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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS SIMEÓN 1 DE KARTLI A FELIPE 11 Y TEIMURAZ 1 DE KAKHETI A FELIPE IV § l. Las relaciones y contactos diplomáticos de España con el Oriente cristiano y musulmán durante los siglos XVI y XVII, en los que la monarquía multinacional de la casa de Austria era la primera potencia del mundo, siguen requiriendo todavía un estudio a fondo. Por ello revisten el máximo interés los documentos mencionados en el título que se encuentran en el Archivo General de Simancas, Sec- ción de Estado, negociación de Alemania y negocios extraordinarios de la parte Norte, en los legajos 703 y 2859, respectivamente. Como en cierto modo resultan tangenciales al propósito que tenemos en proyecto de hacer un estudio sistemático de toda la documentación neogriega existente en dicho archivo1, complementario de los traba- jos previos del profesor Hassiotis2, nos decidimos a publicarlos por separado en el convencimiento de que no son ajenos al ámbito cien- tífico de nuestra revista. Para gobierno del lector y el debido encua- dramiento del tema, antes de entrar en materia, conviene detenerse un poco en algunas cuestiones previas. De ahí que se nos deba per- donar si nos dilatamos más de lo debido en considerar la naturaleza de la documentación, pasar revista a las circunstancias históricas de Georgia en el momento de cursarse ambas misivas y dar a conocer en sus rasgos generales la apasionante biografía de quienes la expi- dieron. El no familiarizado con el tema agradecerá sin duda el pro- legómeno. ' Será el tema de la tesis doctoral de J. M. Floristán, en avanzado estado de ela- boración, dirigida por L. Gil. Y de algunos predecesores suyos como M. TH.LASCARIS, «'Exxhfioet~ ZOV g- xtoxóxov Mávqs NeorpVtov xebs to6s 'IonavoGs (1612-1613) 6ta tfiv &neh~veÉ~w- o~v T ~ S IIehonovvfpov», 'EMqv~xá 15, 1957,293-310 y A. TOVAR, «Una petición de socorro de los griegos de Maina a Felipe 11 en 1584-1585», BRAH 142, 1958,343-363. Entre los trabajos del Prof. Hassrons relativos al tema merecen citarse «Fuentes de la historia griega moderna en archivos y bibliotecas españoles», Hispania 29, 1969, 133-164, 'Iaxav~xa Eyyearpa 4s Kvxetaxqs iatoeias, Leucosia, 1972, «'H KQ~z~ xai oi 'Ionavoi ata xeóvta tfls fkvetoxeatias», IIeneaypÉva toV r' BLE~OVS Keq- tohoy~xoV ovvs6qiov 11,342-370, Atenas, 1974, «Sull'organizzazione, incorporazione sociale e ideologia politica dei greci a Napolb, 'Entatqpovtxfi k x e q ~ i s T ~ S rprho- oorpixq~ mohfl~ toV 'A~~atoreheiov iiavex~aqpiov @EOU~~OV~%T~S 20, 1981, 411- 452, «'H IIehonóvvqoo~ ab xhatoío tfis MEOOYEL~X~~S xohtttxfis TOÜ Kaeóhov E», n~hortovvqu~axá 14, 1984, 187-240.

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS SIMEÓN 1 DE KARTLI A FELIPE 11 Y TEIMURAZ 1 DE KAKHETI A FELIPE IV

§ l. Las relaciones y contactos diplomáticos de España con el Oriente cristiano y musulmán durante los siglos XVI y XVII, en los que la monarquía multinacional de la casa de Austria era la primera potencia del mundo, siguen requiriendo todavía un estudio a fondo. Por ello revisten el máximo interés los documentos mencionados en el título que se encuentran en el Archivo General de Simancas, Sec- ción de Estado, negociación de Alemania y negocios extraordinarios de la parte Norte, en los legajos 703 y 2859, respectivamente. Como en cierto modo resultan tangenciales al propósito que tenemos en proyecto de hacer un estudio sistemático de toda la documentación neogriega existente en dicho archivo1, complementario de los traba- jos previos del profesor Hassiotis2, nos decidimos a publicarlos por separado en el convencimiento de que no son ajenos al ámbito cien- tífico de nuestra revista. Para gobierno del lector y el debido encua- dramiento del tema, antes de entrar en materia, conviene detenerse un poco en algunas cuestiones previas. De ahí que se nos deba per- donar si nos dilatamos más de lo debido en considerar la naturaleza de la documentación, pasar revista a las circunstancias históricas de Georgia en el momento de cursarse ambas misivas y dar a conocer en sus rasgos generales la apasionante biografía de quienes la expi- dieron. El no familiarizado con el tema agradecerá sin duda el pro- legómeno.

' Será el tema de la tesis doctoral de J. M. Floristán, en avanzado estado de ela- boración, dirigida por L. Gil.

Y de algunos predecesores suyos como M. TH. LASCARIS, «'Exxhfioet~ ZOV g- xtoxóxov Mávqs NeorpVtov xebs to6s 'IonavoGs (1612-1613) 6ta tfiv &neh~veÉ~w- o ~ v T ~ S IIehonovvfpov», 'EMqv~xá 15, 1957,293-310 y A. TOVAR, «Una petición de socorro de los griegos de Maina a Felipe 11 en 1584-1585», BRAH 142, 1958,343-363. Entre los trabajos del Prof. Hassrons relativos al tema merecen citarse «Fuentes de la historia griega moderna en archivos y bibliotecas españoles», Hispania 29, 1969, 133-164, 'Iaxav~xa Eyyearpa 4 s Kvxetaxqs iatoeias, Leucosia, 1972, «'H K Q ~ z ~ xai oi 'Ionavoi ata xeóvta tfls fkvetoxeatias», IIeneaypÉva toV r' B L E ~ O V S Keq- tohoy~xoV ovvs6qiov 11,342-370, Atenas, 1974, «Sull'organizzazione, incorporazione sociale e ideologia politica dei greci a Napolb, 'Entatqpovtxfi k x e q ~ i s T ~ S rprho- oorpixq~ mohfl~ toV 'A~~atoreheiov iiavex~aqpiov @ E O U ~ ~ O V ~ % T ~ S 20, 1981, 411- 452, «'H IIehonóvvqoo~ a b xhatoío tfis M E O O Y E L ~ X ~ ~ S xohtttxfis TOÜ Kaeóhov E», n~hortovvqu~axá 14, 1984, 187-240.

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308 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN

9 2. La carta de Simeón3 fue escrita «en el país de Kurdjistan (Kart- li), en la ciudad residencial de Tephkhis (Tiflis), el año de los armenios 1045 (= 23 de octubre 1594-22 de octubre de 1595), el 14 de agoston4, en lengua armenia, que se estimaba de mayor difusión que el georgiano, en escritura notragir. Fue remitida con una traducción griega (Doc. n." 2)5, que fue preparada en la corte del rey en la ciudad de Dekhisnel (Tifl i~)~, el 25 de agosto de 1596, lo que nos hace pensar en un error de datación en el primer documento. Su lengua es la koiné bizantina y ofrece, junto con rasgos de estilo y léxico tan antiguos como la correspondencia de los reyes helenísticos, arcaísmos literarios, los lógicos neologismos y los acostumbra- dos errores en el empleo de formas caídas en desuso como el optativo. La traducción castellana de este documento corrió a cargo de Nicolao de la Torre (Doc. n.O 3), figura bien conocida gracias a la monografía de Gre- gorio de Andrés7. No figura, en cambio, el nombre del traductor del texto armenio (Doc. n.O 1). Los cuatro documentos fueron publicados en 1922 por F. Maglerg, a quien no le fue remitido, sin embargo, por su correspon- sal español, don Juan Montero, director entonces del Archivo General de Simancas, el sumario de la carta en cuyo margen figuran las diligencias que el monarca español ordenó tomar en su respecto. Dado el difícil acceso de la citada publicación para el lector español, pese a no ser inéditos, repro- duciremos el texto griego y su versión castellana.

9 3. La carta de Teimuraz 1, con fecha de 29 de noviembre de 1625, en georgiano, lleva escritura mkhechuli, cuyos orígenes remontan al siglo XIV y se conoce como letra «militar»9. A manera de credencial, la acom-

Se encuentra en un papel brillante (270 x 280 mm., algo más estrecho en la par- te superior y más alto en la izquiera). La tinta es marrón oscura. Consta de 31 líneas, la última equivalente a un cuarto de las anteriores. Letra inicial en tinta roja, firma y sello abajo. Margen izquierdo de 65 mm. aproximadamente y derecho, de 7-10 mm.

Según la traducción de F. MAGLER, cf. O.C. (en nota 8), p. 73. Escrita en tinta marrón oscura, en papel brillante (235 x 270 mm., algo más

alto en la parte derecha). Consta de 30 líneas más un encabezamiento. Firma en la parte inferior idéntica a la del documento en armenio y sello.

La forma armenia Tephkhis se pronuncia en algunos dialectos Dephkhis, que explica en parte la grecización AEXLOVÉA, convertido en de Chisneil en la versión es- pañola, según F. MAGLER, o . ~ . (en nota S), p. 74, n. 3. ' El cretense Nicolás de la Torre, copista griego de Felipe 11. Biografía. Docu- mentos. Facsímiles, Madrid, 1969.

«Notices de manuscrits arméniens. Simancas. Archives de Castille», Revue des études arméniennes 1, 1920, 67-79.

Dimensiones: 530 x 670 mm. Papel bastante irregular (el borde superior no es recto y el inferior está bastante dañado en su extremo derecho). La carta consta de 36 renglones (los dos primeros en tinta roja, los demás en tinta marrón oscura).

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 309

paña una carta del patriarca de Jerusalén del 18 de septiembre de 1626 (Doc. n." 6)1°, cuyo contenido no se ajusta al del original, como veremos después. Con ellas se ha conservado un voluminoso expediente que resu- me las deliberaciones del Consejo de Estado, las providencias que con respecto a la propuesta del georgiano tomó Felipe IV, la traducción al castellano del documento original (Doc. n.O 5) y un resumen de la carta del patriarca. El traductor, Constantino Sofía, no sólo cumplió con su menester de truchimán, sino que añadió por su cuenta una amplia carta de presentación de la persona e intenciones del embajador de Teimuraz (Doc. n." 4), el monje de la orden de San Basilio, Nicéforo Hirbaquise, una «Relación de la Iberia y de los iberos y jorgianos, de sus términos y de su conversión, ritos, fuercas, intentos, etc.» y un patético alegato que podría muy bien intitularse «De la sancta empresa de Grecia contra tur- cos». Todo ello un material de primerísimo orden para el conocimiento de los anhelos de los griegos y de las esperanzas que tanto ellos como los cristianos orientales sometidos al dominio turco tenían depositadas por aquel entonces en el rey de España. La figura, un tanto evanescente de Constantino Sofía, de quien sólo teníamos una breve referencia", cobra así una consistencia y un fuste mucho mayor. De ahí que nos decidamos, con el fin de no dispersar las noticias, a publicar en este número de la Re- vista lo más sustancial de esta interesante documentación.

8 4. Presentados nuestros materiales, digamos ahora dos pala- bras sobre la trágica historia del pueblo georgiano12 en el siglo XVI y en los comienzos del XVII. La caída del imperio bizantino en 1453 y la del imperio de Trebizonda en 1461 habían dejado a Georgia ais- lada de Occidente, enfrentándola, por añadidura como Estado tapón a la Turquía osmanlí y al Irán sawáfida, las dos grandes potencias

Encerrado en un círculo, el encabezamiento; en la parte inferior, el sello real. El tex- to, en el centro, deja amplio espacio por arriba. Margen izquierdo algo más ancho que el derecho (155 mm. frente a 105). Papel brillante, de mejor calidad que los anteriores documentos. Entre líneas se observan gotas doradas, y también en una estrecha franja por todos los bordes, que luego desaparecen en los amplios márgenes. Parece como si se hubiera salpicado el texto con dichas gotas ex professo.

lo Dimensiones 210 x 305 mm. Papel de inferior calidad. Consta de 25 líneas, encabezamiento y monocondilio. Margen izquierdo: 25 mm., derecho: 20 mm. Tinta marrón de tonos claros. El papel es doble. La primera cara contiene el texto, la cuarta el destinatario. Se plegaba en sentido longitudinal y hacia dentro dos veces, otra en sentido transversal, para que la dirección quedara visible en uno de los lados externos.

l 1 C ' Gregorio de Andrés, El helenismo en España en el siglo XVII, Madrid, Fund. Univ. Esp., 1976, p. 20. Lamentamos no poder publicar aquí por razones dp espacio estos interesantísimos documentos debidos a la pluma de Constantino Sofía.

l2 El interesado puede ampliar su información en K. Salia, Histoire de la nation géorgienne, París, 1980, sobre todo en las pp. 278-321.

