capitulo 6 - en defensa del honor de la princesa menor

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CHAPTER 6 EN DEFENSA DEL HONOR DE LA PRINCESA MENOR Como en la exposición de hechos, era otra tarde noche veraniega normal en que, el todopoderoso primogénito avasalló e intimidó mediante agresiones verbales y aspavientos de brazos, como un jugador de futbol expulsado por el árbitro, por el derecho sobre las caballerizas y la pernoctación de su caballo bajo las inclemencias medioambientales. La princesa menor sin ningún tipo de apoyo, ni siquiera familiar, sólo pudo recibir el chaparrón para no atizar más la lumbre y recibir una agresión de otro tipo por su “desconsideración” hacia el todopoderoso primogénito dueño de todo lo que la vista llega a alcanzar. Asustada y llorando recibió al príncipe de otras tierras a quién fue explicado lo sucedido. El príncipe de otras tierras abochornado por lo explicado no lograba entender la discuta más allá de la soberbia propia de un niño malcriado y caprichoso. Al día siguiente, el príncipe de otras tierras pidió explicaciones sobre lo sucedido la noche anterior al todopoderoso primogénito porque entendía que se había mancillado el honor de la princesa menor del reino. El todopoderoso primogénito, haciendo alarde de superioridad, no proporcionó explicación alguna simplemente retó al príncipe de otras tierras con violencia y agresividad. Un empujón contra su carruaje que fue dañado por el impacto. El príncipe de otras tierras no le quedó más remedio que defenderse de la agresión ejecutando la misma acción en respuesta a su violencia. El todopoderoso primogénito observó que el príncipe de otras tierras no era fácil de intimidar, como a sus hermanas las princesas, y cejo en su empeño de continuar la agresión, tras la intervención de la Rey madre. En ese momento, dejó la hacienda real y se dispuso a marchar. Más tarde, el rey volvió al castillo de verano tras una incursión en los dominios reales. La reina madre le ofreció detalladas explicaciones y como alma que lleva el viento, partió hacia los territorios del todopoderoso primogénito, hijo del Rey, para reprender su violencia. No encontró más que desprecio y altanería, y en el fragor de la batalla padre e hijo se enzarzaron el algo más que palabras. El Rey, expulsado del castillo del todopoderoso primogénito, volvió abatido y sin ánimo para nada. Excusó la conducta del que se cree con derecho a todo y pidió perdón al príncipe de otras tierras a su manera, instándole a que eso sería todo y todo quedaría ahí. El príncipe de otras tierras había defendido el honor de la princesa menor y así se lo reconoció el Rey y le aseguró que aquello no volvería a ocurrir. El castigo impuesto de no permitir el acceso a la hacienda real al todopoderoso primogénito cayó en saco roto ya que a la mañana siguiente el todopoderoso primogénito marchó hacia la estancia veraniega de su padre, el Rey, a solicitar el perdón real y así se fue dado. Se perdonó y olvidó la agresión del todopoderoso

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En Defensa Del Honor de La Princesa Menor

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Page 1: Capitulo 6 - En Defensa Del Honor de La Princesa Menor

CHAPTER 6  EN DEFENSA DEL HONOR DE LA PRINCESA MENOR 

Como en  la exposición de hechos, era otra tarde ‐ noche veraniega normal en que, el todopoderoso primogénito avasalló e intimidó mediante agresiones verbales y aspavientos  de  brazos,  como  un  jugador  de  futbol  expulsado  por  el  árbitro,  por  el derecho  sobre  las  caballerizas  y  la pernoctación de  su  caballo bajo  las  inclemencias medioambientales.  La princesa menor  sin ningún  tipo de apoyo, ni  siquiera  familiar, sólo pudo recibir el chaparrón para no atizar más  la  lumbre y recibir una agresión de otro tipo por su “desconsideración” hacia el todopoderoso primogénito dueño de todo lo que la vista llega a alcanzar. Asustada y llorando recibió al príncipe de otras tierras a quién fue explicado lo sucedido. 

