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Hª del Arte. 2º Bachillerato El Barroco 1.- Introducción Con el término Barroco denominamos las manifestaciones artísticas y culturales del siglo XVII. La clave para entender este movimiento se encuentra en un contexto histórico lleno de contrastes. La pérdida de la unidad religiosa divide a Europa en dos ámbitos antagónicos que repercuten, también, en el ámbito del arte: el católico de la Contrarreforma de los países mediterráneos (Francia, Italia, España) y de Europa central ( Austria, Hungría, Bohemia y Polonia); y el protestante de la Europa del norte (Inglaterra, Escocia, Suiza, Escandinavia, Holanda y norte de Alemania). Al mismo tiempo, en el norte, el desarrollo del capitalismo comercial favorece el crecimiento de una burguesía numerosa. En el campo científico, las investigaciones de Kepler, Galileo, Descartes y Newton, sientan las bases del método científico. En filosofía, junto al empirismo de raíz inglesa, se desarrolla en Francia un racionalismo basado en la duda metódica (Descartes). El barroco coincide con la afirmación de los Estados modernos. En Holanda e Inglaterra se desarrollan regimenes parlamentarios, pero en la mayoría de países domina la Monarquía absoluta y centralista, que tiene su máxima expresión en Francia. El arte barroco se convierte en un instrumento al servicio de los distintos poderes, de ahí que la Iglesia, la Monarquía y la burguesía se conviertan en los principales clientes. En los países protestantes, con una economía basada en el capitalismo comercial (por ejemplo Holanda) los principales clientes proceden de la burguesía. En los países católicos y monárquicos, la Iglesia de la Contrarreforma triunfante tras el Concilio de Trento y la Monarquía absoluta utilizan el arte como expresión de su poder y autoridad . La Monarquía absoluta (Francia, España) utilizan el arte como un sistema eficaz de propaganda al servicio del Estado: los palacios y los espacios públicos pretenden impresionar a la población para que acaten los mandatos de la monarquía. Por su parte la Iglesia católica potencia las manifestaciones externas de piedad a través de un arte religioso, especialmente en la escultura y la pintura, para reafirmar sus posiciones frente al protestantismo. Tanto la Monarquía como la Iglesia ejercen un control sobre las obras de arte para que se ajusten a los principios que persiguen. Al imponerse un gusto oficial, el artista se ve obligado a adaptarse al programa de exaltación del poder. El barroco es un arte urbano. El poder, para desplegar su propaganda ante los fieles o los súbditos, elige la ciudad como el espacio ideal y la plaza como el marco idóneo. Durante el barroco se consolida la ciudad-capital, asiento de la corte del aparato político- administrativo. A las ceremonias de la vida cortesana (coronación, bodas, pompas fúnebres) se sumaban los actos de reafirmación del 1

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Hª del Arte. 2º Bachillerato

El Barroco

1.- Introducción

Con el término Barroco denominamos las manifestaciones artísticas y culturales del siglo XVII. La clave para entender este movimiento se encuentra en un contexto histórico lleno de contrastes.La pérdida de la unidad religiosa divide a Europa en dos ámbitos antagónicos que repercuten, también, en el ámbito del arte: el católico de la Contrarreforma de los países mediterráneos (Francia, Italia, España) y de Europa central ( Austria, Hungría, Bohemia y Polonia); y el protestante de la Europa del norte (Inglaterra, Escocia, Suiza, Escandinavia, Holanda y norte de Alemania).Al mismo tiempo, en el norte, el desarrollo del capitalismo comercial favorece el crecimiento de una burguesía numerosa.En el campo científico, las investigaciones de Kepler, Galileo, Descartes y Newton, sientan las bases del método científico. En filosofía, junto al empirismo de raíz inglesa, se desarrolla en Francia un racionalismo basado en la duda metódica (Descartes).El barroco coincide con la afirmación de los Estados modernos. En Holanda e Inglaterra se desarrollan regimenes parlamentarios, pero en la mayoría de países domina la Monarquía absoluta y centralista, que tiene su máxima expresión en Francia. El arte barroco se convierte en un instrumento al servicio de los distintos poderes, de ahí que la Iglesia, la Monarquía y la burguesía se conviertan en los principales clientes. En los países protestantes, con una economía basada en el capitalismo comercial (por ejemplo Holanda) los principales clientes proceden de la burguesía.En los países católicos y monárquicos, la Iglesia de la Contrarreforma triunfante tras el Concilio de Trento y la Monarquía absoluta utilizan el arte como expresión de su poder y autoridad . La Monarquía absoluta (Francia, España) utilizan el arte como un sistema eficaz de propaganda al servicio del Estado: los palacios y los espacios públicos pretenden impresionar a la población para que acaten los mandatos de la monarquía. Por su parte la Iglesia católica potencia las manifestaciones externas de piedad a través de un arte religioso, especialmente en la escultura y la pintura, para reafirmar sus posiciones frente al protestantismo. Tanto la Monarquía como la Iglesia ejercen un control sobre las obras de arte para que se ajusten a los principios que persiguen. Al imponerse un gusto oficial, el artista se ve obligado a adaptarse al programa de exaltación del poder.El barroco es un arte urbano. El poder, para desplegar su propaganda ante los fieles o los súbditos, elige la ciudad como el espacio ideal y la plaza como el marco idóneo. Durante el barroco se consolida la ciudad-capital, asiento de la corte del aparato político-administrativo. A las ceremonias de la vida cortesana (coronación, bodas, pompas fúnebres) se sumaban los actos de reafirmación del catolicismo como procesiones de Semana Santa, Corpus, actos de culto a la Virgen y a los santos. El barroco es un estilo que integra a todas las artes. La obra artística se concibe como una unidad. La arquitectura se convierte en el instrumento integrador de las otras artes, tanto de las plásticas (escultura y pintura) como de las industriales (tapices, muebles, orfebrería, etc) creando un espacio que tiene mucho que ver con lo escénico y teatral.En resumen, el arte de esta época apela a los sentidos con el fin de conmover, emocionar y persuadir a las masas, y pone en juego todo tipo de recursos que hacen del barroco un estilo lleno de sensibilidad y una cultura de la imagen.

2.- La escultura barroca

La escultura barroca, al igual que la arquitectura y la pintura, está al servicio del poder político (Monarquía absoluta) y religioso (Iglesia católica). Es por tanto una

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escultura cargada de contenidos, en ocasiones apasionados, con una clara vocación hacia el realismo para la transmisión del mensaje con absoluta fidelidad. Tras el Concilio de Trento muchos teólogos de la Iglesia católica contrarreformista escribieron tratados sobre cuál debía ser la función de las imágenes sagradas para evitar las distracciones que alejaban a los fieles de la correcta doctrina. Se trata de una escultura grandiosa y monumental, expresión del poder, por lo que adquiere un carácter urbano: fuentes, retratos, etc. Muchas veces se integra en la arquitectura con una finalidad dramática.Frente al equilibrio renacentista y la tensión manierista, la escultura barroca se caracteriza por la búsqueda del movimiento. Predomina el uso de formas abiertas por ello son frecuentes las composiciones en aspa y diagonales, los paños flotantes en el aire y la gesticulación expresiva de brazos y manos. Los ropajes adquieren una personalidad que nunca habían tenido, sus formas se hinchan y arremolinan y el escultor atiende más al movimiento del paño que a subrayar la figura humana. Las esculturas se llenan de efectos lumínicos que se consiguen mediante el contraste de las superficies.En cuanto a los materiales, continúan usándose el mármol y el bronce, de tradición italiana y muy usados en las grandes obras áulicas; pero en España triunfa el uso de la madera policromada, expresión de una religiosidad más espontánea y popular (la imaginería). Pero en todos los casos se trabajan enormemente: pulimentando, estofando, etc, para conseguir los efectos que desea el cliente barroco. La temática es variada, pero casi siempre con esa intención propagandística de la Monarquía o la Iglesia ya señalado anteriormente. Abunda la temática religiosa al servivio de la devoción. La escultura mitológica adorna palacios, jardines, fuentes... El retrato, muchas veces integrado en la escultura funeraria, adquiere relevancia.

