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MATERIAL PARA JÓVENES

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MATERIAL PARA JÓVENES

DELEGACIÓN EPISCOPAL PARA LA CATEQUESISARCHIDIÓCESIS DE MÉRIDA-BADAJOZ

PRESENTACIÓN

El Papa Benedicto XVI ha convocado un año dedicado a los sacerdotes, del 19 de junio de 2009 al 11 de junio de 2010, con motivo de los ciento cincuenta años de la muerte del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney. A lo largo del mismo, nos invita a todos a querer más a los sacerdotes, a rezar por ellos, a profundizar en su tarea pastoral y en su vocación al servicio de la Iglesia, además de poder sembrar la inquietud vocacional a la vida sacerdotal y religiosa de los niños y los jóvenes. Es una buena oportunidad, por tanto, para invitar a todos los cristianos a que amen a sus sacerdotes y a promover las vocaciones sacerdotales en un tiempo en el que el Señor sigue llamando, pero la respuesta está siendo muy escasa, y Dios nos sigue diciendo que la “mies es abundante pero los obreros son pocos; rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” 1 .

Para ayudar a alcanzar las pretensiones que el Papa desea para este año sacerdotal, en nuestra diócesis de Mérida-Badajoz nos hemos puesto a trabajar, y en concreto, desde la delegación episcopal para la catequesis, os queremos ofrecer este cuaderno que tenéis en vuestras manos como un servicio para la consecución de dicho fin. Es algo muy sencillo, pero esperamos que valioso, para que nos inquiete a todos en la reflexión, la oración, la vivencia de nuestra fe, la entrega y la generosidad que debe caracterizar a todo aquel que es discípulo de Jesús. Pero queremos que cuanto en él se contiene pueda ayudar a que la vida sacerdotal os inquiete y os interrogue.

En las páginas de este cuaderno os vais a encontrar con una oración vocacional que queremos que recéis cada día en vuestras casas y en vuestros encuentros de catequesis, para pedir al Señor que nos envíe a la Iglesia nuevas vocaciones y para que, rezando, podáis ver si es a vosotros a quien el Señor pueda estar llamando. Además, encontraréis dos catequesis: una, sobre quién es el sacerdote y la tarea que realiza en medio de la comunidad cristiana y otra, sobre la vocación, una reflexión que os debe ayudar a todos a plantearos con alegría y sin complejos qué es lo que Dios quiere de vosotros en esta vida, y que lo hagáis viendo cómo llamó a otros como vosotros a lo largo de la historia para que entregaran sus vida al servicio de los demás y de Dios. En otro apartado vais a encontrar unas celebraciones para pedir por las vocaciones. Estas celebraciones están hechas para que, junto a otros, podáis realizarlas en algún encuentro o en alguna de vuestras catequesis. Ellas os van a ayudar a saber estar con el Señor, a escucharlo y a poder dialogar con Él y abrirle vuestro corazón y vuestra vida. Al final del cuaderno tenéis unos testimonios en los que nuestro arzobispo y otros sacerdotes nos narran cómo fue su vocación y cómo viven su sacerdocio. Igualmente otros, que no son sacerdotes, nos expresan cómo los ven y cuál ha sido su experiencia de trato y relación con ellos. Así pues, es un cuaderno para que ores, reflexiones, pienses, medites y puedas ver en los sacerdotes un regalo de Dios para ti y para todos los cristianos.

Nosotros os lo entregamos con mucha ilusión, sabiendo que han sido muchos los sacerdotes y laicos que han contribuido para su realización, y lo hacemos queriendo servir a todos de puente vocacional en este año dedicado a los sacerdotes. Quiera Dios que este esfuerzo merezca la pena y haga realidad para nuestra querida diócesis la consecución de los objetivos para los que el Papa Benedicto XVI ha convocado este año, nos surta de abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y a todos nos anime en el camino de vivir con mas exigencia nuestro seguimiento a Jesucristo.

Solamente nos queda pediros a todos generosidad y valentía si el Señor os llama, pues Él da siempre mas de lo que creemos, hasta un ciento por uno nos dijo, además de la felicidad y una vida plena de sentido que llega hasta el eternidad. Que el Santo Cura de Ars medie por todos vosotros y que la Madre de Jesús y Madre de los sacerdotes, la Santísima Virgen María, os acompañe ahora y siempre.

Equipo de la delegación episcopal para la catequesisArchidiócesis de Mérida-Badajoz.

1 Cf.

ORACIÓN JUVENIL PIDIENDO SACERDOTES

Señor:Me pongo ante ti con todo mi atrevimiento, pero convencido de que siempre me escuchas.

Quiero pedirteque envíes muchos sacerdotes a tu Iglesia; Los necesitamospara conocerte, para saber seguirte por el camino de la verdad y del bien que tú nos has señalado en el Evangelio.

Los necesitamospara que perdonen nuestros pecados en tu Nombre, para que celebren la Santa Misay nos enseñen a acercamos a ti con toda confianza y devoción, y para que nos den tu Cuerpo y Sangreen la sagrada Comunión como alimento del alma.

Perdóname si te digo que estoy pensando en los sacerdotesque han de ayudarme a ser buen cristiano. Pero no pienso en que podrías llamarme a mí para ser tu ministro sagrado,o para consagrar a ti mi vida entera como religiosa entregándome plenamente a tu santo servicio en la Iglesia y en donde tú quisieras enviarme, según las necesidades de cada lugar.

No me gustaría decirte que no si me llamaras. Si actuara así sería muy egoísta, puesto que todo lo que tengo y todo lo que soy lo he recibido gratis de ti.Lo que ocurre es que me da la impresiónde que, siendo sacerdote o religiosa, no acabaría de ser feliz porque debería renunciar a muchas cosas que me gustan y que me producen satisfacción.¿No me has dado tú la inteligencia y la voluntad para que pueda elegircon conocimiento y responsabilidad?

Sin embargo, Señor, sé que Tú me conoces mejor que yo.Sé también que Tú puedes hacer de mí lo que quieras, porque eres infinitamente sabio y poderoso. Y como eres también infinitamente bueno, debo aceptar que siempre será mejor para mí lo que tú me pidas que lo que yo imagine o desee. Ayúdame a ponerme a tu disposición sin condiciones.

Aunque interiormente me resulte difícil y, a veces, incluso me rebele ante la simple sospecha de que pudieras llamarme para ser uno de los sacerdotes que yo te estoy pidiendo para la Iglesia, o de las religiosas que tanto bien hacen a la humanidad,

comprendo que debo ponerme a tu disposición. Así quiero hacerlo.Pero déjame que me vaya mentalizando poco a poco.

Antes que nada, ayúdame a ser un buen cristiano procurando formarme en la escuela del santo evangelio. Ayúdame a trabajar con esfuerzo, a tratar a mis familiares, amigos y desconocidos como yo quisiera que me trataran; y a procurar acercarme a tien la oración, en la penitencia y en la Eucaristía para quererte más, para seguirte mejor, y para ir descubriendo que solo cumpliendo tu santa voluntad puedo llegar a la plenitud y a la felicidad que tanto deseo.

Mientras me ayudas a aclararme,envía sacerdotes, Señor, a tu Iglesia.

AMÉN

D. Santiago García Aracil Arzobispo de Mérida-Badajoz

Catequesis sobre los sacerdotes¿Para qué sirve un cura?

- Que los jóvenes valoren la figura del sacerdote.- Que conozcan las actividades que los sacerdotes desarrollan.- Que los consideren importantes para su vida y la vida de su pueblo/ciudad.

Objetivos:

Señor, hoy queremos pedirte por todos los sacerdotes y de modo especial por los que conocemos. Te pedimos por (el/los sacerdote/s de la parroquia), para que su/s trabajo/s nos ayude/n a descubrir Tu presencia en nuestras vidas. Amén.

Oración inicial:

Comenzamos trabajando con los 4 bits sobre electrodomésticos ofrecidos al final de este documento. La actividad es muy sencilla, viéndolos de uno en uno se va anotando para qué sirven y qué no pueden hacer cada uno de ellos.

La lavadora, sirve para limpiar la ropa, pero no es capaz de plancharla.La cocina y el horno, sirven para hacer comida, pero no para barrer la casa.El frigorífico, sirve para mantener los alimentos frescos, pero no para ver

películas.El lavavajillas, sirve para fregar los platos, pero no el suelo de la casa.

La conclusión a la que se llega es que los distintos aparatos eléctricos que

Actividad 1:

Damos un pequeño pasito para pasar a los distintos profesionales que nos ayudan en nuestra vida. Procederemos como en la actividad anterior.

El maestro con su trabajo nos ayuda a aprender.El agricultor con su esfuerzo nos proporciona alimentos.El fontanero con su pericia nos arregla las tuberías para el agua.El médico se preocupa por nuestra salud y cuando puede nos cura.

Se trata de que los jóvenes reflexionen en las distintas actividades profesionales. Estas no son sólo medios para ganarse la vida y enriquecerse, sino trabajos que benefician a toda la sociedad y de los cuales todos necesitamos.

Actividad 2:

Y los curas, ¿para qué sirven? Damos cada uno nuestro parecer y contamos qué es lo que hace el cura de su parroquia. Y lo más importante, ¿por qué lo hace?

En relación con la actividad anterior, intentamos hacerles ver a los j que igual que todo trabajo beneficia a los demás, la labor del sacerdote también. En parte eso es tener vocación: descubrir en una necesidad, la llamada de Dios para atender esa necesidad.

Actividad 3:

Ahora vamos a conocer lo que algunos sacerdotes han hecho durante sus vidas:

Actividad 4:

Juan María Vianney nació en Dardilly (Francia) en 1786 de una familia de campesinos muy humildes.

Le costó mucho ordenarse de sacerdote, porque tenía poca aptitud para el estudio. Fue nombrado párroco de Ars y allí pasó 42 hablando del amor de Dios, confesando y atendiendo a los pobres.

Murió el 4 de agosto de 1859 y el Papa Pío XI, en 1925, lo declaró santo y patrono de los párrocos.

San Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), de una familia profundamente cristiana.

Ordenado sacerdote en 1526 vendió todos los bienes que le habían dejado sus padres, los repartió a los pobres, y se dedicó a la evangelización. Se preocupó mucho por la formación de los sacerdotes.

Muere el 10 de mayo del año 1569 y el Papa Pablo VI lo

Luis Zambrano Blanco nació en Fuente del Maestre (Badajoz) en 1909 de una familia cristiana. José, su hermano también fue sacerdote.

Fue ordenado sacerdote en 1934 y fundó del Instituto Secular "Hogar de Nazaret" para atender a necesidades parroquiales y sociales. Se preocupó de dar fe, cultura y alimento.

Después de llevar la enfermedad con mucho sosiego, falleció en olor de santidad en Badajoz el 14 de febrero de 1983.

Rafael Eliseo Sánchez García nació en 1911 en Oliva de la Frontera (Badajoz), en el seno de un hogar cristiano.

Fue ordenado presbítero en 1936. Y capellán del Hospital provincial; cargo que durante toda su vida desempeñó muy bien. Muchos acudían a la puerta del Hospital para pedir y recibir ayuda de D. Rafaelito.

El día 8 de Agosto de 1973, tras llevar su enfermedad ejemplarmente, fallecía santamente en Badajoz a los 62 años de edad.

Después de conocer brevemente sus vidas podemos comentar:

¿Qué cosas buenas hicieron cada uno de ellos?

¿Se preocuparon por las gentes de los pueblos?

¿Es fácil o difícil hacer lo que ellos hicieron?

Escenificamos la parábola de los talentos:Narrador: Jesús hablaba a la gente con ejemplos y parábolas para que le

entendieran mejor. Un día quería explicarles cómo todos tenemos que desarrollar las cualidades y los dones que Dios nos ha dado a cada uno. Y para eso les puso este ejemplo: Un hombre rico iba a hacer un largo viaje. Pero antes llamó a sus empleados y les dijo:

Señor: Mirad, voy a estar mucho tiempo fuera de casa. Por eso os voy a dejar mi dinero para que trabajéis y hagáis negocios con él.

Narrador: Y así lo hizo. A uno, le dejó cinco millones; a otro, dos y a otro uno. A cada uno le dio según su capacidad. El que recibió cinco millones pensó:

Empleado 1: Voy a ponerme enseguida a trabajar y hacer negocios con este dinero que me ha dejado mi amo.

Narrador: Y el que recibió dos millones pensó lo mismo: Empleado 2: Puesto que mi amo tiene confianza en mí, voy a negociar enseguida

con el dinero que me ha dejado. Narrador: Pero el que recibió un millón pensó:

Empleado 3: Para no complicarme la vida, voy a esconder el dinero lo mejor

posible y, así, cuando vuelva mi amo, se lo devolveré. Narrador: Después de mucho tiempo, aquel señor volvió del viaje, llamó a los

empleados y pidió cuentas a sus empleados. El primero le dijo: Empleado 1: Mira, me dejaste cinco millones y he ganado cinco más. Narrador: Después el segundo le dijo también: Empleado 2: A mí me dejaste dos millones y he ganado otros dos. Señor: Muy bien, ya que habéis sido trabajadores y responsables, vais a entrar a

formar parte de mi casa y participar de mis bienes. Narrador: Después vino el que había recibido un millón y le dijo a su amo: Empleado 3: Señor, yo sé que eres exigente. Y como tenía miedo que se me

perdiera o me robaran el dinero, lo escondí. Aquí tienes el millón que me dejaste. Señor: Si sabías que soy exigente, al menos haber metido el dinero en el banco

para que produjera algunos intereses. Pues bien, por haber sido un empleado perezoso

Actividad 5:

Después de comentar qué nos ha parecido la parábola, vamos a reflexionar acerca de las siguientes ideas:

- Como vimos en la primera actividad cada electrodoméstico sirve para una cosa, los fabricantes los hacen así para ayudarnos en nuestra vida. Si todos hicieran lo mismo, muchas cosas se quedarían sin hacer. ¿Te imaginas el absurdo de una lavadora planchando?

- Dios nos ha creado a todos distintos, con distintas cualidades, con distintos talentos para que entre todo hagamos un mundo mejor. Se necesitan fontaneros, maestros, sacerdotes, etc.

