augusto monterroso: el triunfo del ingenio irónico

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«Imagine el fantástico bestiario de Borges tomando el té con Alicia. Imagine a Jonathan Swift y James Thurber intercambiando notas. Imagine a una rana del Condado de Calaveras que hubiera leído realmente a Mark Twain: he aquí Monterroso.» Así define el escritor mexicano Carlos Fuentes al Premio Príncipe de Asturias de 2000, Augusto "Tito" Monterroso.

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    Augusto Monterroso El triunfo del ingenio irnico "Imagine el fantstico bestiario de Borges to-mando t con Alicia. Imagine a Jonathan Swift y James Thurber intercambiando notas. Ima-gine a una rana del Condado de Calaveras que hubiera ledo realmente a Mark Twain: he aqu Monterroso". As define el escritor mexicano Carlos Fuentes al ltimo Premio Prncipe de Asturias de las Letras, Augusto "Uto" Monte-rroso.

    A L B E R T O N A H U M G A R C I A

    A SUS 78 AOS conserva, teida de acento tropical, una voz leve, llo-rosa y un poco tmida, quiz con esa sobriedad que propugna en sus entrevistas: "La cualidad principal de la prosa es la precisin: decir lo que se quiere decir, sin adornos ni frases notorias. En cuanto la prosa se ve es mala". O en sus libros: en el declogo para el escritor que apa-rece en Lo dems es silencio: "Lo que puedas decir con cien palabras di-lo con cien palabras: lo que con una, con una. No emplees nunca el trmino medio". Y Monterroso aplica al pie de la letra esa mxima aprendida en el estudio autodidacta de los latinos. Sus libros delgados discurren repletos de vacos, de blancos, en una implcita invitacin a

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    que el lector reposado piense, se pare a refle-xionar sobre la lectura.

    Monterroso comenz su andadura litera-ria con la publicacin en 1959 de Obras Com-pletas ( y otros cuentos), una coleccin carente de unidad temtica y formal desde cuentos de diez pginas al hoy clebre microrrelato: "Cuando despert, el dinosaurio todava es-taba all", donde combina irona, realismo, sntesis y cierta audacia formal heredada de la tradicin vanguardstica de entreguerras. Sus cuentos poseen vocacin de relectura. Son co-mo seres vivos que hay que volver a contem-plar, de principio a fin, de lado... agitarlos pa-ra revelar el misterio que encubren.

    Diez aos de silencio. En 1969, publica La oveja negra y otrasfbulas. Esopo, Lafontaine, Iriarte, Samaniego, mitologa griega, histo-rias bblicas, referencias literarias... El ingenio

    "La brevedad no es un trmino de la

    retrica, sino de la buena

    educacin". Distincin ante todo

    de Monterroso completa un zoolgico litera-rio de referencias ofrecido en cpsulas de mi-nirrelatos. Monterroso vierte toda su irona satrica sobre la moral burguesa y provoca una sonrisa cmplice en el lector en la actua-lizacin de las fbulas clsicas, una degusta-cin dulce, plagada de sugerencias para pala-dares formados. El autor revierte fbulas y mitos clsicos un mono que anhela ser es-critor satrico, un encontronazo artstico entre el burro y la flauta, estatuas tan perfectas que pretenden volar, Ulises engaado por Pen-lope y trastoca argumentos bblicos o litera-rios una cucaracha suplanta a Kafka, caba-llos imaginando a Dios.... Incluso, con un indudable sentido ldico, moderniza parado-jas: en "La Tortuga y Aquiles" presenta la rueda de prensa de la tortuga, en la que de-clar su temor a perder ya que Aquiles, mal-diciendo a Zenn de Elea, le pisaba conti-nuamente los talones.

    Con La oveja negra y otras fbulas le asalta a Monterroso el problema del encasillamiento como autor de relato corto o relato breve, o microrrelato, o descuento, o minirrelato, o como se le quiera bautizar!. Pero traspasar la frontera que media entre la elipsis y la to-madura de pelo no resulta fcil: del arte de la sugerencia a la pirotecnia apenas separa un paso. Y Monterroso lo cubre mediante la imaginacin, la irona certera y el ingenio.

    Quiz este libro, y toda la potica sinttica de Monterroso, forme parte de la travesa a la pgina en blanco que propona su querido Borges: "Todo escritor se va despojando de lo que pueda parecer barroco y tiende a la sencillez, a la bsqueda de textos ms y ms sencillos, casi annimos. Todas las pginas se-rn finalmente pginas en blanco. Esper-moslo". En efecto, Monterroso, ms all de este fabulario, se caracteriza por un estilo so-brio, contenido, directo, alejado de barro-quismos y verbalismos retricos. Un lacni-co islote en medio del exuberante selva de es-critores hispanoamericanos, adictos, como ha declarado Ignacio Padilla (ganador del lti-mo premio Primavera), "a las veleidades de la ociosa fantasmagora" o a "la estrechez de mi-ras que lleva a tantos a ocultarse tras la chum-bera o el platanal".