Existen numerosas escuelas nacionales pero sobresalen Italia, Francia y España.

2.1 La escultura en Italia: Bernini

La escultura en Italia se desarrolla en torno a la Iglesia y a las actuaciones urbanas de los Papas, cuyo objetivo será convertir a Roma en la cabeza visible de la humanidad cristiana.

El polifacético Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) es el escultor más representativo del barroco. Nació en Nápoles, hijo de un escultor, se trasladó a Roma en 1605. Su carrera fue de éxito en éxito; representa el artista prototipo de la Contrarreforma, trabaja principalmente para la Iglesia y entre sus mecenas destacó el Papa Urbano VIII. Bernini desarrolla una escultura destinada a impactar emocionalmente a través de un juego estético preconcebido: el sentido escenográfico de sus obras que busca expresar pasiones y sentimientos exaltados y transmitirlos al espectador, para ello elige momentos dramáticos, gestos grandilocuentes, ropajes voluminosos y agitados por el viento; el movimiento expresado en el acto no en potencia pues capta lo fugaz, lo momentáneo; prefiere los grupos escultóricos de formas abiertas y movidas; el modelado de las superficies creando efectos pictóricos que plasman las calidades o texturas de telas, vegetales y piel de los seres vivos. Utiliza la luz en relación con la iconografía y el mensaje que pretende transmitir. La variedad de puntos de vista de sus esculturas es otra de sus características.

Su temática es variada: religiosa (Éxtasis de Santa Teresa), mitológica (Apolo y Dafne), funeraria (Sepulcro de Urbano VIII) y retratos (Luís XIV).Como materiales usa el mármol con gran virtuosismo técnico, pero también el bronce. Apolo y Dafne es uno de sus primeros y más afortunados grupos, de temática mitológica; en esta obra hace un estudio de la escultura clásica pero le añade el movimiento y la fugacidad del momento en el que Dafne se convierte en árbol al ser alcanzada por Apolo. En la representación de David a punto de lanzar la honda a Goliat se observa movimiento, tensión contenida y fuerza.

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Apolo y Dafne David

Otras composiciones escultóricas , dentro de una rica escenografía marcan su obra: la tumba del Papa Urbano VIII que será un modelo para la escultura funeraria, tanto por su disposición como por el uso del mármol y el bronce. En la parte superior aparece la imagen del pontífice sedente; en la inferior las alegorías de las virtudes y una directa alusión a la muerte en la figura central de un esqueleto. La cátedra de San Pedro, es una de las obras señeras del barroco.

Tumba de Urbano VIII Cátedra de San PedroObras suyas son también El éxtasis de Santa Teresa, La muerte de la beata Ludovica Albertoni. Monumentos urbanos como la Fuente de los Cuatro Ríos y la del Tritón, donde el mármol y el agua crean efectos visuales y teatrales. Retratos, como el busto de Luís XIV que transmite sensación de poder y distanciamiento.

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2.2 La escultura en España: la imagineríaMientras en Italia y Francia se desarrolla una escultura inspirada en Bernini, en mármol y bronce, con predominio de temas mitológicos, en España continúa cultivándose la escultura en madera policromada, de temática religiosa como consecuencia del fervor religioso extendido por la Contrarreforma. La escultura procura acercarse a la iconografía propuesta por el Concilio de Trento, cuya finalidad consistía en despertar la sensibilidad del creyente para que sienta las imágenes como elementos integrantes de su vida cotidiana. Por ello predominan temas que mueven a la piedad como la Dolorosa, Cristo muerto o la Pasión.Es, por tanto, la Iglesia el principal cliente del arte, a través de los monasterios, conventos, parroquias y cofradías. La costumbre de sacar las imágenes en procesión en Semana Santa determina la creación de un tipo de escultura procesional (imaginería) de carácter narrativo y exento, muy popular y abundante en el siglo XVII.

Estas esculturas se caracterizan por un realismo profundo; el deseo de realidad obliga a renunciar progresivamente al estofado, que es sustituido paulatinamente por una vistosa policromía y elementos postizos: ojos de cristal, pelo, lágrimas de cera, pestañas, coronas de espino, etc. Este expresionismo queda plasmado mediante el movimiento, el color, los recursos lumínicos y la representación de estados anímicos muy extremos y dramáticos.

A lo largo del siglo XVII se configurarán una serie de focos que quedarán definidos con unas peculiaridades propias. Destacan:

Foco castellano, con centro en Valladolid cuya figura más relevante fue Gregorio Fernández.

Foco andaluz con centro en Sevilla. El impulsor de esta escuela es Martínez Montañés. Entre sus miembros más destacados destacan Alonso Cano y Pedro de Mena.

Foco murciano donde destacó Francisco Salzillo.

a) Foco castellano: Gregorio Fernández (1576-1636)

Escultor que vive y trabaja en Valladolid, capital del reino durante el comienzo del reinado de Felipe III, donde se emplazaba un comercio lujoso e importantes instituciones (Universidad, Audiencia...). Felipe III, su valido el Duque de Lerma y las instituciones eclesiásticas fueron los principales clientes de su taller, donde, además, se formaron muchos de sus colaboradores.

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Gregorio Fernández es uno de los grandes creadores de tipos de iconografía religiosa popularizando temas como el Cristo crucificado, el Cristo yacente, Santa Teresa, etc.

Usa como material la madera tallada y policromada al temple.

Se caracteriza por un realismo de gran expresionismo, patente en el estudio anatómico de las figuras, el tratamiento de las heridas y la sangre y el añadido de postizos (cabellos, ojos de cristal, etc) que contribuyen a representar dolor y patetismo.

En sus obras el movimiento resulta contenido. En sus composiciones, las diagonales bruscas, los escorzos y los ropajes con abundante plegado acartonado, expresan el dinamismo barroco.

Insiste en lo dramático y sus personajes son de una gran expresividad, especialmente los temas trágicos, como la Pasión de Cristo, en los que busca despertar la piedad y los sentimientos religiosos de los fieles. Por ejemplo, Cristo muerto aparece con la boca entreabierta, con dientes de marfil, los ojos semicerrados, la cabeza inclinada y abundantes regueros de sangre que manan de la cabeza coronada de espinas, de la llaga del costado, de las rodillas, manos y pies. Entre sus obras destacan: Cristo yacente, la Piedad, Cristo de la columna, Ecce Homo, Vírgenes Dolorosas, Inmaculadas, Santa Teresa, etc

Cristo yacente de El Pardo Piedad

Ecce Homo Cristo de la columna Cristo de la luz

b) El foco andaluz: Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de Mena.Andalucía ocupa un lugar preferente en la escultura del siglo XVII. Se distinguían dos centros, Sevilla y Granada, en el caso de Sevilla con exportación de obras a las colonias americanas, debido al comercio con América. La escuela andaluza es menos trágica que la castellana y se caracteriza por un realismo idealizado, un mayor clasicismo y serenidad y la utilización del estofado. Destacan los siguientes autores:

- En Sevilla, Juan Martínez Montañés (1568-1649). Su personalidad despunta en el panorama artístico andaluz. Aunque nacido en Jaén, trabajó en Sevilla a partir de

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1587, viéndose influido en sus inicios por los círculos del manierismo renacentista. Su arte resulta más sereno y equilibrado que el de Gregorio Fernández. Martínez Montañés es el creador de la escuela sevillana a la que dotó de una elegancia clásica y serenidad para expresar la intensa religiosidad imperante en la época. Aun utilizando un leguaje realista, cambió el profundo dramatismo castellano de Gregorio Fernández por la mesura y el equilibrio clásicos y los transmitió a los escultores que le siguieron. Su escultura, de temática religiosa en su mayor parte, valora de forma minuciosa la anatomía. Entre sus obras es de destacar el Cristo de la Clemencia(1603-1606) en el que consigue una de las más bellas representaciones iconográficas del crucificado; la corona, a modo de casquete, enmarca el bello rostro de exquisitas proporciones, en el que los ojos y la boca entreabierta reflejan profunda tristeza, armonizando admirablemente con la morbidez del cuerpo desnudo, en el que apenas se dejan sentir las huellas de los padecimientos sufridos. La anatomía de la figura está modelada con una perfección naturalista extrema inspirada en los modelos clásicos, sin más símbolos de la tortura que la propia crucifixión, sin sangre ni crispación muscular, incluso con cierta belleza atlética. El paño de pureza es otra muestra de la habilidad escultórica del artista por el complicado diseño de su variado, múltiple y plegado menudo que rítmicamente se distribuye creando una zona donde el movimiento rompe la quietud vertical.La Adoración de los pastores. (1609-1613) es un relieve policromado, realizado para el retablo del convento de San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla). A ese retablo pertenecen algunas de las tallas más significativas de su obra, como es el San Jerónimo.La Inmaculada (1628), obra que realizó para la Catedral de Sevilla. Llamada popularmente “la cieguecita”, por sus ojos entornados. Es, sin duda una de las obras más bellas del artista.

