cap 5 el reto de la marginalidad ribeiro darci el dilema de america latina

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  • 7/30/2019 Cap 5 El Reto de La Marginalidad Ribeiro Darci El Dilema de America Latina

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    Darcy RibeiroEl desafo de la marginalidad"

    En tanto millones de familias viven encondiciones econmicas de existencia ta-les que su manera de vivir, sus interesesy su cultura las separen de los de otraclase y las siten, en una actitud hostil,ellas constituyen una clase.Una clase oprimida es la condicin vitalde toda sociedad fundada sobre la oposi-cin de clases. La liberacin de esta claseoprimida supone necea ariamente la crea-cin de una nueva sociedad.

    C. MARX

    DARCY RIBEIRO es un antroplogo brasileo qu e se hizo cono-cido, primero, por sus estudios etnolgicos sobre tribus indge-nas de Brasil. Ms tarde se dedic a problemas educacionalesy de organizacin universitaria y fue el primer Rector de laUniversidad de Brasilia. Con motivo de su participacin, en elgobierno Goulart como Ministro de Educacin y Cultura y co-mo Jefe de la Casa Civil de la Presidencia tuvo que exiliarseen 1964 luego del derrocamiento de aquel gobierno. Trabajdesde entonces en Uruguay, Venezuela y actualmente en Chile,como profesor investigador del Instituto de Estudios Internacio-nales. Dedcase ahora a completar su serie de Estudios de An-tropologa de la Civilizacin de la cual ya public en diversaslenguas las obras: El proceso tivlhatorio y Las Amricas y lacivilizacin. A stas seguir prximamente la edicin de El dile-ma de Amrica Latina por Siglo xxi, de Mxico.

    I. PUEBLO, CLASE Y PODEREl estudio de la estratificacin social latinoamericana ofrece grandesdificultades porque no se cuenta con una tipologa adecuada ni conanlisis sistemticos o con datos estadsticos que pe rm itan enfocarlacon precisin. El procedimiento usual de los estudiosos es proyectarsobre la realidad latinoamericana la tipologa de las clases sociales co-

    *Este trabajo es parte de nuestro libro indito: El dilema de Amrica Latina:Estructuras de poder y fuerzas insurgentes, que prximamente editar Siglo xxi,Mxico.

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Srrespendientes a la Europa del siglo pasado, atribuyendo validez uni-versal a aquellos esquemas. Se habla as de burguesa, proletariado,campesinado y hasta de lumpenproletariado para referirse a segmen-tos sociales especficos que slo guardan alguna semejanza con aqu-llos. De esa forma, en vez de quedar aclaradas, se esconden las verda-deras caractersticas de la e stru ctu ra de clase de las sociedades la tin o-americanas y se induce a la expectativa de que ciertas categorashabrn de representar aqu el papel histrico que sus smiles desem-pearon en otras partes.

    Es sabido que a cada formacin econmico-social corresponde unadeterm inada estratificacin social y que incluso den tro de una mismaformacin, en distintas etapas de.su cristalizacin, varan las clasessociales. Marx, por ejemplo, habla de distintas estratificaciones segnanaliza, la sociedad alemana o la francesa de su tiempo, porque ellaspresentaban diferencias sustanciales en el grado de integracin en lasformas capitalistas de estratificacin social. Con referencia a Alema-nia, Marx observa la presencia de cinco clases, a saber: la nobleza feu-dal, la burguesa, la pequea burguesa, los obreros (agrcolas e indus-triales) y el camp esinado (grande y pequeo, libre y servil). Respectoa la Francia de 1840, m en cio na ba 6 clases: latifun distas , burguesa(financiera, industrial y mercantil), pequea burguesa, campesinos,proletariado y lumpen-proletariado. Es obvio que las diferencias tipo-lgicas registran, en este caso, diferencias en las respectivas estructurasque Marx juzg indispensable discriminar p ara comprender aquellassituaciones. Si esto ocurra respecto a esos pases, con mucha msrazn ocurrira en el caso de sociedades radicalmente distintas, comola s latinoamericanas.

    Lenn se vio tambin en la contingencia de desarrollar una tipo-loga especial para la Rusia del perodo revolucionario. Por eso dis-crimina, adems de una aristocracia entonces prcticamente vencida,una burguesa (destinada a desaparecer), una tecnoburguesa (quesobrevivira), un proletariado (en nombre ce cuyos intereses se es-tructurara la nueva sociedad) y un campesinado de Kulaks (virtual-mente opuesto al nuevo orden) y de campesinos medios y pobres(cuya alianza podra ser alcanzada por el proletariado).

    El anlisis ce cada situacin concreta exigi de los clsicos delmarxismo la elaboracin de distintas tipologas que, registrando encada momento histrico las configuraciones discernibles en la estratifi-cacin social, permitiesen diagnosticar sus oposiciones y sus comple-mentariedades de intereses. Lo que estos y otros esquemas marxistastienen de comn es la nocin de componentes diferenciados dentro

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    Darc), Ribeiro I El dCs>io de I. marginaIidadde las clases dominantes, representados en el caso de Europa por laaristocrada y porIa burguesia; una oposicion antagonica entre clasesdominantes y subordinadas, asi como Ia division de unas yon-as ,endiversos segmentos, y la existencia de 'una clase oprimida cuya libe-racion supone una revolucion social. En cualquier caso, traen impli-cita Ia necesidad de un estudio factual de las estratificaciones de claseque se cristaliza historicamente en cada situacion particular.

    La tipologia que utilizamos en este estuclio file elaborada con eseespiritu. Es dccil', en Iugar de trasponel a America, Latina esquemasdesarrollados pord amUisis de distintas situacion:es historicas, busca-mos elaborar una tipologiaundacla en Ia o.bservacion de la realiclady en el analisis de las. clases,,de A m e r i < ; a L a t ~ n a , a partir de Ia estratifi-cadon social registrada en ,las ,metropolis ibericas y del estudio de sustransformaciones .posteriores',N uestra tipologia, aqui presentada enforma sumaria, no es mas que un esquema de trabajo. Con todo, lasuponemos mas Util que las transJfbsieio.nes corrientes y tambien masfiel al significado real .de la teoria marxistade las' clases sociales.

    El diagrama siguiente procura reflejar los componentes fundamen-tales de la esu'atificaci6n social latinoiunericana tal como Ia vemos.AlIi desdoblamos la 'Oposiciou ]xisica entre clases dominantes y domi-nadas en cuatro estratos superpuestos. Para cada uno de elIos inclicamoslos componentes clistingnibles segun su posicion en el proceso produc-ti"o y en las situaciones de poder, a fin de discernir la capacidad rela-tiva para ejercer influencia sobre la sociedacl global de cada uno deestos conglomerados con intereses contrapuestos.

    Nuestro diagranla bnsca indicar, aclemas de los componentes decada estrato, sus posiciones r e l a t i v a ~ Y SlIS interpenetraciones. Es pOl'esoque en Ia cumb,re de la estratificacionsocial situamos las clasesdominantes con sus 'rres cuerpos: el patronato y el estame'n to gerencialextl'anjeroJ ambos ejerciendo funci()nes de explotacion economica y elp'at1'iciaclo estatal y civil, cu)'o poder proviene principalmente delsempeii'O de cargos

    . Abajo, en Ia linea cruce entre las clases dominantes y las subalternas,situamos a los sectoTes intel'medios compuestos pOl ' un grupo de autO-nomos Eonnado por peqllenos empresari'Os y pOl' profesionales liberalesy un grupo de dependientes constituido pOl' funcionaros y empleados.

    Vienen a continuacion, las 'Clases subalternas constituidas pOl' doscuerpos. Elcampesinado que co.mprende los asalariad05 permanentesde las empresas agropastoriles modernizapas, los minifundistas y losaparceros (medianeros y terceros) que son microempresarios del cam-po, capaces de. firm.a.r contratos de an:endamientos de tierras yd e

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SDiagrama de la Estratificacin Social Latinoamericana

    comercializar directamente su produccin en el mercado local y losartesanos rurales. Y los operarios de las fbricas y de los servicios (trans-portes etc.), comprendiendo la mano de obra regular y estable de lasempresas modernas, pblicas y privadas, nacionales y extranjeras.La parte inferior y ms amplia del rombo es el bolsn que abrigalas clases oprimidas o infrabajas de los marginados, cuyo estudio es elprincipal objeto de este artculo. Las integran aquellas partes, a vecesmayoritarias, de la poblacin que tienen formas precarias e inestablesde ocupacin y viven en condiciones subhumanas de pobreza e igno-rancia y de exclusin respecto a las instituciones nacionales. Su verda-dero carcter es el de un con ting ente excedente en relacin al sectormodernizado del sistema ocupacional. Representantes de este estratoinferior de la estra tificaci n social se encuentran distribuidos tan to enel campo como en la ciudad; en las reas de antigua ocupacin dete-rioradas y renovadas y en las nuevas, como pioneros de las fronterasde expansin agrcola y pastoril en regiones an despobladas.En las ciudades estn representados, entre otros, por los "changado-res", vendedores ambulantes, cargadores, jornaleros de servicios even-tuales y subalternos, obreros espordicos de empresas precarias, sinempleo fijo, ni sindicato, y por las empleadas domsticas, lavanderas,

