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1 Las relaciones diplomáticas y consulares entre la República Argentina y el Imperio Otomano Paulo Botta Introducción A principios del siglo XX la situación internacional de la República Argentina y su modo de inserción en el contexto internacional hacían que la región de Medio Oriente no fuera una prioridad de su agenda de política exterior. Lo único que Argentina podía aspirar, desde el punto de vista del relacionamiento diplomático con esos estados, era un crecimiento del intercambio comercial. En 1902, la zona de África del Norte y Medio Oriente estaba constituida por los siguientes sujetos de derecho internacional: Imperio Otomano (territorios que en la actualidad abarcan los siguientes Estados: Israel, Palestina, Jordania, Irak, Siria, Líbano, Turquía, Libia, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán, Yemen y Emiratos Árabes Unidos), Imperio Persa (República Islámica de Irán), posesiones de la República Francesa (Una zona del Reino de Marruecos, Argelia, Túnez), Posesiones de la Corona Británica (Egipto) y una zona ocupada por la corona española (Una parte de lo que hoy constituye el Reino de Marruecos y el Sahara Occidental). Resultaba, por lo tanto lógico, que Argentina se relacionara a principios del siglo XX con el Imperio Persa (a partir de 1902) y el Imperio Otomano (desde 1910), y que en el resto de los territorios estableciera consulados a los fines de propiciar un aumento del intercambio comercial. Estos consulados dependían de los consulados generales en las respectivas metrópolis y, debemos destacar, sus actividades se centraron en el ámbito comercial no en el migratorio, como sucedía con los consulados y vice consulados argentinos de esos años en Europa. A diferencia de las relaciones entre Argentina y el Imperio Persa, las relaciones entre Argentina y el Imperio Otomano incorporaron un elemento que no existía en el caso anterior: el creciente número de inmigrantes de ese país, súbditos otomanos, que llegaban desde finales del siglo XIX al territorio argentino a través de cadenas migratorias familiares y no como resultado de una política de incentivo por parte de ninguno de los dos gobiernos. Las características de esta inmigración son complejas y han sido estudiadas en profundidad 1 . Así, para el Imperio Otomano el establecer relaciones con Argentina era una manera de mantener contactos con sus connacionales que habían emigrado. La existencia de un grupo migratorio otomano en Argentina fue la base para el establecimiento de las relaciones políticas. La voluntad argentina de generar un intercambio comercial con el Imperio Otomano no pudo concretarse en primer lugar debido a la Primera Guerra Mundial (1914 1918) y posteriormente por la Guerra de Independencia turca o Guerra Greco-Turca (1919 1923). Luego del establecimiento de la República de Turquía como estado sucesor del Imperio Otomano el 29 de Octubre de 1923, los problemas del período de entreguerras hicieron que no fuera posible un intercambio comercial debido a la falta de estabilidad política y económica. 1 Entre ellos pueden citarse los trabajos de Andeluahed Akmir, Jorge Bestene, Ignacio Klich y Alberto Tasso.

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Las relaciones diplomáticas y consulares entre la República Argentina y el ImperioOtomano

Paulo Botta

Introducción

A principios del siglo XX la situación internacional de la República Argentina y sumodo de inserción en el contexto internacional hacían que la región de Medio Orienteno fuera una prioridad de su agenda de política exterior. Lo único que Argentina podíaaspirar, desde el punto de vista del relacionamiento diplomático con esos estados, era uncrecimiento del intercambio comercial.

En 1902, la zona de África del Norte y Medio Oriente estaba constituida por lossiguientes sujetos de derecho internacional: Imperio Otomano (territorios que en laactualidad abarcan los siguientes Estados: Israel, Palestina, Jordania, Irak, Siria, Líbano,Turquía, Libia, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán, Yemen y EmiratosÁrabes Unidos), Imperio Persa (República Islámica de Irán), posesiones de la RepúblicaFrancesa (Una zona del Reino de Marruecos, Argelia, Túnez), Posesiones de la CoronaBritánica (Egipto) y una zona ocupada por la corona española (Una parte de lo que hoyconstituye el Reino de Marruecos y el Sahara Occidental).

Resultaba, por lo tanto lógico, que Argentina se relacionara a principios del siglo XXcon el Imperio Persa (a partir de 1902) y el Imperio Otomano (desde 1910), y que en elresto de los territorios estableciera consulados a los fines de propiciar un aumento delintercambio comercial. Estos consulados dependían de los consulados generales en lasrespectivas metrópolis y, debemos destacar, sus actividades se centraron en el ámbitocomercial no en el migratorio, como sucedía con los consulados y vice consuladosargentinos de esos años en Europa.

A diferencia de las relaciones entre Argentina y el Imperio Persa, las relaciones entreArgentina y el Imperio Otomano incorporaron un elemento que no existía en el casoanterior: el creciente número de inmigrantes de ese país, súbditos otomanos, quellegaban desde finales del siglo XIX al territorio argentino a través de cadenasmigratorias familiares y no como resultado de una política de incentivo por parte deninguno de los dos gobiernos. Las características de esta inmigración son complejas yhan sido estudiadas en profundidad1. Así, para el Imperio Otomano el establecerrelaciones con Argentina era una manera de mantener contactos con sus connacionalesque habían emigrado.

La existencia de un grupo migratorio otomano en Argentina fue la base para elestablecimiento de las relaciones políticas. La voluntad argentina de generar unintercambio comercial con el Imperio Otomano no pudo concretarse en primer lugardebido a la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) y posteriormente por la Guerra deIndependencia turca o Guerra Greco-Turca (1919 – 1923). Luego del establecimiento dela República de Turquía como estado sucesor del Imperio Otomano el 29 de Octubre de1923, los problemas del período de entreguerras hicieron que no fuera posible unintercambio comercial debido a la falta de estabilidad política y económica.

1 Entre ellos pueden citarse los trabajos de Andeluahed Akmir, Jorge Bestene, Ignacio Klich y AlbertoTasso.

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En este trabajo analizamos los inicios de las relaciones diplomáticas y consulares entreel Imperio Otomano y la República Argentina (1910 – 1923) y entre la República deTurquía y Argentina entre 1923 y 1943, cuando se establecieron plenas relacionesdiplomáticas entre estos dos países, relaciones que hasta ese momento se ubicaban enun nivel consular. Se ha tomado como base documentación del Archivo del Ministeriode Relaciones Exteriores de la República Argentina, en su mayor parte inédita.

La importancia del estudio de la política exterior argentina hacia el Imperio Otomano,radica en que los ejes de relacionamiento entre estos dos países constituyen un punto departida para el estudio de las relaciones entre Argentina y los países de Medio Orientedesde la mitad del siglo XX hasta la actualidad.

La inmigración de Medio Oriente a la Argentina

Hasta el año 1907 la salida de los ciudadanos otomanos hacia el exterior debíacumplimentar ciertos requisitos que, en caso de algunos sectores, como el de loscristianos de lengua árabe, lo convertían en un objetivo casi inalcanzable. Ello, noobstante, no evitó que muchas personas lograran emigrar de una manera nocompletamente legal. Las causas de la emigración no sólo eran derivadas de un grancrecimiento demográfico sino también de políticas de discriminación hacia los gruposminoritarios fundamentalmente en los territorios que hoy corresponden a Líbano y Siria.

Desde finales del siglo XIX las estadísticas nos muestran la existencia en Argentina degrupos de ciudadanos denominados comúnmente “turcos” puesto que eran ciudadanosdel Imperio Otomano aunque fueran de lengua árabe o sefardí y cuya religión no erasiempre la musulmana sino la cristiana o la judía.

En el esquema decimonónico del gobierno argentino siguiendo los principios de JuanBautista Alberdi, “gobernar era poblar”, el ideal de progreso, tan caro a esa época,pasaba por poblar el “desierto”, preferentemente de familias provenientes del norte deEuropa, quienes de acuerdo a las ideas de la época reunían las mejores condiciones dededicación al trabajo. Paradójicamente, la mayoría de los inmigrantes que llegaron aArgentina desde finales de siglo XIX hasta el primer cuarto del siglo XX eran italianosy españoles, no alemanes o ingleses tal como se hubiera deseado.

Por ejemplo, el 20 de enero de 1928 la Dirección Nacional de Inmigración envía alMinisterio de Relaciones Exteriores una nota en la que propone limitar la inmigracióndesde los países de Medio Oriente. Pocos días después los consulados argentinos de esazona reciben instrucciones precisas al respecto: Deben negar visas a los potencialesinmigrantes. Razones ideológicas eran las responsables de estas decisionesgubernamentales. Este no es el espacio destinado a un estudio de las políticasmigratorias de la República Argentina en Medio Oriente sin embargo estos pocos datosdemuestran la riqueza histórica y sociológica que el tratamiento de esta temática puedetener.

