arqueología y conservación. una visión general

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  • 8/6/2019 Arqueologa y conservacin. Una visin general.

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    Espacio, T iempo y F orma, Serie II, H." Antigua, t. I, 1988, pgs. 427-442

    Arqueologa y conservacin. Unavisin generalCAR MELO FERNNDEZ IBEZ *

    La arqueologa como tal ciencia, cuenta ya con un buen nmero deaos de existencia, amn de un preludio de varios siglos durante loscuales fue conformando su estructura epistemolgica, siempre en base auna analtica empirista. Podemos incluso asegurar que la arqueologa,ciencia en constante evolucin, cuenta ya con su historiografa propia yunos fines que, segn nuestros primas experimentales resultan en estosmomentos inexistentes.

    Avanzar ahora una denominacin de arqueologa, sera sumar unams a la ya larga lista de las publicadas y conocidas. Partiendo de unaidea base genrica y global, se abre como una gran tela de araa, unabanico amplsimo e inagotable de matices y posibilidades; tantas comoestudiosos dedicados al tema. Es inevitable que ante un problema dedefinicin determinado, cada individuo reaccione de forma diferente y pornaturaleza llegue a conclusiones o definiciones similares pero nuncaiguales. En el caso que nos ocupa, para nosotros, la arqueologa sedefinira como: Ciencia histrica interdisciplinar que se encarga de re-cuperar mediante procedimientos tcnicos in situ, los datos y documen-tos, materiales o no, que servirn una vez elaborados para el cono-cimiento de la antigedad.

    De la arqueologa se van a servir una serie de disciplinas acadmi-cas que, sin ella, no podran desarrollar, al menos completamente, sucometido. Es el caso de la Prehistoria, la Historia Antigua, Medieval yltimamente incluso la Historia Moderna, la Contempornea (Etnografa,Museo Arqueolgico de Orense.

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    Arqueologa Industrial...), Todas ellas aportarn datos enriquecedores,muchas veces complementados por otras disciplinas como la Historia delArte, la Lingstica...

    Los documentos recuperados por la arqueologa suelen resultar enun alto porcentaje de carcter material. A ello alude una frase lapidariasituada junto a la boca de la famosa caverna prehistrica de Isturitz:Cuando faltan documentos escritos, ante el silencio de la historia, laspiedras y los huesos hablan. Sin embargo, esto no es del todo cierto, oal menos no en todos los perodos de la historia. De hecho, suele darseel caso frecuente de hallar documentos escritos de mayor o menor extensin, sobre diferentes materiales tales como plomo, bronce, arcilla, piedra... Sobre estas evidencias de carcter fsico, el especialista debersaber leer de forma correcta la informacin contenida. sta, una vezordenada y convenientemente analizada, le permitir conocer la vida,forma de ser, pensar, etc., de aquel que fue su artfice, mediante losprocedimientos que las modernas tcnicas analticas ponen hoy a su alcance. Desafortunadamente para nosotros y parafraseando a Teilhard deChardin, no fosilizan las ideas, solo la materia; y no toda. El lenguaje noes fcil y an nos encontramos, aunque avanzados, en perodo de aprendizaje.

    Casi tan antiguo como la ciencia arqueolgica, surge la observacinevidente de que los objetos que sta recuperaba de la tierra, sufran unoms o menos lenta, aunque siempre progresiva degradacin. El hierro seperda en escamas, el bronce en polvo, los materiales seos se resquebrajaban irremisiblemente y as sucesivamente con un largo etctera demateriales, que hacan que la prueba material, fuente de conocimiento, al ir perdiendo entidad fsica, iba perdiendo tambin entidaddocumental, a veces hasta su completa destruccin.

