castigados al baúl mágico

8/19/2019 Castigados al Baúl Mágico

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¡Castigados al baúl mágico!AVENTURAS EN LA ANTIGUA GRECIA



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“Luci, tengo hambreeeee”. El quejido del llorica de mihermano me despertó esa mañana de domingo. “Ya esta-

mos”, pensé, el zampabollos en acción. Mi hermano Leo esun ser de auténtica excepción, sus 60 centímetros de alturapueden tragarse volúmenes de comida muy superiores a supropio tamaño, ayer, sin ir más lejos, ingirió la friolera de 7porras para desayunar, unas migas extremeñas para comer ymedio pollo para cenar.

A pesar de que come como un camionero, Leo no en-gorda, no. Tiene esa suerte el miserable, no como yo, queno es que esté gorda, pero bueno, delgada, delgada, puestampoco, y es algo que no entiendo, porque como conmuchísima menos ansiedad que el niño, como lo llamanmuchas veces mis padres.




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--Luci, tengo hambreeee.--Ya te he oído, Leo, pero todavía faltan dos horas para

que se despierten papá y mamá. De todas formas eres insa-ciable, ayer cenaste medio pollo asado y un plato entero depatatas fritas.

--Ja,ja,ja --Leo se reía ignorándome, es otra de sus ha-bilidades, si algo no le interesa, te ignora, puede empezara reírse , quedarse mirando fijamente un hilillo sacado deun jersey o escarbar en su nariz como si fuera a encontrarpetróleo.

--Venga, gordo, vamos a coger unas galletas de la cocina.

Mis padres siempre colocan las galletas encima de lanevera porque saben que es la única manera de que mi her-mano no acabe con ellas en cinco minutos. Cuando quiero

hacerle rabiar, le dejo llorar por las galletas y le miro daresos saltitos ridículos señalando hacia arriba como si fueraColón. Hoy sin embargo, me interesaba que se cebara cuan-to antes y me dejara ver la tele durante dos horas.

“Venga, enano, vamos a hacer la pirámide del infier-

no”. Esta es la manera más efectiva de alcanzar las galletasrápidamente. La pirámide consiste fundamentalmente enque Leo se ponga de pie sobre mis hombros, pero le hemospuesto este nombre tan llamativo porque nos parece queimpresiona más. En el colegio causamos sensación, bien esverdad que no tiene tanto impacto en niños de más de 6

años.




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ilustracion intentando alcanzar las

galletas




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A pesar de que yo creo que a grandes rasgos se nospodría describir como unos auténticos acróbatas, ese díano estábamos tan hábiles como de costumbre, mi hermanoperdió el equilibrio y ¡Cras! Todos los platos y vasos quehabía al lado de la pila se rompieron. Con el ruido, mispadres se despertaron.

--¡Pero bueno! ¿Qué habéis hecho? ¿Qué es este desas-tre? --dijo mi madre.

Por la puerta de la cocina habían entrado nuestros padresfantásticamente ataviados con unos calzoncillos blancos tiposlip (él) y una camiseta de hombre en la que podía leerse “Ilove Chicago” (ella). Como era de esperar, la bronca conti-nuó…

--Habéis intentado alcanzar las galletas haciendo la pirá-mide esa del infierno, un día os vais a matar. ¡Vais a pasarostoda la mañana castigados! –Esto lo dijo mi padre, Loren-zo--. ¡Y además sin juguetes, ni televisión, ni videoconso-la! –Mi padre miraba a su alrededor a través de sus gafillas

pensando en algún lugar de la casa donde no hubiera nadacon lo que pudiéramos entretenernos--.

--¡Ya sé!, en el desván –eso lo dijo mi madre.--¡Eso! ¡Al desván! –confirmó mi padre--, y para que

veáis que no somos tan malos, os daré un libro clásico, aquítenéis la Teogonía de Hesíodo.

