ciudad en ruta no 1: santa marÍa la ribera

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publicación bimestral de cortesía • abril 06 • número 1

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Boletín de distribución gratuita para usuarios del Metrobus, que ofrece una versión amigable sobre la historia urbana de la colonia Santa María la Ribera, con miradas a su vida cotidiana, arquitectura, lugares de interés, espacios públicos, trayectoria histórica, origen de los nombres de sus calles y más. Proyecto desarrollado por jóvenes universitarios de GERMINALIA A.C. con apoyo del CIDE, Instituto Mexicano de laJuventud, PACMYC, Secretaría de Cultura del Gobierno del DF.

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publicación bimestral de cortesía • abril 06 • número 1

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Ciudad en Ruta. Historia de las colonias del Corredor Vial Insurgentes, es una pu-

blicación bimestral y gratuita que tiene la fina-lidad de mostrar a los usuarios del transporte público la historia y riqueza de las colonias por las que cruza la avenida más importante de la ciudad.

Este proyecto es el resultado de la inquietud de un grupo de jóvenes que, sin ningún fin de lucro ni político, nos hemos reunido para bus-car el mejor medio de acercar a la población esta información que a todos nos pertenece y poder volver a sentir nuestros los rinconcitos de la ciudad, para lo que hemos aprovechado el

espacio que el trasporte público nos otorga y así llegar a las manos de quienes lo harán suyo: los habitantes y visitantes de las colonias.

Ciudad en Ruta consta de la publicación de nueve boletines coleccionables dedicados a ca-da una de las emblemáticas colonias que for-man el camino que va desde San Ángel hasta Indios Verdes pasando por Nápoles, del Valle, Hipódromo Condesa, Roma, Zona Rosa, Taba-calera, Santa María la Ribera, Nonoalco-Tlate-lolco y Santa Isabel Tola.

Ciudad en Ruta es un proyecto impulsado por Germinalia A. C., asociación civil dedicada a la promoción educativa y cultural, entre cuyas

acciones destacan “Esquina Bajan...cultura a 600 watts” de difusión cultural en el trolebús de la Ciudad de México.

Esperamos que este proyecto sea de su agrado y que, con entusiasmo, esperen los siguientes números.

Agradecemos el apoyo de la Dirección Ge-neral de Vinculación Cultural y el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comu-nitarias de Culturas Populares de conaculta, así como a la división de Histoia del Centro de Investigación y Docencia Económicas y a la Fototeca del inah, para la realización de este número.

Ciudad en Ruta. Historia de las colonias del Corredor Vial Insurgentes

4 Corazón de la colonia 7 Historia 10 Los días en la historia 13 Arquitectura 16 Habitantes célebres 20 La colonia hoyContenido

Equipo de investigaciónAlejandra Valdés TejaNuty Cárdenas AlaminosSofía López FuertesRaúl Mendoza AzpiriSofía Deveaux DuránDiseño GráficoDaniel Zúñiga (Don Dani)FotografíaEnrique Macías Martí[email protected]@gmail.com

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“Los domingos y los jueves en el parque principal ameniza las reuniones la Banda municipal, y como a eso de las 7 ya se mi-

ran desfilar las muchachas y muchachos que las vueltas van a dar”.

Tal como Chava Flores describe la vida de provincia en una de sus canciones (Vámo-

nos al parque Céfira), así era la vida de la emble-mática colonia Santa María la Ribera durante la primera mitad del siglo xx, que con su hermosa Alameda daba a sus habitantes un ambiente provinciano del cual no gozaban otras zonas de la ciudad.

La Alameda era el principal centro de diver-sión de los ribereños: en ella jugaban los niños a las canicas, los patines o la bicicleta mientras que las madres platicaban y tejían, los jóvenes

daban vueltas en coche pasando frente a la ne-vería la Especial y los ancianos recordaban con nostalgia los viejos tiempos.

Los domingos en la Alameda eran el esce-nario de los “requiebros” y coqueteos de los jóvenes que caminaban en dirección opuesta a las muchachas (cuya belleza les daba fama en toda la ciudad), para encontrarse e intercam-biar una romántica mirada, una flor o alguna palabra de galantería.

En su famoso Kiosco Morisco se acostum-braba realizar grandes fiestas y bailes a las que acudían las personas más elegantes de la época y la ciudad. Al quedar prohibidos, el lugar se reservó para los románticos Jueves de serenata que ofrecían las diferentes bandas como la de la Marina, la Policía, la Ciudad de México y la Típica Lerdo de Tejada.

