charki kanka - rene apaico alata

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Hago con especial satisfacción la presentación de «CHARKI KANKA», ensayo que, Rene Apaico, antropólogo joven, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSCH, nos ofrece con la inquietud y el entusiasmo que le caracteriza, producido con especial cariño por su barrio, su pueblo, su clase y su preocupación por conservar, siempre viva la tradición de los grandes arrieros del distrito de Carmen Alto; que otrora fueron los artífices de un gran intercambio comercial entre las ciudades de Buenos Aires y Lima, como también entre la ciudad de Huamanga y sus provincias, distritos y comunidades, entre los que se desplazaban los arrieros comerciantes no sólo llevando mercancías, sino, también, importantes conocimientos sobre tecnología, política, religión y diversas costumbres de la vida urbana y rural.Ver acémisalas subiendo o bajando la cuesta, con sus pesadas cargas y/o su jinete, con sus coloridas indumentarias y el emocionante tañido de sus esquilas, no sólo nos recuerda a las muías de los arrieros de Carmen Alto o al tráfico comercial de la colonia y gran parte de la vida republicana, nos recuerda también a los antiguos chasquis y comerciantes arrieros de la época prehispánica que aún continúan trajinando por sus rutas tradicionales cortas, de las punas cordilleranas hacia los valles interandinos, ofreciendo sus charkis, lanas, tejidos y carne fresca de llama a cambio, principalmente, de maíz y otros cereales y frutales de valle, como también importantes intercambios culturales que inciden en la vida cotidiana de los pueblos andinos.«CHARKI KANKA» es un título muy sugerente para escribir sobre la vida, la historia y las peripecias por las cuales pasaron y pasan aún los comerciantes arrieros que recorrían a lo largo y ancho del Perú, como también de Bolivia y Argentina, en sus largos y sacrificados recorridos para abastecer de diferentes productos mercantiles y satisfacer la demanda de los pueblos andinos y de los nuevos inquilinos en un contexto nuevo de relaciones entre los invasores españoles y los pueblos originarios de la región andina. Ese título nos sugiere además el intercambio de todo un complejo de conocimientos tecnológicos y toda una cultura referida a la gastronomía de nuestros pueblos que se ha conservado aún por la fuerza de nuestras costumbres y tradiciones.Rene nos muestra también que los arrieros no sólo llevaban mercancías e importantes aportes culturales, sino, también, aprendían valiosos conocimientos de la cultura andina, sus creencias en los APUS, en la PACHAMAMA, divinidades andinas que podría proteger a los arrieros de cualquier percance que pudiera sucederles en la vida cotidiana. Igualmente, aprendían de los pueblos andinos, las valiosas virtudes de la MAMACOCA, cuyas verdes hojas estaban prestas a aliviar las esperanzas de encontrar sus animales perdidos que, al no poder adaptarse a las nuevas condiciones de vida impuestas por sus nuevos dueños, retornaban a sus lugares de origen recordando tal vez lo maravilloso de sus vivencias pasadas.En este ensayo importante Rene intenta combinar, como método relato literario y el diálogo: el relato para contarnos el transcurrir diario en la vida de los arrieros y el diálogo para introducirnos en la intimidad de la vida familiar y sus preocupaciones por las transacciones inmediatas y la situación de los hijos que quedaban en el hogar bajo la protección de los parientes y vecinos que, imbuidos por los grandes principios de solidaridad andina, se ofrecen cuidar de los hijos mientras dure la temporada del arrieraje.CHARKI KANKA nos refresca la memoria internándonos un tanto en nuestra historia. Nos recuerda algunos hitos importantes que significaron cambios progresivos a lo largo de la historia continental, nacional, regional y local. En la colonia Huamanga fue un centro importante, no sólo por cuestiones militares por la amenaza de Manco Inca contra la invasión española, sino, económicamente, para la consolidación de la política y administració

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U N I V E R S I D A D N A C I O N A L D E SAN C R I S T O B A L D E HUAMANGA

«CHARKI KANKA» EN LA VIDA DE LOS

LEGENDARIOS ARRIEROS COMERCIANTES DE

CARMEN ALTO AYACUCHO

Antrop. René Marcial Apaico Alata

Diagramación y diseño de carátula: Carlos Chirinos

SEGUNDA EDICIÓN: Diciembre 2009.

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin autorización del autor.

D E R E C H O S RESERVADOS 2008Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2008-05100. Impreso en los Talleres Gráficos del Consorcio Mercantil Ayacucho y Publigraf

INDICE

Presentación 5 Introducción 11

Primera parte

I. Ubicación Espacial, Creación Política, Población y Proceso

Histórico del Distrito de Carmen Alto. 13

Segunda parte

H. Proceso Histórico del Desarrollo Agropecuario de la Sociedad Andina. 19

Tercera parte

HI. Transporte Animal y Comercio en la Epoca Incaica y Colonial.

3.1. Transporte Animal y Comercio en la Época Incaica 27

3.2. Transporte Animal y Comercio en la Época Colonial 31

Cuarta parte

IV. Breve Reseña Histórica del sistema Arrieraje en Ayacucho. 37

V. El sistema del Arrieraje en Carmen Alto, Epoca Republicana. 48

Glosario 85

Bibliografía 86

PRESENTACIÓN

Hago con especial satisfacción la presentación de «CHARKI KANKA», ensayo que, Rene Apaico, antropólogo joven, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSCH, nos ofrece con la inquietud y el entusiasmo que le caracteriza, producido con especial cariño por su barrio, su pueblo, su clase y su preocupación por conservar, siempre viva la tradición de los grandes arrieros del distrito de Carmen Alto; que otrora fueron los artífices de un gran intercambio comercial entre las ciudades de Buenos Aires y Lima, como también entre la ciudad de Huamanga y sus provincias, distritos y comunidades, entre los que se desplazaban los arrieros comerciantes no sólo llevando mercancías, sino, también, importantes conocimientos sobre tecnología, política, religión y diversas costumbres de la vida urbana y rural.

Ver acémisalas subiendo o bajando la cuesta, con sus pesadas cargas y/o su jinete, con sus coloridas indumentarias y el emocionante tañido de sus esquilas, no sólo nos recuerda a las muías de los arrieros de Carmen Alto o al tráfico comercial de la colonia y gran parte de la vida republicana, nos recuerda también a los antiguos chasquis y comerciantes arrieros de la época prehispánica que aún continúan trajinando por sus rutas tradicionales cortas, de las punas cordilleranas hacia los valles interandinos, ofreciendo sus charkis, lanas, tejidos y carne fresca de llama a cambio, principalmente, de maíz y otros cereales y frutales de valle, como también importantes intercambios culturales que inciden en la vida cotidiana de los pueblos andinos.

«CHARKI KANKA» es un título muy sugerente para escribir sobre la vida, la historia y las peripecias por las cuales pasaron y pasan aún los comerciantes arrieros que recorrían a lo largo y ancho del Perú, como también de Bolivia y Argentina, en sus largos y sacrificados recorridos para abastecer de diferentes productos mercantiles y satisfacer la demanda de los pueblos andinos y de los nuevos inquilinos en un contexto nuevo de relaciones entre los invasores españoles y los pueblos originarios de la región andina. Ese título nos sugiere además el intercambio de todo un complejo de conocimientos tecnológicos y toda una cultura referida a la gastronomía de nuestros pueblos que se ha conservado aún por la fuerza de nuestras costumbres y tradiciones.

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Rene nos muestra también que los arrieros no sólo llevaban mercancías e importantes aportes culturales, sino, también, aprendían valiosos conocimientos de la cultura andina, sus creencias en los APUS, en la PACHAMAMA, divinidades andinas que podría proteger a los arrieros de cualquier percance que pudiera sucederles en la vida cotidiana. Igualmente, aprendían de los pueblos andinos, las valiosas virtudes de la MAMACOCA, cuyas verdes hojas estaban prestas a aliviar las esperanzas de encontrar sus animales perdidos que, al no poder adaptarse a las nuevas condiciones de vida impuestas por sus nuevos dueños, retornaban a sus lugares de origen recordando tal vez lo maravilloso de sus vivencias pasadas.

En este ensayo importante Rene intenta combinar, como método relato literario y el diálogo: el relato para contarnos el transcurrir diario en la vida de los arrieros y el diálogo para introducirnos en la intimidad de la vida familiar y sus preocupaciones por las transacciones inmediatas y la situación de los hijos que quedaban en el hogar bajo la protección de los parientes y vecinos que, imbuidos por los grandes principios de solidaridad andina, se ofrecen cuidar de los hijos mientras dure la temporada del arrieraje.

C H A R K I K A N K A nos refresca la memoria internándonos un tanto en nuestra historia. Nos recuerda algunos hitos importantes que significaron cambios progresivos a lo largo de la historia continental, nacional, regional y local. En la colonia Huamanga fue un centro importante, no sólo por cuestiones militares por la amenaza de Manco Inca contra la invasión española, sino, económicamente, para la consolidación de la política y administración colonial ya que era un punto de enlace en el gran comercio entre las ciudades de Buenos Aires y Lima y, entre América y Europa, respectivamente.

Igualmente, el ensayo nos muestra cómo esas relaciones comerciales entre Buenos Aires y la región de Huamanga venían siendo afectadas paulatinamente, primero, con la apertura de nuevos puertos marítimos en el siglo X V I I I ; luego, con la construcción de las vías férreas durante el siglo X I X y, por último, con la construcción de las carreteras de penetración, durante todo el siglo XX, hasta conducirlos a la crisis y reducirlos a espacios locales en los que aún subsisten relaciones comerciales de menor cuantía por falta de una política adecuada sobre la construcción de carreteras de penetración. Por último, si el arriero es el que trajina con bestias de carga no podemos dudar

que en la época prehispánica había un gran sistema de arrieraje con llamas, no sólo para trasladar las cosechas o para mantener mercados campesinos, sino para el comercio interregional a grandes distancias a lo largo y ancho del Tawantinsuyu. No hay que olvidar que el Señorío de Chincha se incorporó pacíficamente a los incas, precisamente por conservar sus actividades comerciales hacia el Altiplano y hacia la costa Norte de donde importaban las famosas conchas rojas llamadas MULLU (Spóndylus sp.)

En este sentido, el tráfico comercial a través del sistema de arrieraje se origina en la época prehispánica y diríamos que ha sobrevivido con mayor vigor al arrieraje con acémilas ya que, actualmente, los habitantes de las punas siguen practicando el comercio interregional a través del arrieraje con llamas, principalmente transversal: de la sierra a la costa y de la sierra a la región de la selva, respectivamente. Rene ha descuidado este detalle por su emotividad al abordar un tema muy cercano a su familia, a su barrio y a su querido distrito de Carmen alto, considerado como el centro del sistema de arrieraje a lo largo de la historia regional de Ayacucho.

Ayacucho, 22 de enero de 2009.

Prof. Ulpiano Quispe Mejía. Docente UNSCH

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"En el principio del mundo, el dios Pachacámac creó hombre y una mujer, pero no habiendo sustento para ellos, murió de hambre el hombre, quedando la mujer sola y teniendo que sacar raíces de hierbas para alimentarse. Ella expuso al sol su miseria y su soledad, expresando el deseo de morir o ser aliviada. El sol bajó hasta ella y le infundió sus rayos por lo cual concibió un hijo que dio a luz a los cuatro días. Pero el dios Pachacámac, envidioso de que se le diera al sol la adoración que se le debía sólo a él, y colérico también a causa de que hubiera nacido aquel niño en desprecio suyo, mató al infante. A fin de que no se le diera adoración a ningún otro dios, sembró los dientes del niño de los que nació el maíz; las costillas y huesos de los cuales nacieron las yucas y otras raíces; la carne de la cual nacieron los pepinillos, pacaes y otras frutas. Y desde entonces, no conoció el ser humano ni el hambre ni la necesidad".

Antonio De La Calancha -1638

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¡ Caminante no hay camino al andar.. .y nosotros herederos de los legendarios arrieros aprendimos a abrirnos al mundo, haciendo caminos, dejando huellas en cada paso, sabiendo el esfuerzo que cuesta alcanzar el fin. Meta que recibe hasta hoy no sólo la mercancía, sino nuestra herencia cultural y peculiar cariño carmenaltino, verso del alma, verso para vivir! ¡Jamás aligeramos la carga hasta alcanzar nuestro destino, sintiéndonos vivos en cada ventisca en cada helada, en cada granizada o lluvia que jamás doblegó o doblegará nuestros anhelos de llegar.. .cada vez más lejos!

¡ Y siempre al lado o adelante, el amigo fiel, de la pesada carga (muía), suspirando en cada llano, compartiendo nuestros mismos anhelos y soñando quizás nuestros mismos destinos!

Boletín Municipal: el arriero, 2008.

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INTRODUCCIÓN

«Charki kanka, en la vida de los legendarios arrieros comerciantes de Carmen Alto», trata de exponer la importancia del charki kanka como alimento de los arrieros dentro de sus actividades económicas y sociales.

Según Vergara, «La comida no es sólo un elemento que alimenta a los seres humanos, sino también es un factor que socializa a los integrantes de la comunidad. Por lo que ésta refleja los aspectos social, político, religioso y moral de los pueblos» (2006).

Charki kanka, significa carne asada, producto de un proceso de secado - salado y expuesta al sol, para su conservación durante varios años. Para los arrieros de Carmen Alto, ha sido un alimento importantísimo, porque acudían a este alimento para saciar su hambre, durante sus travesías, especialmente, en lugares inhóspitos, donde los pueblos no ofrecían alimentos para los transeúntes. Es de aclarar; este alimento, fue preparado y consumido por el hombre andino, desde los tiempos precolombinos; y en tiempos actuales, sigue siendo, alimento importante para el hombre andino, porque es consumido en sus actividades agrícolas, pecuarias, artesanales, etc.

El comercio, a través del sistema del arrieraje, como actividad económica, es tan antiguo como la conquista y abarcó campos tan diversos, como la venta de géneros (provenientes de España, primero, y de Inglaterra, después). Por otro lado, la burguesía, como clase social, se gestó en el seno del régimen colonial, cuya evidencia se encuentra con la presencia de los comerciantes mayoristas de Lima, Cuzco, Ayacucho, etc., es decir, la actividad del arrieraje en tiempos de la Colonia y Republicano, permitió la

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introducción del sistema económico capitalista, hacia los pueblos de la sociedad peruana y, enparticular en la Región Ayacucho.

Escribir la historia de los arrieros comerciantes de Carmen Alto como señalan: Vega y Sulca.

«Es representar a los personajes de aparente humildad y sencillez que asumieron la fe, el orgullo, y la tenacidad que ejercieron para vencer tempestades naturales y humanas con una sonrisa en los labios y un huayno en el corazón, pero claro, cuando era necesario, también con una lisura enérgica o un balazo certero, sobre todo, cuando de resguardar el honor de la patria y la integridad territorial o su propiedad tan esforzadamente conquistada, se trataba» (2005).

Además, trata de busca y construir una identidad regional y local, en particular, que permita articular y fortalecer la unión de los pobladores y el desarrollo del distrito de Carmen Alto.

Es un estudio de carácter regional y su contenido nos llevará a recorrer imaginariamente muchas leguas: cerros, caminos, pueblos, lugares, etc. y convivencias sociales, producto del contacto del arriero caminante y el poblador.

En su elaboración, se han utilizado datos recopilados en el distrito de Carmen Alto y en la ciudad de Puquio, durante los años 2007 y 2008. Es de advertir, este trabajo es solo una experiencia, de muchas existentes, en la memoria colectiva de los arrieros comerciantes de Carmen Alto.

Agradezco a todas las personas, que me apoyaron con su testimonio e información, que sin su colaboración desinteresada, no hubiera sido posible desarrollar este trabajo; además, felicito a algunos carmenaltinos, por su iniciativa de recuperar y poner en práctica el consumo del "charki kanka" en nuestros días y finalmente, agradezco a la Facultad de Ciencias Sociales y a la Universidad Nacional de San Crostóbal de Huamanga, por la publicación de la segunda edición del presente libro.

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PRIMERA PARTE I . Ubicación Espacial, Creación Política y Población del Distrito de Carmen Alto.

Carmen Alto, limita por el Este con el distrito de San Juan Bautista, por el Oeste con el barrio de Andamarca del distrito de Ayacucho, por el Sur con la comunidad de Chupas del distrito de Chiara y por el Norte con el distrito de Ayacucho. Las coordenadas son: latitud 12° 1070" norte, longitud 74°13'27", oeste y altitud 2.800 m.s.n.m.

Es uno de los distritos más antiguos, fue creado como parte de la provincia de Huamanga, departamento de Ayacucho. Después de 380 años de fundación de la ciudad de Huamanga (1540), Carmen Alto fue fundado con la categoría de distrito, el 06 de septiembre de 1920, siendo como presidente de la República don Augusto B. Leguía Martínez:

Ley de Creación del Distrito de Carmen Alto Ley Regional N° 341

El Congreso Regional del Centro

Artículo I o . - Créase en la provincia de Huamanga del Departamento de Ayacucho, el distrito de Carmen Alto que se comprenderá del barrio del mismo nombre y que tendrá la categoría de pueblo.