Las relaciones entre Argentina y los habitantes provenientes de aquella zona tuvieron enlos primeros años del siglo XX dos caminos: La inmigración y las relaciones de carácterreligioso. Casi inexistentes eran los intercambios económicos y las relaciones políticasentre las unidades estatales (Argentina y el Imperio Otomano o Argentina y el ImperioPersa) eran más bien escasas.

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La llegada de los llamados “turcos” fue el primer contacto que nuestro país tuvo con lospueblos de Medio Oriente. Este grupo poblacional, heterogéneo, aunque percibido comohomogéneo por la dirigencia y el pueblo argentinos. En su libro “Adán Buenosaires”,Leopoldo Marechal, retrata una escena de un barrio porteño de los años veinte, que en larealidad correspondían al “Café Izmir” del Barrio de Flores, diciendo:

“- Si no es el Mesías, ¿Quién es? – preguntó Jabil en tono belicoso.Abdalla miró pensativamente la copita de anís que se calentaba en sus manos defuertes nervaduras.- También es un profeta – contestó - . El último antes de que llegara Mahoma,verdadero profeta de Alá.- ¡Eso dicen ustedes! – refutó Jabil - . Pero nuestros libros sagrados ...- También el Corán es un libro sagrado – replicó Abdalla con benevolencia.Silencioso y triste Abraham Abrameto, propietario de “La Flor de Esmirna”, losescuchaba como quien oye caer una garúa. Los tres hombres ocupaban unamesa del “Café Izmir”, y la discusión mantenida en lenguaje sirio se mezclabacon otras voces de timbre igual en aquel recinto sobresaturado de anises ytabacos fuertes.[ ... ]- Según nuestros profetas – osó decir Abraham -, el Mesías ha de ser un rey

como David y Salomón, y no el hijo de un carpintero. Nuestra Ley ...Pero Jabil, el cristiano, lo detuvo en seco.- ¡Israelitas! – gruñó -. Han traicionado su Ley .......2

En estas líneas de la obra de Marechal claramente identificamos a tres parroquianos delCafé Izmir 3 un musulmán, un cristiano y un judío que se expresan en “lenguaje sirio” ydiscuten mientras comparten sus hábitos sociales traídos de su lejana Patria. Es un claroejemplo de la heterogeneidad de la inmigración proveniente de lo que hoy llamamosMedio Oriente. Esas comunidades se organizaron, al igual que otras colectividades, enbase a sus lugares de procedencia y sus credos religiosos. En esos años van a nacer lasprimeras instituciones comunitarias, fundamentalmente centradas en la ayuda a sus“paisanos” y en el mantenimiento de los lazos con sus lugares de origen y de sus pautasculturales.

El papel de los líderes religiosos4 de las comunidades provenientes de los países deMedio Oriente fue muy importante hasta el establecimiento de los estados de la zonacomo actores totalmente independientes desde el punto de vista internacional. Lascomunidades árabe y judía, afincadas y organizadas en la Argentina tambiéndesempeñaron, y todavía desempeñan, importantes funciones en la sociedad argentina.

Esta población fue la base de las relaciones entre Argentina y el Imperio Otomano. Enel III Censo Nacional realizado en el año 1914, había en Argentina casi 65.000 personas

2 Marechal, Leopoldo; “Adán Buenosayres”, La Biblioteca Argentina, Serie Clásicos, EditorialSudamericana, Barcelona, 2000, pp.95-96.3 Para más información sobre el célebre Café Izmir puede verse: Carlos Szwarcer, “El Café Izmir”, enRevista Todo es Historia, Año XXXV, Septiembre de 2002, Nº 422, pp. 54-57.4 Botta, Paulo, “Iglesias orientales en la República Argentina: Maronitas, Melquitas, Armenios, SirianoOrtodoxos y Ortodoxos de Antioquia: 1890-2000”, Córdoba, 2005, Inédito.

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identificadas como “turcos” u “otomanos” 5, quienes en su mayoría provenían de losterritorios que actualmente corresponden a Siria y Líbano.

Relaciones consulares entre Argentina y el Imperio Otomano

Las relaciones consulares entre la República Argentina y el Imperio Otomano seiniciaron formalmente hace cien años a través de la firma del Protocolo Consularfirmado en la ciudad de Roma el 14 de junio de 1910. El mismo fue firmado por losrepresentantes argentino y otomano ante el Reino de Italia: Roque Sáenz Peña, por laRepublica Argentina, y Hussein Kiazim Bey, por el Imperio Otomano.

El principal objetivo de este acuerdo era, tal como lo establece el texto del mismo,“desarrollar las relaciones comerciales por medio de la creación de consulados en lospaíses respectivos”. El artículo 1 del Protocolo establecía: “La República Argentina y elgobierno Imperial Otomano se conceden recíprocamente el derecho de nombrarcónsules generales, cónsules y vicecónsules, en todos los puertos y plazas comercialesde todas las partes de sus países, así como se sus dependencias en que estuviesenadmitidos los funcionarios similares de otro estado”.

Las relaciones consulares eran vistas por parte de los gobiernos turco y argentino comola base para un ulterior establecimiento de relaciones de carácter diplomático. Algo que,como luego veremos, limitó la libertad de acción del cónsul argentino ante el ImperioOtomano. El representante argentino en Constantinopla y el representante otomano enBuenos Aires, al tener carácter consular, dependerían de sus respectivas embajadas en laciudad de Roma

En el artículo 2 de este Protocolo Consular la República Argentina renunciaexpresamente a incluirse dentro del llamado régimen de las capitulaciones. Así seconocía en el Imperio Otomano a las excepciones y prerrogativas que tenían losciudadanos de algunos países que les permitían sustraerse de la legislación otomana,gozar de inmunidad y de ser protegidos de manera totalmente intrusiva para la soberaníaturca por los cónsules de sus respectivos países.

Esto hizo que el consulado argentino en la capital otomana no contara ni con lasventajas que significaba el régimen de capitulaciones para los ciudadanos extranjeros(aunque era lesivo para los intereses otomanos, hay que reconocerlo), ni con las quepodía gozar como un legación de carácter diplomática puesto que solo era una oficinaconsular.

De acuerdo a la normativa constitucional argentina los tratados firmados con potenciasextranjeras deben ser ratificados por el Congreso Nacional. Para que este trámite seiniciara se debió esperar más de un año. Seguramente durante 1910, fecha delcentenario del primer gobierno patrio, fue un período bastante ocupado y las relacionescon el Imperio Otomano no estaban en el punto más importante de la agenda. Eldiputado Ruiz Moreno señalará el 7 de agosto de 1911, cuando se trató en la Cámara deDiputados la aprobación del Protocolo Consular, con respecto al régimen de lascapitulaciones:

5 Montenegro, Silvia, “Panorama sobre la inmigración árabe en Argentina”, en Akmir, Abdeluahed, coord..,“Los árabes en América Latina: Historia de una emigración”, Siglo XXI Editores, Madrid, 2009, p. 64.

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“El objetivo de la política exterior argentina [...] no ha sido nunca tratar deobtener ventajas con descrédito y en menosprecio de las demás personassoberanas de derecho internacional [...] y no estaría bien renunciar a tenerrelaciones con el gobierno otomano por el mantenimiento de una cláusulaenojosa y depresiva; eso sería sencillamente echar por tierra nuestra tradicióndiplomática” 6

Al tratarse la aprobación del Protocolo consular en la Cámara de Senadores el 2 deseptiembre de 1911 el senador Joaquín V. González decía:

“La colectividad otomana en la República ha tomado una importancia numéricaconsiderable. Se calcula en cerca de 100.000 los súbditos de esta nacionalidadresidentes en el país, y la vida que ellos hacen, su consagración al trabajo, eldesenvolvimiento de su sociabilidad propia y la vinculación que ellos hanestablecido con la sociabilidad nacional, permiten ya considerarla como unainmigración útil para la Nación” 7

En las intervenciones de este diputado y senador argentinos vemos los puntos esencialessobre los cuales se basó la política del gobierno argentino hacia Constantinopla: Laigualdad jurídica entre los estados y la voluntad de desarrollar relaciones comerciales(objetivo central del protocolo consular) y la existencia de importantes contingentes depoblación del Imperio Otomano que hacían, según la opinión de González, necesario elestablecimiento de relaciones consulares.