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    Darcy Ribeiro I BI da!o d. la mnrginalidndprostitutas pobres y mendigos. En las zohas rurales comprenden 10.5trashumantes 0 trabajadores estacionales que s6lo consiguen oC1.lpaci6n remunel'ada durante algunos meses

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Sdel sistema formada por las clases dominantes con sus componentespatronal, gerencial y patricial engloba cerca del 1% de la poblaciny absorbe cerca del 30% de la renta nacional. El cuello compuesto porlos sectores intermedios comprende aproximad amen te el 9% de la po-blacin y absorbe el 20% de las rentas. Las clases subalternas quecomprenden los contingentes de obreros y campesinos integrados alsistema econmico, engloban posiblemente el 30% de la poblacin yel 30% de la renta. Y en fin, los sectores marginados abarcan cercadel 60% de la poblacin y absorben el 20% de la renta total.Los datos divulgados por Furtado y por Martins permiten verificarque los 900 mil brasileos del tope se apropian de una porcin de larenta generada, una vez y media mayor que la de los sectores infra-bajos de los marginados que suman 54 millones de habitantes.Otra evaluacin hecha por Mara da Conceicjo Tavares y JosSerra (1971) reprod ucida en el cuadro siguiente, confirma aquellasapreciaciones. Demuestra que, de 1960 a 1971, au m en taron enorme-mente las diferencias de ingreso en favor de los superricos cuya rentaanual per capita salt de 8.400 a 12.000 dlares, mientras la de los'sectores subalternos se mantu vo estacionaria (200 dlares) y la de losmarginados deterior en trminos relativos: 90 a 100 dlares percapita al ao.Apreciados en trminos de capacidad adquisitiva, esos nmerosindican que los tres estratos superiores, correspondientes al 20% de lapoblacin que constituye el mercado moderno, experimentaron unaumento de cerca de doce mil millones de dlares en su renta anualentre 1960 y 1970, mientras que los 80% restantes tuvieron, en elmismo perodo, un aumento de tres mil millones de dlares a ser di-vidido entre 75 millones de personas.

    Estos estratos forman, como se ve, dos mercados distintos; uno deellos m inoritario, pero con eleva do nivel de consum o, provedo por laindustria moderna productora de bienes suntuarios que ocupa lossectores ms calificados y mejor remunerados de la fuerza de trabajo.El otro, mayoritario, pero muy pobre, suplido por empresas anticua-das de baja rentabilid ad que ocu pan traba jado res menos calificados,pagan sueldos irrisorios y raramente les aseguran las presta cione s socia-les estatuidas por la ley. Uno y otro' hacen parte de un sistema socialnico porque organizan la produccin y el consumo de una mismapoblacin, enmarcada dentro de la estratificacin de clases de unamisma sociedad, y tambin porque los lucros generados en el sectorms pobre se' filtran hacia el superior, contribuyendo a su expansin.Esta estructura socioeconmica que ca lugar a los mayores contras-

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    Darcy Ribeiro j El desafo de la marginaldadtes de riqueza y pobreza no constituye una novedad. Apenas reitera,en trminos modernos, una caracterstica bsica de las economas de-pendientes generadas en el curso de procesos de incorporacin hist-rica: la de ser capaz de crear y expandir empresas prodigiosam ente prs-peras, pero incapaces de generalizar esa prosperidad a toda la pobla-cin, lo que da lugar a sociedades crudamente desigualitarias. Loque t iene de nuevo esa estructura es la caracterstica de tecnificarse atravs de un ncleo moderno y dinmico el cual, al no necesitar ocu-par toda la m ano de obra pu esta a su disposicin, marginal la ma-yor parte de ella.

    En el pasado, la fuerza de trabajo en su calidad de proletariadoexterno productor de gneros alimenticios o materias primas paramercados metropolitanos estuvo siempre ocupada, excepto en losperodos de crisis o de transicin de uno a otro tipo de produccin.Fuera de esos perodos, requera el aflujo constante de nuevos con-tingentes de esclavos y despus de inmigrantes porque consumams gente de la que generaba internamente. Guando la fuerza de tra-bajo adems de las funciones de un proletariado externo que sub-sisten hasta hoy aunque comparativamente reducidas pas a ejercerel papel de un proletariado nacional p roduc tor de bienes antes impor-tados y de nuevos bienes para el mercado- interno a travs de procedi-mientos crecientemente mecanizados, se desencadena un proceso dedesagregacin que va tornando dispensable el aporte de la mayorparte de la mano de obra para el esfuerzo productivo. Los contingen-tes no in tegrados en la m atriz 'productiva principal se ven as margi-nados hasta llegar a la condicin de masa excedente.Concepto de marginalidadFenmenos semejantes de marginalizacin de la fuerza de trabajoocurrieron en fases histricas correspondientes a la que hoy vivimosdel proceso de industrializacin en las sociedades que crecieron poraceleracin evolutiva o desarrollo autnomo. En aquellos casos sin em-bargo, se configuraron como "ejrcitos industriales de reserva", como"superpoblacin relativa" o como "lumpen-proletariado" (C . Marx,'El Capital, cap. vin, xm y xxm). En el primer caso, la masa de desocu-pados cumpla la funcin de comprimir los sueldos por ser una ofertapermanente de mano de obra. En el segundo caso, las poblaciones so-brantes fueron forzadas a inmigrar a ultramar donde constituyeron los"pueblos trasplantados". En el tercer caso, tratbase aparentementece un contingente desarraigado, entregado a una vida azarosa muy

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SBRASIL 1960/1970

    DISTRIBUCIN PROBABLE DEL INGRESO NACIONAL ENTRE LO S DIVERSOSESTRATOS DE LA PO BLAC IN

    Super altaAltaMediaBajaInfra-baja

    Poblacin(miles)

    7002.800

    10.50021.00035.00070.000

    1960

    141530

    50100

    Ingresous percapta8.4001.200

    42020090

    2816212015

    100

    Poblacin(miles)

    9003.600

    13.50027.00045.00090.000

    1970

    1415

    3050

    100

    Ingresosus$ percdpita12.0002.000

    600200100

    302022,515,012,5

    100,0Fuente: Mara da Conceigao Tavares y Jos Serra, 1971 .prxima a la criminalidad que fue siendo reducido numricamente enla medida en que el sistema lograba integrar la mayora de la pobla-cin en las actividades productivas. En los tres casos se trataba de los'efectos traumatizantes de una renovacin en los procesos productivosy de la consecu ente reubicacin de la fuerza de trabajo. Por lo tanto,el sistema dispona de mecanismos au to correctivos para controlar esosefectos.Las masas m arginadas de las economas dependientes, generadas porla incorporacin histrica o modernizacin refleja, configuran un casoaparte. Aunque sufran, en condiciones todava ms graves, los efectostraumatizantes de la renovacin de las actividades productivas, no sebenefician de aquellos mecanismos autocorrectivos. Ellas no son "ejr-citos de reserva" porque no llegaron a ser reclutadas en la fuerza detrabajo de la matriz tecnificada del sistema, y no tienen perspectivaalgu na.de ser absorbidas mientras prevalezca la ordenacin social vi-gente. No son tambin un "lumpen-proletariado", aunque existandentro de las masas marginadas grandes contingentes de vagos degra-dados por las condiciones de existencia a que son sometidos. Tampocoforman "superpoblacin relativa" porque no se les ofrece cualquieroportunidad de inmigracin masiva. Y sobre todo porque, en ese caso,difcilmente se podra hablar- de un excedente de poblacin debido auna desproporcin entre la masa de habitantes y los recursos necesarios,a la -sobrevivencia, explotables segn la tecnologa disponible dentrodel .sistema socioeconmico vigente.

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    Darcy Ribelro / El desafo de la marginalidadSin embargo, su situacin se aproxima ms a la aludida por elconcepto de "superpoblacin relativa" que al de "ejrcito industrialde reserva", Hasta se pue de decir que con stituy en una exacerbacinde esta condicin que pone en evidencia la contradiccin clasista entre

    los intereses de la poblacin y los de las clases dominantes. En efecto,al formar la mayora de la poblacin de pases escasamente pobladosque disponen de enormes reas de auto colonizacin, su marginalidadno es producto de un desequilibrio entre el tamao de la poblacin ylos recursos disponibles, sino de una contradiccin entre los interesespopulares y los de la ordenacin social regida por una minora privi-legiada.

    Esta situacin se cre porque jams ocurri en Amrica Latina unaverdadera ruptura con la dependencia y, por lo tanto, con la condi-cin de proletariado externo de su fuerza de trabajo, que trajeraaparejada una reordenacin social que lo configurara como un pue-blo que existe para s. En esas circunstancias, a las deformaciones so-ciales provenientes del perodo colonial se sumaron nuevos factorestraumatizantes acarreados por la modernizacin refleja de los sectoresproductivos, por medio de la nueva incorporacin histrica realizadaa travs de la industrializacin recolonizadora. O sea, las clases domi-nantes, al renovar el sistema productivo de acuerdo con sus interesesde asociados internos de la dependencia externa acabaron por crear yconsolidar una estruc tura socioeconmica tan to o ms hostil a la mayo-ra de la poblacin, que la estructura colonial.

