bono de género en américa latina y el caribedraft).pdf · bono de género en américa latina y el...

25
Bono de género en América Latina y el Caribe Conceptos, metodología y aplicaciones Versión para revisión, Diciembre 2012 Ciro Martínez Gómez

Upload: votuong

Post on 13-Aug-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Bono de género en América Latina y el Caribe

Conceptos, metodología y aplicaciones

Versión para revisión, Diciembre 2012

Ciro Martínez Gómez

Bono de género en América Latina y el Caribe

Conceptos, metodología y aplicaciones

Versión para revisión, Diciembre 2012

Contenido:

1. Introducción

2. Tendencias de la participación laboral femenina en América Latina

- Algunos antecedentes

- Participación laboral femenina y transición demográfica en América Latina

3. Medición de la equidad de género en la participación económica: importancia,

avances metas.

4. Transición demográfica, cambio en la estructura de los hogares y equidad de género

en la participación.

5. La medición del bono de género, aplicaciones en América Latina

- El bono de género en el pasado reciente

- El bono de género en las proyecciones del CELADE

- Escenarios futuros para el bono de género en América Latina

6. Reflexiones finales sobre las variables de política para incentivar el incremento de la

participación de la mujer en la actividad femenina.

.

1. Introducción.

Uno de los principales objetivos del proyecto NTA es “contribuir a una mejor formulación de las

políticas de protección social mediante el análisis del impacto de las tendencias demográficas

en el crecimiento económico, la sostenibilidad fiscal y la equidad”. En el marco de este objetivo

se han realizado avances significativos en el análisis del impacto de las tendencias

demográficas sobre el crecimiento económico en América Latina y el Caribe, principalmente a

través de la identificación y cuantificación de los períodos de bono demográfico que

experimentan los países de la región en su tránsito por las etapas de la transición demográfica.

Por otro lado, en la región se viene observando un incremento muy significativo de la

participación de la mujer en la actividad económica, que ha sido favorecida por la reducción de

la fecundidad y por el cambio en el tamaño y composición de las familias. Se deriva un

aumento potencial muy significativo en el aporte que ellas pueden realizar a los ingresos de sus

hogares y por lo tanto al crecimiento económico y a la reducción de la pobreza. La magnitud de

tal aporte es lo que denominamos bono de género.

La magnitud económica del bono de género puede ser significativa. Para evaluar su impacto

hacia adelante sería necesario elaborar proyecciones de población económicamente activa

femenina, ya sea siguiendo las tendencias observadas en las tasas de participación femenina o

estableciendo una meta para su crecimiento. En este último caso, la participación femenina se

haría crecer hasta alcanzar una meta de equidad de género en la participación laboral.

El análisis del bono de género apoya la argumentación sobre la importancia de la equidad de

género como un elemento central en el logro del desarrollo sostenible y, por lo tanto, la

necesidad de la inclusión de un enfoque de género en la formulación y aplicación de las

políticas públicas. Además sustenta la necesidad de establecer políticas específicas dirigidas a

igualar las oportunidades, permanencia; remuneraciones y condiciones de contratación para las

mujeres en el mercado de trabajo.

El presente estudio tiene por objeto contribuir al desarrollo conceptual y metodológico para la

evaluación del bono de género, y realizar aplicaciones para los países de América Latina. Se

busca contribuir al fortalecimiento de la capacidad de los Estados de la región para la

evaluación de los impactos económicos de las tendencias demográficas, así como para la

incorporación del enfoque de género en las políticas de desarrollo sostenible y de reducción de

la pobreza.

2. Tendencias de la participación laboral femenina en América Latina

Algunos antecedentes.

En América Latina, como en gran parte del mundo en desarrollo se viene experimentando un

incremento sustancial y sostenido en las tasas de participación económica de las mujeres, lo

que ha promovido el interés por examinar los factores determinantes de esa tendencia, los

impactos positivos que pueda generar sobre el crecimiento económico y la reducción de la

pobreza y las políticas que puedan implementarse para su estímulo y aprovechamiento.

Como factor determinante principal de este impulso a la participación femenina se puede

identificar el descenso de la fecundidad y una serie de cambios interrelacionados con dicho

descenso, como son la reducción del tamaño y el cambio en la estructura de los hogares, el

aumento del nivel educativo de las mujeres y los indudables avances de las mujeres en el logro

de una mayor autonomía.

En cuanto a las consecuencias del incremento de la participación laboral de las mujeres, es de

suponer que el aporte que ellas realizan gracias a la obtención de ingresos adicionales en el

mercado laboral se convierte en mejoras sustantivas de la calidad de vida de sus hogares y por

lo tanto en el crecimiento económico y el desarrollo. Es a estos impactos positivos a los que se

ha denominado “bono de género”.

Como ejemplo de la importancia de los aportes de la participación laboral a la economía de los

hogares, en una simulación realizada por Ros (2009) se encontró que la incorporación de las

mujeres al mercado de trabajo implicaba un aumento significativo del volumen total de ingresos

de sus hogares; calculando que el aporte de las mujeres constituye entre el 60% y el 90% de

los ingresos medios de los hombres, la supresión de tales ingresos en los hogares biparentales

haría aumentar la pobreza entre un 6% y un 22% en 14 países examinados.

Sin embargo, el incremento de la participación femenina puede no traducirse en una proporción

directa en crecimiento económico y mejoras de las condiciones de vida de sus hogares. El

impacto final logrado depende de la medida en que la mujer que participa logre vincularse

efectivamente a empleos de calidad y obtener ingresos que respondan a su calificación. La

baja fecundidad que predomina actualmente en gran parte de los países de América Latina, al

mismo tiempo que ha incentivado la participación laboral de las mujeres, les ha permitido

acceder en mayor medida al sistema educativo y permanecer en él por más tiempo. En

consecuencia, las oportunidades de acceso y el retorno al capital humano incorporado debiera

igualarse para hombres y mujeres.

Sin embargo persisten condiciones culturales y de estructura de los mercados laborales que

constituyen barreras a la vinculación laboral de calidad para las mujeres. Todavía es común

que la participación laboral de las mujeres constituya un mecanismo de supervivencia de los

hogares, para complementar los ingresos de los hombres frente a ciclos recesivos de la

economía (trabajador añadido), mientras en los ciclos de auge la participación de la mujer se

sacrifica frente al mayor salario de mercado esperado por parte de los hombres. Este y otros

factores determinan una mayor precariedad del empleo al que accede la mujer, en cuanto al

tipo de actividades a las que accede, su discontinuidad, menores posibilidades de ascenso e

incremento de salario y menor posibilidad de realizar aportes a los sistemas de seguridad

social.

De allí la necesidad de diseñar políticas que estimulen la participación laboral efectiva de las

mujeres y el mejoramiento de la calidad de su empleo. Tales políticas deberían estar

orientadas, entre otros objetivos, a superar las condiciones de discriminación en el mercado

laboral, a realizar fuertes inversiones en el mejoramiento de la calidad de la educación para

lograr una mejora sustancial del capital humano femenino, a asegurar el retorno a la educación

para las mujeres, a equiparar los ingresos de hombres y mujeres en iguales condiciones de

calificación y responsabilidad y a lograr un mejor balance entre los roles productivos y

reproductivos en los hogares.