Antes de contar con la ratificación del Congreso el Poder Ejecutivo haciendo uso de unaprerrogativa constitucional discutida jurídicamente, procedió a nombrar al primer cónsulgeneral argentino ante el Imperio Otomano. De esta manera, y mediante un Decreto del30 de septiembre de 1910 nombró a Eduardo García Mansilla, que hasta ese momentose desempeñaba en la Legación Argentina en San Petersburgo desde hacía más de 11años, como Cónsul General en Constantinopla. En esos años Argentina manteníaseparadas las carreras diplomática y consular, por lo que nombrar al Ministro GarcíaMansilla como Cónsul argentino en Constantinopla era, de hecho, separarlo de lacarrera diplomática, una especie de capitis diminutio. Así lo entendió este diplomático,y no solo no acepto el puesto en el Imperio Otomano sino que presentó su renuncia a laCancillería argentina el 22 de Octubre de 1910.

Como puede verse, las relaciones no comenzaron con buena estrella. El poder ejecutivono había esperado a la ratificación del congreso nacional y el primer diplomático al quese ofrecía el cargo no lo aceptaba. El Ministerio de Relaciones Exteriores defendía laidea de instalar un consulado lo antes posible al señalar que esta decisión “responde aldeseo de hacer práctica la idea que se tuvo en vista al celebrar con ese gobierno laconvención consular [...] estimo que será un vínculo más para el acercamiento entre laRepública Argentina y el Imperio Otomano y para el desarrollo del intercambiocomercial y el mejor conocimiento de los mismos” 8

El 28 de octubre de 1910 se nombró a Jacobo F. Peuser Cónsul General de SegundaClase, con residencia en Constantinopla, en reemplazo de Eduardo García Mansilla.

6 Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, Año 1911, vol. 1, pp. 765.7 Diario se sesiones de la Cámara de Senadores, Año 1911, Vol. 1, pp. 530.8 AMREC, Caja 1189. Carpeta 3. Año 1910. Turquía.

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Jacobo Peuser era miembro de una importante familia argentina dueña de una de laseditoriales más importantes del país, “Ediciones Peuser”. El cónsul inició su viaje enprimera clase el 15 de noviembre de 1910 a bordo del vapor Koenig Friedrich Augustque hacía el trayecto Buenos Aires – Boulogne sur Mer. Dos meses después de su salidade Buenos Aires, el 24 de enero de 1911 Jacobo Peuser dirige una carta manuscrita alministro de Relaciones Exteriores diciendo:

“Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E. que con esta fecha hevisitado las autoridades respectivas presentando mi patente que me acreditacomo cónsul general en Turquía.Tan pronto como me sea entregado el exequátur, lo pondré en conocimiento deV.E. quedando provisoriamente establecido este Consulado General en el PeraPalace-Hotel.”

Es interesante rescatar que esta carta fue recibida por el Ministerio el 8 de marzo de1911, según lo señala el sello de acuse recibo9. Las comunicaciones entre Buenos Airesy Constantinopla eran lentas, varias semanas pasaban entre que la carta era expedida yera recibida por el destinatario. De allí que la distancia, los escasos recursos humanos ymateriales, hicieran que fueran pocas las actividades realizadas por los enviadosdiplomáticos más allá de las estrictamente formales y de protocolo.

Ese mismo día 8 de Marzo de 1911, Peuser escribe nuevamente al ministerio (ahora enun papel con membrete, con la inscripción: “Consulado general de la RepúblicaArgentina” y mecanografiado):

“Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E. que, con fecha 4 delcorriente mes, he recibido del gobierno Otomano el exequátur que me acreditacomo Cónsul General de la República en este Imperio y de haber puesto enconocimiento de los funcionarios [de los] consulados extranjeros acreditados enesta capital, la toma de posesión de mi cargo.En la nota respectiva pasada al Consulado de España, he agradecido al mismotiempo la protección que hasta la fecha había acordado a los ciudadanosargentinos, tanto a los establecidos en esta ciudad como a los de paso, en laforma siguiente: “Cúmpleme manifestar a Ud. mi agradecimiento personal porlas atenciones que hasta la fecha ese Consulado de su muy digno cargo a tenidoa bien prestar a los ciudadanos de la República Argentina, amparándoles con laalta protección de España, circunstancia que con sumo gusto elevaré alsuperior conocimiento de mi Gobierno, que sostiene con su madre patriaestrechos vínculos de amistad y afecto”

Sin embargo a los pocos días se presentó un problema de tipo formal. El ProtocoloConsular firmado entre el gobierno argentino y el otomano en Roma el 11 de junio de1910 aún no había sido aprobado por el Congreso Nacional (esto se realizará recién el11 de abril de 1911 por Ley 8.184). Por esa razón las autoridades otomanas no queríandar al Cónsul Peuser el exequátur en todo el territorio de la Sublime Puerta sino quepretendían que su circunscripción consular se limitara solo a la ciudad deConstantinopla.

9 AMREC, Caja 1189. Carpeta 3. Año 1910. Turquía

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El Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, Ernesto Bosch, en un telegramacifrado que envía a Epifanio Portela, representante argentino ante el gobierno italiano,comenta su incomprensión ante esta actitud del gobierno turco puesto que alrepresentante consular turco en Buenos Aires (quien había llegado hacia finales de 1910a la capital argentina) se le había otorgado el exequátur correspondiente sin esperar laratificación del Protocolo consular por parte del gobierno otomano. Con esta situación,el Ministro Portela coordinó con el enviado turco en Roma una reunión donde prometiópor parte del gobierno argentino una rápida ratificación del Protocolo Consular para asísolucionar este inconveniente.

Portela señalaba que el gobierno otomano era muy cuidadoso en este tema porque noquería dar lugar a precedentes que luego pudieran ir contra sus intereses. Aceptar elnombramiento de un cónsul en todo el territorio del imperio sin que el protocolo hayasido ratificado iría en menoscabo de la autoridad del gobierno central. Tal como lohemos señalado los cónsules que no estaban comprendidos dentro del régimen de lascapitulaciones se encontraban en una situación bastante precaria, en cuanto a susderechos, sino no tenían una misión diplomática (legación o embajada) a la cual recurrirpara hacer valer sus derechos. Ese era el caso del consulado argentino.

El 24 de abril de 1911 el cónsul Peuser obtuvo el exequátur por parte del gobierno turcoreconociéndolo como Cónsul General argentino en la ciudad de Constantinopla, a pesarde que la patente consular expedida por el gobierno argentino lo acreditaba comoCónsul general en todo el territorio del Imperio Otomano. Esta situación se volverácrónica con el paso de los años y no alcanzará nunca una solución aceptable para elgobierno argentino. Por lo tanto, de acuerdo a un acuerdo vigente entre España yArgentina, los consulados españoles en los distintos territorios otomanos seguíancuidando de los intereses de los ciudadanos argentinos.

Ante esta situación el gobierno argentino decidió en la primera mitad de 1911 abrir unvice-consulado honorario en la ciudad de Beirut que era el principal puerto otomano deesa zona y desde donde partían las líneas marítimas que llevaban a los inmigrantesárabes hacia Argentina, vía Europa. El gobierno otomano respondió que “No negaremoseste nuevo reconocimiento, pero hemos creído deberlo diferir hasta el canje deratificaciones”10. El día anterior el parlamento argentino había ratificado el acuerdo de1910 por lo que poco tiempo después el vice consulado argentino en Beirut fuereconocido oficialmente, aunque sin solucionar el problema pendiente delreconocimiento en todo el territorio otomano del consulado general argentino enConstantinopla. Al frente del vice consulado honorario en Beirut fue nombrado elArturo de Luciano quien presentó su patente consular al Gobernador General de Beirutel 12 de Abril de 191311.

Para contextualizar lo que sucedía en esos tiempos en el Imperio Otomano podemosseñalar: En septiembre de 1911 comenzaba la guerra turco – italiana derivada de lainvasión de tropas italianas al territorio libio. La primera mitad de 1912 estuvo signadapor el levantamiento de Albania que culminó con la declaración de independencia deeste país, y la apertura y posterior disolución del Parlamento Otomano; en la parte finalde ese año estalló la Primera Guerra Balcánica que enfrentó a Bulgaria, Grecia,Montenegro y Serbia con el gobierno de Constantinopla. En 1913 se inició la Segunda

10 AMREC, Caja 1189, Carpeta 3, Año 1910, Turquía. Nota del 12 de Abril de 1911.11 AMREC, Caja 1277, Carpeta 3, Año 1911, Turquía.

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Guerra Balcánica y el Gran Visir Mahmut Shevket Pasha fue asesinado en la capitalotomana.

