barthes _ de la obra al texto

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  • 8/7/2019 barthes _ De la obra al texto

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    De la obra aI texto

    Desdehace algunos alios es un hecho que se ha operado (0 seesta operando) un cierto cambio en la idea que nos hacernos dellenguaje y, en consecuencia, en la idea de la obra (literaria), quedebe a ese lenguaje su existencia como fenomeno.ipor 10 menos.Este cambio esta relacionado evidentemente con el desarrolloactual (entre otras disciplinas) de la lingilistica, la antropologfa,el marxismo, el psicoanalisis (estoy empleando aquf la palabrarelacion de una manera voluntariamente neutrat no se tratade decidir una determinacion, por multiple y dialectica que estasea). La novedad que incide sobre la nocion de obra no provieneforzosamente de la renovaci6n interior de cada una de esas dis-ciplinas, sinomas bien de su encuentro en un objeto que tradi-cionalmente no tiene que ver con ninguna de elIas. En efecto, sepodria decir que la interdisciplinariedad, que se ha convertidohoy en dia en un solidovalor enIa investigaci6n,no puede llevar-se a cabo por la simple confrontacion de saberes especiales; lainterdisciplinariedad no es una cosa reposada: comienza efecti-vamente (y no solamente como emisi6n de un piadoso deseo)cuando se deshace la solidaridad de las antiguas disciplinas, qui-zas hasta violentamente, gracias a los envites de la moda, en pro-vecho de un objeto nuevo, de un lenguaje nuevo, que ni el unoni el otro pertenecen al dominio de las cienciasque se pretendianconfrontar apaciblemente; precisame~se malestar de la clasi-

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    DB LA OBRA AL TBXTO

    ficaci6n es 10que permite diagnosticar una determinada muta-ci6n. La mutaci6n que parece estar sufriendo la idea de obra nodebe, sin embargo, sobrevalorarse; participa de un deslizamien-to epistemo16gico, mas que de una autentica ruptura; como a\j menudo se ha dicho, esta ruptura habria sobrevenido el siglopasado, con la aparici6n del marxismo y el freudismo; des-pues no se producirfa ya ninguna nueva ruptura y se podriadecir que, en cierto modo, hace cien afios que vivimos en la re-petici6~ que hoy en dia nos permite la Historia, nuestra His-toria, son tan s610deslizamientos, variantes, superaciones y repu-dio~ la misma manera que la eiencia de Einstein obliga a in-cluir en el objeto estudiado la relatividad de los puntas de reie-rencia, del mismo modo, la acci6n conjugada del marxismo, elfreudismo y el estructuralismo, obliga, en literatura, a relati-

    { vizar las relaciones entre el escritor, ellector y el observador (el~ critico). Frente a la obra -noci6n tradicional, concebida durantelargo tiempo, y todavia hoy, de una manera, como si dijeramos,newtoniana- se produce la exigencia de un objeto nuevo, obte-nido por deslizamiento 0 inversi6n de las categorias anteriores.Este objeto es el Text~Aa se que esta palabra esta de moda (yomismo estoy acostumbrado a emplearla a menudo), y por tanto,es sospechosa para algunos; pero precisamente por eso querrfade algun modo recordarme a mimismo las proposiciones en cuyaencrucijada el Texto se encuentra, segun mi punto de vista; Iapalabra proposici6n se debe entender en este caso en un senti-do mas gramatical que 16gico: son enunciaciones, no argumenta-ciones, toques, si se quiere, acercamientos que aceptan seguirsiendo metaf6ricos. Ahi van esas proposiciones: se refieren almetodo, los generos, el signo, la pluralidad, la filiaci6n, la lectura,el placer.

    *1. El Texto no debe entenderse comoun objeto computable.

