleserdestruir las pana-derías»~ No cabe duda que visto así resulta absolutamenterecha-zable tal comportamiento.

También es propio del hombre-masano admitir «la idea de quetodasestasfacilidadessiguenapoyándoseen ciertasdifíciles virtudesde los hombres»...Al entenderque el hombre-masaconsideratodaslas facilidades de la civilización como «producto de la naturaleza»,asigna«en el diagramapsicológico del hombre-masaactual dos pri-merosrasgos: la libre expansiónde sus deseosvitales; por tanto,de su persona.

Vendríaa serpropio del hombre-masacierta tosquedaden no sa-ber distinguir aspetcosvaliosos diferenciadosy allanarlo todo bajola consideraciónde que nadie es superior a nadie y que su propiodeseono tiene por quéreconocerlímite alguno.

~ Cfr. íd., ibid., Primitivismo y técnica, p. 196.~ Id, ibid., p. 189.

Concienciade Za exigenciapersonaly de las relaciones..- 33

Colofón característicode hombre-masa>a cualquierclase socialque puedapertenecery cualquier tipo de actividad que aparentecultivar, puedenser las palabrasde Ortega: «Estehombre-masaesel hombrepreviamentevaciado de su propia historia, sin entrañasde pasadoy> por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadasinternacionales.»Más que un hombre,es sólo un caparazónde hom-bre constituidopor meros idola fon; carece de un «dentro»>de unaintimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no puederevocar. De aquí que esté siempre en disponbilidad para fingir sercualquier cosa. Tiene sólo apetitos> cree que tiene sólo derechosyno cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza queobliga —sino nobilitate—, snob»W

El hombre de selección

Podemospensarfácilmente que el talantearistocratizantede donJoséOrtegale lleva a poner como cimera de mira los hombresegre-gios, esaminoría selectaquees a quien el filósofo quiere considerarpropiamentenoble.

¿Quiénocupay cómo lo consigueeseprimer escalónde la clasifi-cación?Leamosa Ortega, juzguemosdespuéssin prejuzgar, y qué-denos,cómo no, la facultad de disentir y hastade combatir si fuerapreciso. Porquea esto se expone también, con concienciaclara> elhombrede selección.

Ya señalábamos>al afirmar que en la descripcióndel hecho delas aglomeracionesse le añadíavaloración, la contraposiciónde laautoexigenciapara quienes debeconsiderarse«selectos»y la evita-ción de todo esfuerzo,atribuido a quienesserán «masa».Me atrevo,pues, a repetir esta referencia como primera caracterización: «Yaes indudableque la división másradical quecabe haceren la huma-nidad de ésta, en dos clases de criaturas: las que se exigen muchoy acumulansobresí mismas dificultades y deberesy las que no seexigen nadaespecial, sino que para ellas vivir es ser en cada ins-tante> lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre si mismas,boyasquevan a la deriva»~.

Esecarácterde exigenciasuperadora,y atreversecon las dificul-tades,es lo que ennobleceráaquienesasí vivan, creandoy realizandoempresasarduas para comportarsehumanamentecon nobleza> quetenga o no su adscripciónhereditaria,se reconoceúnicamenteporel modo de vida, bajo la expresiónnoblesseoblige, «vivir a gusto

3’ Id., ibid., .Pn5logopara franceses»,m, p. 121.

34 Luis JiménezMoreno

es de plebeyo: el noble aspira a ordenacióny ley> ~ por lo que lasexpresionesoteguianascontraponen«las dos formas puras de vida:la masanormal y el auténticonoble o esforzado»~‘.

Pro~5io del hombre selecto es el esfuerzo espontáneo y luloso—distinto del estrictamenteimpuesto como reacción a una necesi-dadexternapara quienesvivir es una perpetuatensión,un incesanteentrenamiento.Entrenamiento= áskesis. Son los ascetas»~. Y en-contramosque Ortegasigue atribuyendoal hombrede selecciónca-racterísticasquepuedenparecerparadójicas.Puesel hombreselectono puéde sentirseperfectot si no es especialmentevanidoso> encuyo caso necesitade los demás para hacérselover asi.

Caracterizatambiénal hombreselectoo excelente«una necesidadde apelarde si mismoa unanonnamás allá de él» ~‘ a cuyo serviciolibremente se pone, mientras para el vulgar no aceptamás normani razón que la imposición del propio deseo.

El carácterde intelectualno garantizala nobleza,puedesermodode vida que correspondea la vulgaridad~‘ y sobre «la barbarie del

~ «Contra lo que suele creerse,es la criatura de selección,y no la masa,quien vive en esencialservidumbre.No le sabesu vida si no la hace consistiren servicio a algo trascendente.Por esono estima la necesidadde servir comouna opresion. Cuando ésta, por azar, le falta, siente desasosiegoe inventanuevasnormas más difíciles, más exigentes,que le opriman. Esto es la vidacomo disciplina—la vida noble—.La noblezase definepor la exigencia>por lasobligaciones,no por los derechos.Noblezaobliga. «Vivir a gusto es de plebeyo:el noble aspira a ordenacióny ley» (Goethe).Los privilegios de la noblezanoson originariamenteconcesioneso favores, sino, por el contrario, conquistas»Ob. cit., IV, PP. 181-182.

38 <Paradefinir al hombre-masaactual, que es tan masacomo el de. siempre,pero quieresuplantara los excelentes,hay que contraponerloa las dos formaspuras que en él se mezclan: la masanormal y el auténticonobleo esforzado.»Ibid., p. 183.

3~ Ibid.~ «El hombre-masase siente perfecto. Un hombre de selección>para sen-

tirse perfecto, necesita ser especialmentevanidoso, y la creenciaen su per-tecciónno está consustancialmenteunida a él, no es ingenua, sino que llegade su vanidad, y aun para él mismo tiene un carácter ficticio, imaginario yproblemático. Por eso el vanidoso necesitade los demás, busca en ellos laconfirmación de la idea que quiere tener de sí mismo. De suerte que nl aunen este caso morboso, ni aun «cegado»por la vanidad, consigue el hombrenoble sentirsede verdad completo.En cambio,al hombre mediocrede nuestrosdías, al nuevo Adán, no se le ocurre dudar de su propia plenitud». Ibid.,pp. 186-187.

4’ «Nunca el hombre-masahubieraapeladoa nadafuera de él si la circuns-tancia no le hubiese forzadoviolentamentea ello. Como ahorala circunstanciano le obliga el eterno hombre-masa,consecuentecon su índole, deja de apelary se siente soberanode su vida. En cambio, el hombre selecto o excelenteestá constituido por una íntima necesidadde apelar de si mismo una normamás allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone. Recuérdeseque al comienzodistinguíamosal hombre excelentedel hombre vulgar diciendoque aquél es el que se exige mucho a sí mismo, y éste el que no se exige nada,sino que se contenta con lo que es,y estácontento consigo»Ob. cit., IV,p. 181.

