cérvidos de la argentina

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Investigación sobre cérvidos nativos e introducidos en Argentina

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  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    LA CORZUELA PARDA

    Por Enrique Richard y *1 Juan Pablo Juli *

    * Reserva Experimental Horco Molle, Fac. de Cs. Nat. e Instituto Miguel Lillo, Univ. Nac. de Tucumn y LaCEVeN (Laboratorio de Campo para el Estudio de Vertebrados Neotropicales), casilla de correo 454, 4000 - Tucumn, Argentina. E-mail: [email protected] y [email protected] NOMBRES COMUNES

    Argentina: Vir, Viracho (Tup Guaran) (Entre Ros, Corrientes, Misiones); Guaz-vir (Mby-

    guaran) (Formosa, Chaco, Jujuy); Guazuncho, Masuncho (Quichua) (Salta, Tucumn, Jujuy,

    Santiago del Estero, Formosa, Chaco); Tabuka, Tnaganag, Pit (Toba) (Formosa); Cahit

    (Formosa, Chaco); Sacha-cabra. (Deriv. Quichua) (Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero,

    Tucumn); Acaguedet (Mocob), Corzuela encerada (Tucumn); Gama, Venado pardo, Venado

    silvestre, Venado gris, Cabra silvestre, Corzuela comn, Corzuela pardusca, corzuela parda (uso

    general en el rea de distribucin).

    Amrica: Guaz-catinga, Namb-bororoca, Suacu-anhanga, Veado-bir, Veado catingueiro o

    Catingueiro, Veado cenizo, Veado fantasma, Veado plomo, Virote (Brasil); Cariaquito, Matacn

    o Matacn gris (Venezuela); Tnaganag, Guaz-bir, Oas (Guaray) (Paraguay); Ucuhuc lluica

    (Ecuador); Temazate (Mxico).

    NOMBRE ESTANDARIZADO EN INGLS

    Brown Brocket Deer.

    DESCRIPCIN

    Altura hasta la cruz: entre 350 y 650 mm.

    Largo de cabeza y cuerpo entre 819 y 1250 mm.

    Largo cola entre 80 y 152 mm.

    Peso: 8 hasta 25 kg.

    Longitud astas: 70 a 150 mm.

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    Frmula dentaria: I 0/3, C 0 - 1/1, P 3/3, M 3/3.

    Crvido de tamao mediano de cuerpo esbelto y grcil, coloracin pardo a pardo griscea, de all

    su nombre. En las cras el pelaje es pardo obscuro, con manchas blancas. La gran variacin en las

    medidas observadas dentro de la especie, basadas en diversos autores, se debera no slo a la

    variacin intraespecfica sino tambin, a que algunas de ellas corresponderan a individuos

    juveniles o subadultos (Pinder y Leeuwenberg, 1997). Las distintas especies de corzuelas

    presentes en Argentina pueden ser diferenciadas en el campo, con cierta facilidad, en base a la

    coloracin del pelaje, tamao relativo del animal, estructura del cuerpo y tamao relativo de las

    orejas (ver tabla).

    Tabla comparativa de las distintas especies de Mazama presentes en Argentina (1)

    Caractersticas/Especie M. americana M. gouazoubira M. nana

    Color Pardo rojizo Pardo a gris Pardo rojizo

    Estructura del cuerpo Robusta Esbelta Robusta

    Tamao relativo del

    cuerpo

    Grande Mediana Pequea

    Tamao relativo de las

    orejas

    Pequeas Grandes Pequeas

    Los valores expresados en la tabla (grande o pequeo), son relativos y vlidos solo para la

    comparacin entre las especies de Mazama.

    La corzuela parda carece de glndulas metatarsales (presentes en otras especies de crvidos) pero

    mantiene la tarsales, anteorbitales, frontales e interdigitales. Las glndulas tarsales e

    interdigitales se encuentran asociadas a osmetrichias pelos especializados en la liberacin de

    productos qumicos (Chamut et al., 1996). En machos, tambin se han observado glndulas

    vestibulares nasales (Ajmat et al., 1996) que podran tener importancia en el reconocimiento

    individual.

    Las astas o cuernas, se manifiestan nicamente en los machos (carcter sexual secundario), como

    1 Contribucin n 9 del LaCEVeN, realizado parcialmente en el marco del proyecto CIUNT 0216-98.

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    ocurre en la mayora de los miembros de la familia Cervidae. Aparecen a partir del primer ao de

    vida, midiendo uno o dos centmetros. En los adultos alcanzan de 7 a 15 centmetros y salvo raras

    excepciones, carecen de ramificaciones.

    Actualmente, Pinder y Leeuwenberg (1997), reconocen 14 subespecies de corzuela parda,

    basndose en las discusiones de vila-Pires (1959), Cabrera (1960) y Czernay (1987). Estas son

    M. g. argentina Lnberg, 1919; M. g. cita Osgood, 1912; M. g. gouazoubira Illiger, 1815; M. g.

    medemi Barriga, 1966; M. g. mexianae Hagmann, 1908; M. g. murelia Allen, 1915; M. g. namby

    Fitzinger, 1874; M. g. nemorivaga Cuvier, 1817; M. g. pandora Merriam, 1901; M. g. permira

    Kellog, 1946; M. g. rondoni Miranda-Ribeiro, 1914; M. g. sanctaemartae Allen, 1915 y M. g.

    superciliaris Gray, 1850. De estas subespecies se encontraran en Argentina solo dos, M. g.

    argentina y M. g. gouazoubira. La primera restringida a la localidad Ro de Oro, en el Chaco

    Central de Argentina y la segunda desde los Estados de San Pablo y Pantanal, en el Sur de Brasil,

    hasta Paraguay, Uruguay y Norte de Argentina, hasta Tucumn, Santiago del Estero y Entre Ros

    (Pinder y Leeuwenberg, 1997). Estas dos subespecies son consideradas como una sola (M. g.

    gouazoubira) por Cabrera (1960) y Czernay (1987). Sin embargo los estudios citogenticos

    realizados a la fecha confirman la existencia de una gran variabilidad dentro de la especie que

    podran poner en duda o replantear las categoras especfica y subespecfica de algunas

    poblaciones de Mazama (Duarte y Merino, 1997).

    DISTRIBUCIN GEOGRFICA

    La corzuela parda se distribuye en Amrica, desde el Sur de Mxico hasta el Norte de Argentina

    y Uruguay. En Argentina se encuentra en las provincias de Chaco, Formosa, Misiones,

    Corrientes, Santiago del Estero; el Este de Salta, Jujuy y Tucumn; en el Sudeste de Catamarca y

    La Rioja y Norte de San Luis, Santa Fe, Crdoba y Entre Ros (Richard et al., 1995b).