    Serta inutil intentar discernir materialmente las obras de lostextos. En particular, no debe uno permitirse llegar a decir: laobra es clasica, el texto es de vanguardia; no se trata de estable-cer, en nombre de la modernidad, una grosera lista de premiosy de declarar in ciertasproducciones literarias y out otras en

    I base a su situaci6n crono16gica:el Textopuede hallarse en unal

    75 DB LA OBRA AL TBXTt)obra muy antigua, ymuchos de los productos de la Iiteratura con-temporanea no son textos en absoluto. Ladiferencia es la siguien-te;;?a obra es un fragmento de sustancia, ocupa una porci6ndelespacio de los libros (en una biblioteca, por ejemplo). El Texto, Vpor su parte, es un campo metodologicor'La oposici6n podria re-cordar (pero de ningun modo la reproduclrta termino a termino)la distinci6n propuesta por Lacan: la realidad se muestra, 10real se demuestra: del mismo modo, la obra se ve (en las Iibre-rfas, los ficheros, los programas de examen), el texto se demues-tra, es mencionado se~n determinadas reglas (0 en contra dedeterminadas reglas)..r1aobra se sostiene en la mano, el texto se ysostiene en el lenguaj~lo existe extraido de un discurso (0,mejor dicho, esun Texto precisamente porque sabe que 10es); elTexto no es la descomposici6n de la obra, es la obra la que es lacola imaginaria del Texto. Es mas: el Texto no se experimentamas que en un trabajo, en una producci6n. De 10que se sigue queel Texto no puede inmovilizarse (por ejemplo, en un estante deuna biblioteca); su movimiento constitutivo es la travesia (pue-de en particular atravesar la obra, atravesar varias obras),

    *2. Delmismo modo, el Texto no sedetiene en la (buena) lite-

    ratura; no puede captarse en una jerarquia ni en base a una sim-ple divisi6n en generos, Por el contrario (0precisamente), 10que10constituye es su fuerza desubversi6n respecto a las viejas clasi-ficaciones. (Como se podrfa clasificar a Georges Bataille? Esteescritor (que es?, (un novelista, un poeta, un ensayista, un eco-nomista, un fi16sofo,un mistico? La respuesta es tan inc6modaque por 10general se prefiere olvidar a Bataille en los manualesde literatura; de hecho, Bataille ha escrito textos, 0 incluso, qui-zas, un unico y mismo texto, siemprafel Texto plantea proble-mas de clasificacion (esa es una de sus funciones sociales, por Votra parte), es porque, implica siempre una determinadaexpe-rienci~ de los limit~sando una expresi6n de Philippe Sollers).Ya Thibaudet hablaba (aunque en un sentido muy restringido)de obras limite (como la Vie de Rance, de Chateaubriand, que, enefecto, hoy dia se nos aparece como un texto): el Texto es 10que llega hasta los limites de las reglas de la enunciaci6n (la ra-cionalidad, la legibilidad, etc.). No es una idea retorica, no se

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    tiBLA OHRl\ AL TEXTO 76recurre a el para resultar heroico: el Texto intenta situarseexactamente detrds de los limites de la doxa (la opini6n comun,constitutiva de nuestras sociedades democraticas, ayudada pode-rosamente por las comunicaciones de masas, lno se defineacasopor sus lirnites, por su energia de exclusi?n, por su censura?);podriamos decir, tomando la palabra al pie de la letra, que elTexto es siempre parad6jico.