El resultado esperado de tales políticas tendría que ser el avance hacia la equidad de género

en la participación laboral femenina. En este sentido diversos estudios como los Informes de

Desarrollo Humano y estadísticas de Eurostat vienen utilizando indicadores que relacionan la

participación laboral de hombres y de mujeres y haciendo seguimiento al avance de los países

en esta materia. En tales estudios, los países nórdicos como el caso de Noruega y Finlandia se

destacan por haber alcanzado los mayores índices de equidad de género en la participación

laboral. Sin duda estos indicadores son una primera etapa puesto que no incluyen una

consideración de la calidad del empleo, su continuidad o su remuneración.

En el presente trabajo se utilizará un indicador que avanza un poco en la consideración de la

discontinuidad del empleo de la mujer al utilizar el cociente entre años de vida laboral o, en

otras palabras cociente entre índices sintéticos de participación. El objetivo es realizar una

medición del bono de género, definido como el impacto económico positivo del incremento

futuro de la participación femenina que sería necesario realizar hasta obtener la equidad de

género en la participación laboral. Se realizan y se comparan diferentes estimaciones: por un

lado se proyectan las tendencias actuales de la participación de hombres y mujeres hasta un

plazo dado y, por otro lado se proyectan el comportamiento que sería necesario para alcanzar

la meta constituida por el nivel de equidad de género de la participación alcanzada actualmente

por los países más avanzados en esta materia.

Participación laboral femenina y transición demográfica en América Latina

Las tasas de participación de la mujer están creciendo de manera acelerada con relación a las

tasas de participación de los hombres en la mayoría de los países de América Latina. Esto se

puede verificar en la gráfica 1, donde se muestra la evolución de las tasas de participación por

sexo de 13 países de los que se dispone de información de nivel nacional, proveniente de las

encuestas de hogares1 para el período aproximado entre 1990 y 2009. En primer lugar, se

confirma el incremento importante y más o menos generalizado de la participación de las

mujeres en los países observados, mientras que la participación de los hombres aumenta

mucho menos que la participación de las mujeres e incluso se presentan disminuciones en la

mayoría de los países analizados, con descensos más pronunciados en Costa Rica, Colombia,

Brasil, Honduras y Chile. Sólo en unos pocos países se aprecia crecimiento de la participación

de los hombres, como en el caso de Honduras, Panamá y Nicaragua.

1 La información fue proporcionada por la División de Desarrollo Social de la CEPAL y proviene de las bases de

datos de encuestas de hogares que compila la CEPAL.

En el panel A del gráfico, se presenta Chile, como representativo de los países que tienen

transición demográfica más avanzada y antigua. Se puede apreciar cómo la tasa de

participación de las mujeres aumentó de manera importante durante la década del 90 y hasta

2005, aunque de allí hasta el 2010 su ritmo de crecimiento se atenuó e incluso disminuyó

levemente. Por su parte la tasa de participación de los hombres es relativamente baja, fluctúa

entre 70% y 80% y desciende levemente hacia 2010.

En el panel B se reúnen países con un proceso de transición más reciente y que fue muy

acelerado en las décadas de 1990 y 2000. Estos países se caracterizan por tasas de

participación de los hombres muy altas (alrededor de 80%) pero prácticamente constantes,

mientras las tasas de participación femenina han crecido más rápido que en los países de

transición más antigua, fenómeno probablemente vinculado con el ritmo más rápido del cambio

demográfico, principalmente el descenso de su fecundidad, que han observado estos países.

Las diferencias entre la participación masculina y femenina eran mayores que en los países de

transición más antigua, pero la convergencia de la participación por sexos ha sido acelerada.

En el panel C, se presenta el caso del Perú, donde se presentan tasas muy elevadas de

participación laboral de las mujeres con respecto a las de los hombres, resultado que llama la

atención y podría asociarse quizás con un peso importante de actividades rurales en las que la

mujer participa de manera muy acentuada; o también con diferencias de aplicación e

interpretación de las preguntas de actividad económica en las encuestas.

En el panel D, que reúne a los países centroamericanos, menos avanzados en el proceso de

transición demográfica, resaltan los bajos niveles de participación alcanzados por las mujeres

(menos del 50%), así como una brecha considerable entre la participación de los hombres y la

de las mujeres y una escasa convergencia.

Del anterior análisis puede concluirse la existencia de una asociación más o menos clara entre

el mayor avance en la transición demográfica, un mayor incremento de la participación de la

mujer y una más rápida convergencia de los niveles de participación de hombres y mujeres,

corroborando el papel muy importante que juega el descenso de la fecundidad como

propiciadora de la mayor participación femenina.

Grafico 1. Evolución de las tasas de participación por sexo, países seleccionados de América

Latina.

Panel A

Panel B

0

10

20

30

40

50

60

70

80

1985 1990 1995 2000 2005 2010

Chile hombres

Chile mujeres

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

1985 1990 1995 2000 2005 2010

Brasil hombres

Brasil mujeres

Colombia hombres

Colombia mujeres

Costa Rica hombres

Costa Rica mujeres

México hombres

México mujeres

Panamá hombres

Panamá mujeres

Venezuela hombres

Venezuela mujeres

Panel C

Panel D

El mismo tipo de conclusión se deriva del cuadro 1 donde se muestra el ordenamiento de los

porcentajes de cambio de las tasas de participación de hombres y mujeres en las

aproximadamente dos décadas estudiadas. Aquí se incluyen datos de encuestas referidas al

área urbana o las principales ciudades, para efectos de comparación. El mayor incremento de

las tasas de participación femenina se observa en México (52%) y después en Venezuela,

Costa Rica, Brasil, Chile, Panamá y Colombia y también en las zonas urbanas de Uruguay y

Argentina. De nuevo, los países que experimentaron mayor cambio en la tasa de participación

de sus mujeres son los que han avanzado más en la transición demográfica, lo que corrobora

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

1985 1990 1995 2000 2005 2010

Perú hombres

Perú mujeres

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

1985 1990 1995 2000 2005 2010

Guatemala hombres

Guatemala mujeres

Honduras hombres

Honduras mujeres

Nicaragua hombres

Nicaragua mujeres

El Salvador hombres

El Salvador mujeres

Rep. Dominicana hombres

Rep. Dominicana mujeres

la existencia de una asociación entre el descenso de la fecundidad y el incremento de la

participación laboral de las mujeres.

En el cuadro también puede apreciarse que la variación anual de las tasas de participación de

las mujeres fue sistemáticamente menor en la década de 2000 que en la década de 1990, en

todos los países, salvo el caso de Perú, donde puede haber un problema de la información.

Incluso en Honduras, Ecuador (urbano), Bolivia (8 ciudades) y República Dominicana las tasas

de participación de las mujeres volvieron a disminuir en el período más reciente. En los países

con mayor avance en la transición demográfica este fenómeno podría estar relacionado con la

disminución del ritmo del descenso de la fecundidad, pero en los países menos avanzados en

el proceso de transición demográfica, puede representar la incidencia de factores culturales y

estructurales del mercado de trabajo, situación a tener en cuenta a la hora de diseñar políticas

de empleo.

