belleza del patrimonio cristiano

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  • 8/18/2019 Belleza Del Patrimonio Cristiano

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    CANON 912

    Belleza del patrimonio cristiano 

    Música 

    Fomento de la acción pastoral litúrgica 

    Comisión de Sagrada Liturgia, comisiones de música y de arte sacro

    Por: Constitución «Sacrosanctum Concilium» | Fuente: Concilio Vaticano II

    Signo de Dios sobre nuestro tiempo 

    43. El celo por promover y reformar la sagrada Liturgia se considera, con razón, como un

    signo de las disposiciones providenciales de Dios en nuestro tiempo, como el paso del

    Espíritu Santo por su Iglesia, y da un sello característico a su vida, e inclusive a todo el

     pensamiento y a la acción religiosa de nuestra época.

    En consecuencia, para fomentar todavía más esta acción pastoral litúrgica en la Iglesia, el

    sacrosanto Concilio decreta:

    Comisión litúrgica nacional 

    44. Conviene que la competente autoridad eclesiástica territorial, de que se habla en el

    artículo 22, párrafo 2, instituya una comisión Litúrgica con la que colaborarán especialistas

    en la ciencia litúrgica, música, arte sagrado y pastoral. A esta Comisión ayudará en lo

     posible un instituto de Liturgia Pastoral compuesto por miembros eminentes en estas

    materias, sin excluir los seglares, según las circunstancias. La Comisión tendrá como tareaencauzar dentro de su territorio la acción pastoral litúrgica bajo la dirección de la autoridad

    territorial eclesiástica arriba mencionada, y promover los estudios y experiencias necesarias

    cuando se trate de adaptaciones que deben proponerse a la Sede Apostólica.

    Comisión litúrgica diocesana 

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    45. Asimismo, cada diócesis contará con una Comisión de Liturgia para promover la acción

    litúrgica bajo la autoridad del Obispo.

    A veces, puede resultar conveniente que varias diócesis formen una sola Comisión, la cual

    aunando esfuerzos promueva el apostolado litúrgico.

    Comisiones de música sagrada y arte sacro 

    46. Además de la Comisión de Sagrada Liturgia se establecerán también en cada diócesis,

    dentro de lo posible, comisiones de música y de arte sacro.

    Es necesario que estas tres comisiones trabajen en estrecha colaboración, y aun muchas

    veces convendrá que se fundan en una sola.

    POSTED BY DIOCESIS CIUDAD JUAREZ ON NOVIEMBRE 3, 2010 ADD

    COMMENTS 

    Ante todo lo presentado, conviene que nos preguntemos: entonces ¿Qué es la Pastoral

    Litúrgica?, ¿Cuál es su razón de ser?, ¿Qué comprende esta Pastoral?

    Puesto que la Pastoral es el arte de poner en práctica el ser del Pueblo de Dios (decimos que

    se trata de su quehacer), la Pastoral litúrgica es la parte de este arte que consiste en hacer

    que el Pueblo participe activa, consciente y fructuosamente en la celebración, de modo que

    halle en esta fuente, el verdadero espíritu cristiano.

    Es el conjunto de procedimientos que permitirán la participación consciente, activa,

    fructuosa y comunitaria del Pueblo cristiano en la celebración de la Liturgia. La Pastoral

    Litúrgica puede, por consiguiente, ser definida como la acción pastoral realizada hoy por el

    http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respondhttp://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respondhttp://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respondhttp://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respondhttp://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respondhttp://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/#respond

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    Pueblo de Dios, en vistas a la edificación del Cuerpo de Cristo mediante las acciones

    eclesiales del culto cristiano, teniendo en cuenta las situaciones reales de los hombres.

    Cuando se dice Pueblo de Dios, nos referimos a todo bautizado, a toda persona que

     precisamente ha recibido este Sacramento y lo configura a Jesucristo como Sacerdote,

    Profeta y Pastor.

    Todavía en muchas definiciones y comprensiones de la Liturgia, la seguimos reduciendo al

    aspecto cultual, es verdad que el culto es parte importante, pero la Liturgia no se reduce a

    eso, sino que es Cristo mismo que ejerce su tarea, su acción Redentora, no tanto el que

    nosotros lo adoremos o contemplemos, sino más bien, el ver cómo aquí y ahora, hoy, Cristo

    trabaja por medio de su Espíritu Santo, cómo continua su obra; en otras palabras, cómo pro-

    sigue su obra, per-sigue su causa, y con-sigue su plenitud.

    De ahí que se supone que para ejercer con mayor responsabilidad esta tarea, debemos tener

    los elementos de conocer quién es Jesucristo (nos lo da la Cristología), qué es la Iglesia

    (nos lo proporciona la Eclesiología), quién es el que actúa en la Iglesia (lo estudiamos en la

    Pneumatología), etc. En otras palabras, tener un conocimiento básico de la Teología.

    Que bueno que en nuestra Diócesis contamos con excelentes centros formativos, sobre todo para los Laicos (Instituto Bíblico San Jerónimo, Instituto de Teología, Escuela Superior de

    Catequesis, Cursos de formación Litúrgica en Verano), en donde se da formación y

    acompañamiento a nuestros Laicos, y desde luego se permite la participación de la Vida

    Consagrada. Lugares en los que podemos acudir para recibir la preparación adecuada.

    Esto nos permite comprender la importancia de tener una formación Catequética adecuada,

    sobre todo cuando se ejerce algún servicio o Ministerio.

    Por eso, en nuestro campo que es la Liturgia, además de las exigencias Teológicas

    necesarias que posee la Liturgia, se requiere también una formación Bíblica suficiente para

    comprender mejor los Rituales y demás libros Litúrgicos adecuados, en donde se toman en

    cuenta las implicaciones antropológicas (son los elementos que nos proporciona la

    Filosofía) que posee el culto.

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    La Liturgia supone un Pueblo de Dios Ministerial (es lo que llamamos Jerarquía) y una

    situación concreta de los participantes. Pero como la Liturgia se da en un momento

    determinado, la situación se vuelve compleja, esto hace entonces evidente el que se señale

    los imperativos variados que motivan una decisión concreta para cada celebración.

    En resumen, podemos afirmar que Pastoral Litúrgica es aquella acción realzada hoy por el

    Pueblo de Dios con el objeto de colaborar en el Misterio Pascual del Señor, mediante

    acciones eclesiales, teniendo en cuenta la situación de los hombres.

     No podrá haber una verdadera Pastoral Litúrgica, si no va respaldada por una educación en

    la fe, a través de una bien orientada Pastoral Profética, que encuentra su concretización en

    la Pastoral Social.

    Hemos de reconocer que en este punto tan importante se había producido un desequilibrio

    en la Teología, en la Catequesis y en la práctica Pastoral, como resultado de una actitud

     polémica frente a la doctrina protestante acerca de los Sacramentos.

    Ante la afirmación de que los Sacramentos son solamente actos de fe, la reacción en el

    campo católico fue la afirmación casi exclusiva de la acción sacramental de Jesucristo. En

    donde insistimos mucho en creer que por el sólo hecho de la celebración, los efectos sedaban automáticamente, sin atención suficiente a las disposiciones del que celebra o recibe

    los sacramentos. Es lo que se ha designado con el nombre de sacramentalismo.

    Esta concepción procede de una visión casi mágica de los Sacramentos y se manifiesta en

    la práctica por una atención al número pero no a la calidad. Según este criterio, habrá una

    Pastoral Litúrgica mejor, allí donde hay más Bautismos, Confesiones, Comuniones o

    Matrimonios por la Iglesia, sin que se atienda igualmente a las motivaciones de los fieles,

    que pueden ser en muchas ocasiones puramente administrativas y completamente extrañas

    a la fe.

    Este sacramentalismo afecta no solo a los pastores sino también a los fieles. Para muchos

    cristianos el sacerdote es un funcionario que tiene la obligación de dar el sacramento al que

    se lo pide, sin fijarse en los motivos que la persona tiene.

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    Por eso el Concilio afirma: “para que la liturgia tenga su plena eficacia, es necesario que los

    fieles se acerquen a ella con las debidas disposiciones espirituales” (SC 11) y por tanto

    “debe la Iglesia prepararlos para los sacramentos” (SC 9). Ya la Iglesia, afortunadamente,

    está cada vez más, tomando conciencia de la importancia de tener una preparación de los

    fieles para todos los sacramentos, sobre todo para aquellos que se reciben una sola vez en la

    vida.

    Esto fue lo que animó e impulsó en 1969, a que se diera una preparación previa para

    recibirlos. Exigencia que no fue bien vista por los cristianos al principio. Todavía sigue

    habiendo mucha resistencia, pero que se ve con claridad la necesidad e importancia de

    tenerlo.

    Esto nos debe hacer ver que el énfasis lo debemos poner en la calidad, no tanto en la

    cantidad. Es verdad y debemos ser conscientes, que una decisión de este tipo hace que

    disminuya la cantidad, pero mejora indudablemente la calidad y contribuye al

    fortalecimiento de la comunidad cristiana.