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    Distribucin estimada de la corzuela parda (Mazama gouazoubira) en Argentina.

    POBLACIN ACTUAL ESTIMADA

    Las estimaciones sobre la densidad promedio de la corzuela parda varan segn los autores y los

    ambientes estudiados, desde unos 10,44 ind./km para reas de bosques Amaznicos, con poca o

    nula presin de caza (Robinson y Redford, 1991), 0,17 a 0,8 ind./km en el Amazona Peruana

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    (Bodmer, 1989; Bodmer et al., 1997b) a 0,7 ind./km en el Cerrado brasileo (Lara Resende y

    Leeuwenberg, 1992 en Pinder y Leeuwenberg, 1997). Los datos de Robinson y Redford (1991),

    son considerados muy elevados y su valor, relativo en funcin de la metodologa empleada

    (basada en referencias bibliogrficas y no en censos sistemticos) (Pinder y Leeuwenberg, 1997).

    Richard et al. (1995a), observaron una preferencia en el uso de hbitats secundarios y/o abiertos

    por parte de esta especie que atribuyeron a la mayor disponibilidad de partes vegetales tiernas

    (hojas y brotes) en los mismos. Coincidentemente, Pinder y Leeuwenberg (1997), mencionan que

    la rareza de la corzuela parda en muchas zonas de la Amazona se debera a la menor

    disponibilidad de alimentos en este tipo de ambientes, en comparacin con ambientes de sabana.

    No hay datos concretos sobre la abundancia de la corzuela parda en Argentina, an cuando la

    misma es considerada comn (percepcin subjetiva basada en rasgos etolgicos intrnsecos de la

    especie, ver ms adelante) en la mayor parte de su rea de distribucin. Aparentemente, podra

    ser ms abundante en la regin Chaquea que en las restantes unidades fitogeogrficas que habita

    en nuestro pas. Existen asimismo, evidencias indirectas de que esta especie estara disminuyendo

    en numerosas localidades de todo el pas (Chbez y Johnson, 1984; Parera, 1993; Richard et al.,

    1995b).

    HBITAT

    La corzuela parda ocupa, en Argentina, ambientes boscosos de las Provincias Fitogeogrficas

    Chaquea, del Espinal, del Monte, Paranaense, y el piso basal de las Yungas (sensu Cabrera,

    1976). Los estudios sobre los requerimientos y uso de hbitat son escasos, fragmentarios y

    puntuales para todo su rango de distribucin. Yanovski y Mercolli (1994), no encontraron

    preferencias significativas por algn tipo especial de hbitat en la reserva el Bagual (provincia de

    Formosa). Por su parte, Cartes y Rosati (1997), en su trabajo realizado en el chaco semirido de

    la provincia de La Rioja encontraron una correlacin positiva entre el grado de cobertura del

    dosel arbreo y la densidad y diversidad de arbustos. En el Noroeste Argentino (NOA, provincias

    de Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumn), la corzuela parda muestra

    preferencia por hbitats abiertos y/o secundarios (reas de cultivo, quemados) como reas de

    forrajeo (Richard et al., 1995a y 1995b). En forma similar, Pinder y Leeuwenberg (1997),

    incluyen entre los ambientes frecuentados por esta especie a los bosques hmedos, las sabanas y

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    reas de cultivo con isletas de bosque para refugio. En bosques inundables de la Amazona

    peruana la corzuela parda prefiere las zonas ms altas y secas (Bodmer, 1990). Oliveira Cabral

    (1991; en Pinder y Leeuwenberg, 1997), tambin detect una preferencia por ambientes secos en

    el Cerrado brasileo. Otras observaciones, indican su preferencia por hbitats secundarios para

    distintos ambientes del rango de distribucin de la especie (Schaller, 1983; Chbez y Johnson

    1984; Redford y Eisenberg, 1992; Moreno, 1993). Estos biotopos contrastan con los preferidos

    por la corzuela colorada (ambientes primarios y cerrados) en zonas de simpatra (Schaller, 1983;

    Redford y Eisenberg, 1992; Moreno, 1993; Richard et al., 1995b).

    La segregacin de hbitats entre la corzuela parda y colorada no ha sido an bien estudiada. En el

    Amazona peruana Bodmer (1989, en Bodmer, 1997), encontr una gran superposicin de

    hbitats y dieta entre ambas especies, con valores de los ndices de superposicin de nicho

    (Schoener) de 0,97 para partes alimentarias (frutas, hojas, etc.), 0,72 para tipos de alimentos

    (categoras taxonmicas) y 0,72 para el hbitat. En la regin chaquea sin embargo, parece haber

    una menor superposicin de hbitats entre ambas especies, la humedad podra ser una de las

    variables de mayor importancia, siendo la corzuela colorada ms comn en las zonas ms

    hmedas, como bordes de ros y baados y la corzuela parda en las zonas secas (Moreno, 1993).

    En las Yungas la separacin entre ambas especies es notable, donde la corzuela colorada ocupara

    el piso superior (Heinonen y Bosso, 1994) y la corzuela parda el piso inferior hasta los 900

    m.s.n.m. aproximadamente (Richard et al., 1995b). Sin embargo el lmite altitudinal de la especie

    es variable y podra verse afectado por factores como humedad, exposicin de las laderas, ros y

    vegetacin entre otros. Crespo (1974), calcul este lmite a una cota no superior a los 2.000

    m.s.n.m., mientras que Pinder y Leeuwenberg (1997) lo sitan a 5.000 m.s.n.m.

    RASGOS BIOLGICOS PRINCIPALES

    La corzuela parda es un tpico habitante de reas boscosas, bordes de bosques y sabanas

    arboladas donde suele vrsela sola o en parejas. Ecolgicamente se comporta como una especie

    eurioica hallndosela en gran diversidad de ambientes dentro de los ecosistemas argentinos

    incluidos en las PF de las Yungas, PF Chaquea, PF del Espinal, PF del Monte y PF Paranaense.

    Tratndose de una especie arbustvoro - frugvora se la suele ver con frecuencia en ambientes

    secundarios de bosques por la mayor disponibilidad y accesibilidad de partes vegetales de su

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    preferencia (frutos, hojas jvenes y brotes de rboles y arbustos) (Richard et al., 1995a; Richard

    et al., 1995b).

