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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA Recolección de historias sobre el origen y desarrollo del barrio La Argelia Alta (Sur de Quito). -Trabajo realizado por Victor Vimos y Cristina Riofrío en el marco del 9° Encuentro Internacional de Arte Urbano Al Zurich 2011-

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Page 1: CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA - Casa de la Cultura · 2011. 9. 19. · 12 CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA Victor Vimos y Cristina Riofrío 13 La lluvia no dejaba entrar a la casa María:

CARTOGRAFÍA

DE LA MEMORIA

Recolección de historias sobre el origen y desarrollo del barrio La Argelia Alta (Sur de Quito).

-Trabajo realizado por Victor Vimos y Cristina Riofrío en el marco del 9° Encuentro Internacional

de Arte Urbano Al Zurich 2011-

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

Nuestro agradecimiento más sentido a todos los amigos que colaboraron con el proyecto, de forma especial a Eduardo Yumisaca, quien acompañó el proceso desde su inicio. A Javier Lara por el apoyo en la edición, a Gabriel Cisneros por lo fraterno de su solidaridad, al amigo Alex Grijalba y a Buba Montenegro, por la compañía dispensada. A Samuel Tituaña y la gente de Tran Vía Cero.

Y a todos los habitantes de la Argelia Alta, que con su sabiduría, resistencia y ejemplo, siembran la palabra en los ojos de quienes recorran estas páginas.

dioslepay

Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de

Chimborazo

www.culturaenecuador.org

[email protected]

593 (3) 2960219 & 2941075

Directorio 2008 - 2012

Presidente:Gabriel Cisneros Abedrabbo

Vocales:Guillermo Montoya Merino

Ximena IdroboDaniel Escobar

Jacqueline Costales Iván Pazmiño

Ivonne RonquilloCristian Aguirre

Consejo Editorial:Franklin Cárdenas

Gabriel Cisneros AbedrabboLuis Yaulema

Coordinación:Anahi Cárdenas

Diseño y diagramación: Nelson Hidalgo

Portada:Con Todo al Aire / mixta sobre

tela / Edwin Lluco.

Impresión portada:Editorial Pedagógica Freire

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LUIS QUIMBITA Y MARIA CELINDA TAQUIPANTA

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Victor Vimos y Cristina Riofrío

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Aprendí a trabajar desde pequeño

Luis: yo soy de Latacunga, de un pueblo que se llama Alaques.

Salí de ahí, para decir la verdad, tratando de buscar un porvenir, un trabajo, porque francamente yo no fui estudiado como debe ser, era la pobreza de mis padres también. Trabajábamos en el campo, donde los que tienen más terrenos, los que dan el trabajo. Éramos sembradores, de ahí trabajaba yo para vivir. Pero pobrecito, me endeudaba en cualquier tontera para mantener a mis padres. Sembrando, arando, en cualquier cosa, deshierbando, hasta cuando tenía 25 años.

Tenía un primo que me dijo: primo vamos mejor al norte, a Quito. Teníamos un tío que vivía en el Panecillo, vine solamente en esa confi anza, y me dijo (el tío): ven no más, y gracias a dios me dio un trabajito. De ahí ya volví de visitante donde mis padres en Latacunga. A los 31 años que estaba yo aquí en Quito, me salgo encontrando con mi señora.

El trabajo era el pan de cada día

María: yo vivía aquí en la Magdalena. Mis padres tenían ahí una propiedad chiquitica. Entonces de ahí salíamos a trabajar, nosotros trabajábamos de peonitas, aplastando tierra, haciendo mezclas, pisoteábamos cal con chocoto mezclado, antes era así, y los pies partidos por la cal. Mi cuñado hacía contratos de desbanques y me llevaba a trabajar en la universidad. Ya después me encontró él, (Luis) ahí nos conocimos, se casó conmigo.

Tenemos 4 hijas. La primera es María Clara Quimbita, la segunda María Carmen Quimbita, la otra es Elsa Fabiola

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ahí me dice el señor un día lunes: señora usted si compraría un terreno. Le digo: gracias a dios, digo, ya mismo fuera que yo me compraría un terreno. Me dice: señora, yo le voy a vender. No le creo, le digo, usted es mentiroso. Dice, no señora, dejando de chistes, el chiste hay que dejar a un lado, hay que hablar la verdad; verá, dice, yo tengo un terreno arriba en una parte que es en la Argelia, pero es una parte alta. Yo quiero venderle a uno un pedazo. Entonces le digo bueno, pero cuánto es el precio. Ahí dice el precio es de 6000 sucres, y le digo bueno, voy a conversarle a mi marido que ya ha de venir, ya mismo sale del trabajo.

Como habíamos trabajado harto teníamos guardado unos 6000, fuimos recién a guardar donde los papás de él. De vuelta, enseguida fuimos a retirar para ir a ver el terrenito. Después de eso me compré aquí.

Luis: aquí solo había una casa, pero lejos.

María: aquí no había nada. Había solamente una mayorcita que era una mala gente, ahora de mañana tan le vi, que estaba pasando del todo viejita, jalada del brazo de la hija subía para acá.

Esa señora antiguamente sabía vivir aquí. Nosotros nos pasamos en pleno llano, no había nada aquí, yo me pasé y dice el maestro que necesita una barra para hacer huecos y poner los palos para hacer la cubierta. Entonces le digo me voy, voy a verle, Elena se llama, le digo: señora Elena, disculpe la molestia. Qué quiere, a ver qué quiere, me dice. Le digo, hágame de alquilar la barrita, es para hacer cuatro huecos no más; bueno, dice, ya le voy a dar, me dio la barra, yo contenta que me ha dado la barra.

Cuatro huecos hicieron, dos aquí al lado, dos más allá. Me dice mi marido vaya a entregar la barra que le han de hablar. Me voy a entregar, cuánto será le digo, 50 sucres me dice…

Quimbita y la última es la Rocío del Pilar Quimbita.

El casado casa quiere

María: ya casados fuimos a vivir arrendando en Panecillo donde ha sabido vivir la familia de él. Arrendábamos el cuartito donde unos compadres que nos daban un lado chiquitito.

Luis: ahí no teníamos ni luz ni agua ni nada.

María: el agua teníamos que bajar a cargar de abajo, del polvorín, en tanques cargando. Lo mismo a lavar: bajábamos a las lavanderías que el municipio da.

Dios, decía yo, sufro porque ya llegué a tener a mis guaguas y había unas vecindades malas. Para yo salir a trabajar dejaba encerrando a mis guaguas en el cuarto.

Las cuatro primeras nacieron allá (en el Panecillo) y aquí llegué a tener a los dositos no más que se me murieron. La unita murió de 9 meses, la otrita se murió de 3 meses. La de nueve mesitos se llamaba Gladys, la otra… cómo era la otrita? me olvidé el nombre.

Del centro hacia los potreros

Luis: a mí me dieron un puestito de trabajar en la Universidad. Desgraciadamente en ese tiempo había paros por reclamando el sueldo que no pagaban con gracia, no sé qué… entonces nos fuimos a la guachimanía a Batán. Ahí en Batán trabajaba un maestro albañil, ese maestro albañil ya había tenido comprado por acá la parcelación, ellos nos han cogido ya, entonces ahí fue la oportunidad que conversa mi señora.

María: yo vendía comida, para trabajar cogí guachimanía, de

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esperma. El agua teníamos que ir a cargar abajo, había una vertiente bajando de esta lomita al otro lado, allá íbamos a lavar, a cargar el agua para cocinar y subíamos caminando cargando en la espalda acá a mi casa.

No teníamos calles, todo esto era puro potrero. Esto parecía que nunca iba a haber nada.

Un capitán mentiroso

Luis: cuando ya se limitaron las parcelas para vender, se formó el comité Pro Mejoras del barrio, entonces con ellos andábamos hasta conseguir las escrituras, porque este capitán Arroyo, que ya es muerto, él era el gerente y nos engañaba diciendo que si teníamos los 8000 sucres, la escritura ya se daría enseguida. Nosotros hacíamos lo imposible, sacrifi cándonos para conseguir y estar libres, contentos con el terreno, ya con la escritura propia, pero qué pasó… durante 10 años no hubo ni siquiera una seña de las escrituras, porque 160 éramos socios de toda Argelia. Entonces de ahí nos pusimos a reclamar que cuándo van a estar las escrituras, y nos tenía engañando, mientras tanto venían a sacarnos plata y plata y plata, de minga 300 sucres sabía ser, si es que no se iba a las sesiones venía a cobrar la multa, uno sólo dándole, manteniendo. Yo creo que gasté antes de que estén las escrituras casi 40 000 sucres. A los 15 años de estar aquí nos dieron las escrituras. Como entró el presidente del comité Pro mejoras, él consiguió. El capitán tenía un abogado, nosotros con otro abogado. Estábamos divididos, la media parte estaba respaldando al capitán, y la otra media parte con nosotros. Como el mayor (el capitán) era labioso le convencía a la gente y no hacía nada. Quedamos como 120 personas de toda la Argelia, pero la mitad estaba con él y la otra parte con nosotros, con el presidente, Chachacoma creo que era el apellido. Viera

le digo ¡tanto! Señora Elena, si no he hecho ni todo el día, 4 huequitos no más es. No, dice, si es que paga 30 de ahí no le rebajo, así me dice. En verdad que 25 yo no más le pagué.

Me puse la cubiertita, ya me quedé contenta, como era pleno llano allá les metí a mis guaguas. Con paredes de tablitas no más era, tablas apuradas clavando unas, otras, ya quedó tapado. Me pasé a vivir en pleno llano en la casa de tablitas, mi casa con pobreza era hecha.

Luis: los palitos y un poquito de bloque que tenía de la guachimanía que un ingeniero me regaló, un poco de tablas, con eso pude pasarme. Con piso de tierra, claro.

María: unos 40 años ha de ser, de lo que nos hemos pasado acá.

Las guaguas seguían creciendo. Para ir a la escuela la primera hijita, mi Clarita, me fui a dejarla abajo en la 5 de Julio. A pie bajábamos, a pie subían entre las moras, ¡cómo se demoraban! Ahí no había gente mala como ahora hay, ahora es demasiado, no hay ni cómo salir a la calle ya. Mis guagüitas subían con unos vecinos que sabían estudiar ahí mismo, subían con los guaguas de unos de aquí al lado.

En el monte había mora, había espinos, cuánta pampa, cuántos árboles, parecía que nunca iba a acabar ese monte. Y ahora se ve cuánta casa, y en tanta casa cuántos ladrones. Antes, para decirle la verdad, mi marido hasta borracho andaba por allá abajo, nadie le decía nada, venía de debajo de donde es El Comercio y a pie se iba, nadie le decía nada, ni de día ni de noche, nadie le decía nada, pero ahora ya no.

El agua se subía en la espalda

María: para la luz, teníamos que usar querosén, o sino

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La lluvia no dejaba entrar a la casa

María: este terreno de dos mil metros me compré en segunda mano, ya ha de ser unos 18 años.

Compré, así mismo, porque abajo, francamente, no entraban carros cuando llovía. Salí porque acá ya estaba más o menos señalado para las calles, no porque era calle. Nosotros en el pasado ya se pagó tractor, una cosa, otra cosa, ya empedrado y como justo era presidente este señor de aquí de la tienda, claro, nos cogimos todo con ellos y esto ya era empedrado.