    Es muy importante observar cómo el criterio pastoral no es el de la eficacia inmediata, ni el

    del agrado de los fieles, sino fundamentalmente el de la fidelidad al Evangelio y a la misión

    encomendada por Cristo, en actitud de humilde servicio a la humanidad y cómo, por efectoinmediato de una buena Pastoral Litúrgica, puede producirse en el número de los

     participantes una disminución, que para muchos es motivo de alarma o bien de buscar

    caminos menos complicados o salidas rápidas que hasta nosotros mismos les llamamos

    “Express”. 

     No siempre lo más Pastoral es lo más eficaz, ni lo más popular a corto plazo, ni tampoco lo

    más práctico. Pero la Iglesia, al hacer su renovación, se adapta precisamente en razón de

    mayor fidelidad a Dios y al hombre, no en razón de una popularidad fácil y fugaz.

    Así entendida, la reforma Litúrgica no consiste “solamente en cambiar unos ritos y textos

    litúrgicos, sino en promover una educación de los fieles y una acción pastoral que tengan la

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    sagrada liturgia como su culmen y su fuente” (Instrucción Inter Oecumenici 26 de

    septiembre de 1964).

    Así pues, el Concilio Vaticano II coloca la Liturgia en el centro de toda la Pastoral: hacia

    ella se dirige en movimiento ascendente como a su cumbre la actividad de las Iglesia. De

    ella desciende a la vez para toda la Iglesia la fuerza divina que santifica, transforma e

    impulsa, como su fuente.

    Es verdad que no puede haber Pastoral Litúrgica verdadera, si solamente se tiene una bella

    celebración, pero si los fieles no participan debidamente o lo hacen sin espíritu, en mero

    cumplimiento de nuevas formas disciplinares impuestas, tampoco se debe aceptar.

    Se requiere no sólo un cambio de manera externa e interna de celebrar la Liturgia, sino más

     profundamente aún una nueva mentalidad, una reeducación, como decíamos antes.

    Por lo tanto, se requiere que fuera de la Liturgia misma, se intensifique toda la actividad de

    formación de la comunidad cristiana, sobre todo de aquellos que tienen en ella mayor

    responsabilidad: un nuevo estilo y contenido en la catequesis, en los diversos niveles; un

    nuevo enfoque de las ciencias eclesiásticas, no solamente de la ciencia litúrgica; una nueva

    orientación de los movimientos apostólicos; una nueva manera de predicar el Evangelio; unnuevo estilo de vida y de relaciones entre los Obispos, presbíteros y laicos; una nueva

    forma de organización en toda la Iglesia.

     No hay ninguna actividad pastoral que pueda considerarse independiente de la Liturgia. Por

    consiguiente, a una nueva Liturgia corresponde una nueva Pastoral. No se trata de

    despojarnos de todas las formas tradicionales, sino de someterlas a examen, a revisión, a

    cambio en cuanto sea necesario y de buscar a la vez formas nuevas para los nuevos

    tiempos.

    Preguntarnos:

    ¿Cómo participo en los Sacramentos?

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    ¿Cómo me preparo?

    ¿Con qué disposición acudo?

    http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/ 

    Pastoral liturgica

    Los diversos modos de comprender la relación entre liturgia y pastoral han evolucionado a

    lo largo de los últimos años pasando de la certeza de que la liturgia es pastoral a la

    constatación de que la liturgia debe ser objeto de una atención pastoral, hasta las últimas

     perspectivas que consideran a la liturgia como un aspecto más de la globalidad de la praxis

    eclesial. Sin embargo, el Concilio Vaticano II en esto no fue en absoluto ambiguo. Se

     propuso favorecer la “participación activa” del pueblo en la vida de la Iglesia y para ello

     puso en marcha una de las iniciativas más ricas y novedosas del Concilio: la reforma

    litúrgica (Sacrosanctum Concilium).

    http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/francisco-galo/archivos-del-padre-galo/concepto-de-pastoral-liturgica/

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    Su puesta en práctica ha sido y está siendo compleja por muchas razones: circunstancias de

    carácter cultural, de resistencia a la tradición, de acomodación y cansancio de los distintos

    responsables eclesiásticos, etc. Aunque son numerosos los documentos y textos

     posconciliares que se hacen eco de esta iniciativa de reformar la liturgia para acercar el rito

    al pueblo y no al revés, 50 años después el balance es todavía pobre: se han reformado los

    misales y libros litúrgicos, se ha dado la vuelta al sacerdote que ahora mira al pueblo, se

    habla en lengua vernácula, se cantan cantos “litúrgicos” en nuestras propias lenguas (en

    detrimento del latín y del gregoriano que han sido literalmente arrinconados en el olvido)…

     pero aún no hemos conseguido una verdadera “participación activa” del pueblo en las

    celebraciones.

    Veinticinco años antes del Concilio, en 1940, Romano Guardini escribía al obispo deMaguncia en estos términos: «Quien juzgue de un modo imparcial, se habrá dado

    claramente cuenta de que en estos últimos años en materia de pastoral ha terminado una

    época… Si son exactos los pronósticos que se pueden hacer, la acción past oral se limitará

    en el futuro, de un modo hasta ahora desconocido, al campo religioso propiamente dicho.

     Es, por tanto, urgente devolverle toda su pureza y su fuerza… El altar ha sido siempre el

    centro de la vida de la iglesia; quizá muy pronto no será sólo el centro, sino su vida entera.

     Es, pues, muy importante que lo que sucede en el altar, y desde allí llega a la vida del

    individuo y de la familia, retome su sentido más pleno y sus formas más puras… Es

    necesario que la práctica de la liturgia se realice en función de las parroquias como éstas

     son en realidad...».

    Este fue el germen del movimiento litúrgico que impulsó la reforma del Vaticano II y que

    tan distintos resultados ha tenido. En este primer movimiento se evidenciaba el carácter

     pastoral de la liturgia: la acción de la Iglesia tiene su punto de partida en la vida litúrgica

    tanto para la vida de las comunidades parroquiales como para la misión en su conjunto de laIglesia. Sin embargo, pronto se vio que para conseguir esto era necesario en primer

    lugar atender pastoralmente a la propia acción litúrgica puesto que la realidad distaba

    mucho de ser tal ya que el pueblo carecía de conocimientos litúrgicos suficientes para

    celebrar de forma activa su fe (el evangelizador primero ha de ser evangelizado). El propio

    movimiento litúrgico constató la necesidad de atender pastoralmente a la liturgia para

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    conseguir el objetivo último de convertir la propia liturgia en el centro de la pastoral de la

    Iglesia. Surgió así todo un movimiento catequético y de formación empeñado en hacer

    comprender al pueblo la riqueza de nuestras celebraciones y los ritos que las acompañan.

    Fruto de eso fueron los numerosos Directorios de Pastoral que emanaron de las distintas

    diócesis y Conferencias episcopales.

    El objetivo de esta acción “catequética” en torno a la liturgia no es otro que convertir a la

    asamblea en actor de la liturgia y no en mero espectador como venía siendo hasta entonces.

    Se pasó de considerar la liturgia como un conjunto de ritos a ser el medio privilegiado por

    el que la asamblea cristiana reunida en torno al altar celebra su fe en Cristo resucitado. A la

    liturgia no le interesa ya sólo el cumplimiento de los ritos sino que los sujetos del rito, la

    asamblea, puedan celebrar y comprender la fe que profesan.

    La liturgia exige un Plan de Pastoral Litúrgica 

    Con la vista puesta en la reforma de la liturgia que se ha propuesto a lo largo de la segunda

    mitad del siglo XX, la Iglesia, y en particular las comunidades parroquiales, debe impulsar

    nuevamente este espíritu y tomar en serio el carácter pastoral de la liturgia y su centralidad

     para la vida de fe de sus comunidades. Por ello es necesario realizar un Plan pastoral que

    reflexione y organice la vida de fe de las comunidades. Es necesario huir delsacramentalismo en que con frecuencia vivimos nuestra fe para convertir nuestras

    asambleas en verdaderas “semillas” del Reino, evangelizadoras desde la fe individual y

    comunitaria, desde la vivencia litúrgica de la experiencia más íntima del encuentro con

    Cristo resucitado que se nos da en persona mediante los sacramentos y la Palabra.

    El plan de pastoral liturgica exige un Equipo de Pastoral liturgica

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    Plantear programáticamente una celebración para una asamblea concreta y dirigirla de

    modo que resulte significativa para quien participe en ella exige un profundo respeto por la

    naturaleza simbólica de toda acción litúrgica. Aquí está el límite infranqueable de la

    adaptación de la celebración a la asamblea, ya que es ésta la que debe ser llevada a percibir

    y asimilar los mensajes propuestos por los signos litúrgicos, que en su estructura ritual y en

    sus contenidos son un dato no manipulable. La mediación pastoral del presidente y de los

    ministros debe favorecer la comunicación simbólica que tiene lugar en el momento de

    celebrar y que une directamente a cada fiel con las realidades significadas. A esto se llega

    teniendo en cuenta las características propias de la comunicación simbólica, así como de

    esos símbolos particulares que son las acciones litúrgicas.