Cuadro 1. América Latina, cambio porcentual de las tasas

De participación por sexo 1990-2009 (aprox.)

Países Período observado Cambio total (%) Cambio anual (%) Cambio anual mujeres

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Década 90

(aprox)

Década 2000

(aprox)

México 1989-2008 2.2 52.2 0.1 2.7 3.1 1.6

Venezuela 1994-2008 -0.8 38.6 -0.1 2.8 6.2 0.6

Costa Rica 1990-2009 -6.8 38.0 -0.4 2.0 2.0 1.7

Argentina (Gran BA) 1990-2009 1.4 34.7 0.1 1.8 2.5 1.0

Brasil 1990-2009 -4.9 31.2 -0.3 1.6 2.6 0.7

Chile 1990-2009 -3.9 30.1 -0.2 1.6 2.2 0.7

Uruguay (Urbano) 1990-2009 0.2 26.5 0.0 1.4 1.5 1.2

Panamá 1991-2009 5.0 26.3 0.3 1.5 1.6 1.2

Colombia 1991-2009 -5.0 23.6 -0.3 1.3 1.7 0.9

Honduras 1990-2007 -4.8 22.4 -0.3 1.3 2.5 -1.3

Ecuador (Urbano) 1990-2009 -2.3 21.2 -0.1 1.1 2.7 -0.3

Nicaragua 1993-2005 9.7 20.2 0.8 1.7 3.6 0.3

Paraguay (Asuncion y Dpto Central) 1990-2009 -3.1 17.9 -0.2 0.9 1.5 0.2

Bolivia (8 ciudades) 1989-2007 2.9 15.3 0.2 0.9 2.1 -0.6

Guatemala 2004-2006 2.6 11.1 1.3 5.6 ND ND

El Salvador 1995-2009 -3.3 11.0 -0.2 0.8 1.6 0.4

República Dominicana 1997-2009 -7.6 6.8 -0.6 0.6 2.2 -0.6

Perú 1997-2009 -1.8 3.5 -0.1 0.3 -5.3 1.6

Fuente: Elaboración propia a partir de las bases de datos de Encuestas de Hogares de la División de Desarrollo Social de la

CEPAL.

3. Medición de la equidad de género en la participación económica: importancia,

avances metas.

El incremento de la participación laboral femenina hace parte de un escenario amplio de logros

en cuanto a la presencia de las mujeres en la vida económica, política y social de los países.

El aumento de la participación de las mujeres en todos estos ámbitos ha sido adoptado como

una de las bases fundamentales para el avance en la equidad, condición inherente al

mejoramiento de las condiciones de vida y el desarrollo sostenible. Por lo tanto la promoción de

la autonomía de las mujeres no sólo es fundamental como objetivo en sí mismo, para

garantizar el ejercicio de sus derechos humanos, sino que promover la participación y el

liderazgo de las mujeres en los niveles de decisión conlleva efectos positivos para la calidad de

vida de toda la sociedad (Guisán, 2010). De acuerdo con la CEPAL (on line), la autonomía de

la mujer contiene tres pilares fundamentales: la capacidad para generar ingresos propios y

controlar activos y recursos (autonomía económica), el control sobre su propio cuerpo

(autonomía física) y su plena participación en las decisiones que afectan a sus vidas y la de su

colectividad, es decir autonomía en la toma de decisiones. Como puede observarse, la

distribución del trabajo remunerado y no remunerado entre hombres y mujeres es una de las

dimensiones fundamentales para la promoción de una mayor igualdad en la distribución del

trabajo remunerado y no remunerado.

En consecuencia, los objetivos e indicadores de equidad de género hacen parte integral de los

principales sistemas de medición y monitoreo del desarrollo mundial. Distintos indicadores de

relación de participación laboral entre los sexos son usados para el efecto. El objetivo 3 de los

Objetivos de Desarrollo del Milenio se refiere a Promover la igualdad de género y el

empoderamiento de la mujer; entre sus indicadores está la proporción de mujeres en el empleo

asalariado no agrícola (CEPAL, on line); por su parte el Índice de Desarrollo Humano del PNUD

establece tres dimensiones de la desigualdad de género: salud reproductiva, empoderamiento

y mercado laboral, siendo el indicador de esta última dimensión la participación de hombres y

mujeres en la fuerza laboral2; por su parte el índice de equidad género (IGE) desarrolado por

Social Watch y el índice de igualdad de género de la Unión Europea (EUGE-Index), incorporan

como componente básico medidas de relación de la participación económica de hombres y

mujeres.

Los avances logrados en equidad de género de la participación económica de los países más

desarrollados son notables, pero en ningún país se ha llegado a la total igualdad en este

aspecto. En el cuadro 2 se presentan los datos de tasas globales de participación económica

de hombres y mujeres y la relación por cociente entre ellos, como indicador de equidad de

género. Los datos provenien del Informe de Desarrollo Humano (PNUD, 2011). Se muestran

los países que han alcanzado muy alto nivel en el IDH y en comparación, se presentan los

datos de los países de América Latina3.

2 El índice de Desarrollo Humano también incluye un índice de Potenciación de Género, o indicador de empoderamiento de las mujeres, uno de

cuyos componentes es el wrinc, cociente entre los ingresos laborales de mujeres y hombres. 3 Se incluye Jamaica, país del Caribe que pertenece al proyecto NTA.

Cuadro 2. Participación económica por sexo según el índice de equidad de género del

IDH, Países con alto IDH y América Latina.

Países

TGP 2009

Países

TGP 2009

Mujeres Hombres Cociente

M/H Mujeres Hombres Cociente

M/H

Norway 63,0 71,0 0,89 Spain 49,1 68,5 0,72

Finland 57,0 64,9 0,88 Singapore 53,7 75,6 0,71

Sweden 60,6 69,2 0,88 Korea (Republic of) 50,1 72,0 0,70

Iceland 71,7 83,1 0,86 Japan 47,9 71,8 0,67

Canada 62,7 73,0 0,86 Greece 42,9 65,0 0,66

Denmark 60,3 70,6 0,85 Italy 38,4 60,6 0,63

Barbados 65,8 78,0 0,84 Qatar 49,9 93,0 0,54

Israel 51,9 62,5 0,83 Malta 31,6 67,5 0,47

Switzerland 60,6 73,7 0,82 United Arab Emirates 41,9 92,1 0,45

New Zealand 61,8 75,7 0,82 Bahrain 32,4 85,0 0,38

Netherlands 59,5 72,9 0,82 América Latina

United States 58,4 71,9 0,81 Perú 58,2 76,0 0,77

France 50,5 62,2 0,81 Jamaica 56,1 74,0 0,76

Portugal 56,2 69,4 0,81 Bolivia (Plurinational State of) 62,1 82,0 0,76

Australia 58,4 72,2 0,81 Brasil 60,1 81,9 0,73

Lithuania 50,2 62,1 0,81 Uruguay 53,8 75,5 0,71

Slovenia 52,8 65,4 0,81 Haití 57,5 82,9 0,69

Brunei Darussalam 59,7 74,8 0,80 Argentina 52,4 78,4 0,67

United Kingdom 55,3 69,5 0,80 Paraguay 57,0 86,6 0,66

Germany 53,1 66,8 0,79 Venezuela (Bolivarian Republic of) 51,7 80,3 0,64

Estonia 54,8 69,0 0,79 Dominican Republic 50,5 79,8 0,63

Austria 53,2 68,1 0,78 Cuba 40,9 66,9 0,61

Latvia 54,3 70,2 0,77 Ecuador 47,1 77,7 0,61

Belgium 46,7 60,8 0,77 Nicaragua 47,1 78,4 0,60

Croatia 46,3 60,3 0,77 Panama 48,4 80,7 0,60

Cyprus 54,3 70,8 0,77 El Salvador 45,9 76,7 0,60

Luxembourg 48,0 63,3 0,76 Chile 41,8 73,4 0,57 Hong Kong, China (SAR) 52,2 68,9 0,76 Costa Rica 45,1 79,9 0,56

