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  • 7/27/2019 Brentano y Searle

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    intencionalidadsin conciencia:Brentano, Searle y las ciencias cognitivas

    OSCAR L. GONZLEZ-CASTN(Madrid)

    1 . Ciencias cognitivas e intencionalidad

    Haba que decirlo decididamente y sin ningn temor. El ambiente noera muy propicio ypodan echarlealguna que otra reprimenda. Todos leencareceran que se olvidara del asunto con gesto comprensivo y condes-

    cendiente. Para expresarlo de unaforma tan tradicional como tradicionalera su tesis: agua pasada no mueve molino. Nadie, o muypocos, estaradispuesto abuscar en ladireccin en laque l crea quehabaquehacerlo.Bastante trabajo y tiempo casi mediosiglo de investigacin filosficahaba costado desprenderse de las tesis del conductismo lgico como lanica alternativa viable en filosofade la mente quefuera compatible conuna imagen materialista del mundo, como paraque ahora venga nadie a

    decir que ese primer paso de gigante es slo el principio y que, encima,nos hemos olvidado de lo principal.

    Hemos recuperado completamente el vocabulario mentalista. Ahorahablamos confiadamente de estados mentales, de contenidos y significados

    mentales, de intencionalidad, de sistemas de representacin mentales. He-mos habilitado, bajoel nombrede innatismo, un cierto sentido del con-cepto filosfico tradicional de lo a priori. Y por s i esto fuera poco, nohemos dejado de ser materialistas, es decir, hemos elaborado una imagen

    de la mente que se adecua a las exigencias de la ciencia (psicolgica)contempornea. Qu ms se puede querer? Para qu enredar las cosas

    con quejas vagas como, por ejemplo, que nos hemos olvidado de la con-ciencia, de la subjetividad, del problema del tiempo inmanente y de lacorriente de conciencia, de la necesaria vinculacin de todo estado mentalo intencionalcon un yo y de otros problemas filosficos de esta catadura?Para decirlo sin ningn rodeo, estamos muy contentos de haber podidodisociar para siempre el problema de la intencionalidad de nuestrosesta-dos mentales del problema de la conciencia. Ellenguaje del pensamientode Fodor y sus allegados, la gramtica filosfica de Chomsky, elfunciona-lismo de todo gnero, el computacionalismo de la inteligencia artificial,, eincluso la filosofa del lenguaje engeneral, no necesitanhablaren absoluto

    tic la conciencia. aunque muchos autores que cultivan estas reas del cono-

    RevistadcF ilo s o fic . 3 . poca. vol, y (1 9 9 2 ). nm. 7 . pgs. 99-1 l& Editorial Complutense. Madrid

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    lO O OscarG onzlez-Castn

    cimiento estn dispuestos a hablar confiadamente de estados intenciona-les. Muyprobablemente, todos losprocesos mentales innatos y computa-cionales transcurren completamente inaccesibles a laconciencia.

    En medio

    de este estado

    de cosas de la investigacin en filosofa de lamente, John R. Searle ha alzado tmidamente la voz para decir precisa-mentequenos hemos olvidadode la conciencia en el camino de las largas,penosasy variadas cuestiones que rodeanlos anlisis en torno alproblemade la intencionalidadde los estados mentales.De acuerdocon este filso-fo, no podra haber sido de otra manera.

    Los presupuestos y mtodos de la filosofa contempornea estn mal equipadosparatratar la subjetividadd e los estados conscientes. Una aversin semejante aaceptar las consecuencias de la subjetividad ontolgica aflige, generalmente,tambina la psicologa y a las ciencias cognitivas (Searle, 1989, p. 194).

    De acuerdo con dos de las teoras de la mente ms en boga en losltimos veinte aos la teora representacional de Fodor y la teora sin-tctica de Stich, las manipulaciones sintcticasde lossmbolos mentalesque constituyen los procesos mentales causalmente responsables de algu-no de los comportamientos de los organismos son, en su gran mayoria,fenmenos inconscientes. Los partidariosde la mente computacional nonecesitan de a conciencia para dar cuenta de la intencionalidad de losestados mentales. Por elcontrario, tradicionalmente, los defensores de lamente fenomenolgica piensan unidas de unaforma necesariala inten-

    cionalidad y la conciencia. Searle se decanta en favor de este segundopunto de vista.

    Cualquier estado intencional es , bien de hecho o potencialmente, un estadointencional consciente y, por esa razn, la ciencia cognitiva no puede evitarel

    estudio de la conciencia. La atribucin de cualquier fenmenointencional a unsistema,se a computacional o de otrotipo, depende d e la aceptacin previa dela nocin corriente d e mente, d e la mente fenomenolgica consciente (Searle,1989, p. 194).

    Searle se queja en las primeras lneas de su artculo de que no hay o ,al menos, es muy extrao encontrar dentro de la tradicin analtica enfilosofa de la mente, algn intento serio y con pretensin de sistematici-dad de construir unateora acerca de laestructura general de los estadosmentales intencionales conscientes (Searle,1989, p . 193). Aunque en estaocasin Searlenoofreceningn rudimento de descripcin de dicha estruc-tura, es posible intentar su reconstruccin en sus lneas ms generales

    atendiendo alas propiedades lgicasfundamentales de losestados menta-les intencionalestal y como se describen en su libroms sistemtico sobreestas cuestiones: Intentionality.

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    2. La teorade la intencionalidadd e Searle

    a) Estados mentalesy estados intencionales

    Loprimero de todo, conviene aclarar qu entiende exactamente Searlepor intencionalidad. No cabe ninguna sorpresa respecto de lo que tieneque decir sobre este asunto. La intencionalidad es aquella caractersticade un gran nmero de estados y procesos mentales gracias a la cual esosestados y procesos estn dirigidos a o son acerca de objetos y estados decosas en el mundo (Searle, 1983, p . 1). Lapuntualizacin introducida enesta primera definicin del concepto de intencionalidadpor la quese noshace saber que no todoslosestados yprocesos mentales son intencionalestiene su justificacin en la observacin de que muchos estados mentalesque pertenecen a laesfera de los sentimientos como, porejemplo, cier-tos estados de nerviosismo, de ansiedad, de depresin, de jbilo o deeuforia,no son estados intencionales, aunquesimentales. Sobreellos, al

    menosen un gran nmero de casos, no cabe contestar de unaforma deter-minada a las preguntas de qu ests jubiloso o deprimido?, de qu tealegras? Segn Searle, simplemente se est jubilosoo deprimido sin estar-lo, al parecer, de nada! Todas las propiedades descriptivasde esa especie

    de estados mentales conscientes se agotan en ser precisamente eso:: unestado consciente de jbilo o de depresin. Esto no quiere decir que deotras formas de ansiedad o de jbilo no quepa contestar de una maneradeterminada a las preguntas anteriormente formuladas. Esta alternativaconstituira la modalidad intencional de aquellos fenmenos de la esfera

    del sentimiento. Pero en los casos enlosqueno somos capacesde hacerlo,Searlepiensaque estamos anteel caso de un estado mental consciente queno es intencional.