El agua que llegaba del cielo iba a las ollas

María: después fue la ilusión por el agua, el presidente de aquí decía que iba a dar el agua, porque la gente de aquí decía de dónde va dar el agua? Don Vargas, de dónde va a dar agua? solo que usted vaya a mear, decían, en qué van a traer el agua, en avión me va a dar agua a mí, decían. Con agua de la lluvia francamente vivíamos nosotros, cogíamos en tanques, teníamos que recoger todito el agua de la lluvia y cuando no llovía teníamos que comprar, hablábamos con el presidente para que traiga el agua para que nos venda el agua por tanques, el tanquero venía. Después yo me hice un tanquecito aquí delante de hierro, ahí compraba el tanque de agua, con eso vivía. Un tanque de agua a mí no me duraba más que un mes, no ve que tenía que lavar, cocinar. De ahí dejamos de ir a la vertiente de abajo, y comenzaron a vender el agua en tanques, entonces agüita teníamos, como sea, comprando. El tanque de agua, me acuerdo, nos cobraba 50 sucres, y los tanques de hierro cobraban a un sucre.

Luis: en tiempos de capitán había aquí una vertiente, por allá había otra, más abajo había otra. Entonces en ésta (la

usted, mi mujer andaba con todos los guaguas ahí para ir a la asamblea de ellos, que no, decían, que solo el socio querían que vaya, nada que reemplazo. Hasta que aquí abajo había una casa barrial arrendada, ni sé cómo era el local para hacer sesiones, había hasta palos, tiestos allá. Con 120 socios avanzamos con el abogado, entre abogados ahí, el abogado de nuestra parte se paró y le dijo que no, que él no se va a vender. En ese tiempo le habían ofrecido 2 lotes de terreno y 5000 sucres para que no haga nada a favor de nosotros, pero gracias a dios el abogado fue recto y le dijo que no.

María: por suerte nuestro abogado no se vendió, le habían ofrecido 2000 metros, dijo en plena asamblea: a mí me quiso dar el capitán 2000 metros para que le defi enda, para que quite no sé qué de la demanda, pero no, dijo, mi conciencia está en mi corazón, que yo no debo dejarles burlar de él. Aquí vamos a hacer las escrituras, entonces de ahí avanzamos a hacer las escrituras pero a paso lento y algunos hasta ahora no tienen escrituras. Yo sí decía que con escrituras es diferente.

Más o menos ha de haber sido hace unos 20 años que recibimos las escrituras.

Del capitán no se volvió a saber nada. Pero la mujer vive y los hijos viven, no sé que dirán, hace tiempos oí decir que han dicho que nos van a sacar a todos, pero no han vuelto a decir más nada, estamos no más en silencio, no sé qué será, qué estarán pensando.

Luis: no sé ya, dios dirá, la mayoría de gente que compramos los terrenos ya están muertas.

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no más viven, el señor Solón. De ahí los que andábamos acompañando era yo, el don Zurita, él era mayor, el pobre andaba en todo, no sabía ni leer ni escribir, pero de todas maneras ese hombre andaba hasta en donde no es de meterse, entraba.

En este monte antes no había ladrones

María: eso digo, antes andábamos tranquilos, salíamos, andábamos horas de la noche pero máximo nos decían, qué hacen ustedes aquí. Antes íbamos no más, yo como tenía mi mamacita al frente en la Magdalena Alta que le dicen, allá de noche nos íbamos, salíamos de noche y de noche regresábamos a la casa, a las 5, 4 de la mañana regresábamos y nadie nos decía nada. Antes era este barrio tranquilo, ahora ya no.

Luis: ahora en la actualidad, desde el tiempo está aminorando, porque antes había tiempo para poder salir, para poder regresar, daba el tiempo, pero ahora no. Si yo para irme a trabajar a la universidad salía a las 5 de la mañana, bajaba a San Bartolo, ahí cogía el bus, y de noche asimismo regresaba, de ahí subía, no pasaba nada. Ahora ya no se puede hacer eso, ahora asaltan. Ahora la autoridad es bien ilegal, bien corrompida la gente de ahora.

La unión ha ido desapareciendo

Luis: decir que aquí verdaderamente la unión mismo no ha habido, durante los 40 años que yo he existido aquí, con todos los presidentes he acompañado, he sido vocal, pero absolutamente hemos perdido aquí unas buenas garantías, un buen porvenir, por qué, por la desigualdad de la gente, por la indiferencia de la gente, por la desunión de la gente y

vertiente) el capitán había vendido (el agua) a la ciudadela Quito Sur, habían abierto y habían cogido por tubería. Entonces ahí ya nos dejó sin agua, por eso sabíamos esperar que llueva para recoger. Elé, ese ha sido nuestro sufrimiento.

María: nosotros sí hemos recogido bastante el agua de la lluvia, con eso hacíamos las medicinas, todo.

La comisión para traer la luz

María: ¡esa fue otra pelea! Casi me morí embarazada de mi guagüita. Todo por entrar para tener fuerza para pelear, que nos den la luz en la empresa eléctrica de la Mariana de Jesús.

Para ir a la pelea de la luz hacíamos una comisión de unos 20 o 30 y nos cerraban el paso, encima ya en las gradas, cosa que rempujaban para entrar. Nosotros en el pasamanos y ellos nos atajaban, cosa que así para atrás nos rempujaban. Cuáles serían, ahí tanto trabajador, pero fi nalmente les sacamos la luz, les sacamos porque les sacamos.

El primer día de luz, diosito, qué lindo, qué alegría. Como que nunca hemos visto. Por el agua hicimos fi esta, por la luz también hicimos fi esta. La fi esta del agua era mote, unas papas, unas carnes, ahí tomábamos unas colas, una cervecita del contento, música no había, porque como no había luz, no teníamos ni televisión ni equipo ni nada.

¡Ucha! Eso fue una lucha. Ahora para vender un terreno dicen yo tengo luz, yo tengo agua, hay todo en el barrio.

Luis: pero quienes han luchado por conseguir eso, ese benefi cio para el barrio, somos nosotros. Íbamos con los dirigentes, el señor Silva Obando, ya es muerto, el Tobías Tapia, el señor José Silva, también ya es muerto, los hijos

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

IGNACIO GUARNIZO

entre los presidentes, vuelvo y repito ha habido presidentes que han tenido el amor por trabajar pero otros no, a ellos no les importaba nada con tal de que se acabe el año, punto.

María: si ahorita mismo, por ejemplo, le nombraron hace no sé cuantos años a un presidente, pero ese no llama ni a asamblea, no llama a nada, los carros si es que no hay, no hay, a él no le importa nada. Hay otro señor que anteriormente era presidente, él era el que mejor hacia , él estaba pendiente de los carros, que por qué no salen los carros, que dónde están… entonces aquí ya nos avisaba que no iba a haber carros y decía que había que salir a la huelga y así hemos ido luchando.

Este terreno será la eternidad

María: acá nos hemos de quedar para siempre ya, o qué será, cuándo dios nos llevará.

Luis: como puede ser que mañana ya no hayamos.

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Victor Vimos y Cristina Riofrío

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Decían que en Quito la plata está esperando en sacos

Yo vine de Cariamanga a los 20 años, porque tenía unos parientes que eran curas aquí, entonces ellos me dijeron que acá estaba de abrir los costales y coger la plata, yo también les creo. Llegando acá, ¡Tatay! Si yo no tenía mis ofi cios me moría hasta de hambre. Una por la comida, ¡qué fea!, ¡qué mala que es la comida aquí en Quito! ¡Quiere comer comida mala, venga acá a Quito! Y otra porque no había trabajo. Yo era operador de equipo caminero, era chofer, era peluquero y vine a parar en la Escuela Sucre a trabajar de ayudante de albañil, en ese tiempo trabajaban con cal ¡Qué bestia no aguanté las manos se me partieron! De peluquero a coger cales… y ahí, vine y dando gracias a dios enseguida me enganché en una compañía petrolera y me fui en busca del petróleo. De aquí fui a la Shell, en ese tiempo no habían todavía como ahora los caminos; de la Shell me fui a Limoncocha, de Limoncocha vine en una canoa a una parte que le pusieron el nombre de Santa Cecilia, ahí hicimos aeropuerto y de ahí si ya comencé pues. Yo andé todito desde Puerto Asís hasta Coca en busca del petróleo.

Y ¡Claro que lo encontramos! No ve que el 29 de marzo de 1969 ya brotó pues, y yo lo quería conocer. Entonces con una botellita me moví, pero yo pensaba que Santa Cecilia estaba aquí cerquita, que estaba allacito, como en el Epiclachima un taladro, el taladro de la obra y ¡fuu! había estado como de aquí a la Mitad del Mundo, lejos había estado el pozo petrolero que es ahí en Lago Agrio, el primer pozo que brotó.

Allá en carpas vivíamos, cada ocho días cambiábamos una carpa.

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Los terrenos eran grandotes

Nos vendían lotes de 1000 metros, pero total lo que ahorita dividiendo tengo 421 metros, porque dividí con mi amigo y lo que se lleva la calle y todo, porque como hasta la calle le venden. Y compré el terreno en 40 000 sucres, en ese tiempo.

No yo si tenía como unos 120 000. Sí, porque yo era operador de la refi nería de Texaco en Lago Agrio y de ahí me pagaban 2000 sucres de operador y me cabreé con uno y lo dejé mandando al diablo, entonces me vine aquí al Tejar a trabajar en los túneles y ahí me pagaban 15 000 frente a 2000 que me pagaba la Texaco, entonces ahí junté la plata y yo tenía 120 000 y hice esta casa.

De los fundadores solo quedan fi nados

Estamos hablando del 75. La Argelia era campo, no había más que unas 5 casas. La mayoría de los dueños iniciales son fi nados. No había más casas, era campo.

Las calles sí estaban trazadas, la Majúa a lo menos si estaba hasta allacito.

Esta calle ya estaba empedrada hasta allá y por atrás estaba donde están los arboles. Ya había buses, por eso me vine. Ya venían buses, hasta donde llegan ahora. Se cogía el bus abajo en Tanasa. No me acuerdo cuánto valdría el bus en esa época.

Para venir acá tuve que comprarme un motor para la luz. El agua me hice un tanque y compraba a un tanquero que venía, cada que se me acababa el agua lo pedía.

Otros iban en burro, al hombro a cargar de abajo, de la Y, de ahí más arribita hay una llave, de ahí traían el agua y otros

Me traje el amor de Cariamanga

Yo me casé en Quito, en julio del 69 cuando tenía 32 años. Con una mujer de mi tierra que había conocido antes de venir. Cuatro hijos tenemos. La primera se llama Grace, la segunda Tania, el tercero es Byron y la cuarta es Jenny.

El uno nació en el barrio América, por eso es bautizado ahí mismo. El otro nació en el Tejar y la otra ya nació aquí, la ultimita.

Cuando llegamos vivíamos donde una doctora, se me fue el nombre ya ahorita… que vive en Estados Unidos, creo que es en la calle Bogotá…no, no es la Bogotá, la otra, la Asunción creo es. Ahí vive, ahí tiene casa ella. Por la América, atrás de la Plaza del Socorro.

Ahí ya tuve a primer mijo. Trabajé en los túneles cuando Sixto Durán Ballén era alcalde, y de ahí vivía en el Tejar y del Tejar yo no me enseñaba, como así era un cuarto ahí donde se cocina, se duerme, se baña, todo, es así aquí en Quito, no, no me enseñaba yo. Y me conseguí un terreno en el Comité del Pueblo, pero nunca me lo dio Carlos Rodríguez. Entonces, un día conversando con un amigo que no recuerdo, me dice: ¡No te metas a esos comités políticos, acá hay lindos terrenos! Y me trae a conocer por aquí.