Cristo de la Clemencia San Jerónimo La Inmaculada

- En Granada, se consolida durante el siglo XVII una escultura de pequeño tamaño, de tallas delicadas pensadas para espacios pequeños como oratorios o capillas. Destacan Alonso Cano y Pedro de Mena.Alonso Cano, arquitecto, pintor y escultor, es discípulo de Montañés de quien recoge el clasicismo de la forma. Su gusto por lo delicado y menudo le lleva a realizar muchas obras de pequeño tamaño de temas femeninos (Inmaculadas, Virgen con el Niño, Santas) e infantiles (San Juanito, Niño Jesús). Su estilo es naturalista, sereno y busca la belleza ideal. Sus esculturas rebosan gracia, vibración interior y un cuidado exquisito en la talla a través del plegado menudo.La Inmaculada de la Catedral de Granada, tallada en madera de cedro entre 1655 y 1656 y de tan sólo 55 cm. de altura, es posiblemente la escultura más importante de Alonso Cano y una de las más emblemáticas de la imaginería española del siglo XVII. Fue realizada para rematar el gran facistol catedralicio, diseñado por el propio Cano, aunque su extremada belleza hizo que el cabildo decidiera trasladarla a la sacristía para facilitar su contemplación. Hay que resaltar la serenidad de esta

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pequeña escultura, cuya verticalidad se ve compensada por la pequeña torsión de su cuerpo, el giro de la cabeza y la posición de las manos. De nuevo Cano renuncia a la utilización de gestos pronunciados y no por ello se reduce la carga emocional que la obra nos transmite. Especial mención merece el tratamiento minucioso del ropaje de la Virgen cuyo dinamismo concede a la figura un gran sentido de ascensionalidad.

Inmaculada. Catedral de Granada Detalle

Pedro de Mena. Discípulo y colaborador de Alonso Cano, trabaja en Granada y en Málaga. Muy distinto a su maestro, es más realista que él y comunica los estados de ánimo de un modo muy directo. Muestra gran habilidad en el trabajo de la madera y reproduce la textura de las telas y los distintos materiales con gran realismo. Sus bustos de la Dolorosa y el Ecce Homo y sus imágenes de santos ascetas, como la Magdalena penitente y el San Francisco, transmiten dolor contenido. La Magdalena Penitente, es una obra de gran tensión dramática y vibrante realismo, pero siempre dentro de la mesura andaluza. La obra es resuelta con maestría genial, es escueta y su tremenda sencillez obliga a centrar nuestra atención en el punto de mayor expresividad: el rostro. El bellísimo óvalo de facciones grandes, acentuadas por el gesto abrumado y dolido, proclama toda la contenida emoción de un infinito arrepentimiento. Los labios resecos, los ojos enrojecidos y vacíos de lágrimas, el cuello tenso y sobrecogido, anudan el corazón del espectador tanto más cuanto que la juventud de la figura hace insoportable la idea de tanto sufrimiento. Finalmente la policromía suave, sin las estridencias castellanas, subraya con el color sólo lo necesario para que la expresión de las formas tenga validez por sí misma. El mismo carácter doliente de la figura queda magnificado con la sobriedad de paleta: ocres, pardos, y pocos oscuros impiden altos contrastes que arruinarían el contenido dramatismo que emana de la obra.

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Magdalena penitente San Francisco

Dolorosa Ecce Homo

c) El foco levantino: Francisco Salzillo. S. XVIIIA comienzos del siglo XVIII la ciudad de Murcia conoce una etapa de abundancia económica debido principalmente al comercio de la seda. En este contexto se termina la fachada de la catedral, se realizan numerosas iglesias y aparece la figura de Salzillo, como continuador de la tradición imaginera en el marco de un siglo de profunda crisis creativa. Su estilo es muy personal, dulcifica los modelos del siglo XVII e introduce aspectos de procedencia italiana que lo acercan al rococó. Se puede considerar a este artista como un precursor del rococó en España; estilo que se manifestará en nuestro país como un barroco aderezado con influencias italianizantes. Francisco Salzillo era hijo de Nicolás Salzillo, escultor napolitano afincado en Murcia. Es un artista muy naturalista, motivo por el cual sus imágenes fueron muy populares, y al mismo tiempo sus esculturas están llenas de gracia, placidez y dulzura. Salzillo creó los pasos de las procesiones de la zona de Murcia, construyendo escenas, siguiendo la tradición del foco castellano. Entre sus obras: figuras de Belén y sus pasos procesionales: Santa Cena, Prendimiento, la Oración en el huerto, etc. El paso de La Oración en el Huerto es el más famoso de los que realizó para la cofradía de Jesús Nazareno, y el Ángel mancebo la obra más alabada. Componen el paso 5 figuras: tres Apóstoles, Jesús y el Ángel. Considerada como su obra más importante, cabe destacar el desnudo del ángel, casi clásico, imbuido de un gran

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ímpetu realzado por el brazo que señala un punto fijo en contraste con el desmayado Cristo. La figura del ángel resulta así confortadora.

Oración en el huerto

Gran fama le ha dado también su Nacimiento (Belén). Esta tipología se importó de Italia durante el reinado de Carlos III, concretamente de Nápoles donde estaba muy extendida la costumbre de colocar “belenes” durante las Navidades. Este nacimiento le fue encargado por Joaquín Riquelme y lo realizó por sectores ya que eran muchas las piezas que lo integraban (900, algunas realizadas por sus discípulos a su muerte). La figura del Músico ciego pertenece a este nacimiento.

3.- La pintura barroca

3.1- La pintura barroca en Flandes y HolandaLos Países Bajos, que habían gozado de una cultura común durante la Edad Media, quedan divididos tras la Reforma protestante en dos territorios con caracteres distintos: Flandes, católica bajo dominio español y Holanda, protestante y burguesa. La diversidad sociopolítica e ideológica entre ambas origina dos estilos de pintura muy diferentes.

a) Flandes, bajo el dominio español, es católico, con un enorme peso de la nobleza. Abundan los temas religiosos en grandes lienzos para las iglesias, con la

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vida de los santos y la exaltación de los sacramentos. La corte y la nobleza se interesan por la mitología para la decoración de sus palacios, insistiendo en los elementos de sensualidad; los retratos, por otro lado, intentan dar un imagen solemne del representado. También se desarrollan las naturalezas muertas y la pintura de género.El máximo representante de la pintura flamenca es Pedro Pablo Rubens (1577-1640). Rubens comienza a pintar en un momento en que conventos e iglesias demandan obras de arte que reafirmen la hegemonía espiritual de la Iglesia católica y él, como católico convencido se pone al servicio de este fin. Viaja muy pronto a Italia donde puede observar la grandeza corporal de la obra de Miguel Ángel y la paleta suelta y el colorido de los maestros venecianos; también observa la obra de sus contemporáneos Caravaggio y los Carracci. También viajó a España, donde hizo algún encargo para Felipe IV y conoció a Velázquez, a quien animó a que viajara a Italia. En su taller de Amberes colaboraban con él gran número de discípulos, por lo que la gran mayoría de sus obras son de taller. Cada discípulo estaba especializado en un tema o en una parte de las imágenes (caras, manos, etc.). Allí se formaron importantes pintores continuadores de su obra, como Van Dyck.Entre las características de su pintura cabe destacar:

- Colorido riquísimo y cálido (amarillos, anaranjados), aprendido de los venecianos, especialmente de Tiziano. La luz lo ilumina todo y llena los cuadros de un encendido cromatismo con el que realza las figuras. - En la composición prefiere las líneas diagonales que producen sensación de movimiento. Los cuerpos varoniles y musculosos o los femeninos sensuales y carnosos se agrupan en composiciones arracimadas de ritmo turbulento, enroscándose las formas. - La pincelada es decidida y rápida, aplicada al lienzo a veces con rasgos violentos que aporta un toque de vitalidad expresiva.- Predominio del desnudo, especialmente femenino; presenta a sus mujeres rollizas y de carnes blandas, esponjosas y vibrantes.- Su temática es variada: religiosa , como la Adoración de los Reyes, el Descendimiento; mitológica, Saturno devorando a sus hijos, El rapto de Europa, las Tres Gracias, El nacimiento de la Vía Láctea, El juicio de Paris, El rapto de las hijas de Leucipo, El jardín del Amor...; retratos como Mª de Médicis, el retrato ecuestre del Duque de Lerma. Paisajes, escenas de caza, etc.

Su influencia fue enorme y como sus obras fueron grabadas se difundieron y copiaron mucho. Tuvo muchos discípulos destacando van Dyck y Jordanes.

Adoración de los Reyes Magos Descendimiento

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Saturno devorando a su hijo El rapto de Europa

Las Tres Gracias El juicio de Paris

b) Holanda. En Holanda, burguesa y protestante, desaparece la pintura de iglesia y los lienzos religiosos se tornan pequeños, para ser contemplados en las casas; la temática versa sobre temas bíblicos del Antiguo Testamento. La mitología pierde importancia y el retrato se convierte en el tema más importante, tomando un carác-ter privado. Se practica el retrato individual y colectivo, retratos de comunidades gremiales, donde sus dirigentes pretendían hacer ostentación pública de sus cargos; son retratos de gran sencillez y realismo. Otro tema muy representativo es la pintura de género de pequeño formato para decorar las casas de los burgueses y que trata temas intrascendentes y cotidianos como paisajes, los interiores de casas burguesas y naturalezas muertas y bodegones. Destacan Frans Hals, Jan Vermeer y especialmente Rembrandt (1606-1669) quien desarrolló la mayor parte de su vida profesional y personal en Ámsterdam. Rembrandt se vio influido por la pintura del italiano Caravaggio, por un lado en el uso del tenebrismo (técnica en el tratamiento de la luz que difundió el pintor barroco Caravaggio que utiliza contrastes muy acusados de luz y sombra, de modo que las partes iluminadas se destacan violentamente de las que no lo están; la luz procede de un foco de luz real como puede ser una ventana), si bien en Rembrandt la luz no procede de un foco real sino de los propios personajes, con lo que crea una

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atmósfera dramática y misteriosa. En Rembrandt las penumbras son densas y las luces doradas que iluminan los rostros haciendo sobresalir los rasgos. La otra influencia de Caravaggio es el uso de personas comunes como modelos. El retrato, tanto individual como colectivo, es uno de los géneros que mejor domina. Pintó numerosos retratos de su mujer e hijo y más de cien autorretratos desde su juventud y madurez (cuando era considerado el mejor pintor de Ámsterdam) hasta una vejez penosa por la quiebra económica y la muerte de sus familiares. Sus retratos se caracterizan por su gran realismo, la expresión pensativa y la mirada intensa, que busca la interioridad. Igualmente realiza retratos colectivos, con luces dramáticas y misteriosas en grupos profesionales como en la Lección de anatomía del doctor Tulp (1632) o Los síndicos de los pañeros (1662). Pero su obra más famosa es La ronda de noche(1642) pintada tras la muerte de su mujer, Saskia. La valoración general de la composición fue criticada por sus propios clientes, que no se sentían identificados con claridad en el cuadro al no tratarse de un retrato colectivo habitual. El ambiente nocturno en una escena de calle, tan magistralmente plasmado, fue el que determinó que conozcamos este lienzo con el título de La ronda de noche. Los dos personajes principales (el capitán y el lugarteniente) son los que se disponen en el centro de la composición, aparentemente desordenada y sin elementos que permitan hablar de una distribución organizada en esta escena de exterior. La pretensión del artista es registrar el instante concreto de la puesta en marcha, de forma que su objetivo es captar ese movimiento previo que nos ofrece detenido, congelado. El eje central está ocupado por la propia orden de partida, que hace moverse a todos los componentes de la compañía. La luz está en el interior de cada una de las figuras, logrando un ambiente un tanto irreal, inquietante y casi fantasmagórico al no poder contemplar la fuente de luz. El movimiento se consigue a través de la variedad de actitudes que asumen los distintos soldados, del juego de miradas y de los fuertes contrastes de luz. La pincelada, como sucede en toda la obra de Rembrandt, es suelta y pastosa.Rembrandt cultivó casi todos los temas: religioso, aunque escaso y lleno de luces dramáticas, como el Descendimiento o Cena en Emaús; el mitológico, pero sin el aire heroico y sensual de Rubens; el paisaje como Paisaje tempestuoso; el bodegón (El buey desollado). Es, además, uno de los mejores grabadores de la historia, junto a Durero y Goya.

Autorretrato con 23 años Autorretrato de 1669

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Lección de anatomía del doctor Tulp Síndicos del gremio de pañeros

La ronda de noche

3.2.- La pintura barroca española

En el siglo XVII español, el predomino de la escultura y la pintura, como creaciones realmente originales, es patente sobre la arquitectura, anclada en antiguas formas o imitativa de estilos exteriores. La pobreza de medios, en un país en crisis, influyó notablemente sobre los materiales, dimensiones y programas, véase la utilización de la madera en escultura y el óleo en pintura, mucho más asequible que las grandes composiciones al fresco. Esta situación de crisis, evidente en la nobleza y en la Iglesia, unida al escaso peso de la burguesía, hizo que las obras fueran encargadas por determinados conventos, iglesias locales o cofradías religiosas. Sólo la Corte, a través de sus pintores reales, ejerció un notable mecenazgo.Por lo que respecta a la pintura, se llegó a la creación de unos modos pictóricos sumamente originales, a la plasmación de una pintura con personalidad propia que sobresale en el panorama europeo, por lo que se habla del Siglo de Oro de la pintura hispánica. Se trata de una pintura naturalista; se representan cosas tanto bellas como horrendas, desde la gracia de los niños, hasta cadáveres en des-composición: es el triunfo de la realidad, que es a la vez bella y horrible. Por otra parte, en muchos casos, las apariencias vulgares y los objetos cotidianos encierran numerosos símbolos.

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Los pintores barrocos españoles se lanzan al estudio de la luz; en la primera mitad del siglo XVII predomina el naturalismo tenebrista de influencia italiana, especialmente de Caravaggio, que será el punto de partida de todos los autores; pero en la segunda mitad del siglo XVII, la influencia de la pintura flamenca especialmente de Rubens , propicia una pintura caracterizada por el colorismo luminoso.En la temática, cabe destacar la religiosa, la más importante, con la representación de numerosas vidas de santos, que fueron ornato de iglesias y conventos. El retrato fue también muy abundante en el ámbito real y nobiliar, con obras que intentan poner de manifiesto la psicología del retratado al tiempo que su alta condición social. El tema mitológico es mucho menos abundante en la escuela española, aunque sí lo encontramos en la obra de Velázquez. También se practicó, aunque con menor asiduidad, la pintura de género, el bodegón y el paisaje.Una pléyade de pintores plagaron el siglo, organizándose en escuelas: valenciana, madrileña y andaluza, Soslayando la problemática de sus escuelas, nos centrare-mos a continuación en tres núcleos de estudio: los pintores de la primera generación que surgen del naturalismo-tenebrismo, como Ribera y Zurbarán, el caso excepcional de Velázquez, y los pintores andaluces de la segunda generación que llegan a conformar una pintura personal de calidad donde destaca Murillo.

a) José de Ribera (El Españoleto). 1591-1652

Pintor de origen valenciano (Játiva) que residió en Italia (Nápoles) desde fechas muy tempranas, por lo que presenta un gran influjo italianizante, por ejemplo el caravaggismo (tenebrismo). La tradición afirma que fue discípulo de Ribalta, aunque se desconoce absolutamente todo de su etapa de formación. Los documentos lo sitúan en 1611 en Parma (Italia) y cuatro años más tarde en Roma. Desde Roma, ya como pintor de renombre, pasó a Nápoles en 1616, ciudad en la que permaneció hasta su muerte.

