benevolo - historia de la arquitectura moderna vol i

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arquitectura

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  • -Historia

    de la arquitecturamoderna

    .:'.

    ..

  • Ttulo original;Storiadell'architetturamoderna.

    @ 1960by EditoriLaterza,Bari.

    Versin espaolade MARA CASTALDIy JESS FERNNDEZSANTOS.

    TAURUS EDICIONES agradece a don LUIS FELIPE VIVANCO su valioso asesoramiento.

    Los captulos sobre el Plan Cerd (pgs. 133-136),el Modernismo cataln (pgi-nas 375-382)y la Ciudad Lineal de Arturo Soria (pgs.427-432)han sido redac-tados para estaedicin espaolapor el arquitectoCARLOSFLORES.

    La confeccinestuvoa cargo de FLORENTINOTRAPERO.

    Corrigi las pruebasSALUSTIANOMAS.

    @ 1963by TAURus EDICIONES,S. A.

    Claudio CoeIlo, 69 B - MADRID-l.

    Nm. de Registro: 2832-63.

    Depsitolegal: M. 10008-1963.

    GrMicasHalar, Andrsde. la Cuerda. 4, Madria

  • -iI

    LeonardoBenevolo

    Historia

    de la arquitecturalTIoderna

    Volumenprimero

    TaurusEdiciones-Madrid-1963

    u

    {J

  • ...

    Prlogo

    Una historiade la arquitecturamodernadeDepresentarlos acontedmientascontemporneosen el marco de sus precedentesprximos; tiene,por tanto, que retrocederlo necesarioen el pasadopara completarel cono-cimiento del presentey colocar los hechos contemporneosen una pers-pectivahistrica suficiente.

    Las primeras dificultades que se presentanconciernenal campo de lainvestigacin:cunto hace falta retrocederen la cadenade los aconteci-mientospasados?Y puesto que el conceptode arquitecturano estdefi-nitivamenteestablecido,sino que incluso vara a travs del tiempo, a quhechoshay que extendertal investigacin?Ambos problemasse refierenalplanteamientodel trabajoy es convenientedar cuentaal lector de cmo seha intentado resolverlos.

    l.-Hasta la segundamitad del siglo XVIII es fcil enmarcarla evolu-cin de la arquitecturaen un.cuadro unitario. Las formas, los mtod()S..deproyecto,la conductade los proyectistas,de los destinatariosy de los rea-lizadoresson distintas segn los tiempos y lugares,pero se desenvuelvenen el mbito de una relacin esencialmentefija y definida entre arquitec-tura y sociedad.Varan las cuestionesparticularesplanteadasa los arqui-tectos,como asimismolas solucionesde stos. Sin embargo,la natUralezGdel servicioque el arquitecto rinde a la sociedady la funcin que la socie-dad ha encomendadoa ste se hallan determinadasdesde hace muchotiempo. .

    Hasta aqu, por tanto, se puedeaplicar fcilmenteel consabidoprocedi-mientode la historiadel arte,queanteponeel estudiode los valoresforma-les, ya que stos, interpretadosadecuadamente,compendiantodas las cir-cunstanciasy relacionesexternasy revelan,con sus variaciones,el cambiode todo otro factor.

    Desde la mitad del siglo XVIII en adelante,sin que la continuidad delas experienciasformalessea en modo alguno interrumpida,el lenguaiear-quitectnicopareceadquirir uniformidad particular, y las relacionesentrearquitecturay sociedad empiezana transformarseradicalmente.Se puedeseguirel antiguo hilo conductory continuar haciendola historia de la ar-

  • 8 Prlogo

    quitecturade los siglosXVIU y XIX sobre el modelo de la historia prece-dente-como se hace normalmenteen los manualesgenerales-utilizandolas variacionesdel repertorioformal para distinguir a los artistas,las eSLue-las y los perodos;se puedeasi, despusdel barroco, hablar del neoclasicis-mo, del neogtico,del eclecticismo,etc.Pero en un cierto punto, uno se dacuenta de que la actividad de que se habla cubre slo una pequeapartede la producciny de los interesesculturalescontemporneos.Sus relacio-nes con la sociedadson menos tensas,y nuevosproblemas,surgidos lejosdel caminotradicional,han llegadoa primer plano.

    Hace falta, por tanto, ampliar el campo de observacin?!examinardi-rectamentemuchos hechostcnicos,sociales,econmicos,que de 1750 enadelantevaran rpidamente,aunque a primera vista su conexin con laarquitecturano seaevidente.En varios campos,dentro y fuera de los lmi-tes tradicionales,surgennuevasexigenciasmaterialesy espirituales,nuevasideas,nuevosinstrumentosde intervencin,que en un cierto momentocon-fluyen en una nueva sntesis arquitectnica,completamentedistinta de laantigua. As se puede explicar el nacimientode la arquitecturamoderna,que de otra forma resultaratotalmenteincomprensible.Si de hechouno selimitara a una historia de las formas,tendraque postular unrzsolucin cla-ra de continuidad y un corte bruscocon la tradicin, quese puedeexponerpolmicamente,pero que no se admite histricamente.

    El movimiento moderno est radicado profundamenteen la tradicincultural europeay est ligado al pasadopor una sucesingradual de fiX-periencias.Hay, sin embargo,una diferenciade extensinentreel campodelque surge el movimiento moderno-que es muy amplio, especialmentealprincipio, y comprendevarias experienciasque maduranen dist.intos~ec-tores de la civilizacin industrial-y el campo en que acaba progresiva-mente la. herenciade los movimientosarquitectnicospasados.Mient.rasen los dos campos los acontecimientosse desarrollancon .continuidad,eldesplazamientode la cultura arquitectnicade uno al otro mbito no plledenecesariamenteser continuo, sino que ha sido logrado con accionesrepeti..das de rupturas y al precio de fuertescontrastes.El movimiento modernoes, por tanto, una experienciarevolucionaria que consiente una revisincompletade la herenciacultural pasada.

    As, pues, es preciso atribuir en principio a la palabra "arquitectura"el significado ms amplio posible. Para los que quieren una definicin ellregla, indicamossta,escritapor William Morris en 1881:

    La arquitecturaabarcala consideracinde todo ambientefsico querodealavidahumana;nopodemossustraemosa ellamientrasformemospartedelconsorciocivil, porquela arquitecturaes el conjuntode las modificacionesy alteracionesintroducidassobrela superficieterrestre,caraa lasnecesidades.humanas,a excepcindelmerodesiertol.

    No intentaremoscircunscribirtericamenteesteconceptoy precisuren abstractoculesaspectosse debentenerencuentay culesno en este

    IThe prospectso( architecture in civilization, conferenciadada en el London lnstitution el10 d~marzo ae 181U,en On art and socialism, Londres. 1947,p. 245.

    i:"'

  • -Prlogo 9intento de modificar el ambientehumano;el mismo desarrollohist.ricoir/-dicar" la extensinque se ha de dar, hoy da, a esta ilustre y tradicionalnocin de "arquitectura", que an sigue transformndosebajo nues-tros ojos.

    Logicamente,ste puedeparecerun crculo vicioso, porque lo que bus-camosno estdefinido de antemanoy adquieresignificadoen el curso desu investigacin;pero nuestro mtodo no puedeser rgidamentedemostra-tivo porque carecemosde perspectivasuficienterespectoal argumentoquetratamos,e imaginamosque nuestros lectores no son tampoco impasiblesy desapasionados, sino que estnempeados-como arquitectos,como con-tratistas,como destinatarioso como usuarios-en la renovacin del am-biente en que viven.

    'Una historiade la arquitecturamodernagira necesariamenteen torno alpreseme,y la referencia fundamentalpara todo nuestro discurs es taarquitecturade hoy, que nos empeadesde el principio en una eleccinoperatlVa,antesde llegara ser objeto de indagacinhistrica.Este empeolimita la certezade los juicios, pero creemosque no se puedeeliminar conun simple esfuerzode abstraccin;es mejor aceptarloexplcitamentey te-nerlo en cuenta,moderandola seguridadde las apreciacionescrticas.

    Il.-Hemos usadoel trmino "movimientomoderno",que en el lenguajecontemporffeoha asumido un significado bastantepreciso.

    Tambirt aqu, deseandoadoptar una definicin, nos parece la msapropiadaesta de Morris: "El arte por el que trabajamoses un bien delque todos puedenparticipar;'y que sirve para mejorara todos; en realidad,si no participamosen l todos, no podr participar ninguno"2. Aqu est.probahlemente,la relacin profunda entre la arquitectura moderna.y lacivilizaCin industrial; as como la industria ha hecho posible producirobjetsde uso y servicioen cantidadcapazde presentarcomo objetivo rea-lizable el que todos los hombresparticipen de las mismas oportunid,adesmateriales,as la arquitecturamodernatiene el fin de transmitir en igualmedidaa todos ls hombresciertasoportunidadesculturalesantesjerrqui-camentedifererz.ciadas,segnlas distintas clasessociales,y puedellamarse"un programade redistribucinde los bienesartsticos"3,segnlas exigen-cias de la sociedadmoderna.

    Nadie puededecir an culessean las consecuenciasde esta empresa,porqueapenasse ha comenzadoa trabajaren estesentido, y la definicindada esslounadireccinprovisionalquemirasobretodoa la obrafu-tura.

    De momento no sirven otras posibles definiciones.El trmino "movi-mientomoderno" se puedejuzgar apropiadoo no y preferir eventualmentealgunaotra definicin, pero ha entrado en uso y convieneatenersea l,porque no es tan slo un trmino histrico, sino un programavivo, unaregla,de conducta. Intentaremos precisar y rectificar su .

  • 10 Prlogo

    una descripcin histrica, pero juzgamosimprudenterodearlo a priori deuna frmula terica.

    Es preciso, en cambio, definir sus lmites de aplicacin respectoal pa-sado.Se puededejar a un lado la pregunta:Qu es la arqwtecturamodel'"na? Pero es preciso respondera esta otra: En qu momentocomienza?Se puedendar, a nuestroparecer,tres respuestasdistintas, segnlo que seentiendapor "empezar":

    a) La arquitectura modernanace de los cambios tcnicos, sociales!/culturalesquese derivande la revolucinindustrial. Si, por tanto, se quie-re hablarde cadauno de los componentesque ms tarde cOl

  • -Prlogo 11en un nuevo eclecticismo,tomando como buena toda experienciacon talque excitela fantasa.La historia de la arquitecturapuedeanimar estepe.ligro presentandoimparcialmenteel pasado como un desfile de obra otendenciasigualmenteinteresantestodas.

    Esta falsa imparcialidadpuede ser til de momentopara hacer un pri.mer inventario del pasado reciente, an poco conocido y documentado,pero parecellegado el momentode profundizar en el discurrir histrico ydistinguir en el pasado las experienciasfundamentalesde las marginales,las ya agotadasde las abiertastodava, para indicar a quien trabaja ah(Jrauna fundada orientacin.

    A nuestroparecerexisteuna lnea fundamentalde pensamientoy de ac-cin, que empiezacon Owen y los utopistas de la primera mitad del si-glo XIX; pasapor Ruskin y Morris, por las experienciasde vanguardiaeu-ropea entre 1890 y 1914, recibe la aportacin de los constructoresame-ricanos y Wright, adquiereforma generalen los primeros aos de la pos-guerragracias a Gropius y da lugar a un movimiento unitario, capaz dedesarrollarsems all de las premisasiniciales.

    Nadie puede medir la importancia exactadel paso dado en 1919 porGropius en relacin con la historia universal,pero se puededemostrarqueresult fundamentalrespectoa la situacin actual. Las experienciasante-riores a aquel paso-las de Morris, Harta, Wagner, Hoffmann, Berlage,Loos, Perret, Sullivan, Wright-son interesantese importantes,puesto quehan hechoposible la formacin del movimientomoderno,pero pertenecena otro movimientohistrico; resuelvenproblemasdistintos dr?los nuestros.Podemosaprenderen ellos nobles ejemplosy tiles recomendaciones,peroGropius, Oud, Mies van der Rohe, Dudok, Aalto, Jacobsen, comenzaronuna experienczaen la que todos estamosinmersos,y de la cual dependenuestromodo de vivir.

