Como pocos monumentos del país, el Cas­tillo de Chapultepec representa un escena­rio clave de la historia mexicana. Sus muros y balaustradas son testigos silenciosos de más de 200 años de memoria nacional. Na­die olvida que ese palacio fue residencia ofi­cial de media docena de presidentes.

En -1785 el virrey Bernardo de Gálvez inició la construcción de un recinto , que sería con­cluido hasta 1843, y que fue destinado como sede del Colegio Militar. Por ello es que cin­co años después los cadetes del plantel enfrentarían al ejército norteamericano, en el legendario combate donde perderían la vida los seis Niños Héroes. Poco después, en el lapso que va de 1865 a 66, el castillo sufriría una adaptación para servir ~orno residencia de Maximiliano y Carlota durante

el breve y espurio Imperio Mexicano. Años más tarde, primero como casa veraniega y luego como domicilio oficial, daría aposento al general Porfirio Díaz, quien gobernó inte­rrumpidamente de 1876 a 1911 .

En 1939 el presidente Lázaro Cárdenas lo declaró Museo Nacional de Historia, con lo que adquirió la nueva función que hasta hoy mantiene. Por todo ello el Castillo de Cha­pultepec se ha convertido en centinela de valiosos objetos que nos ayudan a entender el periodo republicano de nuestra historia , y así se ha conformado como un espejo vivo de los notables personajes que deambula­ron por sus patios y salones.

Con todo ello, el Castillo de Chapultepec presenta una faceta educativa. De ahí que en muchas de sus salas se hayan destinado gran-

· Portada: Sufragio efectivo, no reelección (Sala XI) , 1968, de Juan O'Gorman. En este emotivo tablero se evoca la heroica marcha del 9 de febrero de 1913 cuando el presidente Francisco l. Madero se trasladó del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional donde poco después sería sacrificado. En el casillero de la izquierda están el usurpador Victoriano Huerta junto al embajador Henry Lane Wilson (quien le ofre­ce la banda presidencial) y en el techo dos chacales simbolizando la traición . En el otro casillero aparecen Gustavo Madero y José María Pino Suárez, colaboradores que fueron ultimados con el presidente demócrata. El pueblo y los cadetes del Colegio Militar acompañan a Madero y entre la multitud asoman el senador Belisario Domínguez y el grabador José Guadalupe Posada.

des espacios para distintas pinturas mu­rales que contribuyen a ilustrar y sinteti­zar un determinado acontecimiento nacional. Cada artista , de ese modo, contribuye con su estilo a explicar el con­texto de los grandes momentos de la Patria .

Aquí cabe recordar que el muralismo mexicano fue un movimiento muy pecu­liar. Heredero de la Revolución de 191 O, muy pronto se volcó en la exaltación nacionalista del arte público. Pintores como Diego Rivera , José Clemente Orozco y David . A. Siqueiros, se distin­guieron como protagonistas de ese arte derramándose sobre los muros de mu­chísimos edificios públicos.

Así, el muralismo llega a los museos como una contribución para completar la misión educativa de cada recinto. De ese modo el Castillo de Chapultepec ofrece variados retablos donde el talen­to de artistas como Juan O 'Gorman, el Dr. Atl o Jorge González Camarena quedó plasmado como una celebración de la lucha por nuestra soberanía .

Retablo de la Independencia (fragmento, Sala V), 1961 , de miento del primero. Este es, sin lugar a dudas, el mural mái su consumación en 1821. En los cuatro retablos sugeridos poi el alzamiento encabezado por Miguel Hidalgo y el congresc cen ah í retratados: lgnacio Allende, Ignacio Aldama, Marianc Hidalgo son portadas por los insurrectos . Igualmente se apre de Vicente Guerrero , en el extremo derecho, posa bajo un e~

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,Juan O'Gorman. Diseñado inicialmente por Diego Rivera , el mural fue continuado por O'Gorman ante el falle­;ilustrativo del Castillo de Chapultepec. En él se narra la Revolución de Independencia desde los albores hasta ·el artista están presentes los años de injusticia del periodo colonial , los precursores ideológicos de la lucha, ,de Apatzingán , protagonizado por José María Morelos. Los principales caudillos de la Independencia apare-1Matamoros, Francisco Javier Mina y Guadalupe Victoria . El estandarte de Dolores y la bandera del Doliente ,cia , en la parte superior, la alhóndiga de Granaditas y el fuerte de San Diego, en Acapulco. La figura ecuestre ;!andarte que en latín dice: "Con los ojos y las garras se llega a la victoria".

La intervención norteamericana (cúpula , escalera principal) , 1970, de Gabriel Flores. Esta imagen simboliza la defensa que los Niños Héroes hicieron del Castillo de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847. En la pintura observamos el legendario salto que habría dado el cadete Juan de la Barrera llevándose consigo la insignia nacional. Las tropas norteamericanas que combatieron a los defensores del Colegio Militar estaban comandadas por el general Winfield Scott, luego de los combates entablados en el Convento de Churubusco y el Molino del Rey.

Juárez, símbolo de la República contra la intervención francesa, (sala de carruajes) 1972, de Antonio González Orozco. El panorama que nos presenta el artista muestra en el lado izquierdo al ejército imperial francés de Napoleón 11 (zuavos y expedicionarios africanos) combatiendo a los integrantes del ejército juarista , junto con chinacos y gente del pueblo. Al fon(Jo de la escena se observan los fuertes de Loreto y Guadalupe, en Puebla , en recuerdo de la heroica batalla del 5 de mayo de 1862.

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Entrada triunfal de Benito Juárez al Palacio Nacional acompañado de su gabinete, (sala de carruajes) , 1967, de Antonio González Orozco. La obra recuerda el retorno triunfal del presidente Juárez, el 13 de julio de 1867, luego de recorrer el territorio nacional combatiendo al ejército del emperador Maximiliano. En el extremo superior izquierdo observamos al general Porfirio Díaz, jefe del Ejército de Oriente, al lado del general González Ortega, ambos defensores de la cuidad de Puebla . La gente sencilla le da la bienvenida al Benemérito de la Américas, quién está flanqueado por su gabinete.

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Del Porfirismo a ta Revolución (frag­mento, Sala XIII) , 1966, de David Alfara Siqueiros. En este mural el artista buscó plasmar el peso de la dictadura que ejerció el poder du­rante casi 35 años. Rodeando al presidente Porfirio Díaz (quien des­preocupadamente pisa la Constitu­ción de 1857) están los "científicos" de su gabinete, de un lado, y del otro aguarda el impasible general Victoriano Huerta. Años aquéllos en que las huelgas de Cananea y Río Blanco anunciaban el estallido de la rebelión mientras que las da~ mas de la aristocracia porfiriana, tan quitadas de la pena, bailoteaban frívolamente .

TEXTO: David Martín del Campo. FOTOGRAFÍA: Michel Zabé, Ariel

Castellanos y Ornar A. Du­maine Reyes.

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