charlie small 4 los temerarios forajidos de destino

NOTA DEL EDITORÉste es el cuarto volumen del diario del pequeño Charlie ¡y fue encontrado en circuns-tancias incluso más extrañas de lo habitual! El editor recibió una información en su pági-na web (www.charliesmall.co.uk) según la cual Charlie habría sido visto. Lleno de emo-ción, uno de nuestros intrépidos editores hizo las maletas y, en avión, globo y burro, viajóhasta el valle en que habían visto a Charlie por última vez. Pero no estaba allí. Nuestroagente buscó y rebuscó, y volvió a rebuscar, pero no pudo encontrarlo. Sí encontró, enun bar, a un flaco pistolero que, cuando le preguntó, escupió y dijo que nunca había oídohablar del pequeño Charlie. Pero nuestro editor acababa de vislumbrar un pequeño cua-derno escondido detrás de una botella de whisky y, aprovechando que el forajido sehabía dado la vuelta, se lo guardó en el bolsillo y se marchó.Éste es el diario que estaba escondido detrás de las botellas y demuestra, sin dejar lugara dudas, que el pequeño Charlie todavía anda por ahí, que continúa con sus aventuras.Deben de haber más cuadernos, así que si os tropezáis con algún diario de aspectoextraño, o si veis a un chico que es un experto con el lazo, por favor, poneos en con-tacto con nosotros a través de la página web del pequeño Charlie.(Si, en algún momento, un joven forajido os desafía a un duelo con pistola, decid que

no. ¡He oído que es rápido como una serpiente!)

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Destino

400 (¡quizá má s!)

07713 122

Iba a St. Beckham’ s,hace mucho tiempo

Joseph Craik (un mató n),

la capitana Cortagargantas (una matona), el rey

de las marionetas y los Murcié lagos Bá rbaros.

Los gorilas,colgarme de los á rboles, mi hamaca en la cubiertadel Betty Mae; practicar la lucha con la espada;Braemar, Jenny y la abuelita Green.

Charlie Small_Desperados_interior:CHARLIE S-GORILLA LAYOUTS r.qxd 16/02/10 13:07 Página 1

Ju díascontomate

Je


¡Yeehah!

¡Yeehah!

LAS INCREÍBLES AVENTURASDEL PEQUEÑO CHARLIE

(400 AÑOS)

Libreta

LOS TEMERARIOSFORAJIDOSDE DESTINO

Jefe de policí a


Título original: Charlie Small Journal 4:The Daredevil Desperados of Destiny

© 2008 Publicado por David Fickling Books,una división de Random House Children’s Books© 2009, Nick Ward

Primera edición: marzo de 2010

© Carol Isern, de la traducción© Libros del Atril, S.L., de esta ediciónAv. Marquès de l’Argentera, 17. Pral. 08003 Barcelonawww.piruetaeditorial.com

Impreso por Brosmac, S. L.Carretera Villaviciosa - Móstoles, km 1Villaviciosa de Odón (Madrid)

ISBN: 978-84-92691-67-8Depósito legal: M. 2.239-2010

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

C h


Si encontrá is este libro, POR FAVOR, cuidadlo bienporque es la única narració n verdadera de misimpresionantes aventuras.Me llamo Charlie Small y tengo cuatrocientos años,quizá incluso má s. Pero en todos estos largos añosno he crecido. Algo pasó cuando tenía ocho añ os,algo que todavía no comprendo. Me fui de viaje...y todavía estoy buscando el camino de vuelta a casa.Ahora, a pesar de que he acabado con un terrible buitrede dos cabezas, he robado un banco y me he vistoatrapado en medio de una temible estampidade bisontes, sigo siendo igual que cualquier chico de ochoañ os con el que os podé is cruzar por la calle.

He viajado hasta los confines de la Tierra y hasta su centro.Me ha perseguido una implacable pandilla, he hecho sonarel cascabel de una serpiente de cascabel y he cogido a un pumapor la cola. Quizá pensé is que todo esto son fantasías,quizá pensé is que estoy mintiendo, pero os equivocaríaisporque TODO LO QUE CUENTA ESTE LIBRO ES VERDAD.Creedlo y haré is el viaje má s increí ble que nuncahayá is imaginado.

Charlie Small.