    La dualidad degradacin-conservacin es algo que se observ yaantes en otros conceptos del saber, como fue el caso de la Historia delArte en el siglo xviii (pintura), procedindose casi de inm ediato a suRestauracin; con todo, estas acciones se llevaron a cabo sin unoscriterios bsicos que rigiesen la actuacin sobre las obras, lo que provocentre otras cosas, falsificaciones histricas de forma inconsciente. Quizla experiencia acarreada por la tradicin restauradora en el campo de loartstico, unida a la imperiosa necesidad de conservar aquello que sepresentaba tan valioso como frgil, constituy la chispa que comenz agenerar inconscientemente, lo que en el futuro sera una disciplina fundamental.428

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    En un principio se experiment con toda una serie de productos(colas y barnices), ms que nada de carcter protector. Estos primerosintentos no tuvieron demasiado xito, como a posteriori se comprob yan hoy constatamos. El problema fundamental radicaba en que se demandaban unos resultados, pero para su obtencin no se haba reparadoabsolutamente en nada. Al no existir en aquellos momentos una conciencia clara (la cual no tardar en aparecer) de los problemas, no haba sidocreada una metodologa ni de trabajo ni de estudio. Los primeros resultados negativos, algunos de ellos con problemas de carcter secundarioal cabo del tiempo, unidos a la acumulacin masiva de piezas con necesidades de una rpida intervencin, hicieron necesaria una experimentacin y un estudio posterior basado en el binomio causa-efecto. A partirde este punto, nuestra ciencia comenzar su andadura.

    Podemos considerar al siglo xx como un momento vital en el desarrollo de la conservacin de Bienes Culturales, tanto muebles como inmuebles. En nuestro siglo se han diferenciado los conceptos de artista(no olvidemos que ellos fueron los primeros restauradores conocidos)e historiador, con respecto a la profesin propia de la conservacin-restauracin, que pas a ser considerada como disciplina de labor autnoma, aunque fije sus miras y fines en el arte, la arqueologa, etnografay arquitectura, genrica e independiente. Esta nueva ciencia, la restauracin, aprovechando el desarrollo general del conocimiento que ha supuesto este prodigioso siglo, ha ido tomando para s o, mejor an,aplicando, todos aquellos avances que fueron logrados en los ltimostiempos. Se trata de la conocida mxima de la ciencia al servicio delarte. La difraccin de rayos X, el desarrollo de rayos Gamma e Infrarrojos, la Ctodoluminiscencia... constituyen hoy una realidad tangible, sumndose a una larga lista de mtodos fundamentalmente analticos,muchos de los cuales no se han aplicado an a la conservacin deBienes Culturales, si bien supondran adelantos importantes en la mismaseguramente. La explicacin de esto es la elevada caresta, no solo delpropio instrumental en s mismo, sino tambin del gasto generado por lospropios anlisis.

    Este siglo ha conllevado tambin un considerable aumento de laboratorios de trabajo e investigacin, as como personal cualificado y lasprimeras publicaciones al efecto donde plasmar los resultados obtenidos.El resultado de todo esto es la progresiva aparicin de una metodologade investigacin e intervencin sobre los materiales enfermos, que contodo, an est lejos de ser completa; del mismo modo y, paralelamenteal desarrollo metodolgico, estn apareciendo diversos tipos de tratamientos aplicables a cualquier clase de agresin sobre los objetos, sea

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    cual sea el material que los conforma; en unos casos parece que el xitoha coronado la empresa, ms en otros, la investigacin an tiene unbuen trecho por recorrer. El ejemplo ms claro de esto ltimo lo encontramos en la madera empapada en agua. Todo esto es el producto lgicode una diciplina an joven, a pesar del bagaje de aos que lleva tras des. Sern necesarios bastantes ms lustros para saber, por ejemplo, conplena certeza, si los productos hoy utilizados son los adecuados; si cumplen o no su misin de conservar inalterablemente y cara al futuro, losobjetos intervenidos; si tienen una perfecta vejez y no alteran la materiaque intentan proteger. El tiempo lo dir, pero seguramente cuando losepamos, existirn nuevos y mejores mtodos. Aqu tambin se da elcaso de la pescadilla que se muerde la cola; se trata de un comportamiento inherente a la propia historia.La conservacin ha venido interviniendo en el mundo de la arqueologa o, ms bien, sobre los objetos antiguos que esta arrancaba a latierra, desde ms o menos los aos veinte, tomando como ejemplo enEspaa al Padre Jess Carballo. Bastante a trompicones desde entonces, la tan necesaria comunin entre ambas actividades, no se cumplihasta que en 1962 fue creado el Instituto de Conservacin y Restaura