Es en ese tiempo de conflictos e inestabilidad en el que desempeñó sus funciones elCónsul Peuser intentando, en vano, que la Sublime Puerta considerara sus credenciales.

Peuser informaba a Buenos Aires de diversas situaciones en las cuales había tenido queintervenir para dar protección a ciudadanos argentinos, en forma directa cuando estos seencontraban en Constantinopla, o en forma indirecta, a través de los consuladosespañoles, en las otras ciudades del Imperio. En Septiembre de 1911 informaba sobre unincidente en el que Alejandro Horinston, nacido en Inglaterra pero ciudadano argentinodesde 1890, quien había sido detenido por la policía otomana en Constantinopla12. EnMarzo de 1913 informaba que un tal José Levi residente en Palestina quien pidió laprotección del consulado argentino a través del español porque las autoridades localesquerían imponerle un impuesto personal13.

El 13 de abril de 1913 el Cónsul General Peuser informa a la Cancillería argentina que apesar de haber transcurrido casi dos años de su llegada a Constantinopla aún no hainstalado en forma definitiva las oficinas del Consulado debido a la inestabilidad internaen el imperio Otomano. Tan solo las oficinas del Canciller funcionan en una casaalquilada (Cuartel de Pera, calle Yemenidji Nº 3), mientras que el cónsul continuaba enel Hotel Pera Palace. Peuser señalaba que para la instalación definitiva le parecíaprudente “esperar hasta la conclusión de la paz entre el Imperio y la Alianza Balcánica”.Recordemos que durante la Primera Guerra Balcánica las tropas búlgaras llegaron aestar cerca de Constantinopla, de allí que Peuser no quisiera correr riesgos ante laposibilidad de tener que abandonar la oficina consular.

El 26 de Abril de 1913 el vicecónsul de Luciano envía un informe al cónsul Peuserdonde le refiere algunas noticias desde Beirut. Le comenta de una reunión de 85representantes musulmanes, judíos y cristianos de la provincia de Beirut con el objetode impulsar reformar en base a una mayor descentralización. Estos proponían que seenviaran a Constantinopla solo los impuestos de la aduana y que el resto quedara en laprovincia para ser utilizado en obras públicas, que la lengua árabe sea establecida comoel idioma oficial de los funcionarios y que los empleos públicos sean adjudicados apobladores de Beirut a excepción de los puestos de Gobernador General, GobernadorMilitar y Director de la Aduana que podrían seguir siendo nombrados desdeConstantinopla. La no aceptación de esas medidas generó una serie de protestasgenerales que duraron varias semanas14. Se trataba de movimientos reformistas decarácter nacionalista árabe, que no solo se daban en Beirut sino también en otrasregiones. El gobierno argentino solo podía tomar conocimiento directo de lo quesucedía en esa ciudad donde tenía acreditado un representante.

A pesar de las limitaciones existentes para el desarrollo de sus actividades, el CónsulPeuser envió a la cancillería en los años en los que se desempeñó en Constantinoplainformes muy interesantes acerca de la situación del Imperio Otomano. Entre losinformes podemos contar: Informe histórico sobre el régimen de las Capitulaciones(Abril de 1911), Informe sobre el Ferrocarril de Bagdad (Julio de 1911), Informe sobre

12 AMREC, Caja 1277, Carpeta 27, Año 1911, Turquía.13 AMREC, Caja 1421, Carpeta 18, Año 1913, Turquía.14 AMREC, Caja 1421, Carpeta 12, Año 1913, Turquía.

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el comercio exterior de Turquía en 1911/12 (mayo 1912), Informe sobre la situaciónlegal de los ciudadanos argentinos y el derecho de adquisición de bienes raíces enTurquía (Agosto de 1912) y un Informe sobre las experiencias militares de la guerra[Primera Guerra Mundial] (Noviembre de 1915).

Como lo señalamos anteriormente la actividad del Cónsul Peuser se vio muy limitadadebido al exequátur que le otorgó el gobierno otomano limitando su jurisdicción a laciudad de Constantinopla. Así lo reconocía el Cónsul: “Quedan fuera de mi jurisdicciónde tres a cuatro mil nativos argentinos, descendientes de los sirios que habitan ennuestro país quienes de se encuentran regados por Siria, Palestina y Asia Menor”.

En cuanto a la posibilidad de generar vínculos comerciales, lo cual había constituido elprimer objetivo del gobierno argentino, Peuser envió informes donde estabanconsignadas los formularios y traducciones que cualquier comerciante argentino debíapresentar quería vender mercancías en aquel país, una especie de “manual delexportador”. Intentó, también, hacer llegar a los principales hoteles de Constantinoplacarne argentina (via Trieste), así como cueros, incluso inició conversaciones con elMinisterio de Guerra otomano para venderle caballos para sus tropas. La situación deextrema inestabilidad en la cual vivía el Imperio hizo que ninguno de estos proyectospudiera concretarse.

En 1914 el Ministro de Agricultura argentino, Heliodoro Lobos, informó al CónsulPeuser que la inmigración de la zona de Siria era la mejor que podría esperar nuestropaís ya que se trataba de agricultores que podrían desempeñar esas actividades en estastierras. Esta idea hizo que Peuser viajara a principios de ese año 1914 por Palestina,Siria y Egipto a los fines de hacer observaciones de primera mano al respecto.

Así informaba a la Cancillería: “Me convencí de las simpatías que goza la RepúblicaArgentina en aquellas regiones, con especialidad en el Monte Líbano, donde lasmejores propiedades han sido adquiridas con dinero argentino, de inmigrantesenriquecidos en nuestro país. Como representante argentino, se me hicieronmanifestaciones de todas clases, llegando en algunos lugares a reunirse miles depersonas que generalmente hablan nuestro idioma y en donde se recuerda conmanifiesta gratitud la hospitalidad que les ha dispensado siempre entre nosotros. Enestas manifestaciones me fueron presentados sus descendientes, nacidos en laRepública Argentina y de cuyos manifestantes escuché en una sola tarde más de treintadiscursos pronunciados en nuestro idioma”

En Febrero de 1914 el gobierno otomano sugirió que, como manera de evitar losproblemas derivados de la jurisdicción del consulado general argentino y el carácterconsular (no diplomático) del mismo, se elevaran recíprocamente los consulados arango diplomático. El gobierno de Constantinopla estaba dispuesto a que la futuraembajada otomana en Buenos Aires centralizara su representación diplomática en todaAmérica del Sur. Sin embargo, el gobierno argentino no consideró que era lo másadecuado y, por lo tanto, los problemas persistieron debido a que el no reconocimientode Peuser demostraba una falta de reciprocidad que resultaba inaceptable para elgobierno de Buenos Aires.

El asesinato del heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro en Sarajevo el 28 deJunio de 1914 arrastró al Imperio Otomano a la Primera Guerra Mundial como aliado de

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aquel imperio y del Imperio alemán. Ni Viena ni Constantinopla pudieron sobrevivir ala derrota y a las fuerzas centrífugas que terminaron por desmembrar a esos estadosmultinacionales.

Peuser informaba que era cada vez más difícil realizar su trabajo en Constantinopla, apartir de Agosto de 1914 fue prohibida la correspondencia en castellano, luego de laintervención de la Embajada de España y del Gran Rabino de Turquía, las autoridadesotomanas accedieron a que se enviaran al exterior informes en ese idioma pero deberíanestar en sobres abiertos. Puesto que no existía una embajada argentina, conprerrogativas diplomáticas, la situación se volvió insostenible. Ante las quejas de Peuserlas autoridades otomanas respondieron que puesto que se encontraban en estado deguerra no podían respetar las convenciones internacionales. Esta situación provocó unestado de incomunicación entre el consulado de Constantinopla y el vice consulado deBeirut.

Peuser decidió entonces, por razones de seguridad, salir de la capital del Imperio,quedando el consulado a cargo del consulado el canciller, Sr. Schultheiss. Peuser,encontrándose camino a Buenos Aires en uso de su licencia, se trasladó a Ginebra(Suiza) para preparar su viaje y el de su familia. Su esposa e hijos residían desde finalesde 1913 en esa ciudad.

En Diciembre de 1914 Peuser pidió a Schultheiss un informe sobre lo que estabaocurriendo en Constantinopla, temiendo la censura de las autoridades otomanas, elcanciller entregó el informe a un amigo suyo, Emilio Grob, que viajaba hacia Ginebrapara que entregara el material al cónsul Peuser. Las autoridades otomanas en Enero de1915 durante un control al tren en el que viajaba Grob, interceptaron la carta. Luego deestar detenido durante cuatro días fue liberado gracias a la intervención de la embajadade los Estados Unidos de América y pudo llegar a Suiza.