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Bob

Ffrance

el Salvaje


¡Pam!—¡Ay! —grité en cuanto dejé de rodar por

el suelo. Miré hacia atrás y me di cuenta de que acababa

de caer por un enorme desfiladero que corría entredos paredes de roca. El suelo era polvoriento yestaba cubierto de maleza. Estaba a punto deponerme en pie y sacudirme el polvo cuando oí unclic familiar al lado de la oreja izquierda.

—¿Dónde crees que vas, chico? —oí que mepreguntaba alguien con voz suave.

Me di la vuelta lentamente con los brazoslevantados y me encontré mirando el cañónde un Colt 45.

—¡Vaya, jo! Tienes un mal día, chico —dijo eljoven, mirándome. Sus ojos, penetrantes y azules,brillaban en un rostro sucio y mugriento; el pelo,grasiento y largo, le colgaba hasta los hombros y yonunca había visto una sonrisa tan maligna como ésa.

—Soy Bob Ffrance el Salvaje, el forajido másbuscado de todo el salvaje y malvado oeste... y túacabas de aterrizar en mi campamento.

¡Oh, no! ¡Socorro!

3

Mirando el cañ ó nde un Colt 45


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p.4Las cosas van de mal en peor

Con un movimiento del revólver, señaló unahoguera que crepitaba detrás de unos matorralesachaparrados y desde donde llegaba olorde comida.

—Las manos en la cabeza, chico, y sin bromas,si no quieres que te reviente los sesos y te los dejecomo un montón de judías con tomate.

¡Hice exactamente lo que me dijo! Me puselas manos sobre la cabeza y caminé hacia lahoguera, esperando oír el ruido del revólvery sentir el pinchazo de una bala en la espaldaen cualquier momento.

«Esto es típico de ti —me dije a mí mismo—.Ahí estabas, a salvo y sintiéndote un héroe con tuanciana abuelita Green, y vas y decides salir aexplorar por ahí otra vez. Y antes de que acabeel día, aquí estás, caminando delante del revólverde un cowboy loco con ganas de apretar el gatillo.¡Genial!»

—Date la vuelta. Y ahora, siéntate en esa roca yestate quieto —dijo Bob Ffrance el Salvaje, y, denuevo, yo hice lo que me decía que hiciera. ¡Bueno,casi!

—Mira, yo no represento ningún peligro para ti—empecé a decir—. Sólo he caído...

Las cosas van de mal en peor


¡BANG! El revólver de Bob Ffrance el Salvajeescupió una llamarada de fuego de color naranjay una bala rebotó en la roca en que yo estabasentado. ¡Bang... bang... bang! El eco del sonidoresonó en el cielo de la tarde.

—¿Qué parte de «siéntate y estate quieto»es la que no has entendido? —preguntó el hombredespués de escupir al suelo.

—Bueno, yo...¡BANG! Otra bala impactó en la roca justo al

lado de mi mano izquierda y las esquirlas de piedrame pincharon los dedos. ¡VALE, mensajecomprendido!

—Y ahora, vamos a ver qué llevas ahí —dijo,señalando mi mochila—. Dámela, despacioy con cuidado.

El forajido cogió mi mochilasin dejar de apuntarme con el revólver y le diola vuelta. Mi catalejo, mi lupa, los mapas, mi diarioy todas las demás cosas cayeron al suelo.

—Es mi equipo de explorador —dije yo, en tonoamable.

—A mí me parece el equipo de un espía—masculló el pistolero con los dientes apretados—.

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y

no,

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5

Acusado

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¡Bang!


Te ha enviado Horatio Ham para que me espíes,¿verdad, perro rastrero?

—¡Ham! ¿Quién es Horatio Ham? Yo sólointento...

—Corta el rollo, chico —repuso el cowboy—.Soy capaz de reconocer a un espía rastrero ytraicionero en cuantolo veo.

Abrió la recámarade la pistola y empezóa cargarla con las balasque llevaba en el cinturón.

¡Ay! ¿Es que ése iba a ser el fin de todas misaventuras?

—Espera un momento —dije. El corazón me latíacon tanta fuerza que parecía que me fuera a estallaren el pecho—. ¿Qué estás haciendo?