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LUIS GIL Y J O S ~ MANUEL FLORISTÁN

rivales del Oriente musulmán. A los riesgos dimanantes de la situa- ción geoestratégica se sumaban los derivados de la fragmentación po- lítica y de las rivalidades entre los reyes y los señores feudales que impedían la unión frente al enemigo común. A diferencia de lo que por entonces ocurría en la Europa occidental que'contemplaba el na- cimiento de los Estados nacionales, la Georgia, que todavía en el si- glo XV era un Estado unitario, desde comienzos del siglo XVI había quedado dividida en tres reinos, un atabagado y tres principados prácticamente independientes. Eran estas minúsculas unidades polí- ticas, de Oriente a Occidente, los reinos Kakheti, fronterizo con Persia; Kartli, en la parte central de Georgia (la denominada Iberia en la Antigüedad) con la importante ciudad de Tiflis; Imereti al Oc- cidente, con los principados de Abkhazeti, Megrelia y Guria, que de Norte a Sur se extendían por la zona costera del Mar Negro, ocupan- do aproximadamente el territorio de la antigua Cólquide; y al Sureste el Samtskhé-Saatabago.

9 5. La larga contienda sostenida entre el Irán (chiita) y el im- perio otomano (sunita) a lo largo de setenta años en el siglo XVI tuvo13 como uno de sus campos principales de operaciones Georgia y, lógicamente, la proximidad geográfica determinó las respectivas esferas de influencia. Desde comienzos del siglo XVI Kakheti reco- noció la soberanía persa y esto le permitió vivir con relativa paz y ser el Estado más próspero de Georgia. En el otro extremo los atabags del Samtskhé, fronterizos al Oeste con Turquía y al Sur y Sureste con Persia, recelosos de los reyes de Kartli y de Imereti, pese a aliarse al- ternativamente con los persas o los turcos para conservar una preca- ria independencia, terminaron por aceptar el vasallaje a los turcos. El tratado de 1555 que puso fin a las hostilidades entre Persia y Turquía reservaba a la primera la parte oriental del territorio georgiano y la parte occidental a la Sublime Puerta. Pero, infringido repetidas veces por ambas partes, a partir del 1578 la totalidad de Georgia cayó de hecho bajo dominio turco. Los atabags conservan cierta independen- cia y son cristianos hasta Manutchar 111 (1614-1625), tras el cual co- mienza el proceso de islamización de la zona. El reino de Imereti se debate a lo largo de la centuria con el problema de imponer su autori- dad sobre los príncipes rebeldes de Megrelia y Guria y con el más pe- liagudo de hacer frente a la amenaza turca. El rey Bagrat (1510-65), que hasta cierto punto logró salir airoso en el primer empeño, corne- tió el error de atacar el Samtské y hacer prisionero al atabag (1535), lo que provocó la intervención del turco y su definitiva victoria, tras diversas vicisitudes, en 1545. Los príncipes de Megrelia y Guria y,

l3 Una buena visión de conjunto del conflicto otomano-iraní en W. J. PARRY, «The Ottoman Empire 1566-1617», en The New Cambridge Modern History, Cambndge, 1968, 111, pp. 347-376.

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 311

posteriormente, el rey de Imereti se vieron obligados a acatar la so- beranía del sultán. El reino de Kartli, el núcleo de la resistencia del pueblo georgiano a la dominación extranjera, desde el reinado de Luarsab 1 (1534-58) tuvo, por el contrario, como enemigo principal a Persia, bajo cuyo dominio le había dejado la paz otomano-iraní de 1555. La ruptura de hostilidades por parte de los turcos en 1578, aprovechando las disensiones internas del Irán, condujo, sin embar- go, a que, en virtud de la paz de 1590 firmada entre las dos potenias, el Kartli quedara bajo dominio turco.

5 6. Desde finales del siglo XVI, pues, hasta 1605 todos los rei- nos y principados de Georgia fueron vasallos del imperio otomano. Con todo, el indomable espíritu de los georgianos tampoco aceptaría resignadamente este estado de cosas. Pronto estallaría la insurrec- ción y en ella el rey Simeón 1 de Kartli desempeñaría un papel fun- damental. Hijo de Luarsab, este monarca había destacado ya por su valeroso comportamiento en la batalla de Garissi contra los persas en la que su padre halló una muerte heroica. Una vez en el trono, el shah Tahmasp (1524-1576) levantó contra él a su hermano David que había abrazado el islamismo. Dos intentos de invasión iraní para im- ponerle a la fuerza fueron rechazados valerosamente por smeón y los suyos, pero, derrotado en una nueva intervención militar, cayó prisionero en Partskhisi en 1569. Trasladado al Irán, como desoyera las propuestas de Tahmasp de convertirse al islamismo, fue encarce- lado y en cautiverio permaneció hasta 1578 en que la gravedad de las circunstancias aconsejó su puesta en libertad.

5 7. En efecto, muerto Tahmasp, le había sucedido en el trono su hijo Haidar Mirza, cuya inclinación hacia los caucasianos (con me- nosprecio de los turcomanos hasta entonces preponderantes en el Es- tado) trajo por consecuencia su casi inmediato asesinato (1576). Sino parecido le estuvo reservado a su hermano Ismail, su sucesor, apo- yado por los turcomanos, de quien se sospechaban tendencias sunitas (1577). A su muerte ocupó el trono Mohamed Khudabanda (1577- 87), hombre débil y medio ciego, que no reunía las cualificaciones necesarias para el ejercicio del poder. Los dignatarios turcos Mustafá Pachá y Sinán Pachá captaron inmediatamente la oportunidad que se le ofrecía al imperio stomano y le propusieron al sultán Murad 111 lanzarse sobre los persas, divididos en banderías y desorganizados. Aceptado el plan y rotas las hostilidades14, el peligro inminente le

l4 Sobre las vicisitudes del conflicto se pueden encontrar numerosas noticias en el Archivo de Simancas, transmitidas en cartas enviadas desde Corfú y Constantino- pla, bien directamente a la Corte española, bien a los virreyes de Nápoles y Sicilia, bien a los embajadores de Venecia y Francia. Pueden rastrearse las secciones intitu- ladas «Costas de Afnca y Levante» y «Expediciones marítimas a Levante y preven-

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LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN

obligó al shah a poner en libertad a Simeón y a despacharlo a Kartli, para que al frente de sus súbditos contuviera el avance otomano. Du- rante años Simeónls luchó desesperadamente en defensa de su pa- tria, pero las continuas derrotas iraníes provocaron la abdicación de Mohamed Khudabanda en su hermano Abbas (1587-1629). Era éste un estadista pragmático e inteligente que con el tiempo se convertiría en el más grande soberano del Irán. Enfrentado a una crisis de au- toridad y a una desastrosa contienda, Abbas 1 no vaciló en hacer la paz con los turcos en 1590. Las pérdidas territoriales que ésta supuso para su reino (entre ellas la totalidad de la Georgia) fueron conside- rables, pero esta momentánea renuncia a su dominio no suponía el desistimiento de recuperar en su momento lo perdido. El nuevo shah sabía esperar y era terco en sus propósitos. Durante quince años se dedicó a imponer disciplina en sus dominios y a atraerse el favor de los georgianos. Como guerreros mercenarios, sin vínculos tribales, muchos de ellos reforzaron su ejército. Los cabecillas turcomanos fueron sometidos a su autoridad.

§ 8. La gravedad de la situación en el último afio del reinado de Mohamed Khudabanda (1587) le movió a Simeón de Kartli a enviar una embajada al papa y al rey de España, en un intento desesperado de re- cabar ayuda. El desconocimiento de las circunstancias europeas y la mala fortuna le condenaron al fracaso. El georgiano, en la creencia de que el rey de España y el papa residían ambos en Roma y «gobernaban el uno lo temporal y el otro lo espiritual», les despachó dos emisarios, uno d e noble alcurnia en hábito de peregrino poi vía de Jerusalén y otro, un ar- menio llamado Alejandro, quien a guisa de mercader se embarcó en Constantinopla con destino a Venecia. El primero cayó en manos del ge- neral turco Pahrad Bajá en la ciudad de Argenore, con las cartas y regalos que portaba; el otro pudo llegar a su destino con «seys cargas de seda de

ciones de guerra». A algunos éxitos iniciales alcanzados por los georgianos y persas se refiere el «capítulo de una carta de D. Juan de Idiáquez a Sa Excelencia de Ve- necia, a 6 de diciembre de 1579» (Estado, Neg. de Nápoles, leg. 1077, fol. 184). Son de interés los informes de Juan de Margliani a Antonio Pérez del 21, 23 y 24 de abril de 1579 (ibid., leg. 1080, fol. 29) y con amplia referencia a Georgia (ibid., fol. 39). Pueden verse además: Est., Neg. de Francia, leg. K 1672, fols. 21,26,28, 35,36,46, 47, 51, 56, 81,84, 119, 140 (también de 1579). Para el aiio 1582 hay noticias ibid., leg. 1673, fols. 35, 82, 85.

l 5 Una mención a «Simón sobrino del Rey de Achiebaxn que tenía cercada a «Ti- flisa», cuya entrega con otras exigencias reclamaba el persa para hacer las paces, apa- rece en una carta de Juan de Idiáquez, sin fecha ni destinatario (pero que puede da- tarse del 1580), Estado, Costas de Africa y Levante, leg. 491. Alusiones a la paz tur- co-iraní de 1590 hay en Estado, Neg. de Francia, leg. K 1674, fols. 132,145,167,172.

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 313

la mas fina de Georgia»I6 como presente para Su Majestad Católica. El embajador español en Roma, conde de Olivares, se entrevistó con el ar- menio y por medio de un intérprete logró informarse de los propósitos de Simeón, en ausencia de cartas, credenciales y presentes regios.

5 9. Simeón exponía la situación de Persia y de Georgia. Las con- tinuas derrotas les habían hecho perder a los persas gran parte de su te- rritorio. El monarca iraní, por su ceguera física y mental, era incapaz de enfrentarse con decisión a los acontecimientos. Los otros príncipes geor- gianos se desentendían de la guerra contra el turco, como si con ellos no fuera la cosa, cuando él llevaba once años luchando sin reposo, para lo- grar a duras penas defenderse y salvar sus Estados y religión. Por eso se veía forzado a pedir la ayuda de Su Santidad y de Felipe 11 contra el turco y les advertía de que era ése el mejor momento para destruir su poderío, si los príncipes cristianos se decidían a atacarle simultáneamente por Oc- cidente. Una vez derrotado, se recuperarían para la cristiandad los Santos Lugares y se reinstauraría en Constantinopla el imperio de la cruz. Ro- gaba que le enviasen misioneros para instruir a su pueblo en la santa fe cristiana, para recabar también información sobre su reino y negociar una alianza con los otros dos príncipes georgianos más importantes, Alejan- dro de Kakheti y Bassagiu. Mostraba su disposición a aceptar el vasallaje con el papa y el rey de España y prometía mantenerse fiel a la alianza con el persa. Por su parte, el embajador excusaba, una vez enterado de la dis- tancia que la separaba de Roma, el rendir viaje a España por la urgencia de regresar a su país, no fuera que, viéndole tardar, se desanimase su se- ñor y se sometiera al turco.

§ 10. Don Enrique de Guzmán, conde de Olivares, padre del famoso Conde Duque y. Embajador en Roma durante los papados de Gregorio XIII, Sixto V y Gregorio XIV, como buen diplomático, captó enseguida la excelente ocasión que se presentaba de contar con un nuevo aliado en el Oriente, dadas las nuevas fronteras de la monarquía española (cf. 5 16), acordándose de «la plática que por la India» tenía Felipe 11 «con el persiano* ya desde 1583. Por ello, a pesar de las reticencias del papa fren- te a persona tan exótica, se decidió a apoyar la gestión del armenio. Así que, tomando la iniciativa, escribía de esta suerte a su rey el 5 de febrero de 1583:

«Yo pienso procurar que el Papa le despache lo mejor que fuere posible, representandole el desseo que tiene y offresciendole hazer officios con los Principes christianos para que se junten contra el

l6 AGS, Sección de Estado, Neg. de Roma, leg. 950, fols. 11 y 73.

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LUIS GIL Y J O S ~ MANUEL FLORISTAN

Turco por estas partes de poniente. Que entretanto prosiga vnido con el Persiano como hasta aqui lo ha hecho, y que para que mejor lo pueda hazer, embiara persona juntamente con el o despues, que trate de vnir al Simon con el Alexandro y Pasagiu Georgianos a daño del Turco, y que tambien exortara a V. Md. a embiar persona a estos mismos effectos y aun a que procure que el Rey de Polonia su sobri- no, y el Moscouita se junten con ellos, de manera que por aquella parte se junte vna gran potencia a daño del Turco, y assi mismo em- biara persona como le piden para la erudicion en la fee de aquella gente» (AGS, Secc. Estado, neg. de Roma, leg. 950, fol. 11).

