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Gutiérrez Ortiz José Luis 606 Arte Mexicano BIOGRAFÍAS 2º PARCIAL

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Page 1: Biografias 2º Parcial arte universal

BIOGRAFÍAS 2º parcial

Gutiérrez Ortiz José Luis

606 Arte Mexicano

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Fray Pedro de Gante Pedro de Gante desarrolló desde su llegada a Hispanoamérica en 1523 una incesante labor de enseñanza y estructuración del sistema educativo, que con posteridad serviría como base para que desarrollasen su labor evangelizadora y pedagógica muchos otros religiosos y educadores laicos.

La singular concepción de la enseñanza de Pedro de Gante, que consideraba su labor como permanente e integrada en su vida diaria, le hizo aprender la lengua indígena para poder así llegar mejor a sus educandos.

Fundador de numerosas escuelas, la primera en Texcoco, tuvo alumnos de todas las edades y se granjeó el afecto y la admiración de todos los rangos sociales, tanto nativos como españoles.

Entre sus obras se encuentra la Doctrina Cristiana en lengua mexica, publicada en la ciudad flamenca de Amberes en 1528 y en México en 1533 y las cartas (1532-1552) al emperador Carlos V.

Pedro de Gante murió en la ciudad de México en 1572 y se le reconoce como uno de los grandes misioneros que evangelizaron el continente Americano.

Fue un hermano que sobresalió como apóstol de los mexicanos, defensor de ese pueblo conquistado y gran enamorado de la cultura indígena.

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Bernal Díaz Del CastilloConquistador y cronista español .Desde joven se decidió por la carrera de las armas y debido a su afán de aventuras, hacia 1514 se embarcó a América viajando sucesivamente con las expediciones de Pedro Arias de Ávila (a Darién, o sea Centroamérica), Francisco Hernández de Córdoba (a Yucatán) y Juan de Grijalva (a Tabasco). Casado con Angelina Díaz, tuvo un hijo

llamado Diego.

Durante tres años estuvo al servicio de Diego Velázquez en Cuba hasta que se le incluyó en la expedición de Hernán Cortés. Desde el 18 de febrero de 1519 fue soldado de las huestes de Pedro de Alvarado, por lo que participó en la conquista del imperio mexica. Fue testigo presencial de la prisión y muerte de los tlahtoanis Moctezuma y Cuitláhuac, vivió la llamada «Noche Triste» y peleó por la toma de México-Tenochtitlán.

Al concluir ésta, se unió a la expedición de Gonzalo de Sandoval hacia Coatzacoalcos y llegó a ser regidor de la villa del Espíritu Santo. Después participó en la conquista de Chiapas y, en 1524, partió con Hernán Cortés a la conquista de las Hibueras (Honduras), que resultó un fracaso, por lo que regresó por tierra a la ciudad de México.

Tras una prolongada estancia en esa ciudad, viajó en 1539 a España para reclamar sus derechos por haber participado en la conquista de México, pero sólo obtuvo un corregimiento en el Soconusco. Inconforme, continuó buscando una recompensa por parte de la corona española, por lo que hizo varios viajes entre España y América, hasta que decidió establecerse con su familia definitivamente en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Ahí llegó a sus manos el libro Historia General de las Indias escrito por el capellán de Cortés, Francisco López de Gómara. Éste, sin haber estado en México, hizo una descripción de la Conquista en la que enaltecía la figura de don Hernán, a quien le atribuyó todo el mérito de la Conquista. Molesto por esta interpretación, Díaz del Castillo escribió su propia versión en la crónica titulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en la que, con sencillez, hizo un extenso relato épico en el que resaltó el papel de los soldados españoles y reconoció con

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respeto la defensa heroica de los indígenas. Díaz del Castillo murió en Guatemala en 1585 y su obra no fue publicada hasta 1632.

Miguel León Portilla Historiador y antropólogo mexicano. Estudió en la Universidad de Loyola, en Los Ángeles, California, donde obtuvo un grado en artes en 1951. En 1956 recibió el doctorado en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre 1955 y 1963 desempeñó los cargos de subdirector y director del Instituto Nacional Indigenista Interamericano. Desde 1963 y durante más de una década fue

director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y entre 1974 y 1975 fue nombrado cronista de la Ciudad de México. En 1995 ingresó a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en el área especial de antropología e historia.

Como antropólogo, historiador, filólogo y filósofo, León Portilla centró su interés en los pueblos del México prehispánico. Su vasta obra recoge y estudia las creencias, las tradiciones y el pensamiento de estas culturas. Entre sus libros más importantes cabe destacar La filosofía náhuatl (1956), La visión de los vencidos (1959), Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961), El reverso de la Conquista (1964), Trece poetas del mundo azteca (1967), Nezahualcóyotl. Poesía y pensamiento (1972), Literaturas indígenas de México (1992) y Quince poetas del mundo náhuatl (1994).

Juan CorreaPintor mexicano considerado la figura más importante del barroco en Nueva España.

Miguel Mateo Maldonado y Cabrera fue el nombre completo de este artista que define mejor que ninguno otro el quehacer plástico de mediados del siglo XVIII.

Su genio se pone de manifiesto de forma especial en las composiciones monumentales. Se cree que nació en ciudad de México. Gozaba de gran prestigio entre sus compañeros, como atestigua el hecho de que fuera nombrado examinador y veedor del gremio de pintores. Su estilo

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evolucionó desde el tenebrismo de tonos oscuros de sus primeros cuadros hasta la luminosidad cromática de obras como Apoteosis de la eucaristía (1688), pintada al óleo en la cúpula del altar de los Reyes en la catedral de Puebla (México). Heredero artístico de Murillo y, en especial, de Juan de Valdés Leal, comparte con este último cierta despreocupación por el dibujo que se corresponde con un mayor énfasis en la expresión. Su trayectoria profesional corre en paralelo a la del otro gran maestro del barroco mexicano, Juan Correa. Ambos son autores de los lienzos que decoran la sacristía de la catedral de México (c. 1685). Los cuatro firmados por Villalpando son: la Gloria de san Miguel, la Virgen del Apocalipsis, la Iglesia militante y la Iglesia triunfante. La primera obra conocida de Villalpando es el retablo de Huaquechula, fechado en 1675. Sin embargo, su época de máximo esplendor se sitúa entre los años 1690 y 1710. De esos años son varios cuadros que pintó para la iglesia de la Profesa (México D. F.), entre los que sobresalen la Visión de santa Teresa y el Ecce Homo. Uno de los temas más frecuentes en su producción, en el que se revela toda su maestría, es la pintura de arcángeles, como el San Miguel de la iglesia de San Pedro Cholula (estado de Puebla). Fuera de México realizó 49 lienzos basados en la vida de san Francisco (1691) para la iglesia del santo en Antigua Guatemala (Guatemala).

La actividad de Juan Correa, nacido hacia 1646, puede situarse entre 1667 y 1716. Fue natural de la ciudad de México, e hijo del barbero y flebotómano del mismo nombre de doña Pascual de Santoyo, morena libre. Entre los datos que pudimos reunir, relativos a su quehacer como pintor y en la participación que tuvo en la obra de retablos se encuentran los siguientes: en 1678, dos colaterales en la iglesia de San Pedro y San Pablo, uno, en el que se encuentra asociado al maestro Tomás Xuárez, maestro de arquitecto ensamblador, y el dorador Alonso de Jerez, y otro, que realiza al lado de Juan Montero, ensamblador y Andrés de Fuentes, dorador. En ese mismo año contrata la pintura de un retablo destinado para la iglesia de Jocotitlán, con Xuárez y Jerez. En 1681, es mencionado, junto con Baltazar de Echave y Rioja y Juan Sánchez Salmerón, como uno de los probables autores de las telas que llevaría el retablo mayor de Tepotzotlán, el cual sería fabricado por Juan Montero.

Con Manuel de Nava, ensamblador, participa en la obra del retablo de la parroquia de la Santa Veracruz en la ciudad de México en 1709. El catálogo de su obra pictórica es inmenso. Tan sólo las pinturas de la sacristía de la Catedral de México bastarían para acreditarlo como uno de los pintores más destacados que hubo en nuestro país en el último tercio del siglo XVII y primero del XVIII. Miguel Correa, figura como "oficial del arte de pintor".

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Miguel Cabrera Nacido en Antequera de Oaxaca en 1695, hijo de padres no conocidos y ahijado de una pareja de mulatos, acaso formado en el taller de José de Ibarra, inicia su actividad artística y matrimonial hacia 1740.

Miguel Mateo Maldonado y Cabrera fue el nombre completo de este artista que define mejor que ninguno otro el quehacer plástico de mediados del siglo XVIII.

Se comprometió como contratista a la ejecución de los retablos de la iglesia jesuita de Tepotzotlán, en

compañía de Higinio de Chávez, maestro de ensamblador, a partir de 1753. En ese mismo periodo realiza las telas de Santa Prisca de Taxco y su sacristía, que forman un magnífico conjunto pictórico que resume el estilo de este artista. Asimismo, es autor de grandes pinturas relativas a vidas de santos:Vida de San Ignacio(la Profesa y Querétaro) yVida de Santo Domingoen su monasterio en la capital, destinadas a decorar los muros de sus claustros altos y bajos. Se le atribuyen trescientas obras. Fue pintor de cámara del arzobispo de México, Manuel Rubio y Salinas; gracias a él, una obra suya, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, llegó a la vista del Papa Benedicto XIV, quien admirado exclamó cómo en ninguna nación había ocurrido tal milagro como en la Nueva España, en el cerro del Tepeyac. Esto convirtió a Cabrera en el pintor guadalupano por excelencia. Exitoso, apremiado por muchísimos encargos de religiosos y particulares, es probable que haya formado un gran taller, desde donde eran realizadas las decenas de obras encargadas por tan vasta clientela.

Miguel Cabrera destaca en el género del retrato. No se reduce a la aplicación de recetas y convenciones, sino que a pesar de ellas proyecta a los sujetos, siendo el pintor de su situación pero también de su individualidad. Sus magníficos retratos de monjas,Sor Juana Inés de la Cruz(Museo Nacional de Historia),Sor Francisca Ana de Neve(sacristía de Santa Rosa de Querétaro) ySor Agustina Arozqueta(Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán), son tres homenajes a la mujer: a su intelecto, su belleza y su vida interior.