    En sus desdoblamientos ms recientes, ya en el cuerpo de la civiliza-cin emergente, ese proceso genera ms marginados que integrados,ms subempleo y desempleo que condiciones estables de trabajo porexcluir crecientes porciones de la fuerza de trabajo del sistema moder-nizado de produccin y de consumo. En consecuencia, condena la ma-yora de la poblacin a una existencia miserable y humillante quecorresponde a su posicin regular en la estructura socioeconmica y enla estratificacin social, configurando la clase oprimida a que se refie-re Marx.

    Tales son las masas marginadas. Ellas parecen sobrevivir por mila-gro. Nadie se explica cmo subsisten econmicamente con la rentaque perciben. Las tasas de mortalidad infantil y general que experi-mentan son pavorosas y el hambre crnica que padecen es evidentepara todos. Sobreviven, no obstante, y ms an, crecen, tanto en n-meros absolutos como en porcentaje sobre la poblacin total. Estacapacidad de subsistir se debe en parte a las propias caractersticas delas regiones tropicales que por no exigir vivienda defendida contra el

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Sfro, ni ropas que abriguen, ni zapatos, ni una alimentacin especial-mente rica en protenas, permiten la subsistencia en condiciones depenuria extremada que seran fatales en otros climas. Mas no explicatotalmente la causa de esto, incluso porque existen contingentes mar-ginados en pases de clima templado, como Chile, Argentina yUru-guay.

    En las reas rurales las masas marginadas se concentran principal-mente en los ncleos econmicamente decadentes, sumergidos en unenfeudam iento regresivo y en las reas de minifundio atomizado, dondesobreviven en base a una economa natural. La tecnicacin de las ac-tividades agrcolas y la constante incorporacin de tierras al sistemaproductivo moderno las van expulsando progresivamente hacia losalrededores de las villas y pequeas ciudades. All se concentran en co-munidades detritarias formadas sobre todo por trabajadores "trashu-mantes" donde, en verdad, quienes viven permanentemente son losviejos ya desgastados en labores de las haciendas y los nios de-jados atrs por los padres que salen en busca de trabajo. Subsisten,principalmente, a costa de expedientes precarios tales como la even-tualidad de un trabajo ocasional de limpieza a cambio de un plato decomida; la remesa espordica de recursos por parientes que estn em-pleados en las ciudades; las ms penosas formas de mendicidad y pros-titucin. La leche en polvo distribuida gratuitamente por institucionesoficiales o privadas de caridad y la sopa dada a los nios en las escue-las pblicas tiene enorme importancia para esta poblacin, por ser,muchas veces, la comida ms sustancial con que cuentan.

    En las ciudades, la mayora de los marginados sobrevive a travs demil modalidades de interaccin econmica que establecen entre s ycon los integrados al sistema. Entre s, en tareas simples como la cons-truccin de sus precarios ranchos que constituyen, no obstante, la ni-ca arquitectura que atiende de hecho a la mayora de la poblacin; enel trabajo eventual en microempresas que producen y venden la ropaque usan, los artculos alimenticios que consumen y algunas manufac-turas que slo se venden en el mercado de los marginados. En su in-teraccin con los integrados en la matriz del sistema, las relacioneseconmicas se establecen a travs del alistamiento de los hombres en lossectores m enos calificados y peor pagados de la fuerza de trabajo comoson los asalariados de pequeas industrias anticuadas, de empresas ar-tesanales y de talleres de reparacin; como los obreros de la construc-cin civil, los vendedores ambulantes, los cargadores eventuales, losjornaleros o peones para cualquier servicio subalterno. Las mujeres sealistan principalmente como empleadas domsticas, lavanderas , costu-

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    Darcy Ribeiro / El desafo de la raarginalidatlreras pobres o se dedican a la prostitucin. Los nios trabajan comopequeos limpiabotas, vendedores de diarios, de frutas, comidas o dul-ces caseros y otros artculos de fcil colocacin. Los viejos se ocupantambin en el miero comer ci urbano como vendedores ambulantes,recolectores de botellas, de papel usado, o en la limpieza y vigilan-cia de carros, en la mendicidad y en el rastreo de la basura; se alistanen el comercio precarsimo de las mismas reas marginales donde sevende y se cambia toda suerte de desechos; y an plantan microconucosy cran gallinas, chivos y cerdos, o fabrican pequeos objetos artesana-les en los barrios lejanos dond e se alojan.

    Aunque la extrema misei'ia sea la condicin existencial de las ma-sas marginadas, tam bi n entre ellas se observa cierta estratificacin derentas que permite, a algunos, contar con una suma un. poco mayorde recursos, provenientes de migajas sacadas de los dems. As es comoen las aglomeraciones de marginados vemos algunos tipos que exhibenpatrones de consumo algo ms altos. Esto se explica'por la referida je-rarquizaciu interna y por otros factores tales como los resultantesde la propia anomia en que estn sumidos. Al no estar organizadosen familias "regulares" sino en unidades matricntricas formadas entorno de mu jeres que tienen h ijos de maridos sucesivos; ni estar en eldeber de distribuir sus escasas rentas para atender a preocupacionespor mantener las apariencias en cuanto a la vivienda, la ropa o los gas-tos de la educacin y la salud de los hijos, pueden proporcionarse laadquisicin "sun tuaria" de radios, relo jes e incluso televisores y refri-geradores, casi siempre de segunda mano, posesiones que contrastanvisiblemente con la falta en sus ranchos de muebles o de utensilios paracocinar y comer. La posesin de aquellos bienes hiere duramente lasensibilidad de la clase media y confirma sus estereotipos acerca de lascapas marginadas a quienes ven como reductos de criminales, ladrones,prostitutas y vagos que se dan lujo y confort desproporcionados.Participacin polticaLas disparidades no podran ser mayores, sobre todo entre las situacio-nes de vida de una pequea minora superprivilegiada y de la inmen-sa mayora marginada. Es evidente que tal desigualdad slo puede se rmantenida porque fue generada a lo largo de siglos por el sistema ytiene la capacidad de persistencia peculiar de los productos histricos.Y especialmente porque los sectores desheredados estn estrictamentesubordinados a una ordenacin social armada de fuerzas represivas quemantienen intocada 3a estr uc tur a social. En estas circunstancias, la na-

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Sciri no llega a ser el cuadro dentro del cual se cumple el destino cetodos sus miembros y en cuya ordenacin cada sector ejerce cierta in-fluencia, sino un reducto de privilegiados defendidos por una estruc-tura de poder que se impone a todos y que se empea en no abrirsejams al examen, a-la crtica y a la reformulacin. En consecuencia,ms desigualitara que la distribucin econmica es la distribucin delpoder, o.sea, el grado de influencia de cada sector estructural en latoma de decisiones que afectan el destino comn.

    'Esta estructura de poder debe, por ello, ser caracterizada como unadominacin oligrquica que opera a travs de una ordenacin socio-poltica regida por las clases dominantes ' (a travs de sus lites diri-gentes)., que-impone la supremacia.de sus intereses a todos los demssectores. Tal dominio es compartido, en cierta medida, por los sectoresintermedios que actan como un resorte entre las clases dominantes ylas .dominadas. Y se asienta sobre estas .ltimas formadas:por las clasessubalternas de "obreros y campesinos integrados y subordinados al sis-tema,: aunque crudamente explotados y por el bolsn de las capas in -frabajas los marginados del sistema que constituyen de hedi, lasclases oprimidas. Por carecer de modos, para superar la condicin demasa -^ni siquiera, para alcanzar las formas ms elementales de orga-nizacin interna en defensa ce sus intereses estos contingentes mar-ginados no llegan a/constituir parte del pueblo como entidad poltica.Son-por esto las clases virtualmente insurgentes contra un sistema ins-titucional en el cual no tienen lugar ni papel. Examinando esta estructura social en el plano poltico, se observaque dentro de la clase dominante pueden distinguirse un contenido pa-tronal y otro patricial que, aunque se disputan la distribucin de la ri-queza- y del poder, estn acordes en la defensa del rgimen y se contra-ponen'monolticamente a los dems estratos sociales. Ambos actan enestrecha'asociacin con el estamento gerencia! extranjero que es, comoveremos, el componente nas dinmico de las clases dominantes y susector predominante. ' '

    Los sec tores intermedios se oponen ms a los estratos inferiores quea los-superiores, sin identificarse netamente con ninguno de ellos. Loscaracteriza una conducta ambivalente de gente que espera ascender(o'.al menos representar) al estado1 de la capa dominante, pero que sesiente frustrada a causa del rechaza de sus reiterados esfuerzos poralcanzar o ver reconocidas aquellas pretensiones. La propia posicinintersticial de los sectores intermedios situados entre las clases domi-nantes y las subalternas trae aparejada las" dos caractersticas responsa-bles-por st'conducta poltica. Primero, la ambivalencia desintereses[ 1 0 4 ]

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Spatricial o populista, se adhiere en forma oportunista a gobiernosautocrticos que la atraen con promesas de adopcin de criterios demrito para el reclutamiento de los funcionarios pblicos, o mani-festando la disposicin de disciplinar las clases subalternas. Su preo-cupacin permanente es calificar sus hijos, a travs de la educacincontando realizar por medio ce ellos sus aspiraciones de ascenso social.