Slovakia 51,2 68,5 0,75 Guatemala 48,1 87,9 0,55

Poland 46,2 61,9 0,75 México 43,2 80,6 0,54

Ireland 54,4 73,0 0,75 Colombia 40,7 77,6 0,52

Hungary 42,5 58,8 0,72 Honduras 40,1 80,2 0,50

Czech Republic 48,8 67,6 0,72 Fuente: PNUD, Indicadores de Desarrollo Humano. Informe 2011.

Noruega, Finlandia y Suecia son los países que han alcanzado una mayor equidad de género

en sus mercados de trabajo, como lo indica la proporción cercana al 90% de la participación de

las mujeres frente a la de los hombres. Los países nórdicos se han distinguido desde hace ya

varias décadas por haber introducido medidas específicas de igualación de oportunidades para

hombres y mujeres en el mercado de trabajo, tales como flexibilidad en las jornadas laborales

para que ellos o ellas, a elección, puedan asumir las labores relacionadas con la crianza de los

hijos. A pesar de ello, no se llega a la total equiparación de la participación.

En cuanto a América Latina, sólo dos países de la región pertenecen al grupo de los países de

muy alto nivel de IDH, Argentina y Chile y los restantes se encuentran en un nivel intermedio de

dicho indicador. A pesar de ello, los países de América Latina tienden a tener niveles

intermedios de equidad, con proporciones entre el 50% y el 77% de participación de las

mujeres frente a la de los hombres. Comparando los índices de América Latina con los de los

países de altísimo nivel de desarrollo humano se observa un traslape de los niveles. Varios

países de América Latina que tienen un nivel de desarrollo humano alto superan los niveles de

equidad de la participación de países de nivel muy alto de desarrollo humano. Por el contrario,

varios de los países de índice muy alto de desarrollo humano tienen niveles bajos de equidad

en participación laboral. Entre los países que ocurre esto último se destacan países europeos

del Mediterráneo (España, Gracia, Italia), países de Asia (Singapur, Corea, Japón) y algunos

países árabes (Katar, Emiratos Arabes Unidos y Bahrein)

Esto indica que aunque se logren altos niveles en los otros indicadores de desarrollo, en

algunos países persisten barreras, principalmente de orden cultural, que tienen que ver con la

distribución de los roles productivos y reproductivos en la sociedad y que continúan impidiendo

la total integración de la mujer en la actividad económica.

Las tasas brutas de participación que se utilizan en este tipo de indicadores de equidad están

afectadas por varias limitaciones. En primer lugar están afectadas por la estructura por edad de

la población, por otro lado, no todas las mujeres que participan en la actividad están ocupadas

y finalmente, como indicador transversal no tienen en cuenta la discontinuidad de la

participación y la ocupación que puede afectar a las mujeres en distintos momento de su ciclo

de vida. Un indicador más ajustado, que no está afectado por la estructura por edad y da

cuenta, por lo menos parcialmente de las fluctuaciones de la participación a lo largo de la vida

de las personas son los índices sintéticos de participación o años de vida activa. Los índices

sintéticos de participación, similar a como se hace con la fecundidad, se calculan mediante la

sumatoria de las tasas específicas de participación a las diferentes edades. Expresan el tiempo

que una cohorte pasaría en actividad si durante el transcurso de su vida activa hubiera

experimentado las tasas de participación por edad observadas actualmente. Los índices

sintéticos de participación dan una idea más aproximada sobre el tiempo efectivo que hombres

y mujeres pasan respectivamente participando en la actividad económica en el transcurso de

su ciclo vital.

Se propone por lo tanto utilizar el indicador Índice Sintético de Equidad de Género (ISEG) en la

participación económica, consistente en el cociente de los tiempos vividos en actividad por

mujeres y hombres. Es importante señalar que no es usual disponer de la información de

actividad económica por edad y sexo; para este estudio se contó con las bases de datos de las

Encuestas de Hogares de América Latina para el período 1990-2009, proporcionadas por la

División de Desarrollo Social de la CEPAL y bases similares para los países de Europa en el

período 1998-2009, del sistema de consulta de Eurostat. En el gráfico 3 se presentan los

niveles y las tendencias de los índices sintéticos de equidad de género aplicados a los países

de América latina y a los países de mayor equidad de género en Europa.

Del gráfico se desprenden varias observaciones interesantes. En primer lugar, la clasificación

coincide a grandes rasgos con la obtenida con el cociente de las tasas brutas de participación

del informe del Indice de Desarrollo Humano: los países nórdicos: Finlandia, Noruega, Suecia,

Dinamarca figuran entre los de mayores niveles de equidad de género medida con el ISEG,

aunque ahora figuran también otros países como Letonia. Para todos ellos el ISEG está por

encima del 90%. En cuanto a la tendencia, a pesar de los altos niveles alcanzados, todavía se

observa una leve pendiente creciente, con excepción del caso Finlandia, donde el índice bajó

del 95% al 92% entre 2009 y 2011. Finalmente, llama la atención la tendencia fuertemente

creciente del índice en Holanda y Bélgica.

El nivel alcanzado en el ISEG por Finlandia, Suecia o Noruega (alrededor de 93%) en 2011

pueden constituirse en las metas de equidad de género en la participación. Como se ha dicho,

estos países poseen políticas específicas para promover el balance entre las actividades

productivas y reproductivas de hombres y mujeres. Por la convergencia actual hacia ese nivel

puede pensarse que existen limitaciones incluso en estos países para llegar a la igualdad en

participación.

En América Latina, teniendo en cuenta sólo los datos comparables, es decir los referidos al

total nacional y no sólo a zonas urbanas, Perú presenta actualmente el índice más alto. Este

comportamiento no parece coherente con los niveles de desarrollo y de avance en la transición

demográfica, que, como se ha visto están correlacionados con el avance en la equidad de

género de la participación económica. La explicación podría estar relacionada con el tipo de

organización productiva de estos tres países, quizás un predominio de producción tradicional

agrícola en la que la mujer desempeña un rol más activo. Fuera de estos casos, hay un

ordenamiento más o menos consistente con los niveles de desarrollo y transición demográfica:

Brasil con el ISEG más alto y en el otro extremo Guatemala, Nicaragua y Honduras con los

niveles más bajos.