Obra notable, es el magnífico retratoDoña Bárbara de Ovando y Rivadeneiray su ángel de la Guarda, así como el extraordinario retrato dedoña Luz de Padiña y Cervantes(Museo de Brooklyn) y el no menos notable que hizo de laMariscala de Castilla. Pintóa Fray Toribio de

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Nuestra Señora(templo de San Fernando, ciudad de México), elPadre Ignacio Amorín(Museo Nacional de Historia), el propioManuel Rubio y Salinas(Taxco, Chapultepec y la catedral de México); a nobles y benefactores como elConde de Santiago de Calimayay los miembros del consulado de la ciudad de México.

Destacó como pintor costumbrista, es autor de Castas, serie de dieciséis pinturas, de las cuales conocemos doce (ocho están en el Museo de América en Madrid, tres en Monterrey, y otra en los Estados Unidos). Miguel Cabrera muere en 1768.

Juan Ruiz de Alarcón Autor dramático que, aunque nacido en México, es

considerado una de las figuras más destacadas del teatro español de los Siglos de Oro.

Era hijo de una familia acomodada de ascendencia española, ilustre sobre todo por el apellido materno. Su padre tenía una posición definida en la minería del Real de Minas de Tasco. Estudió en la Universidad de México desde 1592 y se trasladó a España en 1600, donde se graduó de bachiller en

Cánones en el mismo año, y en Leyes, en 1602 (Universidad de Salamanca).Obtuvo el título de

licenciado en Leyes en la Universidad mexicana en 1609, fracasó en sus aspiraciones al profesorado universitario en tres intentos y trabajó en empleos menores, para embarcar de nuevo rumbo a España en 1613.

La inquina que Ruiz de Alarcón despertó en España y, sobre todo, en las grandes figuras del denominado Siglo de Oro, no puede explicarse por el simple hecho de que tuviera un físico desgraciado; su joroba podía justificar, tal vez, algunas burlas inclementes, pero en absoluto la acerba crítica, cuyos motivos deben buscarse, quizás, en la indiscutible calidad de un autor cuyas obras amenazaban la preeminencia y el éxito teatral y literario de sus ilustres contemporáneos. La hostilidad con que fue acogido en el ambiente literario español el gran dramaturgo mexicano ha motivado muy diversas reacciones en la crítica moderna hispanoamericana.

Pero el hecho de movilizar en su contra a genios de la altura de Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Tirso de Molina es un homenaje muy singular y supone una valía sólo comparable al homenaje que dicha hostilidad

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representa. Si a ello se añade que el dramaturgo mexicano logró interesar a la familia real y acabó por imponerse, el genio de Ruiz de Alarcón se mostró digno de sus agresores, a quienes contestó cumplidamente en algunos casos.

Se ha comentado también "su escasa fecundidad" y tampoco la observación resulta exacta, pues el dramaturgo mexicano se entrega al teatro porque las circunstancias lo empujan, y deja, al parecer, de escribir para la escena cuando resuelve sus problemas económicos; es decir, no es un profesional del tipo de Lope. Que haya escrito algunas comedias antes de su segundo viaje a España no resta verosimilitud a la afirmación, como tampoco se la restaría el hecho de que algunos escritos suyos resultaran posteriores a su nombramiento para el Consejo de Indias. Considerando que las veinte comedias por él publicadas y las otras tres que indudablemente son suyas fueron en su mayoría escritas en un período de quince años, resulta muy relativamente escasa la fecundidad del artista.

El teatro de Juan Ruiz de Alarcón

En 1628 publicó la primera parte de sus comedias, en número de ocho: Los favores del mundo, La industria y la suerte, Las paredes oyen, El semejante a sí mismo, La cueva de Salamanca, Mudarse por mejorarse, Todo es ventura y El desdichado es fingir; y en 1634, otras doce en una segunda parte: Los empeños de un engaño, El dueño de las estrellas, La amistad castigada, La manganilla del Melilla, Ganar amigos, La verdad sospechosa, El Anticristo, El tejedor de Segovia, Los pechos privilegiados, La prueba de las promesas, La crueldad por el honor y El examen de maridos.

Apareció sin fecha Quien mal anda en mal acaba; se publicó en 1646 La culpa busca la pena y el agravio la venganza, y en 1653, No hay mal que por bien no venga. Son de peso las razones que se aducen para negarle la paternidad de una primera parte de El tejedor de Segovia, muy inferior a la segunda y seguramente escrita con posterioridad.

Su teatro cumple con el canon de la comedia española de la época: galanes aventureros, pretendientes irreflexivos y muy delicados en asuntos de honor, mujeres inconstantes, criados inoportunos y enredos difíciles de resolver. Al mismo tiempo, exalta valores morales como la piedad y la amistad sinceras. Lo que en otros es valentía, rudeza y galanura, en él es inteligencia, cortesía, bondad; el sentido del honor en su teatro es menos exigente, más humano, como procede en el hombre que se ha forjado en un país en formación; tiene para él más importancia la conducta que la sangre (Sólo consiste en obrar / como caballero el serlo, dice don Beltrán en La verdad sospechosa).

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Destaca en sus obras un estilo contenido y tramas bien pensadas que dejan poco lugar al absurdo. Su extremado cuidado en la construcción de sus comedias conduce siempre a un encadenamiento lógico de todas las escenas de la obra. Se da un predominio de los personajes sobre la acción; por este motivo sus comedias suelen desarrollarse en ambientes íntimos y familiares.

De ahí que su teatro pueda calificarse como de "caracteres", ya que prevalece el análisis de la interioridad o psicología de los personajes y el trazado minucioso de éstos. Sus obras desprenden además un didactismo o enseñanza moral (vicios sociales, ideales de vida, defectos de conducta), pero que emanan del propio texto sin necesidad de violentarlo para conseguir este propósito. La acción tiene plena coherencia y el desarrollo de los personajes guarda una perfecta lógica evolutiva. En cada uno de sus trabajos se advierte su formación humanística y gran conocimiento de los clásicos.

La crítica es unánime al señalar como sus obras maestras Las paredes oyen y La verdad sospechosa. Su indudable influencia en el teatro clásico francés (Corneille), italiano (Goldoni) y español (Moreto y Moratín, entre otros) colocan al dramaturgo hispanomexicano en uno de los más altos lugares del teatro universal.

Sor Juana Inés de la Cruz(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana, la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia del barroco español, visible en su producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda originalidad de su obra. Su espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a enfrentarse con los convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.

Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital mexicana. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera,

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brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva inteligencia y su habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.

Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya obra introdujo en el virreinato), y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad. En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro (en los que se aprecia, respectivamente, la influencia de Luis de Góngora y Calderón de la Barca), hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.

En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana Inés de la Cruz da cuenta de su vida y reivindica el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso». La Respuesta es además una bella muestra de su prosa y contiene abundantes datos biográficos, a través de los cuales podemos concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre religiosa. Pero, a pesar de la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la afectó profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana

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Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.

Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII. Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, Sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700), con una biografía del jesuita P. Calleja.

La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y del conceptismo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.

En la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hallamos numerosas y elocuentes composiciones profanas (redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba" y "Detente, sombra de mi bien esquivo". En "Rosa divina que en gentil cultura" desarrolla el mismo motivo de dos célebres sonetos de Góngora y de Calderón, no quedando inferior a ninguno de ambos. También abunda en ella la temática mística, en la que una fervorosa espiritualidad se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.

Sor Juana empleó las redondillas para disquisiciones de carácter psicológico o didáctico en las que analiza la naturaleza del amor y sus efectos sobre la belleza femenina, o bien defiende a las mujeres de las acusaciones de los hombres, como en las célebres "Hombres necios que acusáis". Los romances se aplican, con flexibilidad discursiva y finura de notaciones, a temas sentimentales, morales o religiosos (son hermosos por su emoción mística los que cantan el Amor divino y Cristo en el Sacramento). Entre las liras es célebre la que expresa el dolor de una

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mujer por la muerte de su marido ("A este peñasco duro"), de gran elevación religiosa.

El teatro y la prosa

En el terreno de la dramaturgia escribió una comedia de capa y espada de estirpe calderoniana, Los empeños de una casa, que incluye una loa y dos sainetes, entre otras intercalaciones, con predominio absoluto del octosílabo; y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto, pieza más culterana cuyo segundo acto es al parecer obra del licenciado Juan de Guevara. Compuso asimismo tres autos sacramentales: San Hermenegildo, El cetro de San José y El divino Narciso; en este último, el mejor de los tres, se incluyen villancicos de calidad lírica excepcional. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos trabajos, la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.

La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le había hecho (firmando con ese seudónimo) el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.

De menor relevancia resultan otros escritos suyos acerca del Santo Rosario y la Purísima, la Protesta que, rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios y algunos documentos. Pero también en la prosa encuentra ocasión la escritora para adentrarse por las sendas más oscuras e intrincadas, siempre con su brillantez característica, como vemos en su Neptuno Alegórico, redactado con motivo de la llegada del virrey conde de Paredes.

A causa de la reacción neoclásica del siglo XVIII, la lírica de Sor Juana cayó en el olvido, pero, ya mucho antes de la posterior revalorización de la literatura barroca, su obra fue estudiada y ocupó el centro de una atención siempre creciente. La renovada fortuna de sus versos podría adscribirse más al equívoco de la interpretación biográfica de su poesía que a una valoración puramente estética.

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José Joaquín Fernández de Lizardi(México, 1776-1827) Escritor mexicano. Es el gran iniciador de la novela americana. En 1812 fundó el periódico liberal El Pensador Mexicano, suspendido por el gobierno de Fernando VII, pero cuyo título se apropió el autor como seudónimo. Su vigor polémico le enfrentó en repetidas ocasiones con el orden constituido. Tras la independencia, dirigió la Gaceta del Gobierno (1825). Sus obras narrativas, que reflejan sus posturas críticas, incluyen El Periquillo Sarniento (1816 y 1830-1831) y La Quijotita y su prima (1818). También cultivó, con menos éxito, la poesía y el teatro. Su autobiografía, Noches tristes y día alegre (1818), contiene los primeros gérmenes del romanticismo mexicano.

