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  • 8/17/2019 Barroso Et Al Cigarrales Antig EdadMedia BAR

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    BAR International Series 26382014

    Los paisajes culturales de laciudad de Toledo:

    Los cigarrales

    Dehesas, espacios irrigados, torres,cigarrales y trincheras

    Editado por

    Jesús Carrobles SantosJorge Morín de Pablos

  • 8/17/2019 Barroso Et Al Cigarrales Antig EdadMedia BAR

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    Published by

    ArchaeopressPublishers of Bri sh Archaeological ReportsGordon House276 Banbury RoadOxford OX2 [email protected]

    BAR S2638

    Los paisajes culturales de la ciudad de Toledo: Los cigarrales. Dehesas, espacios irrigados, torres,

    cigarrales y trincheras

    © Archaeopress and the individual authors 2014

    ISBN 978 1 4073 1275 0

    Printed in England by Informa on Press, Oxford

    All BAR tles are available from:

    Hadrian Books Ltd122 Banbury RoadOxfordOX2 7BPEnglandwww.hadrianbooks.co.uk

    The current BAR catalogue with details of all tles in print, prices and means of payment is available freefrom Hadrian Books or may be downloaded from www.archaeopress.com

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    ÍNDICE

    LOS PAISAJES CULTURALES DE LA CIUDAD DE TOLEDO: LOS CIGARRALES.

    CRITERIOS DE ACTUACIÓN Y METODOLOGÍA DE TRABAJOJesús Carrobles Santos y Jorge Morín de Pablos 151. LA INVESTIGACIÓN DE LA CIUDAD DESDE SUS PAISAJES CULTURALES 152. METODOLOGÍA DE TRABAJO 17

    EL CIGARRAL: DIFERENCIACIÓN, PERCEPCIÓN Y CARACTERIZACIÓN DE UN PAISAJE CULTURAL 25Jesús Carrobles Santos, Jorge Morín de Pablos y Sagrario Rodríguez Montero 25

    EL MEDIO FÍSICO DEL ÁREA CIGARRALERA Y SUS IMPLICACIONES GEOARQUEOLÓGICASFernando Tapias Gómez y Mario López-Recio 43

    1. ELEMENTOS DEL MEDIO FÍSICO CIGARRALERO 431.1. Contexto geográ co y geológico 431.2. La geología del área de Los Cigarrales 441.3. La geomorfología o el modelado del relieve de Los Cigarrales 47 1.4. El clima de Los Cigarrales 501.5. La hidrología de Los Cigarrales 51

    2. LA ACCIÓN ANTRÓPICA 513. EL SUELO, INTERACCIÓN ENTRE EL MEDIO ABIÓTICO Y EL BIÓTICO 524. PROCESOS GEOLÓGICOS, CLIMÁTICOS Y BIOLÓGICOS QUE CONFORMAN EL PAISAJE CIGARRALERO 525. IMPLICACIONES GEOARQUEOLÓGICAS DEL ÁREA DE LOS CIGARRALES Y LA RAÑA DE LA POZUELA 56

    LAS PRIMERAS TRASFORMACIONES EN EL PAISAJE: EL POBLAMIENTO ENLA PREHISTORIA RECIENTE EN EL ÁREA CIGARRALERAGermán López López, Jesús Carrobles Santos y Jorge Morín de Pablos 61

    1. REGISTRO ARQUEOLÓGICO: LOS TRABAJOS DE PROSPECCIÓN EN EL ÁREA CIGARRALERA 61

    2. EL PAISAJE Y SU MODIFICACIÓN ANTRÓPICA DURANTE LA PREHISTORIA RECIENTE:EL NEOLÍTICO Y CALCOLÍTICO 67

    3. LA DUALIDAD DEL POBLAMIENTO EN LA EDAD DEL BRONCE EN EL CURSO MEDIO DEL TAJO:LA LLANURA SEDIMENTARIA Y EL ÁREA CIGARRALERA 68

    4. LOS ASENTAMIENTOS EN ALTURA EN EL ÁREA CIGARRALERA: EL CERRO DEL BU 695. LA LLANURA SEDIMENTARIA: LOS YACIMIENTOS DE VELILLA Y MERINAS 706. EL ASENTAMIENTO EN EL PEÑÓN TOLEDANO 71

    LA EDAD DEL HIERRO EN EL ÁREA CIGARRALERA. EL NACIMIENTO DEL PAISAJE URBANODionisio Urbina Martínez, Rafael Barroso Cabrera, Jesús Carrobles Santos y Jorge Morín de Pablos 75

    1. LOS INICIOS DE LA EDAD DEL HIERRO. LOS ASENTAMIENTOS EN LLANO: LA DEHESA DE AHÍN 75 2 .LA EDAD DEL HIERRO EN EL ÁMBITO DE LOS CIGARRALES:

    LA CONSOLIDACIÓN DE UN ESPACIO GANADERO 783. LA II EDAD DEL HIERRO: DEL POBLADO A LA CIUDAD 84

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    EL ÁREA CIGARRALERA EN LA ANTIGÜEDAD Y ALTA EDAD MEDIA.EVOLUCIÓN DE UN ESPACIO PERIURBANORafael Barroso Cabrera, Jesús Carrobles Santos, Jorge Morín de Pablos e Isabel Sánchez Ramos 89

    1. TOLEDO EN ÉPOCA REPUBLICANA Y ALTOIMPERIAL 891.1. Las vegas y el área cigarralera 90

    2. TOLEDO TARDOANTIGUO 912.1. El área cigarralera 92

    3. LA ÉPOCA VISIGODA: EL PAISAJE DE UNA SEDES REGIA 933.1. El área cigarralera 93

    RAÍCES MEDIEVALES DE LOS PAISAJES CULTURALES DE TOLEDO:LOS ESPACIOS IRRIGADOS DE ORIGEN ANDALUSÍJesús Carrobles Santos, Rafael Barroso Cabrera, Jorge Morín de Pablos y Sagrario Rodríguez Montero 103

    1. EL ORIGEN DEL CIGARRAL Y LA INVESTIGACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS 1032. LAS INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS EN EL ÁREA DE LOS CIGARRALES.

    HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN 1043. ESTUDIO DEL ENTORNO ARQUEOLÓGICO 110

    3.1. Elementos hidráulicos en el área de cigarrales. Catalogación y nuevos planteamientos 110

    3.2. Otras evidencias arqueológicas: infraestructuras viarias, espacios productivos y poblamiento 1234. INCORPORACIONES, PERVIVENCIAS Y REPERCUSIONES 133

    4.1. Los espacios irrigados 1334.2. Pervivencias y repercusiones 134

    RAÍCES MEDIEVALES DE LOS PAISAJES CULTURALES DE TOLEDO:ESPACIOS Y PRÁCTICAS GANADERAS EN EL ÁREA DE CIGARRALESJesús Carrobles Santos, Rafael Barroso Cabrera, Antonio Malalana Ureña, Jorge Morín de Pablosy Sagrario Rodríguez Montero 141

    1. EL CIGARRAL. UNA PROPIEDAD AGRÍCOLA EN UN ENTORNO GANADERO 1412. LA GANADERÍA EN EL ÁREA DE CIGARRALES. REGISTRO ARQUEOLÓGICO Y ETNOBOTÁNICO 144

    2.1. Registro material 146 2.2. El paisaje de dehesa 160

    3. FUENTES DOCUMENTALES Y PROCESO HISTÓRICO 1624. LOS MODELOS DE EXPLOTACIÓN Y SU HUELLA EN EL PAISAJE 170

    4.1. Precedentes 1714.2. La ganadería andalusí en los siglos X-XI 1744.3. La ganadería feudal. Siglos XI al XIV 177 4.4. La gran ganadería medieval. Siglos XIV y XV 1804.5. La evolución ganadera del área cigarralera en época moderna 183

    5. EPÍLOGO 184

    EL ORIGEN DEL CIGARRAL. UNA TIPOLOGÍA OLVIDADA.EL EJEMPLO DEL CIGARRAL DE MENORES

    Jorge Morín de Pablos y Jesús Carrobles Santos 193

    1. ESTUDIO DEL MEDIO FÍSICO 1941.1. Breve repaso a la unidad paisajística original 1941.2. El paisaje vegetal actual del Cigarral de Menores 195

    2. LOS TRABAJOS DE PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA 1982.1. Los espacios irrigados 1982.2. Los campos de cultivo 2012.3. La ocupación cigarralera 2042.4. La Guerra Civil española 206

    3. LA EXCAVACIÓN DEL CIGARRAL 3 2084. LA SECUENCIA HISTÓRICA DE LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA 208

    4.1. La Guerra Civil 2104.2. El Cigarral 213

    5. LA CULTURA MATERIAL DEL CIGARRAL 3: LOS MATERIALES CERÁMICOS 2275.1. Cerámica Común 227 5.2. Búcaros o Barros 228

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    5.3. Cerámica Vidriada 2285.4. Elementos constructivos de tipo decorativo 235

    6. ESTUDIO CARPOLÓGICO Y PALINOLÓGICO DE LA EXCAVACIÓN DEL CIGARRAL 3 2366.1. Estudio carpológico 236 6.2. Estudio palinológico 239

    7. LAS DIFERENTES OCUPACIONES 2437.1. La ocupación de la Prehistoria reciente 2437.2. La ocupación andalusí 2447.3. La ocupación medieval 246 7.4. ¿El primer cigarral? 247 7.5. El cigarral del siglo XVII 2487.6. La guerra civil española 248

    8. EL ORÍGEN DEL CIGARRAL: UNA TIPOLOGÍA OLVIDADA 2508.1. Cigarral y vegetación en el siglo XVI 2528.2. La evolución del cigarral y los grandes jardines del siglo XVII 2548.3. La crisis y el nuevo cigarral de los siglos XVII al XIX 258

    LA EVOLUCIÓN DEL CIGARRAL A PARTIR DEL SIGLO XVI.ESTUDIOS SOBRE LA QUINTA DE MIRABEL Y LA DEHESA DE POZUELA

    Cloe Cavero de Carondelet, Jesús Carrobles Santos, Pablo Guerra García y Jorge Morín de Pablos 2631. LA EVOLUCIÓN DEL CIGARRAL EN EL SIGLO XVI. LA INCORPORACIÓN DEL

    MODELO ROMANO EN EL PAISAJE TOLEDANO. EL EJEMPLO DE LA QUINTA DE MIRABEL 2631.1. El Origen 2631.2. Los años de esplendor 265

    2. PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA, ESTUDIO DE PARAMENTOS YFOTOGRAMETRÍA DE LA QUINTA DE MIRABEL 280

    2.1. Los trabajos de prospección arqueológica 2802.2. Lectura de paramentos, analítica de los materiales constructivos y fotogrametría 286 2.3. Fotogrametría de las bóvedas de la Quinta de Mirabel: palacio y estufa 3102.4. La secuencia constructiva 313

    3. FUENTES DOCUMENTALES PARA EL ESTUDIO DEL TERRITORIO: SUERTES Y TRAÍDAS 3143.1. Usos del suelo en la dehesa de Pozuela en el siglo XIX: la división en suertes 315

    3.2. La “traída” de aguas en el siglo XIX. 320

    LA EVOLUCIÓN DE LOS CIGARRALES ENTRE LOS SIGLOS XVIII AL XX.LOS CATASTROS DE 1751 Y 1936Sagrario Rodríguez Montero, Jesús Carrobles Santos, Irene Criado Castellanos y Jorge Morín de Pablos 331

    1. INTRODUCCIÓN 3312. LA REALIDAD ACTUAL 3313. LOS CIGARRALES SEGÚN LOS CATASTROS DE 1905 Y 1936 332

    3.1. Ejemplos 338

    4. LOS CIGARRALES A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII 3414.1. Ejemplos 346

    5. ESTUDIOS TEMÁTICOS 348

    5.1. Propietarios 3485.2. Super cie 3495.3. Aprovechamiento 3515.4. Elementos hidráulicos 3535.5. Construcciones 358

    LOS CIGARRALES DE TOLEDO EN LA GUERRA CIVIL: UN PAISAJE EFÍMERORafael Barroso Cabrera, Jesús Carrobles Santos, Jorge Morín de Pablos, José Ramos Barrera,Antonio Malalana Ureña, Jose Luis Isabel Sánchez, Luis Antonio Ruiz Casero y Luis Rodríguez Avello 363

    1. LOS ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS 3631.1. La marcha sobre el Tajo 3651.2. La ofensiva sobre Toledo 367

    2. LA REALIDAD ARQUEOLÓGICA: EL FRENTE SUR DEL TAJO 369

    2.1. 1936: Un frente espontáneo -El Cigarral de Menores y la Quinta de Mirabel- 3712.2. 1937: Frentes en movimiento -Cerro de los Palos y La Sisla- 3782.3. 1938: Los proyectos de contragolpe republicanos y el Frente Sur del Tajo: un frente estable 406 2.4. 1939. El nal de la Guerra Civil: La “Campaña de la Victoria” 410

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    EL ÁREA CIGARRALERAEN LA ANTIGÜEDAD Y ALTAEDAD MEDIA. EVOLUCIÓN

    DE UN ESPACIOPERIURBANO

    Rafael Barroso Cabrera, Jesús Carrobles Santos,Jorge Morín de Pablos e Isabel Sánchez Ramos

    1. TOLEDO EN ÉPOCA REPUBLICANA YALTOIMPERIAL

    Tras la conquista romana de la Carpetania, Toledo obtuvo elrango de ciudad estipendiaria. La principal consecuencia deesta circunstancia fue un evidente continuismo de la realidadcultural local, en una zona que parece haber quedado relegadaa desempeñar un papel fronterizo. Son escasos los datos ar-queológicos de este período, que no van más allá de algunosfragmentos de cerámicas de barniz negro y de paredes nas,que demuestran la incorporación de la ciudad al mundo cultu-ral y comercial itálico en los siglos I-II a.C.