    cin. Con esta creacin quedaba atendida la arqueologa nacional, perono era suficiente, ya que el cmulo de materiales que necesitaban tratamientos sobrepasaba con mucho el volumen de sus posibilidades. Pocoa poco, el tiempo ha ido paliando estas deficiencias y, aunque an hoyno estamos como sera de desear, se ha conseguido bastante en estalnea, hasta el punto de que actualmente, casi todos los museos arqueolgicos poseen su propio laboratorio.La estrecha relacin que debe existir entre la arqueologa y la con

    servacin debe plasmarse desde el momento de la extraccin. El profesional de la Conservacin-Restauracin tiene mucho trabajo quedesempear en un yacimiento arqueolgico; su ciencia es una ms entrelas que hoy se desarrollan (deberan desarrollarse al menos), dentro delorganigrama interdisciplinar en que se subdivide el estudio de un emplazamiento antiguo. Su labor concreta comienza en el propio terreno en elmomento justo en que hacen su aparicin los primeros objetos. Generalmente, estos no se encuentran en perfecto estado sino que, tomando losejemplos ms comunes como el metal, vidrio, hueso y cermica entreotros, suelen presentar toda una larga y vanada gama de alteracionesfsico-qumicas. Normalmente, si las alteraciones no son resueltas en unlapso ms o menos corto de tiempo, las piezas corren el riesgo de sufrirmutaciones en su estructura, si no en ocasiones la destruccin total; porello, cuanto ms apremiante sea la intervencin de un profesional, menos430

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    riesgo correr el objeto. Con la salvacin de las evidencias fsicas seconsigue solventar un doble problema. Por un lado la salvaguarda de losobjetos antiguos y por otro, el perfilar en muchos casos el volumen fsicoque ha permanecido hasta nosotros y as, la posibilidad de identificar laspiezas para su posterior estudio arqueolgico.

    Una vez que las piezas llegan al laboratorio, llega la hora de poneren marcha la segunda parte del trabajo, sin duda la ms delicada y difcil.El primer paso a dar es el de la limpieza del objeto; en este punto nosayudarn en gran manera la meticulosidad y la experiencia, siempreabierta adems hacia un nuevo aprendizaje, es decir a la investigacin.Resulta a veces increble lo que se puede llegar a descubrir durante elproceso de limpieza de un objeto: pinturas bajo la masa terrea de unapieza cermica, materiales orgnicos mineralizados en la superficie corroda de un determinado metal, grabados sobre hueso, marfil o piedra...Poniendo inters y cuidado, puede llegar a escudriarse el proceso tecnolgico seguido en la confeccin de un determinado objeto, as comootras facetas de ndole no solo arqueolgica, sino del propio conocimientoacerca de los diferentes procesos degradatorios fsico-qumicos inherentes a la materia sobre la cual trabajamos. Entramos en lo que podramosllamar relacin sujeto-objeto y viceversa. Se trata de un dilogo si bienno fontico, s en los cauces de la sensibilidad y el respeto entre elprofesional y el objeto a tratar. Si no se acta de esta forma, la mayorparte de las observaciones efectuadas se perderan irremisiblemente porla falta de rigor. Tengamos en cuenta adems que se trata de observaciones nicas e irrepetibles tal como ocurre en un yacimiento arqueolgico. Parangonando el ya repetitivo ejemplo, son como pginas de unlibro que para su lectura es necesario destruir.Tras el primer dilogo con el objeto, finaliza la primera parte delproceso con la estabilizacin de la materia, consolidando (si se consideraoportuno) su estructura fsica, para lo que a veces resulta necesario elcrear una capa artificial de proteccin. Su labor ser la de aislar al objetocontra posibles ambientes agresores. Sin embargo, con este primer proceso no acaba todo, procediendo a despreocuparnos por entero de lapieza. Si no cuidamos de su adecuado acondicionamiento (humedad relativa y temperatura) en exposicin o almacenes, lo ms probable es quepadezca efectos secundarios que compliquen an ms su primitiva inestabilidad. La comparacin de este fenmeno con la recada de un enfemopodra darnos idea de la gravedad del fenmeno.Pero aunque el profesional se ocupe por entero de la restauracindel objeto y su posterior conservacin, no debe pensar en los tratamientos aplicados como definitivos y por ello, un punto primordial en su tarea

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    es la reversibilidad de sus acciones. Como dijimos anteriormente, cabela posibilidad de que en un futuro, tal vez no muy lejano, productos,manipulaciones o tratamientos hoy empleados, se conviertan en perjudiciales ms que en protectores. El profesional del futuro tendr como misin el reestabilizarlos. Pero eso solamente ser posible si utilizamos losproductos adecuados para cada caso y materia, que por ende, tienen yaestablecido su disolvente apropiado. Pero, cmo sabremos los productos que se utilizaron? Si el tratamiento no fue publicado, es condicinsine quanum que todos y cada uno de los pasos dados por el especialista desde la primera a la ltima pieza, sean convenientemente registrados en una ficha-tipo al efecto, a la que se adjuntar una ampliadocumentacin grfica de cada pieza.