    Machos y hembras muestran un comportamiento fuertemente territorial. El marcado del

    territorio, llevado a cabo principalmente por los machos, implica el uso de seales olorosas y/o

    visuales, que dejan principalmente en rboles de corteza blanda y renovales (Richard et al.,

    1995b). Ambos sexos (aunque las hembras menos frecuentemente) realizan marcas visuales,

    descortezando troncos de renovales por medio de los incisivos inferiores (Richard et al., 1995b).

    Las marcas olorosas son realizadas por un conjunto de glndulas odorferas entre las que se

    incluyen las anteorbitales, interdigitales y frontales, principalmente (Richard et al., 1995b). La

    orina y los cmulos de materia fecal (bosteaderos) cumpliran tambin una funcin de marcado

    territorial (Richard et al., 1995b; Pinder y Leeuwenberg, 1997). Los machos suelen enfrentarse

    mediante una serie de demostraciones agresivas, marcando frecuentemente, escarbando el suelo y

    arrancando ramas con los dientes (Richard et al., 1995b). Estos encuentros pueden culminar con

    la huida de uno de los machos, que puede ser perseguido (Juli y Richard obs. pers.; Pinder y

    Leeuwenberg, 1997) por el otro. En ocasiones, puede ocurrir un mutuo aseo (aloaseo) o un

    enfrentamiento a topetazos, que puede ser mortal (Richard et al., 1995b). Tambin se ha

    observado persecuciones de hembras por otras hembras y an enfrentamientos (Juli y Richard

    obs. pers.), aunque stas se muestran por lo general ms tolerantes, especialmente cuando estn

    emparentadas.

    Poco se sabe sobre el tamao del rea de uso (home range) y territorio utilizado por la corzuela.

    En ambientes de Yungas (Selvas Pedemontanas) y en condiciones de semilibertad, se observ

    que los machos poseen territorios ms grandes que las hembras y superpuestos con los de varias,

    pero no con los de otros machos. Los territorios de hembras emparentadas (madre e hija de un par

    de aos) muestran, en estas condiciones, grandes solapamientos (Richard et al., 1995b). En el

    Cerrado brasileo se observ que una hembra ocup durante 4 meses un rea de 1,2 km2,

    mientras que un macho, en el Pantanal, utiliz durante 18 meses un rea de 1,5 km2 (Pinder y

    Leeuwenberg, 1997). En el Cerrado, se observaron variaciones estacionales en el tamao del rea

    de uso, siendo esta levemente mayor en la estacin lluviosa (Pinder y Leeuwenberg, 1997). Solo

    una pequea parte del total del rea de uso fue utilizada en cada mes, observndose una escasa

    superposicin de estas partes mes a mes (Pinder y Leeuwenberg, 1997).

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    El ritmo de actividad diaria parece variar a lo largo del ao. En reas de Yungas (Selvas

    Pedemontanas), durante la primavera y verano, presentan picos de actividad a la maana y al

    atardecer (Richard et al., 1995b). En esta poca suelen refugiarse a rumiar a la sombra de algn

    rbol o arbusto durante las horas de mayor calor (Richard et al., 1995b). Durante el invierno, la

    corzuela se mostrara activa la mayor parte del da. En reas chaqueas y durante todo el ao se

    muestra activa durante la noche (Richard et al., 1995b).

    Un comportamiento particularmente interesante, por sus implicancias sociales y posiblemente

    nutricionales, es el aloaseo en el cual las corzuelas se extraen y comen mutuamente sus

    garrapatas (Juli y Richard, 1995). Este comportamiento parece aplacar la agresividad

    intraespecfica y favorecer los lazos materno filiales (Juli y Richard, 1995). Una particularidad

    de este comportamiento es la falta de reciprocidad ya que, por lo general, uno de los individuos

    asea ms que el otro (Black de Dcima, 1997). Adems, en la Reserva Experimental Horco Molle

    (Tucumn) y en condiciones de semilibertad se ha constatado en repetidas ocasiones un aloaseo

    interespecfico, pero no recproco, dirigido a los tapires (Tapirus terrestris) que comparten el

    cercado (1) con las mismas. Es interesante destacar que los tapires identifican perfectamente este

    acercamiento echndose al suelo y extendiendo cabeza, cuello y miembros exponiendo a la

    corzuela las partes afectadas por ectoparsitos (Juli y Richard, 1995). Este ltimo

    comportamiento podra indicar que la ingesta de artrpodos podra tener implicancias

    nutricionales como fuente adicional de protenas. En este sentido, Bodmer (1989), encontr

    trazas de carne en dos estmagos de corzuela parda, de 26 analizados en la Amazona Peruana.

    DIETA

    En Argentina, en reas de estudio dentro de la PF de las Yungas (Selvas Pedemontanas) se relev

    la dieta de la especie para primavera - verano abarcando un total de 73 especies vegetales y dos

    de hongos (Juli et al., 1992; Juli et al., 1993; Richard et al., 1995b). Paralelamente, en el rea

    Chaquea (Distrito Occidental, sensu Cabrera, 1976) del NOA, se han contabilizado ms de 35

    especies hasta el momento (Richard y Juli, 1993). A pesar del gran nmero de especies

    observadas en la dieta, solo un pequeo porcentaje de estas es consumida en forma significativa

    (ms del 1% de la dieta) (Juli y Richard en curso). En estas reas, la importancia relativa de las

    distintas especies y partes vegetales consumidas se bas en el clculo del PTI (Porcentual de

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    Tiempo Invertido) en el consumo de una parte vegetal (hoja, tallo, brote = porciones verdes; flor;

    fruto y hongos) o especie, segn la frmula:

    PTI (parte)= TIC parte / TIC total x 100

    El TIC, es el Tiempo Invertido en el Consumo de una parte (tiempo durante el cual se observan

    movimientos masticatorios inmediatamente despus de tomar un bocado) acumulado a lo largo

    de un mes.

    Los distintos estudios realizados sobre la dieta de esta especie son coincidentes en cuanto a la

    importancia de los frutos dentro de la misma (Stalling, 1984; Bodmer, 1991; Richard et al.,

    1995a), en concordancia con lo observado en otros rumiantes pequeos de bosques tropicales

    (Richard et al., 1995a; Bodmer, 1997). Los estudios en reas de Yungas (Selvas Pedemontanas)

    mostraron la existencia de pulsos de frugivora directamente correlacionados a la

    disponibilidad estacional de frutos (Richard et al., 1995a). Cuando los frutos no estn

    disponibles, la dieta se compone principalmente de brotes y hojas tiernas de arbustos y herbceas

    no graminoideas (Richard et al., 1995b). Es por ello que, a pesar que en algunos meses los frutos

    representan ms del 40% de la dieta, las hojas y brotes tiernos constituyen, en conjunto y en

    promedio, el principal alimento de la corzuela parda en la zona. Las hojas y brotes consumidos

    corresponden principalmente a arbustos y herbceas no graminoideas, mientras que los frutos,

    son principalmente de especies arbreas (Fig. 1). En reas de Yungas (Selvas Pedemontanas) se

    observ, en general, un bajo consumo de gramneas (con excepcin del mes de Setiembre, Juli y

    Richard en curso) (Fig. 1), mientras que Bodmer (1990) observ, en M. americana, un aumento

    en la importancia de estas especies en la dieta durante los perodos de escasez de frutos.

