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    aula abiertaDIARIO CO LATINO, SBADO 11 DE OCTUBRE DE 2008 N 36

    SECCIN DEL SUPLEMENTO TRES MIL EN APOYO A LOS PROGRAMAS DE LENGUAJE Y LITERATURA DE EDUCACIN MEDIA DEL MINISTERIO DE EDUCACIN

    Roberto Bolao

    ESPECIAL: Narrativa latinoamericana contempornea:

    Roberto Bolao. Narrativa Latinoamericana Contempornea ]pginas 1 y 2[Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolao (Fragmentos) ] pginas 2, 3 y 4.[ [

    Entrevista de Mnica Maristain a Roberto Bolao ] pginas 5, 6, 7 y 8.[Odysseas Elis,Kostas Vrnalis, Dionisio Soloms ]pgina 8[

    Responsable: Vladimir Baiza

    PRIMER, SEGUNDOAODEBACHILLERATO/ OJALAUNIVERSITARIOS

    El ao 2003* falleci el novelistano Roberto Bolao de un cncer pulmNaci en Santiago de Chile en 1935

    El escritor Gustavo lvarez Neztegrico en aseverar que el autor ddetectives salvajes,Putas asesinasyturno de Chilees uno de los escritorrelevantes de la Latinoamrica actu

    tan erudito y performer como Ri

    Piglia, ni tan descabellado e ilum

    como Csar Aira, sus historias vive

    un ojo en el mundo de la literatura

    en los fragores de la vida cotidianaSu vida lo condujo por diferentes

    des de Amrica y Europa. Con su fse fue a vivir a Mxico cuando apenun adolescente. Despus, volvi a pero con el golpe de estado de PinBolao tuvo que salir del pas. Eso ocuando el futuro novelista tena veintSu salida de las crceles de Pinochetbi a un amigo polica que lo reconle ayud a recobrar la libertad. Esta citancia de su vida la narra en uno de latos del tomoLlamadas nocturnas.

    En 1975, segn lo relat el propio Bse desplaz a El Salvador, donde habnocido a Roque Dalton el novelis

    ma que se integr a las filas del naERP y a quienes lo asesinaron. Ense va para Espaa. De vigilante noctotros oficios que son materia pacuentos y novelas, poco a poganndose el respeto del medio litcon todo y que Bolao fue un hombrreacio a las mieles de la publicidad. CnovelaLos detectives salvajes, puben 1999, obtuvo el reconocimientonacional. A su muerte dej inconclunovela ambientada en Ciudad Jureaborda los asesinatos de mujeres enlocalidad mexicana.

    Conoc la obra de Bolao graciastraable amigo, el poeta y periodistCastro, quien me obsequi un ejemp

    Llamadas nocturnas. Tena cierto prhacia el autor chileno, pues erradamente, que se trataba de uno dtantos nihilistas y esnobs al uso quenoveletas de xito instantneo. Nada dLos cuentos que integranLlamadas n

    Luis Alvarenga

    El escritor chileno Roberto Bolao

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    nasson de una humanidad desgarrada, peroesa desgarradura no cae en el patetismo. Elsentido del humor de Bolao es genial.

    En muchos relatos, recuerda sus propiasvivencias, como en aquel cuento donde elprotagonista es un joven chileno que se ganala supervivencia enviando cuentos a cert-menes literarios. Otro ms, recrea el mun-do de la industria porno, a travs del dramade una actriz que asiste al derrumbe fsicoy moral de un personaje vctima del sida.

    La picaresca de la emigracin, los recove-cos de una urbe como Mxico Distrito Fe-deral, son algunas de las cosas que se en-cuentran en el citado libro.

    Con Los detectives salvajes, Bolao sereencuentra con algunos personajes de suscuentos, como Belano, su alter ego. Losprotagonistas de este libro son jvenes poe-tas, fundadores de un movimiento literario,que es una especie de sociedad secreta jo-cosa: los real-visceralistas.Estos mucha-chos estn en busca de Cesrea Tinajero,poetisa mexicana de principios del siglo XXy desaparecida en circunstancias misterio-sas, a quien ven como a una precursora desu movimiento. Estos detectives salvajes

    salen, pues, a la bsqueda de las huellas deTinajero, y en ese trayecto se encuentrancon una fauna humana y literaria variada.Una obra maestra.

    En esta entrega deAula Abierta, inclui-mos una muestra de esta genial novela, einvitamos a buscar los libros de este mag-nfico novelista.

    De qu hablamos? De muchas cosas. De sufamilia, del pueblo de donde era originario, desus primeros das en el DF, de lo mucho que lehaba costado acostumbrarse a la ciudad, de sussueos. Quera ser poeta, bailarn, cantante, que-ra tener cinco hijos (como los dedos de unamano, dijo, y extendi la palma de la mano ha-cia arriba, casi rozndome la cara), quera pro-bar suerte en Churubusco, deca que Oceranskylo haba probado para una obra de teatro, querapintar (me cont con todo lujo de detalles lasideas que tena para unos cuadros), en fin, en unmomento de nuestra charla estuve tentado dedecirle que en realidad no tena ni idea de lo queverdaderamente quera, pero prefer callarme.

    Despus me invit a su casa. Vivo solo, dijo.Le pregunt, temblando, dnde viva. En laRoma Sur, dijo, en un cuarto de azotea muy cer-

    ca de las estrellas. Le respond que en verdad yaera demasiado tarde, ms de las doce, y que de-ba acostarme pues al da siguiente iba a llegar aMxico el novelista francs J. M. G. Arcimboldiy unos amigos y yo le bamos a organizar unrecorrido por lugares de inters en nuestra ca-tica capital. Quin es Arcimboldi?, dijo PielDivina. Ay, estos real visceralistas realmente sonunos ignorantes. Uno de los mejores novelistasfranceses, le dije, su obra, sin embargo, casi noest traducida, al espaol, quiero decir, salvo unao dos novelas aparecidas en Argentina, en fin,yo lo he ledo en francs, por supuesto. No mesuena de nada, dijo, y volvi a insistir en que loacompaara a su casa.

    Por qu quieres que vaya contigo?, le dijemirndolo a los ojos. Por regla general, no sue-lo ser tan temerario. Tengo algo que decirte, dijol, es algo que te interesar. Cunto me intere-sar?, dije yo. El me mir como si no entendieray dijo, de pronto agresivo: cunto de qu?,cunta feria? No, me apresur a aclarar, cuntome interesar lo que tienes que decirme. Tuveque refrenarme para no revolverle el pelo, parano decirle tontito, no ests a la defensiva. Es algosobre los real visceralistas, dijo. Huy, no me in-teresa nada, dije. Siento decrtelo, no te lo to-mes a mal, pero los real visceralistas (Dios, qunombre) me resultan indiferentes. Lo que tengoque contarte s que interesar, seguro que te in-teresar, estn preparando algo grande, ni te loimaginas, dijo l.

    Por un momento, no lo niego, se me pas porla cabeza la idea de una accin terrorista, vi a

    los real visceralistas preparando el secuestro deOctavio Paz, los vi asaltando su casa (pobreMarie-Jos, qu desastre de porcelanas rotas),los vi saliendo con Octavio Paz amordazado,atado de pies y manos y llevado en volandas ocomo una alfombra, incluso los vi perdindosepor los arrabales de Netzahualcyotl en un des-tartalado Cadillac negro con Octavio Paz dandobotes en el maletero, pero pronto me repuse,deban de ser los nervios, las rachas de vientoque a veces recorren Insurgentes (estbamoshablando en la acera) y que suelen inocular enlos peatones y en los automovilistas las ideasms descabelladas. As que volv a rechazar suinvitacin y l volvi a insisti r. Lo que te voy acontar, dijo, va a remover los cimientos de lapoesa mexicana, tal vez dijera latinoamerica-na, no, mundial no, digamos que en su desvarose mantena en los lmites del espaol. Aquelloque me quera contar iba a trastornar la poesaen lengua espaola. Vaya, dije, algn manus-crito desconocido de Sor Juana Ins de la Cruz?Un texto proftico de Sor Juana sobre el desti-no de Mxico? Pero no, por supuesto, era algoque haban encontrado los real visceralistas, ylos real visceralistas eran incapaces de asomar-

    se a las bibliotecas perdidas del siglo XVII. Ques, pues?, le dije. Te lo dir en mi casa, dijo PielDivina y me puso una mano en el hombro, comosi tirara de m, como si me sacara otra vez a bai-lar en la pista atroz del Priaps.