Artículo 2°.- La capital del distrito será el pueblo de Carmen Alto y sus linderos serán los siguientes: por el Norte el camino que partiendo del río de la Alemada se dirige al Este, separando

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Carmen Alto del barrio de la Tenería, hasta la cvnnbre del cerro de Acuchimay, y una línea recta con la misma dirección hasta el fundo Cuchomolino, en la quebrada de las Huatatas; por el Este el río Huatatas en sentido contrario a su corriente hasta el puente Lambrashuaycco; por el Sur, el camino de Chilcaccasa hasta la quebrada que desciende al río Alameda; por el Oeste, este mismo río hasta el puente mencionado.

Comuniqúese al poder ejecutivo para que disponga lo necesario para su cumplimiento.

Dada en la sala de sesiones del Congreso Regional del Centro de Huancayo a los 27 días de junio de 1920.

Carlos Enrique Paz Soldán, presidente del congreso M . Sánchez Palacios, secretario del congreso M . Artemio Añaños, diputado secretario

Por tanto: mando se imprima, publique, circule y se le de el debido cumplimiento.

Dado en la casa del gobierno en Lima a los 06 días de septiembre de 1920.

Augusto B. Leguía Martínez.

El distrito de Carmen Alto, según el censo de población y vivienda del año 2005, cuenta con una población de 16,080 habitantes, de los cuales 8,030 son varones y 8,050 mujeres. La densidad poblacional es de 599,17 habitantes por Km 2 , observándose la mayor concentración poblacional en la zona de Vista Alegre; siendo la zona que cuenta con mayor cantidad de servicios básicos (salud, educación, vivienda fundamentalmente); mientras que el resto de las zonas cuentan con una menor concentración poblacional. El distrito de Carmen Alto, configura la estructura de la población joven, cerca del 37 % de la población es menor de 14 años, que ejercen una fuerte presión sobre la demanda de mayores servicios (EMEI, 2007).

La historia del Carmen Alto esta ligada a la historia de la cuidad de Huamnga, en la que los primeros rasgos de su vida se remonta

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aproximadamente a unos 20,000 años a.C. de acuerdo a los restos arqueológicos hallados en Acuchimay, Lucmahuayccu, Quicapata, Ñawinpuquio y Rudaccasa. Carmen Alto fue poblado desde épocas muy remotas anteriores a la cultura Wari.

La historia de Huamanga y de Carmen Alto empieza en el período cretásico de la era mesozoica en la que se produce el "plegamiento peruano", siendo Huamanga un fondo marino y la zona de Carmen Alto la más alta. El último levantamiento se produjo en la era terciaria con el nombre de "plegamiento incaico"; estos indicios prhistóricos nos muestran las rocas y otras halladas en Carmen Alto o en el cerro de Acuchimay.

La erupción del volcán Campanayuq (terciario-cuaternario), hace la existencia rocas cretácico. Rocas principalmente del cuaternario, ocupan grandes extensiones: arcilla, areniscas, caliza, tobas volcánicas y andesita familia de las volcánicas, se puede observar en el cerro de Acuchimay.

La historia prehispánica de Humanga ha sido dividida en los siguientes periodos:

a) Lírico y Arcaico, que abarca desde la época en que llegaron los primeros pobladores, hasta el descubrimiento de la agricultura. Este periodo comprende desde 20,000 a.C. hasta 2,000 ó 1,000 a.C.

b) Formativo, que es la época de aparición de los centros urbanos que más tarde darán origen a la ciudad. Abarca el último milenio de la era pasada.

c) Desarrollo Regional, época en que se desarrolla la cultura Huarpa, con su antecedente de cultura llamada Rancha, en este periodo se define el poblado. Abarca los primeros siglos de nuestra era, hasta quizás el siglo V.

d) Imperio Wari, que es el periodo máximo de Ayacucho, cuando la ciudad de Wari se convirtió en la en la capital del primer Imperio Andino, anterior a los Incas. Abarca los siglos V I a X I I .

e) Estados Regionales, abarca desde la descomposición del Imperio Wari hasta el sometimiento por los Incas; es decir desde el siglo X I I hasta comienzo del siglo XV, época en que vivieron los grupos étnicos Chankas

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yPokras.

Entre los 500 y 1000 años d.C. el gran Impero Wari llegó a su máximo esplendor, cubriendo gran extensión del distrito de Carmen Alto, conforme lo muestran los hallazgos en Acuchimay, Tinajers, Ñahuanpuquio, Yanama, Campanayocc, Ccasaorcco y otros. La importancia de Carmen Alto radica en que "Los contactos entre la costa y la sierra produjron aproximaciones en los estilos de cerámica de Nazca y Ayacucho, coincidiendo en el cerro de Acuchimay y zonas aledañas a la plaza principal de un importante taller de alfarería".

Durante la época de dominio de la sociedad Inca, hacia los años de 1300 a 1400 d.C. Carmen Alto habría sido una zona de tránsito entre los pueblos costeños y cusqueños, esto demuestra por que existe un camino Inca (denominado Qapaqñan) de más o menos de 5 metros de ancho que pasa por la plazoleta de Carmen Alto, cuyos bordes de piedra se notan hasta la actualidad, esta situación de tránsito se fue incrementando en importancia hacia los años de la conquista española y la colonia. Durante la época floreciente del asentamiento español en Humanga, Carmen Alto era una vía obligada entre la capital de los reyes, Cuzco y el Río de la Plata, igualmente fue importante en la relación entre las minas de Huancavelica y las de Potosí en Bolivia. Sino, sobre todo al impresionanate desarrollo de arrierraje que tuvo su centro en el distrito. Este hecho hace que el siglo X I I , en el cerro de Acuchimay exista un Tampu, antesala forzosa de entrada por el camino real de Wari a Vilcashuamán, donde tenían que pagar un tributo.

Con la fundación de Huamanga, la zona de Carmen Alto fueron repartidos con sus tierras e indios; siendo propietarios los españoles conquistadores, a la postre se convirtieron en encomenderos; siendo Carmen Alto una encomienda perteneciente al español César Barrios y doña Nieves Chipana, mestiza de singular belleza, con quien se había casado dicho capitán y de los descendientes de los Marqueces de Valdelirios, La Totora y Mozobamba.

Las tierras carmenaltinas fueron fundados como un centro poblado el año de 1571, con la construcción de la Quinta Orcasitas que perteneció al Obispo Carrillo. El año de 1720 incentiva la terminación de dicha Quinta don Bernardo Santa Cruz y Guayanache. Mayor auge logra con la construcción de la Quinta Tinajera, la cual se encontraba detrás del cerro Acuchimay.

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El inicio de la prosperidad económica, para los dueños de estas tierras se inicia con el funcionamiento de centros obrajeros y chorrillos de textilería en Rudaccasa y Carmen Alto; dedicados exclusivamente a la fabricación de bayetas, las cuales son vendidas en las haciendas de la costa (lea, Palpa, Lima, Nazca etc.).

En el periodo de la conquista, cuando se realizaba las luchas internas en el Perú entre los mismos españoles; muchos carmenaltinos participaron en la batalla de Chupas el 16 de septiembre de 1542, al mando del Gobernador Vaca de Castro; quien vence a las fuerzas de Almagro el Mozo. Los triunfadores de Chupas (Vaca de Castro) en su gran mayoría eran pizarritas e indios leales: Chachapoyas, Cañaris, Chancas etc.

Durante la resistencia chilena, los arrieros carmenaltinos tuvieron activa e importante participación. En la campaña emprendida por el aguerrido Basilio Auqui y los Morochucos de Pampa Cangallo; los carmenaltinos participaron, juntamente con los pobladores de Tinaj eras, Yanama y aledaños; sea éstas colaborando con acémilas y derramando sangre. En 1880 se libró la batalla de Carmen Alto y Tarapata, al mando del general Andrés Avelino Cáceres, contra los invasores chilenos. Participó en esta gesta heroica el Coronel Francisco García Barco, que posteriormente ocupó el cargo de prefecto de Ayacucho. En tanto, Andrés A. Cáceres fue considerado como inca y redendor. La masa indígena se identificó con sus mensajes y, lo secundaron en la campaña de la Breña, "creyendo ser los humildes súbditos de algún poderoso inca".

Doña Antonia Moreno, esposa del "Brujo de los Andes", se dirige a Ayacucho, hace su ingreso por Carmen Alto. Lo acogen con repiques de campanas, cohetes y toques de bombos, tamboril y cuernos (waccra puku). A su llegada bailan danzas con música de arpa, guitarras y violín.

Cantan huaynos y canciones de guerra. Las mujeres presentan a sus hijos y es para ellos timbre de gloria que el "tayta" toque la cabeza de sus hijos" (citado por Galindo, 1989).

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SEGUNDA PARTE I I . Proceso Histórico del Desarrollo Agropecuario de la Sociedad Andina.

En el proceso de desarrollo de la humanidad existen dos elementos centrales: a) el espacio, se refiere al medio geográfico dentro del cual un grupo humano evoluciona, recibiendo sus influencias: el clima, las características de terreno, los recursos naturales, entre otros, b) el tiempo, se refiere al momento en que se produce los hechos. La existencia de los seres vivos está marcada por un proceso de mutaciones y desarrollo, según Darwin (1859), señala, "La evolución se origina por la necesidad de los seres vivos de adaptarse a los cambios que se producen en el medio en que viven" (Santillana, 2006). Las especies de plantas, animales, así como el ser humano, tal como hoy los conocemos, han sido partícipes de este largo devenir, que ha tomado varios millones de años.

Los restos hallados sugieren que el Homo habilis (2 300 000 años a.C), fueron los primeros homínidos que se alimentaban de carne cruda, insectos, frutas y plantas. Se cree que organizó el trabajo por géneros: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban, aunque no existe consenso en señalarlo como cazador. Se considera que fue, sobre todo, carroñero: aprovechaban de los despojos dejados por otros depredadores. Talló toscamente cantos rodados por un lado o por ambos, y los utilizó para cortar plantas, triturar vegetales y romper los huesos obtenidos para su alimentación.

Todo indica que el Homo erectus (1 500 000 años a. C ) , fue el primer homínido que utilizó el fuego para cocinar sus alimentos. Así, el fuego

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integrado al escenario humano y propició la formación de campamentos al aire libre o en las cuevas. Esto influiría grandemente en el espacio social y mental del ser humano: alrededor de fogatas se discutió sobre la caza, se relataron historias y hazañas, y se reforzaron los lazos entre las familias y clanes. En sitios descubiertos pertenecientes a esta época se ha podido reconocer diversos ambientes ya destinados a usos específicos, como cocinar, tallar o descansar.

Hace 40 000 años a.C, aproximadamente, cuando los primeros hombres llegaron a América, encontraron la costa peruana bastante húmeda y con grandes bosques, gigantescos animales y árboles enormes; en la sierra, las nieves perpetuas delosAndes llegaban casi hasta los ríos.

Señalan los estudiosos, que unos grupos humanos, trajeron instrumentos de piedra muy rudimentarios; y otros, también de piedra pero ya perfeccionados como cuchillos, punzones, láminas cortantes de hueso y, mucho después, otros grupos vinieron portando puntas de proyectil muy bien elaboradas y de hojas bifaciales. Varios de estos grupos, se establecieron, en los Andes Centrales del Perú y otros lugares de Sudamérica; unos se quedaron en la costa cerca del mar, pero, muchos vinieron a vivir en la sierra atraídos por sus mejores condiciones para la caza y recolección de frutos. "Hace 20 000 años a.C. aproximadamente, al parecer del norte llegaron al Perú unos hombres rudos, salvajes que corrían detrás de los caballos enanos y los ciervos, de los mastodontes y los megaterios y quizás hasta detrás de unos tigres con colmillos muy grandes" (Lumbreras, 1972).

En las famosas pinturas rupestres de Toquepala en Tacna, que datan de los 9 000 años a.C. aproximadamente, representan escenas de caza de camélidos andinos (vicuñas y guanacos).

La domesticación de la llama y de la alpaca se llevó a cabo hace 4 000 y 5 000 años a.C. en el sur y en el centro del Perú. La llama, descendiente del guanaco salvaje, se emplea sobre todo como animal de carga, pero también se aprovecha su carne, lana, piel y excrementos. No se sabe muy bien la procedencia de la alpaca, cuya lana es de una pureza excepcional. Puede que descienda de alguna especie extinguida actualmente o ser el resultado del cruce entre una llama o un guanaco y una vicuña salvaj e.

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La Civilización de Caral-Supe, nombre por el que es conocida la considerada civilización más antigua de América; su principal centro radicó en la ciudad de Caral, situada en el curso medio del río Supe, en la provincia peruana de Barranca, a poco más de 180 Km. de Lima. Caral dispuso de un importante número de asentamientos subordinados (se han identificado 17: Jaiva, Capilla, Cerro Blanco, Peñico, Chupacigarro, Miraya, Lurihuasi, Piedra Parada, Áspero, El Molino, Limán, Era de Pando, Pando, Pueblo Nuevo, Cerro Colorado, Allpacoto y Huacache), igualmente localizados en los tramos medio y bajo del Supe. El Estado formado en el área norcentral del Perú en torno al núcleo de Caral, se ha datado aproximadamente en el periodo 3 000 a 2 500 a.C; bajo su control territorial estuvieron también vinculadas las comunidades de otros valles, el del propio Supe y los de Pativilca. En este lugar, se han encontrado, por ejemplo, restos de especies vegetales y animales oriundas de la sierra y de la costa.

"En los tiempos en que vinieron los primeros pobladores, el clima de la región de Ayacucho, se caracterizó, por la presencia de hielos o glaciaciones, que posiblemente hasta en tres oportunidades recubrieron el territorio desde los puntos mas altos de nieves perpetúas, hasta los valles y praderas" (Gonzáles Carré, 1992).

Mac Neish, arqueólogo norteamericano, en sus estudios, encontró hasta quinientas cuevas, que fueron las viviendas de estos primeros pobladores de Ayacucho. Estos hombres que no conocían todavía el cultivo de las plantas, y crianza de animales; tampoco, sabían fabricar cerámica, vivían en cuevas y se trasladaban de un lugar a otro, con sus instrumentos de piedra, poco desarrollados todavía. Dos son las cuevas más estudiadas, encontrándose en ellas instrumentos de piedra y huesos de animales y restos de plantas que utilizaron: Qaywa Machay y Piki Machay. (Citado por Vega y Sulca,2005).

Cronológicamente, el neolítico, cuyo nombre significa "piedra nueva", fue el último período de la edad de piedra. Se inició hacia el 8 000 a.C. y se prolongó hasta el 4 000 a.C. se habla de una revolución neolítica porque los cambios ocurridos durante este período significaron una modificación radical en la vida y en las costumbres humanas. La mejora del clima iniciada en el mesolítico se acentúo, con lo que se dieron condiciones favorables para el desarrollo de los grupos humanos. Dos fueron los hechos que marcaron

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aquella revolución:

a) la domesticación de plantas (agricultura) y animales (ganadería). b) la sedentarización o el establecimiento en aldeas permanentes.

Como el mesolítico, el neolítico no fue uniforme, sino que los avances que implicó ocurrieron en distintos momentos en cada lugar. Así, se puede subdividir en neolítico en Oriente Cercano, neolítico en América, neolítico en África y neolítico enlejano Oriente.

El neolítico en América fue tardío en relación con otras partes del mundo. Los primeros intentos de domesticación de plantas y animales se darían principalmente en la zona de mesoamérica y a lo largo de los Andes.

En Mesoamérica, hacia el 5 000 a.C. empezó la domesticación del maíz, de manera silvestre en las sierras altas de México (Chiapas) y Guatemala. Las mazorcas obtenidas alcanzaban apenas los dos centímetros de largo, por lo que se pasó a experimentar la hibridación, es decir, a mezclar el maíz con otras gramíneas, para producir mazorcas similares a las actuales. La domesticación de animales no fue tan importante ni estuvo tan extendida en Mesoamérica, y estuvo referida al perro, pavo y pato.

En los Andes, las evidencias más antiguas de cultivos en esta región datan del 5 000 a.C. la papa, la quinua, el maíz y el frijol, fueron las primeras plantas domesticadas. Junto con el tomate, el maní, la palta y el cacao serían los alimentos que más tarde los conquistadores europeos difundirían. La domesticación de animales estuvo centrada en los auquénidos: la llama y la alpaca. Durante el período arcaico (7 600 - 2 700A.C).

Luego del retiro progresivo de los glaciares, los cazadores de camélidos y cérvidos colonizaron las punas y los valles altoandinos.

Lumbreras asevera, "Gracias a las posibilidades gananderas de la región, los tiwanakenses tuvieron posesión abundante de lana y también de carne para el comercio. La carne, como la papa, era deshidratada y conservada en este estado por tiempo indefinido, de modo que podría ser transportada a grandes distancias como producto de intercambio. Ala carne deshidratada le llamaban "charki" y a la papa "chuño" (1972).