El 18 de Febrero de 1915 el cónsul otomano en Ginebra informó a Peuser que sugobierno deseaba que Schultheiss saliera de Constantinopla. Así sucedió y el archivodel consulado argentino y sus muebles quedaron a cargo del consulado español enConstantinopla.

Luego de las explicaciones dadas por escrito por Scultheiss al cónsul otomano enGinebra, las autoridades otomanas se dieron por satisfecho.

En Agosto de 1915 el canciller del consulado argentino fue autorizado a regresar aConstantinopla. Su situación no era muy cómoda, en Octubre de 1915 Peuser informabaque el canciller no cobraba desde hacía varios meses su sueldo porque ningún bancosuizo quería hacerse cargo de la operación de enviar dinero a Constantinopla.

Peuser insistía que la única solución para todos esos problemas era elevar el consuladoal rango diplomático de manera que pudiera tener la protección que el derechointernacional garantizaba a las legaciones diplomáticas y sus funcionarios.

En cuanto al vice consulado en Beirut, fue cerrado el 27 de Noviembre de 1915 cuandosu responsable Arturo de Luciano tuvo que abandonar esa ciudad a bordo de un buquenorteamericano que partía hacia Italia. De Luciano era ciudadano italiano y cuando elReino Italia declaró la Guerra a los Imperios Centrales (Alemania, Austria-Hungría y el

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Imperio Otomano) debió huir ya que según sus palabras “no pudiendo mi título de vicecónsul honorario de la República Argentina, salvarme contra el odio de los turco-alemanes”. Los negocios argentinos quedaron a cargo del consulado de los EstadosUnidos en esa ciudad, ya que ese gobierno en esos momentos era neutral en la guerra.

Desde Ginebra, Peuser continuó enviando informes Buenos Aires hasta su designacióncomo Cónsul General Panamá en Agosto de 1916. Su residencia en Suiza generó algunaoposición entre los diplomáticos argentinos en Ginebra y en Buenos Aires. Éstossostenían que no era adecuado que el Cónsul en Constantinopla viviera en Ginebra.Pocos años después (1 de Enero de 1918), ya viviendo Peuser en Panamá, envía unalarga carta al Ministro de Relaciones Exteriores quejándose de la actitud de parte dealgunos de sus colegas quienes no comprendían que él continuaba escribiendo informessobre la situación turca aunque no estuviera en aquel destino ya que el estado de guerrano se lo permitía.

El Consulado General de Segunda Clase de la República Argentina en Constantinoplafue suprimido oficialmente el 16 de Agosto de 191615 a través de un simple telegramadesde Buenos Aires y con su característico lenguaje: “Consulado GeneralConstantinopla será suprimido. Diga si acepta consulado de misma categoría enPanamá. Murature. Ministro de Relaciones Exteriores”.

No se había logrado el objetivo fundamental para el que había sido establecido:Aumentar los niveles de intercambio comercial entre los dos países.

Consulado Otomano en Buenos Aires

Mientras Argentina enviaba en 1910 a Jacobo Peuser como representante argentino enConstantinopla, el Imperio Otomano había acreditado como Cónsul General en BuenosAires a Emir Arslan quien el 29 de octubre de 1910 llegó a Buenos Aires a bordo delvapor “Chili” y se instaló en el Plaza Hotel (ubicado en la esquina de las calles Florida yCharcas), dos semanas después el consulado quedó instalado en la calle Santa FeNº1907. Fue la primer sede diplomática de un estado de Medio Oriente en territorioargentino.

Emir Arslan había nacido en 1868 en Choueifat, una aldea al sudeste de Beirut (hoy esparte de esa ciudad)16 en el seno de una importante familia drusa libanesa. En 1900había sido designado como Gobernador del Distrito de Tiberías en el actual territoriopalestino. En ese ámbito fue testigo de los conflictos que había entre terratenientes ycampesinos y los que comenzaban a plantearse como resultado de la nacienteinmigración judía en la región.

Posteriormente fue representante otomano en Burdeos. En 1908 se sumó al grupo de los“Jóvenes Turcos” siendo elegido miembro del parlamento otomano como representantedel distrito de Latakia (hoy correspondiente al territorio sirio) hacia finales de ese año.Cuando el parlamento fue disuelto por el cambio de gobierno (Mehmet V fue elegido

15 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso Nacionalcorrespondiente al año 1916 - 1917, Imprenta y Encuadernación del Hospicio de Mercedes, Buenos Aires,1917.16 Los datos biográficos de Emir Arslan están extraídos de Attar, Daniel, “Reseña Histórica del Emir AmínArslán”, Buenos Aires, Abril 2005, Inédito.

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como nuevo Sultán en Abril de 1909) volvió a Paris donde residía cuando fue nombradocomo cónsul en Buenos Aires.

Su nombramiento generó algún descontento en el seno de la siempre intrigante políticaotomana. El 19 de Julio de 1910 un tal Musseim Rechid envía una carta al Ministro deRelaciones Exteriores de Argentina donde acusaba a Arsan de utilizar “procedimientode intrigas y extorsiones, para hacerse nombrar cónsul en Paris, pero el gobiernofrancés, que ya le había rehusado una vez el exequátur para el consulado general enBurdeos, donde se le había nombrado antes que en Bruselas, rehusó nuevamente elexequátur a Emir Arslan Effendi para el consulado de Paris. Ahora, sus intrigas hanhecho que sea nombrado para el importante puesto en Buenos Aires, pero creemos que,como el gobierno otomano ha sido forzado por intrigas políticas, corresponde algobierno argentino impedir que un individuo de tan mala reputación ocupe elconsulado general en Buenos Aires”17. El gobierno argentino no hizo caso a esta nota yaceptó a Arslan como representante otomano en Argentina.

Cuando la embajada otomana en Roma comunica al gobierno argentino elnombramiento de Arslan señala que entre sus principales tareas estarán: “proteger, entodo momento, a los súbditos otomanos, comerciantes u otros, que estuvieran en sucircunscripción, y en mantener todos los privilegios a que tuvieran derecho. Procuraráfacilitar, por todos los medios posibles, sus transacciones comerciales y examinar yllevar a buen término, siguiendo las reglas, las cuestiones referentes a sus negocios”18

A su llegada a Buenos Aires no hablaba español por lo que el 23 de Noviembre de 1923contrató, y así lo comunica oficialmente al ministerio de relaciones exteriores deArgentina, a Wadi Shamun como secretario del Consulado. Shamun era una personaconocida en la colectividad árabe-otomana porque era el director del periódico enlengua árabe que se editaba desde 1905 llamado “As Salam” (La Paz).

Arslan también tuvo problemas para desempeñar sus funciones. Tal como lo hemosseñalado, muchos de los inmigrantes árabes que llegaban a la Argentina en esos añoshabían salido del territorio otomano sin cumplimentar todos los requisitos que elgobierno exigía. Además, señala el cónsul otomano en una nota que envía al ministro derelaciones exteriores argentino “La mayoría de los emigrantes otomanos quedesembarcan en la Argentina, adopta nombres sacados del español. Como no se hallaninscriptos ni en la policía ni en registro local alguno y como por otra parte es ínfimo elnúmero de los que se han hecho inscribir en nuestras matrículas, resulta que cada vezque se tiene necesidad de buscar a un súbdito otomano, ya sea para el servicio militar,la notificación de un mandato cualquiera o para toda otra comunicación oficial, esimposible dar con su paradero”19. Como puede verse, si el objetivo del gobiernootomano al establecer un consulado en Buenos Aires era el de mantener contacto con lapoblación emigrante, eso no se había logrado.

Arslan no solo tenía problemas con sus connacionales sino también con sus empleados.El 20 de Marzo de 1912 informa a las autoridades argentinas que el secretario intérpretedel Consulado, José Cayat, había falsificado su firma y había retirado “una sumabastante considerables” de dinero del banco.

17 AMREC, Caja 1189, Carpeta 8, Año 1910, Turquía.18 AMREC, Caja 1189, Carpeta 1, Año 1910, Turquía.19 AMREC, Caja 1189, Carpeta 3, Año 1910, Turquía. Nota del 24 de Julio de 1911.