    Por el contrario, de los estados mentales propiamente intencionalescomo, por ejemplo, las creencias y los deseos, siempre cabra contestar a

    las preguntas qu crees?, qu deseas? Sera absurdo pormi parte decirquecreoo quedeseo sincreer o desear nada. Subrayoesta palabra porqueSearle parece pensar que mientras que no tiene ningn sentido decir quecreo o deseo pero que mi estado de creencia o de deseo no lo es acercade nada, s quetiene sentido decir que estoy jubiloso, onervioso o depri-midoen su s modalidades supuestamente no intencionales, pero acer-cade nada.

    Desde luego, conviene saber s i las modalidades supuestamente no in-tencionales de los estados mentales sentimentales conscientes lo son ver-daderamenteo slo relativamentea unacierta limitacin de nuestracapa-

    cidaddescriptiva en el momento en el queestamos viviendointensamenteesos estados. La verdadera situacin, segn entiendo, seria ms bien quesiempre me es posible decir con pleno sentido que estoy deprimido o

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    jubiloso de o por algo, aunque ahora mismo no sea capaz de formularmuy claramente de qu lo estoy. Podra ocurrir que mi estadode depre-sin o de jbilo me llenara tan completamente que,por decirlo as, noencontrara apropiado (o no fuera capaz de) reflexionar sobresu objeto. Lainteligencia, a veces, tiene quizsus limitaciones paradescribir elcorazndel hombre.

    Pero porloquerespecta exclusivamente a mi incapacidad para contes-tar a la pregunta qu...?, esta situacin no es muy distinta de aquellaotra en la que, por ejemplo, s que quiero saciar mi sed un da muycaluroso de verano, pero ante el puesto de helados no puedo discernirmuy bien cul quiero. Es decir, que s i el hecho de no poder contestardeterminadamentea lapreguntaformulada conel pronombre interrogati-vo qucuando quiero indagarcul es el objeto o estado de cosas alque

    se hallan dirigidos algunos estados de depresino dejbilo, fuerauna raznsuficiente para declarar que aquellos estados no son intencionales, losmismos indiciosse podran encontrar en algunas especies de estados inten-cionales que Searleconsidera incondicionalmente intencionales.

    De ser cierto este paralelismo, entonces no parece que la fuerza del

    nicoargumento queaqumuestraSearleparaestablecer que hayestadosmentales que no son intencionales sea muy convincente. Si es cierta estaafirmacin, entonces los estados mentales son intencionales sinexcepcinalguna y no cabe decir que muchos estados mentales conscientes losestados de depresin o de jbilo indeterminadosno son intencionales.

    b) Laestructura lgica de los estados intencionales conscientes

    Una vez concluida esta digresin, cuya conclusin provisional es im-portante retenerpor motivos que msadelantese harn patentes, convie-ne recordar que el inters primario que gua estas lneas es describir laspropiedades lgicas ms bsicas de los estados mentales intencionalesconscientes.

    Piensa Searle que, por razones pedaggicas,la mejor formade analizar

    la estructura lgica de los estados mentales intencionales es compararlaconla estructura de los actos de habla.El resultado de esta comparacines la posibilidad de contar con una descripcin de los estados mentalesintencionales segn estas directrices, por lo dems, tan conocidas.

    Decir estado mental intencional es lo mismo que decir contenido re-presentativo bajo un cierto modo psicolgico. A su vez, distintos estadosmentales intencionales pueden tener muy diversos modos psicolgicos,pero el mismo contenido representativo. Los modos psicolgicos que ex-presamos mediante los verbos de creencia, de juicio, de deseo y otros

    semejantes, puedentener el mismo contenido representativo. Puedocreer

    que la estatua del Angel cado est en el Retiro, pero tambin juzgar,desear u odiar que la estatuadel Angel cado est en el Retiro.

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    El modo psicolgico caracterstico del estado mental determina la di-reccin de ajuste (direction offit) entresu contenido representativo y elmundo. Bsicamente hay dos direcciones de ajuste, a saber: la direccin

    de ajuste mente-mundo y la direccin de ajuste mundo-mente. S i se tomacomo baseuna teora muyingenuaacerca de las relaciones entre los con-tenidos representativos y e l mundo, se puede decir que las creenciasylos juicios son modos psicolgicos cuyo contenido representativo se supo-ne que tiene que conformarse o coincidir con el mundo o con lo queSearle llamarms adelante sus condiciones de satisfaccin,s i es que hade cumplirse. S i creo o juzgo que la estatua del Angel cado est en elRetiro, pero creo o juzgo errneamente, entonces es el contenido repre-sentativo de mi creencia y de mi juicio el que tiene que cambiar, y no elmundo. De aqusudireccinde ajuste caracterstica mundo-mente. Si, por

    el contrario, deseo uodioque laestatua del Angel cado est en el Retiro,es lasituacinespacial de la estatua del Angelcado laque debera acomo-darsea mi deseoo ami estado de odio y no a la inversa, si esquemi deseoha de realizarse o mi odio calmarse.

    De todos aquellos estados mentales cuyos modos psicolgicos tienenuna direccin de ajuste, se puede decir que su contenido representativorepresenta su s condiciones de satisfaccinbajo un ciertoaspecto. Lacon-dicin de satisfaccinde mi creenciade quela estatua delAngel cado esten el Retiro, es que laestatua del Angelcado est en el Retiro, y no, porejemplo, que la nica estatua que hayen Madrid dedicada al diablo est

    en el Retiro (aun suponiendo que la estatua del Angel cado sea idnticacon la nicaestatua que hay en Madrid dedicada al diablo).

    Searle es muy cauto y demasiado ambiguo cuando utiliza el trmino

    representacin en este contexto.