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El crecimiento poblacional y el cambio climático, juntamente con la escasez de alimentos, originó el descubrimiento de la agricultura y la necesidad de criar animales que, a su vez, ocasionaron el sedentarismo en las grandes aldeas de agricultores. En Ayacucho ocurría este desarrollo entre los años 6,000 a 2 000 a.C. aproximadamente, pero se dio, en oleadas periódicas y progresivas, tanto que se distinguen fases a las que llaman Qaywa, Piki, ChiwayKachi.

Entonces, podemos decir, que en el año 5 000 a.C. aproximadamente, en Ayacucho, ya se cultivaba la quinua y se habían domesticado la llama y el cuy; para después, incorporar a sus sembríos plantas como: la calabaza, cañiwa, ulluku, uqa, maswa, pallares, frijoles, papa y maíz. Con la agricultura y la ganadería, el poblador del neolítico ya contaba con recursos suficientes para su subsistencia. Cubiertas las necesidades básicas, se empezaba el desarrollo de actividades más especializadas y complejas.

En América se desarrollaron particulares técnicas de cultivo. La ausencia de animales de tiro provocó que no se usara el arado; con azadones o herramientas similares se hacían los surcos para depositar las semillas.

Mesoamérica, los antiguos mexicanos crearon terrenos de cultivo artificiales. Las chinampas eran balsas de caña cubiertas con tierra sobre la cual se sembraba. Se fijaban en el lecho de los lagos por medio de troncos de árboles.

Los Andes, debido a la geografía escarpada y montañosa se usaron terrazas o andenes. Consistía en sucesivas murallas de piedra a lo largo de una pendiente. El espacio entre cada muralla y la montaña se rellenaba con arena y piedras; luego se agregaba tierra fértil. El riego se daba por canales o acequias. Las distintas temperaturas de las diferentes altitudes permitieron una producción diversa. Para el caso del área andina.

"Desde Pikimachay hasta el Tahuantinsuyu de Atahualpa los habitantes del área andina en que se inscribe el Perú construyeron, autónomamente, una sociedad prácticamente homogénea y eficiente, sin hambre y con bienestar. La impronta de ese pasado pervive y se manifiesta hasta hoy en estructuras ideológicas y materiales, en conductas y costumbres de millones de peruanos marginados. Sin embargo, el Perú no ha sabido

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aprovechar su experiencia milenaria" (Matos, 1978).

Por otro lado, Roger Ravines, refiriéndose al periodo incaico señala "Los principales alimentos del hombre del Tahuantinsuyu fueron la papa, el maíz en forma de cancha, mote, el charqui o carne seca de llama, el pescado fresco o seco, moluscos y las leguminosas andinas. La comida más importante era la de la mañana, muy temprano, y la segunda por la tarde, al anochecer" (1978).

De igual manera, acerca de los procesos alimentarios de los Incas existen noticias muy restringidas, es así que:

"La documentación en lo que respecta a la alimentación es relativamente pobre. No existe ningún trabajo concreto sobre esta materia. Los más autorizados escritores españoles, como Cieza de León, Betanzos, Morúa, Acosta, Zárate, Polo de Ondegardo y otros, no consignan noticias sobre las comidas de los aborígenes. Tampoco los cronistas peruanos, como Gracilazo de la Vega y Santa Cruz Pachacútec, dejaron constancia del régimen alimentario de sus antecesores. Unos y otros se limitaron, únicamente, a consignar algunos nombres de animales y plantas comestibles; pero sin hacer referencia a las comidas. De ahí la importancia, actual de estudiar al indio dentro de su régimen alimenticio, antes de que sufra adulteraciones y olvido" (Mejía Xesspe, 1978).

Sin embargo, durante la época precolombina, el charki, fue elaborado de carne de camélidos, (llama, alpaca, vicuña, huanaku, etc.), principalmente, y utilizaron la sal de la sierra (warwa kachi) y la sal marina para su conservación de varios años y su consumo permanente.

En tiempos actuales, el charki es preparado con carne de auquénidos, vacunos, ovinos, caprinos, fundamentalmente, y utilizan la sal marina. El charki, no solamente, se consume como carne asada, sino también, en sopa (morón con charki) y en segundos (olluquito y/o ccochayuyu con charki).

En tiempos contemporáneos, la agricultura y la ganadería juegan un papel fundamental en la sociedad peruana, y en particular, para la zona de la sierra, y es vital en la satisfacción de sus necesidades alimenticias. Los principales, productos que se cultivan (zona sierra), son los tubérculos,

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cereales, leguminosas, etc. Y en el caso de la ganadería, la crianza de vacunos, ovinos, camélidos, porcinos, caprinos, aves, etc. según Claverias, "Los comuneros de las zonas alto andinas para lograr este objetivo conocen una serie de técnicas mediante las cuales procesan alimentos ya sea en la carne procesada, en la llamada chalona o cecina o en el caso de tubérculo como el caso de la papa procesada, en el chuño, la tunta, la moraya etc. O también en el procesamiento de los tubérculos menores: la oca, el isaño, etc. A su vez también tienen técnicas de almacenamiento como el caso de unos fardos que les denominan cejes donde logran almacenar sus alimentos hasta un período que va más allá de los 8 años, de manera que si hubiera en el transcurso de ese período una sequía, una inundación o algún otro tipo de crisis económica entonces los campesinos apelan a ese almacenamiento de alimentos para poder sustentar su seguridad alimentaria". (Citado por Ravines, 1978).

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TERCERA PARTE I I I . Transporte Animal y Comercio en la Epoca Colonial.

3.1. Transporte Animal y Comercio en la Época Incaica.

Parece que desde tiempos muy remotos la región de la sierra peruana ha servido de asiento al hombre. Así lo atestiguan los restos encontrados en las cuevas, los mismos que tienen la misma data de Lauricocha (Huanuco), San Pedro (costa norte), cabeza larga, Ichuna (Puno) y Vizcachani (Bolivia). Estas culturas habrían pertenecido al paleolítico - según Emilio Choy- y tendrían una antigüedad de 10 000 a 5 000 a.C. Es decir, mientras en el cercano Oriente las culturas habían creado ya las condiciones materiales, acumulación de excedentes (surplus) como consecuencia de la domesticación de animales y plantas - revolución neolítica, según Childe; para dar paso a la formación de los centros urbanos con las implicaciones que ellos suponen, en el Perú el hombre estaba en plena edad de piedra. En esta etapa probablemente no tuvo mayor necesidad de contar con vías de comunicación (caminos), por cuanto su campo de acción se limitaba a las zonas de caza y de recolección como ocurre actualmente con muchas tribus que subsisten todavía en la zona amazónica por ejemplo los Machiguengas (Perú), los Yanaiwa (Oriente Boliviano), etc. Posiblemente estos grupos hayan contado y cuentan en la actualidad con pequeñas sendas (caminos de peatones) que les habrían permitido llegar con facilidad a los lugares donde abundan los frutos silvestres y las presas de caza, y una economía autárquica; es decir, de simple subsistencia y autosuficiencia; por consiguiente, no tendrían necesidad de mantener relaciones con los grupos vecinos, aparte de la incursiones bélicas. En tales condiciones no eran necesarios los caminos amplios ni los puentes para cruzar ríos porque, a veces, éstos últimos les servían de defensa natural del ataque sorpresivo de sus vecinos.

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Pero este período trajo en sus entrañas una nueva etapa que se presentó una vez que las condiciones materiales objetivas se dieron. Esto se conoce con el nombre de revolución neolítica, la misma que de acuerdo con Emilio Choy, se habría producido hace 4 000 a.C.

Entre los animales capturados algunos mostraron condiciones favorables para su domesticación, eran sobrios y se conformaban con las hierbas que crecían al lado de las plantas cultivadas. La domesticación del cuy, ha sido una valiosa fuente de proteínas para los agricultores, la llama (camélido sudamericano) fue fácil de domesticar por las condiciones favorables que presenta para convivir al lado del hombre, sin mayores exigencias, tomaba poco y daba mucho. No es casual la preferencia a la llama, aun con métodos modernos la vicuña es un animal difícil de mantener en cautiverio, requiere extensos espacios como ocurre actualmente.

«Los primeros agricultores no podían darse el lujo de criar vicuñas cuando la llama era más propicio. Es posible que este animal se iniciara como favorito, y hasta sería alimentado con la leche de la mujer, ya que las mujeres indígenas suelen lactar hasta los dos años y a veces cuando ocurría entre los Mayas según (Landa), y por favorito fue utilizado como compañero de vivienda, abrigo viviente y posteriormente se aprovecharía su lana. Su excremento es un excelente combustible en la preparación de alimentos y en estufas, reemplazando a la leña como ocurre en el altiplano. Se le empleó para el transporte de carga, llevando lo que podían hacer dos hombres, consume poco alimento por su sobriedad, más bien sirvió de alimento dejando así una herencia en la economía de los pueblos andinos" (Citado por Vizcardo, 1992).

En efecto, la domesticación de este auquénido significó un gran adelanto para los grupos del neolítico porque no sólo duplicó la carga que podría llevar un hombre, sino que, y esto es lo más importante, obligó al hombre a construir caminos y puentes para facilitar el tránsito de estos animales.

Además, podían recorrer distancias largas (15 Km. por día) y transportar mayor volumen de carga. Esto favoreció el incrementó de la población y el sedentarismo de la misma dando origen a las aldeas neolíticas, por ejemplo en Nazca, Paracas, etc. Con el correr del tiempo surgieron los centros ceremoniales (Tiahuanaco) como lugares de adoratorio y de comercio

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esporádico al igual que enTeoíihuacán (México).

El primer centro urbano aparece, precisamente, en esta región en el lugar denominado Wari, de la amalgama de dos corrientes culturales que convergieron de diferentes regiones: la una vino de la costa (Nazca) con la idea del pueblo y la cerámica profusamente decorada con dibujos que representaban animales y plantas propias de esta región, y, otra, de Tiahuanaco que trajo la noción del centro ceremonial y la utilización de la piedra para la fabricación de los templos y otros objetos. Como producto de esta fusión nació la ciudad de Wari. Ciudad - Estado, que tuvo todas las características de una urbe, por ejemplo, en el aspecto físico, su edificación obedeció a un plano urbanístico, según el cual se distribuyeron los edificios públicos y las viviendas particulares y se dejó un espacio para el tránsito de los hombres y de los animales. En lo económico hubo una amplia división del trabajo y una intensa actividad comercial; y, en lo social se notó la presencia de clases sociales.

Surgió también otro fenómeno: el dominio de la ciudad sobre el campo. El campo se vio obligado a proveer a la ciudad de grandes cantidades de productos que ésta necesitaba para su supervivencia. Esta provisión no se pudo realizar sino mediante el transporte en acémilas. En este caso la "llama" jugó un papel importantísimo, puesto que fue el único animal que se utilizó para el transporte de la cosecha, la leña, la sal y otros productos que debían ser trasladados a la ciudad. Para esto hubo necesidad de construir una red de caminos con el fin de poner en contacto a la metrópoli con los centros productores y los pueblos que administrativamente dependían de ésta. El comercio, aunque zonal, requería también de las vías de comunicación. Pero por encima de estas razones había otra que obligó, prácticamente, a los gobernantes de la ciudad Estado de Wari a construir caminos, este fue el afán de expansión militar como ocurrió en Roma y otras ciudades antiguas en las que se construyeron los caminos no precisamente para que circularan las carretas sino para facilitar el tránsito de las grandes columnas de infantería del ejército regular, de la artillería, piezas importantísimas de las tropas imperiales.

Más tarde, con el advenimiento del Imperio de los Incas, los caminos habrían sido perfeccionados y conectados en los lugares que había necesidad de unirlos con el fin de hacerlos converger hacia un solo centro: el Cuzco.

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Todos los caminos iban al Cuzco.

El camino longitudinal de la costa que, partiendo de Tumbes, atravesaba toda la costa hasta llegar a Chile. Había muchas vías transversales que unían esta región con la sierra. Una de éstas fue la que comunicaba lea con Vilcashuaman. El camino más corto que unía a la capital del Imperio con la costa, partía de Chala, atravesaba la meseta de Parinacochas y terminaba en el Cuzco.

Los caminos de la sierra eran mucho más extensos, pues por el norte llegaban hasta Pasco, Colombia y, por el sur, hasta Rioja, en Argentina. Este gran camino longitudinal pasaba, precisamente, por este lugar, de allí la gran importancia que tiene para nuestro estadio.

Estas vías incaicas, con sus tambos y fortalezas, constituyeron un excelente medio de interrelación entre los reinos ocupados por los Incas, a quienes les permitió controlar eficientemente la marcha política y administrativa del Imperio del Tahuantinsuyo. Pero, sobre todo, posibilitó a los gobernantes Incas movilizar grandes masas de ejército para aplastar a reinos levantiscos o rebeldes, y realizar nuevas conquistas con el fin de ensanchar los límites del Imperio y someter bajo su autoridad a grandes grupos humanos, porque eso significaba mayores impuestos en beneficio del grupo gobernante y ventajas sociales y políticas que lógicamente se derivan de estas acciones.

Todo esto nos demuestra que los Incas desarrollaron una política vial que les permitió mantener el control político desde la metrópoli (Cuzco) sobre los cuatro suyos. Los servicios de chaskis fueron eficientes y rápidos porque los caminos eran buenos y los conservaban en buen estado.

Por otra parte, los medios de transporte no habían variado en comparación con épocas anteriores porque los Incas no legaron a conocer la rueda ni otros animales fuera de la llama, por consiguiente, continuaron utilizando la tracción humana para la conducción de literas en las que viajaban los Incas del Cuzco a Cajamarca o viceversa, o en el servicio de correos (chaskis), o para el traslado de la cosecha cuando la distancia era corta; y la fuerza animal cuando las distancias eran largas y el intercambio se realizaba entre una región y otra. En estas condiciones los viajes eran lentos - aparte de

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los chaskis- y se perdía mucho tiempo en las travesías.

Enrique Mayer, refiriéndose al comercio en el periodo incaico, señala el planteamiento de John Murra "Que a diferencia de otras civilizaciones, la andina no dependía del comercio como un mecanismo de crecimiento o de expansión territorial. Su tesis de 1956 argumentaba fuertemente en pro de la caracterización de la economía estatal incaica como una organización basada en la reciprocidad y la redistribución, empleando conceptos que antropólogos e historiadores sociales como Marcial Mauss, Bronislaw Malinowski y Karl Polanyi introdujeron como parte de la revolución funcionalista en la antropología y la historia económica". Pero, Mayer, sostiene lo siguiente "Que en la época precolombina había mercados campesinos porque eran funcionales a la autarquía de los grupos étnicos, aunque no eran cruciales para su economía ni la del Estado inca" (2004).

3.2. Transporte Animal y Comercio en la Época Colonial

Durante la conquista española representaba la imposición compulsiva de una serie de elementos totalmente desconocidos en el nuevo Mundo tales como la religión (cristiana), el idioma, las costumbre, algunas plantas y muchos animales domésticos; entre estos últimos tenemos el ganado vacuno, caballar, mular y asnal. Animales que fueron domesticados por el hombre en el Asia Central y África, los mismos que, una vez domesticados, jugaron un papel importante en la evolución del sistema de transporte, pues el hombre les dio diferentes usos.

En regiones y ciudades antiguas como Mesopotamia, Egipto, etc., y posteriormente en Grecia y Roma se utilizó la rueda tirada por uno o varios caballos. Este hecho constituyó una verdadera revolución en los medios de transporte porque marcó la aparición de una etapa en la que surgieron las carreteras, calesas, carrozas que, más tarde, dieron origen a los vehículos motorizados en sus diferentes formas. Es decir, se operó un cambio cualitativo que dio nuevo ritmo, principalmente, a las actividades económicas, pues creció el volumen de las mercaderías transportadas y las distancias se acortaron, intensificándose, como consecuencia de ello, las actividades sociales y los préstamos culturales. De esta manera las sociedades de aquel entonces prepararon las bases materiales para el advenimiento de un régimen económico: el feudal.

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Los españoles, al llegar a las tierras de América, implantaron una nueva organización tanto en lo económico como en lo social. Fue así que rompieron la organización del Estado Inca (esclavista) y sobre sus ruinas establecieron la estructura de la colonia (feudal). No hubo ninguna clase de continuidad sobre todo en lo tocante a la fundación de las ciudades; lo que no ocurrió en otros países conquistados, por ejemplo, en México donde la capital de la colonia continuó siendo la antigua Tenochtitlán, la capital del Imperio Azteca. Todo lo contrario ocurrió en el Perú, la ciudad del Cuzco, capital del Imperio de los Incas, pasó a un segundo plano como consecuencia de la fundación de la ciudad de Lima; ésta nació como ciudad capital llena de privilegios, los mismos que conserva hasta nuestros días. Por este motivo y porque las vías de comunicación estuvieron íntimamente vinculadas a la aparición y desarrollo de las ciudades, los antiguos caminos longitudinales ya no convergieron hacia el Cuzco, sino a Lima, nuevo centro económico, administrativo y cultural más importante del país.