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De la misma manera en que lo hemos señalado en cuanto a las actividades de defensaconsular de ciudadanos argentinos en territorio otomano por parte del cónsul Peuser. Lomismo sucedía en Argentina. En esos años, de acuerdo a la información existente en elarchivo del ministerio de relaciones exteriores, una parte importante del trabajo deArslan fue informar a las autoridades argentinas de abusos a que ciudadanos otomanoseran sometidos por parte de autoridades policiales. En Enero de 1914 informa que a untal David Nayar de la ciudad de Caseros (Provincia de Buenos Aires) le fue quitado sucaballo por el comisario del pueblo, Alberto Pita, por negarse a prestar una habitaciónde su comercio para reuniones políticas. Otro ciudadano otomano, José Nayar, fueherido de una puñalada y quien era responsable de este hecho salió de la cárcel por tenercontactos políticos20

La gran cantidad de ciudadanos otomanos en el territorio argentino y la distancia entreBuenos Aires y las distintas ciudades del interior hizo necesario la apertura de viceconsulados honorarios en varias provincias. El 28 de Septiembre de 1914 Arlan envíauna nota al Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina con un listado de personaspropuestas para esas funciones: George Sawaya (Vice consulado en La Rioja con sedeen la ciudad de Chilecito), Halil Saade (Vice consulado en Entre Ríos), Antoine Hadad(Vice consulado en Catamarca), E. Sili (Vice consulado en Santiago del Estero),Abdallah Schamasse (que había cambiado su nombre por el de Salvador Elías, para elVice Consulado en Santa Fe), Feliz Hassin (Vice Consulado en Córdoba), Julián Nassif(Vice Consulado en San Luis), Moisés D´Espanés (Vice consulado en Tucumán) yAlberto Peuser (hermano de Jacobo Peuser, para el Vice Consulado en los territorios deRío Negro y Neuquén)21. El ingreso del Imperio Otomano en la Primera GuerraMundial hizo que no se concretara este proyecto de abrir vice consulados en el territorioargentino.

Emir Arslan se manifestó contrario a la alianza entre el Imperio Otomano y Alemaniade manera que el Gran Visir Said Halim Pasha promulgó un decreto donde la condenabaa muerte por traición si volvía a pisar territorio otomano. Hacia finales de 1914 elconsulado otomano había dejado de funcionar como tal.

El 17 de Abril de 1915 un grupo de “súbditos otomanos” entregó al ministro derelaciones exteriores argentino una copia de la protesta que ellos mismos habíandirigido al gobierno turco donde se oponían a “cualquier medida que, relevando de susfunciones al cónsul general otomano, confiase los intereses de la colonia otomana alrepresentante de otra nación”22, afirmaban que ellos “prefieren carecer derepresentación consular a que sus intereses sean representados por otra potencia”.Acusaban al gobierno alemán a través de su cónsul en Buenos Aires intrigar para relevaral cónsul Arslan de su cargo.

Más allá del apoyo que la colectividad daba al representante otomano, este hecho marcala ruptura entre los ciudadanos otomanos de origen árabe residentes en Argentina y elgobierno del Imperio Otomano. Se podría interpretar como una manifestación denacionalismo árabe, que era la corriente mayoritaria en la comunidad árabe argentina deesos años.

20 AMREC, Caja 1488, Carpeta 1, Año 1914, Turquía.21 AMREC, Caja 1277, Carpeta 26, Año 1911, Turquía.22 AMREC, Caja 1542, Carpeta 7, 1915, Turquía.

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A pesar de estas quejas, el 28 de Octubre de 1914, el Cónsul del Imperio Alemán enBuenos Aires, Sr. Bobrik, informó al ministerio de relaciones exteriores de Argentinaque tomaba a su cargo en virtud de un acuerdo germano-otomano la gerencia delconsulado. En la práctica fue el fin de ese consulado ya que la derrota del ImperioOtomano en la Primera Guerra Mundial fue el final de ese estado.

Los cuatro años de guerra mundial, la posterior guerra de la independencia turca(Guerra Greco-Turco) y luego el establecimiento del sistema de mandatos de laSociedad de las Naciones en los territorios del Imperio Otomano hizo que losciudadanos otomanos abandonaran definitivamente su vinculación con el gobierno deConstantinopla. A partir de ese momento sus instituciones religiosas, asociativas yculturales se convirtieron en los ejes de la comunidad árabe en Argentina.

Emir Arslan se quedo a vivir en Buenos Aires donde desempeñó una gran actividadcultural, en 1916 fundó el Semanario Cultural “La Nota”, escribió para el diario “LaNación” y para la Revista Sur de Victoria Ocampo. En 1926 fundó el diario en idiomaárabe “Al Istiklal” (La Independencia), así como varios libros en castellano y árabe.Escribió en árabe: “Historia de Napoleón I”, “Tratado de Derecho Internacional sobre laguerra” y “Los secretos de los palacios”, en castellano: “La verdad sobre el harem”;“Final de un idilio”, “Recuerdos de Oriente”, “Misterios de oriente”, “La revoluciónSiria contra el mandato francés”, “Los árabes” y “El amor en la diplomacia”.

En 1926 fundó la Sociedad de Beneficencia Drusa en Buenos Aires, institución quecontinúa sus actividades hasta la actualidad. En Argentina organizó en 1942 el Primercongreso Panamericano de Comunidades Árabes, donde el tema central fue Palestina yfue amigo de Antún Saadeh durante la época en que este político vivió en Buenos Aires.Emir Arslan murió en esa ciudad el 9 de Enero de 1943, siendo recordado como uno delos más destacados dirigentes de la comunidad árabe argentina en toda su historia.

Argentina y la República de Turquía: Representantes consulares

Hacia finales de 1922, a medida que a situación en Turquía iba volviendo lentamente ala normalidad el gobierno argentino decidió reabrir el Consulado General Argentino deTercera Clase en la ciudad de Constantinopla. Pero cuando en Octubre de 1923 seproclamó la República de Turquía y, a pesar de ser internacionalmente reconocida comoestado sucesor del Imperio Otomano, desconoció todos los tratados firmados por aquelsujeto de derecho internacional. En función de esta nueva situación hubieron deiniciarse nuevamente las tratativas diplomáticas tendientes a establecer relaciones deeste tipo con el nuevo estado turco.

Otro tema que complicó el normal restablecimiento de las relaciones fue que MustafaKemal Atatürk decidió trasladar la capital desde Constantinopla hasta Ankara con locual los representantes argentinos acreditados con carácter consular y sin estar en vigorun tratado pleno, no se ubicaban en la capital del estado lo cual dificultaba todo sutrabajo.

El primer cónsul argentino ante la República de Turquía fue Bartolomé Daneri (h.), undiplomático de carrera que había nacido en la ciudad de La Plata el 26 de Febrero de1885 y que había estudiado medicina en varios países europeos. Fue nombrado para este

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cargo el 22 de noviembre de 1922 (Decreto 233) para reabrir el consulado argentino enConstantinopla.

Llegó a Constantinopla el 15 de Abril de 1923 y se dirigió a la Legación de España enesa capital. Tal como habíamos mencionado en páginas anteriores, el gobierno españolera quien representaba los intereses argentinos ante el gobierno turco. Además, a cargode esa representación diplomática española habían quedado a cargo los archivos ymuebles del Consulado argentino cuando éste se cerrara en 1915.

Precisamente este hecho generó un problema a la llegada de Daneri ya que tuvo quehacer gestiones durante más de tres meses hasta que los responsables de la legaciónespañola devolvieran los muebles, algo que en un primer momento se negaron a hacer.De la documentación existente en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores deArgentina sobre este tema se desprende que los responsables de esta acción no eran losdiplomáticos españoles sino el portero de la legación española, un tal Sr. Fernández, quehabía especulado con que la Argentina no reabriría su representación en Constantinoplay se había apropiado del mobiliario. Hacia principios de julio de 1923 el problemaestaba resuelto y entonces pudo reabrirse el consulado.

Para señalar la idea que de los países de Medio Oriente tenían algunos diplomáticos, nospermitiremos reproducir una carta que un Cónsul General envía al Presidente de laNación, Marcelo T. De Alvear, pidiéndole que lo releve de sus funciones en ese destino:

“Constantinopla, 20 de junio de 1923

Mi querido Presidente:

Le presento todas mis excusas si vengo a distraerle un instante la atención a lasmúltiples preocupaciones que en este momento deben cruzar su imaginación;pero mi Presidente – gran hombre de mundo – podrá medir, con esa mismaexperiencia todo el valor de mis palabras,

No le pido, sino que le suplico, si en sus manos está, quiera sacarme de esteinfecto rincón del mundo donde entre pestes, epidemias y maleantes se hace lavida un tormento.

Esto es, además, no solo la ciudad más cara del mundo, sino algo así como elcanal colector donde se vuelca toda la inmundicia humana que ruedaactualmente por esta región de Europa.