    Durante los perodos de escasa disponibilidad de frutos, la dieta se torna ms rica en especies y

    porciones vegetales (Richard et al., 1995b). Las porciones vegetales consumidas por la corzuela

    parda (brotes, hojas tiernas, flores y frutos) corresponden, casi exclusivamente, a aquellas

    caracterizadas por una relativamente fcil digestibilidad y alto valor energtico (Richard et al.,

    1995a ; Richard et al., 1995b). Junto al consumo de porciones vegetales se observaron casos de

    coprofagia y geofagia (Richard et al., 1995b), adems de la ingesta de pequeos invertebrados,

    principalmente garrapatas (Juli y Richard, 1995; Richard et al., 1995b).

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    En el perodo invernal, en ambientes secundarios de Yungas (Selvas Pedemontanas), el consumo

    de hojas cadas es uno de los principales tems en importancia en la dieta. En el Amazonas, los

    frutos de palmeras son los ms importantes en la dieta de las corzuelas, de los cuales las semillas

    (de gran tamao) son las que realizan el mayor aporte energtico a la dieta (Bodmer, 1990 y

    1997). Sin embargo, en reas secundarias de las Yungas (Selvas Pedemontanas) los frutos

    consumidos poseen semillas pequeas o carozos que no son digeridos (Richard et al., 1995a),

    pero s dispersados por lo que la corzuela en estas regiones tendra un importante rol ecolgico

    como diseminadora de simientes de varias especies (Richard y Juli, 1999). Los mayores

    requerimientos energticos de rumiantes pequeos, los condicionan a una dieta basada en

    alimentos de rpida liberacin energtica y ricos en protenas: brotes y hojas tiernas, flores y

    frutos (Putman, 1988; Richard et al 1995a y 1995b; Pinder y Leeuwenberg, 1997 inter alliis).

    Los altos niveles de energa disponibles en la pulpa de los frutos, an cuando esta no pueda ser

    asimilada completamente por los rumiantes (Bodmer, 1997), podran explicar el consumo de

    frutos con semillas pequeas o no digeribles.

    REPRODUCCIN

    Las hembras con cra se observan con mayor frecuencia en verano, aunque es posible observarlas

    en dicha condicin todo el ao (Ambientes de Yunga y Chaco). En general siempre tienen una

    sola cra (an cuando se mencionan casos de mellizos). En ocasiones, en reas de gran oferta de

    recursos, se pueden ver a las hembras con cras recientes y cras del ao anterior (Richard et al.,

    1995b). El celo se presenta en cualquier poca del ao (Stalling, 1986), sin embargo sera ms

    frecuente entre los meses de Marzo a Junio (Richard y Juli, 1999). La gestacin dura unos 220

    das y la hembra presenta estro postparto (Richard y Juli, 1999). En el Amazonas el nmero de

    gestaciones por ao se calcula en 1,5, en funcin del estro postparto, mientras que la

    productividad reproductiva del promedio de hembras (nmero de cras/hembra - ao) sera de

    1,11 (Bodmer et al., 1997b). La cra nace con el cuerpo cubierto de manchas que comienzan a

    desaparecer a partir del primer mes de vida y hasta el cuarto (Richard et al., 1995b). Durante las

    primeras semanas de vida la cra permanece oculta, echada y prcticamente inmvil en reas de

    vegetacin densa, donde la madre la visita peridicamente para amamantarla. Este

    comportamiento se engloba dentro de la estrategia de cuidado de cra de tipo ocultadora o hider

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    type (sensu Lent, 1987). Luego, poco a poco, comenzar a acompaar a la madre hacia reas

    abiertas durante el atardecer o noches de luna para alimentarse. Las cras pueden permanecer con

    la madre o en cercanas del territorio materno, durante 8 meses o ms (Richard et al., 1995b).

    USO Y APROVECHAMIENTO

    Caza de subsistencia y usos derivados

    Las poblaciones aborgenes de nuestro pas pertenecientes a distintas familias lingsticas (sensu

    Canals Frau, 1986) Mataco-Mataguayo, Caingang, Guaycures (Abipones, Mbyaes, Payaguaes,

    Mocoves, Tobas y Pilages), Tup Guaran y Chiriguano Chan, Comechingones, Lule Vilelas y

    Tonocots, han aprovechado tradicionalmente a la corzuela parda. El uso de esta especie est

    particularmente documentado, a partir del hallazgo de huesos en tmulos prehispnicos

    correspondientes a la Cultura Chaco Santiaguea (Tonocots) (Kraglievich y Rusconi, 1931).

    Este uso ha sido y es integral, aprovechndose principalmente como alimento y conservas pero

    tambin se utilizan cuero, huesos, uas, tendones, etc. Asimismo contemporneamente constituy

    un importante recurso para el criollo en toda su rea de distribucin.

    Actualmente, la corzuela parda constituye tambin un importante recurso para las economas de

    subsistencia de reas rurales del Norte Argentino (Richard, 1993; Richard et al., 1996; Giraudo y

    Abramson, 1998) y como en el caso anterior, el aprovechamiento es generalmente ntegro (cuero,

    carne, tendones, etc.). Como parte de este uso cuero, patas y astas son empleadas en la

    confeccin de artesanas (Monturas, espuelas, mangos de cuchillo, etc.). Tradicionalmente

    numerosas culturas indgenas han apelado al consumo de partes o al uso de punzones de huesos

    de animales que permitiran, segn la creencia, adquirir ciertas caractersticas propias del animal

    al cual pertenecen. Las astas y huesos de corzuelas fueron utilizados como escarificadores por

    los Tobas, los punzones de astas y huesos de corzuela se utilizaron para lograr la velocidad y

    agilidad de este animal pero, se afirma que su uso implica el riesgo de herirse con las plantas del

    monte (Chbez y Johnson, 1984). Tanto los aborgenes como los pobladores primarios de muchas

    de las reas donde habita la corzuela parda suelen ser grandes conocedores del ecosistema donde

    se desenvuelven y en funcin de ello organizan y respetan (por motivos de tradicin, religin,

    etc.) calendarios, cupos de caza, tamaos de presa, etc. (Richard, 1993; Richard et al., 1996).