    La primera parte de estelibro se proponedescribir los componentesdela cultura arquitectnicamoderna,buscando sus orgenesP11los diversoscampos de donde surgen y siguiendo.su movimiento convergentedes..de1760a 1914. La relacin ser necesariamentefragmentariay discontinua,y ser preciso hablar de muchos temasque al parecerno llenen que ve"con la arquitect;lra;'pero en los que se hallan las racesde algunosaspectosde la arquitectura moderna. La unidad de esta relacin dependede susconsecuencias,por lo que los acontecimientosde este perodo sern pre-sentadosen una perspectivaun poco a lo Vasari, y juzgados.por su con-trIbucin a la formacin del movimiento moderno.

    Como se ha dicho antes, consideramosimposible eliminar esta refe-rencia, pero no creemos, como Vasari, haber alcanzado hoy el estiloperfecto,la edadde oro. Sabemosque el xito de las tentativasen curso noestgarantizadoa priori, pero juzgamosque el camino emprendidopor elmovimientomodernoes el nico que vale la pena recorrer, la nica posi-bilidad de entendimientoy continuidad con el patrimonio cultural delpasado.

    Se ha intentado describir las vicisitudes materialesciudad moderna europea;de 1760 a 1890, respetando,

    de las quenacelaen cUantoes posi-

  • l'ilG. l.-J. L. David: El juramentodel Juego de pelota (1791).

    - -

  • -Prlogo 13

    ble, la contemporaneidadde los fenmenos(sec.1); despus,sacarde e.~asvicisitudes la lnea de pensamientoque lleva a William Morris (sec. lIl;reanudarla exposicindel tema en la ciudad americana,explicandola ra-zn de que ciertas experienciasse anticipen all, respectoa Europa (sec-cin IlI), y, por fin, describir los movimientosde vanguardiaeuropeosen-tre los aos 1890y 1914 (sec. IV).

    La segundaparte, dedicadaal movimiento moderno, trata de una ma-teria mucho ms densa,y no est dividida en secciones.Se ha intentadohacerla lo ms concretaposible, para resaltar la unidad del movimiento,abandonandoel consabidosistemade biografasseparadasde varios arqUI-tectos.

    Para cadauno de los maestrosms importantesexistenfavarias mono-grafas,donde el lector puedeencontrarsus datos biogrficosy docume.n-tales,pero en las que la perspectivahistrica resulta casi siemprefalseadapara hacer resaltar la continuidadrle los caracteresindividuales.

    Cuando se razona sobre arquitecturamoderna,se debe tener en Cll~ntaquestaabarcano slo un nuevorepertoriode formas,sino un nuevomodode pensar,cuyasconsecuenciasan no se han valorado totalmente.Es pro-bable que nuestromodo de pensary nuestraterminologaestnms anti-cuadosque el tema que tratamos.

    Parece aconsejable,por tanto, no esforzarseen incluir los argumentosdentro de los esquemasmetddolgicoscOJrientes, sino trata~'de adavmrla metodologaal argumentoe intentar sacar del mismo movimient9mo-derno las indicacioneshistoriogrficasque virtualmentecont.iene.Los res.gos de este intento pueden quedar compensadospor la probabilidad decomprendermejor el sentidode los acontecimientos.

    ..

  • ,..............

    Introduccin La revolucinindustrial

    y la arquitectura

    El 14 de abril de 1791,la Unin Fraterna de TrabajadoresUrbanos dePars-los obreros de las gradas de Sainte Genevieve.de la plaza de laConcordia, de los nuevos puentessobre el Sena-invita a los contratistasa establecer,segnacuerdocomn,un reglamentode salariosa basede unsalario mnimo1.

    Un mes antes,un decretode la Asambleaconstituyenteha abolido degolpe la disposicin tradicional de las corporacionesque hasta entonceshaba reglamentadolas relacionesde trabajo. Los obreros,~xcluidosde laseleccionespara la Constituyente,han quedadoajenos al espritu de estamedida.No echande menos las antiguascorporaciones,donde han estadooprimidos por los maestros,pero tampoco muestran un ~ntusiasmoparticular por la libertad de trabajo proclamadapor los economistasliberales,como se puedever en los cahiers del cuarto estado,presentadosen 1789Se preocupande su manutencininmediata,y creen que la nueva disposi..cin debeproducir una mejora en su nivel de vida o por lo menosdejarlesun margenpara defenderellos mismossus intereses.Se dirigen, por tanto,directamentea los contratistas,invitndolos a pactar.

    Los contratistas no contestan. La Unin Fraterna entonces apela alAyuntamientode Pars para que intervengaen su favor. El alcaldede Pa-rs, Bailly, comprendeque bajo tal disputa hay una cuestin muy gravede principio, y prefiere responderpblicamentecon un manifiesto que sefija en las callesde Pars el 26 de abril, donde se vuelvena confirmar so-lemnementelos principios tericos del liberalismo que han hecho abolirlas corporacionesy se condenala existencj.amisma de las asociacionesobre-ras y sus peticiones:

    La ley ha abolido las corporacionesque tenan el monopolio de la produccin.Por tanto, no puede autorizar coaliciones que, sustituyndolas,estableceranunnuevo gnerode monopolio. As, pues, los que entran en estascoalicionesobreras,los que lasprovocano las fomentanson evidentementerefractariosa la ley, enemigos

    1 Los datos y las citas relativos a este episodio estnsacadosde G.' M. IAFF, Le mouvementouvrer a Pars pendant la Rvoluton frant;ase,referidos en el cap. 11 del libro de C. BARBA,C.ALLO,Le orgn della grande i,ndustraco1ltemporanea,Florencia. 1951.

    .:

  • 16 Introduccin

    de la libertady puniblescomoperturbadoresde la paz y del ordenpblico.(Asla peticindedeterminarlos salariossegnla ley no puedeseracogida.)Bien esverdadquetodoslos ciudadanostienenlos mismosderechos,perono tienenabso-lutamentela mismacapacidad,talentoy medios.Por tanto,es imposibleque sehaganla ilusindepoderganarlo mismo.Una coalicindeobrerosparaconseguirla unidaddesalariosy forzara losde sumismomedioa sometersea estadecisin,sera,por tanto,evidentementecontrariaa susverdaderosintereses2.

    El 30 de abril los contratistas,a su vez, dirigen una peticin a la Muni-cipalidad; afirman que las'asciacionesobreras.est~en contra de l,asleyesen vigor y que pretendenimponer sus peticionespor ia fuerza. Esta con-ducta "constituye un atentadoa los derechosdel hombre v a la libertadde los individuos" y contrastacon los principios de la economa,"bastandola simpl~competenciapara encauzarlos recprocos interesesen los 1mit~snaturales"3. ' o

    En Pars y otros lugaresla agitacinobrera se extiendea otras clases,mientras los patronosse organizanpor su parte. Muchos trabajadoresvana la huelga,y el 22 de mayo se lleva el problemaante la A'3ambleanacio-nal. Los patronos sostienenque las asociacionesobreras son un nuevodisfraz de las antiguascorporaciones; los trabajadoreslo niegan enrgica-mente,afirmandoque se trata de una nueva forma de organizacin,indis-pensabledado el nuevo estadode cosas,y que incluso los patronosse po-nen ms fcilmentede acuerdoal existir menos nmero de ellos.

    La Asambleageneral-afirmaunaMemoriade los obreros-aldestruirtodoslosprivilegiosy maestranzas,declarandolos derechosdel hombre,ha previstocierta-menteque'aqelIadeclaracinservidaa la clasemspobl'eparaalgo,clasequepor largotiempohasidoel juguetedeldespotismode losempresarios4.

    El 14 de junio, el diputado Le Chapellier-representantedel tercer es-tado-presenta su proyecto de ley, que recogeen sustancialas demandasde los empresarios,y reafirma la terica neutralidaddel Estado en las re-laciones laborales.El problemaexpuestoes relacionadocon la libertad dereunin, sancionadaen la Declaracinde los Derechosdel Hombre, pero"debe prohibirse a los ciudadanospertenecientesa determinadasprofesio-nesereunirse so pretextode sus pret~ndjdosinteresescomunes",ya que elnuevo Estado ~o reconoceen forma algunala existenciade estos preten-didos intereses."En el Estado no hay msinters que el particular de cadaindividuo, y el general"5.

    o Le Chapellierestconvencidopersonalmente.de quelas demandasdelos Qbrerosson jiistas, pero la--Asambleano puedeni d

  • -La revolucin industrial y la arquitectura 17

    cialmente"tanto las asociacionesobreraspara el aumentode salarioscomolas coalicionesde patronospara bajarlos"6. Niega a unos y a otros inclusoel derechode reunin, prohibe a los cuerposadministrativosescucharde.mandas de este gnero,y establecediversaspenas-an no graves-paralos transgresores.

    Inglaterra, pocos aos despus,sigue el ejemplo de Francia. Tambintras una agitacinlaboral, en 1800,surgeel CombinationAct, que prohibetodas las asociacionesde clase. As queda definida, en el perodo actualde la revolucin industrial, la actitud del poder poltico en d campode lasrelacionesdel trabajo, segnun enunciadotericamenteriguroso. Sin em-bargo,los hechospronto se encargarnde demostrar10insosteniblede estasolucin. En Francia la crisis de la agricultura, la devaluacindel papelmoneday las dificultadesblicas impiden al gobiernorevolucionario man-tener la direccin liberal en la economa,y 10 empujanbien pronto hadaun sistemade rgidos controles.Despusvieneel Imperio, que no slo res-tablece,en 1813,las asociacionesde clase,sino que llega en el control eco-nmico ms all que la misma Monarqua, hasta organizar una industriadel Estado. En Inglaterra la lnea liberal se mantieneparcialmente,inclusodurante la guerranapolenica,pero el CombinationAct se muestraprontoinsuficientepara regular el desarrollode la economainglesa,y despusdehaber sido modificado varias veces,se llega a-su total abolicin, en 1824.

    As, tras una generacin,el problemase planteade nuevo, y es precisoafrontarlo de maneramuy distinta a como pensabanlos diputados fran-csesdel 91: no con una declaracinde principio, sino construyendopocoa poco una nueva estructuraorganizadora,distinta de la anriguay no ml'-nos complejapor cierto.

    Las razonesinmediatasde todo esto son, sin duda, los interesesde cla-se. La burguesafrancesa,tras haberconquistadoel poder con la ayudadelcuarto estado,no quiere repartir con ste las ventajas de su nueva posi-cin. En Inglaterra,los trabajadoresmanualesse hallan excluidosde la vidapoltica activa.

    Pero esto no es todo. Los legisladoresde 1791y de 1800no obrabanmovidos solamentepor el inters, sino por una visin terica que en est~momentoaparececomo la nica posible, ya que, de momento,los obrerosno tienen otra cosa que oponer sino las lamentacionesde su propia condi-cin, o un retrgradoaferrarsea institucionessuperadas.Le Chapellier esun jurista independiente,animadopor una intransigenciaterica que no leimpide reconocer, en la misma relacin donde presenta ...tiley, el niveldemasiadobajo de los salariosde su tiempoy la necesidadde aumentarlos.El Amigo del Pueblo, de Marat, defiendela causade los obreros,esverdad,pero el mismo peridico,tres mesesantes,protestatambin contra la abo-licin de las corporaciones,sin hallar mejores argumentosque los m"ireaccionarioslugares comunescontra el progreso industrial7.

    Entre los discursos que se pronuncian y los problemas a resolver,hay un desequilibrioevidente.Una cuestinreal y llena de dificultadeses

    . C. BARBAGALLO,Op. cit., p. 41.7 C. BARBAGALLO,Op. cit., p. 38.