No se tiene una idea del aspecto vil y miserable con que se exterioriza lafisonomía de sus habitantes, falsos, ruines y degenerados, verdaderos matonesen la más franca concepción del término. Dudo que haya en el mundo otrocentro más corrompido y depravado que Constantinopla, donde todo se compray todo se vende: Hombres de Gobierno, mandatarios, Policía, documentos decualquier importancia ...&...&... No hablemos de pasaportes y piezas deidentidad. Aquí es posible conseguir el pasaporte de cualquier sujeto pornacer!!!

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Comprenderá, mi querido Presidente, cuál será mi porvenir en centro tanobscuro, máxime si se considera que he pasado no menos de quince años de mivida formándome y estudiando en las aulas y hospitales de la vieja Europa,donde me he hecho hombre y aprendido, además, media docena de idiomas.

Me esterilizaré sin dar fruto; malograré las más vigorosas energías de mistreinta y ocho años, y lo poco que he aprendido lo iré perdiendo lentamente, noquedándome ni siquiera el consuelo de saber que me sacrifico en bien de laPatria.

Si V.E. quiere insinuar mi traslado, cuál no será mi agradecimiento?

Deseo solamente servir a mi país en un medio donde pueda desarrollar miactividad más de acuerdo con mis aptitudes. No quiero en manera alguna unaumento de sueldo.

Polonia tiene Encargado de Negocios en la Argentina; la Argentina no lo tieneen Polonia. Viena está vacante ... Lo mismo digo de cualquier país dondehubiera posibilidades, si V.E. quisiera honrarme con su designación.

En todo caso, expreso desde ahora mi sincero reconocimiento por cuanto V.E.quiera hacer por mí.

Enteramente a sus órdenes en esta, desde donde envío mis más respetuosossaludos”23

Luego de tan “conmovedora” carta, el gobierno argentino le propuso el 12 deSeptiembre de 1923 que se trasladara a Panamá, Calcuta o Shangai. Daneri no aceptó,alegando motivos de salud y que lo que él deseaba era desempeñar sus funciones enalgún destino de Europa Oriental, donde había estudiado y tenía amplias relaciones. Enel mes de Noviembre del mismo año volvió a escribir a Buenos Aires informando quehabía llegado a un acuerdo con el cónsul en Varsovia, Andrés Wallace (sobre quienhablaremos más adelante). De esa manera Daneri iría aquel consulado y Wallaceocuparía su cargo en Constantinopla. Desde la cancillería argentina no se le respondiópor lo que él volvió a insistir en Marzo de 1924. Finalmente, por Decreto 65 del 4 deAbril de 1924 se trasladó a Bartolomé Daneri hijo al Consulado General de TerceraClase en Danzig (actualmente conocida como Gdansk en la República de Polonia. Enesos tiempos era una ciudad libre bajo el mandato de la Sociedad de las Naciones).

En su reemplazo fue nombrado Alfredo López Prieto (Decreto 65, 4 de abril de 1924),quien hasta ese momento se había desempeñado como Cónsul argentino en Lisboa.Entregó el Consulado al nuevo cónsul el 17 de agosto de 1924.

Si bien es muy claro que al Cónsul Daneri no lo entusiasmaba la idea de servir enConstantinopla, es justo destacar que su desempeño como agente consular siempre fuedistinguido. Tal es así que años después no abandonó la sede de la oficina consular en

23 Carta enviada por el Cónsul General argentino en Constantinopla, Dr. Bartolomé Daneri, hijo, alPresidente de la República, Marcelo T. De Alvear el 20 de junio de 1923, según consta en la foja 5 dellegajo personal del citado diplomático.

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Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial mientras la ciudad era bombardeada. Ysu esposa, alistada en la Cruz Roja, colaboró en la atención de los heridos.

El nuevo cónsul, Alfredo C. López Prieto, había nacido el 7 de Agosto de 1875, erasoltero y se había desempeñado en los consulados argentinos de Salto (Uruguay) yLisboa (Portugal).

Su desempeño en Constantinopla tampoco estuvo exento de problemas. El 6 de Febrerode 1925 dirige una carta al Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Ángel Gallardo, enella le comunica que no podrá enviar el informa anual que los consulados estabanobligados a realizar puesto que no cuenta con los medios adecuados para realizarla.Entre otras cosas, el Consulado argentino no contaba con empleados que pudieranrecabar esos datos en turco y luego traducirlos al francés para que el cónsul los tradujeraal castellano. A esto se le debería sumar el retraso con que las autoridades turcaspublicaban las estadísticas comerciales que hacían casi inútiles los datos obtenidosluego de varios meses por su falta de actualización.

De acuerdo a los que nos comenta Tito Livio Foppa en su libro “Servicio Exterior:Recuerdos e impresiones de un funcionario consular” el cónsul López Prieto, periodistade profesión antes de iniciarse en la carrera consular, sufrió en los cinco años en loscuales vivió en Turquía un proceso de depresión importante. La soledad y la falta demedios deben haber sido las causas centrales. A principios de 1930 Carlos Brebbia,amigo de López Prieto, en esos momentos se desempeñaba como Agregado Comercialen la Embajada argentina en Roma, recibió dos cartas desde Constantinopla donde éstele comentaba acerca de su cansancio y de su trabajo preparando el arribo de la FragataSarmiento a ese puerto. Este barco realizaba anualmente un viaje alrededor de losprincipales puertos del mundo con los egresados de la Escuela de Oficiales de laArmada Argentina.

La misma noche de la partida de nuestro buque escuela, el 2 de septiembre de 1930,López Prieto puso al día sus disposiciones testamentarias, ordenó los asuntos delconsulado y se suicidó de un tiro en la cabeza. La decisión la había tomado variassemanas antes pero prefirió esperar la partida de la Sarmiento “para no crearinconvenientes en el programa de atenciones a los marinos argentinos”24.

Luego de 20 años de relaciones el balance no era muy positivo: Argentina habíanombrado a un cónsul que se negó a asumir su cargo (García Mansilla), un cónsul quesólo fue reconocido en el ámbito de la ciudad de Constantinopla (Peuser), uno que leescribió al presidente de la Nación desde “el canal colector donde se vuelca toda lainmundicia humana” (Daneri) y finalmente, uno que presa la depresión se suicidó(López Prieto).

Durante la gestión de López Prieto concluyó la redacción del Tratado de Amistad y pazargentino – turco del 29 de junio de 1926, firmado en la ciudad de Roma. Losrepresentantes argentino y turco acreditados en el Reino de Italia fueron los encargadosde firmar este acuerdo. Por la República Argentina firmó el Dr. Fernando Pérez,mientras que por la República Turca lo hizo Suad Bey. Por medio de este tratado los dospaíses acordaban establecer relaciones diplomáticas y consulares bilaterales. Puesto que

24 Foppa, Tito Livio, “Servicio Exterior: Recuerdos e impresiones de un funcionario consular”, InstitutoAmigos del Libro Argentino, Buenos Aires, 1958, p. 245.

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la ratificación argentina no se efectuó hasta 1935, hasta esa fecha los únicosrepresentantes acreditados fueron los cónsules en Estambul, nombre que en Marzo de1930 tomó la ciudad de Constantinopla.

El 6 de Septiembre de 1930 se produjo en Argentina el primer golpe militar de losvarios que tuvieron lugar durante el siglo XX. El gobierno provisional encabezado porel General Uriburu nombró a Enrique Bosch como Ministro de Relaciones Exteriores.Fue el mismo Bosch quien nombró al nuevo Cónsul General en reemplazo del fallecidoLópez Prieto. Así, Jorge Blanco Villalta, fue oficialmente designado para ese cargo el 6de Noviembre de 1930 (Decreto 98). Partió a mediados de ese mes desde Buenos Airesvía Génova hacia Estambul haciéndose cargo del consulado el 2 de enero de 1931.

El 13 de abril de 1931 el Presidente turco, Mustafa Kemal Atatürk, firma el exequáturdel nuevo cónsul argentino. Estuvo al frente de este consulado hasta el 17 de junio de1935 cuando fue trasladado al Consulado argentino en Barcelona (Decreto 62.129M.61).

Su hijo, Jorge Gastón Blanco Villalta, fue nombrado Vicecónsul argentino en Estambul(Decreto 53 del 10 de abril de 1934), desempeñándose en este cargo hasta su renunciapresentada el día 1 de agosto de 1938 (Por medio del Decreto 9714 se acepta surenuncia). Este cargo se justificaba aduciendo que era la persona idónea para asumir lajefatura del consulado ante cualquier ausencia del cónsul. Jorge Gastón Blanco Villaltatendrá a lo largo de los años una destacadísima actuación el campo diplomático siendonombrado Embajador argentino ante la República Turca en 1975. Escribió varios librossobre Turquía: En 1939 escribió una biografía sobre Atatürk que fue traducida a variosidiomas25, El Pueblo Turco, Literatura Turca contemporánea, Cuadros del Estambulactual.