    Las clases subalternas de obreros y campesinos, comprimidas entreel sector intermedio y el infr abajo de los marginados, tienden tam-bin a una conducta pendular, marcada por sus ilusiones de ascendersocialmente y por el temor de sumergirse en la marginalidad de lacual muchos de sus miembros escaparon recientemente. El operario,sin embargo, es ms consecuente en su actuacin poltica, basada enuna actitud francamente antipatricial que consigue expresar porque,viviendo en las ciudades, no est sujeto al control electoral del pa-tronaje. Tiende a apoyar la po ltic a sindical de los lderes reformistaso, de preferencia, la de los gobiernos autocrticos siempre que stosprometan alguna equidad frente a los patrones y alguna satisfaccininmediata a sus reivindicaciones econmicas.

    El campesino y el asalariado agrcola, por sus condiciones de vida yde trabajo, se dife ren cia n uno del otro com o tipos sociales y comoperfiles sicolgicos. El primero se aproxima al artesano debido a surelativa autonoma; el segundo, al obrero fabril, por su sujecin a unaestructura ms amplia. El campesino, en la calidad de propietariode un minifundio , arrendatario, aparcero o miembro de una entidadcomunal opera en grupos familiares cuyo objeto es, en esencia, ase-gurar su propia subsistencia. En base a un mnimo de divisin detrabajo, produce para su consumo y negocia l mismo, el menguadoexcedente que lleva al mercado. El asalariado agrcola integra uncontingente de trabajadores contratado por una empresa cuyo objetoes obtener ganancias a travs de la produccin de mercancas. Ope-rando sobre la base de sistemas complejos de divisin del trabajo,cada trabajador slo contribuye parcialmente a la obtencin del pro-ducto. El campesino es, en consecuencia, ms individualista, mientrasque el asalariado agrcola desarrolla mayor espritu de sociabilidad yuna clara nocin de la mutualidad de sus intereses como categorasocial diferenciada.

    Uno y otro estn integrados en el sistema: el asalariado, agrcolapor su incorporacin a la fuerza de trabajo permanente de las ha-ciendas; el campesino porque, teniendo acceso a la tierra comominifundista o arrendatario pu ede proveer sus sencillas necesidadesa trav s de una econ om a de subsistencia, excntrica a la agricultura

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    Darcy Rbeiro / El desafo de la margmalidadcomercial, pero que le ofrece un mnimo de excedentes para la venta .En virtud de estas escasas, pero significativas ventajas, ambos escapana la condicin de marginalidad.

    Como1 se ve, el campesino no pertenece a lu categora de "traba-jador libre" sino a la de microagente econmico autnomo. Esaautonoma, sin embargo, lo convierte en una fuente de mano deobra barata porque puede subsistir por s misma, y de la cual lo sempresarios agrcolas siempre disponen cuando1 necesitan de braceros.Por eso los dejan sobrevivir como apndices de las grandes ha-ciendas. La combinacin de esta autonoma precarsima con la even-tualidad de un trabajo remunerado perpeta las condiciones devida del campesino y del asalariado agrcola. Al primero no le brindala posibilidad de incorporarse a los contingentes de trabajadores per-manentes de las haciendas porque stas no pueden absorberlos. Alsegundo lo relega a un patrn de extrema miseria porque cadavez que la economa necesita de ms mano de obra, cuenta conaquella reserva temporalmente movilzable. El campesino y el asala-riado rural slo se proletarizan cuando caen en la condicin de mar-ginalidad. Es decir, cuando despojado uno de tierras propias o arren-dadas, o despedido el otro de su empleo regular, pasan a ensancharlas amplias capas de trabajadores volantes, transformados en exce-dentes con relacin al sistema.

    La conducta poltica del campesinado, aunque no lo quiera, esintrnsecamente conservadora en razn de sus condiciones de exis-tencia. Los asalariados agrcolas, a pesar de estar tan atentos comoel operario urbano en lo referente a sus reivindicaciones salariales,se ven reducidos a la apata debido1 a su total dependencia frente alos capataces de las haciendas, cuyo poder desptico sobre sus em-pleos, sus viviendas, sus familias y hasta sus propias vidas, representauna constante amenaza de marginalizacin. Peor an es la situacinde los aparceros, cuya dependencia es absoluta respecto a los patronesque les arriendan la s tierras, de cuyo amparo necesitan vitalmentepara disponer de relativa autonoma y guardar un mnimo1 de digni-dad frente a las arbiti'ariedades de los capataces y de la polica. Porestas mism as razones es que los asalariados agrcolas y los campesinos,que constituyen la mayora del electorado del campo, garantizan lasvotaciones masivas ce los partidos patriciales e incluso1 de los gruposms reaccionarios de esos partidos. Actan, paradjicamente, comoel sustentculo y la base de la legitimacin de la repblica hacen-dada, de la cual son vctimas ms directas.

    Los enorm es co ntin gen tes ma rginad os del campo y de la ciudad,[ 1 0 7 ]

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Sgeneralmente analfabetos, no alcanzan las condiciones mnimas exi-gidas en la mayora de las naciones latinoamericanas para el ejerci-cio de la ciudadana a travs de la calificacin como electores, porlo que no participan de la vida poltica, en la medida en que stase realiza por medio de elecciones. Participan, sin embargo, activa-mente, en ciertas circunstancias especiales. Es el caso de las manifes-taciones de apoyo a lderazgos autocrticos-paternalistas para las cualesestas masas son a veces alistadas por agentes gubernamentales. Es elcaso, tambin, de las bandas de saqueadores que actan en los rarosmomentos en que se quebranta, episdicamente, el orden social. Otrasformas de participacin poltica de las capas marginadas son las insu-rrecciones mesinicas o los cultos fanticos en que expresan, en unlenguaje religioso arcaico, su rebelin contra la existencia que lesimponen. Trtase, en todos los casos, de formas extralegales y noinstitucionalizadas de participacin, encaradas como graves amotina-ciones y frecuentem ente reprimidas con violencia.Presin y opresin

    Donde persisten gobiernos constitucionales y un mnimo de garan-tas democrticas, tanto las clases dominantes como en menor gradolos sectores intermedios y en proporcin todava menor, las clasessubalternas (pero no las oprimidas) cuen tan con organismos ms omenos poderosos de presin sobre el poder pblico. Las clases domi-nantes, por medio de sus cuerpos patriciales, elaboran las directricespolticas de gobierno a travs de un sistema de interaccin de lospartidos, los crculos militares, la representacin de instituciones cla-sistas, eclesisticas, judiciales, etc.Por medio de sus cuerpos patronalesinfluyen decisivamente en la formulacin de las directrices del sistemay dictan la- poltica econmica y financiera. Sus rganos representa-tivos son las poderosas asociaciones clasistas defensoras d los inte-reses-'rurales, las bancarias, las comerciales y las industriales; as comola" gran prensa, la radio, la televisin, rgidam ente controlados porel patronato. Algunos cuerpos diferenciados del patriciado, tales comolas eminencias de la magistratura, de la universidad, de la intelec-tualidad oficial y las celebridades artsticas y deportivas cuentan tam-bin con rganos y me canism os propios de presin. Operan, con todo,dentro de lmites estrechos, porque no tienen poder para influiren el rgimen en s y porque no aspiran ms que a privilegios, favo-res y dignificaciones de orden personal.

    Los'sectores intermedios cuentan con una multiplicidad de asocia-[ 1 0 8 ]

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    Darcy Ribera / El desafo de la margnalidadciones gremiales y de colegios profesionales atentos a los interesesde su clientela poltica y a la .defensa de sus prerrogativas. Eventual-mente asumen posicin respecto a los problemas generales referentesal destino nacional. Sin embargo/temerosos de sufrir represalias,raramente manifiestan hostilidad a las autoridades constituidas, a noser cuando las clases dominantes los movilizan, mediante costosascampaas publicitarias , contra gobiernos progresistas acusado s deizquerdismo.

    Las clases subalternas, pese a estar vitalmente interesadas en ladinmica del rgimen, tienen muy pocas posibilidades de influir enla fijacin de sus directrices. El operario en general cuenta con orga-nizaciones sindicales que adems de la defensa de las reivindica-ciones especficas de cada categora profesional, cumple funcionesintermedias ante los gobiernos en la discusin de la poltica salarialy para agenciar el apoyo a los partidos reformistas. Su nica funcinreconocida, sin embargo, es la conduccin y conciliacin de los con-flictos de clase, por lo que provocan las reacciones ms hostiles pul-parte de las capas dominan tes cuando se perm iten extralimitarse enesa funcin, emitiendo1 pron unc iam ientos polticos, ta l como lo hacenhabitualmente las asociaciones patronales con la complacencia delgobierno.El campesinado raramente dispone de organizaciones propias parala defensa de sus intereses y, cuando existen, son asociaciones decarcter ms mutualista que sindical. Esta carencia se debe tanto aprohibiciones formales, cuanto al temor de los asalariados rurales ycampesinos de que la identificacin con cualquier rgano hostil alos seoros hacendados, les pueda causar ms dao que beneficios.Sin embargo, donde prevalecen gobiernos populistas y reformistas,el campesinado se organiza en ligas y sindicatos. Las primeras con-gregan principalmente aparceros y propietarios de minifundios pola-rizados por su reivindicacin bsica que es el acceso a la tierra; losltimos, ren en asalariados agrcolas para la defensa de reclamossalarales. En los dos casos surgen liderazgos opuestos a los caudilloslocales y a los polticos patriarcales, los cuales, en los regmenestradicionales, intermedian las relaciones del campesinado con los po-deres pblicos. Estos .nuevos liderazgos provenientes de las ciudadesque surgen con las ligas campesinas y los sindicatos rurales vincu lanel movimiento campesino a las izquierdas confirindoles un carcterradical reformista.