    Clara Cabeza, Parque Hundido, Mxico DF,octubre de 1995. Yo fui la secretaria de OctavioPaz. No saben ustedes el trabajo que tena. Quesi escribir cartas, que si localizar manuscritosilocalizables, que si telefonear a los colabora-dores de la revista, que si conseguir libros queya slo se encontraban en una o dos universida-des norteamericanas. Al cabo de dos aos deestar trabajando para don Octavio ya tena unacefalalgia crnica que me atacaba a eso de lasonce de la maana y no se me iba, por msaspirinas que tomara, hasta las seis de la tarde.

    Generalmente lo que a m me gustaba era hacerlas labores ms propiamente de casa, como pre-parar el deayuno o ayudar a la sirvienta a prepa-rar la comida. Ah me lo pasaba bien y ademsera un descanso para mi mente torturada. Yo so-la llegar a la casa a las siete de la maana, a unahora en la que no hay atascos de trnsito y si loshay no son tan largos y terribles como en lashoras punta, y preparaba caf, t, naranjadas, unpar de tostadas, un desayuno sencillito, y luegome iba con la bandeja hasta la habitacin de donOctavio y le deca don Octavio, despierte, ya esun nuevo da. La primera en abrir los ojos, detodas maneras, era la seora Mara Jos y siem-pre su despertar era alegre, su voz surga de laoscuridad y me deca: deja el desayuno en lamesita, Clara, y yo le deca buenos das, seora,ya es un nuevo da. Luego me iba a la cocinaotra vez y me preparaba mi propio desayuno,algo ligerito como el de los seores, un caf,una naranjada y una o dos tostadas con merme-lada, y despus me iba a la biblioteca y me po-na a trabajar.

    No saben ustedes el titipuchal de cartas quereciba don Octavio y lo difcil que era clasifi-carlas. Como ya se imaginarn, le escriban delos cuatro puntos cardinales y gente de toda cla-se, desde otros premios Nobel como l hasta j-venes poetas ingleses o italianos o franceses. Nodigo yo que don Octavio contestara todas suscartas, ms bien slo contestaba un quince a unveinte por ciento de las que recibamos, pero elresto de todas maneras haba que clasificarlas yguardarlas, vaya a saber por qu, yo de buen

    gusto las hubiera arrojado a la basura. Ema de clasificacin, por otra parte, era slas separbamos por nacionalidades y cunacionalidad no estaba clara (esto sola pcartas que le escriban en espaol, inglscs) las separbamos por idiomas. A vecestras trabajaba en la correspondencia, yo na a pensar en la jornada laboral de las srias de los cantantes de msica meldicpular o de rock y me preguntaba si ellabin tenan que lidiar con tantsimas cartta en chino, con eso les digo todo. En essiones yo tena que separar las cartaslotecito aparte que llambamos margexcentricorumy que don Octavio revisavez a la semana. Despus, pero esto pasade tanto en tanto, me deca Clarita, cojache y vyase a ver a mi amigo Nagahacuerdo, don Octavio, le deca yo, pero eto no era tan fcil como lo pintaba l. Pme pasaba la maana telefoneandoNagahiro y cuando por fin lo hallaba le deNagahiro, tengo algunas cositas para quetraduzca y l me daba una cita para un dasemana. A veces se las mandaba por correun mensajero, pero cuando los papeles e

    portantes, y eso lo notaba yo por la cara na don Octavio, pues iba personalmente ymova de al lado del seor Nagahiro hapor lo menos me daba un resumen sucicontenido del papel o carta, resumen que taba en taquigrafa en mi libretita y que lusaba en limpio, imprima y dejaba en el esde don Octavio, en el extremo izquierdo, pl si tena a bien le echara una mirada y sela curiosidad de encima.

    Y luego estaba la correspondencia qOctavio mandaba. Ah s que el trabdesquiciante, pues acostumbraba a escrrias cartas a la semana, unas diecisis menos, a los lugares ms insospechadmundo, algo que daba pasmo ver de cercuna se preguntaba cmo ese hombre hacho tantas amistades en sitios tan divers

    cluso dira antagnicos como Trietse y Crdoba y Helsinki, Npoles y Bocas d(Panam), Limoges y Nueva Delhi, GlaMonterrey. Y para todos tena una palaaliento o una reflexin de esas que se hacen voz alta y que, supongo, pona al corrsal a pensar y a darle vueltas a la cabevoy a cometer la falta de desvelar lo quen sus cartas, slo dir que hablaba msnos de lo mismo que habla en sus ensaysus poemas: de cosas bonitas, de cosas oy de la otredad, que es algo en lo que yo sado mucho, supongo que como mucholectuales mexicanos, y que no he logradoguar de qu se trata. Otra de las cosas haca y muy a gusto era de enfermera, ppor nada tengo un par de cursillos de prauxilios. Don Octavio ya por entonces nba muy sano te que digamos y tenmedicarse cada da y como l siempre pensando en sus cosas, pues se le olvidabdo haba que tomar las medicinas y al fhaca un lo, que si sta ya me la tom al da o si esta otra no me la tom a las ochmaana, en fin, un desorden con las pastque, me enorgullezco de decir, yo puse fiincluso me ocup de que tomara con pudad alemana aquellas que deba tomar yo no estaba en casa. Para tal menestermaba por telfono desde mi departamentode donde estuviera y le deca a la sirvienOctavio ya se tom las pastillas de las ola sirvienta iba a mirar y si las pldoras quhaba dejado dispuestas en un envase de

    Dos fragmentos deLos detectives salvajes

    *Publicada originalmente el 11 deseptiembre del 2004. AA No 30.

    Bolao, escritor excepcional.

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    co an estaban all, pues yo le ordenaba: llva-selas y que se las tome. A veces no hablaba conla sirvienta sino con la seora, pero yo igual:se tom su medicina don Octavio?, y la seoraMara Jos se pona a rer y me deca ay Clarisa,ella a veces me llamaba Clarisa, no s por qu, alfinal vas a conseguir que me ponga celosa, y cuan-do la seora Mara Jos deca eso yo como queme ruborizaba y como que tena miedo de queella viera cmo me ruborizaba, tonta que es una,cmo iba a verlo si estbamos hablando por te-lfono?, pero igual segua llamando e insistiendoen que se tomara sus medicamentos a su hora,porque si no no sirven para nada, verdad?

    Otra de las cosas que haca era preparar laagenda de don Octavio, llena de actividades so-ciales, que si fiestas o conferencias, que si invi-taciones a inauguraciones de pintura, que si cum-pleaos o doctorados honoris causa, la verdades que de asistir a todos esos eventos el pobrecitono hubiera podido escribir ni una l nea, no digoya de sus ensayos, es que ni siquiera de sus poe-sas. As que cuando le arreglaba la agenda l yla seora Mara Jos la examinaban con lupa eiban descartando cosas, yo a veces los observa-ba desde mi rinconcito y me deca para m mis-ma: muy bien, don Octavio, castguelos con su

    indiferencia...... Y luego vino la poca del Parque Hundi-

    do, un lugar que si quieren mi opinin no tieneel ms mnimo inters, antes puede que s, hoyest convertido en una selva donde campean losladrones y los violadores, los teporochos y lasmujeres de la mala vida.