42 «El imperio que sobre la vida pública ejercehoy la vulgaridad intelectuales acasoel factor de la presentesituación más nuevo...» «Hoy, en cambio, el

Concienciade Za exigenciapersonal y de tas relaciones... 35

especialismo»,escribe: «Puesbien: resulta que el hombre’ dé cienciaactual es el prototipo del hombre masa. Y no por casualidad,ni pordefectounipersonalde cadahombrede ciencia,sino porque la cien-cia misma —raíz de la civilización— lo convierte automáticamenteen hombre-masa; es décir, hace de él un primitivo> un bárbaromo’-derno»43

Ortegay Gasset,que descubreeste hallazgo de la contraposiciónmasa-selección,pretende atribuirle un alcance aplicable a la. psico-lbgiá social y coletcivay> por lo mismo> sugiereque se puedehablartambiénde «pueblos-masa»y, en su oposición,habría que reconocertambién pueblosegregios y en qué épocasde la Historia han res-pondido auno u otro comportamieúto~

Mando y rebeldía: ¿Quién manda?

La proyeccióndinámicade los caracteresseleccióny masa hemosde considerarlostambiénen el ejercicio de su interrelación,siguiendola segundaparte del libro, a la que no se suele aludir, titulada porel autor con interrogante: «¿Quiénmanda en el mundo?»

El propio Ortega,aun insistiendoen el fenómenode suplantaciónde las minoríasselectaspor la presenciamultitudinaria,de las masas,reconoce>en la primera parte, que el’ poder lo detentala burgue-sía «¿Quiénejerce hoy el poder social?» —se pregunta—y ha deresponder:«Sin duda> la burguesía»~

Ortegainsiste de continuoen queno se lea su descripciónni seinterprete su esquemadinámico con intención política: «Reiteroallector que> paciente> haya leído hasta aquí, la conveniencia de noentendertodos estosenunciadosatribuyéndolesdesde luego un sig-nificado político» ~. Su análisis y su proyecto en cuanto investiga—ción sobreeste esquemarequierenpor su parteunaactitud previa ala actividad política y es «unamáshonday decisivaindocilidad inte-lectual y moral»(ibid).

Con esta intención precisamentedeclara Ortega: «El tema quepersigo en estaspáginases políticamenteneutro,porquealienta en

hombre medio tiene las ideas más taxativas sobre cuanto acontece y debeacontecer en el universo. Por eso ha perdidó el uso de la audición. ¿Para.qué oir si ya tiene dentro cuanto falta? Ya no es razón de escuchar,sino;.a] contrario, de juzgar, de sentenciar,de decidir. No hay cuestión de vidapública dondeno intervenga,ciego y sordo como es, imponiendo sus «opinio-nes». Ibid., p. 188.

4~ Ibid., p. 216.4’ Ibid.C Ibid., PP. 188-185.

36 Luis JiménezMoreno

estratomucho más profundo que la política y sus disensiones.Noesmásni menosmasael conservadorqueel radical,y estadiferencia—que en toda épocaha sido muy superficial—no impide iii de lejosque ambos sean un mismo hombre, vulgo rebelde»t Y lo dicecon grave preocupaciónde no perder el ritmo histórico, porque «lomás que este ensayose atreve a solicitar es que revolución o evo-lución seanhistóricas y no anacrónicas».

Con todo> a pesar de estas sentidas declaracionesorteguianas,algunos lectoreshan podido descubrir por el tono y los ejemplos>como expresionesdel profundo estilo aristocratizantede don JoséOrtega,un rechazode la verdadera humanización generalizadade losmodosde vida y de ciudadaníamejores.Con esteresquemorescribíaAguilera Cerní: «Me molestanel tono jactanciosode su estilo y lafabulosa tergiversación que consumó. Me asombralo que omitió ymucho de lo que dijo. Pero el problema> ahora, no consiste endesenmascararun equivoco ya superado,sino en subrayarqué habíadetrásde las opinionesquesobreel arte sosteníaen aquellaépoca...Ortegaintentó impedir que su clasificación de la sociedaden «masas»y «minorías excelentes»fueran confundidas«con la jerarquizaciónen clasessuperiorese inferiores».Negabala división en clasessocia-les y afirmabanla existenciade dos clases de hombres.Había olvi-dado que los ejemplos le traicionarían> entre otras cosas, porquela fuerza de la realidad es irresiúible»47

Estecrítico de Ortegahacenotar expresamentela distinción entre«rebelión»y «revolución»~> pudiendoquedarseel rebelde con debatirtan sólo el temadel poder.A esto se sumaPortuondoen el prólogoantes referido.Valga indicativamentecuando escribe: «Ortegaes lavoz españolade la burguesíadecadenteque testifica la retirada desu claseanteel avanceproletario y lo denunciacomo cataclismouni-versal»~. Todo lo cual desarrolla Jiménes-Gullón,en su obra, a lolargo de los capítulos paralelosa cada uno de los orteguianosen¿La rebelión de las masas.

Por todo ello, vamos a intentar también aquí algunas considera-ciones sobre quiénesson propiamentelos rebeldesde esta rebelión.

~ Ibid., p. 206.~ AGUILERA CERNI, V., Ortega y d’Ors en la cultura artística espa#lola, p. 57,

Madrid, Ed. Ciencia Nueva, 1966.~ «Nóteseque hablade rebelión, no de revolución. Puesmientrasel revolu-

cionario pretendeaniquilar el orden establecidopara sustituirlo por otro, elrebeldepuede limitarse a debatir tan sólo el tema del poder, sin que ello com-porte ningún cambio en los planteamientosbásicos;puede aceptarel crimencolectivo de una sociedad estructuralmenteinjusta. El rebeldeno ve la injus-ticia estructuralde la sociedad,sino los efectos personalesde una relación>,ibid., p. 56.

• Poitruo,’joo, JuanA., ‘Prólogo», p. 20.

Conciencia de la exigenciapersonady de las relaciones... 37

Los rebeldesde Za rebelión

Es fácil pensarqueel filósofo de La rebelión de las masasdenun-cia la incomodidad que le procura este tipo de avasallamiento,noya por ser multitudinario y no respetarla distancia que dabacomo’didad a unos pocos, sino más bien por la tosquedadajena a tododiscernimientoen la opresión por imponer su deseoinmediato, sinclarificación de normas ni personas>para hacersepresentespor lafuerza de estary no por la calificación de lo que cada uno es capazde ofrecer y potenciar en la convivencia con los demás.

Por esto> escuchandola acusaciónde Aguilera Cerni, podríamosanalizaren los escritosde Ortega si este filósofo se limita a denun-ciar esarebeldía atosigantede las masasporque le incomoda o conmiras mucho más proyectivas,porque impide precisamenteel esti-mulo de las exigencias en cada uno para educar su selección queredunde,sin duda alguna, en elevación de muchos y de la convi-vencia social, en todo caso.

Al considerarla intervenciónomnímoday violenta de las masasafirma Ortega: «Yo sostengoque en esa obliteración de las almasmedias consistela rebeldía de las masasen que a su vez consisteel gigantescoproblemaplanteadohoy a la humanidad»~.