No había día en que Lorenzo no mencionará a LOSCLÁSICOS, si le cuento algún problema del colegio en




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lugar de decirme algo sensato como “dale inmediatamenteun puñetazo a ese niño”, mi padre salta con que “ese dilemaya lo plantearon los clásicos” o “para comprender mejoresta situación siempre se puede echar mano de los clásicos”,mientras dice esto, habitualmente se va quedando embo-bado mirando por la ventana y empieza a coger carrerillamientras mueve lentamente la cabeza como los perrillosesos que se ponen en la parte de atrás del coche, si en esemomento no atajas la situación (marchándote, pidiéndoledinero o haciéndote la dormida) comenzará a explicarteuna historia infumable cuyos orígenes se remonten al siglo6 antes de cristo como pronto.

En mi mesilla de noche algunas veces aparecen miste-riosamente unos libros gordísimos con títulos apasionantes

como… El ingenioso hidalgo don Quijote de la Manchao… La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas yadversidades. Encuentro usos interesantes para estos to-mos, como ponerle a Leo un libro a cada lado de la cabezay apretar, sus carrillos se aplastan contra la boca y la nariz,y la cara de Leo se deforma, en eso normalmente me entra

un ataque de risa.

Cuando llegamos al desván mi hermano y yo nos mira-mos sin saber qué pensar, nunca habíamos pasado muchotiempo en aquella habitación, sería la segunda o tercera vezque yo pisaba ese lugar. Empecé a recorrerlo con la mirada,

no estaba muy limpio y entraba un chorro de luz por unade las dos ventanas del techo, la otra estaba cerraba conunos tablones. Seguí explorando la habitación, debajo de la




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ventana cerrada había un baúl enorme. Al principio no lepresté demasiada atención. Miramos aquí y allá pero lo úni-co que encontramos fueron muebles viejos: un perchero,unas sillas llenas de polvo, periodicos amontonados.

Leo se inclinó para mirar qué había dentro del baúl,pero ya sabemos que el equilibrio no es su fuerte y se colódentro, el enano empezó a emitir un sonido agudo y des-agradable, como de sirena de policía, señal inequívoca deque va a empezar a llorar. “¡Luci! ¡Sácame de aquí! Soco-rro”. Yo me puse de puntillas y le cogí de la camiseta conel brazo derecho, pero no era fácil sacarlo, no es lo que sedice un niño-peso-pluma y tampoco colaboraba, moviéndo-se como un histérico. Al final yo también me caí dentro.




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ilustración LEO Y LUCI METIDOS EN ELBAÚL




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¡Plac! La tapa del baúl se cerró de golpe. Se me hizo unnudo en la garganta, todo estaba oscuro y no se oía ningúnruido afuera. Al principio muy despacio pero cada vez másfuerte el baúl empezó a moverse, me sentía como cuandovoy en la parte de atrás del Ford fiesta de mi madre y tieneprisa por llegar a casa para ver Pasapalabra. Nos chocába-mos contra las paredes de uno y otro lado. Mi hermano,que no tiene conciencia de su ser, se reía como un idiota,pero yo, al ser muy madura para mi edad (me lo dijo la deLengua cuando utilicé la palabra “sugestivo”), estaba pre-ocupada por lo que estaba pasando. De repente el movi-miento cesó y la tapa del baúl se abrió de golpe, con elmismo chasquido que escuchamos cuando se cerró.

La luz me cegaba, y tuve que entrecerrar los ojos, se

habían acostumbrado a la oscuridad del baúl. “Venga enano,la pirámide del infierno”, le dije a Leo. Quería que viera loque estaba pasando, por qué entraba tanta luz.

--Esto no es el desván, Luci, ¡es un palacio!--¿Qué dices, niño-loco? --le contesté, pero en seguida

me di cuenta de que tenía razón, escuché una voz que noreconocía, una voz de hombre, parecía que había visto a mihermano ahí levantado.

“Hola pequeño ¿qué haces ahí metido?, tú debes de seruno de los nuevos alumnos de la Academia, ¿cómo has lle-

gado hasta aquí?, mis sirvientes están cada día más despis-tados” mientras iba diciendo esto se había acercado albaúl yahora agarraba a mi hermano para sacarlo. “¡Ah! pero si sois




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dos, hola pequeña. Venga, vayamos hasta la acrópolis, hoypasaremos el día al aire libre, quiero enseñaros los secretosde Atenas. Esperadme aquí y en seguida nos vamos”.




