cítrica bonsai mayo 2015

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Recuerdos de un hombre luminoso En Caviahue, Neuquén La escuela que parió una radio pág 3 pág 4 Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica bonsái El poeta, escritor y periodista Miguel Grinberg cuenta, como adelanto exclusivo de su nuevo libro, su relación –de amigo y productor– con Luis Alberto Spinetta. Lorena Astudillo “La emoción básica del canto es el miedo” Mayo 2015 www.revistacitrica.com pág 8

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Publicación auto gestionada por la cooperativa de Ex Trabajadores del Diario Crítica, presenta en este ejemplar un adelanto del poeta, escritor y periodista MiguelGrinberg de su nuevo libro sobre Luis Alberto Spinetta, más una historia de nieve, radio y escuela en Caviahue.

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Page 1: Cítrica Bonsai Mayo 2015

Recuerdosde un hombreluminoso

En Caviahue, Neuquén

La escuelaque parióuna radio

pág 3

pág 4

Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Críticabonsái

El poeta, escritor y periodista Miguel Grinberg cuenta, como adelanto exclusivo de su nuevo libro, su relación –de amigo y productor–con Luis Alberto Spinetta.

Lorena Astudillo

“La emoción básicadel canto es el miedo”

Mayo 2015 www.revistacitrica.com

pág 8

Page 2: Cítrica Bonsai Mayo 2015

n el 2009 el Conse-jo Federal de Edu-

cación, dependiente del gobierno nacional,

implementó un Plan de Mejora Institu-cional a partir del cual se seleccionaron 31 proyectos de escuelas secundarias en Neuquén, entre los que estuvo la ra-dio del CPEM N°74 de Caviahue. Tras la aprobación del proyecto y la llegada de los fondos con los que adquirieron los equipos de radio y antena, los docen-tes encargados de los distintos espacios radiales cedieron el dinero de horas cá-tedras con las que compraron el resto del equipamiento como computadoras, micrófonos y consola. Lanzada al éter el 16 de abril del 2011, la 89.9 tuvo sus pri-meros programas a partir de mayo del mismo año. A la vez, el Plan de Mejora Institucional se complementó con el de Conectar Igualdad ya que los audios de los alumnos fueron y son editados en las netbooks con el programa Audacity, aunque la falta de servicio de internet en buena parte del pueblo limita las po-sibilidades de esta herramienta. Pese a esto, y a cuantas dificultades se pre-sentaron en sus primeros cuatro años, el grupo humano que forma parte de la radio tiene la firme convicción de que “los medios de comunicación deben ser abiertos a todos, y deben ofrecer entre-tenimiento, información, educación y debate. Esta es nuestra principal finali-dad y nuestro hilo conductor. Tenemos mucho por aprender y mucho para mo-dificar, pero nuestro horizonte está mar-cado por el convencimiento de que una radio escolar es un lugar educativo y formador de la conciencia democrática”.

un buen plan

E

aviahue es un paraje escondido del oeste neuquino, de apenas 700 habitantes, en el límite

con Chile, creado por decreto provin-cial en 1986 para fomentar el turismo en base a sus singulares recursos na-turales. Situado a 350 kilómetros de la capital provincial, el pequeño pueblo trabaja de mayo a septiembre con la nieve, que recibe en abundancia, y el centro de sky, mientras que en el resto del año es una alternativa de hospedaje para quienes se aventuran en caminatas por sus senderos, cas-cadas y bosques de araucarias, o bien

para los que elijen las aguas termales de Copahue, el pueblo vecino. Allí, en ese paisaje similar a una tarjeta postal con sus cabañas de techos nevados y montañas incrustadas en el cielo azul, un grupo de docentes y alumnos dieron forma al sueño de una radio en la escuela y traspasaron los límites de las aulas para llegar a la comunidad. Se trata del C.P.E.M. (Centro Provincial de Enseñanza Media) N°74 con orientación en Turismo, cuya matrícula asciende a 70 alumnos en turno mañana y 40 en el vespertino para adultos. Según cuenta Laura Abraham, docente de

Educación para la Salud y Coordina-dora del proyecto, “nadie es experto en radio, la idea era hacer algo que mejore la calidad educativa”. Y lo lo-graron ya que desde el 2011 Caviahue posee una emisora más, aparte de la Radio Municipal, que en este caso integra contenidos curriculares con inquietudes de alumnos, docentes y pobladores. Como Música y letras para armar, un espacio radial que brinda contenidos de la materia y donde días previos a su emisión se les avisa a los padres por nota para que los alumnos lo escuchen. O Pasti-llas de filosofía, “que más que pastillas son blísteres enteros”, dice Laura Abraham, entusiasmada.