Añadía que, discutiendo con el cardenal Sancta Severina sobre este asunto, ambos llegaron a la conclusión de que lo más conveniente era en- viar dos embajadores, uno por la vía de Constantinopla y otro por la de Polonia y Moscovia que, de camino, tratase del asunto con los respectivos príncipes de estas naciones.

§ 11. De esta manera se iniciaban unas gestiones diplomáticas ten- dentes a alejar del Mediterráneo occidental al turco por tenerle ocupado en afrontar la agresión combinada de sus vecinos de Oriente. A la larga esta política maquiavélica, que habría de continuar después con Felipe 111 y Felipe IV, revertiría en perjuicio de la monarquía austríaca, cuando el persa se dio cuenta de que las promesas de amistad y de cooperación mi- litar se quedaban en meras palabras. Pero esto es otra historia. Volviendo a lo nuestro: para quedar bien con el embajador georgiano y despedirle con los presentes acostumbrados, como el papa no estaba dispuesto a ha- cerle regalo alguno, el conde de Olivares proponía vender la seda que es- taba detenida en el lazareto de Venecia y destinar su producto, aumen- tado en cierta cantidad, para despachar al armenio a su destino. Si con los presentes de Simeón venía alguna cosa «a propósito para el Escuriab, la remitiría a España. Recibido en audiencia por Su Santidad, Olivares lo- gró vencer su renuencia inicial y avenirle a que aprobase la propuesta suya que apoyaba también el cardenal Sancta Severina. Y tras exponer todos estos particulares en sendas misivas de la misma fecha', las remitía a la Corte, juntamente con el informe que el intérprete Marco Antonio Abagno había redactado para el cardenal Sancta na del embajador del rey Simeón y el propósito Estado, neg. de Roma, leg. 950, fols. 73-76) y la nación georgiana y su reciente historia. De Consejo de Estado un resumen (AGS, ibid. fols. 158-160).

§ 12. La última década del siglo XVI, a raíz de la paz entre el im- peno otomano y el iraní, fue un período de relativo buen entendimiento y confianza mutua entre Georgia y Persia. El deseo de sacudirse el yugo

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turco de los georgianos y el de recuperar los territorios perdidos del shah Abbas les unían frente al enemigo común. El reino de Kakheti mantiene contactos con el Gran Sofí y con el zar de Rusia a la espera del momento oportuno de alzarse contra la Sublime Puerta. Estos últimos, estimados como traición por Abbas, le serían después fatales al rey Alejandro (1574-1605), que pagaría con la vida este intento de hacer una política ex- terior independiente. En Kartli, donde en el declive de la década la au- toridad del sultán era más bien nominal, se produce en el verano de 1598 el levantamiento de Simeón, alentado por las buenas palabras que fue re- cibiendo de los príncipes de Occidente. Sofocada la rebelión, a despecho de los iniciales éxitos, por el beglar-beg de Tabriz y de Van, Djafar Pa- chá, Simeón fue enviado en cautiverio en 1601 a Constantinopla. Poco después murió en prisión. El turco permitió que sus restos mortales fue- ran trasladados a Kartli, donde recibieron sepultura junto con los de su padre Luarsab.

5 13. Simeón erró en sus cálculos, al no ser respaldado ni por Alejandro de Kakheti ni por el shah Abbas. Pero no puede decirse que pecara por exceso de pyxipitación. El monarca iraní estaba ya al acecho para lanzarse contra el turco y, como Simeón, trataba de encontrar apoyos en el Occidente cristiano para desencadenar un ata- que coordinado. Del último año de1 siglo data su primera embajada a los reyes de Europa que encabezara el aventurero inglés Robert Sherley y ese intercambio diplomático continuaría en las dos prime- ras décadas de la centuria siguiente a través de Antonio Sherley, her- mano menor de dicho personaje. Lo que hubo más bien fue una falta de coordinación. Tampoco se pecó esta vez de ignorancia. Frente a su desconocimiento de la situación política europea de 1587, en 1596, fecha de su carta a Felipe 11, Simeón estaba ahora lo suficientemente informado de la balanza internacional de fuerzas y de la situación in- terna de Turquía. Así lo prueba el que esta vez su misiva llegara a su destino y el propio contenido de la misma. Y todo ello se hacía un acicate irresistible para lanzarse a la acción. Las cosas en Turquía, efectivamente, distaban de ir bien. Las continuas guerras con Persia y con Hungría habían arruinado el erario público hasta el punto que fue preciso rebajar en 1584 la aleación de plata en la moneda, con los consiguientes efectos inflacionarios. En 1589 conoció una subleva- ciónde los jenízaros y sipahis que exigían su paga en la moneda an- tigua17. En 1592 les tocó de nuevo el turno de rebelarse a los sipahis,

l7 Un aviso de Levante remitido por el conde de Miranda desde Nápoles el 25 de mayo de 1589 decía: «e receuido ottras cartas de Costantinopla de 6 y 12 del pas- sado con confirmación del motin que huvo el dia de pasqua de resurecion de los Ja- nicaros y spais, avisan también que a los 8 de abril1 se puso fuego en vna casa de vn

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la caballería del sultán de régimen feudal. Con el relajamiento de la disciplina militar habían aparecido también los primeros síntomas de los males que habrían de hacerse endémicos más adelante en el im- perio otomano: la ineptitud y corrupción de los funcionarios, la mo- licie de los sultanes, el creciente influjo de las favoritas en la política. Para colmo de males, en 1593 estalló la guerra con el emperador de romanos Rodolfo 1118, la cual se prolongaría con diversas vicisitudes hasta 1606. Los primeros años de la contienda, al rebelarse Molda- via, Valaquia y Transilvania contra el sultán, no fueron favorables para la Sublime Puerta. Un año crítico fue el de 1595, cuando cayó Giurgin, el gran baluarte otomano del bajo Danubio, y murió el sul- tán Murad 111. Su sucesor Mohamed 111 (1595-1603) se vio obligado a ponerse al frente de las tropas, sin que pudiera restablecer la situa- ción hasta bien entrado el 1596, con la toma de la fortaleza húngara de Erlau (12 de octubre) y la desesperada victoria sobre el ejército cristiano en Mezo-Keresztes (26 de octubre).

§ 14. La carta de Simeón a Felipe 11 corresponde al verano de este mismo año y es un excelente modelo de misiva diplomática. Brevemente describe la situación de Georgia: e l déspota de los 'orientales' (Alejandro de Kakheti), el shah Abbas de Persia y él están de acuerdo en enfrentarse al turco con las armas. No se olvida de advertir, dada la situación de va- sallaje de Kartli, que controla efectivamente su territorio19, ni de hacer profesión de fe cristiana, ni de afiadir que una victoria contra el turco po- dría suponer la recuperación para el cristianismo de los Santos Lugares. Pone en conocimiento de su Católica Majestad que ha establecido contac- tos epistolares con el Papa, con el emperador y el «transilvan~»*~. Y en

Judio y se prendio de manera que se quemo no solo el quartel de los judios sino mu- cha ottra parte de la Ciudad. Creese que fue este fuego hechadizo de los spais por sa- quear la Juderia como en efecto lo hizieron~ (Neg. de Nápoles, leg. 1090, fol. 52).

l8 El no especialista puede hacerse una idea de las vicisitudes del Imperio en G. D. RAMSAY, «The Austrian Habsburgs and the Empire*, en The New Cambridge Mo- dern History, Cambndge, 1968, 111, pp. 319-346. '' La expresión del texto armenio (que traduce F. MAGLER q u i suis régnant sur mon pays») y la del griego (Doc. n.O 2, 5-6) 6 xai xeazOv toG Epo6 fiaa~heiov cree- mos que así debe entenderse. Dicho autor, en cambio, ve en ella una referencia a una antigua tradición, según la cual el verdadero rey e Georgia es Cristo y el rey terrestre sólo su lugartenie-nte (cf. O.C. [en nota 81, p. 73).

20 Según se deduce del contenido del legajo 703 (cartas del transilvano en latín, recomendaciones del archiduque Fernando, de Rodolfo 11, del papa Clemente VIII, etc.), se trata del príncipe Segismundo de Transilvania. Dado el lugar donde aparece la carta de Simeón, la embajada de los georgianos debió de seguir la vía de Moscovia. Desconcierta, sin embargo, que no se haya conservado ninguna misiva de Guillén de San Clemente, embajador en Praga, relativa al asunto.

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efecto, M. Tamarati2', pudo leer una carta de Simeón al Sumo Pontífice (que fechaba en 1578 cuando fue puesto en libertad por el persa) en la que contaba l.as desventuras de su pueblo y hacía constar su firme deci- sión de derramar hasta la última gota de su sangre en defensa de la fe de Cristo. La carta a Rodolfo 11 no ha aparecido, ni la respuesta del empe- rador, pero parece deducirse que en ella le animaba a levantarse contra el turco. Le pide a Felipe 11, conocido como le es su afecto a la cesárea majestad, que le ayude al emperador en su lucha, o que al menos le de- sanime a hacer las paces con los otomanos. Al propio tiempo le ruega que interceda ante el shah de Persia en su favor, para conseguir (lo que desgraciadamente no pudo producirse) una acción coordinada contra el turco.

3 15. Y se ha de reconocer que Simeón no andaba desorientado. Por ejemplo, cuando alude a los lazos de afecto entre Felipe 11 y Rodolfo II que, aparte de ser reales, se cimentaban en las más estrechas relaciones familiares. El padre de Rodolfo, Maximiliano 11, era primo hermano y a la vez suegro del monarca español y abuelo materno del príncipe herede- ro que poco después ocuparía el trono de España como Felipe 111. La proclividad del imperio austríaco a librarse de la amenaza turca mediante acuerdos que, en cierto modo, le ponían en situación de vasallaje con res- pecto a la Sublime Puerta era conocida. Fernando 1 había hecho la paz con los turcos en 1562, obligándose al pago de un tributo anual, y este tratado lo había renovado en 1568 el propio Rodolfo 11. No era, pues, descaminado creer que un nuevo acuerdo en Europa dejase al turco las manos libres para intervenir enérgicamente en Georgia.

5 16. Tampoco era descabellado llamar la atención del monarca es- pañol sobre el peligro otomado en Oriente. Si la victoria de Lepanto en 1571, más efectista que efectiva22, no había logrado eliminar su amenaza en el Mediterráneo occidental, una vez reunidas las coronas de los reinos peninsulares en la persona de Felipe 11, esa amenaza se cernía también sobre los establecimientos portugueses en el Africa oriental y sobre

21 L'église géorgienne.. . , Roma, 1910, p. 470 (citado por F. MAGLER, o.c., p. 70). Creemos, por el contrario, que la carta al papa debe de ser contemporánea de las di- rigidas a Rodolfo 11 y a Felipe 11. Si Simeón hubiera escrito al papa en 1578, no habría incurrido en el error de creer que el papa y el rey de España residían en el mismo país. Tampoco puede corresponder a esta última fecha, ya que los turcos apresaron, con las misivas, al verdadero embajador y el armenio Alejandro tuvo que transmitir oralmente el mensaje (cf. 00 8-10).

22 Sobre las repercusiones de esta batalla, cf. F. BRAUDEL, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe 11, México, Fondo del Cult. Económ., 19805, 11, pp. 583-604.

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Hormuz. Las fuerzas navales del Estado da India eran insuficientes para expulsar las galeras turcas del Mar Rojo y del Golfo Pérsico y las guar- niciones portuguesas allí donde eran más numerosas, como en Mozambi- que, Hormuz, Diu y Malaca, apenas llegaban a unos centenares de hom- bres. De hecho en 1580, 1585 y 1588, Mir Alí Bey, partiendo del Yemen y aprovechándose del descontento de los árabes con el control portugués de la zona, hizo incursiones sobre los establecimientos portugueses del Africa oriental que pudieron rechazar escuadras que zarparon de Goa. Igualmente Hormuz tuvo que repeler en varias ocasiones ataques turcos. Si a esto se añaden las incitaciones de los embajadores ingleses William H a r b ~ r n e ~ ~ (1583-8) y Edward Barton (1588-98) al sultán para que em- prendiera una ofensiva naval contra España, se comprende que el Ilama- miento de Simeón a Felipe 11 para que se sumara a la ofensiva antiturca tenía a su favor muy poderosas razones. Una nota al margen del sumario de la carta que se encuentra en el mismo expediente dicez4:

«Que se responda animandolos para que perseveren y que vaya la carta en griego, deziéndoseles lo que esta hecho con el Persa.

Que se embien copias desto a Don GuillenZ5 para que los ayude con el Empor, y que se auise de lo mismo al Duque de S e ~ a » ~ ~ .