    Aunque esto es responsabilidad en primer lugar del presidente de la comunidad  — el párroco y el equipo de sacerdotes que componen la comunidad — , pronto se vio la

    conveniencia de organizar grupos y equipos para la animación litúrgico-pastoral. La

    Ordenación General del Misal Romano, aunque no habla explícitamente del Equipo de

    Pastoral Litúrgica, nos da unas pistas sobre el cometido y tareas del mismo al afirmar: « La

    efectiva preparación de cada celebración litúrgica hágase con ánimo concorde entre todos

    aquellos a quienes atañe, tanto en lo que toca al rito como al aspecto pastoral y musical,

    bajo la dirección del rector de la iglesia, oído también el parecer de los fieles en lo que a

    ellos directamente les atañe.» (OGMR 73).

    Teniendo en cuenta estos principios orientadores, podemos afirmar que

      El Equipo de Pastoral Litúrgica estará formado por todos aquellos que asumen distintas

    responsabilidades en las celebraciones de la comunidad siendo presididos por el primer

    Animador de la comunidad, el párroco.

     

    Se reunirá periódicamente para preparar coordinadamente las celebraciones de lacomunidad y animar, con sentido ministerial, a la asamblea reunida en el nombre del

    Señor para que participe activamente de la acción litúrgica.

      Estará presente en el Consejo Pastoral para garantizar no sólo la buena marcha de las

    acciones litúrgicas desde el punto de vista de la participación de los fieles sino desde la

     perspectiva de toda la pastoral litúrgico-sacramental de la comunidad.

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    Personas que forman parte del Equipo de Pastoral Litúrgica  

    1.  En primer lugar es deseable y necesario que sea un ministro ordenado quien se haga

    cargo del Equipo y se responsabilice de su marcha, organización y orientación. Si

    hay distintos sacerdotes encargados de diversas celebraciones (por ejemplo, misas

    con niños), sería igualmente deseable y necesario que formaran parte de este

    Equipo.

    2.  Además de los ministros ordenados, deben participar en el Equipo todos aquellos

    que desempeñan los siguientes ministerios y funciones:

      Los que atienden la acogida y el orden: reciben a los fieles y acomodan a los que

    necesitan una atención especial (niños, ancianos, enfermos…), organizan las

     procesiones, reparten los cantorales, folletos, se encargan de la megafonía,iluminación, etc.

      Los monitores, los que hacen las moniciones que ayudan a comprender mejor la

    celebración (conviene que sean personas distintas del lector).

      Los lectores, los que proclaman la Palabra de Dios y hacen las preces u oración

    de los fieles.

      El salmista (debe ser distinto del lector ya que, además, conviene que tenga

    aptitudes para cantar el salmo).  El animador del canto y de la música litúrgica.

      Los acólitos o ayudantes que asisten al ministro ordenado en el altar.

      Los ministros extraordinarios de la comunión, los que ayudan a distribuir la

    comunión a los fieles.

      El maestro de ceremonias, si lo hubiere (está indicado especialmente en las

    grandes solemnidades).

    Organización del Equipo de Pastoral Litúrgica 

    Cada parroquia, en función de sus necesidades y de las personas disponibles, organizará el

    trabajo del Equipo de Pastoral Litúrgica teniendo como criterio general las siguientes

    observaciones:

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      El responsable del Equipo es el encargado de constituir y formar a los integrantes del

    Equipo de Pastoral Litúrgica, para lo cual facilitará herramientas de formación adecuadas

    que podrán traducirse en reuniones de formación litúrgico-pastoral para los miembros del

    Equipo con la periodicidad que estime oportuna.

      El responsable del Equipo preparará un calendario de reuniones que tenga en cuenta al

    menos los Tiempos litúrgicos fuertes: Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa-

    Pascua, Pentecostés y Tiempo ordinario.

      Se propondrá un conjunto de Objetivos comunes para toda la parroquia a lo largo del

    Año litúrgico que se visibilizarán en las distintas celebraciones y acciones litúrgicas del

    conjunto de la parroquia. Nadie irá por libre.

      Se creará un Equipo general y diversos Grupos en función de las distintas

    responsabilidades: monitores-lectores, animadores del canto, acogida y organización

    general, etc.

      Se revisarán periódicamente las celebraciones para mejorar en aquellos aspectos que

    detectamos más débiles y necesitados de mejor preparación, herramientas, acciones, etc.

    Funciones del Equipo de Pastoral Litúrgica 

    1. El cuidado de la vida litúrgica parroquial 

    Esta es la tarea más importante del Equipo de Pastoral Litúrgica dentro de la parroquia:

     preparar, animar y revisar las celebraciones en sintonía con el párroco. Esto abarca diversos

    aspectos.

    a) Elementos materiales. Asegurar que la parroquia cuente con todo lo necesario para una

    celebración digna:

      un templo bien dispuesto, limpio, ordenado, con las debidas condiciones de luz y

    audición, con una distribución adecuada de los bancos;

      un presbiterio adecuado, altar, ambón, sede;

      ornamentos renovados, dignos, limpios;

      libros para el presidente, lectores, coro, organistas, para la sede, etc.

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     b) La creación de la Asamblea litúrgica. El sujeto de la celebración es la Asamblea que se

    reúne para celebrar. Por tanto ésta debe recuperar toda su vitalidad. La constitución de una

    Asamblea litúrgica requiere toda una pedagogía para que las personas reunidas tomen

    conciencia de pertenencia a una comunidad. Por eso, es importante el enfoque de la

    celebración, el ambiente que se crea, la introducción preparatoria a la celebración, las

    moniciones, etc.

    c) El desarrollo de la celebración. Para conseguir que la vida litúrgica de la parroquia se

    desarrolle de manera adecuada se debe procurar:

      superar la rutina y la inercia. No cantar siempre los mismos cantos; que cada misa

    dominical tenga varios monitores y lectores que se alternen; destacar algún aspecto de la

    Eucaristía, etc.;

      recoger y expresar la vida de la comunidad parroquial, arciprestal y diocesana con sus

    inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones;

      responder a los problemas, necesidades, sufrimientos y gozos del hombre de hoy y del

     pueblo. En la oración universal siempre debería estar presente algún problema, necesidad

    o gozo de dicha Asamblea.

       buscar un equilibrio entre la acción comunitaria y la participación individual, entre el

    silencio y la palabra, equilibrio entre la observancia de las normas litúrgicas y la

    creatividad y adaptación a la comunidad concreta.

    2. La educación litúrgica de la parroquia 

    Además de educarse a sí mismo, el Equipo de Pastoral Litúrgica ha de buscar educar

    litúrgicamente a la comunidad parroquial:

     

    que conozca el sentido de las diversas celebraciones, en especial de la Eucaristía;  que comprendan el lenguaje litúrgico, el contenido profundo de los gestos, los ritos, etc.

    Hay que cuidar mucho la tarea educadora que se puede realizar a través de las moniciones

     para guiar al pueblo en su participación, ayudarle a entrar en la celebración comprendiendo

    los ritos, dando sentido a los gestos, creando un ambiente de oración y recogimiento.

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    3. Preparación de las celebraciones 

    Esta es una de las tareas más concretas a realizar en la parroquia. La preparación de una

    celebración exige:

      fijar bien el sentido de la celebración: que todos los que van a participar en la celebración

    sepan qué se va a celebrar y por qué. No todas las celebraciones son iguales. No es lo

    mismo un domingo de Adviento o uno de Pascua.

       preparar todo lo necesario para la celebración: los elementos materiales (el pan, el

    vino…), los elementos de la misa (oraciones, prefacios, plegaria eucarística, cantos,

    salmos, etc.), las moniciones, guiones para las celebraciones más complejas destinados al

     presidente, monitor, lectores, coro… 

      distribuir con suficiente antelación —  para no improvisar a última hora —  las diversas

    tareas y servicios litúrgicos.

    4. Realización de las celebraciones 

    La celebración misma es el culmen y fuente, por tanto, lo más importante de la pastoral

    litúrgica. El Equipo de Pastoral Litúrgica deberá estar atento a que las celebraciones no

    caigan en:

      un formulismo vacío, es decir, una liturgia donde se observen todas las normas y leyes

    litúrgicas pero donde falta vida, calor, oración, participación interior;

      una rutina donde no se exprese la vida cambiante de las personas y de la comunidad;

      una acción donde sólo participen el presidente y algunos fieles mientras el pueblo asiste

     pasivamente como mero espectador;

    Será conveniente que el Equipo de Pastoral Litúrgica sepa revisar periódicamente las

    celebraciones de la parroquia para señalar las deficiencias que se observan, los defectos enque se vaya cayendo, etc. para tratar de corregirlos y seguir mejorando la vida litúrgica

     parroquial.

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    PASTORAL LITÚRGICA*

    * Propuesta de la Comisión de Pastoral Litúrgica de la Arquidiócesis de México

    Director Pbro. Ricardo Valenzuela

    a. CONSIDERACIONES GENERALES 

      Dado que la comunidad parroquial se reúne en torno al Misterio Pascual  — cumbre a la

    cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, es la fuente de donde dimana

    toda su fuerza[1] —  para celebrarlo y actualizarlo[2] por medio de las acciones sagradas

    que la Iglesia realiza en nombre de Cristo, conviene recodar lo siguiente:

      En función de las acciones litúrgicas de la Iglesia, por su orden y ejecución, se pone de

    manifiesto que la Iglesia es«unitatis sacramentum»[3].