    La cosa sucedi as. Una maana, yo acababade llegar a la casa y an no eran las ocho, meencontr a don Octavio levantado, esperndo-me en la cocina. Nada ms verme me dijo: meva a hacer el favor de llevarme a tal parte, Clarita,en su carro de usted. Qu le parece? Como siyo alguna vez me hubiera negado a hacer nadaque l me hubiera pedido. As que le dije: usteddir adnde vamos, don Octavio. Pero l me hizoun gesto, sin decir nada, y salimos a la calle. Seacomod a mi lado, en el coche, que dicho sea

    de paso slo es un Volkswagen, o sea que no esmuy cmodo. Cuando lo vi all, sentado y conese aire ausente, me dio un poco de pena por notener un vehculo algo mejor que ofrecerle, aun-que no le dije nada porque tambin pens que sime disculpaba l lo poda interpretar como unaespecie de recriminacin porque al final de cuen-tas era l quien me pagaba y si no tena para uncoche mejor se poda decir que tambin era porculpa suya, algo que jams, ni en sueos, le hereprochado. Por lo tanto me qued callada, disi-mul lo mejor que pude y puse en marcha elmotor. Las primeras calles las recorrimos al azar.Luego dimos una vuelta por Coyoacn y al finalenfilamos por Insurgentes. Cuando apareci el

    Parque me orden que estacionara donde pudie-ra. Luego bajamos y don Octavio, tras echar unaojeada, se intern por el Parque que a esa horano es que estuviera lleno, pero tampoco estabavaco. Esto le debe traer algn recuerdo, pens.A medida que caminbamos el Parque estabams solo. Not que el descuido o la desidia o lafalta de medios o la ms vil irresponsabilidad

    haba deteriorado el parque hasta lmitesinsospechables. Ya bien adentro del parque to-mamos asiento en un banco y don Octavio sepuso a contemplar las copas de los rboles o elcielo y luego murmur algunas palabras que yono entend. Antes de salir haba cogido las me-dicinas y una botellita de agua y como ya erahora de tomrselas aprovech que estbamossentados y se las di. Don Octavio me mir comosi me hubiera vuelto loca pero se tom sin re-chistar sus pastillas. Luego me dijo: qudeseusted aqu, Clarita, y se levant y se puso a ca-minar por un caminito de tierra seca con pinazay yo lo obedec. Se estaba bien all, eso hay quereconocerlo, a veces, por otras sendas del par-que, vea las figuras de si rvientas que acortabancamino o de estudiantes que haban decidido noir a clases aquella maana, el aire era respira-ble, aquel da la contaminacin no sera tan gran-de, de tanto en tanto incluso creo que escuchabael piar de un pajarito. Mientras tanto don Octaviocaminaba. Caminaba en crculos cada vez msgrandes y a veces se sala de la senda y pisaba lahierba, una hierba enferma de tanto ser pisotea-da y que los jardineros ya ni deban de cuidar.

    Entonces fue cuando vi a ese hombre. Tam-bin caminaba en crculos y sus pasos seguanla misma senda, slo que en sentido contrario,as que por fuerza tena que cruzarse con donOctavio. Para m, fue como una alarma en elpecho. Me levant y puse en alerta todos mismsculos por si era necesario intervenir, no pornada hice un cursillo de karate y judo hace unosaos con el doctor Ken Takeshi, que en realidadse llamaba Jess Garca Pedraza y haba sidomiembro de la polica federal. Pero no fue nece-sario: cuando el hombre se cruz con don

    Octavio ni siquiera levant la cabeza. As queme qued inmovil y vi lo siguiente: don Octavio,al cruzarse con el hombre, se detuvo y se quedcomo pensativo, luego hizo el ademn de seguirandando, pero esta vez ya no iba tan al azar otan despreocupado como haca unos minutossino que ms bien iba como calculando el mo-mento en que ambas trayectorias, la suya y ladel desconocido, iban a volver a cruzarse. Ycuando una vez ms el desconocido pas al ladode don Octavio, ste se gir y se lo qued mi-rando con verdadera curiosidad. El desconoci-do tambin mir a don Octavio y yo dira que loreconoci, algo que por lo dems no tiene nadade raro, todo el mundo, y cuando digo todo el

    mundo digo literalmente todo el mundo, lo co-noce. Cuando volvimos a casa el nimo de donOctavio haba variado notablemente. Estaba msvivaracho, con ms energa, como si el largopaseo matinal lo hubiera fortalecido. Recuerdoque en un momento del viaje recit unos versosy l dijo un nombre, sera el nombre de un poetaingls, lo olvid, y luego como para cambiar detema me pregunt por qu haba estado yo tannerviosa y me acuerdo que al principio no le con-test, tal vez slo exclamara ay, don Octavio, yluego le expliqu que el Parque Hundido no era

    precisamente una zona tranquila, un lugar don-de uno pudiera pasear y meditar sin temor a serasaltado por desalmados. Y entonces donOctavio me mir y me dijo con una voz que sa-la como del corazn de un lobo: a m no measalta ni el presidente de la Repblica. Y lo dijocon tanta seguridad que yo le cre y prefer nodecir nada ms.

    ********************************

    Al da siguiente, al llegar a casa, don Octavioya me estaba esperando. Salimos sin decirnosnada y yo conduje, ingenua de m, haciaCoyoacn, pero cuando don Octavio se dio cuen-ta me dijo que pusiera rumbo al Parque Hundi-do sin otra dilacin. La historia se repeti. DonOctavio me dej sentada en un banco y se pusoa pasear en crculos por el mismo sitio que el

    da anterior. Antes yo le di sus medicinas y l selas tom sin mayores comentarios. Poco despusapareci el hombre que tambin paseaba. Cuan-do lo vio don Octavio no pudo evitar mirarmedesde la distancia como dicindome: ya ve,Clarita, yo nunca hago nada por nada. El desco-nocido tambin me mir y luego mir a donOctavio y por un segundo me pareci que duda-ba, que sus pasos se volvan ms inseguros, msdubitativos. Pero no se ech para atrs, comollegu a temer, y l y don Octavio volvieron acaminar y volvieron a cruzarse y cada vez quese cruzaban levantaban la vista del suelo y semiraban a la cara y yo me di cuenta que los dosiban al principio como muy alertas el uno delotro, pero a la tercera vuelta ya iban muyreconcentrados y ya para entonces ni siquiera semiraban al cruzarse. Y yo creo que fue entonces

    que se me ocurri que ninguno de los dos habla-ba, digo, que ninguno de los dos murmuraba pa-labras, sino nmeros, que los dos iban contan-do, yo no s si sus pasos, que es lo ms lgicoque se me ocurre ahora, pero s algo parecido,nmeros al azar, tal vez, sumas o restas, multi-plicaciones o divisiones. Cuando nos marcha-mos don Octavio estaba bastante cansado. Lebrillaban los ojos, esos ojos tan bonitos que tie-

    ne, pero por lo dems pareca como si hhecho una carrera. Les confieso que por mento me preocup y me pareci que si lba algo la culpa sera ma. Me imaginOctavio con un ataque al corazn, me lon muerto y luego imagin a todos los res de Mxico que tanto lo quieren (en elos poetas) rodendome en la sala de vila clnica en donde don Octavio suele hlos chequeos mdicos y preguntndome cradas francamente hostiles que qu diahaba hecho yo al nico premio Nobel m

    no, que cmo era que don Octavio habencontrado tirado en el Parque Hundidogar tan poco potico y tan ajeno, por otraa los itinerarios urbanos de mi jefe. Y en mginacin yo no saba qu respuesta darledecir la verdad, que por otra parte yo sabno iba a convencerlos y entonces para qcirla, mejor quedarme callada, y en sas conduciendo por las avenidas cada da msoportables del DF e imaginndome inmsituaciones llenas de palabra acusatoriarecriminacin, cuando escuch que don Ome deca vamos a la universidad, Claritengo que hacer una consulta con un am

