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Edición especial In Memoriam a GUILLERMO O´DONNELL © Todos los derechos reservados. Edición Especial Nº 9 — Año 12 –Dic. 2011 1936—2011 Índice Tapa In Memoriam Guillermo O´Donnell 1 Reseña: Campos Ríos y Gonzalo Diéguez 2 Reseña: De Luca 3 Reseña: Bulcourf * 4 Reseña: Mutti 6 Reseña: Pérez Liñán 8 Reseña: Pinillos 10 Reseña: D´Alessandro 11 Reseña: Bertino 12 Reseña: Cardozo 13 Reseña: Ballabio 14 Reseña: Toppi 16 Reseña: Lesgart 18 Reseña: Guardamagna 20 * Agradecimiento especial para Pablo Bulcourf para la realiza- ción del Memoriam de O´Donnell. Para el Pte. de la SAAP y para todos los colegas que participaron del mismo.

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Boletín In memorian Guillermo O'Donnell

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Edición especial In Memoriam a GUILLERMO O´DONNELL

© Todos los derechos reservados.

Edición Especial Nº 9 — Año 12 –Dic. 2011

1936—2011

Índice

Tapa In Memoriam Guillermo O´Donnell

1

Reseña: Campos Ríos y Gonzalo Diéguez

2

Reseña: De Luca 3

Reseña: Bulcourf* 4

Reseña: Mutti 6

Reseña: Pérez Liñán 8

Reseña: Pinillos 10

Reseña: D´Alessandro 11

Reseña: Bertino 12

Reseña: Cardozo 13

Reseña: Ballabio 14

Reseña: Toppi 16

Reseña: Lesgart 18

Reseña: Guardamagna 20

* Agradecimiento especial para

Pablo Bulcourf para la realiza-

ción del Memoriam de

O´Donnell. Para el Pte. de la

SAAP y para todos los colegas

que participaron del mismo.

Guillermo O´Donnell : In Memoriam

por Maximiliano Campos Ríos y Gonzalo Diéguez.

Director General y Académico de Espacios Políticos (Profesores UBA — UADE)

Página 2

El pasado 29 de noviembre murió en la ciudad de Buenos Aires Guillermo O¨Donnell, sin lugar a dudas el politólogo más prestigioso que ha dado la Argentina y una de las figuras más lúci-das y críticas de la ciencia política mundial. Su labor académica e intelectual lo ubicó en los temas e interrogantes centrales de la disciplina durante los últimos cuarenta años. En sus años de juventud fue un comprometido dirigente universitario en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires cuyo Centro de Estudiantes llegó a presidir. Sus comienzos como abogado no le impidieron comenzar a incursionar en los estudios políticos, su verda-dera vocación. Hacia finales de la década de los sesenta se dirigió, junto a su familia, a la destacada Universidad de Yale para doctorarse.

Desde la aparición en 1972 de su libro Modernización y autoritarismo, hasta su última obra individual Democracia, agencia y estado de 2010, Guillermo O´ Donnell tuvo la habilidad y la creatividad de ela-borar los principales conceptos que se han discutido en la región y que han pretendido arrojar un cono-cimiento empírico sobre las peculiaridades de la política en Latinoamérica. Hablar de estados burocráti-cos-autoritarios o de democracias delegativas son ejemplos contundentes de la agenda de investigación politológica que O´Donnell contribuyó como ninguno a crear y debatir. Sus estudios sobre la calidad democrática nos plantean hoy en día, parte de los dilemas centrales en torno al tipo de democracia que se ha consolidado en la región, su particular institucionalidad y algunos problemas como la corrupción política.

Guillermo O´Donnell fue también un incansable constructor de instituciones dedicadas al desarrollo de la ciencia política. Junto a Oscar Oszlak crearán en 1975 el CEDES, un centro de investigación funda-mental en el contexto nacional. Posteriormente en Brasil trabajará para institucionalizar el IUPERJ en Río de Janeiro y el CEBRAP en San Pablo.

Una vez en los EE.UU. será el primer director del Helen Kellogg Institute de la Universidad de Notre Da-me, donde se desempeño también como catedrático de ciencia política. Fue presidente de la Internatio-nal Political Science Association en cuya gestión logró la realización del Congreso Mundial de Ciencia Política en 1991, en la ciudad de Buenos Aires. Un suceso de gran importancia en el proceso de desa-rrollo disciplinar en nuestros pagos.

En el comienzo de la democracia tuvo un rol central en la creación de la Sociedad Argentina de Ciencia Política (SAAP) por no compartir la concepción “cerrada” y elitista de la vieja conducción, en manos de los abogados, de la Asociación Argentina de Ciencia Política (AACP).

El enorme consenso y respeto construido durante su vida intelectual lo ubicaron en el primer lugar otor-gado por sus colegas en varias encuestas y en los estudios de los expertos en el desarrollo de la ciencia política argentina.

Queremos expresamente destacar el apoyo que le ha brindado a Espacios Políticos desde su creación, lo que demuestra el compromiso y apoyo que siempre ha cursado hacia las generaciones más jóvenes.

Este Dossier constituye un pequeño y humilde homenaje a un gran hombre que ha dedicado su vida profesional y personal a desarrollar su gran vocación, la ciencia política.

Pero lo más importante es a pesar de su desaparición física, los debates iniciados por O ¨Donnell man-tienen su vigencia y siguen orientando el camino, sinuoso por cierto, de la disciplina en nuestro país. Seguir su ejemplo es no adquirir acríticamente ningún pensamiento ni slogan. La ciencia requiere de la crítica, la refutación y la duda constantes. Nuestra obligación y compromiso es continuar con este lega-do.

El desafío es de todos… el camino se construye día a día. En definitiva como nos dijo hace unos 10 años cuando lo entrevistamos para el primer número de Espacios Políticos: “No me traten con tanto respeto intelectual, porque en definitiva somos colegas en tiempos distintos”.

Por eso hoy, lo recordamos con la memoria de sus colegas.

El 29 de noviembre falleció Guillermo O’Donnell, el politólogo argentino de mayor influencia y reco-nocimiento en el país y en el exterior. Varios profesores y colegas que lo conocieron muy bien brindaron en la prensa escrita, en sitios web y en publicaciones universitarias emotivas y detalladas semblanzas sobre su trayectoria y aportes a la ciencia política. Esta nota está dedicada a describir en forma breve una faceta no destacada en esas reseñas y en la que personalmente tuve la oportunidad de tratarlo en los últimos años: su participación y su apoyo a las organizaciones de politólogos.

Guillermo O’Donnell no sólo cultivaba la ciencia política y mostraba un particular interés por su objeto de estudio; también se involucró de modo importante en las asociaciones de la profesión y en ese marco promovió distintas iniciativas que facilitaron el crecimiento y la difusión de la disciplina en la Argenti-na. En la International Political Science Association (IPSA) se destacó por ejercer distintas responsabilidades durante más de una década: presidió el Comité del Programa del Congreso Mundial que se celebró en Río de Janeiro en 1981, para luego integrar el Comité Ejecutivo de la entidad, y alcanzar más tarde la vicepresi-dencia (1985-1988) y la presidencia (entre 1988 y 1991). En todos esos años en la IPSA, O’Donnell alentó y apoyó la designación de la ciudad de Buenos Aires como sede del decimoquinto Congreso Mundial en 1991, una decisión por entonces controvertida para varios colegas del Hemisferio Norte, que veían en los proble-mas políticos y económicos de un país en plena transición democrática un serio riesgo para la realización del evento. Para O’Donnell, en cambio, la misma visita de especialistas de todo el mundo y la organización de varios paneles temáticos sobre la democratización, constituía precisamente la mejor manera de ayudar a la Argentina en un período tan difícil. Al final, el Congreso Mundial resultó un éxito por el buen número de participantes extranjeros que se hizo presente y, sobre todo, por la masiva concurrencia de estudiantes y jóvenes graduados de ciencia política, que colmaron las aulas del Colegio Nacional de Buenos Aires, centro de las deliberaciones y los paneles temáticos. Así, los logros del evento se extendieron hacia la comunidad politológica local, donde funcionó como disparador de nuevas redes de trabajo, iniciativas, proyectos e ideas.

A su vez, y a pesar de desplegar por entonces su actividad académica en el exterior, O’Donnell también estuvo en 1982 entre los miembros fundadores de la SAAP, la Sociedad Argentina de Análisis Político. Para esa época la representación como “miembro colectivo” ante la IPSA recaía en nuestro país en la Asociación Argentina de Ciencia Política (AACP). Fundada en 1957, la AACP aglutinaba a académicos dedicados -en su mayoría- al estudio de la ciencia política desde una perspectiva jurídica, que en el ámbito universitario se desempeñaban en materias de “Derecho Político”, “Teoría y Derecho Constitucional” o temáticas afines, entre ellos Gregorio Badeni, Germán Bidart Campos, Pedro Frías, Segundo Linares Quintana, Mario Justo López, Horacio Sanguinetti, Alberto Spota, Jorge Vanossi (y también congregaba a historiadores y politólo-gos como Natalio Botana, Carlos Floria y Carlos Strasser).

Desde la fundación de la SAAP y durante casi una década, ésta y la AACP funcionaron en forma separada, sin lograr un acuerdo para agruparse en una única entidad, al punto que la IPSA adoptó una decisión poco usual: reconocer la representación de ambas instituciones en forma provisoria y hasta tanto contara con elementos suficientes para resolver la cuestión (número de asociados, nivel de actividad, incidencia en el ámbito profesional, entre otros aspectos). Un hito en esta evolución fue el primer congreso de la SAAP en Huerta Grande (Córdoba) en 1993, impulsado especialmente por su entonces presidente Edgardo Catter-berg. A partir de aquella convención en la provincia mediterránea, la SAAP aumentó en forma considerable su número de socios -en particular nutriéndose con jóvenes graduados-, logró una mejor difusión de sus actividades y adquirió una mayor presencia y visibilidad, sobre todo en el Interior. Tras este desarrollo, y para beneplácito de varios -entre los cuales estaba el propio O’Donnell-, la IPSA al fin reconoció como “miembro colectivo” exclusivamente a la SAAP, a la que terminaron asociándose en forma individual varios integrantes de la AACP.

Tras poco más de una década, ya con el regreso de Guillermo O’Donnell a la Argentina y su reincorporación al ámbito académico nacional, en agosto de 2006 la SAAP lo designó como su “Presidente Honorario”. Des-de entonces, colaboró en forma muy activa en distintos eventos organizados por la SAAP, en especial, pero no únicamente, en los congresos nacionales bienales. Desafiando problemas de salud, ignorando inclemen-cias del tiempo, O’Donnell preparaba meticulosamente su exposición, ponía las mejores ganas para “estar ahí” e invitaba con entusiasmo a la crítica, a la pregunta y al debate. Al concluir la actividad, se despedía y remarcaba: “y ya saben…, cuentan conmigo para la próxima”.

De este último tiempo entre otras participaciones destaco dos “duetos” realizados en el auditorio de la Fun-dación OSDE: las conferencias “Repensando la calidad democrática: los desafíos de América Latina a co-mienzos del nuevo siglo” junto a Carlos Strasser el 23 de junio de 2009, y “Democratización y democra-cias: a 25 años de la tercera oleada democratizadora en América Latina”, con Philippe C. Schmitter, el 27 de julio de 2010. Pero sobre todo, sus palabras iniciales en la sesión inaugural del IX Congreso Nacional de Ciencia Política (Santa Fe, 19 de agosto de 2009). Ante un Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral colmado y ansioso, el Maestro nos daba otra gran lección: unos cuantos minutos de la introducción, los que concitan la mayor atención por parte del público, los dedicaba a resaltar “algo que consideraba muy impor-tante para el desarrollo y la institucionalización de la ciencia política: las organizaciones de politólogos”. “Puede haber mucho esfuerzo, muchas ganas, pero sin ellas no hay por dónde empezar”.

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Guillermo O’Donnell y las organizaciones de politólogos. por Miguel De Luca. Investigador del CONICET. Profesor e investigador de la UBA. Actualmente se desempeña como presidente de la SAAP.

Guillermo O´Donnell : Una biografía intelectual por Pablo Bulcourf* Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente se desempeña como Secretario General de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP).

Página 4

Las personas construimos nuestra historia en relación a los procesos que nos condicionan pero con márgenes de libertad que nos permite elegir entre un abanico de opciones, somos agentes portadores de derechos, pero también de valores e intereses. El mundo de lo humano es complejo, diverso y cambiante. También es cierto que estas posibilidades están restringidas por el lugar que ocupamos en la sociedad en donde las cuo-tas de poder, conocimiento y recursos culturales y económicos son desiguales. Como sostenía Wright Mills nuestra realidad combina diferentes cuotas de biografía e historia.