- Cada uno de nosotros tiene que pensar en las cualidades que Dios nos ha dado, qué es lo que sabemos hacer bien y dedicarnos a lo que Dios nos pide. Dios es quien nos ha hecho y Él sabe para que servimos cada uno de nosotros.

Hay tres cosas importantes que sólo los sacerdotes pueden hacer:

Actividad 6:

La Eucaristía:Sin los sacerdotes no se obraría el misterio del pan que se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en la Sangre de Cristo.Haced esto en memoria mía nos dijo

La Penitencia:A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, nos dijo Jesús. Sin sacerdotes no hay ministros que absuelvan nuestros pecados en nombre de Dios.

La Unción de enfermo:¿Está enfermo alguno de vosotros?, llame a los presbíteros para que le unjan con aceite y que recen por él y pidan la salud del cuerpo y el alma. Esto dice la carta de

Pero además los sacerdotes:

Bautizan:Los sacerdotes bautizan a los niños y a los adultos.

Casan:Los sacerdotes ayudan a los novios a celebrar su boda.

Son caritativos:Desde el grupo de cáritas parroquial ayudan a los necesitados.

Predican:Explican la palabra de Dios para ayudar a encontrarnos con Él.Presiden:Son los responsables de las parroquias y trabajan por la unidad de todos.

Oración final:Señor,te pedimos por todos los sacerdotes,para que los fortalezcas en sus trabajos,los consueles en sus penas,los libres de los pecados.

Señor,haz de ellosbuenos anunciadores de tu Reino,buenos mediadores de tu gracia,buenos servidores de los necesitados.

Señor,que todos nosotros aprendamosa querer a nuestros sacerdotes,a ayudarles en su misión,a hacer de ellos hermanos en la fe.

Señor,da luz a los cristianospara que descubran sus talentos,da valentía a los jóvenesque llamas para que sean sacerdotes,haz que entre todosconstruyamos un mundo mejor,anticipo de tu Reino eternoque nos tienes preparado en el Cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.Amén.

Este electrodoméstico sirve para:

Sin embargo, no vale para:

Este electrodoméstico sirve para:

Sin embargo, no vale para:

Este electrodoméstico sirve para:

Sin embargo, no vale para:

Este electrodoméstico sirve para:

Sin embargo, no vale para:

Este profesional con su trabajo nos ayuda a:

Este profesional con su trabajo nos ayuda a:

Este profesional con su trabajo nos ayuda a:

Este profesional con su trabajo nos ayuda a:

DIOS TE NECESITA¡CUENTA CONTIGO!

ORACIÓN INICIAL

DE TODOS MODOS…

(Oración de la madre Teresa de Calcuta)

Las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas, ámalas de todos modos.

Si haces el bien, te acusarán de tener obscuros motivos egoístas, haz el bien de todos modos.

Si tienes éxito y te ganas amigos falsos y enemigos verdaderos, lucha de todos modos.

El bien que hagas hoy será olvidado mañana, haz el bien de todos modos.

La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable, sé sincero de todos modos.

Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche, construye de todos modos.

Alguien que necesita ayuda de verdad puede atacarte si le ayudas, ayúdale de todos modos.

Da al mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello, da al mundo lo mejor que tienes de todos modos.

Dios conoce nuestras debilidades, y nos ama de todos modos.

TESTIMONIO

Estimado joven. Me piden que dirija unas palabras a los jóvenes desde mi experiencia de creyente, padre y psicólogo. ¡Menudo reto!

Pues bien, allá voy. Con 18 años, la sangre me ardía y me hacía querer comerme el mundo, los estudios, las chicas… Pensaba que vivía la vida a tope y que poco tenían que decirme los demás, sobre todo los adultos.

Terminé la carrera de psicología y me casé con la mujer que tengo hoy y con la que el Señor me ha regalado cuatro hermosos hijos (por ahora). Han sido años preciosos y podría compartir muchas cosas con vosotros, pero quiero centrarme en un tema que sé que nos une: la búsqueda de nuestra felicidad.

Llevo años haciendo terapia y ayudando a jóvenes que viven el sinsentido de la vida ( los que se dan cuenta y se dejan ayudar, porque sabéis que normalmente en la juventud nos creemos que podemos con todo y que salimos de nuestros problemas solos) y a parejas que después de un tiempo de convivencia van comprobando que no son capaces de convivir juntos, no se soportan o viven cierta indiferencia entre ellos… vamos, que las ilusiones del principio parecen haberse apagado por completo.

Desde mi experiencia de creyente, padre de familia y psicólogo os puedo asegurar que he descubierto aquello que bien definía una compañera mía en una charla:

“La felicidad no es algo a lo que se llega, sino una forma concreta de vivir.”

No obstante, os puedo decir que muchas personas tienen una tendencia a vivir la insatisfacción ante el presente. Así, muchos de nosotros cuando somos niños vivimos el deseo de ser jóvenes… Llegamos a la juventud y aparece en nosotros el deseo del amor grande y satisfactorio o la esperanza de ejercer cierta profesión... Luego que lleguen los hijos; cuando todavía son pequeños, queremos que crezcan y se hagan mayores. Llegada cierta edad, se suele empezar a hacer cálculos para ver si se tendrá una buena paga en la jubilación…

Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá.

He podido escuchar el lamento de muchas personas mayores que se quejan de haber pasado su vida esperando un acontecimiento que les daría de verdad la auténtica felicidad: llegar a los 18, encontrar una pareja, terminar unos estudios, encontrar un trabajo… Sin embargo nada de esto ha colmado profundamente sus corazones de paz, serenidad y felicidad.

Decía S. Agustín que el hombre no puede vivir sin ningún placer. El problema es lo poco que duran. De ahí, cuando mi ocupación son esos pequeños placeres de la vida, que son inseguros, cortos y que no dependen de mí, que aparezca la inseguridad y ansiedad de pensar que no los tengo o que los puedo perder.

Por todo ello, quiero decirte que más allá de lo evidente, en regiones profundas, estamos llamados a descubrir más fuerza, más alegría de lo que creíamos. Descubrir que hay un Alguien que nos sostiene y acompaña; Alguien más fuerte que el dolor, más fuerte que la muerte: Jesucristo.

Es verdad que necesitamos esperanzas que día a día nos mantengan en camino, pero sin la gran Esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar.

Su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es “realmente” vida.

Con todo esto quiero volver al sentido de este escrito: qué tengo que decir al joven de hoy respecto a la llamada de Dios, a la vocación concreta al sacerdocio. Pues que no hay un estado de vida donde se sea plenamente feliz, sino que la felicidad depende de vivir nuestra vida según los criterios de Dios.

Quiero terminar con aquellas palabras de Jesús: “Si alguien quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me

siga. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien la pierda por mí, la salvará” (Mt 16, 24)

Nuestro deseo más tajante resulta que es el de vivir, retener y poner a salvo el tesoro de la propia vida, pero estamos, a la vez, llamados a escuchar la propuesta de Jesús:

Al que se venga conmigo, voy a llevarle a la ganancia por el extraño camino de la pérdida: ese es el camino mío y no conozco otros.

La única condición que pongo al que quiera seguirme, es que esté dispuesto a fiarse de mí y de mi propia manera de salvar la vida, que sea capaz de confiármela, como yo la confío a mi Padre, de quien he recibido la vida.

Puedo deciros que soy muy feliz con mi mujer y mis hijos, con mi profesión y mis amigos. Trato de vivir todo ello desde Dios y en Dios. Pero puedo confesaros que ojalá alguien en mi juventud me hubiese abierto los ojos, hubiese dilatado mi horizonte, porque quizás yo era uno

de los elegidos por el Señor para ser sacerdote… pero ni siquiera dejé a Dios que me lo planteara.

Hoy Dios te lo pregunta a ti y necesita tu respuesta. Fíate de Él y serás verdaderamente feliz…

…La felicidad está en haber encontrado la propia vocación y en seguirla con alegría. DIOS sigue llamando 

ACTIVIDAD:

1. Subrayamos lo que más nos ha llamado la atención2. Comentamos entre nosotros este testimonio

DIOS TE HABLA

Mi querido joven, cuántas veces trato de entrar en tu vida y que puedas descubrir la presencia de un Padre que se desvive por verte feliz.

¡Querría decirte tantas cosas….! Pero la necesidad me apremia y mi corazón anda disgustado. Hoy quiero compartir contigo la necesidad que tengo de jóvenes que quieran comprometerse…

Te presento la historia de la vocación de un joven como tú: Jeremías. Le tocó vivir uno de los momentos difíciles de nuestra historia.

Jeremías es un joven que con sus miedos, dudas y debilidades respondió a mi llamada con la firme confianza de que Yo podía sostener y dar sentido a unos hombres y mujeres, los de su época, que andaban sumergidos en la desesperanza, el sinsentido del sufrimiento y la apatía. Todo ello por vivir distanciados de mí y mis consejos.

La experiencia de este chico, en una etapa de profunda crisis y sufrimiento en el pueblo de Dios, se ha repetido en la historia. También hoy hay indiferencia y dolor en la humanidad y a la vez mucha necesidad de MI.

En este tiempo de intemperie necesito tu respuesta.

Vocación de Jeremías

Entonces me dirigió Dios la palabra en estos términos:

- Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo te constituí profeta de las naciones 

Yo dije:

- "¡Ah, Señor Dios! Mira que soy un muchacho". Y me dijo Dios:

- No digas "soy un muchacho", pues a dondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte. 

(Jer 1, 4-8)

DIALOGAMOS

En este relato podemos destacar la irrupción de Dios en la vida del joven como algo inesperado y diferente. Podemos destacar los siguientes momentos:

Encuentro con Dios: “El Señor me habló así” (v.4)

Discurso introductorio: “Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí.” (v.5) Objeción: “Yo dije: ¡Ah Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven” (v.6). Orden: “Pero el Señor me respondió: No digas: soy joven. porque adonde yo te envíe,

irás, y todo lo que yo te ordene, dirás” (v.7). Palabras de aliento: “No tengas miedo de ellos, porque yo estoy contigo...”

ACTIVIDAD

1. ¿Estás de acuerdo en que la vocación a ser cura no es una llamada que uno tiene, sino una llamada que a uno le hacen porque Dios y su Iglesia lo necesita?

2. Según lo que conoces, ¿para qué crees tú que hacen falta los curas en la Iglesia?

3. ¿Qué cualidades deberían tener los que sean llamados a servir como curas a la Iglesia?

4. ¿Qué podemos hacer en nuestro grupo para que no falten los curas que necesita nuestra Iglesia?

NOTA:

1. Hacemos memoria de la catequesis anterior donde se nos habló de la función del sacerdote:

El sacerdote es el hombre de la escucha e intimidad con Dios para ser otro Cristo en medio de los hombres.

Escucha e intimidad con Dios en:

- La Eucaristía- La oración- La Palabra de Dios

Escucha e intimidad con Dios:

- en la vida cotidiana de cada persona- en el confesionario- en la dirección espiritual- en la visita a los enfermos- en la atención a los pobres, marginados, ancianos, emigrantes..- en la educación de niños, jóvenes y adultos- en el acompañamiento de las familias.

2. Ahora, compartimos qué nos suscitan los siguientes apartados

POR QUÉ NO

En esta tarde, el Señor te hacer una propuesta: ser Sacerdote. Y te ofrece un lugar donde poder profundizar tu relación con él y descubrir si ese es tu verdadero camino donde ser plenamente feliz: el Seminario.

¿Por qué no comprometerse? ¿Por qué no llegar a ser sacerdote? Y surge una pregunta que es una respuesta, aunque todavía no muy clara, que habrá que clarificar y profundizar. ¿POR QUÉ NO?

Siempre hay un punto de partida: la llamada tiene unas caras, un día, una canción, un momento especial, una oración, una amistad, una soledad, una experiencia fuerte... ¡Hoy!

No es casualidad la aparición de ciertas personas o de determinadas experiencias en nuestra vida. Para Dios no existen casualidades. Son detalles de todo un plan amoroso de Dios para cada uno de nosotros.

POR QUÉ YO

Ante la llamada de Dios suelen aparecen las huidas y los miedos: “Tal persona es mejor que yo”; “esta vocación no es para mí”; “mejor no correr riesgos de equivocarse”, “quién me garantiza que no voy a fallar...”

Cara a cara nos enfrentamos con nuestra realidad. A veces exageramos nuestras limitaciones y otras veces las inventamos. Nuestro corazón se fija en lo que dejamos, lo que perdemos… todo parece negativo y oscuro.

Pues bien, que sepas que no hay nada original en todo esto. Son los síntomas que casi todas las personas que han sido llamadas por Dios han sentido en algún momento u otro de su vida.

La fuerza, la sabiduría y la decisión final son fruto de la presencia de Dios en nosotros. Nunca nos deja.

☺ AHORA TE TOCA RESPONDER A TI CON…

… Tu decisión

“Te seguiré vayas adonde vayas” (Lc 9, 57)

Habiendo descubierto lo que Dios quiere de ti, decídete a seguirlo.

Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo. Tus limitaciones te parecerán montañas: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho” (Jr 1, 6). Sin embargo, a pesar de tus limitaciones y con tus limitaciones puedes decir como tantos han dicho:

“Aquí estoy, Señor, envíame” (Is 6, 8).

… Tu acción

“Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. (Mt 4, 21-22)

Una vez tomada la decisión, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo.

Seguro que aparecerán tentaciones para atrasar tu decisión:

“Te seguiré, Señor; pero déjame primero...”. (Lc 9, 61)

Jesús te dice:

“El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y me siga” (Lc 9, 23).

El sendero es espinoso, pero María, nuestra madre, te acompaña y el Espíritu Santo te fortalece para que puedas recorrerlo. Además, no se trata de cargar hoy la cruz de toda la vida, sino sólo la de hoy; y así cada día.

Y es que elegir a Cristo no es cuestión de hacer cálculos de lo que ganamos o perdemos, sino de vivir con plenitud.

Es verdad que uno no experimenta evidencias externas que eliminen el riesgo, pero hay siempre una gran fe y un abandono en las manos de Dios que no defrauda y no traiciona y que nos permite decir: Sí, te seguiré.