—No te preocupes, señor espía —repusoel forajido, cerrando la recámara del revólver—.No soy un asesino. Va a ser una lucha justa:que nadie pueda decir que Bob el Salvaje no esun hombre justo. ¡Te reto a un duelo, a ver quiéndesenfunda antes el revólver!

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¡Una bala con mi

nombre escrito!

El desafío


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¡Sí, justo! ¿A quién creía que engañaba?—No sé disparar un revólver —grité, realmente

asustado—. Nunca he tenido un revólver en lasmanos.

—No me salgas con eso. Todo el mundosabe disparar un revólver. ¡Anda, si a mí medieron uno de regalo de bautismo!

—Bueno, a mí me regalaron un servilleterode plata —dije yo—. De verdad que no sé dispararun revólver. ¡Así que lo siento, pero creo que nopuedo batirme contigo!

Bob Ffrance el Salvaje me miró un momento.Luego sonrió y dejó el revólver encima de unapiedra. «¡Uf! —pensé—. ¡Me he salvado de ésta!»

—Vale. A lo mejor es cierto que no sabesdisparar un revólver —dijo Ffrance—, así quete lo voy a poner fácil; sígueme.

Me condujo hasta un claro que estaba al ladodel precipicio por donde yo había caído. Lasladeras de la montaña estaban repletas de grietasy cuevas de muchas formas y tamaños distintos.

El forajido se dio la vuelta hacia mí, dandola espalda a la montaña.

—Si no sabes disparar un revólver, tendrás queutilizar otra cosa —dijo—. Así que elige tu arma,chico: el arma que tú quieras.

Entonces se sacó un enorme cuchillo de caza dela bota y lo lanzó contra un árbol que había cerca.

7


8

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El cuchillo todavía no había dejado de vibrarcuando el forajido se sacó una honda delbolsillo, disparó una piedra contra uncuervo que se encontraba en la rama de uncactus y lo tumbó; finalmente, desenrollóun largo látigo de cuero que llevabaenrollado en el cinturón, lo hizorestallar con fuerza y arrancó con élel cuchillo que estaba clavado en elárbol. El cuchillo salió volando porlos aires y él lo cogió al vuelo con lamano que le quedaba libre.

—¿Qué has escogido, chico?—preguntó.

Yo estaba acabado. ¡Ese forajido era unfenómeno! Era un experto con el revólver,el cuchillo, la honda, el látigo y quién sabíacon qué más. Yo no era experto en nada.(Bueno, eso no es del todo cierto; las perfumadaspiratas de la Perfidia me habían enseñado a serun experto con la espada.)

—¿Tienes alguna espada? —pregunté rezandopara que dijera que no y así yo no tuviera queluchar.

—No hay mucha demanda de espadas en elSalvaje Oeste —contestó Ffrance, y escupióen el suelo—. Tendrás que elegir otra cosa.

Era evidente que no pensaba dejarme ir y que

¡Boing!


yo tendría que luchar. Pero ¿en qué otra cosa era yobueno? Fue en ese momento cuando me fijé en ellazo, enrollado encima de una silla de montar de pielque se encontraba al pie de la ladera del precipicio.

Yo era bueno colgándome de los árboles y trepandopor la escalera de cuerda de un barco pirata. Era unexperto en colgarme de los hilos de una marioneta;había conseguido ser muy bueno con todo tipode cuerdas durante mis diversas aventuras. ¡Quizátambién sería bueno con el lazo! Solamente habíauna forma de averiguarlo. Señalé hacia la cuerda.

—¿El lazo? —preguntó el forajido, y yo asentícon la cabeza—. Así que te gustan las cuerdas,¿eh? —dijo, lanzándome el rollo de cuerda.

¡Uuuuf! El peso del rollo de cuerda me hizo caeral suelo y Bob Ffrance el Salvaje sonrió mientrasyo me esforzaba por ponerme en pie. Era ridículo.¿Cómo demonios iba a lanzar el lazo si casi nisiquiera podía levantarlo del suelo?

—Parece que tienes problemas, chico —se rioBob el Salvaje—, así que, para hacer la lucha másjusta, voy a pelearme contigo sin armas... con unbrazo en la espalda... aguantándome de pie sobreuna sola pierna... y ¡con un ojo cerrado!

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g!

La lucha


¡Creo que empezaba a tomarme un pocoel pelo!

