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Cien libros para un siglo Equipo Peonza

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Cien libros para un siglo

Cien

libro

spar

aun

siglo

Equipo Peonza

Equi

poPe

onza

Cien libros para un siglo es un recorrido literario por el siglo XX

a través de las cien obras de literatura infantil y juvenil másrepresentativas de este período, según los autores. Diversosprofesionales de reconocido prestigio en el ámbito de la lec-tura y su promoción, así como de la crítica y de las bibliote-cas, comentan los clásicos juveniles, los libros infantiles, losálbumes ilustrados, y los cómics que han marcado una época,haciendo de esta obra un libro de referencia, y un valiosomaterial de consulta.

El EQUIPO PEONZA, creado en 1986 en Santander (Cantabria), esun grupo que realiza numerosas actividades en torno a la lite-ratura infantil y juvenil. Formado por ocho personas delmundo educativo y literario de la región, su ocupación prin-cipal es la revista que da nombre al equipo: Peonza, una pu-blicación trimestral de literatura infantil y juvenil. Cola-boradores habituales de las páginas culturales de El DiarioMontañés, son además autores de varios libros, guías, álbumesy otros materiales sobre lectura.

9 788466 727228

ISBN 84-667-2722-1

1541

053

www.anayainfantilyjuvenil.com

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8 C I E N L I B R O S PA R A U N S I G L O

Una biblioteca de ficciones representa la imagen de las vidas que no hemos vivido,

que nunca viviremos: forma parte del ámbito infinito de la imposibilidad. Una

surtida y complicada sucesión de quimeras, de sueños amontonados, de sueños

postergados.

Una biblioteca de ficciones tiene algo de metáfora de las existencias incumplidas,

de esas vidas imaginadas que van apagándose en nosotros. Porque las vidas que

imaginamos como antídoto contra nuestra vida, contra nuestra realidad, tienen una

muerte lenta, pero tienen una muerte, y nos sobreviene entonces —cansados de nosotros

mismos, resignados a convivir con nuestro destino incorregible— una confusa y leve

nostalgia de esos otros fantasmas que pudimos ser, que soñamos ser, y que nos habitan

como habitarían un castillo abandonado.

Los libros no contienen nuestra vida verdadera... lo que cada cual entiende por vida

verdadera. Si fuese así, nos interesarían más bien poco: uno no busca en la literatura la

nitidez de un espejo, sino la bruma de un espejismo; nadie —salvo quizás un ególatra—

espera encontrar su propia vida en las páginas de una novela, sino precisamente lo

contrario: una vida improbable.

Los libros nos hacen movernos por regiones inexistentes, tratarnos con seres

espectrales o vivir, en fin, una existencia que no hemos sido capaces de merecer.

Y es ese poder que tienen los libros para proporcionar espejismos lo que más nos

inquieta, posiblemente porque, ante su deslumbrante engaño, el engaño de nuestra

propia vida queda en una situación bastante desfavorecida, como cosa de poca monta.

Creo que todos, en algún momento, hemos querido cambiar nuestro destino por

el de algún caballero andante de sobrenombre ampuloso, por el de algún pirata de

novela inglesa o por el de algún detective que se pasa todo el tiempo lanzando frases

lapidarias, entre cadáveres y rubias.

Por eso los libros —algunos libros— nos deparan en su punto final una desconsolada

nostalgia: la nostalgia de una existencia que hemos hecho propia y que vemos

extinguirse irremediablemente, porque, al cerrar el libro, se disipa el encantamiento.

Aunque ahí entra ya en juego la memoria, la afanosa memoria, encargada de custodiar

ese tesoro etéreo, esa prodigiosa entelequia.

Porque la literatura sabe herir la memoria, y sabe hacerlo de una manera implacable.

Un libro puede dejarnos heridas que no se cierren nunca. Heridas en las que se cifre el

recuerdo de un mundo que no nos pertenece y que, sin embargo, hemos confundido con

nuestro propio mundo, con esos mundos nuestros en que no ocurren sucesos fabulosos,

en que no existen los misterios, los dragones, los seres perseguidos por su pasado ni las

pasiones que acaban desembocando en la desesperación o entregándose a la muerte.