ORACIÓN FINAL

Señor Jesucristo, Pastor bueno, Tú que nos conoces a todos y sabes cómo llegar al corazón del hombre, abre la mente y el corazón de los que buscamos y esperamos una palabra de verdad para nuestra vida; haznos sentir que sólo en Ti podemos encontrar plena luz.Danos valor a los que sabemos que en Ti está la verdad y la auténtica felicidad, pero tememos que tu llamada sea demasiado exigente; fortalece el corazón de los que queremos seguirte en el ministerio sacerdotal, pero no sabemos vencer las dudas y los miedos y hacemos oídos sordos a tu Palabra.Tú, que eres la Palabra que ilumina y sostiene los corazones, suscita en nosotros el valor para dar la respuesta de amor:“¡Heme aquí, envíame!”

ORACIÓN VOCACIONAL PARA JÓVENESHOY QUIERO HOSPEDARME EN TU CASA (Lc 19, 5)

1.- ORACIÓN INICIAL

Saludo: “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Amén. Canto.

2.- INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

Hoy vamos a escuchar el relato de un encuentro: Jesús y Zaqueo. Éste era un hombre bajo de estatura, curioso, muy rico a causa del dinero que estafaba en su trabajo como recaudador de impuestos… su curiosidad hará que busque la mejor manera de ver pasar a Jesús, y éste se auto invita a su casa porque quiere estar con aquellos que están lejos de él, con los que no son bien considerados en la sociedad de su tiempo. Jesús quiere estar sobre todo con los que ama.

Vamos a escuchar el mensaje y a fijarnos en todas las actitudes que aparecen en el texto.

3.- ESCUCHA DE LA PALABRA: Lucas 19,1-10 (leemos el texto desde la Biblia)

4.- COMENTARIO DE LA PALABRA

1) Zaqueo es un rico bien conocido en Jericó. «Pequeño de estatura», pero poderoso «jefe de los recaudadores » No es un hombre querido. La gente lo considera un «pecador», excluido del pueblo creyente. Vive explotando a los demás.

2) Sin embargo, este hombre quiere ver «quién es Jesús». Ha oído hablar de él, pero no lo conoce. No le importa hacer el ridículo actuando de manera poco acorde con su dignidad: como un chiquillo más, «corre» para tomar la delantera a todos y “se sube a una higuera”. Solo busca «ver» a Jesús. Probablemente, ni él mismo sabe que está buscando paz, verdad, un sentido diferente para su vida.

>>> Detente por un momento a contemplar los símbolos que hay junto a la Biblia:

- un mando a distancia de TV: nos sugiere un instrumento que obedece nuestras instrucciones y deseos: encender la tele, poner el canal que queremos ver, hacer zapping cuando no encontramos algo que nos gusta…- un móvil: nos habla de la necesidad de comunicarnos, de sentir que importamos a las personas que nos llaman, nos mandan mensajes… esta necesidad de comunicación es tan grande que a veces crea dependencia, ansiedad…- el reproductor de música con sus cascos: nos transporta a otros mundos que nos hacen soñar, vibrar, bailar… a la vez que nos aísla del mundo real…

>>> Piensa despacio ¿Qué buscas tú realmente…? ¿Qué deseo es el que más llena tus horas? ¿Corres tú para encontrar algo, para que te suceda tal o cual cosa…? ¿Te identificas con algún símbolo? ¿Por qué? ¿Te sientes satisfecho con lo que vas encontrando, viviendo, sintiendo actualmente…? ¿Pondrías algún otro símbolo ahí en medio… un libro, una moto, productos de belleza, algo de droga, un ordenador, juegos, bebidas, ropa…?

3) Al llegar Jesús a aquel punto, «levanta los ojos» y ve a Zaqueo. El relato sugiere un intercambio de miradas... Jesús lo llama por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida». Y expresa su deseo: no hay que perder más tiempo. Hoy mismo quiero alojarme en tu casa y estar contigo. Jesús quiere entrar en el mundo de este rico.

También Jesús te llama por tu nombre, te conoce bien, quiere entrar en tu mundo, que le abras tu puerta. Quiere ofrecerse como tu salvador, alguien que te hará feliz con su amistad, con sus palabras, con su proyecto… quiere que cuentes con Él, te necesita porque te quiere.

4) Zaqueo le abre la puerta de su casa con alegría. Le deja entrar en su mundo de dinero y poder mientras en Jericó todos critican a Jesús por haber entrado «en casa de un pecador».

Lo que menos importa a Jesús es que le critiquen, con tal de haber entrado en la vida de alguien que necesitaba una esperanza, que necesitaba acogida, un motivo por el que vivir… pero para eso tienes que darle permiso para que entre y ocupe un lugar preferente en tu corazón. Esa es tu vocación más profunda: Jesús te llama a entregarle tu corazón, todo tu afecto y energías, para dejar que Él te guíe por caminos de bien, de entrega generosa, de verdad… quiere que seas su prolongación en el mundo.

Puedes dejar de hacer zapping en tu vida, puedes dejar de correr como un loco y tomar el control de tu vida seleccionando el mejor canal, que no te aburrirá, escuchando la mejor música que jamás hayas imaginado, y conectando con una persona maravillosa… porque Jesús es alguien especial. Solo Él tiene palabras de vida, Él ama a cada persona como nadie es capaz, Él se preocupa por todos, Él acoge a todos y levanta a los que están por los suelos, Él da ganas de vivir.

5) Al contacto con Jesús, Zaqueo cambia. Empieza a pensar en los «pobres»: compartirá con ellos sus bienes. Devolverá sobradamente lo que ha robado. Deja que Jesús introduzca en su vida verdad, justicia y compasión. Zaqueo se siente otro. Con Jesús todo es posible.

Puede ser así también en tu vida. Si tú quieres contar con Jesús en la aventura de tu vida, podrás sentirte más realizado. Tendrás un modelo en quien fijarte para actuar, pensar, sentir, amar…

¿Quieres dejar que entre en tu vida para transformarla?

5.- A MODO DE SALMO: “PARA QUE TENGAIS VIDA”

Escuchemos a Jesús en silencio, en una actitud abierta, receptiva, con toda el alma… “Yo he venido para que tengáis vida, y una vida abundante…”

Yo he venido para que tengáis vida en vuestra vida,para que tengáis vida en cada respiración,para que tengáis vida en vuestra mente y en vuestro corazón, en vuestras manos, en vuestros oídos y en vuestros ojos, en vuestros labios y en vuestros pies…

Yo he venido para que tengáis vida en vuestro cuerpo y en vuestros sentidos,en todo vuestro ser y en toda vuestra existencia.Yo he venido para que tengáis vida, pero una vida abundante, una vida desbordante, una vida plena…

Yo he venido para que tengáis vida.Una vida llena de vida verdadera; gozosa, luminosa, consciente, llena de luz; una vida amorosa, llena de amor; una vida serena, llena de calma interior;una vida esponjosa, llena de espacio interior;una vida sagrada, llena del Espíritu de Dios.

Yo he venido para que tengáis vida, una vida abundante…Pero, por favor, no os conforméis con menos.No os conforméis con vivir a medias, con respirar a medias; no os quedéis en vuestros agobios y lamentaciones; no os atasquéis en vuestros atascos mentales;no os enredéis en las telarañas de vuestra imaginación; no os bloqueéis en vuestras continuas obsesiones y rollos mentales; no os dejéis dominar por vuestros apegos;no os esclavicéis a vuestro dinero y comodidades;

no os quedéis oprimidos por vuestros futuros tenebrosos;no os enganchéis a vuestro pasado que ya no existe; no os agobiéis con negros pensamientos; no os quedéis a medio camino de vuestra vida en plenitud.

Abrid las puertas para recibir la Vida, para recibir la Luz de Dios en vuestra alma.Silenciad vuestros miedos, quedaos en silencio con las puertas de vuestra mente abiertas de par en par para recibir la luz de la Vida, la presencia del Espíritu Divino, para acoger la luz del cielo.

No dejéis vuestro corazón cerrado, no viváis con vuestro corazón oprimido, soltad los apegos de vuestro corazón ansioso, dejad el peso de vuestro apego al prestigio, a quedar bien, a la necesidad de estar bien, a la comodidad, al dinero…Quedaos libres, apegaos a nada, para que el corazón se ablande, se humanice… para que podáis recibir el torrente de vida que os traigo, para que podáis acoger todo el amor de mi corazón divino, para que vuestro corazón se llene de Dios.Abrid las puertas de vuestro corazón silencioso y sosegadopara amar en todas las direcciones,para amar siempre y en todas las estaciones del año, para amar y compartir todo lo que sois y tenéis, para amar sin condiciones, con un corazón desinteresado, sin pedir nada, ni agradecimientos ni compensaciones, para amar con un corazón infinito, que reparte vida, luz, amor y gozo infinito.

Abrid las puertas de vuestra mente, de vuestro corazón, de vuestra alma y todo vuestro ser, y recibid, acoged, saboread la Vida abundante que existe dentro de vosotros, que os llena por dentro de Dios.

Recibid y acoged la Vida abundante que os envuelve en el aire que respiráis, y saboread la presencia de una vida abundante, infinita, eterna y amorosa, que os transforma por dentro y por fuera en la misma Vida divina que os regalo en cada instante de vuestra vida.Llenaos de ella hasta rebosar por todas las fibras de vuestro ser y llenad de ella a todos vuestros hermanos.

(De una oración de Manuel J. Fernández Márquez)

6.- ORACIONES EN COMÚN

Oración de acción de gracias. Oración de petición.

7.- ORACIÓN FINAL

Señor: Cuando tenga hambre, dame alguien que necesite alimento;cuando tenga sed, envíame alguno que necesite una bebida;cuando tenga frío, envíame alguno a quien calentar;cuando tenga un disgusto, ofréceme alguno a quien consolar;cuando soy pobre, guíame hacia alguno que pase necesidad;cuando no tengo tiempo, dame alguno a quien pueda aliviar un momento;cuando necesito que alguien se ocupe de mi, envíame alguno de quien ocuparme;cuando pienso en mí, atrae mi atención sobre otra persona. Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos que por todo el mundo malviven y mueren. Emplea nuestras manos para repartir tu pan de cada día y toma nuestro corazón para regalar amor y alegría a quien lo necesite. Nos ponemos en tus manos, Señor. Haznos instrumentos de tu paz.

8.- PADRE NUESTRO

9.- CANTO Dame vida (Brotes de Olivo) u otro conocido.

Año SacerdotalCelebración Vocacional para jóvenes

CANTO

LECTURA

Lectura del santo evangelio según san Juan: 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -«Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a

quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»Palabra de Dios

(Se medita el texto unos minutos en silencio)

Catequista: Jesús escogió a sus amigos, a sus apóstoles, para que, después de su resurrección, llevaran la buena noticia a todo el mundo; para que su Evangelio llegara incluso hasta nuestros días. Al enviarlos, les dio el don del Espíritu Santo para que, con su fuerza y su presencia, no temieran a nada ni a nadie en su misión. Este Espíritu sigue vivo en la Iglesia, en cada uno de nosotros, para que también podamos sentirnos enviados, como los apóstoles, a iluminar el mundo con la luz del Evangelio del Señor.

Los discípulos tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Piensa ahora, en silencio, qué es lo que te da miedo para poder seguir a Jesús; qué te costaría dejar por Él; o de qué estarías dispuesto a liberarte si Jesús te lo pidiera. Hasta dónde serías capaz de llegar si confiaras en su Espíritu.

(Silencio)

Ahora, todo lo que estás dispuesto a dejar por Jesús y que ahora te ata, o todo lo que te costaría dejar por Él, ponlo simbólicamente junto al crucifijo desatándote la cuerda y poniéndola junto a él. Luego coge una tarjeta de oración que hay junto al Cristo.

¿Qué es lo que Jesús puede ofrecerte?

Aquí tienes mis manos. Manos de amigo, de hermano. de confidente. Manos tendidas siempre para ayudarte a levantarte en tus caídas, para cogerte a ellas cuando sientas miedo.

Aquí tienes mis brazos. Brazos para abrazarte cuando necesites amor, cariño, calor y paz. Brazos para apoyarte en ellos cuando te sientas débil y sin fuerzas.

Aquí tienes mis pies. Pies para caminar contigo por los caminos por donde la vida te lleve. Pies para acompañarte allí donde no quieras ir solo.

Aquí tienes mi cuerpo. Cuerpo que se hace pan para ti, que se hace alimento, para que repares tus fuerzas en las difíciles etapas de la vida.

Aquí tienes mi corazón. Un corazón que quiere unirse al tuyo para que latan al unísono, y así tu amor pueda llegar a todos los hombres.

CANTO

Catequista: Los sacerdotes son otros Cristos en el mundo, que entregan su vida por el Señor y por los demás. Ellos ofrecen también sus manos, sus brazos, sus pies, su corazón y su vida para acompañar a los hombres hasta Cristo; para desatar lo que impide a cada uno de nuestros corazones seguir a Jesús.

Piensa ahora en los momentos importantes de tu vida en los que te ha acompañado un sacerdote: tu bautismo, tu primera comunión, las veces que ha perdonado tus pecados, cuando te ha acompañado por la pérdida de un ser querido, o cuando ha compartido contigo alguna conversación importante...

O recuerda también todo el bien que hacen tantos sacerdotes en todo el mundo, aunque a veces no se les note.

(Silencio)

Todo lo que un sacerdote hace en el mundo es posible porque un día dejó sus ataduras y sus miedos junto a Jesús, y fiándose de Él, eligió este camino para buscar la felicidad en su vida, trabajando por la felicidad de los demás.

La entrega nos da la clave de la felicidad. Un camino es el sacerdocio, pero son múltiples los que puedes escoger. Comienza tu entrega escribiendo en la cartulina un compromiso tuyo con Jesús, para entregarte a los demás, y trata de cumplirlo cada día.

PADRENUESTRO.

CELEBRACIONES VOCACIONALES CON JÓVENES

CELEBRACION Nº 1

“Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo” (Flp 3,7)

- Oramos por las vocaciones a las Sagradas Órdenes -

MOTIVACIÓN INICIAL

Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies – dice el Señor (Mt 9, 38).