Por esta razón, los dos caminos longitudinales de los Incas perdieron su importancia aunque en algunas zonas la conservaron, por ejemplo, la ruta que conducía de Lima a Ayacucho, Cuzco, La Paz, Buenos Aires. El camino del Cuzco a Quito pasando por Cajamarca ya no tuvo tanta importancia y fue abandonado, mientras las rutas de la costa entraban en una etapa de auge, por ejemplo, el camino que unía Lima con Cartagena o Portobelo y que pasaba por Huarmey, Casma, Trajillo, San Miguel y Quito. Lo mismo que el camino que unía Lima con Tarapacá.

Es muy probable que en los primeros años de la colonia los arrieros hayan viajado desde Lima hasta Cartagena de Indias, pasando por Trujillo, San Miguel, Quito, Pasto, Popayán, Medellín, Cali y Mampas con el fin de transportar las mercaderías depositadas en los almacenes de dicho puerto a la ciudad de Lima. Posteriormente con el avance de técnica naviera probablemente los viajes por el mar fueron intensificándose.

En lo que respecta a la ruta diagonal de Lima a Buenos Aires, es necesario hacer un análisis minucioso por cuanto Ayacucho era un eslabón más de la cadena de ciudades por las que pasaba aquélla. En efecto, hasta mediados del siglo X V I I I , aproximadamente, el comercio con las ciudades del altiplano y de la Argentina era intenso. Toda la mercadería que iba al Cuzco, La Paz, Potosí, Tucumán y Córdova o Buenos Aires, pasaba por Ayacucho, por

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consiguiente, es lógico suponer que la actividad comercial haya sido intensa, sobre todo con los curatos y anexos del interior, para lo cual la ciudad habría contado con un crecido número de establecimientos comerciales, posadas, tambos, tabernas, etc., cuyos propietarios habrían sido los beneficiarios directos. Si sumamos a esto el servicio de arriaje que era una actividad necesaria y lucrativa, y a la que se dedicaban un alto porcentaje de los pobladores de esa ciudad y la explotación de las minas de Huancavelica -cuyos propietarios residían en ayacucho- nos explicamos fácilmente la opulencia de las familias huamanguinas.

Por otro lado, el sistema de trasporte necesitaba de un elemento fundamental: la bestia de carga (muías, burros caballos) que provenían de la Argentina. Parece que desde los primeros años de la Colonia, los españoles radicados en las provincias de la Argentina se dedicaron a la crianza de estos animales en grandes cantidades, tal como se desprende del libro de Calixto Bustamante Carlos Inca (Concolorcorvo) quien dice: "hay tanta multitud de muías que nacen en las pampas de Buenos Aires. Las que eran llevadas primero a Córdova para el engorde. De allí pasaban al Perú donde trabajaban y morían. Asimismo, parece que el comercio de esto animales fue gigantesco en la época de la colonia y la única proveedora fue la provincia de Buenos Aires. Aunque esto no quiere decir que no haya habido crías en Tucumán o muías criollas o éstas eran muy respecto del crecido número que salía de las pampas de Buenos Aires. El autor en referencia, al ocuparse sobre el comercio de muías dice: "Ha más de 15 años (pero supongamos que no sean más que 10, para ninguno lo dude), que están entrando 50,000 muías de los potreros de Salta y resto del Tucumán, anualmente, y que estas se reparten y venden desde las chichas hasta los huarochiríes. Además de la opinión de los mejores tratantes tenemos una prueba, que aunque no es concluyente, según derecho, convencen a razón natural. Convienen todos que el derecho de Cisa de este comercio asciende todos los años a 32,000 pesos, pagándose por cada cabeza 6 reales".

De igual forma las apreciaciones acerca de la utilidad de las muías y otros animales de carga quedan resaltadas en boca de testigos de la época:

"Por mi cálculo, en 10 años entraron en el Perú 500 000 muías, y suponiendo que solamente se murieron o estropearon las que había preciso contar; con muías de servicios de carga, silla, coches y

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cabezas, cuyas dos últimas clases se reducen a Lima, porque en otras ciudades no se usa este ostentoso tren, porque no se proporciona a su terreno o por mejor dicho, al uso. Por este cálculo se debería contar 500 000 muías hasta los huarochiríes. Si para la conducción de metales de los metales de las minas a los Ingenios, se valieron los mineros de las muías, se aniquilarían 10 000 más todo los años, contando solamente desde los chinchas hasta los huarochiríes e los parajes y minas que usan de los carneros de la tierra, que comúnmente llaman llamas, de que usan para este trajín en los principales minerales de plata y azogue. Aunque en este última especie sólo los usan en Huancavelica, porque solamente en los cerros de esta villa hay minas de este metal capaces de proveer a todo el reyno. Parecerá increíble que se mueran anualmente y se imposibiliten 50 000 muías antes de cumplir 10 años de vida, con sólo 4 de trabajo y en sólo 4 viajes regulados, uno con otro, de 200 leguas, a que se debe agregar que la muías que van a Potosí no tienen regreso de formalidad. Quiero decir que a un arriero de 100 muías apenas se le proporciona 10 cargas, y lo mismo a los del Cuzco para bajar a Lima, a excepción de uno que conduce todos los años los reales haberes con el título de carta cuenta" (Vizcardo, 1992).

Las muías en los valles, como el de Cochabamba y toda la costa desde Arica a Lima inclusive, trabajan cuatro veces más y viven cuatro veces más por la proporción de alfalfares que tienen para su alimentación, como por la benignidad del temple, la mayor parte de la sierra es tierra fría en donde crece poco el pasto, y al tiempo que se había de agostar caen los hielos y lo aniquilan.

El comercio de muías era activísimo y los traficantes obtenían pingues ganancias porque tenían mercado permanente y seguro y el valor de cada animal oscilaban entre 16 y 18 pesos. Los hacendados de Buenos Aires, Tucumán, Córdova, etc., finales del siglo X V I todo el siglo X V I I y parte del siglo X V I I I . Durante todo este tiempo Ayacucho y los demás pueblos de esta ruta se beneficiaron con esta actividad. Pero en las postrimerías del siglo X V I I I , como consecuencia de la apertura del estrecho de Magallanes al comercio internacional, comenzó a decaer el intercambio comercial con Buenos Aires y esto incidió gravemente en la economía de Huamanga. Desde entonces hasta 1959, año en que se reabre la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, .fue sumándose poco a poco en un aislamiento y

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postergación. Agravándose esta situación con las guerras de la independencia y la del Pacífico, hechos que causaron la pobreza de sus pobladores y, como consecuencia de ella, empezaron a emigrar a otras ciudades en busca de mejores perspectivas. Los pocos que se quedaron continuaron dedicándose al arrieraje como actividad principal, pero en menor escala.

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CUARTA PARTE

IV. Breve Reseña Histórica del Sistema del Arrieraje en Ayacucho.

Antes de pasar a tratar sobre este asunto conviene hacer algunas aclaraciones sobre el término de arriería. Según el diccionario de la Real Academia, arriería quiere decir: oficio o ejercicio de arriero. Arriero, el que trajina con bestias de carga.

De la definición se desprende que se debe designar como arriero a toda persona que trabaja con toda clase de bestias de carga; pero esto sería en términos generales, es decir, cuando se refiere a la actividad en sí. Sin embargo como arriería propiamente dicha, al arriero comerciante.

El arrieraje en Ayacucho aparece junto con la fundación de la ciudad, porque era necesario el traslado de materiales de guerra y víveres para los soldados y los habitantes de ella, quienes se encontraban en guerra con Manco Inca. Estas mercaderías provenían de Lima - vía lea - Ayacucho, siguiendo el antiguo camino de los Incas. Posteriormente, cuando finalizaron las acciones bélicas y la población civil comenzó a crecer, la ciudad empezó también a extenderse y, como consecuencia de estos fenómenos sociourbanos, el comercio empezó a desarrollarse dando lugar también al auge del arrieraje como actividad lucrativa.

Esta actividad fue necesaria porque en ese entonces no había otro medio de transporte. Los comerciantes que necesitaban transportar sus mercaderías, ya sea de esta ciudad a Lima o viceversa, recurrían a los arrieros. Estos eran, pues, los encargados de poner en circulación el comercio local y nacional porque así como habían arrieros en Ayacucho, habían también los

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que viajaban al norte o al sur del país. De esta manera desempeñaron los arrieros un papel importante dentro del desarrollo del comercio en general.

Siendo éste el único medio de transporte, es lógico pensar que quienes lo administraban percibían un fuerte ingreso económico que les habría permitido incrementar sus fortunas. Decimos esto, porque parece que esta actividad estuvo en manos, primero, de los encomenderos e intendentes (época colonial); y, después, de los hacendados (durante el siglo XIX) .

En Argentina los comerciantes eran, además, funcionarios públicos:

"Hemos tenido que ir distinguiendo ya los grandes tratantes de los medianos y de los pequeños sobre las bases de las cantidades operadas por cada uno, cabe hacer distinciones. Pero una categorización más precisa, convendrá tener presente la frecuencia de las superaciones y la procedencia de los negociantes. Para este último aspecto, el censo de la provincia del año (1778-1779), recogido por Ricardo Rojas en el tomo I de los documentos de Archivo Capitular de Jujuy acude milagrosamente en Socorro nuestro. Por los folios del censo se alinean los nombres de los peninsulares Manuel Sánchez de Bustamante y José Albarado, del riojano Vicente Molina, del porteño José de la Cuadra, de los jujeños Tomás de Martirena del Barranco, Ángel Antonio de la Bárcena, Juan Francisco Leániz, Andrés Eguren, Antonio Quintano, Francisco Zavaleta, Domingo Gonzáles, José Antonio de Goyoneche, Diego de la Corte, Gregorio Segada, Tomás Inda, Benito Orgaz, del mestizo Agustín Arismendi y del mulato Juan Luís Osorio y otros tantos que desciframos, junto con ellos, en los manuales del ramo de otra vez, como cabildantes u hombres de armas de Jujuy. Por el censo conocemos a su familia, su edad y el número de su servidumbre. Soldado, administrador y hombre de negocios se funden en sus personas. Un Ángel Antonio de la Bárcena, por ejemplo, procurador general en 1774 y alcalde de primer voto en 1789, fletó para el Perú en 1768, 60 muías; en 1770,700; en 1773,40; en 1774,400; en 1778,79 y 80,360,380 y 1,100 respectivamente, tras nuevo paréntesis en 1788,120 y en 1789, 30. el teniente Coronel de Milicias Juan Francisco de Leániz, Procurador General en 1772 y alcalde de primer voto en 1775.. .remitió en 1769, 850 muías para las provincias de arriba y, en 1780, 85 a Carabaya por su cuenta y, al mismo lugar, 1,210 justamente con Tomás Martierena del Barranco, etc". (Sánchez, 1966) La cita nos indica que las autoridades eran al mismo tiempo los comerciantes más notables. Si esto ocurría en la Argentina, es probable que en resto de la

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colonia haya pasado lo mismo, es decir: primero las autoridades (llámense éstas, alcaldes, encomenderos o intendentes) y después los hacendados (porque estos últimos aparecieron ya en las postrimerías de la colonia como consecuencia de la composición de tierras) detentaron en sus manos esta actividad, principalmente, durante los siglos de mayor auge comercial. Durante estos siglos el comercio entre Buenos Aires y Lima floreció notablemente, irradiando sus beneficios a otras ciudades tales como Ayacucho, Cuzco, etc.

Con la construcción del ferrocarril Moliendo-Arequipa- Puno-Juliaca-Cuzco, obra que fue realizada en la segunda mitad del siglo XIX, el comercio de Ayacucho quedó limitado a las casa mayoristas de esta ciudad y a las de Huanta, las mismas que se surtían directamente de lea. De todas maneras, Ayacucho estaba en contacto con la costa, región con la cual había mantenido relaciones culturales desde tiempos muy remotos, y por intermedio de ellas recibía las corrientes nuevas que provenían del exterior. Había dos rutas para viajar a dicha ciudad.

Según los informantes los arrieros se clasifican en: arrieros mayores y menores. Los arrieros mayores eran aquellos que poseían más de una piara de muías; y, los menores, los que tenían menos de 10 muías. Dentro de los arrieros mayores habían hacendados que poseían decenas de muías (60 a más), y lo que es más importante: "indios propios"; es decir, gente de la hacienda que era utilizada en estos menesteres sin pago alguno. Esto les permitía realizar viajes frecuentes remunerando acémilas, lo que no podían hacer los arrieros que tenían una o dos piaras; porque después de un viaje de ida y vuelta, que duraba alrededor de 20 días, los animales tenían que descansar para reponerse del cansancio por lo menos durante 30 días.

Por otra parte, los arrieros mayores se dedicaban sólo a transportar mercaderías para los comerciantes mayoristas, mientras que los menores iban por su cuenta y llevaban productos de esta región para cambiarlos con otros productos de la costa.

Los arrieros trasladaban a dicha región, principalmente, lana, oveja, cuero de res y de chivo, cochinilla, etc. y traían de allá, pianos, pisco, vino, jabones, piezas de tela, etc. para los comerciantes de Ayacucho o Huanta, y también, para sus propios establecimientos.

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En la época en que se hacían viajes a lea y Huancayo, etc. muchas de las familias que se dedicaban a la arriería vivían en Ayacucho, principalmente en los barrios de Carmen Alto, San Juan Bautista, Concho Pata, La Magdalena y Calvario. Hubo también arrieros en Socos, Vinchos, Pacaycasa y Huanta (algunas familias).

En efecto, en 1,900 llegó a Huancayo el ferrocarril y con él nuevos elementos y nuevas formas de trabajo. La agricultura cobró mayor importancia porque los excedentes de los tubérculos y legumbres podían ser trasladados a los centros mineros y a la ciudad de Lima. Como consecuencia de este cambio, Huancayo se convirtió en el centro de mayor actividad comercial y, posteriormente, con la llegada de los vehículos motorizados, se afianzó su economía comercial sobre los otros pueblos del área central del Perú y se erigió de hecho en un centro económico-cultural de cierta importancia, cuya influencia se dejó sentir de inmediato en los pueblos de la región central.

Rota la relación directa que mantuvo con la costa, se sumó en el aislamiento más completo mientras crecía paulatinamente la atracción e influencia de Huancayo. En el aspecto económico es donde se dejó sentir más este fenómeno, y fueron precisamente los arrieros quienes abrieron la ruta a Huancayo, por el antiguo camino a Jauja.

Según Ruíz Fowler, el itinerario era el siguiente: "Ayacucho, Huanta, Marcas, Paucará, Alto-Pongo, Mejorada, Izcuchaca, Marcavalle y Huancayo, con un total de 215 kilómetros" (1924).

El comercio del arrieraje con Huancayo duró hasta 1924, fecha en que se abrió oficialmente la carretera Huancayo -Ayacucho, con motivo del centenario de la memorable batalla de Ayacucho. La llegada de los vehículos motorizados a Ayacucho significó la transformación del arriero menor. Es tanto que los mayores devinieron en camioneros, como el caso del Sr. Manuel Martínez, de San Juan Bautista; en comerciantes mayoristas y hacendados como los señores Juscamayta, Cavero, etc.; estos últimos, en la actualidad poseen establecimientos comerciales, haciendas, etc., es decir, ocupan una posición elevada dentro de la organización económica de la localidad. Esta situación denota, por otra parte, que hubo movilidad social, en sentido vertical, pues permitió el cambio de posición de algunas personas, utilizando

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fípaico fílala, (R.ené JKarcial

el canal económico.

Ayacucho, en el pasado mantuvo relaciones más estrechas con las provincias de Lucanas y Parinacochas Las influencias culturales se pueden apreciar en una serie de rasgos que aún subsisten como el "estilo arquitectónico", la presencia del charango (pequeño instrumento de cuerda) y el intercambio comercial. Es muy probable que dichas relaciones se remonten a tiempos atrás, existen algunas evidencias históricas sobre el particular, una de estas la encontramos en la Confederación de los Pokras, Chancas, Wancas y Lucanas, que se formó en los albores del Imperio Incaico para hacer frente al Inca Pachacútec, con los resultados que ya se conocen.

Por otro lado, encontramos las razones de la unidad administrativa y política de esta zona, la misma que se reforzó a partir de 1924, con motivo de la inauguración oficial de la carretera Mejorada-Ayacucho. La construcción de esta vía significó la muerte del arrieraje. Ante esta situación los arrieros, al verse desplazados por los vehículos motorizados, voltearon la mirada hacia los pueblos del interior, iniciándose, de esta manera, una etapa en la vida de aquéllos que se convirtieron en arrieros comerciantes.

Bajo la invocación de "San Antonio" santo patrono de los arrieros, recorrían lentamente los caminos del antiguo Perú Republicano, al compás del dulce tintinear de las clásicas esquilas, símbolo distintivo del arriero.

Para facilitar el estudio podemos agrupar a estos singulares comerciantes, de acuerdo con la zona a la cual viajaban, Vizcardo (1992) señala:

a) Arrieros comerciantes que iban a las "cabezadas"

b) Arrieros comerciantes que incursionaban a las provincias de Lucanas, Parinacochas, Fajardo y algunas de Apurimac (Andahuaylas, Chincheros, Uripa, etc.) y Arequipa (Chala, Chaparra, Caravelí, etc.).

c) Arrieros comerciantes que viajaban a la selva o "yunga".