    2

    -

  • 18 lntroduccitt

    traducIda en trminos ideales, resolvindolaen este ambiente,haciendo-abstraccin incluso de las dificultades ms importantes. Una situacineminentementedinmica resulta as discutida en trminos estticosy losrazonamientosse realizan en forma absoluta, como si las tesis sostenidastuvieran el valor de reglaseternasy naturales.Por otra part~,las dificulta-des concretasse hallan presentesy visibles a los ojos de todos y, por tan-to, la abstraccinse hace en cierta medida deliberada,por una especiedeacuerdo aceptadopor ambas partes. Los trminos de la discusin tericason clarosen apariencia,pero ambiguosen lo substancial.Las palabrasusa-das por los polticos, por empresariosy obreros,no tienen el mismo signi-ficado. "Libertad" significa para unos un programasacadode filsofos en-ciclopedistas; para otros una disminucin de los controles estatalessobresus iniciativas y, finalmente,para los ltimos el derechoa obtenerun ni-vel de vida razonable.Sin embargo,todos adoptan las mismasfrases con-vencionales,y aceptan,ya sea por clculo o por costumbre,que las discu-sionesse desenvuelvanen el terreno de la metfora.

    As, las frmulas a que se llegaparecenresolutivase inamovibles,pero-en realidad son problemticasy provisionales.En vez de cancelarla cues-tin, abren una serie ilimitada de nuevosdesarrollos.

    Esta apreciacinvale para muchosotros campos.La teora se evidenciaincapazde resolverlas dificultadesprcticasque ella mismaha contribuidoa planteary slo resultacoherente limitando convertcionalmentesu propiocampo.

    Dado que el xito de la arquitectura dependedel equilibrio entre lateora y la prctica, y las condicionesde los obreros forman parte de laarquitectura,despusde todo, aunquela cultura de la pocano se muestredispuestaa admitido, nuestro estudio debe comenzaren este punto.

    Es aventuradodecir que la ley Le Chapellier se yuxtapon~al nacieteproblemade la organizacinsindical, como las fachadasneoclsicasa lasnacientes construccionesindustriales, que llevan implcitas otras exigen.cias?

    En uno y otro caso se da por resueltoel problemaformulando la coin-cidencia entre ciertos modelostericos y la realidad concreta.Se abre unprocesode revisin de toda la cultura contemporneaen la cual las nor-males convicciones sobre economa poltica y arquitectura resultan pro-fundamentecambiadas.

    Por tanto, no se puedecomenzara hablar de arquitecturasin tener encuentala naturalezay los lmites de lo que se entiendepor arquitecturaenestemomento.Es necesarioconsiderarbrevementeel cuadro generalde loscambiossocialesy polticos, los juicios que la cultura de la pocaformulasobre dichos cambios y el lugar que ocupa, en estasrelaciones,el sistemade ideas y experienciastransmitido por la tradicin arquitectnicapasada.

    La revolucin industrial se caracterizapor algunoscambios.fundamen-tales, que se apuntan en primer lugar en Inglaterra desde mediado el si-glo XVIII hasta ms tarde, y se repiten con mayor o menor retraso en losotros estadoseuropeos: el aumentode poblacin, el aumentode produc-cin industrial y la mecanizacinde los sistemasde produccin.

    == - .

  • -"Estevastouniversoqueos admiraes lacasa del pobre, es la casa del rico que hasido despojado. Tiene por techo la bvedadel cielo y se comunica con la asambleadelos dioses... El pobre pide una casa en queno se admitir ninguna de las decoracionesque se adoptan con profusin en las casasde los Plutos modernos.El arte deherinter-pretar sus necesidadessometindolas a supropor.cin!' .

    FlGs. 2 y 3 {arriba).-Versalles: el pequeoTriann (A. J. Gabriel, 1762)y la Aldeade Mara Antonieta (R. Mique, 1783-86).FIG. 4 (abajo).-La casa del pobre, grabado de L' architectureconsidresous lerapportde ['art, desmoeurset de la lgislation,1806.

    -

  • 20 Introduccin

    Inglaterra,a-mediadosdel siglo XVIII, tiene cercade seismillonesy me-dio de habitantes; en 1801,cuando se hace el primer censo, cuenta con8.892.000,y en 1831cercade catorcemillones. Este aumentono se debeaun mayor coeficientede natalidad-que se mantienecasi exactamentecons-tante en todo el perodo,entre el 37,7y el 36,6por l.OOO-ni aun al exce-dente de la inmigracin sobre la emigracin,sino a una reduccin sensibledel coeficientede mortalidad, que baja del 35,8 (en el decenio 1730-40)al21,1 (en el decenio 1811-21)8. Es verdad que las causasde este descensoson, sobre todo, de orden higinico: mejoras en la alimentacin,en la hi-gienepersonal,en las instalacionespblicas,en las viviendas; progresosenla medicinay mejor organizacinde los hospitales.

    El aumentode la poblacinse ve acompaadode un desarrollode pro-ducin jamsvisto hasta entonces.La ,produccinde hierro pasade 20.000toneladas en 1770 a 700.000 en 1830; la produccin de carbn de4.300.000a 115 millones; la industria del algodn, que a mediadosdelsiglo XVIII absorbacuatromillonesde libras, en 1830manufacturacasi 270millones de ellas. El incrementoes, a la vez, cuantitativoy cualitativo,yaque se multiplican los tipos de industria, diferencindoselos productos ylos procedimientospara fabricarlos.

    El incrementodemogrfico y el industrial se influyen a su vez demodo complejo.

    Algunas de las mejorashiginicasmencionadasse derivan de la indus-tria. Por ejemplo,la mejor alimentacinse debea los progresosen el culotivo y los transportes,y el aseo personal se ve favorecido por la mayorcantidad de jabn y mudas de algodn a bajo precio; las habitacionesresultanmshiginicaspor la sustitucinde la maderay la paja por mate-riales ms duraderosy an ms por la separacinde la casay ia fbrica.Se realizan alcantarilladosy tradas de aguams eficientes,graciasal pro-gresode la tcnicahidrulica, etc. Pero las causasdecisivasson, probable.mente,los progresosde la medicina, que producen sus efectostambinenpaseseuropeosno industrializados,donde de hecho la poblacin aumentaen esteperodo por el mismo mecanismo.

    A su vez, la necesidadde alimentar, vestir y dar cobijo a una pobla-cin reciente es ciertamenteuno de los motivos que lleva a la produccinde manufacturas,pero podra tambin producir un simple descensodelnivel de vida, como sucedien Irlanda en la primeramitad del siglo XIX ycomo sucedetodava en Asia. (Es de notar que la rpida mecanizacindela industria inglesase debe, entre otras razones,al desequilibrioentre lospedidosdel comercioy la mano de obra capazde ser empleadaen las ma-nufacturas; es decir, precisamenteal hechode que la poblacinno aumentatan rpidamentecomo el volumen de la produccin industrial, mientrasque la mecanizacinretardada de la industria francesa se halla en rela-cin, por el contrario, con una poblacinmuchomsnumerosa-veintisietemillones al comienzode la revolucin, casi el triple de Inglaterra-.)

    La industrializacin es una de las respuestasposibles al aumento de

    8 T.S. ASHTON,La rivoluzione industriale (I947), trad. iL, Bari, 1953,pp. 5-7.

    .

  • -La revolucinindustrialy la arquitectura 21

    poblacin,y dependede la capacidadde intervenir activamentesobre re-lacionesde produccin,para adaptarlasa las nuevasexigencias.

    Para explicar esto sirven varias circunstanciasparticulares,favorablesa la expansineconmicaen Inglaterra: el aumentode la .enta agrcola aconsecuenciade recinzioni, la presenciade grandescapitales, favorecidapor la desigualdistribucin de la renta; el bajo impuestode inters; lacrecienteoferta de mano de obra; los numerosos inventos tcnicos quedependendel nivel de la investigacincientfica pura y del alto grado deespecializacin;la abundanciade empresarioscapacesde explotar los in-ventosal instante,de maestranzasy capitales(el fuerte movimientoverti-cal entre las claseshace la situacin ms rentablepara la explotacindelos talentosnaturales); la relativa libertad concedidaa los gruposno con-formistasy a los disidentesreligiosos,que de hecho se mu~stranmuy ac-tivos en la industria; la actitud del Estado quepone vnculos menosrgidosque de costumbrea las actividadeseconmicas,sea por las menorespre-ocupacionesestratgicasy fiscales,sea por la influencia de las teoras li.beralesexpuestaspor Adam Smith y transmitidasa hombres importante:de gobiernocomo Pitt.

    Si en el conjunto de estoshechosse quiereencontrarun fondo comn,hace falta considerar el espritu de iniciativa, el deseodespreocupadodertuevosresultados y la confianzade poderloslograr por medio del clculoy la reflexin.

    En todaslas pocaslos escritoresse extraabande la manade novedadde los contemporneos.Sin embargo,en la segundamitaddel siglo XVIIl estollegaa serun motivomuyfrecuentey casiunnime.Un autor inglsescribe:"El siglo enloquececon las innovaciones.Todas las cosas de estemundohay quehacerlasde una nuevamanera.Hay que ahorcara la genteqe unamaneranueva,y quiz tampocoel patbulo de Tyburn quedeinmunea estafuria innovadora"9; Y un alemn: "El estadoactual de cosasparecehos-til a todo el mundo y objeto de condenasfrecuentes.Parece imposibl,~que hoy se juzgue desfavorablementetodo lo que es vieja. Las nueva;;ideas se abren paso hasta el corazn de las familias, y alteran el orden.Hasta nuestrasviejas amasde casano quierenverse ya rodeadaspor susviejos muebles"10.

    Sin embargo,el mismo espritu de iniciativa empuja continuamentealos protagonistasde la revolucin industrial a decisiones aventuradas,aaccionesincompletasy contradictorias,y hacecometererroresa cadapaso,que pesansobre la sociedaden medidaproporcional a los nuevoscapitalesen juego

    Toda descripcin histrica de este perodo, al tener que atribuir unpesodistinto a las grandesdirectricesdel desarrolloy a los incidentesoca-sionales,corre el riesgode dar una ideademasiadoelementaldel fenmeno.mostrandoque las cosashan salidomejor de 10que en realidadfueron.Porel contrario, los progresosde la revolucin industrial son obstaculizados

    9 El Dr. JOHNSONenT. S. ASHTON,Op. cit., p. 16.]0 Cit. en C. A. TOCQUEVILLE,L'antico regime e la rivoluzione (1856), trad. t., Turn, 1947,pgina45

  • 22 Introduccin

    por una serie continua de fracasos,de momentneospasos atrs, de cri-sis y sufrimientosde esclarecidosciudadaos.Los contemporneos,segnse ven afectadospor sus aspectospositivos o negativos,nos han dejadoretratos distintos del perodo, uno rosa y optimista, el otro ttrico y pesi-mista.

    C. Dickens hace en 1859 este balance sorprendentede la revolucinindustrial:

    Era la,pocamejor de todas,y de todas,la pocade la sabiduray la locura, erala pocade la fe, era la pocade la incredulidad; era el tiempo de la Luz y de laOscuridad; era la Primavera de la esperanzay el Invierno de la desesperacin;tenamostodo ante nosotros y nada ante nosotros; bamos directamentehacia elCielo y hacia lo opuesto del Cielo. En resumidascuentas: estabatan lejos de lapocapresente,que algunasautoridadesinsistan en calificarla slo con superlativo,para bien o para mal 11.

    El motivo principal de los malesque sufre el escritor y el historiadortodava es la falta de coordinacin entre el progreso cientfico y tc-nico en cadasectory la organizacingeneralde la sociedad.Sobretodo, lafaIta de medidasadministrativasaptaspara controlar las consecuenciasdelas variacioneseconmicas.