    En relación con el territorio, la implantación del modelo ro-mano implicó el establecimiento de fronteras y realidades ad-ministrativas, así como de nuevas formas de poblamiento yexplotación que di eren del periodo anterior y que coincidenademás con la aparición en la zona de una serie de asenta-mientos en llano de gran extensión que tienen su origen en elsegundo cuarto del siglo I a.C. La función principal de este

    tipo de poblaciones consistía en facilitar la articulación y ex- plotación de los territorios más inmediatos a la capital, al con-vertirse en centros intermedios que canalizaban los esfuerzos productivos y de intercambio desde otras unidades menores.Estos grandes yacimientos, que se abandonaron de formageneralizada en el siglo IV, son los de Alpuébrega (Polán),Perusa (Ciruelos), La Atalaya (Dosbarrios) o Los Villares(Ocaña)1. Junto a estos yacimientos se documenta también elfenómeno de lasuillae, que empiezan a estar presentes des-de el siglo I d.C. en los espacios más productivos y mejorcomunicados de la región, generalmente aprovechando lasventajas que procuran los valles uviales y que en gran medi -da ya se venían explotando de manera intensiva desde época protohistórica. En época romana, sin embargo, se dedican deuna manera clara al cultivo de la famosa triada mediterránea(cereales, vid y olivo), sistema que en adelante servirá de baseeconómica de la región2.

    1 Barroso, R.; Carrobles, J. y Morín, J. (2012): “La articulación delterritorio toledano entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media (ss.IV al VIII d.C.)”, en Caballero, L.; Mateos, P. y Cordero, T., (eds.),Visigodos y Omeyas. El territorio. Anejos de AEspA LXI , Mérida, pp.267-268; Carrobles, J. (2007), “Toledo 284-546. Los orígenes de lacapitalidad visigoda”, en Carrobles, J.; Barroso, R; Morín, J. y Valdés,F., Regia Sedes Toletana. La topografía de la ciudad de Toledo en la

    Antigüedad tardía y Alta Edad Media , Toledo, pp. 69-70; Urbina, D.(2000) La II Edad del Hierro en el centro de la Península Ibérica. Unestudio arqueológico espacial en La Mesa de Ocaña, Toledo, España ,Oxford, pp. 237-242; Urquijo, C.; Urbina, D. y García, O. (2001):“Los Villares de Ocaña. Una ciudad romana en la cuenca media delTajo”, en II Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo. La

    Mancha occidental y La Mesa de Ocaña , Toledo, Vol. II, pp. 147-166.

    2 López, J.A.; Peña, L.; López, L.; García, E.; Pérez, S.; García-Entero, V. y Castelo, R. (2009): “Paisajes culturales de las villasromanas de Toledo”, en Actas del Congreso de Historia Forestal, III

    Fig. 1. Modelización 3D de la topografía de Toledo y su relación con el curso del río Tajo.Marcados los hallazgos de cronología romana y altomedievales.

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    La existencia de este tipo de asentamientos pone en evidenciaun modelo territorial perfectamente estructurado en el que elmunicipio de Toledo se había convertido ya en la cabeza ad-ministrativa, religiosa y económica de un medio rural comple-tamente organizado y explotado. No obstante, no debe pasarse por alto que gran parte de la organización y explotación inten-siva de los recursos agrícolas y ganaderos había empezado a

    realizarse ya en épocas anteriores, lo que explica el éxito de suintegración en un mercado regional y peninsular.

    1.1. Las vegas y el área cigarralera

    En capítulos anteriores nos hemos referido a la importanciaque la agricultura y la ganadería tuvieron en la economía dela ciudad. En este sentido, se ha podido constatar que ya des-de época prehistórica se había producido una intensi cacióndel aprovechamiento agrario de la llanura sedimentaria, com- plementado con cultivos hortícolas en las vegas, así como un

    Reunión sobre Historia Forestal. Cuadernos de la Sociedad Españolade Ciencias Forestales , 30, pp. 101-106.

    aprovechamiento ganadero en la zona cigarralera y en otrossectores cercanos de similar orografía3. El proceso de romani-zación, por tanto, no hará otra cosa que acentuar esa tendenciaque se intuía ya en la etapa precedente.

    En líneas generales, los primeros momentos se pueden consta-tar arqueológicamente por la realización de una serie de obras

    hidráulicas destinadas a facilitar la creación de espacios irri-gados4. Con este tipo de explotaciones habría que relacionaralgunos restos localizados en las vegas de la ciudad, comoel documentado en el solar de la Consejería de Ordenación

    3 Ver los artículos dedicados al estudio del área de cigarrales en laPrehistoria y Edad del Hierro en esta misma publicación.

    4 Novillo, M.A. (2008): “Presas romanas de regadío en la provinciade Toledo: estado actual de la cuestión y novedades”, en Mangas, J. y Novillo, M.A., (eds.), El territorio de las ciudades romanas , Madrid, pp. 471-485; Sánchez-Palencia, F.J. y Orejas, A. (1989): “Obrashidráulicas romanas y explotación del territorio en la provincia deToledo”, en Cara, L (coord.), El agua en zonas áridas. Arqueología ehistoria. Hidráulica tradicional en la provincia de Almería , Almería, pp. 43-67.

    Fig. 2. Yacimientos republicanos en el T.M. de Toledo. Fig. 3. Yacimientos altoimperiales en el T.M. de Toledo.

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    Fig. 3. Topografía de la ciudad y de la Vega Baja con la ubicación de los edi cios de espectáculos.

    Territorial en la Vega Baja5, que estaría destinado a este usoantes de que se produjera el crecimiento de la ciudad y laconstrucción sobre él de un importante suburbio6.

    Fuera de la zona de las vegas, destinadas a los cultivos dehuerta y frutales, la llanura sedimentaria fue usada para lainstalación de diferentesuillae , que se especializaron en lostres productos básicos del mundo antiguo: la vid, el olivo yel cultivo del cereal. Las excavaciones arqueológicas realiza-das en los últimos años en nuestra provincia y en otras zonaslimítrofes han demostrado que la implantación de la vid yel olivo se llevó a cabo en fechas tempranas del proceso de

    5 Villa, J.R. y Rojas, J.M. (1996): “Consejería de Obras Públicas”,en VV.AA.,Toledo: Arqueología en la ciudad , Toledo, pp. 127-142.