La trayectoria, personal e intelectual, de Guillermo O¨Donnell es un claro ejemplo de ello. En su último y reciente libro individual el politólogo argentina desarrolla minuciosamente el concepto de agencia poco estu-diado en el campo de la ciencia política. El sujeto político en una democracia se constituye como un agente en tanto que es portador de derechos y posee esos márgenes de libertad (de acción y elección) que lo hacen un ser especial en su obrar. No solo es razón sino también de alguna forma, sentimiento. No sólo es cálculo medios/fines sino también un actor valorativo. Esto que se estructura en el campo político también posee su contracara en el intelectual. Nada es ajeno a la vieja máxima de Francis Bacon: “conocer es poder”. ¿Algo más válido para la propia ciencia política? ¿No son acaso las propias palabras que denotan a esta actividad deudoras directas del empirista inglés?

Guillermo O¨Donnell vivió en lo personal, en lo intelectual y también en lo político un mundo de turbulencia. Desde muy joven su militancia estudiantil proyectará un compromiso que continuó hasta sus últimos días. Sus inquietudes intelectuales aparecieron en un joven que luchó desde temprano contra la poliomelitis. Se recibió de abogado y militó desde la propia vida universitaria. Luchó inspirado en un comienzo por los valores del humanismo cristiano, pero mantuvo siempre un aspecto fuertemente crítico. Se atrevió a dejar una exito-sa carrera jurídica para incursionar en la incertidumbre de una ciencia política que pretendía ser más que un hobby de abogado culto. Se radicó junto a su familia en la universidad de Yale para estudiar profundamente esta disciplina de la que poco se conocía en su tierra natal. Pero su desafío personal e intelectual fue más grande; contrarió a la propia estructura de Yale al retirar, una vez presentada, su tesis doctoral para poder recibir un pequeño subsidio que le permitió (según sus propias palabras) alimentar a su familia durante un par de años más. Paradójicamente esta investigación dará lugar a uno de los libros más destacados de la ciencia política mundial Modernización y autoritarismo aparecido en 1972. O´Donnell comenzaba a transitar los senderos más encumbrados de la ciencia política. Pero también se animaba a poner en duda algunas de las hipótesis más firmes dentro de la disciplina. La relación entre el desarrollo socio-económico no necesaria-mente generaba las bondades de una democracia política, sino que abría las puertas al autoritarismo. Nacía también con ese libro publicado por editorial Paidós en el medio hispanoparlante, una nueva categoría bauti-zada inicialmente como “regímenes burocrático-autoritarios”. Años después y siguiendo estos planteos otro estudio de caso en profundidad ahondará estos conceptos dando lugar a otro de sus libros El estado burocrá-tico autoritario; una obra profética, cuyas proyecciones históricas presagiaban casos más rotundos que el abordado. Guillermo O´Donnell poseía el extraño don de “ponerle el nombre a la bestia” y como hemos sos-tenido en otros espacios, también la habilidad de hacer que toda la comunidad académica se pusiera a deba-tirlo.

Guillermo O´Donnell estuvo en el momento justo discutiendo los temas relevantes, tratando de establecer sus matices, sus particularidades, sin comprar recetas teóricas estructuradas. En cierta medida fue un gran cirujano cuyas “suturas epistemológicas” han permitido crear nuevas especies conceptuales. Sus trabajos junto a Oscar Oszlak provenientes de sus años en el CEDES marcarán también la agenda de estudios sobre el Estado y las políticas públicas. Años después comandará las investigaciones sobre transiciones a la demo-cracia de mayor envergadura regional. Basta analizar el título de su volumen final: Reflexiones tentativas sobre democracias inciertas para ubicarnos tanto en la incertidumbre histórica del momento como también hacer luz sobre los destinos de estas extrañas democracias que obedecían a patrones no estudiados anterior-mente. Pero el tiempo pasó y la democracia política parecía haber prendido en territorio latinoamericano. A pesar de ello O´Donnell no estaba conforme con el hallazgo, se propuso establecer los criterios de especifici-dad a estos regímenes apareciendo un nuevo concepto, una nueva “bestia” que buscaba su reconocimiento; surge la democracia delegativa y se inicia una nueva etapa en los estudios sobre las democratizaciones. Una sucesión de documentos de trabajos y pequeños artículos demostrarán la riqueza del debate, el inicio de nuevas controversias. Años después muchos de ellos fueron compilados en una obra exquisita, Contrapun-tos.

La necesidad de ahondar sobre estas subespecies democráticas y permitirnos preguntarnos sobre la calidad institucional de las mismas focalizarán los estudios sobre accountability que brindaron una serie de trabajos regionales y la conformación de equipos de investigación que fueron muy importantes en la propia consolida-ción disciplinar. Varios fueron los libros colectivos de este período y dos individuales que condensaron sus aportes; Catacumbas y Disonancias. O´Donnell ya se había convertido no sólo en el principal referente de la ciencia política latinoamericana y argentina sino que las nuevas generaciones de politólogos veían en él un modelo a seguir. Durante el VIII Congreso Nacional de Ciencia Política la Dra. Nélida Archenti y su equipo realizarán una encuesta cuyos resultados fueron contundentes: tanto la figura de Guillermo O¨Donnell como su producción académica eran consideradas las más importantes por la gran mayoría de los colegas, pero también por los estudiantes entrevistados. Otros estudios que comenzaron a realizarse en torno a la historia

de la ciencia política argentina ahondarán por el mismo camino.

Pero Guillermo O¨Donnell también fue un gran constructor de instituciones en tiempos difíciles. La creación del CEDES y su continuidad bajo la dictadura militar le trajo a él y sus colegas persecuciones sistemáticas. Su trabajo en Brasil fue fundamental para el desarrollo de la ciencia política en el país carioca. Su estadía en el IUPERJ de Río de Janeiro durante el período 1980-1982 y en el CEBRAP de San Pablo entre 1979 y 1983 marcaron el despliegue de la disciplina en estas instituciones. Entre 1983 y 2006 trabajó como cate-drático en la Universidad de Notre Dame, donde creó y dirigió el Helen Kellogg Institute uno de los centros de investigación más relevantes sobre América Latina.

Su trabajo en la International Political Science Assosiation le valió la presidencia de la institución entre 1988 y 1991. Aquí es importante destacar todos los esfuerzos realizados para que en 1991 se pudiera desarrollar el Congreso Mundial de Ciencia Política en la ciudad de Buenos Aires. Este hito ha sido central en el propio proceso de consolidación de la disciplina en nuestro país. Pero esto no fue todo; Guillermo O´Donnell tuvo también un rol fundamental en la creación de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) enfrentándo-se a la ya existente Asociación Argentina de Ciencia Política (AACP) por defender activamente la inclusión de muchos colegas en una asociación donde prevalecían los abogados y personalidades de renombre. Sin lugar a dudas este gesto vuelve a resaltar el aspecto crítico que guió al pensamiento de O´Donnell. Años después la Comisión Directiva de la nueva asociación le dará el cargo de “presidente honorífico” y en 2006 la IPSA le otorgó el Premio por Lifetime Achievement in Political Science.

Pero no se trata de construir épicas personales ni próceres académicos. Guillermo O´Donnell siempre ha tenido también un fuerte sentido de autocrítca. En más de una ocasión resaltó su “equivocación” en incur-sionar como vice-ministro del Interior en el gobierno cuestionado de José María Guido. También sostuvo que no había hecho todo lo necesario durante nuestra cruenta dictadura, por desconocimiento, miedo u omisión remarcaba esto en forma retrospectiva. Durante los últimos años no dejó de resaltar la actitud ma-niquea de muchos académicos que cambiaban de bandos por un simple contrato o nombramiento.

O´Donnell ya no está entre nosotros; se fue el pasado 29 de noviembre dejando un legado personal, acadé-mico e intelectual enorme. Fue el politólogo argentino más importante y su trascendencia lo ha convertido en uno de los referentes disciplinares más destacados de los últimos cuarenta años. No ha tenido herederos académicos directos, simplemente porque cada uno de nosotros lo somos, a veces sin saberlo. Podemos compartir o disentir con sus afirmaciones y visiones de la política y de la propia disciplina, pero no podemos eludirlo; esta herencia no tiene derecho a devolución.

Bibliografía.

Archenti, Nélida y María Belén Alonso (2008) “VIII Congreso Nacional de Ciencia Política. Un espacio con nuevas Voces”. En Revista SAAP, Vol. 3, Nº 2, Buenos Aires, junio.

Bourdieu, Pierre (2003) Campo de poder, campo intelectual. Buenos Aires, Quadrata.

Bulcourf, Pablo (2007) “Las nieves del tiempo platearon mi sien: reflexiones sobre la historia de la ciencia política en la Argentina”. En Sociedad Global. Vol. 1 Nº 1 diciembre, Buenos Aires.

Bulcourf, Pablo y Martín D´Alessandro (2003) “La ciencia política en la Argentina”. En Pinto, Julio (comp.) Introducción a la ciencia política. E. Eudeba, Buenos Aires.

Bulcourf, Pablo y Augusto Reina (2009) “Comprendiendo al Estado: los aportes de Guillermo O´Donnell a su reconceptualización en América Latina”. En Revista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Universidad de Palermo, Año 2, nro 2, noviembre, Buenos Aires.

Fernández, Arturo (2002) “El desarrollo de la ciencia política en Argentina”, en Fernández, Arturo (comp.) Ciencia Política en Argentina. Dos siglos de historia, Buenos Aires, Ediciones Biebel.

O´Donnell, Guillermo (1972) Modernización y Autoritarismo. E. Piadós. Buenos Aires. En Revista Desarrollo Económico. Vol. XII Nº 47.

O´Donnell, Guillermo (1977) “Estado y Alianzas en la Argentina, 1956-1976”. En Revista Desarrollo Económico. Vol. XVI Nº 64.

O´Donnell, Guillermo (1985) “Apuntes para una teoría del Estado”. En Oszlak, Oscar (comp.) Teoría de la burocracia estatal. E. Piadós. Buenos Aires.

O´Donnell, Guillermo (1993) "Estado, democratización y ciudadanía". En Revista Nueva Sociedad Nº 128, Caracas.

O´Donnell, Guillermo (1996) El Estado Burocrático Autoritario. E. De Belgrano. Buenos Aires. (primera edición 1982)

O´Donnell (1997) Contrapuntos. Paidós, Buenos Aires.

O´Donnell, Guillermo (2007) Disonancias. Críticas democráticas a la democracia. Prometeo, Buenos Aires.

O´Donnell, Guillermo (2008) Catacumbas. Prometeo, Buenos Aires.

O ¨Donnell, Guillermo (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intensión comparativa. Prometeo, Buenos Aires.

O´Donnell, G. O. Iazetta y H. Quiroga (coords.) (2011) Democracia delegativa. Prometeo, Buenos Aires.

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Continúa de página anterior

Sobre el legado de Guillermo O’ Donnell. Eligiendo alguna de sus lecturas.

Por V. Gastón Mutti. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Actualmente se desempeña como vicepresidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP).

Página 6

“Por lo menos desde Platón y Aristóteles muchos estudiosos han estado de acuerdo en opinar que la estruc-tura socioeconómica de una sociedad ejerce importante influencia sobre el tipo de régimen político que es probable que esa sociedad tenga. Por supuesto, hay profundos desacuerdos en cuanto a la dirección de las conexiones causales, a los límites de variación posible por parte de los fenómenos políticos y a la influencia ejercida por otro tipo de factores.” (O’Donnell, 1972, 15)

Con estas palabras comienza el primer capítulo del internacionalmente influyente libro Modernización y auto-ritarismo. Texto que en la edición de Paidós de 1972 me acercó a sus pensamientos. Como no compartir a partir de su lectura la experiencia cognitiva que nos proponía respecto del tan debatido problema de la mo-dernización. Sin embargo una relectura de los procesos vividos en nuestro país realizada en el famoso “Estado y alianzas en la Argentina, 1956-1976" me permitió entender cómo se producían los comportamien-tos de las distintas fuerzas sociales. Sobre todo, como lo señala O'Donnell, ya que "no era económicamente inexorable que ocurrieran estos ciclos y -menos- que se repitieran" (O'Donnell, 1977, 539). Allí analiza cómo el país se dividió en dos coaliciones que caracterizaron su accionar por un juego de suma cero, donde las ganancias de una de las partes implicaban pérdidas equivalentes para la otra. Pero, como destacaba, "...la situación argentina ha estado lejos de ser un 'empate'. Por el contrario, después de varias vueltas de estas espirales -en las cuales, es cierto, ha aparecido ganando- es innegable que el sector popular argentino sufrió una parte más que proporcional de la destrucción que la Argentina ha venido infringiéndose a sí mis-ma" (O'Donnell, 1997a, 176, subrayado nuestro).

Se pueden señalar dos características principales que determinaron la particularidad de la forma de relacio-narse entre los sectores sociales en nuestro país. La primera, es la particularidad que tuvo la emergencia del sector popular (principalmente la clase obrera) "dotado de recursos económicos y organizativos (...) lo cual a su vez resultó de la combinación de los grandes excedentes disponibles y de la mucho menor presión ejerci-da sobre el mercado de trabajo urbano por parte de un casi inexistente campesinado." (O'Donnell, 1977, 531). Esto impidió que, al producirse momentos de crisis económicas, fuera fácilmente transmisible a los sectores populares los costos de las condiciones más rigurosas, como también que se generase una clase obrera más débil.