Por desgracia, no se ha conservado la minuta de la respuesta en len- gua griega a Simeón.

23 De estas intrigas tenía buen conocimiento el Rey Católico gracias a sus exce- lentes servicios de información. Unos ejemplos. Paulo Mariani avisaba desde Cons- tantinopla de los eoffici che ha fatto GuglimO Arbron (scil. Harborne) imbassadore per la Regina da Inglaterra appresso quella Porta ... como circa altre offese contra la S.C.R.M. del Rey N. Sg.» (Neg. Sicilia, leg. 1156, fol. 38, sin fecha). El 6 de mayo de 1588 el Conde de Alba escribía: «Llegó antier a mis manos una carta del Cardenal Duque de Florencia y copia de dos hechas en Pera a 4 de marzo, afirma el que las scnve como a instancia del embaxador de la Reyna de Inglaterra embiara el Turco a Fez a Hybraim Bassa con 200 galeras» (Neg. Sicilia, leg. 1156, fol. 50). Con fecha de 5 de enero de 1591 llegaba de Constantinopla el siguiente aviso: «Que ingleses con- tinuando la instancia que siempre han hecho de que el Turco embie armada a daño de los reyoS y estados de su Md ultimamte le avian procurado comober con una relacion que le dieron del suceso del ext0 con que el duque de Parma entro en Francia diciendo que si su Md se apoderava de aquel rey0 como lo procurara, quedavan en gran peligro todas sus cossas, y que saliendo armada le seria facil hacer mucho daño por tener su Md en Francia sus fuerzas y haver quedado los presidios desguarnecidos de NapS y Si- cilia» (Neg. de Nápoles, leg. 1092, fol. 95).

24 En el reverso del informe se dice: «escnbio su Majestad al Georgiano en len- gua griega en julio de 1598 (Felipe 11 murió en septiembre) y escribiose sobre esto al duque de Sesa».

25 Don Guillén de San Clemente, embajador en Praga. 26 Don Antonio Folch Cardona, cuarto titular del ducado, embajador en Roma.

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5 17. Muy diferente en su tono es la carta de Teimuraz a Felipe IV. Las circunstancias han cambiado, pero no son menos dramáticas para Georgia. Si en el siglo XVI fue Kartli el abanderado de la in- dependencia nacional, ahora le va a tocar el turno a Kakheti en la fi- gura patética del rey Teimuraz. De nuevo vendrá del Irán el mayor peligro para los georgianos. Aprovechandose de la guerra sostenida contra Austria por Mohamed 111, el shah Abbas 1 rompe el tratado de paz con Turquía en 1602 y obliga a los reyes de Kartli Ghiorghi X (1601-1606), el sucesor de Simeón, y al rey Alejandro de Kakheti a tomar las armas contra el turco. Una rebelión de los sipahis en 1603, que tuvo que ser sofocada por los jenízaros, el descontento de los levendat o campesinos desclasados que acudieron a las ciudades en busca de sustento y la oleada de revoluciones que azotaron el Asia Menor entre 1596 y 1610 le impidieron al imperio otomano dar la de- bida respuesta a la agresión iraní. Pronto las fulminantes victorias le conferirían a Abbas el dominio de la mitad oriental de Georgia, bajo la apariencia de la alianza y la amistad. Como premio al apoyo pres- tado les hace a los reyes georgianos algunas concesiones territoriales, pero sus verdaderos propósitos se dejan ver en la ocupación militar de lugares estratégicos2' en sus propios reinos y en el asesinato en 1605 del rey de Kakheti Alejandro por su propio hijo Constantino. El instigador del parricidio era Abbas 1, ya que el príncipe, educado en Persia, había abrazado el islamismo y podría convertirse en un có- modo instrumento de la política del shah. La mayor parte de los se- ñores feudales de Kakheti no aceptó, sin embargo, la autoridad del usurpador y con el beneplácito de todos fue proclamado rey Teimu- raz, nieto de Alejandro. Como buen pragmático Abbas aceptó la de- signación, relegando para mejor momento su venganza.

27 Sobre el particular informa un aviso de Constantinopla del 21 de noviembre de 1607: «Que de Persia avisaron que el Rey havia mandado poner muchos prisidios en las puertas de yerro para estorvar las entradas de los Tartaros en sus tierras y que ha- via tomado el fuerte de Teflis y dado una Rota a los Turcos aunque de poca impor- tancia y que los Turcos procedian lentamente esperando las ayudas del General del Turco que les havia escripto que se las ynviarian con mucha brevedad, y que el Rey de Persia estava en una provincia de un principe de Georgia cuñado y feudatario suyo que le pedia ayuda contra los Turcos para cobrar algunos estados que le an tomado, y que el Persiano no solamente le prometia ayuda, pero yr en persona a ello» (Neg. de Francia, leg. K 1678, fol. 4). En ese mismo legajo (fol. 5 ) , en carta de don Alonso de la Cueva de 26 de enero de 1608, hay otro aviso de Constantinopla del 6 de di- ciembre de 1607 que comunica su retirada de Georgia para trasladarse a la frontera con la India y atajar un peligro de invasión y un levantamiento de los turcomanos: «y asi partio luego para alla dejando conveniente presidio en las Puertas de hierro y ha- viendo mandado deshacer el fuerte de Teflis porque los turcos no se baliesen del».

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O 18. La paz con Turquía de 1612 que restituía al Irán las fron- teras de 1555 le dejaba al monarca las manos libres para actuar enér- gicamente en Georgia. Decidido a imponer su autoridad en Kakheti, le pide a Teimuraz garantías de fidelidad. Éste le envía a su propia madre, a sus dos hijos y a numerosos jóvenes de la nobleza como rehenes. No contento con esta muestra de sumisión, Abbas exige la comparecencia del georgiano ante su persona. Percatado del peligro, Teimuraz se refugia en Kartli. Como había sucedido en Kakheti, la nobleza de Kartli se niega a ofrecer resistencia armada al iraní que penetra con sus fuerzas en el territorio. El rey Luarsab 11, sucesor de Ghiorghi X, se ve obligado a huir con Teimuraz a Imereti. Abbas re- clama al rey de Imereti la entrega de los reyes de Kartli y de Kakheti, pero éste, alegando deberes de hospitalidad, se niega a su preten- sión. Entre los reyes georgianos surge así un sentimiento de solida- ridad que se vería confirmado con el matrimonio de Teimuraz, viudo por entonces, con la hermana de Luarsab, quien decide a la postre, para desgracia suya, entregarse al soberano iraní. Teimuraz, visto el sesgo de los acontecimientos, decide quedarse en Imereti. En 1614 el persa había reanudado la guerra contra Turquía, lo que le permitió a Teimuraz ponerse de acuerdo con el sultán y regresar a Kakheti, sublevada contra los excesos iraníes. Tras algunos éxitos de los rebel- des, Abbas invade Kakheti en 1616, llevando la campaña a sangre y fuego con tal ensañamiento que perdió el reino en su transcurso los dos tercios de su población. El genocidio se completa con deporta- ciones masivas y el reparto de Kakheti entre el khan de Gandja (la parte oriental) y el de Kartli, Bagrat, un gobernante marioneta colo- cado en el trono por Abbas en lugar del legítimo soberano Luarsab 11 a quien tenía en su poder. Rebasado por las circunstancias, Teimu- raz tiene que refugiarse de nuevo en Imereti, desde donde despliega una gran actividad diplomática. En 1616 envía una embajada a Mos- cú en nombre de los reinos y principados de Georgia. En 1618 de nuevo le pide ayuda al zar. Envía emisarios a Polonia con el mismo objeto y se traslada a Estambul a recabar el apoyo del sultán.

Por desgracia, el imperio otomano atravesaba una de sus repeti- das crisis internas. Muerto Ahmed 1 en 1617, le había sucedido Mustafá 1, un débil mental que a los tres meses de ocupar el trono fue depuesto y reemplazado por su sobrino Osmán 11. En 1618 una poderosa fuerza turca invade Persia y a ella se une Teimuraz. Pero la incompetencia de los mandos militares obligó a firmar la paz. Una sublevación de los jenízaros, turbulenta e indisciplinada milicia que Osmán 11 pretendía suprimir, acaba con su vida y repone en el trono a Mustafá 1. Los graves desórdenes que a continuación se produjeron en Turquía le quitaron a Teimuraz toda esperanza de una ayuda in- mediata por parte de la Sublime Puerta y le forzaron de nuevo a en- viar una embajada al zar en 1623.

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3 19. Entre tanto estaban ocurriendo en Persia y en Georgia he- chos gravísimos que pondrían al descubierto la catadura moral y los propósitos del shah Abbas. En venganza contra Teimuraz hizo cas- trar en 1620 a sus dos hijos que tenía como rehenes. En 1622 ordenó estrangular a Luarsab 11. La trasmisión de la legitimidad dinástica se interrumpía así en Kartli y en Kakheti y el iraní tenía carta blanca para entregar el trono de ambos reinos a quien mejor le pareciese. Pero en 1623 se produce la insurrección de Kartli a cuyo frente se puso Ghiorghi Saakadzé, un gran guerrero que hasta entonces había estado al servicio del shah. Una matanza de kakhetianos que horro- rizó a los de Kartli y la noticia de que Abbas había ordenado asesi- narle le hicieron percatarse del peligro de genocidio que se cernía sobre la nación georgiana y abrazar decididamente la causa de la in- dependencia. Tras la derrota de los persas en Martkopi, el pueblo llama a Teimuraz que es aclamado como rey de Kartli y de Kakheti. Pero la euforia del triunfo iba a durar poco tiempo. En 1624 Abbas envía un gran ejército que desbarata las fuerzas georgianas en Ma- rabda. Teimuraz busca una vez más refugio en Imereti y Saakadzé en el Samtskhé. Al no poder hacerse con sus enemigos, de nuevo el shah se venga en seres inocentes: en 1624 tortura y mata a Ketevan, la ma- dre de Teimuraz, y decapita al hijo de Saakadzé, cuya cabeza remitió a su padre. Indomables, Teimuraz y Saakadzé regresan en la prima- vera de 1625 a Kartli para acaudillar una nueva insurrección. Pero, por desgracia, había prendido en ellos el germen de la discordia que a la postre traería consecuencias trágicas. Frente a las pretensiones de Teimuraz al trono de Kartli y de Kakheti, Saakadzé, que de hecho dominaba en Kartli, apoyaba al legítimo heredero. Había entrado además por propia cuenta en contacto con el turco, quien le conside- raba como el verdadero soberano de Kakheti. Como buen diplomá- tico, Abbas supo sacar buen provecho de las desavenencias mutuas, prometiéndole a Teimuraz la restitución a sus hogares de los kakhe- tianos deportados a Persia entre 1614-16 y su ayuda para levantar al país de la ruina, a cambio de que rompiera con Turquía. Retirado a Kakheti. el enfrentamiento entre Teimuraz v Saakadzé se ventilaría por la fuerza de las armas en un combate librado en las proximidades del lago Bazaleti en 1626. Derrotado, Saakadzé buscó refugio en Turquía y, con el visto bueno iraní, pudo recuperar Teimuraz el po- der simultáneamente en Kartli y en Kakheti. Por poco tiempo, sin embargo. A entrambos les estaría reservado el trágico sino de morir a manos de sus enemigos natos y aliados coyunturales. Saakadzé, con cuarenta de los suyos, fue decapitado en 1629 en Turquía. Teimuraz se- ría asesinado en 1663 por orden del shah de turno, prisionero en Per- sia, tras una azarosa vida de guerras continuas y alternativas alianzas con turcos y persas. Luchador incansable, perdió el trono otras dos ve- ces en 1632 y 1648 y otras tantas volvió a recuperarlo.

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§ 20. La carta de Teimuraz a Felipe IV, con fecha de 25 de noviem- bre de 1625, le fue entregada (junto con otra para el papa) a un monje basilio de origen noble, Nicéforo Hirbaquise, al objeto de evitar sospe- chas en su trayecto por territorios ocupados por el turco. Nicéforo, rehu- yendo atravesar la Anatolia, se encaminó a Jerusalén por el camino más corto hacia el Mediterráneo. Allí probablemente se alojó en el monaste- rio de la Santa Cruz, administrado por monjes georgianos, que era por entonces el lugar de encuentro de todos los connacionales que iban al ex- tranjero. Aprovechó su estancia para entrevistarse con el patriarca orto- doxo y, ocultándole el verdadero objeto de su misión, le hizo creer que le enviaba Teimuraz en busca de protección diplomática o militar contra el shah Abbas. El pretexto, visto el historial de Teimuraz, era especioso y asimismo lo era desde el punto de vista de los intereses del rey de Es- paña, dado que en 1622 la estratégica isleta de Hormuz, situada a la en- trada del Golfo Pérsico, les había sido arrebatada a los portugueses por una escuadra inglesa que se la había entregado al persa. Abbas destruyó sus instalaciones y trasladó el centro del comercio entre la India y Persia a Bender Abbas en el continente. Una intervención militar del rey de Es- paña para recuperar lo perdido entraba, pues, dentro de lo verosímil. Convencido de la veracidad del monje, Teófanes le escribió una carta de presentación (fechada el 16 de septiembre de 1626) donde se exponían al monarca español esas razones y le hizo acompañar por el arcediano Ata- nasio. De este modo el astuto Hirbaquise aseguraba el éxito de su empre- sa, ya que si caían en manos de los turcos, éstos no pondrían obstáculos a que la falsa misiva llegase a su destino. Nicéforo hizo escala en Nápoles, donde tuvo la ocasión de conocer a dos teatinos (jesuitas) que se dispo- nían a marchar en misión a tierras georgianas y a quienes dio cartas de recomendación para el rey Teimuraz.