    Decir queuna creencia es unarepresentacin essimplemente decir quetieneuncontenido proposicional, quesu contenido proposicional determina un conjunto

    de cond iciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto, que su modopsicolgicodetermina unadireccin de ajuste para su contenido proposicional tal y comotodas estas nociones contenido proposicional, direccin de ajuste, e tc . se

    explican en la teora de los actos de habla. En verdad, respecto de lo que he

    1 . Searle distingue tambin unaterceraclase de modos psicolgicos queno tienen

    ninguna direccin de ajuste, aunque se pueda decir de ellos que son apropiados o

    inapropiados dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, si me alegro de que mi

    mejor amigo haya hecho bien el examen, mi alegra est fundada, al menos, en dosmodosps icolgicos con direcciones de ajuste caractersticas. En primer lugar, est basa-da en mi creencia de quemi amigo ha hecho bien el examen y. en segundo lugar, en

    quedeseaba quehiciera bien ste. S i mi creencia es falsa no tiene mucho sentido quediga queme alegro de que mi amigo haya hecho bien el examen. SimpJemente no lo

    ha hecho y, portanto, mi alegra es inapropiada. Por otra parte, si mi deseo no es

    sincero, tampoco tiene sentido alguno que diga queme alegro de ello. 1ambin en estecasom i alegra sera inapropiada (Searle , 1983. p. 8).

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    dicho hasta ahora, podra estar dispensado de utilizar lo s trminos representa-cin y representar en favor de estas otras nociones, dado que no haynadaontolgicoacerca d e mi uso d e l trmino representacin. E s slou na abrevia-tura de esta constelacin de nociones lgicas tomadas en prstamo de la teora

    de lo s actos de habla (Sear le , 1983, p. 12).

    En relacin con el uso del vocabulario tcnico que emplea Searle, esimportante tener en cuenta que hablar de contenido proposicional, decontenido representacional o de contenido intencional de un estado men-tal, son tresformas de denominar a lo mismo.

    Todo estado intencional consiste en un contenido Intencional y en un modopsicolgico. En donde ese contenido es una proposicin completa y en dondehayunadireccin de ajuste, el contenido Intencional determina las condicionesdesatisfaccin. Las condiciones dc satisfaccin son aquellas condiciones que, tal

    y como el contenido Intencional las determina, se deben dar si es quese tiene

    que satisfacerel estado. Porestarazn, la especificacin d e l contenido es ya unaespecificacin de las condiciones de satisfaccin (Searle, 1983, p. 12).

    Con todo, an quedan por explicar otras dos nociones que son clavesen la teora de Searle: la de objeto intencional y la de relacin entre elmodo psicolgicoy elcontenido intencional.

    Respecto de la aclaracin de la primera, la tesis de Searle es que elobjetointencionalde un estadomental es aquello a loqueelestado men-tal estdirigido (Searle,1984,p. 16). Pero aquello a loqueel estado inten-

    cional est dirigido son sus condiciones de satisfaccin tal y como estndeterminadas por el contenido intencional de dicho estado mental. Unestado mental intencional no est dirigido propiamente a su contenidoproposicional o intencional y s hacia su objeto intencional.El objeto in-tencional es loquesatisfaceel estado intencional. Por supuesto, la funcinde satisfaccinquetiene elobjeto intencional slo lapuede cumplir cuan-do satisface, a su vez, el contenido intencional del estado intencional encuestin. En virtuddel contenido intencionallos estados mentales se refie-ren a o representan sus condiciones de satisfaccinbajo un cierto aspecto.Cuando las condicions de satisfaccin son el caso o existen, entonces elestado intencional tiene un objeto intencional. No lo tendr en el casocontrario.

    Segn mi teora, es crucial distinguir entreel contenido de unacreencia (por

    ejemplo , una proposicin)y los objetos de una creencia(porejemplo, losobjetosordinarios) (Searle, 1983, p. 17).

    Por lo querespecta a la segundacuestin, Searle afirmaque en modoalguno hay que pensar la estructura lgica de los estadosmentales inten-cionales como si sta consistiera en una relacin binaria entre el modo

    psicolgico y el contenido representativo, o entreun creyente y una pro-

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    posicin. La razn en la que fundamenta esta tesis es que el contenidorepresentativo o la proposicin no es el objeto del estado mental, sino sucontenido (Searle, 1983, p . 18). La idea de Searle es que las creencias son

    idnticas conlos contenidos representativos o proposiciones en tanto quetales contenidos representativos aparecen precisamenteen el modo psico-

    lgico de lacreencia. No hayninguna distancia intencional en la quesepueda introducir, como una cua en la yeta de unrbol, una relacin de la clase que sea entre el modo psicolgico del estado mental decreencia de un sujeto y el contenido de ese modo psicolgico. El nicotopos en el que cabra introducir una relacin sera entre el estado in-tencional entendido como un todo indivisible compuesto por el modopsicolgicoy su contenido intencional y las condiciones de satisfaccinque son representadas en ese contenido intencional. Slo recuerda... quees posible que haya el estado intencional sin que haya nadaque de hecho

    lo satisfaga (Searle, 1983, p . 19). Es decir, que un estado intencional, entanto que estado intencional, sera la unidad sin fisura alguna entre unmodo psicolgico y su contenido intencional, unidad que determinaraunas condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto en virtud de laporcin referencial de su contenido intencional (Searle, 1984, p . 17 ) .Entre elcontenido intencionaly sus condiciones de satisfaccinse da unarelacin de representacin cuandoaquellascondicionesde satisfaccinson

    el caso. Cuando no se dan las condiciones de satisfaccin, slo hay unadeterminacinde cul serael estado de cosas que satisfara el contenidointencionaldel estado mental. Aspues,hay quedistinguir de una maneraprecisa entre las funciones de determinacin y de representacin asigna-das al contenido intencional, y su s condiciones de satisfaccin.La determi-nacin de las condiciones de satisfaccin es unafuncin esencialdel conte-nido intencional; una funcinque, por as decir, no puede dejarde tenersindejarde ser un contenido intencional. Porelcontrario, se podra decirque la funcin de representacin del contenido intencionalle viene dadaextrnsecamente por la circunstancia de que su s condiciones de satisfac-cin sean el caso.

    c) Intencionalidad intrnseca y conciencia

    Piensa Searle que la posibilidad misma de hablar de una identidadentre el estado mental y su contenido representativo, en tanto que dadoen un cierto modo psicolgico, permite solucionar un problema que haatosigadoa lafilosofa de lamentedesde hace mucho tiempo. Elproblemaes elsiguiente. Para que hayarepresentacin debehaber un yo, u n agente,que use un objeto primario una imagen, una pintura, unos sonidos

    como representacin de otro objeto. Portanto, paraque todas las actitu-desproposicionales oestados mentales intencionales como las creenciaso los deseos sean representaciones, debe haber un yo o un agenteque

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    use esas creenciasy deseos como representaciones. Una vez ms, para queseaposible queeste agenteuse lascreencias y deseos como representacio-nes, es preciso que se las represente mediante nuevos estados mentales

    intencionales, y as sucesivamente. Por lo tanto, se necesita una hilerainfinita de homuncul, cada uno con sus propios estados intencionales,para que los estados intencionales originales sean representaciones de un

    cierto estado de cosas. Daniel Dennett ha llamado a este problema e lproblema de Hume.