    El efecto de esa vinculacin se hace sentir prontam ente por elascenso de las luchas campesinas que reivindican mejores salarios, a[ 1 0 9 ]

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Stravs de huelgas; y la reforma agraria a travs de invasiones detierras, provocando una reaccin hostil inmediata. Todos los agentesdel orden sienten ensancharse la brecha que, a cierta altura, puedeforzar tensiones estructurales y desembocar en una insurreccin po-pular generalizada. Sobreviene, como ocurri hace pocos aos enBrasil, un golpe militar preventivo que aplasta el incipiente movi-miento campesino y restaura el viejo orden.

    Las capas marginadas na disponen de organizacin alguna dedefensa de sus intereses, incluso porque su condicin de trabajadoresocasionales siquiera les propic ia una base fsica para formular rei-vindicaciones colectivas. Esta falta de organizacin y esta incapacidadde autodefensa de las masas marginadas hace que dentro de sistemascompetitivos como lo son las est ruc turas sociales clasistas, ellas tiendana ser, adems de desheredadas, cada vez ms expoliadas. Es as comoen la disputa por la redistribucin de la renta nacional, sus posibi-lidades de aumentar la nfima porcin que les cabe son prctica-mente nulas en relacin al poder de apropiacin de las capas inte-gradas en el sistem a. En muchos casos los p rop ios operarios, graciasa sus organizaciones sindicales, se capacitan no slo para defenderla parte que ya usufructan sino para ampliarla desproporciona-damente, en perjuicio del campesinado y sobre todo de las masasmarginadas.

    Sus nicas form as de solidaridad son la ayuda recproca entrefamilias o vecindades, su acercamiento a protectores que las amparencontra la violencia policial, o la apelacin a organizaciones que pro-picien alguna asistencia de tipo caritativo. La combatividad perso-nal, cuando existe, se manifiesta principalmente por medio del ban-didismo rural o urbano y del fanatismo religioso. Estas form as ex-tremas y anrquicas de contestacin operan ms frecuentemente con-tra sus iguales que contra el sistema. En esos casos, como ocurreen la invasin de terrenos baldos, en los asaltos a mercados, recaesobre ellos la represin ms violenta. Esta, cuando es ejercida contralas capas marginadas, por ms brutal que sea, raramente es digna dela atencin de los dems sectores sociales. Los marginales, en verdad,no son vistos ni tratados como gentes, son cosas o bichos cuyo asesinatoslo interesa al distrito policial para fines de registro, o a la prensapara reiterar la recurrencia del bandidaje como fenmeno tpico delbajo mundo de las clases infrabajas.

    Algunas formas de reaccin frente a las capas marginales, regis-tradas en los ltimos aos en Brasil, dan una medida del despreciocon que son enfrentadas y la brutalidad que contra ellas se ejerce.

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    Darcy Ribetro / El desafo de la marginalidadTrtase de episodios divulgados por la prensa que slo despus deprovocar un gran revuelo en la opinin pblica internacional, mere-cieron alguna preocupacin por parte de las autoridades brasileas.

    Tales fueron, primero, la campaa de exterminio fsico, por aho-gamiento, de millares de mendigos de la ciudad de Ro de Janeiro,efectuada por la polica civil con el beneplcito del gobierno delEstado, o por lo menos, con la connivencia demostrada por los obs-tculos que opuso a la denuncia. Segundo, la cruel cacera y asesinatode millares de "marginales" cons iderado s criminales irrecuperables,que viene siendo perp etrada en las dos m ayores m etrpo lis brasileaspor una organizacin semiclandestina el escuadrn de la- muerteintegrada por fuerzas policiales. Tercero, el exterminio de innumera-bles tribus indgenas por grupos de facinerosos armados por hacen-dados que buscan apropiarse de ms tierras. En este ltimo caso, laconmocin internacional contra esta forma de genocidio llev al go-bierno brasileo a anun ciar medidas preve ntivas contra nue vas ma-tanzas. Sin embargo, ninguno de los inculpados fue arrestado o juz-gado, aun cu ando se com proba ron doc um enta dam ente diversasmasacres.Estos episodios slo se explican por el hecho de que las tres cate-goras de vctimas son clasificadas como' "marginales", es decir, comoseres dainos cuya erradicacin es considerada meritoria y cuyo sufri-miento no conmueve a nadie. El carcter brutal de estos crmenes,su impunidad y la relativa indiferencia de la opinin pblica haciaellos, demuestran que la distancia social entre ricos y pobres, y entreintegrados y marginados produjo ya un debilitamiento de la propiasolidaridad humana en el Brasil. Tal corrupcin moral conlleva ob-viamente las ms terribles consecuencias: mina las races mismas dela sociabilidad que hacen posible la existencia de una sociedad y laconvivencia de sus miem bros.

    II. EL (RETO DE LA ATARGINALIDADLa multiplicacin de las masas marginadas y su concentracin en lasciudades, grandes y pequeas es considerada por las clases dominantesuna desgracia y com nm ente explicada como una consecuencia del"xodo rural"y de la irresponsabilidad de gente miserable que sepermite reproducirse desmedidamente. A sus ojos constituye ms unavergenza que un problema la existencia de esa subhumanidad queatenta contra la dignidad de la ciudadana decente al exhibir sufealdad, sus enferm edades y su miseria en grandes m etrpo lis orgu-llosas de su civilizacin.

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SLa carencia de cualquiera organizacin poltica o gremial que

    represente las capas marginadas o de un vivo inters hacia ellas porparte de cualquiera institucin es otra indicacin de su carcter decontingente que adems de no estar incorporado al sistema moderni-zado de produccin, es excluido formalmente de la sociedad nacional.Estas masas, aunque mayoritarias en casi todas las naciones latino-americanas, son tratadas como si no existiesen, no slo frente al mun-do institucional que las ignora, sino incluso como contingente hu-mano. Sus problemas, cuando1 llegan a preocupar a las autoridades,slo las conmueven en la medida en que causen o puedan contribuira causar disturbios. Son enfrentadas como una especie de plaga inc-moda que sera deseable eliminar, aunque todos obtengan sustan-ciales provechos de su existencia. Tales son, entvc otros, el privilegiode contar con. sirvientes humildes y baratos, al alcance no slo celos ricos sino tambin de las capas medias y hasta de los pobresintegrados en el sistema. Y tambin los lucros obtenidos por empresasproductoras de artculos de consumo popular que tienen en ellasmercado amplio y seguro.

    La propia Iglesia Catlica, pese a su ubicuidad, era hasta hacepo'co reacia y adems hostil a las capas marginadas, aunque slofuera porque ellas escapan a su control, cultivando sectas herticas yfanticas. Los sacerdotes catlicos, por su posicin social y educacin,no encuentran incluso un lenguaje adecuado para comunicarse conesas masas. Se puede decir por eso, que el ms grande fracaso hist-rico de la Iglesia Catlica en Amrica Latina fue la prdida del con-trol que ejerci en el pasado sobre la totalidad de la poblacin, porhaber sido afectada tambin por la modernizacin refleja, volvindoseincapaz de actuar sobre las masas crecientemente marginadas. En eseentonces, una religiosidad arcaica que incorporaba a casi todos enhermandades de culto y de sepelio y cuyo calendario de fiestas erasignificativo para la poblacin entera, incluso para los esclavos, diolugar a un catolicismo ortodoxo de corte europeo que se distancicada vez ms del pueblo hasta 'perder control sobre l.

    De hecho la Iglesia Catlica slo pudo regir la religiosidad popu-lar como institucin solidaria con la dominacin oligrquica de larepblica hacendada, mientras persisti la hegemona de sta. Conla declinacin de su poder sobre las poblaciones que se urbanizaron,decay tambin la influencia de la Iglesia. El nuevo clero, ms eru-.dito, discuta brillantemente las tesis de los masones y de los positi-vistas, pero ya no tena la influencia de antao, a no ser sobre lasclases medias. As, la Iglesia ha visto los nietos de los fundadores

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    Darcy Rlbero / El desafo de la marginalidadde sus antiguas hermandades, ganados masivamente por los cultosmesinicos de inspiracin catlica y protestante, empero no ms re-gidos por el clero; por los ritos afroamericanos que se multiplicanen las ciudades propiciando mayo r participacin de los Heles en losactos del culto y unificndolos en agrupaciones ms slidas; y, final-mente, por religiones espiritistas que van desde el kardecismo de laclase media hasta las sectas compensatorias de la Umbanda o Qiiim-banda. Estas ltimas congregan, los afligidos de todas las clases paraconjuros patticos a fuerza demonacas, pero alcanzan cuando sonpracticadas por los marginados, un carcter subversivo, porque sevuelcan ideolgicamente no slo contra la existencia a que estncondenados, sino tambin contra la propia ordenacin social.

