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filosofía propia tienen las opiniones del pasado, incluso si se las adversa parcialmente. Lo dicho demuestra dos cosas: Arnoldo Mora Filosofía e historia de la filosofía Abstract. Philosophy and its history are in- trinsically connected. At the same time, the his- tory of philosophy is a positive science and a phi- losophical knowledge. But they differ at the com- prehensional level. Yet the philosophical work of the past is an invitation to a creative and perso- nal dialogue more than a part of a total system that is developed througn time. Resumen. La filosofía y ~u historia están in- trínsecamente enlazadas. La historia de lafiloso- fía es, al mismo tiempo, una ciencia positiva y un saber filosófico, pero difieren en cuanto al nivel de comprensión. Pero mas que una parte de un sistema total que se desarrolla en el tiempo, las obras filosóficas del pasado son una invitación al diálogo creativo personal. Desde sus orígenes griegos, I? historia de la filosofía ha sido considerada por los propios filó- sofos como una parte no extrínseca o accidental de su quehacer, sino inherente a la esencia misma del filosofar. No se puede filosofar a espaldas de su propio pasado, ni ignorando lo que los antece- sores han dicho y definido como filosofía. La mayor parte de las veces esta mirada retrospecti- va hacia el pasado es de carácter negativo o críti- co, por no decir destructor y no siempre objetivo o justo con el aporte de quienes los han antecedi- do en la labor filosófica. Así, se enumeran y resu- men las ideas ajenas, no tanto para reconocer en ellas lo que se considera permanente o valioso, cuanto para tomar distancia críticamente de las mismas. Sin embargo, en no pocas ocasiones igualmente se reconoce la importancia que en la l. Que no se puede filosofar a espaldas del pa- sado y, por ende, que solo se lo puede hacer desde el devenir temporal aunque algunos fi- lósofos aspiren a instalarse en la contempla- ción de "verdades eternas e inmutables", co- mo lo pretende toda la tradición platónica. 2. Que la historia de la filosofía es parte de la filosofía y no algo exterior o anecdótico al quehacer filosófico mismo. Como diría He- gel, la historia de la filosofía es la filosofía en sí misma, pues filosofía es lo que han he- cho aquellos a quienes la memoria histórica de los pueblos califica como "filósofos", de modo que solo hay una manera de hacer fi- losofía y es abrevando en las fuentes del pensamiento filosófico, es decir, sumergién- dose en las obras de los grandes pensadores. Por todo ello, mas que en el caso de la cien- cia, que suele vivir tan solo de los resultados del presente (un químico no necesita dominar la teo- ría del flogisto para ser buen químico hoy día, ni un astrónomo conocer las teorías de Ptolomeo) el quehacer filosófico exige una lúcida conciencia del pasado, pues la historia de la filosofía es la fi- losofía misma en su devenir temporal, en su ser y manifestaciones a través de las circunstancias de un pasado que sigue presente en lo que hoy hace el filósofo. Esta conciencia histórica que acom- paña al quehacer filosófico, ha quedado patente en el hecho de que han sido los filósofos quienes Rev. Filosofía Univ. Costa Rica. XL (101). 53-58. Julio-Diciembre 2002

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filosofía propia tienen las opiniones del pasado,incluso si se las adversa parcialmente.

Lo dicho demuestra dos cosas:

Arnoldo Mora

Filosofía e historia de la filosofía

Abstract. Philosophy and its history are in-trinsically connected. At the same time, the his-tory of philosophy is a positive science and a phi-losophical knowledge. But they differ at the com-prehensional level. Yet the philosophical work ofthe past is an invitation to a creative and perso-nal dialogue more than a part of a total systemthat is developed througn time.

Resumen. La filosofía y ~u historia están in-trínsecamente enlazadas. La historia de la filoso-fía es, al mismo tiempo, una ciencia positiva y unsaber filosófico, pero difieren en cuanto al nivelde comprensión. Pero mas que una parte de unsistema total que se desarrolla en el tiempo, lasobras filosóficas del pasado son una invitación aldiálogo creativo personal.