—¿Preparado? —preguntó. Yo desenrollé lacuerda hasta llegar al lazo y empecé a hacerlo girarencima de mi cabeza como había visto que lohacían los cowboys de la tele.

—¡Preparado! —grité, pero la cuerda se meenredó en los brazos, se deslizó hacia abajo yacabó enroscada en mis tobillos. Volví a caermeal suelo.

Bob el Salvaje sonrió mientras yo luchaba porponerme en pie otra vez.

—¿Estás preparado ahora? —volvió apreguntar—. Bueno, pues, ¡LUCHA!

Y se acercó a mí saltando sobre una pierna ycon un ojo cerrado. Su aspecto debería haber sidoridículo, pero tenía una expresión maligna comola de un gato salvaje.

Yo hice girar el lazo y lo lancé con torpeza porel aire con la esperanza de que, de alguna forma,cayera sobre el forajido y lo tumbara al suelo...pero ¡el lazo salió volando justo en direccióncontraria!

¡Lo que sucedió después sucedió muy, muydeprisa!

Mientras yo lanzaba el lazo, vi, horrorizado,que por la boca de una de las cuevas que habíajusto detrás de Bob Ffrance el Salvaje salía el oso

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10


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pardo más enorme, somnoliento y gruñón que yonunca hubiera visto. Mientras el lazo volaba porlos aires en la dirección equivocada, el oso pardolevantó las enormes pezuñas por encima de lacabeza de Bob el Salvaje y soltó un rugidodemoledor. Al instante, el forajido se dejó caersobre una rodilla y se dio la vuelta mientras sellevaba la mano al cinturón para desenfundarel revólver. Pero su revólver no estaba allí:continuaba encima de la roca donde él la habíadejado antes junto con las otras armas.

El espantoso oso pardo


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El oso empezó a avanzar pesadamentehacia el indefenso forajido. En ese mismoinstante, mi lazo, que volaba descontrolado, cayóencima del revólver de Ffrance y lo lanzó al suelo.El arma se disparó. ¡BANG! La bala impactó enla piedra de encima de la boca de la cueva; un trozode granito del tamaño de una piña cayó directamenteencima de la cabeza del oso pardo y se oyó unhorrible ¡crac!


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El oso se paró en seco. Parpadeó una vez;parpadeó dos veces y, despacio, se puso bizco.Soltó un enorme suspiro y, como si fuera un castillohinchable, se desinfló y cayó sobre las cuatro patas.Bob el Salvaje corrió a buscar su revólver, peroel oso pardo se alejó completamente aturdido.¡Ya ni siquiera sabía qué día de la semana era!

—¡UAU! Ha sido una soberana pirueta conla cuerda, chico —dijo Bob el Salvaje—. Me hassalvado la vida, sin duda, aunque seas un espíade Horatio Ham.

—Oh, no es nada —repuse yo con aireindiferente—. Pero no soy ningún espía de HoratioHam, de verdad que no. Soy el pequeño Charlie,y soy solamente un chico que intenta regresar a casa.

—Me parece que te creo, pero ¿no sabes que espeligroso que andes deambulando por este territoriocuando Ham está por aquí? —dijo Bob—. Creo queserá mejor que te quedes conmigo a partir de ahora.—El joven se acercó a mí y me dio un apretónde manos—. Acabas de hacer un amigo para todala vida, pequeño Charlie; y por la manera en que hasmanejado el lazo hacia mi revólver, a partir de ahorate voy a llamar el Chico de la Lazada.

—¿Qué es una lazada?—Una lazada es otra palabra para

decir «lazo» —contestó Bob el Salvaje—.Creí que lo sabrías, ya que eres todo un experto.

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zoente


—Ah, sí, lazada. Ahora me acuerdo —repuse yoinmediatamente.

Bob el Salvaje se rio.—Da igual —dijo—. Ahora vamos a ver si la

cena está lista.

Ahora estoy preparado para acostarme. Estoyacampado bajo la luna, grande y pálida, que flotaen un cielo de color azul índigo. La cabeza me davueltas después de escuchar tanto rato las historiasde Bob el Salvaje, y estoy escribiendo mi diarioantes de ponerme a dormir.