Pero era el suelo del Kiosco el lugar prefe-rido, no sólo porque en él se podía bailar, sino porque era el lugar ideal para patinar y jugar a “la cazadora”, aquel antiguo juego que con-sistía en perseguir al patinador que portaba un pañuelo y tratar de quitárselo. En varias ocasiones la gente se reunía a observar a los intrépidos jugadores, pues sus habilidades para esquivarse unos a otros y brincar por las esca-leras representaban todo un espectáculo para los paseadores.

Desafortunadamente para los niños de la colonia se prohibió el patinaje en el Kiosco, y fue entonces que se construyó el Redondel, un

Corazón de la colonia

espacio ovalado con una larga banca alrede-dor, exclusivo para patinar, andar en bicicleta y jugar futbol, que funcionaba también como escenario dominical de los payasos “Rabanito”, “Pipiolo” y otros personajes pintorescos como el “Fakir” y su hija contorsionista, el amaestra-dor de ratones y el cubano que hacía piruetas en su bicicleta.

Los santamarianos recuerdan su Alameda como el lugar en el que se crearon largas amis-tades, en donde todos los días, y sobre todo los domingos, había un ambiente de fiesta en cada rincón, una gran celebración que invitaba a to-da la gente de la ciudad.

Interior del Kiosco Morisco < Descanso en la Alameda

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Historia

Fundación

En el lugar donde actualmente se ubica la Santa María la Ribera, en la época de Her-

nán Cortés había huertas que se alimentaban del río San Cosme, que en 1524 se repartieron como solares para sembradíos. Durante el Vi-rreinato, familias adineradas cautivadas por su buen clima y abundante vegetación eligieron los límites de la Ribera de San Cosme como el lugar idóneo para construir sus casas de vera-neo. Fueron estas mismas características las que impulsaron que el desarrollo urbano de la ciudad de México del siglo xix se orienta-ra hacia esa zona, ya que los terrenos del lado oriente eran tan bajos que sufrían continuas inundaciones. Más tarde, durante el Porfiriato, la zona se convirtió en un espacio atractivo pa-ra los inversionistas y en especial para los que

se dedicaban a bienes raíces, lo que motivó al gobierno a condicionar la venta a la donación de algunos espacios para fines sociales.

Fue así que los hermanos Estanislao y Joa-quín Flores –el primero de ellos considerado fundador de la colonia– donaron sus terrenos para convertirlos en parques, plazas, paseos, mercados y otros lugares de encuentro, toman-do terrenos de las haciendas de la Condesa y la Teja y el rancho anexo de Santa María. Si-guiendo el ejemplo de los hermanos Flores, otras familias acaudaladas fraccionaron sus terrenos y posteriormente los donaron para los mismos fines. Por iniciativa de los vecinos se inauguró la nueva “Santa María de la Ribera” el 15 de agosto de 1860, con una celebración que, según la propia invitación al festejo, tenía el propósito de “hacer más conocidas del público

< Interior del Museo del Instituo de Geología

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de la capital, las ventajosas condiciones de la colonia, su prosperidad naciente y su brillante e inevitable porvenir”.

Treinta años después, la colonia seguía pro-gresando y se extendió hacia la calzada de San-ta María la Redonda, momento en que Antonio Escandón adquirió una casa ubicada en la Pla-zuela de Buenavista y algunos terrenos detrás de ella para construir la estación del Ferro-carril de Veracruz: la bien conocida Estación Buenavista que funcionó hasta finales del siglo pasado. La construcción de estos nuevos espa-cios dio lugar a que, en 1891, el Ayuntamiento cambiara los nombres de todas las calles, pe-ro ante la poca funcionalidad del cambio y las quejas de los vecinos, los nombres volvieron a ser los originales, que hacían referencia a la vegetación de la zona (Pino, Ciprés, Álamo, etc.), algunos de los cuales volvieron a cambiar durante el siglo xx en honor a algunos de sus habitantes (Dr. Atl, Mariano Azuela, etc.).

A finales del siglo xix, la población que con-formaba la colonia Santa María, ya no era aque-lla que provenía de los estratos más altos de la sociedad, sino de una clase media compuesta por profesionistas que formaron parte de los intelectuales de la época.