Me trae y los conocí así como ahorita ¡lindo! ¡Chuta! Digo ¡esto está bonito! Y me fui a hablar con el que había ya lotizado la hacienda, un Capitán Arroyo. Entonces ese me vino a mostrar y me dijo: estos terrenos están de venta. Me dijo que aquí era la plaza donde iba a haber el transporte. En este poste había agua, solo que se perdió, entonces digo aquicito es al lado del agua, había vertiente ahí en el poste, en la esquina donde me paro a veces. Entonces ahí vine acá y paré la casa aquí.

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habría de sobre estante, dije no importa pues, ven, dice, este otro mes que te vas de sobre estante. Entonces después fui y dijo que había de peón y le dije, no, diga que no me ha querido ayudar y gracias. Estos son sin vergüenzas, en lo que fue la campaña para ser diputado y fue gobierno, otra vez vino: uta yo sé que has de estar enojado porque no te pude ayudar en esto, pero ahora si ayúdame en esta campaña para diputado y ahora sí te meto. No, le dije, gracias doctor no tengo tiempo.

De ahí sí no nos hemos vuelto a ver más, se largó porque yo soy de frente.

Antes del parque no había donde jugar, sólo era potrero. Esto era bonito, sino que la tierra de la vía Simón Bolívar la botaron aquí y dañaron así.

También aquí se tocaba el Chulla Quiteño

Aquí fi estas solo cuando antes había unos dirigentes, los primeros dirigentes, porque esto se dividió en el que me vendió a mí el terreno, ese Capitán Arroyo, me dijo que en ocho días ya me daba las escrituras y total esto había sido una cooperativa y no nos dieron. Entonces se dividió ese comité en otro Comité Pro Mejoras se llamaba. Ahí había un señor, Luis Silva, que era el dirigente, una señora Leonor, pero el apellido no me acuerdo, y así; se festejaban las fi estas de Quito, pero se murieron ellos y quedó en cero.

Para esas fi estas, como tenía mi equipo, entonces ponía los parlantes. Ahí hacíamos una vaquita loca y así disfrazados y todo se bailaba y se tomaba un traguito, un cafecito. Pero eso se perdió porque ellos murieron, pero ahora ya no se hace nada y más que no se hace nada porque hay unas familias malas, entonces ellos son los que primero llegan

de acá atrás que había otro tanque, otra llave de agua.

Esas vertientes dizque servían porque esto había sido una hacienda acá arribita en la calle Molleturo, ahí dizque había sido una hacienda, porque cuando yo cabé esto para aterraplanar para hacer esta choza, ollitas salían, dos ollas me salieron, pero nada, no tenían nada, eran ollas de barro. Entonces ahí se cogía el agua para llevar, para regar, todo eso.

Esas fuentes se perdieron en lo que se comenzó a hacer las casas, más o menos en el 80. El agua se secó. Nadie extrañó la fuente, porque no había gente.

Y un día se esfumaron los árboles

Aquí prácticamente ya más o menos, del 80 al 90 y ahora en el 2000 comenzamos a estar casi sin árboles. Comenzaron a levantar casas de bloque, toditas son de bloque. No ve ahora ya hacen de tres pisos, no hay como parar más, la ordenanza municipal no da, solo dice tres pisos.

El parque que recibe a los políticos

Este parque se hizo como en el 83 y no era así como estamos, era planito, bonito, ahí sesionábamos cuando no había la casa barrial que nos dio Fabián Alarcón cuando fue prefecto. Él donó pero el año… no me acuerdo, pero yo mismo fui hasta presidente de pro campaña de Fabián Alarcón.

Aquí chupábamos con él. Pero como ellos cuando necesitan así son, entonces como yo era operador de equipo caminero me ofreció hasta un trabajo allá de operador y todo. Yo iba, subía, hasta que me dijo que no había de operador, que

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decir: en Quito en el centro en cada cual hay iglesias, y en todas van los fi eles, los que quieren rezar y se quedó en cero. Ahora el año pasado estamos comenzando a hacer la iglesia, que es necesaria para que ahí se esté velando el niño y tenga guardadas sus cosas porque siempre cualquiera dona cualquier cosita.

Y eso que no estábamos tan borrachitos

La vez que fui prioste estaba aquí la gente llena, porque bueno, en medio de mi pobreza me ha gustado vivir medio cómodo. Entonces estábamos bailando, viva navidades y tanta vaina y aquí había una cocha de agua. Salen, y como aquí eso tiene de malo, que llaman vecino, deberían decirse por el nombre, porque vecino no queda bien y hasta en las reuniones o asambleas que hay, desde el presidente del barrio comienza vecino, debería ser señores moradores del barrio, alguna vaina porque bueno, no le va a saber el nombre de todos los moradores. Entonces dicen, vecino, vecino, venga a ver a la viuda como se baña y yo salí y verdad, todos sabían menos yo, no le vi a la viuda, al ver la pelada que se estaba bañando. La seguimos hasta abajo a la otra esquina y que ahí iba la viuda pelada, pero yo no la vi. Era ya la una de la mañana pero no estábamos borrachitos.

Los ladrones espantaron a la viuda

Es que antes era tranquilo, porque yo a veces me iba doce de la noche, me iba de aquí para coger el carro en Tanasa, que me esperaba y me iba a Lago Agrio, Shushufi ndi y bajaba a pie y me hacía unos 10, 15 minutos hasta Tanasa.

Este sector está peligroso, conversan que a una señorita de 14, 15 años le habían violado, a ese los Remansos de Amor

a las fi estas y hay relajos, para librarse de eso mejor no se hace nada.

Una señora que apareció con el niño

Yo fui el primer prioste del niño que trajo una señora que ya se murió, una señora Villacís donó al barrio. Hasta ahora está por ahí el niño, ahora ya está en la iglesita. Es una tradición que se mantiene de casa en casa hasta que llega la navidad, de ahí le entregan a los otros priostes del otro año.

Entonces me pusieron de prioste a mí.

Llegaba diciembre y comenzábamos a rezar aquí, porque yo era el único que tenía luz, no había nadie más. Yo como era solito de prioste, lo que hice a los niños darles su agüita de canela, sus coladitas, en fi n, cambiándoles de cosas así, y su pancito, rezaban y se iban en la novena. No hicimos nada en el último día de novena, yo como no sabía, entonces lo que hice a los que eran amigos les di de comer, su estofadito de gallina, por ahí su caldito.

Mijo el Byron que ha sido una vez o dos veces prioste también y eso se pone pues una mensualidad. Anteriormente era de 10 o 20 sucres, luego de 100 sucres y ahora ya es de 20 dólares mensuales cada prioste. Esa mensualidad era para hacer la fi esta, qué sé yo, el palo ensebado, el castillo, la vaca loca, disfrazados y en fi n, era para eso. Pero ahora ya no, les recogen para fondos sobre la capilla.

Aquí no hemos tenido iglesia, una vez hablamos que nos hicieran ese favor para ver si conseguíamos un terreno, para hacer una iglesia, y el cura nos supo decir que para qué iglesia que ya en el Oriente Quiteño hay y yo le supe

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

JORGE TIPÁN

les habían robado un carro, a los gringos les habían quitado las maletas así le vi, pero claro, es gente que viene, no son de acá. Al otro lado de la Simón Bolívar hay unos negros, hay unos que les dicen los Sucos que son ladrones y matan así. Porque prácticamente aquí a mi hijo le robaron la casa, dejaron para irse a Yaruquí, de día.

¿Y la plata para morirse?

Yo no me enseño aquí. Sí, no hay sociedad, no hay con quien conversar, no hay nada, no hay sociedad y entonces ahí no me gusta a mí, no es bueno como estar conversando, eso bonito, pero no hay sociedad, aquí es, hola tú por aquí, yo por allá… pero creo que yo he de terminar mis días aquí, no quiero prácticamente quedarme los huesos aquí pero yo creo que ya. Quiero que me lleven a mi tierra. Aquí mientras usted pague el arriendo, bien muchas gracias. No pago ni un fosforo y hasta luego. Muy caro es morirse aquí.

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Victor Vimos y Cristina Riofrío

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La Argelia fue la adolescencia

Yo tengo 53 años, y hace 40 más o menos que vivo en la Argelia Alta. Yo vine cuando tenía 13 años.

Mi padre es quiteño, mi madrecita es de Latacunga

La Argelia era desconocida

Nosotros vivíamos en San Juan, entonces mis padres prácticamente eran pobrecitos. De ahí subimos a Toctiuco, vivimos poco tiempo, antes de venirnos para acá. Mis papás encontraron venta de terrenos en este sector, en ese tiempo lo que es el Capitán Arroyo parcelaba toda esta parte que es Argelia Alta, esta es la primera que parceló el Capitán. O sea porque todo era vacío, esta parte de abajo hasta la panamericana. Hasta la Maldonado prácticamente. No había una sola casa, solamente había una sola fábrica la… la Fosforera, no había más. Tonces de acá arriba, todo era vacío, vacío. Veníamos a pasearnos acá arriba, porque era como montecitos. Bien bonito, lindo así. Eran potrerajes, de vacas que eran de la hacienda, y vinieron a comprar acá. Lo que pasa que acá no vendían a los pobres. Acá vendían a gente que tenga dinero, les vendían 4000 metros de terreno, 3000, entonces preguntaban el estatus de vida de cada persona, según eso le vendía. No sé, papito tuvo una suerte, papito ya estaba trabajando en el hospital Los Andes. Entonces creo que por eso le facilitaron acá arriba unos 2000 metros de terreno. Tonces de ahí, ya pues, venimos pobres, veníamos cargando cosas de bajo desde Tanasa, el caminito era hasta la Y, era empedradito, y de ahí para arriba era puro lodo y chaquiñán, entonces sí se sufría.

Los prados estaban a la orden del día

Como campo era, bueno me gustaba mucho. Cuando era

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a cargar del pozo de adentro, había una vertiente. Después con el tiempo se hizo unas lavanderías. Ahí lavábamos todos los vecinos. Se sufría, sí se sufría, realmente se sufría, cuando llovía, más que todo, era súper difícil subir.

El agua se traía de adentro del pozo, de la vertiente de abajo. Todos, todos los vecinos cargábamos tanquecitos, los guaguitos así mismo ya grandecitos. Ah, cocinabamos con leña.

Para espantar la noche teníamos velitas; papito, yo me acuerdo que ya compró un petromax, con el petromax era, púchica, contentos.

Íbamos a cargar leña del monte. Cortábamos, hacíamos secar, tonces pues no había nada. Siempre con esa leñita cocinábamos.

La familia no tiene edad ni tiempo

Soy casado. Me casé aquí mismo con una chica del barrio. Treinta y dos años soy casado. Tenemos cinco hijos: Geovana, Cristina, Jorge Luís, Fernanda y Verito. Todos ellos nacidos en la Argelia. Nosotros seguimos luchando es por los guaguas. Y por todos mismo, que vivan bien. Ya le digo que uno no piensa solo en nosotros, si no en todos mismo. Por los vecinos también. Vivan bien, ahora ya hay callecitas adoquinadas. Ya le digo las principales mismo están adoquinadas. Ojalá, ya en un momento, no pido nada, seguir viviendo así como estoy, que se llene el barrio, pues, hay más gente desconocida. Como que se daña el barrio. Aquí solo hay gente conocida, y son buena gente, todos, de lo que yo les conozco, buenas personas, para mí son excelentes personas.

joven no me gustaba, enseñado en mi barrio arriba con mis amigos, papito también sabe tocar la guitarra, somos casi descendencia de músicos. Ya pues ya venimos, cuando ya vinieron a vivir yo recuerdo que… dentro de abajo la quebrada cogíamos un poco de suros para hacer la cocinita, y hacer adobes para hacer la media agüita.

No había nadie, era difícil para mí, a ver había dos, tres jóvenes, me acuerdo, sí, tres jóvenes. Y unos cuatro vecinos que había.