    Y aunque en ese momento vi a don Otan normal como siempre, tan dueo demo como siempre, la verdad es que yopude quitarme del pecho la espinita de latud, el peso de una premonicin ms b

    gra. Mxime cuando a eso de las cinco dede don Octavio me llam a su bibliotecdijo que hiciera una lista de los poetas mnos nacidos digamos a partir de 1950, uncin no ms rara que otras, es cierto, perla historia en la que estbamos embaturbadora en grado extremo. Yo creo qOctavio se dio cuenta de mi inquietud, nfcil por otra parte, pues me temblaban nos y me senta como un pajarito en meuna tormenta. Media hora despus volvimarme y cuando yo acud me mir a losme pregunt si confiaba en l. Qu predon Octavio, le dije, qu cosas se le ocul, como si no me oyera, me repiti la prClaro que s, le dije, confi en usted msnadie. Entonces l me dijo: de lo que yoaqu y de lo que has visto y de lo que ve

    ana, ni una palabra a nadie. Estamosjuro por mi madre que en paz descanse,yo. Y l entonces hizo un gesto como sitara moscas y dijo a ese muchacho yo lo co. Ah, s?, dije yo. Y l dijo: hace much, Clarita, un grupo de energmenos de lma izquierda planearon secuestrarme. diga, don Octavio, dije yo y me puse a totra vez. Pues s, dijo l, son las vicisitud

    La mochila de Vero

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    que se expone todo hombre pblico, Clarita, deje de temblar, vayaa servirse un whisky o lo que sea, pero tranquilcese. Y ese hom-bre es uno de aquellos terroristas?, dije yo. Me parece que s, dijol. Y a santo de qu lo queran secuestrar, don Octavio?, dije yo.Eso es un misterio, dijo l, tal vez estaban dolidos porque no leshaca caso. Es posible, dije yo, la gente acumula mucho rencorgratuito. Pero tal vez la cosa no iba por ah, tal vez slo se tratabade una broma. Vaya bromita, dije yo. Lo cierto es que nunca in-tentaron el secuestro, dijo l, pero lo anunciaron a bombo y plati-llo, y as lleg a mis odos. Y cuando usted lo supo, qu hizo?,dije yo. Nada, Clarita, me re un poco y luego los olvid parasiempre, dijo l.

    A la maana siguiente volvimos al Parque Hundido. Yo habapasado una mala noche, mitad insomne y mitad atacada de losnervios que ni siquiera la lectura balsmica de Amado Nervo ha-ba podido mitigar (entre parntesis, yo a don Octavio nunca ledeca que lea a Amado Nervo sino a don Carlos Pellicer o a donJos Gorostiza, a quienes por supuesto he ledo, pero ya me dirna m de qu sirve leer la poesa de Pellicer o Gorostiza cuando loque una quiere es tranquilizarse, en el mejor de los casos dormir-se, la verdad es que en esos casos as lo mejor es no leer nada, nisiquiera a Amado Nervo, sino ver la televisin, y a ms tonto seael programa mejor), y tena unas ojeras enormes que el maquilla-je no poda disimular y hasta la voz la tena un poco ronca, comosi por la noche hubiera fumado un pauqete de cigarrillos o hubie-ra bebido demasiado o algo parecido. Pero don Octavio no se diocuenta de nada y se subi al Volkswagen y partimos para el Par-que Hundido, sin decirnos nada, como si toda nuestra vida hubi-ramos estado haciendo lo mismo, que era precisamente una delas cosas que ms me crispaba los nervios, esa facilidad del serhumano para adaptarse de pronto a lo que sea. Es decir: si yo mepona a pensar calmadamente, como debe de ser, y me deca quehabamos ido al Parque Hundido, slo dos veces, y que aquellaera la tercera visita, bueno, me costaba creerlo, porque de verdadpareca que hubiramos ido muchas ms veces, y si admita queslo habamos ido dos veces, pues resultaba peor, porque enton-ces me daban ganas de gritar o de estrellarme con mi Volkswagencontra algn muro, por lo que tena que dominarme y concentrar-me en el volante y no pensar en el Parque Hundido ni en aqueldesconocido que lo visitaba a la misma hora que nosotros. Enpocas palabras, esa maana yo no slo estaba ojerosa y demacra-da sino que adems estaba irracionalmente afectada. Ahora bien,lo que pas aquella maana, en contra de mis previsiones, fuebien diferente.

    Llegamos al Parque Hundido. Eso est claro. Nos internamosen el parque y nos sentamos en el mismo banco de siempre, alamparo de un rbol grande y frondoso aunque yo supongo queigual de enfermo que todos los rboles del DF. Y entonces donOctavio, en vez de dejarme sola en el banco como haba sucedido

    en las ocasiones precedentes, me pregunt si haba realizado suencargo del da anterior y yo le dije que s, don Octavio, hice una

    lista con muchsimos nombres y l se sonro y me pregunt sihaba memorizado esos nombres y yo lo mir como preguntn-dole si me estaba tomando el pelo o no y saqu la lista de mibolso y se la mostr y l dijo: Clarita, averige quin es ese mu-chacho. Eso fue lo que me dijo. Y yo me levant como una idiotay me puse a esperar al desconocido y para entretener la espera mepuse a caminar hasta que me di cuenta que estaba repitiendo eltrayecto de don Octavio en los das precedentes y entonces mequed inmovil, sin atreverme a mirarlo, con la vista clavada en ellugar por donde deba aparecer el desconocido cuya identidaddeba averiguar. Y el desconocido apareci, a la misma hora quelas dos veces anteriores, y se puso a pasear. Y entonces yo ya noquise dilatar ms el asunto y lo abord y le pregunt quin era y ldijo soy Ulises Lima, poeta real visceralista, el penltimo poetareal visceralista que queda en Mxico, tal cual, y la verdad, qu

    quieren que les diga, su nombre no me sonaba de nada, aunque lanoche anterior, por orden de don Octavio, haba estado consul-tando ndices de ms de diez antologas de poesa reciente y notan reciente, entre ellas la famosa antologa de Zarco en dondeestn censados ms de quinientos poetas jvenes. Pero su nom-bre no me sonaba para nada. Y entonces le dije: sabe usted quines el seor que est sentado all? Y el dijo: s, lo s. Y yo le dije(deba asegurarme): quin? Y el dijo: es Octavio Paz. Y yo ledije: quiere venir a sentarse con el un ratito? Y l se encogi dehombros o hizo un gesto parecido que interpret como afirma-cin y ambos nos encaminamos al banco desde donde don Octaviosegua interesadsimo todos nuestros movimientos. Al llegar jun-to a l me pareci que no estara de ms hacer una presentacinformal, as que dije: don Octavio Paz, el poeta real visceralistaUlises Lima. Y entonces don Octavio, al tiempo que invitaba altal Lima a tomar asiento, dijo: real visceralista, real visceralista(como si el nombre le sonara a algo), no fue se el grupo poticode Cesrea Tinajero? Y el tal Lima se sent junto a don Octavio y