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ilutración doble página palacio (platón y los dos saliendodel baúl)




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ilutración doble página palacio (platón y los dos saliendodel baúl)




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Leo me miraba, pero yo estaba en medio de una profun-da reflexión:

“Atenas, la acrópolis… me suena de algo que nos conta-ron en el cole… o de algún rollo que me soltó papá”. Estoysegura de que mi cabeza echaba humo en esos momentos,de repente me vino a la mente: “¡La antigua Grecia!”, grité.Atenas era una ciudad griega y la acrópolis un lugar conmuchos templos. Estaba emocionadísima… “¡Enano, creoque hemos viajado en el tiempo!”

Mi hermano ya estaba a lo suyo, había encontrado unamesa con comida y se estaba poniendo las botas. Me acer-qué porque yo tampoco había desayunado y tenía hambre.Había higos, granadas, queso y aceitunas, todo tenía una

pinta buenísima y empezamos a comer, yo de una maneramuchísimo más elegante que el tragaldabas, que se llenabala boca a puñados sin atender a razones.

--¿Está rica, verdad? --El hombre barbudo irrumpióde nuevo en la habitación--. Coged un poco para el cami-

no –Nos dijo señalando la puerta para que empezáramos asalir--. Bueno, lo primero las presentaciones, yo me llamoPlatón.

Salimos de aquel palacio y caminamos durante un ratopor las calles, nos cruzamos con un par de mujeres cargan-

do agua, llevaban unas túnicas con mucho estilo. Más ade-lante se escuchaba el sonido de un martillo contra el metal,el ruido se mezclaba con la voz de Platón, que hablaba de




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unas guerras contra los persas y de un tal Sócrates. Cami-naba deprisa, nos costaba seguirle y además nos distraía-mos mirando la ciudad. Ya habíamos avanzado un buen ratocuando Leo me llamó excitadísimo:

-¡Mira eso Luci!—señalaba una explanada en la que ha-bían construido varios templos. Brillaban al sol relucientes.




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ilustracion doble pagina acropolis




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ilustracion doble pagina acropolis




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--Bueno niños, esto es la Acrópolis --Nos dijo Platón “ElBarbas”.

Yo no me pude resistir, cuando vi esos suelos de los tem-plos, tan pulidos y brillantes me lancé corriendo, me quitélos zapatos, cogí carrerilla y empecé a practicar un nuevodeporte que bauticé como “Patinaje sobre templo griego”,sabía que algún día me haría millonaria con este hallazgo.Me deslizaba con los calcetines y hacía unos giros asom-brosos, pero Leo, que por supuesto tenía que imitarme seacabó estampando contra una columna. A mí entró la risapero me duró poco tiempo, vino Platón rojo del enfado ynos echó la segunda bronca del día:

“¡Parad ahora mismo! ¡Esto es un lugar sagrado! ¡Venid

aquí! –“El barbas” se acercaba hecho una furia. ¡Esto es unlugar sagrado! ¡En la acrópolis rezamos a nuestros dioses!¡Además es una zona de importancia militar!”

Giré la cabeza y efectivamente, una pareja de soldadoscon escudo, casco, lanza y espada se acercaba a nosotros

con cara de pocos amigos.

“Bueno niños, está bien, nadie nace sabiendo, acompa-ñadme y os enseñaré los edificios más importantes. Pode-mos entrar, despacio y sin hacer mucho ruido al Partenón,allí conoceréis a nuestra diosa protectora”. Parecía que

Platón tenía buen carácter.