Periodista por vocación y liberal influido por los enciclopedistas, aunque limitado por el ambiente de la colonia, José Joaquín Fernández de Lizardi es considerado no sólo como el escritor más importante de su país durante el primer tercio del siglo XIX, sino también como el autor de la primera novela, en el sentido moderno del término, que se escribió en América. Nacido hacia el final de la época colonial, la infancia de José Joaquín transcurrió en Tepozotlán, donde su padre ejercía la medicina en el Seminario de los Jesuitas. Hizo en esta población sus primeros estudios, que amplió después en el Colegio de San Ildefonso; pero no pudo terminarlos por falta de recursos.

Aunque entre sus primeras composiciones figura un himno dedicado al soberano español Fernando VII (Polaca en honor de nuestro católico monarca, el señor don Fernando Séptimo, 1808), Fernández de Lizardi se opuso pronto a la monarquía y abrazó los ideales independentistas. Apoyó la revuelta del cura Hidalgo y luego la causa de José María Morelos, escribió panfletos en defensa de la libertad de imprenta y contra el gobierno virreinal, y fue encarcelado en 1815, tras la derrota de Morelos. Fundador de múltiples publicaciones, la más célebre de todas ellas es El Pensador Mexicano, que duró de 1812 a 1814 y de la cual tomaría su seudónimo literario.

Con sus artículos y escritos luchó por la libertad de expresión y contribuyó a consolidar el ideario independentista. Escribió también versos desaliñados, de los que lo más interesante son las Fábulas (1817); intentó el teatro, sin resultado, en piezas como El negro sensible, Auto Mariano y otras. Pero se le recuerda más por sus artículos políticos y, sobre todo, por sus tres novelas, que inauguraron el género en el continente: El Periquillo Sarniento (1816), La Quijotita y su prima (1818) y Don Catrín de la Fachenda (1832).

De ellas, El Periquillo Sarniento es sin duda la mejor y más famosa. Pintura satírica y colorida de las postrimerías del virreinato, está

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inspirada en la picaresca española y cuenta la vida de un truhán de buen corazón que sirve a varios amos y tiene diversas aventuras. Es una obra de carácter edificante, a través de la cual el autor busca combatir vicios, criticar la hipocresía de la sociedad y ridiculizar los malos hábitos. A pesar de su trasfondo moralizante, la novela alcanza un indudable valor literario gracias a sus elementos costumbristas, a su humor y a la vivacidad de muchos de sus episodios.

El Periquillo Sarniento se publicó íntegramente por primera vez en 1830-1831, y ha sido objeto de incontables reimpresiones. El éxito de esta novela, que refleja de modo realista la vida mexicana en tiempos de su autor, fue grande, y disfrutó de envidiable popularidad porque en ella cobran vida los diversos niveles sociales, con el lenguaje peculiar de cada uno, sobre todo el de los oficios y profesiones (el estudiantil, el de los abogados, los médicos, los jugadores profesionales, los ladrones, etc). Las escenas de la vida privada están descritas con minuciosidad y riqueza de datos, así como las leyendas y supersticiones de carácter popular.

Manuel Tolsá Arquitecto y escultor español nacido el 4 de mayo de 1757 en Engara (Valencia) y muerto en Veracruz (México) el 25 de diciembre de 1825.

Se formó como escultor en la Academia de San Carlos de Valencia, y después pasó a la de San Fernando de Madrid. En 1791 arribó a México como director de escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Allí no sólo trabajó como escultor con grandes dotes artísticas, sino que se reveló como un gran arquitecto.

Llegó a ser el representante más ilustre del estilo neoclásico mejicano. En México capital se encargó de finalizar las obras, en 1810, de la catedral, tras el fallecimiento del arquitecto mejicano Ortiz de Castro, su anterior responsable. Su trabajo consistió en el remate del cuerpo central de la fachada principal y la cúpula del crucero, formada por linterna sobre un tambor con amplios huecos rematados con frontones curvos y decorada con pinturas, también clasicistas, de Ximeno. Suyas son también las balaustradas que coronan el edificio y el remate de la fachada con el reloj y las esculturas. El arquitecto consiguió dotar al conjunto no sólo de una equilibrada grandeza, sino que otorgó unidad a la obra tres veces centenaria.

Catedral de Ciudad de México: Probablemente su obra maestra como arquitecto sea la Escuela de Minería (México D.F. 1797-1813). Se trata de un edificio de tres plantas con patio que combina pilares con dobles columnas de orden jónico y, en la

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fachada, de estilo neoclásico, un frontón triangular remata el acceso. Tanto la fachada, donde alternan los órdenes dórico y corintio, como el patio, la escalera, la capilla y el salón de actos, se imponen por su monumentalidad. En el plafón de la capilla Rafael Ximeno ejecutó unas pinturas, que pueden considerarse las primeras de carácter clásico y tema popular mejicano, sobre el guadalupano Milagro del Pocito.

La construcción del magnífico edificio concluyó en 1813, sin embargo, por defectos en su ejecución, en 1830 comenzó a sufrir numerosos desperfectos y grandes desplomes. Fue restaurado integramente siguiendo el proyecto original gracias al patronazgo de Antonio Villard.

Creaciones de Manuel Tolsá fueron también el palacio del Marqués del Apartado, que hoy ocupa la Secretaría de Educación; la casa de Pérez Gálvez en la Avenida Puente de Alvarado; y los proyectos para el Hospicio Cabañas de Guadalajara.

Dentro de su obra escultórica destacan las estatuas de las torres de la catedral de Puebla, que realizó junto con Zacarías Cora, y sobre todo la estatua ecuestre de Carlos IV (1803), hecha de bronce fundido y conocida como El Caballito, originalmente emplazada en la Plaza Mayor de México. Reconstruida por el arquitecto Antonio González Velázquez, en la actualidad está situada en el paseo de la Reforma de México capital.

Eugenio LandesioFue un pintor italiano, discípulo del húngaro Carlos Markó, cuya trayectoria en México fue reconocida por su paso en la Academia de San Carlos y su influencia en la pintura de paisaje en exponentes como José María Velasco. Dedicado al paisaje histórico, es autor de cuatro grandes murales en villa Borghese. Profesor de paisaje de la Academia de San Carlos de México (1858-1877), escribió también un tratado de perspectiva, utilizado por diversas generaciones de artistas mexicanos. Entre sus obras destaca su Autorretrato (1873, Palacio de Bellas Artes de México).

Landesio ejerció una influencia positiva en su ramo, comparable a la que tuvieron sus amigos catalanes en los de pintura de figura y escultura que tenían encomendados. Puede afirmarse que, con él, arrancó la práctica del paisajismo como una actividad pictórica regular e institucionalizada en México. Tuvo varios discípulos destacados, entre ellos José Jiménez (1830-1859), Gregorio Dumaine (1843-1889); Luis Coto (1830-1891); Salvador Murillo (1840-n.d.), quien dio la cátedra de Landesio entre 1873 y 1875; a Javier Álvarez; y uno excepcional, con

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quien habría de consolidarse dicha práctica: José María Velasco (1840-1912), quien a su vez habría de ser el maestro de la generación siguiente.1 y4

Landesio fue un pintor académico nato, de talento preceptivo y analítico. El método de enseñanza que impuso en San Carlos implicaba, con arreglo a las prácticas académicas, la descomposición del paisaje en sus elementos constitutivos, para su gradual estudio pormenorizado y su restructuración posterior, con propósitos estéticos, en la composición definitiva. Combinaba el trabajo en el taller con el estudio frente al modelo en el campo, al aire libre.

El maestro distinguía dos grandes partes o subtotalidades integradoras del paisaje: las "localidades" y los "episodios". Las primeras comprenden los distintos tipos de entorno y ambiente paisajísticos (celajes, follaje, terrenos, aguas, edificios); los segundos describen los diferentes grupos figurativos que le confieren a un lugar determinado sentido de la escala, rasgos tópicos diferenciadores, interés narrativo o densidad histórica (historia, escenas populares, escenas militares, escenas familiares, retratos y animales).

José Damián Ortiz de Castro(Jalapa, 1750 - Pacubaya, 1793) Arquitecto mexicano. Participó en la reforma de Ciudad de México emprendida por Revillagigedo. Entre los varios proyectos en que intervino figuran el empedrado de la plaza Mayor y las fuentes de los Ángulos (1793). Su obra más importante fue la terminación de las torres y la fachada de la catedral de México. En 1781 había solicitado el cargo de maestro mayor de la catedral de México, pero no le fue concedido hasta 1787, el mismo año en el que ganó el concurso para terminar los remates de la fachada y las torres de la catedral, que había sido comenzada en 1573. Como novedad constructiva introdujo el hierro como parte de la estructura de los campanarios superiores. También reconstruyó, con fórmulas propias del neoclasicismo, la parroquia de Tulancingo (Hidalgo) a partir de los cimientos de un edificio anterior. Durante toda su vida estuvo vinculado a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de la que fue profesor y académico de mérito. En 1785 escribió un tratado sobre el uso del yeso.

Tomas CorderoFue un destacado diseñador del orden neoclásico, el cual estaba muy en boga en esa época. Tomás Cordero y Osio se graduó en 1895 en la Escuela Nacional de Bellas Artes y entre sus obras, además de la torre

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del reloj de Pachuca, se le conoce también el Salón de Jurados, diseñado hacia 1900, en la Ciudad de México

El Reloj Monumental de Pachuca se localiza en el Jardín Independencia, en el centro de la ciudad de Pachuca capital del Estado de Hidalgo

La idea de erigir esta obra, surgió a raíz de la conmemoración del primer centenario de la guerra de Independencia, siendo inaugurado el 15 de septiembre de 1910. Construido por los ingenieros Francisco Hernández y Luis Carreón sobre un proyecto del arquitecto Tomás Cordero.

Es una especie de torre de cuatro cuerpos, de estilo neoclásico, con un remate de cobre fabricado en Monterrey, fue construido en cantera blanca, con una altura de 40 metros, ubicado en la Plaza Independencia en el Centro de la Ciudad.