Hoy nos reunimos en oración. Esto significa que Jesús está especialmente entre nosotros, porque nos ha dejado su Espíritu para que rece con nosotros y en nosotros. El Espíritu santo es el que hace que la Iglesia entera pueda rezar y elevar su voz al Padre celestial, para bendecirle y presentarle nuestras necesidades. Hoy queremos implorar de su misericordia vocaciones santas para el sacerdocio.

Oremos también para que aquellos, que el Señor ya ha elegido y llamado, sean testigos fieles y alegres del Evangelio, al que han consagrado sus vidas.

CANTO

Yo siento Señor que Tú me amas, Yo siento Señor que te puedo amar. Háblame Señor que tu siervo escucha. Háblame ¿qué quieres de mí?

Señor tú has sido grande para mí, en el desierto de mi vida háblame. yo quiero estar dispuesto a todo,

toma mi ser, mi corazón es para ti. por eso canto tus maravillas, por eso canto tu amor. (2)

Te alabo Señor, por tu grandeza, Mil gracias te doy por tu gran amor. Heme aquí Señor, para acompañarte, Heme aquí, ¿qué quieres de mí?

ORACIÓN

Oh Dios, que quisiste dar pastores a tu pueblo,derrama sobre tu Iglesiael espíritu de piedad y fortaleza,que suscite dignos ministros de tu altary los haga testigos valientes y humildes de tu Evangelio.Por Jesucristo Nuestro Señor.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. 3, 7-8. 12 -14

Hermanos:

Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.

Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.

No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.

Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia le meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

SALMO 15, 1-2 Y 8.11

R. Tengo siempre presente al Señor.

Protégeme; Dios mío, que me refugio en ti;Yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”.Tengo siempre presente al Señor,

Con él a mi derecha no vacilare. R.

Me enseñaras el sendero de la vida,Me saciarás de gozo en tu presencia,De alegría perpetua a tu derecha. R.

TESTIMONIO DE LOS SANTOS:

El santo cura de Ars

“RELATO DE LA VIDA DE SAN JUAN BAUTISTA MARIA VIANNEY”

Era un sencillo campesino, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a Misa tenían que hacerlo a escondidas, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público la religión.

La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, de noche, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.

Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además, no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoleón mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue nuestro amigo.

Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del grupo. Volvió a presentarse, pero en el viaje enfermó, lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso, ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré a donde debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.

Al llegar a un pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde, que era muy bondadoso, escondió al joven en su casa y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin, en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor, el emperador dio un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Juan María pudo volver otra vez a su hogar.

Trató de ir a estudiar al seminario, pero no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante. No se le queda nada". Y lo echaron. Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con ello adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades.

El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba, pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables, que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.

Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: no puede ordenarse sacerdote.

Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones morales, y varios de ellos lo recomendaron al Sr. Obispo. Éste les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? Ellos le respondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".

Y así, el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos capacidad de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el párroco más famoso de su siglo (cuatro días después de su ordenación, nacía en Italia San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó ayudando al Padre Balley, su gran amigo y admirador.

El 9 de febrero de 1818 fue enviado a una parroquia pobre, y muy indiferente en lo religioso. Se llamaba Ars. Tenía 230 habitantes. Aquí estará Juan María de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará todo.

El nuevo Cura dedicaba horas y horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar, llevaba una vida muy sobria y austera, como si cargara sobre sí los pecados de los demás, practicaba muy duras penitencias, cuidaba de manera extraordinaria el sacramento de la reconciliación, para que la gente pudiera confesar sus pecados y cambiar de vida, amaba la Eucaristía, sentía una especial devoción a la Virgen María, y no perdía ocasión para predicar la Palabra de Dios y las virtudes cristianas.

Su sermón dominical, largamente preparado durante la semana, lo encomendaba siempre al Señor. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones.

Visitaba sistemáticamente a los enfermos y a las familias; organizaba misiones populares y fiestas patronales; recogía y administraba dinero para sus obras de caridad y para las misiones; adornaba la iglesia y la dotaba de paramentos sacerdotales; se ocupaba de las niñas huérfanas de la “Providencia” (una obra social que fundó) y de sus formadoras; se interesaba por la educación de los niños; fundaba hermandades y llamaba a los laicos a colaborar con él.

Siempre se creía un pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima pidiéndole perdón por todo, como si el hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército".

Y Dios premió su humildad con admirables milagros. El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

+ ¿Crees que Juan María fue valiente ante tantas dificultades como se le presentaron en su camino? ¿En qué momentos de su vida parece que Dios le sostenía?

+ ¿Qué admiras más de este santo sacerdote? ¿Por qué crees que Dios tenía tantas ganas de que se hiciera santo en ese pueblo que le tocó vivir?

+ ¿Cómo puedo yo saber lo que Dios quiere de mí?

PRECES

Invoquemos la misericordia divina sobre nosotros. Que la plegaria de todos sea escuchada por el Señor, Él que es la fuente de todos los dones.

- Para que el Señor conceda a su Iglesia el don de las vocaciones al ministerio sacerdotal y así no quede huérfana de pastores que prediquen la Palabra y celebren la Eucaristía. Roguemos al Señor. - Para que el Señor manifieste su gloria entre nosotros y haga sentir su voz a los jóvenes para que entreguen su vida al servicio de la Iglesia. Roguemos al Señor.

- Para que los jóvenes abran el corazón a Cristo, “que no quita nada y lo da todo”, y se planteen con valentía ¿Señor que quieres de mí? Roguemos al Señor.

- Para que el Señor con su gran misericordia y con la fuerza del Espíritu suscite en el corazón de muchos jóvenes el deseo de seguirle. Roguemos al Señor.

- Para que todos los consagrados vivan su amor a Jesucristo con un corazón ardiente y sean con su vida signo de servicio y testimonio para todos los jóvenes. Roguemos al Señor.

Señor Jesucristo, Maestro y Señor de nuestra vida, mira con amor a tu Iglesia. Tú que siempre la has amado y nunca la dejarás de amar. Alégrala con el don de las vocaciones: escoge hombres y mujeres que descubran y vivan Tu amor. Haz que se sientan llamados, por un don que nunca agradecerán del todo, a entregar su vida por Ti y por los hermanos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

ORACIÓN VOCACIONAL

En busca de un proyecto de vida

Es el momento, Señor, de orientar mi vida;es la hora de dar rumbo a mi existencia;estoy a punto para descubrir un nuevo camino;no me sirve, Señor, el vivir en eterna encrucijada.

Estoy ante Ti abierto como la playa al mar;estoy en busca de tus pasos, de tus huellas;quiero dejar atrás mis caminos y entrar por "tus caminos";quiero decir sí al plan de Dios para los sueños de mi vida.

Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco;y te digo sin rodeos: Señor, ¿qué quieres que haga?

Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche y te digo:Habla, Señor, que tu siervo escucha.

Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven y te digo:He aquí la esclava; que se haga en mí según tu Palabra.

Aquí estoy, Señor, con un corazón disponible como el tuyoy te digo: quiero hacer tu voluntad.

Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué me pides?Señor, ¿cuál es el plan del Padre para mi vida?Señor, ¿cuál es el proyecto que quieres que realice?

Señor, ¿a qué me llamas? ¿por dónde quieres que camine?Señor, ¿cómo estar seguro de tus caminos en mi vida?Señor, ¿seré capaz de ser fiel a la llamada que me haces?Señor, ¿y si me equivoco y tengo que volver atrás?

Quiero, Señor Jesús, salir de esta confusión en que vivo.Quiero, Señor Jesús, escucharte y dar respuesta a tu llamada.Quiero, Señor Jesús, dejar todo, quedarme libre para seguirte.Quiero, Señor Jesús, arriesgar mi camino con el tuyo.Quiero, Señor Jesús, dejar mis miedos, dar paso a mi fe de joven.Quiero, Señor Jesús, fiarme de tu plan porque me amas.

Yo sé que me has mirado, que has puesto tus ojos en mí.Yo sé que me quieres para ser servidor de tu Reino.Yo sé que me das la fuerza de tu Espíritu para ser enviado.Yo sé que es posible realizar tu plan y ser feliz.

Señor, quiero hacer de tu Persona y tu Evangelio,el proyecto de vida que dé sentido a mi existencia.Aquí me tienes, Señor, para hacer tu voluntad

O bien:

Señor, haz de mí un instrumento de tu Paz;que donde haya odio - ponga yo amor;que donde hay ofensa - ponga yo perdón;que donde haya discordia - ponga yo unión;que donde haya error - ponga yo verdad;que donde haya duda - ponga yo fe;que donde haya desesperación – ponga yo esperanza;que donde haya tinieblas - ponga yo luz;que donde haya tristeza - ponga yo alegría.

Oh Maestro, que no busque tanto ser consolado como consolar;ser comprendido como comprender;ser amado como amar.Pues dando se recibe;olvidando se encuentra;perdonando se es perdonado;muriendo se resucita a la vida eterna.Amén.

CANTO FINAL

Madre de los pobres,los humildes y sencillos,de los tristes y los niñosque confían siempre en Dios. Tú, que en sus manos sin temor te abandonaste.Tú, que aceptaste ser la esclava del Señor,vas entonando un poema de alegría: “Canta alma mía,

porque Dios te engrandeció”. Tú, que has vivido el dolor y la pobreza.Tú, que has sufrido en la noche sin hogar.Tú, que eres Madre de los pobres y olvidados, eres el consuelo del que reza en su llorar.

CELEBRACION Nº 2

“En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes” (Rm 12,5-16)

- Oramos por los laicos -

MOTIVACIÓN INICIAL

El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente (Mt 13,33).

Hoy damos gracias a Dios por ser levadura en la masa, luz en el mundo, perdón y reconciliación donde otros siembran separación y discordia. El Señor es quien realiza este milagro, pero no lo hace sin nosotros, necesita nuestra masa, nuestras manos, para que su salvación llegue a todos los rincones de nuestra vida, y a todos los hombres. Pedimos hoy para

que todos los discípulos del Señor, sin salir de en medio del mundo, lo iluminen todo con la luz del Evangelio.

CANTO

Cuando el pobre nada tiene y aún reparte,cuando un hombre pasa sed y agua nos da,cuando el débil a su hermano fortalece.Va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando sufre un hombre y logra la esperanza,cuando espera y no se cansa de esperar,cuando amamos, aunque el odio nos rodee:Va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando crece la alegría y nos inunda,cuando dicen nuestros labios la verdad,cuando amamos el sentir de los sencillos:Va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Cuando abunda el bien y todos los comparten,cuando el hombre donde hay guerra pone paz,cuando "hermano" le decimos al extraño:Va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

ORACIÓN

Señor Dios nuestro,que pusiste como fermento en el mundola fuerza del Evangelio,concede a cuantos has llamado a viviren medio de los sencillos trabajos de cada díaque, encendidos de espíritu cristiano,se entreguen de tal modo a su tarea en el mundoque con ella construyan y proclamen tu reino.Por Jesucristo Nuestro Señor.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 5-16ª

Hermanos:

Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. 

Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que reparte, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con alegría. 

Que vuestra caridad no sea una farsa. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. 

En la actividad no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las necesidades de los santos, practicad la hospitalidad. 

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, si, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres, con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.

Palabra de Dios.

SALMO 144, 2-3. 4-5. 10-11

R. Gloria a ti, Señor. Día tras día, te bendeciréY alabare tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,Es incalculable su grandeza. R.

Una generación pondera tus obras a la otra,Y le cuenta tus hazañas.Alaban ellos la gloria de tu majestad,

Y yo repito tus maravillas. R.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,Que te bendigan tus fieles;Que proclamen la gloria de tu reinado,Que hablen de tus hazañas. R.

TESTIMONIO DE LOS SANTOS

“De Madrid al cielo” (San Isidro)

En la vida de San Isidro hay todo un programa de vida humilde, de trabajo honrado y de piedad sencilla.

Hijo de humildes labriegos, ayudaba a su padre en el cultivo de las tierras, cavando, arando, o conduciendo la carreta.

Cuando mueren sus padres, siendo él muy joven, entra al servicio del caballero D. Juan de Vargas, dedicándose al cultivo de sus campos.

Isidro es un hombre de vida sencilla, dividida pacíficamente en sus tres grandes horizontes: el hogar, el trabajo y la oración. Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a Misa.

Cuando Isidro siembra el trigo, nunca se olvida de lanzar algunos puñados de simiente fuera del surco para que sirvan de alimento a los pájaros y a las hormigas, que también son de Dios, como él decía: «Para todos da su Divina Majestad».

Otro rasgo de su generosidad: cuando va al molino da a los pobres que se cruzan por el camino casi todo el trigo que lleva en el costal, pero la tierra, siempre generosa por bendición del Señor, le devuelve con creces lo repartido.

En este tiempo elige como compañera de su vida a una esposa digna de él. Contrae matrimonio en Torrelaguna con una joven de Uceda llamada María de la Piedad, la cual también más tarde ha de ser venerada en los altares con el nombre de Santa María de la Cabeza.

Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijo Illán, que también acabará en los altares).

Un día lo invitaron a un gran almuerzo. Él se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El anfitrión le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no a los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos, incluso sobró.

Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios; otro buen rato visitando pobres y enfermos; y, por la tarde, saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijo.

Durante sus servicios al caballero D. Juan de Vargas, sus heredades se convierten en las más labradas, sus yuntas en las más robustas y lucidas, y sus sementeras en las más abundantes y regadas por la lluvia.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN Y LA CONTEMPLACIÓN

+ ¿Qué te parece la vida de san Isidro? ¿Realmente vivía como un hombre de campo? ¿Tenía además algo especial? ¿A qué le daba mucha importancia san Isidro?

+ San Isidro no fue sacerdote, ni fraile, sino que tuvo una familia, un trabajo,… ¿Cómo es que se hizo tan amigo de Dios y de los pobres?

+ ¿Puedo ser cristiano de verdad en medio de mi familia, en la escuela, en la calle, con mis amigos? ¿Cómo puedo serlo? ¿Cuál es el secreto que me enseña san Isidro?

PRECES

Alabemos a Cristo, Pastor de nuestras almas, que vela siempre con amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra esperanza, digámosle suplicantes:

1.-Por nuestra comunidad para que se estrechen los vínculos de comunión entre todos los que la formamos y suscitemos así las diversas vocaciones que necesita la Iglesia. OREMOS.