Unos diez años después empezaron a venir uno que otro, debemos hablar de hace unos 40 años, deberíamos estar ya llenos, es porque bastante gente de dinero que compró tantos lotes de terreno y después eso que salió que iban a estados unidos, toda la gente se fue, fue dejando botando los terrenos, así prácticamente no se ha poblado. Pero bueno, ahora ya, se ha poblado.

Las botitas para el lodo

Nada, púchicas, con decirle que yo subía cargado un quintal de papas, ¡todos mismo!, todo a pie, subíamos desde las tardes a pie, madrugábamos, o como era puro lodo teníamos un par de botas de caucho, bajábamos con las botas, dejábamos encargando en una tiendita que había frente al Comercio. Antes no era así pues, había unas casitas no más, dejábamos encargando las botas, en la tarde veníamos con botas, porque la lluvia era tenaz, pues.

Y eso era siempre. Ya después de algunos años comenzó a haber camionetas. Camionetitas, venían a vivir más vecinos me acuerdo, bueno yo me acuerdo de todos los vecinos, eran contados, no. Ahora ya esta poblándose un poquito más. Tonces de ahí, como le digo, la luz nada, el agüita íbamos

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vecinos tenemos las callecitas principales adoquinadas, hay agua, luz, teléfono. Como decir ellos ya vienen a disfrutar no más. Incluso hay fábricas, que para mí, no aportan con nada para el barrio. Incluso estas fábricas han venido y se han posesionado, y lucran de los sacrifi cios que han tenido los fundadores del barrio, ellos han sufrido duro. Se ha sufrido duro. Madrugaban a las cuatro de la mañana a coger el bus, porque antes había el bus Guamaní, me acuerdo que pasaba una vez a las cinco, otra vez a las cinco y media, y una vez a las seis, cada media hora. La gente tenía que madrugar a estar justo ahí, imagínese si alguien trabajaba en el Norte, de ley tenía que madrugar a las cuatro de la mañana, para bajar a pie, pues. Y ahora tienen todo ya, viven cómodos, súper cómodos.

La gente mala no es de la Argelia

Vividor aquí de tantos años, a Dios gracias, nunca ha pasado nada. De mi barrio, no podría hablar que ha habido malas personas. Que vienen de afuera a hacer daño, eso si ha pasado. Incluso han robado de casa en casa no, hablemos. Pero gente de aquí del barrio propiamente no. No se probablemente, será que no me avisan, no se que será, yo he vivido aquí siempre y… no he escuchado nada que haya mala gente en mi sector no. Nosotros somos…, la Argelia, la fundadora de la Argelia, es esta parte. Desde la parada hasta el otro lado. Colindando con Oriente Quiteño. La parte alta, somos los fundadores de aquí, para abajo.

El capitán Arroyo empezó a parcelar de aquí para abajo. Primero esto, después abajo y después más abajo. Por eso se llama San Alfonso, se divide en sectores, Mirador, Argelia baja, Bella Argelia, todo eso. Pero en realidad la Argelia auténtica es ésta, y ya le digo me place decirle porque ya de pronto aquí no hay mala gente. Son pobres, pero calidad.

Luego empezaron a fl orecer casas y casas

Más o menos hace unos 20 años todos los moradores comenzaron a hacer los cerramientos con chambas. Tenían bonitos cerramientos, y puro chamba. Y alguna vez ya vino una motoniveladora a recorrer, recuerdo que dijeron que iban a empedrar. Tonces vinieron y arrasaron con todas las calles. Sacaron la yerba y todo eso. Pero parece que en ese tiempo, mejor hicieron un mal porque dejaron así, y era un lodo tenaz. Por lo que es tierra negra, pasa que la gente tenía animalitos, todos, los de aquí del barrio teníamos animales, vaquitas, borreguitos, así. Tonces mejor hicieron un daño porque la yerbita de las vacas, porque no nos venían a empedrar pues. El empedrado comenzamos a hacer todos los del barrio me acuerdo. Hace tiempo mismo. Comenzamos hacer todos los del barrio comprando piedra. Nos íbamos a las canteras a traer piedra.

La cantera era en la Mitad del Mundo, alquilábamos las volquetas, allá es de cargar así a mano, y de ahí, veníamos acá.

Esto se hizo con minguitas, el empedrado, los caminos más, como se dice los más transitables. Los aledaños no eran empedrados. Todos eran puro yerbita. Cuando ya me enseñé era bonito. Yo siempre he dicho, me sentía que era el dueño de todo. Corría por todo lado. A partir de unos… diez años será, ya ha mejorado esto. Con la luz que pusimos, porque eso pusimos los moradores la luz. La red nos costó a nosotros todas esas cosas. Hicieron pagar a todos, tonces se electrifi có todo lo que es la Argelia, hasta colindar con el Oriente Quiteño, de ahí para acá toda la parte alta. Ya hecho eso pues…, ya mejoró, mejoró todo, a veces venían los buses, a veces no venían, pero más nos transportábamos en camionetas.

Ahora ha mejorado, todo hay prácticamente. Para los nuevos

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hay diálogo y conversación, hemos hecho en navidad para todos los niños. Compartir algo bonito, hacer castillos, hacer todas esas cosas. Para que toda la vecindad disfrute.

A la Argelia no la cambio ni por España

Siempre me han propuesto irme a España, primeramente hace unos veinte años me querían llevar a Estados Unidos, tampoco acepté. Me han hecho entender algo bien lindo, que por dinero perder el cariño de mis hijos y el sector mismo, nuestro querido barrio, nuestro Ecuador querido, cómo le vamos a dejar.

Por dinero, aquí lo vivimos y aquí lo sufrimos, vivo aquí contento con el cariño de mis padres, junto a mis hijos, en familia.

Nunca he perdido ni un poquito el cariño de mis padres ni de mis hijos, esa es la cosa más preciosa que tengo en mi vida.

Y llegaron las fábricas

Con esas fábricas que han venido he tratado de hablar con el Presidente, y decirle pues, que para ayudar a otras calles, que se adoquine, que nos ayuden pues están lucrando en nuestro barrio. Yo me imagino que, acá arriba probablemente no paguen impuestos. Que colaboren con el sector. Al Presidente sería de decirle, ojalá en algún momento se llegue a saber algo promejoras en la Argelia, en la casa barrial.

Ser prioste es una Bendición

Es algo bien precioso. Que cualquier persona que está nombrada para eso, debe sentirse orgullosa, porque ser prioste, yo me imagino, no es una cosa que no le da la gana a uno sino, papito Dios le da una pruebita de fe. Hablemos así porque me ha pasado algo extraordinario, recuerdo, alguna vez me habían nombrado de prioste, tonces que pasa que yo estaba sin trabajo, no tenía nada y estaba un poquito endeudado, me han nombrado con un grupo de vecinos que también han estado nombrados, fueron a verme pues y en ese tiempo les acepté. Y decían que hay que dar ciento veinte dólares me acuerdo.

Sin dinero, sin nada les acepté. Así es la vida, yo siempre he dicho que el papito Dios nos regala. O es la fe, o es cualquier cosa pero ya le digo me fue súper bien ese año que yo acepté esas cosas, todo me salió bien, me salió un trabajo pero grandioso, por eso me llenó de satisfacción haber compartido algún momento de prioste. Es precioso. La gente que le toque que lo haga con fe, con mucho cariño hacia el niñito, y le ha de ir excelentemente bien. Porque eso que nombran no hacemos solamente uno sino lo hacemos todos los priostes y lo hacemos con mucho cariño, cuando

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ROSITA DE CHAFLA

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Los lotes vendía un capitán Alfonso Arroyo

Porque así ha sido. Todito era Argelia alta esto, de ahí para abajo como es dividido hay distintos puntos.

Los lotes vendía un capitán Alfonso Arroyo, ese es muerto. No sé si era militar o policía, pero él lotizaba este sector abajo hasta la Pana. Entonces de ahí es dividido toditos esos terrenos de allá. Al otro lado es el Oriente Quiteño, abajo es la Argelia baja, la Argelia media y asimismo es allá San Lorenzo.

Venimos de un lugar donde ya no tengo a nadie

Nosotros venimos de más allá del Quinche, de un pueblito que se llama Otón. No me acuerdo en qué año, pero mi hijo mayor que anda por los 41 vino nacido, crió aquí en Quito, porque yo trabajaba. Acá creo que cumplió dos años mijo.

Mi hermana vivía aquí en Quito, en Santa Rita. Ella había comprado un terreno acá arriba encima de la autopista, entonces corría peligro por los guaguas pues. Nosotros ya fuimos por abajo a arrendar y justo mi hermana trajo acá a mis papás. Siguiendo a mis papás vine yo. Unos diez años creo vivimos acá con ella. Aquí arriba encima de la autopista, ahí en Calle de Incas, ahí tenía mi hermana unos cuartitos, era cuartito de tablas.

El chaquiñán y las vertientes

Esto era potrero, había un camino de chaquiñán para salir hasta abajo, hasta la Y. El carro se cogía abajo en la Pana.

Desde la Pana también tocaba subir cargando un quintal de papas, las compras. Se demoraba unas dos horas.

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Mi hijo el mayor es Ramón. El otro se llama Pablo Chafl a, mi hija se llama Marina Chafl a, la última Carmen Chafl a. En total son cuatro guaguas.

Mi hija última vive aquí, la otrita vive atrás y el otro es militar, está en el oriente él. Los tres son de aquí, son nacidos aquí.

Ya tengo mis nietos, son doce nietos. Aquí mismo son nacidos todos. Mis hijos son casados aquí mismo, bueno mijo el militar no, él se casó en Ambato, vive en el Pululahua, tiene casa allá.

Aquí mismo conocí a mi esposo. Él era albañil, se fue a trabajar, se enfermó, se fregó la columna y se fue a parar a los hospitales. De ahí regresó, estaba trabajando así partes partes, luego consiguió trabajo ahí donde las monjas Urrutias. Ya se jubiló. Ahora se dedica al trabajo en la chacrita.

La chacra es el sitio de trabajo

En la chacrita sembramos chirimoyas, papas, apio, habas con maíz. Lo que se produce ahí es para mis hijos. Vienen ellos y estoy cocinando para que vengan a comer. Cuando vienen, cuando no vienen pues toca hacer maicito para cualquier cosa.

Tengo un chanchito y perros también. Otro perro que tuve me mataron hoy ocho días. Se llamaba Pelusa. Es que han venido a robar llantas y lo mataron, lo han puesto allá adentro. El perro que tengo ahora no tiene nombre, es un chiquito.

La luz como unos treinta años ha de haber por este sector. Agua potable, ahí si 18 años no más hay potable. Porque mi nieto ya va a cumplir 18 años el mayor.

El agua cargábamos en la espalda, de allá abajo, había vertiente atrás, en esos potreros donde seguía siendo la Argelia. Con un galoncito venía cargando. Tocaba hacer unos tres cuatro viajes, de ahí para que dure unos dos, tres días.

Igualito comprábamos galón de Quérex, teníamos una lamparita que se llamaba el candil, ese duraba unos tres, cuatro meses.

No había ni radio ni televisión. Cuando llegó la luz, nosotros no teníamos tampoco, como dice posibilidad, los ricos tenían todo eso, nosotros no. Teníamos que comprar los lotes más que sea.

Ahora sí tengo la radio y a veces cuando hay tiempo escucho música nacional.

Hoy manda la plata

Ahora ya es más cómodo, se manda la plata no más. Se compra, se coge la carrera y nos deja aquí, ya no se carga. Y antes no había ni la carretera, así uno tenga plata, no servía.

Hace unos treinta años será que abrieron las calles. De ahí carros andan, unos 15 años por ahí no más ha de ser.