    Este tipo de aprovechamiento permite un uso racional y sostenido de la corzuela parda entre otras

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    especies (Richard, 1993; Richard et al., 1996).

    La corzuela parda rendira, en forma sustentable y en promedio, unos 21,34 kg. de carne por

    km/ao a las economas de subsistencia, esto la transforma en uno de los mamferos

    neotropicales ms productivos de los usados por el hombre (Robinson y Redford, 1991). Si bien

    estas cifras son estimativas, no dejan de ser indicadoras de la importancia econmica de esta

    especie. Sin embargo, los valores obtenidos por Robinson y Redford (1991), resultan elevados si

    se comparan con los que se obtendran a partir de las densidades de corzuela parda estimadas por

    otros autores (Schaller, 1983; Bodmer, 1989; Bodmer et al., 1997b; Lara Resende y Leeuwenberg,

    1992). De todos modos, las especies de Mazama, frecuentemente constituye uno de los tems

    alimentarios ms importantes, en biomasa, para distintas comunidades indgenas y rurales de

    Latinoamrica (Ayres et al., 1991; Redford y Robinson, 1991; Richard et al., 1996; Bodmer et

    al., 1997a; Rubio-Torgler, 1997).

    Caza deportiva y pseudodeportiva

    Actualmente, en Argentina, la presin de caza sobre las corzuelas no se centra exclusivamente en

    la caza de subsistencia, sino que se extiende a la caza deportiva (Richard et al., 1995b, Richard y

    Juli, 1999). Esta es practicada, generalmente en forma desmedida, por el poblador urbano,

    situacin que se agrava por la falta de control oficial. En el NOA, la caza de corzuela parda ha

    sido verificada en toda el rea, especialmente en la regin chaquea, a pesar de estar prohibida en la

    mayora de las provincias de la regin (Richard et al., 1995b).

    Dentro de lo que comnmente se denomina caza deportiva encontramos dos modalidades, la caza

    deportiva propiamente dicha (al decir de los propios cazadores) y la caza seudodeportiva (sensu

    Richard et al., 1995b). La primera es practicada dentro del marco legal, respetando vedas y

    cupos; mientras que la segunda se caracteriza por su ilegalidad y el comportamiento

    inescrupuloso de quienes la practican. En la caza deportiva la necesidad de seleccionar la pieza a

    cobrar y la estrategia de caza utilizada (seguimiento a pie del cazador o acecho en zonas de paso)

    determina que la presa tenga, en teora, un cierto margen de escapatoria (Richard et al., 1995b).

    Por otra parte, la existencia de un cupo limita (Si se lo respeta) el impacto sobre las poblaciones,

    sin embargo este vara grandemente segn las provincias; entre dos a cinco animales por cazador

    y por temporada en las provincias de Chaco y Formosa y hasta tres ejemplares por cazador y por

    salida de caza en la provincia de Jujuy (Caprino, 1998; Perri, 1998). Dado que la caza de la

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    corzuela parda es legal slo en estas provincias (Caprino, 1998; Perri, 1998), la caza deportiva

    (legal) de esta especie no existe en el resto de Argentina.

    La modalidad seudodeportiva posee dos variantes, una similar en metodologa a la caza

    deportiva, en donde se caza un nmero limitado de animales, en este caso el cupo lo determina la

    conciencia del cazador y no la ley (la caza seudodeportiva es por definicin ilegal). La otra

    variante se practica durante la noche en zonas de cultivo recin cosechadas (generalmente de

    soja), quemados y claros, principalmente en reas Chaqueas y durante la misma se cazan,

    generalmente, todos los animales que se pueden. Para ello se llevan a cabo transectas a bordo de

    vehculos todo terreno y camionetas equipados con reflectores y se encandilan los animales que

    han salido a los claros a comer, paralizados por la luz, son cazados principalmente con escopetas

    (Richard et al., 1995b). Hasta hace algunos aos atrs era comn obtener 4 a 6 ejemplares (en

    ocasiones hasta 9) en una noche, muchas veces hembras preadas (Richard et al., 1995b).

    Actualmente dicho nmero oscila entre 1 y 4.

    Caza comercial

    En Argentina, la caza con fines comerciales en general no constituye en si mismo un objetivo

    primario. Esto se debe principalmente a que la corzuela aun cuando posea un cuero idneo para

    mltiples usos, es un animal considerado de caza fcil por lo que su cuero en general carece de

    un valor que justifique su caza comercial. An as, entre 1975 y 1976, se comercializaron un total

    de 10.000 cueros de corzuela parda en la provincia de Salta (Barbarn, 1997). Sin embargo,

    muchos de estos cueros as como los que se suelen ver en talabarteras de las provincias de

    Tucumn, Salta, Jujuy y Santiago del Estero (Richard et al., 1995b) provienen de almacenes de

    ramos generales de reas rurales en las cuales se cazan corzuelas con fines de subsistencia y los

    subproductos elaborados o trabajados de la misma (escabeche, espuelas, monturas, trofeos,

    mangos de cuchillos, cueros decorativos, etc.) son utilizados en las mismas zonas como elemento

    de canje o venta. En el resto de Latinoamrica, el comercio de carne y cuero de corzuelas reviste

    mayor importancia econmica y el volumen de cueros exportados (principalmente de corzuela

    colorada), es grande (Ojasti, 1984).