Ayacucho, por ser una ciudad de escasos recursos naturales y eminentemente burocráticos, no pudo ofrecer ocupación a todos sus

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@karLi cKanka

habitantes. Por esta razón los pobladores de los barrios de Carmen Alto, San Juan bautista, Qonchopata, Calvario, Magdalena, etc. se dedicaron al comercio ambulante y para evitar competencias desleales incursionaban en zonas cada vez más alejadas. De esta manera fueron ocupando apartados pueblos de los departamentos de Ayacucho, Apurimac, Huancavelica, Arequipa e lea. Así fueron formándose zonas reservadas para los viajeros de cada barrio, de tal manera que los de Carmen Alto a las "cabezadas", a las provicias de Lucanas, Parinacochas, Paucar del Sara Sara (Cotahuasi), Arequipa (Caravelí, Chaparra, ect); de San Juan Bautista viajaban a Cangallo y Fajardo; los de Calvario, a las provincias de Andahuaylas y Chalhuanca y los de Conchopata hacia la Selva (márgenes del río Apurimac); los de Pacaycasa a las provincias de de Sucre y Lucanas, etc.

Los productos comerciales que transportaban los arrieros comerciantes de Ayacucho, y en particular de Carmen Alto fueron:

a) Trabajos religiosos. El cajón de San Marcos y retablos costumbristas -religiosos.

b) Medicina casera. Copal alhucema, incienso, anís, puca-tacu, anteojos , cuya-cuya, wayruro, cuti, qillke, qampi-rumi, cascarilla, piedra lumbre,, piedra imán, ajo macho, chonta, etc. además llevaban thimolina, agua florida, agua del Carmen, etc.

c) Género y otros, piezas de telas de algodón como gabardina, kaki, vichy, casinete, percala, franela etc. además, ropa hecha para hombres y mujeres, lucre, frazadas, sombreros, zapatos, etc. objetos de adornos y otras baratijas.

d) Especies y otros. Canela, clavo de olor, pimienta, cominos, palillo, achiote, ajonjolí, maní, café, cacao, coca, etc.

e) Locería y otros. Ollas, platos, jarros, etc. de aluminio y fierro enlosado; cucharas de metal y madera, mates, y últimamente, objetos de plástico, etc.

f) Instrumentos escolares. Cuadernos, lápices, lapiceros, anilina de diferentes colores, borradores, tajadores, etc.

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Apaleo "$lala, $\,ené Jñ,arúa\,

g) Instrumentos musicales. Charangos, guitarras, violines, mandolinas y quenas.

h) Artículos para la equitación. Monturas, bridas, pellones, ponchos de agua, etc.

i) Otros productos. Pan chapla, wawa, chocolate, etc.

Es difícil determinar el volumen de las mercaderías que llevaba cada arriero comerciante:

1. Había comerciantes mayoristas que otorgaban mercaderías a los viajeros a plazo fijo, generalmente por seis a 10 meses y recibían en pago productos de la zona a donde viajaban al precio que ellos estimaban conveniente.

2. Había comerciantes que otorgaban crédito con los recargados del caso, y recibían el pago en efectivo, y, generalmente al 8 ó 10% mensual y recibían también en efectivo.

Por otro lado, los mayoristas aceptaban el aval de terceras personas, lógicamente estas personas debían gozar de solvencia económica, de lo contrario tenían pocas posibilidades de éxito en sus gestiones.

Además, en sus transacciones comerciales utilizaban formas de intercambio desde las más primitivas, como el trueque, hasta las formas más modernas, como la venta a plazos, pasando por la venta al contado.

En el intercambio comercial el trueque estuvo muy generalizado, pues cambiaban mercaderías con productos propios de cada región como lana, cuero de chivo, queso, víveres, carneros, cerdos, etc.; aunque tanto las mercaderías como los productos ya tenían valor monetario.

La venta al contado se realizaba a personas de cierta solvencia económica y a las que no tenían residencia fija en la comunidad; y, en general, a los desconocidos.

La venta a plazos es una forma que fue muy corriente entre los arrieros

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comerciantes y los miembros de las comunidades conocieran a sus clientes antes de incluirlos en la lista de los deudores, es decir, averiguaban la situación económica de cada uno de ellos. En este sentido utilizaron el mismo procedimiento de los comerciantes mayoristas de Ayacucho, vale decir, otorgaban crédito sólo a aquellas personas que tenían el respaldo de una propiedad inmueble que podía ser una casa o terreno de cultivo; en caso contrario debía, el solicitante, presentar la garantía de una tercera persona. Esto mismo hacía los arrieros comerciantes con sus clientes de los pueblos intermedios con el fin de asegurarse el pago de la deuda dentro del plazo señalado.

Las relaciones de comerciantes a clientes rebasaban los contornos puramente económicos y alcanzaban formas sociales cuando se ampliaron y tomaron formas de compadrazgo o hermandad por juramento. Esto sólo es posible cuando hay cierto conocimiento mutuo entre las personas que actúan en un determinado universo. Para esto era necesario, pues, que queda arriero comerciante, o un grupo de ellos, actuase en un determinado núcleo humano por un tiempo más o menos prolongado. Sólo así podían llegar a conocerse mutuamente.

Por esta razón, cada arriero actuaba dentro de una zona conocida con amplia libertad y realizaba sus transacciones comerciales, así como sus actividades sociales, como si fuera un miembro más de la comunidad. La zona era inviolable y tenía visos de propiedad privada aunque sólo estaba amparada por el derecho consuetudinario, como ya se ha mencionado; por consiguiente, las normas que regulaban estas divisiones y las actividades dentro de las zonas respectivas eran morales y tácitas. La observancia y cumplimiento de éstas dependían de cada uno de ellos; y, aunque parezca raro, no se produjeron infracciones; antes bien, las actividades se desarrollaron en un ambiente de tranquilidad y con respecto al derecho propio de lo ajeno.

El interés por la educación formal u oficial ha ocasionado un cambio en la conformación del grupo viajero cuyos componentes ya no son los mismos. Antes viajaban todos los miembros de la familia incluyendo a la servidumbre y los animales domésticos. Ahora viaja solamente el jefe de familia con unos peones y una cocinera. La esposa se queda en esa ciudad al cuidado del hogar y de los hijos, quines asisten a los diferentes centros educacionales que existen.

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De esta manera, los arrieros comerciantes facilitaron la circulación de los productos manufacturados procedentes de Lima y del exterior, por un lado, y por otro, los productos propios de la sierra y de la selva que iban a parar a las fábricas del país y del extranjero. En este proceso intervinieron activamente los intermediarios mayoristas y minoristas. En esta situación se encontraban los dueños de los grandes establecimientos comerciales de Ayacucho y los arrieros comerciantes que recorrían por los pueblos y aldeas de los departamentos mencionados.

Muchos de los arrieros comerciantes, han aprovechado perfectamente su calidad de intermediarios para amasar fortunas. De esta manera han devenido en hacendados, ganaderos, comerciantes, pequeños propietarios, "montañeses". Aquéllos que no lograron ahorrar lo suficiente como para convertirse en propietarios se han refugiado en la administración pública y/o privada como empleados.

El arriero comerciante posee cierta cantidad de acémilas entre burros, caballos y muías. El número varía de acuerdo con la situación económica de cada uno de ellos; así, hay personas que tienen cuatro, cinco, seis animales.

Existen arrieros comerciantes, que realizaban dos viajes al año. En efecto hacían de preferencia en los meses de mayo y diciembre. Cuando viajaban en mayo, volvían en noviembre; y cuando iban en diciembre procuraban volver a la feria de Acuchimay o sea el sábado de Gloria (Semana Santa). Realizaban estos viajes en los meses señalados porque necesitaban hacer coincidir su paso por los pueblos con las ferias anuales que en ellos se llevaban a cabo y a las que acuden mucha gente.

Así iban recorriendo pueblos, cerros, quebradas, valles, mesetas, villas, aldeas, alimentando algunas esperanzas y rumiando sus tristezas. Son mucho los itinerarios, que realizaban a los diferentes pueblos, por esta razón sólo señalaremos por ahora, seis itinerarios amanera de ilustración:

a) Ruta - Cotahuasi (La Unión - Arequipa)

ler. día Antungana 2do. día Paco Pata

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3 er. día Chiriq 4to. día Churmi 5to. día Putaqasa 6to. día Osqonta 7to. día Ñuñulla 8vo. día Puquio 9no. día Chaviña lOmo.día CoraCora l l vo . día Pararca 12vo. día Pausa 13vo. día Lampa 14vo. día Oyólo 15vo. día Corculla 16vo. día Cotahuasi

b) Ruta - Sancos (Lucanas - Ayacucho)

1er. día Antungana 2do. día Paco Pata 3 er. día Chiriq 4to. día Churmi 5to. día Putaqasa 6to. día Osqonta 7to. día Ñuñulla 8vo. día Puquio 9no. día San Pedro lOmo.día Punkuwaqa l lvo . día Chaquipampa 12vo.día San Pablo 13vo.día Sanco

c) Ruta - Santiago de Chocorvos - cabezadas (Ayacucho) ler. día Letrawayqo 2do. día Wariperqa 3 er. día Hampatuyoq

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4to. día Paras 5to. día Wuarancancha 6to. día Aqno 7to. día Ingawasi 8vo. día Choco 9no. día Santiago de Chocorvos

d) Ruta - Ocaña (Lucanas - Ayacucho) ler. día Letrawayqo 2do. día Wariperqa 3 er. día Vilcanchos 4to. día Mayu 5to. día Koqen 6to. día Puca -Pucro 7to. día Puca-rumi 8vo. día Ocaña

e) Ruta - Abancay (Apurimac) ler. día Pucawillca 2do. día Matará 3 er. día Erapata 4to. día Bombóm 5to. día Mutuyniyoq 6to. día Talayera 7to. día Argama 8vo. día Huancarama 9no. día Abancay

f) Ruta - Camino de Ayna (a la selva) Ayacucho a: Tambo 75.00 Km. Pichín 1.20 Km. Mashinga 3.60 Km. Osno 4.50 Km. Vicos 6.50 Km. Saywaqasa 13.20 Km. Yanamonte 25.20 Km. Qarapa 28.20 Km.

Amancay Marayniyuq Sicllaloq Ayna Ninabamba Upara Montewai Puente Arequipa Plaza de Matamburro

30.00 Km. 33.00 Km. 37.98 Km. 43.06 Km. 46.21 Km. 47.61 Km. 55.41 Km. 56.55 Km.

69.20Km.

El itinerario a la selva lo hemos tomado de Ruíz Fowler (1924).

V. E l Sistema del Arrieraje en Carmen Alto en la Época Republicana.

Los arrieros comerciantes de Carmen Alto, recorrían distintos pueblos de las provincias de Cangallo, Fajardo, Huancasancos, Lucanas, Parinacochas y Paucar del Sara Sara, del departamento de Ayacucho; además, recorrían hasta Cotahuasi, que pertenece a la provincia La Unión, departamento de Arequipa. Desde Carmen Alto hasta Cotahuasi, existe 600 Km. de distancia aproximadamente. Igualmente, los arrieros comerciantes de Carmen Alto, han recorrido el 90% del territorio ayacuchano aproximadamente (Carmen Alto - Cotahuasi).

Las actividades más importantes, que realizaban, en sus travesías, fueron la venta de "mercaderías" que trasladaban desde la ciudad de Ayacucho y la compra de acémilas (burros, caballos y muías); para la venta en Ayacucho y Huancayo, por motivo de la Semana Santa.

Durante la época de la República, en Carmen Alto, existía dos tipos de arrieros comerciantes: a) arrieros comerciantes que recorrían una vez todo el año (mayo a febrero o marzo) y b) arrieros comerciantes, que recorrían, dos veces al año (mayo-septiembre y septiembre-marzo).

Los arrieros comerciantes de Carmen Alto, efectuaban la venta de sus animales (caballos, burros y muías) en la feria de: Chiriq, Cangallo, Pakupata, Saqrakancha, Chupas, Acuchimay y Cotocoto (Huancayo).

La Semana Santa en Ayacucho, culmina con la celebración del Señor

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jípaice fílala, (R.ené JlfLarcial

de Cuasimodo, que se realiza en el distrito de Carmen Alto. Durante la Semana Santa, los arrieros, participan de manera activa como Mayordomo, "urna", "capitanes", etc. Es decir, son los personajes que encabezan, las distintas relaciones sociales y económicas en el distrito.

Después, de haber participado en la Semana Santa y haber culminado con sus actividades comerciales, los arrieros, programaban un tiempo corto de descanso para las interrelaciones familiares, solucionar deudas pendientes, compra de mercaderías, y otros compromisos sociales y económicos. Por otro lado, también, para el descanso y preparación (poner herrajes) de sus animales.

A partir de los primaros días del mes de mayo, los arrieros de Carmen Alto; reiniciaban con sus preparativos en equipar mercaderías, preparar comidas (como charki kanka), etc., para luego, emprender con sus acostumbrados viajes comerciales.

Para una mejor ilustración, a continuación, presento un testimonio, de la vida cotidiana y comercial, de un legendario arriero comerciante de Carmen Alto que se dedicó a realizar sus viajes permanentes, hacia la ruta del distrito de Puquio, provincia de Lucanas - Ayacucho.

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LA MADRUGADA Un día, a los finales del mes de abril, en la cuna de los legendarios

arrieros de Carmen Alto, de muy madrugada 4 a 5 de la mañana, cuando el cuarto estaba oscuro, doña Antonia, esposa del arriero don Marcial, se despertó como si fuera un reloj programado con despertador y dij o:

—¡ Achiky ar amus aña! Luego dijo a don Marcial:

—¡Despierta, despierta ya esta amaneciendo, ya es de día, Jesús María, achiky aramusaña!

Don marcial se despertó, preocupado por la hora. —¡De verdad, ya estaba amaneciendo, los gallos también ya estaban cantando!

Don Marcial pregunta a doña Antonia: —¿Hamqa manachus puñyusankichu?

Y doña Antonia responde: —¡Manamiki priukupasiunwan puñunichu, rikchayrikchaymi puñuni!

Cuando dejaron de hablar, se escuchaba la bulla de los perros, de los gatos; pero, los gallos de la casa seguían cantando y también del vecino, sin descansar, como si fuera una competencia; hasta los chiwchis cantaban con un tono muy agudo, temeroso; queriendo aprender a cantar, como los urulus.

Después, de un momento se escuchó el ronquido de don Marcial, parece dormir muy profundo, a veces hablaba, gritaba como si alguien le machucaba el pecho, gritaba como pedir ayuda, trataba de mover el cuerpo, los pies, las manos y luego se ponía quieto, pero doña Antonia, nuevamente, se despertó con mucha preocupación e inmediatamente le dijo a su don Marcial:

—¡Despierta, despierta, achikyaramunña, lukuchu kay runa, kaqchuspuñukuykusqa, qatariy, qatariy!

Cuando no despertaba, le movía el cuerpo con fuerza, queriendo

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i

hacerlo parar de pie y estaba amarga, se sentía en su voz. Don Marcial se despertó, empezó a toser, a moverse y empezó a hablar con voz alta, como queriendo poner autoridad y le responde.

—¿Qué hora es?

Doña Antonia responde: —¡ Qawakuyá runa, manachu Qawakunki, waqay achiky aramunña!

Inmediatamente, don Marcial empezó a tomar la rienda durante la conversación, pero con una voz pausada, triste, casi queriendo llorar le cuenta:

—¡Pichuymiki nanawachkan! Doña Antonia preocupada pregunta:.

— ¿Imataq pasarusunki, ñaqaqa allintaq kaqkaranki? Don Marcial responde:

—¡Yaqa manaraq puñuchaykuchkaptiy, pisadilla qapiruwan, mana imanakuytapas atinichu!

Don Marcial, casi se pone a llorar al momento de contarle y doña Antonia deja de hablar, le escucha atentamente, queriendo compartir el dolor y suspira profundamente. El ambiente se pone muy triste con la preocupación del avance de la hora, "el ambiente se pone triste, creo que hasta los utulus, los chiwchis, los perros, los pájaros dejan de amenizar la madrugada, creo que querían escuchar lo que hablaba don Marcial, como hablaba con sentimiento, muy triste". Muchos carmenaltinos señalan "cuando un arriero se pone triste, generalmente, sus animales también se ponen triste, creo que eso fue la razón".

Nuevamente doña Antonia muy preocupada empezó a preguntarle:

—Willawayyá, ¿imaynataqpasarusuranki? ¡Willaway! Don Marcial toma fuerza, empieza a toser, acomoda bien su cuerpo y empieza acontarle:

—Huk runa, yana runa, hawayman chutakaykamun, qawachkaptiy, ñitiwan, mananrimaytapas atinichu, kuirpuytapas kuyuchiyta munani, pero mana atinichu, imanakuytapas atinichu.

Contaba con dolor, agarrándose su pecho, como si le faltara oxígeno. Doña Antonia no hablaba nada, creo que se había muerto y don Marcial al no

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@karki cKanka

escuchar otra pregunta de su esposa, empezó a moverle el cuerpo molesto y dice:

—¡Uyariwachkankichu yaw, doña! Y doña Antonia responde:

—¡ Ari , uyarichkaykimiki!

