chapman (1973)-angela loij, la Úlitma selknam

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Anne Chapman Angela Loij, la ultima selk'nam In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 62, 1973. pp. 232-234. Citer ce document / Cite this document : Chapman Anne. Angela Loij, la ultima selk'nam. In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 62, 1973. pp. 232-234. http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/jsa_0037-9174_1973_num_62_1_3003

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Chapman (1973)-Angela Loij, La Úlitma Selknam

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Page 1: Chapman (1973)-Angela Loij, La Úlitma Selknam

Anne Chapman

Angela Loij, la ultima selk'namIn: Journal de la Société des Américanistes. Tome 62, 1973. pp. 232-234.

Citer ce document / Cite this document :

Chapman Anne. Angela Loij, la ultima selk'nam. In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 62, 1973. pp. 232-234.

http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/jsa_0037-9174_1973_num_62_1_3003

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ANGELA LOU, LA ULTIMA SELK'NAM

Desde hacia miles de aňos los indígenas eran los dueňos de Tierra del Fuego. Háce cien aňos había quizás 3.500 ó 4.000 Selk'nam (Ona) en la Isla Grande, Tierra del Fuego l. De este grupo ya no existe ninguno salvo unos cuantos cuyas madrés eran indígenas 2. El 28 de mayo falleció la ultima Selk'nam. Falleció Angela Loij.

Angela nació рог el principio de siglo cuando va muchos de los indigenas habían sido muerto por los blancos о рог las enfermedades que aquellos les contagiaron. La ultima guerrilla entre Selk'nam ocurrió en esta época. Y des- pués seguían muriendo de enfermedades en el campo y en las misiones (de la Isla Dawson y Rio Grande). Angela nació al nořte de Rio Grande, en lo que era entonces y es aun la « Estancia Sara ». Muchas veces me hablaba de su familia. Su padre, Loij, trabajaba como peón, cercando campos de ovejas. Dos hermanitas fallecieron en la « Sara ». Su madré, otra hermana y sus dos hermanos murieron en la misión salesiana cerca de Rio Grande. Pascual, uno de sus hermanos, decia « A mi me gusta estudiar. Me gusta aprender todo ». Y Angela comentaba. « Ya sabia leer cuando murió ». De sus cuatro hermanas sólo una se casó. La nieta de ella, Ermelinda (que vive actualmente en Ushuaia) era muy querida por Angela.

Conocí a Angela en 1965 cuando empecé a recoger datos sobre la cultura, el idioma y los cantos indígenas. Los aňos siguientes me preocupé por ella, por su salud, por su situación económica. Pero très semanas antes de su muerte, cuando nos despedimos en su casa de Rio Grande, Tierra del Fuego, charlamos de su proyectada visita a Buenos Aires donde iba a hospedarse conmigo, tal como lo hizo en setiembre de 1972. Estábamos muy contentas.

En 1966 después de la muerte de la ultima Selk'nam que había vivido como indigena (la anciana Lola Kiepja), Angela se convirtió en mi principal informante. Trabajamos durante muchos meses en 1967, de 1968 a 1970 y de 1972 a 1974. Se preocupaba mucho por contarme con precision lo que sabia. Y si el trabajo era lento, eso se debía a mi empeňo en dejarla asociar libremente sus recuerdos. La repetición y el relato espontáneo corroboraban la autenticidad de la información. Además la asociación libre le permitia abordar temas que

1. Estimación del etnólogo que mejor conocía a los Selk'nam y Haush, padre Martin Gusinde, en Die Feuerland Indianer. Die Selkman, Modling bei Wien, 1931.

2. En Tierra del Fuego, Argentina, sobreviven a Angela cinco mestizos de madré Selk'nam, dos ascendientes del grupo Haush, très del grupo Yámana (Yahgan) y uno del grupo Ala- kaluf. Esta enumeración abarca solamente los ascendientes inmediatos de los cuatro gru- pos fueguinos que viven en la Isla Grande, Argentina ; es decir no incluye los ascendientes directos о mestizos que posiblemente viven en otrae partes de la Argentina о en Chile como tampoco las personas que solamente tengan una abuela о un abuelo indigena. >

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MÉtANGES Et NOUVELLES 233

me erân desconocidos. Todo lo que me contaba о comentaba me concernia, sea рог su valor científico o sea simplemente porque charlábamos. Mientras tratábamos de identificar un pájaro con su nombre selk'nam y espaňol o de localizar un cerro en el mapa, insertábamos cualquier comentario ; que postře íbamos a preparar para el almuerzo, cuándo se calmaria el viento, рог dónde andaría Pelusa, su perrita. Me gustaba su compama. La buscaba para pasar un rato con ella fuera de nuestro horario de trabajo. Me daba una gran alegria verla feliz. Sentia un bienestar indefinible con ella, como si nada en su ser fuera superfluo.

Le gustaba responder a mis preguntas. Cuando no sabia algo se lamentaba de no haber prestado mayor atención a las conversaciones y los comentarios de los viejos. Insistia que de joven era muy « tul-laken » — de corazón desenten- dido о irrespetuoso — en lo atinente a las creencias religiosas y misticas de sus antepasados. Su fe no era la de su grupo. Era católica. Amaba sobre todo a Cristo. Y si se indignaba al relatar las matanzas de los Selk'nam por parte de los blancos, comentaba que aquéllos asi pagaron por haber sido crueles entre si. « Dios los castigó, decía, mandándoles matar рог los civilizados ».