    Las teoras polticas que dominabanen aquel tiempo son en larga me-dida responsablesde estedesconcierto.Los conservadoresno se dan cuentasiquiera de que viven en un perodo de rpidas variaciones.Por ejemplo,Edmund Burke, que publica en 1790 sus Reflections on French Revolu-tion, se muestraadmirado ante los acontecimientosms all del Canal dela Mancha, que son para l como un horrible monstruo, y se preocupasolamentede que esasnovedadesno lleguena turbar el orden instituido enInglaterra. .

    Como dice Trevelyan,los conservadores"con inconscienteirona pro-clamancadada su aversina cualquierclasede cambio.No llegana com-prenderque ellos mismosviven en medio de una revolucin ms profundaque la que lleva sus pensamientosal otro lada del Canal de la Mancha, yno alzan un dedo por cortar su curso fogoso"12. .

    Los liberales, seguidoresde Smith, y los radicales,que se inspiran enMalthus, se dan cuentade que viven en una pocade transformacionesysolicitan una reforma de la sociedad,pero concibental reforma como unreconocimientode ciertasleyesinsertasen el movimientode la sociedad yla demolicinde los vnculos tradicionalesque lo obstaculizan.

    En 1776Adam Smith publica Inquiry into the natureand causesof theWealth of Nations. Da forma cientfica e irrebatible a la teora liberal, "convencea sus contemporneosde que el mundo de la economase hallaregido por leyes objetivas e impersonalescomo la naturaleza.El funda-mentoprincipal de estasleyesno son las exigenciasdel Estado, sino la libreactividad de los individuos, movidos por su propio provechopersonal.

    El Essay on the principle of population,de Thomas MaIthus, aparecido

    11 C. DICKENS,A tale 01 two cities, 1859.12 G. M. TREVELYAN, Sto,'ia del!' Inghilterra nel secolo XIX (1922). trad. iL. Turn. 1945, p. 197.

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  • ..

    La revolucinindu.rtrialy la arquitectura 23

    ~n 1798,tiene casi igual importanciapara determinar la actitud prcticade los protagonistasde la revolucin industrial. Malthus pone en relacinpor vez primera el problemadel desarrollo econmicocon el de la pobla-.cin,y demuestraque slo la pobreza de un cierto nmero de individuosmantieneen equilibrio ambos factores, ya que el aumentonatural de lapoblacines ms rpido que el aumentode los mediosde subsistencia,y~ncuentrasu lmite slo en el hambre, que impide su posterior multi-plicacin.

    Tanto Smith como Malthus-y especialmenteel primero--anticipan re.servasy admitennumerosasexcepcionesa sus teoras. Pero el pblico lasinterpretacoIi bastantemayor rigurosidad. Muchos liberales piensan que,de hecho,el Estado no debe interveniren las relacioneseconmicasy quebastadejar a cadauno en libertad de ocuparsede sus interesespara cuidarel interspblico del mejor modo. Muchos creen que Malthus ha demos-trado la imposibilidadde acabarcon la miseriay la inutilidad de cualquierintentofilantrpico a favor de las clasesmenospudientes.

    Estas ideas coinciden con los interesesde las clasesricas, que detentan~l poder poltico, y quiz por ello parecentan convincentesa los gober-nantes,pero la explicacinpoltica no basta para dar razn de su influen-cia. Una conviccin comn a todos es que el conjunto no plantea unproblemadistinto de la suma de sus componentes,y que basta ocuparsede un solo elemento-una sola iniciativa, un solo invento, una sola ganan-cia, etc.-para que el conjunto resulte automticamenteequilibrado. Sepiensaque se est en el camino hacia un orden "natural" de la economay la sociedad,reconocible,a priori, en el anlisis de sus elementos,comoel mundofsico de NewtoIi. Las estructurasde la sociedadtradicional-losprivilegiospolticos de origen feudal, la ordenacin corporativade la.eco-noma, las limitaciones polticas de la libertad en los negocios-aparecencomo obstculosartificiales, superadoslos cualesse podr akanzar el ima-ginadoorden natural.

    Es notorio que la teora del liberalismo inglsrefleja bastanteel estadode la economaantesde 1760,cuandola industria daba sus primerospasos,y cadauno de sus elementos-hombres, capitales,utillaje, etc.-estaba do-tado de una elevada fluidez, mientras las exigenciasde la organizacineran relativamentedbiles.As la teora infravaloriza los aspectosde or-ganizacindel mundo queestsurgiendode la revolucinindustrial, y llevaa derribar las antiguasformas de convivencia,violentamentey de un sologolpeen Francia, con insensibleevolucin en Inglaterra, y 5lo ms tardese aclarala necesidadde sustituirlaspor nuevasformas apropiadasde or-ganizacin.

    En Francia, la armona de las teoras socialesy econmicasquedaanmsabstractapor la abolicin de toda vida poltica espontnea,y tal des-arreglosocial har inevitablea poco la gran revolucin.

    Escribe Tocqueville:

    Inclusoel modode vida de los escritoresles precijsponaa enamorarsede lasteorasgeneralesy abstractasenmateria,poltica,abandonndosetotalmentea ellas.Muy lejosde la prctica,ningunaexperienciapoda ayudarlesen su espontneo

  • 24 Introduccin

    mpetu...; llegaron a ser, por tanto,mucho ms ardorososen su espritu de innova-cin, ms vidos de sistemasy de principios generales,despreciandoms la antiguaprudencia,creyendoms en su individual raciocinio de lo que acostumbrancomn-mentelos autoresde tratadosde especulacinpoltica. La revolucin-al menosensu primera fase-se gui incluso con el mismo espritu que haba dado forma atantasdisertacionesabstractassobr~el arte de gobernar: la misma simpatapor lasteoras generales,por los sistemaslegislativos completos y dominados por unaexactasimetraentrelas normas,el mismodescuidopor los datos de los hechosrea-les, la misma fe en la doctrina, idntica tendenciaa la originalidad, a la sutileza,a la novedadde las instituciones,igual deseode rehacer,de una sola vez, el enteroestatuto,segnlos dictmenesde la lgica y segnun plan, en vez de corregir cadauna de suspartes13.

    :111

    El mismo espritude crtica y de innovacinse deja sentir en la culturaarquitectnica,pero enfrentndosecon una tradicin sui generis,ya ligadadesdeel Renacimientoa una exigenciade regulacinintelectual.

    La arquitecturaforma parte, como la pintura y la escultura,del grupode las artes mayores.Ella y las demsartes se hallan condicionadasporun sistemade reglas,en parte sacadasde la antigedady en parte indi-vidualizadaspor la convergenciade los artistas del Renacimiento,que seconsiderabanuniversalesy permanentes,fundada en la naturaleza de lascosas y la experienciade la antigedad,concebidacomo una segundana-turaleza.

    Esta disciplinasueleser interpretadade varias formas,como una orien-tacin espontneao refleja. De hecho, la limitacin que de ello se derivase ha reveladomuy fecundaen resultados.

    La existenciade algunas reglas generalesgarantiza la unidad de len-guaje,su adaptabilidada cualquiercircunstanciay la posibilidad de trans-misin de los resultados.Si se trata ademsde modelos ideales,no de pro.totipos reales, ellos constrien slo parcialmentela espontaneidadde losartistas, que quedanlibres de imitados de muchasformas diversas.La li-bertadindividual se transfiere,por as decido, a un terrenomsrestringido,en el que las distintas experienciasse pueden confrontar ms fcilmentey sumar entre s, y adems las diferenciasde interpretacinadquierenunrelieve extraordinariorefirindolasa un trmino fijo de comparacin.

    As, en los ltimos tres siglos el repertorio clsico ha sido adoptadoentodos los pasescivilizados y adaptadoa las distintas exigef1ciasprcticaso formales. La universalidadintencional de las formas cannicasha sidocasi traducida en realidada travs del nmero infinito de sus aplicaciones.

    Sin embargo,todo el sistemade la arquitecturaclsicase rige por unaconvencininicial: atribuir carcternecesarioy superhistrico a una elec-cin particular. Las supuestasleyes naturalese inmutablesde la arquitec-tura se concretanen ciertasconstantes,deducidasaproximadamentede losmonumentosromanos,de Vitruvio o de las experienciasd~ los maestrosmodernos. Su universalidades una calificacin histrica, representadaeimpropia.

    Esta convencin,mientrasse estabadentro de la cultura clsica,nuncapudo ser enunciadadirectamente.Se adviertede cuando en cuando, como

    13 C. A. DE TOCQUEVILLE. Op. cit., pp. 176 Y 183.

  • -La revolucinindustrialy la arquitectura 25

    lmite en el caminode algunasde las experienciasmsprofundas,y la tensin que de ellas se deriva es una de las fuerzas principalesque impulsana la culturaarquitectnica,especialmenteen sus ltimas fases.

    Pero la Ilustracin, en el siglo XVIII, decide discutir todas las institu-cionestradicionales,sopesndolasa la luz de la razn. Aplicado a la cul-tura arquitectnica,l'Esprit de raison atacay pone en claro lo que habaquedadoen sombrasdel siglo xv en adelante,es decir, el aspectoexactode las reglasformales del clasicismo, analizandoobjetivamentelos ingre-dientesdel lenguajeusual y estudiandosus fuenteshistricas; esto es, laarquitecturaantiguay del Renacimiento.As llega necesariamentea negarla universalidadde tales reglas, colocndolasen su correcta perspectivahistrica, removiendolos supuestosdel mismo clasicismoy poniendo fin~despusde casi tres siglos,al movimientobasadoen ellos.

    La nueva orientacin se advierte ya en la primera mitad de siglo, enun cambio de tono en la produccin arquitectnica,debida al desarrollode los estudiosarqueolgicos.

    Considrese,por ejemplo, el paso existenteentre la arquitectura deLuis XIV y la de Luis XV en Francia, o el cambiode direccin del barrocoromanoen 1730con ClementeXII. Se hacems rigurosa la obedienciaalos ctionesclsicos y el control racional en proyectos ms exigentesysistemticos.La continuidad del lenguajebarroco se atena con una cre-cientetendenciaal anlisisde cadaparte del edificio. A menudose prefieredesvincularlos rdenesarquitectnicosdel revestimientode los muros, sa-candoa la luz el entramadode columnasy cornisas.

    Al mismo tiempo se exigeel conocimientoexacto de los monumentosantiguos,por medio de cuidadososcontrolesdirectos y no con vagasapro-ximaciones.El patrimonio arqueolgico,apenassacadoa la luz por el Re-nacimiento,a pesardel entusiasmode los humanistas,se explora ahora demodo sistemtico.Se inician en este perodo las excavacionesde Hercu-lano (1711), del Palatino (1729), de Villa Adriana, en Tvoli (1734), dePompeya(1748). Se publican las primeras coleccionessistemticasde re-lieves,no limitndose solamentea los hallazgosromanos, sino buscandoun conocimientodirecto del arte griego (Gronovius, 1694),paleocristiano(Boldetti, 1720), etrusco (Gori, 1734), e incluso de la prehistoria, acercade la cual se discute en Pars, hacia 1730.As, la antigedadclsica, te-nida hastaentoncescomo una edadde oro, situadaidealmenteen los con.fines del tiempo, comienzaa ser conocida en su objetiva cs.tructuratem-poral.

    La conservacinde objetos antiguos cesade constituir un pasatiempoprivado y llega a ser un problemapblico. En 1732 se abre en Roma elprimer museopblico de esculturaantigua,en Campidoglio; en 1739que-dan abiertaslas coleccionesvaticanas; en el 50, las del Luxemburgo,dePars; en el 53, sir H. Sloane legaa la nacin inglesasus objetos de artey su casaen Bloomsbury,que se abre al pblico en el 59, constituyendola base del British Museum.

    Todo estematerial recogidoen la primera mitad del siglo es estudiado

    .