Desde espacios literarios hasta reflexiones filosóficas, pasando por micros contra la discriminación o artículos de la Constitución Nacional, el aire de la 89.9, la primera del dial, como reza un separador, se llena a diario con propuestas de los estu-diantes de primaria y secundaria, dado que conviven ambos niveles en un mismo establecimiento, junto con música que alterna a Cafrune con Dancing Mood y Pink Floyd. Aunque, como admite Laura Abraham, entre risas: “Estamos abierto a todo, menos a Ricardo Arjona”. Ese entusiasmo que muestra la coordinadora de un medio tan particular, se nota además en la escuela, entre los chicos que van a pedir canciones o llevan músi-ca en los recreos, y en el pequeño es-tudio donde las paredes, hechas con maples de huevos que se asemejan a paneles acústicos, fueron decoradas como parte de un juego llevado a

cabo por los propios alumnos de los distintos niveles.

Si bien al principio pensaban que solo se escuchaba en la escuela, con el tiempo se dieron cuenta de que también tenían audiencia en el pueblo. Así, por ejemplo, se pue-de escuchar la radio en pequeños comercios, en restaurantes, en auto, camino al cerro principal, o en el Café Literario, un espacio gastronómico-cultural de Caviahue que refugia del frío a los visitantes con la calidez de sus dueños y los libros amontonados en las estanterías de sus paredes. De esta manera, un proyecto que surgió de un Plan de Mejora Institucional del Ministerio de Educación de la Nación, se convirtió en parte habitual de la vida de la comunidad. Tanto así que, al cumplirse los cuatro años de su primera emisión, los alumnos del CPEM tuvieron la oportunidad de entrevistar, en un acontecimiento his-tórico en la breve vida de Caviahue, a los tres candidatos a intendentes para las elecciones primarias, en abril pasado. De esta manera, la Radio de la Escuela, tal como se la conoce en la zona, se ha convertido en parte del paisaje bellísimo que la rodea con la historia de este grupo personas que se animaron a agitar sus sueños y los sacaron a la calle, en plena nevada.

La historia de una radio escolar en Caviahue, un pequeño pueblo de Neuquén, que desafío los límites de las aulas y creó un medio de comunicación que, sin darse cuenta, se convirtió en parte de la cotidianidad de los vecinos.

por horacio dall’ oglio

Pg 3

cuando la

escuela callesalió a la

C

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denominaba “instinto de vida”, materia prima de visiones únicas para la evolución existencial de nuestra atribulada especie.

3. Declives y epílogos

Vino y dijo: “Voy a buscar a la muerte para nacerla” en uno de los poemas de su único libro publicado, Guitarra negra. Podría decirse que encarnó un poema único, indivisible, que se desplegó a través de medio siglo entre metales corroídos y ciudades heladas. En el mismo instante del deslumbramiento dentro del cual latieron sus días en la tierra, su voz se multiplicó en el tiempo y el espacio como un germen feroz y raramente tímido; construyó un gran itinerario de canciones, versos, dibujos, mandalas, entrevistas, recitales, discos y, oh fortuna, silencios inconfundibles.

Lo conocimos como el Flaco Luis. Vino y remarcó que “somos parte de una totalidad que nos contiene” (Guitarra negra). Su recurso de navegación, para él y gran parte de su generación, fue la música. Cabe recordar que en su año de nacimien-to (1950) también vinieron al mundo Nor-berto Pappo Napolitano, Stevie Wonder y Tony Banks (tecladista de Genesis), en tanto el sello Columbia Records lanzaba el primer álbum doble de la historia llama-do The Famous 1938 Carnegie Hall Jazz Concert, show en vivo de la orquesta del clarinetista Benny Goodman. La era del swing ingresaba a los museos. Se incuba-ba la era del rock and roll.

Era irresistible su influjo, desde el silencio o el canto o sus monólogos a menudo enigmáticos, palabras que articu-laba como frutos arrancados de un árbol invisible.