    Las izquierdas, incluso, ignoraban hasta ha ce poco estas masasmarginadas, tenidas por los comunistas como un htmpen-proleta-riada aventurero y errtico, tan consistentemente opuesto al "verdaderoproletariado" que cualquier identificacin con ellas importara unatraicin a sus deberes de lealtad hacia los obreros. Tampoco se acercana los sectores marginados los nuevos movimientos heterodoxos deizquierda. No slo debido a la influencia que sobre ellos ejerce laideologa obrerista de la izquierda ortodoxa, sino tambin porqueno encuentran canales de comunicacin con esas capas, distintas detodas las superiores en su modo de ser, en su jerga, en su visin delm u n d o y en su actitud ideolgica. Hilas son, como se sabe, los ver-daderos parias, los "condenados de la tierra" y los desheredados delsistema. Ni por esto son identificados como los que nada teniendoque perder, estaran virtualmente llamados a la insurreccin. Dehecha, la incapacidad de las izquie rdas para establecer comunicacincon estas capas marginadas y sus .duelas acerca de que puedan seractivadas para cualquier tipo de accin revolucionaria, lleva tambina los movimientos revolucionarios a excluirlas de su horizonte demovilizacin poltica.Insurgencia o genocidioLa caracterstica ms grave de las disparidades sociales, econmicas ypolticas que venimos examinando y que tienen su polo extremoen las masas marginadas, reside en que con la modernizacin refleja,que las sociedades latinoamericanas estn experimentando, ellas slotienden a aumentar. En efecto, lejos de ser absorbidos por las diversas.ramas de actividad econmica, los contingentes marginales estn enfranco aumento, tanto en porcentaje como en nmeros absolutos.

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SEllo se debe a que la modernizacin refleja al estar regida por lapreocupacin de ahorrar mano de obra, hace que la te orificacinde cada sector econmico en el campo y en la ciudad resulte en lareduccin de su capacidad de incorporarla al m ercado de trab ajo.

    A partir del momento en que se torn evid ente que el sistemano es capaz de absorber estas masas marginales, ellas pasaron a servistas como "excedentes" y su existencia fue sealada como el msgrave problema social latinoamericano. La verdad es que estas capasmarginadas, aspirando nada ms que a empleos regulares donde pue-dan obtener un mod esto sustento, no deberan constituir ningn pro-blema. Este reside de hecho, en la incapacidad del sistema para absor-berlas y ocuparlas en la fuerza de trabajo. Gomo esta incapacidadconlleva el riesgo' de que aqxiellas m ism as simples aspiraciones activena los marginados para subvertir un sistema que los excluye, las clasesdominantes pasan a mirarlas con sospecha.

    Lo que temen es esta amenaza de irrupcin violenta, porque sabenque es imposible integrar a las masas marginadas a la sociedad sinalterar sustancialmente la estructura de poder y la estra tificacin social.Ya vimos, en el pasado, que problemas similares de marginaliza-cin de la fuerza de trabajo se presentaron a las naciones hoy desa-rrolladas. Ellas contaron, sin embargo, con algunos mecanismos efi-

    caces de reduccin de sus contingentes marginales como fueron lainmigracin masiva subsidiada por el poder pblico; la matanza enguerras y la colonizacin de reas vrgenes^ que al reducir su monto,perm iti reub icar los rem anen tes en nuevas actividad es. Al no dis-poner de tales vlvulas de escape y experimentar un incrementodemogrfico an ms intenso, los pases latinoamericanos se encuen-tran ante el desafo de enfrentar, por otras vas, los problemas pro-venientes del crecimiento catico de sus ciudades y del aumento expo-nencial de sus masas marginadas. Y, al no ver perspectiva alguna deintegrar esos contingentes a la vida nacional mediante su incorpora-cin en el sistema con productores y consumidores, las lites diri-gentes latinoamericanas y sus consejeros norteamericanos entraronen pnico.

    Como remedio extremo apelan hoy a salidas desesperadas, comoel recurso de la contencin demogrfica, artificialmente inducida porrecomendacin y mediante subsidios del gobierno de Estados Unidos.Sus portavoces justifican esta poltica en trminos de sentimientospiadosos frente a la amenaza de hambre que fatalmente recaersobre las capas marginadas si ellas continan creciendo al ritmoactual. Y de su disposicin humanstica a enfrentar "el mayor desafo[ 1 1 4 ]

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    Darcy Ribeiro / E desafo de la marginalidadal gnero humano", representada por la explosin demogrfica que"...amenaza consumir nuestro progreso a medida que progresamos"(R. Kennedy) . No es de creer que stas sean sus verdaderas razones.Tanto ms cuanto somos advertidos por otro portavoz norteameri-cano (Robert Mac amara) de que ..."en la ltima dcada ocurrie-ron 184 convulsiones sociales graves de las cuales apenas tres en pasesricos", mostrando indirectamente cunto le preocupa el potencialrevolucionario contenido en la marginalidad. Otro lder norteame-ricano argumenta contablemente: "cinco dlares gastados en el con-trol de la natalidad son ms rentables que cien dlares aplicados alcrecimiento econmico" (Lyndon Johnson en discurso a las NacionesUnidas) . Tanto como estos juicios, merecen atencin lo s motivosque llevaron a la Iglesia Catlica a hacer la siguiente advertenciasobre una virtual amenaza de genocidio: "Quines impedirn maanaa los gobiernos favorecer y hasta imponer a sus pueblos el mtodoanticoncepcional si ellos lo juzgaran ms eficaz?" (Encclica HumanaeVitae).Las verdaderas razones que inspiraron esta poltica no estn enel dolor de los ricos ante el hambre de los pobres, ni en el temor dela disyuntiva de que se vean eventualmente llamados a socorrerlos.Lo que los ricos temen es la amenaza de insurgencia de las masasmarginales contra un sistema que las condena a la penuria. Viendo,de manera muy realista, que no tienen modos ce alterar ese sistema,generador de marginalidad, sin afectar sus propios intereses inver-tidos en l, proponen atacar los sntomas en lugar de combatir laenfermedad. No teniendo cmo reducir el ri tmo de incremento de-mogrfico o aumentar la capacidad de incorporacin de esas masasmarginadas en la fuerza de trabajo a travs del desarrollo econmicotal como ocurri en sus propias sociedades quieren resolverlopor otra va, o sea, en vez del desarrollo. Para esto promueven ysubsidian campaas de contencin artificial de la natalidad en lospases subdesarrollados y presionan a los gobiernos latinoamericanospara que las adelanten con intensidad creciente, como una condicininapelable para cualquier ayuda e incluso- para que los pases latino-americanos obteng an tratam iento econm ico men os expoliativo, enel intercamb io comercial.Es del todo probable que si alcanzaran sus objetivos por mediode esas campaas (y ya se sabe que es impracticable, al menos mien-tras usen mtodos meramente persuasivos como la distribucin gra-tuita de pildoras anticonceptivas o el subsidio, estmulo y legaliza-cin del aborto), su consecuencia sera condenar los pueblos subde-

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SsaiTollados a la eternizacin del subdesarrollo. Porque ese procesode contencin de la natalidad senilizara su poblacin, restando elprincipal impulso a la renovacin que est en su juven tud. En efecto,el resultado principal de la reduccin artificial del r i tmo de incre-mento dem ogrfico sera la sustitucin de una mayora de depen-dientes potencialmente productivos formado por menores de 15 aosque representan al 40 45% de la poblacin en casi todos los paseslatinoamericanos por una mayora de dependientes improductivos,constituida por adultos de edad superior a 45 aos. Es sabido queen los pases subdesarrollados, este grupo estara, ya desgastado, es irre-cuperable para la produccin. La solucin salvadora propugnada porlos norteamericanos contra la amenaza que la marginalidad repre-senta para el sistema podra, como se ve, consolidarlo, si fuesen 11&-vados a cabo genocidios programado s ta l como teme la encclica papal.Pero el precio de esta consolidacin sera, seguramente, la eliminacinde cualquier perspectiva futura de desarrollo autnomo para lospueblos que la experimentasen.

    La realidad es que, contrariando el deseo de todos, las masasmarginadas crecen aceleradamente, tanto por la diferencia entre sualto ritmo de incremento y el bajo nivel de oferta de nuevo s empleos,como tambin, desde hace algn tiempo, por el desplazamiento desectores pobres pero integrados, que pasan a la condicin de margi-nados. Esto viene ocurriendo en virtud de su incapacidad de acom-pa ar los nuev os patrones de consumo de los sectores mejor incorpo-rados al sistema. El "problema" se agrava ms an porque estasmasas, adems de crecer en nmero, se conc entran espacialmente,form ando conglom erados hu m an os de m illones de personas, sobretodo a orillas de los grandes centros urbanos.As concentrados, los marginados de alguna forma se van homo-geneizando y, probablemente, concientizndose respecto de su condi-cin de parias. De ese modo, com ienz an a alcanzar la condicin nece-saria para constituirse un da como un grupo social diferenciado,o sea, consciente de s mismo, con form as previsibles de conducta y concapacidad de accin conjugada. Es decir, las temores tan temidosempiezan a tener razn de ser.

