borges la inmortalidad como destino

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Un ensayo sobre el sempiterno escritor del ALEPH

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Borges: la inmortalidad como destino

Carlos Yusti

Mirar el ro hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro ro, saber que nos perdemos como el ro y que los rostros pasan como el agua.Jorge Luis Borges

La noria de recuerdos y celebraciones cada tanto vuelve a tocar a Jorge Luis Borges. Ocasin propicia para recordar uno que otro libro en torno a su obra y que por esa rara mecnica del azar de la literatura han quedado como sepultados/olvidados.

Alejandro Rossi asegur que escribir sobre Borges era resignarse a ser el eco de algn comentarista escandinavo o el de un profesor estadunidense, sesudo y tesonero. Lo cierto es que Borges da para mucho (y para todos).

En un texto de Toms Eloy Martnez sobre una visita-entrevista realizada al poeta Saint-John Perse no poda faltar el autor argentino. La crnica se inicia con un tono grave: Hace quince das iba yo en busca de un hombre que estaba a punto de morir. Con un buen pulso narrativo entramos a la casa del poeta en un pueblito perdido cerca del mar. Perse est en cama aquejado de gota. Durante la conversacin el tema Borges fue inevitable, para ese tiempo el escritor de laberintos y ficciones se haba convertido ms que un autor en un tema incomodo. Perse, que haba tenido breves encuentros con Borges, cont: Me sorprendi saber que detestaba a Rimbaud y que consideraba en cambio a Verlaine y a Victor Hugo como los nicos poetas de Francia. Me sorprendi an ms saber que conceda a sus poemas, demasiado lgicos, demasiado enfermos de racionalismo, una importancia superior a la de sus esplendidas ficciones.

Aquellas palabras de Perse subrayaban mi conviccin de que Borges poeta era prescindible y que en sus poemas, de manera deliberada, recurra a la pirotecnia de la erudicin para volverse un clsico antes de tiempo. Pero Borges comenz como poeta y su primer libro se lo coste l mismo. El libro impreso se lo mostr a su padre y ste le dijo que no tena nada qu decirle, que deba enfrentar por su cuenta sus errores. Borges confes: mi padre hubiera querido ser escritor y no pudo. Dej algunos sonetos, una novela, muchos trabajos que destruy. Entonces se entenda de un modo tcito, que es el modo ms eficaz para que se entienda una cosa, que yo iba a cumplir ese destino que le haba sido negado a mi padre.

Al respecto de sus poemas dijo que muchos de sus amigos le decan que era un intruso en la poesa y que deba dejar de escribir versos. En su defensa aleg que a l le gustaban los versos que escriba. Apreciar la poesa de Borges en su justa dimensin pasa por un pequeo libro escrito por Guillermo Sucre titulado Borges el poeta. Slo un buen ensayista e inobjetable poeta como Sucre, aparte de traductor de Saint-John Perse, poda encarar el reto de una poesa escrita desde el raciocinio de ese lector inverosmil que en suma fue Borges. Sucre destaca: El Borges que reflexiona en sus relatos y en sus ensayos es el mismo que medita ensimismado o fervorosamente en sus poemas. Incluso hay pginas de su prosa que se imponen ms por cierto arrebato, cierto juego libre del pensamiento y de la sensibilidad; hay en ellas tanta pasin como en su poesa. La poesa de Borges no pierde, sino rara vez, su contencin, su secreto rumor; su simplicidad puede a veces desorientar: hay en ella ms profundidad de la que se cree.

Sucre asevera que es ms bien un escritor que exige mucho y no hace concesiones: Ni los que aspiran a enrarecer al Borges de los relatos y los ensayos, ni los que simplifican al Borges poeta, parecen estar en lo cierto. El libro Borges poeta no slo le otorga cualidades a la potica de Borges, sino que va develando sus trucos eruditos para sorprender; va descubriendo al autor que piensa con verbosidad libresca sus metforas y al hombre sensible que desde nio se cri detrs de una verja de lanzas, y en una biblioteca de ilimitados libros ingleses. Sucre como poeta va a la raz de los poemas de Borges y los examina tambin sin hacer concesiones: Son sus metforas menos persuasivas y, queriendo sorprender, son precisamente las que menos sorprenden. Descubren demasiado su mecanismo. Ya es el gusto por la brusquedad, por el impacto: La luz a puetazos/ abre un boquete en los cristales. Ya la excesiva intencionalidad y el clculo: Vienen del patio donde el aljibe es una torre invertida/ entre dos cielos. Ya el rebuscamiento: Alguien descrucifica los anhelos/ clavados en el patio. Otras veces se cae en un intil hermetismo, en una desmedida acumulacin de elementos. No son ejemplos aislados, pero tampoco dominantes. Abundan especialmente en Fervor de Buenos Aires, no as en los dos libros posteriores. Hay, incluso, pequeos poemas que no consisten sino en un puro juego metafrico. Citaremos un ejemplo, pero no sin aadir tambin que en l se intuye una influencia ms que todo expresionista, y sin dejar de reconocerle cierta fuerza expresiva:

Ms vil que un lupanar/la carnicera rubrica como una afrenta la calle./ Sobre el dintel/una cabeza ciega de vaca preside el aquelarre/de carne charra y mrmoles finales/ con la confusa majestad de un dolo.

El libro de Sucre sobre el poeta que hay en Borges es una leccin de lectura por encima de cualquier prejuicio, y entre algunas de las conclusiones del libro esta me parece la ms acertada: El destino de Borges se identifica, en ltima instancia, con el destino de la palabra, del poema, de la poesa misma. De ah su valor ejemplar.

Borges escribi su poesa pensado en lectores futuros y se sirvi de su inteligencia y memoria libresca para escribir poemas como pasajes a la inmortalidad; no quera estar en el ruido del momento, quera ser un rumor que viaja a travs de los siglos cabalgando sobre metforas sin fisuras en las cuales la perfeccin fue lograda con paciente artesana, quizs su poesa parezca fra o sin emocin, quiz carezca de esa vibracin musical de la piel, pero su efectividad lrica estriba en lo que expresan, en lo que dicen con un inesperado efecto de lucidez, ilustracin y belleza. Borges apost por ello y slo el tiempo tendr la ltima palabra.