      En el ámbito de estudio y reflexión del II Sínodo Diocesano se observa que «la liturgia es

    un elemento indispensable en la proclamación del Evangelio»[4].

      Conviene, además, «situar a la liturgia en su verdadero nivel, no como un simple medio

     para obtener algo — lo cual sería una especie de instrumentalización — , sino como el

    ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo por el cual «la Iglesia cumple la función

    de santificar de modo peculiar»[5]. Ojalá que las consideraciones y discusiones sobre el

     papel de la liturgia nos lleven a clarificar su valor propio y a descubrir sus implicaciones

    concretas en las tareas de la Nueva Evangelización»[6].

      Cuando el texto sinodal habla acerca de las «consideraciones y discusiones sobre el papel

    de la liturgia», propone que éstas «nos lleven a clarificar su valor propio y a descubrir

    sus implicaciones concretas en las tareas de la Nueva Evangelización».

      La Nueva Evangelización pide hacer de la liturgia, es decir de la celebración de la fe,

    algo más vivo y testimonial[7].

     

    http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1bis

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    b. CONSIDERACIONES EN MATERIA DE LITURGIA SACRAMENTAL 

      La celebración de los sacramentos — centro de la experiencia de la vida cristiana —  ha

    sido la base fundamental en la práctica de evangelización de la mayoría de los fieles[8].

     

      En la mentalidad mexicana, la cultura simbólica y celebrativa ha favorecido la pastoral

    de los sacramentos como medio ordinario y, en ocasiones, único medio de la

    evangelización[9].

      Es cierto que existen riesgos de «sacramentalismo»; igualmente, al negar o minimizar la

    importancia y significado de la práctica sacramental, se correría un grave riesgo

    teológico y pastoral[10].

      El desafío fundamental es: lograr que la acción sacramental tenga un sentido

    evangelizador desde su preparación, en su celebración y después de la misma[11].

      El propósito de la Nueva Evangelización en la Arquidiócesis de México desde la vida

    sacramental, consiste en desligar la celebración de los sacramentos de toda apariencia de

    lucro o interés económico[12].

      Conseguir que la celebración y la participación en los sacramentos forme parte de un

     proceso de conversión y de verdadero compromiso en la vida cristiana[13].

      La «liturgia» — y en particular el conjunto de los sacramentos —  es el medio más

    habitual de la evangelización de las comunidades. Requerimos de una renovación

     profunda de la pastoral de los sacramentos de manera que los fieles puedan vivir una

    experiencia verdaderamente evangelizadora antes, durante y después de la celebración

    sacramental[14].

     

    c. CONSIDERACIONES EN MATERIA DE RELIGIOSIDAD POPULAR  

      Por lo que se refiere a la religiosidad popular, que tiene su estudio particular, parece

    oportuno presentar su nexo con la liturgia, dad que en nuestros ambientes se las une y en

    ocasiones hasta se las confunde.

      En verdad, «toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo,

    que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y

    http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8bis

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    en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia». Debe ser superado,

     por lo tanto, el equívoco de que la Liturgia no sea «popular»: la renovación conciliar ha

    querido promover la participación del pueblo en las celebraciones litúrgicas,

    favoreciendo modos y lugares (cantos, participación activa, ministerios laicos...) que, en

    otros tiempos han suscitado oraciones alternativas o sustitutivas de la acción

    litúrgica[15].

      En nuestro ambiente cultural y aun en la misma Iglesia, marcada por la religiosidad

     popular y la diversidad de devociones, no ha sido suficientemente comprendido,

    valorado y explorado — incluso entre los Sacerdotes —  el potencial evangelizador de la

    liturgia. Las celebraciones litúrgicas deben llegar a ser acciones evangelizadoras más

    completas y fructuosas; para esto se requieren profundos cambios de mentalidad y de

     práctica pastoral[16].

    d. ACTIVIDADES / ESTRATEGIAS 

      En cada una de las celebraciones litúrgicas, es necesario tener en cuenta que la

    «dignidad, sobriedad y simplicidad» son características de la Liturgia Latina.

      El celebrante es dispensador de la gracia y está al servicio del pueblo.

      Las normas litúrgicas propuestas por los Praenotanda de los libros litúrgicos son una

    gran herramienta para descubrir el valor teológico y significativo de los sacramentos y dela liturgia en general. Conviene por lo tanto prestar atención y seguir las indicaciones que

    ellos contienen, a fin de que, la celebración litúrgica adquiera a la altura propia de

    actualización del misterio Pascual.

    e. DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA Y MATERIALES DE APOYO 

    Principales Documentos de la Reforma litúrgica:

      Concilio Vaticano II, Constitución sobre la sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium,

    (capítulos 1, 2, 3 y 5 fundamentalmente).

     

      2ª Edición Típica del Misal Romano, Instrucción General del Misal Romano, pp. 24-86,

    Ed. Obra Nacional de la Buena Prensa, México.

    http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16bishttp://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15bis

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      Cuadernos Somelit No. 4, Institución General del Misal Romano, Tercera edición típica,

    Ed. Obra Nacional de la Buena Prensa, México, 2003.

     

      Leccionario Romano, Prenotandos, Ed. Obra Nacional de la Buena Prensa, México.

     

      Ritual para el Bautismo de los niños, Observaciones generales, pp. 7-25, Ed. Obra

     Nacional de la Buena Prensa, México.

     

      Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, Introducción General , pp. 9-38, Ed. Obra

     Nacional de la Buena Prensa, México. 

      Ritual de la Confirmación, Prenotandos, pp. 10-23, Ed. Obra Nacional de la Buena

    Prensa, México.

     

      Ritual del Matrimonio, Introducción General , pp. 13-23, Ed. Obra Nacional de la Buena

    Prensa, México.

     

      Ritual de la Penitencia, Introducción General , pp. 11-46, Ed. Obra Nacional de la Buena

    Prensa, México.

     

      Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda parte: La celebración del Misterio Cristiano,

    núms. 1066-1690.

    DOCUMENTOS DE PASTORAL LITÚRGICA: 

      Arquidiócesis de México, Evangelización de las culturas en la ciudad de

     México(ECUCIM), núms. 3062-3204, 4306, 4347-4356. Editado por la Arquidiócesis

    Primada de México, México, 2002.

     

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      Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre

    la piedad popular y la liturgia, editado por la Arquidiócesis Primada de México,

    México, 2002.

    DOCUMENTACIÓN COMPLEMENTARIA: 

      Pardo, Andrés: Enchiridion, Documentación litúrgica posconciliar , Ed. Regina,

    Barcelona, España; 1995.

    1 ECUCIM 3062 [III p 68, párr. 1]; SC 10.

    2 SC 2, 5, 6, 16, 106, 109.

    3 SC 26.4 ECUCIM 2741.

    5 Cf. CIC 834 § 1: «Munus sanctificandi Ecclesia peculiari modo adimplet per sacram

    liturgiam,

    quæ quidem habetur ut Iesu Christi muneris sacerdotalis exercitatio».

    6 ECUCIM 2741.

    7 Decreto General 119 en ECUCIM p. 954.

    8 ECUCIM 3063 [III p 68, párr. 2].

    9 ECUCIM 3064 [III p 68, párr. 3].

    10 ECUCIM 3065 [III p 68, párr. 4].

    11 ECUCIM 3066 [III p 68, párr. 5].

    12 ECUCIM 3067 [III p 68, párr. 6].

    13 ECUCIM 3068 [III p 68, párr. 7].

    14 ECUCIM 2760.

    15 Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre

    la piedad popular y la liturgia, n. 11.16 ECUCIM 3071.

    http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#16http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#15http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#14http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#13http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#12http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#11http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#10http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#9http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#8http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#7http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#6http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#5http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#4http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#3http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#2http://www.vicariadepastoral.org.mx/manual_parroquia/manual_10.htm#1

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    Liturgia 

    Pastoral litúrgica es para animar la vida litúrgica, teniendo en cuenta los colectivos sociales,

    históricos, culturales y eclesiales, con miras a la participación activa, consciente y plena de

    todos los de la celebración, para cosechar los frutos espirituales de la misma.

    La pastoral litúrgica, con la participación de la comunidad o sus representantes, se ocupa de

    la preparación, ejecución y evaluación de las celebraciones. Mantiene una adecuada

    organización de la vida litúrgica en todos los niveles y una formación permanente de la

    iglesia litúrgica de la gente, los ministros y los equipos de liturgia.

    Las liturgias y las personas célebres caen a través del ritual de la acción simbólica, la

    experiencia del misterio pascual de Cristo. de la pastoral litúrgica se organiza con

    referencia a los momentos fuertes del año litúrgico, las fiestas patronales, eventos

    importantes en la historia de la celebración comunitaria de los sacramentos, favoreciendo el

    domingo como el día de la Resurrección de la Palabra, la Eucaristía y la comunidad.

    El ministerio litúrgico en una comunidad, parroquia o diócesis trabaja con la ayuda de su

     propia organización, siempre con un plan de trabajo y un cronograma de actividades.