Se declara>pues, como gigantescoproblema la rebeldía de lasmasas,pero por quéy en quéconsiste.Precisamenteporquesu rebel-día consisteen cerrarsesin másproblemasen lo quetienen itt menteen su caso sin atender a más ni pensarque alguien puedaofrecermayores perspectivaspara un proyecto exigente superador.Porque«masarebelde»— «Eso es precisamentetener obliterada herméticael alma. En este caso se trata de hermetismo intelectual» (ibid).Y por lo mismo> ante la cuestiónde quéhacer>quién manda,piensael filósofo que«la rebelión de las masases una y misma cosacon ladesmoralizaciónradical de la humanidad»s~.

La primeradenunciade estarebeldíaquerechazaOrtegaes,pues,ese hermetismoen su pequeñezni tener en cuenta nadie ni hacercasode ningunasugerenciaquepudieraserprovechosa.Por lo mismoque mandar no es primeramente imponer algo a los demás> sinoseñalartarea>dar que hacerpara que cadauno hagasu camino> larebeldía,en cambio, consisteante todo en negarsea aceptarsu des-tino, a obstinarse en contra de si mismo. Así leemos: «Pretenderla masa actuar por si misma es> pues, rebelarsecontra su propiodestino,y como eso es lo que hace ahora> hablo yo de la rebeliónde las masas.Porquea la postre, la únicacosaque sustancialmente

m Ob. cit., IV, p. 186.5’ Ibid., p. 231.

38 Luis JiménezMoreno

y con verdadpuedellamarserebelión es la queconsisteen no acep-tar cadacual sudestino,en rebelarsecontrasí mismo...

Rebeldía,seentiendeaquí,pues,cuandouno secierra en si mismo>sin abrir su horizonte hacia metas que alguien pueda haber descu-bierto, obstinándoseen imponer su deseo,no vive otra relación conlos demásqueel enfrentamiento>el rechazoy su acción directahastael linchamiento.

La aperturadel mandoefectivo ofrece una relación muy distinta>cuandoes «ejercicio normal de la autoridad»W El mandode verdadque se ejerce en esa orientación de opiniones para la convivenciaen la situación de cadauno, de un grupo, de un puebloen una épocay, por esto, la reflexión de Ortega y Gassetse detieneen el cursode la culturaen el ejerciciode mandoy autoridadque ejerceEuropa,en su circunstancia y desde la perspectivahistórica, teniendoa lavista su tarea> que evite, en todo caso, «la nada histórica» ‘~ comoocurriría con aquellos que «al rebelarse,se quedan sin tarea, sinprogramade vida». Es la conclusiónde nuestrofilósofo> - cuandoes-

cribe: «Europahabía creadoun sistema de normas cuya eficacia yfertilidad han demostradolos siglos. Esasnormas no son> ni muchomenos, las mejoresposibles.Pero son, sin duda> definitivas mientrasno existan o secolumbrenotras.Parasuperarlases inexcusableparirotras. Ahora los pueblos-masahan resueltodar por caducadoaquelsisteffi~ de normas que es la civilización eurpea, pero como son inca-pacesde crearotro, no saben qué hacer,y para llenar el tiempo seentregana la cabriola.

Esta es la primera consecuenciaque sobrevienecuando en elmundodejade mandaralguien: que los demásal rebelarsese quedan.sin tarea, sin programa de vida» ~‘.

~3 <Por mando no se entiende aquí primordialmente ejercicio de podermateria], de coacción física... Convienedistinguir entre un hecho o procesodeagresión y una situación de mando. El mando es el ejercicio normal de laautoridad. El cual se funda siempreen la opinión pública; siempre,comohacediez mil años,entre los inglesescomo entre los botocudos.Jamásha mandadonadie en la tierra nutriendo su mando esencialmentede otra cosa que de laopinión pública» (Ob. cit., IV, p. 232).

~ «¿Cómoha de entenderseestepredomnio?La mayor parte de los hombresno tiene opinión, y espreciso queéstale vengade fuera a presión,como entrael lubrificante en las máquinas.Por esoes precisoque el espíritu —sea el quesea.—tengapodery lo ejerza,paraque la genteque no opina —y es la mayo-ría— opine. Sin opiniones, la convivenciahumanaseríael caos; menosaún: lanáda histórica. Sin opiniones, la vida de los hombrescarecería de arquitec-tura, de organicidad.Por eso, sin un poder espiritual, sin alguien que mande,y en la medida que ello falte, reina en la humanidadel caos- Y parejamente,todo desplazamientode poder, todo cambio de imperantes,es a la vez uncambio de opiniones,y consecuente,nadamenos que un cambio de gravitaciónhistórica» (Ob. cii., IV, p. 234).

~ Ibid., p. 238.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones..- 39

Ahí hemos de sentar>ante todo, las basespara establecerla in-terrelación mando-rebeldía>con referencia clara a cuanto llevamospropuestoacercade hombrede seleccióny hombre-masaen la socie-dad que se encuentrany> ajustándolomás, en cada generación.

Desdeel reconocimiento de la vida como realidad radical queesposible realizar en esa vida y haciendoconstarlos factoresque ele-ven, que realcen esos modos de vida y, por tanto, quienes abrany posibiliten engrandecedoraspautas de vida, porque la negaciónmás completade la vida y de su historia es no saber qué haceryactuara ciegas,sin saber,chocandoobtusamentecuerpoa cuerpoyno aupándosecon el entrelazadode opiniones.

Es una terrible amenaza,perderseinútilmente en el vacio, por-que «Sin mandamienosque nos obliguen a vivir de un cierto modo,quedanuestravida en pura disponibilidad. Estaes la horrible situa-ción íntima en quese encuentranya las juventudesmejoresdel mun-do. De puro sentirse libres> exentasde trabas> se sienten yacios.Una vida en disponibilidad es mayor negaciónde sí misma que lamuerte». Porque vivir es tener que hacer algo determinado...»Esta reflexión nos trae Ortegasugeridapor la etimologíade mandar.

Tenemos,pues,que saber,como antídoto de todo vacío, para se-guir viviendo, hacia adóndepuede abrirse el horizonte y esto nosllama de nuevo a la conciencia de responsabilidad.«Hoy se hacemenestersuscitaruna hiperestesiade la responsabilidaden los queseancapacesde sentirla, y parecelo más urgentesubrayarel ladopalmariamentefunesto de los sistemasactuales»~. Que Ortega loreclama> porque «es preciso evitar el pecado mayor de los quedirigieron el siglo xix: la defectuosa conciencia de su responsa-bilidad, que les hizo no mantenersealerta y en vigilancia». Habien-do reconocidoanteriormente: «La rebelión de las masaspuede, enefecto> ser tránsito de unanuevay sin par organizaciónde la huma-nidad, pero también puede ser una catástrofeen el destino hu-mano»

Vemos, pues, la disposición a no desecharcomo nefasto todoslos nuevos acontecimientospor el hecho de habersefacilitado la ge-neraciónde ciertos modo de vida> sino quea lo quehay queatenderes a descubrirquégénerosde vida> qué posibilidadesse abrenparacadauno y para la sociedaden una convivenciaque pudiéramoslla-mar culta.