Pero no hay modo de describir lo invisible, excepto por medio de la profecía. Se lo capta, se lo intuye o adivina, no se deja absorber por su halo, aunque es po-sible picotearlo a ciegas; intuir su insólita presencia, sintonizarlo como se percibe la primavera, ya a finales de agosto.

Lo imponderable de Luis es que sembró sus semillas sin grandilocuencia, paso a paso, canción tras canción, como capítulos de una historia que empezó, transcurrió y alcanzó su desenlace en tiempo y forma, como cumpliendo un contrato con el universo.

4. Deseos distintos

¿Acaso Buda tenia razón? .¿Es la vida úni-camente sufrimiento y no hay modo de fugarse de ello? O tal vez si, .hay una salida de emergencia mediante el desapego… la indiferencia? Durante mi último encuen-tro con Luis, él estaba con un libro en la mano, que contenia haikus del japones Matsuo Bash_ (1644-1694), quien escribió: “Habiendo enfermado en el camino / mis sueños merodean / por páramos yermos. Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el crepúsculo”. Esta antigua poética japo-nesa en general se basa en el asombro y el embeleso que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza. No hay modo de saber hasta que punto Luis se sabía atacado por una dolencia letal, pero antes de que el asunto tomara estado público, ya se captaba en su accionar y en sus expresiones una suerte de serenidad inconfesable. .Acaso ya transitaba esa contemplación de la eternidad donde los sentidos resaltan el movimiento mismo de la vida? Años antes le había confesado al periodista Rodolfo Braceli: “Me mata no hacer nada”.Luis estuvo siempre, igual que aquel legen-dario maestro zen, atraídopor los deseos distintos, y citaba con fre-cuencia un haiku referido a los pimientos y las libélulas. No evadía las rutinas para hacerse el raro: era original por naturaleza, por designio de poderes por encima de la mente humana. Que rigen el destino de las personas más allá del apego al mundo y a las artes. Y entonces citó a Buda: “Uno sólo es infeliz por comparación”. Solo queda, entonces, volverse inequívocamente incomparable.Desapegarse es viajar con un equipaje mínimo, alimentarse de manera frugal pero opípara, sumergirse en las ignotas profundidades sin perder contacto con la superficie. El ancla de Luis fue la cons-trucción de una sólida familia: a través de la música se aventuró en dimensiones desconocidas; a través del amor por sus mujeres, sus hijos y sus nietos, se cons-truyó como ser humano, tierno, pacífico e insobornable. Nunca permitió que los medios frívolos invadieran el baluarte de su intimidad con sus seres queridos.

uis Alberto Spinetta vivió en sintonía con las esferas donde se incuban los mejores sueños de la humanidad, aun-

que algunas veces se topaba con algunas de las más traumáticas pesadillas de una cultura en descomposición. Así consolidó su magna obra, oscilando entre un caos estructural y una zona de ilimitado des-lumbramiento. Aquí es donde se anidan y asimismo vibran las musas de los poetas, las armonías de los músicos y las visiones de los profetas. Que están a disposición de quienes se predispongan al contacto, a la impregnación energética que conocemos como “estado inspirado del alma”.

Algunos alcanzan dicha latitud oca-sionalmente y el resto de su tiempo caen en las tentaciones materialistas de la vida mundana. Otros, en cambio, se convierten en frecuentes parroquianos de lo que Luis

omo periodista de la revis-ta Panorama Semanal co-nocí al grupo Almendra en

1969, y desde el primer momento se dio una intensa afinidad mía con Luis Alberto Spinetta. A ambos nos mo-tivaban los poetas visionarios y mu-chas veces nos aislamos en la cocina de la casa de sus padres en el barrio de Núñez, para compartir lecturas proféticas y soñar nuevos mundos posibles.

Cuando se configuró su trío Pes-cado Rabioso, yo era parte de una productora de recitales llamada Rock Centro y me tocó organizar presenta-ciones del grupo en el cine Studio y el teatro Odeón. En el ínterin, ambos fuimos parte de la iniciativa que orga-nizó reuniones de rockeros y nuevos músicos en el Parque Centenario. En esos días, me pidió que organizara sus tres actuaciones de 1973 como solista para promover el disco Artaud.