    Objetivo

    Animar toda la vida litúrgica en la parroquia de la comunidad de los fieles a celebrar con

    alegría y participativa experiencia del misterio de la salvación en la propuesta del año

    litúrgico.

    Directrices

    - La liturgia incluye todos los aspectos de la celebración de la fe y de acuerdo a la SC 8 es

    “la cumbre a la cual toda la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, es la fuente de donde

    emana toda su fuerza”; 

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    - Una misión pastoral litúrgica es crear las condiciones para la escucha de la Palabra, la

    celebración de la fe y la vida, compartiendo el pan, el encuentro fraterno con Dios y unos

    con otros;

    - La unión entre seguir las reglas y directrices de la Iglesia con una creatividad participativa

    es el criterio para una liturgia viva y dinámica;

    Coordinación:

    Verónica Orellana

    Objetos Litúrgicos

    Son usados en las celebraciones litúrgicas.”Con particular celo de la Iglesia se encargó de

    que los objetos sagrados y muy bien servir a la dignidad digno de adoración, incluso los

    cambios o material, o forma, o la ornamentación que el progreso técnico ha llevado al arte a

    lo largo de los siglos” (SC 122C .) Por ello, el templo, el altar, el tabernáculo, fotos, libros,

    trajes, trajes y ornamentos, y todos los objetos deben reflejar la dignidad del culto, que,

    como expresión viva de la fe a sí mismo identifica con la naturaleza de Dios, a quien el

     pueblo, recogida por el Hijo y la luz del Espíritu Santo, el amor en “espíritu y verdad.” 

    Los libros litúrgicos

    MISAL –  Libro usado por el sacerdote en la celebración eucarística.

    LECCIONARIO –  Documento que contiene las lecturas de la celebración. Hay tres:

    I –  DOMINGO LECCIONARIO –  contiene las lecturas de los domingos y algunas

    solemnidades y fiestas.

    II –  LECCIONARIO SEMANAL –  contiene las lecturas de la semana. La primera lectura yel salmo responsorial se ordenan por año y extraño. El evangelio es siempre el mismo para

    ambos años.

    III –  SANTOS LECCIONARIO –  contiene las lecturas para las celebraciones de los

    santos. En ella también contiene las lecturas para su uso en la administración de los

    sacramentos y por diversas circunstancias.

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    EVANGELIO –  Este es el libro que contiene el texto del Evangelio para las celebraciones

    dominicales y para la gran solemnidad.

    Espacio, objetos y partes del Presbiterio:

    PRESBITERIO –  el espacio que rodea el altar, por lo general un poco más alto, donde se

    celebran los ritos sagrados más importantes.

    ALTAR –  ajuste de la tabla y también puede ser móvil, para la celebración eucarística. Es

    el espacio más importante de la Iglesia. Donde celebramos el sacrificio redentor de Cristo.

    AMBON –  También se conoce como la tabla de la Palabra. Es la plataforma donde se

     proclama la palabra de Dios. No se debe confundir con el soporte de la comentarista y

    cantante animador. Esto no debe tener la misma prominencia del púlpito.

    CREDENCIA –  Pequeña mesa donde se colocan los objetos litúrgicos, que serán utilizados

    en la celebración. Por lo general, está cerca del altar.

     NAVE DE LA IGLESIA –  Espacio reservado para los adoradores del templo.

    TABERNÁCULO –  También se le llama el Santísimo. Se trata de una pequeña urna donde

    se guardan las partículas consagradas y el Santísimo Sacramento. Se recomienda que se

    trata de un lugar adecuado, con dignidad, por lo general en una capilla lateral.

    PÚLPITO –  Lugar en las iglesias antiguas, donde el presidente estaba haciendo la

     predicación. Hoy en día, prácticamente no se utiliza.

    BAUTISTERIO, es la fuente bautismal. En nuestra parroquia, se encuentra en la entrada

    del templo.

    SACRISTÍA –  sala anexa a la iglesia donde permanecen los objetos sagrados y objetos para

    las celebraciones, también es el lugar donde el sacerdote se paramenta. La sacristía debe ser

    usada por los que de ella tengan necesidad, pero no es un lugar para permanencia, pues es

    usado por los sacristanes y ministros para cuidar de los objetos litúrgicos sacerdotales y de

    uso de las celebraciones. Úsela cuando le sea necesario.

    Objetos litúrgicos:

    CORPORAL –  de forma cuadrada de tela sobre la cual se coloca el cáliz con el vino-agua

    y la patena con el pan.

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    MANUSTÉRGIO –  Toalla con la que el sacerdote se limpia las manos en el rito de la taza

    del baño. En un tamaño más pequeño, es utilizado por los ministros de la Eucaristía para

    secar los dedos del sacerdote.

    PALIA o CARTÓN –  Forrado con una tela para cubrir la patena y el cáliz.

    SANGUÍNEO O PURIFICADOR -Se trata de un paño rectangular, con la que el sacerdote

    después de la comunión purifica el cáliz, los copones y la palia.

    COPÓN –  Se trata de un contenedor para el almacenamiento y la distribución de las

     partículas a los fieles.

    CÁLIZ –  Recipiente en el que se consagró el vino durante la misa.

    CALDERO –  recipiente pequeño, lo que significa para rociar agua bendita.

    CANDELABRO –  utensilio que se utiliza para apoyar una vela.

    PATENA –  plato pequeño, generalmente de metal, para mantener la oblea durante lacelebración de la misa.

    JARRA –  En tamaño pequeño, el frasco que contiene el agua para el rito de la purificación

    en la preparación y presentación de los dones.

    CIRIO PASCUAL –  vela mayor, que es bendecida solemnemente en la Vigilia de Pascua el

    Sábado Santo y se mantiene en las celebraciones hasta el domingo de Pentecostés.

    CRUZ –  existe la cruz procesional, es decir, sirve para guiar la procesión de entrada, y

    también una cruz más pequeña, que puede permanecer en el altar.

    VELAS –  Velas comunes pero de buen gusto, frente al altar, por lo general en el número

    dos, dos candelabros.

    CUSTODIA –  Objeto utilizado para sostener dignamente la hostia consagrada para la

    adoración de los fieles y para bendecir al pueblo de Dios.

    VINAJERAS, dos recipientes para agua y vino para la celebración de la Misa

    INCIENSO –  Es una resina aromática extraída de varias plantas, se utilizan sobre carbones

    calientes, en las celebraciones solemnes.TECA o PIXIDE  –  Una caja pequeña, generalmente de metal, que tiene la Eucaristía a los

    enfermos. También se utiliza en mayor tamaño, en la celebración eucarística, para contener

    la ostia mayor.

    INCENSARIO –  Jarrón de incienso utilizado durante la celebración. En ella se encuentran

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    el incienso y carbón.

     NAVETA- Sirve para guardar el incienso.

    Santos Oleos- Consagrados en la Semana Santa, sirve para la realización de los

    Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los enfermos.

    Otros simbolos

    IHS –  iníciales de las palabras en latín Iesus Hominum Salvator, es decir: Jesús Salvador de

    los hombres. Se utilizan siempre en inversiones en las puertas del santuario y los

    anfitriones.

    ALFA Y OMEGA –  primera y última letra del alfabeto griego. En el cristianismo se

    aplican a Cristo, principio y fin de todas las cosas.

    TRIÁNGULO –  Con sus tres ángulos iguales (equilátero) triángulo simboliza la Trinidad.

    Es un símbolo no es muy conocida por nuestro pueblo.

    INRI –  Estas son las iníciales de las palabras Iesus Nazarenus Rex Iudaerum, que quieren

    decir: Jesús de Nazaret Rey de los Judíos, enviado por Pilatos puso en la crucifixión de

    Jesús (cf. Jn 19:19).

    Vestimentas:

    ALBA o túnica –  llevan mucho tiempo, blanco o neutro, común a los ministros de cualquier

    grado.

    AMITO –  Paño de que el ministro coloca alrededor del cuello antes de que otras vestiduras

    (poco utilizado).

    CASULLA –  vestimenta propia del sacerdote que preside la celebración. Ese tipo de capa

    se viste sobre el alba y la estola. Acompaña el color litúrgico del día.

    ESTOLA –  Vestir litúrgicos ministros ordenados. El obispo y al sacerdote para poner en los

    hombros, para que se caen de la parte delantera en forma de dos tiras, a raíz de la longitud

    del alba o túnica. Los diáconos también lo utilizan, pero la correa de hombro en el hombro

    izquierdo, colgando por la derecha.

    PLUVIAL DE CUBIERTA –  Cubierta de largo, que el sacerdote usa para dar a la

    Bendición del Santísimo o para llevarlo en procesión. También se utiliza en el rito de

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    aspersión de la congregación.

    VELO HUMERAL –  También se le llama velo de hombros. Manto rectangular utilizada

     por el sacerdote sobre sus hombros, dando la bendición con el Santísimo Sacramento o

    llevando la custodia con el Santísimo Sacramento.

    DALMÁTICA –  Vestido del Diácono. Se coloca sobre el alba y la estola.

    BALDOQUINO- Objeto de tela con 4 o 6 lustres que sirve para transportar el santísimo

    Sacramento.