En su cuerpo medio, presenta cuatro hermosas esculturas femeninas de tres metros de altura, labradas en Italia, con mármol de Carrara, cada una de ellas simboliza una etapa importan de la historio patria, cuya fecha aparece en las acróteras de las salientes: 1810, proclamación de la Independencia; 1821, consolidación de nuestra libertad con la consumación de la Independencia; 1857, expedición de la Constitución en el Congreso Constituyente de Querétaro y 1859, triunfo del movimiento de Reforma.

El reloj cuenta con un carillón que es una réplica del Big Ben, instalado en el Parlamento de Londres, Inglaterra.La Construcción del proyecto estuvo a cargo de los ingenieros Francisco Hernández (Foto) y Luis Carreón sobre el diseño del arquitecto Tomás Cordero y Osio.

Francisco Eduardo Tres Guerras

Arquitecto, escultor, pintor y grabador mejicano, nacido en Celaya, Guanajuato, en 1759 y muerto en 1833 en su ciudad natal. De formación autodidacta y hombre de gran fogosidad, dedicó su talento a pintar, grabar, esculpir, componer música, construir y versificar. En ardientes polémicas, cargadas de contenido político insurgente, atacó el tradicionalismo en las formas y en las ideas; no escatimó críticas satíricas a sus colegas que permanecían apegados al ultrabarroco, a quienes consideraba faltos de imaginación y de buen gusto. Con franqueza no exenta de romanticismo, atacó a los malos gobernantes del México Independiente que pronto olvidaron el programa de liberación y progreso nacional.

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Sus principales obras, que cultivan un estilo académico, tienen fundamentalmente una temática religiosa y arquitectónica. La gran inspiración de este artista fueron los libros sobre arquitectura, donde aprendió el cultivo de la normativa clásica y la armonía de la composición. También cultivó las letras y dejó algunos escritos con el rebuscado estilo de la época.

Tresguerras realizó en su ciudad natal la imponente Iglesia del Carmen (1802-1827); en Guanajuato construyó en cantera rosa el palacio del Conde de Casa Rul (1803); en 1810 terminó el Convento de la Enseñanza en Irapuato, y en 1823 levantó en Celaya uno de los primeros monumentos a la Independencia. Obra suya es también el Puente del Río de La Laja y se le atribuye la Caja de Agua de San Luis Potosí. Vivió y trabajó en el Bajío, foco de inquietudes y gestas libertarlas; por influencia de su obra cundió la producción neoclásica en esta región, que ofreció otro ejemplo valioso: la venerada Alhóndiga de Granaditas, construida entre 1796 y 1803 por José Alejandro Durán y Villaseñor; edificio de mampostería con aspecto de castillo o casa fuerte que originalmente sirvió para los trabajos de metalurgia de la plata; en el pórtico interior se mezclan columnas y ornatos toscanos y dóricos.

José María Velasco Pintor mexicano. Desde muy joven mostró talento para la pintura, y con sólo dieciocho años obtuvo una plaza de profesor de perspectiva en la Academia de San Carlos, donde había ingresado poco antes. Se sintió atraído por la botánica, y fruto de esta afición fue la publicación del libro La flora en el valle de México. Trabajó como dibujante en el Museo Nacional, y hacia 1882 entró en contacto con la fotografía, por la que se apasionó. Estuvo en relación con el impresionismo francés, movimiento que ejerció gran influencia sobre su trabajo. Sus cuadros, en su mayor parte paisajes, destacan por

un marcado acento romántico que busca exaltar la naturaleza. Entre sus telas más conocidas están Valle de México, Templo de San Bernardo, Luces sobre el lago y El puente de Metlac. En 1889 obtuvo la Medalla de la Exposición Universal de París.

Juventino RosasJosé Juventino Policarpo Rosas Cadenas (Santa Cruz, Guanajuato; 25 de enero de 1868 — Surgidero de Batabanó, Cuba, 9 de julio de 1894), fue

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un compositor y músico mexicano mundialmente conocido por el vals Sobre las olas (Over the Waves - Über den Wellen).

Desde niño, Juventino mostró una gran disposición y talento para el aprendizaje de la música, siendo inducido y enseñado por su padre a tocar el violín, su instrumento preferido. Vivió de joven en una vecindad del barrio de Tepito en la Ciudad de México y trabajó de campanero, violinista y cantor en los servicios religiosos de la Iglesia de San Sebastián.

Luego formó parte del grupo de los hermanos Aguirre, también estuvo integrado al grupo de los hermanos Elvira, mismo que dejó al morir su padre y su hermano mayor, quienes fallecieron en una riña durante una fiesta en donde bailaban. Para 1885, se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música. Ahí estudió solfeo y teoría musical. Ya había escrito Te volví a ver, Seductora, Sueño de las Flores y Ensueño. También escribió un vals denominado Carmen para la señora Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz. Al interpretarse éste durante su cumpleaños, el público dudó de su capacidad, tras lo cual Rosas asumió el control de la orquesta con mucha seguridad. En 1888, escribió la marcha Cuauhtémoc y la obra que lo llevaría a la inmortalidad, Junto al manantial, que fue rebautizada como Sobre las olas, inspirada al ver lavar en el manantial a la Srita Mariana Carvajal de la cuál estaba enamorado y era hermana de su amigo Fidencio Carvajal. Con dicha familia vivió por alguna temporada, ya que el carecía del dinero para sostener sus estudios y fue Don Fidencio, quién lo invita a vivir en Cuautepec Barrio Alto, Gustavo A. Madero.

Sepulcro de Juventino Rosas en la Rotonda de las Personas Ilustres (México). Tras el éxito musical, el presidente Porfirio Díaz le regaló un piano, que vendió para pagar sus deudas. A pesar de que la obra musical tuvo un gran éxito, Rosas vendió, también para pagar sus deudas, los derechos de autor de Sobre las olas a la casa Wagner & Lieven solamente por 45 pesos. Rosas también perteneció a la compañía de ópera de Ángela Peralta y a una compañía de zarzuela que viajó a Cuba.

Uno de los vagones del Ferrocarril Mexicano se convirtió en capilla ardiente y las notas del vals se escuchan por todos los lugares por donde pasa el tren. Los restos de Juventino Rosas permanecieron en el Teatro del Conservatorio para recibir el tributo del pueblo.

El que fuera popular actor y cantante Pedro Infante, interpretó el papel de Juventino Rosas, en la película "Sobre las olas".

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José María Heredia José María Heredia. (Santiago de Cuba el 31 de diciembre de 1803; Toluca (México) 7 de mayo de 1839) fue un poeta cubano, secretario de Antonio López de Santa Anna; diputado y ministro de audiencia en México1 y rector del Instituto Literario de Toluca. No se lo debe confundir con el poeta y traductor cubano José María de Heredia (1842-1905). Siendo aún pequeño se trasladó con su familia a Santo Domingo, donde transcurrió la mayor parte de su niñez. Su padre fue nombrado Oidor y Regente de la Real Audiencia de Caracas en

1810 y la familia se mudó a Venezuela. En 1818, de regreso en Cuba, comenzó sus estudios de Leyes en la Universidad de La Habana, que siguió al año siguiente en México. Tras la muerte de su padre José Francisco Heredia en octubre de 1820 (fue asesinado en México), en 1821 José María regresó a Cuba. Dos años después de doctorarse en derecho se estableció como abogado en Matanzas. Por este tiempo había colaborado en distintos periódicos, entre ellos El Revisor, y dirigió el semanario La Biblioteca de las Damas. En 1823, a punto de publicar una edición de sus poesías, se vio envuelto en la Conspiración "Soles y Rayos de Bolívar" y tuvo que marcharse precipitadamente a los Estados Unidos.

La primera edición de sus versos apareció en 1825 en Nueva York. Se le atribuye la novela histórica Jiconténcal, publicada anónimamente en 1826 en Filadelfia, aunque la autoría es también atribuida a otros escritores, como su compatriota Félix Varela o el español Félix Mejía. En 1825 emprendió su segundo viaje a México y en la travesía escribió el Himno del desterrado. Su actividad en México fue rica y variada. Entre otras funciones jurídicas y administrativas, ejerció como catedrático de Literatura e Historia, legislador, juez de Cuernavaca, así como oidor y fiscal de la Audiencia de México. En 1832 publicó en Toluca una segunda edición de sus versos, considerablemente revisada y ampliada. Fue redactor de varias revistas como El Iris y La Miscelánea, y principal redactor de El Conservador. En 1836, después de hacer retracción pública de sus ideales independentistas, obtuvo permiso para regresar a Cuba. Cuatro meses duró su estancia en la isla. Con gran dolor y mortal desánimo regresó a México, donde el presidente Guadalupe Victoria le ofreció asilo. Con treinta y cinco años murió de tuberculosis, enfermedad que había contraído en los Estados Unidos, el 7 de mayo de 1839 en la ciudad de Toluca (Otra versión autorizada afirma que murió en la capital mexicana).

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Heredia es considerado como uno de los mejores poetas cubanos, y a quien se le ha dado el título de Poeta Nacional así como el del "Cantor del Niágara", por su oda de ese nombre. Heredia es un insigne representante de la escuela pre-romántica. Una de las características centrales de su obra es el sentido espiritual del paisaje físico. La vida de José María Heredia es uno de los temas principales de la obra de Leonardo Padura La novela de mi vida publicada en 2002.

Guillermo PrietoEscritor y político mexicano.

Tras desarrollar algunos oficios menores fue protegido por Andrés Quintana Roo, a cuyo lado estableció la Academia de Letrán, con el decidido intento de mexicanizar la literatura. Cultivó la crítica teatral y junto con Ignacio Ramírez fundó un periódico satírico.

Participó en la rebelión de los polkos (1847), conservadores, pero luego ingresó en las filas de los liberales. Ministro de Hacienda de Álvarez (1855) y Juárez (1857), se opuso al intervencionismo estatal. Fue perseguido y finalmente exiliado a causa de su apoyo a Juárez y de sus feroces críticas contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna.