Felizmente respondió y don Marcial se tranquiliza y empieza a contarle nuevamente su dolor, pero ahora sí, empezó a hablar con intensidad:

—Chay ruwawachkaptin, makiywan sikuruni, chaypi kachaykuwan, hinaptinrikchariruni, ¡Jesús, Jesúsnispay!

Y doña Antonia dijo, tratando de presagiar algo malo que le pueda ocurrir a don Marcial: —¡Achachaw, achachaw!, imapaqtaq chayqa, chikipas kanmanmi, kuidakunkinyaw, dun, tutakunapurichkanki.

Cuando doña Antonia mencionaba los presagios, las tristezas, don Marcial había perdido el habla, parecía que no respiraba, ella seguía hablando:

—¡Kuidaknnkim, willachkaykim yaw, runa! Don Marcial con mucho dolor, responde:

—¡ Amayá karaju, imapas pasawachunchu!

Cuando terminó la conversación, se despertó el hijo pequeño y doña Antonia empezó a lactar para que no llore. Pero, el niño lactaba con mucha intensidad, apresurado, respiraba profundo como que si a él, le habían designado ir a la chacra a ver a las muías.

Después de una larga conversación, don Marcial empieza a preocuparse de sus muías y dice:

—¡Karaju!, icha mulaykunata imapas pasan, luego manachá, sumaqtanpirqamurani, allinpastupi.

También doña Antonia preocupada, dice:

—Chaywawaykikunatayáqatarichiymulakunaqawamunanpaq. Antes de despertar a los hijos, don Marcial empieza a hablar del viaje.

Pero se escuchaban los pasos de la gente que transitaba por la calle, también de los vecinos. Las aves ya habían bajado de los molles, de las ventanas, mientras

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los perros empujaban la puerta, trataban de entrar al dormitorio. Ya el ambiente estaba movido, quedaba poco tiempo para que planifiquen sobre el viaje. Don Marcial preocupado empieza a hablarle a doña Antonia:

—Ya es fecha para viajar, tenemos que prepararnos para viajar, tienes que preparar las cosas.

Doña Antonia responde: —Chaynachiki kanqa, amañamá tumankichu, ñam nigusyunchikpas tukurunña, pascuapas pasarunña.

Don Marcial se levanta de la cama y dice: —¿Dónde esta mi sombrero?

Encuentra su sombrero y abre la puerta. Pero doña Antonia apresuradamente, dice:

—¡Kruschakuy, Jesús niy! Don Marcial agarrando su sombrero marca Apolo, se persigna y dice: —¡Jesús, Jesús!, chirimuchkasqa karaju, hatariychik warmakuna. Diciendo así sale al patio de la casa.

Ya había culminado la Semana Santa, con la celebración al señor de Cuasimodo. Don Marcial, abre el zaguán de su casa y sale hacia la calle junto con su hijo mayor Olger; corría aire frío, la mañana estaba casi a oscuras; don Marcial muy preocupado dijo a Olger:

—¡Vamos a ver a los animales, he soñado cosas malas hijo! Y Olger responde:

—¡Vamos, papá!

Don Marcial caminaba apresurado por la calle, callado y luego llegaron a un camino lleno de piedras. Circunstancialmente se encontró con su primo don Elias quien se dirigía a la plazoleta del barrio. Se saludaron y don Marcial le dice:

—¡Buenos días, primo! Y don Elias contesta:

—¡Buenos días, animalmanñachurichkanki! Don Marcial responde:

—¡Ari!

Después de despedirse don Marcial, apresuradamente empieza a

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caminar por una calle estrecha, como si estaría participando en una competencia, agarraba su sombrero de vez en cuando. Luego se da cuenta, que su hijo se había quedado casi una cuadra de distancia, porque no caminaba al ritmo de don Marcial. Sin embargo, don Marcial al ver que Olger caminaba lento dijo:

—¡Hijo, voy adelantando, vienes con cuidado!

Olger contesta: —¡ Si, papá, vayas yendo, ya vengo!

Don Marcial trata de llegar a la chacra de don Villar, que está cerca de Muraspampa, caminaba apresurado; quería ya estar en la puerta de la chacra donde comían sus muías, caballos, burros, su hechor. Finalmente llega a la meta "¡Qaspa, Qaspaykuqta!", es decir, cuando la mañana se ponía claro. Lo primero que hace don Marcial, es ver a las piedras y espinas que el día anterior había puesto en la puerta de la chacra y dice:

—¡Carajo!, las piedras están en el suelo, igual las espinas, han salido estos animales!

Don Marcial se amarga, la cara se le pone rojiza, la piel de su cabeza se encrespa, su cabello casi se para de miedo y empieza a ver al suelo tratando de encontrar algo y luego dice:

—¡ Aquí están las huellas de su casco, han saltado estos animales! Luego de ver las huellas, don Marcial entra a la chacra sin hacer mucha bulla, agarrando su sombrero, para ver a sus animales y empieza a contar:

—¡Uno, dos, tres, cuatro, cuatro!

Contaba los números pausadamente, con temor, con miedo; sus ojos estaban muy abiertos para ver bien y contar bien, pero sus animales medio asustados empezaron a ver a don Marcial, también con los ojos tan abiertos, con las orejas paradas, inquietos, listos como para correr. Luego don Marcial reinicia con el conteo:

—¡Cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez!

A medida que contaba, baj aba el tono de su voz, pero paralelamente, estaba tratando de recordar las características de sus animales, para saber cuál de ellos faltaba y en ese instante, llega Olger, también preocupado, asustado, don Marcial dice:

—¡Creo que faltan los animales, estoy contando, ayúdame a contar,

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/ j p a í f o fíjala, (R,ené Jilarcial

cuántos eran! Olger contesta:

—¡25, papá!

Nuevamente, empiezan a contar, caminando con pasos lentos, entre los molles, las taras, entre las pencas de las tunas, entre las cabuyas, tratando de esquivar las espinas, las piedras, los pastos, y seguía contando: ¡Once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho! En ese momento don Marcial se tropieza con una piedra, pisa una espina y dice:

—¡Ayayaw!,rumitaqaytaruni, ¡akakaw, karaju!, kichkatasaruruni.

A l escucharse el grito, los animales empezaron a correr por el perímetro de la chacra y no podía seguir contando porque habían perdido el orden; por la bulla que ocurría, los pájaros también volaban de los molles, eucaliptos apresuradamente y el ambiente estaba muy movido. Don Marcial al no poder seguir contando, dij o a Olger:

—¡ Hanñayá kuintaramuy!

Olger responde: —¡Ari,papay!

Olger antes de iniciar a contar toma valor, fuerza, se pone bien la gorra; se notaba en su rostro seguridad de lograr el cometido y empieza a contar:

—¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once!

La mirada del hijo era muy segura, firme, contaba muy seguido los números y seguía contando:

—¡Doce, trece catorce, quince, dieciséis!

Contaba separando a los animales que fueron contados, pero algunos animales pequeños no querían separarse de su madre y decía Olger:

—¡Karaju!, uñay mierda, isanka urna, kidayá kuentanaipaq. Papay, kaymanta qarkamuy

Don Marcial alegremente le hace caso a Olger, sabía que estaba logrando su cometido y responde:

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—¡Ari! Parece que las crias de las yeguas entendieron la preocupación del

Olger, se quedaron en el grupo que faltaban ser contados, pero estaban inquietos, querían estar junto a sus madres.

Olger reinicia: —¡Diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno!

Cuando Olger terminó a pronunciar el último número, don Marcial inmediatamente dice:

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$paice $taia, (Ñ.ené JUarcial

MOMENTOS DE TRISTEZA —¡Ya sé qué animales falta, hijo, ya no sigas contando!

Olger se puso callado, muy preocupado, se agarraba los pelos, él sabía que la búsqueda era difícil y pregunta a don marcial:

—¡Papá, qué animales falta!

Don Marcial responde: —Falta la yegua colorada, las dos muías de Chaviña y el potro apache de San Pedro.

La chacra se puso en silencio por un momento, hasta los animales estaban quietos, como si ellos tenían la culpa de la ausencia de los demás. Luego, Olger reacciona y manifiesta a don Marcial:

—Papá, tenemos que ir a buscar, tenemos que seguir por la huella, no creo que se hayan ido tan lejos.

Don Marcial responde: —¡Vamos, hijo!

Se acercan cuidadosamente a la puerta de la chacra, salen; empiezan a ver las huellas de los animales y encuentran la dirección por donde se habían ido. Don Marcial, comenta a Olger:

—Ahí están las huellas, se dirigen hacia arriba, vamos.

Olger responde: —¡Vamos, papá!

Olger salta de donde estaba parado y toma la "puntera" del camino. Caminaban ambos viendo las huellas de los animales, parecía que conocían muy bien las huellas de sus animales, pero de pronto en un lugar pedregoso, lleno de piedras, Olger comenta a don Marcial:

—Papá, aquí hay varias huellas, unos van por este camino y otros por el otro camino.

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dskarhi chanda

Don Marcial se acerca al lugar lento, preocupado, mira detenidamente al suelo agarrando su sombrero marca Apolo y dice:

—¡Estas son la huellas de nuestros animales, yo conozco muy bien, estas huellas están con herrajes que hemos puesto en el viaje, por este camino se fueron hacia el lugar de Quicapata, vamos!

Olger responde a don Marcial: —¡Vamos, papá!

Nuevamente reinician la búsqueda, a medida que caminaban los perros les ladraban, casi les muerden, pero se defendían con patadas, piedras y así seguían caminando. Cuando llegaron al lugar denominado "alfa esquina", se encuentran con el sobrino Edgar, e inmediatamente pregunta a don Marcial:

—¡Tío, qué pasó, por qué estás caminando apresurado! Don Marcial se detuvo un instante y responde:

—Mis animales habían salido de la chacra de don Villar, habrás visto por arriba.

Edgar responde: —¡No he visto, tío!

Don Marcial responde: —Bueno, voy a seguir buscando sobrino, a ver si puedes llegar a mi casa a contarle a tu tía para que pueda averiguar.

Edgar responde: —¡Ya, tío!

Así se despidieron y caminaban hacia Quicapata, ya no podían notar las huellas de sus animales, porque las huellas de la gente los habían borrado. Cuando llegaron a Quicapata cerca del Cuartel, don Marcial dice a Olger:

—Bueno, hijo, nos vamos a separar, tú vas a buscar por ese lugar y yo por este y nos encontraremos más arriba del reservorio de agua, donde inicia el cerro de campanayoq.

Olger responde: —¡Esta bien, papá!

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Don Marcial buscaba en el suelo las huellas de los animales, parece que eso era el secreto para poder encontrar. Después de un instante se encontraron con su hijo, en las falderas del cerro Campanayoq; pero en los rostros de don Marcial y de su hijo se notaba tristeza, pena, movían la cabeza como decir, no hay esperanza de encontrar. Pero don Marcial dice a Olger:

—¡Hijo, tenemos que regresar a la casa, para coordinar con tu mamá, creo que estos animales se regresaron a su pueblo, tenemos que buscar montado en caballos, porque solo a pie no vamos a alcanzarlos!

Olger, tristemente respondió: —Si, papá, tenemos que hacer como dices.

Después de muchas horas de búsqueda, sin resultados positivos regresaron a la casa, don Marcial y su hijo Olger. Pero cuando llegaron la esposa no estaba, había salido preocupada a buscarlos, porque no regresaban. Los hijos menores preguntaron a don Marcial:

—¿Papá, por qué se han demorado?

Don Marcial inmediatamente le responde, con el rostro preocupado: —Cuatro animales faltan, hemos rastreado sus huellas, creo que se han regresado a sus pueblos.

Mientras conversaba don Marcial con sus hijos, doña Antonia empujó la puerta desesperada e inmediatamente empieza a preguntar a don Marcial:

—¿Qué pasó, los animales están completos?

Don Marcial responde, mirando fijamente a doña Antonia: —¡Faltan cuatro animales!

Por unos instantes la casa se pone triste, pero, doña Antonia nuevamente le pregunta, casi con las lágrimas en los ojos:

—¿Cuáles?

Don Marcial no quería seguir hablando, pero hizo un gran esfuerzo para responder:

—La muía baya, negra, alazana y la yegua colorada. Doña Antonia mueve la cabeza, mirando hacia el suelo, queriendo presentir

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@tuxrhí cJCanha

algo negativo. Luego empieza a hablar: —Quizás ladrones se ha llevado o se han regresado a sus pueblos.

Don Marcial reacciona y responde a doña Antonia: —¡No!, Antonia, las huellas se dirigen hacia Quicapata, hacia Lambrashuaycco, estoy seguro que se han regresado a sus pueblos.

Doña Antonia reacciona, y propone a don Marcial: —Vamos hacer ver en coca, la coca nos van decir la verdad, vamos donde Otólo, él sabe ver bien.

Don Marcial responde: —¡Vamos, vamos!

Antes que se retiren, recomiendan a sus hijos y les dice: —Vayan cocinando, lavando las ropas, ya regresamos.

Los hijos responden, tristemente: —¡Ya, mamá, está bien!

En los rostros de los hijos se notaba que le deseaban buenos augurios, movían la cabeza mirándo fijamente.

Don Marcial y doña Antonia, mientras se desplazaban por la calle, con dirección al domicilio de Otólo, respondían tristemente los saludos de la gente. Antes de llegar al domicilio de Otólo, doña Antonia, comenta a don Marcial:

—Tenemos que comprar, coca, cigarro, trago, vela y fósforo.

Don Marcial, responde: —¡ Sí, claro, tenemos que comprar!

Después de comprar, se dirigen rápidamente al domicilio de Otólo. Cuando llegaron a la puerta de la casa, empiezan a tocar apresuradamente. Luego, de unos instantes, don Otólo abre la puerta de su casa rápidamente. Don Otólo se impresionó por la presencia de don Marcial y de doña Antonia e inmediatamente preguntó:

—¿Qué pasó, don Marcial, doña Antonia?, pasen, pasen a la casa.

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Apaleo "fílala, áR,ené JKarcial

Don Marcial y doña Antonia sin decir una palabra ingresan a la casa de don Otólo. Después de unos minutos de silencio don Otólo les dice a los visitantes:

—Tomen asiento en este cuento.

Don Marcial y doña Antonia responden: —Gracias, don Otólo.

Don Marcial inicia con la conversación y narra el hecho ocurrido. Después que don Marcial terminó de contar, doña Antonia dice a don Otólo:

—Don Otólo, hemos venido a hacer ver en coca, aquí hemos traído coca, cigarro, trago, vela, para que usted pueda ver y nos digas dónde están mis animales.

Otólo sin perder tiempo, inicia a tender su manta en el suelo del corredor que estaba colgado en la pared de su casa. Luego empieza a recibir los productos que va a utilizar en la mesada, primero se acomoda bien, se pone de rodillas, se saca el sombrero, también don Marcial y doña Antonia hacen lo mismo; pero, antes de iniciar con el acto ritual Otólo, empieza a rezar el Padre Nuestro. Cuando Otólo acabó de rezar inmediatamente doña Antonia dice:

—Don Otólo, tumaykuy kay traguchata, kaywan animakuykuy.

Don Otólo, antes de tomar el trago empieza a decir: —¡Señor de Campanayoq, señor de Acuchimay, señor de la Picota, qamkunapas tumaykunchik, qampas mamapacha!

Pronuncia las palabras, indicando con su dedo pulgar húmedo de trago, enseguida echa un poco de trago a la tierra. Luego empieza a encender el cigarro, inicia a fumar y dice:

—¡Luegum, luegumwillawasun!

Parece que don Otólo, ya había entrado en contacto con los wamanis (cerro Campanayoq y Acuchimay), con la pachamama. Pero don Marcial y doña Antonia estaban sentados sin decir nada. Don Otólo, después de arrojar la coca sobre la manta dice:

—Kay cucam, wi l lawanchik , mulaykikunaqa ripukusqa llaqtanmanmiki dirichucha, llaqtanmanmi ripusqa, waqastin waqastin

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&Uríi ¿KanL.

ripusqa.

Cuando terminó de hablar don Otólo, doña Antonia y don Marcial se miran tristemente. Doña Antonia le pregunta a don Otólo:

—¡Qayparuymanchu, manachu!

Otólo responde: —¡Dirichuchan ripuchkan, manañam qaypawakchu!

Don Marcial mueve su cabeza tratando de decir, ya es muy tarde. Y empieza a decir:

—Bueno, llegará a su pueblo, ojalá que nadie pueda agarrarle en el camino, yachasqallachiki kanqa.

Doña Antonia empieza a decir: —Taytachakunamanyá inkargakusun, mana imapas pasananpaq.

Don Marcial dice: —Bueno, don Otólo chaynachiki, imanasunmá, gracias.

Luego se retiran de la casa de Otólo, después de pagar por su trabajo.

Don Marcial en la calle le dice a su esposa: —Bueno, vayas yendo a la casa, voy a visitar a mi tío, para que él también pueda orientarme

Doña Antonia le responde: —Esta bien, pero no vas a tomar trago.