    Mascotismo

    En reas rurales de Santiago del Estero, Salta y Tucumn es relativamente frecuente de obervar la

    presencia de cras de corzuela que son llevadas a cautiverio como mascotas temporales. En estos

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    casos suelen ser mantenidas atadas cerca de la casa o dentro de gallineros. Finalmente, se

    escapan, son soltadas o son consumidas. Por otro lado en San Miguel de Tucumn, Concepcin,

    Alderetes, Yerba Buena, Burruyacu, Simoca y otros centro urbanos de Tucumn se ha constatado

    la presencia relativamente frecuente de cras de corzuela en calidad de mascota domstica. En

    general, se trata de cras de corzuela que quedan hurfanas como consecuencia de actividades de

    caza de las mismas personas que luego las tienen como mascota. En otros casos, una minora, se

    trata de animales tambin capturados en salidas de caza y que luego son vendidos a muy bajo

    costo (U$S 15 20) a familias deseosas de tener una mascota no tradicional (Estatus social,

    excentricidad, etc.). En la mayora de los casos, cuando los animales llegan a la edad adulta y

    especialmente los machos que muestran un comportamiento fuertemente agresivo en su madurez

    sexual; o bien son soltados en algn campo cercano o bien los llevan a las numerosas reservas,

    minizoos y reas similares estatales y privadas que existen en la provincia de Tucumn. Muchas

    de las corzuelas (entre otras especies) existentes actualmente en la Reserva Experimental Horco

    Molle (Universidad Nacional de Tucumn) tiene ese origen. En el Noroeste argentino, en

    general, el uso de animales silvestres como mascotas en reas urbanas es una costumbre muy

    corriente (corzuelas, pumas, gatos menores, zorros, osos hormigueros y meleros, tapires,

    chanchos de monte, mulitas, quirquinchos, conejos de palo, gran variedad de aves, iguanas,

    tortugas terrestres y acuticas, etc.) y los rganos de contralor del estado muestran en general

    demasiada poca preocupacin por dicho problema as como tambin por las importantes

    estadsticas de zoonosis que existen.

    ESTATUS DE CONSERVACIN Y FACTORES DE AMENAZA

    En Argentina, las corzuelas, especialmente la parda, son ampliamente perseguidas con fines

    cinegticos en toda su rea de distribucin (Richard et al., 1995b; Richard et al., 1996). Por su

    tamao constituyen, junto al pecar de collar (Tayasu tajacu), las nicas piezas de caza mayor

    fcilmente accesibles en la regin (los pecares labiados, tapires y grandes felinos son escasos o

    viven en reas de difcil acceso). En el caso de la corzuela parda su exposicin en claros y zonas de

    desmonte (cultivos, borde de caminos, quemados, etc.), la convierten en la presa predilecta de

    quienes practican la caza mayor, deportiva o de subsistencia.

    Las poblaciones de ciervos autctonos en Argentina se han visto afectadas negativamente

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    principalmente por el avance de la frontera agropecuaria, la destruccin del hbitat, la caza,

    introduccin de ciervos exticos etc.

    Frontera agropecuaria

    El Noroeste argentino, con una historia de desmonte casi centenaria, actualmente ha

    transformado profundamente la mayor parte del rea de distribucin de la corzuela parda. A

    modo de ejemplo, en los ltimos 20 aos, Tucumn desmont con fines mltiples al menos

    140.000 ha (rea Chaquea y de Selvas Pedemontanas); Santiago del Estero 185.000 ha (rea

    Chaquea), Salta 700.000 ha (rea Chaquea), Jujuy 50.000 ha (rea Chaquea y Selvas

    Pedemontanas) y Catamarca 15.000 ha (rea Chaquea de transicin y Monte) (fide Hemsy,

    1981). Dichos cambios han destruido parte del hbitat de la especie, han transformado otro tanto

    convirtindolo en ambientes secundarios, reas de cultivo, etc. y en algunos casos han conducido

    al aislamiento de algunas poblaciones.

    Impacto de especies domsticas

    No existen estudios respecto del impacto de los animales domsticos sobre esta especie. En reas

    urbanas y suburbanas, los perros domsticos frecuentemente atacan a las corzuelas que se

    acercan a las mismas. Canedi (com. pers.; 1997) menciona numerosos casos de predacin de

    corzuelas, por parte de perros domsticos, en reas suburbanas lindantes a la ciudad de San

    Salvador de Jujuy (Provincia de Jujuy). En la Reserva Experimental Horco Molle (Universidad

    Nacional de Tucumn) distante a solo 15 km. de San Miguel de Tucumn, en Enero de 1999 una

    jaura de perros de barrios cercanos atac a una corzuela (hembra adulta) silvestre; los

    Guardafaunas evitaron la muerte inmediata del animal que sucedi unos das despus a pesar de

    los cuidados veterinarios impartidos. En Salta (Saravia, com. pers. 1999) las corzuelas

    frecuentemente bajan hasta los campos y baldos que rodean la parte alta de la entrada a la ciudad

    capital (San Bernardo) donde eventualmente son cazadas por los perros de las casas cercanas o

    jauras callejeras. En el Noroeste argentino, existe un solapamiento parcial de nicho trfico con el

    ganado caprino (Richard y Juli, en curso). En cuanto a su relacin con el ganado vacuno, en

    ocasiones es posible ver pastando juntas vacas y corzuelas pardas (L. Biancucci com. pers.,

    1997). En tal sentido Pinder y Leeuwenberg (1997), trabajando en Brasil, consideran al ganado

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    bovino como un transmisor de enfermedades en poblaciones de crvidos y menciona relatos de

    regiones como Manhao, Minas Gerais y Pantanal donde hubo grandes mortandades de crvidos

    asociadas al contacto con ganado enfermo. Sin embargo, en estos momentos el factor que, a

    nuestro juicio, ms fuertemente est afectando a las corzuelas en la regin, adems de la frontera

    agropecuaria, es la caza desmedida a que son sometidas.

    Caza

    La cacera ilegal de corzuelas alcanza, en el NOA, cifras importantes. En la provincia de Tucumn

    y ciudades vecinas de las provincias de Salta, Jujuy y Santiago del Estero y acorde a nuestros

    relevamientos, esta se lleva a cabo durante todo el ao, aunque con especial intensidad en la

    poca de cosecha de la soja en el rea chaquea (Abril - Junio). Desde 1995 a la fecha, en la

    provincia de Tucumn, la caza furtiva comenz a polarizarse en el departamento Trancas al norte

    de la provincia, mientras que, en aos anteriores, las localidades ms explotadas fueron las del

    sur de la provincia, en los departamentos de La Cocha y Graneros principalmente (Richard et al.,

    1995b). Este movimiento espacio temporal de los cazadores, estara motivado precisamente por

    la disminucin de las poblaciones en las reas anteriormente explotadas.

    En la provincia de Santiago del Estero, datos extraoficiales basados en encuestas a cazadores,

    estiman en 2000 el nmero de animales cazados por mes (Hector R. Abategada, com. pers.,

    1997). Tanto estas estimaciones como las derivadas de nuestros estudios en el resto de la regin,

    indican que entre el 75% y 80% de los animales cazados son hembras. Dado que la mayora de

    los partos se verifica a finales de la primavera y durante el verano y si consideramos el perodo

    de gestacin de la especie (unos 7 meses y medio) y la poca de mayor intensidad de caza (Abril

    - Junio) podemos concluir que la mayora de las hembras muertas estaran en celo o gestando.