2.-Para que descubramos la riqueza que implica la propia vocación bautismal y encontremos cada uno la vocación a la que Dios nos llama. OREMOS.

3.-Para que el Señor conceda a su Iglesia la alegría del don de las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada a nuestra Iglesia Diocesana y universal. OREMOS.

4.-Para que haya jóvenes que se sientan llamados a seguir a Jesús pobre, casto, obediente; y a servirlo en los hermanos a través de los diversos carismas que el Espíritu Santo suscita en su Iglesia. OREMOS.

5.-Para que los matrimonios y familias cristianas vivan su vocación con fidelidad y se conviertan en un símbolo claro del amor de Cristo a su Iglesia. OREMOS.

6.-Para que el Señor haga experimentar en el corazón de muchos jóvenes la llamada a ir a países de misión y proclamar la Buena Nueva del Evangelio. OREMOS.

Oh Dios, atiende nuestras súplicas, y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

ORACIÓN VOCACIONAL

Virgen Santísima, madre de Cristo y madre de la Iglesia.Contigo damos gracias a Dios,por la esplendida vocaciónque El ha confiado a tantos hombres y mujerespara vivir en comunión de amory de santidad con Ély a estar fraternalmente unidosen la gran familia de la Iglesia,irradiando la luz de Cristoy comunicando el fuego del Espíritua todo el mundo.

Virgen alegre y sencilla,llena sus corazonesde reconocimiento y entusiasmopor esta vocación y por esta misión.

Tú que has sido “la humilde esclava del Señor”,danos tu mismo corazón para mejor servir a Diosy a los hombres de todo el mundo.Abre nuestros corazonesa los inmensos tesoros del reino de Diospara anunciar el evangelio

a toda criatura.

Virgen valiente,inspira en nosotros fortaleza de ánimoy confianza en Dios,para que sepamos superartodos los obstáculos que encontremosen el cumplimento de nuestra misión.

Enséñanos a tratar las cosas del mundocon responsabilidad cristianay que vengan pronto los nuevos cielos y la nueva tierra,donde habite el amor verdadero.

Tú, que junto a los apóstolesesperaste la venida del Espíritu en Pentecostés,te pedimos por todos los que nos llamamos cristianospara que vivamos lo que ya somos: ser hijos de Dios y hermanos unos de los otros. Que como sarmientos de la verdadera vid,demos mucho fruto para la vida del mundo.

Virgen María, guíanos siempre con amor de madre,

para que podamos establecer sobre la tierrala civilización de la verdad y del amor,

según el deseo de Dios y para su gloria.Amén.

CANTO FINAL

Nadie hay tan grande como tú, nadie hay, nadie hay (2)¿Quién habrá que haga maravillas como las que haces tú? (2)

No con la fuerza, ni la violencia,es como el mundo cambiará.No con las armas, ni con la guerraes como el mundo cambiará.

Sólo el amor lo cambiará, sólo el amor lo salvará.

No con los pactos, ni los discursoses como el mundo cambiará.No con engaños, ni atropelloses como el mundo cambiará.Sólo el amor lo cambiará, sólo el amor lo salvará.

CELEBRACION Nº 3

“Dios está con nosotros y se preocupa de los hombres que sufren”

- Oramos por las vocaciones religiosas -

MOTIVACIÓN INICIAL

Si quieres llegar hasta el final vende lo que tiene, da el dinero a los pobres y luego vente conmigo – dice el Señor (Mt 19, 21).

Hoy nos reunimos para orar por otra vocación necesaria en la Iglesia, es la vocación a la vida religiosa. No todos están llamados a ella, pero Dios sí que llama en su Iglesia a algunos para que vivan su consagración bautismal desde una nueva forma de entrega. El religioso es, como todos, un hijo de Dios y un ciudadano del Reino, pero su vocación específica comporta una novedad, una radicalidad, unas exigencias que le hacen llevar el bautismo hasta sus últimas consecuencias.

Los "consejos evangélicos" no son muchos, apenas tres. Se resumen en ser pobre como Cristo, célibe como Cristo y obediente como Cristo. “Si quieres llegar hasta el final”, dice Jesús al joven rico. Pidamos para que haya cristianos que quieran llegar hasta el final, hasta la meta de la vida en el Espíritu.

CANTO

LAS MANOS DEL MUNDO (Andy & Lucas)

Hay muchas clases de manosen las que puedes ver la verdad;manos que con el tiempose hacen viejas con la edad.

Manos que da gusto acariciary manos que pueden darque pueden dar amor y paz.

Las manos son como el tiempoque en las decisiones siempre han de acompañar;a veces son como el fuegoque hay que cuidarlas o se pueden quemar.

Hay manos buenasy hay manos malas,

manos que curany manos que matan;manos que tocan mucho dinero,manos que sueñan poder tenerlo;manos que viven para el trabajoy gente mala que las usa en el maltrato.Manos que tocan guitarras de ensueño,manos que escriben libros y cuentos.

Así son las manos del mundoque sin ir tan lejos te puedes encontrar;manos que con tu ayudahay muchas personas que han de necesitar.

Manos que da gusto acariciary manos que pueden darque pueden dar amor y paz.

ORACIÓN

Señor, Padre santo,Tú que invitas a todos los fielesa alcanzar la caridad perfecta,pero no dejas de llamar a muchospara que sigan mas de cerca las huellas de tu Hijo,concede a los que tu quieras elegircon una vocación particularllegar a ser, por su vida,signo y testimonio de tu reinoante la Iglesia y ante el mundo.Por Jesucristo Nuestro Señor.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura del libro del Éxodo 3, 1-7ª. 9-12ª

En aquellos días, Moisés pastoreaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián; llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 

Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía, pero no se consumía. 

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré este espectáculo admirable, por qué causa la zarza no se quema. 

Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 

Y dijo: No te acerques; quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es terreno sagrado. 

Y dijo: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 

Dijo luego el Señor: el clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he visto como los tiranizan los egipcios. Y ahora marcha, te envió al Faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas. 

Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 

Respondió Dios: Yo estoy contigo.

Palabra de Dios.

SALMO: 102, 1-2. 6-7.

R/ El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; Enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

TESTIMONIO DE LOS SANTOS

Vida de Madre Teresa de Calcuta

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.

De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas”.

Nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, Albania. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.

Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux).

En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría. 

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida.

Durante las sucesivas semanas, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.

Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas. 

En 1979 recibe el Premio Nobel de la Paz, “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”. Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la

grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. El 5 de septiembre de 1997, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.

Un episodio en la vida de Madre Teresa: el mejor regalo de bodas

«Hace unas semanas, dos jóvenes vinieron a nuestra casa para ofrecerme mucho dinero para dar de comer a la gente. En Calcuta damos de comer a nueve mil personas al día. Querían que el dinero se destinara para alimentar a esta gente. Les pregunté: “¿De dónde han sacado tanto dinero?”. Ellos me respondieron: “Nos acabamos de casar hace dos días. Antes de la boda, decidimos que no compraríamos trajes para la ceremonia ni para la fiesta. Queremos darles a ustedes el dinero”. Para un hindú de clase alta esto es un escándalo.

“Muchos se quedaron totalmente sorprendidos al ver cómo una familia de ese nivel no había comprado trajes ni había organizado fiestas con motivo de la boda. Después les pregunté: “¿Por qué lo han hecho?”.

“Ésta fue la extraña respuesta que me dieron: “Nos amamos tanto que queríamos dar algo a otros para comenzar nuestra vida en común con un sacrificio”. Me impresionó mucho el constatar cómo estas personas estaban hambrientas de Dios. Una manera de manifestarse el amor mutuo era hacer ese sacrificio enorme. Estoy segura de que mucha gente no puede entender lo que significa esto. En nuestro país, en la India, sabemos lo que significa no tener vestidos y fiestas para la boda. Sin embargo, estos dos jóvenes tuvieron el valor de comportarse así”

“Esto es verdaderamente un amor en acción. Y, ¿donde comienza este amor? En la propia casa. ¿Cómo comienza? Rezando juntos. Una familia que reza unida permanece unida. Y, si permanece unida, entonces se amarán unos a otros como Dios nos ama».

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

+ ¿Te ha gustado la vida de esta gran mujer? ¿En qué cosas te gustaría imitarla? ¿Crees que es posible servir a los más pobres de entre los pobres sin hacerse uno como ellos?

+ ¿Dónde encontraba Madre Teresa la fuerza para tantas obras buenas como hizo? ¿Cuál fue el lema de toda su vida? ¿Por qué decidió cambiar de vida, si ya era una religiosa entregada y servicial en su anterior convento? ¿Puede Dios llamar una segunda vez? ¿Qué perseguía Dios con esta segunda llamada?

+ Me pregunto que querrá Dios de mi, ¿cómo puedo yo saber que El me llama? Y si Tú, Señor, me llamas, ¿qué quieres de mi?, si yo puedo muy poco.

PRECES

Bendigamos a Dios, nuestro Padre, y digámosle con humildad:

1.-Por nuestros monasterios, que son también el corazón de la Iglesia donde laten constantemente las necesidades del mundo para que sean fecundos en nuevas vocaciones a la vida contemplativa. OREMOS.

2.-Por las familias cristianas para que, viviendo la fe con responsabilidad y alegría, acojan generosamente la vocación sacerdotal o consagrada en sus hijos como una bendición de Dios. OREMOS.

3.-Para que los educadores y catequistas se sientan corresponsables en la animación y promoción de las vocaciones consagradas en sus encuentros con los niños, adolescentes y jóvenes. OREMOS.

4.-Para que todo nuestro trabajo pastoral se vea empapado de la preocupación por la oración, promoción y animación de la pastoral vocacional. OREMOS.

5.-Para que las familias sean sensibles al despertar vocacional de sus hijos y les ayuden a descubrir y cumplir la voluntad de Dios en sus vidas. OREMOS.

6.-Para que confiando en el Dueño de la Mies, que llama a seguirlo más de cerca, a muchos niños, jóvenes y adultos en la vida consagrada, no tengamos miedo de proponer la vocación sintiéndonos mediación de Dios. OREMOS.

Acoge en tu bondad, oh Dios, lo que humildemente te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

ORACIÓN VOCACIONAL (“Mándame alguien para amar”)

Podemos intercalar en la oración el estribillo de esta canción, si se sabe:

¡Ama! si quieres ser feliz,¡Ama! y todo cambiará, ¡Ama! y así encontrarás la alegría de amar

Señor, Cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;Cuando tenga sed, mándame alguien que necesite una bebida;Cuando tenga frío, mándame alguien que necesite calor;Cuando tenga un disgusto, preséntame alguien que necesite consuelo;Cuando mi cruz se haga pesada, haz que comparta! la cruz de otro;Cuando esté pobre, ponme cerca de alguien necesitado;

Cuando me falte tiempo, dame alguien que necesite unos minutos míos;Cuando sufra una humillación, dame la ocasión de alabar a alguien;Cuando esté desanimado, mándame alguien a quien tenga que dar ánimo;Cuando sienta necesidad de la comprensión de los demás, mándame alguien que necesite la mía;Cuando sienta necesidad de que me cuiden, mándame alguien a quien tenga que cuidar;

Cuando piense en mí mismo, atrae mi atención hacia otra persona.Hacerme digno, Señor, de servir a mis hermanos, que viven y mueren pobres y hambrientos en este mundo de hoy.Dales, a través de mis manos, el pan de cada día; y dales paz y alegría, gracias a mi amor comprensivo.

(Compuesto por Madre Teresa de Calcuta)

CANTO FINAL

Yo siento tu voz muy dentro de mídiciéndome ven sígueme,con gozo te doy las gracias, Jesús,y quiero decirte que sí. Sabiendo que Tú me llamas Señorquiero decirte que sí.Con mis hermanos en libertadquiero decirte que sí. 

Seguirte será una fiesta felizla fiesta de la amistad,viviendo más en Iglesia, Jesús,yo quiero decirte que sí. Acepto mi compromiso de amorestoy seguro de Ti,abriéndome a todo el mundo, Jesús,yo quiero decirte que sí.

CELEBRACION Nº 4

“Sé de quién me he fiado” (2 Tim 1, 1-12)

- Oramos por las vocaciones a la actividad misionera -

MOTIVACIÓN INICIAL

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación – dice el Señor (Mc 16, 15).

Hoy nos reunimos para orar por una intención maravillosa: que todos los pueblos conozcan a Dios y amen a Nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia es católica y universal, su palabra ha de traspasar todas las fronteras, y hacerse un sitio en todas las lenguas y culturas. Los que llevan este mensaje salvador de Jesucristo a las gentes mas pobres y lejanas son los misioneros. Hoy pedimos especialmente por ellos, para que no se cansen en su apasionante y dura misión, y para que suscite entre nosotros nuevos misioneros de su Palabra

CANTO

Sois la semilla que ha de crecer, sois la estrella que ha de brillar, sois levadura, sois grano de sal, antorcha que debe alumbrar.

Sois la mañana que vuelve a nacer, sois la espiga que empieza a granar, sois aguijón y caricia a la vez, testigos que voy a enviar.

Id, amigos, por el mundo anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón.

Sed, amigos, los testigos de mi resurrección. Id llevando mi presencia, con vosotros estoy.

Sois una llama que ha de encender resplandores de fe y caridad. Sois los pastores que han de guiar al mundo por sendas de paz.

Sois los amigos que quise escoger, sois la palabra que intento gritar. Sois reino nuevo que empieza a engendrar justicia, amor y verdad.

Sois fuego y savia que vine a traer, sois la ola que agita la mar. Sois levadura pequeña de ayer, fermenta la masa del pan.

Una ciudad no se puede esconder, Ni los montes se han de ocultar. En vuestras obras que buscan el bien, los hombres al Padre verán.

ORACIÓN

Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salveny lleguen al conocimiento de la verdad,mira tu inmensa mies y envíale operarios,para que sea predicado el Evangelio a todas las gentes,y tu rebaño, congregado por la Palabra de viday sostenido por la fuerza de los sacramentos,camine por las sendas de la salvación y del amor.Por Jesucristo Nuestro Señor.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo 1, 1-6. 11-12; 4, 6-8

Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de la vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: te deseo la gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien con limpia conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día.  

Ansío verte para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro tienes también tu. Por lo cual te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos. 