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--¡Sí! –contesté, además de escuchar la historia era elmomento ideal para sentarme y terminar de comer las co-sas que había cogido de la mesa, no es que sea una vacabu-rra como mi hermano, es que llevábamos una hora andando

y se me había abierto el apetito. A Platón le gustó muchoque le dijera que sí, y se sentó muy ceremonioso para ex-plicarnos la historia:

--Esta es Atenea, la diosa protectora de Atenas, nuestraciudad. Ella nos salvaguarda de los males naturales, de

otras ciudades y pueblos que quieran atacarnos y nos ayudaa tener una ciudad rica. ¿Queréis saber quién es y por quées la diosa de nuestra ciudad?

--¡Sí! –contesté.Además de escuchar la historia era el momento ideal

para sentarme y terminar de comer las cosas que había

cogido de la mesa, no es que sea una vacaburra como mihermano, es que llevábamos una hora andando y se mehabía abierto el apetito. A Platón le gustó mucho que le

Le seguimos para ver a “la diosa protectora”. En el in-terior del Partenón había una estatua gigantesca de oro ymarfil, era una mujer con un escudo y con la misma caraque pone mi madre cuando me pilla dándole una colleja aLeo. Platón empezó a hablar:

--Esta es Atenea, la diosa protectora de Atenas, nuestraciudad. Ella nos salvaguarda de los males naturales, deotras ciudades y pueblos que quieran atacarnos y nos ayuda

a tener una ciudad rica. ¿Queréis saber quién es y por quées la diosa de nuestra ciudad?




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dijera que sí, y se sentó muy ceremonioso para explicarnosla historia:

--Bien, Atenea es una de los 12 dioses más importantes,como sabéis es hija de Zeus, el padre de los dioses y jefedel Olimpo, donde ellos viven --Platón dijo esto y señalóel cielo. Es una de las hijas favoritas de Zeus, la diosa de laguerra, de la sabiduría, la justicia y muchas cosas más. Ella yPoseidón…

¿Poseidón? –preguntó Leo con los carrillos llenos deaceitunas, por una vez parece que se estaba enterando dealgo.

--Sí, Poseidón es el dios del mar. Bien, ella y Poseidóncompitieron para ser los dioses protectores de la ciudad.

Atenea les ofreció un Olivo. Poseidón, como era el dios delmar, golpeó el suelo con su tridente para hacer que brotarauna fuente de agua.

--Yo preferiría el agua, para poder beber --dije, no que-ría entrometerme en las decisiones de los atenienses, peroen ese momento notaba una bola de queso e higos en la

garganta que no terminaba de bajar y lo del agua me pare-cía una idea estupenda.

--Puede ser, pero como sabéis el mar es salado, y el diosdel mar hizo que brotara una fuente de agua salada, así quelos primeros atenienses prefirieron el olivo, así podríanobtener madera, aceite, olivas… Y desde entonces Atenea

es nuestra diosa.--Bueno niños, avancemos un poco más, hasta el ágora,

allí veréis lo bullicioso de nuestra vida ciudadana.




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ilustración Atenea y poseidón




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-¡No!, ¡no! --le dije, todavía no había terminado decomer y prefiería estar un poco más sentada, además sushistorias eran mucho más divertidas que las que nos explicami padre cuando habla de LOS CLÁSICOS --Cuéntanosotras cosas de Atenea, la diosa protectora, sabía que si decíalo de “diosa protectora”, el barbas iba a estar encantado.

--¡Uy!, ¡eres una alumna muy atenta! --la verdad es quecuando quiero soy encantadora--. Atenea nació, ya adulta,con su escudo y sus armas, de la cabeza de su padre, Zeus.La cabeza que aparece en el escudo es la de Medusa. Medu-sa era bellísima pero sus hermanas eran muy feas (como mepasa a mí con Leo, pensé). Medusa ofendió a Atenea y ellapara castigarla hizo que fuera tan fea como sus hermanas ytransformó su pelo en serpientes.

Ya habíamos terminado de comer, Platón seguía empe-ñado en que conociéramos el Ágora, así que los tres noslevantamos. Recorrimos otra parte de la ciudad, a medidaque avanzábamos había más gente llenando las calles, cuan-do llegamos al famoso Ágora.