    Colores liturgicos

    Se relacionan con el mantel del altar y el púlpito y ornamentos litúrgicos. Ellos son:

    BLANCO –  Simboliza la victoria, la paz, el alma pura, la alegría. Usos: el Jueves Santo, la

    Vigilia de Pascua el Sábado Santo, durante toda la temporada de Pascua, en Navidad, la

    época de Navidad, las fiestas de los santos mártires (cuando no sea recomendado el rojo) y

    las fiestas del Señor (a excepción de la Pasión ) y las fiestas de la memoria de la

    Bienaventurada Virgen María, los Santos Ángeles, en la fiesta de Todos los Santos, San

    Juan Bautista, San Juan Evangelista, la Cátedra de San Pedro y la Conversión de San

    Pablo. Es el color predominante de la resurrección.

    ROJO –  El fuego simboliza, la sangre, el amor divino, el martirio. Se utiliza: el domingo

    Ramos y la Pasión el Viernes Santo, Santo, el Domingo de Pentecostés, las fiestas de los

    apóstoles, los mártires y los evangelistas.

    VERDE –  Es el color de la esperanza. Se utiliza en tiempo ordinario o Tiempo Común.

    MORADO –  Simboliza la penitencia. Se usa en Adviento y Cuaresma. También se puede

    utilizar en las oficinas y las misas por los muertos. (El Adviento, hay una tendencia a

    utilizar el color violeta en vez de púrpura, para distinguirla de la Cuaresma, ya que el

    Adviento es un tiempo de feliz expectación y esperanza, en una vida sobria, no la

     penitencia, al igual que la Cuaresma .) NEGRO –  Es un símbolo de luto. Puede ser utilizado en las misas de difuntos, pero estas

    celebraciones también se puede usar el blanco, dando a continuación, el énfasis no es el

    dolor, pero la resurrección.

    ROSA –  También simboliza la alegría. Puede ser utilizado en el 3er domingo de Adviento,

    llamado “Gaudete”, y en el 4 º Domingo de Cuaresma, aquí llamado “Laetare” El domingo,

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    tanto de la alegría.

    AZUL- Es usado en las celebraciones Marianas.

    Posiciones del cuerpo:

    En la liturgia todos somos llamados a participar. Por lo tanto, los gestos corporales son

    también litúrgicos. Así, tenemos:

    DE PIE: es la posición de Cristo resucitado, cuando se disponía a obedecer, listo para

    funcionar. Demuestra disposición a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

    SENTADO: es la posición de escucha, el diálogo, que medita y reflexiona. En la liturgia,

    esta posición se basa sobre todo para escuchar las lecturas (a excepción de la lectura del

    Evangelio), y la homilía en el momento en que la gente se concentra, meditando.

    ESTAR DE RODILLAS: es la posición de aquellos que se ponen en oración profunda y

    confiada.

    DE RODILLAS: se dobla la rodilla al suelo. Esto significa que la adoración, que se reserva

     para el Santísimo Sacramento, ya sea expuesto o reservado en el sagrario. Hay profunda

    reverencia o genuflexión quienes llevan a los objetos que se utilizan en las celebraciones,

     por ejemplo, la cruz, los candelabros, el libro de los evangelios.

    POSTRADO: los medios se extienden hasta el suelo, expresó profundo sentido de la

    indignidad, la humildad, y también de súplica. Gesto que figura en el Viernes Santo, en el

    inicio de la celebración de la Pasión. También los que serán ordenados diáconos y ancianos

    se postran.

    INCLINAR EL CUERPO: es una actitud en algún lugar entre pie y de rodillas. Señal de

    reverencia y el honor que se presta a las personas o las imágenes. Fue antes de que la

     pendiente transversal, al principio y al final de la celebración, para recibir la bendición,

    cuando, durante el acto litúrgico, hay necesidad de pasar ante el sagrario, antes y después

    de la incensación, y cada vez que vienen expresamente se indica en los libros litúrgicosdiversos.

    Levanten las manos: es un gesto de súplica u ofrenda del corazón a Dios. Normalmente se

    utiliza durante el rezo del Padrenuestro y cantos de alabanza.

    GOLPEÓ EN EL PECHO: una expresión de dolor y arrepentimiento de los pecados. Este

    gesto se produce en la oración, me confieso ante Dios todopoderoso.

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    SILENCIO: actitud esencial en las celebraciones litúrgicas. Indica que el respeto, la

    atención, la meditación y el deseo más oír la palabra de Dios. En la celebración eucarística,

    que se espera un minuto de silencio en el acto penitencial y después de la llamada a la

    oración original después de una lectura o después de la homilía. Después de la comunión,

    Se puede omitir el canto y hacer mas silencio todos están invitados a observar el silencio

    sagrado y permanecer de pie hasta que el celebrante se siente.

    Litúrgica, Pastoral

    DPE

    SUMARIO: Introducción. —  1. Noción de pastoral litúrgica. —  2. La pastoral litúrgica en

    el conjunto de la misión de la Iglesia. —  3. Características de la pastoral litúrgica. —  4.

     Retos de la pastoral litúrgica. —  5. Los "agentes" de la pastoral litúrgica. —  6. Niveles de

    la acción pastoral litúrgica. —  7 Objetivos permanentes de la pastoral litúrgica. —  8.

     Ambitos de la pastoral litúrgica: ol La pastoral de los sacramentos; b) La pastoral del

    domingo y del año litúrgico; c) La pastoral de la Liturgia de las Horas; dl La pastoral de

    los ejercicios piadosos del pueblo cristiano. 

    Introducción 

    La liturgia de la Iglesia es una acción esencialmente sacramental que se realiza en dos planos, el invisible y el visible (cf. SC 2). Según el primero, que corresponde a la presencia

    de Jesucristo con el poder de su Espíritu en las celebraciones litúrgicas, la comunidad de los

    fieles es santificada y se encuentra con Cristo y, al mismo tiempo, es incorporada a la

    liturgia celeste, pregustándola anticipadamente. Según el plano visible la comunidad se

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    manifiesta como asamblea celebrante en la que cada uno, ministro o simple fiel, desempeña

    todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la acción (cf. CCE 1144).

    Conviene tener en cuenta esta visión integradora de la liturgia para evitar reducir la pastoral

    litúrgica a los aspectos prácticos, como si la única finalidad de ésta consistiera únicamente

    en asegurar las condiciones para una participación formal y externa. Para perfilar una

    noción adecuada de la pastoral litúrgica se ha de atender por una parte a la naturaleza de la

    liturgia y por otra a la misión de la Iglesia, en la que la pastoral litúrgica ocupa un puesto

    específico, si bien en íntima relación con las restantes funciones eclesiales.

    1. Noción de pastoral litúrgica 

    En 1903 el Papa san Pío X señaló que la participación de los fieles en la liturgia es la

    "fuente primera e indispensable del espíritu cristiano". Esta idea resultó muy fecunda

    dentro del movimiento litúrgico, constituyendo una afirmación de base en el Concilio

    Vaticano II para hacer de la participación de los fieles el principal objetivo de la revisión de

    los ritos y textos (cf. SC 11; 14; 19; 21; etc.). Terminada ésta, permanece aquel objetivo

    orientado a conducir a los fieles hacia una vivencia cada día más profunda de lo que

    celebran. En esto consiste la renovación litúrgica.

    El Catecismo de la Iglesia Católica ha enriquecido esta perspectiva poniendo de manifiesto

    la obra del Espíritu Santo y de la Iglesia en la celebración litúrgica, señalando que es una

    "obra común" (CCE 1091) en la que el Espíritu actúa como verdadero maestro interior que

     prepara a la comunidad para el encuentro con el Señor, la ayuda a comprender la palabra

    divina, actualiza la obra salvífica de Cristo y hace fructificar el don de la comunión en

    todos los fieles (cf. CCE 1091-1109). En este sentido la pastoral litúrgica está

    esencialmente al servicio del ejercicio del sacerdocio común de todo el pueblo de Dios en

    la acción litúrgica (cf. CCE 1140-1141).

    Por eso no se puede disociar la pastoral litúrgica del ejercicio de este sacerdocio. La

    finalidad de la liturgia es la santificación de los hombres y el culto a Dios (cf. SC 10; CCE

    1070; 1082-1083; 1089). Los sacramentos están ordenados a esta santificación y a este

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    culto, pero son al mismo tiempo "signos de la fe" que no sólo la suponen que la alimentan,

    la robustecen y la expresan, de forma que el fruto de su celebración en el hombre depende

    también de las disposiciones con que participa en la celebración (cf. SC 59; CCE 1123;

    1128).

    La liturgia en cuanto ejercicio del sacerdocio de Cristo (SC 7; CCE 1069; 1136), es una

    realidad anterior y más amplia que la pastoral litúrgica. Pero como función santificadora y

    cultual de la Iglesia ha de realizarse dentro de las coordenadas del tiempo y del espacio, y

    asumiendo los medios humanos de expresión y de comunicación religiosa exigidos por otra

     parte por la misma naturaleza sacramental de la liturgia (cf. CCE 1135 ss.). De ahí la

    importancia que adquiere el cuidado de la calidad de las celebraciones litúrgicas al servicio

    de los fines de la liturgia señalados antes (cf. SC 11; etc.).