Acontecimientos históricosEsta colonia ha sido en diferentes momentos de la historia un lugar de reunión de diversas agrupaciones políticas y sociales significativas para el país. En 1926 la Santa María representó un espacio importante para algunos dirigentes de la Liga Nacional Defensora de la Libertad, la cual protegía a los fieles católicos durante la persecución religiosa iniciada por Calles. Años más tarde, con el General Lázaro Cárdenas en la presidencia, fungió como sede de refugio pa-ra una gran cantidad de exiliados españoles que huían de la dictadura de Francisco Franco.

Edificio de Mascarones< Fachada del Museo del Instituto de Geología

< Kiosco morisco, antes ubicado en Avenida Juárez. © 122987. sinafo-Fototeca Nacional

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Para los santamrianos caminar junto al largo Río Consulado que llegaba hasta la Villa, y que ahora pasa entubado por debajo del Circuito Interior, era uno de los entretenimientos prefe-ridos. De las orillas del río las madres tomaban tierra para sus macetas, los jóvenes cortaban bejucos y elaboraban pipas para fumar con des-perdicio de tabaco que recogían de la fábrica de cigarros “el Águila”, y los enamorados se las ingeniaban para pasearse a solas desde la Ri-bera hasta Chapultepec. También se contaba que a ese río las madres arrojaban a sus hijos que no deseaban.

Por las tardes y los fines de semana, los ve-cinos de la Santa María se bañaban, nadaban y hacían ejercicio en los Baños del Chopo y la alberca del señor Malvido; asistían en familia al Cine Majestic, Roxi, las Flores, Rívoli, la Ópe-ra, el Encanto, el Piojito y Lux, en donde había piano y pianola para animar las películas mu-das y durante los intermedios se presentaban artistas de gran fama como David Silva y Raúl de Anda, y sus pórticos eran escenario para grandes bailes.

Otra costumbre de los ribereños era com-prar kikoletas en la cafetería Kikos y paleti-tas veladoras en la paletería Adria; también

tomaban Tres Marías, aguas de frutas y unos deliciosos dulces de nuez y piñón en la neve-ría Especial; compraban pan en la Esperanza, la Flor, la Victoria y la Iriña; comían en los tacos Pachuca, los Tres Cochinitos, y compra-ban carnitas y chicharrón con el Compadre; se emborrachaban en las tepacherías, la cantina La Traviata, y la hija de la Traviata, el Nuevo Papito, el Triunfo del Rey, la Locomotora, el Sardinero y el Correo (algunas de las cuales eran también tiendas de abarrotes); compra-ban fórmulas como el Lipocodio –para golpes y rozaduras–, la Pomada de la Campana, el Pan de Puerco –para cólicos infantiles–, y el Bál-samo Magistral en las farmacias Cruz Verde y La Moderna; acudían a los cafés de chinos como el Café Cinco, al bar Salón París –don-de José Alfredo Jiménez trabajó de mesero–, y alquilaban la residencia porfiriana “la Casa Jalisco” para eventos particulares.

En todos los rincones de la colonia hay re-cuerdos inolvidables de quienes vivieron ahí sus felices días. Este lugar fue el cálido ho-gar de muchos que aún cuentan con nostalgia aquellas anécdotas que “como de provincia” se vivían a orillas del río de la actual Santa María la Ribera.

La vida diaria de los habitantes de la colonia Santa María la Ribera es lo que la hacía ser

un lugar tan agradable. La gente se conocía y unos a otros se saludaban haciendo un ambiente amigable, respetuoso, y “sobre todo seguro”.

Dentro y fuera de las casas, el ambiente era alegre. A las afrancesadas salas de las casas se invitaban al sacerdote, los amigos y familia-res para tocar el piano, la pianola, la guitarra, platicar, recitar, actuar, discutir sobre política, tomar chocolate y hacer una auténtica tertulia, en la que participaban los que tenían habili-dades artísticas o los tríos de músicos que se invitaban para animar la reunión; mientras que para los jóvenes el espacio preferido era “el chaperón”: aquellas tardeadas en donde se bailaba conga, bolero y danzón y donde los jó-venes y las muchachas aprovechaban para ver-

se, pues a la mayoría de ellas no se les permitía salir de noche.

Así como en el resto de la ciudad, en la Santa María no faltaban las serenatas en las que los mismos jóvenes cantaban acompañados de sus guitarras para celebrar los santos y cumpleaños.