56 Ibid., p. 239.

40 Luis JiménezMoreno

Voluntad de convivencia

Sobrela cuestiónde convivenciaen todo tipo de relacionessocia~les existe abundantebibliografía que estudia la doctrina socio’polI-tica del filósofo madrileño,quien, a su manera,tantaprestanciatuvoen fa política españoladurantelas décadasde los años20 y de los 30.

Aquí hemos de atenderbrevementea la situación de hombre deselección,hombre-masa,en su interrelaciónespecial de mando y re-beldía, para convivir en sociedad,que es la única manerahumanade vivir. «Y es que para estos pueblos llamados europeosvivir hasido siempre —claramentedesde el siglo xi, desde Otón III— mo.verse y actuaren un espacioo ámbito común. Es decir> que paracada uno vivir era convivir con los demás.Esta convivenciatomabaindiferentementeaspectopacifico o combativo»~.

En paz o en combate,los estímulosy las realizacionestienenlu-gar en el tener quevivir juntos para vivir, cada uno su vida. ¿Cómose hace efectivo el mando,cómo la rebeldía?¿Cómo se favorecelaactividad vital, cómo se impide todo despejehacia adelante?«Porun lado, si esavida mía, quesólo a ml me importa,no es entregadapor ml a algo, caminaría desvencijada>sin tensión y sin «forma».Estos años asistimos al gigantescoespectáculode innumerablesvi-dashumanasquemarchanperdidasen el laberinto de sí mismasporno tener a qué entregarse.Todos los imperativos>todas las órdenes,

60han quedadoen suspenso» -

La vida aislada de cada uno iría perdida «desvencijada»,mien-tras que adquierefuerza y sentido al convergerunos y otros parala acción en común que a muchos impulsa. No por aborregamientomasivo sin decisiónpropia, sino en la exigencia>que es apremio,altener queaportaruno algo en beneficio de otros y la realizacióndetodos, no sólo es posible y mejor, sino que redundaademásen elbien hacery sentirsebien de cada uno.

«Por eso, si miramos por dentro cada uno de esos trabajos dela civilización que acabode enumerar,hallaremosunamisma entra-ña en todos. Todos, en efecto> suponenel deseoradical y progresivode contar cada personacon las demás. Civilización es, antes quenada,voluntad de convivencia. Se es incivil y bárbaroen la medida

5~ Ibid, p. 117. Prólogo para franceses.60 Y continúa Ortega: ¿~. El egoísmo es laberíntico. Se comprende.Vivir

es ir disparadohacia algo, es caminarhaciauna mcta. La mcta no es mi cami-nar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo estáfuerade ella, más allá. Si me resuelvoa andarsolo por dentro de mi vida, egoísta-menteno avanzo,no voy a ningunaparte; doy vueltasy revueltasen un mismolugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada,que se pierde ensí mismo, de puro no ser más que caminarpor dentro de sí.. (Ob. cit., IV,p. 243).

Concienciade la exigenciapersonady de las relaciones... 41

en que no se cuentecon los demás.La barbarie es tendenciaa ladisociación»61

La afirmación de que «civilización es, antesque nada> voluntadde convivencia»la hace provenir Ortega de la propia idea de civis,el ciudadano.La comprensióndel modo de ser ciudadanohacerefe-rencia> sin duda, a «trámites> normas,cortesía,usos intermediarios,justicia> razón».Todo eso y las múltiples complicacionesy enredosque puedallevar ponerlo en práctica hace queel filósofo descubrasu frente originaria en una voluntad básica de convivencia en eldespertarde la humanidad.Pero Ortegahabla de voluntad, que ma-nifiesta querer>estardispuesto,exigirse uno para poner de su partecuantole lleve a convivir, sin confundirsepasivamentearropadoporla confusión innominadade la multitud.

En la vida civilizada> cuandoel hombrevive y se siente ciudada-no> viene a ponersede manifiesto la apertura del hombre de selec-ción frente al hermetismode la masa, el comportamientoegoísta-mentecerradodel hombre-masa.

Si bien podemossituar la voluntad de convivenciaa la base dela constituciónde los pueblosy de los modos de vida que ellos cul-tivaron, Ortega sugiereasimismoun análisis histórico de las socie-dades, intentando descubrir la fecundidado precariedadhumanade su convivencia en cada época. Tanto como el hombre-masa«sin-tiéndosevulgar, proclama el derechoa la vulgaridad y se niega areconoceriniciativas superioresa él. Era natural que si esemodo deser predomina dentro de cada-pueblo> el fenómeno se produzcatambién,cuandomiramos el conjunto de las naciones.También hay,relativanente,pueblos-masaresueltos a rebelarsecontra los gran-despueblos creadores,minorías de estirpeshumanasque han orga-nizado la historia»‘~.

La rebelión en los hombresy en los pueblos,cuandoOrtega ladenunciay la rechaza>hay que notarlo, que es precisamenteno poraquello queél reconocecomo subidadel nivel histórico, sino porque«el hombre-masa,sintiéndosevulgar. proclamael derechoa la vul-garidady se niegaa reconoceriniciativas superioresa él» y, parale-lamente, porque «tarfibién hay pueblos-masaresueltos a rebelarsecontra los grandespuebloscreadores>minorías de estirpeshumanasque han organizadola historia».

Por todo ello es preciso tener muy presentela «rebelión» queOrtegadescribey la razón por la que la desecha,porqueno respon-de a las característicasy a las exigenciasdel hombrede selección,que se cumple e~tadisticamenteen los menos, esa minoría selecta

61 Ibid., p. 191.~ Ibil, pp. 237-238.

42 Luis JiménezMoreno

de hombresy esa accióncreadorainnovadorade pueblos en la His-toria.

Ciudad-Sociedad-Estado

La convivencia de cada día, y a lo largo de los tiempos, ha idoteniendo organizacionesdeterminadasen cada civilización, y ate-niéndonosa estapalabrano siemprese ha mantenidoel civis, autén-tico ciudadano.en la constitucióndel Estado. Esa relación hombrede selección-hombre.masa en la convivencia, que llega a estar fuer-temente estructuradaen estados, ¿permite la espontaneidady exi-genciade la seleccióno terminapor apretara todos en la necesidadde comportarsecomo hombre-masa?

Ortega y Gasset no quiere reducirse a la segunda alternativa.Por esto pone en primer lugar su sugerencia: «El Estadocomienzapor seruna obra de imaginación absoluta»~. Para manteneral ciu-dadanocomo hombre asociado,pero no sometido, es preciso reco-nocer que siga contando la imaginación cuando una sociedad seorganiza.Por lo cual Ortegarecurre a la Historia de la formaciónde modos de vida en Occidentey encuentraesa puestaen juego dela imaginación cívica para la organizaciónen la ciudad de los grie-gos y de los romanós.«Griegosy latinos aparecenen la historia alo-jados,como abejasen su colmena, dentro de urbes, de polis» M~ yla significación primera de estasagrupacioneses precisamentereco-nocerlas como espacio de encuentropara funciones públicas. «Lapolis no es primordialmente un conjunto de casas habitables, sinoun lugar de ayuntamientocivil, un espacioacotado para funcionespúblicas. La urbe no está hecha como la cabañao el domus, paracobijarse de la intemperie y engendrar,que son menesterespriva-dos y familiares> sino para discutir sobre la cosapública»~.