Bajo el pseudónimo de "Fidel" cultivó todos los géneros literarios y fue, además, cronista y poeta popular de las gestas nacionales. Aparte de ser figura pública y literaria, Guillermo Prieto es un personaje de gran interés histórico, ya que dejó testimonio de los acontecimientos más trascendentes del siglo XIX mexicano: la Independencia, la guerra de Texas y el Imperio de Maximiliano.

Literariamente adscrito al romanticismo, es autor de numerosos artículos costumbristas publicados en El Siglo XIX y recopilados en Los San Lunes de Fidel (1923). Sus Memorias de mis tiempos son una sustanciosa crónica de la vida social, política y literaria del siglo XIX mexicano. Publicadas póstumamente (1906), comprende en sus dos volúmenes episodios de 1828 a 1853. Además de textos sobre historia nacional, compuso las piezas dramáticas El alférez (1840), Alonso de Ávila (1842) y El susto de Pinganillas (1843), entre otras.

Su obra poética se divide en composiciones patrióticas y versos populares inspirados en el folclore. El Romancero, poema épico en octosílabos, celebra la gesta de la Independencia. El autor concibió esta obra a imitación de la poesía épica popular española, en la que quiso exaltar los hechos culminantes de la lucha del pueblo mexicano por su libertad. Publicada en 1885, encierra el ciclo de la Independencia a partir

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de los movimientos iniciales de 1808 -"Romance de Iturrigaray"- hasta la entrada del Ejército Trigarante en 1821.

En Musa callejera (1883) evoca con gran sentido del humor ambientes y tipos de la ciudad. La obra representa una fase muy característica en la producción de este autor, en la cual "desaparece el satírico y permanece el soñador", mezclado de cuando en cuando con el humorista. El poeta en la Musa callejera se vuelve pintor de género, y pinta paisajes de la tierra, verbenas de barrio, gentes y costumbres populares: la "china" de castor lentejueleado; el "charro" de sombrero entoquillado de plata; la "gata" voluptuosa, el judío ladino, el audaz guerrillero. Cada uno dice su palabra, habla su jerga, se mueve en su fondo: la calle estrecha y pringosa, el puesto de fruta, la barbería de guitarra y gallo, la casa de vecindario alborotador, todo típico y regional, todo vívido y matizado con admirable riqueza. Es la expresión de un pueblo idealizado por la ternura y la fantasía de un gran poeta.

Su estilo se caracteriza por el desaliño y el tono popular. Satírico en defensa de lo liberal y nacional, humorista por temperamento y popular por esencia, Prieto fue uno de los escritores más mexicanos del siglo XIX

Manuel AcuñaManuel Acuña Narro (Saltillo, Coahuila, 27 de agosto de 1849 - Ciudad de México, 6 de diciembre de 1873) fue un poeta mexicano que se desarrolló en el estilizado ambiente romántico del intelectualismo mexicano de la época.

Manuel Acuña Narro mayor conocido como "CUSUCO" Biografió varias ramas de la ciencia, como filosofía y matemáticas, además de varios idiomas, como el francés y el latín. Comenzó la carrera de medicina, aunque todo terminó con su vida a los 24 años. Durante sus años de participación en tertulias literarias, conoció a Ignacio Manuel Altamirano, Agustín F. Cuenca y Juan de Dios Peza. Con este último mantuvo un fuerte vínculo amistoso, motivo por el cual Peza fue uno de los oradores principales el día del sepelio de Acuña.

Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1869, con una elegía a la muerte de Eduardo Alzúa; amigo suyo. Ese mismo año, al lado de un grupo de intelectuales, fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl en uno de los patios del ex convento de San Jerónimo, que le sirvió para dar sus primeros pasos como poeta. Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del periódico La Iberia. Es una leyenda que su enamoramiento de Rosario de la Peña fue la presumible causa de su infortunado suicidio, mediante envenenamiento con cianuro de potasio. En opinión de algunos críticos,

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Rosario fue solamente una razón adicional a sus problemas de pobreza extrema. Acerca de Rosario de la Peña se sabe que también fue pretendida por José Martí y Manuel M. Flores. Con todo, recientemente se ha dejado claro que aunque el enamoramiento por De la Peña pudo tener lugar, la realidad era que Acuña sostenía una relación, menos idealizada, con una poetisa que a la postre se convirtió en una intelectual famosa: Laura Méndez de Cuenca. Murió en su habitación de la Escuela de Medicina el 6 de diciembre de 1873.

Uno de sus poemas más célebres es el "Nocturno ", dedicado a Rosario de la Peña, su trabajo más representativo. El hidrocálido Jesús F. Contreras realizó una escultura a Manuel Acuña, la cual fue expuesta en el pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en el año 1900, junto con su obra Malgre-Tout; por esos trabajos mereció la banda de la Legión de Honor. La obra dedicada al poeta, fabricada en mármol de Carrara, se encuentra en la plaza Acuña de Saltillo.

Ignacio Manuel Altamirano (Ignacio Manuel Altamirano Basilio; Tixtla, Guerreros, 1834 - San Remo, 1893) Escritor mexicano al que se considera padre de la literatura nacional y maestro de la segunda generación romántica.

Nacido en el seno de una familia indígena, Altamirano cumple sus catorce años sin hablar todavía castellano, lengua de la cultura oficial, y por lo tanto, sin saber leer ni escribir.

Inicia precisamente por aquel entonces un proceso de alfabetización que sorprende por su rapidez y consigue, en 1849, una

beca para estudiar en el Instituto Literario de Toluca, donde imparte sus enseñanzas Ignacio Ramírez, el Nigromante, intelectual mulato y librepensador, futuro ministro con Porfirio Díaz, cuyo interés por la juventud indígena le convierte en mentor y amigo de Altamirano.

La influencia de su maestro prende rápidamente en el joven, que pronto va a dar pruebas del doble amor (por sus raíces indígenas y por una cultura que bebe en las ardientes fuentes del romanticismo europeo) que dirigirá y determinará las opciones más relevantes de su vida.

Estudiante de derecho en el Colegio de San Juan de Letrán, Altamirano se lanza a la palestra política, se alinea con los revolucionarios de

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Ayutla, combate a los conservadores en la guerra de Reforma, y más tarde, tras ponerse decididamente al lado de los juaristas, es elegido en 1861 diputado al Congreso de la Unión, donde exige que se castigue al enemigo, enarbola el estandarte de la patria libre y, en 1863, lucha contra el imperio de Maximiliano y la invasión francesa, alcanzando, en 1865, el grado de coronel por su participación en las batallas de Tierra Blanca, Cuernavaca y Querétaro.

En 1867, restablecida ya la República, consagra por fin su vida a la enseñanza, la literatura y el servicio público, en el que desempeña muy distintas funciones como magistrado, presidente de la Suprema Corte de Justicia, oficial mayor en el Ministerio de Fomento y cónsul en Barcelona (1889) y París (1890).

Ese deseo de renacimiento literario y el encendido nacionalismo, que tan bien se adapta a sus ardores románticos, desembocarán en la publicación de sus Rimas (1871), en cuyas páginas las descripciones del paisaje patrio le sirven de instrumento en su búsqueda de una lírica genuinamente mexicana. Antes, en 1868, había publicado Clemencia, considerada por los estudiosos como la primera novela mexicana moderna, teniendo una destacada intervención en las Veladas Literarias que tanta importancia tuvieron en la historia de la literatura mexicana.

La obra de Ignacio Manuel Altamirano:Su concepto del hombre y de la patria, su incansable actividad cultural, su defensa de los valores indigenistas, su decidida apuesta por las ideas de progreso justifican que se le haya comparado con una de las figuras míticas de la historia de México, al afirmar que fue el apóstol de la cultura como Juárez lo fue de la libertad mexicana.

La obra educativa de Manuel Altamirano fue también notabilísima, y puede afirmarse que, sin su figura, la cultura mexicana se habría visto notablemente empobrecida. Fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Comercio, la de Jurisprudencia, la Nacional de Profesores y otros establecimientos docentes; así, tanto por su vida como por su incesante magisterio, Altamirano se ganó el título de "Maestro".

Sus novelas Clemencia (1868), Julia (1870) y La Navidad en las montañas (1871) se consideran fundacionales para la narrativa mexicana. En ellas ponía de relieve los males que aquejaban al país: el militarismo, la deficiente enseñanza y las desigualdades sociales. El Zarco, publicada en 1901, es su obra más importante; rica en matices expresivos, giros idiomáticos y descripciones del paisaje, la novela narra las aventuras de un bandido de ojos azules, líder de la banda "Los Plateados".

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En sus trabajos de crítica literaria reiteró la necesidad de superar la dependencia de los modelos europeos y de encontrar un estilo y una temática autóctonos, y manifestó su voluntad de crear una novela nacional, independiente de la europea, en la que figurasen el indio, la historia mexicana y el paisaje autóctono.

Antonio Rivas de MercadoAntonio Rivas Mercado (Tepic, 26 de febrero de 1853 – Ciudad de México, 3 de enero de 1927) fue un arquitecto mexicano, ingeniero y restaurador. Su obra más notable y la más conocida es el columna del Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México. Fue padre de Antonieta Rivas Mercado. Biografía[editar] Nació en la ciudad de Tepic, séptimo cantón de Jalisco, el 25 de febrero de 1853. Sus padres fueron don Luis Rivas Góngora y doña Leonor Mercado. Estudió en la ciudad de México hasta la edad de 11 años cuando fue enviado a Inglaterra al colegio jesuita de Stonyhurst, donde hizo sus estudios primarios. Después fue enviado a Francia, donde cursó los estudios secundarios en el Liceo de Burdeos, y más tarde de arquitectura en la Escuela de Bellas Artes École des Beaux-Arts de París e ingeniería en la Sorbona La Sorbonne de París. Se graduó en 1878. Recorrió Italia en bicicleta, pintando acuarelas para sobrevivir; más tarde visitó España, donde conoció la arquitectura mozárabe, que le fascinó. Regresó a la ciudad de México en 1879 y comenzó a ejercer su carrera; asimismo, impartió clases en las escuelas de Ingeniería y Arquitectura. Instituyó nuevos métodos de enseñanza y separó las dos carreras, que antes conformaban una sola. Llegó a ser director de la Academia de San Carlos de Bellas Artes en el periodo de 1903 a 1912 y consiguió la beca para que Diego Rivera estudiara pintura en Europa. Fue diputado federal de 1884 a 1910.