Don Marcial solo miró a su esposa.

Así de despidieron. Luego don Marcial llegó a la casa de su tío Leopoldo y al encontrarse le dice:

—Tío, mis muías se habían regresado a su pueblo, a Chaviña, a Puquio, qué haré

Don Leopoldo responde: —¡Cómo sabes que se han regresado a sus pueblos!

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fípait-o fílala, (f\en¿ JKLarcuÁ,

Don Marcial responde: —Las huellas van con dirección a Quicapata, para Lambrashuaycco, o sea con dirección a Chupas, seguro se han recordado de su comida de la alfalfa, también hemos hecho ver en coca con Otólo y él también nos ha dicho que se fueron a sus pueblos.

Don Leopoldo responde: —Los animales de esos lugares son cómo la persona, cuando no tienen buena comida se regresan donde han comido bien, esos animales cuando están aquí, extrañan de su alfalfa.

Don Marcial responde: —Si, pues, tío, esos animales son así

Luego don Marcial propone a don Leopoldo: —Podemos tomar un poco de licor, estoy amargo.

Don Leopoldo responde: —¡Yapues!

Luego empiezan a tomar. El tío le dice: —Sobrino, vas a encontrar a tus animales, no te preocupes.

Don Marcial le dice: —¡Ojala, tío!

Después de unas horas de tomar licor, don Marcial se retira con dirección a su casa.

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úkarkl cKanka

MOMENTOS DE PREPARACION PARA EL VIAJE

Después de participar en la semana santa, en una conversación familiar don Marcial le manifiesta a su esposa e hijos acerca del viaje que deben emprender hacia las comunidades de Lucanas, don Marcial le dice a doña Antonia:

—Tenemos que prepararnos para el viaje, ya es tiempo, los animales que se regresaron habrán llegado a su pueblo ¿Cómo será?

Doña Antonia responde: —Si, tenemos que prepararnos, hay muchas cosas que hacer.

Don Marcial seguidamente manifiesta a doña Antonia: —Bueno, tú vas a preparar el fiambre, las ollas, platos, compras víveres para preparar en el camino.

Doña Antonia responde: —¡Está bien!

Don Marcial seguidamente dice: —Yo me encargo de los animales, de las mercaderías para llevar.

Doña Antonia movía la cabeza, los ojos, sabía que preparar para el viaje era trabajoso, pero, se le notaba alegre porque iba a volver a esos lugares hacer su actividad económica y a encontrarse con sus amistades, participar en las fiestas del pueblo, a comer productos de la zona. Doña Antonia, empieza a ordenar a la hij a Graciela:

—Hija, tenemos que preparar, tenemos que hacer bastante kancha, kanka, alistar los quesos porque en la puna no hay nada para comer.

Graciela responde: —¡Esta bien, mamá!

DoñaAntonia sigue ordenando: —Graciela, alcánzame el costal de maíz, uqe sarata, pillpita, qankapaq.

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Graciela rápidamente alcanzó el costal de maíz. Pero le pregunta: —¿Todo el maíz vamos a tostar?

DoñaAntonia responde: —Wakillanta, wakillantachiki apasaqku, wakintañataq qankunapaq kanqa.

Graciela empezó a preparar el fogón, con cuatro piedras, adecuadamente las ubicó. Y luego le pregunta:

—¿Qanchu hamkanki u ñuqachu?

Doña Antonia responde: —Ñuqan ruwasaq, yuyayniyuq, ninatapigachimuy.

Graciela empezó a preparar todo lo necesario, como si se aproximara un compromiso en la casa. La hij a dice a mamá:

—¡Mamay,kaqaytastu,ninapasprindirunñam,qallariyñayá!

Doña Antonia estuvo contenta, después de escuchar a Graciela manifiesta:

—Qallarisun hamkayta, apamuy, chay kaspita, qachinaypaq, llikllata mastamuy hamka allin chirinanpaq, kay wawata kamaman churamuy puñuqllata.

Graciela, obediente, cumple las órdenes que le dio doña Antonia. Pero Graciela pregunta a doña Antonia:

—¿Mamáy, aychaqa?

DoñaAntonia responde: —¡ Chaytawan apamuy!

Graciela pregunta: —¿Mayqin aychata?

DoñaAntonia responde: —Wikuña aychata, uwija aychata, waka aychata, kumbinawchatayá, miskinampaq qinalla, peda pedasullata, wakin aichaqa qankuna mikunaykichiqpaqmi.

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a n ha

Graciela sale del cuarto de dispensa, cargada entre sus manos lleno de charqui, alegremente y se acerca donde su mamá, sabía que la carne asada era sabrosa en el paladar. A l lado del fogón ya había buena cantidad de maíz para ser tostada y buena proporción de carne seca para ser asada. DoñaAntonia se sienta, junto con su hija al lado del fogón, para iniciar con la preparación de la cancha y charki asada.

PREPARACION DE LA KANCHA Doña Antonia ordena a su hija:

—¡Hija, tuqtu allin quñichun sumaqqanka lluqsinampaq! Graciela responde: —¡ Ari , mamay, sumaqtan quñichisaq!

Mientras la hija preparaba para el tostado de la cancha, doña Antonia estaba revisando el maíz. De pronto se escucha su voz melancólica:

—Haber kay sarapi qawaykusaq, mulakunamanta, saraqa willawanqa Lasanta.

En ese instante, la hij a se acercó al lado de su mamá, cuidadosamente a fin de poder ver el resultado de la predicción. Después de tener una porción de maíz doña Antonia manifiesta:

—¡Kay saram niwachkan, mulakuna ña chaqrampi mikusanta, kutirusamiki mulakunaqa llaqtanta!

Graciela en ese instante se pone contenta frente al resultado de la predicción. Luego doña Antonia, nuevamente anuncia otra predicción sobre el viaje que va a emprender y nuevamente levanta con la mano una porción de maíz. La hij a nuevamente se pone atenta frente a lo anunciado.

¡Kay saram willawachkan, allinllam lluqsirusaqku viajita, pero kay huknin sarañataq niwachkan llakim pasawanqaku viajipi, imaya pasawanqaku, diusmiyu imaya pasawanqaku, diuschikiyachan!

Después de este anuncio doña Antonia y su hija se pusieron tristes por

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$paUo fílala., (R*ené Jj&ariHai

el resultado. Pero doña Antonia empieza a tomar fuerza para reiniciar con su actividad y anuncia:

—Tuctuqa ñan quñirusaña, allimña kacnkasqa, qaywamuway chay sarata, uqi sarata hamkanaypaq.

Graciela inmediatamente alcanzó el costal de maíz. Doña Antonia, luego pone con la mano, dos a tres porciones de maíz dentro de la tostadora. Y luego ordena a su hija:

—¡Chay llikllata qaimamuway, hamka churanaypaq, suman chirinampaq!

La hija inmediatamente alcanzó la manta. Pero doña Antonia empieza hablar:

—Kay saraqa sumaqta tukyasqa, chaviña saram, sumaq saram kasqa.

El maíz reventaba dentro de la tostadora generando mucho ruido, parece que querían salir. Pero doña Antonia empezó a ordenar a su hija desesperada:

—Chay sarata uqariy, yanqataq saruruwaq, manan sarunachu, ñakawanchikmanmi, manan pampapi kanmanchu waqanmansi, llakinmansi.

La hija empezó a recoger del suelo el maíz tostado que había salido de la tostadora y puso encima de la manta y dice a mamá:

—¡Mamay, kay saraqa, machu saram kasqa, allin saram kasqa, miskichichiki kachkan!

DoñaAntonia responde: —Hija, wak saraqa allin sarakunam kanku, qatunsarakuna, chay llikllata kichariy qamkata taqtamunaypaq.

Después de acabar de tostar, doña Antonia ordena a su hija: —¡Kuriy apamuy kisuta, kay hamkawan mikunanchikpaq, apamuy kurakura kisuchata!

Graciela alegremente corrió hacia el cuarto donde estaba el queso, después de unos instantes regresa con el queso en la mano y entrega a su madre. Después de recibir el queso doña Antonia ordena a Graciela:

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&LÁ: ¿KanL

—¡Apamuy kuchilluta, kay kisu partinapaq! Graciela alcanzó el cuchillo, pero doña Antonia inmediatamente comenta a Graciela:

—¡Kaymantiyamuy, rimanapaq!

Graciela se sienta al lado de su mamá y empieza a felicitar: —¡Mamay, allintamhamkasqanki, miskillañamkachkasqa!

DoñaAntonia, inmediatamente empezó a hablar a Graciela: —Hija, mikuy, kay hamkata kisuntinta, kaynatam qamkakuna, kaynatam mikuchinki qusaykiman, wawaykikunaman.

Graciela estaba comiendo y responde: —¡Ari, mamay!

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PREPARACION DEL CHARQUI KANKA

Después de una primera etapa de trabajo, doña Antonia y su hija; inmediatamente se alistaron para realizar la segunda etapa de su actividad. Pedazos de carne seca se encontraba cerca al fogón candente preparados para ser asados. DoñaAntonia ordena a su hija:

—¡Qaywamuway chay lata kallanata, chaypim sumaqta kankakunqa aychaqa!

Graciela alcanzó el tostador y luego pregunta: —¿Mamay, kay wikuña aychaqa kankapiqa miskichu?

Doña Antonia responde: — A r i , miskim, kaynatam charkitapas kankana, kayna kallanapi mana qanrachakunampaq.

Graciela sigue preguntando a su mamá: —¿Mamay, kay wikuña aychataqa imaynatataq tarimunkichik?

DoñaAntonia responde: —Wak urqu wachwaqasapi, putaqasapim, achkallana wikuña yachan, chaypim papayki, tiyuikikunawan pakasqalla baliaqku wikuñakunata, chaypim urquq kaniku aychanta, qaranta millwantinta, a veces uña wikuñachakunata pampapi tariqkaniku, apakuqkaniku, pero pakaspalla.

Graciela atentamente escuchaba lo que decía doña Antonia. Luego, doña Antonia ordena a Graciela:

—¡Apuray kankayta tukusun, mikuy suyananchikmi, papayki, hermanuyki qamuranqakuña!

Graciela responde: —¡Ari, mamay!

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@karbi cKanha

DoñaAntonia nuevamente empieza a decir a Graciela: —Kay aychataqa kaynatam kankana, tikra tikraykuspa

Graciela fij amenté miraba la manera como asaba la carne seca. DoñaAntonia, nuevamente, ordena a Graciela:

—¡Chay kankataqa qamkapa qawanman churay, allin chirinampaq!

Graciela después de poner la carne asada encima del maíz tostado, empieza a probar la cancha con queso y con carne asada, luego da su opinión:

—¡Mamay, kay kankaqa miskillañam kasqa, aswan kay wikuña aychaqa!

DoñaAntonia muy sonrientemente mira a Graciela.

Graciela recuerda a doña Antonia: —Mamay, ¿uchuqa?

DoñaAntonia responde preocupada: —¡Qunqarusanchikuchutaqa, hija,kutamuchkayqamqa!

Graciela responde: —¡Ari, mamay!

DoñaAntonia, después de culminar de asar la carne seca, pone la olla con agua en el fogón y luego la papa para que se sancoche.

PREPARACION DEL AJI Graciela muy hábilmente preparaba el batán para moler el ají y de

pronto escucha la voz de doña Antonia: —¡Hija, sumaqtachu mayllanki chay marayta tunawnintinta, yanqataq allpantinta kutaruwaq!

Graciela responde: —¡Ari, mamay, allintammayllachkani!

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jipatee fílala, (R,ené Jííarciai

Doña Antonia desconfiada se acerca a Graciela para revisar lo que hacía y recomienda:

—¡Kaynatam aywina achka yakuwan, allpan lluqsinampaq!

Graciela miraba atentamente lo que hacía su mamá. Después, doña Antonia se sienta al lado de su hij a y empieza a lavar el ají y la hierba watacay. Graciela le pide las porciones de ají y las yerbas watakay. Pero la madre le sigue orientando y manifiesta:

—¡ Sumaqllatam kutanki uchutaqa, ruruntintam kutachkanki yanqataq ñawikiman pawaikamusumkiman!

Graciela preocupada mira a mamá y sigue moliendo, pero toma todas las precauciones necesarias. Luego de un instante Graciela dice a doña Antonia:

—¡Mamay, uchú pututa haymamuwai, ñan tukuruchkaniñan kutayta!

Doña Antonia sin perder el tiempo se levanta del lugar donde estaba sentada; luego ingresa a la cocina, y regresa con un recipiente (putu) de ají y manifiesta: —¡Hija, chaynatan kutakuna uchutaqa, watakayniyuqta! raciela sonriente mira a mamá y empieza a poner el ají molido dentro del recipiente. Pero doña Antonia anuncia preocupada:

—¡Papataqa qunqarusanchik, haber qawaykamusaq!

Doña Antonia apresuradamente se acerca al fogón donde se sancochaba la papa y dice:

—Ñam chayarusañapapaqa, allinñamkachkasqa, chayarusañam.

Graciela de igual manera anuncia: ¡ Mamay, ñuqapas ñam tukuruniña uchú kutayta!

Y pregunta: —¿Maypitaq chakichisaq uchuta?

DoñaAntonia responde: —Chay tiqa qawapi, chakichiy.

De igual manera doña Antonia anuncia el término de su actividad,

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señalando lo siguiente: —Ñuqapas kay papataqa chumarusaqñam, kanastata qaywamuway chaypi paqarinkama kanampaq.

Graciela alcanzó la canasta y la madre puso la papa cocida en la canasta. Pero cuando estuvieron por acabar con la preparación del fiambre, donMarcial junto con su hijoingresa ala casa. DoñaAntonia inmediatamente le pregunta a su esposo:

—¿Chayraq?

Don Marcial le responde: —Chayraqmiki ruwaita takumuniku

Y pregunta: —¿Qamkunaqá?

DoñaAntonia le responde: —Ñuqaykupas chairaqmi tukuruniku ruwaita.

Don Marcial dice a su hij a: —Hij a, maytaq ruwasaykichiq haber invitaikuayku.

Graciela alcanza lo que habían preparado. Pero don Marcial después de probar manifiesta:

—¡Miskillañam kachkasqa kay charkiqa, sarapas miski sara kisuntin!

DoñaAntonia sonriente mira a su hij a y dice: —Kaymi quqawninchik kanqa viajipi, wakinñataq warmakunapaq kanqa mikunankupaq.

Graciela y Olger se miraron alegremente frente el anuncio, sabían que era un potaje delicioso. Don Marcial después de probar el preparado ordena a sus hijos presten atención:

—¡Hijos, paqarinchiki viajasaqku mamaykiwan, nigusiyu ruwaq, tiempum pasachkan!

Los hijos se miraron tristemente, frente al anuncio de su padre. Pero la

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Jipatee

madre anuncia: —Tiyuykikunamanchiki inkargakusaq, qawasunaykichikpaq, apurawmanchiki kutimusaqku viajimanta.

MOMENTOS DEL VIAJE Llegó el día anunciado, don Marcial, junto con su esposa y los hijos,

se levantan muy temprano y ordena: —¡Bueno , ñuqachiki , Ulgirwan mulakunata apamusaqku, qamkunañataq alistachkankichik apanapaq viajiman!

DoñaAntonia responde: —¡ Chaynachiki kanqa!

DoñaAntonia y Graciela empezaron a preparar todo lo necesario para el viaje, pero se notaba en su rostro tristeza, porque sabía que sus hijos

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quedarían solos por mucho tiempo. Pero de pronto se abre la puerta principal y apresuradamente ingresa su hijo jalando a una de sus yeguas madrinas y en seguida ingresaban los restos de las acémilas. Después de que todos los animales ingresaron a la casa, don Marcial ordena a su hijo:

—¡Hijo, apamuy chay madrina mulata, montara churanapaq, tiempun ganawachkanchik!

Olger, jaló rápidamente al animal, para que don Marcial empezara a poner las caronas, la silla de montura, el pellón, las alforjas y el ponchillo, y luego asegurara con la sobrecincha. Y así sucesivamente, todas las acémilas, fueron "caronadas" para emprender el viaje.

DoñaAntonia, preocupada ordena lo siguiente: —¡Quqawta siparasun, wakinchiki rinda kustalpi, wakinñataq alforgapi, ñampi mikunaykupaq!

Se refería a la carne asada, al maíz tostado, a la papa sancochado y al ají, pero, doña Antonia, sabía, que en los lugares inhóspitos no había forma de conseguir alimentos para saciar el hambre. Cuando ya estaban por acabar de poner todo lo que tenían que llevar para el viaje, encima de los animales, el Sr. Leopoldo (tío) ingresó a la casa, saludando:

—¡Buenos días, Marcial, Antonia, Olger y Graciela!

Y todos respondieron el saludo. Luego pegunta: —¿Hoy día están viaj ando?

Doña Antonia inmediatamente empieza a llorar de pena por sus hijos y también ellos empiezan a llorar. Pero don Leopoldo manifiesta:

—¡No lloren, ustedes hijos, siempre estarán junto conmigo, siempre voy a visitarles, no se preocupen!