La segunda característica es que los principales productos de exportación argentinos (las carnes y los cerea-les) son alimentos que conforman el principal bien-salario del sector popular. De esta manera dada la "capacidad de resistencia" de los sectores populares y la "autonomía de las organizaciones", un aumento en sus ingresos repercutiría directamente en la capacidad exportadora del país. El tipo de cambio se convirtió en la herramienta fundamental de la política económica que permitía, al alterar los precios relativos, favorecer o perjudicar a los distintos sectores (O'Donnell, 1977, 531-532). Esta combinación generó, por un lado, alian-zas entre sectores que se beneficiaban con una política protectora del mercado interno. Entre ellos se encon-traban las fracciones de la pequeña burguesía y el sector popular que sostenían una defensa de los ingresos y del consumo, lo que le dio una gran fortaleza política y organizativa. La burguesía urbana por lo antes se-ñalado se mostró fragmentada en dos sectores: la fracción oligopólica, que hacían coincidir sus intereses con la burguesía pampeana, y la fracción que aglutinaba a los sectores mercadointernistas (O'Donnell, 1977, 533). Esta separación de los intereses de la burguesía contribuyó a fortalecer la lógica del enfrentamiento

La economía argentina tuvo desde los años '50 un comportamiento cíclico stop and go. Este se producía a partir del permanente veto establecido entre las dos grandes alianzas que se habían conformado. Este tipo de práctica no sólo se vio reflejada en las posiciones de los diferentes sectores de las alianzas, sino que tam-bién afectó directamente al Estado. Estos ciclos se producían a partir del aumento de las exportaciones. Los saldos de la balanza comercial permitían generar un nivel de divisas que eran imprescindibles para el mante-nimiento de las necesidades de importaciones propias del proceso de sustitución de importaciones que se estaba intensificando en los '60. Pero las exportaciones pampeanas (debido a los escasos avances en la pro-ducción como en la productividad) comenzaron a evolucionar más lentamente que el rápido crecimiento de la demanda de importaciones. Junto a ello se producían nuevas presiones para lograr el alza de los salarios de los sectores populares, lo cual implicaba un aumento de consumo interno de los productos exportables. De esta manera se producían problemas cíclicos de la balanza de pagos que sólo eran solucionables por medio de devaluaciones que profundizaban los efectos recesivos y redistributivos. Las medidas aplicadas tendían a la generación de una fuerte iliquidez, la reducción del déficit fiscal, el congelamiento de salarios y el aumento de la tasa real de interés. Así, se beneficiaban por medio de una transferencia de los ingresos y por la infla-ción a los sectores exportadores (O'Donnell, 1977, 537-538). La recesión aumentaba los valores de las ex-portaciones, de los bienes importados y producía que los salarios se rezagaran.

Una vez alcanzado un mejoramiento de la balanza de pagos, los sectores perjudicados por las medidas lo-graban, por medio de presiones sociales y políticas, que fueran adoptadas políticas económicas reactivado-ras del mercado interno y productoras de la recuperación del salario, generándose un rápido fracaso de las políticas estabilizadoras. Este fue el comportamiento que las Fuerzas Armadas, junto a los sectores de la burguesía pampeana, la burguesía urbana (nacional e internacional) y el capital financiero, buscaron alterar con el golpe de Estado de 1976 (O'Donnell, 1977, 554). Se debían revertir aquellos problemas culturales y estructurales que se arrastraban desde la década de los '40, redefiniendo la mentalidad de los distintos ac-tores sociales y políticos como señalaba el entonces Ministro de Economía Martínez de Hoz. Estos escritos fueron fundamentales, pero al analizar sus estudios sobre los micro fundamentos del autoritarismo se “completó” mi comprensión. En ese texto que en la Biblioteca del IUPERJ aparecía como mimeo por un lado con su título completo “¿Y a mí, qué mierda me importa? Notas sobre sociabilidad y política en la Argentina y Brasil?” y en otra sin la “mala palabra” (y frente a la incredulidad de la bibliotecaria), me facilitó el análisis con mayor claridad de las causas del sostenimiento de los autoritarismos, las jerarquías y la desciudadani-zación en nuestras sociedades. “En Río, violencia acatada; en Buenos Aires, violencia reciprocada. ¿Mejor o peor? Simplemente diferente. Pero con un importante punto en común: en ambos casos estas sociedades presuponen y reponen, cada una a su manera, la conciencia de la desigualdad.” De esta manera “una socie-dad puede ser al mismo tiempo relativamente igualitaria, y autoritaria y violenta” (O’Donell, 1997, 167).

El camino hacia el análisis de la democracia, los procesos de democratización, sus límites y la ciudadanía estaba abierto. Sin embargo fueron en los límites donde O’Donnell colocó su énfasis. No le alcanzaba con analizar sus alcances, también se preocupaba por discutir sus problemas y carencias. No tardaba en llegar la “democracia delegativa”. En realidad este debate no era nuevo en la política argentina sino que lo encon-tramos presente, aunque con fuertes altibajos, desde 1983. Refiere a la alteración del equilibrio de poderes y a la preeminencia del ejecutivismo frente al Poder Legislativo. Los periódicos nos hablaban del ostracismo del Congreso.

Este tipo de democracia no se presenta como ajena a la tradición democrática, es más, preserva algunos de sus principales mecanismos. Así, por ejemplo, las elecciones son la forma por medio de la cual la ciudadanía logra designar sus gobernantes, aunque debemos hacer algunas aclaraciones al respecto. En la democracia delegativa cada acto eleccionario funciona como el momento en el cual los votantes eligen alguien que los dirija por un lapso de tiempo, en el cual éste representa los más altos intereses de la nación. Y desde la perspectiva de los competidores es un juego de suma cero donde en el momento en el cual uno gana, los demás quedan automáticamente excluidos del juego político. En las situaciones de “crisis”, esta forma de democracia incluye el derecho-obligación que tiene el presiden-te de aplicar los “correctivos necesarios” para encaminar la situación. En este punto cobra una posición cen-tral el papel de los técnicos, dado que sólo ellos, junto con el presidente lograrán salvaguardar las socieda-des de los caminos errados, dejando de lado al Parlamento y a los partidos políticos. El elemento de continuidad es la permanente búsqueda de un ejercicio hiperpresidencialista justificado en el argumento de la gravedad de las crisis vividas. Si éstas son sus principales características, quisiéramos vol-ver a hacernos la pregunta si la democracia delegativa es un tipo de régimen que debe ser pensado sola-mente como un recurso político de las recetas neoliberales de la década de los noventa, o si se plantea co-mo un “modo de gobernar”. La influencia de Guillermo O’Donnell fue constante en las últimas décadas. Los estudios, conceptos y suge-rencias que elaboró nos han guiado en el debate politológico. Por otra parte su relación con la Universidad Nacional de Rosario y la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales fue muy estrecha y es uno de nuestros Doctores Honoris Causa. Incluso durante los días 5 y 6 de noviembre de 2009 se llevó a cabo un encuentro en el cual se debatió la actualidad del concepto de democracia delegativa. Allí se dio la posibi-lidad de que yo le entregara un ejemplar del mimeo denominado Delegative Democracy? y fechado en di-ciembre de 1990 el cual había sido preparado para el “East and South System Transformations” a realizarse en Budapest para la misma fecha. Guillermo O’Donnell ya no guardaba dicho ejemplar y yo lo tengo gracias a viejas fotocopias archivadas.

Su pérdida será sentida como una gran falta ya que no estará para ayudarnos a pensar y a pensarnos.

Muchas gracias Profesor.

Bibliografía. O'Donnell, Guillermo (1972) Modernización y autoritarismo. Paidós, Buenos Aires.

O'Donnell Guillermo (1977) "Estado y alianzas en Argentina, 1956-1976", En revista Desarrollo Económico, Vol. 16, nº 64, ene-mar.

O'Donnell Guillermo (1997) Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización. Pai-dós, Buenos Aires.

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Continúa de página anterior

Lecciones para descubrir a la bestia y ponerle nombre por Aníbal Pérez Liñán. Profesor e investigador de la Universidad de Pittsburgh.

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–Pero entonces, ¿cómo se hace para identificar un buen tema de investigación? –indagué. La pregunta iba dirigida al hombre correcto. El había articulado conceptos que eran parte del lenguaje coti-diano de la ciencia política; había inaugurado líneas de investigación en torno al autoritarismo burocrático, las transiciones de régimen y la democracia delegativa. ¿Cuál era la clave científica para identificar estos grandes problemas y ponerles nombre? Quizás, me dije, existía algún criterio para saber cuándo un tema de investigación resulta prometedor, de la misma manera que hay criterios para saber cuándo un nuevo produc-to tiene potenciales consumidores. Pero la respuesta me decepcionó: –No hay “grandes” temas –respondió–. Los temas que te parecen trendy hoy en día posiblemente ya no van a estar de moda para cuando termines tu disertación. Los temas son lo que uno hace con ellos. Mauss tomó algo tan trivial como el regalo e hizo con eso una obra maestra. Lo miré sin entender. ¿Mauss? –Los temas que importan son los temas que a uno lo obsesionan, los temas en los que uno sigue pensando mientras maneja a su casa de vuelta en la noche. Una vez, hablando sobre un colega, el viejo Hirschman me dijo: “ese tipo es muy inteligente, Guillermo, pero tiene un gran problema: le falta pasión.” En un profesor con una carrera avanzada, la pasión por una pregunta de investigación resulta siempre sor-prendente. En un joven estudiante de doctorado, la pasión sobra pero la comprensión es limitada. Aquel día regresé a la biblioteca meditando sobre las lecciones de aquella conversación. Apenas quince años más tarde puedo reportar mis primeras conclusiones. Descubrir Dos impulsos parecen guiar el trabajo de quienes, como Guillermo O’Donnell, tienen poderes para nombrar lo que a otros resulta indescifrable: la pasión para interpretar la realidad y la necesidad de leer vorazmente. El primer impulso permite superar un desafío epistemológico de difícil solución. El problema es el siguiente: si nuestra capacidad para ver el mundo está mediada por nuestro lenguaje, nuestra capacidad intelectual para problematizar la realidad social está mediada por los conceptos con los que trabajamos. Los conceptos son liberadores porque nos permiten aprehender realidades complejas—digamos, las relaciones de produc-ción o los problemas de acción colectiva—pero también constituyen una cárcel para nuestra percepción. Po-demos estudiar aquellos fenómenos que nosotros, nuestros colegas y nuestros lectores pueden nombrar. Pero resulta muy difícil ver más allá. Es fácil identificar fenómenos novedosos pero obvios, a los que pode-mos describir con las categorías del lenguaje político cotidiano. Es posible también identificar fenómenos poco estudiados que puedan ser encuadrados por las categorías teóricas de moda (legiones de estudiantes enfrentan este problema en busca de un tema de tesis). El desafío crucial, sin embargo, consiste en aprehen-der fenómenos complejos que escapan a las categorías teóricas de nuestro tiempo, identificar el conjunto de atributos que delimitan estos fenómenos y articularlos en una definición coherente. El resultado de este acto equivale a la magia de una aparición: a partir de ese momento, nuevas generaciones son capaces de ver lo que hasta ese momento simplemente no estaba allí. Sospecho que la capacidad para trascender estos límites cognitivos no está determinada simplemente por la pasión política ni por el compromiso intelectual, sino por una combinación de ambos. La preocupación por la política nos fuerza a enfrentar problemas para los cuales no tenemos respuestas, y quizás—peor aun—no tenemos nombre. El compromiso intelectual nos lleva a descartar el despliegue de hipérboles con fines parti-distas. Sin preocupación política la tarea de investigación se torna en un ejercicio mecánico de análisis; sin compromiso intelectual la problematización de la realidad es incapaz de trascender los antagonismos de un lugar y momento histórico. O’Donnell, quizás mejor que nadie, entendía este equilibrio. Nombrar Permítanme invocar otro ejemplo. El franquismo de los años sesenta era dictatorial y represivo, y hubiese sido fácil—quizás placentero—adosarle la etiqueta de totalitario, tal vez junto con algún calificativo poco ele-gante como totalitarismo defectuoso o proto-totalitarismo. Pero algo en aquella operación teórica no termi-naba de cerrar. Cinco décadas más tarde es “evidente” para nosotros que el franquismo constituía un régi-men de naturaleza diferente, al que llamamos autoritario. Tiempo después de la conversación mencionada más arriba, conocí a Juan Linz en un almuerzo con estudian-tes. Dispuesto, ahora sí, a encontrar una respuesta definitiva a mi preocupación le pregunté de qué manera había identificado la problemática (y el concepto) del autoritarismo. Como quien responde a una pregunta