También se observan casos que no concuerdan del todo con la clasificación esperada:

Colombia y Venezuela con niveles relativamente elevados para lo esperado y Chile, Costa Rica

y México, con índices relativamente bajos.

La tendencia del ISEG para la mayoría de los países de la región es claramente creciente. La

excepción es Venezuela, cuyo índice se mantiene constante hacia el final del período

observado.

Gráfico 2. Índices Sintéticos de Equidad de Género en América Latina y en países

Europeos seleccionados 1990-2011

Fuentes: Bases de datos de Encuestas de Hogares, CEPAL. Eurostat.

0.3

0.4

0.5

0.6

0.7

0.8

0.9

1

1985 1990 1995 2000 2005 2010 2015

Finland

Norway

Latvia

Sweden

Iceland

Denmark

Netherlands

Germany

Switzerland

United Kingdom

Belgium

Perú

Uruguay (Urbano)

Paraguay (Urbano)

Brasil

Bolivia (8 ciudades)

Argentina (BA)

Ecuador (Urbano)

Colombia

Venezuela

Chile

Panamá

El Salvador

Costa Rica

República Dominicana

México

Guatemala

Nicaragua

4. Transición demográfica, cambio en la estructura de los hogares y equidad de género

en la participación.

El descenso de la fecundidad, los cambios en el comportamiento de nupcialidad y las

transformaciones en la conformación de las familias son todos factores asociados entre sí y

que tienen un gran impacto sobre las posibilidades de participación de las mujeres en la

actividad económica. En las etapas plena y avanzada de la transición demográfica, por la que

transcurren la mayoría de los países de América Latina, el principal cambio resultante de la

dinámica demográfica es la reducción del número de niños que tienen que atender los hogares.

Diversos estudios han constatado la existencia de un claro impacto positivo de la menor

presencia de niños menores en los hogares, sobre la participación de las mujeres en la

actividad económica (Tugores, 2007; García, Molina y Montuenga, 2007; Charry, 2003; Alvis et

al., 2010; Alvear, 2011; Martínez, 2012). Esta relación se produce porque la menor carga de

trabajo reproductivo les permite a las mujeres disponer de tiempo para desarrollar actividades

generadoras de ingresos (Arriagada, 2004).

Dado que la participación de los hombres en la actividad económica, como se señaló antes,

tiende a permanecer constante y en algunos casos está disminuyendo, el incremento en la

actividad económica de las mujeres se traduce directamente en un incremento en la equidad de

género. Por otro lado, en los países en transición plena en que la carga de dependientes

adultos mayores aún no crece de manera considerable, un indicador de la carga de trabajo

reproductivo que soportan las mujeres (principalmente infantil) es la relación de dependencia

de menores. Es de esperar una relación negativa entre los índices de equidad de género y la

relación de dependencia infantil.

Tal relación se comprueba claramente para los países de América Latina en el período 1990-

2009 que venimos examinando (Gráfico 3). Los resultados indican que la transición

demográfica en América Latina, a través de la reducción de la relación de dependencia de

menores está contribuyendo directamente a un mejoramiento de la equidad de género de la

participación en la actividad económica. El bono de género, entonces, no actúa sólo en el

sentido de incrementar la participación sino también en un incremento de la equidad en los

mercados de trabajo y de la sociedad en general.

Gráfico 3. Regresión entre el ISEG y la relación de dependencia de menores en países de

América Latina, 1990-2009

Fuentes: CEPAL, División Desarrollo Social, Bases de datos Encuestas de

Hogares. CEPAL, Observatorio demográfico No. 2, Observatorio Demográfico No. 3

5. La medición del bono de género, aplicaciones a América Latina.

El concepto de bono de género se refiere al aporte potencial que pueden realizar las mujeres a

los ingresos de sus hogares y por lo tanto al crecimiento económico y a la reducción de la

pobreza debido al incremento significativo de su participación en la actividad económica. Como

el bono demográfico, el bono de género es en gran parte resultado de la dinámica demográfica

en la medida que el incremento de la participación de la mujer en la actividad económica se ha

visto estimulado principalmente por la reducción de la fecundidad y por los cambios en el

tamaño y composición de las familias que dicha tendencia en la fecundidad tendencia trae

aparejados.

Como el bono demográfico, el bono de género es una situación transitoria por cuanto en la

medida en que la población envejezca, la liberación del tiempo dedicado a trabajo reproductivo

por parte de las mujeres que surge como consecuencia de la presencia de menos niños en los

hogares, puede verse reducida o sobrepasada por el incremento de la carga de dependientes

adultos mayores, sobre todo en ausencia de un sistema público de cuidado, situación en la

cual, el cuidado de los adultos mayores tiende a recaer sobre las mujeres.

0

0.1

0.2

0.3

0.4

0.5

0.6

0.7

0.8

0.9

0.0 0.2 0.4 0.6 0.8 1.0

ISEG

Relación de dependencia infantil

ISEG

Linear (ISEG)

Es una medida potencial por cuanto el aporte efectivo a la economía por parte de las mujeres

se realiza cuando ellas logran acceder al empleo productivo y bien remunerado. Esto depende

de las condiciones del mercado de trabajo, que tienden a discriminar negativamente el acceso

de las mujeres, así como de características individuales como la edad, el nivel educativo

alcanzado y de factores culturales que tienen que ver con la distribución de los roles

productivos y reproductivos al interior de los hogares.

La magnitud económica del bono de género puede ser medida de manera similar a como se

mide la magnitud económica del bono demográfico, aplicando perfiles por edad de la

participación efectiva en la producción (ingresos) y el consumo de la población femenina.

Debido a que tales datos no están aún disponibles, el presente documento se limitará a la

medición del bono de género potencial, es decir el que resulta estrictamente del aumento de las

tasas de participación de las mujeres en la actividad económica.

El porcentaje de cambio de la tasa de participación femenina en un período determinado

constituye una primera aproximación a la estimación del bono de género. Esta medida es

similar y relativamente comparable4 a una primera aproximación del bono demográfico, la que

se obtiene mediante el porcentaje de cambio de la relación de dependencia demográfica en un

período determinado. El ejercicio predictivo del bono de género puede realizarse de varias

maneras, utilizando la información disponible: a) proyectar las tasas de participación de

hombres y mujeres de acuerdo con su tendencia reciente. El bono de género será el porcentaje

de cambio de la tasa de participación femenina en el período proyectado; b) proyectar alguno

de los indicadores de relación entre participación femenina y participación masculina hasta

alcanzar una meta de equidad de género en la participación, en algún momento del futuro. La

diferencia entre la proyección por tendencia y la proyección con una meta de equidad de

género indicaría la intensidad del esfuerzo de política necesario para incentivar la participación

femenina. Adicionalmente, en este ejercicio se compararán las estimaciones obtenidas, con las

proyecciones de participación realizadas por CELADE, en cuanto a tendencias actuales y con

las metas de equidad de género en la participación.