Este libro nos ofrece cien libros. Cien libros que tienen que ver con los primeros

pasos de nuestra imaginación. Cien libros inaugurales de un asombro, de una inquietud,

Cien libros, cien llaves, cien puertas

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de una fascinación única. Cien libros que guardan cien llaves para adentrarse en

mundos imaginarios, en territorios imprevistos, en las remotas regiones de la fábula.

Aquí está Kim, el huérfano que custodiaba tres papeles que podrían cambiar

de forma misteriosa su destino. Aquí tenemos al rey Arturo, con sus nobles caballeros;

al arrogante Peter Pan, pesadilla de Garfio y sueño de Campanilla, niño guerrero que

proclamaba que nunca se haría mayor, allá en el arriesgado País de Nunca Jamás, con

ese cocodrilo sigiloso que marca las horas. Aquí está el burrillo Platero, el burrillo lírico

que se diría relleno de algodón. Pinocho, el niño de madera, con su nariz delatora de

falsedades. Aquí está el mundo sombrío de Max Demian y de Emil Sinclair: «Me

sentí traspasado por un asombro salvaje al descubrir que mi imagen soñada vivía sobre

la tierra». Aquí se oye el grito heroico de Tarzán, resonante en las altas bóvedas verdes

de la selva. Aquí encontramos los procesos deductivos del detective Sherlock Holmes,

para quien el mundo era un escenario lógico, geométrico y enigmático solo hasta cierto

punto; altivo y meditabundo él en su soledad, con su cachimba y su violín, aplicando

su intuición prodigiosa al análisis de la maldad y al desvelamiento de las inteligencias

deformadas. Aquí está el galante espadachín Scaramouche. Aquí está la fantasiosa

y fantástica Mary Poppins, entre objetos hechizados y entre chimeneas humeantes.

Aquí está el Príncipe Valiente y aquí está el Principito. Tintín y Alfanhuí. El devoto

Marcelino Pan y Vino y Corto Maltés, hijo de una gitana de Sevilla apodada La Niña

de Gibraltar. Aquí tienen ustedes las peripecias de Los Cinco y las incertidumbres

adolescentes de Holden Caulfield…

Aquí tienen ustedes cien libros. Cien llaves. Cien puertas abiertas. Cien catalejos

con los que observar realidades remotas, países exóticos, mundos descabellados,

ciudades de piedra y cemento y ciudades de humo poético. Cien historias llenas

de historias. Cien miradores construidos frente a cien abismos fascinantes.

Una biblioteca de ficciones representa nuestras vidas soñadas, nuestras vidas

imposibles, lo que siempre quisimos ser, lo que nunca seremos… Y lo que tal vez

hemos sido gracias a ella: gente que ha viajado a territorios impensables sin moverse

de un sillón, que ha oído el rugido de una manada de leones en el silencio de su cuarto,

que ha lamentado la muerte de un muñeco, que se ha enaltecido con las briosas

aventuras de unos seres que tienen más realidad para él que sus propios vecinos

de bloque…

Resulta extraño que en unas habilidosas ficciones se pueda esconder precisamente

lo que nos distraemos en imaginar como un destino envidiable. Y resulta curioso que

esas ficciones acaben por ser cómplices de la soledad de nuestro verdadero destino.

Felipe BENÍTEZ REYES

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Si la historia general del hombre se caracteriza por los sucesivos cambios, la historia

del hombre del siglo XX tiene como principales señas de identidad la aceleración

de las transformaciones, la multiplicidad de ámbitos en las que estas se producen y la

extensión a las diferentes capas sociales del mundo occidental en el que estos cambios

tienen lugar. Bien podemos decir que durante la última centuria hemos asistido a las

modificaciones de las condiciones de vida del ser humano más rápidas y decisivas desde

que existe el registro histórico.En palabras del historiador Hobsbawn: «El mundo se ha

transformado de tal forma que cada día, cada hora y en todos los hogares, la población

común dispone de más información y oportunidades de esparcimiento de la que

disponían los emperadores de 1914».