Esta vida en ciudad, ocupándoselos hombres unos con otros,sin que estén únicamentependientesdel campo, de las plantas,delos animalesdomésticos,hace pensara Ortega que la ciudad resultaprecisamentede la decisiónque él llama synoikismoscomo volun-tad de ir a vivir juntos. Todo lo cual nos lo refiere así: «Con rarainsistencia,en el estratoprimario y más hondo de su memoria con-servan los habitantesde la ciudad grecolatina el recuerdo de susynoikisnzos.No hay, pues> que solicitar los textos; basta con tra-ducirlos. Synoikis,-hoses acuerdode irse a vivir juntós; por tanto,ayuntamiento,estrictamenteen el doble sentidofísico y jurídico deeste vocablo. Al desparramamientovegetativopor la campiñasucede

~ Ob. cit., IV, p. 253.“ Ibid., p. 249.~ Ibid., p. 250.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones... 43

la concentracióncivil en la ciudad. La urbees la supercasa,la supe-ración de la casao nido infrahumano, la creación de una entidadmás abstractay más alta que el oikos familiar. Es la república, lapolítica, queno se componede hombresy mujeres,sino de ciudada-nos»~. Este fenómeno lo recorre de Grecia a Roma, también enAfrica del Norte con Cartagoy modernamenteen Italia y hasta enla propensiónal cantonalismodel Levante español.

La voluntad de convivencia hacia una constitución humanista,humana,del Estadopasa por esa coincidenciaqueriday, de algunamanera,programadapara actuaren común, sin dejar de ser cadauno. Esto puede que no siempre,casi nunca me atreveríaa decir,se haya conseguido satisfactoriamente.Pero en esa tarea de con-vivir y actuar beneficiosamentejuntos ha de ejercerse también latarea de reflexión y crítica. Por esto Ortega llama enérgicamentea la imaginación para no decaer,para no fomentar el imperio libe-rador y engrandecedorde los hombresque aciertana saber llevarloa cabo en la convivencia.«No hay creaciónestatal si la mente deciertos pueblos no es capaz de abandonarla estructura tradicionalde una convivenciay, además>de imaginar otra nunca sida. Por esoes auténticacreación.El Estadocomienzapor ser una obra de ima-giríación absoluta.La imaginaciónes poder liberador queel hombretiene. Un puebloes capazde Estadoen la medida en que sepaima-ginar. De aquí que todos los pueblos hayan tenido un límite en suevolución estatal,precisamenteel límite impuestopor la Naturalezaa su fantasía»“.

Si Ortegapreguntaen la segundaparte de La rebelidn ¿quiénmandaen el mundo?,y manifiesta repetidamentesu empeñode queno se le lea aquí con intención política> está claro que está descu-briendounas leyes de la dinámica históricay social que repercutanen el modo de sery vivir de los hombres,que se manifieste en lacalidad de cultura que viven y crean. Aquí parece reconocerque labasede esacultura para una vida elevadaefectivamenteválida debecifrarse en organizaciónsocial> en el Estado,que sea convivenciasinaminorarla vida propia> que abrapara su realizaciónlas posibilida-des expansivasa que puedetender la vida espoleadapor su imagi-nación> haciendosiemprepie en la Naturaleza,pero advirtiendo queesta naturalezano es algoestático,sino fuerzavital> y por lo mismola convivencia no tiene por qué reducirse a mimetismo estático,sino a desarrollardinámicamentela fuerza de vida por la imagina-ción en el encuentro.

“ Ibid., p. 251.67 Ibid, p. 253.

44 Luis JiménezMoreno

El Estado-proyecto

Desde la afirmación•filosófica de la vida como realidad radical>eldinamismoha de imponerseal estatismotambiénen elsaber,pueslavida no se nos da hecha~sino que vida es quehacer,la vida humanaes tenerquehacérsela~. Así pues,la vida humana,el hombreno esalgo que pueda venir definido por «su naturaleza»,sino que hacey se hace en la Historia, «el hombreno tiene naturaleza,tiene his-toria» ~. He traído estasalusionesporque se hacenvaler tambiénenla concepciónque Qrteganos presentadel Estado,para que los ciu-dadanossigan,teniendo su tarea en su constitución. Primeramenteevitando la obstrucciónnegativaque puede ofrecer el Estado a laespontaneidadindividual, cuando el filósofo escribe sobre «El ma-yor peligro> el Estado»,haciendonotar: «... Este es el mayor peligroque hoy amenazaa la civilización: la estatificación de la vida, elintervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidadsocial por el Estado; es decir, la anulaciónde la espontaneidadhis-tórica> que en definitiva ~ostiene, nutre y empuja los destinos hu-manos»

En esta dimensión dinámica, de mantenerla «espontaneidadso-cial» para los ciudadanos>es decir, que éstos mantengansu capaci-dad dé quehacerhistóricamente,su «espontaneidadhistórica», sehaceprecisáponer todos los ‘medios para evitar la actitud del hom-bre-masaante el Estado: «.. lo ve, lo admira, sabe que está ahí>asegurandosu vida; pero no tiene concienciade quees una creaciónhumana,inventadapor ciertos hombresy sostenidapor ciertas vir-tudes y supuestosque hubo ayer en los hombresy que puedeeva-porarsemañana.Por otra parte, el hombre-masave en el Estadounpoder anónimo, y como él se siente asimismo anónimo —vulgo—,cree que el Estadoes cosa suya. Imagíneseque sobrevieneen lavida pública de un país cualquier dificultad, conflicto o problema;el hombre-masatenderáa exigir que inmediatamentelo asuma el

68 ¿El existir mismo no le es dado «hecho»y regalado como a la piedra,sino que, al encontrarsecon que existe, al acontecerleexistir, lo único que en-cuentrao le acontecees nQ tenermás remedioque hacer algo para no dejarde existir. Esto muestraque el modo de la vida ni siquieracomo simple exis-tenciaes ser ya, puestoque lo único que nos es dado y que hay cuandohayvida humanaes tenerque hacérsela,cadacual la suya.La vida es un gerundioy no un participio: un faciendumy no un factum. La vida es quehacer.Lavida, en efecto,da mucho que hacer.»Ob. cit., VII, PP. 32-33; Ha. comosiste-ma, VII.

69 «Las experienciasde vida hechasestrechanel futuro del hombre. Si nosabemoslo queva a ser, sabemoslo queno va a ser.Se vive en vistadel pasado.

En suma, que el hombre no tiene naturaleza> sino que tiene... historia.O, lo que es igual: lo que la naturalezaes a las cosas,es la historia —comores gestae—al hombre.» Ibid., p. 41; H.ca., VIII.

‘~ Ob. cit., IV, p. 225.

Conciencia de la exigenciapersonaly de las relaciones.. 45

Estado, que se encarguedirectamentede resolverlocon sus gigan-tescose incontrolablesmedios»~‘.