De muy joven se casó con un indio conocido por el apodo de Nelson 3, con quien tuvo dos hijas y un hijo. Una hija murió a los 16 aňos. La otra hija y el varón fallecieron ya adultos sin descendientes. Su marido sucumbió en la cár- cel de Rio Gallegos, donde cumplia una репа рог haber matado a un primo. Después Angela vivió mucho tiempo con un policía argentine Por aquel entonces una hermana salesiana le hizo una observacion que le quedó grabada. « Mal hecho, dijo', Dios te va a castigar. Es pecado ». Angela reia con una cierta nostalgia al citar su respuesta, « Son cosas mundanas, hermana. Yo no puedo vivir sola. Dios tiene que perdonar ». Hacia el fin de su vida se unió con un trabaja- dor chileno. Aunque ella le llevaba unos veinte aňos, esa union duró muchó tiempo, hasta 1969, cuando él falleció. Entonces el Juez de paz de Rio Grande legalize la posesión en su favor, de una pequeňa casa de maděra, propiedad de su ultimo marido. Fue en esa casa donde la abatió un infarto, en la madrugada del 28 de mayo de 1974.

En el curso de los aňos que nos conocimos me habló de más de très mil indi- genas, conocidos personalmente о de oidas. Aunque no sabía los nombres de todos, casi siempre recordaba su parentesco. Ellos aparecian y reaparecian en situaciones muy diversas ; y para mi poco a poco su cultura adquiria sen- tido más alla de lo évidente, revelaba algunas de sus dimensiones semánticas, nivelés de diferentes sistemas simbólicos. Angela hablaba de un individuo, luego de otro, otro y otro, en el contexto de las misiones, de la vida en familia, en los campamentos, de amores y venganzas, de guerrillas, de « Chancho Colorado » y otros asesinos blancos, del alma, « kaspi », que se desprende del cuerpo en la hora de morir, del mundo antes que la muerte existiera cuando los dioses habitaban la Tierra, de mitos que enseňan el porqué del hombre, de sabios y profetas, del abuelo de Lola Kiepja que era sabio y profeta, de los « xo'on » (« doctores ») y sus podereš sobrenaturales, de sus « viajes » a la luna, de los

3. El apodo le fue dado en Harberton рог 1оз Bridges : cf. Lucas Bridges, pág. 243 en El ultimo confín de la tierra, Buenos Aires, 1952.

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« espiritus » de la tierra y del cielo que no eran sino hombres disfrazados, de un desequilibrado que se creia un guanaco y de cómo murió, de mujeres muertas en el parto, de su finada hija Luisa, de su hijo Victor muerto tuberculoso en Buenos Aires, de Buenos Aires, de la vez que fuimos en el « subte » que tanto le habia gustado...

A menudo se expresaba en selk'nam, sobre todo cuando yo se lo pedía, pero normalmente hablábamos en espaňol.

Era analfabeta, y no sabía gran cosa del mundo moderno. Pero su mismo apego a la vida le hacía comprender mucho, tanto de la política local como de actitudes de la gente. Captaba en seguida el desprecio, el consentimiento, la ambivalencia, la postura. Apreciaba mucho la amistad de varias familias de origen chileno en su barrio, asi como de otras personas para quienes sentia afecto o respeto. Era a su vez muy querida рог mucha gente de Rio Grande. Le gustaba mucho el trato espontáneo, como por ejemplo, el de un vecino argentino que siempre la saludaba con un « hola paisana ».

Le encantaba pasear por el campo, mirar y seňalar cerros, ríos, pájaros con sus nombres indigenas y hablar de familias que habian vivido аса у alla. Recor- daba con frecuencia los diez aňos que pasó en la misión salesiana cerca de Rio Grande, y las religiosas a las que alli quiso. En aquel entonces pasó mucho tiempo conversando con las ancianas que murieron alli. Elias vivian en el pasado, en el mundo selk'nam inexistente. Elias indagaban lo más recóndito de su memoria para revivir detalles de aquella vida y para explicarse cómo desa- pareció. « Yo siempre era rebelde », decia Angela, « igual cuando era chica, igual en la Misión. Aunque las hermanas se enojaban, igual yo les decia que la comida era mala. jY cómo trabajaba allí! cosiendo, lavando sábanas, haciendo colchones. Quería aprender a leer y escribir pero no me daba la cabeza ». Cuando Angela quedó sola y era la única indígena internada, el director le propuso que se fuera, que regresara al pueblo. Se fue. Trabajó aňos en Rio Grande como lavandera. Los antiguos moradores la recuerdan como la mejor lavandera del pueblo « Blanca, blanca, salia la ropa cuando Angela la lavaba. No habia otra como ella ». Pero ganaba poco y vivia en casas ajenas. Esos aňos de penurias terminaron cuando se unió con su ultimo marido y se fue con él, a vivir en el campo. Pasó aňos felices cerca del Lago Fagnano y en la « Estancia Carmen » hasta 1965, cuando su marido la trajo de nuevo a Rio Grande y la instaló en la casa que acababa de hacer construir, allí donde falleció nueve aňos más tarde.

Quiero acordarme de Angela sonriendo como la ultima vez que la ví. Y me acordaré de sus manos hermosas, de su humor, de su coraje, de su placer al hacerme participar de aquella cultura milenaria que fue, en los tiempos paleo- liticos, la de la humanidad entera.

Anne Chapman.

(Extrait de La Opinion, Buenos- Aires, 30 de junio de 1974, p. 7. Publié dans Karukinka, Buenos- Aires, 10, pp. III- IV, oct. 1974.)