  • !I

    FIGs. 5 y 6.-6. B. Piranesi: Los templosde Paestumen 1778.

  • .La revolucin industrial y la arquitectura 27

    sistemticay racionalmentepot J. J. Winckelrrianna principios de la se-gundamitad.

    Winckelmann llega a Roma en 1755,y su estudioprincipal, la Historiadel Arte Antiguo, apareceen 1764.Por primera vez se propone estudiarla produccinartstica de los antiguoscomo es, objetivamente,y no segnla interpretacinde la moda de cada tiE:mpo,mereciendoser llamado elfundador de la Historia del Arte. Al mismo tiempo ofrece las obras anti-guascomomodelosprecisosa imitar, y seconvierteen el terico del nuevomovimiento: el neoclasicismo,

    Winckelmann define as sus intenciones:

    Los que hastaahora trataron de la belleza,por perezamental,ms que por faltade sab.er,la han llenado de ideas metafsicas.Se han imaginadouna infinidad debellezasdistintas,descubrindolasen las estatuasgriegas,pero en vez de mostrarlas,han hablado de ellas en abstracto... como si todos los monumentosse hallarananiquiladoso perdidos.Por tanto,para tratar dd arte del dibujo entre los griegos...y revelar lo que hay en l de aprovechable,ya para los aficionados,ya para losartfices,es preciso pasar de lo ideal a lo sensible,de lo gen.eralal individuo; yestono con vagos discursosindefinidos, sino con una precisa determinacinde loscontornosy perfilesde dondenacenlas aparienciasque llamamosbellasformas14.

    En 1763escribeestasorprendentedefinicin: "El verdaderosentimien-to de la belleza se parecea un yeso flido arrojado sobre la cabezadelApolo (de Belvedere),que le toca y cubre en todas sus partes"15.En estaspalabrasapareceel mismo espritu de bsquedasin prejuicio, y de fe enlas propias fuerzasde que se ha habladoantes,a propsito de los inventosy las iniciativas industriales.Al mismo tiempo se anuncia la formulacinqueencierrala cultura artstica de su tiempo,

    De hecho, las reglas clsicas, una vez reconocida experimentalmentesu contingencia, se mantienen como modelos convencionalespara losartistascontemporneos,As, en aparienciano cambianada,porquese con-tina haciendouso de las mismasformas,pero en el fondo acaeceuna ver-daderarenovacincultural, porqueno existeya lmite entre las reglasge-neralesy las realizacionesconcretas,y los supuestosmodelos pueden serconocidos con toda la precisin que se desee.La adecuacina estos"mo-delos dependeslo de una abstractadecisin del artista, tomadafuera detoda condicin real. El clasicismo,desde el momento en que viene pre-cisadocientficamente,se transformaen una convencinarbitraria, en neo-clasicismo.

    Esta nueva postura se prolonga rpidamentems all de las formasclsicas.Convencin por convencin,el mismo tratamientose puedeapli-car a cadatipo de forma del pasado,a las medievales,exticas,etc" produ-ciendo los respectivosrevivals: el neogtico,el neobizantino,el neorabe,y as indefinidamente.Los escritoresanglosajonesllamana estemovimiento,en su forma ms amplia, historicism, que se podra traducir literalmente

    H Dell'arte del disegnode' greci e della bellezza (1767),escrito por WINCKELMANNen italiano,en II bello nell'a/'te,Turn, 1943,p. 125,15Dissertazione sulla capacita del sentimiento del bello nell'arte e sull'insegnamentodellacapacitastessa(1763),en Il bello nell'arte, pp. 77-78.

  • ..

    FIG. 7.-Itinerario para la visita a las antigedadesde Roma, de Accuratae succintadescrizionedelle antichitil de Roma dell'abateRidolfino Venuti,Roma, 1824.FIG. 8.-Annimo del siglo XVIII: El Coliseo en un paisaje de fantasa(coleccinLemmermann,Roma).

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    La revolucinindustrialy la arquitectura 29

    por "historicismo", salvandoel significado que se da a la palabra en lahistoriade la filosofa.

    Las tesisde la cultura humanstica-la unidad de lenguajey la libertadconcedidaa los artistas en el mbito del lenguajemismo-')e transformanen estepunto en contradiccionessin salida.

    La unidad de lenguajeparece,desdecierto punto de vista, definitiva-mente garantizada,porque el conocimiento objetivo de los monumentoshistricospermiteimitar un determinadoestilo pasado,con toda fidelidad,pero los estilos son tantos y presentesa la vez en la meIe del proyec-tista, que, en su conjunto, el repertorio histrico es totalmente discon-tinuo.

    El margende libertad individual, en cierto sentido, se reducea cero, yen otro aumentasin medida.En la aplicacinconcretade cadaestilo sirveel criterio de la fidelidad histrica; el artista puede aceptar ciertas refe-rencias,o rechazadas,o manejadas,pero las recibe de fuera y no tienemargen(terico)para asimiladasa su modo, porqueno se trata de modelosideales,sino de ejemplosrealesque slo puedenser conocidos experimen-talmente.Por el contrario, el proyectistagoza de una libertad ilimitada enabstracto,porquepuededecidirsesin rodeosentre el estilo A o el estilo B.

    El historicismo puede considerarsecomo una especiede reductio adabsurdumde la cultura del Renacimiento,y aparececomo un eplogo quecierra el ciclo tres vecessecular del clasicismoeuropeo.Sin embargo,po-nindoloen relacin con los cambioseconmicosy socialesy con los des-arrollos sucesivos,el historicismo se nos presentatambin ('omo un pasoabiertohacia el futuro, ya que consiente,precisamentepor ;,u abstraccin,adaptarel lenguajetradicional hasta donde es posible a las nuevasexigen-cias, madurando,mientras tanto, las nuevas experienciasque llevarn almovimientomoderno.

    Al tratar de la unidad y libertad artsticas, es claro que los trminos.mtiguosasumenun significado distinto del tradicional, habiendo llegadoa ser ambivalentes,como los trminos de los discursos polticos mencio-Tladosal principio. En uno y otro caso se trata de discursosformales,queehldenlos verdaderosproblem

  • FIG. 9.--Roma: una ruina artificial en Villa Borghese(A. Astrucci, c. 1790).

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  • -La revolucinindustrial y la arquitectura 31

    lo, debernmantenerse,por as decirlo, neutralesentre los diferentesreper-torios, limitndoseal trabajo mecnicode traducir determinadosproyectosen piedra, lea, hierro o ladrillo, sin posibilidad de participar personal-menteen el trabajo. El medio de ejecucinapto para tal situacin es jus-tamentela mquina,que comienzaa invadir la industria en esteperodo,y,en ciertamedida,los talleres.

    La mquinaes muy exigentey l1evainexorablementehacia solucionesmenoscostosas.Por otra parte, el estilo se limita a aparienciasformalesenlos objetos,por lo que se tiende a limitar cadavez :mstal concepto,con-siderndolofinalmenteconIOuna simple revestiduradecorativa,aplicableaun esqueletogeneraldado. El arquitecto se reservala parte artstica, de-jando a los otros la construcciny tcnica.As naceel dualismo,expresadohoy todavaen las dos figuras del arquitectoy el ingeniero.

    Tambinestehechodebeser observado,por as decirlo, en cadauna desus dos caras diferentes,para poder interpretarlo correctamente.Respectoa la unidad cultural de las pocasprecedentes,este dualismo representauna gran carga pasiva. Los que continan ]levando el nombre de arqui-tectosse alzan por encimade la masaproclamndoseartistas puros, ocu-pndosede problemasformales, descuidandolos tcnicos. Mientras tanto,los filsofos atribuyen a este arte puro un valor-autnomo,y a menudodesmesuradamentegrande, como Schelling. los tcnicos se hallan en si-tuacin un poco mejor, y aunque se les considere con cierto desprecio,nuncapierden enteramentesus contactoscon la vida real, al menos en elmbitorestringidode su sector.Sin embargo,son los primeros en hallarsepersuadidosde que las decisionessobre los fines remotos de su trabajocompetena otros, y su tarea se hace abstracta en otro sentido, porquesiemprese hal1adispuestaa adaptarsea cualquier situacin, a seguir.cU:il-quier camino.

    As, de un modo tan complejo,la arquitectura queda desligadade losproblemasimportantesde su tiempo. Los artistas, en vez de discutir losfinesde la produccinarquitectnica,se ocupande falsos problemas,en unprudenteaislamiento.Los tcnicos, pensandotan slo en los medios derealizacin,olvidan el ltimo fin de su trabajo, dejndoseempleardcil-mentepara cualquier trabajo. Pero examinemostambin la otra cara. Elrecproco aislamiento,las condiciones que han hecho posible, a unos y aotros, olvidar sus respectivastareas inmediatas,segn los mtodos anal-ticos de la antigua cultura industrial, asegurandola continuidad experi-mental,cara a futuros progresos.Ello permite a los artistaspasar revistaa todo el repertorio tradicional para volver a trazar formas aptas a lasnuevasnecesidadesde construcciny distribucin, liquidando as, poco apoco, toda la cargade la tradicin y los acostumbradospuntos de vista encomn.Permite, asimismo,a los tcnicos afrontar las conse~uenciasinme-diatasde la construccinindustrial en eL.campourbano,haciendoprogresarla teoray prcticade la construccin,.preparandolos mediospara futurasexperiencias.

    Las relacionesentre artistasy tcnicos, condicionadaspor el dualismomencionado,no resultan truncadasen la prcticapor todo esto.Debiendo

    .

  • FIG. 10,"11y .12(izquierda).-Osterley Park, Middlesex (R. Adam, 1775); Rich-mond, Virg., el Capitolio (T. JeffeTSon, 1785); Miln, Porta Ticinese (L. Cagno-la, 180l).FIGS. 13 y 14 (derecha}.-Munich: los Proppileos y la Gliptoteca (L. Klenze,1816-46).

  • -La revolucinindustrialy la arquitectura 33

    trabajar,a pesarde todo, en el mismo campo,sus respectivosmtodosseadaptanentre s, producindoseuna especiede paralelismoentre amboscometidos~priIicipalmente,como se ver, entre el repertorio neoclsicoy el modo de construir~que permite, en su momento oportuno, adaptarambastareas,deslindandoel trabajo de unos y otros.

    Esta relacin es puramente instrumental, pero permite acumular lasnecesariasexperienciaspara hacer ms clara despusuna nueva unidadcultural, que lgicamenteno ha de consistir en un puro y simple retornoa la situacinpreindustrial,cuandoel arquitectose haca cargopor s solode toda competencia,sino que debertener en cuentala divisin de stay la especializacinya indispensableen el mundomoderno.

    En conclusin,la arquitectura,que es un hecho de coordinaciny sn-tesis,resulta disociadaen sus elementos,a causade los cambiosen cursodurantela segundamitad del siglo XVIII. En estatransformacinintervienenalgunosmotivoscomunesa la cultura de la Ilustracin: el espritu de bs-quedaanalticay la creenciaen un tipo de organizacinnatural entre to-dos los elementoscapazde deducirsede los elementosmismos.Al enfren-tarse esteltimo motico con el respeto hacia una ilustre tradicin, hacequeel lenguajeclsicosobrevivaformalmentey cubra, con la aparentecon-tinuidad de su repertorio, las transformacionesde hecho realizadas.

    As, aquellaparte\dela cultura arquitectnicaque continaen abstractola antiguatradicin pierdepoco a poco contactocon la realidadde su tiem-po. Mientras, se preparanlos elementosde una nueva sntesis,que tendrlugarcuandolos artistasaceptensin reservatomar parte en h organizacinde la nueva sociedad.

    Todo 10narrado al principio ilustra bastantebien la naturalezade losproblemasde organizacinque se planteana la sociedadindustrial.