Evidentemente, en el siglo XIX también hubo cambios, pero estos fueron menos,

más lentos y afectaron a un sector minoritario de la población. Esta afirmación serviría

con más precisión para caracterizar al siglo XVIII, aunque es en este siglo (el de las luces

frente al oscurantismo; la razón y la ciencia frente a la superstición y el mito) en el

que se fundamentan las bases del desarrollo del mundo moderno hasta nuestros días;

en algunos casos, como prolongación de aquel discurso ilustrado, en otros, como

reacción contra el mismo.

No es difícil aventurar que el siglo XXI traerá todavía muchos más cambios que

los que se han visto en los tres últimos siglos en conjunto, y que estos serán mucho

más radicales que todos los anteriores. La velocidad del cambio será determinante

en esta radicalidad; la cultura del cambio, la sensación de estar instalados en él, será

otro factor fundamental de esta transformación en profundidad.

Dos discursos, unas veces convergentes y otras, la mayoría, divergentes, han tratado

de explicar el siglo XX desde su significado histórico. Uno de estos discursos nos habla

de los grandes logros del conocimiento humano, de los grandes avances de la ciencia

y de la técnica y, como consecuencia de todo lo anterior, de la extensión de la calidad

de vida a amplios sectores de la población de Occidente; nos habla también de cómo la

democracia y la ampliación de los derechos civiles deben mucho al acceso fácil y libre

a la información, y de cómo ello ha sido posible merced a la ciencia y a la técnica.

El otro discurso, más pesimista, se fija en las altas cimas conseguidas por el horror

y la crueldad humana al aplicar ese conocimiento, esa ciencia y esa técnica a las guerras

que han jalonado el siglo; esta segunda corriente historiográfica critica también

la inmoral separación entre el Norte y el Sur, y denuncia la egoísta, irracional

e irresponsable utilización de los recursos del planeta por una parte privilegiada

de la población mundial.

Introducción

El siglo XX

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Sin duda, algo de ambos discursos se verá reflejado en la visión panorámica que

de cada década presentamos aquí. No obstante, también se atenderán otros aspectos,

como los relacionados con la vida cotidiana, que caracterizaron los modos de vivir

y de pensar de una generación o de un tiempo concreto.

Pero si quisiéramos calibrar la verdadera dimensión de los cambios que se han

producido en el siglo XX tendríamos que plantear algunos interrogantes a partir de

conjeturas tales como: ¿Qué parecía imposible a principios de siglo y es a fines del

mismo una realidad común? O también, desde la otra óptica: ¿Qué parecía repugnante

entonces y hoy no lo es, o lo es mucho menos? ¿Qué era impensable entonces y hoy

convive con nosotros con absoluta normalidad? ¿Qué capacidad de sentir como se

sentía, de pensar como se pensaba hemos ganado o hemos perdido? ¿Qué modos

de ser o de pensar de principios de siglo nos son ya totalmente ajenos?

Y no es por nostalgia por lo que nos deben preocupar estas reflexiones, sino

por nuestra propia condición de seres humanos que tienen que tomar conciencia

de su evolución moral y material. Tampoco debe ser el miedo al cambio lo que nos

debe embargar, sino el miedo a olvidar lo que hicimos o lo que fuimos, «el temor de

convertirse en un ser distinto al de ahora, de pensar de otra manera o incluso dejar

de pensar», que diría François Jacob.

Hay quien ha definido el siglo XX como el «siglo de la Ciencia», otros lo han

caracterizado como la «Era de los Transportes y las Comunicaciones», para otros

ha sido la «Era de la Información» o el «siglo de la Democracia», en fin, hay quienes

lo han visto como el siglo más terrible de la historia de la humanidad. Quizá sea todo

eso, pero lo que sí es cierto es que el siglo XX, más que otros, es el resultado de un

diálogo (para bien y para mal) entre la política, la ciencia, con su aplicaciones técnicas,

y la cultura. Las obras literarias aquí seleccionadas no pueden entenderse fuera de este

contexto.