Los días en la historia

Domingo en el Museo de Geología, ca 1920.© 186101. sinafo-Fototeca Nacional

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¿Sabías que las estructuras de algunos edi-ficios se pueden desarmar, transportar y ser

colocadas en otro lugar? Como parte del programa de embellecimien-

to y engrandecimiento de la ciudad durante el mandato de Porfirio Díaz, se planeó la colonia Santa María la Ribera, imitando la traza del cen-tro histórico, la cual se asemeja a un red con un parque en el centro, de acuerdo con la influen-cia francesa de fines del siglo xix y principios del xx. En el centro de la plaza más famosa de la colonia, conocida como la Alameda de Santa María la Ribera, después de armarlo y desmon-tarlo varias veces, se colocó el kiosco de estilo morisco diseñado por José Ramón Ibarrola, el cual resalta por sus colores rojo, azul, amari-llo y ocre así como por el águila en la punta de su cúpula. El kiosco se creó como pabellón de

Arquitectura

< Kiosco de la Alameda

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México en la exposición internacional de Nuevo Orleáns de 1884 a 1885 y gracias a su estructura de hierro desmontable fue trasladado a la feria internacional de San Luis Missouri y de ahí a la Alameda Central de la Ciudad, donde durante veinte años se realizaron los sorteos de la Lo-tería Nacional y se proyectaron las primeras películas mudas. Fue en las Fiestas del Cen-tenario de la Independencia cuando se instaló en la colonia: primero en el lado sur, frente a la Iglesia del Espíritu Santo y posteriormente, en 1910, donde se encuentra actualmente.

Debido a la producción masiva de acero, hie-rro y vidrio de la época, se pudieron incorporar estos materiales a las grandes construcciones, como vemos en algunas de la colonia. Con una estructura igualmente desarmable, traída des-de Alemania y montada en México por el inge-niero Luis Bacmeister, se construyó el Palacio de Cristal, posteriormente llamado Pabellón Japonés y hoy conocido como Museo del Cho-po, el cual recientemente fue remodelado por el arquitecto Enrique Norten. Las dos torres metálicas de su fachada son la entrada a un edificio que, desde 1904, combina el tabique con el acero en sus muros. Otro ejemplo del uso del acero y el hierro en la arquitectura de la colo-

nia es el Museo del Instituto de Geología, cuya construcción se inició en 1902 por el arquitecto Carlos Herrera con motivo de las Fiestas del Centenario de la Independencia. De la fachada de este edificio destacan un reloj en el centro que aún funciona (cuyas campanas matutinas llevan varios años sin sonar), decorados en pie-dra con relieves de fósiles de caracol y la esca-linata de acceso. Al interior, la impresionante doble escalera curva, totalmente desmontable, que se extiende de forma majestuosa desde el vestíbulo, nos enseña un magnífico ejemplo

< Museo del ChopoMuseo del Instituto de Geología >

de art nouveau. Un detalle a destacar es el uso del vidrio en la cúpula del vestíbulo y los siete vitrales con paisajes mexicanos y descripciones del trabajo de las minas.

Las estructuras desarmables de hierro, el acero y el vidrio no son la única característi-ca de toda la arquitectura de la colonia, como vemos en la Casa de los Mascarones, cuya es-pléndida fachada barroca albergó el colegio de San Luis, la Escuela Nacional de Música, la Fa-cultad de Filosofía y otras instituciones educa-tivas religiosas y laicas. Ubicada en la Ribera de San Cosme, esquina con la calle de Naranjo, debe su nombre a los diversos mascarones que representas figuras humanas en las bases de las columnas.

Otras construcciones que vale la pena admi-rar son la Secundaria número 4 Moisés Sáenz, la escuela Normal Superior (obra del arqui-tecto Enrique Yañez), la Iglesia de la Sagrada Familia construida por el arquitecto Herrera en 1906 con ciertos elementos bizantinos, y la Fundación Matías Romero, con llamativos de-talles en ladrillo, que actualmente funciona como un asilo de ancianos.

La mayoría de las construcciones de la co-lonia fueron casas unifamiliares, aunque tam-

bién existen algunas privadas multifamiliares. Como todavía podemos apreciar, las fachadas de estas casas incorporan estilos diversos como el neoclásico y ecléctico con detalles en hierro forjado, vitrales y ornamentación en piedra que enmarca esbeltas puertas y ventanas. La mayor parte de las casas fueron construidas alrededor de un patio central enmarcado por un pasillo y múltiples habitaciones con altos techos.