Ya a finales de 1976 grabamos una extensa conversación que fue inclui-da en mi libro Como vino la mano (Orígenes del rock argentino). Fue la primera de numerosas charlas que se fueron registrando a lo largo de los años siguientes, y que se emitie-ron por radio Municipal y radio Na-cional, o se publicaron en el diario La Opinión, donde más adelante tam-bién fui crítico musical.

Mi libro Una vida hermosa (título surgido de uno de sus inspirados tes-timonios), no se basa en discografías, anecdotarios, rutinas biográficas o antologías de grandes éxitos, sino que surgió del “espíritu de vida” que nutrió nuestro vínculo poético, al que asoman fragmentos de su obra escrita y –especialmente– impresio-nes personales sobre el valor de su testimonio y los desafíos encarados por los artistas cabales en dramáti-cos tiempos de totalitarismo y des-composición social.

Los discos titulados Raíz Spinetta ya documentaron su neto potencial folklórico. Pero gran parte de su obra poética y pictórica (mandalas elec-trónicos) permanece todavía inédi-ta. Es de esperar que sus herederos vayan difundiéndola para que sea netamente apreciable su aporte tras-cendental a la cultura argentina. Y su inigualable humanidad creativa.

Pg 4

Miguel Grinberg, uno de los periodistas que fundó y hace Cítrica,fue amigo de Luis Alberto Spinetta, y también produjo varios de sus recitales legendarios –en especial durante el ciclo de Pescado Rabioso y la presentación del disco Artaud–. Aquí publicamos como anticipo exclusivo, fragmentos del libro Una Vida Hermosa, un retratoíntimo –que contiene fotos inéditas–del vínculo que los unió fraternalmente.

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5. Portavoz esclarecido

Brilló entre nosotros con resplandores que se presentan muy ocasionalmente

en las sociedades humanas. Surgió allí donde nada ni nadie presagiaba su adveni-miento. En un barrio de Buenos Aires más adscripto al grito de gol que a la profecía. Y fuera de toda farándula erigió una obra original donde versos y melodías se entrela-zaron hablándole en susurros al alma de sus congéneres.

Canto en 1980: “Ven a mí con tu dulce luz / Alma de diamante”. Por eso, hizo del vivir bellamente su arte cotidiano, componiendo, cantando, amando, procreando, motivando a multitudes laceradas por las mentiras del siglo XX, hasta desembocar en un súbito mu-tis por el foro que no para de acongojarnos.

No se acurrucó en la expectativa de los honores, aunque los recibió por el propio peso elegíaco de su obra. Y así, el niño de luz se convirtió netamente en un hombre-faro que siempre mantuvo alertas sus dones espirituales y su plegaria inspiradora. Cabal-gando soles.

Fue portavoz de muchas certidum-bres emanadas del arte de sembrar luz en tiempos tenebrosos. Actuó como un faro durante cuatro décadas y no en vano bautizó su acta de partida como un accio-nar de “bandas eternas”. Su arte visionario señala rumbos. Ofreció incesantes atisbos de plenitud generosa: todo él fue un parto de transparencias.

L

n mar de m e t a l e s

h i r v i e n t e s (Crónicas de la

resistencia musical en tiem-pos totalitarios / 1975-80), publicado por Gourmet Mu-sical Ediciones es otra obra flamante de Miguel Grinberg, donde se reproducen los ar-tículos que redactó y publicó como prosecretario de Re-dacción del diario La Opinión de Buenos Aires, intervenido por la Junta Militar en aque-llos tiempos sombríos.

El día a día de la actividad

musical de la época, con énfasis en el rock argentino aunque también atento a las otras expresiones de la música nacional, surge de la pluma de Grinberg como un sutil alegato a favor de la libertad y la creación sin con-dicionamientos, consignan-do la existencia de censura y –obviamente– la paranoia colectiva.

El clima subyacente del terror imperante aparece en los textos, que pese a no re-ferirse explícitamente al régi-men activo en la época, tras-

mite de modo documental la resistencia generacional de los rockeros argentinos. El título del libro surge de una expresión metafórica de Luis Alberto Spinetta, durante la entrevista realizada por Grin-berg al grupo Almendra con motivo de su reaparición en vivo en 1979.

Durante cinco años, hasta la extinción del periódico, varios de sus periodistas mantuvieron encendida una llama de lucidez y de origina-lidad intelectual, entre ellos el autor.

metales hirvientes

C

unavida

HERMOSa

Luis ALbertospinettA

pormigueL

grinberg

Miguel Grinberg junto a los integrantes de Pescado Rabioso, Luis A. Spinetta, Black Amaya y el Conde Cutaia.

