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La combinatoria al La combinatoria al servicio de la servicio de la evangelizaciónevangelización

Ramón Llull nació en Palma de Mallorca hacia 1232. Fue ascendiendo en la corte de la Corona de Aragón, pasando de paje con Jaime I a mayordomo real durante el reinado de su sucesor, Jaime II.

Realizó numerosos viajes evangelizadores por Europa, Asia y norte de África; en uno de los cuales se encontró con el gran Maestre del Temple, Jacques de Molay, antes de que la orden fuera disuelta y el maestre ejecutado en 1314.

Zaragoza s. XIV

Jacques de Molay

Para atraer a musulmanes y judíos a la verdad de la religión católica, ideó el Ars Combinatoria: no sólo un arte sino también un juego, con el que a través de 4 figuras y de manera gráfica, demostraría la falsedad de sus creencias.

En la figura A hay distintas letras: de la B a la K. Cada una de ellas representa un atributo divino y, todos ellos, conectados entre sí con el fin de demostrar que en la Divinidad todas esas propiedades son mutuamente convertibles.

B.- Bondad C.- Grandeza D.- Eternidad

E.- Poder F.- Sabiduría G.- Deseo H.- Virtud I.- Verdad K.- Gloria

En la figura T podemos ver tres triángulos diferentes: el verde contiene la diferencia, la concordancia y la contrariedad; el rojo contiene el principio, el medio y el fin y, por último, el triángulo amarillo muestra las palabras mayoría, igualdad y minoría.

Entre los vértices y las letras del círculo externo, se ven las áreas del ser y del universo, a las cuales se les puede aplicar las relaciones de los triángulos respectivos.

Las relaciones del triángulo verde son aplicadas a la terna B-C-D, que incluyen a seres del tipo “sensual-sensual”, “intelectual-sensual” o “intelectual-intelectual”; donde sensual se entiende como aquello que puede ser percibido por los sentidos. La DIFERENCIA es lo más común ya que, por ejemplo, Pedro y Miguel no son contrarios (pertenecen a la misma especie), ni tampoco concorantes (tienen distinta moralidad) por lo que, sin embargo, sí son diferentes

El triángulo rojo incluye a todo el universo, ya que nada puede existir sin un origen, desarrollo y final. Sobre los vértices medio y fin, están los distintos modos en los que estos sucesos se pueden dar; por ejemplo, privación significaría la muerte, que pone fin a la vida. A su vez, bajo la letra E, podemos ver causa, cantidad y tiempo. La primera se aplica a inicios concretos, mientras que los otros dos son válidos para comienzos accidentales o al azar.

Completa la segunda figura llulliana el triángulo amarillo. En él se muestran relaciones de mayoría, minoría e igualdad entre sucesos, seres o hechos de tipo “sustancial-sustancial”, “sustancial-accidental” y accidental-accidental”. Como ejemplo de la primera especie se puede citar que la esencia o sustancia de un ser humano es mayor que la que una piedra posee.

Antes de pasar a la tercera figura del Ars, hay que decir que además del

significado que cada letra tenía en la figura A y en la T (correspondiente al vértice que le apuntaba), ésta también se corresponde con una pregunta, un sujeto, un vicio y una virtud.

LETRA PREGUNTA SUJETO VIRTUD VICIOLETRA PREGUNTA SUJETO VIRTUD VICIO B ¿si? Dios Justicia Avaricia

C ¿qué? Ángel Prudencia Gula

D ¿de qué? Cielo Fortaleza Lujuria

E ¿por qué? Hombre Templanza Orgullo F ¿cuánto? Imaginario Fe Apatía G ¿de qué tipo? Sensible Esperanza Envidia H ¿cuándo? Vegetal Caridad Ira I ¿dónde? Elemental Paciencia Mentira K ¿cómo? Instrumental Compasión Pereza

La tercera figura muestra las asociaciones binarias entre letras del alfabeto llulliano. En cada combinación, la primera letra corresponde al significado en la figura A y la final, al de la figura T.

Esta tabla es, en definitiva, la combinación sin repetición de las letras llullianas, cuyo número es:

C=

Esto así, ya que Ramón Llull no

hacía distinción entre B-C y C-B (por ejemplo) ni tampoco consideraba posibles lazos repetitivos como B-B o C-C.

362

9)!29(!2

!9

Esta es la cuarta y última figura del Ars Combinatoria. En ella, se muestran todas las posibles combinaciones ternarias entre las letras del alfabeto llulliano.

El modo de usar estos círculos es dibujar el externo en una hoja de pergamino y los otros dos en hojas diferentes, a fin de poder girar uno en relación al otro y al círculo más grande.

Esta es una tabla abreviada de todas las posibles combinaciones ternarias. En cada celda, la presencia de la letra T actúa como separador: el significado de los símbolos que la preceden corresponden a la figura A y los posteriores a la figura en T.

Por ejemplo, la novena fila de la primera columna se podría enunciar así: : “la bondad contiene en si misma la diferencia y la contrariedad”.

Veamos el número total de las posibles combinaciones.

Hay que hacer varias consideraciones: - Habrá que separar las combinaciones que comiencen con

significado de la figura A, de las que lo hagan con el de la figura T.

- Tras la letra T, todos los símbolos corresponden a esa figura, no pudiendo retornar a significados de la figura A.

- No se pueden repetir letras en una misma figura, pero sí cuando cambias de ella.

7 ( figura A )

8 ( figura A )

9 ( figura T ) a) 1ª letra Fig. A.- 9

9 ( figura T )

b) 1ª letra Fig. T.- 9 8 7

Por tanto, el total de combinaciones sería:

= 23042304

Como se puede observar, son multitud las posibles

asociaciones que Ramón Llull podía formar con su cuarta figura. Con todas y cada una de ellas, el autor creaba un enunciado que interpretaba y explicaba a todos los presentes en su “juego”, con el fin de demostrar que la fe cristiana era la única verdadera.

9x8x7 + 9x8x9 + 9x9x8

1ª letra Fig. A

+ 9x8x7

1ª letra Fig. T

Por todo ello la idea llulliana de mostrar la verdad de la creencia católica mediante un diálogo paso a paso, pasando por una criba de preguntas y respuestas con su interlocutor, no puede ser considerada como un instrumento de total transparencia y veracidad. Lo que si es cierto es, que manejado el ars llulliano por unas manos y una mente adecuada, se podían conseguir perfectas proposiciones teológicas o morales; algunas “precocinadas” aunque, bajo la tutela y dirección de Ramón Llull, parecieran “recién horneadas”.