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ilustración ágora




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En esa plaza Platón empezó a hablarnos de la democra-cia:

-…por ello podemos los atenienses podemos sentirnosorgullosos de nuestro sistema político, la democracia, gra-cias a la democracia todos los ciudadanos atenienses tienenderecho a votar, cuando seas un adulto y hayas cumplido tuservicio militar, Leo, podrás votar --empieza a explicarnosel barbudo.

-¿Y yo no? -Le pregunté, por supuesto me sentía ningu-neada.

-Ja, ja, ja –Platón se ríe con mi pregunta. Ya deberíassaber que las mujeres no tienen derecho a voto en Atenas.

A mí aquello me pareció el colmo, ¿o sea que el pesado

de mi hermano, que no se entera de nada, podría votar y yono?, ya estaba empezando a estar cansada de tanta “antiguaGrecia”, así que le susurré a Leo:

--Oye, tú, vamos a salir de aquí, ya me estoy aburriendode tanto rollo.

En el ágora todo el mundo discutía a gritos, tambiénhabía puestos de comida y los comerciantes anunciaban susofertas, más o menos como los altavoces del Supermerca-do, mi mente volvía a echar humo, esta vez pensando enuna vía de escape, por supuesto tuve una idea brillante.

Se me ocurrió que con ese follón no sería difícil pasardesapercibidos, así que le pregunté a Platón por el significa-do de la inscripción de uno de los edificios y mientras mi-




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raba hacia arriba y cogía carrerilla para soltarnos otro rollo(“pues bien ésa es una buena pregunta, los fundadores de laciudad decidieron, bla, bla, bla”), cogí de la mano al enanoy nos escabullimos entre la gente. Leo me preguntó:

--Luci, ¿cómo vamos a salir de aquí?--Pues como hemos entrado. Vamos a regresar al baúl.--Luci, la casa de Platón está lejos —Me dijo Leo.Yo por supuesto ya lo sabía pero mi mente había urdido

un plan genial. Estaban desmontando los puestos del mer-cado, nos podríamos subir en algún carro. Tenía que conse-guir saber qué carro nos podría dejar cerca.

Corre pregunta a ese vendedor si va a pasar por la acró-polis -–Le dije al enano.

Infalible, como un rayo, salió disparado y le preguntó aun señor que vendía quesos:

--Perdone señor, ¿va a pasar usted por la Acrópolis? — Utilizó la voz de niño desvalido que pone para convencer alos mayores, me da mucha rabia, pero hay que admitir queestá muy conseguida, ya sean padres, profesores o comer-ciantes de la antigua Grecia todos se quedan mirándoleembobados, como si fuera un cachorrito de perro de esos

que dan ganas de abrazar.--Ay pequeño, ¿te has perdido?, yo paso por ahí, venga

subid al carro —respondió el vendedor mirándolo con ter-nura--. Subid por la parte de atrás.

Nos subimos al carro. Le expliqué a Leo que tendríamosque saltar en marcha. La primera parte de mi plan había sa-

lido bien pero ahora había que bajarnos del carro en cuantollegáramos a un cruce de caminos en el que me había fijadogracias a mis buenas dotes de observación. A Leo le dije




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que tendríamos que salir rodando, “como croquetas”, si lecomparas algo con cosas de comer lo entiende perfecta-mente. Cuando llegamos al cruce le dije “croqueta” y noslanzamos los dos, había mucho polvo, así que cuando nospusimos de pie me di cuenta de que en realidad parecíamoscroquetas.

-¡Niiiiños! –-¡Oh, no! Al fondo del camino vimos apare-cer la figura de Platón, que nos llamaba, muy estresado-–.¡Esperad!, ¡tengo que hablaros del Mito de la Caverna!

--Corre, Leo, que no nos pille –-Le dije a mi hermano,eso del Mito de la Caverna tenía pinta de ser un rollo deesos con los que te pones bizco del aburrimiento.

-¿Qué dice? –-pregunta Leo –-¿que nos va a encerrar enuna caverna?

-No lo sé, tú corre, enano.