Almendra en su retorno, a principio de los 80’.

Luis con Invisible.

SPINETTA:un legado único

U

por miguel grinberg

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y ganaba todo lo que jugaba. Sin embargo, los torneos eran regionales y si el básquetbol argentino no quería estancar-se debía pensar en formar una Liga Nacional. Y León la apo-yó, la fogoneó y la armó junto a sus colegas a pesar de todas las piedras que se pusieron en el camino. Porque federalizar en un país tan central como la Argentina afectaba a algunos p oderíos económicos.

Najnudel tenía muy claro que la federalización del bás-quet era lo que podía salvarlo.

Pg 6

Un libro y yo por emiliano gullo

lectura

cineB

El lenguajede los bluris

a lectura final de Los Suici-das, de Antonio Di Bene-

detto, coincidió con los primeros días de la toma del Diario Crítica, a mediados de abril de 2010. Era la primera vez que entraba en los textos del mendocino. Había escuchado todo tipo de

comentarios y sugerencias; pero nada cercano a lo que me estaba generando: adicción.

Al abrir el libro, el comienzo del relato me sorprende: “Mi padre se quitó la vida un viernes por la tarde. Tenía 33 años. El cuarto viernes del mes próximo yo tendré la misma edad”. Hasta donde entiendo, mi papá no se suicidó en 2010. Pero por esas extrañas cosas de la literatura, en abril de ese año yo estaba a pun-to de llegar al mismo número.

Entre asamblea y asamblea, en cada tiempo muerto que encontraba, me tiraba de cabeza en el libro. Corría las páginas con desesperación y, al mismo tiempo, con el miedo concreto de que se terminara. Eso era lo único que realmente me pertur-baba; la angustia de saber que es-

taba cada vez más cerca del final. Ansiedad por devorar la historia y pánico por quedarme sin ella. Esa contradicción despertaba un placer extraño; como consumir la falopa más pesada y ser total-mente consciente de que el goce se paga con destrucción.

Cerré la solapa acomodado en mi escritorio, ahí arriba en el entrepiso de la redacción, en esa suerte de balcón interno donde funcionaba la sección on line del diario. ¿Y ahora? Necesitaba seguir consumiendo eso. El síndrome de abstinencia empezaba a trabajar sobre mi cuerpo. Bajé corriendo las escaleras y salí disparado a com-prar otro libro de Di Benedetto. Con la misma desesperación que me había atragantado con Los Suicidas me senté, otra vez en el mismo lugar, a devorar Zama.

luri es un mundo azul y pequeño que pasa inadvertido entre las formaciones de los magníficos astros que lo rodean.

Una presencia mínima. Un fulgor menguado. Una gota insignificante en un oleaje de estrellas que imita el fluir de un mar en un rincón del universo.

Los habitantes de Bluri –tan tímidos y menu-dos como el mundo que los contiene– no se co-munican entre sí por medio de signos lingüísticos, pues su lenguaje carece de expresiones audibles. Tampoco a través de imágenes proyectadas en la mente de su interlocutor, como lo hacen los vulics o los velvox.

El lenguaje de los bluris se basa en el manejo de los elementos que los rodea: las sombras o las luces del entorno, el aroma y el matiz de los co-lores, la calidez o la inclemencia de la brisa que acompaña, la intensidad de la lluvia que sólo cae en el espacio que los envuelve.

Para el extranjero que visita Bluri estos códi-gos no tienen mayor sentido. Sólo los nativos de ese mundo comprenden el significado de un rocío templado e índigo, con aroma a sal. Sin embargo, desplazarse por Bluri genera un extraño regocijo, una sensación que me resulta difícil de explicar. Porque caminar por allí es hundirse en una anar-quía de signos, es penetrar en una textura de percepciones que nos acribillan; es pasar por una sombra que se enciende verde, que huele dulce, que moja el rostro, que sopla cálida, que vira a azul, que arremete luz, que abraza fría.

Me mezclo entre los bluris, como quien se en-trega a los placeres de una poción mágica, y me asombro al pensar que ese caos de sensaciones que atravieso son las formas de sus abrazos, de sus caricias, de sus enfados y reproches, de sus noticias amargas, de sus confesiones de amor.