intrascendente sobre su vida personal, Linz explicó sin mayor elaboración que estaba interesado por la si-tuación en España bajo el franquismo. Eso era todo. No mencionó ninguna regla, ningún protocolo para guiar la selección de problemáticas en las que uno invierte largos años de su carrera. Solamente recordó su interés personal por una realidad que lo angustiaba y la insatisfacción personal con el concepto de moda (totalitarismo) que no le permitía comprender el fenómeno de interés. El ejemplo resulta especialmente ilustrativo porque el término “autoritarismo” ingresó al Diccionario de la lengua española un año antes de que Juan Linz naciera, y el adjetivo “autoritario” se empleaba ya desde fines del siglo XIX. Los conceptos que transforman las ciencias sociales no son innovadores por constituir un neologismo, sino porque su aplicación teórica desafía nuestras fronteras cognitivas. Es aquí donde la pasión para leer vorazmente juega un papel esencial. La curiosidad por aprender sobre la vida política más allá del tema inmediato de investigación y el interés por reconocer otros territorios—en sentido geográfico tanto como teórico—son fuertes disparadores de intuiciones originales. Ocurre que las interpretaciones provenientes de otros ámbitos, trasladadas a un contexto conocido, a menudo producen una perspectiva profundamente innovadora. No se trata entonces de crear nuevos términos tanto como de reconocer la importancia de contribuciones distantes para la comprensión de los problemas presentes. A menudo ello requiere transportar términos fuera de su ambiente nativo y resignificarlos en función de cues-tiones que hasta el momento nadie ha conseguido aprehender. La obra de O’Donnell presenta dos grandes ejemplos de esta capacidad para relocalizar términos con el fin de conceptualizar fenómenos emergentes. Confrontado, a fines de los años sesenta, con la necesidad de comprender un nuevo tipo de dictadura—para la cual el término fascista parecía poco adecuado—O’Donnell integró los conceptos de sistema burocrático de David Apter (su tutor en Yale) y de régimen autoritario de Juan Linz. Esta fusión, sin embargo, sería validada por una lectura referida a una región remota. Por en-tonces Andrew Janos publicó un artículo mostrando cómo el ascenso del poder de la burocracia (esto es, los cuadros administrativos y militares del estado) había conducido a diversos intentos por establecer regíme-nes conservadores de partido único en Hungría, Polonia, Rumania y Yugoslavia en el período de entregue-rras (Janos 1970). El concepto de estado burocrático-autoritario articuló así intuiciones sobre la Uganda de Apter, la España de Linz y la Hungría de Janos para entender la Argentina gobernada por el General Onga-nía. En aquella misma época, Dankwart Rustow publicó un texto comparando la historia política de Suecia y Turquía y cuestionando las teorías sobre la democracia (Rustow 1970). Para Rostow, las teorías en boga por aquellos años ofrecían explicaciones meramente “funcionales” de la democracia, centradas en condicio-nes—tales como el desarrollo económico o la cultura política—que supuestamente favorecen la estabilidad y el desarrollo del régimen. Frente a esta perspectiva, el autor destacaba la necesidad de elaborar explica-ciones “genéticas”, centradas en el proceso que conduce a la instauración de un gobierno democrático en primer lugar. En el contexto de los años setenta, dominado por la teoría de la modernización, sus debates con la teoría de la dependencia y la creciente preocupación por el surgimiento de regímenes autoritarios, el texto de Rustow tuvo un impacto modesto. Sin embargo, años después esta intuición teórica fue recupera-da como el fulcro para impulsar el proyecto sobre transiciones a la democracia, con el que Guillermo O’Don-nell, Philippe Schmitter y Laurence Whitehead marcaron el debate sobre América Latina por varias décadas. “Creo –solía decir Guillermo O’Donnell– que cuando uno descubre un nuevo animal tiene derecho a ponerle nombre”. O’Donnell fue capaz de trascender las limitaciones epistemológicas impuestas por los marcos teóricos de su tiempo, de ver fenómenos políticos más allá de lo evidente y de legarnos categorías que to-davía informan nuestro pensamiento. Nos deja también una lección fundamental para el desarrollo de la ciencia política: más allá de los vaivenes de las modas teóricas, las tendencias intelectuales y los estándares metodológicos, los temas de investigación son, en última instancia, lo que nosotros hacemos con ellos. Bibliografia. Janos, Andrew C. (1970) "The One-Party State and Social Mobilization: East Europe between the Wars." En Samuel Huntington y Clement H. Moore (comps.) Authoritarian Politics in Modern Society: The Dynamics of Established One-Party Systems. Basic Books, New York. Rustow, Dankwart 81970) "Transitions to Democracy: Toward a Dynamic Model." Comparative Politics 2 (3).

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Guillermo O’Donnell y la intuición comparativa por Cintia Pinillos. Profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).

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Para la comunidad politológica argentina e internacional la muerte de Guillermo O’Donnell constituye una triste pérdida. Sus aportes al estudio de los regímenes autoritarios, los procesos de democratización y las nuevas democracias sobre todo en América Latina, forman parte de la biblioteca clásica de la Ciencia Política contemporánea.

Para los/as que nos hemos formado al amparo inquieto de sus textos, se abre ahora un espacio de recapitu-lación. Especialmente, para los/as que nos interesamos por la política comparada, su aporte es aún más rele-vante.

A lo lago de su obra, una poco frecuente intuición comparativa lo llevó a discutir con las teorías predomina-tes, interrogando el saber establecido a partir de las particularidades que observaba en los fenómenos ancla-dos temporal y espacialmente. Probablemente esa intuición –atributo poco frecuente en las ciencias sociales y don que parece estar destinado a guiar a artistas y viajeros- lo llevó a promover gran parte de los debates más interesantes de la agenda latinoamericana desde su trabajo fundamental Modernización y autoritarismo.

Sobre todo si se trataba de comprender los procesos de transición y democratización en América Latina, era necesario controlar las generalizaciones existentes y arriesgar explicaciones alternativas, con los pies en las diversas realidades latinoamericanas. Esta premisa aparece a través de diversas estrategias y estilos: como contraste de contextos, para iluminar las diferencias y similitudes de las culturas políticas argentina y brasile-ña en “Y a mí que mierda me importa. Notas sobre sociabilidad y política en Argentina y Brasil” (presente en Contrapuntos …), o para inspirar e ilustrar su propuesta teórica alternativa en las diferentes versiones de su famoso concepto democracia delegativa. En los trabajos de O’Donnell la teoría es interrogada por los proce-sos históricos y son ellos los que delimitan su alcance explicativo.

Como buen politólogo de inspiración comparativa, pudo escapar al parroquianismo y acuñó conceptos que pudieron viajar, a la vez que se articulaban con las principales corrientes académicas. La parcimonia concep-tual no le impidió proponernos conceptos cuando era necesario porque había que explicar lo que se le pre-sentaba como un “nuevo animal” que no podía ser capturado por la teoría disponible.

Durante muchos años Guillermo O´Donnell escribió sobre Argentina y América Latina desde Estados Unidos. Sin embargo, sus trabajos nunca fueron extranjeros, ya que siempre conservaron un conocimiento profundo sobre la realidad argentina y regional, y entre sus interlocutores no sólo estuvieron los colegas de las univer-sidades norteamericanas sino sus colegas, discípulos y amigos de las universidades latinoamericanas.

Guillermo O’Donnell es un politólogo internacional en todo el sentido de la palabra, por su aporte y por el reconocimiento que ha cosechado a lo largo de su carrera. Aún así, el motor de su inquietud intelectual siem-pre fue la tortuosa historia de la democracia en nuestro país.

La democracia (y su negación en la versión latinoamericana, el autoritarismo) ha concentrado sus preocupa-ciones a lo largo de su prolífica producción. Sus principales aportes estuvieron orientados a comprender el fenómeno democrático y sobre todo las formas que asumían las nuevas democracias que emergían de los regímenes autoritarios. Las democracias existentes, diversas, esquivas e incompletas que O’Donnell trataba de comprender a través de sus investigaciones estaban siempre a mitad de camino de lo que las teóricas predominantes indicaban. Luchador como pocos, al autor argentino no le alcanzó con señalar las inconsisten-cias de los casos de reciente democratización, y entonces las preguntas se orientaron justamente a controlar el alcance y los límites de las teorías. Tal vez su legado fundamental, como politólogo y ciudadano preocupa-do y ocupado por la democracia, puede resumirse en la idea final de su libro Democracia, agencia y estado. Teoría con intensión comparativa, la democracia es preferible a otras formas de gobierno porque es la única que nos garantiza un horizonte histórico abierto, y la manera de cuidarla es recordar sus ventajas pero a la vez revisar críticamente sus desafíos, ambivalencias y deficiencias.

Bibliografía

O´Donnell, Guillermo (1972) Modernización y Autoritarismo. E. Piadós. Buenos Aires.

O¨Donnell, Guillermo (1997) Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democracia. Paidós, Buenos Aires.

O¨Donnell, Guillermo (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intensión comparativa. Prometeo, Buenos Aires.

O´Donnell, G. O. Iazetta y H. Quiroga (coords.) (2011) Democracia delegativa. Prometeo, Buenos Aires.

Guillermo O’Donnell ha sido una de las figuras más importantes de las ciencias sociales de la Argentina. En su ámbito específico, la ciencia política, es por lejos el nombre más destacado, con un reconocimiento inter-nacional como muy pocos académicos argentinos (si es que alguno) han logrado. Si se pudiese subdividir su obra podrían identificarse tres grandes núcleos, todos ellos de vanguardia intelectual.

El primero está marcado por su preocupación por la (im)posibilidad de la democracia política en América Latina (y particularmente en Argentina) y la sistematización teórica sobre el Estado. Su primer gran libro, Modernización y autoritarismo (de 1972) mostró que era posible que la modernización, la industrialización y la urbanización de las sociedades no desembocaran en la democracia política, como se creía entonces, sino que condujeran al autoritarismo. Así, contribuyó fuertemente a destronar a la entonces vigente “teoría de la modernización y del desarrollo político”, como también lo haría su amigo Fernando Henrique Cardoso con su “teoría de la dependencia”. Su segundo gran libro —su tesis doctoral en la Universidad de Yale—, El Estado burocrático autoritario 1966-1973. Triunfos, derrotas y crisis (de 1982), detalla concentrándose en el caso argentino las características de este tipo de Estado como forma de dominación. El argumento vertebral es que el autoritarismo burocrático surge como respuesta a supuestas amenazas populares al orden político y económico, pero la misma exclusión de lo popular que posibilita su existencia trunca a su vez su futuro co-mo forma de gobierno viable. En el tránsito entre uno y otro libros, O’Donnell fue profundizando en varios célebres artículos su interés en el funcionamiento del Estado y sus interrelaciones con el régimen político, la sociedad y la economía argentinas a través de conceptos clave como nación, pueblo y ciudadanía.

Un segundo momento estaría marcado por el estudio de la democratización y los déficits de funcionamiento de las democracias en países no desarrollados —o en términos de O’Donnell, que no pertenecen al cuadran-te noroccidental del mundo—. Aquí hay que mencionar al célebre libro Transiciones desde un gobierno auto-ritario que compilara junto a Philippe Schmitter y Laurence Whitehead en 1986. En el último de sus cuatro tomos está el marco teórico básico —también novedoso para la época— del tránsito de los autoritarismos a la democracia: dentro de los regímenes autoritarios hay sectores duros y sectores blandos, cuyas estrate-gias, sumadas a las de los grupos democráticos, resultan en diferentes caminos hacia la democracia. Pero así como esos caminos son múltiples y contingentes, también lo son los resultados y los funcionamientos efectivos de las democracias, como mostró en otros tantos textos hoy considerados emblemáticos. En ellos la preocupación se concentra en la ausencia o deficiencia de mecanismos institucionalizados de control a los gobernantes y de búsqueda de acuerdos que prima en varias democracias de la región, e incluso en otras latitudes. Su concepto de “democracia delegativa” ha sido fructíferamente utilizado, incluso sorteando con creces los límites del ámbito académico.

El tercer momento, o mejor dicho, el tercer núcleo, se centra en las interrelaciones entre el Estado, el régi-men y los individuos, abordado por O’Donnell en varios artículos también importantes y en su último libro, Democracia, agencia y estado (de 2010), cuyos ejes giran sobre la situación de pobreza de vastos sectores de la población latinoamericana, la imposibilidad del Estado de hacer regir la ley en todo su territorio, su articulación con los rincones menos democráticos del régimen, y la concomitante limitación a los seres hu-manos en su dignidad de ciudadanos.

Así, el derrotero intelectual de O’Donnell lo muestra como un intelectual a la vez desafiante y constructor. Su producción ha estado, por un lado, destinada a remover críticamente varios cimientos del saber conven-cional, y por otro, sus aproximaciones no sólo han generado un interés inmediato en la comunidad politoló-gica mundial, sino que han construido un bagaje teórico y conceptual nuevo, produciendo en definitiva grandes avances en la construcción del conocimiento social y político.

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Los aportes intelectuales de Guillermo O’Donnell.

Por Martín D’Alessandro. Politólogo. Investigador del CONICET. Profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires.

Ser distinto: Guillermo O´Donnell y su legado. por María Paula Bertino, Becaria CONICET. Docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires UBA). Doctoranda de la Universidad Nacional de San Martín. Actualmente se desempeña como pro-tesorera de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP).