Antes, después de volver al campamentode Bob el Salvaje, recogí las cosas de miequipo de explorador y comprobé que estuvierantodas mientras las volvía a guardar en mi mochila.

1) Una navaja multiusos2) Un rollo de cordel3) Una botella de agua (llena hasta el borde

otra vez)4) Un catalejo5) Una bufanda

La historia de Bob el Salvaje


6) Un billete de tren viejo7) Este diario8) Un paquete de cromos de animales salvajes9) Un tubo de pegamento (para pegar todas

las cosas interesantes en mi libreta)10) Un ojo de cristal del rinoceronte de vapor11) El cuchillo de caza, la brújula, el mapa

de la jungla y la linterna que encontréen un esqueleto descolorido por el solde un explorador perdido

yo

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.


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(lomide tanlasenoconpu

ést12) El diente de un monstruoso cocodrilo de río.13) Una lupa14) Una radio15) Mi teléfono móvil y el cargador de cuerda

que conseguí quitarle a la capitana Cortagargantas16) El cráneo de un murciélago bárbaro17) Un fajo de mapas que he ido reuniendo

durante mis viajes

Dibujo a tamaño real

¡Punta afiladapara cortar!


18) Unos cuantos doblones del Betty MaeHe perdido algunas cosas durante mi viaje

(los gusanos de nieve gigantes hicieron trizasmi pijama; Jenny y yo nos zampamos los caramelosde menta Paterchak y el bizcocho de menta Kendaltan pronto como pudimos escapar de la prisión delas marionetas; Braemar, el lobo blanco, devoró elenorme trozo de carne de ballena), pero las sustituícon otras cosas igual de necesarias de la tienda delpueblo donde viven Jenny y su abuela.

19) Una bolsa de canicas20) Un paraguas de viaje automático21) Un trozo grande de pastel

de la abuelita Green22) Un limón de plástico lleno de zumo

de limón.(Un chorrito de zumo de limónpuede hacer que los ingredientes másrepugnantes sean casi comestibles.)

Supongo que estaréis de acuerdo en que todaséstas son cosas útiles.

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gantas Un limón

de plá stico

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El en Hainsde y cEncoragualgal hFfr

Entonces, mientras los coyotes aullaban en ladistancia y los matojos secos rodaban empujadospor el viento, Bob el Salvaje me ofreció un deliciosoplato de judías con beicon. Mientras comíamos mecontó la historia de cómo se había convertidoen forajido. Pronto me di cuenta de que él era taninocente de haberse convertido en un bandido comoyo lo era de haber sido el terror pirata de los mares.

Todo empezó hace mucho tiempo, cuando Bobtenía unos ocho años de edad. Su mamá y su papátenían una pequeña granja que se llamaba Dos Ojos.Vivían muy felices hasta que, un día, un hombreque se llamaba Horatio Ham compró toda la tierradel valle y empezó a trabajar como ganadero.

Ham era un matón, simple y llanamente,y quería ser el propietario del valle entero;en especial quería ser el amo del río que corría porlas colinas y que llegaba directamente a la granja dela familia Ffrance. Si se convertía en el amo del río,podría controlar el suministro del agua del pueblollamado Dificultad y de este modo pasaría a serel amo del pueblo entero.

Primero intentó comprar la granja, pero lospadres de Bob no quisieron venderla. Entonceshizo que sus hombres se colaran allí por la noche

18

(Ver mi diario de Las piratas de la isla Perfidia)


y destruyeran toda la maquinaria; luego, condujotodo su ganado hasta la granja para quedestrozaran la cosecha. Así fue cómo ganó. Lospadres de Bob no lo pudieron soportar, hicieronlas maletas y se trasladaron a vivir a Dificultad.

La mamá y el papá de Bob nunca serecuperaron. Se pusieron enfermos y se fueronpronto a la tumba. Pero Bob, el día en que susataúdes fueron colocados bajo tierra, juró queno descansaría hasta que arreglara las cuentascon Horatio Ham.

El joven Bob quería quedarse con sus amigosen el pueblo de Dificultad, pero en ese momentoHam ya se habíainstalado en las tierrasde la familia Ffrancey controlaba el río.Entonces amenazó concortar el suministro deagua a Dificultad sialguien prestaba ayudaal hijo de la familiaFfrance.