    La noción de pastoral litúrgica depende, en todo caso, del concepto de liturgia. Por pastoral

    litúrgica se entiende por tanto toda acción orientada a que los fieles participen activa y

    conscientemente en las celebraciones litúrgicas de acuerdo con su propia condición,

    ministros o simples fieles, de modo que hallen en ellas la fuente de su vida cristiana.

    2. La pastoral litúrgica en el conjunto de la misión de la Iglesia  

    La misión de la Iglesia, continuación de la misión de Cristo (cf. Jn 20,21; Hch 1,8), brota de

    su misma esencia de signo de la comunión con Dios y de la unidad del género humano (cf.

    LG 1): "Predicando el evangelio, mueve a los oyentes a la fe y a la confesión de la fe, los

    dispone para el bautismo, los arranca de la servidumbre del error y de la idolatría y los

    incorpora a Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por la caridad hacia él" (LG 17; cf.

    SC 6).

    En esta cita se aprecian las tres funciones características de la misión de la Iglesia: predicar

    el evangelio (pastoral de la Palabra), bautizar e incorporar a Cristo (pastoral de los

    sacramentos) y practicar la caridad (pastoral del servicio). Esta división de la acción

     pastoral, basada en el triple oficio de Cristo profeta, sacerdote y rey, corresponde también a

    la distinción de las funciones del ministerio ordenado en el obispo, los presbíteros y los

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    diáconos: el "munus docendi" o función de enseñar en toda su amplitud, el "munus

     sanctificandi" o función santificadora, y el "munus regendi" o función de regir al Pueblo de

    Dios (cf. LG 25-27; CCE 888-896). También los laicos participan del ministerio profético,

    sacerdotal y real de Cristo, cumpliendo la parte que les corresponde en la misión de toda la

    Iglesia (cf. LG 33-35; AA 2-4; CCE 901 ss.).

    Más recientemente se han propuesto otras divisiones algo más complejas, que pueden

    sintetizarse así: la evangelización(kerigma), la catequesis (didascalia), la

    liturgia (leitourgía), la comunión eclesial (Koinonía) y el servicio (diakonía). En realidad

    subsisten las tres funciones básicas, dado que la evangelización y la catequesis son aspectos

    de la función de enseñar, y la comunión eclesial es fruto tanto de la pastoral de la Palabra

    (evangelización y catequesis) como de la pastoral litúrgica, y constituye el fundamento dela pastoral del servicio cristiano, incluida la autoridad o función de regir.

    En todo caso la pastoral litúrgica, vinculada a la función santificadora de la Iglesia, está

    íntima y profundamente relacionada con todas las demás acciones eclesiales. En efecto, la

    evangelización y la catequesis, la pastoral litúrgica, la guía y la edificación de la

    comunidad, la acción social y caritativa, el servicio cristiano en toda su amplitud -testimonio, presencia en la sociedad, promoción humana, liberación, etc.-, forman una

    unidad indisoluble, que brota de la única misión de Cristo confiada a la Iglesia.

    En efecto, la pastoral de la Palabra es necesaria "para que los hombres puedan llegar a la

    liturgia... llamados a la conversión y a la fe" (SC 9). Y la liturgia misma "impulsa a los

    fieles a que, ésaciados con los sacramentos pascualesí sean éconcordes en la piedadí, ruega

    a Dios que éconserven en su vida lo que recibieron en la feí, y la renovación de la alianza

    del Señor con los hombres en la eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante

    caridad de Cristo" (SC 10). De la celebración litúrgica brota también la misión y las

    exigencias del testimonio y del apostolado: "Id y anunciad... lo que habéis visto y oído" (Lc

    7,22). Por otra parte la pastoral litúrgica ha de tener en cuenta que la liturgia es "cumbre a

    la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde dimana toda

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    su fuerza" (SC 10; cf. LG 11). Pero, al mismo tiempo, ha de estar orientada a la formación

    de una auténtica comunidad cristiana (cf. PO 6).

    En consecuencia no se deben enfrentar ya evangelización y sacramentos, ni liturgia y

    catequesis, ni acción social y culto cristiano, porque el cuerpo es uno solo, aunque tiene

    diversidad de servicios, funciones y ministerios (cf. 1 Cor 12,4-6; Ef 4,1-12).

    3. Características de la pastoral litúrgica 

    Teniendo en cuenta el puesto que corresponde a la pastoral litúrgica en el conjunto de la

    misión de la Iglesia, se pueden advertir algunas características propias:

    a) La pastoral litúrgica no es directamente misionera, aunque ha de tener una gran

     preocupación evangelizadora. A raíz de la publicación de la Exhortación

    Apostólica "Evangelii Nuntiandi" del Papa Pablo VI (1975) y teniendo en cuenta la

    necesidad actual de una "nueva evangelización", se ha percibido con mayor claridad la

    urgencia de que la acción evangelizadora como anuncio de Jesucristo y llamada a la

    conversión y la acción litúrgica se impliquen mutuamente. Por otra parte "nunca se insistirá

     bastante en el hecho de que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza

    de una doctrina... La evangelización despliega toda su riqueza cuando realiza la unión másíntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los

    sacramentos" (EN 47).

    La pastoral litúrgica ha de procurar la transformación interior del hombre y de la vida a la

    luz del evangelio (cf. EN 17-18), llamando a los creyentes, hacia los que se dirige

     preferentemente, a la conversión, a la fe y a la coherencia de vida (cf. SC 9; 59). Este

    aspecto es tanto más necesario cuanto más pluralista es la sociedad, pues a las

    celebraciones litúrgicas asisten creyentes de muy diverso grado de fe, y no es raro que

    asistan también no creyentes.

     b) Por otra parte, teniendo en cuenta que la celebración litúrgica desarrolla una esencial y

    eficaz pedagogía del misterio cristiano, la pastoral litúrgica ha de prestar también una gran

    atención a las instancias del desarrollo de la fe y, en definitiva, de la formación integral del

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    ser cristiano. En este sentido se podría hablar de dimensión catequética de la pastoral

    litúrgica, pero sin que se produzca una confusión entre la catequesis y la celebración. A

    veces se ha dicho que la celebración es una forma de catequesis en acto, y de lugar de

    educación en la fe. Esto es cierto solamente en parte, porque la liturgia es siempre

    expresión de la fe de la Iglesia según el célebre adagio "lex orandi-lex credendi", y porque

     posee una gran fuerza ilustrativa y transmisora de los misterios que se celebran -se ha dicho

    que la liturgia es el órgano más amplio del magisterio de la Iglesia y su más eficaz

    didascalia-.

    Ahora bien, la pastoral litúrgica debería tomar en mayor consideración esos aspectos

    disdascálicos de la liturgia, y cuidar al máximo la dimensión expresiva y comunicativa de

    la fe en los signos, en los textos y en los gestos litúrgicos. Por otra parte la pastoral litúrgicaha de mirar también a la formación integral del creyente para que llegue a la condición de

    adulto en Cristo (cf. Ef 4,13; Col 1,9), pero siempre de acuerdo con la condición propia de

    la liturgia, es decir, según las leyes propias de ésta, lo que se conoce como la "mistagogia

    del misterio". La mistagogía se produce en el interior de la celebración por medio de los

    signos y símbolos, de los ritos, de la lectura de la Palabra de Dios, de la homilía, de las

    oraciones y de los cantos, etc.

    Las relaciones entre la pastoral litúrgica y la catequesis son ciertamente muy importantes,

    hasta el punto que se condicionan mutuamente. Una y otra han de trabajar juntas

    especialmente en la preparación de los sacramentos, donde ha de jugar un papel decisivo la

    catequesis propiamente litúrgica. Pero en modo alguno la celebración ha de invadir los

    fines ni los medios de la catequesis. El gran modelo tanto para la catequesis como para la

    liturgia es la Iniciación cristiana, sobre todo como era realizada en los primeros siglos de la

    Iglesia.

    c) El objetivo inmediato de la pastoral litúrgica es la participación de los fieles. Por eso la

     pastoral litúrgica ha de procurar instruir, educar y conducir progresivamente y por todos los

    medios a los fieles hacia esa participación consciente, activa y fructuosa a la que tienen

    derecho en virtud de su bautismo (cf. SC 14). Ahora bien, cuando el Vaticano II habló de la

     participación de los fieles, añadía siempre unos calificativos a esta participación. Decía que

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    había de ser plena, consciente, activa y fructuosa, interna y externa, adaptada a la condición

    de los fieles, ordenada, etc.

    Esto quiere decir que la participación de los fieles ha de ser real, no meramente interior sino

    expresiva, pero tampoco únicamente activa por fuera, de manera que los que toman parte en

    una celebración no sean extraños y mudos espectadores sino actores que se unen a la acción

    sagrada juntamente con el ministro (cf. SC 48). Se trata por tanto de guiar a toda la

    asamblea litúrgica hacia la participación plena mediante la oración y el canto, la

    contemplación y el gesto, la escucha silenciosa y el movimiento, más que de organizar la

    liturgia misma solamente en función de la participación activa, obedeciendo a un afán de

    cambiar las estructuras celebrativas a fin de hacer intervenir continuamente a todos los

     participantes y lograr un determinado efecto a partir de la actividad externa. El concepto de participación activa significa que la liturgia es, por su propia esencia, acción comunitaria,

     pero no que tenga que ser esbozada de nuevo. La participación activa reclama la

    interiorización de la acción litúrgica en todos cuantos toman parte en ella.