La llamadaal hombrede selecciónen la constitución de la con-vivencia necesaria,que debe ser el Estado,es a seguir exigiéndoseel planteamientode los problemasque surjan en las dificultadeso en la realizaciónde las posibilidadesy aportar la espontaneidadeficaz de cada uno en el conjunto, sin dejar caer anónimamente,irresponsablemente,cuanto su preocupaciónpudieraaportar de ocu-pación valiqsa. Por todo ello el Estado es> ante todo, proyecto, demayor alcanceque las realizacionesque conlíeva la vida en ciudad:«¿Cómo podían formar un Estadohombres que no viven en unaciudad? ¿Quégénerode unidad era ésa,tan sutil y como mística?

Repito una vez más: la realidad que llamamos Estadono es laespontáneaconvivenciade hombresque la consanguineidadha unido.El Estadoempiezacuandose obliga a convivir a gruposnativamen-te separados.Esta obligación no es desnudaviolencia, sino que su-pone un proyecto incitativo, una tarea común que se propone a losgruposdispersos.Antes que nada es el Estadoproyecto de un hacery programa de colaboración. Se llama a las gentes para que juntashagan algo» ~. No será humanamenteunión en el Estado forzadapor «desnudaviolencia», sino «obligación» en cuanto «proyectoin-citativo, una tareacomún».

Más adelante llega a hablamos de «invitación» para «organizarun cierto tipo de vida en común». «El Estadoes siempre,cualquieraque sea su forma —primitiva, antigua, medieval o moderna—, lainvitación que un grupo de hombreshace a otros gruposhumanospara ejecutarjuntos una empresa.Esta empresa,cualesquieraseansus trámites intermediarios, consiste a la postre en organizar uncierto tipo de vida común. Estadoy proyecto de vida> programa dequehacero conductahumanos,son términos inseparables.Las dife-rentes clases de Estadonacen de las manerassegún las cuales elgrupo empresarioestablezcala colaboracióncon los otros»‘~.

Las característicasde hombrede selección,hombremasa,se pro-longan proyectivatnenteen el modo de ejercersu personalidadpro-pia cada unoal cooperaren realizaralgo en comúny> como supremaconexión de confluencias;la ordenaciónde la convivencia en el Es-tado,que no sólo permita, sino que esa situación estimule y ampliela capacidadde éxigencia y realizaciónde cada cual y asimismo im-pida y evite la pasividad opresiva e inoperante de la vulgaridadpropia del hombre-masa.

~‘ Ibid.~ Ibid., p. 258.‘3 Ibid., p. 263.

46 Luis JiménezMoreno

‘Esa mira a la tarea, al proyecto, le hace reconocerla conexiónentre ciudadanosen un Estadoque mira anteshacia un futuro quea la consolidaciónde afincarseen el pasado>aunquetambiénla his-toria sida sea condición necesariade cuanto vaya a ser. Bajo éstasconsideracionesno acepta como expresión válida la definición deRenan, ampliamenterepetida, que Ortega recoge: «Tener gloriascomunesen el pasado,unavoluntad común en el presente;haberhechojuntos grandescosas,querer hacerotras más; he aquí las condicio-nes esencialespara ser un pueblo... En el pasado,una herencia deglorias y remordimientos;en el porvenir> un mismo programaque

74realizar.. La existenciade unanación es un plebiscito cotidiano» -

La -fortuna de tal sentencia,Ortega se la atribuye a la gracia de lacoletilla, pero no es plenamenteaceptableporque pone la consis-tencia a núestraespalda,antes que llamando a una tarea.

Por todo ello contraponeOrtega: «Al defender la nación defen-demosnuestromañana,no nuestroayer»’3. Esto lo aplica con aten-ción especiala los pueblos de Centro y Sudaméricacon España‘tdondefalta «el futuro común». Su expresiónviene formulada así:«Veo, pues,en el Estadonacional una estructurahistórica de carác-ter plebiscitario.»

Las reflexionesdel filósofo Ortega y Gassetsobrecuestionesso-ciales sacana luz propuestasde atendera las líneas organizativasde con-vivencia> en las cuales se estimulen y enriquezcanlas fuer-zas potencialesde la vida humana,de cada hombre, como ciudada-no, sin entrar en las formas concretasde gobiernoy reglamentacio-nes particularesde cada país, Las circunstanciassociopolíticasquele toca vivir en la primeramitad del siglo xx en Europay le muevena significar el liberalismo, como estilo de vida preferido por él parauna convivencia culta entre los hombres.

Todo ello hace que el filósofo madrileño se oponga a la imposi-ción violenta y se admire de que no se acepte«¡convivir con el ene-migo! ¡Gobernarcon la oposición!»y sienta lo que entiendeél como«la forma que en política ha representadola más alta voluntad deconvivencia> que es la democracialiberal. Ella lleva al extremo laresolución de contar con el prójimo y es prototipo de la «acciónindirecta». El liberalismo es el principio de derechopolítico según

“ Véaseibid., p. 265.~ Ibid., p. 266.76 <Con los pueblosde Centro y Sudaméricatiene Españaun pasadocomún,

razacomún, lenguajecomún y, sin embargo,no forma con ellos una nación.

‘Porqué?Falta sólo unacosa que por lo visto es la esencial:el futuro común.

spaña no supo inventar un programa de porvenir colectivo que atrajeseaesosgrupos,zoológicamenteafines. El plebiscitofuturista fue adversoa España,y nada valieron entonceslos archivos, las memorias, los antepasados,la<patria». Cuando hay aquello, todo esto sirve como fuerzas de consolidacién;pero nada más.» Ob. cit., IV, p. 267.

Conciencia de la exigenciapersonaly de las relaciones.- - 47

el cual el Poderpúblico, no obstanteser omnipotente,se limita asi mismo y procura,aun a su costa> dejar hueco en el Estadoqueél impera para que puedanvivir los que ni piensanni sientencomoél, es decir> como los más fuertes, como la mayoría. El liberalismo—conviene hoy recordar esto— es la suprema generosidad: es elderechoque la mayoríaotorgaa las minoríasy es> por tanto, el másnoble grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión deconvivir con el enemigo; más aún, con el enemigo débil. Era inve-rosímil que la especiehumanahubiesellegado a una cosa tan boni-ta, tan paradójica,tan elegante,tan acrobática,tan antinatural..Poreso no debesorprenderque prontamenteparezcaesa misma especieresueltaa abandonarla.Es un ejercicio demasiadodifícil y compli-

77cado para que se consolide en la tierra» -

Si el proyectoconjunto en la convivenciaha de reconocersecomo«obligación» y no mediante«desnudaviolencia» hasta el punto de«convivir con el enemigo» y también con «el enemigodébil»> que escuanto nuestro filósofo invoca con «el liberalismo» como «la supre-ma generosidad»y, cómo no, la forma más exigentey elevadoradelmodo señorialde vida humana.Con todo esto, aparececlaro que enla relación interpersonal, entre los hombres de selección y entrehombre de selección>hombre-masa,cuya contraposiciónen la diná-mica histórica constituye «una ley de la física social> mucho másinconmovible que las leyes de la física de Newton», ya antesaludi-do, no se trata de exclusión> rechazoo aplastamientode las masaspor su rebeldía, sino antes de todo, el imperio del filósofo consisteen esclarecercómo esa interrelación,en todas las direccionesy bajocualquier dimensión conexionadaen la necesariaconvivencia supre-ma en el Estado,da lugar a la elevación del modo de vida en suquehacerhistórico, o, por el contrario, obstruye toda exigenciaqueproyecteel esfuerzopor seguirsiendocadavez algo superior,en vezde achatarsepor la «acción directa» sin horizontes futuristas, go-zando toscamentede la vulgaridad cada generaciónmás ciega eimproductiva.