    Considrenselas afirmacionesde Le Chapellier: en el nuevo Estado"slo existenel inters particular de cada individuo y el inters general".Este conceptose encuentraya en Rousseau,que atribuye el poder polticoal "deseogeneral"de la comunidad.La voluntadgeneralconsisteen aquelloque es comn a la voluntad de los distintos individuos, salvadaslas dife-renciasquese derivande los interesespersonales.Para que el deseogeneralpuedamanifestarse,se necesitaque los ciudadanosjuzguencada uno porcuentapropia. Entonces las diferenciaspersonales"se destruyenentre s,y queda,como suma de las diferencias,la voluntad general".

    Pero cuando se crean asociacionesparcialesa expensasde la comunidad,la vo-luntadde cadauna setransformaen generalrespectoa sus mi~mbros,y en particularrespectoal Estado.Entoncessepuededecirqueya no hay tantosvotantescomohom-bJes, sino cuantasson las asociaciones.Las diferenciasvienen a ser menosnumero-sasy dan un resultadomenosgeneral.Por fin, cuando una de estasasociacionesessuficientementegrande como para prevalecersobre todas las dems,no tendremoscomo resultadouna sumade pequeasdiferencias,sino una nica diferencia.Enton-ces no~xiste ya voluntad general,y la opinin que prevaleceno es ms que una,opinin particular. As, pues, para conseguir verdaderamentela expresin de lavoluntad general,es necesarioque no exista~n el Estado ninguna sociedadparcialy que cadaciudadanopienseslo segnsu juicio 16.

    16 J. J. ROUSSEAU, El contrato social (1762), libro n, cap. 3.3

  • 34 Introduccin

    La "voluntad general"de Rousseaues un conceptoterico. En la prc-tica, su lugar lo ocupa pronto el Estado autoritario, que al no encontraren su camino la resistenciade ninguna sociedadparcial, se transformaenel solo juez de lo que debe entendersepor pblico o privado. As, la de-mocracia cae en la tirana, sin que se necesitecambiar los trminos apa-reIites del discurso, ya que el ciudadano"podr ser obligado a ser libre",como dice Rousseauen una frase cuya trgica irona hoy podemosapre-ciar.

    As, en la frmula usadapor Le Chapellierse encuentranimplcitos losdos principios que animanla revolucin francesa,las dos almas,como diceSalvatorelli17, que a poco entrarn en conflicto, condicionando todo elpensamientopoltico moderno: la exigenciade la libertad individual y lareivindicacin de la autoridad del Estado.

    Un parecidoprocesode polarizacinde la estructurasocial se halla encurso, ya tiempo atrs en Francia, bajo el ancien rgime.Como dice Toc-queville: "El poder central... ha llegado a destruir todos los poderesin-termediosy ningn otro existe entre l y los privados, sino un inmensoespaciovaco" 18.

    De momento,en esteespaciovaco se enfrentandos principios abstrac-tos: el de la libertad y el de la autoridad, y como sucede en el debateterico, se interfierende improviso al faltar la resistenciade cualquierotraestructuraintermedia.

    El pensamientomoderno no se contenta con esta alternativa y buscaobstinadamenteuna integracinentre libertad y autoridad que transformelas nociones abstractasy opuestasen realidadesconcretasy complemen-tarias. Se trata de llenar poco a poco el "espacio vaco" de Tocquevillecon nuevasinstitucionesque tenganen cuenta las nuevascorHlicioneseco-nmicas y tcnicas; aplicar el mismo espritu de bsquedasin prejuicios,que ha aportado tantos xitos en iniciativas particulares,a los problemasde coordinacin y equilibrio entre las mismas iniciativas; aprendera si.tuar las distintas eleccionesen su tiempo y escalaoportunos,para obtenerun mximode libertad con un mnimo de vnculos.

    Esta tentativa,que en el campopoltico toma el nombrede democracia,en el campoeconmicose llama planificacin.La esperanzade un mundomejor que la revolucin industrial est transformandose confa a estapo-sibilidad, que da ahora sus primeros e inciertos pasos,expuestacontinua-menteal peligro de endurecerseen decisionesautoritarias,o desvanecerseen la multiplicidad de las iniciativas industriales.La arquitecturamodern:tnace cuando la construccin se siente atrada dentro del crculo de estabsqueda.

    En los prximos captulos seguiremosel camino difcil y no lineal dela arquitectura,entre las vicisitudesde la sociedadindustrial, partiendodela privilegiadaposicin de aislamientoeIi que se hallaba colocada, hastahacerla tomar contacto con los problemasconcretos,ocupandosu puesto,con plena conciencia,en la obra de reconstruccinde la sociedadcontem-pornea.17 L. SALVATORELLI,Storia del novecento,.Miln, 1947,p. 855.18C. A.. DE TOCQUEVILLE,Op. cit., p. 97.

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  • FIG. IS.-Londres, Chester Terrace (J. Nash, 1825).,iOl

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    Parteprimera

    La tradicin

    de la arquitecturamoderna

  • -Seccinprimera

    Nacimiento y desarrolIodela ciudadindustrial

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    FIG. 16.-Una mquina de vapor inglesa (c. 1830,Science Museum, Londres).

  • -Captulo1. Los cambiosen la tcnicade la construccindurantela revolucinindustrial

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    El trmino "construccin" expresa,a fines del siglo XVIII, un cierto n-merode aplicacionestcnicas: edificios pblicosy privados,caminos,puen-tes,canales,excavacionese instalacionesurbanas: tradas de aguay alcan-tarillado.Ms o menoscomprendetodas las obras de grandesdimensionesen las que no resultepreponderanteel aspectomecnico.

    Antes de la revolucin industrial, el arte de construir mquinasestabaasociadomsestrechamenteal arte de edificar. Cuando el progresotcnicotransformatan radicalmentelas construccionesmecnicas,stascaen cadavez ms en mano de los especialistas,y la palabra "construccin", privadade todo adjetivo, designa,en sustancia,la actividad an ligada a los sis-temastradicionales,asociadahabitualmenteal conceptode "arquitectura".Apenas alguna de estas actividades se desarrolla por cuenta propia demodo considerable,comienzaa separarsede las otras, llegandoa consti-tuir una especializacinindependiente.Por ejemplo, las vas frreas hasta1830-40se incluyen en los tratados de construccin, pero despusdes-aparecen,dando lugar a estudiosindependientes.

    Naturalmente,la relativa continuidad con los sistemastradicionalesnoexcluyeque el arte de construir se transformeen esteperodo y que sur-jan muchos nuevosproblemas.Los cambiosprincipales se puedenresumiren tres puntos:

    En primer lugar, la revolucin industrial modifica la tcnica de laconstruccin,aunque sea de modo menos espectacularque en otros sec-tores.Los materialestradicionales,como la piedra, los ladriUos, la madera,se trabajande modo ms rentable,distribuyndolosde modo msprctico.A stosse aadenotros nuevosmateriales,como el hierro colado, el vidrioy, ms tarde, el cemento.Los progresos de la ciencia permiten utilizartodos estos materialesdel modo ms convenientey medir su resistencia,mejorandoel utillaje de los talleres,al tiempo que se multiplica el uso delas mquinasde construccinurbana.El desarrollode la geometrapermiterepresentar,por medio de dibujos, de modo riguros.oy nico, todos los as-pectosde la construccin. La institucin de escuelasespecializadasnutrea la sociedadde un gran.nmero de profesionalespreparados.La Prensa

  • - I

    42 Nacimiento y desarrollode la ciudad industrial

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    y los nuevos mtodos de reproduccin grfica permiten una pronta difu-sin de cualquierprogreso.

    En segundolugar existeun aumentocuantitativo.Se construyencami-nos msanchos,canalesmsprofundos,y el desarrollode las vas por aguay tierra aumentarpidamente.El aumentode la poblacin y la emigracinde unos lugaresa otros exigela construccinde nuevascasas,en cantidadnunca vista hastaentonces.El desarrollode la ciudad requiereinstalacionescada vez ms grandesy de mayor cabida. La amplitud de las funcionespblicas exigeedificios mayores,en tanto la multiplicacin de las necesi-dadesy el empujede la especializacinrequierenedificios urbanos siemprenuevos. La economaindustrial no puede concebirsesin tltl conjunto deedificios e instalacionesnuevas-fbricas, almacenes,depsitos,puertos-,que deben construirseen un tiempo relativamentebreve, aprovechandoeltipo de inters reducido, que permite inmovilizar grandes~umasen insta-lacionesque darn su fruto slo a largo plazo.

    Finalmente,edificios e instalaciones,inmersosen el crculo de la eco-noma capitalista,adquierenun significado bastantediverso del que tenanen el pasado.No aparecenya como realizacionesdefinitivas, medianteeldesembolsode un capital a fondo perdido, sino como inversin regular-menteamortizable,junto con los otros medios de produccin.Como hacenotar Ashton, "el nuevo sentido del tiempo es una de las ms notablescaractersticaspsicolgicasde la revolucin industrial" 1. Antes, los obje.tos que se modificabanmuy lentamentepodan ser consideradoscomo, dehecho, inmviles, pero ahora las exigenciasfuncionalesms precisasy lacostumbrede hacer previsioneseconmicastambin a largo plazo no per-miten manteneresta aproximacin.Nos acostumbramosa percibir aguda-mentela modificacinde los valoresy la atencinrecaesobre'los aspectosdnmicos,en vez de sobrelos estticos.

    Tiene gran importancia,a este respecto,la diferenciacinentre edificioy terreno. En tanto se considerabaun edificio de duracin mdefinida y elterrenoutilizado de un modo estable,su valor, por as decido, quedabain-cluido en el valor del edificio, pero si la duracin del edificio se consideralimitada, el terreno adquiere un valor econmico independiente,variablesegnlas circunstancias,y si las reformasurbanasson bastantefrecuentes,nace un mercadode terrenos.

    Precisamenteen estapoca,por la influencia de las teoras econmica"liberalesy las exigenciasdel erario, el Estado y demssociedadespblicasenajenansus patrimonios por todas partes, y el suelo de la ciudad pasaprcticamentea manos privadas. As desaparecetodo obstculo para lalibre' compraventade terrenos.

    En el prximo captulo se vern las consecuenciasde .~stoshechos en~l organismourbano. Mientras tanto, es preciso hacer notar que el valO!potencial del terreno con vistas a una posible transformacinllega a seruna importantsimareferenciapara calcular el inters econmicodel edi-ficio que lo cubre,y cuanto ms rpidamentecambia el valor del terreno.

    1 T. S. ASHTON.La rivoluzione industriale, trad. it., Bari, 1953,p. 129.

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  • -Los cambiosen la tcnicade la construccin 43

    tantomsbrevellegaa ser el ciclo econmicoy la vida del edificio mismoEn estecaptulo se tratar de los progresosde la tcnica de construc-

    cin. Los otros puntosse ampliarnluego,ya que las consecuenciasde loscambioscuantitativosy del distinto ritmo de las transformacionesse ha-rn evidentes,presentndosebajo la forma de nuevos problemas,slo de1830en adelante.

    1. Los progresoscientficos y la enseanza.

    La ciencia de la construccin,segnla entendemoshoy, estudiaalgu-nasconsecuenciasparticularesde las leyesde la mecnica,y nace, se puededecir, cuando vienen formuladas por vez primera dichas leyes, en el si-glo XVII. Galileo, en 1638,dedicaparte de sus dilogosa discutir problema~de estabilidad2.

    En 1677,R. Hooke formula la clebreley que lleva su nombre. Entrefinales del siglo XVII y los primeros aos del XVIII, numerososcientficos,entrelos que se hallan Leibniz, Mariotte y Bernoulli, estudianel problemade la flexin,y Mariotte, en 1684,incorpora la nocin del eje neutro Cellu-gardonde las fibras no resultanni comprimidasni estiradas,en un slidoexpuestoa flexin),pero define su posicin errneamente.Parent encuentrala solucin justa en 1713.