    Lo queSearletiene quedecir sobreeste argumento de acuerdo consuteora, es que una de sus premisas es desafortunada porque descansa enun equvoco. No es verdad que para que haya representacin tenga quehaber un agente queuse un objeto primario como representacin de otro;al menos no en todos los casos en los que hablamos de representaciones.

    Puede resultar que las imgenes, las pinturas o los sonidosque emitimosalhablar slo representen en tanto queun agente los use como represen-taciones. En este sentido es preciso hablar de formas de intencionalidadderivadas. Pero la intencionalidad propia de los estados mentales no esderivada, sino, segn la terminologa de Searle, intrnseca. Lo que quiere

    decirSearle con este trmino es que no se precisa ninguna formade in-

    tencionalidad exterior (oniside Intenhonality) para que el contenido re-presentacional de unestado mental represente sus condiciones de satisfac-cin bajo un cierto aspecto (Searle, 1983, p. 22).

    Estas afirmaciones sobre la estructura intencional de losestados men-

    tales se deben complementar necesariamentecon la siguiente teora sobrela conciencia:

    Por ejemplo,partede loque e s ser consciente de la creencia dequ e estllovien-

    do e s serconsciente de que la creencia se satisface si e s que estlloviendo y queno se satisface si no llueve... Decir que e l agente e s consciente de la s condicionesde satisfaccin de su s creencias y deseos conscientes no quiere decir que tengaquetener estados intencionalesdesegundoorden acercade su sestados intencio-nales de primer orden de creencia y deseo. M s bien, la concienciade la s condi-ciones de satisfaccin es parte de la creencia o d e l deseoconsciente, dadoqu e e lcontenido intencional e s interno al estado en cuestin (Searle. 1983, p . 22). (Los

    subrayados son mos.)

    La mente fenomenolgica de la que habla Searle, en contraposicin a

    la mente computacional, es una mente que no slo tiene creencias y de-

    seos, sino tambin una mente que se da cuenta de cules son las condicio-nes de satisfaccinde sus estados mentales,

    S i tal y como sugiere la tesis principal del artculo de Searleque vengocomentando, no es posible una teora de la intencionalidad sin una teorade laconciencia, habr que analizar muydetenidamente la idea de que laconciencia de las condiciones de satisfaccin de un estado mental es una

    parte de dicho estado mental, y una parte tal que no implica en modoalguno un estado intencional desegundo orden. Por otra parte, es necesa-

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    rio remontarse anms all de lo que lo ha hecho Searle para contestara lapregunta de ququieredecirintencionalidad intrnsecaporoposicina intencionalidadderivada y cul es el papel de laconciencia en la demar-

    cacin de esta divisin, s i es quetiene alguno. Mitesises quedecir inten-cionalidad intrnseca es lo mismo que decirconciencia, y que unaontolo-ga de los estados mentalesintencionales es unaontologa de la conciencia.

    d) Lataxonoma de los estados mentales

    El problema conel que se enfrenta Searle surge, a mi modo de ver,por no haber analizado un poco ms detalladamente de qu modo se

    puede decir que la conciencia es una parte de los estados mentales y dequmodo se puede haceresta afirmacin sinque ello implique un estadointencionalde segundo orden. Deahora en adelante, llamara estas dospreguntasconsecutivas, contodajusticia, el problema de Brentano. Laurgencia de estaren posesin de una teora mnimapara resolver el pro-blemade Brentano se ve reforzada por las inconsistencias a las que llevala teora de Searle acefca de la clasificacin de los estados mentales. Porconsiguiente, antes de analizar el problema de Brentano en sus dos ver-tientes, conviene fijarse en lo que tiene que decir Searle en torno al pro-blema de la clasificacin delos estados mentales.

    En otros escritos anteriores 2 este autor ha sealado ya lo que en estearticulo constituye uno de su s temas centrales,a saber,quela divisin msgenrica de losestados mentales quepodemos hacer los clasifica en esta-dos mentales conscientes y estados mentales inconscientes. Es decir, unestado mentalnodeja de serun estado mentalporel hecho de serincons-ciente, por el hecho de queen su descripcinel elemento queexpresba-mos con las palabras se da cuenta de que... no aparece por ningunaparte. Para utilizar las metforas de lasquese sirve Searle biene s ciertoque en laconciencia de queson un tanto ingenuas,los estados mentalesson como peces o como muebles. Los peces y losmuebles tienen las for-

    mas y propiedades que tienenindependientemente de si estn, respectiva-mente, fuera del agua donde podemos verlos o en las profundidades delocano;en elcuarto de estaro llenos de polvo enel tico oscuro fuera delalcancede nuestravista.

    Cules son entonces, segn Searle, las propiedades que los estadosmentales deben tener paraser precisamente estadosmentales y,a fortiorestados mentales intencionales? Cules son estas propiedades que nopierden los estados mentales por elhecho de aparecer en unade sus dosmodalidades principales: como estados mentales conscientes o como esta-

    2. John R. SEARLE, Mind.s, brains and science, 1 6 . Cambridge , Mass., HarvardUniversity Press, 1984.

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    dosmentales inconscientes? Un estado mental debeposeer necesariamen-

    te estas dos caractersticas:

    (i) Ha de tener intencionalidad intrnseca en oposicin a la merain1

    tencionalidad derivada o intencionalidad comosi.

    (u) Los estados mentales representan sus condiciones de satisfaccinslo bajo un cierto aspectoque es esencial para comprender cmo

    el sujeto o agente se representa aquellas condiciones de satisfac-

    cin (Searle, 1989, p. 197).

    Segn estas dos declaraciones, tanto los estados mentales conscientescomo losinconscientes por serprecisamente estados mentales poseen

    intencionalidad intrnseca y representan sus condiciones de satisfaccin ba-jo un cierto aspecto. Por consiguiente, cuando aadimosel adjetivo inten-cional a la expresin estado mental, no parece que aadamos ningn

    plus de significado,dadoque tanto losestados mentales conscientes comolos inconscientes son estados mentales intencionales. Lo que esimportante

    saber ahora es si los adjetivos consciente e

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    no tiene nada que ver con el hecho de quesea consciente o no. Pero estaltima es, precisamente, la tesis de los funcionalistas contra laque, terica-mente, quera argumentar Searle en este artculo. Las dos orillas del ro

    en lasque quiere estar Searlea la vez son estas dos: s i bienes verdadque,por una parte, no quiere afirmar que la intencionalidad y la conciencia

    sean lo mismo, tampoco quiere arriesgarse a desligar completamente laintencionalidady la conciencia como hacenlos funcionalistas. Pero la vaintermedia, s i es que hayalguna, est poblada de numerosos obstculos yparadojas y se corre el peligro de ahogarse en el intento de recorrerla.