En su obra destacan dos etapas; la primera, en su juventud, llena del naturalismo tenebrista, sus figuras se recortan violentamente sobre fondos oscuros. En el dibujo demuestra una gran maestría. Representa la ruina de la anatomía humana (arrugas...) Es además el pintor de la piel, a la que dotó de un gran realismo, todo ello resaltado por la luz y una pasta abundante. Obras: La mujer barbuda, El patizambo (sin tenebrismo), San Andrés, etc. En San Andrés (1628) obra realizada en sus primeros años de estancia en Nápoles, es patente la influencia de Caravaggio (tenebrismo y utilización de modelos extraídos de la naturaleza). El santo se representa como un anciano con la piel macerada por la penitencia y el ayuno, y con una gran abundancia de detalles. Su realismo llega al máximo en obras como Patizambo (El niño cojo), ejemplo de la picaresca del siglo, un chico con sonrisa medio maliciosa y medio resignada y mostrando su sucia dentadura, alejado de la tragedia de su pie destrozado y donde el realismo del barroco llega incluso a captar lo desagradable, deforme o extraño. La figura del mendigo tullido y de triste vida, es tratada por el pintor de forma que ofrece una digna imagen llena de ternura. Los tonos son monocromos. Frente al luminoso azul del cielo, el mendigo se ha pintado con colores apagados y oscuros. Ribera debió usar, como hacía Caravaggio, un modelo real, extraído del nivel social más bajo.

La segunda etapa, en su madurez, es una etapa colorista, ya que tras haber estudiado la pintura veneciana, aclara los fondos. Destaca la temática religiosa, santos, apóstoles y martirios. Seguidor de la contrarreforma, pintó por ello muchos martirios para conmover a los fieles y servir al sentido triunfal de la Iglesia. Destacan: El martirio de San Felipe, Inmaculada Concepción. El hecho de vivir en Italia le permitió beneficiarse de muchas influencias. Y su temática se enriqueció con la mitología o la pintura de género.

En el Martirio de San Felipe (1639), intenta desprenderse del tenebrismo aclarando los cielos y los personajes. El santo, colocado en diagonal en el centro del cuadro, establece la tensión compositiva, ayudada por algunos escorzos, mientras separa con la claridad de su cuerpo, motivo primordial del asunto, la zona inferior de

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sombras, vestigio del tenebrismo. Emplea modelos vulgares, haciendo representación pormenorizada de la anatomía, especialmente en el caso de San Felipe, de quien, por otro lado, recoge su expresión de resignación mística ante el martirio.

La mujer barbuda Patizambo El martirio de San Felipe

San Andrésb) Zurbarán. (1598-1664)Francisco Zurbarán es un pintor de la escuela andaluza perteneciente a la misma generación de Velázquez. Está considerado como el pintor de la vida monástica (pintor de frailes) ya que sus lienzos ilustran perfectamente los ideales de la contrarreforma y el intenso fervor de las órdenes religiosas (hay que tener en cuenta, además, que en la España del siglo XVII la vida monástica creció de un modo espectacular).Las órdenes religiosas fueron su principal clientela por lo que se convirtió en el principal cronista de la vida, las creencias y las aspiraciones de la vida monástica. Ello condicionó su pintura ya que debía ceñirse a los encargos, quedando en

segundo lugar su habilidad técnica. Dentro de su obra hay que destacar sus series monacales:San Hugo en el Refectorio (1630-1635). El cuadro, realizado para la cartuja de Nuestra Señora de las Cuevas en Triana, hace referencia a la leyenda según la cual San Hugo, obispo de Grenoble, había enviado carne a los frailes de la Cartuja el domingo de Cuaresma. Según la leyenda, los frailes no llegaron a comerla, pues cayeron en

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Zurbarán. San Hugo en el Refectorio.

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un perfecto orden los platos, las tazas y las jarras de cerámica con el escudo de la Cartuja, así como el pan y la carne, que empieza a descomponerse. Todos estos elementos constituyen en sí mismo un magnífico bodegón y son el vehículo narrativo de la historia.Zurbarán realizó varias Inmaculadas en las que se puede observar la evolución de su propio estilo y la evolución de la iconografía mariana. Estas imágenes se representan siguiendo un modelo que ya quedó fijado a lo largo del siglo XVII: la virgen con manto azul acompañada de unos ángeles y de los símbolos marianos (recogidos en las letanías). Sus Inmaculadas fueron representadas en actitudes más serenas en los primeros años y en movimiento a medida que se aproxima la fecha en la que el dogma de “ la Inmaculada Concepción de María” fue reconocido como tal por la Santa Sede. Cultivó igualmente el bodegón, al que concibió con la misma sobriedad que si se tratara la figura de una Santo. La luz blanca idealiza la materia, ya que ilumina y le transmite un sentimiento místico. Al mismo tiempo su habilidad técnica le permite alcanzar unas calidades espléndidas.

Bodegón

c) Murillo.Bartolomé Esteban Murillo pertenece a la escuela barroca andaluza (que constituyó durante la segunda mitad del siglo XVII el centro pictórico español) pero a una generación posterior a Zurbarán y Velázquez. Es el creador de un lenguaje religioso más amable, con gracia, alejado de la religiosidad austera de la Contrarreforma. Con él, la Iglesia, implantó un nuevo estilo donde predominan el equilibrio compositivo y expresivo, la delicadeza y el candor. Ha sido considerado durante muchos años como el precursor del rococó. Las aportaciones pictóricas de Murillo se basan en un excelente dibujo y una intensa paleta (colorido). Esencialmente fue, Murillo, un pintor de temas religiosos entre los que destacan:Las Inmaculadas. Constituye una de las iconografías más representativas del pintor. Suelen ser estampas con una estética muy dulce y sentimental. Las imágenes aparecen representadas de una forma vaporosa siguiendo el modelo establecido en las décadas precedentes (ver Alonso Cano y Zurbarán). El rostro adolescente destaca por su belleza y los grandes ojos que dirigen su mirada hacia arriba. Los querubines que conforman su peana portan los atributos marianos: las azucenas como símbolo de pureza, las rosas de amor, la rama de oliva como símbolo de paz y la palma representando el martirio. Dentro de la iconografía, mariana destaca también la multitud de cuadros que pintó con la virgen y el Niño, solos o en escenas familiares: La Sagrada Familia del Pajarito (1650) y La Adoración de los Pastores (1650). Ambas son obras juveniles de su etapa de formación en Sevilla. Por ello en ambas destacan algunos rasgos tenebristas muy característicos de sus inicios (iluminación con muchos contrastes de detalles realistas). Al mismo tiempo está anunciando su capacidad, posteriormente desarrollada, de tratar los temas infantiles.