    suspir o hizo un ruido raro con los pulmones y dijo s, as sellamaba el grupo de Cesrea Tinajero. Durante un minuto o algoas estuvieron callados, mirndose. Un minuto bastante insopor-table, si he de ser sincera. A lo lejos, bajo unos arbustos, vi apare-cer a dos vagabundos. Creo que me puse un poco nerviosa y esome hizo tener la mala ocurrencia de preguntarle a don Octavioque grupo era se y si l los haba conocido. Lo mismo hubierapodido hacer un comentario sobre el tiempo. Y entonces donOctavio me mir con esos ojos tan bonitos que tiene y me dijoClarita, para cuando los real visceralistas yo apenas tena diezaos, esto ocurri all por 1924, no?, dijo dirigindose al talLima. Y ste dijo s, ms o menos, por los aos veinte, pero lodijo con tanta tristeza en la voz, con tanta... emocin, o senti-miento, que yo pens que nunca ms iba a escuchar una voz mstriste. Creo que hasta me mare. Los ojos de don Octavio y la voz

    del desconocido y la maana y el Parque Hundido, un luvulgar, verdad?, tan deteriorado, me hirieron, no s de qnera, en lo ms hondo. As que los dej que conversaran tlos y me alej unos cuantos metros, hasta el banco ms prcon la excusa de que deba estudiar la agenda del da, y dme llev la lista que haba hecho con los nombres de las generaciones de poetas mexicanos y la repas del primerel ltimo, no estaba en ninguna parte Ulises Lima, puedorarlo. Cunto rato conversaron? No mucho. Desde dondetaba se adivinaba, eso s, que fue una conversacin disteserena, toleranre. Despus el poeta Ulises Lima se levaestrech la mano a don Octavio y se march. Lo vi alejdireccin a una de las alidas del parque. Los vagabundhaba visto en los matorrales y que ahora eran tres se acercnosotros. Vmonos, Clarita, o que me deca don O

    ..... Al da siguiente, tal como esperaba, nos fuimos al Hundido. Don Octavio se levant a las diez de la maanavo preparando un artculo que deba publicar en el prximero de su revista. En algn momento me entraron ganas guntarle ms cosas sobre nuestra pequea aventura de trpero algo en mi interior (mi sentido comn, probablemehizo desistir de la idea. Las cosas haban ocurrido tal coban ocurrido y si yo, que era el nico testigo, no sabahaba pasado, lo mejor era que siguiera en la ignorancisemana despus, aproximadamente, l se march con lapara una serie de conferencias que deba pronunciar en uversidad norteamericana. Yo, por supuesto, no los acompamaana, cuando l an no haba regresado, fui al Parque do con la esperanza o con el temor de ver aparecer otrUlises Lima. Esta vez la nica diferencia fue que no me pvista de nadie sino ms bien oculta tras unos arbustos, cvisin perfecta, eso s, del claro en donde se encontraron pmera vez don Octavio y el desconocido. Los primeros m

    de espera mi corazn iba a cien. Estaba helada y sin embtocarme las mejillas la impresin que tena era de que de mento a otro la cara me iba a explotar. Despus vino la desy cuando me march del parque, a eso de las diez de la mpodra afirmarse que incluso me senta feliz, aunque no mgunten por qu pues no sabra decirlo.

    El Perro y el aguacate, Aligator tree.

    Roberto Bviajero inc

    porAmrica

    Sus personvida a sus a

    en las noArturo Be

    Ulises L

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    Entrevista de Monica Maristain a

    Roberto Bolao

    En el desvado panorama de la literatura en lengua espaola, un espacio en el que todos los das aparecen jredactores ms preocupados por ganar becas y puestos en los consulados que por aportar algo a la creacin artstdestaca la figura de un hombre enjuto, mochila azul en ristre, anteojos de enorme marco, cigarrillo sempiterno en

    dedos, fina irona a bocajarro siempre que haga falta.Roberto Bolao, nacido en Chile en 1953, es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo al oficio de escribir.

    que con su monumental Los detectives salvajes, acaso la gran novela mexicana de la contemporaneidad, se hfamoso y se embolsara los premios Herralde (1998) y Rmulo Gallegos (1999), su influencia y su figura han crecimiento constante: todo lo que dice, con su afilado humor, con su exquisita inteligencia, todo lo que escribe, pluma certera, de gran riesgo potico y profundo compromiso creativo, es digno de la atencin de quienes lo admpor supuesto, de quienes lo detestan. El autor, que aparece como personaje en la novelaSoldados de Salamina, deCercas, y que es homenajeado en la ltima novela de Jorge Volpi, El fin de la locura, es, como todo hombre gendivisor de opiniones, un generador de antipatas acrrimas a pesar de su carcter tierno, su voz entre atiplada y roncla que responde, corts, como todo buen chileno, que no escribir un cuento para la revista pues su prxima novetratar sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Jurez, ya va por la pgina 900 y todava no la acaba.

    Roberto Bolao vive en Blanes, Espaa, y est muy enfermo. Espera que un trasplante de hgado le d resto parcon esa intensidad que alaban quienes tienen la fortuna de tratarlo en la intimidad. Dicen ellos, sus amigos, que ase olvida de ir a la visita mdica por escA los 50 aos, este hombre que recorri Latinoamrica como mochilero, que se escap de las fauces del pinochporque uno de los policas que lo encarcel haba sido su compaero en la escuela, que vivi en Mxico (algunacalle Bucareli en un tramo llevar su nombre), que conoci a los militantes del Farabundo Mart que luego se conran en los asesinos del poeta Roque Dalton en El Salvador, que fue vigilante en un camping cataln, vendedbisutera en Europa y siempre un hurtador de buenos libros porque leer no es slo una cuestin de actitud, este hodecamos, ha transformado el rumbo de la literatura latinoamericana. Y lo ha hecho sin avisar y sin pedir permisolo hubiera hecho Juan Garca Madero, antihroe adolescente de su gloriosaLos detectives salvajes: Estoy en el psemestre de la carrera de Derecho. Yo no quera estudiar Derecho sino Letras, pero mi ta insisti y al final transigiendo. Soy hurfano. Ser abogado. Eso lo dije a mi to y a mi ta y luego me encerr en mi habitacin y llola noche. El resto, en las 608 pginas restantes de una novela cuya importancia los crticos han comparado conRade Julio Cortzar, y hasta con Cien aos de soledad, de Gabriel Garca Mrquez. l dira, frente a tanta hiprb

    Le dio algn valor en su vida el haber nacido dislx-Ninguno. Problemas cuando jugaba al ftbol, soy zurd

    blemas cuando me masturbaba, soy zurdo. Problemas escriba, soy diestro. Como puedes ver, ningn problema tante.

    Sigui siendo Enrique Vila-Matas amigo suyo lueg

    pelea que tuvo usted con los organizadores del Premio RGallegos?

    -Mi pelea con el jurado y los organizadores del premiobi, bsicamente, a que ellos pretendan que yo avalaraBlanes y a ciegas, una seleccin en la que yo no haba pado. Sus mtodos, que una pseudo poeta chavista me tranpor telfono, se parecan demasiado a los argumentos disude la Casa de las Amricas cubana. Me pareci que era uenorme que Daniel Sada o Jorge Volpi fueran eliminadoprimeras de cambio, por ejemplo. Ellos dijeron que lo quera era viajar con mi mujer e hijos, algo totalmente fami indignacin por esta mentira surgi la carta en donde m neostalinistas y algo ms, supongo. De hecho, a m mmaron que ellos pretendan, desde el principio, premiarautor, que no era Vila-Matas, precisamente, cuya novela rece buena, y que sin duda era uno de mis candidatos.

    Por qu no tiene aire acondicionado en su es

    -Porque mi lema no es Et in Arcadia ego, sino Et in Espar

    No cree que si se hubiera emborrachado con Isabelde y ngeles Mastretta otro sera su parecer acerca libros?

    -No lo creo. Primero, porque esas seoras evitan beber guien como yo. Segundo, porque yo ya no bebo. Tercero,ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mun sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto rechazo plagio, la mediocridad o el silencio.