El bono de género en el pasado reciente

En el cuadro 3 se presenta la primera aproximación al cálculo del bono de género para el

período reciente (décadas del 90 y 2000) con base en la información de las encuestas de

4 Para hacerlas comparables, se deberían usar las tasas refinadas de participación en la actividad económica

usando el denominador que se ajuste a la relación de dependencia utilizada, por ejemplo población entre 15 y 65 años de edad. Las tasas de participación obtenidas de las bases de datos de encuestas de hogares de CEPAL son tasas brutas de participación, con denominador (PET) de 15 años y más. Las proyecciones de población económicamente activa del CELADE proporcionan tasas refinadas, con la población de 15 a 65 años en el denominador. Es necesario tener en cuenta estas limitaciones en la comparabilidad de los resultados de este documento. El refinamiento de los cálculos se hará en una etapa posterior del estudio.

hogares de 12 países de América Latina, para los cuales se ha obtenido información

representativa del nivel nacional5.

Cuadro 3. Estimación del bono de género y relación con el bono demográfico en 13

países de América Latina (1990-2009)

Países Período observado

de la TP femenina

Cambio (%) TBP femenina (Bono

género) /a

Cambio porcentual de la relación de

dependencia /b/c (Bono demográfico)

Total Anual Total Anual

Brasil 1990-2009 31.2 1.6 24.0 1.2

Chile 1990-2009 30.1 1.6 14.7 0.7

Colombia 1991-2009 23.6 1.3 20.4 1.0

Costa Rica 1990-2009 38.0 2.0 30.6 1.5

El Salvador 1995-2009 11.0 0.8 24.3 1.2

Honduras 1990-2007 22.4 1.3 26.3 1.3

México 1989-2008 52.2 2.7 27.7 1.4

Nicaragua 1993-2005 20.2 1.7 33.8 1.7

Panamá 1991-2009 26.3 1.5 13.5 0.7

Perú 1997-2009 3.5 0.3 20.9 1.0

República Dominicana 1997-2009 6.8 0.6 18.4 0.9

Venezuela 1994-2008 38.6 2.8 21.0 1.1 a. TBP = PEA femenina / PET (15 Y +)

b. RD = (P(<15) + P (6O y +)) / P (15-59)

c. Se ha tomado el valor absoluto, para mayor claridad

Fuentes: CEPAL, División Desarrollo Social, Bases de datos Encuestas de

Hogares. CEPAL, Observatorio demográfico No. 2, Observatorio

Demográfico No. 3

Puede observarse que el bono de género (variación anual de la TBP femenina) tuvo una

magnitud muy importante en las casi dos décadas examinadas para todos los países

analizados, principalmente para Venezuela, México y Costa Rica, con 2% o más de variación,

seguidos de Nicaragua, Brasil, Chile y Panamá, con 1.5% anual de variación o más. De manera

general, los países que tuvieron un proceso de transición demográfica más intenso en ese

período tuvieron un cambio más importante en la participación femenina, corroborando una vez

más la relación entre estos dos procesos. En el contexto de la transición demográfica, llama la

5 Se excluyen los países con encuestas de representatividad urbana. Se excluye también Guatemala, que aunque

tenía encuestas de representatividad nacional, contaba con sólo dos datos en el período con lo cual la tendencia es poco confiable.

atención el caso de Honduras, con un incremento de la participación femenina más importante

del que podría esperarse, mientras que por el contrario Colombia parece tener una situación

relativamente desfavorable a la participación femenina; y el caso atípico del Perú, con muy

escaso bono demográfico, que puede deberse a diferencias de estructuras productivas o a

dificultades con la información.

La otra conclusión muy importante y que salta a la vista es que el bono de género fue

claramente mayor que el bono demográfico en todos los países que tuvieron un proceso de

transición acelerado en ese período. Con la medición gruesa que se está usando6 el bono de

género del período fue más del doble que el bono demográfico en Venezuela, Chile y Panamá;

casi el doble en México alrededor de un 30% superior en Brasil, Costa Rica y Colombia. En los

países centroamericanos, menos avanzados en transición demográfica, el bono de género fue

igual o inferior al bono demográfico.

En suma, si el bono demográfico es de por sí un aporte muy importante, el bono de género no

solo refuerza sino que supera al bono demográfico en su aporte potencial al crecimiento de las

economías y al mejoramiento de las condiciones de vida de los hogares en América Latina.

El bono de género según las proyecciones de CELADE

Utilizando las proyecciones de población económicamente activa y de población total del

CELADE se puede observar en qué medida son generalizables las conclusiones obtenidas a

partir de la información de encuesta de hogares (Cuadro 4). La conclusión general coincide

plenamente: durante la década de 1980, el bono de género superó al bono demográfico en la

casi totalidad de los países, con la excepción de Haití.

En las dos décadas que van de 1990 a 2010, también se ratifican las conclusiones obtenidas

antes: en los países de mayor avance en la transición demográfica el bono de género supera

ampliamente al bono demográfico (2.7 veces en Argentina a 4.6 veces en Cuba). En países de

transición plena o que ingresaron a transición avanzada en esas décadas, el bono de género

es el doble o más que el bono demográfico, entre ellos México, Colombia, Panamá, El

Salvador, Honduras, Perú, República Dominicana. En comparación con los resultados con base

en estadísticas recientes, usados más arriba, llaman la atención los casos de Brasil y Costa

Rica, con bonos de género probablemente subestimados en las proyecciones y Guatemala y

República Dominicana, probablemente con sobreestimación.

6 Dado que el denominador de la tasa bruta de participación usado aquí (población de 15 y más años) tiende a ser

más amplio que el de la relación de dependencia (población de 15 a 59 años), la tasa de participación tiende a estar relativamente subestimada pero de manera diferente en el principio y el final del período, con lo cual el efecto neto sobre la relación entre el bono de género y el bono demográfico es difícil de percibir. Serán necesarios cálculos adicionales al respecto.

De todas maneras en el análisis de los bonos de género producidos en las décadas recientes,

se llega a una conclusión principal: en los países en donde el bono demográfico ya es pequeño

o incluso negativo, el bono de género continúa aportando oportunidades excepcionales para el

mejoramiento económico.

Cuadro 4. Estimación del bono de género y relación con el bono demográfico en

América Latina, según proyecciones del CELADE (1990-2009)

Paises

Cambio porcentual anual de TRP/a femenina (Bono

género)

Cambio porcentual anual de la relación de

dependencia/b/c (Bono demográfico)

1980-1990 1990-2010 1980-1990 1990-2010

América Latina 1.97 1.91 0.48 1.10

Argentina 3.13 2.15 -0.14 0.80

Bolivia 8.94 1.22 0.24 0.72

Brasil 2.56 1.21 0.60 1.20

Chile 2.67 2.25 0.49 0.74

Colombia 3.18 2.27 0.59 1.02

Costa Rica 4.55 1.89 0.65 1.53

Cuba 0.90 0.89 0.52 0.19

Ecuador 4.25 4.01 0.48 1.06

El Salvador 2.40 2.47 0.43 1.21

Guatemala 4.91 6.08 0.06 0.54

Haití -0.15 0.34 0.16 1.16

Honduras 4.85 2.64 0.33 1.32

México -1.11 3.56 0.59 1.39

Nicaragua 0.51 2.19 0.41 1.69

Panamá 1.54 1.71 0.45 0.68

Paraguay 8.01 1.62 0.57 1.14

Perú 1.15 2.97 0.49 1.04

República Dominicana 1.95 2.24 0.56 0.92

Uruguay 2.58 1.18 -0.09 0.31

Venezuela 3.03 1.40 0.50 1.05 a. TRP. Tasa refinada de participación = PEA femenina/ PET (15-65)

b. RD = (P(<15) + P (6O y +)) / P (15-59)

c. Para mayor claridad, el cambio porcentual anual se ha multiplicado por (-1)

Fuentes: CEPAL, División Desarrollo Social, Bases de datos Encuestas de

Hogares. CEPAL, Observatorio demográfico No. 2, Observatorio

Demográfico No. 3

Escenarios futuros para el bono de género en América Latina.