    Un aspecto fundamental en relacin con cualquier ciencia o disciplina, es la investigacin. La investigacin supone un constante aumentode datos y con ello de conocimientos, en base siempre a la aplicacinde tcnicas de anlisis e intervencin cada vez ms depuradas y perfectas. Creemos que la labor del conservador-restaurador no debera limitarse exclusivamente al trabajo diario y a la lectura de algn artculo olibro; este resulta evidentemente insuficiente. Sera necesario leer, deciry escribir mucho ms sobre el tema de lo que se ha hecho hasta elmomento.

    La faceta investigadora es una de las ms difciles con que ha deenfrentarse el profesional, no solo por el trabajo que requiere, sino tambin por la delicadeza del mismo. Por ello, para investigar es necesarioun trabajo constante, tanto de laboratorio como bibliogrfico. Para llevara cabo tales actividades, sera primordial contar con un equipo materialde avanzada tecnologa, o cuando menos, con la colaboracin de otroscentros mejor equipados, aunque trabajen al margen de la conservacin.Y sin embargo, tambin esta colaboracin se ve en ocasiones obstaculizada por problemas econmicos, burocrticos, de conocimientos, detiempo...

    Hasta ahora hemos hablado del laboratorio, pero los problemas vanms all o quiz mejor, empiezan mucho antes. De un tiempo a estaparte se ha teorizado mucho pero muy poco se ha llevado a la prcticaacerca de la toma de datos y el anlisis de campo. La conservacin enarqueologa se mueve por un camino arduo y no exento de dificultadesque an hoy da subsisten. En los inicios de esta ciencia, el material sedegradaba a pasos agigantados y no se contaba con tiempo, ni mediosni conocimientos suficientes como para analizar el porqu de tales reacciones.432

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    En aquel momento, lo fundamental consista en experimentar productos (sin una metodologa adecuada, por supuesto), que pudieran detenerlos problemas inmediatos. Mientras tanto, se ira analizando y dando paulatinamente respuesta a las preguntas planteadas, al ritmo de otras ciencias (fsico-qumica en el caso de la oxidacin-corrosin de los metales,por ejemplo).

    Actualmente, la situacin ha cambiado sensiblemente con relacin alos primeros tiempos; hoy ya podemos tomar conciencia de la problemtica y abordarla con vistas a su ms perfecto conocimiento. El campo deactuacin se ha abierto inmensamente y los resultados a obtener sonnumerosos, aunque tambin incontrolables por el momento, por lo queen ocasiones an no llegamos a alcanzar a entender perfectamente elalcance y los efectos que pueden llegar a tener.Pasando a otro terreno, vamos a ocuparnos del aspecto bibliogrfico,tanto a nivel de consulta como de publicaciones. Da a da vemos cmoel abanico de idiomas en que se nos ofrecen las publicaciones se amplacada vez ms; baste con ojear la publicacin anual de ATAA. Lgicamente esto debera congratularnos; el contar con una buena base de

    datos es importantsimo en la labor del profesional, no solo para experimentar en su campo, sino tambin para buscar soluciones, quiz para linsalvables en ese momento y sin embargo ya tratadas con xito por otroespecialista.Desgraciadamente nuestro pas sigue presentando un ndice bajsimode lectura, lo que supone un obstculo ms en nuestro trabajo. A pesarde ello, tambin debemos tomar en consideracin la precaria situacinen que nos encontramos, con una falta importante de recursos econmi

    cos y despreocupacin ante el tema, lo que fomenta esta caresta bibliogrfica en Espaa. Y actualmente, es tal el almacenamiento de datosprovenientes de la experiencia prctica y la teora bibliogrfica, que seimpone el uso comn del ordenador en el campo arqueolgico, ya comouna necesidad imperiosa.Hemos tratado el tema de la importancia de la lectura y del largocamino que an nos queda por recorrer; hemos hablado tambin de laimportancia de la experimentacin, pero tan importante como todo ello es

    la publicacin de tales experiencias en revistas y monografas o libros.ltimamente, son cada vez ms numerosas en la Europa Occidental,aunque volvemos a frenar al penetrar en nuestras fronteras. Esto noquiere decir que no existan publicaciones, pero s muy escasamente.Suelen aparecer apndices en revistas de otros temas que, si bien estnrelacionados con la conservacin no tratan expresamente de ella (pintura433