Desde sus orígenes griegos, I? historia de lafilosofía ha sido considerada por los propios filó-sofos como una parte no extrínseca o accidentalde su quehacer, sino inherente a la esencia mismadel filosofar. No se puede filosofar a espaldas desu propio pasado, ni ignorando lo que los antece-sores han dicho y definido como filosofía. Lamayor parte de las veces esta mirada retrospecti-va hacia el pasado es de carácter negativo o críti-co, por no decir destructor y no siempre objetivoo justo con el aporte de quienes los han antecedi-do en la labor filosófica. Así, se enumeran y resu-men las ideas ajenas, no tanto para reconocer enellas lo que se considera permanente o valioso,cuanto para tomar distancia críticamente de lasmismas. Sin embargo, en no pocas ocasionesigualmente se reconoce la importancia que en la

l. Que no se puede filosofar a espaldas del pa-sado y, por ende, que solo se lo puede hacerdesde el devenir temporal aunque algunos fi-lósofos aspiren a instalarse en la contempla-ción de "verdades eternas e inmutables", co-mo lo pretende toda la tradición platónica.

2. Que la historia de la filosofía es parte de lafilosofía y no algo exterior o anecdótico alquehacer filosófico mismo. Como diría He-gel, la historia de la filosofía es la filosofíaen sí misma, pues filosofía es lo que han he-cho aquellos a quienes la memoria históricade los pueblos califica como "filósofos", demodo que solo hay una manera de hacer fi-losofía y es abrevando en las fuentes delpensamiento filosófico, es decir, sumergién-dose en las obras de los grandes pensadores.

Por todo ello, mas que en el caso de la cien-cia, que suele vivir tan solo de los resultados delpresente (un químico no necesita dominar la teo-ría del flogisto para ser buen químico hoy día, niun astrónomo conocer las teorías de Ptolomeo) elquehacer filosófico exige una lúcida concienciadel pasado, pues la historia de la filosofía es la fi-losofía misma en su devenir temporal, en su ser ymanifestaciones a través de las circunstancias deun pasado que sigue presente en lo que hoy haceel filósofo. Esta conciencia histórica que acom-paña al quehacer filosófico, ha quedado patenteen el hecho de que han sido los filósofos quienes

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diversas formas del movimiento de la materia ylas leyes del desarrollo de las mismas, y las cien-cias sociales concretas (economía política, dere-cho, estudio de las artes) tratan de los diversosaspectos de la vida social y de las leyes del desa-rrollo, la misión de la filosofía es investigar lascuestiones más generales del ser y del conoci-miento. El desarrollo histórico de las concepcio-nes del hombre sobre esta materia constituye elobjeto de la historia de la filosofía" (p. 10).

Para lograr esto, la historia de la filosofía de-be comenzar por reconocer la especificidad de lafilosofía, pues no hay método al margen de sucontenido. Todo saber para que merezca el califi-cativo de "científico", debe respetar la racionali-dad intrínseca del objeto de que trata, los rasgosespecíficos del conocimiento que se extraen de lareflexión filosófica. Los autores mencionados lodicen en estos términos: "Como forma determi-nada de conocimiento del mundo, como sistemade concepciones acerca de los problemas mas ge-nerales del ser y el pensar, la filosofía posee unalógica interna, expresa de modo generalizado lasleyes del conocimiento del mundo ... La filosofíatiene sus leyes específicas, que en cierta medidaoperan también en otras esferas de la concienciasocial (ciencia, -arte, ideologías sociopolíticas)por cuanto la filosofía ejerce sobre ellas su in-fluencia ideo teórica" (p. 22).

La utilidad e importancia que de este enfo-que científico de la historia de la filosofía se pue-de extraer, es de insustituible importancia, pues"el estudio de la historia de la filosofía tiene nosolo significación cognoscitiva,· sino tambiéngran alcance práctico-político, educacional; ayu-da a enriquecer la memoria con conocimientos fi-losóficos acumulados por la humanidad, a pre-servar y continuar las tradiciones del pensar filo-sófico, que cumplieron un papel importante en lahistoria de la cultura universal" (p. 24).