    Mientras tanto, la difusin del espritu cientfico y la aspiracinde losarquitectosa verificar los lmites de empleo de los materialesy sistemastradicionalesde construccin, estimulan distintas investigacionesexperi-mentales. .

    En Roma se discuten las condiciones de estabilidad de la cpula deSan Pedro, y BenedictoXIV encargaal marqusPoleni, fsica y arquelogoen la Universidadde Padua, un estudio,publicado en 1748.

    En Pars surgeun amplio debateen torno a la construccinde la iglesiade SantaGenoveva3, planeadaen 1755por Soufflot, intentando asignaralos elementostradicionalesuna funcin estticaprecisa y las dimensionesmnimascompatiblescon tal funcin. Se necesitaen esta ocasin el con-ceptode cargade seguridady se inventanmecanismoscapacesde medir laresistenciade los materiales.

    Casi contemporneosson los estudiosde Coulomb acercade la torsin,sobreel empujede tierras y las bvedas,y el descubrimientode una ecua-cin generalpara determinarel eje neutro de Parent.

    Todos los resultadosde estosestudiosse coordinany completanen losprimerosdeceniosdel siglo XIX por L. M. H. Navier, al queseconsiderafun-dador de la modernaciencia de la construccin.El texto de sus leccionesexplicadasen la EscuelaPolitcnica de Pars se publica en 1826.

    La ciencia de la construccin,como dice Nervi, "ha democratizadoy

    2 G. GALlLEI. D;alogo su; mass;m;s;stemi (1638),II dialogo, giornata III.3 G. RONDELET,Trattuto teorico e pratico ell'arte di fabbricare (1802-17).trad. it., Mantua,1832,Introduccin, p. IX.

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    FIG. 17.-El puente spbre el Lirnmatt en Wettingen (S. U. Grubemann, 1777; delTratado de G. Rondelet, tab. 103).FIG. lS.-Representacin del corte de las piedras (del Tratado de G, Rondelet,tab. 40).

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  • .Los cambio~en la tcnicade la construccin 45

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    popularizadoel hecho esttico"4, haciendo posible para muchos proyec-tistasafrontar correctamente,con frmulas a su disposicin,algunostemasantiguamentereservados a una minora de personas excepcionalmentedotadas.Ademas,separala labor terica de la prctica,contribuyendoa so-cavarla unidad de la cultura tradicional, al tiempo que moviliza el reper-torio de mtodosy formas heredadode la antigedad.La bsquedacien-tfica trabaja,por otra parte,en la tcnicade la construccin,modificandolos instrumentosque han de servir para proyectar.Las dos principalesin-novacionestienensu origen en Francia tambinen estecasa: la invencinde la geometradescriptiva y la introduccin del sistema mtrico de-cimal.

    Las reglasde la geometradescriptivaestn redactadas!-;orG. Monge,entrelos ltimos aos de la Monarqua y los primeros de la Revolucin5.Generalizandolos mtodos introducidos por los tratadistas del Renaci-miento,Monge da forma rigurosa a los varios sistemasde representacinde un objeto tridimensionalsobre las dos dimensionesde la hoja de papel.Los proyectistasposeenas un procedimientouniversalpara determinarun..vocamente,a travs de los dibujos, cualquierdisposicin de los elementosconstructivos,incluso las ms complicadas,y los realizadorestienen unagua para interpretarunvocamentelos grficos.

    El sistemamtrico decimal lo introduce la Revolucin irancesa,en suesfuerzopor cambiar todas las instituciones de la vieja sociedad,segnmodelosracionales.

    En 1790Talleyrand presentaa la Asambleaconstituyenteuna relacinen la cual deplora la variedad y confusin de las viejas unidadesde me-dida, proponiendoadoptarun sistemaunificado. Despusde largadiscusinse nombrauna comisin compuestapor C. Borda, A. Condorcet, J. 1. La-grange,P. S. Laplace y G. Monge para decidir la unidad ms oportuna;se discute si hacer referenciaal pndulo (ya que la longitud, segnla leyde Galileo, es proporcional al tiempo de oscilacin) o a una fraccin asig-nada por el ecuadoro el meridiano y se propone la 40 millonsimapartedel meridianoterrestre.Los trabajosde medicin,confiadosa una comisingeodsica,duran hasta 1799,mientrasotra comisin decide las reglasparadeterminarlas otras unidades,y propone en 1795 el sistemamtrico de-cimal. La muestra en platino del metro, segn las mediciones tomadas,estdepositadaen el Museo de Artes y Oficios de Pars desdeel 4 Mesidordel ao VII (22 de junio de 1799),y el nuevo sistemase hace obligatorioen Francia en 1801.

    Napolen no tiene simpatapor esta innovacin y la revoca en 1812,pero las exigenciasde uniformidad y de exactitudque han inducido a losrevolucionariosa instituir una nueva unidad de medida llegan a ser cadavez ms evidentescon el desarrollo de la industria, y muchos Estados seadhierenal sistemamtrico decimal. En 1803, Italia; en 1820,Blgica yHolanda, y despusde 1830,los Estados de la Amrica del Sur. En 1840

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    4 P. L. NERVI, Tecnica costruttiva e architettul'a,en Architettul'a d'oggi, Florencia, 1955,p-gina8.s G. MONGE,Gomtriedescrip!ive,edicionesde 1799en adelante.

  • FIG. 19.-El puente de Neuilly (1. R. Perronet, 1768; de Description desel de la constructindespnts, 1788,de J. R. P.).FIG. 20.-Pars: el puentede la Concordia (J. R. Perronet, 1787).

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  • -Los cambiosen la tcnicade la construccin 47

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    el sistemaes restauradoen Francia. La muestra definitiva se construyeen 1875,y el 20 de mayode eseao se ratifica la Convenci)}Internacionaldel Metro, a la que se adhierengradualmentetodos los pases,a excepcinde los anglosajonesy pocos ms.

    La adopcinde un sistemaunificado facilita la difusin de los conoci-mientos,los cambios comerciales,y procura a la tcnica de la construc-cin un instrumentogeneral,cuya precisin puede llegar hasta donde espreciso,segnlas exigenciascadavez msrigurosasde los nuevosprocedi-mientos.Al mismo tiempo influye sobre los proyectos, e "introduce unaderta desintegracinde la arquitectura", segn expresaLe Corbusier6,porque es una medida convencional,indiferente al hombr~,mientras lasmedidasantiguas-pies, brazos, etc.-consentan siempre una cierta refe-renciaa la estaturahumana.

    Francia, que est en la vanguardiadel progreso cientfico, sirve tam-binde modeloa las otras nacionesen la organizacindidctica.

    La enseanzade la arquitecturatiene lugar, en el ancien rgime,en laIflcadmied'Architecture, fundada en 1671. Esta institucin goza de ungranprestigio,cuida de la tradicin clsicafrancesay del grand gOlt,perose mantieneabiertaa nuevasexperienciasy al progresotcnico,discute lasteorasracionalistasy participa vivamenteen la vida cultural de su tiempo.

    Mientras tanto, los encargoscadavez ms grandesy complejos,de loscualesse hace cargo la administracindel Estado, crean la exigenciadeformar un personal tcnico especializado.Las tradiciones humansticasdela Academia y de la escuelaadjunta no se prestan a instruir tcnicospuros.y as, en 1747,seabrela Ecole desPonts et Chaussesparapreparara personaldel Corps des Ponts et Chausses,fundado en 1716; y en 1748se instituyela Ecole des lngnieursde Mzieres.La enseanzaestfundadaen rigurosasbasescientficas.

    Se establecepor vez primera el dualismo entre "ingenieros" y "arqui-tectos". De momento,el brillo de la Academia oscurecelas prosaicases-cuelasde puentesy carreterasy la de Mzieres, y los ingenierosparecendestinadosa ocuparsede temassecundarios,pero el progresode la cienciaobra de modo que los encargosde los ingenierosson cada vez ms nu-merosos,a costade los arquitectos.La Academiase da cuenta,en un ciertomomento,de que las disputassobre el papel que desempeanla razn y elsentimientoen el arte, no son slo discursos tericos, sino signo de unarevolucin cultural y social irresistible, encerrndosepoco a poco en unadefensaintransigentedel "arte" en contra de la "ciencia".

    La intervencinde la Revolucin cambiaan ms la situacin.La Aca-demiade Arquitectura como la otra de Pintura y Escultura son suprimi-das en 1793; la Escuela contina provisionalmente,y cuando en 1795 sefunda el lnstitut en sustitucinde las viejas academias,la Escueladependede la seccinde arquitecturade la nuevacorporacin.

    El control de los trabajos para la administracinestatalpasa, sin em-bargo, al Conseil des Biitiments Civils, que organiza una escuela propia

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    .LE CORBUSIER, Oeuvre complete 1938-46, Zurich, 1955, p. 170.

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    FIGS, 21,22 y 23.-Parfs, iglesiade S. Genevieve(1. G. Soufflot, 1755): el armaznen hierro del pronaos (del Tratado de G. Rondelet, tab. 151), el plano y la fachada.

  • -Los cambiosen la toiica de la construccin 49

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    "para los artistas encargadosde dirigir las obras pblicas". Adems, conla abolicin de la Academia,el ttulo de arquitectopierde todo valor. Pa-gandoun impuesto, toda persona que quiera dedicarsea la arquitecturapuedellamarsearquitecto, independientementede los estudios realizados.

    Es~asmedidashacen ms pobre an el ya dbil prestigio de los al'.quitectos.Al mismo tiempo, la posicin de los ingenieros se consolida,reuniendo todas las enseanzasespecializadasen una organizacin uni-taria. Entre 1794y 1795se instituye la Ecole Polytechnique,utilizando engran parte el personal de la escuelade Mzieres. La escuelaadmite unnmero limitado de jvenes, despusde exmenesseveros y tras habercomprobadosu "aficin a los principios republicanos". Estos estudianencomndurante dos aos; despuspasana las escuelasde especializacin:la Ecole desPonts et Chausses,de Pars; la Ecole d'applicationd'Artillerieet du Gnie Militaire, de Metz; la Ecole des Mines, de Pars; la Ecole duGnie Maritime, de Brest. El orden de los estudios, sobre la base de lamatemticay fsica, estestablecidopor Monge.

    El ejemplofrancses seguidopor muchos otros Estados continentales:en 1806 se forma una escuela tcnica superior en Praga; en 1815, enViena, y eli 1825,en Karlsruhe. El orden de los estudios-en estasescue-las como en las otras que vendrn-est basadoen el de Pars.

    Constituyeuna excepcinInglaterra, donde la enseanzatcnica se 01'.ganiza de verdad tan slo en el ltimo decenio de 1800.Los protagonis-tas de la revolucin industrial son, en gran parte, autodidactas-comoGeorge Stephenson,que no aprendi a leer y a escribir hasta los die-ciocho aos7_, o salende las Academiasfundadaspor la actividad de losno conformistas,como Boulton, Roebuck y Wilkinson, junto a Defoe yMalthus8. La lnstitution of civil Engineers, fundada en 1818, ha tenidosolamentetres diplomados entre sus diez presidentes.

    Por esta razn, y por el carctermenos rgido de la sociedadinglesa,el contraste entre ingenieros y arquitectos no es tan fuerte como en elcontinente; los arquitectosson menos celososde sus privilegiosculturales,y unos y otros pasan frecuentementede una clase a otra de proyectos.T. Telford, antes de dedicarsea los puentesy a las carreteras,construyecasasen Edimburgo entre 1780y 1790; John Nash no rehsa dibujar unpuente de hierro; I. K. Brunel, el autor del clebre puente colgante deBristol, es tambin un constructor de barcos, y, ms tarde, una arquitec-tura representativacomo el Palacio de Cristal se encargaa un jardinerocomo J. Paxton.