En esos años el Nuncio Apostólico ante el gobierno de la República Turca eraMonseñor Angelo Roncalli, quien accedió al Pontificado con el nombre de Juan XXIIIen 1958. Roncalli estableció una amistad con la familia Blanco Villalta, incluso bendijoel casamiento de la hija del Cónsul argentino, Selva María, celebrada el 25 de julio de1935 en Estambul.

Luego de Blanco Villalta fue nombrado para el cargo consular José Mujía Linares unabogado nacido el 26 de Agosto de 1880 en Bolivia y se había naturalizado argentino enDiciembre de 1915. Anteriormente se había desempeñado como Cónsul argentino enBarcelona (España) donde había habido problemas con respecto a su comportamientopúblico de acuerdo a lo que registra su legajo personal. Fue designado cónsul el 17 dejunio de 1935 (Decreto 62.129) y se desempeño frente a este consulado hasta el 26 dediciembre de 1938 (Resolución ministerial 115) cuando regresó a Buenos Aires.

Entre Febrero de 1939 y Febrero de 1941 el cónsul argentino fue Juan B. Dizac.

El último cónsul argentino en Estambul fue Andrés José Wallace, nombrado el 14 deFebrero de 1941 por Decreto 84650, Wallace estaba asignado al consulado de Estambuldesde Marzo de 1939. Anteriormente, desde 1921 se desempeñó como Cónsul Generalde Tercera Clase en Varsovia (Polonia). Fue el primer Cónsul argentino en ese

25 En Abril de 1995, durante la visita de Suleyman Demirel, primer presidente turco en visitar la Argentina,reconoció que Blanco Villalta fue el primer extranjero en escribir una biografía completa de Kemal Atatürk.

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consulado creado en Febrero de 1921. Wallace en 1943 fue trasladado a la embajadaargentina en Ankara, donde estuvo hasta septiembre de 1945. Casi seis años en Turquía.

A partir de Agosto de 1941 Argentina estableció una embajada residente en Ankara yuna oficina consular en la misma ciudad. Paulatinamente la importancia del consuladoen Estambul fue decayendo hasta su cierre en 1967. Desde ese momento hasta laactualidad la embajada y el consulado argentinos funcionan en Ankara.

Argentina y la República de Turquía: Los primeros representantes diplomáticos

Tal como lo hemos señalado en 1926 Argentina y la República de Turquía firmaron untratado estableciendo relaciones diplomáticas y consulares. Se repitieron,lamentablemente, los mismos problemas que se habían presentado en ocasión de lafirma del protocolo entre Argentina y el Imperio Otomano en 1910. Pasaron nueve añoshasta que el Parlamento argentino ratificó el tratado de 1926.

Posteriormente, habiéndose cumplimentado las exigencias constitucionales, José MaríaCantilo, representante argentino en Italia informaba el 3 de diciembre de 1935 a laCancillería:

“... Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E. que en el día de hoy seefectuó en la sede de esta embajada el canje de ratificaciones del Tratado deAmistad y Paz celebrado con Turquía el 29 de junio de 1926.

Dicho canje dio lugar a una ceremonia íntima en la que el subscrito,acompañado por el personal de la Embajada, recibió y agasajó al Embajadorde la República Turca, Señor Huseyin Ragip Baydur, y a los funcionarios de esamisión diplomática.

Al firmar el acta cambié con el Señor Embajador de Turquía votos por elacercamiento espiritual y económico de ambos países a cuya intensificacióncontribuirá el nuevo tratado.

En este sentido dirigí también un telegrama al Ministro de RelacionesExteriores de Turquía, S.E. Rustus Aras, a quien me ligan vínculos de amistadpersonal contraídos durante las tareas del Consejo de la Sociedad de lasNaciones.

Con la presente remito a V.E. el instrumento de Ratificación del Gobierno turco,los plenos poderes otorgados al Embajador de Turquía, con su correspondientetraducción al francés, y el acta levantada con motivo del canje” 26

El 5 de Noviembre de 1940 (Decreto 76.160) Carlos Brebbia fue designado comoprimer embajador argentino, acreditado como Enviado Extraordinario y MinistroPlenipotenciario de la Argentina ante los gobiernos de Turquía (residente) y Grecia (enforma concurrente). Brebbia, había sido durante el gobierno del General Justo en 1933

26 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso de laNación correspondiente al período 1935 – 1936, Talleres Gráficos J. Roselli y cia., Buenos Aires, 1937,Tomo I, pp. 450.

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subsecretario de Agricultura de la Nación (Vice Ministro de Agricultura) y en 1940 erael embajador argentino en Holanda.

La llegada del Primer representante argentino a Turquía estuvo llena de contratiempos ypeligros. No debemos olvidar que Carlos Brebbia viajó a través de los Balcanes enmomentos de la Segunda Guerra Mundial. Estas impresiones y percances las expone enun informe que envía a nuestro Ministerio donde sostiene: “He empleado exactamente11 días para recorrer un trayecto que en tiempos normales se realiza en 36 horas”[Desde Ginebra hasta Viena y desde allí hacia Zagreb y finalmente hasta Estambul]”.Turquía seguía siendo un destino lejano y peligroso. Finalmente el 22 de agosto de 1941presentó sus cartas credenciales al Presidente de Turquía, Ismet Pacha.

Carlos Brebbia fue el encargado de la apertura de la Legación argentina en Ankara quehabía sido establecida por Decreto 990222 del 23 de Agosto de 1941. Estuvo en esepuesto hasta el 11 de septiembre de 1942 (Decreto 130.561) cuando fue nombradoembajador argentino en Suiza.

Por parte de la República de Turquía, hacia finales de 1941 llegó a Buenos AiresAptulahat Aksin, quien fue acreditado como el primer representante diplomático turcoante el gobierno argentino. La legación de Ankara era la única en toda América del Sur.

Conclusiones

Argentina mantuvo dos oficinas consulares en el territorio del Imperio Otomano, unConsulado General de Segunda Clase en Constantinopla (entre 1911 y 1916) y un ViceConsulado Honorario en Beirut (entre 1913 y 1915).

Hasta que se establecieron relaciones diplomáticas plenas en 1941 con la República deTurquía, las oficinas consulares fueron las de Constantinopla (entre 1923 y 1967), las deBeirut (entre 1925 y 1945) y la embajada (y consulado) en Ankara (a partir de 1941hasta la actualidad).

El contexto internacional y la situación del Imperio Otomano previos a la PrimeraGuerra Mundial hizo que el objetivo del gobierno argentino de establecer relaciones conel fin de generar un intercambio comercial no pudo materializarse. Los vaivenes de lapolítica otomana, el “hombre enfermo de Europa” no era un ámbito propicio paraafianzar relaciones económicas entre dos países tan lejanos.

Por otra parte, la idea de las autoridades otomanas de establecer un consulado enBuenos Aires para mantener un contacto más fluido con los inmigrantes de ese origenque habían llegado en esos años a Argentina tampoco se concretó. En este caso, factoresdemográficos y culturales fueron las causas identificables. La inmensa mayoría de esaspersonas eran árabes provenientes de los territorios que hoy corresponden a Siria yLíbano. Muchos de ellos escapaban no solo de la pobreza sino también de políticasdiscriminatorias por parte de las autoridades otomanas. Resulta obvio que al llegar aArgentina no quisieran mantener contactos con las autoridades del país del que habíansalido.

En cuanto a la política exterior argentina, los retrasos en las ratificaciones de los dosacuerdos, el de 1910 con el Imperio Otomano, y el de 1926 con la República de

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Turquía, demuestran la poca importancia que durante la primera mitad del siglo XXtuvieron aquellos países que no estaban en la zona de Europa Occidental. Sin dudas, unejemplo de una política exterior miope y etnocentrista.

Un aspecto positivo fue el hecho de que una persona como Emir Arslan fuera designadofrente al consulado otomano en Buenos Aires y que luego estableciera su residencia enese lugar. Sus múltiples actividades culturales y comunitarias lo han convertido en unicono de la colectividad árabe argentina.

La numerosa colectividad árabe en Argentina y su importancia en todos los ámbitos dela vida del país demuestran que las relaciones diplomáticas son importantes pero que lasrelaciones entre los pueblos lo son aún más. Son mucho más duraderas y constituyen laverdadera base de cualquier relación con voluntad de permanencia no sujeta a loscambios políticos.

Bibliografía

Fuentes Primarias

Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de laRepública Argentina (AMREC)

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