La proyección mediante la prolongación de la tendencia observada recientemente en las tasas

de participación por sexo se aplicó a cuatro países de América Latina, representativos de

diferentes etapas de transición demográfica: Chile, de transición avanzada, Brasil de transición

avanzada pero con proceso más reciente, Venezuela, de transición plena y Nicaragua, que

recién está entrando en fase de transición plena. Se analizan diferentes escenarios de política

de estímulo a la participación de la mujer en la actividad femenina. Los resultados se muestran

en el cuadro 5.

Los resultados confirman, por un lado, la importancia del bono de género del que pueden

disponer los países en un mediano y largo plazo, y, por otro lado, la importancia de realizar

esfuerzos adicionales de política que incentiven la participación de la mujer en la actividad

económica. Este esfuerzo cumple el doble objetivo de avanzar en la equidad de género en la

economía y también de reforzar el efecto benéfico que tiene sobre la economía el bono de

género.

Si se continuaran las tendencias de crecimiento de la tasa de participación femenina, mientras

la tasa de participación masculina se mantuviera constante y la meta de equidad de género

fuera un cociente de participación mujeres sobre participación de hombres igual a 0,89 (según

lo alcanzado en Noruega en el IEG del IDH 2011), el Brasil lograría dicha meta en el año 2040.

Pero con un esfuerzo adicional de un 20% (un incremento en el presupuesto, por ejemplo)

dirigido a estimular la participación de la mujer en la actividad económica, podría adelantar la

ocurrencia de dicha meta al año 2035 y al mismo tiempo incrementar de 0.9% anual a 0.92%

anual el bono de género.

En el caso de Chile, el escenario tendencial indica que la meta de equidad de género se

lograría en 2070, pero si se hiciera un esfuerzo adicional de un 35% de políticas de estímulo,

se podría adelantar la meta en 15 años, al 2055 y de paso incrementar el bono de género de un

0.86% a un 1.16% anual.

En el caso de Nicaragua, las tendencias de la tasa de participación femenina no permitirían

obtener la meta de equidad de género dentro del ámbito de la proyección hasta el 2100.

Nicaragua requeriría doblar el esfuerzo actual de incremento de la participación femenina para

solo lograr obtener la meta en 2100. En este caso, sin embargo, se tiene la ventaja de que el

proceso de transición demográfica está en sus inicios y, en la medida en que se acelere el

descenso de la fecundidad en un mediano plazo, se podría producir un incremento de la

actividad económica importante que contribuiría al logro de las metas en un menor plazo. Todo

el esfuerzo que sea posible hacer en Nicaragua para incrementar la participación de las

mujeres en la actividad económica se va a convertir entonces por un lado en bono de género y

por otro lado en bono demográfico. El bono de género de Nicaragua es el más bajo aún pero

con el escenario de política planteado, se podría mejorar de 0.32% anual a 0.74% anual.

Cuadro 5. Cálculo del esfuerzo político necesario para lograr las metas de equidad de

género y bono de género resultante en cuatro países de América Latina.

Años

Brasil Chile

Proyección según tendencia

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Con esfuerzo político de 20%

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Según tendencia

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Con esfuerzo político de 35%

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

2012 59.11 0.74 59.36 0.74 43.24 0.59 43.55 0.60

2015 60.36 0.75 60.87 0.76 44.15 0.60 44.80 0.61

2020 62.51 0.78 63.47 0.79 45.72 0.63 46.96 0.64

2025 64.73 0.81 66.18 0.82 47.34 0.65 49.22 0.67

2030 67.02 0.84 69.01 0.86 49.02 0.67 51.59 0.71

2035 69.40 0.86 71.95 0.89 50.76 0.69 54.07 0.74

2040 71.86 0.89

52.56 0.72 56.67 0.78

2045

54.43 0.74 59.40 0.81

2050

56.36 0.77 62.26 0.85

2055

58.36 0.80 65.26 0.89

2070

64.80 0.89

Bono de género 2012-2040 0.90 0.92 0.86 1.16

Años

Nicaragua Venezuela

Según tendencia

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Con esfuerzo político de 100%

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Según tendencia

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

Con esfuerzo político de 35%

Cociente Part. Hombres/Part Mujeres

2012 44.42 0.53 45.31 0.54 51.88 0.65 52.28 0.65

2015 44.80 0.53 46.09 0.55 52.86 0.66 53.58 0.67

2020 45.45 0.54 47.42 0.56 54.53 0.68 55.80 0.70

2025 46.09 0.55 48.78 0.58 56.25 0.70 58.12 0.73

2030 46.75 0.56 50.18 0.60 58.03 0.73 60.53 0.76

2035 47.42 0.56 51.63 0.61 59.86 0.75 63.05 0.79

2040 48.10 0.57 53.11 0.63 61.75 0.77 65.66 0.82

2045 48.79 0.58 54.64 0.65 63.70 0.80 71.23 0.89

2050 49.49 0.59 56.21 0.67 65.71 0.82

2063

71.25 0.89

2100 57.04 0.68 74.64 0.89

Bono de género 2012-2040 0.32 0.74 0.73 0.84

Fuente: Calculos propios con base en Proyecciones de Población y de Población Economicamente Activa del CELADE

Finalmente en el caso de Venezuela, la meta se lograría en 2063 por la inercia de la

participación, pero con una política de estímulo equivalente a un 35% adicional, el proceso se

adelantaría a 2045, mejorando el bono de género de 0.73% a 0.84% anual de incremento de la

participación femenina y por tanto de aportes potenciales al crecimiento de la economía y al

mejoramiento de calidad de vida de los hogares.

6. Reflexiones finales sobre las variables de política para incentivar el incremento de la

participación de la mujer en la actividad femenina.

En la búsqueda de variables sobre las cuales actuar para incentivar la participación en la

actividad por parte de las mujeres, resulta útil retomar las variables cuya importancia como

determinantes de dicha participación ha sido demostrada en diversos estudios. Teóricamente

se plantea que el nivel educativo tiene una importancia fundamental, pero en los estudios en

América Latina esta relación aparece reducida, lo que hace pensar que el salario al que pueden

aspirar las mujeres en el mercado de trabajo no constituye un retorno suficiente al nivel

educativo alcanzado. Por lo tanto un primer conjunto de medidas de política consistiría en la

elevación del nivel educativo de las mujeres y en acciones tendientes a igualar el monto y las

condiciones salariales de las mujeres con calificaciones equivalentes a las de los hombres.