    De todos modos, tambin en Inglaterra el progreso tcnico acabaporrestringir las atribuciones tradicionales del arquitecto, y hace caer unaparte cada vez mayor de los encargosprofesionaleseli manos de tcnicosespecializados.Esto apareceevidentesobre todo despusde 1830,y, pocoa poco, la sociedad,transformadapor la revolucin industrial, se estableceen formas definidas.

    ~ 7 G. M. TREVELYAN,Storia dell' lng/ilterra nel secolo XIX (1922),trad. it., Turfn, 1945,p. 225.. T. S. ASHTON,Op. cit., pp. 27-29.

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    50 Nacimientoy desarrollode la ciudadindustrial

    2. El perfeccionamientode los sistemasde construccin tradicionales.

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    .Una de las preocupacionesprincipalesde los gobernantesy de los con-tratistas,en el siglo XVIII, es la construccinde nuevasy eficientesvas decomunicacin: carreterasy canales.

    En Francia, la Monarqua dedica a ellos grandescuidados.Las carre-teras reales, segn el reglamentode Colbert, son, frecuentemente,muyanchas-de 13 a 20 metros-, ms por razones representativasque porexigenciade trfico, y trazadascon extremaregularidad,normalmenteenlnea recta de un centro a otro. Un bando de 1720 recomiendaque lascarreterastengan "la alineacin ms recta posible, por ejemplo, de cam-panario a campanario"9. Su calidad no es igualmenteperfecta; el empe-drado y el firme, hechoscon mtodostradicionales,necesitanreparacionesfrecuentes,de las que tienen que hacerse cargo las poblacionesde losterritorios cruzados,con el sistemade las corves.Esta es una de las car-gas ms gravosasque pesan sobre los trabajadoresfranceses,ya que lasprestacionesvaran de treinta a cincuentajornadas al ao.

    En Inglaterra, hasta la mitad del siglo XVIII, la red de caminoses casiimpracticable.Mejora desde 1745 en adelante,cuando el Parlamento co-mienza a publicar los turnpike acts, que permitena los particularescons-truir y mantener carreteraspor su cuenta, exigiendoa los usuarios unpeaje.As, el costede esteservicio pblico est cargadosobre los particu-lares que estn interesadosen mantenerlos caminosen buenascondicio-nes. Los turnpike acts, en 1775, son ms de 450; los proyectistassontodava unos empricos que siguen mtodos tradicionales,y entre stosresalta la persona de J. Metcalf, uno de los ms extraordinarios personajesde esta poca.Es ciego desdelos seis aos, pero esto no le impide pasarpor varios oficios: msico ambulante,director de peleas de gallos, co-merciantede caballos,sargentoalistador,comerciantede tejas de algodn,contrabandistade t y aguardiente,conductor de diligencias, hasta queen 1765decide dedicarse'a la construccin de carreteras,V proyecta per-sonalmentems de 180millas. Una figura del mismo tipo es J. Brindley,el constructor de molinos, analfabeto,que realiza en 1759 el primer im-portante canal navegablede Inglaterra, para el duque de Bridgewater.

    Hacia finalesde siglo, los ingenierossurgidosen el nuevoclima cientficoocupan el lugar de estosproyectistasirregulares.En Francia, P. M. J. Tr-saguet;en Inglaterra,T. Telford y J. MacadamintroducenmejQfastcnicasdecisivas.Trsaguetes un funcionario de profesin de Limoges; Telfonl,hijo de un pastor escocs,es una de las personalidadesms importantesen la historia de la ingeniera',y volvemosa encontrarsu nombre al tratarde los puentesde hierro. Macadam es un comerciante,despusoficial du-rante las guerras de Napolen, y slo a una cierta edad se dedica a laconstruccinde carreteras.El concluyeel paso tcnicamentems importan-

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    . G. ALBENGA,Le strade e i 1'ont; en Storia della tecnica dal Medioevo ai nostri giorni, d~A. UCCELLI, Miln, 1945,p. 665.

  • -Los cambiosen la tcnicade la construccin 51

    te, suprimiendola base de piedras gruesasy sugiriendo el uso de unacapasuperficiallo ms impermeableposible al agua,hacindolacompactacon polvo de material calcreo.Esta innovacin disminuyemucho el costede las carreteras,y el macadam-como se llama todava este mtodo-llegaa ser de uso general.

    Mientras tanto, los progresosde la geometradescriptivapermitendarforma satisfactoriaa los proyectos que antes chocaban con insuperablesdificultadesde representacin,y, prcticamente,tenan que ser definidosen el lugar durante la ejecucin.Se aprendea representarel terreno concurvasde nivel, y, ya en 1791,Monge propone un mtodo cientfico paracalcular los transportesde tierra.

    La construccinde carreterasy canalesse intensifica en los primerosaosdel siglo XIX; mientraslos Gobiernos se ocupan sobretodo de las ca-rreteras,que tienen funcionescomercialesy, al mismo tiempo, estratgicas-es conocido el vasto programa de caminos realizado por Napolen-,los canalesson construidos frecuentementepor particulares,con fines es-trictamenteeconmicos.Son vas de transporteesencialespara las mate-rias primas neesariasa la industria y para las mercancasque salen de lasprimerasfbricas.

    Las nuevas construccionesde caminos, entre finales ~delXVIII y prin-cipios del XIX, requieren un gran nmero de nuevos puentes,frecuente-mentede aliento considerable.Este tema estimula,ms que otro, el pro-gresode los mtodostradicionalesde construccinen maderay en piedrade corte, y solicita el empleo de nuevosmateriales: el hierro forjado ofundido.

    Los nuevos conocimientoscientficos permiten sacarel mayorprovechoposible,y la experienciaas adquiridanmero de temaspropios de la construccin.

    El uso de la maderaen los puentesy en las grandesarmadurasde cu-bierta, tiene una tradicin ininterrumpida;,del Medievo en adelante,y haproducidoobras insignesy complicadas,queno se apartan,sin embargo,delos conceptosestticoselementales:la viga, la viga reforzadapor tornapun-tos, la armadura,el arco. En el siglo XVI. Palladio formula una teora de lasvigas reticulares,pero sus'aplicacionesson inuy escasas.Ahora, este con-ceptoes actli

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    FIG. 24 y 25.-El puentesobreel Severnen Coalbrookdale(T. F. Pritchard,1777)y elpuentesobreel W.~arenSunderIand(R. Burdon,1796;delTratadodeG. Ron-delet,tabs.157y 158).

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  • .Fra. 26.-EI puentedeCoalbrookdale.'Fra.27.-EI puentesobreel TmesisenSiaines(R. Burdon,1802;del TratadodeG. Rondelet,tab.159).

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  • 5.. Nacimient y desarrollo de la ciudad industrIal

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    al grado ms alto de perfeccin,y los constructoresfrancesessirven deejemploa toda Europa, como en los tiemposdel gtico. Tambin en estecampo,la obra de los ingenierossalidosde la Ecole desPonts et Chausseses concluyente.

    J. R. Perronet, director de la escuelaparisiensedesde su fundacin(1747),renuevala tcnicade los puentesde albailera.Es autor del puentede Neuilly (1768-71)(fig. 19),del puentede la Concordia (fig. 20), conclui-do poco antesde la Revolucin, y de muchos otros en varias ciudadesdeFrancia. Se ocupa tambin e obras de caminos, construye el canal deBourgogney una parte de las alcantarillasde Pars. Muchas de las innova-ciones introducidaspor Perronet se usan todava: el arco circular rebaja-do, la impostams alta para el nivel de las crecidasy los pilares de di-mensionesreducidasslo para cargascentradas.En su bsquedade alige-rar las estructuras,descomponetambin-en el puentede Saint-Maxence-los pilares en grupos de columnas,y proyecta la misma disposicinparael puentede la Concordia, pero seve obligado a abandonartal caminoporla hostilidad de los colegas.Intentando acercarseal lmite de resistenciade los sistemasde construccin, tiene que sufrir crticas continuas. Lacrnica cuenta que un miembro de la Asamblea de puentesy carreteras,en 1774,exclamirritado: "Ah, malditaligereza! Serprecisoque siem-pre se establezcatu culto y tus altaresen el senode mi patria?" 11.

    La "ligereza" de los puentesde Perronet, la obtienecuidando a la per-feccin el aparejo en mampostera,la armazn hecha a base de cimbrasy los cimientos.En estapoca,Rondelet y otros dan forma cientfica a laestereotoma-"el arte de cortar las piedras segnuna forma dada"12_,fundada sobre los principios de la geometradescriptivade Morige. Cual-quier engasteo combinacin de elementosde piedra, de forma compli-cada,puedeser representadoexactamentey puesto en obra (fig. 18).

    Las obras de Perronet-puentes y canales,con todos sus detalles deconstruccin-se publican en 1782,en una esplndidaserie de lminas.Elvolumen se vuelve a imprimir en 1788,con la adicin de otros proyectosy dos memoriassobre las cimbras y los movimientosde tierra 13.Durantela Revolucin, el viejo constructor se dedica a los estudios tericos, yen 1793publica una Memora sobre la bsquedade mediospara construirgrandesarcos de piedra de doscientos,trescientos,cuatrocientosy hastaquinientospies de luz.

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    3. Los nuevosmateriales.

    El hierro y el vidrio se usan en la construccindesdetiempo inmemo-rial, pero slo en este perod.olos progresosde la industria permiten ex-tender sus aplicaciones,introduciendo en la tcnica de la construccinconceptoscompletamentenuevos.

    11Cit. en G. ALBENGA,Op. cit., p. 692.12G. RONDELET,Tratado cit., tomo 1, p. 227.13J. R. PERRONET,Description des projects et de la construction des ponts de Neuil/y, deNantes, d'Orledns, de Louis XVI, etc., Pars, 1788.

  • -Los cambiosen la tcnicade la construccin 55

    En un principio el hierro se usa slo como accesorio: para cadenas,tirantes y para unir entre s los sillares en las construccionesde mam-postera.Por ejemplo,en el pronaos construidopor Rondelet para el Pan-ten de Soufflot, en 1770,la estabilidadreal de la cornisa estaseguradapor una densared de barras metlicas,colocadasracionalmentesegnlasdistintas cargas,casi como la armazn de una obra moderna de cemen-to (fig. 21)14.

    En el mismo perodo el hierro se usa para algunas cubiertas pococargadas,como la del Thatre Fran

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    FIG. 28.-Brighton: el pabelln real (J. Nash, 1818).FIG. 29.-Berln: proyectopara el Marschallbrcke(K. F. Schinkel. 1818).

  • FIGs. 30 y 31.-Pars:. el pont des Arts (De Cessart y Dillon, 1803; tab. 160delTratado de G. Rondelet).

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  • FIG. 32.~Puentesobreel estrechode Conway(T. Telford, 1826;del TratadodeG. Rondelet,tab.U).Fra. 33.-Puentesobreel AvonenBristol

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  • Los cambiosen la tcnicade la construccin 59

    1796,sobreel ro Wear, el puentede Sunderland,con la luz considerablede 236pies (fig. 25).En el mismo ao, Telford construyeun segundopuen-te sobreel Severn,en Buildwas,de 130pies de largo y que pesa 173tone-ladas,en lugar de las 378 del primer puenteen Coalbrookdale.

    Los puentesde Paine y de Telford estn construidos con un sistemabastantedistinto del de Wilkinson. Las arcadasse componende un grannmerode piezasde hierro funido, aparejadascomo los sillares de piedra.La mayor resistenciadel nuevomaterial consiente,naturalmente,luces ma-yores con pesosmenores-las piezas de fundicin estn formadas por es-tructurashuecas-y una ejecucinmucho ms rpida, ya que llegan a laobra ya preparadasde la fundicin.

    En 1801,Telford propone sustituir el puente de Londres por un soloarco de hierro fundido, de 600 pies de largo. El proyecto se abandona,no porquese dude de su posibilidad tcnica o su inters econmico,sinopor la dificultad de expropiarlos terrenosa amboslados del puente.

    En los tres primeros deceni