Paciano MERINO

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1901

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1910UN VIENTO DE PROSPERIDAD RECORRE EUROPA

Las dos caras del progresoEuropa había coronado con éxito el nuevo siglo y se mostraba exultante y confiada. Casi cuarenta años seguidos sin conocer la guerra dentro de su territorio habían permitido un espectacular desarrollo económico, cuyos efectos, más o menos atenuados, llegaban a todas las capas sociales. La seguridad y la estabilidad parecían afianzadas, la técnica habíacontribuido a mejorar las condiciones de vida y los descubrimientos científicos augurabanexpectativas aún más optimistas. Un viento de prosperidad recorría el Viejo Continente. Las ciudades crecían en población y se embellecían con nuevos diseños urbanísticos, con anchas calles, suntuosos edificios y elegantes comercios. Los ciudadanos también presentabanun porte más saludable, tanto por una mejor alimentación, como por la reducción de lajornada laboral, el disfrute del aire libre y una incipiente práctica del deporte; en efecto, ir a la montaña, al mar, montar en bicicleta o esquiar empezaban a dejar de ser actividadesprivativas de las clases altas y a estar al alcance de sectores de las clases medias urbanas. Pero el progreso también era el responsable de la loca carrera de armamentos en la que desde el siglo anterior estaban inmersas las potencias europeas; la escalada de la investigación, innovación y producción de armamentos no tenía precedentes. En Europa, la región de los Balcanes se estaba convirtiendo en un peligroso polvorín; en la Rusia zarista, el creciente descontento de la población y la protesta por el inmovilismode los usos feudales se manifestaban cada vez con más violencia en las calles. También en España se vivían tiempos de crisis política y social, tanto por problemasheredados del pasado como por otros de origen más reciente. Entre estos últimos,podemos señalar el reparto del Protectorado de Marruecos entre Francia y España (la nueva colonia se convirtió inmediatamente en una pesadilla para el ejército español).

Cartel publicitario de principios de siglo.

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En Barcelona el descontento general y los primeros fracasos militares desembocaron en la«Semana Trágica», con más de un centenar de muertos, como consecuencia de las protestasde la población, que se resistía a enviar a sus mozos a África. Con respecto a la políticainterior, los partidos republicanos —entre cuyas filas estaba Benito Pérez Galdós, queobtuvo un escaño por Madrid— experimentaron un gran avance al conseguir 31 diputadosen las elecciones generales de 1907.

Los avances técnicosEl mundo de la técnica cayó en el vértigo de la velocidad con resultados dispares. Así, el dirigible alemán conocido como «zepelín» continuó su desarrollo tras su inauguración en 1900; unos fabricantes de bicicletas estadounidenses, los hermanos Wright, construyeronel primer aeroplano capaz de realizar un vuelo motorizado; se popularizaron los globosaerostáticos, y empezaron a rodar por las carreteras y las calles de Europa los primeroscoches de lujo Mercedes-Benz y Rolls-Royce. Por estos años, en Estados Unidos, el ingenieroHenry Ford instalaba en su fábrica la primera cadena de montaje, logrando así coches másbaratos. Pero tanto en Europa como en América eran las bicicletas las que proporcionabanmovilidad a la gente demasiado pobre para tener un caballo. Los coches todavía eran lentos,ruidosos, estaban llenos de grasa y aterrorizaban a los animales. No sucedía igual con el transporte marítimo: los barcos de vapor podían cruzar el Atlántico en seis días. Muchos inventos del siglo anterior fueron entrando en los hogares y modificando la vida cotidiana: las lámparas eléctricas sustituyeron a las velas y lámparas de aceite; máslentamente, el teléfono fue instalándose en las mansiones de las clases altas y en algunas de las clases medias; en Londres se colocó la primera cabina telefónica pública. Al mismotiempo se trabajaba ya en la puesta a punto de inventos recientes para su comercialización—como las primeras lavadoras, cocinas y planchas eléctricas—, mientras que Leo Baekelandcontribuía al abaratamiento en la fabricación de estos aparatos al presentar un nuevomaterial artificial, el primer plástico termoestable: la baquelita.

La ciencia y los científicosEn este inicio del nuevo siglo, Suecia anunció la concesión anual de los premios Nobelpara las personas que trabajaran por el bien de la Humanidad. En estos años recibieron el Nobel, entre otros: Iván Pávlov (de medicina, por sus trabajos sobre el sistema digestivo,aunque será más conocido por sus investigaciones sobre los reflejos condicionados en losanimales y su aplicación en el aprendizaje humano); Santiago Ramón y Cajal (de medicinatambién, por sus investigaciones sobre el sistema nervioso central y sus aportaciones a la histología); el matrimonio Pierre y Marie Curie (de física); y más tarde, también Marie Curie, ya sola (de química).