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Habitantes célebres

(1872-1�68)

Poeta, dibujante y pianista, personaje caracte-rístico del periodo de esplendor de la colonia, da nombre a una de sus calles. Su libro Rosas de la Infancia llegó a todas las escuelas primarias del país con el fin de inducir a los niños “a la curio-sidad y al saber” siguiendo el orden moralista de la época. El amor y el dolor, la tristeza, melanco-lía, soledad, amargura y muerte son el sello de su poesía. Compuso algunas piezas para piano, como la popular Entre Rosas en 1895. Originaria de Coatepec, Veracruz, y esposa del escritor y

El domingo 26 de marzo 1939 el estadio Asturias fue consumido por el fuego después de que los aficionados del Necaxa prendieran hogueras tras el injusto empate de su equipo frente al Asturias y la grave lesión del “Chamaco”, uno de los primeros ídolos del deporte en México. Los periódicos del día siguiente relataron la crónica de un “match sucio, violento y alevoso”, junto con los sucesos de la inminente Guerra Mundial y la rendición de Madrid a los franquistas. En 1936, con tan sólo 17 años, ingresó al legenda-rio conjunto de los Once Hermanos del Necaxa. Campeón de goleo en la temporada 1950-51, fue autor de 242 goles en 304 partidos de liga na-cional y 56 con la selección nacional a lo largo de su carrera. En 1944 apareció, junto a Joaquín Pardavé, en las taquilleras cintas Los Hijos de Don Venancio y Los Nietos de Don Venancio. Fue en la Alameda de la Santa María donde conoció a su esposa, con quien vivió por más de 60 años, y murió en 2005 padeciendo Alz Heimer.

(1�1�-200�)

diplomático Carlos Pereyra, fue muy admirada por la aristocracia mexicana e internacional al encarnar el ideal de la mujer porfirista: una feminidad delicada, pura y pudorosa que actúa con gracia, renunciación, recato, sencillez, sen-timentalismo y religiosidad, cuya obra inducía a la resignación y conformismo. Solitaria, con-servadora e idealista, escribió poemas de estilo romántico moderado y se opuso abiertamente al modernismo argumentando que toda moda es “ridícula, incompetente y necia”.

Torre del Museo del Chopo >

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18 1�Cocinero, filósofo, jefe político, gestor cul- tural, excursionista, urbanista, escritor, y, sobre todo, paisajista de volcanes e inventor del Ae-reopaisaje y algunas técnicas pictóricas, llevó una auténtica vida de novela: fue un activo par-tidario de la renovación artística y del reconoci-miento de la cultura popular mexicana; tras la muerte de Madero organizó un complot contra Huerta; como operador político de Carranza sostuvo negociaciones de paz con Zapata y más tarde movilizó a los obreros en su contra; vivió una escandalosa, “intensa y terrible” relación

con Carmen Mondragón (Nahui Ollín), y poste-riormente llevó una célebre vida de Don Juan. Favorito de presidentes y políticos, recibió la medalla Belisario Domínguez en 1956 por sus servicios a la patria, y en 1942 fundó el Con-sejo Nacional de Cultura en su casa de la calle Pino, hoy bautizada en su honor. No obstante, nunca concretó el sueño de su vida: Olinka, una utópica ciudad internacional para el arte, la ciencia y la cultura en aras del progreso de la humanidad. Ni siquiera la amputación de su pierna derecha le obstaculizó su inquieto andar entre barrancas y volcanes, tal como su nombre adoptado lo indica en náhuatl: “agua”.

(187�-1�64)

Médico cirujano y partero de profesión, con el tiempo se convirtió en el novelista por excelen-cia de la Revolución Mexicana. A lo largo de su carrera literaria describió y criticó fuertemente las contradicciones y fracasos de los gobiernos revolucionarios. Nacido en Guadalajara, médico de pueblo y jefe villista durante la Revolución, tomaba apuntes para sus obras bajo el fuego abierto. A partir del éxito nacional e interna-cional de su novela Los de Abajo, se instaló en 1927 en la calle Álamo (que actualmente lleva su nombre) cuya casa, según cuentan, estaba dividida en una parte para hombres y otra para las mujeres. Premio de Literatura 1940, miem-bro fundador del Colegio Nacional y Premio Nacional de Artes y Ciencias 1949, ejerció la medicina al servicio de la población más pobre de la ciudad y disfrutaba de su tiempo libre en-cuadernando sus libros y criando gallinas. Se le recuerda como un fiel representante del amor a la libertad e independencia de pensamiento.