    La atención a la participación plena requiere por tanto un equilibrio difícil de aspectos,

     porque hoy acechan a la liturgia algunos riesgos que pueden desnaturalizar las

    celebraciones. Uno es el de poner la celebración al servicio de la transmisión de ideas y de

    actitudes de comportamiento, no sólo morales sino también propias de la presencia de los

    laicos en el campo de las realidades temporales. Otro es el de caer en nuevas formas de

    individualismo devocionalista, con el pretexto de acoger las instancias legítimas de la

    religiosidad.

     No se puede olvidar tampoco otro riesgo, el de procurar el esteticismo formal o una

    equivocada concepción de la belleza de la celebración, bajo el pretexto de la inculturación o

    de las exigencias que imponen a veces los medios de comunicación audiovisuales. En otro

    tiempo pudo ser el ceremonial barroco y la música teatral, hoy puede ser la incorporación

    de elementos ajenos a la liturgia, como el folclore o la música profana, popular o moderna.

    La liturgia sólo puede tener como objeto de la celebración el misterio de Cristo y su obra de

    salvación. Una comunidad que no celebra este acontecimiento, se celebra a sí misma y

     profana de alguna manera la liturgia.

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    d) La pastoral litúrgica ha de dirigirse a todos los fieles, no solamente a un grupo más o

    menos selecto, pues la participación en la liturgia tampoco es fin en sí misma, sino un

    medio para hacer realidad el carácter eclesial de las acciones litúrgicas, carácter que está

    necesariamente unido a la primacía de las celebraciones comunitarias en igualdad de

    circunstancias (cf. SC 26-27). La pastoral litúrgica es un saber hacer, un arte de conducir a

    los fieles hacia la vivencia más profunda del misterio de salvación. Esto requiere

    conocimiento doctrinal y experiencia vital de la liturgia, sin desdeñar la aportación de

    algunas ciencias humanas como la psicología, la semiología, la ling,ística, la estética, etc.

    4. Retos de la pastoral litúrgica 

    La pastoral litúrgica entró con fuerza en la vida de las comunidades cristianas sobre todo

    después del Concilio Vaticano II. Sin embargo, en los años de la aplicación de la reforma

    litúrgica conoció momentos de euforia y momentos de cansancio, momentos de cambio y

    momentos de trabajo callado y de profundización. No obstante el balance final altamente

     positivo, la pastoral litúrgica tiene todavía no pocos retos que afrontar:

    a) En primer lugar incorporar a la celebración al hombre postmoderno, especialmente el

    habitante de las grandes ciudades, anónimo, marginado, cosificado, aplastado por la

     publicidad, el ritmo de vida, el ruido, la dispersión familiar; al hombre "light", desvalido yconformista, sea cual sea el ámbito en el que se mueve, diluidas cada día más las

    diferencias entre el que vive en la gran ciudad y el que vive en las zonas rurales. Los

    medios de comunicación social han creado un modelo cultural (o pseudocultural) bastante

    uniforme.

    El hombre postmoderno es individualista y tiende a privatizar cada día más la vida

    espiritual. La pastoral litúrgica ha de esforzarse entonces en integrar lo personal en lo

    comunitario, y ha de servir ante todo a las exigencias de una celebración que es siempre

    acción eclesial y que, siguiendo los libros litúrgicos, tiene en cuenta siempre una

     participación de los fieles que cuida con gran equilibrio tanto de la acción (canto,

    respuestas, gestos, movimientos) como de la contemplación (escucha de la palabra, oración

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    silenciosa). Lo mismo cabe decir de la necesidad de que en toda celebración se distribuyan

    y se realicen adecuadamente todos los ministerios y funciones litúrgicas de la asamblea.

     b) Un segundo reto sigue viniendo de la pérdida del sentido de lo sagrado cristiano, es

    decir, de la santidad y de la presencia de Cristo. La secularización llega a invadir hasta la

    misma expresión religiosa interpretada muchas veces como folclore popular o

    costumbrismo y la despoja de su valor de auténtica experiencia de encuentro con Dios. La

     pastoral litúrgica tiene que encontrar el difícil camino entre la sacralidad natural y la fe,

    entre el lenguaje religioso y el lenguaje secular, entre el sentimiento y las actitudes que

     brotan de la conversión y de la fe.

    La pastoral litúrgica tiene que ocuparse no sólo de las condiciones mínimas para una

    celebración válida y lícita, sino también, y muy especialmente, de que los fieles penetren

    conscientemente en los misterios que se celebran (cf. SC 11; 59). La pastoral litúrgica ha de

    unir verticalidad y horizontalidad en la celebración, dando la primacía a la dimensión

    transcendente de forma que el creyente se una a Dios y a Cristo en el misterio celebrado,

     pero a la vez se sienta urgido a la acción testimonial y apostólica, y a la transformación de

    las estructuras temporales según el evangelio.

    c) Subsiste y en algunos lugares se acentúa cada día el problema de la falta de fe o el hechode que muchas personas pidan los sacramentos movidas por la costumbre, pero no siempre

    con la preparación catequética que hace más fructuosa la celebración. La pastoral litúrgica

    tiene que atender al hombre concreto y a su situación personal como creyente para ayudarle

    a redescubrir y revitalizar su vida de fe. Por esto tiene que asegurar una buena catequesis

    litúrgica que preceda a la celebración del sacramento, y seleccionar con esmero las lecturas

    y los textos procurando que la misma celebración sea un momento de evangelización. En

    algunas ocasiones habrá que diferir la celebración, para dar lugar a un itinerario

    catecumenal o de catequesis que permita una más profunda inserción en la comunidad

    eclesial.

    A veces se piden los sacramentos desde una situación deseosa de seguridades en el plano de

    la salvación. En estos casos se debe alimentar la fe y preocuparse de renovar las prácticas

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    religiosas despojándolas de toda falsa seguridad. Al mismo tiempo se ha de dar cabida en la

    celebración a todas las instancias legítimas de la piedad del pueblo: espíritu de oración,

    sentido del misterio, tono festivo, lenguaje cercano, justa valoración de las imágenes y de

    los símbolos.

    d) Muchas de las dificultades señaladas se empiezan a resolver cuando los pastores y los

    responsables de la pastoral litúrgica procuran poseer y ofrecer al mismo tiempo una visión

    de la liturgia coherente con su naturaleza teológica y con su finalidad pastoral, un adecuado

    sentido de Iglesia y una exacta visión del hombre y de la comunidad a la que deben servir.

    El Vaticano II dejó bien claro que el éxito de la reforma litúrgica iba a depender de la

    formación de los pastores y de los fieles en este campo (cf. SC 15-19). El tiempo le ha dado

    la razón. Precisamente por eso la formación litúrgica de los pastores y de los fieles, siguesiendo un gran reto recordado insistentemente en todas partes.

    5. Los "agentes" de la pastoral litúrgica 

    Una de las afirmaciones de más largo alcance del Concilio Vaticano II en el ámbito de la

    liturgia fue la relativa al carácter eclesial de las acciones litúrgicas en cuanto

    celebraciones de toda la Iglesia (cf. SC 26; CCE 1140). De este modo se salía al paso tanto

    de la reducción de la liturgia a la actuación de los ministros ordenados, como de latentación varias veces denunciada por el magisterio eclesial de que el ministro se considere

    dueño de la liturgia para intervenir en ella según su criterio particular.

    En efecto, los fieles laicos no son solamente sujetos pasivos de la función santificadora de

    la Iglesia, sino que participan también del oficio sacerdotal de Cristo en virtud del bautismo

    y de la confirmación, de manera que cuando toman parte en una celebración litúrgica,

    ejercen verdaderamente el sacerdocio común y se unen de manera eficaz a la acción del

    ministro que preside y actúa en la persona de Cristo. De ahí que la participación de los

    fieles en la liturgia corresponda a un derecho y a un deber que tienen (cf. SC 14; LG 10-11;

    CCE 901; 1141). Pero "todos los miembros no tienen la misma función" (Rm 12,4): unos

    han sido escogidos y consagrados por el sacramento del orden para actuar representando a

    Cristo, otros ejercen diferentes ministerios particulares laicales, como lectores, acólitos,

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    cantores, etc. Estos últimos son considerados como verdaderos ministerios litúrgicos (cf.

    SC 29; CCE 1143).

    De todo esto se deduce que la pastoral litúrgica, en cuanto servicio en el interior de la

    comunidad cristiana en orden a la participación de los fieles en la liturgia, corresponde

    también a todos los miembros de la Iglesia, aunque, a la hora de la ejecución, esta tarea esté

     particularmente confiada a los responsables de las comunidades, de suyo el obispo y los

     presbíteros que hacen sus veces en cada lugar.

    El sujeto de la celebración litúrgica es siempre la comunidad de los bautizados reunida en

    asamblea, es decir, la Iglesia animada por el Espíritu del Señor y asoci