La familia creció aquí

Mi primer hijo es de otro compañero. De ahí y con mi compromiso son tres hijos.

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

LEONOR TIERRA

El barrio ha cambiado

Ahorita porque están dañándose el barrio es un poco peligroso. Antes era tranquilo, tranquila andaba, hasta las doce. Ahora no. Robos, asaltos. Por acá abajo dizque asaltan, por acá atrás dijeron que han violado. Antes era sanito, yo también, como andaba lavando, llegaba a veces a las ocho, podía estar tranquila. Como de la parada tocaba trotar para arriba a pie. Antes la vida era más sana. Pero ahora hay más gente, ya no es sano.

Los chicos se dañan cuando no se corrige desde niños. Desde niño hay que corregir, claro, ahora si se deja rienda suelta, qué se puede hacer.

La fi esta en que los niños bailaban

Aquí no hay fi estas, solo diciembre, hay pase del niño y misa. Pero así hagan fi esta son gentes malas. Usted no ve, este año no habían dado ni navidad a los guaguas, sabían dar otros priostes. Pero es que se van a la novena, sin niños cómo hacen novena a ver. Pero no, no nos dieron a nadie. Todos los años daban caramelos. Mis guaguas iban a la novena. Cuando podía les vestía de angelitos para que salgan en la novena.

A los nietos ya no, como ellos son cristianos.

Yo sigo siendo católica, para qué.

¿a dónde voy a ir?

Ya vivo enseñada a vivir aquí. Que más me toca, no tengo a donde irme.

A Otón no he regresado. No tengo a nadie. Es que aquí tengo a mi familia, para qué voy a ir.

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Victor Vimos y Cristina Riofrío

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Yo vine chiquitica

Sí ha de ser unos 40 años que vivo por acá. Sí, porque desde que mis padres habían comprado acá estamos acá ya este barrio. Ya tiene más de 45 años. Mis padres son de Riobamba, ellos vinieron a Quito desde que mi papá tenía unos 15 años y mi mamá unos 12. Ya o sea muchos años que viven aquí y les comentaron por ahí unas vecinas de que estaban lotizando en la Argelia alta.

Yo nací por el sector de San Roque. Éramos, pero ahorita estamos 3, mis 2 hermanos fallecieron. El tercero nació aquí.

El barrio era un lugar desconocido

Todo era botado pues, todo era verdes matorrales, era una hacienda esto cuando empesamos, era una hacienda ganadera, el dueño era un capitán del ejército dueño de toda la hacienda que conforma la Simón Bolívar hasta la Maldonado, por eso es la Argelia alta y está divido en varios barrios, la Argelia media, Argelia baja, y todo.

Al inicio, aquí éramos poquitos, eran entre cinco familias, algo así, no era que el barrio se juntaban para jugar, en las épocas de veranos, bueno todas las épocas de verano, cuando estábamos de vacaciones, porque a las clases ya íbamos, nos reuníamos para irnos al camino del inca, por acá atrás pasa el camino del inca, antes de que pase la vía y nos íbamos a coger las moras, las manzanas que llamábamos nosotros, en época de verano, de cosecha cogíamos con Valdés y en octubre madrugábamos a coger los catzos blancos, claro que ahora hay pero no como antes.

Luego les preparábamos, les pelábamos, les poníamos en agua sal y a tostarles, con tostado son ricos, pero no a todos les gusta.

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de allí empezó, él había estado ese día y se trajo el proyecto acá y con la, cómo le digo, con el inicio que ya comenzó este barrio, con los huertos familiares. Argelia alta entonces él ingresó en el programa, intentando conseguir en apoyo la vialidad, pero no se dio, como él contó un año de reuniones todo, pero no obtuvieron, y al ultimo optaron por volverle a hacer l proyecto de huerto, porque en realidad aquí todas las familias ya cultivaban hortalizas, así porque aquí tomate no se ha cultivado, entonces llamamos a una asamblea del barrio y de ahí los interesados son los que se inscribieron, de allí éramos como 50, ahorita estamos como unas 20 personas, hemos mejorado, pero como le comentamos, aquí estamos las personas que creemos que sí se puede,

Ahora tenemos varios puntos a favor, tiene personería jurídica, nos han abierto las puertas una corporación de unos productores biológicos, entonces tenemos antecedentes, vendemos en la tribuna del sur, en el norte, en el pumo y en la carolina, por medio de ellos hemos tenido nuestros espacios de comercialización y se ha dado la oportunidad, porque hemos venido cultivando, vendemos el producto aparte de que se vende aquí, pero aquí también el barrio no valora mucho, son muy pocas las personas que nos compran, en el norte en cambio sí tiene mucho valor, lo que nosotros cultivamos.

Cultivamos todo lo que es hortalizas en el invernadero, como usted ve, tenemos tomate, pimiento, tenemos pepinillos en otros invernaderos de otras compañeras, de ahí las hortalizas, es todas las hortalizas, mellocos, igual tenemos tres variedades de mellocos, tenemos sicama tenemos mashua, rescatando los cultivos ancestrales, también porque el sol es bien bueno como estamos a 3.000 metros de altura nos da ocas, nos da mashua, mellocos,

Cada semana sacamos la cosecha, cada fi n de semana ya

Ahora ya no hay niños que salgan a buscar catzos, unos pocos, pero no, ya se ha perdido la cultura por ejemplo, en mi caso mis sobrinos ellos sí salen, mis hijos ya no, mi hijo el varoncito que tiene 12 años ya no existe emoción, sale una vecita, si no encuentra al otro día ya no va.

Los árboles también se murieron pues, toda la nueva vía Simón Bolívar está ahí.

Los nombres tienen historia

Don Luís Silva, aquí está la esposa de don Luis Torres, en ese tiempo eran don Abel Velasteguí, ya ni me acuerdo los nombres, que medio me acordaba, porque me han contado, yo no he estado en esa época, son los que tramitaron y anduvieron con la gente, que en esa época eran contaditos, como dice mi suegro, unos 20, no eran muchos quienes se organizaron, hacían comisiones y se iban y sacaron el agua, sacaron la luz hicieron incluso la vía principal que justamente, dicen que esa no es la principal, sino la de más abajo, pero por los errores se quedó hasta la principal, y como la Argelia tiene varios nombres, todas las obras que venían a la Argelia alta se llevaban las Argelias bajas, entonces la Argelia alta prácticamente en el tema de vialidad es descuidado, no tiene ni el 10 porciento del barrio vialidad.

Las mujeres organizadas

Bueno, en realidad la historia de inicio tiene Jorge, el hijo de la señora Delita que está aquí, porque Jorge tiene este tipo de proyectos de responsabilidad social, que había sido destinado para apoyar a la Argelia alta, y don Luis comenta de que se estuvo quedando en San Alfonso, que los dirigentes decían que la Argelia alta no era allá entonces

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vez fui prioste y en realidad fue una experiencia bastante agradable y desagradable, agradable porque igual la gente entre los priostes se trate de ver la manera de ayudar a la gente más necesitada del barrio, igual para los niños, desagradable porque no todo el grupo está de acuerdo, las cosas que se quiere hacer, eso hay en todo lados, entonces sí es una experiencia muy buena y ahora igual siguen construyendo la capilla que van a hacer a base de ayuda y de esfuerzo de todas las personas, me parece bien, por lo menos nos reunimos un poco más.

A Riobamba solo de visita

Sí vamos, incluso las familias ya la mayoría ha salido ya todos ellos son comerciantes, en realidad negocian ya por la costa, tengo allí una prima y una tía, que se dedican al cultivo y a otras cosas, de ahí toda la familia ha salido en Riobamba en el sitio de San Vicente, donde ellos viven, ahí solamente hay las construcciones para las fi estas de carnaval. Ahí donde todos llegan, y del resto todos llegan allí.

El futuro huele a chacra

Uno verdaderamente no se sabe lo que pase, salir va a ser bastante difícil porque aquí uno ya cultiva lo que quiere va al terreno saca va a la olla y ya es muy diferente, en cambio en el centro chútica, dónde cultivamos? (risa) el producto de la mata a la olla es bien diferente.

tenemos planifi cado porque tenemos ventas, como le comento, las tres semanas seguidas, la cuarta se vende poco, o se descansa cuando no hay ventas, porque la gente ya nos ha ido conociendo, ya nos piden, claro al inicio fue difícil empezarse a abrir mercado, fue duro, el tema de comercialización es bastante duro, fue bastante duro por el tema de que el municipio no permite que estecemos entrando, mejor ahora, ya están dando opción, hay un programa que ellos piensan lanzar para el uso de los espacios, entonces ya se están dando esas conversaciones, antes, le estoy hablando de hace unos tres años que empezamos a comercializar el proyecto, ya va por cinco años que empezamos a comercializar, ya vamos a caminando a tres años.

Contratamos un medio de transporte, porque no tenemos transporte propio y esa es otra de las desventajas que tenemos nosotros, porque un transporte es caro, por ejemplo, de aquí llevar a la carolina nos cuesta veinte dólares, no representa mucho, pero antes sí representaba, y como ha infl uenciado la participación de las compañeras de aquí en los huertos, en las casas, son compañeras más activas, gente que se está benefi ciando con la venta, bueno la verdad, el benefi cio en primer lugar, es para el consumo en la casa, y luego como ellas mismo comentan, ha habido la oportunidad de haber conocido más de cerca a las vecinas, de conversar y también se benefi cian de las cosas que da el proyecto, por ejemplo, que da sistemas de riego, kolping nos apoyan en eso, hay una fundación que ejecutan de los gatos, que se benefi cian de ellos, igual del producto que ellos llevan a comercializar.

El niñito también pasó por aquí

Más antes le veía no más que participaba en la fi esta, una

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SUB OFICIAL OCHOA

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A la Argelia llegué desde la Costa

Antes yo estaba en Babahoyo, en la provincia de Los Ríos, en Quevedo, de allí ya venimos para acá a la Argelia alta, pero antes no era así, antes era botado, sin casa, no había buses los taxis no querían subir, del miedo que aquí les matan, aquí les roban, un poco escuchar la Argelia era terrible, ya no querían venir,

Gracias a dios se ha ido controlando eso ahora, créame así que este es el barrio más seguro que todos los barrios, yo vivo en el norte, aquí en el año hay 2 o 3 robos nada más.

Al servicio de la Ley

Yo soy de la provincia de Tungurahua, del cantón Baños. Hace treinta y un años soy policía. Me gustó ser policía, me fui al ejército, estaba allí en la conscripción, antes era, no es como ahora, que se van no más, antes hacían cogidas, me cogieron, era menor de edad, nos llevaron al ejercito, después dijeron que era menor de edad, que vaya no más, yo dije que no, que ya no, en ese tiempo sí sabían dar fi erro, ahora ya no.

Salí de ahí y enseguida me entré y fue tan fácil entrar, tenía todo los documentos en regla y como era bachiller entré directamente.

El barrio tenía potreros y animales

Había un poco de animales, ganado vacuno, hasta ahora tienen borregos, chivos, pero ahora hay menos que antes, ahora ya casi no hay nada, ya poco,

Ya no es como antes, creían que esto es rural, ya es urbano,

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vino del oriente, que no tenía ni familia, no había sido ni bautizada creo esa señora, se murió así mismo, y ayudarles tuve que yo fi rmar como familiar todo, acertar la partida de nuevo fi rmando yo, de la misma manera pedimos a la funeraria nacional otra caja, nos dieron una cajita y pudimos hacer la cristiana sepultura, y de aquí yo soy un hombre muy querido del pueblo, he hecho muchas cosas, he hecho el día de la madre, he donado cosas, he traído a veces de mi tierra, me han mandado ropa de España de Estados Unidos, aquí yo les he dado.