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    y arte, arqueologa...)- Esto provoca una enorme dispersin bibliogrficay como consecuencia, un handicap importante a la hora de su conocimiento y lectura. Otras veces, son las Actas de Congresos las encargadas de ir rellenando esta laguna informativa en el mundo de la Conservacin. Con todo, pensamos que las colaboraciones deberan sermenos puntuales y s ms explicativas, que se ocuparan de temas decarcter genrico y compilatorios, que son los que realmente nos estnhaciendo falta.

    Un aspecto muy importante y siempre tratado con carcter muy secundario es el referente a la enseanza; y no nos referimos, claro est,a la enseanza oficial, un tema que necesitara al menos un tratamientomonogrfico para su anlisis. Nos referimos al profesional en s; cadalaboratorio o centro de conservacin tiene como uno de sus objetivos eldivulgativo y docente. Por un lado, debe servir de prctica para los alumnos oficiales no titulados que lo deseen, as como para cualquier personacon suficiente base terica y un inters probado. Por otro lado, el especialista debe formar en las tareas imprescindibles a los arquelogos profesionales y futuros, fundamentalmente en relacin con las tareas decampo. Actualmente es muy corriente que la falta de presupuestos impida la presencia de un profesional de la conservacin en las excavaciones: metales corrodos y frgiles, cermicas deleznables, vidriosescamados... Cuando el arquelogo es tambin conservador-restauradorno ocurre nada, los problemas surgen en caso contrario.La solucin ideal sera conseguir un aumento de los presupuestos eincluir en el equipo a un profesional, pero si no se posible, habr queinstruir al arquelogo. Tal como est la situacin, la primera solucinresulta muy improbable, ya que los presupuestos, ms que ampliarse seestn recortando y adems, debemos contar con la carencia de especialistas. Por tanto, debemos optar de modo general por la segunda posibilidad, educar a los arquelogos si es posible desde los cursos deespecializacin en las facultades. Creemos que los planes de estudiodeberan reflejar la existencia de cuando menos cursos de varias semanas, en los cuales el alumno pudiera comprobar y conocer terica yprcticamente, los diferentes pasos y tcnicas de recuperacin de campodel material arqueolgico degradado, con el que pueden encontrarse en

    un determinado yacimiento. Se tratara adems de abrir los ojos alalumno, mostrndole cmo lo que comnmente se considera comosimpe efecto degradatorio, y a priori no supone ms que tierra, piedras... puede conservar huellas y evidencias de materias que ya daramos por perdidas. Baste como ejemplo la existencia de materia orgnicaen los productos de corrosin metlica.434

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    Sin embargo, no deberamos confundir esta preparacin del arquelogo con las fases de limpieza, conservacin y restauracin definitivas delas piezas, ms propias del conservador-restaurador, aunque sin nimode exclusivizar funciones. De hecho, cada vez ms arquelogos emprenden la carrera de Conservacin y Restauracin, bien paralelamente a susestudios o bien una vez finalizados estos. Este hecho viene dado tantopor motivos profesionales, como fundamentalmente por el fantasma delparo.

    Todo lo que hemos expuesto hasta el momento estaba referido a losyacimientos terrestres, aunque puede aplicarse en otras situaciones. Enlos ltimos aos afortunadamente se est dando en nuestro pas un granauge a la arqueologa submarina, lo que hace del todo necesaria la aparicin de especialistas de conservacin en ese campo. La inmersin proporciona a los objetos arqueolgicos un ecosistema diferente delterrestre, pero no por ello menos delicado. Por un lado existen nuevosagentes que afectan al material y no se registran en tierra (la materiaorgnica es el ejemplo ms claro); por otra parte, los agentes habitualescomo sales, cloruros y carbonates, aparecen bajo el agua multiplicadospor diez. Sin embargo, el agua tambin tiene sus ventajas; la arqueologasubmarina nos proporciona datos y materiales que en las condicionesque presentan los trabajos en tierra, o bien no existiran o se recuperaransumamente menguados.