    Cul es la diferencia entre una escribidora y una era?

    -Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es M

    Perro ausente de si.

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    aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abierta aula abiSerrano. Los aos luz que median entre una y otra.

    Quin le hizo creer que es mejor poeta que narrador?-La gradacin del rubor que siento cuando, por pura casuali-

    dad, abro un libro mo de poesa o uno de prosa. Me ruborizamenos el de poesa.

    Usted es chileno, espaol o mexicano?-Soy latinoamericano.

    Qu es la patria para usted?-Lamento darte una respuesta ms bien cursi. Mi nica patria

    son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra. Y tal vez, pero en segun-do plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o es-cenas o libros que estn dentro de m y que algn da olvidar,que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.

    Qu es la literatura chilena?-Probablemente las pesadillas del poeta ms resentido y gris y

    acaso el ms cobarde de los poetas chilenos: Carlos Pezoa Vliz,muerto a principios del siglo XX, y autor de slo dos poemasmemorables, pero, eso s, verdaderamente memorables, y que nossigue soando y sufriendo. Es posible que Pezoa Vliz an nohaya muerto y est agonizando y que su ltimo minuto sea unminuto bastante largo, no?, y todos estemos dentro de l. O almenos que todos los chilenos estemos dentro de l.

    Por qu le gusta llevar siempre la contraria?-Yo nunca llevo la contraria.

    Usted tiene ms amigos que enemigos?

    -Tengo suficientes amigos y enemigos, todos gratuitos.

    Quines son sus amigos entraables?-Mi mejor amigo fue el poeta Mario Santiago, que muri en

    1998. Actualmente tres de mis mejores amigos son IgnacioEchevarra y Rodrigo Fresn y A. G. Porta.

    Antonio Skrmeta lo invit alguna vez a su programa?-Una secretaria suya, tal vez su mucama, me llam una vez por

    telfono. Le dije que estaba demasiado ocupado.

    Javier Cercas comparti con usted las regalas por Solda-dos de Salamina?

    -No, por supuesto.

    Enrique Lihn, Jorge Teillier o Nicanor Parra?-Nicanor Parra por encima de todos, incluidos Pablo Neruda y

    Vicente Huidobro y Gabriela Mistral.

    Eugenio Montale, T. S. Eliot o Xavier Villaurrutia?-Montale. Si en lugar de Eliot estuviera James Joyce, pues Joyce.

    Si en lugar de Eliot estuviera Ezra Pound, sin duda Pound.

    John Lennon, Lady Di o Elvis Presley?-The Pogues. O Suicide. O Bob Dylan. Pero, bueno, no nos

    hagamos los remilgados: Elvis forever. Elvis con una chapa desheriff conduciendo un Mustang y atiborrndose de pastillas, ycon su voz de oro.

    Quin lee ms, usted o Rodrigo Fresn?-Depende. El Oeste es para Rodrigo. El Este para m. Luego

    nos contamos los libros de nuestras correspondientes reas y pa-rece que lo hubiramos ledo todo.

    Cul es el mejor poema de Pablo Neruda segn usted?-Casi cualquiera de Residencia en la Tierra.

    Qu le hubiera dicho a Gabriela Mistral si la hubiera co-nocido?

    -Mam, perdname, he sido malo, pero el amor de una mujerhizo que me volviera bueno.

    Y a Salvador Allende?-Poco o nada. Los que tienen el poder (aunque sea por poco

    tiempo) no saben nada de literatura, slo les interesa el poder. Yyo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, peronunca de los poderosos. Suena un poco melodramtico. Suena adeclaracin de puta honrada. Pero, en fin, as es.

    Y a Vicente Huidobro?-Huidobro me aburre un poco. Demasiado tralal alal, dema-

    siado paracaidista que desciende cantando como un t irols. Sonmejores los paracaidistas que descienden envueltos en llamas o,ya de plano, aquellos a los que no se les abre el paracadas.

    Octavio Paz sigue siendo el enemigo?-Para m, ciertamente, no. No s qu pensarn los poetas que

    durante esa poca, cuando yo viv en Mxico, escriban como susclones. Hace mucho que no s nada de la poesa mexicana. Releoa Jos Juan Tablada y a Ramn Lpez Velarde, incluso puedorecitar, si se tercia, a Sor Juana, pero no s nada de lo que escri-ben los que, como yo, se acercan a los cincuenta aos.

    No le dara ahora ese papel a Carlos Fuentes?-Hace mucho que no leo nada de Carlos Fuentes.

    Qu le produce el hecho de que Arturo Prez Reverte seaactualmente el escritor ms ledo en lengua espaola?

    -Prez Reverte o Isabel Allende. Da lo mismo. Feuillet era elautor francs ms ledo de su poca.

    Y el hecho de que Arturo Prez Reverte haya ingresado ala Real Academia?

    -La Real Academia es una cueva de crneos privilegiados. Noest Juan Mars, no est Juan Goytisolo, no est Eduardo Mendozani Javier Maras, no est Olvido Garca Valdez, no recuerdo siest Alvaro Pombo (probablemente si est se deba a una equivo-cacin), pero est Prez Reverte. Bueno, (Paulo) Coelho tambinest en la Academia brasilea.

    Se arrepiente de haber criticado el men que le sirviDiamela Eltit?

    -Nunca critiqu su men. Si acaso, tendra que haber criticadosu humor, un humor vegetariano o, mejor, a dieta.

    Le duele que ella lo considere mala persona despus de lacrnica de aquella malograda cena?

    -No, pobre Diamela, no me duele. Me duelen otras cosas.

    Ha vertido alguna lgrima por las numerosas crticas queha recibido por parte de sus enemigos?

    -Muchsimas, cada vez que leo que alguien habla mal de m mepongo a llorar, me arrastro por el suelo, me arao, dejo de escri-bir por tiempo indefinido, el apetito baja, fumo menos, hago de-porte, salgo a caminar a orillas del mar, que, entre parntesis, esta menos de treinta metros de mi casa, y les pregunto a las gavio-tas, cuyos antepasados se comieron a los peces que se comieron aUlises, por qu yo, por qu yo, que ningn mal les he hecho?

    Cul es la opinin en torno de su obra que ms valora?-Mis libros los lee Carolina (su esposa) y despus (Jorge)

    Herralde (el editor de Anagrama) y despus procuro olvidarlospara siempre.

    Qu cosas compr con el dinero que gan en el RmuloGallegos?

    -No muchas. Una maleta, segn creo recordar.

    De su poca que viva de los concursos literarios, h

    guno que no pudo cobrar?-Ninguno. Los ayuntamientos espaoles, en este aspecde una probidad fuera de toda sospecha.

    Era buen camarero o mejor vendedor de bisutera?-El oficio en el que mejor me he desempeado fue el d

    lante nocturno de un camping cerca de Barcelona. Nuncrob mientras yo estuve all. Imped algunas peleas que hupodido terminar muy mal. Evit un linchamiento (aunque dgana, despus, hubiera linchado o estrangulado yo mismoen cuestin).

    Ha experimentado el hambre feroz, el fro que cala losos, el calor que deja sin aliento?

    -Como dice Vittorio Gassman en una pelcula: modestas.

    Ha robado algn libro que luego no le gust?-Nunca. Lo bueno de robar libros (y no cajas fuertes)

    uno puede examinar con detenimiento su contenido antesperpetrar el delito.

    Ha caminado alguna vez en medio del desierto?-S, y en una ocasin, adems, del brazo de mi abuela.

    ciana seora era incansable y yo pens que de sa no sal

    Ha visto peces de colores debajo del agua?-Por supuesto. En Acapulco, sin ir ms lejos, en el ao

    1975.