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Las charlas TED son una serie de videos donde personajes de la vida académica, política, del deporte, del entrete-nimiento se ven forzados a salir de sus lugares comunes y durante 15 minutos intentan con éxito bajar algunos conceptos a la realidad. Una de las mejores charlas TED de Argentina fue la de Manu Ginobili. Y si se está pregun-tando en este momento porque, en una edición en memoria de Guillermo O’Donnell, esta nota empieza hablando de Manu Ginobili entonces necesita ver la nota de TED. Porque Manu, como O’Donnell, es distinto. Y de eso se trata su charla. De ser distinto.

Requiere, sin duda, una explicación. Pero es que a partir de la consigna que da lugar a esta nota, quien suscribe se encontró con más dificultades de las esperadas. En principio, hablar de los aportes de O’Donnell a los jóvenes politólogos puede parecer una tarea sencilla. Pero comenzar a escribir esta nota llevó horas. Ningún elogio puede expresar la grandeza de este hombre, si Maquiavelo me permite robar la cita. Y nada de lo que podía poner en palabras alcanzaba. Entonces recordé a Manu, y su explicación de cómo se es distinto. Increíblemente, el camino de ser una gloria en el basquet mundial, y ser un maestro en la ciencia política mundial, es muy similar. Y los pa-ralelismo, asombrsos.

En su charla, Ginobili señala un par de cuestiones que, increíblemente, se condicen con la vida académica de O’Donnell. Habla de los desafíos que los hombres se plantean, y de cómo esos desafíos son importantes para mar-car el camino. De cómo ese camino conduce a medirse con los mejores, y de una necesidad de poder superar la barrera, saltar la vara. O’Donnell cumplió con todas esas condiciones. Y como Manu, no sólo llegó a la NBA de la Ciencia Política mundial, sino que se convirtió en un All Star.

Lejos de pretender aquí dar cuenta de la vida académica de Guillermo O’Donnell, puesto que existen personas que lo conocieron personalmente y sin duda pueden hablar con conocimiento de causa de ello, la intención de esta breve nota es cumplir con la consigna asignada. Señalar los aportes académicos de este gigante de la Ciencia Polí-tica al desarrollo de los jóvenes politólogos argentinos. Y si se me permite, creo que el mayor aporte de O’Donnell esta signado por haber sido sobre todo, un visionario. Desafiando lo establecido, supo cuestionarse y cuestionar su entorno para encontrar explicaciones a fenómenos que desvelaban al mundo académico y político por casi 50 años.

Con esa visión tan certera de la realidad, recorrió todas las áreas de la Ciencia Política. Eso hizo que sea referente en toda clase de materias. Y por ende, texto obligado en todas las cursadas del grado y posgrado. Si bien muchos referirán a él respecto a los desarrollos de conceptos como Estado Burocrático Autoritario, Democracia Delegativa y sus aportes metodológicos, el texto que más me asombra (todavía hoy) de O’Donnell es “El Juego Imposible”. Adelantado como era, logra en ese texto una explicación tan sencilla como certera de la inestabilidad de las coali-ciones partidarias que terminan condicionando la estabilidad del régimen democrático en una Argentina con el peronismo proscripto.

Desde la aplicación de un marco teórico innovador (un texto editado en Argentina en 1972 que trabaja desde la teoría de los juegos) hasta las conclusiones, el Juego Imposible es todavía hoy, referencia para explicar la caída democrática de 1966. Allí, O’Donnell expone la idea de que en Argentina, entre 1955 y 1966 se desarrolla un jue-go en donde los partidos políticos operan como jugadores que intenta acceder a un premio, la presidencia o algu-nas gobernaciones, en el marco de un juego en donde las reglas no son claras (y entre ellas se incluye la imposibi-lidad del peronismo de acceder a cargos, y la imposibilidad de cualquier otro partido que alcance la presidencia de alterar esta limitación). Donde el referee esta representado por las Fuerzas Armadas, quienes se encuentran dis-puestas a “parar el juego” si alguien infringe las reglas.

En un contexto de divisiones centradas en el clivaje peronismo-antiperonismo, los jugadores habilitados tienen la opción de maximizar sus posibilidades de éxito a partir de correrse hacia un modo peronista a fin de captar esos votos, que de otra manera podrían perderse como votos en blanco o abstenciones. Correrse al modo peronista implica entregar pagos laterales intangibles, pero hacerlo significa violar una de las reglas del juego, atentando así contra la posibilidad de permanecer en el gobierno. De esta forma, el juego se vuelve imposible. El juego es impo-sible porque actores racionales no pueden jugarlo. Porque entre sus reglas, y los axiomas que guían la acción de los jugadores, hay incompatibilidad. Porque sólo permite una vuelta, y en ella la intervención del referee es central para el cierre del juego.

En este texto O’Donnell rompe con conceptos tan arraigados en la ciencia política como la idea de clivajes “estilo” europeo, al proponer la división peronismo-antiperonismo, o con la idea de partidos estructurados y responsables, e introduce en la disciplina local marcos teóricos que serán retomados cerca de dos décadas después. Como en toda su carrera académica, en el Juego Imposible desafía a colegas y estudiantes a pensar fuera de las estructu-ras, a leer la realidad política desde una clave explicativa. Propone, sugiere, expone. Y llega a una respuesta.

El aporte de O’Donnell no tiene que ver con una explicación particular, con una biblioteca de obras seminales. O no sólo con eso. El aporte de este maestro tiene que ver con la inagotable fortaleza de desafiar lo conocido y bus-car explicaciones. Con la interminable voluntad de producir conocimiento. Con el cuestionamiento constante. Con esas ganas, que sólo los grandes tienen, de poner la vara cada vez más alta, y arriesgarse a saltarla.

Como Manu, O’Donnell es distinto. Porque destaca en cada momento, en cada obra. Porque sobresale. Porque desafía. Porque insiste. Y ese, humildemente creo, es su mayor aporte. Alentarnos a creer que se puede ser un All Star, como él.

La figura de Guillermo O´Donnell constituye una referencia indiscutida en el desarrollo de la ciencia política en América Latina; su influencia va más allá de una temática específica. En sus comienzos sus reflexiones críticas sobre los procesos de modernización lo llevó a plantear la famosa “hipótesis pesimista” discutiendo con sus-tento empírico la visión eurocéntrica bajo la cual el desarrollo económico traía aparejado la democracia políti-ca. Su visión aguda le permitió separar claramente la pluralización política de la canalización de ésta a través de un régimen democrático. De ahí ha importancia de la particularidad de la región y de la forma política que han ido adquiriendo sus Estados-nación más relevantes: la “burocrática-autoritaria”. En un primer momento se habló de regímenes, para posteriormente centrarlo en el “Estado”; especificando en sucesivos trabajos los aspectos burocráticos correspondientes a la forma estatal y los autoritarios como atributos del régimen.

En el año 1975 Horacio Boneo, Marcelo Cavarozzi, Guillermo O´Donnell y Oscar Oszlak crean el Centro de Es-tudios de Estado y Sociedad (CEDES), habiendo formado parte de esta institución también Catalina Smulovitz y María del Carmen Feijoo. De carácter multidisciplinario, el CEDES se orientó desde sus inicios al estudio de los problemas sociales, políticos y económicos de la Argentina y de América Latina. La misión que se planteó fue fortalecer la capacidad de investigación en ciencias sociales en la Argentina y América latina, y propiciar la difusión y aplicación de sus resultados. El Área de Política y Gestión Pública fue la primera de las creadas en el CEDES. Desde un comienzo, los cuatro fundadores del Centro - se dedicaron a investigar la problemática del Estado, sus instituciones y políticas, continuando el proyecto académico iniciado en el Centro de Investigacio-nes en Administración Pública (CIAP) del Instituto Torcuato Di Tella. Como producto de estas actividades se publicó en 1976 “Estado y políticas estatales en América Latina: hacia una estrategia de investiga-ción” (Documento del CEDES Nro. 4). Poco a poco este trabajo guiará la agenda sobre políticas públicas en la región, publicándose posteriormente como artículo en varias revistas. A pesar de haber pasado varias décadas, el estudio sigue siendo el trabajo más citado en el campo.

La referencia específica sobre la conceptuación sobre el Estado alcanzará su mayor agudeza teórica con la publicación del trabajo “Apuntes para una teoría del Estado” el cual aparece por primera vez también como un Documento del CEDES en 1977 (concretamente el Nro. 9); pero va a ser su publicación como capítulo en la obra colectiva Teoría de la Burocracia estatal compilada por Oscar Oszlak en 1985, la que permitirá una amplia difusión y sus posteriores citas. Este trabajo demuestra tanto la complejidad de los planteos de O´Donnell como su capacidad de “sutura epistemológica”. La necesidad de vincular al estado con otros aspectos de la vida política como la “nación” y el “pueblo” requieren de una visión no reduccionista y que incluya los aspectos históricos particulares de cada construcción estatal. Como bien señala desde el comienzo su autor, la clave no se encuentra ni en el Estado ni en la Sociedad sino en la conjunción “y” que le da significación y relevancia. De base claramente weberiana, O´Donnell incorpora el aporte de las nuevas corrientes dentro del pensamiento marxista. Al comienzo expresa: “Entiendo por Estado el componente específicamente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada. Por dominación (o poder) entiendo la capacidad, actual y poten-cial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluyo pero no necesariamente, contra su resisten-cia” (O´Donnell: 1985, 200). Sosteniendo: “Lo político en sentido propio o específico lo entiendo, entonces, como una parte analítica del fenómeno más general de la dominación: aquella que se halla respaldada por la marcada supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio excluyentemen-te” (O´Donnell: 1985, 200). La mencionada “sutura” queda claramente constituida al dimensionar los compo-nentes sociales y económicos, señalando: “El Estado que nos interesa aquí es el Estado Capitalista. La modali-dad de apropiación del valor creado por el trabajo constituye a las clases fundamentales del capitalismo, a través de, y mediante, la relación social establecida por dicha creación y apropiación. Los mecanismos y con-secuencias más ostensibles de esa relación son económicos. La principal –pero no la única- relación de domi-nación en una sociedad capitalista es la relación de producción entre capitalista y trabajador asalariado, me-diante la que se genera y apropia el valor del trabajo. Este es el corazón de la sociedad civil, su gran principio de contradictorio ordenamiento” (O´Donnell: 1985, 202). Esta visión de establecer los vínculos entre Estado “y” Sociedad se mantendrá en sus trabajos sobre el tipo de regímenes democráticos consolidados en la región y en la aplicación de su concepto de “democracia delegativa”; esto se expresa claramente con su idea de las zonas “grises” y “marrones” que establecen un verdadero hiato en la dominación estatal efectiva en vastos territorios de nuestros Estados-nación como bien queda expresado en su trabajo "Estado, democratización y ciudadanía" de 1993.

En su última obra individual O´Donnell vuelve sobre la dimensión central del Estado en la vida política, vincu-lándolo con una visión del sujeto político entendido como agente y volviendo a la relación del componente es-tatal con el régimen político. Siguiendo su planteos anteriores define al Estado de la siguiente forma: “Es una asociación con base territorial, compuesta de conjuntos de instituciones y de relaciones sociales (la mayor parte de ellas sancionadas y respaldadas por el sistema legal de ese estado) que normalmente penetra y con-trola el territorio y los habitantes que ese conjunto delimita. Esas instituciones reclaman el monopolio en la autorización legítima del uso de la coerción física y normalmente tienen, como último recurso para efectivizar las decisiones que toman, supremacía en el control de los medios de esta coerción sobre la población y el terri-torio que el estado delimita” (O´Donnell: 2010, 76). Diferentes son los aspectos que el nuestro autor derivará de esta definición como el filtrado de la relación entre el Estado y otras entidades supraestatales; el conjunto del aparato burocrático; la credibilidad de la dominación y su capacidad de construir una identidad colectiva; y la eficacia del de sus políticas junto al sistema legal que las regula. Continúa en Página 12.

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El aporte de Guillermo O´Donnell a los estudios sobre el Estado y las polí-ticas públicas en la región.

Por Nelson Dionel Cardozo* *Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesor de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE); investigador de la Universidad Nacional de Quilmes. Actualmente se desempeña como pro-secretario General de la SAAP.

Continúa de página anterior.

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No cabe dudas, que más allá de las posiciones teóricas, metodológicas y también políticas e ideológicas, la figura de Guillermo O´Donnell se ha constituido en el principal referente de la ciencia política Argentina. Sus trabajos forman parte de la bibliografía más utilizada en nuestro medio. Las citas a éstos es la que presenta la mayor fre-cuencia en todo tipo de referencias y son sus conceptos los más utilizados. Los estudios sobre la historia disciplinar iniciados por Pablo Bulcourf, Martín D´Alessandro y Cecilia Lesgart ubican a la figura de O´Donnell como central para el desarrollo e institucionalización de la ciencia política en la región. Durante el VIII Congreso Nacional de Ciencia Política un estudio realizado bajo la dirección de Nélida Archenti demostró cabalmente esta hipótesis; O´Donnell es considerado por sus pares como el politólogo más destacado y también son sus libros los que enca-bezan contundentemente las preferencias de los argentinos. El profesor O Donnell nos ha dejado un legado enor-me, pero ante todo polémico que seguirá cuestionando en forma crítica nuestras sociedades y la capacidad de los politólogos para dar cuenta de ellas.