    Una vez ms nos enfrentamos al eterno problema de la asistencia alos yacimientos en curso de excavacin. Ya hablamos de la presencia deespecialistas y la enseanza a arquelogos; ahora nos referimos a otrosistema que, si bien resulta caro, proporciona resultados evidentes segnlas experiencia llevadas a cabo en Canad: los laboratorios itinerantes.En el caso de las excavaciones en tierra, podran instalarse a tal efectoen vehculos debidamente acondicionados que pudieran trasladarse sinproblemas a diferentes puntos. En el caso de las excavaciones submarinas, dada la escasez de las mismas, por el momento resultara msfactible pensar en un laboratorio instalado en el propio barco-nodriza, queen fletar uno exclusivamente como laboratorio. Esto no implica que descartemos tal posibilidad, que por supuesto sera la ideal, sin embargohemos de ser realistas y ajusfarnos a nuestra posibilidades, a! menos porahora. De todos modos, poco a poco vamos avanzando.Aunque no totalmente dedicado a la conservacin, el Museo Nacional de Arqueologa Martima de Cartagena, cuenta con una pequea unidad de trabajo. Es la continuacin de El Escombrara, barco queposea a principios de los setenta el Patronato de Arqueologa Submarinade la localidad. Por otro lado, tambin resulta encomiable el equipamiento

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    y la labor llevada a cabo por el Arqueonaute, un barco fletado haceaos por nuestros vecinos franceses y que constituye un autntico laboratorio flotante.La misin de apoyo de estas unidades mviles se llevara a cabofundamentalmente durante el perodo estival, momento en que tienen lugar mayoritariamente los trabajos de campo. Durante el resto del ao,podra ocuparse de excavaciones de urgencias, hallazgos puntuales... obien en la atencin de otro tipo de temas, no relacionados con las excavaciones como la pintura mural, edificios... En cualquier caso, se tratarade un servicio permanente; el laboratorio acudira a la llamada de unaexcavacin y una vez finalizada su intervencin, se dirigira a un nuevopunto de inters, bien siguiendo un orden preestablecido o bien en basea un orden de prioridades. En el caso de una buena distribucin de losservicios, lo ideal sera que la unidad mvil pudiera recorrer uno a unotodos los emplazamientos incluidos en su radio de accin, durante elperodo de excavaciones.

    Por lo que acabamos de plantear, resultara impensable que existiese un nico vehculo para todo el territorio nacional. Al menos seradeseable la existencia de una unidad para cada Comunidad Autnoma,lo que no evita la problemtica de comunidades amplias con varias provincias. Si seguimos elucubrando, lo ideal sera que estas unidades tuvieran su base en un centro de Conservacin y Restauracin de la propiacomunidad (an por crear en la mayora de las espaolas), o en sudefecto (tambin escasos), en el Departamento de Conservacin de lasreas culturales pertenecientes a los distintos entes gubernativos regionales.Resulta paradjico pensar que somos una de las naciones europeas

    con mayor nmero de yacimientos arqueolgicos en curso de excavacin;que contamos con un increble patrimonio material mueble e inmueble ysin embargo, que debamos enfrentarnos a tantas deficiencias y dificultades presupuestarias, tcnicas y profesionales. Actualmente en nuestropas, al solicitar un permiso de excavacin, se estipula entre los requisitosun apartado sobre la necesidad de realizar trabajos de conservacin delyacimiento, pero y los objetos extrados? El problema del yacimientosuele solventarse con la aplicacin de cementos Portland, no siemprecoloreados. En el caso de las piezas, a veces se llegan a conservar lasms interesante, el resto se supone que es competencia del museo correspondiente. Lo malo es que estos museos no siempre cuentan con unlaboratorio especializado, presupuesto de contratos para especialistas (aveces no se encuentran aunque se cuente con presupuesto), o personalsuficiente de carcter continuado (fijo o no) que pueda abordar al sinn-436

