camino ardiente

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CAMINO ARDIENTE Los incendios fuera de control abundaban ese año, y quemaban árboles y pastizales y todo lo que hubiera en su camino. Los bomberos y los voluntarios trabajaban arduamente en un intento por controlarlos, pero algunos días parecía que estaban peleando una batalla perdida. Mientras uno de los incendios rugía, rápidamente rodeó una zona que tenía tres casas. -Por favor, abandonen sus casas inmediatamente -gritó un oficial a través de un parlante. Pero, nadie salió. Los bomberos hicieron lo que pudieron por salvar las tres casas, pero las llamas continuaban ardiendo fuera de control. -Creo que esto no tiene esperanza -se lamentó uno de ellos. Los otros asintieron, con un movimiento de cabeza. De pronto el fuego cambió de dirección: cortó un camino entre las casas, dejando los edificios intactos. Los bomberos observaban asombrados. “Esa gente sí que tiene suerte”, debieron haber pensado. Pero, no fue la suerte la que les salvó la vida. Cuando el fuego bajó lo suficiente como para que la gente saliera de sus casas, los bomberos les preguntaron si habían oído la advertencia. -Sí, lo hicimos -respondieron los habitantes de la primera casa-. Pero las llamas y el humo eran tan fuertes que no pudimos salir. Todo lo que pudimos hacer fue reunimos en la sala y orar para que Dios nos protegiera. Los residentes de la segunda y la tercera casas contaron historias similares. Ellos también habían orado pidiendo la protección de Dios. ¡Y Dios los salvó! Él respondió sus oraciones. Las familias se reunieron una vez más, para agradecer a Dios por su protección. ‘Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre”, dice el Señor. Por Helen Lee Robinson

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CAMINO ARDIENTE Los incendios fuera de control abundaban ese ao, y quemaban rboles y pastizales y todo lo que hubiera en su camino. Los bomberos y los voluntarios trabajaban arduamente en un intento por controlarlos, pero algunos das pareca que estaban peleando una batalla perdida. Mientras uno de los incendios ruga, rpidamente rode una zona que tena tres casas. -Por favor, abandonen sus casas inmediatamente -grit un oficial a travs de un parlante. Pero, nadie sali. Los bomberos hicieron lo que pudieron por salvar las tres casas, pero las llamas continuaban ardiendo fuera de control. -Creo que esto no tiene esperanza -se lament uno de ellos. Los otros asintieron, con un movimiento de cabeza. De pronto el fuego cambi de direccin: cort un camino entre las casas, dejando los edificios intactos. Los bomberos observaban asombrados. Esa gente s que tiene suerte, debieron haber pensado. Pero, no fue la suerte la que les salv la vida. Cuando el fuego baj lo suficiente como para que la gente saliera de sus casas, los bomberos les preguntaron si haban odo la advertencia. -S, lo hicimos -respondieron los habitantes de la primera casa-. Pero las llamas y el humo eran tan fuertes que no pudimos salir. Todo lo que pudimos hacer fue reunimos en la sala y orar para que Dios nos protegiera. Los residentes de la segunda y la tercera casas contaron historias similares. Ellos tambin haban orado pidiendo la proteccin de Dios. Y Dios los salv! l respondi sus oraciones. Las familias se reunieron una vez ms, para agradecer a Dios por su proteccin. Yo lo librar, porque l se acoge a m; lo proteger, porque reconoce mi nombre, dice el Seor. Por Helen Lee Robinson