    3. Problemas de la teora de la intencionalidad de Searle

    Segn mi punto de vista, aunque el diagnstico de este filsofo a pro-psito del programa de las ciencias cognitivas, segn el cual seriaposiblecontar con una teora de la intencionalidad suficientemente fundamentada

    sinteneruna teorade la conciencia, es bsicamente acertado, sin embargo

    no ha conseguido ser suficientemente convincente a la hora de dar argu-mentos para que le creamos. Searle quera sustituir una teora objetiva

    en tercera persona acerca de la intencionalidad, por una teora subjetiva

    en primera persona. Pero la forma de conseguir esta sustitucin pasabapor explicar por qu el nexo entre la intencionalidad y la conciencia esmucho ms resistente que lo que suponen algunos psiclogos y tericos

    cognitivos. La conclusin del prrafo anterior es que si las propiedades (i)e (u) son determinantes paraque algo sea un estado mental y el ejemploque pone Searle para ilustrar lo que sera un estado mental inconsciente

    es vlido, entonces la vinculacin entre la intencionalidad intrnseca y la

    conciencia se diluye de nuevo.

    Tal y como yo lo entiendo, el origen de este fallo en suargumentacines triple. Poruna parteest en juego la suposicin de Searle, casi converti-

    da en dogma, de que no es posible abandonar el suelo de una metafsicamaterialista a propsito de la ontologa de los estados mentales, tanto

    conscientes como inconscientes. Por otra parte, se encuentra una vez ms

    el problema de las difciles relaciones entre la intencionalidad intrnsecade los estados mentales y la conciencia que tenemos de ellos. En Searle,msque de una relacin habraque habjar de una disociacin. Finalmente,su nocin misma de estado mental inconsciente plantea paradojas que

    refuerzan la conclusin del punto anterior.

    Quizla formams claray sencilla de proceder sea comenzar por esta

    ltima cuestin. Searle define los estados mentales inconscientes de la

    siguiente manera:

    Entendemos la nocin de un estado mental inconsciente slo como un posiblecontenido de conciencia, slo como la clase de cosaque, aunque no consciente.y quiz imposible de traer a conciencia por varias razones, es, sin embargo, laclasedecosa que podra ser o podra haber sidoconsciente (Se arle, 1989 , p . 197).

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    De esta cita se desprende inmediatamente que un estado mentalnoslo tiene un contenido que representa sus condiciones de satisfaccin

    bajo un cierto aspecto, sino que este estado mental tambin es o puede

    ser, todo l, un contenido de conciencia. En el fondo,las afirmaciones de

    Searlese reducen a postular que un estadomental intencional inconscien-te tiene un contenido representacional que representa suscondiciones de

    satisfaccin bajo un cierto aspecto, aunque este contenido pueda pasar

    completamente desapercibido para la conciencia. Slo bajo ciertas condi-ciones neurofisiolgicas puede este contenido ser trado a conciencia.

    Si es importante el texto que he citado en ltimo lugar es porque en

    l contamos con una pista ms para determinar las propiedades de la

    conciencia. Decir conciencia de las condiciones de satisfaccin es decir

    parte del estado mental. Esta parteconvierte al todo formado por el modopsicolgico y el contenido representacional del estado mental en conteni-

    do suyo.Esta formadedefinir losestados mentalesinconscientes tiene muchas

    consecuencias de gran alcance para los problemas que suscita el anlisis

    de la intencionalidad y su relacin con la conciencia. No es nicamenteque no hayaen la teora de Searle un apoyo firmeen el que pueda descan-

    sar la idea de que existe un vnculo interno entre intencionalidad y con-

    ciencia, sino que adems otras muchas nociones se tornan asimismo pro-blemticas. Uno de los resultados conlos que parece tener un compromiso

    Searle, es que la caracterizacin de las nociones de contenido y de repre-

    sentacin no necesita en absoluto de la conciencia.

    Para abandonar el terreno de las ideas que han aparecido en la citaanterior, indagaremos qu condiciones se requieren para que una cosasea un posible candidato a contenido de la conciencia y qu quiere decir

    propiamente estadeclaracin. Latesis ms explcita que se encuentraen

    Searle a este respecto es que son losconceptos de intencionalidad intrnse-ca y de forma aspectual (aspectual shape) los que hacen que algo seamental en absoluto y, por consiguiente, que esealgo sea un posible candi-dato a contenido deconciencia (1989, p. 198). Unas lneas ms abajo ofre-

    ce una nueva pista para que pensemos en la clase de unin que se daraentre la intencionalidad y la conciencia.

    La unin, pues, entre intencionalidady conciencia se encuentra en la nocin deformaaspectual. Para que seaintencional,un estadoo proceso debe ser pensableo experimentable, y para ser pensable o experimentable debe tener una formaaspectual bajo la cual sea, al menos en principio, pensable o experimentable(Searle, 1989 , p. 198).

    Sin embargo, decir esto es resbalar sobre el duro hielo del problemasin hacer mella en l. Pero es que, adems, nadade lo que acabade decir

    Searle puede ser cierto si es que se ha de mantener que los estados menta-

    les inconscientes, por ser mentales, son intrnsecamente intencionales y

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    Intencionalidadsin conciencia 1 II

    representan sus condiciones de satisfaccin bajoun cierto aspecto. S i estoes as, la unin entre intencionalidady conciencia no puede ser la nocinde aspecto o sentido, ya que, como elmismo Searle admite, un estado de

    creenciainconscientecomo, porejemplo, aquel que se expresaen elenun-ciadola torre Eiffel est en Pars, representa tambin su s condicionesde satisfaccin bajo un cierto aspecto. O es que el ejemplo que tantorepite Searle est mal elegido desde un principio?

    Cuando enunci el triple origen de la debilidad de los argumentos deSearle, dije que el problema de las relaciones entre la intencionalidadintrnseca y la conciencia era uno de ellos, y quiz el fundamental. Meparececlaro que desde el momento en que este filsofo defiende que losestados mentales inconscientes son intencionales, slo cabe una disocia-cin radicalentre la intencionalidad intrnsecay la conciencia. Se abre en

    este lugar, pues,la interesantsima perspectiva de analizarhasta qupuntose puede hablarde intencionalidad intrnsecasin hablar de conciencia.Enotras palabras, se tratara de averiguarsi un estado mental, simplementeen virtud de su contenido, puede ser intrnsecamente intencional sin que

    lo acompae necesariamente la conciencia que lo convierte a todo l, deuna manera muy peculiar, en contenido suyo. La pregunta, por consi-guiente es sta: no ser la conciencia que acompaa necesariamente atodas mis representaciones, lafuente de todaintencionalidad intrnseca?No ser lo mismo decir intencionalidad intrnseca que decir conciencia?Si son estas las preguntas correctas en estepunto, dnde est elerrorde

    Searle? Aqu entramos de pleno en la discusin del problema de Brenta-no.