Entre las obras más notables de su autoría están la casa en la calle de Londres, número 6, actual Museo de Cera de la ciudad de México; su casa, en la calle de los Héroes, número 45, Colonia Guerrero; la restauración de la fachada del antiguo Ayuntamiento de la ciudad; el edificio de la la terminal de la Aduana de Ferrocarriles en Tlatelolco, la casa del presidente Manuel González en Peralvillo, el Palacio Municipal de Tlalpan, la casa de su hermana Juana Rivas de Torres, en Juárez 18, y su tumba de en el Panteón Francés; la casa en Antonio Caso y Serapio Rendón y la decoración de algunos de los salones del Palacio Nacional.

Nombrado por Porfirio Díaz, hizo algunas modificaciones al proyecto para la construcción de la columna conmemorativa del centenario de la Independencia de México, conocida popularmente como el «Ángel de la Independencia». El diseño original del monumento estuvo al cargo de los arquitectos estadounidenses Cluss y Shultz. La ingeniería fue obra de

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Guillermo Beltrán y Puga, Gonzalo Garita, Luis Zavaterelli y Manuel Gorozpe. Las esculturas son obra de Enrique Alciati. La columna fue terminada para los festejos del centenario, el 16 de septiembre de 1910.

Se casó (1894) con Matilde Castellanos Haff (1859); tuvieron seis hijos: la primera, María Emilia (1895), falleció de pocos meses; la segunda fue Alicia (1896), cuya efigie aparece en el medallón de la puerta de bronce de la Columna de la Independencia; el tercero, Antonio (1898), falleció recién nacido; la cuarta fue Antonieta Rivas Mercado, 1900; el quinto fue Mario (1904) y por último Amelia (1908). Después de edificar el Ángel residió en París y regresó a la ciudad de México en 1926, donde murió el 3 de enero de 1927, casi a la edad de 74 años.

José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 1852 - ciudad de México, 1913) Pintor y caricaturista mexicano, famoso por sus litografías con escenas de muerte, estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore. Figura destacada del panorama artístico mexicano, José Guadalupe Posada desempeñó en él tan notoria influencia que su papel podría equipararse a la trayectoria del famoso douanier francés, Henri Rousseau, y a su impacto en la

evolución del arte europeo de principios del siglo XX; en efecto, la revelación de la obra de Posada confirma su gran predicamento estético y da fe de su empeño en realizar un arte propiamente mexicano.

Poseía un talento natural para el grabado, y no sin haberse visto obligado a superar una empecinada oposición familiar, su padre le permitió ingresar, a los dieciséis años, en el taller profesional de Trinidad Pedroso, reputado maestro de quien aprendió los principios, métodos y secretos del arte litográfico. En estos primeros años de aprendizaje, el joven Posada manifestó una facilidad innata para la caricatura, de tal modo que su mentor logró introducirle en el mundo del periodismo y de la prensa gráfica como dibujante, y logró publicar sus primeras viñetas en el periódico El jicote (1871), cuando el artista acababa de cumplir los diecinueve años.

Influido por su familia, que seguía mirando con malos ojos su actividad un tanto bohemia y estaba empeñada en conseguirle una ocupación más segura, José Guadalupe ganó una plaza de maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León. A esta ciudad del estado de Guanajuato se había trasladado, en compañía de su maestro, en 1871. Fue profesor durante cinco años, aunque compartió la actividad didáctica con lo que

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le gustaba en realidad: la litografía comercial -textos de anuncios y carteles- y la estampación de imágenes religiosas.

Las graves inundaciones que asolaron León en 1888 le obligaron a trasladarse a Ciudad de México, donde le hicieron rápidamente ofertas para trabajar en distintas empresas editoriales, entre ellas la de Irineo Paz. Allí elaboró cientos de grabados para numerosos periódicos: La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas, El hijo del Ahuizote, etcétera. Su nombre cobró una fama inesperada y su cotización se disparó, alcanzando cimas que pocos meses antes le habrían parecido inimaginables. Esta repentina bonanza económica le permitió abordar una serie de experimentos gráficos que culminaron con la exitosa utilización de planchas de cinc, plomo o acero en sus grabados.

A partir de 1890, sus trabajos gráficos ilustraron las publicaciones, de carácter nacionalista y popular, del impresor Antonio Venegas Arroyo: historietas, liturgias de festividades, plegarias, cancioneros, leyendas, cuentos y almanaques, destacando La Gaceta Callejera y las hojas sueltas que incluían imágenes e información resumida de carácter diverso sobre "acontecimientos de sensación".

Las ideas de Posada eran de clara índole progresista y, al servicio de éstas, dibujó caricaturas y bocetos satíricos consagrados, en general, a elaborar una crónica de la vida mexicana de la época o a poner de relieve los sufrimientos de su pueblo bajo el yugo de los grandes terratenientes. Las sátiras de los políticos más influyentes de la época le costaron la cárcel en más de una ocasión. El gran número de encargos que se amontonaban en su taller le obligó a crear una técnica nueva, el grabado al ácido en relieve, mucho más rápida.

Su extensa producción gráfica, estimada en más de veinte mil grabados, realizados en litografía o planchas de metal, podría clasificarse como expresionista, puesto que recrea con extraordinaria imaginación, gran sentido humorístico y profunda capacidad crítica las lacras, miserias y prejuicios de la realidad social y política de su época.

Su obra abarca múltiples temas, entre los que cabría destacar las célebres "calaveras" o imágenes de ultratumba; los "desastres", que comprenden catástrofes de tipo natural (inundaciones, epidemias, sucesos astronómicos, nacimientos de seres monstruosos), accidentes, hechos sobrenaturales, crímenes y suicidios; los "ejemplos" o lecciones morales que pueden extraerse ante la perversidad y bestialidad humanas; sucesos sociales y políticos, donde sobresalen las viñetas referidas a las ejecuciones y los "corridos" revolucionarios; los milagros religiosos; la serie denominada Don Chepito, que narra las desventuras

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de un solterón ridículo, una especie de antihéroe; así como las imágenes captadas de la vida cotidiana con inigualable precisión e intención certera.

Posada fue considerado como un precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas por algunos de quienes lo protagonizaron: José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez. En 1933, veinte años después de su muerte, fue redescubierto por el pintor Jean Charlot, quien editó sus planchas y reveló la influencia de Posada sobre artistas de las posteriores generaciones. Gran dibujante, trabajador incansable y un gran técnico del grabado, Posadas murió, tan pobre como había nacido, en Ciudad de México, en 1913. Sus restos, que nadie reclamó, fueron sepultados en una fosa común.

Ricardo CastroRicardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, fue un pianista y compositor mexicano, considerado como «el último romántico del Porfiriato».

Ricardo Castro nació en 1864, hijo del matrimonio formado por Vicente Castro (diputado federal en la VIII Legislatura del Congreso de la Unión) y María de Jesús Herrera. Los estudios básicos los cursó en la ciudad de Durango, en donde está registrado su nacimiento y a la edad de seis años tomó clases de música con el maestro Pedro H. Ceniceros. En 1879 se trasladó con su familia a la Ciudad de México con el propósito de que estudiara el bachillerato pero a la edad de 13 años lo inscribieron en el Conservatorio Nacional de Música en donde estudió piano con Juan Salvatierra y Julio Ituarte, además de Armonía y Composición con Melesio Morales. Era evidente su vocación musical y el joven Ricardo concluyó en sólo cinco años un programa de estudios que por lo común tomaba diez. Se graduó en 1883.

Inició su carrera como concertista de piano y compositor antes de terminar sus estudios y en 1882 ganó dos premios, uno como pianista en la Exposición de Querétaro y otro como compositor en la Exposición de Veracruz. A los 19 años, en 1883, concluyó su Primera Sinfonía en Do menor titulada "Sagrada" que fue estrenada apenas en 1988 a 81 años de su muerte. Compositor y concertista.En 1884 representó a México en la Exposición Algodonera Internacional de Nueva Orléans y en ese año y el siguiente realizó una gira de conciertos por varias ciudades de Estados Unidos: Chicago, Filadelfia, Washington D.C. y Nueva York. Para 1883 el Gobierno de México seleccionó varias de sus obras para enviarlas a Venezuela, como parte de la conmemoración del primer centenario del nacimiento del libertador Simón Bolívar. Junto con Gustavo C. Campa, Juan Hernández A. y Pablo Castellanos, fundó el

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Instituto Musical Campa Hernández Acevedo, donde impartía clases teóricas y prácticas de piano. Para entonces, Ricardo Castro era ya muy famoso tanto en México como en el extranjero por sus composiciones y por su virtuosismo al piano.