Propuesta final

A modo de conclusión podríamosaludir, muy brevemente,a laplasmaciónque el propio Ortega nos hace de esta interrelación deconvivencia cuando él sugiere «el origen deportivo del Estado» ycuando descubreel desmembramientode lo que fue Españay quéimpedimentossurgenen contra de una gran empresacon futuro enEspaña invertebrada

77 Ibid., PP. 191-192.

48 Luis JiménezMoreno

Ortegainvoca «el podercreadorde naciones»como un quid divi-num, y viene a señalar «ese talento nacionalizador78afirmando que«es un saberquerer y un sabermandar».

No podemosdetenernosindefinidamenteen este asunto>pero síconviene contraponer aquí> frente a las críticas irónicas que se lehacena Ortega, cuandose alude a «el origen deportivo del Estado»mirándolo con intención política> cómo las consideráciodesdel filó-sofo nos hacen reflexionar primeramentesobre «la faceta social»~,

los hombresy la sociedad>antes que los propósitosde intervencióndirecta.

Por ello, su primer propósito es no reconocercomo explicaciónválida cualquiera que se dé por el utilitarismo. No sería la presiónpor subvenir a las necesidadesmínimas de subsistencialo quedaríalugar a la creaéiónde naciones,puestoque «la utilidad no crea> niinventa, simplemente aprovechay estabiliza lo que sin ella fue

69

creado» -

Con estos principios el filósofo mira la realizaciónde la historiay de la vida, porque «al hacer la historia de toda existenciavivientehallaremossiempreque la vida fue primero una pródiga invenciónde posibilidadesy luego una selección entre ellos que se fijan ycomo solidifican en hábitos utilitarios».., y piensa que «estaabun-dancia de posibilidadeses el síntomamás característicode vida pu-jante, como el utilitarismo> el atenersea lo estrictamentenecesario,al modo del enfermoque ahorra movimientos,es el síntomade de-bilidad y de vida menguante»~‘.

Esa primacía de la «actividad originaria creadora>vital por ex-celencia» frente a otra «de carácterutilitario», le lleva a recogerdatos de los antropólogos> encontrandocomo explicación que «esuna de las fuerzasdecisivasen el alma del adolescente,que no hacesino aumentarseen la plena juventud, el apetito de convivir conotros muchachosde su edad»y> enel mismo ámbito> uniendoen esafuerza juvenil aventuray sexo, «vemosque la primera sociedadhu-mana, propiamentetal, es todo lo contrario que una reaccióna ne-cesidadesimpuestas.La primera sociedades esta asociación de jó-venespara robar mujeresextrañasal grupo consanguíneoy dar cima

78 « Sería de gran interés analizar con alguna detenciónlos ingredientesdeese ta1ento nacionalizador.En la presentecoyunturabasta, sin embargo, conque notemosque es un talento de carácterimperativo, no un saber teórico,ni una rica fantasía,ni una profunda y contagiosaemotividad de tipo reli-gioso. Es un sabery querery un sabermandan»Ob. CiÉ, III, p. 55.

‘~ «Como luego verá el lector, no se trata exclusivamente,ni siquieraprinci-palmente,de directoresy dirigidos en el sentidopolítico; esto es, de gober--nantesy gobernados.Lo político, repito, es sólo una faceta de lo social.»Ibid., p. 95, nota.

~ Ob. ciÉ, II, p. 609.SI Ibid., II, pp. 610-611.

Conciencia de la exigenciapersonal y de las relaciones.. 49

a toda suerte de bárbarashazañas.Más que a un Parlamento oGobierno de severosmagistrados>se parecea un Atlétic Club. Diga-me el lector si es tan excesivocomo en un principio pudo parecerleproclamar el origen deportivo del Estado»~. Se suma este filósofoal reconocimientode la exogimia de las. prohibicionesancestrales>como condicionamientosde la formación posterior de las socieda-des> Ortegave estamáximaempresaque es la formación de nacionesen «el Estado»como la mejor prueba de «la fecundidad creadoraresidenteen la potenciadeportiva. No ha sido el obrero, ni el inte-lectual, ni el sacerdotepropiamentedicho, ni el comerciantequieninicia el gran procesopolítico; ha sido la juventud, preocupadadefeminidad y resuelta al combate; ha sido el amador, el guerreroy el deportista»~

Todo esto no se quedaen la dispersión o despilfarro aventurerode las energíasjuveniles agrupadas,sino que han posibilitadoy handado lugar a creacionesde modos de vida en común, que fueroncaracterizándosepor una cultura que les facilitaba su vida parasatisfacernecesidadesy les exigía nuevasmetas intentadascada día,o cada generación,si aquella fuerza había de mantenereficazmenteel vigor que les hizo fuertesy les impulsó a consolidar su vida encomún satisfactoriapor las conquistas y las realizacionesque lle-varon a cabo.

Mirando históricamenteesosprincipios> en los puebloscuya cuí-Ura ha sido fecundary se ha proyectadoa otros pueblosy se hamantenido largo tiempo vigorosa> Ortega quiere reconocer que esemantenimientode una vida en común vigorosa y satisfactoriase hafundado,cuandoen ella se ha ejercido «el don de mando»,no comoavasallamiento,ni opresión> sino como apremio mantenido eficaz-mente para las mejores realizaciones,poniendo a la vista las tareasque los convecinospodíany queríanacometer.

Así nos lo describeel filósofo, sin olvidar sus alusiones históri-cas: «Si un exceso de agudezae inquietud intelectual —forzoso esreconocerlo, porque la historia nos lo demuestrareiteradamente—descompone,como un alioli, el Estado,llega éstea su mayor solidezy perduración cuando un pueblo moderadamenteinteligente poseecierto extraño y nativo don de mando. Este fue el caso de Roma,como hoy lo es de Inglaterra»M Esto escribía Ortega en 1924.

Pero hemos de considerar asimismo cómo puede ejercerseestemando,cuál es su modo y su tarea,para que llegue a serun Estadoválido que posibilite la convivencia enriquecedorade los ciudada-nos. Como principal expresión a este respecto podemos leer sobre

~ Ibid., II, pp. 614 y 617.618.~3 Ibid., II, p. 619.*4 Ibid., II, p. 620.

50 Luis JiménezMoreno

«el talentonacionalizador»que «esun saberquerer y un saberman-dar»: «Ahora bien; mandarno es simplemente convencerni simple-menteobligar> sino una exquisita mixtura de ambascosas.La suges-tión moral y la imposición material van íntimamente fundidas entodo acto de imperar» -

En todo acto de «imperar» han de mantenerseunidas «imposi-ción material» con «sugestión moral»; no será, pues, nunca factorcreador, fecundamenteorganizador> la imposición por la fuerza físi-ca si no es capaz de despertarcredibilidad y, a su manera,el entu-siasmo moral en quienes han de sumarse al engrandecimientodeesa accion.