    4. El prohienna de Brentano

    Una hiptesis posiblepara hallar la debilidad de la teora de lainten-cionalidad de Searle es pensar que este autor no ha desarrollado unaontologaformal descriptiva suficiente de los estados mentalesintenciona-les. Slo se puede disociar de una manera tan radical intencionalidad in-trnseca y conciencia cuando se ha llegado al convencimiento de que unacto mental sigue siendo tal, aun cuandon o sea el contenido de (un actode) laconciencia. En otras palabras, para sostener esta tesis acerca de larelacin entre la conciencia y la intencionalidadintrnseca tanto de losestados mentales inconscientes como de los conscientes,es precisopen-sarla segn el modelo de los colectivos, con el significado preciso quedioErentano a este trmino en su Psicologa del ao 1874.

    Brentanoconsidera que los estados mentales intencionales o actos ps-quicos y los fenmenos fsicosqueaqullos intienden, forman una unidad,una cosa. Los fenmenos psquicos y su s contenidos los fenmenos fsi-cos como partes intencionales, que no reales, de los fenmenos psqui-cos, son partes de un fenmeno real unitario (Tel/e emeseinheitlichen

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    wirklichen Seins) (Brentano, Psychologie, 1 , p . 221). El principio querigela ontologa de Brentano en este punto es que es imposible quealgo seaunacosa real( c m wirkliches Ding), y quealmismotiempo sea una multi-plicidad de cosas reales;un colectivo (Kollektive) (Psychologie, 1 , p . 222).

    Hecha esta aclaracin, se destaca que la primera distincin ontolgicadebe serla distincin entre cosasreales y colectivos.

    Brentano advierte que no debemos dejarnos engaarpor el hecho deque en el lenguaje natural nombremosnormalmente loscolectivos conun

    trmino singularparaconcluirerrneamente de esta circunstancia queloscolectivos son cosas singulares. En la vida cotidiana hablamos de un en-jambre, de un rebao o de una ciudad. Pero cuando hablamos as nohablamos de una cosa real, sino de un colectivo de cosas. Sin duda alguna,un problema importante que se plantea inmediatamente es saber qu esunacosareal y , en conexin conl, el de encontrar un ejemplo adecuadode esa peculiarsima categora ontolgica. Un rebao no es unacosa realporque est formado de ovejas. Estas, a su vez, estn formadasde patas,vsceras, etc. La dificultad de encontrar los tomos los nicos a losque podramos llamar con todo derecho cosas reales a partir de loscuales estn formados los colectivos, no es abordada directamente porBrentano, aunque es consciente de ella. Slo indica que no puede habercolectivos si es que no haycosas reales (Psychologie, 1 , p. 222).

    Hecha esta primera aclaracin,Brentano establece el segundo princi-pio de su ontologa. Aunque ciertamente una cosa real no puede ser uncolectivo de cosas, no por ello estamos desautorizados a afirmar que enuna cosa no se puedan distinguir multiplicidades. Siguiendo a Aristtelesen este asunto capital,Brentano subraya que unidad no quiere decir nece-sariamente simplicidad. Dicho brevemente, la unidad real de una cosapuede contener una multiplicidad de partes (Brentano, Psychologie, 1 ,p. 223).Elejemploqueprecisamente pone Brentano para ilustrarcmo esposible esta extraa situacin ontolgica, es el de un acto de representa-cin en el que hay que distinguir como mnimo entre el objeto primario

    del acto y el objeto secundario el acto quee s objeto de smismodelapercepcin interna; de la conciencia, en la terminologa de Searle. Estaafirmacin requiere, sin duda alguna, unaexplicacin msdetallada.

    Antes de hacer esta necesaria aclaracin, es importante sealar otro

    punto relativoa la terminologa que utiliza Brentano. Con elfin de elegirun trmino ms selectivo y no confundir el us o de parte cuando se

    utiliza parareferirse a las partes queconstituyen un colectivo las ovejasson partes del rebao, Brentano empleael trmino divisivo (Divisiv)paradesignar laspartes quese pueden distinguir en un objeto realsin quepor ello hayaque afirmar que el objeto ha dejado de ser una unidad quese ha pulverizado en numerosas partes independientes. Divisivos son laspartes de una unidad que la dejan intacta como tal unidad, pero que laconvierten en compleja (Brentano, Psychologie,

    1 , p .223).

    Es razonablepensar queSearleno considera laconcienciala percep-

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    Intencionalidads in conciencIa 113

    cin interna, en la terminologa de Brentano como un divisivo de unestado mental intencional. Es por este motivo por el queel adjetivo in-consciente,cuando se aadea la expresin estado mental intencional,

    funciona determinativamente. Para Brentano nicamente podra funcio-nar modificativamente. Un estado mental intencional inconsciente no es

    en absoluto un estado mental intencional, de la misma manera que unhombre muerto,un diamante falso o un falso amigo no son ni hombre, nidiamante, ni amigo algunos. As, pues, las imgenes ms o menos simplesquecomparan un estado mental intencionalinconscienteconla forma queconserva un pez o un mueble independientemente del lugar en donde seencuentren situados, parece que hay que tomrselas muy en serio, s i esque Searle tiene razn. Pero cuanto ms en serio se tomen, ms falsas setornan.

    Si no me equivoco, estaclase de metforas son las que Brentanorecua-zacuando afirmaqueno puede haberalgo ascomo una conciencia incons-ciente (ein unbewussites Bewusstsein). En esta expresinhay queentenderpor conciencia el estado mental intencional, y por inconsciente, queese estado mental no se est apareciendo a la conciencia cuando estrepresentando su s condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto como dira Searle. En otras palabras, una conciencia inconsciente es unacto mentaldel cual no es uno consciente. Por consiguiente, no se puedehablar propiamente de intencionalidads i no se hablaalmismotiempo deconciencia, de acuerdo con Brentano. Sin entrar en los detalles de las

    cuatro pruebas dadas por Brentano para negar la posibilidadde una con-ciencia inconsciente, quiero, sinembargo, presentar aqula ltimade ellasquees, posiblemente, la ms importante de todas. Sobre suconexin, porno decir identidad, con lo queDennett llamaba e l problema de Humeno cabe duda alguna.