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Zurbarán. Inmaculada

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Desembocó también en la pintura costumbrista. Retrató a mendigos sevillanos pero sin herir la sensibilidad del espectador, por ello pregona el ideal cristiano de que todas las cosas son buenas y tienden a Dios.Pero, sin duda, su más original aportación temática fueron las escenas infantiles, sin precedentes en la pintura española. Esa serie de temas infantiles la inició a mediados de siglo y la desarrolló con toda amplitud en su etapa de madurez (a partir de 1660). Suelen ser muchachos humildes, chiquillos de la calle, pero sin dar una imagen mísera y triste, sino gozosa en su sencillez, repleta de expresividad y jovial naturalismo: Niños comiendo melón y uvas. Se trata de una obra juvenil, fechada entre 1645-50 y en ella apreciamos la influencia naturalista en la pintura de Murillo. Las dos figuras aparecen ante un edificio en ruinas, interesándose el artista por presentarlos como auténticos pícaros, destacando sus ropas raídas y sus gestos de

glotonería. Murillo destaca como pintor de gestos y actitudes, centrándose aquí en la alegría sonriente del pequeño que mira como su compañero se lleva las uvas a la boca. El naturalismo que define toda la composición se manifiesta con mayor fuerza en el cesto de frutas que aparece en primer plano, una muestra más de cómo los pequeños consiguen sus alimentos a pesar de sus ropajes raídos y sus pies descalzos. En otras ocasiones dota a sus escenas infantiles de una expresión melancólica al vincularlos con el terreno religioso de la infancia de Jesús y Juan Bautista: El Buen Pastor (1665-1668). El niño Jesús está descrito por Murillo con una gran ternura y belleza. Es una obra concebida en un estilo más íntimo y cálido, donde la pincelada se vuelve más vaporosa que en los cuadros anteriores y la luz inunda toda la escena haciendo desaparecer el suave tenebrismo de los cuadros anteriores.

d) Velázquez

Diego Rodríguez de Silva Velázquez nació en Sevilla en 1599. Su formación se realizó con algunos de los mejores maestros de la escuela sevillana como Herrera el viejo y sobre todo Francisco Pacheco con el que emparentó (el que llegó a ser su suegro era una artista muy culto e influyó mucho en la formación del joven pintor). Pacheco fue aleccionando al joven en los ideales iconográficos de la contrarreforma, proporcionándole una buena formación técnica y una amplia formación teórica. Velázquez fue considerado “niño prodigio” de la pintura y cuando contaba con 18 años ya había obtenido el título de maestro. Entre sus principales características hay que señalar: Paciente elaboración de sus cuadros, retocados constantemente, lo que provoca

grandes dudas acerca de la datación de algunas obras. Gran capacidad e independencia creadora. Tocó géneros que resultaban

extraños a la pintura española como la mitología o los desnudos. En sus mitologías hace una interpretación muy personal de los mitos clásicos y los humaniza para acercarlos a la comprensión de todos. Contrariamente al resto de artistas españoles, la temática religiosa tiene escasa importancia en su producción y se limita a su etapa sevillana en la que recibía encargos de conventos o algunos encargos reales ya en Madrid.

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Murillo. El Buen Pastor.

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El barroquismo del pintor no se manifiesta en violentos movimientos sino en el concepto: contrapone figuras y acciones, utiliza equívocos, simbolismos herméticos, etc. Sus composiciones son de una gran ambigüedad conceptual, guardan un crecido número de enigmas que permiten multiplicidad de lecturas.

Uno de los valores más apreciados en la pintura de Velázquez reside en la propia pintura: tonalidades, luces, sombras, su capacidad para representar los ambientes y, por supuesto, las expresiones. Velázquez evoluciona desde sus comienzos sevillanos impregnados de naturalismo tenebrista, hasta sus últimas obras de pincelada muy suelta y en las que lleva el recurso de la perspectiva aérea hasta extremos no logrados hasta entonces.

Todo el arte del artista se apoya en la realidad.

En su trayectoria artística se han podido identificar una serie de etapas:

1.Época Sevillana: Predomina la pintura naturalista con ecos tenebristas y las ricas calidades plásticas. Cultivó la pintura de interiores domésticos donde se confunden los elementos del bodegón y las escenas costumbristas. Son habituales en esta época los llamados “bodegones a lo divino”, es decir, asuntos evangélicos tratados como escenas de género. Las tabernas, cocinas son los escenarios más frecuentes y en el fondo en un recuadro más pequeño es donde se encuentra el verdadero argumento (Cristo en casa de Marta, Cena en Emaús...)Más convencionales y de gran belleza formal son, sin duda, sus temas religiosos (Inmaculada Concepción, La adoración de los reyes), La imposición de la casulla a San Ildefonso...). El pintor acusó su personalidad artística en la plasticidad de los modelos, casi escultóricos, el naturalismo y el realismo de los objetos, matizados por la luz tenebrista.Realiza también retratos donde muestra su capacidad para transmitir la vida interior del retratado (Autorretrato, Retrato de Pacheco, Sor Jerónima de la Fuente). Y cuadros de género (El aguador de Sevilla, Vieja friendo huevos).Técnicamente, en esta etapa, usa una pasta densa, pero el dibujo es preciso y concluye cuidadosamente las formas; en el color dominan los ocres y terrosos, verdes, amarillos y rojos cálidos; las sombras son espesas, con abundancia de betunes que han ennegrecido los efectos tenebristas.El Aguador de Sevilla. Es probablemente la obra maestra de su etapa sevillana. La fecha de ejecución oscila entre 1619-1620, y fue regalada en 1623 al canónigo sevillano don Juan de Fonseca, que ostentaba el título de “sumiller de cortina” en la corte de Felipe IV, motivo por el cual dicha obra fue trasladada a la capital.Es una obra que puede encerrar un profundo significado: pudiera significar LA SED (¿experiencia?), pero más apuradamente las tres edades del hombre, en una suerte de ceremonia iniciática (el viejo tiende la copa del conocimiento al adolescente, quien la recoge con la misma gravedad, sin mirarse entre ellos, ni a la copa. El mozo del fondo, más vulgar, bebe con ansia). Es una obra que pertenece a la primera fase de la actividad de Velázquez, caracterizada por su preferencia por las escenas de la vida popular y por una pose naturalista derivada de las experiencias del caravaggismo. La obra puede asociarse también al género español del bodegón (cántaro, copa,..). En España, especialmente en el sur, el aguador era una figura familiar. Figura entre los protagonistas de las novelas picarescas de los siglos XVII y XVIII, y que se basa en personajes de baja extracción social. Es evidente el papel que juega la luz en la obra, en la que los rostros, bien surgen o bien se sumergen en las sombras. También llama la atención las tonalidades ocres, rojizos y marrones, en general tonalidades cálidas.

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Velázquez. El aguador de Sevilla.

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Vieja friendo huevos: El asunto tratado por el maestro supone una absoluta novedad, ya que hasta ahora nadie se había atrevido a representar en la pintura española escenas tan aparentemente triviales como ésta. En primer plano vemos a una anciana cocinando unos huevos en un hornillo de barro cocido, junto a un muchacho que porta un melón de invierno y una frasca de vino. Ambas figuras se recortan sobre un fondo neutro, empleado para destacar aun más los contrastes entre la luz y la sombra, una de las características que le sitúan en la órbita del naturalismo tenebrista. En la zona de la derecha contemplamos uno de los mejores bodegones del arte español, formado por varios elementos metálicos, vasijas de cerámica y una cebolla colorada. Para que el espectador pueda contemplar con más facilidad estos elementos, el maestro nos levanta el plano de la mesa y el hornillo de barro, empleando de esta manera una doble perspectiva con la que se anticipa a los impresionistas. El realismo de los personajes es digno de mención; la suciedad del paño con el que se cubre la cabeza la anciana o el corte del pelo del muchacho nos trasladan al mundo popular que contemplaba a menudo Velázquez.