Sin embargo, para el filósofo, quien es elque normalmente hace historia de la filosofía, es-ta concepción científica de la historia de la filo-sofía no es más que un medio, un instrumentopara penetrar en el filosofar mismo, que le garan-tiza la objetividad en cuanto al manejo de los da-tos suministrados por la historia, pero no lo hacepenetrar en el ser mismo del filosofar. Para ello

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han creado la historia de la ciencia a principios delsiglo XX, pues es propio de la filosofía indagar nosolo por el presente, sino también por los orígenesde todo aquello que se nos da como actual.

De ahí que el interrogarse por las relacionesentre filosofía e historia de la filosofía sea parteesencial del quehacer filosófico. Dentro de estatesitura, se impone el cuestionarse sobre qué re-lación tiene la filosofía con la ciencia histórica,tanto más que, desde mediados del siglo XIX, lahistoria se considera a sí misma como una cien-cia positiva desvinculada, al menos explícita-mente, de cualquier especulación filosófica, sibien no puede (como, por lo demás, ningunaciencia particular) ignorar la crítica epistemoló-gica en que se sustenta la legitimidad de los mé-todos empleados en el quehacer científico.

Resumamos, entonces, la cuestión en los si-guientes términos: ¿Qué tiene la historia de la fi-losofía de historia y qué de filosofía? ¿Qué apor-ta la crítica histórica a la historia de la filosofía ycuál es el enfoque específico con que la filosofíaasume su propio pasado?

Para ello debemos partir de la distinción quelos filósofos alemanes hacen entre saber (erkld-ren) analítico y extrínseco a su objeto, propio dela ciencia, por un lado y, por el otro, la compren-sión intrínseca y englobante (verstehen) propiade la filosofía.

Vista desde el primer punto de vista, la his-toria de la filosofía reviste las características yemplea los métodos propios de la crítica históri-ca de carácter científico. Asumidas así las cosas,la historia de la filosofía puede ser definida en lossiguientes términos: "La historia de la filosofíacomo ciencia trata del nacimiento y evolución delas doctrinas que ofrecen una u otra solución alos problemas de la filosofía, de la relación entreel hombre y el mundo, una explicación -sea ma-terialista o idealista, dialéctica o metafísica- delas leyes generales del ser y del conocimiento"(M. T. Iovchuk y otros, p. 6).

Así concebida, la historia de la filosofía ocu-pa un lugar propio en el árbol frondoso entre lasdiversas ramas del quehacer científico. Estosmismos autores lo dicen en los siguientes térmi-nos: "De esta suerte, si las ciencias naturales con-cretas (física, química, biología, etc.) indagan las

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se requiere dar el salto cualitativo de la "com-prensión" (verstehen) específica que se requierepara penetrar desde dentro en el saber filosófico.No por casualidad han sido los mismos filósofoslos que, desde sus orígenes, se han ocupado de lahistoria de la filosofía como parte del quehacermismo filosófico.

En este sentido, podemos considerar a Aristó-teles como el fundador de la historia de la filoso-fía, pues ya en el Libro 1de la Metafísica se dedi-ca a hacer una retrospectiva histórica de lo que susantecesores han entendido por filosofía, sus apor-tes y las críticas o limitaciones que el Estagirita es-tablece a propósito de esas corrientes filosóficas.

Sin embargo, lo que hoy entendemos por his-toria de la filosofía tiene su verdadero anteceden-te tan solo siglos más tarde bajo el Imperio Ro-mano, en que la filosofía se institucionalizó comoenseñanza obligatoria para todos aquellos que as-piraban a un puesto en el aparato burocrático delEstado. De esas escuelas y academias surgieronlos primeros manuales y antologías en que se re-lataba con fines didácticos, tanto la vida de losgrandes filósofos, como sus principales enseñan-zas llamadas "sentencias". La historia de la filo-sofía abarcó igualmente la biografía de los gran-des filósofos. Por primera vez en la historia, fuehecha no por filósofos o pensadores originales,sino por profesores de filosofía o seguidores me-nores de alguna corriente o escuela filosófica demayor abolengo histórico. De manera particular,merecen destacarse como modelos de este géne-ro las obras de maestros griegos, tales como laconocida e insustituible fuente histórica titulada:Vidas de los filósofos más ilustres de DiógenesLaercio y las Vidas de los sofistas de Filostrato.