§ 21. Parece oportuno ahora decir dos palabras sobre la epístola se- creta que el embajador georgiano llevaba a España. A diferencia del so- brio pragmatismo de la carta de Simeón, la de Teimuraz ostenta un tono triunfalista que plantea serías dudas sobre las verdaderas intenciones de su autor. Si Simeón se limitaba a constatar que ocupaba efectivamente el poder en su reino, Teimuraz, en cambio, se presenta como dueño de todo el territorio comprendido entre el Mar Negro y el Caspio, en su calidad de rey de Iberia (Kartli y Kakheti, lo que a la sazón era más bien una ti- tularidad nominal), de Albania (nombre dado en la Antigüedad al Azer- baijan soviético, de Mengrelia, Gurelia, MereIia (Imereti) y Circasia (zona del norte de Georgia), lo que a todas luces era falso. Si Simeón so- licitaba apoyo militar al Imperio o una gestión diplomática ante Rodolfo 11 para desaconsejarle la paz y una mediación ante el persa para ponerle de su parte, Teimuraz, por el contrario, dando por conjurada definitiva-

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mente la amenaza iraní y atribuyéndose unos efectivos militares (100.000 hombres) que seguramente estaba lejos de tener, le propone a Felipe IV emprender una ofensiva combinada contra el turco. Más aún: le asegura la victoria y le promete instalarle en el trono de Constantinopla haciendo de él un nuevo emperador de Bizancio. El avance triunfal de los georgia- nos a través de Capadocia y Bitinia hasta Scutari estaba garantizado, ya que serían muchos los pueblos cristianos sometidos que se levantarían contra la tiranía otomana. Las «muchas disensiones entre sí y confussio- nes grandísimas» de los turcos les impedirían oponer una eficaz resisten- cia. El rey de España sólo tendría que prestar apoyo naval a la operación, para transportar al ejército invasor desde Scutari hasta Constantinopla, sin darle al enemigo tiempo «ni de mirar por sí>>. Una vez instalado el rey de España (a quien -ironía de la historia- se le aplica el calificativo, con resonancias caideronianas, de 'árbitro de este gran theatro del mun- do') en la 'silla imperial de Constantinopla', los iberos se retirarían a sus tierras, sin otro deseo que el de vivir en paz y con la satisfacción de haber prestado tan gran servicio a la cristiandad.

§ 22. Conocida la experiencia personal de Teimuraz, el lector de esta misiva se queda perplejo. ¿Creía realmente en lo que estaba diciendo? La 'presteza' y el sigilo con que debía llevarse a efecto la operación ¿era po- sible? Por grandes que fueran las disensiones internas de los turcos es evi- dente que la hipotética marcha del ejército invasor hasta Scutari distaría de ser un paseo militar. Y aunque así fuera, ¿cómo hacer atravesar el Egeo, los Dardanelos y el Bósforo a una escuadra capaz de transportar un ejército de 100.000 hombres? ¿Tenía, por lo demás, las suficientes ga- rantías de que Abbas (cuya forma de ser conocía por propia experiencia) no se precipitaría sobre Georgia, cuando ésta se encontrase desguarneci- da? Aunque de un hombre del temple de Teimuraz cupiera esperarlo todo, no se logra disipar la sombra de la duda.

§ 23. En el momento en que escribió esta carta sus relaciones con Saakadzé se estaban deteriorando, según hemos visto, y poco faltaba ya para que sus diferencias mutuas se dirimieran en el campo de la batalla. Las presiones y las promesas del shah Abbas para separarlo de los turcos, que hasta ese momento le habían apoyado, irían en aumento. Pero ¿podía fiarse de semejante aliado? Tal vez -y esto lo adelantamos a título de hi- pótesis- realizara esta gestión diplomática cerca del monarca español con el mero ánimo de congraciarse con el persa, a quien le informaría de- bidamente de ella. Las posibilidades de que la empresa se llevara a efecto eran muy remotas, así como las de que Felipe IV enviara delegados para informarse sobre el terreno de los efectivos reales de los georgianos. Las precauciones tomadas para mantener en secreto la misión garantizaban

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que el turco permaneciera ignorante de lo que en ella se brindaba. Y de esta manera, sin contraer peligrosos compromisos ni embarcarse en una muy dudosa empresa se le ofrecía al shah Abbas una muestra de buena voluntad. Aunque también se hace difícil imaginar que éste se dejara en- gañar, sabiendo como sabía que después de la toma de Hormuz se había convertido en enemigo natural de la monarquía española. ¿Habría quizá un fondo de verdad en la propuesta?

Estas mismas o semejantes dudas se le plantearon al Consejo de Es- tado cuando recibió la embajada de Teimuraz. Entregada su carta en audiencia a Felipe IV, el monarca se la pasa el 27 de junio de 1627, jun- tamente con la del patriarca de Jerusalén, a don Juan de Villela, para que las mande traducir y las remita al Consejo. Días después (10 de julio), Constantino Sofía, monje griego que desde el año 1603 residía en España y hacía servicios de traductor de lenguas orientales, le presenta a Villela un memorial sobre los iberos, un discurso sobre la empresa de Grecia, y una relación de la propuesta del embajador, en la que se precisan algunos puntos importantes que no se especificaban suficientemente en la carta del georgiano. Por ejemplo, su enemistad con el rey de Persia, su no in- tervención en el asunto de Hormuz y la promesa de su ayuda «contra los persianas» (doc. n.O 4 111, 1-2). Constantino Sofía, que había venido a España por orden del papa Clemente VI11 acompañando al obispo de La- rissa para solicitar la ayuda de Felipe 111 a los griegos frente a los turcos, vio en la embajada del rey de Georgia una excelente ocasión para ver rea- lizado el propósito que le había traído a la corte española, convirtiéndose desde el momento en que entró en contacto con Nicéforo Hirbaquise en su más firme valedor. Advertido de los escrúpulos religiosos de la monar- quía y previendo que le remitirían a la nunciatura, antes de entregar la documentación citada a Villela, aconsejó al embajador georgiano que vi- sitara al nuncio para informarle de su misión. Éste, como así se lo comu- nicó Sofía con toda franqueza al secretario del Consejo, «no lo recibió bien, ni mostró mucho gusto con las propuestas que había venido a ha- cer». Con esta observación Villela remite el 12 de julio el expediente al Consejo para su estudio. El 29 de dicho mes se examina y se discute, en- tablándose un vivo debate, del que tenemos detallada noticia. La mayoría de los consejeros se muestra escéptica sobre la propuesta de Teimuraz, duda de la sinceridad del monarca y desaconseja cualquier intervención militar. Los más tajantes son el cardenal Zapata28, quien afirma que «en

28 Don Antonio de Zapata, elevado al cardenalato por Clemente VIII, quien, como ex-virrey de Nápoles, hablaba con conocimiento de causa.

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 325

Roma y en Nápoles ha visto a muchos que vienen con papeles deste gé- nero y a los más tienen por espías del Gran Turco»29; el marqués de Mon- tesclaros, que parecidamente considera que «este género de embajadas suelen tomar por ocasión muchos para tramar enredos y encubrir sus in- tenciones»; don Fernando Girón30 que aconseja no meterse en Levante, ni ayudar allí a nadie, porque podrían unirse todos en contra del incauto entrometido y el conde de Monterrey31, el cual abunda en lo mismo, tan- to por razones económicas como militares. Los más moderados, aunque declaran su incertidumbre, opinan que debería recabarse mayor informa- ción del embajador, para lo cual, siguiendo el parecer de don Agustín Messía, proponen que se nombre una comisión para interrogarle e infor- mar después al Consejo. Hay quien estima que en semejante negocio debiera oírse el dictamen de los virreyes de Nápoles y de Sicilia, más im- puestos en virtud de su cargo en los asuntos de Levante. Todos, en cam- bio, están de acuerdo en que el rey de Georgia, antes de recibir ayuda, debería prestar acatamiento al papa. Deciden el debate las intervenciones del conde duque de Sanlúcar3* y la del confesor del rey, que le apoya incondicionalmente. El conde duque sostiene que, aunque no se pueda «hacer juicio determinado de la certeza desta embajada*, «no tendría dis- culpa este consejo de calificalla por incierta absolutamente»; que, si por razón de estado la empresa no es aconsejable, sí lo es por razón de re- ligión. Se acuerda a la postre proponer a Su Majestad la entrevista del embajador con una delegación del Consejo, para que éste pueda emitir su parecer oído el dictamen de ésta.

3 24. Felipe IV, ateniéndose a esta propuesta, el 29 de julio ordena que vean al embajador en casa de don Agustín Messía, el conde de Le- m ~ s ~ ~ , el duque de Feria34 y don Juan Villela. Con la inasistencia de este

29 NO era infrecuente el caso. En una carta fechada en Turín el 13 de marzo de 1603 don Mendo Rodríguez de Ledesma decía: «Aquí ha llegado un Arcobispo ar- menio haziendose embaxador del Rey de Persia y ha ydo engañando a todos estos Principes diziendo va a V.M., advierto dello por si llegare que es todo burla» (Neg. de Milán, leg. 1292, fol. 84).

'O El célebre defensor de Cádiz que hizo fracasar en 1625 la intentona de Wim- blendon y el conde de Essex contra la plaza.

31 Don Manuel de Acevedo y Zúñiga, sexto portador del título. 32 Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Ribera y Velasco de Tovar, conde de Oli-

vares y duque de Sanlúcar la Mayor por concesión real, más conocido como conde du- que de Olivares.

33 Don Francisco Ruiz de Castro, octavo conde de Lemos, ex-embajador en Roma y ex-virrey de Sicilia. " Don Suárez de Figueroa, tercer titular del ducado. Había sido embajador en Roma y virrey de Valencia.

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326 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL F'LORISTAN

último que se hallaba enfermo, los comisionados se reúnen el 20 de sep- tiembre y, una vez repasados los documentos, le formulan unas cuantas preguntas al monje georgiano y le expresan sus reservas. Los 100.000 hombres con los que Teimuraz pretende llegar hasta Scutari son pocos y el turco puede oponerle un ejército muy superior. En el avance sería for- zoso dejar algunas plazas enemigas sin tomar. El persa podía aprovechar la ausencia de dicha fuerza para penetrar por Armenia u otras partes en Georgia. Desean saber cuáles eran los reinos que Teimuraz afirmaba ha- ber recuperado y cuándo se libraron las dos batallas decisivas contra el iraní. Advierten que el rey de España para emprender una guerra contra rey de otra religión recaba siempre el beneplácito del papa. Tantean las intenciones de rendirle acatamiento por parte del georgiano. Preguntan si su embajador estaría dispuesto a entrevistarse con los virreyes de Nápoles y Sicilia y si su soberano aceptaría recibir los observadores que su católica majestad enviase a Georgia para informarse sobre el terreno de sus recur- sos militares.

O 25. A todo ello don Nicéforo contestó debidamente a través de Constapino Sofía, su traductor. El rey de Iberia estaba resuelto a rendir vasallaje al monarca español. La forma de pelear de los iberos era dife- rente de la de los occidentales. Allí no se sitiaban plazas y las que no se tomasen se entregarían por conveniencia, al haber muchos cristianos en ellas y sublevarse las provincias sometidas al turco. El georgiano tenía fuerzas suficientes para no dejar desguarnecido su reino y pensaba ade- más concertarse con el soberano iraní para que éste atacase simultánea- mente otras provincias, como Siria, Alepo y Damasco de mayor interés para él que Georgia. Las victorias sobre el persiano habían tenido lugar dos años antes y gracias a ellas se recuperaron los reinos en donde le ha- bía permitido entrar un rebelde (LSaakadzé?). Traía también cartas de su soberano para el papa, las cuales estaba dispuesto a mostrar. Si había acudido primero al rey de España era por querer seguir sus instrucciones estrictamente. Por eso mismo no tenía inconveniente en ir a Nápoles o adonde le enviase Su Majestad. En Georgia serían bien recibidos los ob- servadores que quisiera enviar el rey de España, como lo habían sido, se- gún sus noticias, los dos teatinos que había recomendado a Teimuraz.