    Esto ltimo representa, ecolgicamente, un alto factor de riesgo para la especie, ya que las

    poblaciones de grandes mamferos soportan mucho mejor una alta presin de caza sobre machos

    que sobre las hembras (Bodmer y Penn, 1997). Esto se debe a que el xito reproductivo de los

    machos de muchas especies de mamferos est determinado, principalmente, por el acceso a las

    hembras; mientras que el de estas depende de la capacidad de porte del ambiente y no del nmero

    de machos. Bodmer y Penn (1997), sostienen que, una disminucin en la proporcin de sexos en

    favor de las hembras, motivada por la caza de machos, no afectara a las poblaciones de corzuelas

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    y otros grandes mamferos ya que un menor nmero de machos podra igualmente fecundar a la

    mayor parte de las hembras de la poblacin. Es importante destacar que la caza deportiva de

    crvidos que se realiza, especialmente en el hemisferio norte, se centra principalmente en los

    machos.

    Introduccin de crvidos exticos

    En el caso de las corzuelas, en el NOA, no hay ciervos exticos simptridos por lo que no existe,

    de momento, el peligro de competencia con estas especies. Sin embargo, es importante destacar

    la reciente creacin del coto de caza privado Auritay en la provincia de Santiago del Estero (a

    la altura de Pinto, Dpto. Aguirre), en el cual se han introducido ciervos y antlopes exticos, en

    un rea donde hay corzuelas pardas. Otro antecedente negativo son las sueltas de ciervo colorado

    (Cervus elaphus) y Axis (Axis axis) realizadas en Taf del Valle por el club de caza Yastay en

    Tucumn (Grau et al., 1995) y an cuando estas ltimas parecen no haber prosperado; si lo

    hicieron, es fuera del rea de distribucin normal de la corzuela (Juli y Richard, obs. pers.).

    Estatus actual

    Moreno (1993) considera a la corzuela parda como Fuera de Peligro a nivel nacional e

    internacional. Ms recientemente, a nivel nacional, ha sido incluida en la categora de Riesgo

    Bajo (RB) (Garca Fernndez et al., 1997), aunque sin fundamento alguno. Richard y Juli

    (1999), destacaron que cualquier aseveracin al respecto slo es perceptiva o especulativa y

    basada en el carcter conspicuo y antropfilo de la especie. En tal sentido, Pinder y Leeuwenberg

    (1997) consideran a las subespecies Argentinas como vulnerables. Es necesario destacar que la

    capacidad de la corzuela parda para desarrollarse con relativo xito en reas secundarias y

    muchas veces cercanas a ncleos humanos, hace de ella una especie muy conspicua en tales

    reas; situacin que origina la percepcin subjetiva de que la especie mantiene poblaciones

    relativamente abundantes a pesar de la gran presin cinegtica que existe sobre ella (Richard et

    al., 1995b). Sin embargo, en un reciente informe sobre biodiversidad del Noroeste argentino

    (Vides Almonacid, et al, 1998) el anlisis de la informacin aqu expuesta llev a sus autores a

    considerar a la corzuela parda como vulnerable y/o en peligro de desaparecer en la provincia de

    Tucumn. En el resto del pas se sabe poco de la situacin de la corzuela parda; sin embargo, la

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    misma ha disminuido notablemente en reas puntuales de la provincia de Santa Fe (Parera, 1993)

    por lo que la situacin destacada para el NOA puede ser indicadora de lo que ocurre en el resto

    del pas. De cualquier forma y dado que en la ltima categorizacin a nivel nacional no se

    consult gran parte de la literatura local y especfica existente sobre la especie, el estatus para la

    misma necesariamente debe ser revisado.

    Finalmente, en Bolivia, la corzuela parda ha sido colocada en las categoras de Insuficientemente

    Conocida y Comercialmente Amenazada segn IUCN 1990 y de Datos Insuficientes segn IUCN

    de 1994 (Ergueta y Morales, 1996).

    MEDIDAS DE CONSERVACIN TOMADAS

    En la actualidad no existen un manejo ni proteccin apropiados de las corzuelas en toda su rea de

    distribucin nacional. No existe un control efectivo sobre su caza y la regulacin de la misma no

    tiene fundamento en investigaciones concretas que avalen dichas polticas. En estos momentos se

    corre el riesgo de poner en peligro la subsistencia de las mismas a menos que se realicen estudios

    ecolgicos, especialmente poblacionales y se apliquen medidas tendientes a evaluar sus

    posibilidades de uso y aprovechamiento sostenido, as como sus eventuales requerimientos de

    conservacin.

    Las corzuelas se encuentran representadas en distintas reas naturales protegidas tanto nacionales

    como provinciales entre ellos: Parques Nacionales: Ro Pilcomayo (APN - Formosa), Reserva

    Natural Formosa (APN Formosa), Chaco (APN - Chaco), Iguaz (APN - Misiones), Calilegua

    (APN - Jujuy), El Rey (APN - Salta), Barit (APN - Salta); Mburucuy (APN Corrientes).

    Predelta ? (APN Entre Ros). Sierra de las Quijadas ? (APN San Luis). Parques y Reservas

    provinciales: Urugua- (Misiones), Iber (Corrientes), Papagayos (San Luis), Quebracho de la

    Legua (San Luis), Copo (Santiago del Estero), La Florida (Tucumn) y es de esperar que se

    encuentre en las reservas provinciales Los Sosa, Santa Ana y Aguas Chiquitas (Tucumn), entre

    otras. Tambin se encuentra en los Refugios de Vida Silvestre El Cachap (Chaco) y Bouvier

    (Formosa) y en las reas protegidas universitarias Reserva Universitaria Sierra San Javier y

    Reserva Experimental Horco Molle (Universidad Nacional de Tucumn).

    Respecto de sus posibilidades de conservacin ex-situ esta especie se reproduce exitosamente en

    cautiverio, sin embargo est poco representada en los principales zoolgicos del pas (Carpinetti

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    y Garciarena, 1996; Aprile, 1998). Empero, existen numerosos ejemplares de corzuela parda en

    distintos zoos privados del NOA y en la REHM. En esta ltima y como parte de los planes de

    manejo que all se realizan se han reproducido exitosamente y se estn llevando a cabo

    numerosos estudios en condiciones de semilibertad. Estos indican, entre otros, que algunas

    caractersticas comportamentales, como el aloaseo o limpieza entre congneres (Juli y Richard,

    1995) favorecen la transmisin de parsitos y por tanto debe ser tenidas en cuenta en cualquier

    plan de rehabilitacin y/o reintroduccin de individuos derivados de un proceso de manejo.