    *3. AlTextouno se acerca, 10experimenta,en relaci6n al sig-

    no.La obra se cierra sobre un significado.Aese significado se lepueden atribuir dos modos de significaci6n:0bien seIepretendeaparente, y entonces la obra esobjeto deuna cien?ia.de10literal,que es la filologia;0bien se le considera secreto, ultimo, hay quebuscarIo, y entonces la obra exigeuna hermeneutica, una interpre-taci6n (marxista, psicoanalitica, tematica, etc.); en resumen, laobra funciona toda ella comoun signo general, y es natural querepresente una categorfa institucional de la civili~aci~ndel Si~~.Por el contrariozel Textopractica un retroceso infinito del sigm-ficado, el Texto'es dilatorio; su campo es el del significante; elsignificanteno debe imaginarse como la primera parte del sen-tido, su vestibulo material, sino, muy al contrario, como sudespues; por 10mismo, la infinitud del significanteno remite aninguna idea de 10inefable (de significado innombrable), sinoa la idea de juego; el engendramiento del significanteperpetuo (ala manera de un calendario perpetuo) enel campo del Texto(0 mas bien cuyo campo es el Texto) no se realiza de acuerdocon una via organica de maduraci6n, 0 de acuerdocon una viahermeneutica de profundizaci6n, sino mas bien de acuerdo conun movimiento serial de desligamientos, superposiciones, varia-ciones; la logicaque regula elTextono es comprehensiva (definir10 que la obra quiere decir), sino metonimica; el trabajo deasociaciones, de contigiiidades, de traslados, coincide con una Ii-beraci6n de la energia simbolica (si esta le fallara, el hombremoriria~a obra (en elmejor de los casos) es simbolica de unamaner,K''mediocre (su simb6lica es de corto alcance, es decir, sedetiene); el Texto es simbolico de una manera radical: una obraen la que se concibe, percibe y recibe la naturaleza integramente.simbolica es un texto. El Texto resulta de este modo restituido

    77 DE LA OIJRA AL TBXTOallenguaje; .al igual que el, esta estructurado, pero descentrados~ncierre (observaremos, para responder a las sospechas despec~tlvas.~e ~od~ que ~ ~eces se aplican al estructuralismo, queel privilegioepistemologicoque hoy en dia se reconoce alIengua-je se basa precisamente en que en el hemos descubierto unaidea paradojica de la estructura: un sistema sin fin ni centro).

    *4. El Texto es plural. Lo cual no se limita a querer decir

    que tiene varios sentidos, sino que reaIiza la misma pluraIidaddel sentido: una pluraIidad irreductible (y no solamente acepta..ble). El Textono es coexistencia de sentidos, sino paso, travesia;no pue~e por tanto depender de una interpretacion, ni siquierade ~~a interpretacion liberal, sino de una explosion, una disemi-nacion. LapluraIidad del Texto,en efecto, sebasa, no en la ambi-gi.i~dadde los contenidos, sino en 10 que podria llamarse la plu-r~ltdad estereogrdjica de los significantes que 10 tejen (etimol6-gicamente, el texto es un tejido): el lector del Texto podrfacompararse a un individuo desocupado (que .hubiese distendidotodo su imaginario): este individuo discretamente vacio se pa-sea (esto es 10 que Ie ha pasado al autor de estas Iineas, asi escomo ha adquirido una idea viva del Texto) por la ladera de unvall~por.cuyofondo corre un oued(hablo de ouedpara darte~tll?omo de una cierta desambientacion): 10 que percibe esmultlpl~, irreduct~ble, proveniente de sustancias y de planosheterogeneos, desligados: luces, colores, vegetaciones, calor, aire,tenues explosiones de ruidos, delicados gritos de pajaros vocesdenifiosdel otro lado del valle,pasos, gestos, ropas dehabitantesmuy cercanos 0 muy lejanos; todos esos incidentes solo son amedi~s ide~tifica~les: provienen de codigos conocidos, pero sucombmatona es unica, fundamenta el paseo en una diferenciaque nunca volvera a repetirse mas que comodiferencia. Eso mis-mo es l~que ~asa en el Texto: no puede ser el mismo mas queen su diferencia (10. cual no quiere decir su individualidad); 5U~ectur~es semelfactiva (10 cual vue~ ilusoria cualquier cienciainductivo-deductiva de los textos:/no hay una gramatica deltexto),.y no obstante esta .enteramente entretejidode citas, re-Ierencias, ecos: lenguajes culturales (lque lenguaje puede no IserloP) , antecedentes 0 contemporaneos, que 10 atraviesan de