    LA FECUNDIDAD DE UN DINOSAURIO Movimiento Perpetuo (1972) supone una nueva miscelnea temtica y formal como ocurre en Obras completas.... Este "movimiento" en-cierra desde el ms turbador de sus relatos (el que da ttulo al libro) hasta una cnica oda a las criadas o una reflexin sobre la brevedad en la literatura, tan socorrida por el autor y enmarcada en tpico para los reduccionistas de su obra. Precisamente en Movimiento Perpe-tuo se encuentra "Fecundidad", su segundo microrrelato de una lnea: "Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando una lnea".

    En una reciente entrevista, Monterroso mostraba su asombro porque "Fecundidad" haba apareciddo en ingls como ensayo! en The Oxford Book of Latin American Essays: "Qu pensarn los lectores de este libro que nunca han ledo nada mo cuando vean que mi en-

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    sayo es de una lnea?". Si "Fecundidad" es un ensayo que se nutre de su propia extincin, "Dinosaurio", el cuento ms breve de la lite-ratura, pasa hasta por novela. El autor ha confesado, sorprendido, cmo ha llegado a recibir escritos de 28 pginas! analizando esa breve lnea.

    Libros miscelneos. A lo largo de toda su obra se aprecia un empeo vanguardista por aportar un aire renovador a sus invenciones, un intento de romper los gneros tradiciona-les, lo que le convierte, con permiso de Bor-ges y Cortzar, en el ms europeo de los es-critores latinoamericanos. Del cuento tradi-cional al microrrelato; de la novela a ese po-purr fragmentado que constituye Lo dems es

    "Un libro es como una caja en la

    cual pueden meterse textos de

    diversos gneros"

    silencio; del ensayo acadmico al comentario personal, sin reglas ni solemnidades, sembra-do de vivencias personales o juegos metalite-rarios...

    Monterroso es un guiador de oficio, un mago de la insinuacin que incita a pensar mediante la sonrisa o el pasatiempo. Cuentos breves con la hondura de un ensayo y ensa-yos que se leen con la facilidad de un relato: "Hacer de un cuento algo parecido a un en-sayo o viceversa (Borges lo hizo con toda de-liberacin) habr obedecido en m a necesi-dades del momento, a requerimientos expre-sivos, cuando no a descaradas maneras de sa-

    lir de un atolladero. Desde que alguien des-cubri que las reglas han sido hechas para ser rotas, todo puede suceder".

    UNA NOVELA SUI GENERIS 1978. Su nica e inaudita novela, Lo dems es silencio extrado de La tempestad, es simula-cro de homenaje biogrfico, parodia de la re-trica, la caracterizacin y el aspirante a inte-lectual. El autor reconstruye de forma inve-rosmil y fragmentada la supuesta vida del erudito doctor Eduardo Torres, creador de un suplemento cultural de altos vuelos: El Heraldo de San Blas. Caracteriza al protagonis-ta desde diversos ngulos: testimonios de fa-miliares y allegados, epitafios, estudios, dibu-jos o artculos literarios del biografiado (in-cluye un declogo para el escritor o una po-nencia presentada por el supuesto Eduardo Torres en un Congreso de Escritores).

    La novela incluye una parte, de apariencia solemne, dedicada a aforismos, epigramas y frases clebres del protagonista, una deliran-te amalgama a medio camino entre las aplas-tantes leyes de Murphy, el humor de Les Lut-hiers y las gregueras de Gmez de la Serna. Dos ejemplos en busca de una sonrisa: "Los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista" y "Es cierto, la carne es dbil; pero no seamos hipcritas, el espritu lo es ms". Y as ms de cien, atribuidas a este Eduardo Torres.

    Con Viaje al centro de la fbula, en la dcada de los ochenta, irrumpe con una coleccin de entrevistas que el propio autor ha "sufrido" y en las que expone sus teoras o inquietudes acerca del arte y la vida. Desde entonces, ha acelerado la publicacin de sus obras, presio-nado por las editoriales. La palabra mgica (1983) rene unas cuantas fbulas y otros tantos homenajes a autores. Con La letra e (1987), Monterroso entrelaza vida y literatu-ra, y ofrece parte de su diario personal.