L

minicuento por puglio ríos

Pg 7

por fanue

Milhojas

E sa fría mañana de otoño, el sol un adorno y el vien-

to un inquisidor que se sentía en cuellos y manos, la recorría caminando por sucesivas al-fombras de hojas. Ellas, que tras quedar huérfanas de las ramas habían gozado del privilegio de planear, dibujaban las veredas en sus aterrizajes. Se posaban con delicadeza en las baldosas. Y sufrían. No por los pisotones, las patadas o los soplidos -ni por la caricia de una rueda de bicicleta- que las llevaban a pasear unos metros, levantar vuelo nuevamente, y les otorga-

ban otro lugar en ese dibujo. Se modificaba la fisonomía de esa obra viviente ignorada pero na-die se enteraba.. El sufrimiento, si es que así puede llamárselo, era compartido entre las hojas precisamente por eso, porque nadie humanamente reparaba en esa pintura, latente, única, que se reinventaba así misma y que estaba ahí, al alcance de quien quisiera admirarla. Entre colores y formas, en su desespe-rada lucha contra la indiferencia y el tiempo de la escoba asesina, ellas improvisaban infinitas po-ses. Una arriba de la otra, varias abrazaditas, otras ofreciendo su tallo para hacer más notoria a su compañera. Otra soñando

que sostenía esa inmensa pared o ese árbol que le había dado la vida, otra tomando la mano de una compañera y llevándola a volar una vez más. Otras hacien-do equilibrio en la cornisa de un cordón. Todas me llamaban de alguna manera y yo, por primera vez, las escuchaba, las observa-ba, creía entenderlas y prometía difundir su arte callejero (¿o al de este lado de la frontera del cordón tendría que llamarlo ve-redero?). Para que muchos otros no sólo las tatuaran contra el piso, las esquivaran, las llevaran a pasear en suelas y rueditas. También, por favor pedían ellas, las miraran y halagaran llamán-dolas artistas.

por belén iannuzzi

fAbIáNCASAS:

La vozextraña

ue en “una casa inmensa y pobre”

de Buenos Aires donde Fabián Casas leía edi-ciones pocket de libros que sacaba, como una petaca, de los bolsi-llos de su sobretodo. Literatura, elixir, bebida blanca que les da fuerza a estos hombres tristes. Corrían los años ochenta. Henry Miller, Arthur Rimbaud, Carlos Castaneda, Jack Keoruac, T. S. Eliot, Joaquín Giannuzzi;

las voces de otros hablan y disparan la voz propia. Y también otra voz, más pro-funda, extraña, parecida a la poesía. De Casas, el spleen de Boedo, aprendimos que ahí en lo cotidiano hay poe-sía; ahí, en los discos de rock argentino que un primo ma-yor colocó con precisión de cirujano en los oídos de un adolescente; ahí, en caminar hasta el Parque Rivadavia para buscar libros usados. Que el escritor debe librarse de su habilidad. Que la voz extraña suele hacer karaoke

con nuestros destinos. Que un escritor debe construir su obra como un ebanista construye un mueble.Hincha confeso y fanático de San Lorenzo, Casas es una de las voces más re-presentativas de la llamada Generación del 90, década en la que editó, junto a poetas como Laura Wittner, Juan Desiderio, José Villa y Daniel Durand, entre otros, la revista de culto 18 Whiskies. Tuca (1990) fue el comienzo, que se enmarcó dentro de la corriente de poesía objeti-

vista, seguido por El Salmón (1996), Oda (2004), El spleen de Boedo (2005), El hombre de overol (2006). También es autor de los libros de narrativa Ocio (2000), Los Lemmings y otros (2006), Ensayos Bonsai (2007), Rita viaja al cosmos con Maria-no (2009), Breves apuntes de autoayuda (2011) y La supremacía Tolstoi y otros ensayos al tuntún (2013). Su obra se tradujo al alemán, inglés, francés, armenio y portugués. Nació en Buenos Aires en 1965.

foto: em

ilian

o gu

llo

f

Sin llavesy a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.

Había limpiado la casa y escrito

dos o tres poemas que me gustaban.

No pedía más.

Entonces salí al pasillo para tirar la basura

y detrás de mí, por una correntada,

la puerta se cerró.

Quedé sin llaves y a oscuras

sintiendo las voces de mis vecinos

a través de sus puertas.