(1873-1��2)

Futbolista aficionado, portero del equipo Marte y asiduo del redondel de la Alameda, el joven de origen guanajuatense trabajó de peluquero en la colonia y como mesero en el bar La Sirena, donde fundó el trío Los Rebel-des. Tras ser descubierto por Los Costeños de Andrés Huesca, quienes grabaron su canción Yo, “el Fello” (como le llamaban los vecinos) inició de inmediato su exitosa carrera artística. Ignorante de la escritura y ejecución musical, compuso más de 400 canciones que serían in-terpretadas por él mismo e incontables perso-nalidades como Pedro Infante, Jorge Negrete y Lola Beltrán, donde el amor y el desamor deja-ron una huella profunda en la cultura popular mexicana. Actuó en las cintas Tres Bribones y Camino de Guanajuato, y su afición al alcohol marcó el rumbo de su vida.

(1�26-1�73)

Doctor Atl. © 22545. sinafo-Fototeca Nacional

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Hoy viven en la Santa María más de 40 000 personas, casi 13 veces el número de ha-

bitantes que había en 1882 –época de apogeo de la colonia–. Por este aumento en la densi-dad poblacional y por los sustos y rezagos del terremoto de 1985, los grupos que la habitaban –en su mayoría artesanos de las capas socia-les intermedias– salieron hacia otras zonas y llegaron nuevos pobladores que cambiaron el ritmo de la colonia: comerciantes, estudiantes y nuevas familias.

En los últimos 30 años, la Delegación Cuau-htémoc (la zona más antigua de la ciudad) ha sido la que más población ha expulsado en todo el Distrito Federal –hoy vive ahí una tercera parte de la que la habitaba en 1980–, cambiando el uso de suelo residencial por el comercial. La Santa María la Ribera es una excepción ya que

sigue siendo predominantemente habitacional y con una identidad hoy difícil de encontrar.

Antiguamente la colonia tenía una bas-ta oferta de restoranes, cines y teatros, y hoy surgen lugares de encuentro juvenil como los tianguis, las casas de cultura y los cafés, que coexisten con el pasado rico en historia, arqui-tectura y tradiciones.

La colonia hoy

< Interior del Museo del Chopo> Limpiando la herrería

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y coleccionistas de rock, jazz y música popular contemporánea, que se juntaban los sábados. Su crecimiento desproporcionado e inevitable conversión en espacio comercial, lo hicieron trasladarse a la calle. Cada vez había más gente, lo que empujó a los choperos a buscar un nuevo espacio en dónde asentarse: pasaron por la Ala-meda de Santa María, la explanada de la Facul-tad de Arquitectura de la unam, la calle del cine La Raza y un estacionamiento en Insurgentes

Plazas y Parques La Alameda. Su Kiosco Morisco fue restau-

rado en 2003; los vecinos y visitantes fueron recolectando las piezas faltantes recuperán-dolas de sus colecciones privadas. Ahí hay bailongo los sábados.

Jardín de Alzate Jardín de la Ribera de San Cosme

Museos y centros culturales El Palacio de Cristal –Museo Nacional de

Historia Natural durante varias décadas– se convirtió en el Museo Universitario del Chopo en 1975, después de haber estado cerrado por más de 11 años y en peligro de ser demolido y vendido como chatarra. La unam lo recuperó y hoy es un canal de acercamiento y expresión artística enfocada en los jóvenes. Consulta la programación en www.chopo.unam.mx.

Museo de Geología de la UNAM. Casa de Cultura “Santa María la Ribera”.

Mercados El Tianguis del Chopo. Nació en 1980 en el

Museo Universitario del Chopo como un espacio de intercambio no comercial entre melómanos

Crisantema

Av. Ribera de San Cosme

Amado Nervo

Eje 1 Nte. José Antonio Alzate

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historia/siglo_xixwww.mexicocity.gob.mxwww.cuauhtemoc.df.gob.mx www.oncetv.ipn.mx/Aguila/episodios

(casi esquina con San Cosme), hasta llegar al lugar que hoy los hospeda cada sábado.

Mercado de San Cosme

Monumentos y Construcciones importantes Iglesia de la Sagrada Familia Casa de los Mascarones Escuela Normal para Maestros Secundaria núm. 4 Estación Buenavista

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