Don Marcial y doña Antonia, agradeció por lo anunciado. Don Marcial ordena a su hij o:

—¡Olger, empieza a jalar la muía hacia fuera, para votar a los de más animales porque ya están cansados!

Olger responde: —¡Esta bien, papá!

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"f}paice "fílala, (Ren¿ _/¥LarcuA-

Entonces, todos ayudan a botar a los animales hacia fuera. Pero doña Antonia, se quedó un instante para ponerse a la espalda al hijo menor y antes de salir de la casa, nuevamente llora, junto con sus hijos y les dice:

—¡Se van a cuidar, van a estudiar, no van a pelear, de Puquio voy a enviar comida, plata para sus gastos, con alguien de tus tíos que viene acá, o si no en la empresa Ormeño y van a recoger!

Los hijos responden: —¡Gracias mamá, también ustedes se van a cuidar!

Luego de salir a la calle, todos empiezan a desplazarse con dirección al lugar llamado "alfa alfanniyuq" (lugar de despedida). Pero al escuchar los pasos de las acémilas, algunos vecinos de don Marcial salen a la puerta de sus casas y se despiden:

—Don Marcial, doña Antonia, qankunallamá allinlla, aychatamá, k i s u t a m á apamunkichik, Puquiomanta, Kurakuramanta, Pausamanta.

Don Marcial y doña Antonia responden: — A r i , apamusaykikum, kutimunaykama, w a w a l l a y t a m á qawarinkichik.

Los vecinos responden: —¡Ari, qawarisaqkum!

Las acémilas se desplazan apresuradamente hacia la parte sur de Carmen Alto, con cargas de negocio, monturas, angarillas, aperos, con riendas de plata, colgados de ponchos, alforjas; encabezada por una yegua y muía puntera, que en su cuello sonaba una esquela de metal, tocando melodías de ausencia, pero además, el inicio de una gran actividad comercial. Cuando llegaron al lugar denominado "alfa alfanniyuq" don Marcial ordena que se detengan por un instante, luego aparece su tío Jorge. El señor Jorge saluda:

—¡Buenos días, Marcial, Antonia, Leopoldo, Olger, Graciela!

Todos respondieron el saludo: —¡Bueno, vamos hacer la despedida!

Y doña Antonia compra cerveza, trago para tomar en la despedida.

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Don Leopoldo responde: —Claro tenemos que hacer la despedida, para que el viaj e les vaya bien, sin problemas y que hagan buen negocio.

DoñaAntonia responde: —¡Gracias tío, ojalá que sea así!

Don Marcial también habla: —Tiene que ser así, como dijo tío, todo va a salir bien, bueno tío, salud por el viaje.

Don Leopoldo responde: —¡ S alud por ustedes!

Tanto don Marcial y doña Antonia agradecieron por el buen deseo. Pero después de tomar algunos vasos de licor, don Leopoldo anuncia: Yo también pronto voy a venir a viaje, seguro nos vamos a ver en el viaje.

Don Marcial contesta: —Esta bien tío, pronto tienes que venir hacer tus negocios, yo estaré a la expectativa.

Cuando don Marcial y doña Antonia estaban por emprender el viaje, de pronto don Leopoldo anuncia una canción.

Ripuchkaniñam, pasachkaniñam, Ya me estoy yendo, chullpi sarata qamkaykapuway, añas charkitakankaykapuway.

tuéstame el maíz dulce, carne de zorrillo ásamelo.

Pasaytaqa pasasaqmi, ripuytaqa ripusaqmi, arañapa llikachan tinyackchayuq; wanwapa tulluchan qenachayuq.

De alejarme, me he de alejar, de retirarme, con mi tinya de tela de araña con mi quena de hueso de zancudo.

La canción fue traducida al castellano, por (García Miranda, 1991).

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jipateo jilala, (R,ené Marcial

La canción de despedida contagió a don Marcial y a doña Antonia. Cuando era las doce del medidiano, don Marcial muy preocupado en voz alta empieza a hablar:

—¡Bueno, ya es hora del viaje, ya tenemos que irnos, nos van a ser tarde, bueno tíos, hijos me despido de ustedes! ¡ Chau!

Seguidamente doña Antonia habla: —Tíos, hijos míos, ya nos vamos, ya es tarde, nos va anochecer, vayan a la casa.

De esa manera, los arrieros iniciaron su viaje con dirección hacia la provincia de Lucanas del departamento de Ayacucho.

¡Pueblo indio (Arguedas), pueblo chaqla!

Manifestando desde Llallpu (lugar de entrada), don Marcial y doña Antonia, llegaron a la ciudad de Puquio; después de varios días de intenso viaje. Puquio celebraba su fiesta patronal, mes de mayo (Señor de Asunción). Los pobladores de los cuatro barrios (Chaupi, Qollana, Pichqachuri y Qayao), festejaban masivamente con procesiones, bandas de músicos, actividades folklóricas (danzantes de tijeras), corrida de toros (con wagra pukus) en el coso Antonio Navarro, y en la feria realizaban transacciones comerciales de productos industriales procedentes de la costa (Nazca, lea y Lima) y productos agropecuarios de la zona.

Puquio fue el primer pueblo de intercambio comercial para don Marcial y doña Antonia. Después de unas horas de descanso, iniciaron a realizar sus actividades comerciales en la fiesta patronal de Puquio. Instalaron una pequeña carpa (lugar de venta) en el Jr. Tacna, donde vendían mercadería a cambio de dinero o trueque con productos agropecuarios.

Algunos pobladores que le conocían, decían: —¡Huamanguino chayarqamusqa!

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VENTA EN LA FERIA Durante el transcurso de 6 días que dura la fiesta patronal en Puquio,

la venta se efectúa con personas conocidas y extrañas. Generalmente, los primeros días, priorizaba la venta en dinero con la finalidad de garantizar la recuperación de la inversión y su respectiva ganancia, así facilitar, en lo posterior la compra de cualquier "negocio" que se le presente. ¡Maquilla, mamay, papay!

En casos excepcionales, realizaban algunas transacciones comerciales, en condiciones de trueque; es decir, el arriero comerciante ofrecía productos de valor como: monturas, bridas, frazadas, San Marcos para intercambiar con muías, caballos, burros; cuando convenían lo hacían. Esta forma de negocios tranzaba con personas que tenían medianamente poder económico, y que tenían animales en sus echaderos. Las familias que destacaban son: Quevedo, Moya, Zárate, Pikman, Velasco, García, Moccqo, Del Solar, Rojas, etc. ¡Misti runas!

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$pau* fállala, (R,ené JÍLarcial

Paralelamente, algunas personas deudoras, llegaban a la carpa del arriero comerciante, con la finalidad de cancelar en dinero o con productos agropecuarios como: queso, carne seca (charki), carne fresca, leche, huevo, cuero (de res, caprino, ovino), lana de ovino, etc. pero, nuevamente el deudor, adquiría productos de poco valor al fiado, para luego, igualmente, en un tiempo pactado, pagar la deuda. ¡ Chaynachiki kanqa, mamay, papay!

VENTA Y COMPRA EN CASA Después de haber concluido la feria en Puquio, algunos pobladores,

vecinos del barrio, se apersonaban a la casa del arriero comerciante, con la finalidad de comprar productos comerciales y a ofrecer burros, caballos, muías, ovinos, caprinos, porcinos, cereales, tubérculos, cueros de ovino, caprino, etc.

¡Mulallay, asnullay, ovejallay papay, mamay!

Frente al ofrecimiento, generalmente se realizaba las transacciones comerciales. Dentro de ello, priorizaban la compra de animales menores, porque ofrecían varios elementos para la alimentación de la familia. Si lograban comprar en cantidades, había la posibilidad, de vender carne fresca para procesar en carne seca (charki), para el consumo de la familia. ¡ Oveqachata, kuchichata, chivuchata wasipi mikunapaq!

La venta a plazos es un forma que fue muy corriente entre los arrieros comerciantes y los miembros de las comunidades rurales. Pero para esto era necesario que los comerciantes conocieran a sus clientes antes de incluirlos en la lista de los deudores. (Vizcardo, 1992)

Viaj e a distintos pueblos de la provincia de Lucanas Luego de varias semanas de transacciones comerciales en la ciudad de Puquio, don Marcial programaba sus viajes a distritos, comunidades, caseríos de la provincia de Lucanas. Los pueblos donde generalmente concurría fueron San Andrés, Chillques, Pamparqui, Santa Cruz, Santa Ana, San Pedro,

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San Antonio, Santa Lucía, Punkuwaqa, Chakipampa, San Pablo, Sancos, Santa Cristóbal, San Juan, Utecc, Ccochacc, Lucanas, Bado, Chaviña, etc. Las distancias de la ciudad de Puquio, a estos pueblos oscilan entre seis horas a dos días de viaje en acémila.

Don Marcial en los pueblos mencionados, vendía sus "mercaderías", en dinero e intercambio (trueque). Vendía en dinero las "mercaderías", de mayor valor como el cajón de San Marcos, monturas, bridas, pellones, ponchos de agua, instrumentos musicales, telas de algodón como gabardina, kaki, vichy, casinete, percala, franela; además, ropa hecha para hombres y mujeres, lucre, frazadas, sombreros, zapatos, etc.

¡Maquilla, mamay, papay, animal rantinaymi!

En casos excepcionales, realizaba "trueque", es decir, por ejemplo, un cajón de San Marcos con una muía, caballo o burro; con cualquiera de ellos. El poblador decía:

—¡Don Marcial, manam qullqiy kanchu, kanbiyarukusuntaqyá" Cuando le convenía a don Marcial, decía:

—¡Allinchiki!

En cuanto se refiere la venta de "mercaderías" de menor valor, generalmente, se realizaba mediante un intercambio. El poblador decía:

—Don Marcial, doña Antonia, kay charkillayta, kisullayta, sarallayta, papallayta, runturaylla, hawasllayta, kinuallayta; kanilachaykipaq, k l a w u c h a y k i p a q , p a l i l l u c h a y k i p a q , k a c h i c h a y k i p a q , kuwichaykipaq!

Algunos pobladores solicitaban que les deje "mercadería" en calidad de fiado, para pagar en un tiempo determinado:

—Don Marcial, doña Antonia, dijaykuwayá pachaykita, telaykita, frazadaykita, sombreruykita, zapatuykita, kutimunaykipaqchiki qullqitasuyachisayki, ovejata, cabratauywachkasaq".

Y don Marcial decía: —¡Allinchiki!

Además, tenía la posibilidad de cobrar sus "deudas" pendientes, en

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dinero o en animales, de acuerdo con el trato que tenían. Don Marcial, a medida que iba vendiendo su mercadería, paralelamente, compraba muías, burros, caballos, ovinos, caprinos, porcinos, y complementariamente, compraba o hacía intercambio (trueque) con: carne seca (charki), queso, huevo, tubérculos, cereales, lana de ovino, cuero (de res, ovino, vacuno, caprino, etc.).

El centro de almacenamiento de las transacciones comerciales, fue la ciudad de Puquio; es decir, después de realizar una actividad comercial en un determinado pueblo, necesariamente tenían que regresar a Puquio para almacenar el resultado de sus negocios, y luego dirigirse a otro pueblo y así, sucesivamente.

Don Marcial, durante el tiempo de su recorrido, formaba relaciones sociales en las distintas comunidades que visitaban. Estas relaciones se daban, generalmente cuando participaban en fiestas patronales, aniversarios de los pueblos, carnavales, matrimonios, cumpleaños, bautizos, herranzas de ganados, techado de viviendas, muertes, etc. el poblador decía:

—Tumaykusunyá, don Marcial, doña Antonia, kay compromisuypiyá acompañaykuwaychik!

Los invitados decían: —¡Tumaykusunyá, don García, donAtoqsa, donRojas!

Una de las forma, de estas relaciones sociales fue el compadrazgo, que tenían básicamente dos objetivos importantes: a) mantener una relación comercial permanente, entre, el arriero comerciante y el poblador, con la finalidad de asegurar la compra y venta que ambos ofrecían y b) el poblador tiene la oportunidad de comprometer, al arriero comerciante, en padrino de uno de sus hijos, con la finalidad de asegurar sus estudios en la ciudad de Puquio o en Ayacucho. A l respecto, Vizcardo nos señala,

"Las relaciones de comerciantes a clientes rebasaban los contornos puramente económicos y alcanzaban formas sociales cuando se ampliaron y tomaron formas de compadrazgo o hermandad por juramento. Esto sólo es posible cuando hay cierto conocimiento mutuo entre las personas que actúan en un determinado universo. Para esto era necesario, pues, que cada arriero comerciante, o un grupo de ellos, actuase en un determinado núcleo humano

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por un tiempo más o menos prolongado. Sólo así podían llegar a conocerse mutuamente" (1992).

El tiempo de estos viajes, tenían una duración aproximadamente entre 04 a 05 meses; es decir, durante el mes de agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Era un tiempo suficiente para poder comprar la cantidad necesaria de animales (muías, burros y caballos), para vender en Ayacucho durante la Semana Santa y adquirir productos agropecuarios para la alimentación de la familia.

Después de haber culminado con sus actividades comerciales, en distintos pueblos de la provincia de Lucanas; "negociaba" sus animales menores: ovino, caprino, porcino; es decir, generalmente, lo sacrificaban para vender su carne, cuero húmedo, pero, siempre guardaban una cierta cantidad de carne, para preparar carne seca (charki), para la alimentación de la familia y para el viaje que acostumbraban realizar.

La señora Antonia, tomaba, la iniciativa para la preparación del charki: Marcial, kay aychamantayá charkita ruwarusun. Don Marcial respondía:

—¡Ruwasunyá! DoñaAntonia ordenaba:

—Ñuqa aychaka kuchusaq, kachita churasaq y qanñataq tullunta takamunki.

Don Marcial respondía: —¡Allinchiki!

Después de culminar de filetear y salar la carne, realizaban lo siguiente: Doña Antonia ordenaba:

—¡Masamusunña kay aychata, tijapa qawampi, wakintañataq alambripi, yanqataqmisi mikurunman, qawarisunma!

Posteriormente, tomaban un tiempo necesario, para "engordar" sus animales (burros, caballos y muías), y seleccionar productos agrícolas y derivados pecuarios.

De manera complementaria, realizaban la venta de acémilas en el

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ftypaicú $lata, (René Jíiarcial

camal de Pachacámac, en la ciudad de Lima, para la fabricación de embutidos.

Durante la primara semana del mes de marzo, don Marcial y otros arrieros comerciantes, aceleradamente, preparan sus equipajes de cereales, lana de ovino, derivados pecuarios (queso, carne seca) y poner en orden la documentación de sus animales (compra de certificado), ante las autoridades de la ciudad de Puquio. Antes de emprender su viaje a la ciudad de Ayacucho, realizan contactos con sus paisanos en la ciudad de Puquio, con la finalidad de viajar juntos y con sus paisanos de las provincias vecinas (arrieros de Parinacochas, Paucar del Sara Sara), con la finalidad de encontrarse en un determinado punto de la ruta, para, emprender juntos el viaje a su tierra natal (Carmen Alto). Día del retorno, la plaza de Chaupi es escenario de la presencia de acémilas; algunos ensillados, con carga de costales, con esquelas en el cuello y otros con angarilla. Antes que emprendan el viaje, los arrieros comerciantes, son recurridos por sus vecinos, con trago en la mano, para beber un poco y desearles un buen viaj e y pronto retorno. ¡Qankunallamá, mamay, papay!

Después de dos días de viaje aproximadamente, por las alturas de Churmi, Huanakupampa, Putaqasa, los arrieros comerciantes, se encuentraban de manera espontánea con una manada de animales silvestres (vicuñas). Visto esto, en las inmediaciones de estos lugares, preparan su descanso con la finalidad de cazar con escopeta y extraer su lana y carne. Logrado esto, la lana es escondida en un lugar seguro de la carga, difícil de ubicar y es trasladado, generalmente, por un animal brioso (difícil de agarrar). La carne es inmediatamente preparada para carne seca (charki). DoñaAntonia decía:

—¡Marcial, kay wikuña aychataqa apurawmanña charkirusun! Don Marcial respondió:

—¡Vivuchamanyá charkirusun, kay warwa kachiwan miski kanampaq!

Luego de ocho días de viaje y de transacciones comerciales, los arrieros comerciantes, llegan a la ciudad de Ayacucho, para culminar con sus actividades comerciales en el cerro de Acuchimay (Sábado de Gloria), reencontrarse con sus paisanos de Carmen Alto y participar de manera activa

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0¡turki < Kanka

fípalco fítaia, Ú\en¿ Jitareiul

GLOSARIO

Chiwchis Herrajes

Otólo

Puntera Pillpita Tuqtu Utulus Quqawta

Wacatay

Zaguán

Pequeños pollos. Pieza de metal que es clavado en el casco de las acémilas. Apodo de una persona mayor con características mágicas-religiosas. Estar delante. Tipo de maíz que es adecuado para la cancha. Recipiente de barro que sirve para tostar maíz. Gallo mayor. Productos alimenticios que son preparados para consumir fuera de la casa en una actividad. Yerba aromática que sirve para moler junto con el ají. Puerta principal de madera.

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