§ 26. La junta quedó muy bien impresionada de su entrevista con el embajador y emitió dictamen de que convenía aprovechar la ocasión para establecer relaciones de amistad con el rey de Georgia. Proponía que se enviase con el monje <<una persona de mucho garbo, experiencia y cordu- ra» que pudiese reunir la información sobre las cosas de Levante de que tan falto estaba el Consejo. Aconsejaba, de acuerdo con el parecer de Hirbaquise, que no se comunicase el negocio a los virreyes de Sicilia y

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 327

Nápoles, «por las muchas espías que hay en ambas partes». Para esa mi- sión sugería a Juan Vicenzo de San Felice, conde de Bagnolo, y a dos acompañantes, también italianos. Insinúan que estas personas y el emba- jador podían ir con los teatinos que van de Roma a Iberia a predicar el santo Evangelio y «por disimulación» en el mismo hábito que ellos. El Consejo emite informe favorable a la propuesta de la comisión el 1 de oc- tubre de 1627 y el rey ordena que se le consulten a San Felice las personas que le han de acompañar y se discuta en el Consejo el viático que se le ha de conceder. El 22 de octubre se le comunica a San Felice su nombra- miento y se le pide memoria de su séquito. El 11 de noviembre el Consejo delibera sobre las dietas adecuadas al desplazamiento. Una mayoría las estima en una cadena de dos mil ducados, que pretenden reducir a mil el padre confesor y don Juan Villela. El 4 de enero de 1628 el Consejo le comunica al rey su acuerdo con la última y definitiva propuesta de la co- misión. Que se despida honrosamente a Nicéforo Hirbaquise, diciéndole que Su Majestad Católica enviará embajadores a Iberia por vía de Mos- covia y que se le darán cartas para el conde de Oñate, embajador en Roma, al objeto de que lo presente ante Su Santidad, y otras para los vi- rreyes de Nápoles y Sicilia, ordenándoles que le faciliten cuanto le fuera menester para su viaje a Iberia. El 8 de enero se le comunica al monje esta resolución. El 10 responde Nicéforo a Juan de Villela agradeciéndole la gestión y rogándole que se le den las cartas a la mayor brevedad. Pide también que a la carta al embajador ep Roma añada el monarca español otra de presentación de su persona al Santo Padre. El 22 de enero el rey ordena que se le entreguen al embajador georgiano 2.000 ducados para el regreso, junto con la respuesta en latín al rey de Iberia (Docs. n.OS 7 y 8) y sendas cartas para el papa (Doc. n." 9), el conde de Oñate (Doc. n." 10) y los virreyes de Sicilia y Nápoles (Doc. n." 11). En el mismo legajo se encuentra también el encabezamiento de una carta de! rey de España al shah de Persia, pero el resto de la misiva no se conserva y, como no sa- bemos si llegó a escribirse, huelga toda su conjetura sobre su contenido.

DOC. n." 1 (AGS, Sec. Estado, neg. de Alemania, leg. 703)

(Carpeta) Traducion de la carta en lengua Armenia I de Simeon Can Rey de Jorgianos

5 Dize q ha 14 años q I pasa gran trabajo con I el Turco y5 I que para librarse del y I derribarle, y ganar a I Hier.'" han

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LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN

hecho liga el I y Alexandro su primo Rey I de Jorgianos y Gachahabaslo 1 Rey de Persia. I que Su M.d les ayude para esto I haziendo liga con Su S.* y el Emp.Or I y el Transiluano de man." 1 q vnos por vna pfe y otros por15 I otra quebranten la fuerca I deste Enemigo. que tambien han escrito sobre I esto mismo a Su S.d, Empor y 1 Transiluano y han tenidoz0 1 resp.'= destos prine" ayu 1 daran á este intento I q dessean saber el de Su M.d 1 y respuesta de sus cartas

(Dentro) En el no(m)bre de Jesuch(ris)to dios poderoso. Escribo dos papeles destos vno griego y otro armenio I con mucha vmildad y sus- piros a vuesa mag(esta)d rrey de los rreyes y caueca de todos los rre- yes I cristianos catolicos rrey elippe despaña que dios guarde y aumente en uida y estado l. rreciua vuesa mag(esta)d este papel de un vmilde esclauo de uesa mag(esta)d que con aquella vmildad 1 y rreuerencia que puedo pongo mi caueca sobre los pies de tan catolico rrey y abrire mi boca ablas I con mucha vmildad como vn criado del seruicio de vue I sa mag(esta)d dandome licencia para ello vuesa mag(esta)d a dar cuenta como con el gran turco a catorce años que paso con el mucho trauaxo l. yo simeon can rrey de gorgianos no e tenido lugar astagora descriuir a vuesa mag(esta)d me diese fauor y so I co- rro contra el turco yagora yo y alegandro rrey de gorgianos mi primo xuntamente con el rrey de per 1 sia gachaabas emos echo liga todos tres contra el turco. agora suplico vmildemente a vuesa"' I mag(esta)d que tanbien aga liga con su santidad y con el enperador, que tanbien el tra- silbano me tiene 1 ofrecido que por su tierra le ara guerra, y ansi el por vna parte y vuesa mag(esta)d por otra y nosotros por 1 otra podemos quebrantar la fuerca que tiene el turco. otro suplico vmildemente a vuesa mag(esta)d I que no dege acer paces al enperador y al trasilbano con el turco, queste es tiempo que se puede sa I car la casa santa del poder del enemigo de la santa fe Jesuch(rist)o. nosotros tres rreyes, dos de gorgia15 I nos y uno de persia gachaabas, emos prometido de mo- rir en esta liga defendiendo la I fe de Jesuch(rist)o y uer con nuestros ojos la casa santa, por amor de dios, por amor de dios, que no lo o1 I bide vuesa mag(esta)d, pues sienpre vuesa mag(esta)d ayudado al enperador trasilbano wmo tan catolico rrey. sepa vuesa mag(esta)d que1 enperador trasilbano nos a escrito su carta y prometido que si er 1 (sic) nos fauo- recera dandole gerra por vna parte y nosotros por otra. las cartas quescriui a vue20 I sa mage(esta)d era sobre esta liga que tenemos echa entre nosotros para sauer la boluntad de vuesa 1 mag(esta)d. la bolun- tad del enperador de trasilbarios ya la sauemos y estamos muy confia- dos que I que nos fauorecera, como tiene dicho. sobre la misma rra- con emos escrito otra carta a Su 1 Santidad y otra al enperador de ale- mania. por amor de dios que no nos olbide vuesa mag(esta)d a no- sotros 1 con sus cartas y con su fauor, por uentura sera dios seruido

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 329

25 que uayan cartas y bengan en que25 I sepamos la boluntad de los rreyes cristianos. el rrey persiano tiene gran boluntad de seruir I los rreyes cristianos con mucha boluntad y amor. la rrespuesta desta carta se dara a quien I lleba esta. escriua vuesa mag(esta)d vna carta al enperador y saura vuesa mag(esta)d si es berdad lo que I tratamos. escriuirme a vuesa mag(esta)d vna carta en lengua armenia y a t r a en griego a tan rrey I catolico sobre todos los rreyes cristianos en fama y poder y mucha

30 onrra. dios guarde mu30 I chos años los principes que no sauemos sus nonbres

DOC. n.O 2 (AGS, Sec. Estado, neg. de Alemania, leg. 703)

'Ev i>voyat'i TOU xvgiov qyóv 'Iqo06 Xeioto6

reácpw t b t q ~ & y a n í p e w ~ eieqv'ixov yeáyya, neo5 oi: tov pao'ihta t ó v paoikeuóvtwv, x a i n a v t b ~ TOG ~ ~ L o t i a v ' i ~ p o ú I xop(pa ioy &~xf iv t e xa i y É ~ a 5 t ó v Ev Xeiot@ n ~ o t ó v paothÉov, 6 &váxtwv 8 e ~ Ó t a t e QiXircne. ~ É E ~ L t o~yaeoúv t b naeóv pov T O ~ 806 I hov oov y ~ a y p a . x a i newtov pEv ~ a n ~ ~ v ó ~ 6 n o t i 8 e i ~ pov tqv xecpahrJv toig nooi oow, EqxEfj5 &voiEo pov t b a tóya , x a i I h ah ipo Ev t a n t ~ v ó t q t i 0 5 E805 606hq neo5 Oeonó~qv. x a i ei o v y x w ~ q ~ t o v p o ~ 0 5 Go6hq n a e a tq5 095 6neetatou xa i navev l 8ó6ov paooi ixq~ y ~ y a h e ~ ó t q t o ~ Aahqoai. Eyh Zvpewv Ó reweyiavóv GeonÓ~q5 xa i &exqyó~, Ó xa i xea tóv toú

5 Eyoú pa5 i oiheiozr, Evwti<w tq ofj 6yeqyógq xai nohwoppatq cpeovfioei t e xa i ovvéost, 0s 6 t i 6nozehei~ o v t q qyei5 t@ Toúexq, x a I t& t b vúv xaieov xeoos8oxo6ysv ei tvxbv E y ~ @ 8 0 i ~ v o i ~ ~ t r n h v v y o ~ TWV ixexóvtwv n a t a ro68e toij tzr~uvvo6vto~- ta v6v e6 1 x a e ~ m ó ~ t e xai 6 ~ - 6oEaop6vo~ elq ó aiÓvi05 nappaaiA~c5 4pOv 'Iquoiq ó XQLOTOS, ó 60U5 86vawiv xai i&v ta r ahqvóq t i oozr, a p a xai t@ neoorp~hecrtátq oov Kaioaei, xvbaivwv t b aUtoxeatoeixbv xaioaetaiov x e á t o ~ , 6mig aU- toxqátwe xatq&mev fipag t e 1 xa i n a v t a ~ x e i o t ' i a v o ~ ~ hapdv nae' aUtoú yeáyya ta neoaeentix&, eieqvixá t e xa i napq'iha, En?

10 kyhoet xa i ovv8éoyq n a v ~ o v ~ ~ I TpWv. 6 n o ~ t b t i j ~ xe~o t t avóv nioteo5 E X ~ ~ O T O V x a i & n á v 8 p n o v t6n T o v ~ x ó v yÉv05 Gwvq8eíqyev E&háoa~ x a i &cpavioai- 'H I p e i ~ t e Ó r e o ~ y i a v ó v 8eonÓtq~ Zupehv, x a i 'AhkEavGeo~ ó t ó v 'AvutoXixGv Geonótq~, &i xa i XxiapEs Ó IIseoGv, oi I T Q E L ~ &ya Ecp' Evi Evw8hvtq 8 ~ h ~ ' p ~ a t i xa i y v ó w , Giahoyioáy~voi 8 i o ~ i o a p ~ v ei5 t b EEr)s 8 1 a p a ~ e a 8 a i t@ T06exq, x a i xatafiaheiv I t o xÉea5 a6to6, Eni Ehev8eeig t7)5 áyiaq x ó h e w ~ 'I(qeowaa)A~p xa i t 6 v x ~ ~ r n w v 6 y w v haGv, Ex t ó v Ex8írnwv XELQOY to6 & h á o t o ~ o ~ . I Aib ixew6ovte5 &vt'ipohópev t to obv pao'ihtxbv

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330 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

oa)Aqp o.Uv t@ xv@iax@ tárpq petam@Éqg eig xeieag t ó v x@imlavóv pao'ihéov. &i x a i &&o[< EQW I t q o a ~ neei Epoü toü ~ E Q ~ O V T Ó S oov Xw- pewv toü t ó v i 3 o ~ y i a v O v aexovtog, 6 ~ 0 6 e66oxíq xa i &neí@q

20 Ehet EU 6 1 á ~ ~ l p a l &oz0 1 c p a h ó ~ xa i P e B a í o ~ tfj t b v ~@lotiavWv níotel, n ~ o a ~ ~ o ú p e v q na6eiv pÉx~i 6avátou 61a 'Iqooüv tbv Xpo tóv , xa i 6115 tqv (3aoih~ I n4v oov peyahe~ótqta, na i t b xatoaeiaiov x ~ á t o g to6 a6toxeátoeog, to6 Eyeíeavtog f i p á ~ 6 n E ~ to6 ~@tot~aviopoÜ 61' oi- xeiov I a6toC ovhhapóv. A1b 6Éopal n ~ b g 6(eb)v tijg Baoiheíag oov xa- ta&óoai p~ t ó v oóv paoihinóv ovhhapóv TE xai olyyehiov I xai pq E-

DOC. n.O 3 (AGS, Sec. Estado, neg. de Alemania, leg. 703)