    EL ORO DE LA INFANCIA

    Tras publicar en 1992 La antologa del cuento triste junto a su mujer, Brbara Jacobs, el escritor deriva en las memorias de niez, que pueblan de melancola y ternura Los buscado-

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    res de oro (1993). Monterroso escarba en la mina de sus orgenes para narrar sus prime-ros encuentros con la literatura, el sexo feme-nino, Tegucigalpa, Guatemala, sus antepasa-dos, el oro de sus recuerdos... Impregnado de nostalgia y de irona hacia s mismo, el texto escapa de la autoindulgencia o el acentuado egotismo que agobian, a veces, al lector de au-tobiografas. As emprende el relato de su in-fancia, a caballo entre dos ciudades: "Mi na-cimiento ocurri en Tegucigalpa, la capital de Honduras, el 21 de diciembre de 1921. Mis padres, Vicente Monterroso, guatemalteco, y Amelia Bonilla, hondurea. En la misma forma en que nac en Tegucigalpa, mi feliz arribo a este mundo pudo haber tenido lugar en la ciudad de Guatemala. Cuestin de tiem-po y azar...".

    Criado en Guatemala, su activismo polti-

    De nio ley mucho en la biblioteca

    de Guatemala, "una biblioteca tan

    mala que slo posea libros buenos"

    co en contra de la dictadura de Ubico le obli-ga a abandonar su patria a los 23 aos, en 1944. Se exilia en Mxico, un lugar que, co-mo narra en el ltimo captulo de La vaca, se asemejaba a una sucursal del ACNUR. Pero este "ciudadano de ninguna parte", como se autodenomina, ha mantenido sus races en la literatura. "El pequeo mundo que uno se en-cuentra al nacer es el mismo en cualquier par-te en que se nazca; slo se ampla si uno logra irse a tiempo de donde tiene que irse, fsica-mente o con la imaginacin". Algo que Mon-terroso ha cumplido en su vida errante y en sus libros renovadores.

    EL JUEGO DE LA METALITERATURA En 1999 publica La vaca, un libro de breves y atractivos ensayos personales que, bajo el manto de aparente levedad, encierra reflexio-nes de burlona seriedad sobre la literatura. La metaliteratura, recogiendo la tradicin bor-

    giana, planta uno de los slidos pilares sobre los que gravita la obra de Monterroso.

    En La vaca ttulo que alude a Maiakovs-ki se erige como elemento unitario y cen-tral. Lector impenitente, ha declarado que la mayora de sus argumentos nacen de la pro-pia lectura: "La literatura se hace tambin con literatura. Uno siempre est alimentado de li-teratura. Yo, para descansar de la literatura, me meto en la literatura, no me queda otro re-medio".

    La vaca se vertebra en ensayos y artculos sobre literatura, errores o ancdotas de litera-tos: la fijacin de Neruda por el poema pico de La Araucana, los insomnios literarios de Raymond Carver, un aleph anterior a Bor-ges, la amistad con Onetti o Rulfo... El autor se atreve, incluso, a crear metaliteratura de s mismo (en "La metamorfosis de Gregor Mendel" relata de forma divertida cmo su famoso dinosaurio se convierte en un unicor-nio para Vargas Llosa o en un cocodrilo pa-ra Carlos Fuentes).

    En el ensayo "El rbol", Monterroso es-conde una profunda reflexin de obligada lec-tura para todos aquellos que ansian escribir cuentos; as termina: "La vida es como un r-bol frondoso que con solo ser sacudido deja caer los asuntos a montones; pero uno puede apenas recoger y convertir en arte unos cuan-tos, los que verdaderamente le conmueven; y stos son para unos cuentistas y aqullos pa-ra otros; y gracias a eso hay tantos cuentistas en el mundo, cada uno trabajando en lo suyo, o los suyos; y lo bueno es que el rbol no se agota nunca; no se agotara aunque lo sacu-diramos todos al mismo tiempo".

    Quiz Monterroso, con humildad, quiera hacer creer que slo es un gran recolector de historias, para no despertar envidias. Cuando acudi a recoger el Premio Juan Rulfo se des-pidi as: "Alguna vez me atrev a decir, y lo dije con toda sinceridad, que mi mxima as-piracin como escritor estribaba en ocupar al-gn da media pgina de un libro de escuela primaria de mi pas. No s por qu, y perd-nenme, pero con todo esto siento que lo voy logrando".

    Y no le falta razn.

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    Monterroso 1 desbloqueado.pdfMonterroso 2 desbloqueado.pdfMonterroso 3b desbloqueado.pdfMonterroso 4 desbloqueado.pdf