    6 Puertas Tricas, R. (1975): Iglesias hispánicas (siglos IV al VIII ).Testimonios literarios. Madrid; Palol, P. de (1991): “Resultados de lasexcavaciones junto al Cristo de la Vega, supuesta basílica conciliar deSanta Leocadia, de Toledo. Algunas notas de topografía religiosa dela ciudad”, en El Concilio III de Toledo. XIV Centenario (589-1989), Toledo; Barroso, R. y Morín, J. (1995): “Materiales visigodos de laexcavación de San Pedro Mártir (Toledo).”CuPAUAM 22: 199-223;Panzram, S. (2010): “Mérida contra Toledo, Eulalia contra Leocadia:listados “falsi cados” de obispos como medio de autrepresentaciónmunicipal”, en: García, A. et al. (eds.): Espacios Urbanos en elOccidente Mediterráneo (S. VI-VIII). Congreso Internacional, Toledo2009, Toledo: 123-130; Vespignani, G. y Teja, R. (e.p.): “El conjuntoarquitectónico palacio-circo-iglesia palatina de las capitales imperialestardo-antiguas y la topografía suburbana de la Toledo visigótica:una hipótesis de interpretación”, en XV Congreso Internacional de

    Arqueología Cristiana . Episcopus, ciuitas, territorium. Toledo, del 8al 12 de septiembre de 2008 (e.p.); Teja, R. y Acerbi, S. (2010): “El palacio visigodo y el circo de Toledo: hipótesis de localización.” Reti

    Medievali Rivista XI, 2010/2 (iuglio-dicembre): 81-86.

    romanización, siendo constatada al menos desde época au-gustea.

    Junto a la agricultura, la ganadería fue la otra gran fuente derecursos que ayuda a entender la existencia de algunos yaci-mientos, al tiempo que también explica la aparición de gran-des vacíos, como es el que encontramos precisamente en elárea de cigarrales. Ya hemos comentado en el apartado ante-rior que no se han documentado yacimientos con cronología protohistórica en todo este espacio, que dejó de estar habitadode manera habitual a nales de la Edad del Bronce. En épo -ca romana, volvemos a encontrar el mismo fenómeno, algoque sólo se explica entendiendo que este importante espacioadehesado estaría actuando como dehesa carnicera de la ciu-dad de Toledo, además de servir como zona de descanso einvernada tras el paso del río, ya que la ciudad se había con-vertido en un punto en el que iban a converger diferentes rutasganaderas, unas dentro de los grandes viarios romanos rede-

    nidos en época de Augusto, como la vía que va de Emerita a Caesaraugusta, y otras de menos entidad, como la vía quediscurre por el valle del Guadarrama hasta Toledo, que toda-vía mantiene su consideración de vía pecuaria7.

    2. TOLEDO TARDOANTIGUO

    En los últimos años se ha producido un aumento del númerode intervenciones arqueológicas en la ciudad de Toledo y suterritorio que permiten obtener un balance algo diferente del

    7 Ver el estudio dedicado a las cañadas en el entorno de Toledo enel estudio de los paisajes culturales ganaderos generados en la EdadMedia en esta misma publicación.

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    Toletum tardoantiguo del que teníamos hace unos años8. Un panorama desigual en el que contrasta la escasa entidad dela mayor parte de los hallazgos realizados en el interior delcasco histórico9.

    2.1. El área cigarralera

    De acuerdo con los datos aportados por la prospección rea-lizada en la zona objeto de estudio, parece claro que el áreacigarralera continúa con el mismo patrón de uso que caracte-rizaba a la zona desde época protohistórica y clásica: un vacíode asentamientos para esta cronología que invita a pensar enun uso ganadero de la zona en relación con las necesidadesde la ciudad.

    Una realidad evidente que contrasta con la reconstrucción ymonumentalización de una serie deuillae cercanas , que nosólo van ligadas simplemente a la explotación de los recursosdel territorio, sino también al desarrollo de ciertos principiossimbólicos y de prestigio social10. Se trata de construcciones

    de marcado carácter residencial con una clara función de re- presentación deldominus . Este tipo de villas residenciales seencuentran, como acabamos de describir, en las vegas de laciudad y, por supuesto, a lo largo del territorio de la misma.Carranque es el máximo exponente del fenómeno al que nosreferimos y que debió ser ciertamente abundante en la vegadel Tajo y sus a uentes 11. Por el contrario, en el área cigarra-

    8 VV. AA. (2009): La Vega Baja de Toledo. Toledo.

    9 Almagro-Gorbea al. (2011): Excavaciones en el claustro de lacatedral de Toledo . Bibliotheca Archaeologica Hispana 33, Madrid;Carrobles, J., (2007),op. cit ., p. 8.

    10 Castelo, R. et al. (2006): “El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo).Un ejemplo de villa bajoimperial en la provincia de Lusitania”, enCHAVARRÍA, A. – ARCE, J. – BROGIOLO, G. P. (eds.)Villastardoantiguas en el Mediterráneo Occidental, Anejos de AEspArq XXXIX, Madrid: 173-196.

    11 Fernández-Galiano, D. -coord.- (2001):Carranque. Centro de Hispania romana. Alcalá de Henares; .Arce, J. (2003): “La villaromana de Carranque (Toledo, España): Identi cación y propietario”,Gerión 21-2, Madrid: 17-30; García-Entero, V. – Vidal Álvarez, S.(2008): “Losmarmora y la decoración arquitectónica del edi cio A deCarranque (Toledo): primeros resultados”, en Fernández-Ochoa, C. – García-Entero, V. – Gil Sendino, F. (eds.), Las villae tardorromanasen el occidente del Imperio: arquitectura y función . Gijón: 587-605.

    Fig. 4. Presa de la Alcantarilla -según Arenillaset alli -.

    Fig. 5. Yacimientos romanos tardoantiguos en el T.M. de Toledo.

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    lera no se ha localizado ninguna explotación de este tipo, enclaro contraste con lo que sabemos para épocas posteriores,como es el Renacimiento, con el desarrollo de los cigarralesclásicos ligados al ocio y la representación, a los que luegonos referiremos. En nuestra opinión, cabe explicar esta au-sencia por la inexistencia de infraestructuras hidráulicas quesoportaran el uso de este tipo de establecimientos ligados alocio y disfrute del espacio por parte del posesor. Un problemaque, sin embargo, pudo nalmente solventarse en plena EdadMedia con la aparición de diferentes sistemas hidráulicos deépoca andalusí.

    3. LA ÉPOCA VISIGODA: EL PAISAJE DE UNASEDES REGIA

    Aunque los precedentes pueden hallarse ya en época de Teu-dis y Atanagildo, fue indudablemente durante el reinado deLeovigildo (568-586) cuando Toledo se convirtió en el asien-to permanente de la corte visigoda12. Gran parte del éxito dela elección de Toledo como sedes regia tuvo que ver con su

    privilegiada situación geográ ca en el centro peninsular y suestratégico control del vado del Tajo, una situación excepcio-nal que hacía de la ciudad un importante nudo de comunica-ciones. Toledo contaba también a su favor el que no se hubie-ra visto afectado por los desórdenes del siglo V que habíanllevado la ruina a otras ciudades del interior de la península,manteniendo en pie todavía buena parte de las infraestructurasurbanas de época romana, así como con una buena organi-zación municipal y episcopal13. Su centralidad y alejamientode otros poderes le otorgaban ventaja sobre otras sedes como Narbona o Barcino, al tiempo que su oscuro pasado comosimple municipio romano no le suponía una rémora, como su-cedió, por ejemplo, con Emerita, antigua capital de ladiocesis

    Hispaniarum . Un último aspecto que no debe minusvalorarse para comprender la elección de la ciudad del Tajo como sedesregia visigoda viene dado por el asentamiento de los contin-gentes poblacionales visigodos en la zona central de la penín-sula, tal como pone de mani esto el mapa de distribución denecrópolis con elementos de ajuar de estilo danubiano14.