Bibliografía.

Archenti, Nélida y María Belén Alonso (2008) “VIII Congreso Nacional de Ciencia Política. Un espacio con nuevas Voces”. En Revista SAAP, Vol. 3, Nº 2, Buenos Aires, junio.

Bulcourf, Pablo y Martín D´Alessandro (2003) “La ciencia política en la Argentina”. En Pinto, Julio (comp.) Intro-ducción a la ciencia política. E. Eudeba, Buenos Aires.

Bulcourf, Pablo y Nelson Cardozo (2010) “El desarrollo de los estudios sobre administración y políticas públicas en la Argentina a partir del proceso democratizador”. En revista Nuevo Espacio Publico, nro 5, diciembre, IPAP, Vied-ma.

Bulcourf, Pablo y Augusto Reina (2009) “Comprendiendo al Estado: los aportes de Guillermo O´Donnell a su re-conceptualización en América Latina”. En Revista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Universidad de Palermo, Año 2, nro 2, noviembre, Buenos Aires.

O´Donnell, Guillermo (1972) Modernización y Autoritarismo. E. Piadós. Buenos Aires.

Oszlak, Oscar; O`Donnell, Guillermo (1976) “Estado y políticas estatales en América Latina: Hacia una estrategia de investigación”. Documento CEDES Nro. 4, Buenos Aires.

O`Donnell, Guillermo (1977) “Apuntes para una teoría del Estado”. Documento CEDES Nro. 9, Buenos Aires.

O´Donnell, Guillermo (1985) “Apuntes para una teoría del Estado”. En Oszlak, Oscar (comp.) Teoría de la burocra-cia estatal. E. Piadós. Buenos Aires.

Reflexionar a partir del legado de Guillermo O´Donnell es un desafío y a la vez un privilegio, sobre todo si conside-ramos la cantidad de conceptos, definiciones y teoría que este politólogo ha generado y aportado para la Ciencia Política Contemporánea. De todos sus trabajos poseen, a mi modesto entender, un lugar destacable los enuncia-dos en torno a la democracia, específicamente la conceptuación que realizara para su medición y evaluación, así como lo que significó la incorporación del ciudadano agente a la idea de una democracia de calidad.

En este sentido el doctor O´Donnell realizó diversas reflexiones en torno a la teoría democrática que se resumen en una serie de proposiciones, entre las que se destacan “las elecciones limpias e institucionalizadas, junto con ciertas libertades concomitantes, conforman una definición realista y restringida de un régimen democrático, o poliarquía o democracia política”. A su vez, “una definición realista y restringida del régimen democrático genera un espacio empírico y analítico que permite distinguir a este tipo de régimen de otros, con importantes consecuen-cias normativas, prácticas y teóricas” (O´Donnell, 2007: 43-44).

Bajo estas premisas puso principal atención a la situación de los países latinoamericanos en vista de responder a interrogantes sobre la transición a la democracia y los prerrequisitos económicos, sociales e institucionales necesa-rios para constituir estos regímenes. O´Donnell realizó la identificación de los estados burocrático-autoritarios como una forma subóptima de dominación capitalista, lo que permitió establecer el punto de partida desde el cual los países latinoamericanos producen sus transiciones hacia una nueva forma de gobierno. Dicha transición contu-vo al menos dos etapas: 1) desde el régimen anterior hasta la instalación de un gobierno democrático, donde los actores democráticos, principalmente los políticos, han tenido un rol fundamental para su realización y 2) desde ese gobierno hasta la consolidación de la democracia o poliarquía. A su vez, dicha consolidación estuvo limitada por la conjunción de: la urgencia de la ciudadanía por mejores condiciones económico-sociales, que hizo que recla-men acciones “salvadoras” a sus gobernantes desencadenando democracias delegativas; el grado de institucionali-zación de las reglas formales e informales en cada uno de estos países latinoamericanos mostró la posibilidad de

Algunas reflexiones sobre el legado de Guillermo O´Donnell. por Marcela Ballabio. Doctora en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política. Investigadora de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).

continuidad democrática en el tiempo, y finalmente, posibilitó el ejercicio de un control ciudadano por mecanis-mos de accountability vertical y horizontal.

Hacia finales de siglo XX, dichos interrogantes fueron desplazados por nuevos focos de atención, dado que la mayor parte de los países de la región se hallaban bajo poliarquías. Se introdujo entonces, una nueva preocupa-ción: la de la calidad de la democracia. Para entonces, se acentuó la idea que democracia es “algo más” que un régimen político, lo que llevó a incorporar algunos componentes normativos, como el estado de derecho y la rela-ción con la ciudadanía. Como indicara O’Donnell: “la democracia no es tan sólo un régimen democrático sino también un modo particular de relación, entre Estado y ciudadanos y entre los propios ciudadanos, bajo un tipo de Estado de Derecho que, junto con la ciudadanía política, sostiene la ciudadanía civil y una red completa de rendición de cuentas” (2002: 27).

En el marco de esta conceptualización, uno de los aportes más significativos que el autor hace a la teoría de la democracia, reside en la noción de “ciudadanía”, que le permite proyectar la democracia más allá del régimen, hacia otros ámbitos en el ejercicio del poder político. Esta visión no desconoce la centralidad que tiene un régi-men político para la democracia, ni los desafíos que en esta materia están pendientes en América Latina. Sin embargo, el politólogo argentino sugirió que incluso para actuar sobre estos retos es necesario pensar acerca de los complejos espacios de la democracia que exceden el ámbito acotado de la elección de gobernantes en un marco de instituciones públicas. Al incluir a la ciudadanía como un elemento constitutivo del concepto de demo-cracia, sostuvo acertadamente que “si descartamos este concepto, la teoría de la democracia queda desprovista de un elemento esencial para su definición, que es la idea del ciudadano como agente” (O’Donnell, 2003: 13).

La incorporación del concepto de ciudadano agente marcó un salto cualitativo en la conceptualización de la de-mocracia. Se pasó de una democracia “desde arriba”, a la construcción de la democracia “desde abajo”, desde los propios ciudadanos. Dicha idea le permitió, tanto el desarrollo del enfoque de calidad democrática como la cons-trucción de la herramienta Auditoría Ciudadana para promover la participación ciudadana en la vida política (O´Donnell, 2003: 17). Un instrumento como este resulta provechoso para países que requieren identificar sus déficits democráticos, es decir, que la Auditoría Ciudadana se constituye en una herramienta innovadora que articula la investigación participativa con la acción cívica, pero además genera el desafío de impulsar más y me-jores prácticas que fomenten la calidad de la democracia.

En América Latina, la experiencia más exitosa de auditoría ciudadana se desarrolló en Costa Rica entre junio de 1998 y junio de 2000. En Argentina se implementó el Programa Auditoría Ciudadana Calidad de las Prácticas Democráticas en Municipios (PAC), entre 2003 y 2009. El programa se definió, bajo el asesoramiento de O´Donnell, a la auditoría como una herramienta de participación que, permitiera a una comunidad autoevaluar y mejorar su vida democrática vinculando la política con la vida y con los problemas cotidianos de la gente.

El punto de partida del enfoque de auditoría ciudadana utilizado por el PAC replicó los interrogantes que O´Donnell junto a Vargas Cullell formularan para el caso costarricense. Estos son, por una parte, en ausencia de una teoría y conceptos desarrollados sobre el tema de la calidad de la democracia ¿cómo estudiar empíricamente cuán democrática es la vida política en una democracia? Por otra parte, en presencia de acendrados malestares y apatías ciudadanas con el funcionamiento de la democracia ¿cómo una evaluación de la vida política puede con-vertirse en una herramienta para incentivar la participación ciudadana? (Vargas Cullell, 2003: 149). En definitiva, la Auditoría Ciudadana se convirtió en una herramienta práctica que permitió encontrar algunas respuestas a estos dos interrogantes.

Habiéndose auditado 47 municipios argentinos, se está en condiciones de afirmar que la auditoría generó un diagnóstico situacional sobre las prácticas ciudadanas existentes entre estos municipios y sus vecinos, así como también incentivó la participación ciudadana con la constitución de foros cívicos y sirvió también para identificar aquellos rasgos decisivos de la vida política y de las prácticas ciudadanas bajo una democracia de calidad. Resta consolidar dichas prácticas ciudadanas y generar nuevas. Sin embargo, la promoción de más y mejores prácticas democráticas ciudadanas que fomenten la vida en una democracia de calidad son posibles y vale la pena el desa-fío de promover mayores esfuerzos para que el compromiso sea de todos. Desafío que nos dejó Guillermo O´Donnell cuando remarcó el rol que tenemos como ciudadanos agentes en nuestras democracias.

Bibliografía

O´Donnell, Guillermo (2002) “Las poliarquías y la (in)inefectividad de la ley en América Latina” en Méndez, J E. et al. La (In)Efectividad de la ley y la exclusión en América Latina. Buenos Aires, Paidós.

O´Donnell, Guillermo (2003) “Democracia, Desarrollo Humano y Derechos humanos” en O´Donnell, G.; Iazzetta, O. y Vargas Cullell, J. editores. 2003. Democracia, desarrollo humano y ciudadanía. Reflexiones sobre la calidad de la democracia en América Latina, Rosario, Argentina. PNUD, Homo Sapiens Ediciones.

O´Donnell, Guillermo (2007) Críticas democráticas a la democracia. Rosario, Argentina. Prometeo.

Vargas Cullell, Jorge con Villarreal Fernández, Evelyn y Gutiérrez Saxe, Miguel (2003): “Auditorías ciudadana sobre la calidad de la democracia: una herramienta para la identificación de desafíos democráticos” en O´Donnell, G.; Iazzetta, O. y Vargas Cullell, J. (editores) Democracia, desarrollo humano y ciudadanía. Reflexio-nes sobre la calidad de la democracia en América Latina, Rosario, Argentina. PNUD, Homo Sapiens Ediciones.

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Guillermo O´Donnell: reflexiones sobre su relevancia en la formación del Politólogo. por Hernán Pablo Toppi, Becario CONICET. Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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Pertenezco a la generación que comenzó a estudiar Ciencia Política hace poco más de diez años. Para algunos puede repre-sentar mucho tiempo, mientras que para otros todo lo contrario. Independientemente de la variable temporal, este periodo alcanzó para que mi experiencia con la figura de Guillermo O´Donnell pase por dos grandes etapas, sumamente enriquece-doras cada una de ellas.

Las breves palabras que aquí se presentan, tienen como objeto graficar a partir de mi experiencia personal, la relevancia que Guillermo O´Donnell ha tenido (y tiene) en la constante formación de un politólogo. El sentido de hacer esto, es el de invitar al lector a que haga el mismo recorrido y así pueda reflexionar sobre el vinculo entre su formación y la persona de la que aquí estamos reflexionando.

Las diferentes etapas tendrán como guía una única pregunta: ¿quién es Guillermo O´Donnell?

I: O´Donnell como figura simbólica y reveladora de la región. Cuando uno comienza la carrera, rápidamente aparecen diferentes apellidos que debemos “aprendernos” según indican nuestros primeros profesores. Bobbio, Dahl, Marx, Webber, Sartori y Schumpeter son de los más comunes. Ahora bien, para la experiencia del estudiante inicial esa lista no estaría completa sin el apellido O´Donnell. La pregunta es ¿Por qué?

En mi caso, la respuesta tuvo más de una arista. Por un lado, por su “carácter simbólico”. Por otro, por ser uno de los prime-ros autores que me acercó a la dinámica política latinoamericana en general y argentina en particular. Veamos brevemente ambas cuestiones.

En primer lugar, ¿Por qué hablar de su carácter simbólico? Para entender esto tenemos que hacer la siguiente separación entre dos tipos (ideales) de profesores, que en nuestra formación dejan una marca: los que lo hacen a partir del trato perso-nal, ya sea en el aula o en una mesa de trabajo; y los que lo hacen a partir de sus textos, sin el cara a cara. Para muchos estudiantes (dentro de los que me incluyo) Guillermo O´Donnell perteneció a este segundo grupo, pues desde sus trabajos es que logramos conocerlo y respetarlo. No tuvimos la suerte de tenerlo como profesor. Sin embargo, la enseñanza de su obra por parte de nuestros profesores, nos permitió comprender su rol determinante para el desarrollo de la ciencia política argentina. Como resultado, el sentir común (y con razón) de que Guillermo O´Donnell es el politólogo más importante de la historia del país, se transformó en una bandera que los estudiantes aprendimos a llevar, incluso sin conocerle la cara. Su nombre representado en un libro, una revista o una fotocopia simbolizaba de este modo, el significado de la palabra ciencia política.