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Bob Ffrance se convierteen un forajido

Aviso¡Se dispararác o n t r acualquieraque ayudeal joven

BobFfrance!

McKayPor orden del jefe de policía


Algunas personas del pueblo intentaronesconder a Bob, pero Ham había conseguido quesu malvado primo, Mickey McKay el Loco, fuerael jefe de policía del condado Destino, y Bob se diocuenta de que no podía continuar poniendoen peligro la vida de sus amigos. Una noche salióde su escondite, robó el caballo del jefe de policíay se escapó sigilosamente del pueblo.

—A partir de ese momento —dijo Bob mientrasextendía unas sábanas y me cubría con una deellas— me convertí en un forajido, en un ladrónde caballos; si necesitaba alguna cosa, tenía quepedirla o que tomarla prestada de los amableshabitantes de Dificultad, o robársela a HoratioHam y a sus secuaces.

—Pero ¿cómo sobreviviste, cómo conseguistehacerte mayor? —pregunté.

—Oh, esa es una historia muy larga, chico —dijoBob, sonriendo—. A veces vivía solo; otras vecesvivía con los indios rapakwar. Son buenas personasy tienen muchos motivos para odiar a HoratioHam, igual que yo. Ham hizo que unos pistolerosa sueldo los echaran de sus tierras de caza. Ahoraviven al otro lado del valle, y esperan el día en quepuedan volver a su casa. Igual que yo. Ellos meenseñaron a rastrear y a cazar, a sobrevivir enla naturaleza, y también me enseñaron cuándodebía luchar y cuándo debía huir.

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¡Este Horatio Ham parece un auténtico im

bécil!

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21

¡Este Horatio Ham parece un auténtico im

bécil!

—¿Y ahora dónde vives?—Vivo con otras personas que también se han

convertido en forajidos por culpa de Horatio Ham,en un escondite muy secreto; mañana te llevaré ahí.Primero tenemos que conseguirte un caballo buenoy fuerte, y eso significa que tendremos que ir aDificultad. Pero todo esto puede esperar a mañana.

Cuando hubo dicho esto, Bob Ffrance el Salvajese cubrió hasta la barbilla con la sábana y, en unossegundos ya estaba roncando dulcemente,profundamente dormido.

Ojalá pudiera dormirme tan fácilmente como él,pero tengo la cabeza llena de cowboys y bandidos,de indios valientes y de canallas no tan buenos, asíque he abierto el diario otra vez. ¿Me encontrarécon dificultades en Dificultad? ¿Me encontraré conel horrible Horatio Ham y con su primo, el jefede policía Mickey McKay el Loco? Y, si voy allí,¿la pandilla de forajidos de Bob Ffrance el Salvajeme dará la bienvenida a su campamento?

De repente me he sentido más lejos de casa quenunca, allí tumbado bajo el vasto cielo de la nochecon la única compañía de un desconocido queronca, así que he decidido llamar por teléfono a

Llamo a casa por telé fono


mamá. Yo sabía exactamente qué me diría ella; haceaños que un potente rayo cayó sobre mi pequeña balsay fui tragado por un misterioso túnel que me arrastróhasta la jungla, pero, por algún motivo, para mamásiempre estamos en el mismo día en que mis aventurascomenzaron. Aunque cada vez que la llamo ella me dicelo mismo, el sonido de su voz siempre me hace sentirmejor. Así que he cogido el móvil y hemarcado el número de casa.

—¿Charlie? ¿Eres tú? —ha dichomamá—. ¿Va todo bien?

—Sí, mamá. ¡Estoy acampado conun famoso forajido en medio delSalvaje Oeste!

—Parece fantástico, cariño —hacontestado ella—. Oh, espera unmomento, Charlie. Tu padre acaba de llegar.Acuérdate de no llegar tarde a merendar y, si de caminoa casa, pasas por delante de alguna tienda, trae unabotella de leche, por favor. Adiós.

—¿Mamá? —la he llamado, pero ya había colgado.¡Bueno, por lo menos ahora sé que no está

preocupada por mí aunque haga muchos, muchos añosque me he marchado de casa!

Bueno, ya he puesto al día mi diario y debo dormirun poco. ¿Quién sabe lo que me espera mañana?Continuaré escribiendo tan pronto como sea posible.¡Buenas noches, compañeros!

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