    12 Carrobles, J., (2007),op. cit .; Reynolds, R. E. (1989): “Theciuitasregia toletana before the Reconquista: A mozarabic vision in thecodices vigilanus and aemilianensis”, en Estudios sobre Alfonso VI

    y la reconquista de Toledo. II Congreso Internacional de Estudios Mozárabes. Toledo, 20-26 de mayo de 1985, Toledo, Vol. III, 153-184; Teja, R. (2002): “Los símbolos del poder: el ceremonial regiode Bizancio a Toledo”, en M. Cortés (coord.),Toledo y Bizancio, Cuenca: 113-122; Valverde, M.R. (2000): Ideología, simbolismo

    y ejercicio del poder real en la monarquía visigoda: un proceso decambio , Salamanca.

    13 Velázquez, I. y Ripoll, G. (2000): “Toletum , la construcción deunaurbs regia ”, en Ripoll, G. y Gurt, J. Mª. (eds.)Sedes Regiae (ann.400-800), Barcelona: 521-578;Barroso, R. y Morín, J. (2007): “Laciuitas regia Toletana en elcontexto de la Hispania de la séptima centuria”, en Carrobles,J., Barroso, R., Morín, J. y Valdés, F. Regia Sedes Toletana I. Latopografía de la ciudad de Toledo en la Antigüedad tardía y Alta

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    14 Ripoll, G. (1989): “Características generales del poblamiento y

    3.1. El área cigarralera

    A falta de testimonios literarios que se puedan poner en re-lación con el área cigarralera para el periodo visigodo, laarqueología ofrece algunos datos novedosos sobre el pobla-miento en la zona. De hecho, las últimas investigaciones ar-

    queológicas efectuadas en el área de los Cigarrales con rmanla aparición de asentamientos para este periodo y, por lo tanto,el nal del vacío arqueológico detectado en este espacio du -rante siglos.

    El primero de ellos se sitúa en el reborde del área cigarralera,en la Dehesa de Hernán Páez, donde se ha documentado unagran construcción realizada con grandes bloques de mampos-tería sin desbastar. Sus excavadores lo han identi cado con unasentamiento rural hispanovisigodo que tendría una continui-dad de uso en época emiral hasta el siglo IX15. A pesar de los pocos datos que conocemos de este interesante yacimiento,no podemos excluir que se trate de un conjunto homogéneoy no tanto de edi caciones aisladas, que se articulan en torno

    a un espacio abierto. Su aspecto es muy similar a los docu-mentados en la Vega Baja en época hispanovisigoda y quese han interpretado como estructuras residenciales privadasde tipo palacial16. No obstante y debido a la parquedad de losdatos que conocemos, creemos que no puede descartarse porcompleto que se trate de un espacio monástico articulado entorno a un patio central, ya que el edi cio es de grandes di -mensiones (15 x 30 m) y en él se ha localizado un fragmen-to de cimacio con rosetas hexapétalas fechable en la séptimacenturia (Fig. 6a y 6b).

    Este no es el único hallazgo de este tipo de piezas en el áreacigarralera. En el Cigarral de Menores se conservan dos capi-teles, un capitel corintio de factura muy clasicista, con hojasde acanto con nervaduras y orón en la parte superior, y otrocapitel corintio esquematizado con tres las de acantos (Fig.7a y 7b). No muy lejos, en el Cigarral de Santa Úrsula, seconserva una columna con su capitel, muy esquemático, con

    la arqueología funeraria visigoda de Hispania.” Espacio, Tiempo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología , 2 (Madrid, 1989): 389-418; Velázquez, I. y Ripoll, G. op. cit, 521-578; Azkárate, A. (2002):“De la tardoantigüedad al medievo. Una mirada a los estudiosarqueológicos sobre el mundo funerario”, en Vaquerizo, D. (ed.)

    Espacios y usos funerarios en el Occidente romano. Seminario deArqueología, Universidad de Córdoba: 115-139; Martin, C. LaGéographie du pouvoir dans l’Espagne visigothique. Lille, 2003,205-216; Balmaseda, L. J. “En busca de las iglesias toledanas deépoca visigoda”, en Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reinovisigodo de Toledo , Toledo, 2007a, 197-214; Barroso, R. y Morín,J. “La ciuitas regia Toletana en el contexto de la Hispania de laséptima centuria”, en Carrobles, J., Barroso, R., Morín, J. y Valdés,F. Regia Sedes Toletana I. La topografía de la ciudad de Toledo enla Antigüedad tardía y Alta Edad Media, Madrid, 2007; Barroso,R., Carrobles, J. y Morín, J. «Arquitectura de poder en el territoriotoledano en la Antigüedad tardía y época visigoda. Los palacios deToledo como referente de la edilicia medieval», en Izquierdo, R.y Passini, J. La ciudad Medieval: de la casa principal al palaciourbano , Toledo, 2011, 1-69.

    15 Vicente, A. y Rojas, J.M. (2009): “Hernán Páez. Un establecimientorural del siglo VIII en el entorno de Toledo”, en Arse , 43, pp. 287-315.

    16 Ewig, E. (1963): “Résidence et capitale pendant le Haut MoyenAge”, Revue Historique , 230, París: 25-72.

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    a una calle central (Fig. 10). En el punto más elevado destacauna importante construcción con muros de más de un metrode anchura y orientación Este-Oeste, que, quizás, puedan per-tenecer a un edi cio religioso. La cronología del enclave no parece ofrecer muchas dudas, ya que en este mismo lugar fuehallada una hebilla escutiforme de nales del siglo VI o co -mienzos de la séptima centuria (Fig. 11). En época andalusí, el

    una cronología parecida al resto de piezas hasta ahora enume-radas (Fig. 8). A ellas hay que sumar también un fragmento decancel hoy conservado en la ermita de la Virgen del Valle queviene a cerrar el mapa de los hallazgos de piezas escultóricasdecorativas en el área objeto de estudio (Fig.9).

    Todas estas piezas pueden proceder del acarreo de materialde construcción practicado desde la ciudad pero, también, dealgún gran yacimiento ubicado en el área cigarralera como esel detectado en el valle de La Pozuela. Se trata de un asenta-miento de cierta entidad que se ubica sobre un promontorioque destaca en la margen derecha del arroyo que da nombre alvalle. En él se aprecia la existencia de un conjunto de edi ca -ciones que, según se desprende del análisis de la fotografía aé-rea y los trabajos de prospección, parece articularse en torno

    Fig. 7. a. Plano de situación del Cigarral de Menores en el área ci-garralera - Barroso y Morín, 2007-. b. Cigarral de Menores. Capitel

    - Barroso y Morín, 2007-. c. Cigarral de Menores. Capitel.