En segundo lugar, la cuestión fáctica del impacto de sus trabajos. Como decíamos, a partir de sus textos se nos “revelaron” diferentes cuestiones que a lo largo del siglo XX ha experimentado la política y más precisamente la democracia en nuestra región. A partir de su análisis como estudiantes, hemos sido inculcados con perspectivas de investigación que han superado las fronteras latinoamericanas y se han transformado en clásicos a nivel mundial. En referencia a esto, queremos mencionar dos grandes grupos de aportes:

1). El estudio sobre la inestabilidad democrática en América Latina ha sido un tópico de análisis muy importante en la agen-da de O´Donnell a lo largo de toda su vida. En este sentido, contribuyó con varias obras fundamentales. Con Modernización y Autoritarismo (1972) aprendimos que la modernización no lleva necesariamente a la democracia, sino que puede generar gobiernos autoritarios como en América Latina. Siguiendo esta línea, tenemos la noción clave del Estado Burocrático-Autoritario (1982). A partir del estudio comparado de dictaduras en la Argentina, Brasil, Chile y Urugual, dicho concepto se transformó en un elemento indispensable para el análisis de la inestabilidad democrática en la región durante la década del sesenta y setenta. En tercer lugar, debemos mencionar el aporte, no ya respecto a la inestabilidad en sí, sino a las condicio-nes para las transiciones desde un gobierno autoritario (siendo la democracia un camino posible). De esta manera, el trabajo en conjunto con Philippe Schmitter y Laurence Whitehead llamado Transiciones desde un Gobierno Autoritario (1989) se ha transformado en un clásico para el estudio de esta temática.

2). El segundo grupo de conceptos que también han dejado huella, es el de las características propias de la dinámica demo-crática. Es decir, si bien luego del periodo de transiciones en la década del ochenta, el régimen democrático logró consolidar-se en América Latina, O´Donnell remarcó una serie de particularidades críticas del régimen en la región. La idea de las zonas de colores (azul, verde y marrón) presentada en su artículo Acerca del Estado, la democratización y algunos problemas con-ceptuales (1993) es un primer indicador de este punto. O sea, la consolidación del régimen democrático convive con la exis-tencia de Estados ineficientes que no logran cumplir con su función de manera homogénea e imparcial en todo el territorio que tiene bajo su jurisdicción, dejando a grandes porciones de la población sin acceso a un sistema legal que en teoría los debería proteger. A esta cuestión que se vincula con el estado y la ciudadanía, O´Donnell nos ofreció también representacio-nes críticas desde el lado del régimen. La idea de la democracia delegativa (1994) es una muestra de ello, pues pensar que aquellos que gobiernan tienen el derecho a hacerlo de acuerdo a como estos así lo consideren, traía tras de sí la negación de un tipo especifico de rendición de cuentas (accountability) que era la horizontal.

Con la breve descripción de estas dos aristas (la simbólica y la reveladora) vemos como la figura de Guillermo O´Donnell va encontrando lugar en la formación de cada uno de nosotros. Como ejemplo a imitar de politólogo (a pesar de la ausencia del trato personal) y como transmisor de conocimiento por medio de su obra. ¿Quién no ha discutido sobre la obra de O´Donnell? ¿Quién no ha utilizado en trabajos propios o en debates con amigos, familiares o colegas conceptos como el de Estado Burocrático-Autoritario o el de Democracia Delegativa? ¿Quién no tiene alguno de sus libros, fotocopia o pdf guarda-

do con orgullo? El solo pensar en la respuesta a estas preguntas, nos sirve para reflexionar en su real impacto. En mi caso he discutido sobre su obra, he debatido a partir de sus ideas y tengo varios de sus libros en mi biblioteca. Difícil no estar agradecido en la formación que me ha ofrecido.

II. O´Donnell en persona y continuidad de su obra

Tuve la inmensa suerte de que mi experiencia con O´Donnell no se terminase con la etapa de estudiante, sino que como graduado he tenido un segundo capítulo tan rico como el anterior.

Como primer punto a mencionar, está el de que dejó de ser un apellido que admiraba en la tapa de un libro, pues ahora sí, lo pude conocer en persona y escucharlo. Una breve anécdota. La vez que lo conocí. Martín D´Alessandro, amigo y uno de mis grandes mentores, me invitó a la defensa de su tesis doctoral. Yo sabía del tema, pero no de quiénes iban a estar en el panel evaluador. Mientras esperaba en el pasillo de la facultad para ingresar a la sala, veo de repente un señor acercándo-se al mismo lugar. De la misma manera que se achicaba la distancia entre ambos, más grandes se ponían mis ojos ante la inesperada sorpresa de quien era. Por primera vez tenía la suerte de poder ver a aquella persona que había generado tanta admiración y que ahora se prestaba a evaluar una tesis doctoral. Luego de esta oportunidad y gracias a su radicación defi-nitiva en el país, tuve la oportunidad (como muchos) de poder aprender de él no ya desde sus libros, sino desde sus confe-rencias, tanto en la Universidad de Buenos Aires como en Congresos de la disciplina (SAAP y ALACIP).

Un segundo punto también a destacar refiere a la continuidad de su obra y del impacto que tiene en el estudiante actual. Del mismo modo que en el pasado, la democracia ha mantenido su lugar de preeminencia en su agenda de trabajo. En sus últimos libros (Disonancias 2007, Catacumbas 2008, y Democracia, Agencia y Estado 2010) ha investigado nuevas facetas de la dinámica democrática, que llevan a pensar que las definiciones tradicionales serían incompletas para explicar la reali-dad regional. En este sentido, a la ya mencionada preocupación del autor por subrayar la cuestión del Estado (y no solo del Régimen) para hablar de democracia, se incorpora la noción de agencia, desde la cual se percibe al sujeto no solo como alguien que vota, sino que es alguien que tiene derechos iguales a sus semejantes. Ahora bien, las falencias en la accoun-tability horizontal, la existencia de zonas marrones llevan a que la agencia no sea una realidad, pues el sistema legal que debería darle sustento no funciona adecuadamente. Por lo tanto, O´Donnell remarca la necesidad de trabajar en estas cuestiones para la construcción de democracias fuertes, no solo a nivel institucional sino también en las demás facetas de la vida política, social y económica. Dicho esto, puedo afirmar gracias a la experiencia en el aula (ahora de espaldas al pizarrón) que estas últimas ideas se han sumado a las ya clásicas y que en conjunto continúan despertando en los estu-diantes el mismo interés, respeto y entusiasmo que en aquellos que estudiamos una década atrás. Como vemos, O´Donnell sigue generando debate y teniendo un impacto clave en la formación del politólogo.

De esta manera, la segunda etapa ha estado signada por la posibilidad del cara a cara y la de transmitir sus ideas en el aula. Estas dos cuestiones, han representado un punto muy interesante en mi formación pues ha llevado a que mi respues-ta a la pregunta ¿quién es Guillermo O´Donnell? haya experimentado una pequeña transformación. Ahora, no solo es el politólogo más importante de la Argentina y que nos ha ofrecido continuamente múltiples herramientas teóricas y empíricas para comprender la democracia, sino que también he podido constatar que se puede ser un representante del mainstream académico y al mismo tiempo ser una persona humilde y bien predispuesta al debate con aquellos que somos simples mor-tales.

III. Su legado

Lo que he intentado hacer brevemente en estas páginas, es presentar dos escenarios en los que la figura de Guillermo O´Donnell ha estado presente en mi formación. Siendo este un escenario plural, es lógico que haya lectores con experien-cias similares, otros con experiencias diferentes y otros con experiencias mucho más importantes. Lo que es indiscutible es que ya sea desde su obra o desde las enseñanzas personales, él ha dejado marcas en todos aquellos que hemos tenido la suerte de tratar de alguna u otra manera con lo que nos ha ofrecido.

Lo que me parece adecuado subrayar como tarea para la comunidad politológica, es la de poder ofrecerle a las futuras generaciones de politólogos, la posibilidad de conocer todo aquello que O´Donnell ha hecho por la disciplina, desde lo insti-tucional y desde el papel. Lo que debemos hacer entonces, es estar en condiciones a partir de la experiencia de cada uno, de responder satisfactoriamente a la pregunta ¿quién es Guillermo O´Donnell?

Para finalizar, a O´Donnell se lo suele apodar GOD. Creo que bien merecido lo tiene.

Bibliografía mencionada:

O´Donnell Guillermo (1972) Modernización y Autoritarismo. Paidós. Buenos Aires. O´Donnell Guillermo (1982) El Estado Burocrático-Autoritario: 1966-1973, Triunfos, derrotas y Crisis. Editorial de Belgrano. Buenos Aires. O´Donnell Guillermo, Schmitter Philippe y Whitehead Laurence (1989) Transiciones desde un Gobierno Autoritario. Paidós. Buenos Aires. O´Donnell Guillermo (1993) “Acerca del Estado, la Democratización y algunos problemas conceptuales. Una perspectiva latinoamericana con referencia a países poscomunistas”. En revista Desarrollo Económico Vol. 33 Nº 130. O´Donnell Gui-llermo (1994) “Delegative Democracy”. En revista Journal of Democracy Vol. 5 Nº 1. O´Donnell Guillermo (2007) Disonan-cias. Críticas Democráticas a la Democracia. Prometeo. Buenos Aires. O´Donnell Guillermo (2008) Catacumbas. Prometeo. Buenos Aires. O´Donnell Guillermo (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intención comparativa. Prometeo. Buenos Aires.

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Difícilmente la historia intelectual de la Ciencia Política pueda ceñirse a la biografía personal o académica de un hombre. Pero hay nombres propios como el de Guillermo O´Donnell, que ilustran los principales tramos recorridos por la Ciencia Política producida en y sobre Argentina. Y en un sentido más general, sobre América latina.

Tuve el enorme privilegio de conocerlo personalmente a través de la realización de una entrevista, una conversa-ción a la que él me convocó movido por la curiosidad que le habían suscitado algunos escritos míos sobre parte de su gran obra, seminarios de discusión sobre los conceptos que él supo crear, y algunas cenas posteriores que compartimos entre muchos colegas. Durante esos encuentros me quedé con algunas impresiones de su carácter. Me llamó la atención su generosidad intelectual y su forma llana de vincularse con colegas de distintas generacio-nes. Incluso con sus pares discutía con garra, pero siempre con respeto y elegancia. También me quedé con el convencimiento de que O´Donnell dedicaba casi su vida entera a una profesión que había elegido por vocación: vivía de la Ciencia Política y había consagrado su vida a ella. Es por esto que la historia intelectual de la Ciencia Política local coincide, en sus mojones fundamentales, con su derrotero biográfico y académico. Por lo demás, es uno de los académicos responsables de haberla impulsado en su registro moderno y posterior a la segunda mitad del S XX, de delimitarla de otras ciencias sociales como el Derecho y la Sociología.

En los últimos años él mismo se fue encargando de escribir, en las reediciones de las distintas obras o las compila-ciones de algunos artículos que circularon en el ambiente académico todos procedentes de los años ’70 y ‘80, in-troducciones aclaratorias de las condiciones originales de producción o de edición de esos textos. En todas ellas hay un esfuerzo rememorativo, en donde la historia intelectual y la de los principales conceptos por él creados, se une a la historia política y a su propia biografía personal y académica. Así lo encontramos en Contrapuntos, compi-lación aparecida en 1997, en Catacumbas del año 2008, o en El estado Burocrático Autoritario datado un año des-pués. Por lo mismo, no vale la pena volver sobre historias contadas en primera persona, aunque sí me gustaría regresar sobre tres cuestiones que se desprenden de esas historias y que vinculan esos trazos autobiográficos con una historia intelectual de la Ciencia Política.

Las dos primeras cuestiones están enlazadas tanto con la especialización en Ciencia Política que Guillermo O´Donnell hiciera en la Universidad de Yale como con lo que originalmente fuera su proyecto de tesis doctoral, publicado como libro con el título de Modernización y Autoritarismo. La tercera cuestión, se relaciona con una larga marcha a partir de la cual desde los problemas de la modernización y su no necesaria correspondencia con la esta-bilidad de la democracia, O´Donnell va pasando al tema de los gobiernos autoritarios y las transiciones desde ellos hacia la democracia política, y que se vinculan, también con sus itinerarios entre distintas geografías: Argentina, Brasil y Estados Unidos.