2.- Primera etapa madrileña (1623-1629). Velázquez como retratista triunfó en el ambiente cortesano cambiando radicalmente su vida. En 1623, las influencias de Pacheco hacen que el Conde-Duque de Olivares le llame para retratar al joven rey Felipe IV a caballo, lo que le abre las puertas de la Corte. Velázquez se ve liberado de toda clientela que no sea la del soberano y entra en contacto con las colecciones de pintura del rey, sobre todo los venecianos, lo que se plasma en la evolución de su pintura que pasa del naturalismo tenebrista de sus años sevillanos a la luminosidad de sus años maduros; y de las severas gamas terrosas a los grises plata y azules transparentes. Entre las obras de esta etapa destacan:Los Borrachos o el Triunfo de Baco. La obra fue pintada en Madrid, posiblemente en 1626, y retocada en 1631 a su regreso del viaje a Italia. En este cuadro mitológico el pintor nos presenta una visión muy personal de la bacanal, nada heroica ni sensual como hacían sus contemporáneos flamencos y franceses, sino que representa el mito desde la cotidianeidad y nos ofrece una reunión de pobres gentes que en la adoración a Baco, un joven pícaro y vulgar, encuentran remedio a sus preocupaciones. Aún perduran gamas de color de la etapa sevillana, pero el aire libre impone sus luces.El cuadro pudiera dividirse en dos mitades. La izquierda casi italiana, con el dios del vino siendo contemplado por otro joven medio desnudo con una copa; y la otra, con los seis personajes populares, tres de los cuales están arrodillados ante el Baco.En 1628, Velázquez conoce a Rubens, que pasa una temporada en Madrid; éste convence al español para que vaya a Italia, quien solicita licencia la rey.

3.- Primer viaje a Italia. (1630 Y 1631).

Visita Venecia, donde completa su conocimiento de los grandes maestros venecianos. En Roma pinta La fragua de Vulcano y La túnica de José, ambas de

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Velázquez. Vieja friendo huevos.

Velázquez. Los Borrachos o El Triunfo de Baco.

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marcado carácter académico, como si tras observar los relieves clásicos, las obras renacentistas y las de sus contemporáneos, hubiese querido demostrar su dominio del desnudo y la perspectiva. En Nápoles conoce a Ribera y retrata a la hermana de Felipe IV, doña María de Austria. El viaje a Italia va a representar para Velázquez la última etapa de su periodo formativo; a su regreso en 1631 tiene 32 años e inicia su madurez y su arte está muy por encima de sus rivales en la Corte.

La fragua de Vulcano (1630). Este lienzo, al igual que su compañero, “la Túnica de José”, se fechan en 1630 durante su primer viaje a Roma. Velázquez los realizó sin mediar encargo regio, aunque poco después de su regreso ingresaron en las colecciones reales, pero en lugares diferentes (“La fragua de Vulcano” se quedó en el Palacio del Buen Retiro).La escena representa a Apolo que aparece en la fragua de Vulcano, que junto a sus cuatro aprendices están dedicados a la elaboración de una armadura, para comunicarle el adulterio de su esposa Venus con Marte. La composición se basa en una combinación de zonas iluminadas con otras que quedan en penumbra; dicha articulación facilita la búsqueda del efecto de profundidad espacial. Maravilla el modelado plástico de las figuras, algunas de ellas parecen modelos escultóricos, en la obra se percibe la influencia de la estatuaria antigua. El fragmento más académico de la composición es el herrero de espaldas. Mayor nobleza y vida tiene el desnudo del obrero que se inclina sobre la coraza. Pero el más vivo de los cíclopes es el que figura entre los dos citados, desgarbado, con la cabeza despeinada, que avanza sorprendido por las palabras de Apolo. Se vuelve a encontrar con la gama cromática típica de Velázquez, con una profusión de colores tostados que alternan con colores encendidos como el manto de Apolo y el metal incandescente del yunque.

4.- De vuelta a la corte madrileña. (1631-1646).

Su actividad para palacio en la década de 1630 va a ser muy intensa. Para decorar el Palacio del Buen Retiro realiza una serie de retratos ecuestres de la familia real entre los que destacan el de Felipe IV y el del Príncipe Baltasar Carlos. El retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV y de Isabel de Francia, es el más simpático y popular de los destinados al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. El retrato estaba colocado sobre una de las dos puertas de acceso y flanqueado por los retratos de sus padres. Dicha ubicación determina la disposición de la perspectiva y la masa del caballo, que están pensadas para ser vistos desde abajo. El joven príncipe cabalga en el paisaje del parque del Pardo, contra el fondo las montañas nevadas de la sierra Maliciosa. Se trata de un retrato oficial en el que destacan especialmente la brillante luminosidad ambiental, y la fluidez y cromatismo de la pincelada: preciosismo de la vestimenta, con el fajín rosado, el contraste con la masa del caballo en tonalidades marrones y la luminosidad trasparente del fondo. El tratamiento del fondo es el habitual en Velázquez: bandas o planos inclinados en los que se suceden distintos paisajes con distinto color y distinta definición en función de su lejanía (perspectiva espacial). Es lógico también que Velázquez, a quien encargaron importantes retratos reales, estudiara el caballo en sus distintas posturas, en particular la posición rampante (frecuente en el Barroco).

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Velázquez. La fragua de Vulcano

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Pinta también La Rendición de Breda (1634-1635). Este es el mayor lienzo que se conserva de Velázquez y uno de los más conocidos. Fue pintado para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, en el que intervinieron varios artistas ilustrando las victorias de los españoles en las diversas guerras que mantenían los Austrias.La rendición de Breda tuvo lugar el 2 de junio de 1625 y la entrega de llaves por el gobernador, Justino de Nassau, se realizó tres días más tarde; las recibió el general jefe de los Tercios de Flandes, Ambrosio Spinola. El episodio se sitúa en las guerras mantenidas con los Países Bajos quienes pretendían la independencia de la Corona Española. El cuadro conmemora el décimo aniversario de dicha rendición.Es evidente la importancia de la estructura de la composición en una obra de tan grandes dimensiones, que Velázquez resuelve dividiendo el cuadro en dos mitades, la parte de los vencedores y la parte de los vencidos. Velázquez no renunció, a pesar de la complejidad del cuadro, a la descripción detallada de los personajes principales, entre ellos se distinguen los retratos del comandante genovés Ambrosio de Spinola, a Justino de Nassau, al conde de Feria, incluso al propio Velázquez (última figura de la derecha); ni a la descripción del escenario de la contienda. Esta obra supone la representación de un hecho importante (retrato histórico), pero sobre todo, desde el punto de vista pictórico, es uno de los ejemplos más significativos de la concordancia luz-espacio-color en Velázquez. (perspectiva aérea).La impresión de aire libre y la degradación de luces y sombras conforme figuras y paisaje se alejan se apoya en una alternancia de luces y claros que prolonga la ilusión de profundidad. Hay que notar la libertad del pintor en relación a la técnica que emplea, que no es uniforme, sino que se adapta maravillosamente a las calidades visuales y hasta táctiles de los materiales representados.

Retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos La rendición de Breda

Para la Torre de la Parada (Palacete de caza) realiza una serie de retratos de la familia real, vestidos de caza, en un escenario abierto de bosques y montañas y acompañados de sus mastines favoritos. También para la Torre pinta cuadros mitológicos o de personajes literarios como Marte, Menipo y Esopo.Soberbio es el retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares, que refleja la grandilocuencia y la vanidad de este personaje, que contrasta con la sencillez de los retratos reales. Por encargo del rey pintó el Cristo Crucificado (1632) prueba de hasta qué punto asimiló el clasicismo italiano. Se trata de un Cristo sereno y de mística dulzura, con escasas gotas de sangre, y con los pies apoyados en el subpedáneo, que aumenta su aspecto de reposo, más que de tormento. Esos pies están sujetos con sendos clavos, que sumándolos a los de las manos hacen un total de 4. El cuerpo y miembros, suavemente modelados, reciben una luz clara que procede del ángulo superior izquierdo, pero sin acentuar las sombras, cosa innecesaria, ya que el Cristo y la Cruz se recortan sobre un fondo casi negro.

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Pintó también retratos de enanos y

bufones de la Corte, herencia de otros tiempos: Calabacillas, El niño de Vallecas, etcEl niño de Vallecas entes, se trata del retrato de Francisco Lezcano, “el vizcaino”, enano bufón del Príncipe Baltasar Carlos. Velázquez lo representó con una gran dignidad a pesar de su deformidad física, pero con una magnífica sutileza psicológica. Es de admirar el estudio de la profundidad utilizando los mismos recursos que en el cuadro del retrato ecuestre del Príncipe Baltasar Carlos, distintos planos.