    El origen de la teora de Brentano acerca de la imposibilidad de quepueda darse alguna vez una conciencia inconsciente reside en su intersporrefutar elsiguiente argumento. Algunospartidarios de laexistencia deestados mentales inconscientes sostenan que si todo estado mentalha deser consciente, entonces todo acto mental seraun objeto del cual el sujetoes consciente. Ental caso, no slo debemos tenerconcienciadel contenidode un estado mental que representa su s condiciones de satisfaccin bajoun cierto aspecto,sino tambin de este estado mentalmismo. Asu vez, , entanto que este estado mental es consciente somos conscientes no slodel sonido, sino tambin de que lo omos, debera ser l tambin elcontenido de otro estado mental, y asad infinitum (Brentano, Psycholo-gie, 1 , p . 111). Dado que el contenido de un estado mental y el estadomental forman un todo unitario, si existiese esa iteracin constante deestados mentales, entonces tambin debera iterarse cada unade las partesque los componen y , por tanto, el contenido del primer estado mental.Es asque notenemos conciencia de que elcontenido se multiplique inde-finidamente, luego tienenque existir estados mentales inconscientes. Si no

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    fuera as, habra que admitirun nmero infinitode estados mentales impli-

    cados en elsimple acto de or (Brentano, Psychologie, 1 , p . 171). Es decir,ques i todo estado mental intencional (todofenmenomental) tuvieraque

    serun objeto de laconciencia, entonceslos estados mentales deberan serinfinitamente complejos; lo cual es absurdo.

    Lasolucin positivade Brentanoa estas dificultades consiste en conce-der a la parte contraria que no puede haber, en ningn caso, un regresoinfinito, pero negndole que la nicamanera posible de evitar elabsurdode un regreso infinito sea postular una conciencia inconsciente. La repre-sentacin del sonido y la representacin de la representacin del sonidoformanun estado mentalunitario.As,pues, por loquehace a la ontologamsbsicadefendida en la Psicologa desde elpunto de vista emprico, losfundamentosde la relacin intencional son divisivos del acto psquico con-

    siderado como unacosa realunitaria. Hay un estado mental condos obje-tos:sonido y s mismo, llamados por Brentano, respectivamente,objetosprimario ysecundario del acto mental.

    La representacind e l sonido y la representacin de la representacin d e lsonidono formanms queun nico fenmenopsquico qued iv idimos conceptualmenteen d os representaciones cuandolo cons ideramos en su r e lacin con dos objetosdiferentes, d e lo s cuales e l uno es un fenmeno fsico y el ono u n fenmenopsquico. E n el mismo fenmeno psquico en e l que se representa el sonidoaprehendemos simultneamente elfenmeno psquico mismo y, ciertamente, loaprehendemos de acuerdocon su carcterdualen tantoque tieneen sial sonido

    como contenido ye n tanto que,a l mismo t iempo, est presente asmismo cornocontenido.

    Po d e mo s denominar al sonido el objeto primario del or, y al oire l objetosecundario (Brentano, P sychologie, 1 . pp. 179-180).

    Sin duda alguna, toda la fuerza del argumento que ofrece Brentanopara evitar el absurdo de un regreso infinito de los fenmenos mentalesalquelleva irremediablemente elcuartoargumento en favor de la existen-

    cia de unaconciencia inconsciente, reside en afirmar el carcter dual delos fenmenos mentales. No hay regreso infinito en la serie de L a s repre-

    sentaciones sencillamenteporque laserie terminaen el segundo miembro(Brentano,Psychologie, 1 , p . 183). El hilo delpensamiento de Brentanosepuede resumirdiciendo queel objetosecundario de la conciencia acompa-a siempre al objeto primario de la conciencia. Deeste modo no hay yams ni regreso infinito, ni conciencia inconsciente.

    La conciencia que acompaa a la representacin d e l sonido es unaconcienciano tanto d e esta representacin, como del acto psquico entero en e l cual serepresenta el sonido y en e lque la conciencia mismaexiste concomitantemente.Aparte del hecho deque se represente e l fenmeno fsico d e l sonido, e l acto

    psquico delo r l legaa se r a l mismo tiemposu propio objeto y contenidot omadocomo un todo (Brentano, Psycbologie, 1 . p. 182>.

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    SiSearleacusa a los funcionalistas de no haber ofrecido un anlisis mso menos aproximado y completo de un solo estado intencional consciente,creo que Searle tampoco muestra en este articulo ninguno adecuado y ,

    hasta donde yo s, tampoco lo ha hecho en ninguna otra parte de suimportante obra filosfica. Creo que la teora de Brentano est mejorelaborada y que desde ella se hace ms comprensible aquella relacininterna entre el contenido intencional y el modo psicolgico de la quehabla Searle.

    5. Subjetividady neurofisiologa

    El tercerpunto en elquese basaba lapoca estabilidadde los argumen-

    tos de Searle hacahincapi en su renuencia apensarsiquiera en la posibi-lidad de que una metafsica no materialista a propsito de la caracteriza-cin ontolgica, y no ya meramente lgica o descriptiva, de los estadosmentales pudiera tener visos de salir adelante en el panorama filosficocontemporneo.

    Estoy contraponiendo lo neurofisiolgico y lo mental, pero, por supuesto,

    segn mi puntode vista sobre las relaciones mente-cuerpo, lo mental simplemen-te es neurofisiolgicoen un nivel superior < Ihe mental simply is neurophysiologi-

    calal a higlier level). ... Contrapongo lo mental a lo neurofisiolgicode la misma

    manera a como uno podra contraponer los humanosa los animales sin que elloimplicase quela primera clase no est incluida en la segunda. Nohay dualismo

    implcito en el uso que hago de esta contraposicin (Searle, 1989, p. 209).

    De acuerdo con este texto parece que lo mental es una especie delo neurofisiolgicoy que, porconsiguiente, lointencionales unaespeciede lo neurofisiolgico, del mismo modo que hombre es una especie delgnero animal. Paraentender debidamente estas lneas de Searleque aca-bo de citar, conviene plantear una cuestin un tanto paradjica, a la queeste autor se veabocado como conclusin de su cadena de razonamientos.

    Expresaba anteriormente la idea de que las buenas intenciones de Searlepara enfrentarse con e l miedo a la conciencia en la filosofa analticacontempornea (Searle, 1989, p . 193) no haban conseguido cuajaren unargumento convincente apropsito de las relaciones entreintencionalidady conciencia. No hay razones para no disociar la intencionalidad de laconciencia si nos atenemos a lo que Searle defiende en este articulo. Apesar de todo, Searle cree que, al menos bajo una cierta interpretacin,los estados mentales tanto conscientes como inconscientes son cre-ductiblemente subjetivos (Searle, 1989, p . 201). La visin general queofrece la teora de Searle es que hay estados mentales; que estos estados

    mentales puedenser tanto conscientes como inconscientes; quetodos ellosson intrnsecamente intencionales yrepresentan suscondiciones de satis-

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    faccin bajo un cierto aspecto; y que todosellos son, en un cierto sentido,subjetivos. Lapregunta paradjica a la que haca mencin anteriormentees la siguiente:

    Cmo podran se r subjetivos lo s estados intencionales inconscientes si no hayun sentimiento subjetivohacia ellos, si no hay qualia, si no hay un como-a-mi-me-parece-sentirlo respecto de eseestado? (Searle, 1989. p. 201).