La gente aquí es solidaria sí, es bien solidaria, cuando se llama a reuniones bien a full, al menos cuando hagan una fi esta viene solitos, cuando se hace fi estas por el día del padre, de la madre, fi estas de Quito, hacemos algunos eventos, yo aquí les traigo todo,

El peligro está en otro lado

En el año hay tres o cuatro robos, nada más, aquí en este barrio no, porque ha cambiado, una cosa que las personas ya se han hecho un poquito más a la policía, ya nos colabora, y ya son un poco más de precavidos, nosotros hemos dado duro cuantas personas conforman el grupo policial, ahorita cuatro somos y los cuatro son sufi cientes para controlar el barrio, no unos cuantos faltaría, el barrio abarca 9 barrios, estamos hablando de la Argelia alta, Oriente Quiteño, comunas las Chachas Miravalle, uno, dos, tres, San Carlos del sur, San Bartolo, todos esos barrios cubrimos y en un solo patrullero.

¿y el patrullero?

Acá venimos tres policías y no había el patrullero, había

ya es una ciudad, ya no es un campo como piensan.

La gente son criados con esos animalitos, y es difícil, se pone a llorar, dicen que es su vida y que con eso se mantienen, pero es un poco medio triste también, que se le retire, aunque ya se ve que la población está más grande, se está aumentando las casas, antes era tres, cuatro casas, había una parada de buses, ahora ya hay dos, van a hacer aquí también otra, quizás la gente ya vayan dejando la costumbre de tener esos animales, el excremento mismo es medio peligroso.

Los años rojos

Este era mismo un sector peligroso, claro sí era peligroso, porque imagínese era botado, decían que por acá botaban muertos, acá les mataban, así decía la gente, la gente era humilde, no decía nada y era gente del barrio, la que hacia esto, de otros lados de aquí del barrio no hay, claro, que hay por ahí unos muchachos medio mañosos, pero lastimosamente eso ya es porque viene gente de otros lados.

Cuando llegué yo dejaron botando a una chicha, hay un bajo de agua aquí ya, allí dejaron botando a una chica, estaba caliente todavía. Yo tuve que ir a ver, me tocó hacer el levantamiento del cadáver por acá con la gente, y allí había hecho, algo bonita una señora me acuerdo, no, no, había una chica que era borracha, alcohólica, y de ahí me tocó a mí ponerme a la cabeza a recolectar fondos, ir a buscar, había antes un cura que era de España, se llamaba José Miguel Ochoa, le decía pariente, conversé con él, y le dije: sabe qué hacemos y él dijo ya, vamos a ver cómo hacemos, precipitamos y recogimos fondos, fuimos a la funeraria nacional nos donaron el espacio para la sepultura, nos dieron una caja. Otra más abajo vuelta hubo una señora que

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robando a la gente pobre y uno se le va, se le mete preso, a veces podemos dejar en la cárcel, a veces enseguida salen y esos es lo que a veces, que a uno ver a la gente pobre como le roban y la gente le ve como el salvador.

Un terrenito para la jubilación

Ya estoy enseñado, ya diez años. Pero ya voy a retirarme de la institución policial cumpliendo mi tiempo de trabajo, ya pienso en retirarme el otro año e ir con mis hijos. Voy a ver si me compro por acá algún terrenito, para ver si vengo, tengo bastantes amigo, muchos amigos, gente joven, adulto mayor, mis grandes amigos por acá, donde han colaborado hemos ido a las reuniones, para sacar adelante al barrio.

uno solo que compartíamos con la Argelia alta y la Argelia media, entonces no había ese patrullero, para traer ese patrullero también fue una odisea Porque no nos querían dar un patrullero, era para dos barrios, entonces abajo dieron y acá no querían dar, tuvimos que hablar durísimamente aquí, para suerte mía encontré a un señor que cuando hice el curso de frontera en Machala tenía un jefe de cursos, que era un capitán Lalama, ya, y ese capitán, vengo acá y le veo de mi coronel y él era casi Lucio Gutiérrez, estaba en la política, entonces él estaba de jefe de la corpo seguridad y de allí me reconoce y me dice qué fue guambra y le digo sabe qué mi coronel, necesito un patrullero por intermedio de él y el presidente de aquí, don Torre avanzamos a traer.

Desde el dos mil seis tenemos patrullero, seis años y ahí mejorado el patrullaje con este patrullero, claro, es camioneta y el camino es casi solo de herradura le tenemos bien al patrullero.

El policía y su mano solidaria

En lo personal al policía le ven como el salvador, una enfermedad, alguna cosa de sistemas judiciales, algún robo, lo primero que hacen es acercarse donde mi persona, yo le digo vaya para allá, esto tiene que hacer, yo mismo le acompaño.

Acá hay problemas el más que se da es el intrafamiliar, por el trago, la gente toma bastante aquí, hay bastante maestro albañil, mal interpretan, los jóvenes más, y les pegan a las mujeres de allí asaltos, robos, muertes sí ha habido, porque les han venido a dar botando por acá, eran incontrolables, le mataron al mismo de la misma banda que andaba robando, robaba con todo, le metía preso y salía, eso es lo que al policía le indigna, le duele en el alma, que uno se le coge

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ABEL VELASTEGUÍ

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Victor Vimos y Cristina Riofrío

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Un terrenito para la vida

Yo compré el terrenito, en el año de 1977. De segunda mano se puede decir. Yo no soy fundador de la cooperativa.

Trabajaba en Tanasa, y desde luego bueno… me ilusionó comprarme un terrenito, por abajo buscaba. Y no encontraba terreno, no había. Y un día un fi nadito cuñado mío que se había hecho anotar para un terrenito en Santa Rosa, encima de la fosforera. Tons yo me valí de él. Eduardo se llamaba el fi nadito. Yo le digo, Eduardo deme averiguando si se puede a mí también localizar un pedacito. Y él decía vamos a hablar con el Capitán Arroyo. Él había sido el fundador de todita esta cooperativa, entonces nos presentamos donde el señor, nos dijo que no tenía terrenos. Recién estaban parcelando los terrenos, midiendo conmigo mismo. Yo le rogaba unos metritos. Para hacer una casita y decía el señor que no. Que no tenía. Bueno, un día asoma el Capitán. Midiendo todos esos terrenos que tenían por abajo. Y le iba insistiendo, que venga a hacer conocer. No llegaba el día, casi tres meses. Sábado y Domingo, midiendo los terrenos. Como él era el Gerente de la cooperativa, iba anotando, ahí íbamos haciendo los lotes. Y yo porfi ado, por aquí deme un lotecito decía. ¡no!, ¡no hay!, ¡arriba!, por último casi tres meses, ahí me vino a hacer conocer. Entonces, cuando ya venimos acá arriba, de abajo es lejísimos. Y decían que es el cerro. Venir desde acá debajo de Tanasa es altísimo. Y cuando yo decía…, si de aquí vimos los terrenos que están altísimos. Llegando allá ya ha de estar cerca del cielo decía.

Cuando llegamos aquí, así mismo me vino a hacer conocer un sábado. Llovía hartísimo. Había tres lotes, que están arados y dice, estos tres mil metros, ahí compre. Y desde luego no había la plata. Yo solo quería unos 200 metritos. Y él dice no!, llévese todos los tres mil metros. ¡Porfi ado!, Y … la plata no había. Entonces me dijo a cuarenta mil cada lote,

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un ofi cio. Entonces aprendí el ofi cio de los zapatos. En eso trabajaba. Me vine a trabajar aquí en Quito. Y como le digo, mi fi nadito cuñado, él era salonero. Trabajaba en salones. Y ya le converso, él vivía más tiempo aquí, dame viendo un terrenito para ver si me compro aquí, me dice ¡no, Don Abelito! No ha de venir a vivir aquí. Angelina se llama mi señora.. ¡no ha de querer venir la Angelina!. Cuando yo trabajaba con los zapatos, nos topamos con mi cuñado, y ahí nos agarramos a tomar esa noche. Tomando, tomando. Conversa el señor que ha sabido trabajar en Tanasa. Bueno. Dice… sabe qué. Búsquese los papeles yo le voy a hacer entrar a trabajar en Tanasa. Y me hacía medio difícil. Por que yo solo me crié con los zapatos. Y nunca he trabajado así, en particulares. Medio como que no quería. Y dice no, vea sí le han de recibir. Búsquese los papeles. Bueno yo sí tenía todos los papeles. Bueno ya me entusiasmé, busqué los papeles. Me presenté y gracias. Me cogieron en Tanasa. Oiga pero los comienzos durísimo. Las manos me hacía puro vejigas. No enseñado al trabajo. ¡Me acostumbré!

En un comienzo a Tanasa entré de ayudante de… jardinero. Ya a los meses pasados ya me trajeron a trabajar en bodegas pero en varios… tocaba hacer de todo, trabajo.

La Argelia era botada

Callecitas si había. Y las callecitas, así como están. Recién hicieron estos bordillos. Entonces cuando yo compré… no había luz, no había agua. Luz principalmente diga usted. Uno enseñado para trabajar los zapatos. No había. Con velita. Y una petromax.

Ahí abajo había una quebradita. De ahí íbamos a traer. ilusionado! ¡Por que ahí donde está la casita esa!, había una escuela. Mis hijos, cuando vengan pues. ¡El pensamiento!

Que vale hoy día ciento veinte. No cierto!. Los tres lotes.

Ahí un paisano, se puede decir un paisano mío dice que él también quería terreno… buscaba él también. entonces bueno…, él dueño de este lotecito.. que vemos aquí, se llama Enrique Godoy. Yo le digo, verá Don Enrique me topé con unos terrenos ahí arriba, en la Argelia. Vamos a ver y le traje a conocer estos terrenos. Pero yo quería sólo quinientos metros. No tenía la plata! Y cuando yo le conversé a él, él también vió los terrenos y dijo chuta; los terrenos están lindos. Bonitos. Sabe qué, Abel voy a llevarme mil metros. Yo me quedé guindado por que solo quería quinientos. No tenía la plata. Él como ya se dijo que iba a llevarse los mil metros. ¿Y yo con quién hago?. ¡búsquese dice!, con quien hacer. Duro que es buscar.

Estaba así… y le digo a mi señora voy a ver si me compro. Yo soy de la provincia de Chimborazo. Soy del cantón Guano. Entonces no tenía la plata pues!. Bueno como quiera hagamos un préstamo. Yo también ahí cogí los mil metros. Sacando platita a intereses, avancé a comprarme.

Pero el Capitán dijo que no eran a Cuarenta sino a cuarenta y cinco mil. ¡imagínese lo que es la viveza! Ya de ver que estábamos interesados… ¡él dijo no!, ahora valen a cuarenta y cinco mil. A eso llegamos, a cuarenta y cinco mil. En ese tiempo era durísimo juntar cuarenta y cinco mil. En el setenta y siete.

Recuerdo que cuando estaba yo, el sueldo en Tanasa era de unos ochenta mil. Sucres pero.

De la tierra de las alfombras

Yo era plantador de zapatos. Zapatero. Desde que terminé la escuela, nuestros papacitos nos exigían que tengamos

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a ellos. Entonces así vivía no. Y cuando venía a las sesiones este fi nadito Silva ya le conocí a él. Me puse a las órdenes, él decía que formaba un comité pro mejoras. Ahí decían que reclamaban escrituras a este Capitán Arroyo, porque había sido ocho años de cooperativa.

Cooperativa la Argelia. Entonces formaron un comité pro mejoras. Yo me daba cuenta del procedimiento que hacían con la cooperativa. Se puede decir. El comité reclamaban escrituras, y eso es un derecho. El título, la escritura. Sino no vale nada.