En 1892, junto con otros compositores, Ricardo Castro fundó la Sociedad Anónima de Conciertos, en cuyas funciones estrenó varias obras para piano y orquesta. También fue fundador de la Sociedad Filarmónica Mexicana en 1895, creada para la difusión de la música de cámara. En 1896, al inaugurarse la Sala de Conciertos de la Casa Wagner, hoy “Sala Sahieffer", se encomendó a Castro el concierto de apertura y en ese mismo año se estrenó en el Teatro Renacimiento su ópera "Atzimba". Por cierto, sobre esta ópera que trata de la conquista de Michoacán, se sabe que el segundo acto está perdido pero en estos momentos, a propósito del primer centenario de su fallecimiento (28 de noviembre de 2007), con base en partituras originales del compositor, se trabaja en la reconstrucción de la pieza. En 1900 publicó crónicas musicales en varios periódicos de la Ciudad de México y en 1902 hizo una gira por 17 ciudades de México en donde ofreció 30 conciertos. En la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, se presentó en el Teatro Degollado en el mes de septiembre. El viaje a Europa[editar] El compositor y concertista fue becado por el Gobierno de México para perfeccionar su formación musical y de 1903 a 1906 estuvo en varias ciudades de Europa en donde además impartió cursos, conferencias magistrales y conciertos en los conservatorios de París, Berlín, Londres, Bruselas, Roma, Milán y Leipzig. La beca que recibió Castro resultó de las gestiones que para tal efecto realizó el entonces subsecretario de Instrucción Pública, Justo Sierra a quien, por esa razón, el compositor mexicano le dedicó dos obras: Tema variado y Suite. En Europa, Ricardo Castro tomó clases de piano con la pianista venezolana Teresa Carreño, a quien le dedicó Pres de Ruisseau. Director del Conservatorio Nacional de Música[editar] A su regreso de Europa, en 1906, fue nombrado director del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, por Justo Sierra. Ricardo Castro estuvo al frente del Conservatorio desde el 1 de enero de 1907 hasta el día de su muerte, el 28 de noviembre de ese año. Se le atribuye la modernización del Conservatorio pero no la concluyó. Falleció a la edad de 43 años como consecuencia de una pulmonía. Estilo y obras

Entre sus obras destacan el vals Capricho (la más popular y conocida), sus óperas Atzimba (1901, sobre la conquista de Michoacán), La Leyenda de Rudel, Don Juan de Austria, Satán vencido y El beso de la Rousalka. La primeras dos fueron estrenadas. La partitura de Atzimba se perdió en el siglo XX y la existencia de las últimas tres óperas se conoce por referencias, pero se desconoce si realmente las compuso. También compuso música de cámara y otra Sinfonía en Re menor (1893), además

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de un Concierto para violonchelo y orquesta (1902) que fue estrenado en Amberes, Bélgica al igual que su Concierto para piano y orquesta (1904), el primero escrito en América Latina. La pianista Eva María Zuk, una de sus principales intérpretes, lo describe como un concierto de gran contenido virtuoso, en el que si bien pueden apreciarse influencias de la música europea de la época, en especial de la francesa, también se muestran características latinas, en específico de ciertas danzas tradicionales mexicanas, sobre todo en el primero de sus tres movimientos; el tercero, por cierto, es una polonesa.

Salvo el vals Capricho, la obra de Ricardo Castro es desconocida incluso para los mexicanos. Después de Castro, en varias disciplinas incluida la música, surgió el modernismo. Los herederos de Ricardo Castro nombraron a José F. Vásquez depositario legal de su obra como consecuencia del esfuerzo aplicado por este director en difundir la obra de Castro. Centenario de su muerte[editar] El 28 de noviembre de 2007 se cumplió el primer centenario de su muerte y en las ciudades de Durango y México el programa de actividades inició en septiembre y concluyó en diciembre. En la capital del estado de Durango, el teatro más importante lleva su nombre y enfrente, sobre la Av. 20 de Noviembre se encuentra una estatua del compositor. Durante el homenaje en esta ciudad, se propuso la colocación de una placa al pie de la estatua en donde sea inscrita la poesía que le dedicó Luis G. Urbina. El 28 de noviembre los autores Emilio Díaz Cervantes y Dolly de Díaz presentaron el libro Ricardo Castro, Genio de México. Antes, el 17 de noviembre, la investigadora musical Gloria Carmona impartió la conferencia Ricardo Castro en el centenario de su muerte, parte de la biografía en la que trabaja y que espera pronto sea publicada por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez. Está considerado como el último romántico del Porfiriato y sus composiciones, la mayor parte de ellas, tienen una clara influencia de la música clásica francesa, aunque Chopin fue una gran inspiración. Está considerado como el único músico mexicano autor de polonesas.

Felipe VillanuevaFelipe de Jesús Villanueva Gutiérrez, Fue un violinista, pianista y compositor mexicano. Es una de las figuras más conocidas del romanticismo musical mexicano, que floreció durante el periodo histórico conocido en México como el porfiriato.

A los diez años de edad escribió su Cantata patriótica, para piano y cuatro voces; un año más tarde compuso su mazurca para piano El último adiós. En 1873 ingresó al Conservatorio Nacional de Música bajo la protección del director del plantel, Alfredo Bablot. Sin embargo fue rechazado más tarde por el plantel, de manera que debió costear sus

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estudios de piano y armonía en clases privadas con el maestro Antonio Valle.

En 1876, a los catorce años de edad, ingresó como violinista a la orquesta del Teatro Hidalgo dirigida por José C. Camacho, de quien recibió lecciones de composición. En 1879 la empresa internacional Wagner y Levien Sucs. publicó sus piezas para piano La erupción del Peñol y La llegada del ciclón, que lo dieron a conocer entre el público mexicano. En 1887 fundó, junto con Ricardo Castro, Gustavo E. Campa y otros músicos mexicanos, el Instituto Musical, academia oficial del Grupo de los Seis, que transformó la enseñanza musical de México con una contribución fundamental de Villanueva, quien difundió obras de Johann Sebastian Bach, Frédéric Chopin, Franz Liszt y Antón Rubinstein. El prof. José Ovando Ramírez en su libro “Felipe Villanueva Gutiérrez, su época, su vida, su obra”, hace referencia al hecho de que éste ilustre músico y compositor desarrolló su obra en aquella época en la que la música italiana predominaba en las preferencias musicales en Europa y América, incluido México, aunado a ciertas reminiscencias del vals vienés que introdujo una orquesta austriaca a nuestro país en la época del emperador Maximiliano. Sumado a la originalidad de las composiciones musicales mexicanas, dieron lugar a considerar a Felipe Villanueva Gutiérrez como uno de los destacados precursores del nacionalismo musical mexicano del siglo XIX. Época en la que el vals mexicano se distinguió por sus tiempos pausados, con carácter íntimo, añoranzas en su rítmica y de notable calidad musical, como el vals “Dios nunca muere” de Macedonio Alcalá, “Sobre las olas” de Juventino Rosas y “Vals poético”, primer vals de un grupo de tres valses lentos “Causerie”, “Amor” las mazurcas: “Ebelia”, “En el baile”, “Sueño dorado” y las danzas “Ana” y “Luz” de Felipe Villanueva Gutiérrez.

Justo SierraJusto Sierra Méndez (nacido en San Francisco de Campeche, Campeche, el 26 de enero de 1848; fallecido en Madrid, el 13 de septiembre de 1912) fue un escritor, historiador, periodista, poeta y político mexicano. Fue decidido promotor de la fundación de la Universidad Nacional de México, hoy Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se le conoce también como "Maestro de América" por el título que le otorgaron varias universidades de América Latina. Considerado por Campeche como uno de los personajes más grandes e importantes que ha dado a México y al mundo y fue discípulo de Ignacio Manuel Altamirano. Nació en San Francisco de Campeche hijo de Justo Sierra O'Reilly, eminente novelista e historiador, y de Doña Concepción Méndez Echazarreta, hija de Santiago Méndez Ibarra, quien jugó un papel importante en la política yucateca del siglo XIX. A la muerte de su padre (1861), siendo casi un niño, Justo Sierra Méndez se trasladó primero a la

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ciudad de Mérida, después a Veracruz y por último a la Ciudad de México donde, después de brillantes estudios, se relaciona con los mejores poetas y literatos de ese tiempo, entre otros con Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Acuña, Guillermo Prieto, Luis G. Urbina, poetas de la Revista Azul y de la Revista Moderna. Fue hermano de Santiago, periodista y poeta y quien fuera asesinado por Ireneo Paz en duelo armado en 1880 en presencia del mismo Justo, y de Manuel José, político. Asistió a una reunión en la que estaban algunos de los más consagrados escritores de aquel tiempo. La velada tuvo lugar en casa de don Manuel Payno; estaban ahí, entre otros, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez y Vicente Riva Palacio. Dice don Agustín Yáñez: "desde aquella velada, Sierra ocupó un sitio de preferencia en los cenáculos, conmemoraciones y redacciones literarias; fue la sensación del momento en la tribuna en los días clásicos de la patria; en una juventud que se consagró a la literatura, Sierra incursionó en el relato, en el cuento, la novela y el teatro."

Algunos de sus poemas de juventud se publicaron en el periódico El Globo, y se dio a conocer con su famosa "Playera"; a partir de 1868 publicó sus primeros ensayos literarios; en El Monitor Republicano inició sus "Conversaciones del Domingo", artículos de actualidad y cuentos que después serían recogidos en el libro Cuentos románticos; publicó en la revista El Renacimiento su obra El Ángel del Porvenir, novela de folletín que no tuvo mayor impacto. Escribió también en El Domingo, en El Siglo Diez y Nueve, La Tribuna, en La Libertad, de la que fue su director y en El Federalista. Asimismo, publicó en El Mundo su libro En Tierra Yankee. Abordó además el género dramático en su obra Piedad. En 1871 se recibió de abogado. Varias veces diputado al Congreso de la Unión, lanzó un proyecto que sería aprobado en 1881 y que daba a la educación primaria el carácter de obligatoria. En ese mismo año presentó un proyecto para fundar la Universidad Nacional de México que no prosperó, tardaría sin embargo 30 años para verlo realidad. Desde 1892, expuso su teoría política sobre la “dictadura ilustrada”, pugnando por un Estado que habría de progresar por medio de una sistematización científica de la administración pública; en 1893 dijo aquella célebre frase: "el pueblo mexicano tiene hambre y sed de justicia". ("México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene, no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia"). En 1901 se trasladó a Madrid con el objeto de participar en el Congreso Social y Económico Hispanoamericano; fue en esta ocasión que conoció a Rubén Darío en París.

Fiestas del Centenario 1910.

Escribió también varios libros de historia para la educación primaria y para la lectura de temas públicos. Dirigió la publicación de México, su

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Evolución Social, (1900 -1902) y de la "Antología del Centenario", (1910). En colaboración con Manuel Gutiérrez Nájera, Francisco Sosa y Jesús E. Valenzuela creó la Revista Nacional de Letras y Ciencias donde se publicó su libro La evolución política del pueblo mexicano. Otro de sus más importantes libros es Juárez, su obra y su tiempo, la sirena y otros cuentos.

Sus Obras completas, publicadas por la UNAM en 1948 y reeditadas en 1977, constan de quince tomos. (Dirigida por Agustín Yáñez, quién también preparó una excelente biografía en el 1.er. Tomo. Introducción y notas de José Luis Martínez.)