Emil Berliner inventó el gramófono,el primer aparato reproductor desonido a través de discos planos.

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En el campo de la física, comenzó a destacar un joven profesor de 26 años, AlbertEinstein, que con su teoría de la relatividad espacial revolucionó el mundo científicoal cambiar la concepción del universo, inmutable desde Copérnico y Newton. Por lo que respecta a los avances en medicina, podemos destacar: el electrocardiógrafopara controlar las contracciones del corazón, del holandés Einthoven; el aislamiento del bacilo de la tuberculosis, por el alemán Robert Koch; el primer medicamento eficazcontra la sífilis, obtenido por otro alemán, Paul Ehrlich; y, por último, el descubrimientopor un equipo médico francés del suero para combatir la disentería.

Sociedad. Ilusiones y frustracionesEvidentemente, esa sociedad satisfecha y ese nivel de bienestar que acabamos de describirno estaban generalizados. La mitad de la población continuaba apartada de la vidapolítica más simple porque las mujeres no podían participar en las decisionesinstitucionales ni tenían derecho al voto —de hecho, solo un país europeo, Finlandia,reconoció el sufragio femenino en esta década—. Las manifestaciones de protesta del movimiento sufragista fueron en aumento, y, en Gran Bretaña, terminaron con el encarcelamiento de su principal impulsora, Emmeline Pankhurst.Por otro lado, el flujo migratorio de Europa a América, principalmente a EstadosUnidos, siguió aumentado; entre otras causas, por la pobreza, la persecución política y el poderoso reclamo que América ejercía sobre el Viejo Continente (sin olvidar elabaratamiento de los pasajes de tercera en los transatlánticos). Pero pronto empezaronlas restricciones para entrar en el país: primero se estableció una tasa de dos dólares porpersona; luego, la obligación de saber leer y escribir; finalmente, se fijó un cupo anual.

Cultura y ocio Pablo Picasso dio paso al cubismo con Las señoritas de Aviñón, y, años más tarde,exponía en Londres y París, donde también lo hacían Henri Matisse y Paul Gauguin.En la prensa estadounidense aparecieron las primeras tiras cómicas, una de las cuales,aparecida en el Washington Post, inspiró un nuevo juguete, el oso de peluche. También en Estados Unidos, Stuart Blackton realizó la primera película de dibujosanimados, y, en Los Ángeles, se rodó El conde de Montecristo. En Francia, los hermanosPathé empezaron a rodar noticiarios sobre la actualidad mundial, que luego proyectabansemanalmente en su sala de París y distribuían a otros países. En este período, apareció el primer disco fonográfico —de vinilo— de dos caras, si bien,en un primer momento, no se supo claramente cuál podría ser su utilidad. Señalaremos, por último, que Robert Edwin Peary fue el primer ser humano que pisó elpolo Norte y en Francia comenzó el Tour. El siglo XX se ponía decididamente en marcha.

El artista vienés Gustav Klimt representa la síntesis de todas

las tendencias del cambio de siglo y está considerado como

precursor de las vanguardias y de la modernidad. Judit II

(Salomé), 1909, Galleria d’ArteModerna, Venecia.

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bulliciosa en los abarrotados mercados, en la grancarretera, en los campamentos de soldados, en lostrenes; vida que fluye por todas partes contagiandoal lector, que no puede sino dejarse llevar por laalegría y el optimismo de este relato apetecible y fresco desde la primera página.

Rudyard Kipling escribe sobre India, un país y unas gentes que conoce y ama profundamente, lo que, unido a sus magníficas dotes de narrador, da un resultado sorprendente y convierte esta novela,como dice Ignacio Gracia Noriega, en un relatoinagotable (para todas las edades).

Isabel Blanco

Joseph Rudyard Kiplingnació en 1865 en Bombay,donde pasó los primerosaños de su infancia. A la edad de seis años sus padres lo envían junto a su hermana a vivir aSouthsea, Inglaterra, conuna familia adoptiva. Trassus años escolares, vuelve

de nuevo a Bombay ycomienza a trabajar para un periódico de Lahorecomo editor y escritor.Recibe el Premio Nobel en 1907. Apasionadoviajero, prolífico escritor de poemas y relatos, fallece en 1936.