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y esta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado, y estoy firmemente seguro de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio. 

Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. 

Ahora me aguarda la corona merecida, con que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Palabra de Dios.

SALMO 144, 10-11. 17-18

R/ Tus amigos, Señor, proclaman tu gloria.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca esta el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.

TESTIMONIO DE LOS SANTOS

Beato Carlos de Foucauld

Nació en Estrasburgo, Francia, el 15 de septiembre de 1858. Pierde a sus padres siendo muy joven. En 1864 muere su madre, con lo que él y su hermana, tres años menor, son confiados a su abuelo el Coronel Morlet, que le orientó a la carrera militar. De adolescente pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil, revela, no obstante, una voluntad fuerte y constante en las dificultades. Emprende una peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío, si existes, haz que te conozca».

Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, encuentra a Dios en octubre de 1886. Tiene 28 años. «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él».

Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir a Jesús en su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa. Primero, Ntra. Sra. de las Nieves; después Akbes, en Siria. Enseguida, vive solo en la oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.

Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sáhara. Primero Beni Abbes, después Tamanrasset, en medio de los Tuaregs. Quiere ir al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados». Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». Quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, ¿Cómo entonces será el Maestro...?”».

La intensa actividad misionera del apóstol de los tuaregs, bruscamente rota el 1 de diciembre de 1916 por la bala de un fusil disparado durante una escaramuza entre los nómadas del desierto, estuvo caracterizada por un único deseo: convertirse en el «grano hundido en tierra», ofreciendo la vida «en el silencioso seguimiento de Aquel que amó a todos los hombres hasta el final».

Siempre soñó compartir su vocación con otros: pensó que la vida discreta y sencilla de Jesús en Nazareth podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Carlos de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.

Para imitar la vida de Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara. Para el servicio de los tuaregs, escribió varios libros, en particular una gramática y un diccionario. Después de su muerte surgió en torno a él la comunidad de los Hermanitos de Jesús, empeñados en la evangelización del Sahara. Hombres y mujeres, tras su muerte, decidieron realizar el sueño de Foucauld: una familia religiosa. Hoy hay 10 congregaciones religiosas y 9 asociaciones de vida espiritual que se inspiran en su carisma.

Las personas que han sido tocadas por Dios, con su dedo de amor, han producido hondos cambios. Y más, cuando mueren, pues sus pasos y obras, otros, con sencillez y amor la siguen. Es el caso de Carlos, quien siendo hijo de una familia aristocrática, supo renunciar a la fama, al prestigio y la buena vida para marchar en busca de los que necesitaban. Partió con el sentimiento cristiano de un joven de 28 años. Estrenando el traje de la gracia se internó en el desierto y vivió al lado de los que nada tienen y lo necesitan todo.

Cuando buscamos a Dios encontramos a “estos” hombres de Dios que dejándolo todo saben darle sabor y figura a los talentos que Dios les ha entregado. El camino recorrido por Carlos de Foucauld es un camino rico en la entrega generosa donde podemos colocar y gritar que el amor es más fuerte que la división. Lo abandonó todo y lo dio todo. Se hizo sacerdote y en el desierto se encontró con Dios en medio de los Tuaregs a los cuales sirvió incluso entregando su vida.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

+ ¿Qué te ha impresionado más de la vida de Carlos de Foucauld? A él le gustaba mucho la geografía, las gentes del desierto, la cultura y la lengua de los árabes, y le impresionó mucho la fe vivida por los musulmanes, ¿Crees que Dios le llamó a dejar todo esto? Entonces, ¿Por qué se fue tan lejos de su patria? ¿Qué quería Dios de él al enviarle a las gentes del Sahara?

+ Carlos vivió sin fe muchos años, ¿Qué le ocurrió para encontrar de nuevo a Dios? ¿Hubo alguien que le ayudó y le animó?

+ Dios llama a todos a ser santos, pero no a todos por el mismo camino, ¿Cómo puedo yo responder a su llamada?

PRECES

Oremos insistentemente a Dios nuestro Padre.

1.-Para que se vaya creando en toda la Diócesis: comunidades, grupos eclesiales, consagrados y laicos: una “cultura vocacional” que fomente el germen de nuevas vocaciones. OREMOS.

2.-Para que avivemos el espíritu orante de nuestras parroquias, y la Iglesia se alegre con una nueva primavera de vocaciones al servicio del Reino de Dios en la tierra. OREMOS.

3.-Para que el Señor, por el amor que tiene a su Iglesia, le conceda los pastores que necesita según su corazón. OREMOS.

4.- Para que el testimonio entregado, alegre, y fiel de los consagrados suscite en nuestros jóvenes seguir la maravillosa aventura de entregar la vida por el Evangelio. OREMOS.

5.-Para que la oración y ofrenda de los enfermos en favor de las vocaciones de especial consagración se vea bendecida ante Dios. OREMOS

6.-Por nuestro Seminario y nuestros seminaristas, para que el Señor les conceda fidelidad y alegría en la respuesta vocacional, y se preparen con entusiasmo para un día servir al pueblo de Dios como pastores según el corazón de Cristo. OREMOS.

Que nuestras peticiones, Dios de bondad, obtengan de Ti fruto abundante. Por Jesucristo Nuestro Señor.

ORACIÓN VOCACIONAL

Padre mío, me pongo en tus manos. Padre mío me confío a ti, Padre mío me abandono a ti, Haz de mí lo que quieras, sea lo que sea. Lo acepto todo con tal que Tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Padre, no deseo nada mas.

Pongo mi alma vida en tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor del que soy capaz, porque te amo, porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos,sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.

(Compuesta por Carlos de Foucauld )

CANTO FINAL

PESCADOR DE HOMBRES  1.- Tú has venido a la orilla, no has  buscado ni a sabios ni a ricos, tan sólo quieres que yo te siga.   Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a Ti buscaré otro mar.  

2.-Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo.   3.-Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando.   4.-Tú pescador de otros lagos, ansia eterna de almas que esperan, amigo bueno que así me llamas.

TESTIMONIO VOCACIONAL PARA NIÑOS Y JÓVENES

Mis queridos niños y jóvenes: Supongo que sabéis que os escribo con alguna frecuencia; sobre todo al comenzar el curso y con motivo de la Navidad, o con ocasión de algún encuentro que vayamos a tener a lo largo del año. Pienso escribiros más adelante para anunciaros todo cuanto estamos preparando para recibir y acompañar al Papa Benedicto XVI en su Viaje a España en el verano del año 2010. Ahora os escribo porque me han pedido que os cuente cómo ha sido mi vida sacerdotal desde que entré en el Seminario hasta ahora, al cumplir los 25 años como Obispo de la Santa Iglesia Católica.

Debo deciros que, desde muy pequeño, tenía en la cabeza la idea de ser Sacerdote. Si me preguntáis por qué no sabría responderos. Cuando lo pienso termino creyendo que era el Señor quien me hacía pensar así. Como mis padres eran muy buenos cristianos, me llevaban con ellos al Templo para participar en las celebraciones que tenían lugar allí. Antes me explicaban lo que se iba a hacer allí, según yo podía entender, para que aquello no me resultara extraño ni aburrido. Recuerdo que me parecía imposible que el Dios estuviera presente de verdad entre nosotros cuando el sacerdote consagraba el pan y el Vino en la santa Misa. Pero terminaba creyéndolo, no sólo porque me lo decían mis padres, sino también porque veía la devoción y el respeto con que las personas mayores y algunos niños se acercaban a recibirlo. A la vista de ello deseaba asistir a la catequesis para recibir un día al Señor en la sagrada Comunión. Al mismo tiempo se me ocurrió ser monaguillo para estar junto al Altar donde celebraba el Sacerdote.

Poco a poco, relacionándome con las cosas del Señor y estando cerca del sacerdote de la Parroquia, se fortalecía en mi alma el deseo de ser sacerdote. Yo seguía yendo a la Escuela, jugando mucho con mis amigos y compañeros, y asistiendo a la Iglesia hasta que cumplí los años necesarios para ingresar en el Seminario. Y allá que me fui, con toda la ilusión del mundo. Yo suponía que en el Seminario tendría que estudiar, como en mi pueblo. Pensaba que allí podría jugar al futbol, como antes, puesto que me gustaba mucho. Es verdad que me dolía estar lejos de mis padres y no verles todos los días, ya que debía vivir en el Seminario durante el curso. Pero esto les ocurría también a los mayores que estudiaban en la Universidad fuera del pueblo. Por tanto, veía normal tener que salir de casa, Pensé incluso que así aprendería a ser mayor; y me conformé a vivir interno fuera de mi casa preparándome para ser sacerdote, que es lo que me interesaba. ¡Qué buen recuerdo tengo de aquellos años vividos en el Seminario! Jugaba, estudiaba, aprendía a convivir con los compañeros, hacía amigos de gente que no había visto jamás y que llegaban de muy diferentes lugares. Todavía hoy sigo reuniéndome con muchos de ellos en fechas muy destacadas del año. Y siempre recordamos anécdotas de aquellos tiempos que compartimos en el Seminario. La vida en el Seminario tenía momentos felices y otros más difíciles. No todo era divertido. Tampoco en la vida de los niños y jóvenes fuera del Seminario todo es fácil y feliz. A nadie nos gusta que nos corrijan, y menos que nos riñan y castiguen si hemos hecho algo mal; a nadie le gusta tener que pasar un examen, etc. Pero todo esto ocurre tanto dentro como fuera del Seminario, y es necesario para ir creciendo en el alma igual que crecemos en el cuerpo. Los educadores nos decían que era muy necesario aprender mucho porque todo nuestro saber iba destinado a los demás, a quienes un día recurrirían a nosotros para conocer al Señor, para saber afrontar los problemas de esta vida, y para saber orientar sus acciones por el camino de la verdad y del bien. Por tanto, llegábamos al convencimiento de que, si nosotros no trabajábamos, si no aprendíamos a tratar bien a los compañeros, si no íbamos conociendo al Señor más cada día hasta hacernos amigos suyos, luego perjudicaríamos a las persona que recurrieran a nosotros; y esto sería una grave injusticia. Yo recuerdo que eso me hacía pensar y me ayudaba a estudiar, y a jugar, y a leer, y a aprovechar todo lo que me ofrecían mis educadores; y a ofrecer al Señor los sacrificios que me pudieran costar hacer las cosas bien. Al

fin y al cabo, según me enseñaban mis educadores, yo mismo, y todo lo que pudiera hacer, era para el Señor. ¿Cómo le iba a ofrecer al Señor las cosas a medias? Llegó el momento de ser ordenado Sacerdote. ¡Qué alegría! Iba a conseguir lo que siempre había deseado. ¡Qué bueno había sido el Señor conmigo a pesar de mis torpezas, defectos y limitaciones! En adelante debía intentar pensar lo que Dios quería de mí en cada momento, y estar siempre dispuesto a servir a los demás con buen ánimo y convencido de que así servía a Dios nuestro Señor que me había admitido como sacerdote suyo.

Mi primera experiencia sacerdotal fuerte, que me hizo mucho bien y que recuerdo con cariño, fue en un hospital francés visitando todos los días a niños, jóvenes, mayores y ancianos que pasaban momentos muy difíciles a causa de su enfermedad y de la soledad y la monotonía que supone estar mucho tiempo en una misma habitación sin salir y sintiéndose enfermo. A partir de ese momento pensé que no debía quejarme por lo que pudiera ocurrirme, sino que debía ofrecérselo todo al Señor en favor de aquellos niños, jóvenes y adultos que sufrían a causa de sus dolencias. Fui luego párroco de unos pueblecitos muy pequeños cuyo recuerdo guardo en el corazón con todo cariño. ¡Qué apuros cuando se me presentaban problemas que yo consideraba importantes y difíciles, y que yo no había conocido antes! Pero, entonces, le decía al Señor: este problema es de los dos, así que ayúdame. ¿Sabéis que os digo? Pues que Dios no falla nunca. En algunos casos, el que fallaba era yo, empeñado en confundir la voluntad del Señor con mi manera de pensar o con mi gusto. No es bueno pensar que uno tiene la razón sin comparar sus convicciones con las de otros bien formados y competentes. Lo que ocurre es que Dios es infinitamente bueno y termina perdonándonos siempre. ¡Qué ingratos y desconsiderados somos con el Señor si no acudimos a Él verdaderamente arrepentidos para que nos perdone en el sacramento de la Penitencia!

Y así fue transcurriendo mi vida como sacerdote, sirviendo a la Iglesia en pueblecitos pequeños, dedicado a los jóvenes durante muchos años, y ocupado en la enseñanza otros más.

Un día fui llamado por mi Arzobispo de parte del Papa. Me comunicaba que el Santo Padre Juan Pablo II, informado por sus colaboradores, consideraba que debía ser ordenado Obispo. Me pedía mi parecer, y mi aceptación o mi rechazo haciendo uso honesto de mi libertad. Yo respondí que a mí me había gustado ser sacerdote y la Iglesia me había aceptado. ¿Cómo iba yo a negarme cuando la Iglesia, a través del Papa, me pedía que le sirviera como Obispo? Acepté con cierto temblor porque para ser Obispo ya no había seminario, y la responsabilidad mía podía repercutir sobre mucha más gente que cuando visitaba enfermos o regía una parroquia pequeña, etc. Pero una vez más me ayudaron a pensar que el Señor no deja sin su ayuda a quien llama para desempeñar un ministerio al servicio de la Iglesia, para gloria de Dios y para salvación del mundo. Pasados unos años fui llamado de nuevo para atender otra diócesis. Y finalmente la Iglesia me pidió que ejerciera el ministerio pastoral en Extremadura como Arzobispo de Mérida-Badajoz. Y aquí estoy, después de todo, contento, aunque preocupado porque me cabe la seguridad de que habré hecho algunas cosas mal sin saberlo, convencido además de que las hacía bien. Esto me lleva a pedir perdón al Señor y a ser indulgente y comprensivo con quienes me parece que obran mal. Posiblemente ellos también piensen que están obrando bien y necesiten más mi perdón y mi paciencia que mi juicio y mi desprecio. Hoy me presento ante vosotros, ya mayor en años, pero igualmente contento y entusiasmado como el primer día por ser sacerdote. Cada vez voy aprendiendo más de otros compañeros sacerdotes y Obispos, y me alegra tener una oportunidad nueva para hacer las cosas mejor. Quizá no soy capaz de realizar bien todo lo que aprendo de los otros. Pero sigo pidiendo perdón al Señor, convencido de que Él me quiere a mí más que yo mismo pueda quererme; y que me perdonará y seguirá ayudándome para que sea capaz de hacer bien todo lo que Él me vaya pidiendo.