Había la gente, unos a favor del Capitán, y otros formando el comité. Yo con el comité, con lo justo que reclamábamos escrituras. Ahí le nombraron a un señor que había sido gerente de la cooperativa. Prefecto Silva se llamaba. A él le nombraron de presidente. Este fi nadito Silva decía: el que me quiere seguir sígame, decía. Pero un poquito más fuerza sí tenía el comité. Entonces sí luchábamos duro.

Cuando llamaba el capitán, con el comité íbamos. Tiraba uñas negras. Tiraba. En ese tiempo por el recreo a sesiones del comité. Lo mismo aquí en el barrio. Pero aquí había gente, como en todo lado. Gente que eran allegados al capitán. Lo que se trataba con el capitán iban a hacer los cuentos. Era la lucha que no se podía conseguir las escrituras. Hacía a de haber durado unos cinco años.

Con las escrituras llegó la gente

Parece que tengo mis escrituras en el ochenta y uno. Para eso ya había más gente, comenzaba a venir la gente, sí. Entonces cuando yo me hice esta casita… el Señor Silva, con los Señores del Oriente Quiteño, buscaban… diga usted, una casita para que se forme un centro… educativo

La agüita íbamos a traer de la quebrada. Pero la verdad uno ya se embarriló aquí. Hice la media agüita. Con un albañil, pues. Yo ya quería venir a vivir aquí. Esta casita del frente era de un Señor Silva. Él tenía una casita viejita aquí, decía: Si quiere pase a vivir aquí donde mí. Pero yo solo. Yo viví aquí cinco años, Aquí solito.

A los cinco años, traje a mi mujer y a mis hijos. Ellos andaban así medios cojos. El unito, mijo era aparador. Y como no había luz, él se enojó conmigo. Me decía papá. Como ha de comprar aquí, en donde que no hay luz. No tenía como trabajar con la máquinas. Eran máquinas a motor, le digo, mijo, quizás algún rato consiga. Y de ahí íbamos luchando. Luchando. Imagínese. Cuando yo hice la casita. Cuando vino mi señora. Imagínese esto era solo hierba. Tierra. Imagínese batir el concreto. Es difícil.

Unas escrituras que no asomaban

Cuando yo ya compré. Me decían Don Abel, no compres. En ese tiempo ya había un muerto. Y que abajo había un señor que se llamaba Agustín Huachamboso. Se llamaba. Se había muerto al pobre. Por que así mismo había sido el fi nadito, líder de la cooperativa que luchaba mucho con el capitán. Pidiendo escrituras.

Había sido un señor Zambrano. No sé. Entonces le echaban la culpa a este fi nado Huachamboso que le ha muerto. Sin duda le hicieron con el capitán. Imagínese. entonces la gente tímida. Como ya murió uno.

Cuando ya vine aquí, el desespero, había una gentecita que venía del Norte. Yo a ellos les rogaba, como gente ajena. Den viendo el cuartito, por que iba al trabajo. Los Sábados, los Domingos a veces me iba a mi tierra. Dejaba encargándoles

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hicieron la lucha de los pobres, ahí se fregó. Ya fueron a mí también robando. Ahí sí ya había que guardar.

Yo no le voy a decir que mi barrio es bien honrado, no. Por ahí conversan que ratos menos pensado asaltan, que por ahí hacen al uno, al otro. Ahora en ninguna parte hay confi anza. Yo de Santo Domingo me venía a pie de noche, imagínese. A veces a las once de la noche, doce de la noche llegaba acá.

Por ese tiempo también asomaba el Duende

Aquí funcionaba la escuela. Sembraban papas. Como el terreno estaba botado. Entonces los chicos han salido a jugar el recreo. Cuando la bulla, un chiquito ha mandado la bola. El chiquito va atrás de la bola, entonces ahí disque se asoma un chiquito con un sombrero grandote. Chuta ahí hace el comentario que ahí le ve.

de alfabetización. Y dice el fi nadito Silva. Don Abel deje arrendar estos cuartos. Para que funcione el centro educativo. Digo bueno señor. Hagamos. Ahí le dije a los señores del Ministerio… no tenemos luz. ¿con qué va a funcionar? Yo les planteaba a los señores del Ministerio a ver si nos dan consiguiendo la luz. Y aquí abajito de este barranco es un barrio que se llama San Luís. Y ahí recién pusieron la luz también. Esta parte recién ponen la luz y sí se puede conseguir para acá, decía yo. Vamos, nos fuimos a ver. De ahí vieron ellos, dijeron si está bueno. Decía que nos dé consiguiendo la luz. Les luchaba, les luchaba; cuando ahí dice…les vamos a dar petromax, para el centro educativo. A mí me decían, como dueño de casa verá, a las cinco de la tarde les prende a las petromax. Para que la gente sigan viniendo. Y así. La mayor parte venía la gente de atrás al centro educativo. Yo siempre les molestaba a los del Ministerio cuando venían, de la luz. Decían verá, ya conseguimos. Ahora búsquense los póstes y alambre. Para que le den. Bueno yo contento. Decía como quiera he de hacer. Con unos mediecitos compré el alambre, con una minga hicimos los postes con unos palos. Avanzamos a conseguir. Y vino la luz acá. Ya sabe, la envidia de la gente. Por ahí se han conseguido una casita, y llevan al centro educativo allá. Bueno, que se vayan. A mi no me pagaban nada. Decía un señor que ya es muerto, que la luz también va a coger. Le dije no. La luz está a mi nombre.

Tres meses funcionó aquí el centro.

Como todas partes, siempre ha habido problemas

Yo tenía animalitos en ese tiempo. Este terrenito tenía arrendado. Tenía los animalitos, las vaquitas botadas por allá arriba. Y no pasaba nada. De noche me levantaba, rato que me quitaba el sueño iba a ver, nada más. Y cuando ya

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MARÍA ETELVINA GAMA

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De Latacunga a la Argelia

Yo me vine de Latacunga porque me casé. Me casé de diecinueve años. El primer hijo tuve de veinte años. Ya le tuve al primero, al segundo allá. Después compramos un lotecito de terreno allá. Y teníamos botados como unos dos añitos. De ahí nos venimos a vivir aquí. hicimos una chocita, una media agüita. Ahí crecieron mis hijos, estudiaron. Diosito dio los mediecitos para comprar. Terrenito. Aquí como los terrenos son grandes. Es tratar bien a mis hijos. Lotecitos de mil metros son. Me compré unos dos mil metritos. Tengo cuatro hijitos. Les dí quinientos metritos a cada uno.

Llegué aquí por un tío mío. Porque los demás de mi familia ya vivían aquí en Quito. Ellos tienen casas aquí en Quito. Por Chawarquingo. Por la Loma de Puengasí, por Balshi. Adentro en las palmeras vive mi otra hermanita. Todos vivían por aquí, así es que un tío mío me dijo, compremos un terrenito a medias. Y nos compramos. Teníamos botado casi como unos dos años. De ahí venimos. Vivíamos aquí, como ese tío mío vivía más en la costa. Me volvió a vender, entonces le compré. Y ya vivo aquí treinta y cinco años.

Este barrio era de color verde

Todo era monte. Un monte bien alto. Bien espeso, que a veces cuando bajábamos, o cuando subíamos, no se atinaba por dónde había que subir. Yo me perdía, teníamos que bajar, para vuelta volver a subir.

Cuando llovía este monte se hacía bien lodoso. Y para ese tiempo no había ni carreteras. Entonces el agua para comer cargábamos de abajo al monte había unas vertientes. Tocaba subir, bueno cuando lloviznaba, tocaba bajar. De bajar se

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dos mil no va a llegar?.

Yo decía bueno, así se sufre. Y era todito, todito botado. Todito monte, valía tener animales. Yo sí tenía.

Los animalitos también acompañaban

Tenía ganado, tenía unos chanchos, teníamos unos borregos. Ahora ya no se puede, en ese tiempo valía tener animales.

Por lo que vivíamos aquí, era bien tranquilo no había nada. A veces que mi esposo tocaba trabajar, bajaba dos de la mañana. O una de la mañana, cuando le tocaba el viaje largo. Nunca ha habido nada.

Ahora también dicen que hay. Pero antes taita diosito este sector. No, hasta ahora nada me puedo quejar a diosito, no ha pasado nada ni se han llevado nada. Solo una vecita con un señor que decía que es negociante, se me lleva un par de puercos, eso ha sido. Pero ese señor decía es negociante que quería comprar. De ahí dicen que por ahí atrás hay esos dueñitos de lo ajeno… diosito bendito, hasta aquí con nadie de mi familia, ni nada. Mi esposo también, como le digo, que madrugaba antes.

No había parque

Era monte, que había así terrenos planos botados. Y ahí jugaban, se seguían mariposas, seguían bichitos que había en el potrero. Así jugaban mis hijos. Hasta que hicieron ya todos, ya jóvenes, ahora toditos son mayores de edad.

bajaba. Pero de subir arañando. Cargando a la espalda y subíamos aruñando.

Para la comida diaria, normal se subía dos o tres botes. Para lavarles la carita a los hijos que se iban al colegio. Ya estaban de escuela, de colegio, para poder atender a mis hijos yo traía dos o tres botecitos. Como mi esposo trabajaba, no había quién me ayude. Yo tenía que traer, cuando mis hijos se hacen más grandes les hacía que me ayuden.

Los baldecitos pequeñitos, les hacía jalar. Me ayuden a jalar algo, porque yo no avanzaba.

Yo recogía la ropa sucia bastante… y lavábamos entre semana o los fi nes de semana, lavábamos abajo en unos vertientes que había. En unas piedras. Bajábamos lonas de ropa para bajar a lavar abajo. Unos vertientes. Por que también la gente era mala. Me acuerdo que a este lado había unas piedras que lavábamos. Peleaban, nos impedían el agua. Yo me acuerdo de esta señora… que era mujer de este señor Miguel Acuria. ¡qué bestia! Esa señora cómo nos hablaba por el agua.

Nos mezquinaba, diciendo que ellos han puesto la piedra, que ellos han cavado. Era como haber comprado agua de vertiente, sin embargo nos impedía. Para poder vivir aquí sí sufríamos bastante viera. Más que todo los primeros que venimos.

No había luz, no había agua, no había ni carreteras. No subían carros, las compras tocaba cargar desde abajo. Del camal veníamos en los carros que van a Guajaló. Nos quedábamos en Tanasa, y de ahí subíamos para acá.

El agua llegó a la Argelia, en el… noventa y cuatro, noventa y cinco, sería. Porque me acuerdo que mi hermana me decía: ve negra. ¿Para que compraste aquí, el agua hasta el

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

ROSARIO CAMPOS

Luego llegó hasta el bus

Ya empieza a venir el bus, ya había calles. Pero verá hay gente que han comprado de los dueños antiguos, está todo botado. Hay gente que ya sigue vendiendo. De ahí todo lo que usted ve, es todo botado, es gente que han tenido bastante dinero. Para venir acá.

Ya teníamos cómo llegar a las viviendas. De ahí un poquito más alegre, más tranquilo. Ya también cuando abrieron la autopista ya dieron buses que venían de Chillogallo. Se puede quedar aquisito y se viene acá al barrio.

Por acá también pasean los candidatos

Los políticos tenían todo a la gente así, ofrecían. Que nos van a dar las calles, pero no, es imposible. Estaba el señor Jamil Mahuad, estaba el señor Sixto Duran Ballén, todos esos.

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Quito era una ciudad de destino

Yo soy de una parte de la provincia de Tungurahua que se llama Huambaló. Pero me crié aquí en Quito. Me crió un familiar.