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    a lado en una amplia estereofoni~ intertextualidad en la: que esta inserto todo texto, ya que el mismo es el entretexto deotro texto, no debe confundirse con ningun origen del texto:buscar las fuentes, las influenciasde una obra es satisfacerel mito de la filiaciory1as citas que forman un texto son anoni-mas, ilocalizables y, no obstante, ya leidas antes: son citas sinentrecomillador'La obra no trastorna ninguna filosofiamonista(ya se sabe que hay antagonistas); para esta filosoffa,el Mal esla pluralidad. Asi, frente a la obra, el Texto bien podria tomarcomodivisa la frase del hombre endemoniado (Marcos,5,9): Minombre es legion, pues somos muchos, La textura plural 0 de-moniaca que opone el Texto a la obra puede llevar consigo reto-quesprofundos de la lectura, precisamente en los casos en que elmonologismoparece ser la Ley: ciertos textos de las SagradasEscrituras, recuperados tradicionalmente por el monismo teolo-gico(historico 0 anagogico) se ofreceran quizas a una difraccionde sentido (es decir, a una lectura materialista, en definitiva),mientras que la interpretacion marxista de la obra, hasta hoyresueltamente monista, podra materializarse aun mas al plura-lizarse (siempre que las instituciones marxistas 10 permitan).

    *S. La obra esta inserta enun proceso defiliacion.Suele postu-

    larse una determinacion del mundo (de la raza, luego de la His-toria) sobre la obra, una consecucion de las obras entre si y unaapropiacion de la obra por parte de su autor. Se considera alautor como padre y propietario de su obra; la ciencia literariaaprende, asi pues, a respetar el manuscrito y las intenciones de-claradas por el autor, y la ciencia postula una legalidad de la re-lacion entre el autor y su obra (los derechos de autor, recien-tes en realidad, ya que no han sido legalizados hasta la Revolu-cion). El Texto,en cambio, se lee sin la inscripcion del Padre. Lametafora del Texto se aparta en esto tambien de la metafora dela obra; esta remite a la imagen de un organismo que crece porexpansion vital, por desarrollo (palabra significativamente am-bigua: biologica y retorica): la metafora del Texto es la de lared; si el Texto se extiende es a causa de una combinatoria, deuna sistematica (imagen proxima, por otra parte, a la vision dela biologia actual sobre el ser vivo); por 10 tanto, al Texto no se

    78 79 DE LA OBRA AL TEXTOle debe ningun respeto vital: se 10 puede romper (por otraparte, esto es 10 que hacfa la Edad Mediacondos textos que, sinembargo, eran autoritarios: las Sagradas Escrituras y Aristote-les); el Texto puede leerse sin la garantia del padre; la restitu-cion del entretexto anula la herencia, paradojicamente. No setrata de que el Autor no pueda aparecerse en el Texto, ensutexto; sino que 10 hace, entonces, por decirlo asl, a titulo de invi-tado; si es novelista, se inscribe en la novela como uno de lospersonajes, dibujado en el tapiz; su inscripci6n ya no es privile-giada, paternal, aletica, sino ludica: se convierte, por decirlo asi,en un autor de papel; su vida ya no esta en el origen de sus fa~bulas, sino que es una fabula concurrente con su obra; hay unareversion de la obra sobre la vida (y no al contrario); es la obrade Proust, de Genet, 10 que permite leer su vida como un texto:la palabra bio-graffarecupera un sentido fuerte, etimologico:y,a la vez,Ia sinceridad de la enunciaci6n, autentica cruzde lamoral literaria, se convierte en un falso problema: el yo que es-cribe el texto nunca es, tampoco, mas que un yo de papel.