Como otro puñado de hombres que habían obtenido su título de grado como abogados o contadores, O´Donnell se graduó en Derecho en la Universidad de Buenos Aires, y en el año 1968 comenzó su especialización en Ciencia Política bajo la dirección de David Apter. Formó parte de lo que podría entenderse como la primera generación de la que nace una ciencia política esforzada por ser una disciplina autónoma del Derecho Público, Político y Constitu-cional, representada hasta allí por la figura de Segundo Linares Quintana, y por la Asociación Argentina de Ciencia Política. Pero también independiente de la Sociología, disciplina cuyo avance “arrollador” no sólo se producía en Argentina impulsada por Gino Germani desde la Universidad de Buenos Aires. Una generación que inicia los trazos principales de una ciencia política autónoma y con pretensiones de cientificidad, que no se ha formado en el nivel de grado, ni tampoco especializado, en las pocas carreras existentes en el país. Jóvenes que en aquel momento optan por realizar algún tipo de experiencia académica, más o menos intensa y formal, fuera de las fronteras geo-gráficas nacionales. Básicamente en Estados Unidos (ej. son Berkeley o Yale) y en algunos países de Europa (como Francia en la E.N.A. o en Bélgica en Lovaina), lugares en los que experimentan la existencia de campos especializados en Ciencias Sociales, acceden a nuevas lecturas y temáticas novedosas y generan redes de contac-tos con quienes hacen de la Ciencia Política una profesión. Entre fines de los años ’60 y mediados de los ’70 algu-nos coinciden en las escasas instituciones en donde la Ciencia Política se afinca en Buenos Aires (ej. Universidad del Salvador, CIAP-Instituto Di Tella, CEDES). O´Donnell participará como profesor o investigador en todas ellas, y en 1975 es uno de los miembros fundadores del Centro de Estudios sobre el Estado y la Sociedad, centro neurálgi-co del desarrollo de las ciencias sociales y de la ciencia política particularmente durante el último régimen militar (1976-1983).

Su tesis doctoral, que sufrió algunos avatares, terminó siendo su primer libro. Publicado en 1972 con el sello de la Editorial Paidós, Modernización y Autoritarismo tuvo más circulación en Estados Unidos que en nuestro país, en donde O´Donnell logró reconocimiento por sus artículos en torno al estado burocrático-autoritario, textos que se-rían publicados como un libro completo en 1982. Sin embargo, mirado menos desde el contexto particular de cir-culación del libro e inscribiéndolo dentro de una historia intelectual, esa obra tiene la habilidad de marcar una rup-tura distintiva para la historia de la ciencia política moderna producida en y sobre Argentina.

Jalones de una historia intelectual de la Ciencia Política: escrito en honor a Guillermo O´Donnell

por Cecilia Lesgart , Doctora en Ciencia Política. Investigadora Adjunta de CONICET. Profesora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Siguiendo una línea de trabajo desplegada en Estados Unidos que dudaba que en los países del Tercer Mundo los procesos de modernización y desarrollo condujeran al triunfo del capitalismo y a la estabilidad democrática, y poniendo en duda hipótesis centrales de la sociología que especulaba con que el desarrollo económico seguido por una alta modernización social podía generar mayores niveles de democracia política, desde el interior del libro de O´Donnell emergía una hipótesis central para la Ciencia Política. Con ella se dudaba de la corresponden-cia entre modernización social, desarrollo económico y estabilidad democrática de un régimen político. Lo que será particularizado para el Cono sur de América Latina con lo que O´Donnell llamó “ecuación pesimista”.

Asimismo, en ese texto ya aparece lo que en ese momento, y sobre todo después del año 1976, se constituyó en el objeto de estudio particular de la ciencia política producida en nuestro país y en Latinoamérica. Las rupturas institucionales y el cambio político, le proveen a la Ciencia Política una cualidad específica en relación a otras ciencias sociales. Para Argentina es el golpe de estado de 1966 el que la dota de materiales para un tema de reflexión particular, y que se sostendrá en el tiempo debido al posterior golpe de estado de 1976.

El Proyecto de Investigación afincado en el Woodrow Wilson Center en 1977 hizo un esfuerzo sostenido por pen-sar los rasgos particulares de los gobiernos autoritarios en un sentido comparado entre geografías. Las investiga-ciones iniciadas en 1979, dieron como resultado los volúmenes compilados por O´Donnell, Schmitter y Whi-tehead titulados Transiciones desde un gobierno autoritario. Estos mostraron la creciente especialización al inte-rior de la Ciencia Política y traslucen los debates que ocurrían al interior de la disciplina, conducentes a encontrar nudos analíticos dadores de sentido a los estudios en marcha en consonancia con los procesos políticos opresivos existentes en estas latitudes. Pero también con las rutas de transición que ocurrían en Europa mediterránea. Dicho rápidamente, el interés por trabajar sobre los rasgos que especificaban a los nuevos autoritarismos, y si estos debían analizarse desde el prisma de la categoría Estado o la de régimen político. A pesar de que el Proyec-to “Los períodos de transición posteriores a los gobiernos autoritarios. Perspectivas para la democracia en Améri-ca latina y en Europa meridional” mostraba una labor académica esforzada por diferenciar la producción de sabe-res organizados por criterios disciplinarios de las apuestas ideológicas o político-partidarias, había una preocupa-ción política por pensar un futuro deseado. La poliarquía o el liberalismo democrático, es el punto de llegada ima-ginado para las transiciones. Mirado desde la preocupación teórica, la pregunta no versa sobre la forma o el tipo de sociedad o de gobierno que podría delinearse después de los gobiernos opresivos. Sino si la democracia debía abordarse desde una dimensión política, social, y/o económica, proceso que culmina en una revalorizaciòn de la dimensión político-institucional, y en el acento sobre el régimen político. En el caso de O´Donnell, varias veces repitió que su apuesta por el “juego democrático” no sólo obedecía a una observación empírica sobre aquello que había resultado imposible en Argentina y en varios países de América Latina. También hizo una autocrítica sobre su poca empatía con el mundo de la política, a partir de su equívoca participación en el gobierno de 1963.

Esta poderosa línea de investigación gestada en los vuelos de Varig que transcurrían entre Buenos Aires, San Pablo y Washington, mostraban a un O´Donnell que ya partía de Argentina hacia Brasil primero, y a Estados Unidos después. Itinerario personal que traslucía las rutas geográficas de una ciencia política sobre Argentina y América Latina, que se producía tanto dentro como fuera del país. Que indicaban cómo los académicos forjaban vínculos a título personal o institucional, que traspasan fronteras a través de un intenso intercambio (de ideas, de relaciones, de financiamientos), y a instituciones regionales y proyectos cuya radicación geográfica no es del todo precisa. Y a una ciencia política que lograba desplegarse temática e institucionalmente y con una firmeza desco-nocida justamente reflexionando sobre las dictaduras militares.

Guillermo O´Donnell regresó al país en 2009. En una entrevista realizada por Jorge Fontevecchia para Perfil.com, el periodista preguntaba “¿Qué hace (…) uno de los mayores politólogos del mundo (…) volviendo a los 73 años a vivir a Argentina después de décadas de vivir en el exterior?”. Y él contestaba que a los 73 años había cosas más imprescindibles como la familia, los amigos, y la siempre recurrente pregunta sobre dónde uno prefiere morirse. Curiosa paradoja. Volvió a morirse a un país sobre el que había estructurado su pensamiento, pero del que se había comenzado a ir tempranamente. Curiosas paradojas son también las que marcaron a la ciencia política local, aquella a la que a él le imprimió sentido.

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Sería imposible pensar el proceso de institucionalización de la ciencia política en Argentina, su inserción, su creciente autonomización respecto a otras ciencias sociales y su reconocimiento disciplinar por parte de la comunidad internacional sin tener presente la figura de Guillermo O Donnell, y la trascendencia que su trabajo adquiere, principalmente a partir de la década de los setenta.

En este camino del desarrollo disciplinar, el período de la “proto-ciencia política”, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX por lo menos, fue el momento en el cual prevaleció una mi-rada jurídica sobre las instituciones políticas, junto a una fuerte influencia del derecho político. Se trató de una ciencia política que prestaba una atención casi exclusiva a los marcos formales en los que la acción política se desenvolvía, junto a la utilización de diferentes métodos: “unos enfatizaban lo general, la derivación de paradigmas clásicos del pensamiento político y la exége-sis de los textos; otros buscaban la raíz histórica, pasando a confundirse con el campo de la his-toria de las instituciones” (Cavarozzi y Martínez Nogueira: 14, en Bulcourf y D Alessandro, 2003: 137). Fue una época en la que se estudiaron en profundidad temas del derecho público y las teo-rías del Estado, mientras la sociología comenzaba a emerger bajo el enfoque estructural-funcionalista y la teoría de la modernización, afianzando la importancia en el país de los estu-dios en ciencias sociales.

Será recién a partir de la década de los setenta cuando se produce un quiebre en el desarrollo de la “ciencia política formalista” (Bulcourf y D Alessandro, 2003: 137), debido en parte al moderno plan de estudios que ofrece la Licenciatura en Ciencia Política creada en la Universidad del Salva-dor, a cargo del Doctor Carlos Strasser y la dirección de Carlos Floria. Guillermo O'Donnell, junto a otros de los cientistas políticos más importantes de la época, como Oscar Oszlak, Marcelo Ca-varozzi y Natalio Botana, entre otros, fue parte de su plantel docente, alentando de esta forma el pasaje de la ciencia política juridicista y del estudio histórico del pensamiento político a la ciencia política en singular. Esto fue posible, en parte, por la incorporación al plan de estudio del con-ductismo, enfoque bajo el cual la mayoría de estos politólogos realizaron sus estudios de posgra-do en universidades norteamericanas, que luego introdujeron al país con su retorno a finales de la década de los 60, principios de los 70; constatándose, en este sentido, un esfuerzo por “traducir modelos internacionales y experiencias tomadas de otros contextos a las posibilidades locales” (Lesgart, 2007: 125).

Por otro lado, en este mismo período y en un contexto de polarización ideológica e intolerancia, la labor desarrollada por los centros privados de investigación como FLACSO, CLACSO, CEDES, CICSO, CISEA y el Instituto Di Tella, fue fundamental para el desarrollo y la renovación de la ciencia política académica dándole una proyección desconocida hasta entonces. O'Donnell, a car-go del CEDES, fue parte de este grupo de académicos que no emigraron durante el último perío-do de dictadura militar que comenzó en 1976. Se trató, sin duda, de un momento de auge de la ciencia política empírica en el cual también influyó “el contexto internacional fomentado desde Estados Unidos, y su contrapartida desarrollista en América Latina, donde el ideario de la ciencia y su correlato tecnológico y político se articulaban con los principios de secularización, urbaniza-ción e industrialización” (Bulcourf y D’ Alessandro, 2003: 150).

En esta época, los estudios en torno al Estado autoritario realizados por O'Donnell a partir del análisis del gobierno militar conocido como la Revolución Argentina fueron el puntapié inicial de una de sus obras más significativas en la enseñanza de la ciencia política: “Modernización y Au-toritarismo” (1972).

Años más tarde, de forma paralela al proceso de transición a la democracia que comenzó en 1983, la ciencia política continúo consolidándose como disciplina y profesión. La transición y con-

Los aportes de Guillermo O´Donnell en el desarrollo e ins-titucionalización de la ciencia política en Argentina

por María Melina Guardamagna. Becaria Conicet. Docente-investigadora de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).

solidación de la democracia política posibilitó el desarrollo de las ciencias sociales en el país, y sobre todo de la ciencia política, que el período de dictadura militar, por sus estrictos controles y las censuras impuestas a la libertad de pensamiento había desalentado e inclusive impedido. La discusión teórico-política giraba, en aquel momento, en torno a la transición democrática y la consolidación del régimen político, “evaluado desde las instituciones de la poliarquía teorizadas por Robert Dahl” (Lesgart, 2007: 136). En este contexto, el papel desempeñado a nivel interna-cional por O'Donnell, quien desde 1978 se encontraba en Estado Unidos realizando sus estudios de doctorado, posibilitó que la ciencia política argentina entrara al mundo académico. Esto fue posible en primer lugar por sus significativos aportes teóricos en torno al “Estado burocrático autoritario” (1982), concepto a través del cual describe las dictaduras militares durante los años setenta en América Latina y otras regiones, y posteriormente el concepto de “democracia dele-gativa” distinguiéndolo de las democracias representativas para hacer nuevamente referencia a las realidades de la región. En este sentido, O'Donnell fue uno de los principales promotores de los estudios comparados en el país y en América Latina.

Sumado a lo cual, su cargo como presidente de la Asociación de Ciencia Política Internacional (IPSA) entre 1989 y 1991 permitió que Buenos Aires fuera la sede del V Congreso Mundial don-de se dieron cita los politólogos más reconocidos a nivel mundial. De hecho, sus trabajos se hicieron y continúan siendo textos de formación obligatorios en prácticamente todos los cursos de ciencia política en Argentina, mientras los numerosos reconocimientos realizados a su labor y trayectoria, entre ellos el de Presidente Honorario de la Sociedad Argentina de Análisis Político en el año 2007, demuestran la trascendencia y vigencia de su obra para el desarrollo de la dis-ciplina en el país, en la región y en el mundo.

Bibliografía:

Bulcourf, Pablo y D’Alessandro, Martín (2003) “La Ciencia Política en la Argentina” En Pinto, Ju-lio Introducción a la Ciencia Política. Eudeba, Buenos Aires.

Guardamagna, M. Melina (2011) “Marchas y contramarchas en el desarrollo de la ciencia política argentina”. En revista Persona y Sociedad, Vol. XXV, Nº 3. Universidad Alberto Hurtado, Santia-go de Chile.

Lesgart, Cecilia (2007) “Pasado y presente de la Ciencia Política producida en Argentina. Apun-tes para un debate de su porvenir”. En revista Temas y Debates, Nº 14. Dossier, diciembre.

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