En el centro vivía, en la Tola. Y de ahí cuando ya me casé. Cuando ya llegué a tener a mis hijos, cuando era ya joven pues. Entonces me vine a vivir acá con mi esposo a arrendar. Porque yo no tenía propiedad.

Me casé a unos veintiocho o treinta años. Tuve seis hijos tengo hasta ahorita, recién se me murió unito.

El primero se llama Carlos Campos, la segunda se llama Ana Isabel Campos, tercero Marco, cuarto Rosi, quinta María, sexto… Guillermo.

A la Argelia por la amistad

Un fi nado señor Zambrano fue vecino de una vivienda que yo tenía en Quito, yo en el centro siempre pagaba arriendo. Entonces el señor vino primeramente cuando estaban parcelando, vino a coger su lote. Ahí me avisa, me dice vecina Charo están parcelando una hacienda. Estonces pues le digo hágame comprar, dice vamos que conozca. Yo no quería venir por que era páramo esto, como decir montes así. Viviendo en el centro viendo esa lejura, yo me he de morir de la pena, decía (risas). Entonces ya me acostumbré a tener animales. Ya me acostumbré a vivir aquí… treinta y cinco años vivo yo aquí.

Ahí me hice mi casita, así no más. El material de dónde asomaría. Es que recientemente no más hice mi casita, antes vivía en una casita de madera, de palitos, ahí se criaron mis hijos. Chiquitos todavía, lloraban desesperados. Porque

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA Victor Vimos y Cristina Riofrío

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De aquí salíamos andando. Bueno nosotros todavía más jóvenes, teníamos valor, fuerzas para andar. Así como bajábamos, así mismo subíamos. Cada noche ya terminando el trabajo. Todo eso.

Y cuando llovía todo esto era lodo, y por ahí subíamos como Dios disponía.

Una señora donó el niñito

Rosa Villacís se llamaba. Nos dio a todos los moradores del barrio. Nos donó y todos como moradores, como priostes abrazamos al niñito. Era un niño que está en la religión. No había cómo rechazarle ni botarle al otro lado. Hasta ahorita adoramos al niño.

Mija se hizo prioste. Ana se llama. Yo le acompañé a ella a hacer la fi esta.

Todos, todos eramos católicos. No es como ahora que la mayoría son evangelistas. No creen en nadie ni en nada. Hasta ahorita nosotros somos católicos.

Mi marido está enterrado en San Diego

Cuando él se murió sí asistieron, los pocos vecinos que hubieron, Dios le pague sí asistieron.

Dos días hicimos de velorio, de aquí le llevamos en camioneta. Ellos mismos le llevaron.

Cuando algún vecino muere si acompañan entre todos los vecinos.

Hay algunos que les gusta velar en la casa. Hay personas que le llevan a alguna funeraria, así.

no se enseñaban. Decían que les van a coger, que les van a robar. Sin luz ni agua, si del centro subíamos a pie, por la calle empedrada que había, pero no había carros.

Las vertientes que ya no están

Había unos pozos de agua aquí abajo. Todavía no le tapan, acarreábamos, a veces alquilábamos un burrito. Traíamos los tanques de agua para la comida, para la casa. El alquiler del burrito valía un sucre.

Bajábamos a lavar ahí mismo, a veces nos querían asaltar ahí mismo, pasando por la quebrada. A mis hijas les asaltaron como dos veces, pero por quitarles la ropa, pero… ya nos acostumbramos a esa vida. diferente de cómo se vive en el centro que se paga el arriendo, de la luz, el agua. Teléfono, uno se vive bien servido. En cambio venir a vivir acá, ya se nos hizo duro pues.

El capitán andaba con sombrero

Se ponía de esos sombreros de paños, moreno. Medio cholejón era. Tenía un carácter bien alhaja, bien sociable, conmigo para decir. Y para decir la verdad yo no le compré el terreno a él. Yo le compré a un señor… como es… yo no me acuerdo el nombre. Pero yo le compré de la segunda mano. Porque a mí me dieron la casita, una casita de madera que todavía hay ahí. Ahí en esa casita viví los veinte años, no me fui a ningún lado. A los veinte años le entregué la casita porque el dueño era de la costa. Mi esposo ya se murió, yo estoy sola y como voy a quedarme aquí en la casa. Le entregué porque yo también ya me compré un lotecito ya a la calle.

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

MARÍA TAPIA

A mi marido le velamos en la casa porque… él vivía en la casa, él le quería mucho a la casa.

El adelanto se ve en la Argelia

Está bien adelantado al tiempo que éramos antes. Principalmente tenemos la luz, el agüita, los buses. Todo tenemos a la mano, y las personas que tienen su terreno sus casas, cuando no quieren tener el terreno, le venden. ¿y por qué le venden?. Ya con todo lo necesario. Ellos ya no sufren. Nosotros como moradores viejos hemos sufrido.

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El trabajo es una carretera que lleva lejos de la casa

Soy de Latacunga, del barrio Huaytacama. Salí a trabajar de trece años, y… vivía aquí con una famita Vizuete. Y trabajé hasta cuando yo me casé. De ahí me casé. Y dos años viví aquí en la Y. Ahí me subí cuando tuve mi primer hijita. Tenía tres mesitos.

Donde yo me crié, mi madrina me ayudó a comprar el lotecito aquí. Ella, se compró con un hermano, la esquina de allá. En la esquina. Y al tiempo que yo me casé, justo ella es familia de mi esposo. Me casé me vine con mi esposo acá, con mi primer hijita de tres meses. Y acá viví llegué a tener siete hijos.

Ni una sola casita en ese tiempo

Aquí no había casas, al día había tres camionetas así de vez en cuando. Más había en la mañana, pero cuando era de bajar, bajábamos a pie, era todo monte. Abajo bajábamos a coger agua. Había una vertiente, y bajábamos a coger agua. Cargando a lavar allá, pero no nos dejaban. Había unas dos señoras que no nos dejaba coger agua ni lavar.

Se hacían las dueñas. Po que ellas eran primeritas. Y otras personas más que había primeritos. Por eso y sufrí como casi año. Hice la media agüita. Viví y traía yo por tanqueros. Hice traer un albañil, hice una cisterna que tengo hasta ahorita. Y de ahí hacíamos coger un tanquero. Eso hacíamos durar dos meses, tres meses. De ahí utilizaba para la comida y para lavar.

Teníamos pozo séptico. Luego hicimos un baño, aquí en la casa mismo.

El material traíamos volquetas. Mi esposo de donde

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trabajando con mijo. De ahí mi marido sufre defi ciencia renal.

Preparo tripa asada. Hago pollos asados, molleja asada, hago papas con cuero, tortillas con pollo asado. O con mollejas y caldo de pata

Solo el domingo hago caldo de pata. Los otros días hago almuerzos, sopita de legumbres. Más de granos, por que yo trabajaba en salón y aprendí. Yo trabajé… no sé si haya visto en la televisión, donde Cristina Vizuete, se llama en la Ronda. En ese salón yo me crié, y aprendí a trabajar. A vender. A hacer la comidita.

Hay veces que también hago caldo de nervios. Sino que a veces la gente por ese lado no… de gustarle le gusta sino, que … no… lo que hago vendo todo.

Los comensales de todo lado son. O sea son de Calderón, Guamaní, vienen por las fábricas. Son de todas partes.

De aquí del barrio también vienen, a lo que van a la fundación. Bastantes vienen, ponen, así uno y otro, pero no me han dejado. Sí he vendido.

También ponen así la competencia, pollo asado, mollejas, todo ponen. Pero por la preparación será, todos me vienen a comer. Suben hasta del playón a comer aquí las tripas.

El sector ha cambiado

Lo que yo vine, las calles, los postes, la nueva Oriental. Todo mismo está cambiadísimo, para el tiempo que yo… había dos, tres casa, del difunto Zurita cuatro, Don Quimbita cinco. Y ahora se han aumentado.

trabajaba tría poquito, poquito. O en camionetas fl etando poco, poco. Eso hacíamos.

Poquito a poquito, hasta cuando mi primera hija tuvo diez años. Yo traía una volqueta de arena. Una volqueta de piedra. De ripio. Así acumulé, poquito, poquito, estaba ya para entrar a primer curso. Ya comencé a hacer la casa. De ahí bajábamos a pie, no había carros. A veces íbamos por la peña, por el mirador. A veces se caía, veníamos de lodo. Tocaba cambiarles, no había carros. Solo chaquiñanes.

La escuelita está bajando la colina

Mis hijos fueron a la escuela Virginia Larena. Esa está al frente del cuartel Epiclachima

Yo salía a dejarles a las seis y cuarto de la mañana. Y regresaba a llevar a las doce del día o cuarto para las doce, porque salían doce y media. A veces la camioneta esperábamos, nos dejaba botando en el mirador. A veces en la Y. De ahí vuelta a pie cargado a los guaguas.

En ese mismo monte los guaguas hacían volar cometas, jugaban trompos…, más hacían volar cometas. De ahí nada más. No había luz, vivíamos con espelmas, o con petromax, que más antes teníamos, eso...el agua tampoco no había, ni la luz, ni le teléfono. Poco a poco fueron incrementando todo eso.

La comida es un negocio casero

Yo empiezo a vender comida hace diez años, desde que mi primera hijita se falleció. Ella me ayudaba. Ella se falleció estando casada hace nueve años.

Hago por mis hijos y por mi marido. Mi marido ahora está

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El resto de mi vida he de seguir aquí, porque aquí tengo el resto de mis hijos, el resto de mi hogar, qué más puedo hacer.

El niñito llegó a esta casa

Yo fui priosta tres veces. La primera vez cuando mi nenita tenía unos cinco añitos. Y luego la segunda me cogieron cuando ya era más… será hace unos cuatro años. De ahí la otra también fue… será, que nos elijen por que tienen amistad. O será…porque nos elijen que ven que uno tiene la casita, pensarán que uno se tiene. Es mentira porque uno hace lo posible para llegar a tener. Con las deudas… o pidiendo colaboración… fi ando. Como decíamos nosotros apretando, haciendo unos ahorros poco a poco. Se va pagando y hecha la casa piensan que uno se tiene plata.

Tengo también a mis santitos. Solo a los santos tengo fe. Por medio de ellos, yo nunca me hago de decir que no tengo fe. Yo tengo fe a ellos, o será también porque tengo fe, que me ayuda a vender. Lo que yo saco nunca me ha sobrado.

El peligro viene de otro lado

Hay veces que ahí mismo en el barrio, nosotros mismos no sabemos ver a nuestros hijos. Claro que hagan de amistades, pero les vemos pero los corazones no sabemos, serán buenos… serán malos. Pero si dicen que les cogen no. Hasta ahora no les han cogido a nadie. Más que todo casi no salimos de noche. Mis hijos tampoco, y cuando ya no vienen se les llama, ahorita son ya jóvenes. Ya tengo dos casados. Ya con la difuntita son ya tres casados.

En la Argelia está el destino

Por ver a mis familias a veces regreso a Huaytacama, porque tengo familias ahí. Mi papacito también vive. Pero ahora está botado en Latacunga, solito. La otra semana va a estar conmigo. Porque estamos con mis hermanas cuidando poco, poco.

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CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA. Recolección de historias sobre el origen y desarrollo del barrio La Argelia Alta (Sur de Quito). Trabajo realizado por Victor Vimos y Cristina Riofrío, se terminó de imprimir en los talleres gráfi cos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión núcleo de Chimborazo el 22 de septiembre de 2011, siendo director de los mismos el Sr. David Naranjo Cabezas y Presidente de la institución el escritor Gabriel Cisneros Abedrabbo con un tiraje de 600 ejemplares.