Por lo mismo, cuando esa fuerza e imaginación de proyecto noencuentra límites> podrá ensancharsecada vez más ampliamente,pero nunca a solas, sino siendo capaz de despertarla voluntad departicipación en otros que ellos mismos se sientanartífices y, a sumanera,beneficiariosde lo que entre todos puedenconseguir. Estopuedeaplicarse a las grandesnacionesque no se han hecho desdedentro, sino desdefuera, incluyendoa su quehacera los demás.«LaEspaña una naceasí en la mente de Castilla, no como una intuiciónde algo real —Españano era, en realidad,una—, sino como un idealesquemade algo realizable, un proyecto invitador de voluntades>unmañanaimaginario capazde disciplinar el hoy y de orientarlo> a la

86

maneraque el blanco atrae la flecha y tiendeel arco’>Lo queveníamosanalizandoen la relación social de hombresde

selección,hombres-masa,cuando en la filosofía orteguianatanta im-portancia tiene el proyecto\‘ital humano, se hace también presenteen las naciones«un proyecto incitador de voluntades»,aquí lo atri-buye a Castilla, como en otra ocasión se habíareferido a Inglaterrao a Roma.

No intentamos hacer historia, aunque es preciso contar con laenseñanzade sus acontecimientos.Lo que apuntamos es el factorde mando en la relación social para la convivencia y que no puedeser indiferente ese ejercicio, ni mucho menos que pueda atribuirse«mando»a quienesno son capaceso no ponenen ejercicio ese«idealesquemade algo realizable» que haceaparecera la vista «un mañanaimaginario capazde disciplinar el hoy y de orientarlo».

Por eso se mantienetambién aquí la preguntade «¿quiénman-da?»,paraapuntarhaciaadondese dirigirá un pueblo, si es que sehaceposible la convivenciafructífera, y en el pensamientode Ortega•hay un papel importante para cada uno, tanto para la masa comopara la minoría directora: «Tal vez no haya cosaque califique más

‘ Ob. cit, III, p. 55.86 Ibid, p. 62.

Concienciade la exigenciapersonal y de las relaciones... 51

certeramentea un pueblo y a cada época de su historia como elestadode las relacionesentre la masay la minoría directora»...«Unhombreno es nunca eficaz por sus cualidadesindividuales, sino porla energíasocial que la masa ha depositadoen él. Sus talentos per-sonales fueron sólo el motivo, ocasión o pretexto para que se con-denaseen él ese dinamismosocial»~‘

Vemos,pues,quepara la construcciónde una sociedadse requie-re el dinamismoy la inquietud en todo ciudadano y la «rebeldía»viene a entorpecertoda acción engrandecedora,cuandofomenta losmodos que vienena obstruir la aportacióntanto de los talentos>ensu imaginacióny sugerenciasrealizables,como en los incapacesporsi mismos, para beneficiarsede las propuestasimaginativas que seles hacen,con los que potenciaríanal máximo sus propios recursos.En este sentido aparecetambién la expresión,a modo de queja, «laausenciade los mejores”, en parte porque no se les reconoce,peroen complicidad con éstos, porque sus talentos no se ejercitan en lasociedad,al no sentirseestimuladosni reconocidos.«Se trata de unaextremadaatrofia en que han caído aquellas funcionesespiritualescuya misión consisteprecisamenteen superarel aislamiento,la limi-tación del individuo, del grupo o de la región. Me refiero a la múlti-ple actividad que en los pueblos sanossueleemplear el alma indi-vidual en la creación o recepción de grandesproyectos, ideas y va-lores colectivos’>~.

Se hace imprescindible que existan «grandesproyectos, ideas yvalores colectivos’>, pero no en abstracto,sustantivadosde algunamanera, sino haciéndosevaler entre los hombres por «la creacióno recepción». Estas dos funciones en alternativa que ejercerán loshombresse hacennecesariasunay otra y su ejercicio es alternativopor unos y otros hombres,hastael punto que puededarsediferentefunción en cada uno segúnal tipo de «proyecto, idea o valor quese refiera».

Ser creador o receptar no se dará,pues,omnímodamenteen unopara todos los proyectos> ideas o valores,y será impedimento,fo-mentarála ausenciade los mejores,cuando no se ejerza adecuada-menteconformeal modo que ha de corresponderleen cadacaso.

Esto nos lleva, como consideracionesúltimas en nuestro reduci-do estudio,al reconocimientode la interacción social, sin que nadiepueda realizar plenamentesu proyecto,a no serque los demás tam-bién intervenganen su realización. Por todo ello, si Ortega se en-cuentra incómodo con lo que él denomina «rebelión de las masas”,tampocopretendeen modo alguno el conformismoapáticodel some-timiento pasivo.

87 Ibid., p. 91.~ Ibid.. pp. 89-90.

52 Luis JiménezMoreno

• Cadauno de los ciudadanosdebeestar dispuestoa desempeñaractivamente su papel en el campo que le corresponda>pudiendoafirmar quetodos somosnecesarios>porque los que se diñan «gran-des hombres»por sí solos no serian capacesnaturalmente de fra-guar la convivencia de una sociedad. «Es completamenteerróneosuponerque el entusiasmode las masasdependedel valer de loshombresdirectores.La verdades estrictamentelo contrario: el valorsocial de los hombres directores dependede la capacidadde entu-siasmoque poseala masa.

Existe en la muchedumbreun plebeyo resentimiento contratoda posible excelencia, y luego de haber negado a los hombresmejores todo favor y social consagración,se vuelve a ellos y lesdice: «No hay hombres.»

«¡Curiosoejemplo de la sólita incongruenciaentre lo que la opi-nión pública dice y lo que más en lo hondo siente! Cuando oigáis

89decir «hoy no hay hombres»,entended: «Hoy no hay masas» -

Vale la pena poner de manifiesto el papel que a cadauno corres-ponde en la convivencia para realizar el mejor proyecto social. «Elvalor social de los hombres directores dependede la capacidaddeentusiasmoque posea la masa.»

Quede,pues> sentadoque cadaciudadanoen las dimensionesdeactividadpara las que no está especializadocomo «hombre de selec-ción» tiene también un papel que cumplir en la sociedadque paraser benficiosoen provechopropio sólo conseguiráparticipandoconla función adecuadaque le correspondeen la sociedad>evitando elcomportamientopropiamentedescrito como hombre-masaque parasi todo son derechosy dirige sus exigencias>sin recurrir a normaalguna generalizable,ciegamentecontra los demás.

En cada generacióny en el conjunto de generacionesque convi-ven, en cada sociedadque históricamenteva constituyendola idio-sincrasia de un pueblo, hombre de selección y hombres-masasonciudadanoscon plenitud de derechosy con exigenciade participa-ción diversamentesegúnla función que correspondaen cada caso>que fomente «las posibles excelencias»>pero reconociendoasimismola partecita de su aportaciónaun en aquello en que no puedeunoconsiderarseexcelencia.

Ibid., p. 92.