Otro conjunto de determinantes cuyo fuerte impacto si ha sido verificado en diferentes estudios

en América Latina tiene que ver con el tamaño y la estructura de los hogares,

fundamentalmente la presencia de niños menores de cinco años. Esta variable se relaciona a la

vez con la disponibilidad de alternativas de cuidado para los niños. Se ha encontrado que la

presencia de niños menores de cinco años tiene un alto impacto negativo para la participación

de las mujeres en la actividad económica, pero que dicho impacto actúa sobre todo en los

estratos bajos y en contextos en donde la mujer no puede acudir a vecinos o amigos para

confiarles la tutela de los niños mientras ella acude al trabajo. En este sentido, las medidas de

política tendrían que estar orientadas a proporcionar facilidades de cuidado de los niños, por un

lado mediante dotación de servicios de guardería accesibles para las mujeres, pero también,

por otro lado modificando las jornadas escolares para adecuarlas a los horarios de trabajo de

las mujeres.

Al respecto también sería necesario adoptar políticas encaminadas a mejorar el balance de las

actividades reproductivas y productivas de los distintos miembros de los hogares. Las

experiencias de varios países en políticas tales como la reducción de las jornadas de trabajo

(sin reducción salarial) para el cónyuge que elija encargarse del cuidado de los niños debieran

ser examinadas y adecuadas a los contextos nacionales.

No puede olvidarse el impacto del descenso de la fecundidad en la reducción del número de

niños en los hogares. Por su parte se ha demostrado que la fecundidad temprana actúa como

una impronta a lo largo del ciclo de vida de las mujeres reduciendo sus oportunidades

educativas y por lo tanto de empleo productivo. En consecuencia, las políticas de salud sexual

y reproductiva, sobre todo orientadas a las y los adolescentes, continúan siendo de prioridad

para estimular la participación económica de las mujeres.

En los mercados de trabajo persisten condiciones discriminatorias para el acceso de las

mujeres al empleo bien remunerado. La legislación no protege suficientemente a las mujeres y

cada vez las protege menos, en el contexto de la tendencia generalizada a la desregulación. Es

necesario tomar los recaudos para que las mujeres no sean las primeras y más fuertemente

afectadas en virtud de sus necesidades de tiempo y protección durante los períodos de

embarazo y crianza. La liberalización de los mercados de trabajo no puede constituir un

estímulo más a la precarización del empleo femenino.

Finalmente, se ha demostrado que la creciente autonomía de la mujer, medida a través de su

participación en las decisiones cruciales de los hogares tiene un alto impacto positivo en sus

posibilidades de participación. Por lo tanto debe favorecerse el empoderamiento de las

mujeres, mediante el incremento de su nivel educativo, su participación en todas las esferas de

la vida social, desde la participación en el hogar, la participación comunitaria y la participación

política en las altas esferas del poder.

BIBLIOGRAFIA.

Guisán, Seijas, María del Carmen (2010), “Participación laboral, política, económica y social de las

mujeres en Europa y Norteamérica”, Revista Gallega de Economía, vol. 19 num. 2.

CEPAL (on line). http://www.eclac.cl/cgi-

bin/getProd.asp?xml=/mdg/noticias/paginas/4/35574/P35574.xml&xsl=/mdg/tpl/p18f-

st.xsl&base=/mdg/tpl/top-bottom.xsl#indicadoresODM3

OIT (2007), La igualdad en el trabajo: afrontar los retos que se plantean, Conferencia Internacional del

Trabajo, 96ª. Reunión, 2007. Ginebra.

Álvarez G. (2002), Decisiones de fecundidad y participación laboral de la mujer en España.

Investigaciones Económicas, 26 (1): 187-218.

Anderson, P. M., y Levine, P. B. (1999) “Child care and mothers’ employment decisions” NBER

Working Paper, Nº 7058.

ARANGO, Luis E. y POSADA, Carlos E. (2007). “Labor Participation of Married Women in Colombia”. Desarrollo y Sociedad N° 60. pp. 93-126.

Banco Mundial. Desafíos y oportunidades para la equidad de género en América Latina y el

Caribe. World Bank: Washington D.C.; 2003.

Benvin E, Perticara M. Análisis de los cambios en la participación laboral femenina en Chile.

Revista de Análisis Económico. 2007; 22 (1): 71-92.

Bover, O., y Arellano, M. (1995) “Female labour force participation in the 1980s: The case of

Spain” Investigaciones Económicas, Vol. 19(2). pp. 171-194.

Bratti M. Labor Force Participation and Marital Fertility of Italian Women: The Role of

Education. Journal of Population Economics. 2003; 16 (3): 525-54.

Butz W, Ward M. The Emergence of Countercyclical U.S. Fertility. American Economic Review.

1979; 69: 318-27.

CHARRY, Alejandro (2003). “La participación laboral de las mujeres no jefes de hogar en Colombia y el efecto del servicio doméstico”. Borradores de Economía N° 262. Banco de la República, Bogotá.

Chevalier, A., y Viitanen, T. K. (2002) “The causality between female labour force participation

and the availability of childcare” Applied Economic Letters, Vol. 9. pp. 915-918.

Contreras, Dante and Plaza, Gonzalo. "Participación Femenina En El Mercado Laboral Chileno.

¿Cuánto Importan Los Factores Culturales?" 2004.

Ermisch, J. F., y Francesconi, M. (2001) “Family structure and children’s achievements” Journal

of Population Economics, Vol. 14. pp. 249-270. Ermisch, J. F., y Wright, R. E (1993) “Wage offers

and full-time and part-time employment by British women” Journal of Human Resources, Vol.

28(1). pp. 111-133.

Flórez, C. & Soto, V. (2007a). Fecundidad adolescente y pobreza. Diagnóstico y Lineamientos de

Política. Bogotá: Departamento Nacional de Planeación, Misión para el diseño de una estrategia

para la reducción de la pobreza y la desigualdad (MERPD).

Francés G, Santana J. Análisis empírico de los determinantes de la decisión de participación de

la mujer en el mercado de trabajo: implicaciones de la hipótesis de mismatch espacial.

Barcelona: Departament d’Economia Aplicada, Universitat Autònoma de Barcelona; 2000. p. 25.

García, I., Molina, J. A., y Montuenga, V. (2007) “Intra-Household time allocation: gender

differences in caring for children” Mimeo Gelbach, J. B. (2002) “Public schooling for young

children and maternal labor supply” American Economic Review, Vol. 92(1). pp. 307-322.

MORA, Jhon J. (2008). “La relación entre la participación laboral y las remesas en Colombia”. Borradores de Economía y Finanza N° 17. Universidad ICESI, Cali.

Sasaki, M. (2002) “The causal effect of family structure on labor force participation among

Japanese married women” Journal of Human Resources, Vol. 37(2). pp. 429-440.

Tugores, M. (2007) “Reconciling work and family from a gender perspective: an application to

the balearic hotel industry” Mimeo.