En nombre de Nro. Sr. Jesuchristo

1 Escribo la de la alegria pacifica letra a vos Rey de los Reyes, cabeza de todo el Christia I nismo, principio y honrra de los en Chfo fieles, o de los principes diuinissimo Philippo. I Admitta pues la presente letra de V ~ O siervo. Y ciertamente primero pondre humildemente mi I cabeza en vfos pies, despues abrire mi boca y hablare con humildad como es

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 331

costumbre I al sieruo con el Señor, y si me otorga como a sieruo hablar a Vfa suprema5 I y Gloriosissima real Mag.d Yo Simeon señor y principe de los Georgianos, el I teniente de mi Reyno, aduierto a Vfa vigilante y de muchos ojos prouidencia I y prudencia, que siendo nosotros tribu- tarios del Turco en este tiempo determina 1 mos, si la fortuna ayuda, leuantarnos los principes Christianos contra este ty 1 rano. Agora alaba- do y glorificado sea el eterno y omnipotente nro. S.' Jesuchri~to,'~ 1 quien dio potencia y fortaleza a Vfa Serenidad, juntamente con el ama- ble I cesar honrra y hermosura de la Imperial y Caesaria potencia, el qual Emperador I reputo por dignos a nosotros y todos los christianos recibir letras exhortatorias, 1 pacificas y de toda amistad, para la vnion y juntamiento de todos nosotros I para que podamos expeler afuera y destruir el inimicissimo y ageno de huI5 1 manidad genero de los Tur- cos. Nos el principe de los Georgianos Symeon, 1 y Alexandro el prin- cipe de los Orientales, también Schiabes el de Persia, I los tres junta- mente en vna voluntad y parecer vnidos, aquella contienda dispu 1 tan- do, determinamos de aqui adelante resistir peleando al Turco, y destru- yr el I cuerno del en libertad de la Sancta Ciudad de Hierusalem y de los pueblos chrisZ0 I tianos de las inimicissimas manos del destruydor. Por tanto supplicando occur I rimos a la Vfa real potencia, para que quiera confederarse con Cesar, y no le permita I hazer paz con el Turco, a fin que con la paz no venga con impetu el impio contra 1 nosotros y nfa na- cion, y totalmente contra los Christianos el Calumniador.1 Yo ciertamente con todos mis grandes y principes promptamente y ligeramente25 I determinamos de passar tormentos, y morir por la fee de Christo Dios Nuestro, 1 para .que en estos nuestros tiempos la Sancta Ciudad de Hierusalem con el I sepulcro del Señor torne [atras] en ma- nos de los Reyes Christianos. Y si teneys 1 por bien preguntar por mi sieruo vfo Principe de los Georgianos, por la voluntad de 1 Dios y in- finita misericordia, bien dispuesto firmemente y constantemente en la fee de los I Christianos, determinado de padezer hasta la muerte por Je- suchristo, y por la real I Magestad vuestra, y por la Caesarea potestad del emperador, quien nos leuanto5 para el Christianismo por sus pro- pias letras. Por tanto ruego por Dios a V. Mag.d 1 reputarme por digno de vuestras letras y mensages, y no me oluide, ni me haga I indigno de su obediencia. La respuesta pues desta letra tenga por bien de darla 1 al presente portador, por quien sin falta podra venir en nosotros en gozo, alegria, 1 y placer nuestro, y de mi reyno. Item ruego a V. Mag.d confederarme por vfas1° I letras al Rey de los Persas, para que vnifor- memente mucho mejor podamos acabar I nuestra obra y buen proposito por los Christianos. No oluide manifestarme I por mensages y letras los negocios. Ten salud en Christo elegido Rey de los 1 Reyes. Basta entre- tanto a Vfa. vigilante y diligente prudencia y prouidencia. Dada la presente letra en la Ciudad de de Chisneil en el Reyno de los Georgia I nos, año de 1596 en el mes de Agosto 25

Traducida por Nicolao de la Torre, Scriptor regio de Griego en Romance.

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332 LUIS GIL Y J O S ~ MANUEL FLORISTAN

DOC. n.O 4

(AGS, Sec. Estado, neg. extr. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 160)

Seiior

i

Don Niceforo Hirbaquise Ibero Jorgiano monje de la or I den de san Basilio dice, que el uiene con una secreta em I bajada del Rey de la Ibe- ria, que por otro nombre se I llama Rey de los Jorgianos; el qual tiene sus Reynos I y estados entre Persianos y Turcos, que se tienden desde el5 I mar Caspio hasta el mar Negro cerca del monte Cau I caso, y que por ser el dicho Don Niceforo religioso de mu I cha confyanca, y su Confessor lo embia a V. mag.d con I sus Cartas Reales para comunicar a V. mg.d antes, que a I ningun otro potentado principe, o Rey el secreto de su1O I pecho, por la fama que tiene del gran celo de V. mg.d y ! de la piedad y ualor de la nacion españuola, y como l Rey Cath." y muy poderoso unica columna y amparo I de la s.ta fee ~ a t h . ~ ~ , jusgo que solo V. mg.d puede ser el sa I grario y depositario deste secreto, y aun el dueño15. I El Rey de Iberia o de Jorgianos, llamado Theimuras, I Christiano Cath." y Rey antiquissimo decendiente del li I naje de Dauid, ha dos años que cobro tres Reynos que le I tenia usurpado el Rey de Persia, y que en un año I lo rompio tres ueces y le mato mas de cien milz0 I hom- bres, como es notorio a todo el mundo, y que en este I tiempo hallan- dose el Persiano trabajado deste Rey I no ha podido dar socorro a los de Hormus contra las armas de V. mag.d I Tambien ha cobrado un Reyno, que le tenian usurpado los turcos I mu- chos años hauia, y el Dia de oy, por la gracia y miseri I cordia de Dios N.S. possee seys Reynos todos de sus Iberos I o Jorgianos, nacion An- tigua y Belicosa, como consta por I los Historiadores Antiguos y modernos; y al presente se5 I halla entre dos inimigos del Turco y del Persiano y e I Sta con las Armas en la mano teniendo effectiuamente I cien mil hombre en la Campaña. I Tiene determinado de hacer aquella empresa que el dicho I embajador significo a V. magd a boca con las circunstancia^^^ I que apunta del tiempo y modo; que por ser secreto de tanta I importancia en el qual se auenturan las uidas de mu I chos christianos, y la destruicion s repara- cion de muchas I prouincias y Reynos el dicho embaxador no tiene licen I cia de su Rey de comunicarlo a otro, que a la Real persona" I de V. mag.d y de quien V. mag.d tiene muy grande confyanza y satis- facion; por quanto el dicho Rey ya tien he I cha determinacion de poner todc el resto de sus fuercas I por la fee Cath." y destrucion de tan gran tirano y inimigo de la S.'" fee Cath.ca y nombre christianoZ0. I Por tanto en primer lugar el dicho Rey de los Jorgia I nos Theimuras, quere y pide para siempre, la pax, I amistad, union y correspondencia

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 333

con V. mag.d offreci 1 endo al Real seruicio de V. mag.d sus Reynos, sus 111 armas, I su hacienda y todo su poder contra qualquer inimi I go de V.

mag.d, y en particular contra los persianos I en las impresas que actual- mente V. mag.d tiene en las par I tes de las Indias Orientales.

5 Segundariamente dice que si V. mag.d manda y quere por5 I seruicio de Dios N.S., exaltacion de la s.'" fee Cath.'" y I comun beneficio de la christiandad, entrar a esta impresa I preueniendo parte de las fuercas maritirnas de sus Reynos 1 de 1talia aplicarlas en él tiempo y sacon que dicho em I baxador expuso a V. mag.d, fomentar y ayudar a los

10 ñatural0 I les para que en la &asion concurran ellos tambien por su par- te I a la dicha empresa, dice este Rey que el no pretiende otra I cosa que el seruicio de Dios N.S. y beneficio publico y que lo demas I V. mag.d dispondra a su uoluntad. Por quanto el se ha1 I la contentissimo con sus

15 estados de Iberia; pues tiene muchas15 I prouincias y tierras fertilissi- mas, muchas minas de plata y I oro, que oy por las ocupaciones y tra- bajos de la guerra ni se la I bran, ni las queren manifestar por justos res- pectos; mas I hechado el comun inimigo de aquel puesto, tendran la I

20 comunicacion y trato que V. mag.* fuera seruido y una perpetuaz0 I amistad v Dax en honra de Dios N.S. v exaltacion de la S.ta I fee Cath.'" - A

Finalmente el dicho embajador pide y sup.'" a V. mag.d se sirua I man- dar que se le de respuesta con breuedad ansi de las Cartas I Reales que presenta a V. mag.d como de su propuesta para poder I uoluerse luego,

25 y hacer a tiempo su jornada que es tan larga25 I y de mucha importancia llegar a tiempo conueniente. Y I lo recibiria a mucha mr.d

Señor Don Niceforo Hirbaquise Embajador del Rey de los Jorgianos

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2858, fol. 156)

Carta del Rey de Iberia Trans- ladada dela Lengua Iberica

en la Castellana por el D."' Const."" Sofia

Muy poderoso y Cath.'" Rey de España:

1 En nombre dela ~antiss."'~ Trinidad padre, hijo yespiritu I s.'" tres per- sonas y un Dios todo poderoso ysin principio, Cria I dor del Cielo y de la Tierra yde todas las demas co I sas uisibles yinuisibles, cuya ley professamos y por I su misericordia conseruamos pura y entera, ansi

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334 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

como5 I se nos fue enseñada yentregada delos Apostoles de I N.S. Jesu Christo, yen su defensa offrecemos la uida, I y la sangre, yo Theimuras Rey de Iberia, Alba I nia, Mengrelia, Gurelia, Merelia y Circasia y todos I mis subditos"'. I

Escriuo La presente a V. mag.d Cath.'" q es el mayor Rey I y monarca del mundo, defensor y ensalcador de la s.'" fee I de N.S. Jesu Christo, del qual la dignidad ygrandeca re I splandesce del occidente al oriente, ypor tal riconocemos I yueneramos aV. mag.d todos los Reyes Christia- nos; pues estai5 I como Arbitro en este gran theatro del mundo; la fama I y <ce>lebracion de su nombre hasta los mudos pesces ylos pa- jaros I del cielo significan con sus alas. Las celestes uirtudes y hierar I quias lo conseruan, los querubines y serafines lo amparan I en protec- cion y confirmacion dela s.ta fee cath.'" de N.S. Jesu Christo I con la dextra del qual se hace inexpugnable yinuencible5. I ha lo leuantado hasta las estrellas paraq pormedio de su Cath.=O I nombre alumbre atodo el orbe la lux dela s.'" fee y se predi I que atodas las naciones en todo el uniuerso. tiene la man 1 sedumbre de Dauid La sabiduria desalomon, lamonarquia I de Alex. magno yla piedad del gran Constantino yansi huelo I le como flor del parayso, yresplandece como lucero del Cie I lo: finalmte adornado detantas uirtudes y dotes del Cielo, es Rey I de Re- yes, yen lajusticia y equidad delas leyes, spejo de sus Vassallos.l Hago saber aV. mag.d como yo ymis Iberos nos hallamos aquiI5 I entre dos enemigos de nombre christiano, los mayores q ti I ene toda la chris- tiandad, q son Los turcos y los persianos. I y no tenemos otro remedio despues de Dios sino el refugio delas I armas, las quales tenemos siem- pre en las manos yestamos I continuam.'" peleando con los infieles. y por Virtud delazo I santiss."" crux del Nuestro redemptor y intercession dela 1 siempre uirgen Maria madre de Dios auogada yseñora I nuestra uencimos y ahuyentamos nuestros enemigos. Pues 1 estos dias passados los persianos j~n t am. '~ con su Rey nos I acometieron con toda su fuerca, ycon el fabor deDios losz5 I hauemos uencidos dos ueces en dos batallas, ycon la huyda I escapo el Rey la uida, con gran confusion yperdida delos suyos. I Como todo esta notorio. nos cobramos lo q nos tenian usur I pado los persianos, con q nos hallamos en possession de todos I "'estos Reynos y prouincias, ¿j sestienden de mar a mar y 1 tenemos nuestras fuercas siempre aperceuidas y nuestros I exercitos en buena orden redu- cidos a cien mil hombres I de pelea: I Por otra parte uemos los turcos otros enemigos nu5 I estros ydetodos Los chnstianos, tienen oy muy pocas I y flacas fuercas, muchas dissen- siones entre si yconfusio I nes grandissimas, de maneraq si los principes christianos I serisoluieran fa~i lm. '~ lo podiamos echar fuera de a- I quella silla imperial q tiene usurpada tiranni~am.'~ y10 I lo podiamos totalm.'" destruyr y librartoda lachnstiandad I de un tan grande yprejudicial ene- migo. Nos lo¿j toca I a nEa parte estamos preuenidos yprornptos a em- plear I todas buestras fuercas aesta s.ta empresa, ydetermina I mos (si