5.- Segundo viaje a Italia .

En 1647 el rey le manda a Italia para adquirir obras de arte y contratar decoradores al fresco. Visita Venecia, Florencia y Roma. Aquí pinta el retrato de su criado Juan de Pareja y el del Papa Inocencio X. En éste último refleja la personalidad cruel y recelosa del pontífice, dominan los tonos rojos y la pincelada es muy suelta. Los paisajes de la Villa Médicis sos una de las pinturas más modernas del pintor, con pinceladas muy ligera casi impresionistas, de una gran modernidad. En este periodo se aprecia ya la transformación que sufre su paleta. Desaparecen los negruzcos, la pincelada alcanza una mayor fluidez, incorpora algunas innovaciones como la perspectiva aérea y el interés por temas como el paisaje (Villa Médicis).

Villa Médicis Inocencio X 6.- La vuelta a la Corte y los últimos añosRegresa a Madrid en 1651. Para decorar las salas del reconstruido Alcázar pinta una serie de lienzos mitológicos de los que sólo se conserva Mercurio y Argos, obra maestra de pincelada casi inmaterial y colores grises y malvas. Pero hay dos obras

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Velázquez. Cristo crucificado.

Velázquez. El niño de Vallecas.

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en las que culmina su gusto por la fábula clásica y su personal modo de interpretarla:La Venus del Espejo. El único desnudo que queda de Velázquez fue objeto de numerosos estudios sobre el significado de la composición: una mujer vista de espaldas, delicadamente extendida sobre una sábana de tafetán negro, cuyo rostro se refleja, a la izquierda, en un espejo sostenido por un amorcillo. ¿Necesidad de salvaguardar el pudor?, ¿intención de afirmar la vanidad de la belleza?...Sorprende el contraste entre las formas del cuerpo, idealizadas por el arco de la composición, y el rostro, cuyos rasgos aparecen deformados en la imagen del espejo. La utilización del espejo en el cuadro, recurso utilizado con frecuencia en la pintura (Matrimonio Arnolfini) y especialmente en Velázquez (Las Meninas), permite sugerir la totalidad del espacio, configurar la existencia del otro lado de la figura, que de otra forma no lograríamos ver; y al mismo tiempo es un símbolo de verdad y vanidad. Tiene un aire pagano y sensual muy raro para la pintura barroca española y que sólo es justificable en pintores vinculados a la corte, en contacto con la obra de Tiziano, y en caso de Velázquez las influencias italianas (la sensualidad clásica, la intelectualidad cosmopolita, la sensación de libertad). Es un mito humano, exquisito y morbosamente carnal.

La Venus del espejoLa Hilanderas. (1657). El cuadro en la actualidad está restaurado tras el incendio de 1734 que destruyó el Palacio del Buen Retiro y afectó a la colección pictórica que albergaba. El cuadro también se conoce por La Leyenda de Aracne. Ambos títulos se refieren la actividad de las protagonistas que están en primer plano y al interés de las mujeres que acudían de toda Lidia para admirar los tejidos de Aracne, hábil tejedora. Aunque se trata de un tema mitológico está tratado como si fuera una escena de género, un taller en actividad cotidiana. La escena está dividida en dos zonas. La primera es la zona en la que trabajan las hilanderas de la fábrica madrileña al servicio de la corte; una segunda, es una especie de escenario (un cuadro dentro del cuadro o una ventana abierta en el espacio de la escena) en el que se ven a tres mujeres, tres admiradoras, que observan con interés las figuras de Atenea (inventora del telar) con un yelmo y de Aracne en el centro en el momento de la disputa. Uno de los rasgos más interesantes del cuadro, es sin duda, la dualidad en la interpretación del espacio representado. Pero no es el único puesto que desde el punto de vista pictórico y técnico, Velázquez utiliza una

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Velázquez. Las Hilanderas.

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serie de recursos que parecen anticipar el impresionismo y aquellos aspectos pictóricos relacionados con los descubrimientos ópticos de los efectos dinámicos: la mano en posiciones sucesivas para indicar el movimiento, la falta de rayos en la rueca...

En 1656 realiza su obra maestra, La Meninas . El título original de la obra hace referencia al tema que representa: La Familia de Felipe IV. El nombre actual, que alude a las damiselas de honor, aparece por primera vez en 1819 en un catálogo del Prado. La escena representa a Velázquez mientras está ejecutando el retrato de la familia real: además del autor, a la izquierda, vemos a doña Agustina de Sarmiento, la infanta Margarita, doña Isabel de Velasco, la enana Mari Bárbola y el enano Nicolasito Pertusato. En segundo plano, dos nobles religiosos, doña Marcela de Ulloa y don Diego Ruiz de Azcona; en el vano de la puerta del fondo, el aposentador, don José Nieto Velázquez. En el espejo colocado al lado de la puerta se reflejan los bustos de la reina Mariana de Austria y del rey Felipe IV, en pose para ser retratados.El ambiente es un gran salón, muy alto, limitado a la izquierda por el gran lienzo apoyado sobre un caballete; a la derecha se abren unas altas ventanas por las que no entra la luz, a excepción de la primera y la última. En la pared del fondo sobre la puerta y el espejo hay dos grandes cuadros de tema mitológico. Uno de los rasgos magistrales de esta obra es la construcción espacial; es decir, la perspectiva aérea. Es fácil para el espectador participar de la escena, introducirse en la habitación y recorrerla. Se trata en este sentido de un espacio “activo”, en el que los personajes del primer plano no dirigen la mirada al espectador sino más allá, a los monarcas por lo que el espectador se “siente incluido”.

Las MeninasTras su nombramiento en 1659 como Caballero de la Orden de Santiago y tras la ceremonia de entrega de la infanta Mª Teresa a su prometido Luis XIV de Francia en la isla de los Faisanes, con la que se sellaba la Paz de los Pirineos, vuelve a Madrid y tras una rápida enfermedad muere. Siete días después falleció su esposa, la hija de Pacheco, que tan silenciosamente le había acompañado.

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La escultura barroca española tiene una serie de características propias:

Predominio de los temas religiosos (En España, como ocurrió durante el Renacimiento, el arte barroco es básicamente religioso).

Realismo. Para extremar el realismo de las figuras se recurre a postizos como el empleo de pelo real, corona real, ojos y lágrimas de cristal, etc. Se llegaron a crear imágenes de vestir, en las que se realizaban con minuciosidad cabeza, manos y pies para vestirlas con ropa real).

Fuerte expresionismo que queda reflejado en el movimiento, el color y los recursos lumínicos.

Representación de estados anímicos y dramáticos: dolor, angustia, muerte y éxtasis

La finalidad de este arte en conmover al fiel. Empleo de la madera policromada como material preferido. Aunque es

Andalucía se continúa con la técnica del estofado.. El cliente más importante es la Iglesia y en segundo lugar la Corte. Las obras decoran retablos, sillerías de coro y los famosos pasos de Semana

Santa. Se produce la decadencia de la escultura funeraria.

En el Barroco Español es necesario clasificar su arte en diferentes escuelas:

Escuela Barroca de Valladolid Gregorio Fernández

Realismo violento y exagerado de la escultura religiosa,

Se exalta el dolor y el patetismo, incluso de una forma hiriente

Cierto dinamismo en las composiciones.

Caricaturización de los personajes malvados.

Fuerte modelado.

Rostros muy expresivos.

Predominan las tallas de madera policromada.

Escuela Barroca de Andalucía

Aunque también es realista, emplea un realismo más clásico e idealizado,más sereno.

En esta escuela predomina la técnica del estofado.

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Huye de la exageración y el sufrimiento.

El modelado es más suave y las imágenes más equilibradas y serenas , por tanto menos dinámicas.¡

Dentro de la escultura barroca andaluza debemos hablar de dos centros: creadores:

Sevilla. Cuyos principales artistas son Martínez Montañés y Juan de Mesa.

Granada. Representada por Alonso Cano y Pedro de Mena.

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