    La respuesta de Searle es que el modo de existencia de los estadosmentales intencionales inconscientes (su ontologa), es enteramente neu-rofisiolgica (Searle, 1989, p. 201). Esta contestacin tan decidida tienecomo corolario que la ontologa de los estados intencionales conscienteshabr de sernecesariamente tambin neurofisiolgica. Los estados inten-cionales conscientes no son accidentes o modificaciones de una sustanca

    inextensa, esto es, de una sustancia mental no material subyacente. Nopodra ser de otra manera si es cierto, como conclua antes, que paraSearlecualquierade las dos especiesen las que se divide elgnero estadomental son igualmente intencionales. La nica ontologa mental es neu-rofisiolgica (Searle, 1989, p . 201). En resumen, un estado mental inten-cional inconscientees una cosa queposee todas las propiedades necesariaspara ser un candidato posible a contenido de conciencia, pero que, porrazones que seguramente se podran explicar en trminos enteramenteneurofisiolgicos, no lo ha llegado aser todava. Esta es, segn Searle, la

    principal conclusin de su artculo. Con ella cree haber superado la apa-

    rentecontradiccinque surgecuando se considera que la ontologa de laintencionalidad inconsciente es enteramentedescribible en tercera perso-na, en trminos objetivos neurofisiolgicos, pero que, almismo tiempo, los

    estados son irreductiblemente subjetivos (Searle, 1989, p . 202). Pero, noes estohaber encontrado lacuadratura del crculo?

    A estas consideraciones hay que aadir que el peso que pone Searleen la idea de que se puede salvar el carcter subjetivo de los estadosmentalesinconscientes s i se apelaa su condicin de posiblescandidatos acontenidosde conciencia,tienecomo trasfondola tesis de quela ontologaen tercera persona de esa clase de estados mentales no consiste en otra

    cosa ms que en propiedades delcerebroquetienen lacapacidadde cau-sarun estado mental intencionalconsciente (Searle,1989, p. 202).La capa-cidadquetienen losestados mentales inconscientes de ser virtualesesta-dos mentales conscientes e s lo que los hace subjetivos y es, segn Searle,laventaja que tienen respecto de las distintas clases de procesos mentalesinconscientes que postulan las teoras contemporneas en filosofa de lamente. En esteltimo caso, ninguno de estos procesos y estados pertene-ceransiquiera ala clase de cosasqueson aptas para serestados mentalesconscientes (Searle, 1989, p. 207). Por ejemplo, no parece que podamostener la misma clasede accesoconsciente a cualquiera de las frmulas del

    LenguajedelPensamiento, quela quetenemos a un dolor.La plausibili-

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    Intencionalidad sin conciencia II7

    dad de quehaya algo as como un sistema derepresentaciones internasinnato cuyas frmulas tengan las funciones, entre otras, de serlos objetosde nuestras actitudes proposicionales, de proporcionar las condiciones de

    posibilidad de unaexplicacinde lacapacidadde los seres humanosparaentender los lenguajes naturales o para aprender algunos conceptos, de-pende de largos procesos de razonamiento y no decondicionesneurofisio-lgicas objetivas del cerebro.

    A pesar de que esta crtica de Searle al planteamiento general del

    problema de la intencionalidadtal y como apareceen un gran nmero deteoras contemporneas de filosofa de la mente, me parece cierta en suslneas generales, creo que este filsofo no proporciona un fundamentosuficiente en el que basar la creencia de que es absolutamente imposibleestar en posesin al mismo tiempo de una ciencia objetiva en tercera

    persona y de unaciencia sobre los procesos y estados mentales formuladaen estos trminos.

    Es literalmenteimposible tener ambascosas, auncuando (los autores que traba-

    jan en filosofa de la mente) disfracen su errorusando un vocabularioque parece

    mental . . , pero que ha sido extirpado de cualquier contenido mental. Puedenseguir adelantecorresta pretensin porque pueden afirmarque la realidad men-ta l que piensan estar discutiendo es enteramente inconsciente (Searle, 1989,p . 207).

    6. Resumen

    El objetivo de este trabajo ha sido modesto. Supunto de partida lo haconstituidoel diagnstico de laenfermedad queaqueja crnicamente alas

    teoras de la filosofa de la mente acerca de la intencionalidad. Searle hadicho que no se puede andar biens i se disocia radicalmente intencionali-dad y conciencia. Sin embargo, cuando haquerido poner manosa laobra

    parasanar esta fractura, no ha conseguido culminar laoperacinsatisfac-toriamente. El motivo fundamentalde este fallo reside en queno ha expli-

    cado convincentemente la relacin compleja que existe entre la intencio-nalidad intrnsecade losestados mentales y la conciencia que tenemos deellos. La insatisfactoria teora de Searle sobre esta cuestin esencial tienecomo consecuencia el tener que enfrentarsecon e l problema de Brenta-no y tomar postura frente a l. Sin embargo, lacarencia de unaontologaformal descriptiva suficientede los estados mentales intencionales desba-rata desde un principio todo ensayo de solucin satisfactoria aeste respec-to. Las otras dos razones del poco xito de la operacin de Searle, como

    se ha planteado a lo largo del texto, son, en primer lugar, las paradojasquesuscitasu nociny caracterizacin de losestados mentales inconscien-tes y , en segundo lugar, la defensa de unametafsica materialista a prop-sito de los estados mentales. El resultado de la conjuncin de estos tres

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    problemas es quetenemos que seguir andando conmuletas cuandoexigi-

    mos unateorfa de laintencionalidad que no traicione las exigencias de unaontologa antidualistaapropsitode lanaturalezadelos estados mentales,y quetampoco niegue elcarcter apremiante de las cuestiones relativas a

    laintencionalidadintrnsecay ala conciencia como fuente y origen ltimoen el que hay que buscar laintencionalidad intrnseca.

    Pylyshyn ha escrito que probablemente, el segundo rompecabezasmsdifcil de resolver en la filosofade lamente (es) el rompecabezas delsignificado. (El rompecabezas ms difcil, en mi opinin, es el de la con-ciencia,el cual, probablemente,ni siquieraest suficientemente bien defi-nido para cualificarlo como un rompecabezas.) (p.24). Este diagnsticosigue siendo completamente cierto.

    BIRLb GRAFIA

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