    Se ha quemado la piel con un cigarrillo?-Nunca voluntariamente.

    Ha tallado en un tronco de rbol el nombre de la pamada?

    -He cometido desmanes an mayores, pero corramos unvelo.

    Ha visto alguna vez a la mujer ms hermosa del m-S, cuando trabajaba en una tienda, all por el ao 84. L

    da estaba vaca y entr una mujer hind. Pareca y tal veuna princesa. Me compr algunos colgantes de bisutera. descontado, estaba a punto de desmayarme. Tena la piel cel pelo largo, rojo, y por lo dems era perfecta. La bintemporal. Cuando tuve que cobrarle me sent muy averdo. Ella me sonri como si me dijera que lo entenda y quepreocupara. Luego desapareci y nunca ms he vuelto alguien as. A veces tengo la impresin de que era la misdiosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sKali tambin era la deidad de los asesinos, y esta hind nera la mujer ms hermosa de la Tierra sino que tambin ser una buena persona, muy dulce y considerada.

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    Le gustan los perros o los gatos?-Las perras, pero ya no tengo animales.

    Qu cosas recuerda de su niez?-Todo. No tengo mala memoria.

    Coleccionaba figuritas?-S. De ftbol y de actores y actrices de Hollywood.

    Tena una patineta?-Mis padres cometieron el error de regalarme un par de patines

    cuando vivimos en Valparaso, que es una ciudad de cerros. Elresultado fue desastroso. Cada vez que me pona los patines eracomo si me quisiera suicidar.

    Cul es su equipo de ftbol favorito?-Ahora ninguno. Los que bajaron a segunda y luego, consecuti-

    vamente, a tercera y a regional, hasta desaparecer. Los equiposfantasmas.

    A qu personajes de la historia universal le hubiera gusta-do parecerse?

    -A Sherlock Holmes. Al capitn Nemo. A Julien Sorel, nuestropadre, al prncipe Mishkin, nuestro to, a Alicia, nuestra profeso-ra, a Houdini, que es una mezcla de Alicia, de Sorel y de Mishkin.

    Se enamoraba de las vecinas ms grandes que usted?-Por supuesto.

    Las compaeras de la escuela le prestaban atencin?

    -No creo. Al menos yo estaba convencido de que no.

    Qu cosas debe a las mujeres de su vida?-Muchsimo. El sentido del desafo y la apuesta alta. Y otras

    cosas que me callo por decoro.

    Ellas le deben algo a usted?-Nada.

    Ha sufrido mucho por amor?-La primera vez, mucho, despus aprend a tomarme las cosas

    con algo ms de humor.

    Y por odio?-Aunque suene un poco pretencioso, nunca he odiado a nadie.

    Al menos estoy seguro de ser incapaz de un odio sostenido. Y siel odio no es sostenido, no es odio, no?

    Cmo enamor a su esposa?-Cocinndole arroz. En esa poca yo era muy pobre y mi dieta

    era bsicamente de arroz, as que lo aprend a cocinar de muchasformas.

    Cmo era el da que se hizo padre por primera vez?-Era de noche, poco antes de las 12, yo estaba solo, y como no sepoda fumar en el hospital me fum un cigarrillo virtualmenteencaramado en el artesonado de la cuarta planta. Menos mal queno me vio nadie desde la calle. Slo la luna, habra dicho AmadoNervo. Cuando volv a entrar una enfermera me dijo que mi hijo

    ya haba nacido. Era muy grande, casi calvo del todo, y con losojos abiertos como preguntndose quin demonios era ese tipoque lo tena en los brazos.

    Lautaro ser escritor?-Yo slo espero que sea feliz. As que mejor que sea otra cosa.

    Piloto de avin, por ejemplo, o cirujano plstico, o editor.

    Qu cosas reconoce en l como suyas?-Por suerte se parece mucho ms a su madre que a m.

    Le preocupan las listas de ventas de sus libros?-En lo ms mnimo.

    Piensa alguna vez en sus lectores?-Casi nunca.

    Qu cosas de todas las que le han dicho sus lectores en

    torno de sus libros lo han conmovido?-Me conmueven los lectores a secas, los que an se atreven aleer el Diccionario filosfico de Voltaire, que es una de las obrasms amenas y modernas que conozco. Me conmueven los jve-nes de hierro que leen a Cortzar y a Parra, tal como los le yo ycomo intento seguir leyndolos. Me conmueven los jvenes quese duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejoralmohada que existe.

    Qu cosas lo han enojado?-A estas alturas enojarse es perder el tiempo. Y, lamentable-

    mente, a mi edad el tiempo cuenta.

    Ha tenido miedo alguna vez de sus fans?-He tenido miedo de los fans de Leopoldo Mara Panero, el

    cual, por otra parte, me parece uno de los tres mejores poetasvivos de Espaa. En Pamplona, durante un ciclo organizado porJess Ferrero, Panero cerraba el ciclo y a medida que se aproxi-maba el da de su lectura la ciudad o el barrio donde estaba nues-tro hotel se fue llenando de freaks que parecan recin escapadosde un manicomio, que, por otra parte, es el mejor pblico al quepuede aspirar cualquier poeta. El problema es que algunos noslo parecan locos sino tambin asesinos y Ferrero y yo temi-mos que alguien, en algn momento, se levantara y dijera: yomat a Leopoldo Mara Panero y despus le descerrajara cuatrobalazos en la cabeza al poeta, y ya de paso, uno a Ferrero y el otroa m.

    Qu siente cuando hay crticos como Daro Osses que con-sidera que usted es el escritor latinoamericano con ms futu-ro?

    -Debe ser una broma. Yo soy el escritor latinoamericano conmenos futuro. Eso s, soy de los que tienen ms pasado, que al

    cabo es lo nico que cuenta.

    Le despierta curiosidad el libro crtico que est predo su compatriota Patricia Espinoza?

    -Ninguna. Espinoza me parece una crtica muy buenapendientemente de cmo vaya a quedar yo en su libro, qpongo que no muy bien, pero el trabajo de Espinoza es ne

    en Chile. De hecho, la necesidad de una, llammosla ascrtica, es algo que empieza a ser urgente en toda Latinoa

    Y el de la argentina Celina Mazoni?-A Celina la conozco personalmente y la quiero mucho

    le dediqu uno de los cuentos dePutas asesinas.

    Qu cosas lo aburren?-El discurso vaco de la izquierda. El discurso vaco de l

    cha ya lo doy por sentado.

    Qu cosas lo divierten?-Ver jugar a mi hija Alexandra. Desayunar en un bar al l

    mar y comerme un croissant leyendo el peridico. La litde Borges. La literatura de Bioy. La literatura de Bustos DHacer el amor.

    Escribe a mano?-La poesa, s. Lo dems, en una vieja computadora de

    Cierre los ojos, cul de todos los paisajes de la Latinoaque usted recorri le viene primero a la memoria?

    -Los labios de Lisa en 1974. El camin de mi padre averuna carretera del desierto. El pabelln de tuberculosos de upital de Cauquenes y mi madre que nos dice a mi hermanaque aguantemos la respiracin. Una excursin al Popoccon Lisa, Mara y Vera y alguien ms que no recuerdo, aurecuerdo los labios de Lisa, su sonrisa extraordinaria.

    Cmo es el paraso?-Como Venecia, espero, un lugar l leno de italianas e ita

    Un sitio que se usa y se desgasta y que sabe que nada perdel paraso, y que eso al fin y al cabo no importa.

    Y el infierno?-Como Ciudad Jurez, que es nuestra maldicin y nue

    pejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y d

    tra infame interpretacin de la libertad y de nuestros dese

    Cundo supo que estaba gravemente enfermo?-En el 92.