    *6. Normalmente, laobra esel objeto deun consumo;noestoy

    haciendo ninguna demagogia refiriendome a la cultura Hamadade consumo,pero no se puede dejar de reconocer que hoy en diaes la calidaddela obra (10 cual supone finalmenteuna aprecia-ci6n del gusto)y no la operacion de lectura en si 10 que puedemarcar las diferencias entre los libros: la lectura cultivada nose diferencia estructuralmente de la lectura de tren (en tren). ElTexto (aunque no fuera mas que por su frecuente ilegibilidad)decanta a laobra (cuando esta 10 permite) de su consumo y la re,cogecomo juego, trabajo, produccion, practica. Todoesto quieredecir que el Texto exigeque 'seintente abolir (0 al menos dismi-nuir) la distancia entre la escritura y la lectura, y no por mediode la intensificacion de la proyeccion del lector sobre la obra,sino leyendo a las dos dentro deuna misma practica significante.La distancia que separa la lectura de la escritura es historica,En la epoca de la mayor diferenciacion social(antes de la instau-racion de las culturas democraticas), leer y escribir estaban ala par entre los privilegios de c1ase: la Retorica, el gran codigoIiterario de aqueUostiempos, enseiiaba a escribir (aunque 10 que

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    deordinario se produjera entonces fueran discursos, yno textos);es significativoque el advenimiento de la democracia haya inver-tido las 6rdenes: la Escuela (secundaria) se enorgullece de ense-fiar a leer (bien)y ya no de ensefiar a escribir (el sentimiento deesta carencia vuelvea ponerse hoy demoda: se exige al maestroque ensefie al estudiante a expresarse, 10 eual es en ciertomodo reemplazar una censura por un contrasentido). De hecho,leer, en el sentido de consumir, no es jugar con el texto. Hayquetomar la palabra jugar en toda su polisemia, en este caso:el texto en si mismo juega (como una puerta, como cualquieraparato en el que haya un juego); y el lector juega, por suparte, dos veces: juega al Texto (sentido ludico), busca unapractica que le re-produzca; pero para que esta practica no sereduzca a una mimesis pasiva, interior (el Textoes precisamente10que se resiste a esta reduccion), ejecuta* el Texto: nohay queolvidar que jouer es tambien un termino musical; la historiade la musica (como practica, no comoarte) es, por otra parte,bastante paralela a la del Texto; hubo una epoca en que los afi-cionados activos eran numerosos (al menos en una determinadaclase social), ejecutar y escuchar constituian una actividadpoco diferenciada; despues, han aparecido dospapeles sucesivos:primero el del interprete, en el que el publico burgues (aunquesupiera todavia tocar un pocopor sfmismo: esa esla historia delpiano) delegaba su ejecuci6n; despues el del aficionado (pasivo),que escucha la musica sin saber tocarla (en efecto, el disco hasucedidoal piano); es sabido que hoy, lamusica postserial ha re-volucionado elpapel del interprete, al que se le pide de algunamanera que sea el coautor de la partitura que, mas que expre-san>,completa. El Texto es mas 0 menos una partitura de esenuevo estilo: solicita del lector una colaboraci6n practica, Graninnovacion, porque lquien ejecuta la obra? (Ya se planteo la pre-gunta Mallarme, y pretende que el auditorio produce el libro.)Tan s610el critico ejecuta hoy en dia la obra (admito el juegode palabras). La reducci6n de la lectura a un consumo es eviden-temente responsable del aburrimiento que muchos experimen-tan ante el texto moderno (eilegible), la pelicula 0 el cuadro devanguardia: aburrirse, en este caso, quiere decir que no se es

    * El autor esta jugando con el doble sentido de jouer: jugar, y tam-bien ejecutar una pieza, tocar, [T.]

    80b~ ~ (lAluf\,W .L ~L ' I' f " "111 :z ~-tu C w II

    capaz de producir el texto, deejecutarlo, de deshacerlo, deponerlo en rnarcha.