Con el advenimiento del cristianismo, el re-torno a un enfoque polémico desde una posiciónfilosófica asumida explícitamente, volvió a rena-cer aunque con un carácter marcadamente apolo-gético, es decir, donde se trataba no solo de de-fender una posición teórica o doctrinal, sino tam-bién política. Tal es el caso de San Agustín en sucélebre Ciudad de Dios, obra con que nace la fi-losofía de la historia.

Con una mayor serenidad académica, aun-que con intenciones igualmente apologéticas, sibien no políticas como en el caso de San Agustín,

Santo Tomás de Aquino, príncipe de la escolásti-ca medieval cristiana, resume las opiniones con-trarias a las suyas al inicio de cada una de suscuestiones en la Suma Teológica. Pero cuando dedefender su posición se trata, también argumentacitando profusamente a otros autores. En todoello se revela el profundo interés y conocimientoque el Doctor Angélico tenía por la filosofía des-de una perspectiva histórica.

Pero las relaciones entre la filosofía y su his-toria desde un enfoque puramente filosófico noserá planteado en forma explícita y directa, sinopor Hegel en su Introducción a las lecciones so-bre historia de la filosofía. Hegel se aboca a de-terminar la esencia de la historia de la filosofía,donde detecta una contradicción a la que ya he-mos hecho alusión antes y que podemos definiren estos términos: La filosofía se propone cono-cer lo imperecedero, lo eterno, lo que es en sí ypara sí, pues su objetivo es indagar en tomo a unaverdad en el sentido fuerte, universal (válida pa-ra todos) y necesaria (válida siempre) como diríaKant. Pero, por otro lado, la historia tiene comoobjetivo contar lo que pasó en un momento dadoaunque hoy ya no existe, pues todo evento oacontecimiento es por su propia naturaleza pere-cedero, de él tan solo quedan algunos trazos ovestigios actualmente y no siempre fieles al ori-ginal. En consecuencia, no se puede buscar laverdad en la historia, pues es como sumergirse enel torrente heraclíteo del devenir temporal. Enconclusión, la verdad no tiene pasado, es tan so-lo presente y, por ende, intemporal.

Ante este dilema, Hegel analiza varias alter-nativas:

a. Absorber la filosofía en su historia conside-rando a esta última como una pura sucesiónde hechos contingentes; el pasado no es másque eso, pasado, algo ya definitivamentemuerto. La historia de la filosofía se conver-tiría, así, en un catálogo de puntos de vista,como dice Merleau Ponty o, con las propiaspalabras de Hegel, como "una galería de opi-niones", que de alguna manera se nos vuel-ven extrañas en la medida en que no tenganningún interés vital para el presente. Frente aesta posición, Hegel objeta que no solo se

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Esta lógica sería de carácter dialéctico, puesmostraría la contradicción como motor de la his-toria, al mismo tiempo que los procesos históri-cos no serían más que la génesis de una raciona-lidad no formal sino real, dado que surgen de loreal mismo y éste constituye su propio contenido.Lógica y ontología se identificarían. Por su parte,la historia de la filosofía sería ellogos en marchahacia un sistema definitivo y concluyente: el sis-tema hegeliano, que nos aparecería así como laúltima filosofía y, por lógica consecuencia, laúnica verdadera, es decir, como el fin de la filo-sofía y, con ello, el fin de la historia misma.