    Fig. 6. a. Dehesa de Hernán Paez -según Rojas-; b. Dehesa de Her-nán Paez. Cimacio -fot. Rojas-.

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    Fig. 9. Fragmento de cancel de la ermita de la Virgen del Valle.

    Fig. 10. Plano y modelización 3D con la ubicación del enclavehispanovisigodo en el valle de La Pozuela.

    asentamiento fue abandonado coincidiendo con el inicio de unasentamiento ubicado en la margen izquierda del arroyo, queestá en relación con la construcción de un importante qanatque estudiamos en el capítulo correspondiente. Su puesta enfuncionamiento marca un punto de in exión por el que estastierras ganaderas pasaron a tener una explotación agrícola in-tensiva muy diferente de la practicada hasta entonces.

    A esta serie de hallazgos hay que sumar, al menos como refe-rencia, los que tienen que ver con otro centro monástico bienconocido desde el siglo XIX, localizado en Guarrazar, en eltérmino municipal de Guadamur pero en las inmediacionesdel área cigarralera más meridional (Fig. 12.). Guarrazar esmundialmente célebre por haberse encontrado allí el tesorode coronas votivas custodiadas en el Museo Arqueológico Nacional, la Armería Real de Madrid y el Museo de Clunyde París17. Las primeras intervenciones sobre este yacimien-to se iniciaron en 1859, motivadas en parte por el escándaloque había supuesto en su día la venta de algunas de las pie-zas en Francia. Las excavaciones fueron llevadas a cabo poruna Comisión de la Real Academia de la Historia dirigida porJosé Amador de los Ríos y documentaron, aparte de los hoyosdonde se escondieron las coronas, una necrópolis y restos deuna edi cación, así como diversos fragmentos arquitectóni -cos y de escultura decorativa. La necrópolis contaba ademáscon una sepultura privilegiada donde había sido enterrado un presbítero de nombre Crispín, fechada, según inscripción,

    17 Perea, A. (ed.), (2001): El tesoro visigodo de Guarrazar .

    Fig. 8. Columna y capitel del cigarral de Santa Úrsula.

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    en el año 693 de la era cristiana18. Nuevos descubrimientosy adquisiciones catalogados por Luis Balmaseda elevaron elnúmero de fragmentos hasta un total de 63, incluidos aquélloscustodiados en instituciones públicas y los que se conservanen diversas colecciones particulares19. En la actualidad, desdehace ya unos años, el yacimiento es objeto de nuevas inter-venciones por parte del Instituto Arqueológico Alemán bajola dirección del doctor C. Eger 20 y más recientemente de JuanManuel Rojas21.

    La hipótesis de la existencia en Cigarrales de una construcciónmonástica de cierta importancia, similar a la documentada enGuarrazar e incluso a la que acabamos de conocer en HernánPaez, nos da ocasión de abordar un asunto particularmente su-gestivo como es el de la relación entre monacato y ganadería du-

    18 Velázquez, I. (2001): “Las inscripciones del tesoro de Guarrazar”,en Perea, A. (ed.), El tesoro visigodo de Guarrazar , pp. 340-346.

    19 Balmaseda, L. (2007b): “Algunos problemas de la esculturavisigoda toledana”, en L. Caballero y P. Mateos (eds.) Esculturadecorativa tardorromana y altomedieval en la Península Ibérica.

    Anejos de AEspA XLI (Mérida, 2007): 282-286.

    20 Balmaseda, L. Arte ornamental arquitectónico visigodo en la provincia de Toledo . Tesis doctoral inédita. Universidad Complutensede Madrid, 1998; Eger, C. et al. “Guarrazar (Guadamur, Toledo).Bericht zu den Untersuchungen 2002-2005”, Madrider Mitteilungen 48(2007) 267-305; Eger, C. “Guarrazar“, en: Morín et al. (eds.) El tiempode los bárbaros. Pervivencia y transformación en Galia e Hispania (ss.V-VI d.C.). Zona Arqueológica 11 (Alcalá de Henares, 2010) 563-565.

    21Excavación en curso.

    rante el periodo visigodo. Mucho se ha escrito sobre los orígenesde la trashumancia mesteña, buscándose precedentes en épocas prerromanas y romanas a una actividad que habría de marcar de-cisivamente el desarrollo económico peninsular durante buena parte de su historia medieval22. Aunque hablar de trashumanciaen época visigoda no pasa de ser a día de hoy una atractiva hi- pótesis, existe una amplia serie de documentos que permite vis-lumbrar la importancia que adquirió la ganadería entre los siglosVI-VIII23. Basándonos en esta documentación no puede negarsela existencia de un régimen de trashumancia de corto y medioalcance, aprovechando las potencialidades que ofrecen las dife-rencias entre zonas de sierra y valle. Cabría hacer mención aquícómo algunas disposiciones legales de tiempos de Leovigildoregulan importantes aspectos relacionados con el tránsito gana-dero tales como el cuidado de los caminos de paso de ganado,los desperfectos causados por ovejas y cabras en los cultivos, los procedimientos de pasto en régimen de campos abiertos o las

    22 Para un estado de la cuestión: Gómez-Pantoja, J. “Buscando a los pastores”,1º Congresso de Arqueología Peninsular (=Trabalhos de Antropología, Arqueología e Etnología 33, 3-4, Oporto, 1995, 445-459; Id. “Pecora consectari: transhumance in Roman Spain”, PECUS.

    Man and animal in antiquity. Proceedings of the conference at theSweedish Institute in Rome , September 9-12, 2002 (Roma, 2004) 94-102; Sánchez Moreno, E. “De ganados, movimientos y contactos.Revisando la cuestión trashumante en la Protohistoria hispana: LaMeseta occidental”,Stud. Hist. Hª. Ant. 16 (1998) 53-84. Ver tambiénel estudio dedicado a la formación de los paisajes ganaderos en el áreade cigarrales en la Edad Media, en esta misma publicación.

    23 García Moreno, L. A. “El paisaje rural y algunos problemasganaderos en España durante la Antigüedad tardía”, Estudios enhomenaje a D. Claudio Sánchez Albornoz , vol. I (Buenos Aires,1983) 401-426.

    Fig. 12. Mausoleo del presbítero Crispín en el monasterio de Gua-rrazar.Fig. 11.Fragmento de hebilla procedente del yacimiento del valle dePozuela.