Doy gracias a Dios porque me conserva la alegría de ser Sacerdote, y la ilusión de trabajar como Obispo todo lo que pueda para servir a las personas, creyentes y no creyentes, que el Señor ponga cerca de mí en el camino de la vida.

Si pudiera leer en vuestra alma lo que Dios quiere de vosotros, os diría: decidíos a hacerlo con toda ilusión y esfuerzo, cueste lo que cueste. La felicidad que podemos alcanzar en la tierra no está en hacer lo que nos gusta en cada momento, sino en hacer bien lo que Dios quiere de nosotros. Pensadlo bien. Y si el Señor os llama para que seáis sacerdotes, o religiosas, no lo dudéis. Decidle que sí. El os ayudará a llevar adelante cuanto requiera el desarrollo de la vocación recibida. Haceos amigos del Señor. Acercaos a Él en el Sagrario de la Parroquia, y rezad para que Dios vaya manifestándoos lo que quiere de vosotros. En ello está vuestro bien y el bien de la Iglesia y del mundo. Practicad el sacramento de la Penitencia porque en él os perdona el Señor y os da fuerzas para seguir adelante con ilusión y con esperanza de ser mejores cada día. Acercaos a escuchar la palabrea del Señor, a orar junto con la Comunidad cristiana, y a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo hecho alimento que fortalece el alma. Sed cristianos ejemplares celebrando el Domingo como el día del Señor que es. No os canso más. Contad conmigo como con un amigo mayor, pero siempre amigo. Santiago García Aracil Arzobispo de Mérida-Badajoz

VEINTICINCO AÑOS DE CURA SON MUCHOS AÑOS

Los niños que tengo ante mí, acaban de hacer este año su Primera Comunión. Son muy espabilados, sobre todo uno, que es muy expresivo. Ahora llevan un tiempo haciendo de monaguillos. De vez en cuando, después de la Eucaristía, nos paramos a comer alguna chuchería en el kiosko de la plaza. Hemos comenzado a hablar porque han escuchado a un matrimonio que ha entrado en la sacristía y me ha felicitado por las bodas de plata de mi sacerdocio. Y, a bocajarro, el que os digo que es espabilado, me pregunta:

- ¿Por qué le ha felicitado ese matrimonio que han dicho no sé qué de la bodas de plata? - Pues, nada, que ya llevo veinticinco años de cura y eso son las bodas de plata.- Entonces, ¿ya lleva usted veinticinco años de cura?- Pues sí, veinticinco. ¿Qué te parece?- ¡Uff! Eso es mucho tiempo (A esto le veo la cara como queriendo decir que ya soy un

poco mayor, que ya estoy un tanto “pasado”; menos mal que luego añade algo); aunque, no parece usted tan mayor.

- Gracias, hombre. Me dices que es mucho tiempo y tengo que decirte que sí y que no. Verás: sí es mucho tiempo, porque son ya muchos los años que llevo en ello; pero para mí no es tanto, porque parece que fue ayer cuando empecé.

Y entonces me sigue preguntando:

- Y, ¿cómo se hizo usted cura?- Bueno, verás, es largo de explicar…

A lo que los otros intervienen en la conversación:

- Cuéntenoslo, ande. Que queremos saberlo.- Pues todo comenzó cuando era niño, como vosotros. Iba por la Iglesia, como vosotros.

Estaba entre los monaguillos, como vosotros, aunque no llegué a serlo nunca. Era más bien un “enrreilla” y sólo pensaba en jugar, en leer comics, en hacer algunas travesuras…

- Claro -terció otro de ellos-, es que entonces no había plays, ni ordenadores, ni nada de lo que tenemos hoy…

- No, no había nada de eso, pero lo pasábamos genial con nuestros juegos y trastadas, que nunca eran demasiado malas.

Observo cómo se dan con el codo cuando digo lo de mis travesuras y se ríen entre ellos, pero siguen preguntando.

- ¿Y qué mas? Ya que se ha puesto, nos lo tiene que contar todo…- Por mi, no hay pega. Resulta que además de todo eso, iba a la escuela. Y también me

gustaba estudiar. Pero, claro, entonces en los pueblos se estudiaba sólo hasta cuarto de primaria. Luego, nos íbamos fuera, al pueblo grande que había cerca. Pero, mis amigos se querían ir todos al Seminario… Yo, no tenía ni idea de qué era; pero como se iban ellos, pregunté y me dijeron que se pasaba bien, que había muchos campos de futbol, que se hacían muchos amigos de otros pueblos… Y me fui al Seminario.

- ¿Qué pasó? ¿Qué le pareció? ¿Cómo vivían allí?- Pues, francamente bien, Teníamos tiempo para todo: para estudiar, para jugar –sobre

todo al futbol-, para fiestas y veladas, para rezar… Para todo. Y allí hice un montón de amigos que todavía tengo…

- ¿Y qué es eso de veladas y fiestas?- Pues que se organizaban de vez en cuando fiestas por la noche donde lo pasábamos

muy bien, con chistes, imitaciones, teatros, canciones, etc. Estábamos deseando que llegaran esas fechas para tener estas cosas.

- Pero, tendrían que estudiar mucho, ¿no? - Pues sí, sobre todo cuando íbamos subiendo de curso. Así llegamos a los estudios que

son propios para poder ser sacerdote. Y ahí también se estudiaba mucho. Eran siete años. En ellos noté más que nunca que el Señor me iba pidiendo que fuera sacerdote.

Me siguieron preguntando cosas de esa etapa… Pero, me quedé más extrañado cuando seguían explorando en la vida de sacerdote…

- Y desde que se hizo cura, ¿dónde ha estado? ¿Qué ha hecho?- Pues, antes que nada, estar un año de capellán en el ejército. Y luego me dejaron en

Badajoz, en una Parroquia de muchos niños, con muchas cosas. Lo pasé genial: teníamos un patio grandísimo donde organizábamos partidos de futbol. Y un escenario para representar obras de teatro…

- Y luego ¿dónde más ha estado?, porque en veinticinco años habrá estado en muchos pueblos…

- Pues me mandaron a Olivenza y a San Jorge de Alor, donde me sentí muy a gusto, donde daba muchas clases, había muchos grupos de jóvenes, organizábamos convivencias con jóvenes, salidas, caminatas…

- Pero, a nosotros nos ha dicho la señorita que usted estuvo en Roma…- Sí, estuve estudiando un poco más de teología moral, una cosa que es muy interesante

para que sepamos qué tenemos que hacer y por qué hacerlo. Luego volví y el Obispo me mandó a otros dos pueblos preciosos: Oliva de la Frontera y Valencia del Mombuey. Sólo dos años estuve allí pero me encantó porque trabajé mucho como sacerdote y me encontré con el apoyo de mi compañero Juan María, de muchos cristianos, niños, jóvenes y mayores que estaban “todos a una” para que la Iglesia estuviera bien, fuerte, alegre, llena.

- ¿Y qué más? ¿Qué más?- Pues que luego estuve cuatro años en el Seminario, cuidando a los chavales que allí

estaban, como formador. También allí lo pasé muy bien con tantas cosas como hacíamos… Teníamos hasta un zoológico de aves muy grande, con muchos animales que cuidábamos nosotros mismos… Cada semana un grupo se encargaba de darles de comer, limpiar, ordenar, arreglar, mirar los pichones, pollinos, faisanes, pavinos, etc., que iban naciendo…

- Jolín que guay, con lo que me gustan a mi los bichos…- Pues lo hubieras pasado muy bien. Luego, para acabar me volvieron a mandar a

Olivenza y de allí aquí al pueblo, a Lobón, y a Guadajira, donde llevo ya unos pocos de años, alternando con algún trabajillo más. ¿Qué os parece?

Y, ahora viene el que yo digo que es un espabilao y me dice:

- ¿Y usted ha sido siempre feliz siendo cura?- Pues claro, hombre. Muy feliz. Es verdad que hay ratos mejores y otros no tanto; incluso

que se cometen errores y hay que corregirse. No he logrado hacer todo lo que me hubiera gustado, pero he hecho todo lo que he podido, con la ayuda de Dios y con la colaboración de mucha gente que me ha ido animando y con quienes he compartido todos estos años…

- ¿Usted tiene muchos amigos?- Yo creo que sí, muchos. En todos los sitios en los que he estado he ido haciendo

bastantes amistades… A veces no veo a mis amigos en bastante tiempo, pero sé que están ahí y nos vemos de vez en cuando, compartimos momentos importantes de la vida, estamos unidos.

- ¿Y qué es lo que hace un cura normalmente?- Pues que va a hacer: decir Misa, ¿no lo sabes tú?, dijo uno de ellos.- Sí, pero además, hago otras cosas. Por ejemplo: intento ser guía de la comunidad,

coordinar las tareas entre todos…- Y eso ¿qué es? - Pues eso es intentar que todos nos pongamos de acuerdo para hacer las cosas juntos, de

manera que cueste lo menos posible y salga lo mejor posible. Pero, además, un cura ha de estar al tanto de muchas cosas, ha de visitar a los enfermos y ancianos, ha de procurar cuidar a los más necesitados, ha de prepararse bien para la predicación, para la catequesis, ha de asistir a muchas reuniones de catequesis, de Cáritas, de liturgia, de compañeros sacerdotes…

- Jolín… ¡Cuántas cosas!- Es que hay más: por ejemplo atender las cosas del despacho parroquial, estar para

cuando la gente lo necesite, para hablar, para compartir… Ir a otros sitios, estar para los compañeros, ayudar en otras parroquias, etc, etc.

- Pues, sí. Y yo que creía que no tenían tantas cosas qué hacer los curas.- Hombre, esas y otras que ya os contaré en su momento. Pero sí es bueno que sepáis que

si las hacemos es para bien de la gente y con la ayuda de todos. ¿Veis?, vosotros también me ayudáis.

- ¿Nosotros?- ¡Claro! Cuando sois monaguillos en la Misa o en otro acontecimiento… Es vuestra

manera de ayudar a que la Iglesia siga alegre y viva.- ¡Qué bien!- Pero todavía podéis hacer mucho más… ¿Por qué no pensáis si alguno de vosotros puede

ser cura algún día?- Si, hombre, nosotros, con lo trastos que somos…- Pues sí, vosotros. Lo mismo pensaba yo y luego conocí que Dios sí contaba conmigo. Y lo

mismo quiere contar con vosotros, porque, ¿sabéis?, los sacerdotes son necesarios y tienen que seguir en la vida de la Iglesia. Por eso se necesitan niños, jóvenes y adultos que quieran dedicarse a serlo…

- Pero, para eso se necesita irse uno al Seminario, ¿no? ¿Y dónde está? ¿Y cómo es?- Os lo cuento otro día, ¿vale? Mirad, ya es tarde. Vuestra madre se va a empezar a

preocupar si no llegáis. Si queréis mañana seguimos hablando de todo esto…

Y los veo a cada uno echar a correr por calles distintas dirigiéndose a sus casas. Hoy, estos chavales me han hecho recordar tantas cosas… 25 años de cura… 25 años de acción de gracias a Dios... Pido a Dios por ellos, por sus compañeros… Que si sienten su llamada no se cierren a responderle que sí. Y siempre con el espíritu dispuesto a seguir hasta que Dios quiera, con su gracia.

Feliciano Leal Cáceres

ESTE CAMINO LO PUEDE HACER CUALQUIERA QUE QUIERA PONERSE EN LAS MANOS DE DIOS

Narrar la historia de mi vocación es un pequeño aprieto; es una historia muy sencilla, lejos de eventos espectaculares. A todos nos gusta leer historias de grandes conversiones, con prodigios y hechos insólitos. Parecería que si Dios quiere hablar a una persona lo debería hacer

como habló a Moisés en el Sinaí, con truenos y fuego. Sin embargo éste no es el caso de muchos cristianos, entre ellos yo, a quienes Dios habla de una manera más sencilla y espontánea.

Nací en una familia cristiana. Sentí claramente la llamada de Dios cuando estaba en 6º de EGB. Digo claramente porque cuando uno es pequeño un día quiere ser médico, otro veterinario, después maestro y al final futbolista. Algunos amigos míos se habían marchado al Seminario a estudiar y yo les veía muy contentos cada vez que venían al pueblo. De ahí que les propuse a mis padres la posibilidad de irme al Seminario, pero ellos con buen acierto y en conversación con el párroco de la Parroquia pensaron que era pronto. Fueron retrasando mi ingreso en el Seminario hasta 1º de BUP (3º de la ESO). Como era monaguillo de la Parroquia, comencé a asistir al Seminario el día del monaguillo, a participar en los campamentos en La Redondela (Huelva), donde conocí a muchos chicos que estaban en el Seminario y yo seguía viéndolos muy contentos. La alegría que desprendían era el motivo para seguir ilusionado con mi marcha al Seminario.

Llegó el momento, y me fui al Seminario donde, en primer lugar, iba para estudiar, pero el gusanillo de ser sacerdote no desaparecía de mi vida. Fueron pasando los años. Asistí a convivencias de seminaristas de otras diócesis donde poníamos en común aquello que vivíamos. En estas convivencias, sacerdotes nos hablaban de su experiencia como pastores en medio de sus parroquias y me ilusionaron cada día más. El encuentro del Papa Juan Pablo II en Santiago de Compostela con los jóvenes fue lo que me dio la “puntilla” para decirle al Señor que quería seguir en el camino que había puesto delante de mí.

No fue algo raro, ni extraño, ni nada por el estilo, sino una inquietud de Dios. Hay adultos que piensan que Dios no puede hacer sentir su llamado a un joven y creen que son ilusiones pasajeras, como lo de ser médico. Yo puedo responder que para mí era una experiencia clara y para nada fugaz y no veo la dificultad para que otros también lo sientan.