La historia de la filosofía, por ende, no es al-go muerto; no se trata de coleccionar objetos delpasado, cuyo valor sería directamente proporcio-nal al olor a moho que de ellos se desprende. Lahistoria de la filosofía nos muestra a la filosofíamisma como algo vivo, siempre actual, como unaverdad eterna, pero no como un resultado sinocomo un proceso y, en ese sentido, como algoque nunca envejece ...a condición de que le apli-quemos también una forma de muerte: la supera-ción (Aujhebung) dialéctica, cuya síntesis o supe-ración o negación de la negación la constituye elsistema hegeliano mismo. Cada filosofía tiene asísu valor, a condición de que este sea parcial en lamedida en que ese valor solo procede del lugarque el sistema hegeliano le asigna. Ninguna filo-sofía posee una verdad acabada, pues esta tan so-lo compete al sistema como totalidad. En conclu-sión, para Hegel la historia de la filosofía no esmás que el Espíritu en marcha hacia su propia ydefinitiva reconciliación (voller Begriff).

En tiempos más recientes, esta concepción he-geliana de la historia de la filosofía es vista comoun exceso del dogmatismo racionalista, que destru-ye el valor de cada filosofía en cuanto originalidadpropia, pues impone desde fuera un criterio de ver-dad que termina por convertirse en un lecho de Pro-custo, es decir, que mutila la verdad misma. Y unaverdad mutilada deja por ello mismo de ser verdad,si bien se reconoce en el pensamiento de Hegel unaporte definitivo: rescatar la importancia y vigenciade las ideas filosóficas en la historia.

El camino proseguido por muchos filósofosdesde entonces parte de un enfoque sustancial-mente diferente: no se mira la filosofía como el

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desdibujaría la historia de la filosofía mis-ma, sino que, incluso, toda la historia seconvertiría tan solo en un asunto de erudi-ción sin más interés que el que podría te-ner un aficionado o coleccionista de anti-güedades .. La raíz de este error es de ordenepisternológico, pues las ideas filosóficasdel pasado aparecen aquí como simplesopiniones subjetivas de individuos parti-culares sin ninguna vinculación con el de-venir temporal que marca y hace posible,no solo la conciencia histórica, sino las ra-zones y causas del presente. En otras pala-bras, sin el pasado no se puede entender elpresente, por lo que las ideas filosóficasdel ayer no son simples opiniones subjeti-vas que murieron con sus autores, sino querepresentan una adquisición que perdurahasta el presente, por lo que su estudio esindispensable para conocemos a nosotrosmismos hoy día y, con ello, conocer lo queconstituye el presente dentro del cual esta-mos insertos.

b. El otro enfoque sería absorber la filosofíadel pasado en un sistema o filosofía totaldesde el presente, que aparecería como elcumplimiento o realización de aquello quevieron o entrevieron, siquiera sea parcial-mente, las filosofías del pasado. La verdadfragmentaria del ayer se recoge en la visiónde totalidad que solo el hoy puede suminis-trar. Por lo que el presente se convierte entribunal que juzga el ayer y establece sugrado de verdad. Pero como el ayer explicay es causa del hoy, la historia cronológicade las ideas filosóficas se identificaría sinmás con la filosofía como un todo, la histo-ria de la filosofía sería la filosofía en su de-venir en el tiempo, su desarrollo y, en últi-ma instancia, la filosofía sin más. De estamanera, la filosofía nos aparecería como al-go viviente, como un proceso, como un ca-minar y el sistema del presente desvelaríatan solo la articulación lógica que explicitaun orden racional allí donde los hechos his-tóricos aislados mostrarían tan solo unaaparente diversidad y dispersión.

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Espíritu Absoluto en la historia, sino como lacreatividad incesante del espíritu humano, finitoy perecedero, al cual podemos tener acceso notanto por la razón cuanto por el sentimiento, laimaginación y la simpatía. El pensamiento filo-sófico se asemeja, así, a la obra de arte a la cualsolo podemos tener acceso desde dentro (dedans,insight) con una comprensión (verstehen) de lamisma que solo mediante la simpatía y el diálo-go con ella nos desvela y revela sus secretos másíntimos, su verdad. La historia de la filosofía noes más, ni más ni menos, que un diálogo a travésdel tiempo y por medio de su obra escrita, con losautores del ayer siempre presentes gracias a esediálogo abierto y creativo.