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    fórmulas para recobrar el ganado extraviado, punto este últimoque se ha considerado el precedente más claro de lasmixtas omestas medievales24. El famoso testamento del obispo Vicentiusde Osca, en el siglo VI, sugiere también la existencia de movi-mientos estacionales de ganado entre áreas complementarias si-tuadas a cierta distancia, en este caso entre los pastos de verano(aestivae, aestivolae ) que el obispo poseía en laterra Boletana (Boltaña) y la propia Osca, un movimiento que comprende unradio de acción de unos 60 km. Otro testimonio de conducción deganado aparece relatado en la hagiografía de Valerio del Bierzo(Val. Repl . 3), hacia la segunda mitad del siglo VII. En este caso,la noticia re ere que una noble matrona llamada Teodora sufrióun grave percance en su viaje hacia el Bierzo cuando un nume-roso rebaño de vacas y pastores (multitudo hominum, multa bo-vum) que se dirigían hacia el sur en busca de pastos (iuga ducti )se abalanzó sobre su séquito. El suceso tuvo lugar en una publica

    strata, cerca ya de la época de vendimia ( propinquante vinde-miae tempore ), lo que hace suponer un descenso de los ganadosdesde el Bierzo hacia los pastos invernales del sur, situados entreel Tajo y el Guadiana, siguiendo para ello la vía de la Plata, talcomo siglos después harían los ganaderos leoneses y zamoranos por la cañada Vizana25.

    Quizás este movimiento estacional y reglamentado de gana-dos en manos de unos señores y poderes religiosos, permitaexplicar la importancia de parajes como éste de los Cigarra-les y, en cualquier caso, plantean la cuestión de la relaciónentre algunas fundaciones monásticas y el tránsito ganadero

    24 L.V. VIII 3.9; VIII. 4.14; VIII.4.26-28; VIII. 5.5; Klein, J.The Mesta. A study in Spanish Economic History 1273-1836 . (Cambridge-Londres, 1920) 7 (leyes), 15 (agrupaciones de ganaderos para recogeranimales extraviados), 18 (cañadas ganaderas) y 301 (derechos de pastos sobre campos abiertos).

    25 Sánchez Moreno, 1998: 61s; Gómez-Pantoja, 2004: 95.

    a través de cañadas. Un ejemplo que, desde la arqueología, puede arrojar alguna luz sobre este problema es el del cerca-no monasterio de Santa María de Melque, en San Martín deMontalbán (Toledo) (Fig. 13). Como hemos defendido en otrolugar, hay razones de peso para sospechar que este conjuntomonástico se hallaba íntimamente vinculado con el elemen-to aristocrático toledano. De hecho, el topónimo mismo, lagrandiosidad del complejo arquitectónico y las innovacionesconstructivas que presenta el templo –que revelan un conoci-miento preciso de las modas arquitectónicas del Mediterrá-neo oriental–, así como su carácter de panteón monumental,avalan sin duda la relación del conjunto con el entorno áu-lico toledano26. Su situación, en este sentido, no deja de sersigni cativa desde el punto de vista ganadero: ubicado en uncamino que conduce desde Toledo a Córdoba, el monasteriode Melque se hallaba situado en un punto estratégico para eltránsito ganadero entre las tierras del Sistema Central y lascampiñas manchegas y béticas27. Las diferentes intervencio-

    26 Barroso, R., Carrobles, J. y Morín, J.op.cit , en La ciudadmedieval: de la casa principal al palacio urbano. Actas del III Cursode Historia y Urbanismo medieval. Universidad de Castilla – La

    Mancha (Toledo, 2011) 61s.

    27 Para la interpretación de este conjunto vid. Caballero, L. y Latorre,J. I. La iglesia y el monasterio visigodo de Santa María de Melque(Toledo). Arqueología y arquitectura. San Pedro de la Mata (Toledo)

    y Santa Comba de Bande (Orense). Excavaciones Arqueológicasen España 109 (Madrid 1980); Caballero, L. et al. “Notas sobre elcomplejo productivo de Melque (Toledo): prospección del territorioy análisis de Carbono 14, polínicos, carpológicos y antracológicos yde morteros”, Archivo Español de Arqueología 72 nº 179-180 (1999)199-240; Caballero, L. “El conjunto monástico de Santa María deMelque (Toledo). (Criterios seguidos para interpretar monasterioshispánicos tardo antiguos)”, en Caballero, L. (ed.) Monjes ymonasterios hispánicos en la Alta Edad Media (Aguilar de Campóo,2006) 100-145; Barroso, Carrobles y Morín, 2011: 57-63.

    Fig. 13. Reconstrucción del monasterio de Santa María de Melque.

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    nes arqueológicas efectuadas en este yacimiento han reveladoademás que el monasterio contaba con un complejo sistemade aprovechamiento agrario que incluía la construcción decinco presas de discutible funcionalidad, bien para embalsaragua que alimentaban un sistema de regadío según Caballero,o bien, como parece más probable, simplemente para aterra-zar el terreno con vistas a construir un sistema de bancalesy poner así en explotación las tierras situadas en la vaguadaadyacente al complejo monástico. El conjunto estaba bien de-limitado en su totalidad por una cerca de unos 650 x 400 mde extensión y 60/70 cm de anchura. Dicha cerca tendría unafuncionalidad variada: guardar el necesario aislamiento de losmonjes en régimen de clausura, jar la extensión scal del

    monasterio y, lo que importa para nuestro caso, actuar comodescansadero de ganado y lugar donde regular y controlar surentable movimiento28.

    Ya hemos visto con anterioridad que este tipo de espaciosdestinados a la cría de ganado hunde sus raíces en la misma protohistoria del centro peninsular, con especial desarrollo enel ámbito vettón. Dentro de este mismo espacio geográ co, pero con una cronología visigoda, disponemos también deltestimonio de las pizarras visigodas halladas en las actuales provincias de Ávila y Salamanca, un número importante delas cuales ha sido interpretado como registros de contabili-dad ganadera de diversos fundos de la zona29. Que el conjuntodocumentado en Pozuela, el monasterio de Melque y posi-

    blemente también otros yacimientos semejantes del entornotoledano, como es el complejo de Arisgotas, basaran buena parte de su economía en la cría de ganado entra, pues, dentrode la lógica del entorno, teniendo en cuenta la tradición remo-ta de estas gentes a la que antes aludíamos, las condicionesnaturales de la zona (con áreas de pluviosidad diferenciadaentre zonas de serranía y valles), aptas para la cría de ganado bovino en régimen de semilibertad, así como la situación demuchos de estos enclaves en proximidad a cañadas de trashu-

    28 Caballero, L. y Murillo, J. I. “Notas sobre las cercas y murallasde Santa María de Melque”.Congreso de Espacios forti cados de la

    provincia de Toledo (Toledo, 2005) 255-291.

    29 Velázquez, I. Las pizarras visigodas . Antigüedad y Cristianismo 6(Murcia, 1989) 607-609; García Moreno, 1983: 401-416.

    mancia estacional a las que añadir en el caso de Cigarrales, pasos uviales de importancia.