Es transitorio, me dije;

pero así también podría ser la muerte:

un pasillo oscuro,

una puerta cerrada con la llave adentro,

la basura en la mano.

Del libro El Salmón

Poesía

A

por pablo bruetman

los cracks, a los monstruos que ob-tuvieron el oro en

Atenas 2004 y la rompen aún viejitos en la NBA se los llamó Generación Dorada. Dorada por el oro. Generación no como un designio divino ni como la aparición mágica de talentos, sino como un grupo de jugado-res surgidos a base de trabajo, educación y una construcción colectiva y federal.

A principios de la década del 80, el maestro León Najnudel entrenaba a Ferro Carril Oeste

“Yo lo que quiero es que haya mayor y mejor competición. Más nivelada, con chance pareja para muchos lugares del país, no solo para los ‘be-neficiados’ de Capital Fede-ral. Porque en este momento ellos son los únicos que se be-nefician, los porteños. La Liga Nacional tiene el objetivo de revertir el proceso de centra-lismo”, explicaba.

De esa Liga Nacional de la que León fue impulsor salie-ron todos los miembros de la Generación Dorada. Algunos conocieron a León. Otros no. Pero todos tuvieron entre-nadores que aprendieron de él. Entrenadores que los formaron incorporando los fundamentos del juego. Que enseñaron la simpleza. “Los partidos los ganan los que me-jor pasan la pelota y los que seleccionan mejor los lanza-mientos”, decía el maestro. Y hoy los jugadores argentinos suplen sus carencias de esta-tura pasando la pelota mejor que nadie.

“No tenemos todavía la

fuerza para enfrentar a las grandes potencias. No hay que molestarse por eso, por-que es un trabajo de muchos años, de generaciones”, decía León después de la creación de la Liga Nacional y algu-nos años antes de que una leucemia terminara con su vida. León no imaginaba que los muchachos surgidos de su Liga Nacional lo pudieran lograr tan rápido. Tampoco imaginaba llegar al año 2015 con una Liga Nacional en cri-sis, con un canal de televisión que tiene los derechos de transmisión de sus partidos pero prefiere no emitirlos o a lo sumo dejarlos para las trogloditas opciones decodi-ficadas, más allá de la noble opción de seguir los partidos por DeporTV. Por eso bien-venida sea la película León, reflejos de una pasión, de José Glusman, que más allá de homenajear o recordar a un personaje pintoresco pueda refrescarnos la necesidad de mantener y volver a hacer gi-gante a la Liga Nacional.

Se estrena el documental León, reflejos de una pasión, que rescata la figura del creador de la Liga Nacional de Básquet. Una buena oportunidad para recordar su legado y volver a aplicarlo antes de que sea demasiado tarde.

Un leónargentino

Page 5: Cítrica Bonsai Mayo 2015

uchas veces, la nada de la vida y de este mun-do le pisa los

talones. Entonces, para acelerar y que no la alcance, Lorena Astudi-llo escribe. Ya no sólo interpreta. Escribe y canta. Se anima a jugar con su voz, voz áspera y dulce, y crea fantasías melódicas. Es en ese proceso de creación en el que la nada desaparece. Y lo que empieza a vislumbrarse es lo otro: un mundo inconmensurable, tangible y audible, que le llena los huecos de sus días. Vos estudiaste la relación entre el sonido, la emoción y la expre-sión. ¿En cada composición, o en cada interpretación vas en busca de eso: de emocionar?

Justo, a partir de una charla que tuve con un joven cantor el otro día, estoy terminando de reflexionar sobre eso. La emoción no se busca: la emoción es, está. Uno lo que hace como artista es tramitarla, transformarla. Eso por

contratapa

Pg 8

por agustín colombo un lado. Por otro lado, la emoción básica del canto es el miedo, es la escena. Las grandes emocio-nes deben transformarse para ser más potentes. La emoción aparece, está a flor de piel, es lo más inmediato para un artista. Pero también hay que convertirla en una forma estética para que la nave siga su viaje. ¿Cómo lográs combinar –o mejor dicho: en qué aspecto se combi-nan– tu condición de psicóloga y de cantora?