Los grandes sistemas filosóficos a lo largo dela historia, al igual que la obra de arte, más que unhecho o un relato de la crónica histórica, constitu-yen una fuente, un hontanar, un foco de luz querevela o hace manifiesto un mundo, es "constitu-tivo de mundo", como gusta decir la tradición fe-nomenológica inspirada en Husserl y Heidegger.Vistas así las cosas, más que de una obra hecha,podemos hablar de un acto creador (Bergson), enel cual cada uno de nosotros se puede reconocer.Ahora bien, lo importante de una obra humana essu capacidad de hablamos, de decimos algo, demodo que podamos iniciar con ella un diálogoque nos constituya a nosotros como interlocutoresy, por ende, como cocreadores, como cómplicesy, al mismo tiempo, como polos dialécticos decontradicción y alteridad. En la obra del pasadonos vemos reflejados, al mismo tiempo que nosconstituimos como alteridad, como el otro, comoel tú indispensable para que haya diálogo.

No hay, por ende, una verdad absoluta, sinotan solo una posibilidad siempre actual de dia-logar a través del tiempo y de reconocemos enese diálogo como simplemente humanos. Lacreación del ayer se convierte en recreación delpresente, sin que por ello se agoten sus poten-cialidades, lo que permite una pluralidad de lec-turas, una capacidad inagotable de creatividad.La filosofía nos aparece, de esta manera, comorealidad abierta, como una interrogación másque como una respuesta, como acogida e invita-ción al diálogo, como una apertura hacia mun-dos diversos pero cercanos.

Pero ¿en qué consiste esta "comprensión"de que hablamos y que exige una actitud de sim-patía de parte nuestra como punto de partida?Emile Bréhier habla de iniciar ese acercamientoal pensamiento filosófico del ayer con una apro-ximación externa a la obra en tanto que hechocultural, es decir, situado en el espacio y eltiempo históricos. No se puede comprender unaobra filosófica si no se conoce el tiempo en quesurgió, el hombre concreto que la formuló y elcontexto histórico dentro de} cual se dio. Peroesto no basta. Se requiere también una desarti-culación intrínseca del texto. Deconstruir su ar-quitectura inmanente, su lógica interna, su arti-culación que, a manera de un aliento o alma,manifiesta desde adentro el sistema y lo une ensus partes, de modo que aparezcan como unaobra arquitectónica.

Pero el objetivo de esta tarea analítica noes solo descoyuntar las partes de un todo, sinoreconstruirlo para penetrar en esa intuiciónprimera o primigenia (Bergson) que le dio uni-dad y nos permite asimilar la obra como unconjunto vivo. que nos habla también a loshombres de hoy y nos provoca y convoca co-mo lo hiciera con los hombres de ayer, que nosinterpela y nos da que pensar (Heidegger).Una filosofía, por ende, es algo más que símisma, comporta una invitación a sobrepasar-la, dado el potencial de negatividad que con-tiene. Bergson lo indica cuando dice que unafilosofía nunca coincide plenamente consigomisma, pues siempre es más de lo que dice ex-plícitamente. Por su parte, Heidegger afirmaque toda filosofía contiene un sentido oculto,por lo que siempre nos da algo que pensar; unafilosofía es siempre más de lo que explícita-mente dice, por lo que se constituye en una in-vitación a pensar por nosotros mismos. Unaobra filosófica es una invitación al pensar, unacita con el pensamiento. Comprender una obraes dialogar con ella (mitdenken), en donde a lapalabra del otro también nosotros aportamos lanuestra. Hacer historia de la filosofía es tam-bién comprendemos a nosotros mismos y ex-plorar las posibilidades de pensar y de crear deque nosotros somos capaces. Tal es lo que hoyse llama "el CÍrculo hermenéutico",

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Amoldo Mora RodríguezEscuela de Filosofía