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    mero de objetos. En este ltimo caso, aconsejamos no recurrir a los tancomunes tratamientos de urgencia; estos tratamientos lo nico que consiguen es que haya que volver una y otra vez sobre la pieza. El resultadoes que los problemas se frenan momentneamente para volver a surgiruna y otra vez. Lo ideal sera poder aplicar una conservacin preventivasobre el material almacenado, pero an es algo que est lejos de conseguirse.Pasando a otro orden de cosas, nos gustara tratar ahora cuatropuntos que consideramos del mximo inters y que nos interesara aclarar, dado que su tratamiento suele resultar algo confuso. El primero de

    ellos es el efecto degradador. Cualquier objeto arqueolgico sufre todauna serie de agresiones fsico-qumicas que pueden ser de dos tiposdiferentes. Tales agentes pueden actuar por separado, pero desgraciadamente en ocasiones tambin se complementan. El primer grupo agresor, ms sencillo, es de carcter antrpico; aqu incluiramosintervenciones tales como obras, arados... cuando no otras mayorescomo las guerras. En resumen, en este apartado tendran cabida desdeel vandalismo hasta la ignorada ms absoluta, que no por involuntariaresulta menos peligrosa. El segundo grupo, el principal, ms problemticoy notablemente menos conocido, est relacionado con fenmenos de carcter natural. Para analizarlo partimos de la premisa siguiente: todo objeto posee una materia-soporte que irremisiblemente va a transformarse,ya desde el mismo momento en que alguien la utiliz para elaborar undeterminado til, recipiente ...

    Tomemos por ejemplo el metal, que es quiz el caso ms claro. Lasoxidaciones y corrosiones que afectan al metal, no son ms que la vueltadel mismo a la mena de donde se obtuvo: carbonates, sulfates, cloruros,xidos, ... Otro ejemplo es el vidrio, cuya estructura original es alteradadurante la fusin en el horno de slice y lcalis como consecuencia seescama lentamente perdiendo poco a poco volumen de forma irremediable. Los tratamientos fsico-qumicos que aplica la conservacin-restauracin, tienden de modo artificial a proporcionar estabilidad a los objetos.De momento, somos conscientes de que se trata de antemano de unabatalla que no ha hecho ms que empezar, pese a conseguirse excelentes resultados en muchos aspectos y materias; en cualquier caso, an esmuy largo el camino que nos queda por recorrer.

    Un segundo aspecto a tratar sera el que concierne a la clarificacinconceptual de los trminos Conservacin y Restauracin. El trmino deConservacin abarcara todos aquellos trabajos relacionados con la estabilizacin qumica y fsica de la materia de la que estn constituidos losobjetos (limpieza, inhibicin, consolidacin ...), pero sin intervenir repro-

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    duccin O aadido a lguno. De esto se e ncargara la Re stauracin; estareproduce parcialmente, en un tanto por ciento variable, la parte o partesausentes, pero en dos aspectos diferentes. Cualquier tratamiento se iniciacon la conservacin del objeto y posteriormente, puede o no existir elsegundo aspecto, ms relacionado con la mera esttica. La Restauracinen s constituye un mundo conflictivo, puesto que puede estar a un pasode la falsificacin en determinado momento. Para controlar este problemaexisten los llamados criterios de intervencin, a los que ya aludimos,aunque en alguna ocasin, tales criterios no surtieran el efecto esperado.

    Abordamos ahora un tercer punto, bastante relacionado con el ante-rior y que trata de matizar la propia nomenclatura utilizada. Con respectoa este tema, tenemos prevista la redaccin de un trabajo mucho msextenso, no obstante reflejaremos aqu las ideas bsicas. De manerahabitual, siempre se ha considerado al Restaurador como un profesio-nal cuyo trabajo abarca, no solo los temas aqu tratados, sino tambinotro tipo de temas, tales como la escultura policromada, pintura de ca-ballete, ... El trmino, empleado desde antiguo en base a las actividadesde recomposicin que se llevaban a cabo sobre todas las obras tratadas,ha perdurado invariablemente hasta nuestros das sin evolucionar en ab-soluto; sin embargo, la evolucin se ha producido y basta con analizar lapropia actividad hoy en da.