1901

Kim es un muchacho de unos 13 años, hijo de unsargento inglés pobre, alcohólico y fumador de opio,que al morir deja el niño al cuidado de una mestiza y en herencia tan solo tres documentos. El niño, quese ha criado en la calle, conoce muy bien cada rincónde la «maravillosa ciudad de Lahore» y el trato y lafamiliaridad con todo tipo de personas, desde lospilluelos de los callejones y pasadizos a los jóveneselegantes, pasando por faquires y santones, lo que le hace merecedor del título «Amigo de todo elMundo». La vida de Kim cambia cuando seencuentra con un hombre «diferente a todos los que había conocido hasta entonces», un ancianolama tibetano que busca el río que brotó en el lugardonde cayó la flecha que Buda lanzó con el fin dedemostrar su fuerza y hacerse así acreedor delderecho al matrimonio. Las aguas de ese río santoconsiguen que las personas queden limpias depecado y por tanto se liberen de la Rueda de la Vida (la reencarnación en la que creen los hindúes). Junto al lama, Kim emprende su propia búsqueda,para cumplir así una profecía de su padre según la cual todo un ejército con un coronel al frente se llevaría al muchacho, que se vería «exaltado entre columnas de belleza y de fuerza».

Comienza así el recorrido de ambos personajes, a veces unidos, a veces separados por las vicisitudesdel camino. Hay mucha vida en este relato, vida

Kim

Rudyard Kipling (1865-1936)

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Otras obras del mismo autorCuentos de las colinas (1888)

El libro de la selva (1894)

Capitanes intrépidos (1897)

Stalky & Co. (1899)

Precisamente así (1902)

Puck de la colina de Pook(1906)

17C I E N L I B R O S PA R A U N S I G L O

“Fue entonces cuando Kim,a quien le dolían todas lasfibras del cuerpo, mareado de mirar hacia el abismo, conlos pies deshechos a fuerza deintroducir dedos desesperadosen grietas inadecuadas, sesintió satisfecho de la marchadel día, con la satisfacción quesentiría ante los elogios de susamigos un chico de St. Xavier...

que hubiera ganado los cuatrocientos metroslisos. Las montañas eliminaban de sus huesos el sebo producido por la ghi y el azúcar de lasllanuras; el aire seco, aspirado entre sollozos enlo más alto de un cruel desfiladero, consolidabay fortalecía su pecho; y las fuertes inclinacionesañadían nuevos músculos a pantorrillas ymuslos.

Maestro y discípulo meditaban con frecuenciasobre la Rueda de la Vida: y más aún desde que, como decía el lama, estaban libres de sustenta-ciones visibles. Con la excepción del águilagris y de un oso visto a lo lejos de tarde en tardehurgando y arrancando raíces en una ladera, del espectáculo de un furioso leopardo moteadodevorando una cabra al amanecer en un tranquilovalle, y, de vez en cuando, de un pájaro debrillantes colores, se hallaban solos con el viento y con la hierba que cantaba agitada por el viento. Las mujeres de las chozas llenas de humo sobre cuyos tejados caminaban aldescender de las montañas, esposas de muchosmaridos y aquejadas de bocio, no eran agra-dables de ver y estaban sucias. Los hombrescortaban madera cuando dejaban las faenas de la agricultura: gentes dóciles y de increíblesimplicidad”.

KimMadrid: Alianza, 2002

Traducción de José Luis López Muñoz

Otras obras de este añoEl sabueso de los Baskerville(Arthur C. Doyle)

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18 C I E N L I B R O S PA R A U N S I G L O

1902

Este tomito fue el primero de una serie de 23 que la autora publicó entre 1902 y 1930. De formato cuadrado y minúsculo, el disfrute de estos libros comienza ya por las manos. Pasaluego a los ojos, donde las acuarelas que acompañanal texto, de colores suaves y sutiles gradaciones,dejan una impresión indeleble. Y culmina finalmenteen la lectura gozosa de una prosa depurada ysencilla, de frases breves y ritmos muy cuidados. Los protagonistas de estas historias son animaleshumanizados, si bien no todos lo están en el mismogrado. Normalmente los niños son más animales que los adultos, y existen animales que sirven decontraste (y, a veces, de alimento) a otros animalesmenos agrestes. Además, el nivel de humanizaciónde un personaje puede cambiar en un mismo relato.Esto se ve, por ejemplo, en Perico el conejo, dondeen un momento de la narración, y abandonada todacautela racional, el protagonista queda desnudo enmedio de la huerta: un simple animalito indefenso,mientras que la chaqueta de su lábil humanidadcuelga de un espantapájaros a modo de escarnio.