El príncipe de otras tierras abochornado por lo explicado no lograba entender la discuta más allá de la soberbia propia de un niño malcriado y caprichoso.  

Al  día  siguiente,  el  príncipe  de  otras  tierras  pidió  explicaciones  sobre  lo sucedido la noche anterior al todopoderoso primogénito porque entendía que se había mancillado el honor de la princesa menor del reino. 

El todopoderoso primogénito, haciendo alarde de superioridad, no proporcionó explicación  alguna  simplemente  retó  al  príncipe  de  otras  tierras  con  violencia  y agresividad. Un empujón contra su carruaje que fue dañado por el impacto. El príncipe de otras tierras no le quedó más remedio que defenderse de la agresión ejecutando la misma acción en respuesta a su violencia. El todopoderoso primogénito observó que el príncipe de otras tierras no era fácil de intimidar, como a sus hermanas las princesas, y cejo en su empeño de continuar  la agresión, tras  la  intervención de  la Rey madre. En ese momento, dejó la hacienda real y se dispuso a marchar. 

Más tarde, el rey volvió al castillo de verano tras una incursión en los dominios reales.  La  reina madre  le  ofreció  detalladas  explicaciones  y  como  alma  que  lleva  el viento, partió hacia  los  territorios del  todopoderoso primogénito, hijo del Rey, para reprender su violencia. No encontró más que desprecio y altanería, y en el fragor de la batalla  padre  e  hijo  se  enzarzaron  el  algo más  que  palabras.  El  Rey,  expulsado  del castillo del todopoderoso primogénito, volvió abatido y sin ánimo para nada. Excusó la conducta del que se cree con derecho a todo y pidió perdón al príncipe de otras tierras a su manera, instándole a que eso sería todo y todo quedaría ahí. El príncipe de otras tierras había defendido el honor de la princesa menor y así se lo reconoció el Rey y le aseguró que aquello no volvería a ocurrir.  

El castigo impuesto de no permitir el acceso a la hacienda real al todopoderoso primogénito  cayó  en  saco  roto  ya  que  a  la  mañana  siguiente  el  todopoderoso primogénito marchó  hacia  la  estancia  veraniega  de  su  padre,  el  Rey,  a  solicitar  el perdón  real  y  así  se  fue  dado.  Se  perdonó  y  olvidó  la  agresión  del  todopoderoso 

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primogénito en detrimento del agredido el príncipe de otras tierras que vio como todo quedaba en aguas de borrajas.  

Una  vez más,  el  todopoderoso  hacía  gala  de  su  prepotencia  y  control  sobre todo sin soportar represalia alguna por la justicia real. “Es mi hijo”, exclamó el Rey, sin darse cuenta que su propia hija quedaba relegada al nivel de campesina, sin derechos, porque  las mujeres no  tienen derechos sólo obligaciones y que deben cumplirlas sin levantar la voz. 

Una vez más la injusticia del que cree que la justicia está por encima de todo, el propio  Rey,  se  veía  desacreditada  por  sus  propios  actos.  Vale  más  un  hijo  que cualquiera de sus hijas y eso es consentido y bien visto por la Reina madre de ellos. 

El monstruo seguía creciendo, ya era imparable. Se veía con la legitimidad que, su padre el Rey, le otorgaba en contraposición a los derechos de sus hijas, las princesas. Esto  fue  aprovechado  por  la  serpiente de  lengua bífida que  en  clara disposición de ventaja, seguía envenenando la mente del todopoderoso primogénito hacia la sedición y  derrocamiento  del  Rey,  su  próximo  objetivo  ante  la  ausencia  de  un  contrincante mejor. Así  fue  como  tiempo después ocurrió  lo previsto, por  la  serpiente de  lengua bífida, e inevitable.