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 335

parece también aV. mag.d) de bajar destas nuestrasI5 I tierras ycorrer por Cappadocia y Bithinia hastallegar I a Scutari q es frontero de Cos- tantinopla. ysi V.mg.d I quere ymanda ayudarnos y dar nos la mano por la I mar, para poder luegopassar el estrecho yentrar I en Costantinopla, con q t ~ t a l m . ~ ~ sedestruira el nernigo20 I sin dar les tiempo ni demirar porssi. porq sobre todo I importa La presteca. Esto seria el mayor ser- uicio I q pudiera un Rey christiano y cath."O hacer aDios N.S.' I Demas q se hallan muchos christianos enel estado del Tur I co q desean esta empresa yse offrecen q en tiempo delaZ5 I ocasion ayudaran con toda sufuerca por loq les importa I IVde uerse libres dela tirania del Turco. Yparaq V. mag.d uea q nopor interes proprio yparticular I ni por mayor grandeca delos Iberos ya~gm.~O de estado I emprendo esta empresa, sino por puro seruicio de I Dios N.S. ycomun beneficio dela christian- dad, Digo I yprometo aV. mag.d q si Dios nos da Victoria ysalimos I con nuestro intento, nos otros pondremos todo nue I stro estudio yfuercas, paraq. V. mag.d se assiente I en aquella silla imperial de Costantinopla, como I le conuiene ytoca mas q aningun otro. Conqlo I nos recogeremos anuestras tierras contentos, solo de I tener en aquella silla un empera- dor tan Christiano I y Cath.co como es V. mag.d ysiempre nos tendra muy a I migos ypromptos asu seruicio: Pongo a conside I racion aV. mag.d loq dice N. S.' q si tu hermano tieneI5 I menester de ti yua apedirte en- prestado, no permi I tas q se uolua con rostro Confuso. yo soy su mi I smo hermano y todo este christianismo, ytenemos I necesLd de su ayuda de V. mag.d Dios Le hadado poder I y adonde lo puede emplear mejor q asu seruicio? Digo20 I su hermano porq todos tenemos una fee un Bapti I smo y una misma esperanca dela herencia del Rey i no delos Cielos. Con esta confianca escriuo la presente I aV. mag.d ydigo q le conuiene ser el dueño desta I s.'" empresa y yo mele offresco de ser su soldadoz5 I y uenir aseruir aV. mag.d Con toda mi gente I Vafinq se libren dela ti- rannia delos infyeles tantas almas I tantas Iglesias tantos m ~ n a s t . ~ ~ l u - gares s.t0" oy ocupan I aquellos infyeles en deshonra delos christianos yconfusion I denos otros. de todo esto me holgare tener de V. mag.d I Respuesta con breuedad, claridad, yllaneca. yq sepamos5 I su altisima uoluntad yresolucion de V. mag.d I Para este effecto embiamos aV. mag.d el R.do Don Nice I foro Hirbagues persona Religiosa yde mucha uirtud1° I yconfianca, el que1 demas de su na~im.~" q es de pa I dres nobles yprincipales de mis Vassallos, la uirtud I y celo con q trata el seruicio de Dios y desta corona lo ha I Gen mas in- signe, y la gran fidelidad con ¿j han I seruido el y sus antepassados en se- mejantes negocia I ciones, me lohacen muy confyado, por estas y otras sus I partes 10 tengo por mi Confessor ypadre del alma. el sal5 I be lo in- timo de mi coracon y demis intentos y10 puede I referir a V. mag.d con toda la uerdad Cj profesa. por loqual I V. mag.d le puede dar credito en todo loq demi parte I le dixese. Quena embiar aV. mag.d por embaja- dor un I seglar delos principales de mis Vassallos, para q fosse con2"

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336 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

mas solenidad, empero hauiendo de passar por medio de tan 1 tos ene- migos, paraq no semanifieste yse pierda el riego 1 hauemos escogido este Religioso, Confessor yconfyado nfo 1 para q enc~biertame.'~ pueda passar por medio delos enemigos 1 y pueda mas facilm.'" llegar aV.

VI 25 magd. ycomunicarle nuestro25 I "'intento con la secreteca q le hauemos encomendado. I Y en caso q V.mag.d sequisiesse enterar dela uerdad y informarse I de nuestras cosas puede embiar aqui una omuchas psonas I de confyanca para aueriguar las cosas, yq bean consus 1 ojos nuestras fuercas y entiendan nuestras hacañas y5 1 obras, y ellos sabran decir aV. mag.d ya- los q no lo saben, si I tienen los Iberos brios yualor de pelear con sus ene I migos. y si podemos cumplir lo q prometemos. 1 Con esto nos hauemos hecho lo q de nl-a parte nos toca I de auisar aV.niag.d como acath." Rey yrnonarca unico1° 1 delos christianos, dan- dole cuenia de todo nuestro intento. y I finalm.te rogamos yprotestarnos delante de N.S.' Jesu Chri I sto, q no falte de ayudar ydar mano, para esa s.'" I empresa pues le toca tanto. yen caso q V.mag.d no la I quisiesse abracar; nos estaremos escudados delante deDios15, I del qual espera- mos el uerdaders fabor y socorro, ni V.mag.d I despues tendra racon de culparnos de no hauerselo comuni I cado, rogado y exortado. Sobre todo encomenda- I mos aV.mag.d el secreto ¿j lo tenga encubierto hasta ¿j Dios 1 ponga el fin desu s.'" Voluntadz0. I Hauemos offrecido a V. mag.d nuestrapsona, nuestras Armas, I nues- tros Vassallos de Cien mil hombres de pelea, promptos I aemplearse aesta empresa, obra s.ta ydigna q todo principe I christiano y en parti- cular V. mag.d abrace mas ¿j otra nin I guna, ysi no quisiere ser con nos otros, seralo dios25, I e1 guarde La persona de V.rnag.d para mayor honra y I gloria desu santo nombre, para sempre jamas, Amen. I Escrita en Cartli el 29 de Nonembre 1625

Theimuras Rey de Iberia, etc.

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 157)

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS 337

OEOQANHL IIATPIAPXHC THC ArIAZ IIOAEQZ IEPOOYZAAHM

4 8 ~ 0 deletum 6 h a p ~ i v 8 &8@ov 9 paoths6 10 ioxv@Ü& 12 ye~oywv mendose scriptum corrigere temptavit scriba 13 ~ ~ ) t ó v t a ~ 14 xa los sb- U E ~ ~ G pE 15 &3vapv 16 Uno-~6x9 17 Ónoio~ Fxeivov p ~ t ' 18 JLÉ~VCLL

GWeov 19 q p ~ i o v tov 21 Govhevft~i~ etscas dubium 22 ebhapilq 25 'Ai3aváo~o~

(Pliegue externo)

T@ ~ 6 a e $ ~ o t á t q xa i Fxka tp>neotá tq psyiozq PaotAeZ xveiq QE +t)iixscq, t@ Fv &yiq nv(sGpat)t iryanqtw vi@, 6 y ~ ó s xai Ev¿%$~s x@ooevexikiq, $6 'I(s~ovoa)A+

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338 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

DOC. n.O 7

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)

Al Rey de Iberia

Por la carta de V. Ser.d en I creencia de don Niceforo Urba 1 quise y los papeles que el me dio I y lo que dixo de palabra, he en I tendido los buenos intentos de5 I V. Ser.d y lo que para conseguillos I dessea, y como el dho Don Nize I foro dira me han sido a mi de I particular satis- facion y contento I y he hecho dellos y de lo demaslo I que V. Ser.d me significa a este proposito I y de su amistad y voluntad, la I estimacion que tan justamente I es debida a tan loable y sta I intencion y propuesta, la qual15 I confio en Nro. S.' que la hemos I de veer conseguida median- te I el valor y perseuerancia I de V. Ser.d a que yo de mi parte I ayudare y acudire en la20 I forma que dira la persona I que con breuedad embiare ahi I y en tanto me ha parecido I que se buelba el dho Don Ni I zeforo que referira lo demas que sez5 I ofrece y la voluntad con que I fue re- cibido de mi por I criado de V. Ser.d.

DOC. n.O 8

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 166)

Cum ex literis v(est)rae Serenitatis, quibus I D. Nicephorus vrbaquiseo fidem aserue I ritis, tum ex illis scriptis, quae nobis I ipsemet traditit, atque ex his, quae praesens I ore suo retulit, eximium Serenitas I tis ves- trae propositum, quaeque, ut illud I consequatur exoportet, facile in I tel- leximus. Ac rursus ut ipse D. I Nicephorus asseret, postquam nobis I mirum in modum satis fecerant, prae1° I cipuam laetitiae voluptatem at- tulerint I caeterum illa et reliqua, quae v(est)ra I Serenitas ad rem istam spectantia I deducit, vestram adhuc amicitiam et I candidam benevolen- tiam tanti fecisseI5 I quanti fieri debuit tam sanctus, atque I laudabilis animi sat agentis impulsus I quem Deo duce confidimus, atque de I ves- tra Serenitatis virtute, ac perseverantia I speramus suo designato fine contentum20 l nos esse visuros; quibus omnibus I ipsi ea forma et modo, quem qui a I nobis est huc brevi destinabitur referet I aderemus, et officium praestabimus. I Interea visum est nobis, ut dictus D.2s I Nice- phorus revertatur, qui caetera I quae occurrunt edisserat et eum ani I mi affectum quo a nobis tanquam I unus e vestrae Serenitatis famulitio fuerit I exceptus explicabit.

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS

DOC. n.O 9

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)

Al Papa del Pardo a 31 de Enero 1628 Embaxor de Iberia

Don Nizeforo Urbaquíse vino I aqui los dias pasados a darme I quenta de los intentos del I Rey de Iberia y de los Jo~gia I nos su amo, que se encaminan5 I segun su relacion al aumento de nfa I sagrada Religion I y daño del gran Turco I nl-o Enemigo Comun,l0 I y auiendosele I respon- dido que por la via de I Moscouia embiare conbeniente I persona que lleuara mi res I puesta al dho Rey ha dho que le es for15 I zoso antes de bolberse dar vna I carta que tambien trae suya I para V. santd sobre lo mis I mo y besar sus santos pies. I Y con esta occasion escriuo alz0 I Con- de de Oñate mi Embaxaor I para que introduzca con V.B.d al I dho Don Nicefaro y le ayude I en lo que se le offreciere en or I den a su brebe despacho I y buelta. Suplico a I le oyga gratamente25 I como lo me- reze la proposi I cion que hara y la sancta I yntencion della, y lo con I fio del paternal amor con I que V.B.d oye y am30 I para las cosas deste ge- nero I y que miran a la mayor esten I sion de nfa S.fa fee

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 177)

Al Conde de Oñate

Don Nizeforo Urbaquise Georgiano ha I venido aqui de parte del Rey de Iberia su I amo a proponer algunas empressas en daño I del Gran Turco. Y para enterarme del I estado de las cossas del dho Rey y de

5 lo5 1 demas que combeliga, se trata de embiarle I persona que partiria con breuedad a esto por la I via de Moscouia, y porque ha dado a en- tender I el dho Don Nizeforo que trae Carta del Rey I para Su Santd,

10 con ocasion de auer de passar1° I por essa corte, he querido encargaros como lo hago I que queriendo hablar a su Santd y besar I sus sanctos pies

15 le introduzgais y en I camineis que lo haga faboreciendole enI5 I lo de- mas que se le offreciere en esa corte que yo I sere en ello muy seruido de Vos

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340 r.uIs GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

Doc. n.O 11

(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)

A los Virreyes de Napoles y Sicilia

E1 Rey de Iberia embio aqui a Don I Nizefaro Urbaquise, que os dara esta a represen I tarme de su parte (como lo hizo), lo que dessea I mi amistad y a proponer demas de lo dho al I gunas empresas en daño

5 del Turco. Y bol5 I uiendo agora con la respuesta que le ha man I dado dar, he querido encargaros mucho I como lo hago, que si al passar por ahi I se le offreciere y tubiere necessd para su em I barcacion y jornada

10 de Vfa ayuda yl0 I fabor se la deys ordenando que se le haga I toda co- modidad y buen passaje dondequiera I que llegare (como es razon y lo mereze por sus I buenas partes y el azierto y cordura con que I por aca

15 ha procedido) que en ello sere muy bien seruido15 I de Vos

Luis GIL Universidad Complutense

José Manuel FLORISTÁN Universidad de León

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS

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LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN

LÁM. 2. Traducción griega de la carta de Simeón de Kartli

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS

.-

LÁM. 3. Carta en georgiano de Teimuraz

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344 LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN

C LAM. 4 . Carta de Teófanes

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CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS

LAM. 4 bis. Carta de Teófanes, patriarca de Constantinopla