    Recientemente, Baschetto (1999) en funcin de la informacin disponible sobre la biologa y

    estatus aqu fundamentado de la especie ha calificado a la corzuela parda para planes de cra de

    Nivel Necesario dentro de las categorizaciones de planes de conservacin ex situ (fide

    Baschetto, 1999).

    MEDIDAS DE CONSERVACIN PROPUESTAS:

    Nuestros registros indican que M. gouazoubira est distribuida en forma ms amplia, es

    relativamente ms abundante y menos sensible a la presin humana que M. americana. El tipo de

    hbitats ocupados por la corzuela parda (principalmente chaqueos), tradicionalmente utilizados

    en el NOA como reas de caza, la expone sin embargo a una mayor presin de caza. Actualmente

    son coincidentes las apreciaciones, incluso de los propios cazadores, que dan cuenta de un

    retroceso numrico.

    El aprovechamiento de un recurso frecuentemente contribuye a valorizar el mismo y por lo tanto

    puede favorecer su conservacin como ocurre en algunas comunidades rurales (Richard et al.,

    1996). Son necesarios estudios tendientes a evaluar las posibilidades de manejo de estas especies,

    en especial aquellos tendientes a determinar estructuras y dinmicas poblacionales en los

    distintos ambientes, as como su distribucin y preferencias de hbitats. En ciertas zonas rurales

    de Santiago del Estero y Tucumn, la mejora en las condiciones de vida de los pobladores

    rurales, traducida en una mayor independencia del recurso fauna como fuente de protenas,

    podra repercutir negativamente en las poblaciones de fauna silvestre. Efectivamente, esta

    situacin ha significado que la fauna deje de verse como un recurso vital y por lo tanto esta se ha

    visto libre de la proteccin de los lugareos frente a los cazadores furtivos, quienes a cambio de

    algunas mercaderas tienen acceso libre a caza irrestricta e ilimitada donde incluso son guiados

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

    21

    por gente del lugar.

    La revalorizacin de la corzuela y otras especies de caza como recurso cinegtico y/o turstico

    con el contralor adecuado podra significar una nueva oportunidad para estas especies sometidas

    a un proceso acelerado de prdida de hbitats y caza desmedida. Dado que la mayora de los

    gobiernos provinciales se han mostrado ineficientes a la hora de controlar la caza, deben

    implementarse polticas que acerquen a un aliado indispensable como es el poblador rural.

    Ninguna poltica seria de caza y pesca podr llevarse a cabo sin una fuerte campaa educativa y

    de concientizacin que involucre a los organismos oficiales, OANGs y clubes de caza y pesca.

    En Argentina, la proteccin de especies se realiza, en muchas ocasiones, como medida

    precautoria dado el desconocimiento sobre su situacin poblacional. En este sentido no solo es

    importante la dureza de las sanciones a los infractores sino tambin aumentar el riesgo de ser

    sancionado a travs de un mayor control, que es lo que realmente acta como disuasor y que ha

    tenido cierto xito en reas puntuales (Canedi, com. pers. 1997; Abategada, com. pers. 1997). Las

    polticas actuales, con los organismos contralores sospechados de corrupcin, carentes de

    recursos y por tanto de efectividad, han tenido como corolario una reduccin de ms del 50% en

    los pedidos de licencias de caza y pesca en la provincia de Tucumn. Esto ltimo crea un circulo

    vicioso ya que los fondos generados por licencias y multas son en teora destinados a las

    direcciones de fauna. Experiencias realizadas en la provincia de Jujuy han demostrado que, un

    mayor rigor en la aplicacin de las leyes de fauna permite generar recursos para las

    administraciones de fauna y es visto con beneplcito incluso por los mismos cazadores y

    pescadores (Canedi com. pers., 1997).

    En el plano educativo es importante destacar el xito obtenido en la formacin de grupos de

    trabajo sobre el tema en colegios secundarios de Tucumn, acercando la problemtica a los

    estudiantes y por su intermedio a autoridades educativas y legislativas. reas como la Reserva

    Experimental Horco Molle (REHM) y la Reserva Universitaria Sierra San Javier, pertenecientes

    a la UNT, contribuyen en gran medida a aumentar el grado de conciencia ecolgica en la

    poblacin a travs de intensas y constantes actividades de educacin ambiental.

    ABREVIATURAS Y LLAMADOS EN EL TEXTO REHM: Reserva Experimental Horco Molle, Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad

  • RICHARD, E. y J. P. JULI. 2001. La corzuela parda. Pp: 35 46. In: Dellafiori, C. Y N. Maceira (Eds.) LOS CIERVOS AUTCTONOS DE LA ARGENTINA Y LA ACCIN DEL HOMBRE. Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Buenos Aires, Argentina. 95 pp. ISBN 987-97830-6-9.

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    Nacional de Tucumn.

    APN: Administracin de Parques Nacionales.

    (1) El recinto al que se hace referencia posee una extensin de 25 hectreas en La Reserva Experimental Horco

    Molle (Universidad Nacional de Tucumn) y en su interior existen distintos ambientes correspondientes al Distrito

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    Importancia relativa de las distintas porciones vegetales en la dieta de la corzuela parda

    24.51

    1.96

    46.42

    16.71

    3.95 4.16

    0.27ArbustosHongosrbolesHerbceasFrutos*GraminoideasEnredaderas

    * Las especies arbreas representan en promedio el 96,65% del PTI de esta porcin.

    FIG. 1

    Las especies y/o partes vegetales consumidas se clasificaron en siete subgrupos: a) rboles (leosas de ms de tres

    metros de altura), b) arbustos y matas (leosas de menos de tres metros de altura), c) herbceas (anuales o bianuales sin

    estructura leosa, no graminoideas), d) graminoideas (Poceas y Ciperceas), e) lianas y enredaderas (trepadoras y

    apoyantes leosas o no), f) frutos y g) hongos (Richard et al., 1995b).

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    29

    NOMBRES COMUNES NOMBRE ESTANDARIZADO EN INGLS DESCRIPCIN DISTRIBUCIN GEOGRFICA POBLACIN ACTUAL ESTIMADA HBITAT RASGOS BIOLGICOS PRINCIPALES DIETA REPRODUCCIN USO Y APROVECHAMIENTO Caza deportiva y pseudodeportiva Caza comercial Mascotismo ESTATUS DE CONSERVACIN Y FACTORES DE AMENAZA Frontera agropecuaria Impacto de especies domsticas Caza Introduccin de crvidos exticos Estatus actual ABREVIATURAS Y LLAMADOS EN EL TEXTO