    81 DE LA OBRA AL TEXTO

    *7. Todo esto nos lleva a proponer un ultimo acercamiento

    al Texto: el del placer. Yo no se si alguna vez ha existido unaestetica hedonista (incluso los fi16sofoseudemonistas son bienescasos). Es cierto que existe un placer de la obra (de ciertasobras); uno puede quedarse encantado leyendo y releyendo aProust, a Flaubert, a Balzac, y, lpor que no?, hasta a AlexandreDumas; pero este placer, por intenso que sea,y aun en el caso deque estuviera despojado de todoprejuicio, sigue siendo, en parte(salvo un esfuerzo critico excepcional), un placer consumista:pues si bien uno puede leer a esos autores, sabe tambien perfec-tamente que no puede re-escribirlos (que no esposible hoy en diaescribir ash; y esta sabiduria, bastante triste, basta para apar-tarnosde la producci6n de esas obras, desde elmismo momentoen que su alejamiento es la base de nuestra modernidad (lsermoderno no es acaso reconocer perfectamente 10que no es po-sible volver a empezarP). EI Texto, en cambio, esta asociado aldisfrute, es decir, al placer sin separaci6n. Al pertenecer atorden del significante, el Texto participa a su manera de unautopia social; antes que la Historia (suponiendo que esta noescoja la barbarie), el Texto consigue, si no la transparencia delas relaciones sociales, al menos la de las relaciones de lenguaje:esel espacio en el que ningun lenguaje tiene poder sobre otro, esel espacio en el que los lenguajes circulan (conservan el sentidocircular del termino).

    *Unas cuantas proposiciones no constituyen por fuerza las

    articulaciones de una Teoria del Texto. Esto no 5610se debe alas insuficienciasdel presentador (que, por otra parte, no ha he-cho en muchos puntos mas que reeopilar 10que se esta investi-gando a su alrededor). Esto se debe a que una Teorfa del Textono puede satisfacerse con una exposici6n metalingiiistica: ladestruccion del metalenguaje, 0 por 10menos (pues es posibleque haya que recurrir a ella provisionalmente) su puesta en

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    entredicho, forma parte de la misma teoria: el discurs~ sobr~ elTexto, por su parte, no deberfa ser otra cosa que tex.to,m~estlga-cion, trabajo de texto, ya que el Texto es ese es~aclO~ocl~l q~eno deja bajo proteccion a ningun lenguaje, exterior a el, m ?e]aa ningun sujeto..de la enunciacio~ en situajon d~poder ser juez,m.aestro, analista, confesor, desClfrador;lla teor~adel Texto tansolo puede coincidir con una practica de la escntur

    1971, Revue d'esthetique.

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    La mitologia hoy

    Hace ya quince afios' que se propuso una determinada ideadel mito contemporaneo. Esa idea, poco elaborada, a decir ver-dad, en sus comienzos (la palabra conservaba un valor cIara-mente metaforico), conllevaba sin embargo algunas articulacio-nes teoricas, 1. EI mito, proximo a 10 que la sociologia de Durk-heim llama una representacion colectiva, es legible bajo losenunciadosanonimos de la prensa, de la publicidad, del objeto deconsumo de masas; es una determinacion social, un reflejo.2.Este reflejo, sin embargo, y confonne a una determinada ima-gendeMarx,esta invertido: elmito consiste enhacer de la cultu-fa naturaleza, 0 al menos en convertir en natural 10 social, 10cultural, 10 ideologico, 10 historico: 10 que no es sino un produc-to de la divisionde clasesy de sus secuelas morales, culturales,esteticas se presenta (se enuncia) como algo que cae por supropiopeso; los fundamentos totalmente contingentes del enun-dado, bajo el efecto de la inversion mitica, se convierten en elSentidoComun,el DerechoComun,la Norma, la Opinion comun,en una palabra, la Endoxa (figura laica del Origen). 3. EI mitocontemporaneo es discontinuo: ya no se enuncia en forma de4. Los textos de las Mythologies se escribieron entre 1954y 1956;el Ii-bro, que sali6 en 1957,acaba de reimprimirse en edici6n de bolsillo, ~d.du Seuil, col. "Points, 1970.