    Mientras la miseria estab a escond ida en las haciendas dispersapor lo tanto en millares de microncleos no slo pasaba desaper-cibida, sino que era inconsciente de s misma. Desconociendo patron esde consumo que no fuesen lo s suyos, poda mantenerse resignada yfatalista mediante tcnicas ideolgicas elementales. En los grandesconglomerados metropolitanos de marginados esto se hace cada vez[ 1 1 6 ]

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    Darcy Ribero El desafo de la marginaldadms difcil. All tienden a estructurarse nuevas ideologas ms acordescon la realidad; basadas en la percepcin de que la pobreza de lospobres no es una condena divina y de que no es natural ni necesaria;que existe porqu e otros se apropian de la parte que les debera caber.Cuando' esta conciencia se torne ms vivida, las capas marginadas secapacitarn, probablemente para crear organizaciones propias, legaleso extralegales, como forma de expresar y de imponer sus reivindica-ciones. Cumplirn as los requisitos necesarios para el ejercicio delpapel de miembros que son de la sociedad. Sin embargo, como soncomponentes sociales excluidos del sistema, en cuyo cuerpo de ins-tituciones representativas no encuentran abrigo, su propia organiza-cin como grupo para s tender a provocar las reacciones ms des-esperadas por parte de los privilegiados del sistema.Los contingentes incorporados, que representan la.minora queconsigui insertarse en el sector modernizado responsable de las esfe-ra s ms dinmicas de la economa nacional, temen,cada vez ms.elcrecimiento numrico .de los excluidos. Al .coexistir con los amplipssectores marginados, se van dando cuenta que tienen en ellos su alter-no; de que no son ya la pobreza humilde y resignada del pasado, sinoun contendor peligroso, un desafo crucial que deben capacitarse paraenfrentar. En estas condiciones, la indiferencia hacia la suerte de losmarginados podr dar lugar a una actitud de hostilidad activa quepermitir el trnsito ce las campaas persuasivas sobre la planificacinfamiliar y de las caceras de criminales o matanzas de mendigos haciael genocidio programado.Marginaldad estructuralConforme vimos anteriormente las masas marginadas no son reservasde mano de obra. Son excedentes de la fuerza del trabajo que el siste-ma productivo modernizado no consigue incorporar. En ese sentido,no son desempleados porque no son empleables. Sin embargo, comoconsiguen subsistir, aunque precariamente, por sus propios medios,esto indica que alcanzan cierta interaccin econmica con el sistema.Su verdadera condicin social es, por lo tanto, la de componentes es-tructurales y hasta mayoritarios de la sociedad,. oriundos de formasarcaizados de vida social que el nuevo sistema productivo no es capazd e absorber. ' . ' . . .

    Bajo el prisma de los integrados en el sistema, los marginadosson sobrantes toda vez que las actividades que desempean, por suirrelevancia econmica, parecen dispensables y los bienes que. consu-

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Smen poco representan en el conjunto del mercado. Sin embargo, ceseleel punta de vista de la sociedad nacional de la que unos y otros for-man parte, lo s marginados merecen tan legtimamente como cual-quier otro sector el ttulo de co mp onentes. Y ms an, porque fre-cuentemente constituyen la mayora de la poblacin y porque siendooriginarios de los estratos ms antiguo s de la etnia nacional, son msautnticamente nativos que otros sectores, como los descendientes deinmigrantes, por ejemplo, que por regla general se integran rpida-mente al sistema.

    Cualquier anlisis dem uestra que esa situacin surgi en el cursode un proceso histrico comn que produjo1 tanto los contingentesintegrados como los marginalizados. Demuestra, asimismo, que estosltimos, pese a las duras condiciones que enfrentan, no slo persistensino que crecen numricamente. En caso de que su incorporacin es-tuviese en marcha o' fuese previsible en algn tiempo, se tratara deuna transicin entre dos formas de estru cturaci n social; una anti-cuada en proceso-de extincin, otra moderna, en expansin. Como ellono ocurre toda vez que el sistema al modernizarse genera ms margi-nados que integrados, tropezamos con una situacin traumtica in-dicativa de la anormalidad estructural de una ordenacin social quena est capacitada para corregir las formas de disociacin que genera.Desde ese punto de vista, no son los marginados quienes constitu-yen la anomala, como sera el caso si ellos se opusiesen a participar enla vida nacional por ser un quiste no asimilado; o si fuesen incapacesde ejercer cualquier actividad en el sistema productivo. Como lo1 queocurre es lo contrario, slo se puede concluir que la carencia y laenfermedad residen en la e stru ctu ra de un sistema socioeconmico queopera con criterios de conscripcin y explotacin de la fuerza detrabajo, pero no1 es capaz de reclutar y explotar toda la masa puestaa su disposicin, a no ser a travs de formas arcaicas de interaccineconmica que condenan la mayora de la poblacin a una condicinde marginalidad.

    En esas condiciones, el smil del quiste cabe mejor al sector incorpo-rado que se desarrolla dentro del cuerpo social a expensas de la sus-tancia de ste. Queda por saber y aqu est el problema - si lossectores integrados se comportarn como un parsito incrustado en unhusped que morir cuando aqul madure; o si se alcanzar a devol-ver la salud al organismo fundiendo los dos cuerpos antagnicos enuna unidad. Tal como1 el proceso viene cumplindose, a medida queel sistema se desarrolla, propicia condiciones de vida cada vez mssatisfactorias a los sectores integrados. Pero, al mismo tiempo, ampla

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    Darcy Ribciro / El desafo de la marginaHdadel nmero de los excluidos y los condena a una pauperizacin relativa-mente mayor, profundizando, en lugar de atenuar, el antagonismo.

    Generndose a travs de ese proceso de formacin; las sociedadesnacionales latinoamericanas no surgen como comunidades humanas in-tegradas, sino como un subp roduc to no esperado y hasta indeseado' desistemas productivos destinados a suplir mercancas exportables y ge-nerar lucros pecuniarios. Cuando las respectivas poblaciones crecie-ron y maduraron para la regencia de su propio destino, el esfuerzo'principal de las clases dominantes fue orientado en el sentido de ade-lantarse al movimiento de emancipacin para organizar la independen-cia como un proyecto propio, dirigido a mantener lo s mecanismos dereclutamiento de la mano de obra utilizados durante siglos y seguirproduciendo las mercancas exportables que posibilitaron los vinculeseconmicos externos generadores de sus ganancias.

    En tanto estructuradas como formaciones col nial-esclavistas y des-pus neocol oniales, exportadoras de productos primarios, las nacioneslatinoamericanas experimentaron varas crisis econmicas, so'bre todocuando ciertos sectores (corno el minero) entraron en colapso, o cuan-do surgieron nuevas reas productiva s (como los ingenios de azcardel Caribe) que desalojaron a antiguos proveedores del mercadomundial. En esas ocasiones, la rama del sistema productivo que en-traba en crisis liberaba grandes contingentes de la fuerza de trabajoy las poblaciones que permanecan en estas reas en receso se "enfeu-daban" sumergindose en una economa natural de subsistencia. Con-seguan as sobrevivir y hasta vivir mejor porque producan lo queconsuman, experimentando mayor ritmo de incremento demogrfico.

    Al implantarse nuevos ncleos prodxictivos, dinamizados por unnuevo ciclo econmico, estas mismas poblaciones estuvieron nueva-m ente listas para integrarse en el sistema como su fuerza de trabajosegn distintas formas de conscripcin. Incluso en esas oportunidades,slo episdicamente ocurrieron procesos de marginalizacin. As suce-di luego de la Independencia, con la introdixccin de institucionesmodernizadoras que desintegraron ncleos anteriormente incorporadossegn formas comunitarias de estructuracin. Fue el caso, por ejem-plo, de la promulgacin de la legislacin liberal que prohibi la pro-piedad comunal de la tierra, resultando de ello1 la desintegracin deinnumerables comunidades indgenas. Y tambin de las medidas to -madas despus de la abolicin de la esclavitud para absorber la masaque serva al trabajo en las haciendas. Los principales mecanismos uti-lizados para esa reabsorcin fueron la s campaas de represin contralos "vagos" y sobre todo la promulgacin de leyes de tierras que

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E Sproscriban la legalizacin de la posesin de tierras sin dueo1 por lasmasas rurales, al mismo tiempo que estimulaban la expansin de loslatifundios. De esta forma, los comuneros indgenas, disgregados o des-posedos, as corno los esclavos negros liberados, volvieron a ser unci-dos al sistema, por fuerza de la disyuntiva en que se encontraban:optar por el trabajo en una hacienda o en otra hacienda igual; por-que toda la tierra fue concedida notaralmente a los latifundistas. Esde observar que, con todo, estas mismas medidas cercenaduras mirabansiempre a la utilizacin de la mano de obra existente, en lugar desu -exclusin.