    Conviene destacar aquí, sin embargo, dos aspectos novedososde los yacimientos visigodos toledanos: el primero es que enépoca visigoda esta actividad ganadera a gran escala parecehaber quedado bajo el control de la aristocracia fundiaria, biensea eclesiástica o civil, pero en cualquier caso relacionada conlos círculos cortesanos toledanos; y, segundo, que estos ence-rraderos parecen situarse ahora en monasterios o fundos pri-vados emplazados fuera de la ciudad y alejados de ella, dentrode un panorama general de hábitat disperso semejante al régi-men de cortijos que siglos después veremos desarrollarse enel espacio manchego y bético. Un fenómeno nuevo marcado por la apropiación y privatización de antiguos espacios abier-tos, que dieron como consecuencia una variedad de pobla-miento rural más rica y compleja de la registrada hasta ahora.De este modo, el caso visigodo presenta una clara diferenciacon respecto a sus precedentes protohistóricos vettones, cuyosencerraderos estaban situados anexos a losoppida 30.

    Por último y para mostrar la nueva realidad que parece impo-nerse sobre la zona en época visigoda, hay que citar la presen-cia en lugares cercanos, en concreto en el término municipalde Argés, de otro tipo de asentamientos que carecen de rela-ción con los que acabamos de describir pero son importantes para comprender la evolución que inicia la explotación del te-rritorio más cercano a la ciudad de Toledo. Se trata de estable-cimientos de marcado carácter rural como es el documentadoen el enclave de Las Posturas , fechado en la séptima centuria

    30 Este panorama se vio favorecido en parte por la tendencia alaislamiento propia del fenómeno monástico, inclinado hacia laexpansión por zonas deshabitadas y yermas: García Moreno, L. A. “Elhábitat rural disperso en la Península Ibérica durante la Antigüedadtardía (siglos V-VII)”, Antigüedad y Cristianismo 8 (Murcia, 1991)261-273. Algunas normas monásticas de la época aluden a la cría deganado en los monasterios: Reg. Isid. 21, más acusado aún en Reg.Com. 9 (Campos, J. y Roca, I.Santos Padres Españoles, t. II San

    Leandro, San Isidoro, San Fructuoso. Reglas monásticas de la España

    visigoda. (Madrid, 1971) vid. el comentario de Díaz Martínez, P. dela C. Formas económicas y sociales en el monacato visigodo. ActaSalmanticensia 53 (Salamanca, 1987) 97 y 101s.

    Fig. 14..Las Posturas, Argés, según Rojas.

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    y caracterizado por un hábitat disperso de pequeñas edi ca -ciones rectangulares, silos y una necrópolis31. Este espacio fueobjeto de ocupación desde fechas muy antiguas, pues se ha podido documentar también una cabaña de madera con partede la estructura excavada en el subsuelo, similar a las estudia-das en la vecina Comunidad de Madrid, en yacimientos como

    Gózquez32

    , El Pelícano, etc. (Fig. 14).Precisamente la investigación arqueológica desarrollada enalgunas localidades del sur de la Comunidad de Madrid haservido igualmente para poner de mani esto la existencia dedistintas categorías de poblamiento que hasta hace unos añosvenían pasando completamente desapercibidas. En ellas seencuadran una amplia serie de asentamientos que explican losantiguos hallazgos funerarios y les convierte en los auténticoscentros de las nuevas comunidades, dotándolos de una nuevasigni cación 33. Su invisibilidad arqueológica se debe en bue-na medida a la propia naturaleza de los restos, generalmentede escasa entidad constructiva debido a la utilización mayori-taria de materiales perecederos que di cultan su detección 34.

    Una situación que cobra su verdadera dimensión cuando con-sideramos la cronología de estas estructuras, comprendidaentre los grandes complejos monumentales tardorromanos eislámicos que gozan de un protagonismo mucho más evidenteen la ordenación del paisaje y requieren técnicas mucho me-nos depuradas para su localización.

    En líneas generales, el nuevo modelo territorial parte de quela práctica totalidad del espacio rural más productivo, el queantes concentraba el mayor número deuillae , pasó a ser ex- plotado mediante una red de aldeas y granjas que serían el re-sultado del desarrollo de una sociedad completamente nueva,que fue capaz de generar un nuevo modelo de aprovechamien-

    31 Rojas, J.M.; Gómez, J.A. y García, L, (2010). “La excavaciónarqueológica en el yacimiento Las Posturas. Sectores 14 y 15 (Argés,Toledo). Un asentamiento rural visigodo en el entorno de Toledo”,en Madrigal, A. y Perlines, M., (coords.), Actas de las II Jornadasde Arqueología de Castilla-La Mancha, Toledo , edición digital, sin paginar.

    32 Contreras, M. (2006): “Evolución del ritual funerario entre lossiglos VI y VIII en el asentamiento de Gózquez de Arriba (San Martínde la Vega, Madrid), en López, J., Martínez, A. M. y Morín, J. (eds.)Gallia e Hispania en el contexto de la presencia “germánica” (ss.V-VII). Balances y Perspectivas (Oxford, 2006): 273-288; Contreras,M. – Fernández, A. (2006): “El espacio funerario en el pobladode época visigoda de Gózquez de Arriba (San Martín de la Vega,Madrid), en Morín, J. (ed.) La investigación arqueológica de la épocavisigoda en la Comunidad de Madrid, Zona Arqueológica 8 (Alcaláde Henares, 2006): 517-534.

    33 Vigil-Escalera, A. “El poblamiento rural del Sur de Madrid y lasarquitecturas del siglo VII”, en Anejos AEspA LI (Madrid, 2009) 220-223.

    34 Vigil-Escalera, A. “Arquitectura en tierra, piedra y madera enMadrid (SS. V-IX d.C.). Variables materiales, consideracionessociales”, en Arqueología de la Arquitectura 2 (Madrid, 2003) 287-291; Id. “El modelo de poblamiento rural en la Meseta y algunascuestiones de visibilidad arqueológica”, en López, J.,Martínez,A. M., Morín, J. (eds.)Gallia e Hispania en el contexto de la

    presencia germánica (ss. V-VII). Balances y Perspectivas (Oxford,2006) 89-108; Sánchez-Moreno, M. y Galindo, L. (2006): “Cabañascon cubierta de teja en el yacimiento arqueológico de Frontera dePortugal”, en Morín, J. (ed.) La investigación arqueológica de laépoca visigoda en la Comunidad de Madrid, Zona Arqueológica 8(Alcalá de Henares, 2006), vol. II: 471-476.

    to del territorio adaptado a las nuevas condiciones surgidastras el n del Imperio y la llegada de gentes procedentes delugares muy distintos35. Debido al poco tiempo transcurridodesde la valoración de los primeros hallazgos, todavía se des-conocen los mecanismos que hicieron posible la implantaciónde las nuevas entidades de las que venimos hablando a nales

    del siglo V. Un momento complejo condicionado por la lle-gada y establecimiento del pueblo visigodo en estas tierrasdel interior peninsular, en el que se han empezado a detectarla constitución de estos nuevos asentamientos36. Su consoli-dación se produciría a lo largo del siglo VI y luego, por losmotivos que trataremos de explicar más adelante, sufriríanciertos cambios y adaptaciones antes de desaparecer en lossiglos VIII y IX, como consecuencia de la implantación delnuevo modelo islámico, en el que primó la construcción denuevas ciudades secundarias en diferentes puntos del antiguoterritorio de Toledo37.

    .

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