    Qu cosas de su carcter cambi la enfermedad?-Ninguna. Supe que no era inmortal, lo cual, a los 38 a

    iba siendo hora de que lo supiera.

    Qu cosas desea hacer antes de morir?-Ninguna en especial. Bueno, preferira no morirme, clar

    tarde o temprano la distinguida dama llega, el problema eveces no es una dama ni mucho menos es distinguida, sibien, como dice Nicanor Parra en un poema, es una puta cque es algo que hace dar diente con diente al ms pintado

    Perros y gatos, la rueda de la vida.

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    Con quin le gustara encontrarse en el ms all?-No creo en el ms all. Si existiera, qu sorpresa. Me matricu-

    lara de inmediato en algn curso que estuviera dando Pascal.

    Pens alguna vez en suicidarse?-Por supuesto. En alguna ocasin sobreviv precisamente por-

    que saba cmo suicidarme si las cosas empeoraban.

    Crey en algn momento que se estaba volviendo loco?-Por supuesto, pero me salv siempre el sentido del humor. Me

    contaba historias que me volvan loco de risa. O recordaba situa-ciones que hacan que me tirara al suelo a rerme.

    La locura, la muerte y el amor, de qu de estas tres cosasha habido ms en su vida?

    -Espero de todo corazn que haya habido ms amor.

    Qu cosas lo hacen rer a mandbula batiente?-Las desgracias propias y ajenas.

    Qu cosas lo hacen llorar?-Lo mismo: las desgracias propias y ajenas.

    Le gusta la msica?-Mucho.

    Usted ve su obra como la suelen ver sus lectores y crticos:arriba de todoLos detectives salvajesy luego todo lo dems?

    -La nica novela de la que no me avergenzo es Amberes, talvez porque sigue siendo ininteligible. Las malas crticas que harecibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramu-zas con fuego simulado. El resto de mi obra, pues bueno, noest mal, son novelas entretenidas, el tiempo dir si algo ms. Porahora me dan dinero, se traducen, me sirven para hacer amigosque son muy generosos y simpticos, puedo vivir, y bastante bien,de la literatura, as que quejarse sera ms bien gratuito y des-agradecido. Pero la verdad es que no les concedo mucha impor-tancia a mis libros. Estoy mucho ms interesado en los libros delos dems.

    No le sacara algunas pginas a Los detectives salvajes?-No. Para sacarle pginas tendra que releerlo y eso mi religin

    me lo prohbe.

    No le da miedo que alguien quiera hacer la versin cine-matogrfica de la novela?

    -Ay, Mnica, yo les tengo miedo a otras cosas. Digamos: cosasms terrorficas, infinitamente ms terrorficas.

    El ojo Silva es un homenaje a Julio Cortzar?-De ninguna manera.

    Cuando termin de escribir El ojo Silva, no sinti quehaba escrito un cuento capaz de estar a la altura, por ejem-plo, de Casa tomada?

    -Cuando termin de escribir El ojo Silva dej de llorar o algoparecido. Qu ms quisiera yo que se pareciera a uno de Cortzar,aunque Casa tomada no es uno de mis favoritos.

    Cules son los cinco libros que marcaron su vida?-Mis cinco libros en realidad son cinco mil. Menciono stos

    slo a manera de punta de lanza o embajada aviesa:El Quijote,de Cervantes. Moby Dick, de Melville. La Obra Completa, deBorges. Rayuela , de Cortzar. La conjura de los necios , deKennedy Toole. Pero tambin debera citar: Nadja, de Breton.

    Las cartas de Jacques Vach. Todo Ub, de Jarry.La vida, ins-

    trucciones de uso, de Perec.El castilloyEl proceso, de Kafka.Los aforismos de Lichtenberg.El Tractatus, de Wittgenstein.Lainvencin de Morel, de Bioy Casares. El Satiricn, de Petronio.La Historia de Roma, de Tito Livio.Los Pensamientos, de Pascal.

    Se lleva bien con su editor?-Bastante bien. Herralde es una persona inteligente y a menudo

    encantadora. Tal vez a m me convendra ms que no fuera tanencantador. Lo cierto es que ya hace ocho aos que lo conozco y,al menos de mi parte, el cario no hace ms que crecer, comodice un bolero. Aunque tal vez me convendra no quererlo tanto.

    Qu dice de los que piensan queLos detectives salvajes esla gran novela mexicanade la contemporaneidad?

    -Que lo dicen por lstima, me ven decado o desmayndome en

    las plazas pblicas y no se les ocurre nada mejor que una mpiadosa, que por lo dems es lo ms indicado en estos casiquiera es pecado venial.

    Es cierto que fue Juan Villoro el que le convenci pano titulara Tormentas de mierda a su novela NoctuChile?

    -Entre Villoro y Herralde.

    De quin ms escucha consejos alrededor de su obr-Yo no escucho consejos de nadie, ni siquiera de mi md

    doy consejos a diestra y siniestra, pero no escucho ningu

    Cmo es Blanes?-Un pueblo bonito. O una ciudad pequeita, de treinta m

    tantes, bastante bonita. Fue fundada hace dos mil aos, romanos, y luego pasaron por aqu gente de todos los lugaes un balneario de ricos sino de proletarios. Obreros del del este. Algunos se quedan a vivir para siempre. La bbellsima.

    Extraa algo de su vida en Mxico?-Mi juventud y las caminatas interminables con Mario

    go.

    A qu escritor mexicano admira profundamente?-A muchos. De mi generacin admiro a Sada, cuyo proy

    escritura me parece el ms arriesgado, a Villoro, a CBoullosa, entre los ms jvenes me interesa mucho lo queAlvaro Enrigue y Mauricio Montiel, o Volpi e Ignacio PSigo leyendo a Sergio Pitol, que cada da escribe mejor. Y

    los Monsivis, el cual, segn me cont Villoro, motej coPit a Taibo 2 o 3 (o 4), lo que me parece un hallazgo potiPit, es perfecto, no? Monsivis sigue con las uas aceradasbin me gusta mucho lo que hace Sergio Gonzlez Rodr

    El mundo tiene remedio?-El mundo est vivo y nada vivo tiene remedio y sa es

    suerte.

    Usted tiene esperanzas, en qu, en quines?-Mi querida Maristain, vuelve usted a empujarme a los p

    de la cursilera, que son mis potreros natales. Yo tengo espen los nios. En los nios y en los guerreros. En los nifollan como nios y en los guerreros que combaten como tes. Por qu? Me remito a la lpida de Borges, como dnclito Gervasio Montenegro, de la Academia (comoReverte, fjese usted) y no hablemos ms de este asunto.

    Qu sentimientos le despierta la palabra pstumo?-Suena a nombre de gladiador romano. Un gladiador inv

    al menos eso quiere creer el pobre Pstumo para darse va

    Qu opina de quienes opinan que usted ganar el PNobel?

    -Estoy seguro, querida Maristain, de que no lo ganartambin estoy seguro de que algn atorrante de mi generaque lo ganar y ni siquiera me mencionar de pasada en curso de Estocolmo.

    Cundo ha sido ms feliz?-Yo he sido feliz casi todos los das de mi vida, al menos

    te un ratito, incluso en las circunstancias ms adversas.

    Qu le hubiera gustado ser si no hubiera sido escri-Me hubiera gustado ser detective de homicidios, muc

    que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro. Un

    homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a ladel crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entoque me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo polica, se sna con un tiro en la boca.

    Confiesa que ha vivido?-Bueno, sigo vivo, sigo leyendo, sigo escribiendo y vien

    lculas, y como les dijo Arturo Prat a los suicidas de la Eda, mientras yo viva, esta bandera no se arriar.

    Sobresaliente escritor, RobertoBolao, un acontecimientoliterario al final del silo XX

    e inicios del XXI.