    Curiosamente, tambin ha perdurado la acuacin del trmino Con-servador aplicado al director o jefe de seccin de un museo, cuya labor,al margen de la gestora, de difusin, investigacin, ... tambin incluye lacustodia de una serie de objetos a su cargo. Cuando surgi esta deno-minacin, prcticamente no existan los entonces llamados Restaurado-res y eran los directores o jefes de seccin, los encargados deconservar los objetos. Lo habitual era un casi total desconocimiento demedios y tcnicas aplicables en cada caso, pese a un encomiable interspor el tema y teniendo en cuenta la gravedad de la caresta econmica.No ocurra igual en todos los centros, pero generalmente, lo ms que sepoda conseguir era orden en las estanteras, ausencia de polvo y em-balajes ms o menos adecuados, siempre bajo los auspicios del CuerpoFacultativo de Conservadores de Museos. Y de aqu parte, pues, la con-fusin en la nomenclatura a la hora de relacionar profesionales y activi-dades a desempear. Lgicamente, las denominaciones de Conservadory Restaurador deberan corresponder a quienes tuvieran precisamenteestas labores especficas, adems de los conocimientos necesarios y fun-damentales. Solo se trata del uso correcto de los trminos, tal y como sehace con otras profesiones tales como: Arquelogo, Historiador del Arte,Antroplogo, Etngrafo...438

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    Para conseguir un mejor y ms perfecto desarrollo de la actividad,se sobreentiende que lo ideal es el mantenimiento de un dilogo constante entre el Arquelogo y el Conservador-Restaurador y sin embargo,no siempre es as. Si nos fijamos un poco, en realidad la actividad deambos profesionales, an siendo independiente, persigue un mismo fin:el objeto arqueolgico, su conocimiento y su consen/acin cara al futuro.Se hace necesario pues, hablar el mismo lenguaje; la intolerancia o lasactitudes autoritarias no tendrn cabida por tanto. Escuchando mutuamente y no imponiendo criterios, se llegar a una complementariedadcomo nico modo de obtener la operatividad que consiga llevar a buentrmino la empresa.

    Finalmente, no queremos concluir estas notas sin ocuparnos de untema confuso y contradictorio. El debate sobre el mismo empez ya haceaos, est ya impuesto en la nomenclatura cientfica y sin embargo, pocoo nada se ha reflexionado sobre l: nos referimos al concepto de ptina. Tal denominacin parti de las observaciones realizadas a partirde ciertas superficies, fundamentalmente en los objetos de bronce. Setrataba de superficies tersas y agradables, tanto a la vista como al tacto,que adems aseguraban la autenticidad de la pieza; todo lo que se saliera de esta pauta era considerado de efectos contrarios, tanto en lo quea conservacin como a esttica se refera. En un principio, el trmino noera aplicable en absoluto a otro tipo de materiales u obras como, piedra,madera, pintura de caballete ..., pero en realidad las cosas son biendiferentes. Lo que denominamos ptina hoy en da est cayendo cadavez ms en desuso, sobre todo entre los Conservadores-Restauradores.Ya hemos visto antes que todo objeto, inmerso en un medio al que debeadaptarse, se ve sometido a unos procesos de transformacin y envejecimiento. Estas transformaciones se manifiestan de muy diversas maneras, unas veces deformando los objetos y otras embellecindolos, dentrode un complicado proceso causa-efecto que an no conocemos bien. Enel caso de los metales, se producirn procesos de oxidacin-corrosin,estables y bellos estticamente o al contrario. En realidad se trata delmismo proceso aunque los resultados sean distintos, por qu entonceslos denominamos de diferente manera?. En el caso del vidrio, la iridiscencia y la escamacin, tambin seran una ptina, en formacin en elprimer caso y ya formada en el segundo, por qu entonces no se lesdenomina ptina? Vemos por tanto, tal y como ha expresado recientemente Mourey, que el trmino ptina no corresponde a nada concretoni especfico, siendo ms bien una denominacin confusa aplicada a procesos de alteracin bien distintos para cada caso y/o materia.

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    Por ltimo, la supuesta ptina no asegura en absoluto la antigedad de los objetos a los que recubre, segn muestran los anlisis dedifraccin de Rayos X, ... con vistas por ejemplo a localizar una falsificac-cin. Actualmente, las tcnicas conocidas sobre casos estudiados y algunos de sobra conocidos, demuestran la ineficacia del examen visual,an tratndose del mejor especialista, frente a la analtica que la cienciadel presente ha puesto a nuestro alcance.

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