El presente relato está dotado de una estructuratan diáfana que haría las delicias de cualquierformalista ruso. Pero cada uno de sus elementos (o funciones) aparece irónicamente distorsionado, lo que salva al conjunto de todo esquematismo. Así, la trasgresión de la prohibición impuesta al héroe consiste en entrar en el huerto del tío Gregorio.La maldad del antagonista se reduce a su propensión

El cuento de Perico, el conejo travieso

THE TALE OF PETER RABBIT

Beatrix Potter nace en el seno de una familiavictoriana. Infanciasolitaria, institutrices,amor hacia los animales,estudia y dibuja durantesus periodos vacacionalesen el campo. En 1902publica El cuento de Perico,el conejo travieso, que

tiene una excelenteacogida por parte delpúblico. Esto la anima a seguir publicando una media de dos libros al año hasta 1910. Con los beneficios obtenidosadquiere una casa en LakeDistrict. Se casa en 1913, y a partir de entonces su

carrera artística seráarrinconada en favor de una dedicación casiexclusiva a las laboresagrícolas y la conservacióndel paisaje.

a cazar conejos, lo que —si la narración no estuvieseprotagonizada por uno de ellos— tampoco seríapara tanto. El proveedor es un ratoncito que seatraganta con un guisante, no pudiendo culminar así su importante misión (para disgusto de Propp y sus esquemas plegables). El castigo por la faltacometida se reduce a tomar una infusión demanzanilla. La trama —una frenética persecución a través del huerto— está sabiamente graduada abase de clímax y anticlímax que se suceden a unritmo casi musical. Y, de este modo, cierra uno ellibrito convencido de que no sobra en sus páginas ni una sola nota, ni una pincelada.

José Zafra

Beatrix Potter (1866-1943)

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Otras obras de la misma autoraEl sastre de Gloucester (1903)

El cuento de la ardillaNogalina (1903)

La historia de BenjaminBunny (1904)

La historia de Tom Kitten(1907)

La historia de Mr. Tod (1912)

19C I E N L I B R O S PA R A U N S I G L O

“Corriendo a más no poder,se metió en la caseta de lasherramientas y, de un salto, se escondió en la regadera.Habría sido un esconditeperfecto si no fuera porque...estaba llena de agua.

El tío Gregorio sabía quePerico se escondía en algúnlugar de la caseta, así es quefue levantando los tiestos uno por uno para ver si loencontraba...

De pronto Perico estornudó —¡a... a... achís!— y el tío Gregorio se le vino encima.

Estaba a punto de pisarle cuando Perico, de un salto, se escapó por la ventana, tirandounos cuantos tiestos. La ventana era demasiadopequeña para el tío Gregorio y, además, estabacansado de perseguir a Perico. Así es que se diomedia vuelta y se volvió a su trabajo. Perico sesentó a descansar. Estaba sin aliento, mojado,temblaba de miedo y no tenía la menor idea del camino que debía seguir.

Después de un rato comenzó a rondar por los alrededores, dando pequeños saltitos —plop,plop, plop— y mirando a ver qué veía. Por finencontró una puerta en la tapia que rodeaba alhuerto, pero estaba cerrada y no había sitio paraque un conejito tan gordo como él se escurrierapor debajo. Pero vio un ratoncito que entraba y salía por debajo de la puerta, llevandoguisantes y judías a su familia que vivía en el bosque. Perico le preguntó por el camino queconduce a la verja, pero el ratón, que en aquellosmomentos se estaba comiendo un guisante, se atragantó. Solo podía mover la cabeza de un lado para otro, y Perico se echó a llorar”.

El cuento de Perico, el conejo traviesoMadrid: Debate, 1994

Ilustraciones de la autoraTraducción de Ramón Buckley