Donde encontré el punto de mayor conexión es en la docen-cia. La docencia es vocacional. Lo expresivo implica tantas cosas… Estudio y leo. Y mi hobby es, aunque haya estudiado eso, leer psicoanálisis. Es como tener cierta información que me ayu-da a acompañar el proceso de la docencia en la música. Luego está mi propia búsqueda como persona, lo que me ha aportado el psicoanálisis como paciente; esa parte que te aporta para entender, para contener, para saber ciertas cosas. Muchas realidades me entran por los

libros, por el saber, por el cono-cimiento.Tu último disco, Un mar de flores, tuvo sus inicios en un encuentro con el jazzista Bobby McFerrin. ¿Cómo fue eso?

¡Uf! Fue un encuentro masivo: por supuesto, él no sabe de mi existencia ni la sabrá nunca. Fue una master class con 400, 500 personas. Estuve atornillada a la silla porque para mí McFerrin es la encarnación de la música. Nos mandó a hacer una serie de ejercicios y, jugando un poco, empecé a componer. Me grababa todo porque me lo decía McFe-rrin. El noventa por ciento de lo que salió en ese rato era una por-

quería, pero un diez por ciento, cuando lo escuché, me gustó y me dije: “Las sigo”.A diferencia de tus primeros cuatro discos, el último es casi ín-tegramente de tu autoría. ¿Puede entenderse ese cambio en una mayor confianza en vos misma?

Creo que sí. Confianza y necesi-dad, que a veces hay que seguirla. Y la confianza tiene que ver con la gente con la que me rodeé. Primero Daniel Maza. Después Pablito Fraguela, que fue el que tímidamente me dijo “esto está buenísimo, dale pa’ delante”. O que le haya mandado un can-dombe a Fattoruso y me dijera “me gustó, grabémoslo”. Después de eso, si no tenés confianza, la adquirís. Y, también, está la necesidad existencial de escribir: la nada me viene comiendo los talones, y a veces va más rápido. Entonces tengo que hacer otras cosas. A veces me alcanza con cantar, pero a veces no. Entonces, escribir las canciones te llena la vida ante esos agujeros que aparecen. ¿Es más difícil o más fácil cantar folclore para una porteña?

Es más difícil a la hora de las contrataciones, porque muchas veces, las productoras o disco-gráficas apuestan a la “pura cepa”. Y después hay algo que tiene que ver con el paisaje, que es emocional, aunque el paisaje real también lo es. He aprendido de la raigambre y de las costumbres. Pero el folclore es el lenguaje de la libertad, va más allá del paisaje. Cuando me conecto con el cerro a través de las canciones me libera, me hace sentir bien. El tango tiene emociones dolientes, me encanta escucharlo, pero me embarga. A mí me resulta libera-dor el folclore, y el norteño más

por la conexión con un paisaje increíble: es espiritual; por más de que tengas penas, mirando esos paisajes, te das cuenta de que la vida es algo mucho más grande.¿Percibis que el folclore y la música latinoamericana han ganado espacio en el último tiempo?

No estoy segura. Tal vez sí. Hay artistas folclóricos que tienen espacios más masivos, eso es indudable. Lo que hago yo y otra gente es una suerte de under-ground del folclore, y obviamente no es masivo. Pero en los medios aparecen artistas folclóricos que tienen un espacio. Soledad es un ejemplo. Creo que todavía nos falta un poco más, abrir más la oreja.

Psicóloga, compositora e intérprete, la cantante folclórica profundiza sobre la relación entre la música y la emoción. Los prejuicios de las discográficas y su relación con el paisaje.

“El folclorelibertad”ES EL LENGUAJE DE LA

M

n el marco del pro-grama “Canciones a pueblo abierto”, los

viernes 8 y 22 de mayo, y 5 y 19 de junio, a las 21, la Manza-na de las Luces ofrecerá el pri-mer ciclo de música argentina y latinoamericana. Lorena Astudillo será una de las cinco mujeres que protagonizarán las veladas (las otras serán Chiqui Ledesma, Chany Sua-rez, Mónica Abraham y María José Mentana). Ella dice que el escenario ayudará a realzar la emoción del sonido. “Es un lu-gar muy mágico. Estoy como perro con dos colas porque estaré junto a Chiqui Ledes-ma. Para mí es una invitación al juego, a divertirse, a disfru-tarlo”, comenta.

E

manzanade lasluces

“Escribo canciones porque la nada me viene comiendo los talones.”

Entrevista a Lorena Astudillo