Monumento al Maestro de América en Campeche.

Era un hombre; no era una intelectualidad notable... Juárez tenía la gran calidad de la raza indígena a que pertenecía, sin una gota de mezcla: la perseverancia... Juárez creía también en él, pero secundariamente; de la que tenía plena conciencia era de la necesidad de cumplir con el deber, aun cuando vinieran el desastre y la muerte. A través de la Constitución y la Reforma veía la redención de la república indígena; ése era su verdadero ideal, a éste fue devoto siempre; emanciparla del clérigo, de la servidumbre rural, de la ignorancia, del retraimiento, del silencio, ése fue su recóndito y religioso anhelo; por eso fue liberal, por eso fue reformista, por eso fue grande; no es cierto que fuese un impasible, sufrió mucho y sintió mucho; no se removía su color, pero sí su corazón; moralmente es una entidad que forma vértice en la pirámide oscura de nuestras luchas civiles. En comparación suya parecen nada los talentos, las palabras, los actos de los próceres reactores: ellos eran lo que pasaba, lo que se iba; él era lo que quedaba, lo perdurable, la conciencia.

Sobre la sociedad, dijo, marcha en el sentido del individualismo en constante y creciente armonía con la sociedad... Es para mi fuera de duda que la sociedad es un organismo, que aunque distintos de los demás, por lo que Spencer le llama un superorganismo, tiene sus analogías innegables con todos los órganos vivos. Yo encuentro... que el sistema de Spencer, que equipara la industria, el comercio y el gobierno, a los órganos de nutrición, de circulación y de relación con los animales superiores, es verdadero... Lo que ya está fuera de debate... es que la sociedad, como todo organismo, está sujeta a las leyes necesarias de la evolución; que éstas en su parte esencial consisten en un doble movimiento de integración y de diferenciación, en una marcha de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo incoherente a lo coherente, de lo indefinido a lo definido. Es decir, que en todo cuerpo, que en todo organismo, a medida que se unifica o se integra más, sus partes más se diferencian, más se especializan, y en este doble movimiento consiste el

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perfeccionamiento del organismo, lo que en las sociedades se llama progreso Del general Díaz dice:

Puede bautizársele con el nombre de dictadura social, de cesarismo espontáneo, de lo que se quiera; la verdad es que tiene caracteres singulares que no permiten clasificarlo lógicamente en las formas clásicas del despotismo. Es un gobierno personal que amplía, defiende y robustece al gobierno legal. [Es] un poder que se ha elevado en un país que se ha elevado proporcionalmente también, y elevado no sólo en el orden material, sino en el moral, porque ese fenómeno es hijo de la voluntad nacional de salir definitivamente de la anarquía [...]. Para justificar la omnímoda autoridad del jefe actual de la República, habrá que aplicarle, como metro, la diferencia entre lo que se ha exigido de ella y lo que se ha obtenido.

Tiempo antes del triunfo de la Revolución renunció don Justo Sierra Méndez al ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, y fue sustituido por Jorge Vera Estañol; dos años después, don Francisco I. Madero lo nombró Ministro Plenipotenciario de México en España. Murió poco después en Madrid, el 13 de septiembre de 1912. Su cadáver fue traído a México en el trasatlántico España, habiendo sido homenajeado en todo el trayecto y sepultado finalmente con los más grandes honores públicos de su tiempo. En 1948, en el centenario de su nacimiento, a iniciativa de un profesor de literatura de la Universidad de la Habana, la UNAM, junto con otras universidades del continente, lo declaró Maestro de América, se editaron sus obras completas en 15 tomos y sus restos fueron trasladados del Panteón Francés a la hoy Rotonda de las Personas Ilustres. Fue precisamente a iniciativa de don Justo Sierra Méndez, que se creó en 1880, la Rotonda de los Hombres Ilustres. Por decreto presidencial, el 26 de mayo de 1999 su nombre se inscribió con letras de oro en el muro de honor del Palacio Legislativo de San Lázaro.

Hoy parecen resonar aquellas lapidarias palabras: "Más allá de la ley, más allá del honor, más allá de la patria, está la verdad que debe prevalecer por encima de todo." por eso ahora sus uniforme llevan el logo que dice bien verdad justicia.

Manuel M. Ponce Manuel María Ponce Cuéllar, Fue un músico y compositor mexicano.

Manuel M. Ponce nació “por un decreto del destino”, en la ciudad minera de Fresnillo, estado de Zacatecas, al norte de México, el 8 de diciembre de 1886. Sus padres,

Felipe de Jesús Ponce, quien realizaba trabajos de modesto tenedor de

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libros en la estación minera de Proaño, la de mayor producción de plata en el país; y doña María de Jesús Cuéllar, originarios de Aguascalientes, retornaron a la hidrocálida ciudad con la protección del gobernador de esa entidad Francisco Rangel, cuando el infante Manuel María, el duodécimo de sus hijos, apenas contaba con algunos meses de edad.

Fue integrante del Coro Infantil del Templo “San Diego” de Aguascalientes, ayudante de Órgano y titular de este instrumento desde 1898. En 1900 viajó a Ciudad de México, iniciando estudios con los maestros Vicente Mañas, Eduardo Gabrielli y Paulo Bengardi. Seguidamente ingresó en el Conservatorio Nacional de Música en 1901, donde permaneció hasta 1903. En 1904, fue a estudiar cursos superiores a la Escuela de Música de Bolonia, en Italia con Enrico Bossi y Luigi Torchi. En México, se dedicó a la enseñanza, a la composición y a dar conciertos. En 1915 fue a La Habana en compañía del poeta Luis G. Urbina; ahí impartió clases de piano y colaboró en algunos diarios de la isla. Al volver al país fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de México de 1918 a 1920; al poco tiempo, comisionado por la SEP y a solicitud de la UNAM, viajó a París a estudiar bajo la guía del compositor Paul Dukas. Concluida la licenciatura en composición en la Escuela Normal de Música de París, regresó a la ciudad de México en 1933 a ocupar el cargo de director del Conservatorio Nacional de Música y titular de la cátedra de piano en el propio Conservatorio y en la Escuela Nacional de Música.. En 1934 se le designó inspector de la Sección de Música del INBA y consejero de la Orquesta Sinfónica de México. Fue miembro del Seminario de Educación Pública y fundador del Seminario de Cultura Mexicana. En 1945 fue nombrado director de la Escuela Nacional de Música. En 1947 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes, convirtiéndose en el primer músico en recibir esa distinción.1 Murió en la ciudad de México un año después. En 1952 sus restos fueron trasladados a la actual Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México2 el 4 de octubre.

Compositor controvertido, creó una obra musical basada en temas típicos mexicanos, que combinó con el estilo romántico europeo de su época. Otra influencia importante en su producción fue el impresionismo; de hecho, Ponce y José Rolón representan el impresionismo musical en México.

La fama llegó, pero no la fortuna. Hoy en día, Estrellita (no confundir con Twinkle twinkle, little star) es erróneamente considerada una melodía de dominio público.

En su momento sus canciones fueron interpretadas por los grandes cantantes del momento como Lily Pons y Tito Schipa.

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Compuso para música para varios instrumentos y dominó especialmente la guitarra gracias a la amistad que sostuvo con el guitarrista español Andrés Segovia, así como con otros compositores de este instrumento como Heitor Villa-Lobos, Federico Moreno Torroba y Joaquín Rodrigo. Fue el primer compositor mexicano cuya música tuvo proyección internacional y su nombre fue ampliamente conocido en el extranjero. El fundador del nacionalismo musical mexicano.

Ponce es considerado el padre del nacionalismo musical mexicano. En 1912 realizó un concierto con obras que contenían características que se consideraban por primera vez genuinamente mexicanistas. De este modo, 1912 se considera el inicio del movimiento nacionalista en la música mexicana. Por esta época tuvo como alumno al que vendría a consolidar el movimiento nacionalista, Carlos Chávez.

Considero un deber de todo compositor mexicano ennoblecer la música de su patria dándole forma artística, revistiéndola con el ropaje de la polifonía y conservando amorosamente las músicas populares que son expresión del alma nacional.

Una razón lógica de este aspecto es que Ponce desarrolló gran parte de sus propuestas musicales en los años previos a la Revolución mexicana, es decir, antes de los violentos cambios de las ideologías y los movimientos vanguardistas en México. El medio musical de Ponce se movía en las sociedades de la música de salón y de la élite artística de los últimos años del Porfiriato.

Ponce evitaba en lo posible cualquier referencia a la música indígena por considerarla carente de refinamiento. Prefirió el mestizaje musical en lugar de realzar las características autóctonas indigenistas de la música popular mexicana. De cualquier forma, fue el primer compositor mexicano que dirigió su atención a los elementos propios de su nación para crear una escuela mexicana de composición. Según Yolanda Moreno Rivas el nacionalismo de Ponce era geográfico y sentimental; Ponce buscaba por medio de la música popular un sentimiento y una expresión personal. Representante del romanticismo musical mexicano.

Para comprender el romanticismo tardío en la música mexicana para piano debemos observar algunas de las partituras clave de la corriente modernista europea como “La mer” de Debussy o el “Bolero” de Ravel creadas a principios del siglo; si hacemos esto comprenderemos la inquietud modernizadora que orilló a Manuel M. Ponce a realizar su primer viaje de orientación y aprendizaje a Europa. El joven Ponce -cuya amistad con Ramón López Velarde y Saturnino Herrán lo colocaba, por generación, dentro del primer grupo de autores mexicanos de este siglo preocupados por la búsqueda de lo distintivamente mexicano en el arte-

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percibió claramente que así como existía un acervo de hábitos melódicos que podían delinear una identidad y una personalidad musical, existía también una zona que su arte no había logrado penetrar y ésta era aquella donde residían los secretos del oficio que le permitirían afinar su exigente vocación de compositor.

Ponce escribió música para guitarra, obras para piano, canciones, música de cámara y orquesta. Sus obras conocidas para piano y guitarra son mucho más numerosas que para otros instrumentos. Sin embargo, cabe destacar que casi la mitad de la música de Ponce es desconocida o se ha perdido.