    Slo mucho ms tarde se hara sentir el efecto marginalizador deaquella ordenacin socioeconmica que consolid y expandi el lati-fundio como la unidad produ ctiva bsica del sistema primario-exporta-dor. Habiendo impedido la formacin de una capa de granjeros libres(como la surgida en las Colonias de Poblamiento Estados Unidos yAustralia, por ejemplo, las cuales garantizaron el libre acceso de loscolonos a las tierras vrgenes) cuando sobrevino una nueva ola demodernizacin refleja producida por el segundo impulso de la Revo-lucin Industrial, la disponibilidad de mano de obra no fijada a latierra en condiciones de pequeos .propietarios, dio lugar a un enorme.xodo rural y a una urbanizacin precoz y acelerada. A estos factoresdisociativos se sumaran otros cuatro, igualmente resultantes ce lamodernizacin refleja. El primero, provocado por la tecnificacin dela agricultura que desaloja y transfiere para las ciudades grandes con-tingentes de la poblacin rural no requerida para la produccin. El se-gundo, promovido por la expansin de la produccin pecuaria, quetambin expulsa de los campos a sus ocup antes humanos, principal-mente a los pobladores de los nc leos productores de gneros ali-menticios, 'porque necesita la tierra para el ganado. El tercero, ge-nerado por el crecimiento de los ncleos urbanos que, al ofrecernuevas y mejores condiciones de vida y de trabajo, ejercen fuerteatraccin sabr las poblaciones rurales subocupadas. El cuarto, repre-sentado por.el ingreso masivo de inmigrantes, desalojados de sus pa-ses .por procesos similares de marginalizacin, quienes absorben lamayor parte de las oportunidades de trabajo mejor remunerado y deascensin social proporcionadas por la modeniizacin refleja.

    Todos estos factores, producindose simultneamente o sucesivamen-te en las diferentes regiones, permitieron disponer ce un contingentecada vez mayor de mano de obra que el sistema liberaba de las antiguasfunciones, pero1 no poda incorporar en las nuevas. Se gener as, porun lado, un proceso de marginalizacin de la fuerza de trabajo y de[ 112 O ]

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    Darcy Ribelro / El desafo de la marginaHdaddeterioro de sus medios de subsistencia; y, por otro, el crecimiento deun sector mo dernizado de la economa, est ruc tura do en nuev as bases.Eso se explica, en parte, por dos caracterstic as del tipo' de industria-lizacin que se implant en Amrica Latina. Primero, su tecnologarelativamente avanzada y, como tal, ahorradora de mano de obra; se-gundo, el hech o de que es llevada a efecto como un mecanismo derecolonizacin, cuyo propsito es explotar un mercado interno cautivo,cada vez me nos capaz de im po rtar m anu factura s, pero apto para gene-rar lucros exportables todava mayores, mediante la instalacin defbricas locales pertenecientes a las grandes corporaciones 'extranjeras.Como los lucros producidos por esta industrializacin recolonizadorason remitidos en gran parte hacia el exterior, dejando de acumular ca-pitales aplicables en el ensanchamiento ce la economa local, sta seatrofia y deforma al p u n t o de generar como principal subproducto, lamarginalidad.

    As se constituy y se consolid una estructura social constrictoradel crecimien to de una econom a naciona l homogn ea y del desarrolloglobal de la sociedad. La causa fundamental de esta constriccin, esten la estrechez del proy ecto de las clases, dominantes , que .rigieron;, ysucesivamente modernizaron, la ordenacin.socioeconmica .p.or/la vade la actualizacin o incorporacin histrica, renovando y consolidan-do la dependencia y, con ella, el sbelesarrollo porque ello correspon-da a sus intereses clasistas. No' es ce admirar, pues, que esta mismaclase dominante hoy despectivamente mire a las masas marginadas,buscando inculparlas de su fracaso.

    Deshecha la mixtificacin, se verifica que los verdaderos obstcu-lo s para el desarrollo pleno y autnomo y para la integracin de lassociedades latinoamericanas en la civilizacin industrial, residieron enel condicionamiento secular de la vida nacional a los intereses de lascapas dominantes, cristalizados en la estructura de poder; y, ms re-cientemente, en su recondicionamiento, a travs de la industrializacinrecolonizadora en curso.

    De -hecho, la capacidad de incorporacin de la fuerza de trabajoadicional por parte de una estructura econmica (que corresponde ala capacidad ce autointegracin de la sociedad global) es determ inada,en ltimo anlisis, por los intereses que rigen su ordenacin social,Es decir, las decisiones de las clases dom ina nte s dictadas por sus ambi-ciones de enriquecimiento y usufructo del poder, establecen los lmitesdenti-o de los cuales una est ruc tura as creada incorpo ra la totalidadde su poblacin a todas las esferas de la vida nacional y le da accesoa Jos beneficios de la civilizacin de su tiempo;

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    E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E SEl desencadenamiento de nuevas revoluciones tecnolgicas necesa-riamente impone transformaciones radicales en los sistemas de cons-cripcin de la poblacin al trabajo. Al principio, desorganiza los sec-tores arcaizados, generando temporariamente contingentes sobrantes

    hasta que se crean me canism os para reubicarlos en el sistema emer-gente. Tal ocurri segn vimos en los primeros tiempos de la Revolu-cin Indu strial que al expa ndirse por Europa, fue paulat inamentedesalojando de sus antiguas ocupaciones lo s contingentes rurales decada pas para lanzarlos a las ciudades, primero como trabajadores"libres" ofrecidos a la industria como un ejrcito industrial de reser-vas, despus como una "superpoblacin relativa" obligada a emigraro ser desgastada en guerras interimperialistas.

    El mismo proceso de "proletarizacin" est ocurriendo ahora enAmrica Latina, cuyas poblaciones rurales son tambin expulsadasdel campo por la modernizacin de las empresas agrarias, adems deotros factores, y lanzadas a las ciudades donde se acumulan comomarginadas. No se trata, con todo, de la repeticin de un procesoidntico, debido a una serie de caractersticas pecu liares a cada uno deellos. Entre otras, en el primer caso, la enorme capacidad de absor-cin de mano' de obra por parte de la industria en sus fases inicialesde expansin, al contrario de lo que ocurre en su fase actu al. Y la exis-tencia del mundo colonial de ultramar hacia donde pudieron serexportados los excedentes de poblacin, en el caso de Europa; o la deextensas tierras vrgenes, abiertas institucionalmente a la autocoloni-zacin, en el caso de Estados Unidos.

    Resumiendo nuestra discusin, cumple sealar que los proyectosordenadores de las clases dom inantes pueden ser ms o menos amplios.En el primer caso, superados los efectos disociativos de una reubica-cin de la m ano de obra, se est ruc tur an naciones correspondientes a lasociedad global, cuyos componentes, aunque jerarquizados en clases,se integran en su totalidad en el sistema productivo y, en su mayoraen las institucio nes polticas de la nacin. En el segundo, la parteincorporada al sistema forma un reducto privilegiado1 en relacin a uncontexto excluido que es caracterizado como un fenmeno de "super-poblacin", slo recluctible mediante el genocidio.

    Esta situacin enfermiza se dio, segn vimos, como resultado de lainsercin de las sociedades latinoamercanas en la civilizacin indu strialpor la va de la actualizacin o incorporacin histrica. La renovacindel sistema productivo por esa va gener a los sectores marginadoscomo un contingente potencial de la fuerza de trabajo que, al serexcluido del circuito de explotacin capitalista directa y de la part-

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    Darcy Ribeiro El desafo de ia niargnaldadcpacin en las esferas institucionalizadas de la vida social, se configurcoma un componente estructural iclentifcable como una nueva claseoprimida.

    Si la dinmica del sistema fuera integradora, el contexto acabarahomo geneizndose y desapareceran tan to el reducto privilegiado comoel contingente marginado para dar lugar a una sociedad integrada.Al no ser as, partes crecientes de la sociedad se marginalizarn por-que, en el curso normal de su funcionamiento, el sistema generar msy ms marginados. Estos com pon entes estructu rales no integra dos enla matriz modernizada de la sociedad, al crecer y tomar conciencia desu condicin de "clase oprimida" amenazarn convertirse en una fuer-za virtualmente insurgente que tender a subvertir una estructurasocial que les es crudamente desfavorable.

    La reaccin de las clases dom inantes latinoam ericanas an te estainsurgencia sobre todo cuando ella dejar de ser virtual para tornar-se activa ser tratar de erradicarla mediante la eliminacin fsica delas partes de la sociedad que no se integraron al sistema socioecon-mico que la rige, para asi salvar el sistema. La alternativa ser la vic-toria de la insurgencia y, con ella, la proscripcin del poder de laclase dominante, como condicin necesaria para la implantacin deuna estructura sociopoltica capaz de propiciar la participacin detoda Ja poblacin en un nuevo sistema productivo y su insercin enuna sociedad nueva.

    El desafo histrico al que se en fren tan las nacione s latinoamerica-nas en nuestros das, consiste, como se ve, en encontrar modos de inte-grar esos con tinge ntes marginado s en sociedades ms homogneas ca-pacitadas para dignificar la totalidad de sus poblaciones. La nica al-ternativa conciliable con la perpetuacin de la estructura desigualita-ria vigente.'y con ella, de la marginalidad de la mayora de la pobla-cin sera el congelamiento del rgimen a travs de una represintan brutal que podra llegar al extremo del genocidio, pero conllevarasiempre la perpetuacin del subdesarrollo. Como difcilmente tal al-ternativa puede ser impuesta a poblaciones impulsadas por un vigoro-so ritmo de incremento demogrfico, activadas por crecientes aspira-ciones .de libertad y de progreso y cuyas vanguardias estn advertidasen estos riesgos, es de creer que las naciones latinoamericanas estnentrando en una fase histrica tan convulsionada como la que ante-cedi y sigui a la Independencia. En su curso, cada una de esas nacio-nes ser desafiada a elegir las vas por las cuales sus estructuras socia-les se transfigurarn para posibilitar la integracin de las masas mar-ginadas.

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