Había muchas preguntas en mi vida, es cierto. ¿Esto lo puede hacer un cura? Y siempre

había respuesta afirmativas a tales planteamientos. La adolescencia y la juventud son etapas de la vida que se pasan con el tiempo. Y llegaron momentos en los que trataba de escabullirme, pero… con la ayuda del buen ambiente, de la oración, del espíritu de caridad y compañerismo y del testimonio de algunos sacerdotes con los que conviví, volví a responderle positivamente a Dios.

A partir de este momento todo ha sido crecer en la entrega al Señor. El llamado de Dios no ha cambiado, ha sido y es el mismo que a mis 10 años; lo que sí ha cambiado ha sido la manera de entender mi vocación y el modo de expresar mi respuesta. Primero lo hice con la mentalidad de un niño, después como un adolescente, hasta terminar como un joven maduro plenamente consciente de las implicaciones que comporta seguir este camino.

Este camino lo puede seguir cualquiera que quiera ponerse en las manos de Dios para dejarse moldear por él. Por eso podemos ser jóvenes “jasp” (jóvenes aunque sobradamente preparados). Tú también puedes estar abierto a la llamada de Dios. Es un camino alucinante e ilusionante, pero tienes que ponerte a escuchar a Dios.

Antonio María Rejano Caballero

EL SEÑOR SIEMPRE ME ACOMPAÑA

No recuerdo con precisión el momento exacto en el que decidí conocer el seminario; quizás fue una decisión que tomé movido por el testimonio de los seminaristas mayores del pueblo donde vivía. Sea como fuere, hoy doy gracias a Dios por ese momento en el que decidí comenzar mi formación en el seminario menor, inicio de un proceso vocacional que culminaría con mi ordenación de sacerdotal. Empezaba entonces mi ministerio sacerdotal que continúa en estos momentos en la Parroquia de Santa Marta de los Barros.

Es posible que muchos jóvenes de hoy no conozcan la vida de un sacerdote, y que incluso puedan pensar que ser cura es algo aburrido y monótono, pero os puedo garantizar que ser sacerdote en el mundo de hoy es una aventura apasionante que merece la pena vivir.

Conlleva necesariamente ser fiel a la llamada recibida del Señor, estar íntimamente unido a Aquel que te eligió para ser su ministro en la tierra. Guiado por su Espíritu y de una manera misteriosa, se ha ido desarrollando mi vida sacerdotal. Primero, como párroco de un pueblecito de la Serena Extremeña, Esparragosa de Lares, mi primer destino y como se suele decir “mi primer amor”. Qué bien supo el Señor encomendarme la misión de ser pastor de ese pueblo de personas sencillas, acogedoras, con gran sentido de Iglesia y de la vida en comunidad. De ellos aprendí muchas cosas, seguramente más de las que yo pude aportar. En el anuncio del Evangelio, la presidencia de la Eucaristía y la entrega a los demás, sientes de cerca las palabras de Jesús: “el que quiera perder su vida por mí la encontrará”. ¡Qué gratificante es ser sacerdote y entregar tu vida a los hermanos por amor a Dios!

Después de algunos años en Esparragosa, nuestra Iglesia local, es decir, la Diócesis, por medio de nuestro pastor que es el obispo, me envía de vicario parroquial a una parroquia de la ciudad de Badajoz. En la comunidad de San José me esperan unos años intensos de trabajo en muchos sectores de lo que llamamos “la pastoral”, que son las acciones que realizan todos los cristianos para sembrar el mundo con los valores de Jesús. Especialmente viví con mucha intensidad mi labor con los jóvenes en el mundo de la enseñanza como profesor de un Instituto de Enseñanza Secundaria y consiliario de un movimiento de jóvenes estudiantes, llamado J.E.C. (Juventud Estudiante Católica). De esta segunda etapa de mi ministerio he de constatar que el contacto con los jóvenes llenó mi vida de esperanza y valentía. Sus ganas de cambiar el mundo al estilo de Jesús desde la realidad estudiantil en la que vivían contagió mi ministerio sacerdotal de coraje y fuerza para seguir sin desfallecer anunciando el evangelio. Su opción por ser fiel a la voluntad del Padre animó mis ganas de ser más fiel en mi ministerio, y a formarme mejor para poder acompañar a los jóvenes en su empeño de encontrar su vocación en esta vida desde los designios de Dios.

Unos años después, viví una de las experiencias más plenas y esperanzadoras de mi ministerio. Aunque me costó despedirme de los amigos y parroquianos a los que estuve sirviendo durante años, el Espíritu me condujo a otra realidad pastoral y parroquial; sin abandonar la labor de docente en otro Instituto de Enseñanza Secundaria, comencé como párroco en dos pueblos de la Comarca de Mérida. Ese cambio de realidad pastoral me hizo constatar una vez más que el Señor me amaba sin medidas, que quería que creciera en mi vida personal, que me abriera a la acción de su Espíritu y me dejara conducir por sus designios, que renovara la confianza en Aquel que me llamó para la misión. Es por eso que en Villagonzalo y Valverde de de Mérida viví una de las experiencias que más me han ayudado a madurar en mi vida sacerdotal, yo la calificaría como “la experiencia del sembrador”. En muchos aspectos de la pastoral parroquial habrá que partir de cero, lo que supone un gran reto para mi ministerio. Tendré que cambiar mi manera de estar en la realidad de los pueblos; ya había estado de párroco en un pueblo, pero estas realidades eran muy diferentes a lo vivido hasta ahora. Con la única seguridad de saber que el Señor hace bien las cosas, aunque nuestros sentimientos en ocasiones no concuerden con los que Dios, eché manos “al arado” y me puse a trabajar. Lo primero fue hacer un análisis de la realidad a la que iba a servir, constatar las posibilidades de crecimiento y empezar a buscar obreros para la tarea de construir el Reino de Dios en esas tierras. Os puedo decir que el ejercicio de construir supuso una gran dosis de paciencia, vigilancia, constancia y vida de oración. Paciencia para saber esperar al modo de Dios, sabiendo que el crecimiento en la vida espiritual es un proceso lento, que no depende todo de nosotros, que es el Espíritu quien fecunda con su gracia la vida de la comunidad. Vigilancia para estar atento a las distintas posibilidades de evangelización que iban surgiendo, así como para saber leer con los ojos del evangelio los pequeños avances y signos que surgen en la vida de la comunidad. Serán la constancia y el empeño por no desfallecer en la tarea las claves para fraguar unos cimientos sólidos sobre los que construir acción pastoral. Pero todo ello no hubiera servido para nada si nos hubiera faltado el Señor en el corazón de la acción pastoral; sin Él no podemos hacer nada, con Él lo podemos todo. La savia que nutrió y dio vigor a la acción pastoral en esos años fue la presencia misteriosa del Señor, vivida en los sacramentos, la oración, el servicio de la caridad y la vida comunitaria.

Ahora continúo mi ministerio pastoral en la Comunidad de Santa Marta de los Barros, abierto a los caminos por los que el Espíritu del Señor me quiera conducir, y con la certeza de saber que el Señor me acompaña en este caminar.

José María Barrantes Gil

EL SACERDOTE, EL HOMBRE DE LA ALEGRÍA

Tengo 43 años, soy un hombre casado con cinco hijos y, a lo largo de mi vida, por diversas causas, he conocido y convivido con numerosos sacerdotes de toda índole y condición.

Los he conocido recién ordenados, muy jovencitos con veintipocos años, a la espera de una parroquia a la que servir; otros, con más de ochenta años; algunos, con más de cuarenta años en el mismo pueblo y otros, un poco más viajeros y poco estables en sus destinos definitivos. Me he relacionado con sacerdotes con diversas responsabilidades diocesanas y con otros a cargo de distintas pastorales parroquiales. He conocido incluso sacerdotes que han sido nombrados Obispos…

Pero, si tuviera que pensar en una característica que los asemejara, me declinaría por señalar la ALEGRÍA de todos ellos por la vocación recibida; la alegría de la respuesta generosa a la llamada de Dios; la alegría de la entrega, del sacrificio de toda una vida consagrada a Dios; la alegría de dejar todo por el Reino de Dios, por el servicio a Dios y a los demás sin esperar una recompensa terrena.

Por eso, como a todo padre que se le preguntara qué es lo mejor que quiere para sus hijos, respondería a ciencia cierta, que su felicidad; y no me cabe duda de que una forma de alcanzar esa felicidad es la respuesta generosa de un hombre a la llamada de Dios a su servicio en el sacerdocio.

Manuel José Fernández Morales.

LA GRANDEZA Y DIGNIDAD DEL SACERDOTE

Se me pide que dé testimonio sobre los sacerdotes, ¿Qué puedo decir de ellos? En mi infancia creía que los curas nacían ya curas y por eso tenían que ser distintos, mejores y únicos. Al correr del tiempo, vi que eso no era así, que eran iguales que cualquier hombre, aunque diferentes.

Tuve muy cerca uno de ellos a lo largo de mi niñez y juventud. Me habló tanto de la dignidad sacerdotal y del amor que a estos se les debía tener por la transmisión de los sacramentos y porque sus vidas tenían que ser como la de otros cristos, que empecé a quererlos mucho, muchísimo; me aplicaba a mí lo que decía Santa Teresita, “Gracias que son hombres.”

Con el tiempo, y al conocer en mi vida tantos y tantos sacerdotes, cada uno de forma distinta y diferente, no dejé de amarlos y respetarlos, pero ya me di cuenta de que cada uno tenía su parte buena y sus defectos como persona. A pesar de todo, hay que acercarse a ellos, estudiarlos, observarlos; todos tienen más valores de lo que pensamos y creemos. La entrega, el servicio, el desvelo, la incomprensión de muchos… ¿no nos dice nada todo esto?

Pero si aún no es suficiente, pensemos que cuando lo bueno no salga, hemos de guardar silencio, musitar una oración a la madre sacerdotal, María, y pedir a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que los haga según su corazón y ya veremos cómo esto hace que sean no cómo nosotros queremos, sino como Dios los quiere, apóstoles y santos.

Amad a los sacerdotes, rodeadlos de prestigio, haceos sus colaboradores; dejemos la comodidad y trabajemos en esta gran familia de hermanos, cuya cabeza es Cristo, y cuyo mensaje es el amor, la paz, la armonía… en una palabra: la hermandad, teniendo todos el mismo Padre, Dios y un hermano mayor, Cristo, El Señor.

Estrella López Báez

CRISTOS EN MEDIO DEL MUNDO…

Desde el recuerdo de mi infancia, siempre ha habido algo que, a menudo, me ha llamado la atención. Algo que al principio, justificaba como “un olvido sin mas” y luego como “tal vez la falta de espacio para poder reflejarlo…”; sin embargo hoy, desde una cierta madurez, lo disculpo y lo comprendo en base a los valores y criterios de nuestra sociedad, en la cual y por cierto, como todos, estoy llamado a vivir mi ser cristiano.

Me refiero a un hecho casi sin importancia, pero que también por frecuente, pasa desapercibido, y no por ello, deja de llamarnos a muchos la atención.

Eso a lo que hago referencia, y que fue y sigue siendo motivo de mi atención, comienza cuando, en los incipientes libros infantiles destinados a los más pequeños y luego en otros manuales para jóvenes, se habla de las muchas y variadas actividades que los hombres realizamos. En ellos se suele omitir una que, por minoritaria, no es menos necesaria -y aun imprescindible- que otras que en ellos se reflejan… pero claro, este criterio es en función de los valores que uno adquiere y guían su vida

Hoy, disculpo esa omisión, no por esa falta de espacio, sino porque lo que es objeto de mi atención no es un trabajo normal, ni tampoco una actividad más, ni por supuesto una profesión como tantas y variadas que desempeñamos…; es una “dedicación especial”, cuyo fruto no se puede valorar bajo los parámetros humanos, ni por supuesto, se somete al simple criterio de ganancias o pérdidas o cualquier otro tipo de criterios en los que se valoran las otras muchas acciones humanas.

Así enfermeras, médicos, bomberos, policías, albañiles y muchos más, suelen ser los protagonistas indiscutibles de esos libros infantiles, acompañados de alguna representación gráfica del desempeño de su trabajo. Relación que luego y en otros ámbitos, bajo criterios mas maduros, se complementa con otras muchas más actividades humanas, considerando hasta las más variopintas y curiosas… pero incluso en estos últimos suele faltar la referencia a ese “trabajo especial” que era y es objeto de mi echar en falta y que es la del sacerdote.

Y sin embargo, para muchos de nosotros, este “trabajo” es esencial.

Es verdad que obedece, como otros tantos, a una vocación… pero trasciendo incluso ese concepto, porque esta “dedicación” es, a la vez, seguimiento y entrega totales, con todo lo que eso significa y conlleva en quien lo realiza: renuncias, sacrificios, obediencia… y algo que solo se da en ella: negación de sí mismo para convertirse en “otro” en medio del mundo.

Pero además, este “trabajo” es especial por otros muchos motivos: nunca actúa en nombre propio ni por propia iniciativa, sino bajo un mandato tan claro y simple como comprometedor: “Haced esto en memoria mía”, algo que abarca toda la vida, todo el ser de quien de verdad y con todo lo que eso implica, está dispuesto a entregarse a los demás.

Antes hice referencia a mi “ser cristiano”, concepto que se deriva de mi “ser Iglesia”; esos dos conceptos, junto con el del sacerdocio al que he tratado de hacer escuetamente referencia, los descubrí un día en un Cursillo de Cristiandad, donde, con el tiempo, he ido descubriendo y haciendo amigos sacerdotes, a los que tanto les debo y de quienes tanto aprendo.

Ahora pienso que me hubiera sido más sencillo en estos párrafos hablar de alguno de ellos, de sus cualidades humanas, de su entrega, de su perdón continuo en nombre propio ante las ofensas y chistes fáciles hacia su persona, y del perdón que ofrecen en nombre de Cristo, de su amor a todos, de su soledad y olvido callado al que muchas veces los sometemos, de su caridad para todos pero, ante todo, para los más débiles, de su siempre estar en los momentos difíciles, de su darse incondicional, de su “ponerse en el lugar de” pero, sobre todo, tendría que hablar de su alegría sincera, nunca forzada, de su felicidad que se alimenta con aquello que nos ofrecen y son, en medio de todos, Cristos en medio del mundo.

Antonio A. Carrallo