Al llegar al Palacio de Platón, no se oía ni un ruido,entramos sigilosamente y nos quitamos los zapatos paraamortiguar las pisadas, me costó mucho trabajo no hacer“patinaje sobre palacio”, esos suelos me tenían obsesionada

desde que estuvimos en la Acrópolis. Yo sabía que el baúlestaba en el primer piso, así que busqué las escaleras ysubimos, había muchas puertas, no recordaba cuál era la dela habitación que buscábamos. No quería que al entrar en lahabitación equivocada nos encontráramos con alguno de lossirvientes de Platón. Decidí que había que utilizar uno de

los superpoderes de mi hermano, es capaz de oler la comi-da a distancias asombrosas.

--Leo, ¿hueles el queso?




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Se puso a olfatear y señaló con un dedo hacía uno de loslados del pasillo, avanzamos un poco más y abrimos despa-cio una de las puertas, Leo la señaló.

--¿Estás seguro?—le pregunté muy bajito.--Sí, ahí está el queso.




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Efectivamente encontramos la habitación tal y como lahabíamos dejado, el baúl estaba en su sitio y nos acerca-mos a él, yo conseguí meterme antes pero mientras estabaayudando a entrar en el baúl a mi hermano escuchamos unruido, parecía que alguien había abierto la puerta de entra-da al palacio. “Niiiiños, ¿estáis ahííííí?”. Era la voz de Platónque nos llamaba a gritos.

--Vamos Leo, nos va a pillar –Le dije a Leo mientrastiraba de él.

Por fin conseguí meterlo. Se escuchaban sus pisadassubiendo por las escaleras. Cuando llevábamos solo unossegundos dentro del baúl la tapa se cerró de golpe.

Se empezó a sacudir. Parecía que viajábamos aún más rá-pido que la primera vez, íbamos de un lado para otro comosi fuéramos bolas de pin-pon. De repente el baúl paró y

se oyó el click de la tapa. Tenía el corazón acelerado “¿Es-taremos en casa?”, pensé. Pero no lo dudé durante muchotiempo, llegaba hasta a nosotros el olor inconfundible de lapaella que hace mi padre, se me hacía la boca agua. Abrimosel baúl, no se nos hizo tan difícil salir, apoyando la puntadel pie en uno de los clavos, que sobresalía, era mucho más

sencillo.Cuando pisamos el suelo de madera del desván, se abrió

la puerta, mi madre había subido a buscarnos:--Niños, a comer, --entró muy sonriente, parecía que ya

se le había pasado el enfado--, pero ¿qué hacéis al lado deese baúl?, es peligroso, antes de que nacierais teníamos otro

pato, una vez se metió dentro y cuando abrimos el baúlpara sacarlo no estaba allí. Tened mucho cuidado.




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ilustración ellos en casa dentro del baúl




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--¿Dónde lo comprasteis? –le pregunté.--No lo compramos, Luci, un día… bueno ya os contaré

la historia, se va a enfriar la paella.--La paella –dijo el zampabollos mirándome emociona-

do. Bajamos la escalera a saltos y nos sentamos a la mesa.

--Espero, que hayáis aprendido la lección --soltó mimadre, que aparte de castigar siempre tiene que decir laúltima palabra. Nosotros no contestamos.

--¿Habéis leído la Teogonía? –preguntó mi padre mien-tras pelaba una gamba.

Nosotros miramos fijamente el plato, es una manerasutil de expresar que le estamos ignorando.

--Quizás sean más adecuados los diálogos de Platón –ledijo a mi madre.

--¿Platón? ¿Quién es ese? –Le pregunté, mi padre serevolvió en el asiento de la emoción y soltó la gamba.

--Platón, el filósofo griego, vivió en el siglo IV antes deCristo, es uno de los más importantes de la antigüedad,inclusó fundó la Academia, en el Mito de la Caverna…

Miré a mi hermano, tenía los carrillos llenos de arroz y

me sonreía, los dos estábamos pensando lo mismo: “Así queel barbas era un filósofo famoso”.




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ilustración familia comiendo




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castigados al baúl mágico

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